Caso de violación y asesinato de la enfermera Keyla Martínez
La noche del 6 de febrero de 2021, Keyla, una joven estudiante de enfermería de
26 años fue detenida junto al médico Edgar José Velásquez Orellana. La Policía argumentó que la detención se debía a que violentaron el toque de queda instaurado debido a la pandemia del COVID-19 durante el gobierno de Juan Orlando Hernández. Sin embargo, se denunció como una detención ilegal porque la joven enfermera no conducía el vehículo y el toque de queda no justificaba su aprehensión. Agentes de la Policía Nacional la llevaron a una celda de la unidad número 10 en la ciudad de La Esperanza, departamento de Intibucá a193 kilómetros al occidente de Tegucigalpa, Honduras. A eso de las 2:30 am del 7 de febrero, Keyla fue encontrada muerta en su celda, y la versión oficial inicial afirmaba que se había suicidado usando su suéter. Sin embargo, las evidencias médicas indicaban una historia diferente: había muerto por asfixia mecánica, con obstrucción de la nariz, la boca y la garganta, es decir, homicidio. Después de varias investigaciones, se acusó al oficial Jarol Rolando Perdomo Sarmiento como único responsable en relación con el caso de feminicidio de Martínez. Amnistía internacional y la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) solicitaron ampliar la investigación del caso y responsabilizar a otros policías que estuvieron de turno esa noche, incluido el subcomisionado Melvin Alexander Alvarenga, no hubo más enjuiciados. Inicialmente, la Fiscalía presentó el caso como un feminicidio agravado debido a la fuerza ejercida por el oficial sobre Keyla mientras estaba sola en una celda. Sin embargo, el proceso legal se complicó cuando el caso fue trasladado a los juzgados de Comayagua, donde los jueces decidieron tipificarlo como un homicidio simple en lugar de feminicidio agravado. La familia de Keyla y organizaciones como el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) recurrieron a la sala de lo constitucional para revertir esta tipificación. La Sala constitucional lo rechazó y otorgó a los jueces del Tribunal de Sentencia de Siguatepeque la libertad de decidir cómo tipificar el caso, lo que resultó el14 de septiembre de 2023 en el cambio reduciendo así el delito a homicidio imprudente. La madre de Keyla Martínez también evidenció a Expediente Público la serie de amenazas y persecuciones que su familia han enfrentado desde el inicio de su búsqueda de justicia por el crimen contra su hija. Rodríguez, señaló que estas amenazas provienen tanto de personal policial como de civiles vinculados a la policía hondureña. La familia asegura que ha sufrido acoso por policías que estacionan los vehículos frente a sus casas sin explicación, pero generando un ambiente de temor constante. A pesar de los desafíos, Rodríguez dejó entrever su determinación para luchar por la justicia y visibilizar el caso no solo por Keyla, sino por todas las mujeres que han sido víctimas de violencia de género en Honduras. La ola de feminicidios en Honduras es una latente preocupación tanto a nivel nacional como internacional. El Observatorio del Centro de Derechos de las Mujeres ha registrado hasta la fecha del 2023, 296 muertes violentas de mujeres. La investigadora de Amnistía Internacional expresó que los altos niveles de violencia contra las mujeres en América Latina, incluyendo Honduras suponen uno de los mayores desafíos. El caso de Keyla Martínez ejemplifica la lucha constante por justicia en un país donde la impunidad prevalece en gran medida. Ya que, según un informe presentado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en Honduras, el 90% de los casos de femicidio quedan en la total impunidad.
Valores éticos que se incumplen en este caso:
La Vida: El asesinato de Keyla Martínez va en contra de este valor, al quitarle el derecho a vivir y desarrollarse plenamente como persona. La Justicia: En el caso de Keyla Martínez, se ve claramente que el sistema judicial de Honduras no ha asegurado una investigación completa, imparcial y efectiva, y tampoco ha castigado a todos los responsables del crimen. Además, el caso resalta la discriminación y violencia que sufren las mujeres en el país. La Honestidad: La situación de Keyla Martínez destaca la falta de sinceridad por parte de las autoridades policiales y judiciales, quienes han tratado de esconder la verdad, manipular pruebas y proteger a los culpables. La Solidaridad: El caso de Keyla Martínez ha movilizado a la sociedad civil, que ha expresado su rechazo al crimen, brindado apoyo a la familia y demandado justicia.