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10 Yo Gregorio Torres Quintero
10 Yo Gregorio Torres Quintero
COLIMA
2014
D.R. © 2014
María de los Ángeles Rodríguez Álvarez “Mara”
D.R. © 2014
Archivo Histórico del Municipio de Colima
Independencia 79
Centro Histórico
Colima, Col. 28000
Tel. 01 (312) 3122857
www.casadelarchivo.gob.mx
ISBN 978-607-701-026-5
9
Página
CAPÍTULO QUINTO: LA ESCUELA NORMAL
DE PROFESORES 137
Mi primera estancia en México, 1888-1891 138
La Escuela Normal de Profesores 143
Mis maestros: Altamirano, el arquitecto
de mi juventud 150
CAPÍTULO SEXTO: RETORNO A CASA 171
Colima en la modernidad a fines del
siglo XIX 175
Funcionario y promotor de la nueva
educación en Colima, 1892-1898 184
Una nueva vida 195
Inspector de Instrucción Pública 198
Mi boda 199
Mis primeras obras 207
CAPÍTULO SÉPTIMO: MIS MEJORES AÑOS
PROFESIONALES 215
Algunas de mis preocupaciones
pedagógicas 231
Consejo Superior de Educación 236
Nuevas publicaciones 244
El Método que me hizo famoso 254
CAPÍTULO OCTAVO: TURBULENTO
AÑO DE 1911 279
Mi candidatura al gobierno de Colima 280
De nuevo en Educación 321
Congreso Nacional de Educación Primaria 322
Termina el año con convulsiones 326
CAPÍTULO NOVENO: AÑOS DE REVOLUCIÓN
Y EXILIO, 1912-1918 329
En torno a la Revolución 329
Instrucción Rudimentaria 333
La Casa de Estanco de Mujeres 348
10
Página
Jefe de Educación Pública en Yucatán 352
Primer viaje a los Estados Unidos, 1917 373
De regreso a Yucatán 388
CAPÍTULO DÉCIMO: MIS ÚLTIMOS AÑOS
EN LA FUNCIÓN PÚBLICA 393
Segundo viaje a los Estados Unidos
de 1920 a 1921 404
De nuevo en el país 438
Se crea la Secretaría de Educación Pública 448
Jubilación 451
Publicaciones 452
CAPÍTULO UNDÉCIMO: EL FINAL
SE ACERCA, 1923-1933 455
Mis publicaciones de esos años 463
Docencia extemporánea 464
Viaje a Europa, Asia y África, 1926 – 1928 466
Regreso a la cotidianidad 515
Aún defendiendo mi método 521
No obstante seguí publicando 525
“Cesen las risas y comience el llanto...” 528
NOTAS 533
BIBLIOGRAFÍA Y HEMEROGRAFÍA 596
PUBLICACIONES CITADAS DE GREGORIO
TORRES QUINTERO 605
PÁGINAS ELECTRÓNICAS 610
REVISTAS 611
ARCHIVOS 611
SIGLAS Y ACRÓNIMOS 612
11
PRESENTACIÓN
¿Otra biografía de Torres Quintero? Hay varias, sin duda
unas mejor que otras; pero en ésta, pergeñada por María
de los Ángeles Rodríguez Álvarez, hay una visión uni-
versal de este singular colimense que tiene un sitio pre-
ponderante en la historia de la pedagogía mexicana.
13
INTRODUCCIÓN
¿POR QUÉ UNA BIOGRAFÍA NOVELADA?
15
mica y una razón profesional, pero ¿cómo atrapar al per-
sonaje para poder llevarlo a públicos más amplios? Esa
fue mi excusa para introducir algo de ficción —nada
fuera de la realidad— sólo ubicar una escenografía real
en el cuadro de su vida.
23
decía que Torres Quintero había sido masón; de hecho
una logia de Colima lleva su nombre. Sobre este tópico
François-Xavier Guerra menciona por ejemplo a Enri-
que Rébsamen entre el grupo de las logias masónicas
de entonces, y nos habla de varios destacados educado-
res como Porfirio Parra quienes a través de la escuela
impulsaron la educación oficial laica combatiendo a la
iglesia.9 Yo no localicé ninguna referencia que me indi-
cará que Torres Quintero fuera masón.
24
Si recordamos que la Normal había sido proyec-
tada por Altamirano, su creador y primer conductor,
podemos ver que seguramente el positivismo no tuvo
eco en esta institución. Al contrario se considera que el
proyecto elaborado por él “significó un triunfo más
para el liberalismo en el campo de la educación”13 y si
a ello aunamos que Altamirano para Torres Quintero
fue uno de sus más queridos maestros y gran influen-
cia, podemos concluir que la postura de Torres Quinte-
ro debió ser más conservadora en este sentido; además
de haber recibido una profunda tradición religiosa en su
natal Colima. Todas estas circunstancias de vida debie-
ron haberlo puesto en bastante cautela frente a la ola
positivista.
25
Sorprende encontrar en el personaje una enorme
riqueza de influencias en el ámbito pedagógico, tuvo
acceso a muchos autores, conocía sus obras; algunas de
ellas seguro las adquirió, como el Orbis Pictus de Co-
menio que se lo encargó a un amigo que iba a Estados
Unidos. Dominaba el inglés y el francés, lo que le faci-
litó llegar a muchos autores. Podemos sin ninguna duda
ubicar a Torres Quintero en el ámbito de la denominada
“Escuela Nueva” aunque dentro de la escuela pública
oficial. Fue uno de los impulsores de la modernidad
educativa, admirador de la educación de los Estados
Unidos gracias a sus viajes de reconocimiento de sus
sistemas educativos y de la educación rural, postura que
aparece claramente en sus propuestas de educación, de
ahí sus últimas posturas hacia la “escuela activa”.
SU ÉPOCA
29
etapa, 1917-1940, empiezan hacerse realidad algunos
de los postulados de las etapas anteriores. Y en la quin-
ta etapa, 1940-1960, se alcanza la tan anhelada unidad
nacional, que culmina con el decreto de 1959 donde se
crea el texto gratuito y obligatorio.21 Torres Quintero
vivió entre la segunda y cuarta etapa, pero básicamente
fue producto de la educación porfirista nacionalista.
31
gogía de la Universidad de Colima; Rosa María Alva-
rado Torres directora del Archivo Histórico del Muni-
cipio de Colima; y Enrique Ceballos Ramos, de la Edi-
torial Tierra de Letras. Ellos han sido amigos y críticos
fundamentales, además de haberme proporcionado re-
ferencias, orientaciones y la posibilidad de ver impresa
mi obra.
32
CAPÍTULO PRIMERO
QUERIDO HERMANO Y AHIJADO: A TUS
CUARENTA AÑOS, RECUERDO… TU
NACIMIENTO
33
Naciste en plena Intervención Francesa, cuando
el Departamento de Colima formaba parte del Imperio.
En enero de ese mismo año, Napoleón III decidió reti-
rar sus tropas de México y con ello se iniciaría la caída
de Maximiliano.
36
Nuestro padre nació en Los Reyes, pero el abuelo
los había enviado a Colima, buscando un lugar tranqui-
lo donde vivir. Estando aquí quiso ir a ver a la familia a
Los Reyes y se le ocurrió pasar por Zapotlán, ¡Uy! ahí
lo agarró la leva,37 también del lado conservador, como
al abuelo. Duraría unos seis meses: justo durante el
tiempo en que tú naciste.38
37
COLIMA, TU CIUDAD NATAL
39
Poema al Volcán, de Gregorio Torres Quintero, Versos, cuentos y
leyendas, Imprenta del Gobierno del Estado a cargo de F. Munguía
Torres, 1894, 36.
43
graron muchos progresos, el Liceo de Varones donde tú
estudiarías unos años más tarde, fue también una obra
que él impulsó. Quién nos diría que tú lo sustituirías
después de su muerte, a fines de 1896, en la Inspección
de Instrucción Pública.
44
Por cierto que en esos años, para solucionar el
problema de atravesar la laguna de Cuyutlán en tiem-
pos de aguas, el cónsul americano don Augusto Morrill
puso en servicio un curioso vaporcito que cruzaba la
laguna de Manzanillo a Cuyutlancillo: una de las rutas
más difíciles en el camino del puerto al interior sobre
todo en época de lluvias cuando se hacía imposible el
viaje. Ese fue el mayor impedimento en el desarrollo
del Puerto y si bien no solucionó del todo el problema,
sí lo aligeró pues este vaporcito fue de gran ayuda
cuando se hacía imposible el camino porque la laguna
crecía y desbordaba los caminos.
45
señor Mariano Morales quién la cerró, desafortunada-
mente, en 1884.
46
A la reelección de Juárez, de nuevo empezaron
los problemas en el país. Porfirio Díaz se levantó con el
Plan de la Noria y fue directamente al fracaso. En Co-
lima fue nombrado gobernador Filomeno Bravo, aquel
joven apuesto que dicen ayudó a Juárez en Guadalajara,
cuando intentaron matarlo y Guillermo Prieto pronun-
ció las celebres palabras “Los valientes no asesinan”, y
a quien también le achacan que su porte gustaba a la
emperatriz Carlota. 55
48
nos” o “El Baño Azul”;; hasta los caballos tenían un
sitio especial para bañarlos. El río, nuestro río de Coli-
ma, ¡cómo nos gustaba! En cuanto teníamos un tiempe-
cito y el calor arreciaba corríamos a chapotear en el
agua.
55
Así empezaba la faena diaria con la algarabía de
los vendedores y el inicio de nuestros quehaceres, tú
ayudabas a traer agua en cántaros de barro, porque no
teníamos pozo en la casa y los aguadores que hacían las
entregas en las casas con sus burros la vendían muy
cara. Ibas a buscarla muchas veces al Amial75 o al
Charco de la Higuera, donde brota un agua magnífica y
transparente, de paso te quedabas jugando un rato en su
placita, junto estaba la denominada del Pocito Santo
pero éste era un ojo de agua privado.
Noches de alfajor
56
Volando
Qué dirá
La muy ingrata
Que por ella
Ando penando!
Vengan a comprar:
Doy a dos por medio,
Cuatro por un real,
Mirando que el tiempo
Está muy fatal!76
57
minicos, y gordos o machos, y no faltaban las palmas,
las plantas de café y cacao bajo las ramadas.78 ¡Cómo
nos hartábamos de comer fruta! Porque podíamos co-
mer toda la que quisiéramos. Eso sí, la que se llevaba
fuera de la huerta había que pagarla a la salida.
También trabajábamos
59
Anuncio de la apertura de la nueva Fábrica de Cerillos, periódico
oficial El Estado de Colima, 3 de octubre de 1873.
60
prohibiéndose el uso del calzoncillo blanco dentro de la
ciudad.82
Colima estaba dividida por el río en dos barrios.
Uno de estos era el Oriental o también llamado Manri-
que, el que pertenece al centro, donde están el Jardín
Libertad y las oficinas públicas junto a la parroquia en
construcción y sin techo después del terrible terremoto
de 1818. Por cierto, ¿recuerdas a los fieles de esa época
llevando sacos de arena en sus chiquihuites y las muje-
res en sus rebozos para la reconstrucción?83
do se arrullan placenteros,
ocultos entre nardos y jazmines
y embelesados por su tibio aroma,
colibrís (sic), ruiseñores y jilgueros
que responden los cantos lastimeros
en el verde sauz de la paloma.
Sobre la cima de tus dos volcanes
que se coronan de argentina nieve…89
63
CAPÍTULO SEGUNDO
YO, CAMINO DE LA ESCUELA90 *
... entráis en la mansión de un
maestro de escuela; saludadlo más
atentamente. ¿Sabéis lo que hace?
.... fabrica espíritus.
Víctor Hugo 91
67
En aquel fúnebre sitio percibí en la distancia tu
alegre fisonomía, tu bonhomía y enorme placer por
enseñarnos.
69
porque ante todo éramos amigos y todos somos iguales.
En la escuela no hubo privilegios.
Escuela Progreso
Hemos tenido ocasión de visitar este estableci-
miento que cuenta con más de trescientos alumnos; y
hemos quedado agradablemente sorprendidos de la
moralidad, adelanto y orden que observamos en los
jóvenes escolares. Felicitamos muy cordialmente al
Sr. D. Francisco Pamplona Director de dicho estable-
cimiento, en cuyas manos está el porvenir de tanto ni-
ño de quienes más tarde y con sus buenas lecciones,
hará buenos y honrados ciudadanos.106
Las clases
El ábaco
78
los aprendían de memoria. ¡Era de oír a estos monito-
res repetir constantemente, verso a verso, el Todo fiel
cristiano, a los principiantes!
La lección del catecismo se llamaba la cuenta y
siempre he ignorado la razón de este nombre.
La sesión escolar de los sábados era corta. El
alumno que daba la cuenta, se iba a su casa, quedán-
dose únicamente los rezagados, hasta las doce, mu-
chos de ellos hincados, en pena de su rudeza o des-
aplicación.
La escuela estaba en una manzana que limitaba
con el río de la población. Y en esa parte del río, junto
a un puente solían ir los soldados del batallón que
guarnecía la ciudad a bañarse y a lavar sus ropas, pre-
cisamente los sábados. Los soldados formaban pabe-
llones con sus fusiles, entrelazando las bases de las
bayonetas. Y luego se dispersaban a lo largo del río,
en una zona limitada y bien resguardada por guardias
y centinelas.
Al salir de la escuela, muchos muchachos acos-
tumbrábamos ir al río a jugar en el zacate verde de las
riberas. Y entonces contemplábamos aquel cuadro
lleno de color. Muchos soldados andaban casi desnu-
dos llevando, sin embargo, en la cabeza, el gran chacó
negro de erguida bola roja. Éstos lavaban, aquéllos se-
caban sus ropas tendiéndolas en los azules cantos ro-
dados y alisadas guijas que tapizaban el borde de la
corriente, algunos dormían a la bartola, bajo el radian-
te sol, otros almorzaban, calentando sus gordas en fo-
gatas humeantes.118
79
caramamos en las tapias de la huerta y desde allí con-
templamos todo el drama ¿Cómo no hubo una mano
piadosa que nos quitara?
80
diciéndome que no acostumbraba perder el tiempo en
esas discusiones.
A sus ochenta y seis años el general me impug-
naba;; aquel general de la “Decena Trágica” me decía
que los fusiló por orden del general Doroteo López,
bajo quien estaba el batallón número trece a sus órde-
nes, para quitarse de toda responsabilidad. Lo cierto es
que durante la ejecución nunca dijo esto, ni siquiera
mencionó el hecho de haberle perdonado la vida al va-
liente, cuando yo bien recuerdo que no fue por sus cal-
zones lo que dijo, sino más bien otra palabra que co-
mienza con las letras coj…, misma que por decente no
escribí en el cuento.
81
gábamos hasta la Piedra Lisa,121 a las fábricas de manta
“San Cayetano” o “La Armonía” y seguido nos refres-
cábamos en las hondonadas del río, nadando o pescan-
do chigüilines.122
Exámenes y premios
82
libro Almacén de los niños, famoso volumen de cuentos
elaborados por la francesa Jeanne-Marie Leprince de
Beaumont, muy conocida por ser la autora del célebre
cuento de La Bella y la Bestia. Ese día el gobernador
iba acompañado del inspector de Instrucción Pública,
don Ramón R. De la Vega127 quien tuvo muy en cuenta
mi premiación y desde ese día no me quitó el ojo. 128
83
el examen ante dos sinodales, que debían ser preceptores
o preceptoras, de acuerdo al sexo del postulante.
85
Cuando en el Seminario se conoció la noticia hu-
bo conmoción de corazones. Se organizaron las exe-
quias y treinta misas de San Gregorio durante el mes de
septiembre. Las exequias se celebraron el 5 de sep-
tiembre. La oración fúnebre la pronunció el rector del
Seminario, el reverendo padre José Ramón Arzac,
quien hizo rememoración de la vida y obra del Papa,
también Amador Velasco pronunció una sentida poesía.
87
Otra vez nos sobresaltó un terrible griterío que se
desató en la plaza por una pelea entre un hombre a ca-
ballo que pretendía acuchillar a otro a pie, ambos salie-
ron corriendo de la plaza y se metieron en un potrero,
luego ya no supimos qué pasó.
89
CAPÍTULO TERCERO
EL LICEO DE VARONES DE COLIMA
91
Seminario Conciliar de Colima, IISUE/AHUNAM/Fondo
Ezequiel A. Chávez, doc. 568.
92
hasta el último instante y exhaló su último suspiro en
tierra extranjera de California. 145
93
Desde algunos años atrás, existía la intención de
establecer una institución de este tipo. Recordemos que
el francés Henry Mathieu de Fossey había logrado es-
tablecer una Normal y seguramente su amistad con don
Ramón R. de la Vega, como ya lo dije, sirvió para su-
gerirle la idea de tener un Liceo, como en Francia, donde
era la escuela de estudios, que se llamaban preparatorios
generales para acceder a la educación superior.
94
en Colima, se palpó claramente con la expedición de
una nueva constitución el 27 de mayo de 1882.150
95
cés Mathieu de Fossey, o bien a la cercanía de Guada-
lajara, donde también se estableció en esa época un
Liceo de Varones, que venía funcionando desde 1847,
aunque con vaivenes.156
Los estudios
96
que la economía del país seguía tambaleándose después
de tantos años de guerra. Por eso, se fundó el Banco Na-
cional, aunque no logró arreglar la deuda o la situación
en general. Como resultado los estudiantes se manifesta-
ron, movimiento que se reprimió, hubo presos, heridos y
algunos muertos. A tal grado llegó la situación, que los
empleados de gobierno no recibieron su sueldo los últi-
mos meses de su gobierno. Este gobierno dejó una muy
triste fama de corrupción e inmoralidad.157
103
fue esta terrible fiebre amarilla que mató a un gran por-
centaje de la población. En ese barco venía la notable
cantante de ópera, Ángela Peralta, quien falleció de la
misma enfermedad en Mazatlán.174 Durante 1883 la
fiebre amarilla atacó ferozmente a Manzanillo, y para
menguarla, gran parte de la población emigró a Teco-
mán y de alguna forma se logró frenar; sin embargo,
para nuestra desgracia llegó a nuestra ciudad. El primer
infectado fue el contador de la aduana marítima de
Manzanillo, don Epitacio Gómez, traído del puerto a
esta ciudad. Pronto empezó a hacer estragos en nuestra
capital, sobre todo en 1884.175
Ese mismo año, nuestro querido maestro Francis-
co Pamplona176 fue uno de los primeros en irse, para ser
exactos su muerte ocurrió el trece de febrero de 1884.
El periódico El Estado de Colima lo anunció al día si-
guiente:
Ayer a las nueve de la noche dejó de existir el
Sr. Francisco Pamplona, apreciabilísimo profesor de
instrucción primaria y catedrático del Liceo de Varo-
nes de esta misma capital. El Sr. Pamplona fue un dis-
tinguido ciudadano por su honradez, por su inteligen-
cia, por su patriotismo. Colima estaba orgullosa de
contar en el número de sus hijos al que fue sabio sin
pretensión, humilde por naturaleza y amante del traba-
jo por convicción, la instrucción pública pierde a uno
de sus más activos y eficaces propagandistas, la socie-
dad un miembro útil, la industria a un obrero infatiga-
ble, porque Pamplona dedicaba todo el tiempo que le
dejara libre su profesión al ejercicio de diferentes ra-
mos de la industria. Nosotros que conocimos a fondo
todas las virtudes que adornaban al Sr. Pamplona, no
podemos menos que lamentar su desaparición, conso-
lándonos la idea de que aquellas han de haber alcan-
zado el premio correspondiente en la otra vida. Reciba
la apreciable familia nuestro más sentido pésame. 177
104
El mismo periódico informaba sobre la celebra-
ción de las honras fúnebres: Sabemos que los compañe-
ros del Liceo de Varones, del finado Sr. Pamplona es-
tán organizando una función religiosa dedicada a su
memoria y en cuya función tomará parte la Lira Coli-
mense. Dicho acto tendrá lugar próximamente en la
iglesia del Beaterio.178
109
Otro de mis viajes fue a la famosa barranca del
Muerto, la que está rumbo a Tonila, […] tuve que pa-
sarla varias veces a caballo, bajando y subiendo por
sus callejuelas en zigzag [siempre con algo de temor,
por la terrible historia que se contaba sobre ella].
Aunque siempre admiré extasiado el espectáculo de
estas hondas cañadas, en donde los jilgueros elevan
perennemente su divina música alegrando los boscosos
declives.193
De pronto,
111
No obstante la cautela, la pregunta fue oída por
los del grupo, pues acercándoseme un joven, con mu-
cha urbanidad, me dijo:
-El hueso, señor.
Fue necesario detener a los burros casi a fuerza;
y al entregar el pasaporte, hirió mis oídos una carcaja-
da homérica.
Levanté los ojos. ¿Qué sucedía? Una multitud
nos rodeaba con caras de risa y burla. El ruido fue cre-
ciendo, mezclado con silbidos y gritos; algunos som-
breros cruzaban el aire, y una voz vibrante se levantó
diciendo:
-¡Vivan los estudiantes!194
112
jícaras, flautas, pitos de carrizo o barro con una lejana
cantinela que decía ¡te juites y me dejates!
113
CAPÍTULO CUARTO
HACIA EL PUERTO
Hermoso mar ¡qué azul y qué profundo!
¡Te acuestas sobre el mundo!
Sigue ocultando en tus entrañas hondas
Tus mágicas escenas.
Mientras que yo sentado en tus arenas
No aparto la mirada de tus ondas.198
115
ciembre de 1884. Apenas tuve tiempo de pasar Navidad
y Año Nuevo con la familia. Triste sin duda fue la des-
pedida, en especial, de la que para entonces era parte
insustituible de mi vida: Matilde.
116
tarse, los ganados aumentarse. Cien industrias nacie-
ron; millares de chimeneas, arrojando negro humo,
denotaban la existencia de las fábricas, a las cuales
millares de hombres pudieron acudir a trabajar, para
transformar las materias primas en objetos manufactu-
rados o en diversos productos que utiliza la industria o
consumen las necesidades humanas.
El país reconoció todas las deudas extranjeras y
arregló el pago por anualidades. Debido a eso y al
exacto cumplimiento de sus compromisos, pudo ad-
quirir buen crédito ante las naciones civilizadas del
mundo.
La seguridad de que se disfrutó en tan largos
años, en caminos, campos y ciudades, inspiró confian-
za al capital extranjero, el cual vino a promover la in-
dustria nacional, a dar trabajo a muchos mexicanos y a
mejorar los jornales del obrero. Y al mismo tiempo
vino a estimular en los mexicanos el espíritu de em-
presa, casi nulo entre nuestros compatriotas en tiem-
pos anteriores.
La prosperidad fue general.
[….]
Y esas rentas, gastadas con inteligencia, permi-
tieron llegar a tener en las áreas federales hasta noven-
ta millones economizados, es decir, noventa millones
de reserva, cosa inaudita, para un país en que la mi-
seria del Tesoro público fue cosa corriente en épocas
pasadas.
El general Díaz llegó a tener un inmenso presti-
gio en el extranjero. Algunos emperadores, reyes o
presidentes de Europa, así como soberanos asiáticos,
le enviaron insignias, condecoraciones o presentes,
que sólo conceden a los grandes hombres. 201
119
Cuando llegué al Puerto era tanta mi emoción por
conocer el lugar, que de inmediato me dirigí al muelle.
Si bien la población era modesta y muy pequeña, el
lugar era hermosísimo. El cansancio del camino no me
importó, y en mi juventud subí sudoroso la empinada
cuesta del cerro del Vigía; valió la pena, mi mirada fue
avasallada cuando contemplé esa imponente bahía con
sus dos grandes ensenadas. Pocas veces en mi vida he
estado tan impactado por una vista tan majestuosa.
Después volteé hacia las lagunas: al norte, la de San
Pedrito en cuyas márgenes se encontraban plantaciones
de coco, piña, limoneros y más allá, la de Cuyutlán al
sur de la pequeña península que sobresale entre ambas
donde está la población.
120
la ensenada de Santiago. Separadas por una punta lla-
mada La Audiencia, estas dos grandes ensenadas de
Santiago y Manzanillo tienen una profundidad de 42 a
180 pies, lo que permite la entrada de barcos de gran
calado, llegando los buques a anclar a muy poca dis-
tancia de la playa. La bahía acepta buques de gran tone-
laje y no necesita el servicio de prácticos, debido a que
su acceso no se dificulta por salientes o arrecifes. En
cualquier tiempo podían anclar navíos de gran cabotaje;
además, la entrada es muy ancha. Tiene otras pequeñas
ensenadas como Salagua, orgullosa playa, porque ahí
se construyeron los primeros barcos españoles durante
la Conquista para las famosas expediciones que busca-
ban el camino al oriente.
La ensenada de Santiago se consideraba magnífi-
ca por las facilidades que tiene para reparar los barcos
averiados, además en sus alrededores había muy bue-
nas maderas. Sus playas todas son de arena. Sólo hacía
falta abrir un canal que comunicara la laguna de Cuyu-
tlán con la ensenada de Manzanillo, entre los dos cerros
pequeños que existen y con ello mejoraría mucho la
salubridad del Puerto.208
La idea del canal persistió constantemente y se
insistió mucho en su apertura: es más, en noviembre de
1874, se habían inaugurado oficialmente las obras que,
lamentablemente, nunca se concluyeron. Luego se in-
tentó en varias ocasiones seguir los trabajos pero el
hombre cava y el mar rellena, el pretendido canal se
había tragado millones sin poderse terminar. Entonces
se había pensado que, de lograrse, la laguna podría
ejercer funciones como puerto lacustre.209
Hay en Manzanillo dos barrios: el del mar y el de
la laguna unidos por una calle estrecha abierta en el
121
cerro. Las casas se encuentran diseminadas en las fal-
das del cerro, lo que ofrece una bella vista desde el
mar, sobre todo en las noches en las que parece un
nacimiento.
Está construida a lo largo de la angosta franja
de tierra que hay entre las montañas y la bahía, […] en
un pequeño espacio abierto formado por un desfilade-
ro en las alturas, rodeado de un lado por el mar y del
otro por el lago. Comprende tres o cuatro calles cortas
y estrechas que interceptan en ángulo recto la calle
principal, la cual corre a lo largo de la playa; todas es-
tán pulcramente pavimentadas con cantos rodados.
Las casas son, con pocas excepciones de un solo piso,
a veces sólidamente construidas con adobe, otras lige-
ras de madera; todas están protegidas por techos de te-
ja inclinados, pues las lluvias torrenciales son frecuen-
tes aquí en época de aguas. Hay un grupo importante
de chozas esmeradamente construidas, con espesos te-
chos de paja, distribuidas alrededor de la ciudad, en
las faldas de los cerros, pertenecientes a una comuni-
dad de indios.
Hay un conato de plaza, si es que a unos cuan-
tos bancos colocados en un pequeño espacio abierto
provisto de media docena de árboles puede llamársele
así; pero el centro de la plaza está desfigurado por al-
gunos tugurios y puestos miserables, donde algunas
indias tienen a la venta las frutas varias de la región y
caña de azúcar en trozos. 210
124
nadada, en especial en los meses de calor, lo llegué ha-
cer hasta tres veces al día, por la mañana, la tarde y en
la noche antes de acostarme. Cuando arreciaba el calor
de la tarde después de las dos, me zambullía, muchas
veces huyendo de las nubes de mosquitos que se deja-
ban venir desde las lagunas de San Pedrito y Cuyutlán.
La escuela estaba situada tan cerquita del mar, en la
mera orillita, tanto que las olas, a la hora del flujo, se
estrellaban en las paredes del patio y hasta corrían por
el portal pasando frente a mi puerta de clases, llegando
hasta la cocina.220
125
niños, apenas con unos cuantos muebles y utensilios.
Fue mi primera experiencia frente a la cruda realidad de
la verdadera situación en la educación primaria del país,
mucho aprendería a partir de ese momento.
127
cho Cendejas iba por delante haciendo farsa. De re-
pente volvía los ojos y [le] sorprendían las brillantes
huellas que iban dejando [sus] conductores (eran los
efectos del fósforo): alegres con mis sorpresas, los
acompañantes de mis amigos restregaban la arena
con las manos y la esparcían refulgente como polvo
de luceros…222
128
El que caza, se fatiga y suda, los que jinetean y
torean, llevan el peligro de morir en la caída o quedar
clavados en las astas de un toro; el que juega; pierde
dinero y salud; los bailes traen gastos y desafíos, los
viajes polvo y disgusto; ¡pero la pesca! - ¡Ah!, ¡sólo el
que no ha pasado horas enteras con la cuerda en la
mano, los ojos fijos en el agua y atento a los menores
movimientos, no sabe las delicias que trae! 225
129
remedio que dejar salir a los grandecillos para que [ayu-
daran] a sus padres [y se ganaran] una propina.227
130
¿Qué se comía entonces en Manzanillo? Claro es-
tá que la preferencia era pescado y mariscos; del prime-
ro el “pargo”, es decir el huachinango del Pacífico; o
bien, si se prefería la carne, costillitas refritas de puer-
co, aderezadas con papas en mantequilla y no faltaban
para completar los frijoles fritos con queso y sardinas,
que en Colima se conocían como “frijoles puercos”,
acompañados de un buen vino tinto de California, fruta,
dulces y café.231
131
En otra excursión que realicé partiendo del barrio
de la laguna, llegamos después de navegar una hora al
puerto de Ventanas, pequeña playa rodeada de cerros
abruptos lo que concede al sitio una poética belleza.
¡Cómo me gustaba ir con mis alumnos en los días de
paseo a esta playa! A los chicos les encantaba recoger
los caracoles de tinta, o sea el famoso múrice de Tiro,
la púrpura fenicia: excelente tinta para teñir telas por lo
que la experiencia se completaba cuando llevaban mas-
cadas o madejas de seda o hilo y las teñían. Para con-
seguirlo, los muchachos trepaban entre las rocas escu-
driñando la superficie en busca del caracol que es muy
pequeño, como del tamaño de una nuez, de color obs-
curo y de superficie estriada. Cuando lo descubrían,
lanzaban gritos de alegría, lo tomaban entre sus manos
y le escupían sobre el cuerpo blando del animalillo. Al
sentir la saliva el molusco reaccionaba lanzando un
jugo verdoso, la tinta con la cual los rapaces alumnos
rápidamente teñían sus telas o madejas. Una vez hecho
lo arrojaban nuevamente al mar.233
132
En una de estas excursiones mientras contempla-
ba el mar a mis pies entre las rocas de agua tranquila
sin mayor movimiento de repente vi entrar en ese es-
tanque una tintorera de buen tamaño; tenía cuatro o
cinco metros de longitud, de color aceitunado. Al verla,
sentí gran temor pues el agua estaba apenas a un metro
de mis pies pero el animal no sospechó mi presencia y
pude entonces en sana lejanía, observar tan bello y te-
mible animal.235
INSPECTOR DE EXÁMENES
134
Con el corazón henchido de regocijo, recorría el
camino pensando la sorpresa que le iba a dar a Matilde.
En Tecomán, pueblo de “indios nahuas”, me parecieron
muy bonitas las inditas; algunas me reconocieron como
el maestro que hacía los exámenes. Seguí hacia
Ixtlahuacán pasando por la famosa laguna de Alcu-
zahue. Mis pensamientos alegremente revoloteaban
junto con la algarabía de las urracas, mis únicas parlan-
chinas compañeras; triste era la ausencia a la que estaba
impuesto este noviazgo y por eso cantaba:
135
subiendo y chocando en camino estrecho, la pistola se
disparó. Seguimos subiendo sin ton ni son, hasta llegar a
la cima del cerro; ahí contemplé las luces de un lugar
habitado y hacia allá me encaminé, no sabía qué hora era
pues: en aquel tiempo, aún no era dueño de reloj.244
136
CAPÍTULO QUINTO
LA ESCUELA NORMAL DE PROFESORES
137
los estudios, para prestar durante tres años servicios en
el ramo, claro, mediante la retribución correspondien-
te.249 El otro maestro seleccionado fue el profesor Vic-
toriano Guzmán, excompañero del Liceo. Aunque allí
me antecedió unos años en el estudio, fue ahí donde lo
conocí, por eso me fue muy grata la noticia de saber
que iríamos juntos en esta aventura estudiantil.250 Esta
nueva experiencia nos dio la oportunidad de conocer-
nos mejor, logrando establecer una profunda amistad.
139
Llegué a una ciudad en pleno crecimiento con
cerca de 300 000 habitantes en una extensión de casi
cuarenta kilómetros cuadrados. Invadida de fuereños
provincianos como yo, por cada tres citadinos, dos
éramos de fuera. La población, en su mayoría, todavía
vivía dentro de la antigua traza virreinal. Sin embargo,
empezaban a surgir nuevas colonias y barrios. Algunos
muy distinguidos con grandes casas al estilo europeo y
otros populares. Los del centro estaban llenos de vecin-
dades, muchas de ellas instaladas dentro de lo que fue-
ron grandes mansiones coloniales creando … una ciu-
dad sumamente heterogénea y desigual, que oscilaba
entre la modernidad y el atraso, entre la prosperidad y
la miseria.254
140
ciencia y del arte, el libro, el periódico, para extender-
se en la vasta nación mexicana y nutrir con su sabia
vivificante las celdillas más apartadas de este inmenso
organismo.
Ese gran centro impulsor de la vida nacional,
ese cerebro, tiene, para asumir realmente este papel, la
imprescindible necesidad de elevarse a la altura que
un puesto semejante requiere.255
¿Dónde vivir?
141
a la entrada y te incomodaba cada vez que salías o en-
trabas hasta que cumplieras con la paga.
145
creación de la Normal de Jalapa bajo la dirección del
pedagogo suizo Enrique Rébsamen. No obstante, hacía
falta un centro donde se ubicaran todas las corrientes e
influencias que existían para irradiarse a partir de éste
al resto de la nación. Por eso, fue que se invitó a beca-
rios estudiantes de todos los estados dignos de ese pri-
vilegio.261 Y yo fui uno de éstos “dignos”, verdadera-
mente fue un privilegio que la vida me concedió.
146
Entré por la puerta de la derecha y, de inmediato,
pregunté a una señorita en la primera oficina que en-
contré, dónde se realizaría la bienvenida a los alumnos.
Después supe que esta oficina era la Secretaría que an-
tecedía a la dirección del plantel; por cierto, al frente de
ésta, se encontraban las habitaciones del conserje y la
portería donde miraría ansioso cada mes mis califica-
ciones en las listas que ahí se colocarían.
149
Debo confesar que mis mejores calificaciones las
obtuve en el primer año, casi todas fueron excelentes,
pero después la vida de estudiante me llevó hacia otras
distracciones y aunque mis notas fueron buenas, los
excelentes casi desaparecieron en los siguientes años.264
Mis dotes para el canto se hicieron notar y siempre ob-
tuve un MB (muy bien) y el único excelente de segun-
do año, no lo niego, siempre me gustó cantar; ello me
recordaba las tardes y noches que nos pasábamos ras-
cando la guitarra y entonando baladas durante las idas a
los ranchos, de cacería o bien en las fiestas familiares.
151
gantaba a la par que iba desarrollando el tema del día,
casi siempre ilustraba con dibujos a colores en el ence-
rado la narración que fluía ora tranquila y serena como
cuando relataba las costumbres, las artes y las ciencias
que cultivaron los pueblos indígenas de México; ora
cariñosa, encomiástica y aun reverente como cuando
describía la acción humanitaria de los franciscanos y
de los dominicos, pero en ocasiones se tornaba en tro-
nadora, terrible y tempestuosa, como cuando su pala-
bra presentaba los cuadros de la tragedia de la con-
quista sobre la que el héroe Cuauhtémoc se alzaba en-
hiesto, digno y valiente sobre la ambición, la mez-
quindad y la felonía del aventurero extremeño.
Sucedíale a Altamirano lo que se refiere aconte-
cer a las personas tocadas en santidad, envuélvelas una
aurora inconfundible supra terrestre, así veíamos al
Maestro transfigurado por la elocuencia que operaba
el singular efecto de convertir no sólo su palabra, sino
todo su ser, en una meta de irresistible belleza que
producía en su auditorio una maravillosa atracción
magnética.
El curso de Historia General descubrió ante
nuestros ojos la vieja civilización que floreció a orillas
del Nilo, nos paseó luego por Asia, se detuvo nuestro
pensamiento ante la grandeza del pueblo más artístico
que haya vivido hasta ahora sobre la tierra. Roma pasó
en seguida como un relámpago que iluminó débilmen-
te la etapa de la Edad Media, a continuación echamos
una ojeada al Renacimiento, a la Reforma, a la Revo-
lución francesa y terminamos con los tiempos referen-
tes a los movimientos insurreccionales en América.
¿Y qué decir de los asistentes a las clases?
Además de los maduros estudiantes que de otras es-
cuelas venían en pos del maestro, […] estaban asi-
mismo en el auditorio los normalistas entre los que
sobresalían Francisco Chiapa, muchos años más tarde
fusilado en Sonora por las fuerzas revolucionarias;
Emilio Rodríguez, quien una vez recibido fue orgullo
del profesorado regiomontano, Victoriano Guzmán,
152
que no tuvo rival como maestro al frente del grupo;
José Juan Barroso, maestro distinguido, especializado
en las enseñanzas geográficas; Manuel E. Villaseñor,
autor de varios textos escolares y muerto muy joven
cuando era esperanza para la causa de la educación, y
Epifanio Vieyra, fogoso, amante de la libertad, por lo
que sufrió persecuciones y cárceles y quien habiendo
sido amigo del general Obregón, fue designado por el
Gobierno, miembro del Patronato del Nacional Monte
de Piedad.
Para formar los jurados de examen al fin de los
cursos concurrían a tales actos personas de la talla de
don Guillermo Prieto, de Juvenal, el formidable cro-
nista de El Monitor Republicano, Juan de Dios Peza,
el cantor de los niños y de don Miguel E. Schulz. 267
La vigorosa personalidad del Maestro dominó la
marcha de la Escuela Normal durante mucho tiempo,
no sólo mientras directamente ejerció el magisterio,
sino aún después de su ausencia. Puede afirmarse que
la propia educación pública recibió un impulso de re-
novación, merced al influjo preponderante de Altami-
rano; Justo Sierra fue el ejecutor del plan de acción
educativo que abarcó desde el kindergarten hasta la
universidad, pero sábese bien que la inspiración de
aquella brillante etapa cultural tuvo su origen en el
hombre que fue alma, pensamiento y fisonomía moral
de la Escuela Normal de Profesores. 268
Aquel hombre jamás había estudiado pedago-
gía, pero toda su vida fue un educador; no dirigió ni-
ños, sino jóvenes;; y el podía haber dicho: “Dejad que
los jóvenes se acerquen a mí”. Fue maestro por espon-
taneidad; surgió en él el magisterio como las flores del
trópico, sin esfuerzo; tenía para ello todo lo necesario:
sabiduría y bondad, talento y amor, un gran cerebro y
un fogoso corazón. Descuidaba el detalle para fijarse
en los grandes lineamientos, en los rasgos, en los hori-
zontes, en los toques de efecto, en esas pinceladas que
deciden del mérito de una obra, en esos golpes de buril
que dan vida a las creaciones del arte. Se preocupaba
153
más por formar el carácter del futuro institutor que de
llenarles la cabeza de definiciones y reglas; [n]os que-
ría patriotas, y sabía infundir[nos] amor por la tierra
mexicana y veneración por los héroes que nos dieron
vida política o ejemplos de civismo; [n]os quería libera-
les, y [n]os inspiraba un amor profundo por la libertad y
la causa del pueblo: [n]os quería progresistas, y sabía
comunicar[n]os un gran afán al estudio y al mejora-
miento personal y social; [n]os quería dignos, y [n]os
enseñaba un alto concepto de la personalidad humana
para no doblarse por el miedo o no mancharse por la
adulación; quería que fuera[mos] honrados, y [n]os pre-
sentaba su vida toda como un ejemplo de rectitud y
probidad.269
157
Carlos A. Carrillo, el maestro castizo
158
Ignorábamos que desde el año anterior ya
trabajaba en la escuela anexa, con el carácter de
subdirector.276
160
mismo; resultaría muy malo. El maestro jamás debe
sujetarse en sus lecciones al cartabón que marcan los
preceptistas; el maestro ha de ser un artista, en toda la
extensión de la palabra y no un servil imitador.
¿Cuándo ha visto usted que dos artistas procedan del
mismo modo en la ejecución de una obra? ¿Cuándo ha
visto usted que un mismo artista intérprete de la mis-
ma manera una obra varias veces? La uniformidad en
los procedimientos es rutina, es estancamiento.
Yo quiero que ustedes se fijen en lo que hago:
cómo el fenómeno más vulgar, el detalle más nimio, el
hecho más insignificante, son el pretexto para bordar
mí plática ― efectivamente, sus lecciones eran pláti-
cas;;― quiero que aprendan ustedes a servirse de la na-
turaleza, no de los libros. Y cuando ustedes se hayan
posesionado de este gran principio, que es la llave de
oro de la enseñanza, entonces impriman a sus leccio-
nes ese sello personal que se refleja en las palabras de
cada uno, en las miradas, en las acciones, en el modo
de ser particular, para que el niño, que ya conoce a sus
maestros, los entienda, los comprenda, los adivine. 279
161
enseñanza es un arte que sólo se obtiene por la práctica,
y la observación del espíritu infantil asimilados por
medio de la teoría, esto es ir de la teoría a la práctica y
viceversa.280
163
asistencias que hubiéramos tenido en el curso. Aunque
fue una verdadera tortura a la vez nos presentó el reto
de prepararnos muy bien para salir con éxito.
Mis compañeros
165
Normal los últimos años; pues, él se graduó hasta 1893
y nosotros, Victoriano y yo, en 1891. Por eso, tuvimos
casi los mismos maestros y nos quedamos muy in-
fluenciados por el maestro Carrillo, lo que nos llevó a
publicar años más tarde (Delgadillo y yo) un libro con
su obra pedagógica. Delgadillo se distinguió en la vida
magisterial como maestro de geografía e hizo algunos
textos para el uso de los escolares en esta ciencia, y en
la enseñanza de la lectura y escritura. También desem-
peñó puestos como inspector y en la Dirección General
de Instrucción Primaria. En la vida profesional tuvimos
muchas oportunidades de compartir espacios.
Sin duda mi más cercano amigo fue mi paisano
Victoriano Guzmán, aunque como suele suceder en la
vida estudiantil ambos conocimos y tuvimos nuevos
amigos, lo cual no demeritó nuestra amistad que segui-
ríamos de por vida, a veces sólo de manera epistolar,
sobre todo en los últimos años.
166
y la tercera y última, la positiva. En la Normal fue dis-
tinta la situación pues desde 1882, cuando Ezequiel
Montes fue secretario de Justicia e Instrucción Pública,
se había empezado a atacar fuertemente a los positivis-
tas Por cierto, quienes más los combatieron fueron mis
maestros Altamirano y Guillermo Prieto. Por eso, en la
Normal no tuvo mucho eco esta postura filosófica; al
contrario, el maestro Altamirano impulsó el pensamien-
to del liberalismo en el campo de la educación.289 Eso
sí, fuimos partidarios muy fuertes del laicismo, pero
sobre esto les hablaré más tarde.
167
A principios de este mi último año en México, en
marzo de 1891, mis padres me enviaron un ejemplar
del periódico oficial de Colima en donde aparecía la
noticia sobre un discurso que Matilde había dado en la
solemne distribución de premios en el teatro Santa
Cruz; ella también seguía por la senda del magisterio,
destacándose como maestra y oradora. ¡Qué gusto me
dio saberlo! ¡Felicidades, Matilde!293
168
tener a raya, me presenté ese día; el examen comenzó a
las once y veinte minutos. El presidente del jurado fue
el director don Miguel Serrano, acompañado por los
profesores Dr. Ángel Gutiérrez, Alfonso Herrera, Fer-
nando Ferrari Pérez y José Miguel Rodríguez y Cos,
como propietarios; Teodoro Bandala y Leopoldo de la
Barreda, como suplentes. Mi examen consistió en res-
ponder de las 110 fichas con todos los temas a pregun-
tar, se colocaron en una ánfora y yo saque la número
104 que decía “Maíz” sobre el que diserté quince minu-
tos, después cada uno de los jurados me hicieron mu-
chas y variadas preguntas. Fui aprobado por unanimi-
dad.295 Al día siguiente se envió al gobernador de Coli-
ma don Gildardo Gómez el aviso de mi respectiva titu-
lación con el resultado de “aprobado por unanimidad”.
Hasta el 3 de noviembre del mismo año se me extendió
el honroso título de ¡Profesor de Instrucción Primaria!
Victoriano Guzmán ya me había ganado unos meses
antes, pues él lo presentó el 1 de mayo y se le extendió
su título el 27 de junio, por eso mismo regresó antes a
Colima.296
169
Fotografía de Victoriano Guzmán tomada de su acta de examen
profesional como profesor de la Escuela Normal, 30 abril 1891,
Archivo Histórico SEP, libros de actas de exámenes de títulos para
profesores, 1891-1905.
170
CAPÍTULO SEXTO
RETORNO A CASA
LA HERENCIA DE LA HUMANIDAD
¿Qué has hecho tú por el progreso humano?
¿En dónde están tus obras, tus proyectos,
Para hacer que el hermano ame al hermano,
para hacer a los hombres más perfectos?
Gregorio Torres Quintero.297
172
en Alemania y que introdujo en México, en la Escuela
Modelo de Orizaba, el Sr. Enrique Laubscher.298
173
Me sorprendió mucho cómo la comunidad coli-
mota me recibió. De pronto me había vuelto importante
—¿qué pasó?— El fuereño de la capital ahora era po-
pular en su tierra: regresaba profesor de la Normal de
México. Yo, en un principio, no entendía bien el signi-
ficado que esto tenía para Colima pero, sin duda, Victo-
riano y yo habíamos tenido una gran oportunidad al ser
seleccionados para ir a estudiar a México y, poco a po-
co, lo fuimos comprendiendo. Traíamos nuevas y “mo-
dernas ideas” y, todo ello, debo confesar me trajo la
complacencia de mis paisanos y eso me gustó. Pronto
percibimos la diferencia en el trato. Hasta el periódico
oficial anunció mi llegada:
174
ni rápido porque, en primer lugar, hacían falta más
maestros preparados en la “nueva escuela”. De hecho la
Normal había desaparecido desde 1887; recuérdese que
cuando el Liceo fue cerrado a causa de la fiebre amari-
lla en 1884, se convirtió en Normal. Aunque ésta tam-
poco sobrevivió por mucho tiempo.301
177
vez el discurso en la entrega de los premios lo hizo
Victoriano Guzmán, evento que se celebró un poquito
antes de mi llegada; ¡qué lástima!, ¡cómo me hubiera
gustado haberlos acompañado!306
179
“La Francia Marítima”, además de una ferretería, y las
dos boticas ya mencionadas así como dos o tres tiendas
de abarrotes con productos nacionales y extranjeros, en
especial alemanes. Entre las comandadas por naciona-
les estaba la de don Crescencio Bolaños, donde se ven-
día de todo como: pan, manteca, ropa vieja, escobetas y
todo lo demás como velas en racimos o azúcar de pilón.
Ahí también, los escolares podían conseguir lápices,
pizarrines, canuteros y papel; además D. Crescencio era
prestamista y comerciante. Fue diputado durante el
Porfiriato. Asimismo, estaba el mercado que surtía casi
de todo, desde zapatos, pieles, sillas de montar pero
principalmente alimentos no faltaban en las consabidas
fondas de panaderos y lecheros. También había libre-
ros: Remigio Rodríguez vendía en especial libros de
texto y Andrés Silva quien también los vendía en su
tienda o papelería en la calle principal.311
180
Los sueldos variaban mucho. Pagaban a los peo-
nes de las haciendas entre quince y veinticinco centa-
vos diarios, sin pago los domingos, con diez o más ho-
ras de jornada y cuatro o seis pesos mensuales a las
criadas o mozos; los dependientes o escribientes reci-
bían de quince a sesenta pesos y los maestros entre
veinticinco y cuarenta y cinco pesos, pero los que te-
nían más de dos años a su cargo cincuenta y cinco y los
directores ochenta y cinco. El prefecto político ciento
cincuenta pesos, el inspector de Educación ciento vein-
ticinco, igual que el Secretario de Gobierno y por su-
puesto, que quien mejor ganaba era el gobernador con
trescientos pesos, además de otras ventajas. Pero había
muchos desocupados; por eso, pasaban por Colima los
enganchadores que se los llevaban a las minas del Bo-
leo en la península de Baja California o a los cortes de
café y madera. El presupuesto del Estado siempre era
raquítico, en constante crisis económica, pues las con-
tribuciones no se pagaban con puntualidad y, si bien
producía buenos productos como el maíz y el frijol,
éstos eran de autoconsumo; la sal —una de sus rique-
zas— estaba acaparada por unos cuantos propietarios
de pozos y el aceite del coquito se usaba para producir
jabón pero éste no competía con el que venía de Za-
potlán (el alfajor de coco era de sus fuertes).
182
buen amigo Blas Ruiz, con Casas de Consignación, la
suya “Blas Ruiz y Sucrs”.317
183
En la ciudad había dos hoteles: el “Hotel del Jar-
dín” en el portal norte del Jardín Núñez, y el “Hotel
Manzanillo” en la calle de Morelos.
184
Cuando nosotros partimos a la ciudad de México
en 1888, la población escolar en el estado de Colima
era de aproximadamente 3,570 alumnos distribuidos en
65 escuelas. En la ciudad de Colima había 2,213 alum-
nos en 44 establecimientos, o sea casi 62 por ciento del
total; en los demás municipios había 21 escuelas con
1,357 alumnos. De todos éstos planteles sólo había uno
de instrucción secundaria y profesional, dos de párvu-
los y una de adultos en la cárcel, las demás todas eran
primarias. Curiosamente había más mujeres escolares
(1,892) que hombres (1,678). La mayoría de las escue-
las eran oficiales, sostenidas por el gobierno del Estado
(63), además del asilo de huérfanos auspiciado por par-
ticulares con algunas subvenciones del Estado y del
ayuntamiento de la capital. El clero sostenía dos escue-
las y el seminario. Los alumnos y alumnas de las po-
blaciones del Estado eran los más faltantes, por dedi-
carse sus familias más a la agricultura y necesitar a los
niños y niñas en estas tareas. Los profesores ganaban
en término medio 33 pesos. Los libros de texto que se
manejaban preferentemente era los de: Lectura por el
Mantilla reformado, modelos de escritura inglesa y
ornamentados, gramática de la Academia, Aritmética
de Urcullu, Sistema Métrico por Oronoz, Historia Uni-
versal por Lefranc, Historia de México por Payno. De
moral se extractaban nociones de La instrucción prima-
ria, y urbanidad por Carreño; también, se llevaba en
las escuelas de niños el Compendio de la Organización
política de México y en las de niñas el de higiene y
economía doméstica de Monlan junto con labores de
costura, bordados y flores artificiales. En las escuelas
de la capital se llevaban también cátedras de dibujo
lineal y caligráfico.319
186
Escuela Modelo “Porfirio Díaz”, IISUE/AHUNAM/
Fondo Ezequiel A. Chávez, doc. s/n.
188
con esmero mi primer discurso como autoridad; me
temblaban las manos cuando sostuve esas palabras en-
tre mis manos, me armé de valor y dije:
189
y me comprometí hacer de sus hijos buenos seres hu-
manos provechosos para su sociedad.
194
UNA NUEVA VIDA
Muerte de mi madre
196
Nota del periódico oficial El Estado de Colima, del 30 de julio de
1892, donde se comunica la muerte de la madre de
Gregorio Torres Quintero.
198
Adultas en el Estado, continuando a la vez como direc-
tor de la escuela "Hidalgo". Al mismo tiempo Victo-
riano Guzmán fue nombrado inspector de las Escuelas
de Niños y Adultos del Estado, continuando como di-
rector de la escuela “Porfirio Díaz”. Fue en estos nues-
tros primeros años de combate por la educación que
nos dimos a la tarea de preparar nuevos maestros; yo
logré que se titularan varias maestras y Victoriano, por
su parte, varios maestros.340
MI BODA
199
Tuvimos una linda fiesta donde hubo muchos re-
galos, se mataron muchas gallinas y alguna res, la fiesta
se animó con la afamada “Lira Colimense” y también
hubo mariachis; se brindó con mucho ponche como
eran las bodas de entonces. Echamos como se dice la
casa por la ventana, pues asistieron muchas personali-
dades del Colima de entonces, entre éstos el propio go-
bernador, además yo ya era funcionario de su gobierno.
205
—¿Le tira? — me preguntó el gendarme desci-
ñendo el rifle que llevaba al costado de la silla.
—Si, le contesté. Pero no con el rifle, sino con
mi pistola.
—Tiro perdido, señor. Con el rifle, la cosa es
más segura.
Rechacé el rifle y saqué mi pistola.
El animal estaba allá abajo, como a treinta o
cuarenta metros de distancia. Yo, arriba en el paredón,
y a caballo.
Mientra mantenía yo aquella conversación y ha-
cía mis preparativos, no noté que unos vaqueros, que
venían también de Manzanillo, se habían detenido si-
lenciosamente detrás de nosotros. Y eché esta bravata,
creyéndome sin más testigo que el gendarme.
—Para matarlo, necesito meterle la bala entre
los dos ojos. Si le doy en otra parte, aunque herido, se
meterá en el agua, y no sabremos después de él. ¡Fijese!
Apunté y disparé.
Del punto medio entre los dos ojos, exactamen-
te, brotó un chorro de sangre a bastante altura. El ani-
mal cerró las tapas, se agitó un momento y quedó
muerto en su propio lugar.
—Caramba! ¡Qué tiro! Gritaron a mi espalda.
Eran los vaqueros, que hasta ese momento vi.
—¡Señor! —exclamó el gendarme. ¡Yo no me
le pongo ni a cien metros de distancia!
El enfundó su rifle y yo mi pistola.
Los vaqueros se nos juntaron para hacer el viaje
acompañados. Y era de oír al gendarme alabar no se
cuántos buenos tiros que había hecho yo con su rifle.
Desde ese momento, querían que disparara so-
bre todo bicho viviente que se atravesaba en nuestro
camino: un loro, una chachalaca, un zopilote, una
aguililla, un quelele (quebranta-huesos) o bien un co-
nejo, un mapache o una serpiente.
Pero me negué siempre.
Después de aquel tiro magistral, no quería echar
por tierra mi fama... 352
206
MIS PRIMERAS OBRAS
La muerte de mi madre, la circunstancia de estar en
Colima al frente de una escuela modelo y más tarde al
frente del sector en la Inspección, me hicieron darme
cuenta de la ausencia de textos adecuados a los estu-
diantes de la primaria. Mi primer preocupación fue la
falta de libros de moral práctica.353 Con la escuela laica
se dejó de lado la enseñanza de la moral creyéndose
que tanto la familia como la iglesia iban a otorgar esta
formación. Sin embargo las nuevas corrientes hablaban
de una moral práctica que debía aplicarse en la escuela,
conocía el libro del francés Gabriel Compayre y me
propuse hacer la traducción de algunos de sus capítulos
de la última edición en francés. Este fue el primer libro
que puedo decir salió de mi mano, aunque sólo fue una
traducción, lo publicó el gobierno del Estado en 1892,
en la imprenta a cargo de Francisco Munguía con el
título Resúmenes y lecturas del curso de moral teórica
y práctica.354
Después me encontré con el libro de otro autor
francés Gustave Ducoudray, también de moral y asi-
mismo lo traduje y también lo publiqué en Colima. Mi
preocupación por la enseñanza de la moral se debía
mucho a las enseñanzas de mi maestro Altamirano,
quien siempre nos enfatizó que debíamos enseñar mo-
ral, no religión. Hablamos de la Moral universal, de
aquella que no está fundada en religión ninguna [...]
sino que es como decía Cicerón, la ley única siempre
una e inmortal que abraza todas las naciones y todos
los tiempos.355
También me di a la tarea de escribir una serie de
artículos, casi todos de preocupaciones pedagógicas
que estaban de moda, como la enseñanza objetiva por
lo que escribí una serie de “lecciones de cosas”. Las
207
primeras desde 1892 en la afamada revista La Ense-
ñanza Objetiva que se publicaba en la capital desde
1874; publicación que había introducido las nuevas
corrientes de la pedagogía tanto europea como mexica-
na, donde aparecían artículos de Johann Heinrich Pes-
talozzi, Friedrich Froebel, o del mexicano J. Manuel
Guillé, este último, uno de nuestros primeros pedago-
gos mexicanos, y de muchos más. A esa revista envié
mis primeras lecciones de cosas sobre: Las ovejas, Una
hoja, Las hortalizas, El campo, Las aves de corral, La
colmena, La pesca y muchos más. Estas lecciones se-
guían principios didácticos básicos: ir de lo simple a lo
compuesto, de lo fácil a lo difícil, de lo concreto a lo
abstracto, de lo conocido a lo desconocido. Despertar la
curiosidad del niño y no aburrirlo más insertar la nove-
dad para estimular la curiosidad eran los objetivos. Lo
importante era iniciar mostrando el objeto y de ahí paso
a paso por medio de preguntas ir dando una serie de
conocimientos, por ejemplo, en la lección sobre la sal,
se empieza preguntando:
¿Qué es esto?
—Sal
¿En que estado la ven?
—En estado sólido
¿A qué reino pertenece?
—Al reino mineral
¿De que color es?
— Blanca
¿Qué forma tiene?
—No tiene forma está compuesta de muchos granos...356
208
Colima La Educación Moderna, luego en la revista
dirigida ya por mí La Educación Contemporánea; des-
pués los seguí publicando hasta diciembre de 1908 en
la revista que por muchos años también dirigí La Ense-
ñanza Primaria pero ya en la ciudad de México.357
Había aprendido que la forma más natural para
estimular la atención al conocimiento era asociar lo
agradable con lo instructivo, saber despertar la curiosi-
dad y el deseo de aprender, instinto muy activo en la
infancia. Además cuando se obtiene éxito esto les causa
un gran placer a los alumnos y se les intensifica más su
deseo de aprender más y más.358
Durante los años que estuve viviendo en Colima,
además de las dos traducciones mencionadas, publiqué
otros libros: primero el de Versos, cuentos y leyendas,
que apareció en 1893. En este aparecieron algunos de
los primeros cuentos que hice; años más tarde, los re-
uniría junto con los publicados después en diferentes
medios en una de mis últimas obras Cuentos Colimotes
que se publicó hasta 1931. Dos años más tarde, en
1895, hice otra traducción esta vez de un libro de corte
científico –la obra del francés Paulo Bert– que apareció
con el título en español de Curso elemental de ense-
ñanza científica de Pablo Bert, ambos editados por la
imprenta del gobierno del Estado. Por supuesto, escribí
multitud de artículos en las dos revistas que organiza-
mos Victoriano Guzmán y yo, la primera La Educación
Moderna que empezó dirigiéndola Victoriano y luego
le seguí yo; y la segunda a la que le cambié el nombre
en 1895 a La Educación Contemporánea. Cuando dejé
Colima, entregué nuevamente la dirección a Victoriano
Guzmán y cuando éste se fue al territorio de Tepic,
como delegado de Educación se la dejó al profesor Mi-
guel Díaz. Yo les seguí enviando artículos hasta 1910
209
cuando la revista dejó de publicarse en enero de 1911.
En esas revistas publiqué multitud de artículos y poe-
sías. También me animé a seguir publicando en varias
revistas de la capital como las ya mencionadas Ense-
ñanza Objetiva, El Renacimiento y La Enseñanza Mo-
derna donde publiqué varios artículos sobre moral
práctica.
Matilde curiosa
210
—¡Gregorio! ¡Llegó un telegrama de la ciudad de
México! Es de tu maestro Luis E. Ruiz el ahora director
general de Instrucción Primaria; recuerdo que tú me
contaste que fue creada esta dirección en 1896 bajo su
cuidado. ¡Por favor, ábrelo! Me muero de ansias por
saber qué dice.
211
gran parte de él lo haríamos a caballo o en mula hasta
Guadalajara donde podríamos tomar el tren.
213
CAPÍTULO SÉPTIMO
MIS MEJORES AÑOS PROFESIONALES
215
bajamos para seguir yo a caballo y ella a lomo de mula.
Franqueamos las siete terribles cañadas de las faldas
del volcán, llamadas por su dificultad “los siete peca-
dos capitales”. En éstas, a veces los pasos eran tan es-
trechos que no podían pasar dos caravanas en sentidos
opuestos a la vez; por eso, el guía antes de entrar grita-
ba muy fuerte o bien soplaba su cuerno para dar aviso;
si venía otra en sentido contrario había que esperar has-
ta que pasara. En varias ocasiones, miré como Matilde
se agarraba nerviosamente de su montura cuando pasá-
bamos por las estrechas veredas junto al abismo.
216
ños y pinabetes, mecidos por el viento [,] donde revo-
loteaban las calandrias de pecho amarillos, los rojos
cardenales, los negros mulatos... a cuyo concierto unía
quejas la paloma…366
217
Descansamos sólo una noche en un hotelito cerca
de la estación porque al día siguiente tomaríamos el
pullman a la capital. Era más rápido y exclusivo ya que
la cama baja costaba doce pesos y la alta diez; también
se tenía derecho de ir al carro comedor.
219
Lo primero que me pidió Matilde fue que la lle-
vara a la Villita a dar gracias a la Virgen para pedir su
bendición en la nueva vida que emprendíamos. Siem-
pre fue Matilde muy religiosa y en la ciudad así siguió;
luego encontró una iglesia a donde asistir a misa, aun-
que muchos domingos le gustaba oírla en la Catedral y
después pasear por el Zócalo que fue llamado así por la
base que se construyó para un monumento a la Inde-
pendencia que nunca llegó a ponerse; sin embargo, le
quedó este nombre.
221
Cuando la podía acompañar los fines de semana
nos dábamos una vuelta por la gran Alameda, o bien
llegamos hacer algunas veces el agradable paseo por el
canal de la Viga.
223
Nuestra vida seguiría suspendida de la cuerda flo-
ja por unos meses más. De cualquier forma, Matilde
estaba contenta viviendo en la ciudad. Yo veía que el
cambio no le había afectado mucho aunque extrañaba
su familia y nuestra tierra colimota. Fue el destino que
decidió que nos quedáramos en México; el maestro
Oscoy no regresó al puesto y tampoco regresaron los
maestros Rafael Zayas Enríquez y Francisco del Paso y
Troncoso, así que yo continué al frente de sus cáte-
dras.385 Finalmente, el 19 de agosto de 1899, recibí mi
primer nombramiento definitivo como profesor de his-
toria Patria y general en la Escuela Normal de Profeso-
res de parte del señor presidente Porfirio Díaz.386 Sin
embargo seguí sustituyendo a don Francisco del Paso y
Troncoso.
228
Ing. Miguel F. Martínez, La Enseñanza Primaria, 1909.
231
ra lo seguía haciendo en La Enseñanza Moderna con
cerca de 20 pequeños textos sobre la moral en la escue-
la entre 1898 y 1899. A partir de 1901 continué publi-
cando este tipo de artículos en la revista La Enseñanza
Primaria.
232
Quisiera abundar sobre el tema porque me ha
mantenido en la incertidumbre y se relaciona con lo
anterior. "¿Debe de enseñarse la moral en la escuela?"
“¿sí o no?” La moral práctica: “si” en algún momento
de la jornada escolar;; “sí” bien todo el tiempo el maes-
tro con el ejemplo debe estar enseñándola.409
236
periores, —Jurisprudencia, Medicina y Minería—, pero
no existía una Universidad que las articulara.
238
Balbino Dávalos le correspondió revisar los programas
de literatura de la Escuela Nacional Preparatoria.426
Otra comisión en la que participé varios años fue
en la campaña de propaganda antialcohólica. En ese
entonces escribí un artículo: “Como deben convertirse
las Escuelas Primarias en instrumentos eficaces de pro-
paganda antialcohólica”.427 Las discusiones de esta
campaña se fueron hasta 1907 cuando se propuso crear
una asignatura especial para combatir esta mala costum-
bre. Yo entonces me opuse y comenté que cualquier
momento del día escolar se podía aprovechar para ense-
ñar al niño sobre los problemas que causa el alcohol.
239
Normal; mi compañero y maestro Miguel F. Schulz y
mi ex compañero de estudios Ponciano Rodríguez.
240
mia de la Historia de España. José Ramos fue el primer
presidente de la Academia de Medicina y fundador de
la Sociedad Oftalmológica Mexicana y recibió el doc-
torado Honoris Causa de la Universidad de Harvard.
Francisco Sosa Escalante era miembro de varias socie-
dades: la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadísti-
ca; la Academia Mexicana de la Lengua y la Real Aca-
demia de Historia en España.
243
NUEVAS PUBLICACIONES
244
dad!435 Publiqué este discurso años después en La ense-
ñanza primaria.
245
En este primer número tuve el gusto de que parti-
ciparan dos maestros de Colima, la maestra Juana
Ursúa y Victoriano Guzmán, la primera con un artículo
titulado “El antiguo y moderno magisterio”. Esta revis-
ta se volvió parte de mi existencia durante los diez años
que la dirigí, convirtiéndose en una labor cotidiana muy
enriquecedora; pude aprender todo aquello que no sabía
gracias a las contribuciones que revisé durante todo
este tiempo. También yo publiqué mucho en ella, más
de un centenar y medio de artículos, si bien algunos ya
habían sido previamente publicados. Los temas que
manejé fueron principalmente de orden pedagógico:
lecciones de cosas, de biología (cuando hablé de las
plantas no dejé pasar la oportunidad de dedicar algunos
artículos a mi tierra colimota, como aquél que hice so-
bre la palmera),440 de geografía, palabras homófonas,
ejercicios ortográficos, de moral, de historia, de geome-
tría aunque hubo también poemas y comentarios sobre
la situación de la educación (nuevos programas y rees-
tructuración del sistema educativo a partir de 1909),
muchos sobre la controversia producida por mi “Méto-
do onomatopéyico” defendiéndome de los múltiples
ataques que se me hicieron. Si mal no recuerdo mi úl-
tima contribución fue el 15 de febrero de 1910, con el
artículo de historia patria ya mencionado arriba de “Pe-
pillo el arriero”.441
247
Lámina el pulque del libro Lecturas intuitivas sobre vegetales
útiles (agricultura e industria), de Gregorio Torres Quintero
248
para escribir la memoria de los trabajos de la misma
dirección.
249
Hasta aquí tal parece que mi vida sólo era trabajo
y, en gran parte es cierto, pero en ocasiones me di
tiempo para asistir a algunas diversiones. La ciudad
tenía tantas distracciones y eventos que era verdadera-
mente un pecado no acudir algunos de vez en cuando,
sobre todo al teatro. Nos gustaba mucho la zarzuela y
había asistido a funciones en el teatro Principal. El 16
de mayo de 1903 se estrenó La Sargenta, de Aurelio
González Carrasco, con música del maestro aragonés
Rafael Gascón. Chole Álvarez se distinguió en el papel
de La Sargenta. La zarzuela no fue muy gustada en
aquel entonces porque esta obra presagiaba los momen-
tos revolucionarios donde La Valentina y La Adelita
serían tan famosas. Hasta ahora las obras que predomi-
naban en el teatro eran de carácter político para elogiar
al presidente Díaz. Recordar que el 2 de abril fue fiesta
nacional durante todo el Porfiriato. Así, Matilde y yo
vimos el 2 de abril de 1905, también en el teatro Prin-
cipal, una zarzuela inspirada en este hecho privilegian-
do la vida militar del presidente, aunque nadie se atre-
vía a poner en escena al general, apareció en una de
ellas don Carlos Pardavé. A veces también íbamos al
Coliseo, entonces llamado teatro de Lelo Larrea, uno
de sus dueños. Había función todas las noches, por tan-
das, y los jueves y días festivos dos, con género serio o
ligero y estrenaba obras semanalmente. O bien podía-
mos ir al teatro María Guerrero en la 8ª calle de Santo
Domingo, número 99, donde se celebraban Noches me-
xicanas, con la presentación de obras sólo de autores
mexicanos. Con gran éxito estuvo La onda fría de Pepe
Elizondo donde hubo de todo política, actualidad y fol-
klore;; “… en una escena se hacía dialogar al torero Ro-
dolfo Gaona […] y al poeta Ramón N. Franco, […]
mitad en broma, mitad en serio, por sus versos román-
ticos y su silueta de levita cruzada y chistera estrafala-
ria.” y Sicalipsis.449 Era estupenda la “belleza de Paqui-
250
ta Cires Sánchez, el travieso salero de Emilia Plaza y la
mexicanísima gracia de Emilia Trujillo, la mejor tiple
cómica mexicana” de entonces.
251
lidad de los ayuntamientos, los cuales se harían cargo
de la instrucción primaria.
253
Nuevamente, en 1904, el general Díaz postuló
su candidatura para la presidencia. Dos reformas ha-
bían sido hechas a la Constitución, una ampliando el
periodo presidencial a seis años y la otra creando la
vicepresidencia. En esa época yo era miembro de la
Junta Directiva del Círculo Nacional Porfirista en la
Comisión de Instrucción, y firmé como tal para esta
nueva postulación.454
254
Muchos libros habían aparecido en los útlimos
años, por ejemplo, el del maestro alemán Enrique Lau-
bscher —Escribe y Lee—; el de Manuel Guillé, que le
antecedió en el uso de las palabras normales; uno del
maestro Carlos A. Carrillo y hasta mi buen amigo y
compañero Daniel Delgadillo publicó uno. Si pudiera-
mos señalar cuántos libros en los últimos años se ha-
bían hecho en el país para enseñar a leer y escribir, se-
guramente llegaríamos a una cifra sorprendente.
255
Se anuncia que apareció su libro Método Onomatopéyico. Escuela
Mexicana, 30 octubre de 1904 p. 395.
263
una obra con una serie de poesías, prosas, fábulas (Sa-
maniego, de J. de la Fontaine), pensamientos y máxi-
mas que había ido conjuntando a lo largo de los años.
Algunos eran míos, varios ya publicados, pero incluí
muchos de otros autores: Manuel M. Flores, Juan de
Dios Peza, Rodolfo Menéndez, Esther Tapia de Caste-
llanos, Emilio Castelar, Manuel Gutiérrez Nájera, Ma-
nuel Acuña y Andrés Bello, entre otros. Así fue como
en 1907 salió a la venta el Primer libro de recitaciones
aplicadas a la educación en verso y prosa, con noventa
y uno trabajos divididos en siete partes:
269
Alberto Correa en La Enseñanza Primaria, 15 de enero 1909.
271
Mientras, el régimen porfirista empezaba a dar
signos de agotamiento; seguramente el propio Presi-
dente se sentía ya demasiado viejo para continuar go-
bernando; ésta fue quizás la razón por la que concedió
una entrevista al periodista James Creelman, publicada
en la revista Pearson´s Magazine el 3 de marzo de
1908; en español apareció el 3 y el 4 de marzo en el
periódico El Imparcial. En esta entrevista anunciaba
don Porfirio su pronto retiro alentando a la creación de
una digna oposición.
He aguardado durante muchos años paciente-
mente, a que el pueblo de la República estuviera pre-
parado para elegir y cambiar el personal de su Go-
bierno, en cada período electoral, sin peligro ni temor
de revolución armada y sin riesgo de deprimir el crédi-
to nacional o perjudicar en algo el progreso de la Na-
ción, y hoy presumo que ese tiempo ha llegado ya.
278
CAPÍTULO OCTAVO
TURBULENTO AÑO DE 1911
279
para presidente y como vicepresidente José María Pino
Suárez, a partir del 6 de noviembre de 1911.505
280
Desde principios del año me empezaron a llegar
noticias interesantes de Colima.
284
Claramente había un grupo simpatizante de Ala-
millo, los que estaban juntando firmas en Colima para
apoyar su candidatura, pues no había hecho un buen
papel antes y necesitaban asegurarse de sus posibilida-
des y saber con quienes contaban.517
288
Ruiz, quien tomó en sus manos los trabajos a mi favor.
Muchos estuvieron a mi lado, no podría dar todos los
nombres, pero no puedo dejar de mencionar a: don Al-
berto Levy y a Manuel Velasco, quienes hicieron una
ardua labor en Coquimatlán; Santiago Hernández Me-
za, ex compañero del Liceo, Francisco Santa Cruz, Ro-
que Salazar y Agustín Palencia, entre otros muchos. 529
290
El 5 de mayo fecha que conmemoraba el triunfo
de las fuerzas liberales ante el invasor francés, envié mi
programa de gobierno, con los siguientes puntos:
291
trabajo, al fomento de la industria y al desarro-
llo del comercio.
11. Predominio absoluto de la ley sobre la voluntad
de los funcionarios públicos, a fin de que las ga-
rantías individuales y las libertades constitucio-
nales sean siempre respetadas.537
293
¡A todos vosotros, les dije, amigos y enemigos,
porque todos sois mis hermanos, os traigo garantías,
de las que hace muchos años habéis carecido y de la
que jamás ha sido ni puede ser depositario el personaje
a quien, vosotros, “alamillistas”, aclamáis en estos
momentos! ¿Sabéis por qué se ha hecho la revolución
particularmente? Se ha hecho para librar al pueblo de
la tiranía y rapacidad de los prefectos políticos, de
esos a los que un diputado, el diputado Batalla, ha
llamado en plena Cámara popular ¡cuadrilla de bandi-
dos! Y aclamáis en estos instantes, para acallar mis
honradas palabras, a un hombre de esos, a un hombre
cuyo negro padrón está en haber sido tres veces Pre-
fecto Político, pero aun, aclamáis a un hombre que se
avergüenza de llamarse colimense, mientras que yo ci-
fro mi mayor orgullo en haber visto la luz primera ba-
jo las palmas de este suelo querido, en donde reposan
las cenizas de mis padres ¡Colimenses! Yo vengo a
daros garantías, vengo en nombre de la revolución a
traeros palabras de paz, de prosperidad y de vida!539
294
algunos habían sido mis alumnos. Después nos fuimos
a Tecomán, ahí los “alamillistas” habían preparado otra
vez a los chicuelos con silbatos y gritos, pero de nuevo
me hice escuchar y algún católico entre el público re-
cordó al pueblo que Alamillo cuando era prefecto había
mandado aprehender a un Cristo que sudaba, ello pro-
vocó que la reunión concluyera con aclamaciones para
mi persona.
295
Su programa de gobierno en verdad era muy di-
vertido porque decía que ante todo pondría: Especial
esmero en secundar la sabia política del señor presi-
dente de la República, el general don Porfirio Díaz.
Eso a unos días de que se derrumbara el porfirismo.
Planteaba una serie de diversiones para el pueblo como
construir plazas de gallos y de toros, construir hoteles
en Cuyutlán, comprar instrumentos de música para va-
rias bandas que iba a formar y proporcionar alegría
para las familias y juergas constantes para el pueblo,
poner trenes de recreo constantes a Manzanillo; en el
plano constructivo no había nada, es más proponía una
tontería: secar la laguna de Manzanillo para darle ma-
yor caudal a los ríos. No sabemos si lo proponía en se-
rio, pero parecía burla; eso sí, dijo que se reservaba
algunos puntos secretos para después.
301
No sólo no podrá ya surgir otra candidatura,
sino que la mía, ya lanzada, habrá que retirarla del pa-
lenque electoral. Y los colimenses verán triunfante la
del Sr. Alamillo, quien ha ofrecido en la ampliación de
su programa político construir para diversión del pue-
blo plazas de toros y de gallos.
Las elecciones debían efectuarse el 25 de julio,
finalmente le pedía reconsiderar los asuntos de Colima
y poder colocar un gobierno neutral “que a mi humilde
juicio reclaman las circunstancias.553
302
A partir de este momento se hizo insostenible la
lucha, comunicados y telegramas iban y venían sólo
diciéndome que se encomendaría la situación a Emilio
Vázquez Gómez, secretario de Gobernación. Yo tam-
bién le escribí a él comentándole lo mismo, a lo que
contestó evasivo y sólo me aseguraba que las eleccio-
nes se efectuarían adecuadamente para que el voto no
fuera burlado.556
303
Jebronio Mora Saldaña, quien en su lenguaje procaz y
llano me describía su lastimera situación:
304
de mi desgracia, pero no soy yo quien se humillará a
ellos, yo soy quinterista y no me retracto jamás.
Si Ud no me compadece, si Ud no me auxilia, si
no en fin, no me da la mano en mi desgracia, sufriré
como los hombres y conmigo mis hijos, pero jamás
alamillista, no soy cobarde señor maestro soy media-
namente estoico, pues mi sangre es indígena y los in-
dios como yo, no cejan ni se humillan jamás y, que
¡Viva Torres Quintero!559
305
aunque siguiera solo, no se echaba para atrás.563 De
nuevo insistieron Padilla y Alfaro, en esa ocasión ade-
más de negarse a renunciar a la candidatura, los ame-
nazó con publicar en La gaceta toda la correspondencia
de cuando le ofrecieron la candidatura con las condi-
ciones que se le impusieron. Como ya no hicieron nada,
podemos juzgar lo bien hechas que estuvieron esas
condiciones.564
307
Las chicanadas de los “alamillistas” continuarían.
El 14 de junio García Topete expidió el decreto donde
se convocaba a las elecciones, especificando que los
diputados terminarían el período legal de la XVIII le-
gislatura, en cambio sobre la gubernatura no especifi-
caba nada dejando abierta la posibilidad de que fuera
electo para todo el período constitucional 1911-1915.
309
Nuevamente recibí otra carta de Emilio Vázquez
Gómez dándome dizque las gracias por mis informes y
aplaudía mi franco y abierto proceder en el campo de
los trabajos electorales. Sobre los desmanes, escándalos
y atropellos que se habían dado vuelo en Colima, me
decía que ya habían sido licenciadas las tropas y como
iban regresando a sus hogares, con lo que decía desapa-
recerían muy pronto los grupos insurgentes que eran
quienes provocaban estos daños.580 Todavía me envió
otra carta a finales de junio agradeciéndome las expli-
caciones que le daba “ilustrando su juicio sobre el par-
ticular”.581
311
había asegurado que llegarían el lunes 3 de julio a Co-
lima
…tomaditos del brazo y tuteándose el señor Lic. Ro-
que Estrada, quien peleó (de pico) al lado del Sr. Ma-
dero y el Sr. J. Trinidad Alamillo [….] con el único y
exclusivo objeto de imponerse por sí mismo de sí el
pueblo de Colima ama o no al Sr. Don Trinidad y en
caso afirmativo darle el pase conrrespondiente.
…mediante unos cuantos barriles de ponche ese pue-
blo querido, no solo aclamará a su camarada y candi-
dato sino bramará en frenéticos ahullidos amorosos,
con la venida del Sr. Estrada el triunfo [de Alamillo]
está asegurado. 586
Alfredo Levy me informó que le haría una en-
trevista pues fue condiscípulo de él. 587
312
casi todos son “quinteristas”, pero cuando los “alami-
llistas” se los encontraban los molestaban y hasta llega-
ron a apedrear la casa de mi hermano una noche, pe-
gándoles un buen susto.591
314
Don Manuel Velasco nos animaba a seguir y lu-
char hasta el fin. En sesión con los miembros de la me-
sa directiva de nuestro club se organizaron comisiones
de tres personas cada una para que pasaran unos días
antes de las elecciones a invitar casa por casa y solicitar
votos a favor mío, Alfredo Levy tuvo más precaución
pidiendo no se resolviera nada que pudiera parecer ile-
gal en las elecciones.601 Blas Ruiz, que tampoco se daba
por vencido, nuevamente el 24 de julio envió telegra-
mas al presidente provisional y al ministro de Goberna-
ción.602 Nada, no recibió ninguna contestación, la situa-
ción empezaba a verse muy comprometida.603
316
Aún continué recibiendo cartas, algunas de alien-
to y otras me entristecían más, Alfredo Levy otro entu-
siasta de la causa “quinterista” se encontraba bastante
enfermo y dejaría su querido rancho trasladándose a la
ciudad de Colima donde podría tener más cuidados. 608
317
Sin embargo la fatalidad estaba todavía con noso-
tros porque el día 24 de septiembre falleció mi suegra,
doña Tránsito González viuda de Cárdenas, la enterra-
mos en el panteón de Dolores. Desde que se pusieron
las cosas muy feas en Colima ya había decidido traer-
me a la familia de Matilde a vivir con nosotros: a doña
Tránsito —quien ya se encontraba bastante delicada—,
a mi cuñada Trini y sus cuatro hijos, a quienes desde
que perdieron a su padre les he visto como si fueran
mis propios hijos. Como yo era su padrino y ellos me
llamaban padrinito —sobre todo Gregorio, el más pe-
queño— me empezaron a llamar “Nito”, mote cariñoso
que he conservado hasta ahora.611
318
Nada había que hacer, al menos por el momento
y ante el infortunio que sentía por tanta bellaquería,
decidí escribir un pequeño texto sobre todo lo ocurrido.
Era un esfuerzo que consideré necesario para que la
opinión pública del país tuviera conocimiento de lo que
había pasado en Colima. Sentía la necesidad de dejar
testimonio de todo lo ocurrido y escribí el folleto, Polí-
tica colimense: apuntes sobre la última campaña elec-
toral, la revolución falseada, el actual gobierno de Co-
lima es anticonstitucional.613 Asimismo era la forma de
mostrar con pruebas y argumentos la anticonstituciona-
lidad del gobierno de J. Trinidad Alamillo.
319
dades, cuando con su conducta de recato y arrepenti-
miento, siguen después el sendero de la honradez.
Jesucristo ha perdonado a los pecadores que se
acercaron a Él; ¿sería más pura que Jesucristo una so-
ciedad que no quisiera perdonar?
Pero los que, como Ud., han observado siempre
una conducta preclara, si no se deben llenar de orgu-
llo, deben, sí, estar más reconocidos hacia el Supremo
Sostenedor de los corazones honrados.
Ud., Don Gregorio, cuenta una larga época de
practicar el bien.
En su tierra natal, elaboró un gran número de
sacerdotes para el Magisterio. En esta Capital, su mi-
sión ha sido de “caridad y amor”, permítaseme la ex-
presión que las Sagradas letras consignan a Jesús.
No ha tenido Ud., más que conmiseración y
afecto para todos los maestros que, juzgados por Ud.,
capaces de ser útiles al Estado, se han acercado a reci-
bir de manos de Ud., por su respetable influencia, el
empleo en que trabajan incansables para comer su pan.
¿Y de estos maestros, en número no escaso, re-
cibe ahora el pago que casi siempre da el mundo a los
bienhechores de la Humanidad?
Pues merece Ud., mis felicitaciones, mi buen
amigo, porque esa amargura que apura Ud., con infini-
to dolor, laurea su frente, e imprime su nombre en la
Historia, en la misma página en que se hallan impre-
sos los nombres de Joaquín Noreña, Manuel Ramírez,
José María Rodríguez Cos, Manuel María Contreras,
Adrián Fournier, y otros muchos héroes que han pres-
tado su contingente para el mejoramiento de las socie-
dades en medio de martirios y privaciones, de ingrati-
tudes y cruel olvido!
¡La Historia, sin embargo, no los olvidará!
Ya sabe Ud., que soy una anciana: tengo medio
siglo de servirle consecutivamente a la Instrucción
Pública, como a Ud., le consta.
En medio siglo, debo haber conocido las cuali-
dades y defectos de un buen número de pedagogos.
320
O soy una imbécil, o se me concede que yo ten-
ga discernimiento para conocer y calificar a los verda-
deros maestros.
Ud., Señor Torres Quintero es un verdadero
maestro, ¿lo oye Ud.?
Yo me permito calificar a Ud., con ese glorioso
nombre: es Ud., un maestro, infinitamente superior a
muchos de sus enemigos que lo ultrajan. ¡Pobres! Per-
donémosles, pues que el perdón refresca y dulcifica el
alma del que lo ejerce; siga Ud., su noble misión, sin
arredrarse por el pago que recibe, y cuando apure más
ingratitudes, no olvide Ud., que la última de sus ami-
gas, la más anciana, la que cuenta medio siglo de apu-
rar también ingratitudes, decepciones y sinsabores, co-
loca a Ud., con el derecho que le da su larga etapa de
experiencia y de trabajos entre los verdaderos pedago-
gos, bienhechores de la Humanidad.
Su siempre atenta amiga y servidora que lo
aprecia.
Juana Ursúa.614
DE NUEVO EN EDUCACIÓN
321
no regresaran por la tarde, antes se salía a las once y
media y se regresaba en la tarde. Esto causó tanta con-
moción que hasta se me calificó de “fracasado gober-
nador de Colima” y que la orden se estaba dando para
que el futuro ministro de Instrucción ganara adeptos en
las próximas elecciones. Al ver que se había levantado
tanto revuelo propuse se organizara una junta de honor
que dirimiera sobre el asunto. Las discusiones se fueron
hasta fin de año sin resolver nada en concreto. 617
323
en cierto periodo de la evolución de los pueblos, como
lo demuestra en todo momento la historia del mundo.
La centralización sólo llega a convertirse en obstáculo
para el progreso, cuando tiende a deprimir la iniciativa
local, cuando esa iniciativa ha llegado a su mayor
edad, cuando ya es consciente de sí misma, cuando
ya siente su dignidad y se revela su poder precisa-
mente como feliz resultado y en virtud de una buena
centralización. 622
324
prepararse. También en este punto surgió la problemá-
tica de las jubilaciones que no se otorgaban en todos
los estados.
325
más que todos los acuerdos tomados por los aficiona-
dos a la pedagogía".
328
CAPÍTULO NOVENO
AÑOS DE REVOLUCIÓN Y EXILIO, 1912-1918
EN TORNO A LA REVOLUCIÓN
331
Terminé invitando a los presentes (maestros y a
las compañeras maestras) para ir a regar el campo me-
xicano con el saber cuando todavía un 90% de nuestra
población era analfabeta.
332
rador pidió informes sobre el particular al agente del
Ministerio Público de Colima. En especial, quería saber
sobre los procedimientos que se estaban llevando con-
tra los responsables. Yo, con tristeza, recordaba cómo
este joven maestro había sido uno de mis más fervien-
tes colaboradores durante la campaña. Afortunadamen-
te salió bien librado de este lance pero nos pegó un
buen susto.633
INSTRUCCIÓN RUDIMENTARIA635
Yo reflexionaba y me preguntaba:
336
jetivo que sí era viable la propuesta planteada en la ley
del 15 de junio de 1911.
337
nizar el servicio de manera tal que se evitara la resis-
tencia al mismo.651
338
También propuse que se proporcionaran a estos
maestros antecedentes históricos de los lugares a donde
fueran a trabajar.
[…] en la actualidad hay algo en la escuela pri-
maria que pudiera llamarse humanidades populares: la
lengua materna, la literatura nacional, la historia, la
geografía.
Si a estas humanidades populares agregamos el
estudio elemental de las ciencias, habremos constitui-
do un plan de estudios que propenda en el grado posi-
ble a la cultura general de los niños mexicanos, sean
éstos de las diversas ciudades o de los campos, es de-
cir, sea que concurran a la escuela urbana o a la rural o
rudimental.653
341
Puede ser que al ministro Vera Estañol y a mí nos
sobró entusiasmo; la situación del país no estaba para
proyectos tan ambiciosos. Después empeoraron las cir-
cunstancias con la cruenta faceta histórica llamada La
Decena Trágica y nos vimos envueltos en un marasmo
político, entre disparos y enfrentamientos, que personal
y familiarmente nos impactaron mucho.
343
al Ejército del Noroeste que comandaba el general
Obregón.660
Los enfrentamientos
347
ca noche del día siete que con justicia designaríamos
con el nombre de la de San Bartolomé colimense por
un designio providencial salí ileso de la garras de
nuestros encarnizados enemigos que se portaron como
demonios furiosos y atacaban sin tomar en razón […]
El execrable Piz complicado en el asesinato del ilus-
trado cuanto desventurado joven Carlos Solórzano
Morfín se va preso junto con su amo “¡Ojalá y se haga
justicia!”674
348
Yo, por suerte, no perdí mis clases y continué la
docencia en varias escuelas: la Nacional Preparatoria,
la Normal de Maestros y en el Internado Nacional. Im-
partí clases de geografía, historia y metodologías espe-
ciales.677 En el Internado daba además moral práctica y
elementos de ética.678 Ese año, en diciembre, propuse
un nuevo programa para el cuarto año de la clase de
historia patria en la Escuela Normal Primaria para
maestros.679
351
mentados con la tubería correspondiente. En la zo-
tehuela se hizo otro pequeño baño más modesto.
353
De esta forma fue que Matilde y yo emprendimos
el camino hacia el sureste. Nunca antes habíamos ido
por allá, así que resultó emocionante descubrir varias
partes del país que no conocíamos. Hicimos el viaje en
tren, en barco y otra vez en tren hasta Mérida.
354
viven en las fábricas como abejas en las colmenas; las
industrias de transportes se abruman bajo el peso de
las manufacturas; la agricultura produce intensas co-
sechas para poder alimentar a aquellas abejas infatiga-
bles; vése [sic] el mar cruzado por buques mercantes
desde un confín al otro confín del universo, llevando y
trayendo los productos del trabajo humano.
Ahora existe una sociedad mundial….
La guerra lo está probando.
[….]
Dícese que la lucha es por la Democracia.
¡Temamos siempre de los poderosos!694
355
Conseguimos una bonita casa muy cómoda en el
centro, y nos preparamos para enfrentar la vida en Yu-
catán lejos de nuestra natal Colima y de nuestra casa y
familia en la ciudad de México. Ahora se presentaba
una gran oportunidad para conocer a nuevas personas,
hacer nuevos amigos, visitar lugares como las famosas
ruinas arqueológicas mayas y gozar los bellos parajes
del mar y de la selva. Estábamos muy entusiastas y es-
peranzados en el futuro que nos deparaba este prome-
tedor estado.
357
iglesia católica porque las escuelas particulares estaban
en manos de ella.701
359
educados favorecería el desarrollo social, así como el
personal.708
363
cosechas se podrían exportar. Las semillas para las plan-
taciones se las dio el Departamento de Agricultura.719
364
amigos. ¡Aquello era lo que yo deseaba; no había re-
sultado fallida mi previsión!721
366
fraternidad: es la escuela de la evolución. Esta última
sentencia escuela de la evolución [y] algunas frases
proferidas entonces en las discusiones y algunos escri-
tos publicados después, nos han venido a poner en co-
nocimiento de que la Biblia de los Racionalistas está
en Ferrer y en Elslander. De Ferrer han tomado el
anarquismo; de Elslander, el método histórico o natu-
ral. Posteriormente han agregado el método funcional
de que habla Aguayo en sus obras. 726
367
ta”.730 A mí me parecía que la educación racionalista
acotaba la autoridad del maestro, a la formación de ca-
rácter y la voluntad de los niños, por la vía del trabajo
manual y la acción sobre objetos y fenómenos.
369
Afortunadamente, el gobernador Alvarado tuvo
siempre una muy buena acogida a nuestras ideas, y ello
propició que no se inclinara abiertamente por la Educa-
ción Racionalista. Escuchaba a todos y dejaba discutir a
los expertos buscando alianzas que fortificaran la con-
ducta social.737
378
en un lugar llamado Hampton. El general Armstrong
quería transformar los esclavos en ciudadanos. Eso
pasó en 1868.747
380
propósito de poner a la isla en condiciones de bastarse
a sí misma. Había talleres de carpintería, zapatería, he-
rrería y una carrocería. En este último se hacen y com-
ponen buggies y carretas. Había también uno de ceste-
ría, industria heredada de África. La escuela vende las
canastas así como los otros productos que los alumnos
producen. Las ganancias quedan a beneficio del esta-
blecimiento porque el objetivo es que los muchachos
aprendan, no que ganen dinero. Las muchachas tam-
bién tienen sus propios oficios.
En la escuela también se tenían animales: ganado
vacuno, gallinas, mulas y caballos.
381
esclavas! Y ahora estaban sentadas en las sillas de
los niños, cosiendo en una escuela, para los pobres
Yo sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas. Este es
un modo de conservar los cantos populares, me dijo la
directora. Fue toda una lección para mí y decidí que
cuando regresara a Yucatán, también organizaría a las
madres y abuelas de las comunidades.
382
Un vecino me comentó La escuela nos ha unido
a todos…¡ Por la noche asistí a la reunión de la “Obra
de Extensión”, donde cada maestro manifestó lo que
había hecho en pro de la comunidad. ¡Aquellos maes-
tros, pues, eran a la vez agentes de la escuela! No sólo
se [ocupaban] de enseñar en la escuela, sino que lle-
van su acción a las casas mismas de los padres de
familia!
383
cansar, mismos que aprovechaba para escribir mis no-
tas sobre las visitas que iba realizando.
385
Partidario de un pueblo mexicano culto y educado; de
allí su empeño en procurarnos algunas becas.
Tenía ya cerca de cien respuestas, y esperaba
que se aumentaran considerablemente. Pero la guerra
vino a desviar el espíritu americano hacia otras preo-
cupaciones, y aquella obra benéfica se suspendió a la
mitad del camino. Y luego los mexicanos comenza-
mos a estar bajo sospecha…
387
Después nos visitó el señor Isaac J. Cox en Yuca-
tán y, entonces, fui yo quien lo llevé a visitar varias
escuelas en la península. Él tenía una comisión similar
a la que yo tuve en su país. Después de Yucatán, el se-
ñor Cox visitó muchas otras partes del país como tam-
bién lo hicieron otros colaboradores suyos que recorrie-
ron todo México. De sus experiencias me escribió una
carta, comentándome todas sus impresiones sobre la
educación mexicana.751
DE REGRESO A YUCATÁN
388
la problemática del lugar, su lengua y costumbres, pu-
diendo integrarse mejor a su comunidad y desarrollarla
mejor.
390
No lo pude soportar por mucho tiempo; en sep-
tiembre, decidí renunciar definitivamente cuando los
diputados y la liga de resistencia trataron de imponerse
sobre mi autoridad, queriendo obligarme a hacer desti-
tuciones a su gusto y nombramientos con su recomen-
dación.758 Así fue como regresé a la ciudad de México
con problemas de salud, los últimos duros meses en
Yucatán me habían afectado.759 En casa con la familia
pude recuperarla, gracias al cariño y a los cuidados de
quienes tanto me consintieron.
391
CAPÍTULO DÉCIMO
MIS ÚLTIMOS AÑOS EN LA
FUNCIÓN PÚBLICA
393
Construir un México nuevo y diferente nos estaba
costando mucho trabajo, sobre todo a los que se nos
identificaba plenamente con el entonces odiado periodo
de don Porfirio Díaz. Si bien yo miraba con esperanza
los nuevos aires modernos, y con ellos mejores posibi-
lidades para la población, sobre todo en educación, aún
era difícil moverse con seguridad en el ambiente políti-
co tan efervescente.
394
Oficio de su toma de posesión como director de la Escuela No rmal
de Toluca, AH-CBENP, 5 enero 1919.
395
editados por la casa Appleton (cuarenta y cuatro tex-
tos), todos de autores extranjeros y sólo doce de mexi-
canos, seis de la casa Bouret y seis de la editorial He-
rrero, los mismos que además habían sido aprobados
“como suplementarios”.
396
me gusto pues teníamos un buen tiempo sin vernos y
entre ambos ha existido un lazo muy estrecho y casi
familiar pues lo he querido como a un hijo.766
De regreso a Toluca
400
“que por ella jamás se apartaran del cumplimiento de
sus deberes de estudiantes”. Y reorganicé la sociedad
de “Futuros educadores”.778
403
SEGUNDO VIAJE A LOS ESTADOS UNIDOS
DE 1920 A 1921
404
Washington
408
El comercio de la ciudad de Trenton estaba tam-
bién allí representado, en un gran edificio (todo allí es de
madera) de un solo piso, había muchos puestos como en
un mercado, exponiendo productos y manufacturas.
Nueva York
410
que en los nocturnos; cuatro años en los primeros y
cinco en los segundos.
412
Me informaron que en los años anteriores había
unos 1,250 alumnos de las diversas escuelas siguiendo el
plan de enseñanza cooperativa. Ahora sólo hay 450, pero
creían que el siguiente año tendrían más concurrencia,
cuando todo el plan estuviera en pleno crecimiento.
413
En ese entonces todavía no era una escuela im-
portante porque estaba en vías de transformación, pero
todo indicaba que sería uno de los centros más notables
para la educación del estado americano, contándose por
miles sus concurrentes. Cuando estuve ahí había doce
mil soldados, de los cuales cerca de cuatro mil concu-
rrían a clases, pues la asistencia no es obligatoria.
Kentucky
Indianápolis
417
Resulta importante que se han acogido a los be-
neficios de la ley Smith–Hughes, con lo que podrán
recibir más fondos.797
419
arriba. Así poniendo todos los cartones, formando fra-
ses, nada se ve al otro lado por en medio de ellos y dan
el aspecto de un pizarrón escrito. En una palabra, no se
miran las reglas.
421
Uno de los aspectos que más me impresionaron
de la cultura de este país fueron sus bibliotecas, tanto
las escolares como las públicas. En Indianápolis, por
ejemplo, visité su magnífica biblioteca pública donde
pude constatar la existencia de los departamentos de
lectura especiales para los niños. Otro aspecto que me
pareció importante fue la posibilidad de que los lecto-
res busquen por sí mismos los libros que les interesen;
ellos pueden ver directamente en la estantería lo que
requieren, además se los prestan para llevárselos a su
casa, situación que permite desarrollar más y mejor el
hábito de la lectura.
Chicago
426
Indiana
427
Meriam no está de acuerdo con el trabajo manual
que se usa en las escuelas de la propia ciudad, dice no
servir para enseñar materias como geografía e historia,
etc., y manifiesta que los trabajos manuales deben re-
presentar una actividad verdadera.
Denver, Colorado
429
ban muy distantes, a la hora que la bandera subía, sus-
pendieron su juego y la saludaron militarmente.
California
434
En la escuela Amelia St. School había un depar-
tamento que podría llamarse “amigo de la obrera”, pues
sirve para cuidar a los niños pequeños que dejan allí las
madres trabajadoras. Hay una “estación de leche” y un
servicio médico. Las madres reciben instrucción para la
crianza de sus niños; a las mismas se les enseña inglés
y hasta a coser y a tejer en telar lo que aquí llaman
“wigs”.
435
Fui a la Universidad de California, rama del sur,
donde reconocí a su director el doctor E. C. Moore,
quien estuvo en México durante las celebraciones del
Centenario. Él se acordó muy bien de mí. En la visita
que hice a su kindergarten vi que se usaba mucho el
sistema de juegos montessoriano.
438
con mucho afecto. Las jovencitas se lucieron ese día
con un festejo para nosotros, donde hubo cantos, bailes
y declamaciones, que terminaron con una sabrosa me-
rienda con tuba y enchiladas al estilo colimote. Entre
las alumnas estaban: Esperanza Orozco López, Lupita
Padilla, Carmen Ramos, Eulalia Díaz y Adelina Álva-
rez. ¡Ah! como disfrutamos los sainetes a cargo de las
profesoras y no olvido aquella cancioncita tan pegajo-
sa, que nos entonaron:
439
Vasconcelos, rector de la Universidad Nacional, quien
me tomó la protesta.
443
res de las escuelas y los inspectores podrían encontrar
bastantes de estos errores leyendo los Diarios Pedagó-
gicos y escuchando las clases de sus Ayudantes. 817
444
maestras no son especializadas, cuando es indispensable
este nivel en la formación de todos los niños y niñas.
445
Me dolía enormemente ver el atraso y la falta de
progreso en el ramo educativo, sobre todo después de
haber conocido el sistema de los Estados Unidos, don-
de también había problemas, pero sin duda estaban ha-
ciendo grandes avances, como en la escuela secundaria
llamada high school”;; en México carecemos casi total-
mente de este tipo de escuelas, el esfuerzo se ha hecho
solamente en la escuela primaria. No tenemos escuelas
de artes, domésticas, universidades, una sola preparato-
ria y lo que es más triste “ni siquiera un sistema com-
pleto y eficiente de educación primaria.”824 Recuerdo
como en Cincinnati que tiene una población aproxima-
da de 400 mil habitantes, el sistema de educación es
gratuito y va desde el kindergarten hasta la universi-
dad, y también allí es municipal. Cuando la visité te-
nían 55 kindergartens, 57 primarias de ocho años cada
una, escuelas especiales, industriales, vocacionales, seis
secundarias o high schools, una normal y una “magní-
fica universidad”.825
SE CREA LA SECRETARÍA DE
EDUCACIÓN PÚBLICA
449
Don José Vasconcelos desde que se ocupó de la
educación en el Departamento Universitario y de Bellas
Artes, antes de que se creara la Secretaría de Educación
Pública, inició una activa campaña de alfabetización.
Entonces yo participé en la comisión de la formación
de la escuela para el indio.
450
JUBILACIÓN
451
PUBLICACIONES
Todavía ese año logré publicar el libro México hacia el
fin del virreinato español. Antecedentes sociológicos
del pueblo mexicano. Tenía ya varios años que quería
sacar esta obra, que finalmente pude ver publicada por
la librería de la viuda Ch. Bouret, donde ya tantos li-
bros me habían editado. Hice mi mejor esfuerzo como
historiador consultando distintas fuentes. Desde las
ediciones de mis libros sobre Historia patria procuraba
mantenerme al tanto de lo que se escribía.
453
eclecticismo que es una doctrina de conciliación, es
decir pude escoger las mejores ideas, aunque éstas pro-
vinieran de diversos sistemas. Finalmente en esta co-
rriente uno las adopta de acuerdo a los intereses de su
enseñanza, creando una nueva combinación. Éste fue el
primer método donde quise enseñar de forma sucesiva
y no simultánea; la lectura primero y en el segundo
cuatrimestre la escritura. Años más tarde me di cuenta
que el término ecléctico no resultaba claro, y lo suprimí
en la tercera edición de 1929.840
454
CAPÍTULO UNDÉCIMO
EL FINAL SE ACERCA, 1923-1933
455
teones. ¿Qué remedio? La vida es así, tiene un término,
y nosotros los viejos estábamos llegando a él.
456
cuelas rudimentarias. Por supuesto, había que diferen-
ciar claramente entre escuelas urbanas y rurales. 845
En esta ocasión enfaticé la nueva problemática
del país ante el abandono de las actividades agrícolas y,
con ello, el incremento de la emigración desde las zo-
nas rurales hacia las ciudades lo cual era el fenómeno
detonador del aumento de los habitantes pobres en la
ciudad. No obstante todavía las tres cuartas partes de la
población mexicana habitaban en el campo; muchos de
ellos consistían en familias primitivas de indios aleja-
dos en las montañas, familias que necesitaban relacio-
narse unas con otras y requerían una educación que
correspondiera a sus intereses vitales para que no se
continuara el abandono del campo.846
Este aislamiento social y la inexistencia de pro-
yectos para las actividades agropecuarias estaban em-
pobreciendo el campo. Las ciudades crecían de tal ma-
nera que entre los rancheros se estaba generando un
espíritu individualista que se contraponía con la necesa-
ria integración nacional.847 En mi exposición insistí en
la necesidad de rescatar a las comunidades rurales no
sólo desde el aspecto económico. Debería considerarse
una emergencia social, moral, cívica y política, impos-
tergable.848 En esa ocasión referí algunas experiencias
que había observado en los Estados Unidos, donde se
probaba que era viable llevar a cabo un proyecto de
educación rural eficiente.
Inicié la charla por el concepto de escuela rural
desentrañando desde su origen latino para definir qué
son las escuelas del campo y de modo particular las
escuelas de los campesinos que viven principalmente
de la agricultura. Quise hacer este señalamiento porque
en el sistema había confusión entre escuelas de hacien-
das, pueblos y rancherías. O bien, se seguían denomi-
457
nando algunas veces como escuelas de primera, de se-
gunda, mixtas, rudimentarias o de indios. Toda esta
confusión llegaba a establecer que sólo las escuelas
superiores eran urbanas, “creyendo que sólo pueden ser
rurales las escuelitas de pobres de dos o tres años esco-
lares”.849 Todo ello ha traído una serie de inexactitudes,
por ejemplo: las escuelas de Xochimilco que debieran
denominarse rurales se clasifican como urbanas porque
tienen seis años escolares y las de Tlaxcala que apenas
tienen un pobre desarrollo se ubican como urbanas. 850
461
Parte esencial de esta nueva escuela es el Método
de Proyectos. ¿Pero en qué consiste este método? Em-
pecé por definirlo. “Proyecto, en educación, es una ac-
ción sencilla o múltiple, motivada por un problema de
la vida real o que se le asemeja, y desarrollada en su
propia situación natural hasta la completa solución del
problema”. Si nos fijamos, la palabra acción es la cla-
ve; si la quitamos, desaparece el proyecto, de esta ma-
nera el proyecto es acción.858
De esta forma la escuela entra en contacto con la
comunidad, el hogar, la industria para que todos coope-
ren por la mejor educación destinada a los jóvenes; de
ahí, proviene el sentido del sistema cooperativo. Re-
cordé que en Nueva York, en una escuela comercial,
los alumnos permanecían una semana en la escuela
mientras otros —alternándose— iban a colaborar en los
despachos comerciales.859
En la definición de proyecto la acción puede ser
sencilla o múltiple, es decir, simple o compuesta. Ello
depende del tipo de proyecto el que puede ser realizado
mediante una sola acción o varias organizadas; y así los
proyectos se derivan de los problemas que pueden ser
simples o complejos.860
Con tristeza miraba como la escuela se había ais-
lado de la vida real, convirtiéndose su enseñanza en
algo artificial y abstracto. No se enseñaba por la vida y
para la vida.861 Este método permitiría el razonamiento
y no sólo la adquisición de información.862
El papel del maestro tenía que ser sólo de con-
ductor y guía de la enseñanza:
Aquí, como en el caso de la selección de pro-
yectos, el maestro debe, por todos los medios, permitir
a los alumnos bastante libertad para observar, elegir,
462
arreglar y comprobar medios con referencia al proyec-
to en cuestión. Su intervención debe actuar sólo cuan-
do los alumnos hayan agotado todos sus posibles re-
cursos. Por tanto, planear, ejecutar y criticar deben ve-
nir de los alumnos y no de un bello expediente ideado
por el maestro.863
463
En el boletín de la Secretaría de Educación Públi-
ca, como ya arriba lo indiqué, se publicaron la serie de
conferencias que di en la Universidad durante los cur-
sos de verano y también las organizadas para los direc-
tores de educación rural y la enseñanza por la acción.
Después recibí un agradecimiento por parte del jefe del
Departamento de Enseñanza Primaria y Normal, J. Ar-
turo Pichardo, diciéndome que les había gustado mu-
cho mi participación.865
DOCENCIA EXTEMPORÁNEA
464
toy nombrado Miembro de la Comisión dictaminadora
que fallará sobre las conclusiones a que lleguen las
Comisiones Revisoras encargadas del reajuste del per-
sonal de esa Secretaría de Educación.
Mucho agradezco la distinción tan señalada que
se ha hecho en mí, al confiarme un cargo tan delicado.
Pero debo tener la sinceridad de manifestarle
que una comisión semejante no se aviene a mi carác-
ter, y que, por tanto, no es de mis circunstancias. Ne-
cesariamente tendrá que haber oposición entre las re-
soluciones de aquella Comisión Dictaminadora y los
intereses de muchos maestros. Y yo, retirado ya del
servicio activo y anhelando tranquilidad, no deseo
despertar viejas dificultades en que incurrí en la época
de mi actuación como miembro de esa Secretaría.
Le ruego tenga a bien aceptar esta excusa, que
no tiene doblez. Ya sabe Ud. que siempre he tenido
buena voluntad de prestar mi contingente, aunque es-
caso, a las labores de esa Secretaría y sus dependen-
cias, pero, al menos, en esferas que son de mi agrado y
de acuerdo con mis predicciones.
En consecuencia, sírvase aceptar mi renuncia.868
465
VIAJE A EUROPA, ASIA Y ÁFRICA, 1926-1928
467
llamado La Playa, un balneario bien organizado. Re-
gresamos al barco a las doce de la noche.
Al día siguiente seguimos el paseo y tomamos
tranvías más allá de la playa hasta las Marianas, donde
vimos mucha población negra. Los papeleritos gritaban
mucho y no les entendíamos nada porque hablaban un
castellano rápido y estropeado. En general los cubanos
son ruidosos y gritan en la conversación.
“La Habana es una bella ciudad tropical muy in-
teresante. Las calles de la ciudad antigua son notable-
mente estrechas. Pero la parte moderna está bien traza-
da. Su peso está a la par del dólar… El muelle más
concurrido es el Muelle Ruz. Las calles mas notables
son las de Galiano, Juan Clemente Zenea, la Habana,
etc. Tiene hermosos monumentos levantados a sus hé-
roes: Marti, Maceo; esta última es una estatua ecues-
tre”.871 Mata (así le decimos de cariño a Matilde chica)
estaba sorprendida de la belleza de la playa y pensaba
en sus hermanos y lo orgullosos que estarían echándose
clavados de un trampolín de veinticinco metros de altu-
ra, que se mira muy bien en la postal que mandó a Qui-
que (Enrique).872
Partimos de La Habana a las doce del día con una
brisa bastante fuerte de por medio no obstante el calor
seguía siendo intenso. Además de eso, todo dibujaba
buen tiempo pues el mar era una bella superficie tersa
de seda azul. Nos pasamos horas contemplando el hori-
zonte cómodamente sentados en las sillas reclinables de
cubierta.
El barco traía 620 pasajeros a bordo, 163 en pri-
mera clase, 56 en segunda, 59 en intermedia y 342 en
tercera clase. Nosotros tuvimos la fortuna de viajar en
468
primera clase y pudimos hacer interesantes contactos
con otros pasajeros.873
469
Yo tenía sesenta años cumplidos y ya pintaba ca-
nas, pero aún me sentía fuerte y lleno de entusiasmo de
emprender este viaje con mis dos Matildes.
470
Postal de La Habana.
471
Uno de los programas de actividades del barco, en éste aparece
Mme. Matilde Gómez Cárdenas en el baile “Gavotte Luis XV”.
477
El primero de septiembre amanecimos en París,
lo primero que hicimos fue poner un mensaje a Trini,
mi cuñada: “Llegamos bien, ayer. Saludos”.
480
Empezamos a tener nuestras clases de francés
con una señorita francesa llamada Mlle. Hebert, quien
vivía en la misma pensión. Mata y la Srita. Poulat em-
pezaron a ir a la Alianza Francesa. A Mata le costaba
trabajo sobre todo hacer las tareas, pero poco a poco
mirábamos como empezaba atreverse a charlar en fran-
cés. Yo, afortunadamente, conservaba algo del idioma
gracias a mi buen maestro, don José Levy del Liceo de
Varones de Colima, que me ayudó mucho.
482
Foto tomada por el propio Gregorio Torres Quintero del mausoleo
de Porfirio Díaz con las dos Matildes.
485
El resto del primer día lo dedicamos al paseo de
los ingleses. Nos llamó la atención la gente “chic” que
paseaba con mascotas raras (pericos, changuitos, ardi-
llas, perros japoneses) lo cual parece que es la moda.
Niza es una ciudad turística con multitud de hoteles
donde se ven más extranjeros que franceses. Nosotros
nos quedamos en la montaña, en una casita de la pen-
sión Jersey City; ahí están hoteles muy famosos como
el Alhambra, el Rivera, el Majestic y otros más.882
487
En Génova seguía el mal tiempo pero nos dimos
la oportunidad de conocer la casa donde se dice nació
Colón. Aquí nos encontramos con el licenciado Mo-
reno y su esposa, quienes fueron nuestros compañeros
de viaje en el trasatlántico Espagne. El veinticuatro
tomamos el tren a Milán, todo el camino estaba cubier-
to de nieve y en algunos lugares vimos una gruesa capa
de hasta cuarenta centímetros. Los techos de las casas
estaban totalmente cubiertos, un espectáculo nuevo
para nosotros. El horizonte se perdía y toda la llanura
era blanca. Durante el trayecto, mi pensamiento me
llevó a recordar con melancolía que ese día era el
aniversario de la Normal.
El tiempo seguía terrible. Seguimos el viaje rum-
bo a Venecia pasando por Padua, tierra natal de San
Antonio de quien son devotas las Matildes y mi querida
cuñada Trini, a quien seguramente le hubiera encantado
conocer este lugar.
Llegamos ya muy noche a Venecia, por lo que
decidí quedarnos en el hotel de la Gare (estación). Al
día siguiente, ya repuestos del largo camino del día an-
terior, visitamos el centro y, por supuesto, nos subimos
a una góndola. Sólo estuvimos un día en Venecia, Mata
estaba encantada, decía que soñaba con conocerla. En
la plaza de San Marcos daba de vueltas contemplando
todo, en especial, la maravillosa basílica de San Mar-
cos. La reconocía muy bien porque el Dr. Tejeda tiene
un gobelino de ella. Nos encantó el famoso “Ponto di
Rialto”;; es increíble la cantidad de puentes que hay,
de los que dicen que son trescientos sesenta y seis. A
mí me pareció “la ciudad del sueño” sin ruido, muy
tranquila.885
488
Al día siguiente partimos a Florencia, otra extra-
ordinaria ciudad, la tierra del arte, palacios, plazas y
museos incomparables. Aquí nos alojamos en el hotel
Parlamento. Hicimos varios recorridos: por la catedral,
la plaza de la Señoría, el Puente Viejo (donde se les
fueron los ojos a mis mujeres con la joyería de filigrana
en oro y plata con perlas y corales), la casa de Dante, la
plaza Víctor Manuel, el Museo Pitti, y el Museo o Ga-
lería de Ufizzi. Aquí también hubo carnaval y estaba
muy concurrido. Se nos acabó otro mes. Aquí nos que-
damos hasta el día tres de marzo cuando partimos a
Roma.
En Roma nos quedamos más días, valía la pena,
hay tanto que ver. Lo primero que hicimos fue ir al Va-
ticano a la Basílica de San Pedro, indescriptible. Lo que
más nos impresionó fue el altar papal donde está la
tumba de San Pedro; aquí únicamente el papa puede
decir misa. Recibimos la bendición del actual Papa Pío
XI el lunes siete de marzo.
489
El dieciséis de marzo partimos para Nápoles, ahí
nos quedamos en el hotel Universo. Nuestro principal
objetivo en esta ciudad era conocer las ruinas de Pom-
peya, la ciudad romana que fue sepultada por las ceni-
zas de la erupción del Vesubio. Subimos después al
volcán a caballo “hasta el labio del Vesubio, a diez me-
tros de la lava: a doscientos metros del cono en erup-
ción con humo y llamas…”886 . ¡Qué bárbaros! Segura-
mente nuestro contacto desde niños con el volcán de
Colima y la admiración que le teníamos a nuestros vol-
canes nos hizo temerarios; ese día terminamos medio
muertos de cansancio.
490
Postal con la imagen de la Gruta Azul en Capri.
491
En verdad estábamos en otro mundo. Como ha-
bíamos visto en el cine, los egipcios tenían barbas y
llevaban una especie de birrete rojo (fez) en la cabeza,
mientras otros llevan turbantes. Van bien cubiertos.
Ves muy pocas mujeres por las calles, y todas traen un
velo que sólo les deja ver los ojos. Encima de la nariz
entre los dos ojos tienen una especie de carrete.
Al día siguiente lo primero que fuimos a visitar
fueron las pirámides; anduvimos horas en camello aun-
que a las pirámides se llega en un tren eléctrico, y ya
cerca de ahí se toman los camellos. Tuvimos un muy
buen guía que nos trajo toda la mañana. Por la tarde el
mismo guía en coche nos llevó a conocer la ciudadela,
las mezquitas de Hassan y Mohamed Alí y las tumbas
de los mamelucos. Después fuimos al bazar árabe y al
egipcio. Al día siguiente fuimos a Heliopolis llamado
también Matariyah; ahí se encuentra el árbol de la Vir-
gen María. Se dice que cuando María y José andaban
huyendo de Herodes, fueron a Egipto y aquí se cobija-
ron bajo la sombra de un árbol que los protegió. Ade-
más ahí manó el agua que sació la sed de la Sagrada
Familia. Después ahí creció un abeto balsámico donde
llegan ahora multitud de peregrinos. Luego fuimos a
visitar las tumbas de los califas.
Por la noche salimos en el tren nocturno para Lu-
xor, donde visitamos sus ruinas por la mañana y por la
tarde Karnak donde está el templo construido por Ram-
sés III, que tiene ciento treinta y cuatro columnas en
una enorme extensión.
492
Las dos Matildes en Karnak, Egipto.
494
samos a Nazareth pasando por Monte Carmelo (Haifa)
hasta Beyrouth,890 adonde llegamos por la noche. Bey-
routh es un enorme puerto que entonces se encontraba
bajo el mandato de Francia.
495
Llegamos el lunes 18 a Constantinopla; no pudi-
mos bajar a tierra hasta el día siguiente. Sólo estaría-
mos un día completo, así que rentamos un coche tem-
pranito y visitamos la ciudad por tres horas; nos mara-
villó la gran Mezquita de Santa Sofía, por la tarde visi-
tamos el Bósforo y atravesamos el llamado Cuerno de
Oro en un bote. Salimos de Constantinopla a las diez de
la noche; estábamos tan impresionados de la histórica
ciudad que nos quedamos sobre cubierta para admirarla
por última vez.
496
Llegamos al puerto El Pireo y otra vez contába-
mos con muy poco tiempo, así que desembarcamos a
las seis de la mañana. Nos desayunamos y en seguida
nos pusimos en camino a la Acrópolis. A las ocho y
media ya estábamos admirando el Partenón. Rentamos
un automóvil que nos paseó durante cuatro horas por la
ciudad moderna y volvimos al barco a mediodía. El
vapor partía a la una en punto.
498
Creo que lo que más felices nos hizo en esos días
fue recibir toda la correspondencia atrasada. Les ha-
bíamos pedido a la familia que nos la enviaran ahí,
donde estaríamos varios días. Yo me puse un poco tris-
te porque fui el que menos cartas recibió. De alguna
forma las Matildes tienen más comunicación con Trini
y los muchachos. En fin, así es esta vida: los señores
siempre nos vemos tan adustos que sin querer nos vol-
vemos las figuras serias y austeras de la familia. De
cualquier forma, la cuñada me escribió que estaba
preocupada porque no se había podido registrar la pro-
piedad literaria de dos de mis libros (el primer y segun-
do ciclo del Método Onomatopéyico). También me de-
cía que había llegado bien la cristalería que habíamos
enviado desde Venecia.893
499
Al día siguiente fuimos en automóvil a San Fer-
nando, sitio emblemático del puerto habitado desde la
prehistoria y ahora es famoso porque ahí se promulgó
la Constitución de Cádiz, hecho que la convirtió en la
capital de toda España, tomando el nombre de San Fer-
nando en honor del entonces rey Fernando VII. Sin
duda, la historia de España había estado muy ligada a la
nuestra hasta ese momento, cuando México estaba en
los primeros años de la guerra de Independencia, te-
niendo a Fernando VII como nuestro último monarca
español.
506
Bayonne Francia, Le pont l’Esprit.
507
vimos largo tiempo sentados en el jardín frente a la ba-
sílica que es una joya. Nos regresamos a Pau ese mis-
mo día en el Express.
509
Aprovechamos para visitar el castillo que tiene
un bonito museo y visitamos el faro. Lo que sí disfru-
tamos mucho fue la comida. No sé si los baños, el aire
marino o la cocina francesa de la pensión pero que rico
la pasamos en este lugar.903
Ya teníamos un poco más del año viajando y el
19 de agosto otra vez nos teníamos que subir a un barco
que nos transportaría por el canal de la Mancha hasta
New Haven. El trayecto duró más o menos seis horas.
Llegamos a las siete y media de la tarde, Matilde y yo
bien mareados. Al día siguiente, emprendimos el viaje
a Londres donde nos quedamos en el hotel Eccleston
hasta el 29 de agosto.
Estuvimos en Londres más tiempo del programa-
do: un poco más de una semana. La ciudad es tan gran-
de, progresista y bulliciosa que era difícil de conocer en
unos cuantos días. Tiene un movimiento increíble, can-
tidad de coches de motor y aún muchos jalados a caba-
llo, lo que resulta una curiosa combinación. Es una ciu-
dad que tiene fama de tener una neblina casi permanen-
te; sin embargo, tuvimos suerte y en general nos hizo
muy buen tiempo. Estuvimos en el céntrico Piccadilly
Circus, visitamos la abadía de Westminster donde ad-
miramos las tumbas de los reyes y de otros importantes
ingleses, poetas, arquitectos músicos, etc. Visitamos las
casas del Parlamento y estuvimos en las cámaras de los
Lores y los Comunes. El edificio es grandioso y está a
la orilla del río Támesis. Admiramos el famoso reloj de
la torre del Parlamento; el cuadrante del reloj mide 26
metros de circunferencia y el sonido de la campana se
oye a varias millas de distancia. Otro día fuimos a visi-
tar el Palacio de Cristal en Upper Norwood construido
para la gran exposición de 1851. Es un enorme pabe-
llón de hierro y cristal de medio kilómetro de largo,
510
137 metros de ancho y 34 metros de alto, donde se ex-
hibieron hasta elefantes. Por cierto, nos fuimos en uno
de los autobuses de dos pisos; Mata quiso que nos
subiéramos al segundo piso sin techo y fue un delicioso
paseo por ser un día espléndido. El paseo duró una hora
y en todo ese tiempo nunca vimos el final de la ciudad.
512
Matilde aprovechó para visitar al médico que la
encontró muy bien. Ya no le duele para nada el cuadril
ni la cadera, aunque tuvo que tomar varias cajas de Sto-
fán, y para que no le dañara el estómago tomó mucha
agua de Vichy. Yo también caí enfermo. El médico me
prohibió salir de París, y como el invierno se acercaba,
decidimos ya no ir a Alemania. Tuvimos invitación a la
boda de María Maldonado con Eugene Crombach en la
iglesia de Passy, adonde muy contentos asistimos.
514
carretas que traían las mercancías de la famosa Nao de
la China.
REGRESO A LA COTIDIANIDAD
517
Para la toma de posesión de la nueva mesa direc-
tiva de 1930 organizamos una velada literaria musical
en el salón cívico Álvaro Obregón, del expalacio muni-
cipal, ahora sede del Distrito Federal. El evento fue el
sábado 18 de enero a las diez y media, durante el cual
leí el informe del año anterior cuando era presidente
(inicialmente había sido el vicepresidente). Hubo una
excepcional concurrencia, unas quinientas personas. En-
tre éstas distinguidos decanos del magisterio, estuvieron
el señor Manuel Cervantes Imaz, Emilio Bravo, Miguel
Oscoy y Lázaro Pavia; entre las maestras Ester Huidobro
de Azúa, María Miranda, Delfina Rodríguez, Adelaida
Mann y Guadalupe Tello Meneses.907
519
en una sola ilusión, en una sola esperanza, formando
todo eso el sello de nuestra existencia. Y llegan a la
puerta aquellas cosas que dejamos afuera, y tocan, y
llaman, y entran; y entonces nos sentimos tan ligados
a ellas, que nos consideramos incompletos y sólo pen-
samos que somos una ráfaga del todo armonioso que
se llama vida.
Los honores póstumos rendidos o consagrados a
los grandes hombres no son, para muchos, mas que
ejemplos para los vivos, estímulos para los jóvenes y
quizás esperanzas para los que no hayan alcanzado en
su tierra la consagración de profetas.909
522
ticos, cuando teníamos una lengua fonética que admite
fácilmente la enseñanza.
523
le manifestaba mi desacuerdo con la adopción de los
nuevos métodos.918
524
NO OBSTANTE SEGUÍ PUBLICANDO
528
cerme las aplicaciones de radio, las primeras las recibí
durante diez días seguidos; entonces fue cuando empe-
cé a sospechar cuál era mi mal, aunque continué disi-
mulando la posibilidad de no ser definitivo
530
Esquela del fallecimiento de Gregorio Torres Quintero, AHEC,
fondos especiales, colección Gómez Cárdenas, GTQ, caja 2,
exp. 46, 29 enero 1934.
531
NOTAS A LA INTRODUCCIÓN
1 Paul Valery, 1945, Regards sur le monde actuel, p. 39. Traduc-
ción de la autora. “L’histoire est le produit le plus dangereux que
la chimie de l‘intellect ait élaboré. Ses propriétés son bien co nnu-
es. Il fait rêver, il enivré les peuples, leur engendre de faux so uve-
nirs, exagère leurs réflexes, entretient leurs vieilles plaies, les
tourmente dans leur repos, les conduit au délire des grandeurs ou à
celui de la persécution, et rend les nations amères, superbes, in-
supportables et vaines. L’histoire justifie ce que l’on veut. Elle
n’enseigné rigoureusement rien, car elle contient tout, et donne des
exemples de tout.”
2 Parecía que el nombre y el sujeto se me aparecían de continuo,
una caja con fotografías y postales, y una caja grande con otros
materiales como libros, su bastón, su portafolio, sus pasaportes, de
él y Matilde, entre lo más importante.
5 François Dosse, 2007, El arte de la biografía, p. 195.
6 Ibídem, p. 268.
7 François-Xavier Guerra, 1995, México: del Antiguo Régimen a
la Revolución, p. 127.
533
8 Jorge Garibay Álvarez, Don Gregorio Torres Quintero, prototipo
del educador mexicano, p. 11.
9 François-Xavier Guerra, 1995, México: del Antiguo Régimen a la
Revolución, p. 171.
10 Como Miriam E. Maciel Jara, quien en su tesis de maestría en
la Revolución, p. 380-381.
15 Ibídem, p. 428.
16 Ibídem, p. 61.
17 Ibídem, p. 124.
18 Ibídem, p. 22.
19 AHEC, Periódico Oficial El Estado de Colima, 2 de mayo de
1, p. 1.
21 Josefina Vázquez de Knauth, 1970, Nacionalismo y educación
en México, p. 3.
22 Simón Villanueva Villanueva, 1987, "El maestro rural en la
534
pondería hoy a la manzana comprendida entre Independencia, Av.
Francisco J. Mina, 16 de septiembre y Moctezuma. Algunos de sus
biógrafos, dan como dirección de la casa donde nació, 5 de mayo
134. Sólo Jorge Garibay anota el número 138, pero tal vez sea un
error, porque en la actualidad existe una placa en el número 134,
donde se indica que ahí nació.
26 Gregorio Torres Quintero menciona esta inundación en 1865,
Colima, p. 46-47.
33 Periódico Oficial El Estado de Colima, 24 de octubre de 1896,
Núm. 43 P. 171
34 Roberto Huerta Sanmiguel, 2006, Los edificios de la provincia
de Colima, p. 90.
35 FR-BN Revista Educación, “El maestro don GTQ fue jubilado”,
lima el 18 de junio de 1906. Esta carta nos hace pensar en que tal
vez eran medios hermanos, pues habla de su madre Gertrudis y
535
también menciona su madre Ignacia, en esos tiempos fue posible
llamar madre a dos distintas, quizás la biológica y la que lo cuidó.
La carta se encuentra en: AHEC, Fondos especiales, GTQ, caja 4,
Exp. 24.
39 Cuento “Los volcanes de Colima” en Gregorio Torres Quintero,
117.
42 El poema publicado más antiguo, del que tenemos noticia, fue
se escribe Corbière.
49 Manuel Velasco Murguía, comenta esta experiencia en el capít u-
tomando el vapor “Colima”, por la laguna de Cuyutlán, en Servan-
do Ortoll, 1988, Colima textos de su historia 1, p. 392. Viajero que
visitó México durante los años 1873-1874, llegó por Manzanillo.
536
53 Periódico Oficial El Estado de Colima, 4 de agosto de 1871,
Tomo V, Núm. 31, p. 248.
54 Alfonso de la Madrid Castro, 1999, Haciendas y hacendados de
Colima, p. 48-49.
55 Francisco Hernández Espinosa, 1959, “Datos biográficos de don
página 287, nos dice como le gustaba de niño oír las historias de
leyendas. “La piedra de Juluapan” es u no de los cuentos p referidos
y más conocidos de él, la autora utiliza la edición de 1998 y el
cuento “La piedra de Juluapan” está entre las páginas 35 a la 46.
538
73 El cuento se titula “Un drama salvaje”, donde efectivamente el
marido encontró en el vientre del animal restos de su esposa; los
del niño la madre los había salvado y arrojado a la orilla del río
Armería durante la lucha con el cocodrilo. Gregorio Torres Quin-
tero, 1998, Cuentos Colimotes, pp. 9-18.
74 La tuba es una bebida que se saca de la sabia de la palma de
cocos.
75 Del náhuatl ameyalatl significa manantial (Torres Quintero,
ciudad de las palmas” en Gregorio Torres Quintero, 1998, Cuentos
Colimotes, p. 108.
79 Un día de paseo en las huertas se narra a partir de “La ciudad de
540
naturas comunes en todas las escuelas de esta época. (Meneses
Morales, 2003, Tendencias educativas oficiales en México, 1821 -
1911, pp. 120-122)
96 Este interesante discurso se encuentra manuscrito por el propio
Núm. 1, p. 3-4.
126 Ibídem, 25 febrero de 1881, Núm. 4, pp. 91-92.
127 Gregorio Macedo López, “Gregorio Torres Quintero 1866-1934
295.
136 El sitio en realidad se llama Rancho de Villa, solo que los c o-
varios colores que se cortaba del tamaño del Cristo del Rancho de
Villa, se vendían a cuartilla y a veces a medio real. Gregorio To-
rres Quintero, “El retablo del padre Pinto” de su libro 1998, Cuen-
tos Colimotes, p. 297.
140 Ibídem, pp. 297-300.
141 Ibídem, pp. 300-308.
142 AHEC, caja 408, cuando yo lo consulté no estaban foliados los
p. 131-132.
148 Genaro Hernández Corona, 2004, Gregorio Torres Quintero su
través de sus constituciones”, p. 71. Consultado en la página: bi-
blio.juridicas.unam.mx/ lib ros/1/8/9.pdf, el 9 de junio de 2012.
151 Adolfo Kebe, murió en esos años en Guadalajara. Periódico
544
1883, no pudo identificarse la página por estar en resta uración.
152 José Oscar Guedea y Castañeda, Las haciendas en Colima, …
1999, p. 209.
153 José Oscar Guedea y Castañeda, Las haciendas en Colima, …
1999, p. 239-242.
154 Periódico oficial El Estado de Colima, tomo IV, Núm. 46, 17
ma.
170 María de los Ángeles Rodríguez Álvarez, 2007, “El Liceo d e
547
orden, de acuerdo a los conocimientos alcanzados, lo que determi-
naría el nivel educativo donde trabajaría el profesor. Los de primer
orden se quedaban en las escuelas u rbanas, los de segundo orden
en las poblaciones más pequeñas y los de tercer orden se iban a los
ranchos, haciendas, lo que correspondería de alguna forma a los
profesores rurales.
183 AHEC, Fondo siglo XIX, caja 463.
184 El libro de Bernardino del Razo “Teneduría de libros por part i-
549
llo, que dirige a las Augustas Cámaras, 12 p. (FR-BN Colección
Lafragua 31). Se completaron datos con la descripción que hizo
Eduardo Harcot, en su obra “Noticias geográfico políticas del
territorio de Colima…”, citado por Servando Ortoll, 1996, Noti-
cias de un Puerto viejo Manzanillo y sus visitantes siglos XIX y
XX, p. 76.
209 Actualmente existe el ansiado canal, en otro lugar. Ahora hay
1895-1901, p. 26.
213 Aunque en el poblado de Manzanillo, años después, comenta
1864, dice “haciendo labores de espionaje para el gobierno juaris-
550
ta” en Servando Ortoll, Dulces inquietudes, amargos desengaños.
Los colimenses y sus luchas en el siglo XIX, p. 259.
217 Gregorio Torres Quintero, 1998, “Notas y paisajes de Manzan i-
atardecer en su cuento “El Guapo” de su lib ro 1998, Cuentos Co-
limotes, p. 47.
219 Manuel Velázquez Andrade, 1975, Remembranzas de Colima
1895-1901, p. 25.
220 Gregorio Torres Quintero, 1998, “Notas y paisajes de Manzan i-
1895-1901, p. 36.
225 Gregorio Torres Quintero, 1998, “La pesca del tiburón”, Cuen-
1998, p. 192.
229 Carlos Elio Brust Victorino, 1993, Manzanillo. Su historia,
551
1895-1901, p. 213.
232 Ibídem, p. 36.
233 Gregorio Torres Quintero, 1998, “Notas y paisajes de Manzan i-
1895-1901, p. 26.
250 Victoriano Guzmán fue alumno del Liceo de 1874 a 1876 y se
554
276 Descripción que hacen del maestro Carlos A. Carrillo; Gregorio
Torres Quintero y Daniel Delgadillo en el libro compilado por
ellos: 1907, Artículos Pedagógicos, México, Herrero Hermanos,
Sucesores, Tomo 1, pp. VII-X.
277 Ibídem.
278 Ibídem.
279 Ibídem, Tomo 1, pp. XXXVI.
280 Concepción Jiménez Alarcón, 1998, La Escuela Nacional de
exp. 3, f. 15.
287 Ibídem, Gregorio Torres Quintero, discurso fúnebre en honor a
de febrero de 1891,
294 Gregorio Torres Quintero, “La madre India” Imitación de Ch a-
de agosto de 1892
305 AHEC, Fondo siglo XIX, caja 463 (no se encontró org anizada,
556
de marzo de 1892
307 Roberto Huerta Sanmiguel, 2006, Los edificios en la provincia
México, Páginas del Siglo XX “Club del libro colimense, p. 62.
310 Existe divergencia en la escritura de su apellido. En las fuentes
de 1891, p. 201.
322 Esta Escuela estuvo en la hoy calle Gregorio Torres Quintero y
557
de mayo de 1892.
327 “Discurso pronunciado por el Sr. Gregorio Torres Quint ero,
558
346 AHEC, Fondo siglo XX, Exp. 1919, legajo 933 A. Hoja de
servicios de Gregorio Torres Quintero expedida el 20 de septie m-
bre de 1920 por el gobernador Miguel Álvarez García.
347 AHEC, Fondo S. XIX, cajas 581 Y 582. Se nombra al profesor
cajas 44, exp. 24 y caja 45 exp. 2, 9.1, 9.2, las fechas son: 10 de
febrero, 24 de marzo y 1 de septiembre de 1897. Las firma Greg o-
rio Torres Quintero como jefe de sección y los documentos están
realizados de su puño y letra.
350 Manuel Velázquez Andrade, 1975, Remembranzas de Colima,
pp. 195-196.
351 Ibídem, pp. 75, 77-78. Todas las citas literales de este párrafo,
210.
353 Para mayor información sobre “Moral práctica” se recomienda
560
371 Ibídem.
372 François-Xavier Guerra, 1995, México: del Antiguo Régimen
a la Revolución, pp. 310-311.
373
http://www.mexicomaxico.org/Tranvias/ESTACIONES%20FC/Es
taciones.htm#colonia, consultado el 14 de abril de 2012.
374 Este hotel lo ubiqué en el plano 7 del AHDF de 1885-1886,
p. 32.
390 Guillermo Tovar y de Teresa, 1991, La ciudad de los Palacios:
561
Enseñanza Primaria, Tomo 1, Núm. 4, 15 de agosto de 1901, pp.
57-58.
392 Gregorio Torres Quintero, “Un Espejo de muchos maestros”,
p. 55.
399 HNDM, El Diario del hogar, 27 de septiembre de 1902, siste-
ma 2.
400 AH-SEP, Fondo Secretaría de Justicia e Instrucción Pública,
caja 9, exp. 70, documento 1488, 1913. Y caja 9, exp. 73, 1914.
426 Ibídem, caja 2, exp. 7, marzo 1904, núm. 266 (2 fojas).
427 Ibídem, caja 1, exp. 3, del 25 de septiembre de 1902.
428 Arquitecto constructor de varios importantes edificios en la
grafía GTQ”.
442 Este texto apareció publicado en el Cd “Qui, qui ri qui no quie-
http://www.bicentenario.gob.mx/bdb/bdbpdf/ElTeatroDeGeneroC
hicoEnLaRevolucionMexicana_Tomo-
I/ElTeatroDeGeneroChicoEnLaRevolucionMexicana_Tomo -I-
Cap02.pdf
450 AHEC, Área biblioteca, Colección de libros don ados por la
Revolución, p. 170.
453 Datos tomados de “La Escuela Mexicana”, Estado de la Ins-
p. 18.
463 HNDM, La Enseñanza Primaria, “¿Qué era el Orbis Pictus de
pp. 225-230.
Para mayor información sobre el tema, se puede co nsultar: Aguirre
Lora, Ma. Esther y María de los Ángeles Rodríguez, “El método
onomatopéyico un diálogo a la distancia de Gregorio Torres con
Comenio”, en Memoria, conocimiento y utopía, noviembre 2009,
núm. 5, año 13, pp. 51-73
466 La Enseñanza Primaria, 1 de septiembre de 1908, p. 80.
467 Gregorio Torres Quintero, 1907, Como defendió D. Abraham
Castellanos su "criterio", p. 4.
566
468 La Enseñanza Primaria, 1 de agosto de 1907, pp. 40-41
469 Ibídem, 12 de julio de 1906, pp. 81, 86 y 88.
470 Boletín de Instrucción Pública, 20 de noviembre 1904, p. 49.
p. 413.
486 La Enseñanza Primaria, 15 marzo 1908.
487 AH-UNAM, Fondo Ezequiel A. Chávez, caja 28, exp. 36, 14
la Revolución, p. 170.
497 www.bicentenario.gob.mx/.../... El teatro de género chico en la
y su política desde esta cita hasta el final del capítulo, son de Gre-
gorio Torres Quintero La Patria mexicana, tercer ciclo, de 1923.
Edición muy posterior al comienzo de la Revolución, donde podría
568
Torres Quintero haber expresado una pos ición en contra de don
Porfirio y su régimen, lo que no hace, como se puede apreciar e n
estos párrafos, pp. 401-406.
abril 1911.
513 Ibídem.
514 Gregorio Torres Quintero, 1911, Política colimense: apuntes
1911.
519 Ibídem, Carta de Roque Salazar, caja 4, exp. 15, del 28 de abril
1911.
520 Ibídem, carta de Agustín Palencia, caja 3, exp. 74, del 24 de
abril 1911.
521 Ibídem, cartas de; Apolinar Ocaranza, caja 3, exp. 66, del 24 de
abril 1911; carta de Nicolás Pallares, caja 3, exp. 78, del 1 de ma-
yo 1911; carta de Pedro B. S., caja 4, exp. 11, del 1 de mayo 1911;
Carta de Pedro A. Rodríguez su ex – discípulo, caja 3, exp. 97, 9
de mayo 1911; carta de (Paco) Silva, caja 4, exp. 8, 9 de mayo
1911
522 Ibídem, carta de Blas Ruiz, caja 3, exp. 110, del 26 de abril
1911.
523 Ibídem, carta de Felipe L. Rodríguez, caja 3, exp. 94, del 27 de
abril 1911.
524 Ibídem, carta de Ignacio Escoto, caja 2, exp. 21, del 1 de mayo
1911.
525 Ibídem, carta de Rafael Rodríguez, caja 3, exp. 98, del 1 de
mayo 1911.
526 Ibídem, carta de Graciano Valenzuela, caja 4, exp. 35, del 5 de
mayo 1911.
527 Ibídem, carta de Agustín Palencia, caja 3, Exp. 76, 6 de mayo
1911.
528 Ibídem.
529 Para hacer esta lista me basé en el número de cartas y la calidad
570
535 Ibídem, Voto de adhesión al gobierno de Gregorio Torres Quin-
tero, lo firman muchos conocidos del ámbito educativo, con varias
fechas: 15 de mayo de 1911, pp. 1,4; 16 mayo 1911, p. 2; 17 de
mayo 1911, p. 1, 4; 20 mayo 1911, p. 4; 22 mayo 1911 y 1 de
junio 1011.
536 AHEC, Fondo GTQ, carta de Agustín Palencia, caja 3, exp. 77,
9 de mayo 1911.
537 Gregorio Torres Quintero, 1911, Política colimense: apuntes
24 de mayo 1911.
546 Gregorio Torres Quintero, 1911, Política colimense: apuntes
26 de mayo 1911.
548 Ibídem, Telegrama F. Santacruz caja 4, exp. 65, 29 de mayo
1911.
549 Ibídem, carta de Roque Salazar, caja 4, exp. 10, 2 de junio
1911.
550 Ibídem, carta de Ysidro Rivera, caja 3, exp. 86, 27 de mayo
1911.
551 Ibídem, telegrama de Blas Ruiz, caja 4, exp. 63, 28 de mayo
1911.
552 Ibídem, borrador de la primera carta enviada al presidente pro-
571
sional Francisco León de la Barra por Gregorio Torres Quintero,
caja 2, exp. 24, folios del 1 al 5.
554 Ibídem, dos cartas del presidente provisional Francisco León de
1911.
558 Ibídem, carta de Francisco Santa Cruz, caja 4, exp. 6, 28 de
mayo 1911.
559 Ibídem, carta del profesor Jebronio Mora Saldaña, caja 3, exp.
1911.
564 Ibídem, carta de Santiago Hernández Meza, caja 2, exp. 20, 30
de junio 1911.
565 Ibídem, Carta de M. Medina Leal, caja 3, exp. 31, 3 de junio
1911.
566 Ibídem, carta de Emilio Vázquez Gómez, caja 4, exp. 37, 3 de
junio 1911.
567 Ibídem, borrador de Torres Quintero de una carta a Emilio
1911.
570 Ibídem, carta de Alfredo Levy, caja 3, exp. 26, 27 de junio
1911.
571 Ibídem, carta de Alfredo Levy, caja 3, exp. 25, 14 de junio
1911.
572 Ibídem, carta de J. Cruz Morales, caja 3, exp. 54, 14 de junio
1911.
573 Ibídem, carta de Valentinio Reyes Torres, caja 3, exp. 84, 26 de
junio 1911.
574 Ibídem, carta de C. R. López de Tecomán, caja 3, exp. 23, 20
de junio 1911.
572
575 Ibídem, carta de Blas Ruiz, caja 3, exp. 103, 14 de junio 1911.
576 Ibídem, carta de Daniel Inda, caja 3, exp. 20, 25 de junio 1911.
577 Gregorio Torres Quintero, 1911, Política colimense: apuntes
junio 1911.
581 Ibídem, exp. 39, 29 de junio 1911.
582 Ibídem, carta de Santiago Hernández Meza, caja 2, exp. 20, 27
de junio 1911.
583 Ibídem.
584 Ibídem, carta de Juana Urzúa, caja 4, exp. 26, 29 de junio 1911.
585 Ibídem, carta de Santiago Hernández Meza, caja 2, exp. 20, 30
de junio 1911.
586 Ibídem, 1 de julio 1911.
587 Ibídem, carta de Alfredo Levy, caja 3, exp. 27, 11 de julio
1911.
588 Ibídem, carta de Blas Ruiz, caja 3, exp. 105, 30 de junio 1911.
589 Ibídem, carta de Juan Rivera, caja 3, exp. 90, 5 de julio 1911.
1911.
593 Ibídem, carta de Espiridión Virgen, caja 4, exp. 41, 14 de julio
1911.
594 HNDM, La Escuela Mexicana, p. 97, 20 julio 1911, p. 97.
595 AHEC, Fondo GTQ, carta de Pedro Zamora, caja 4, exp. 53, 20
de julio 1911.
596 Ibídem, carta de J. Cruz Morales, caja 3, exp. 38, 22 de julio
1911.
597 Ibídem, carta de M. Medina Leal, caja 3, exp. 32, 22 de julio
1911.
598 Ibídem, carta de Pedro Zamora, caja 4, exp. 52, 22 de julio
1911.
573
599 Ibídem, telegrama de Blas Ruiz, caja 4, exp. 68, 23 de julio
1911.
600 Ibídem, telegrama de Pedro Zamora, caja 4, exp. 69, 23 de julio
1911.
601 Ibídem, carta de Manuel Velasco, caja 4, exp. 32, 24 de julio
1911.
602 Ibídem, telegrama de Blas Ruiz, caja 4, exp. 72, 24 de julio
1911.
603 Ibídem, telegrama de Blas Ruiz, caja 4, exp. 71, 26 de julio
1911.
604 Ibídem, telegrama de Emilio Vázquez Gómez, caja 4, exp. 70,
29 de julio 1911.
605 Ibídem, carta de Manuel Velasco, caja 4, exp. 33, 4 de agosto
1911.
606 Ibídem, carta de M. Medina Leal, caja 3, exp. 33, 13 de agosto
1911.
607 Ibídem, carta de Santiago Hernández Meza, caja 2, exp. 20, 11
de septiembre 1911.
608 Ibídem, carta de Alfredo Levy, caja 3, exp. 24, 14 de agosto
1911.
609 Ibídem, carta de M. Medina Leal, caja 3, exp. 34, 22 de agosto
1911.
610 Ibídem, carta del Lic. José de J. Orozco, caja 3, exp. 69, 1 de
noviembre 1911.
611 Ibídem, esquela de fallecimiento de Tránsito González, caja 2,
1911.
613 Gregorio Torres Quintero, 1911, Política colimense: apuntes
de noviembre 1911.
615 FR-BN, carta a Heliodoro Valle del 26 de octubre de 1928, f. 5.
616 AHBENP de Toluca, revista El magisterio, p. julio 1966, notas
sobre su vida.
617 HNDM, El diario del hogar, 24 septiembre, p. 1, 25 de sep-
575
aniversario de la Escuela Normal.
632 Ibídem.
633 Ibídem, caja 4, exp. 46, carta de M. Vázquez del 7 de marzo de
1912.
634 Ibídem, caja 3, exp. 22, carta de G. L. de Llergo del 23 de octu-
bre de 1912.
635 Para Instrucción Rudimentaria tomé gran parte de lo p ublicado
en México, p. 302.
647 “Culpable abandono de las escuelas rurales”, La Enseñanza
así, “Como se sirvió Ud. indicármelo ayer, en virtud de la difere n-
cia de ideas que dijo Ud. existía entre nosotros en lo que respecta
al servicio de la Instrucción Rudimentaria en la República, tengo a
honra enviar a Ud., por medio de la presente, la formal renuncia
del cargo de Jefe de la Sección de Instrucción Rudimentaria en la
Secretaría del digno cargo de Ud.”
662 Datos tomados del libro, La Patria Mexicana, 1923, pp. 411-
413,
663 Alberto Arnaut, 1998, La federalización educativa en México,
Morales.
674 Ibídem, caja 2, exp. 20, 9 de abril 1913.
675 Ibídem, caja 3, exp. 58 y 59 del 6 y 10 de abril 1913 de Augu s-
to L. Morrill.
676 Ibídem, caja 4, exp. 59, 24 de abril de 1913.
677 FR-BN, Carta de GTQ a Heliodoro Valle, registro VI [992
208.
679 AH-UNAM, Fondo Ezequiel A. Chávez, Sec. Secretaría de
579
en la revista como su domicilio en la calle de Edison No. 45.
682 Testimonio de escritura de testamento publico de la Sra. Matil-
http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080010924_C/1080010925_T2/10800
10925_58.pdf, consultado el 5 de abril 5, 2012.
684 Ahora ha desaparecido la casa, y en esta dirección se e ncuentra
Factura.
686 En México se denomina así a un pequeño patio trasero en las
casas.
687 Genaro Hernández Corona, 2004, Gregorio Torres Quintero su
folio 185.
"La Secretaría de Instrucción Pública, atendiendo a los méritos que
en Ud. concurren como Pedagogo para trabajar por la organización
y progreso de la enseñanza en la península yucateca, ha tenido a
bien, por acuerdo del C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalis-
ta, Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión, recomendarlo para
desempeñar el cargo de Jefe del Departamento Educativo en el
Gobierno de Yucatán y, con tal objeto se le autoriza para aceptar
ese empleo, considerándolo siempre dentro de los servidores de la
Federación para todos los efectos legales, esp ecialmente, el refe-
rente a pensiones y jubilación. Lo comunico a Ud. para su cono-
cimiento", 18 de abril de 1916, firma de Félix F. Palavicini.
689 Agradezco al colega Freddy Espadas Sosa haberme enviado su
580
692 Ibídem, p. 92.
693 Toda esta reflexión sobre la Gran Guerra, la tomé de una esp e-
cie de editorial que hizo Gregorio Torres Quintero titulada “Pro s-
pecto” en el primer número de la revista, Yucatán Escolar, Vol. 1,
Núm. 1, diciembre 1917, pp. 3-4.
694 Ibídem.
695 Información tomada de la descripción que hace el general A l-
Folio 156.
724 Gregorio Torres Quintero, La escuela por la acción y el método
Escolar, Vol. II, agosto 1918, Núm. 3, p. 115. Las curs ivas están
en el original.
727 Freddy Espadas Sosa, 2008, Política Educativa y Revolución:
Quintero a los Estados Unidos, está tomada de su “Informe Gen e-
ral del jefe de Educación Pública acerca del viaje que hizo por los
Estados Unidos del Norte”, Yucatán Escolar, en dos partes, la
primera en el Vol. 1, Núm. 1, Dic. de 1917, pp. 11-19. Y la segun-
da en el Vol.1, Núm. 2, enero 1918, pp. 3-13. Cuando se utiliza
otra fuente se refiere en el texto.
742 Tomado de Ma. Teresa Bermúdez de Brauns, 1985, Bosquejos
En ingles es “Up from slavery” y su traducción debiera ser: “Arri-
ba desde la esclavitud”. Gregorio Torres Quintero, La escuela por
la acción y el método de proyectos, México, Publicaciones de la
Secretaría de Educación Pública, tomo IV, No. 18, 1925, p. 42.
583
747 Gregorio Torres Quintero, La escuela por la acción y el método
de proyectos, México, Publicaciones de la Secretaría de Educación
Pública, tomo IV, No. 18, 1925, p. 42.
748 Gregorio Torres Quintero, “Una Escuela Interesante, en la Isla
584
NOTAS CAPÍTULO DÉCIMO
760 Gregorio Torres Quintero, “Informe General, correspo ndiente
al ramo de Educación Pública en el estado de Yucatán, durante el
año escolar de 1917-1918”. Yucatán Escolar, agosto 1918, Vol. II,
Núm. 3, p. 151.
761 AHEM, fondo Educación, caja 34, exp. 32, folio 14, del 5 de
enero de 1919.
762 AH-CBENP, exp. 2009, año 1920, fojas 2 a la 8. Es un informe
23 de mayo de 1919.
767 Alberto Arnaut, 1998, La federalización educativa en México,
585
15 de junio de 1919.
769 AHEM, Educación, Actas del Consejo Universitario, caja 11,
de enero de 1920.
773 AH.CBENP, Alfonso Sánchez García, Primer centenario del
cia 72, 1920, fs. 12-13. Silvina Jardón, en circular, pide a los
maestros concurran el 3 de febrero a las 11 a.m., al salón de actos
de la Escuela, para la presentación del profesor Gregorio Torres
Quintero como Director del Plantel.
778 AH-CBENP, Referencia 2009, Informe Anual 1920, foja 3.
779 AHEM, Fondo Educación, caja 12, exp. 11, está su nombra-
7 de 1920.
785 AHEM, fondo Educación, caja 32, exp. 32, foja 120, documen-
Quintero.
797 “Ley Smith - Hughes - Fue aprobada por el Congreso de Esta-
del lugar donde se encuentra este info rme. Él que pude digitalizar
completo gracias a las facilidades que se me dieron en el Archivo
Histórico de la ciudad de México, del Fondo Ayuntamiento de
México-GDF, volumen 2671, 125 fs.
809 Toda La información fue tomada del informe de GTQ, anterior.
f. 96.
811 Ibídem, folio 8 (12) tiene dos paginaciones.
812 Ibídem, folio 23, no tiene otra paginación.
813 Ibídem, folio 28.
814 Ibídem, folios 34-35.
815 Ibídem, folios 37-38.
816 Ibídem, folios 38-40.
817 Ibídem, folio 40.
818 Ibídem, folio 41.
588
819 Ibídem, folio 46.
820 Ibídem, folio 49.
821 Ibídem, folio 56.
822 Gregorio Torres Quintero, “Los alumnos retrasados: algunas
folio 89.
824 Ibídem, folio 94.
825 Ibídem, folio 95.
826 Engracia Loyo, 1999, Gobiernos revolucionarios y educación
589
cación, mayo 1923, tomo 2, pp. 46-54.
837 Gregorio Torres Quintero, 1921, México hacia el fin del virrei-
nes de las escuelas rurales”. Conferencia s ustentada ante el Congre-
so de Directores Federales de Educación. Boletín de la Secretaría
de Educación Pública. Tomo IV. N° 2, pp. 206, 211.
847 Ibídem, p. 207.
848 Ibídem, p. 209.
849 AH-SEP, Boletín de la Secretaría de Educación Pública, Tomo
590
de proyectos, México, Publicaciones de la Secretaría de Educación
Pública, tomo IV, No. 18, 1925, p. 20.
855 Ibídem, p. 19.
856 Ibídem, p. 28.
857 Ibídem, p. 16.
858 Ibídem, p. 47.
859 Ibídem, p. 46.
860 Ibídem, p. 49.
861 Ibídem, p. 52.
862 Ibídem, p. 52-53, 56.
863 Ibídem, p. 77.
864 Este libro se encuentra en la colección de libros de Torres
sistema 188.
867 AH-SEP, Colección personal sobresaliente, expediente de Gre-
muertos.
885 Ibídem, caja negra, postales y fotos, legajo 5, exp. 1, folio 47,
27 febrero 1927.
886 Ibídem, folio 55, 20 marzo 1927. Este mismo comentario lo
7.
906 Tomo o vol. 52, pp. 289-303, 1931. Referencia que me propor-
593
cionó Juan Carlos Reyes.
907 AHEC, Fondos Especiales, GTQ, Caja 1, leg. 1, Exp. 4, f. 1-6.
908 Ibídem, Exp. 1, Discursos 2, Fúnebre a Lucio Tapia.
909 Ibídem, exp, 10, 23 de Julio de 1931.
910 Ibídem, caja 2, exp. 8, documento 5, 7 de enero de 1932.
911 Ibídem, caja 4, exp. 81, 31 de diciembre de 1929,
912 Datos tomados de “Radio y cotidianidad en México (1900-
Colima, entre los libros donados por Matilde Gómez una libreta
con dedicatorias de sus alumnos de 1905, las que se realizaron con
motivo de su cumpleaños, el 25 de mayo. La última la hizo Alfre-
do E. Uruchurtu.
916 En el Instituto José María Luis Mora de la ciudad de México,
anterior.
918 AH-UNAM, Fondo Ezequiel A. Chávez, Sección Secretaría de
594
nal, Fondo ERHE 1993, cartas a Heliodoro.
921 El método se editó hasta 1992 entonces por la ed itorial Patria,
1932.
928 Ibídem, exp, 44, Carta de E. Ceballos, 12 marzo de 1931
929 Ibídem, exp. 8, 25 de mayo de 1932.
930 Ibídem, documento núm. 2, 3 de marzo 1933.
931 AH-SEP, colección personal sobresaliente, expediente GTQ,
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Educación,
El Correo de las Señoras
El Diario del Hogar
El Faro
El Heraldo Del Hogar
El Imparcial
El Informador
El Niño Mexicano
El Renacimiento
La Educación Contemporánea (Colima)
La Educación Moderna (Colima)
La Enseñanza Moderna
La Enseñanza Objetiva
La Enseñanza Primaria
La Escuela Mexicana
La Ibería
Revista de Instrucción Pública
Yucatán Escolar (Yucatán)
ARCHIVOS
611
o Fondo Folletería.
o Fondo siglo XIX.
o Periódico oficial El Estado de Colima.
o Área biblioteca, Fondo Gregorio Torres Quintero.
Archivo Histórico del H. Congrego de Michoacán de Ocampo
Archivo Histórico del Municipio de Colima,
o Fondo Sevilla del Río
o Fondo siglo XIX
o Periódico Oficial El Estado de Colima.
Archivo Histórico del Poder Judicial, Colima.
o Fondo reservado, siglo XIX.
Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública
(ahora en el AGN)
o Fondo Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, Se c-
ción “Colección Personal Sobresaliente”, Expediente
Gregorio Torres Quintero.
Archivo Histórico de la Universidad Nacional A utónoma de
México.
o Fondo Ezequiel A. Chávez.
o Fondo Consejo Superior de Educación Pública
o Fondo Instrucción Pública y Bellas Artes
Archivo Histórico del Estado de México
o Fondo Educación
Archivo Histórico de la Ciudad de México
o Fondo Ayuntamiento de México-GDF
o Mapas y planos
Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional, área archivo.
Archivo Privado de Alejandro Gómez Padilla (nieto de Torres
Quintero, de uno de sus hijos adoptivos)
o Cuaderno de notas de su segundo viaje a Est ados Unidos
o Agenda de GTQ de su viaje a Europa, Asia y África.
Biblioteca de la Universidad Pedagógica Nacional
Biblioteca Pública de Jalisco
Centro de Apoyo a la Investigación Histórica de Yucatán
Hemeroteca Nacional Digital de México
SIGLAS Y ACRÓNIMOS
612
AH-CBENP Archivo Histórico de la Centenaria y Benemérita
Normal de Profesores de Toluca, Estado de Mé-
xico.
AHEM Archivo Histórico del Estado de México
AH-H-UCOL Archivo Histórico de la Universidad de Colima.
AH-SEP Archivo Histórico de la Secretaría de Educación
Pública (ahora en el AGN)
AH-UNAM Archivo Histórico de la Universidad Nacional
Autónoma de México.
AHCMich Archivo Histórico del H. Congreso de Michoa-
cán de Ocampo
AHDF Archivo Histórico del Distrito Federal.
AHEC Archivo Histórico del Estado de Colima
AHMC Archivo Histórico del Municipio de Colima
AHPJ Archivo Histórico del Poder Judicial (Colima)
B-UPN Biblioteca de la Universidad Pedagógica Na-
cional.
BPJ Biblioteca Pública de Jalisco.
CAIHY Centro de Apoyo a la Investigación Histórica de
Yucatán.
FR-BN Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional
GTQ Gregorio Torres Quintero
HNDM Hemeroteca Nacional Digital de México
INAH Instituto Nacional de Antropología e Historia
Leg. Legajo
Fs Fojas
613
Yo Gregorio Torres Quintero. María de los Ángeles
Rodríguez Álvarez (Mara). Se terminó de imprimir en
el mes de octubre de 2014, en Sericolor, Diseñadores e
Impresores, S. A. de C. V., en la ciudad de Colima, Col.,
con un tiraje de ejemplares.
614