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Roxana Carrera.

Alta Verapaz.
“El carnicero de Chisec”: el caso de Alejandra Icó.

A los 15 años fue madre. De hecho, en el primer semestre de 2019 unas 150 niñas
menores de 14 años estuvieron embarazadas en Alta Verapaz.

Una mujer maya q´eqchí que lavaba ropa en el río de la aldea La Isla, San Miguel,
Chisec, para subsistir como tantas. Iba y venía de su casa a la de su abuela y la de
Elvira, su hermana mayor. La suya era una familia de niños corriendo en el patio,
de conversación y mucha risa.

Es una breve descripción de Alejandra Icó Chub.

La asesinaron el 29 de octubre de 2018, tenía 32 años y tres hijos.

Elvira vio salir de la casa a Mario, la pareja sentimental de Alejandra. Alumbró su


camino con una lámpara y, al entrar, vio una mano tirada en el piso de tierra y el
cuerpo de su hermana desangrándose en la cama.

Ni en la aldea San Miguel ni en Chisec había ambulancia, la más cercana estaba a


76 kilómetros, en una estación de bomberos de Cobán. Lo que sí encontró una vía
rápida para contar lo sucedido en aquella comunidad, fue el video de Alejandra que
moría.

“La historia de amor que culminó en muerte horrenda”, romantizó la noticia el medio
digital Soy502. La televisión abierta difundió el video con el audio de una de las
hermanas llorando.

–¿Se encuentran tristes ustedes por la forma en que murió su hermana Alejandra?
–preguntaron.

Hilda Morales, abogada y experta en violencia de género, indicó que «hay


necesidad de que los medios de comunicación se sensibilicen y no revictimicen a
las mujeres ni a sus familiares».

El Instituto de Ciencias Forenses de Guatemala (Inacif), hasta octubre de 2019 (a


un año del femicidio de Alejandra), contó 571 muertes violentas de mujeres en el
país, de las cuales el Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM) identificó 333
femicidios.

La fotografía de Mario se difundió entre los Consejos Comunitarios de Desarrollo


(Cocode) para darle captura, y así fue. Pensaron lincharlo, pero los pobladores de
Las Muñecas, Ixcán, lo entregaron a las autoridades atado de pies y manos.
–¿Por qué asesinaste a tu esposa? –le preguntó un periodista.

–¡Fue por celos! –respondió–. “¡Ahora si te llevó el diablo!”, le dije antes de darle el
machetazo.

«Hay muchos medios que todavía ponen a la víctima como provocadora», y eso
molesta a Morales.

A partir de ahí, fue apodado y citado por los mismos medios como “el carnicero”.
Incontables memes de Mario amenazando cariñosamente a las mujeres con su
machete inundaron las redes sociales.

«Los medios deberían tener ética, enfoque de género, ese respeto que debe haber
hacia las personas y a las mujeres, les falta esa sensibilidad respeto a la víctima,
denunciando más bien el hecho. De ninguna manera cuentan cómo ella era víctima
de violencia constantemente y le dieron prioridad al victimario», añade Alba Trejo
excomisionada presidencial contra el femicidio.

Plaza pública: 07 de febrero de 2020. https://www.plazapublica.com.gt/node?page= 295

Ligado a proceso el femicida de Alejandra Icó:


Fue atacada con machete, desmembrada y dejada agonizar casi 45 minutos en la
aldea Isla del Norte, Chisec, Alta Verapáz. Víctima, en fin, de la violencia patriarcal
y machista del que Tut Ical es digno representante. Este macabro hecho enlutó
nuevamente al país y se adhiere a la cifra de femicidios que pone a Guatemala en
uno de los primeros puestos de los países más violentos de América Latina y el
Caribe. O sea, un pequeño infierno en la tierra, destinado especialmente para las
mujeres indígenas que lo habitan

El proceso penal:
El proceso penal en contra de Mario Tut Ical comenzó con la jueza Catalina Cortez
Aguilar, quien no permitió que se llevará a cabo la audiencia de primera declaración,
excusándose de conocer el caso por una supuesta enemistad con la organización
que representa a la familia de Alejandra, la Asociación Mujeres Transformando el
Mundo (MTM), lo que postergó por varios días el inicio del proceso. La sala sexta
de apelaciones de Cobán, Alta Verapaz, resolvió y dejó en firme la resolución en
donde se desvanecieron todas las causales de excusa que la jueza Cortez
presentó. El abogado de MTM, Esteban Celada, dijo: “La jueza ha actuado de forma
contumaz, ha sido obstáculo de acceso a la justicia para las víctimas en muchos de
los casos y, en este momento, no hay más causales que invocar para no conocer el
proceso”.
Por lo que esta semana Mario Tut fue ligado a proceso por delito de femicidio. El
Ministerio Público presentó medios de prueba, los abogados argumentaron con
base en estos y finalmente la jueza dictó auto de procesamiento por el delito
mencionado.

Tortura:
MTM ha planteado que hay un concurso real de delitos, es decir, que no es el único
delito el de femicidio, sino que podría incluirse el delito de tortura y posiblemente
otros delitos en ese mismo hecho. El abogado Celada Flores, indicó que para poder
hacer imputación de los hechos tiene que haber una investigación más
profunda. En el caso de tortura encuadra el modo, forma, los medios y,
principalmente, el sufrimiento y la agonía de Alejandra. Después del plazo de tres
meses que la jueza ha dado para que se realice la investigación, el abogado Celada
considera que es pertinente que se amplíe el auto de procesamiento para tortura,
con el fin de que el asesino de Alejandra Icó reciba una condena de acuerdo a la
proporción de los hechos y que no queden impunes los tratos crueles, sádicos y
deshumanizantes previos a su muerte. Una agonía de entre 30 y 45 minutos, según
el abogado.

El sindicado, durante su primera declaración, en ningún momento negó haberle


dado muerte a Alejandra. “Se me nubló la mente” fue la excusa, lo que sus abogados
defensores utilizaron para solicitar a la jueza que se dicte auto de procesamiento
por el delito de homicidio por estado de emoción violenta, que tiene una pena
de 5 a 7 años de prisión.

Sobre los otros dos procesos en su contra:


En cuanto al otro proceso que la jueza había desestimado como violencia contra la
mujer, por ausencia de la víctima, que en este caso es Odilia Tiul, exesposa de Tut,
el Ministerio Público presentó una apelación aún en trámite. Mujeres Transformando
el Mundo pidieron constituirse como querellantes, pero esto no será posible hasta
que la Sala VI de Cobán resuelva, de lo contrario no podrán contribuir en el proceso.

Un tercer proceso se le atribuye Tut. Se tiene conocimiento de que ya se encuentra


en fase de debate; aún no se ha logrado establecer quién es la víctima. No obstante,
los abogados de MTM están dándole seguimiento al caso para poder incluirse.

Por: Steff Arreaga/prensa comunitaria: https://prensacomunitaria.org/2018/12/ligado -a-proceso -el-


femicida-de-alejandra-ico/

Alejandra, Tecla, Aura…

Igual que la historia de Alejandra, la de Tecla Cholom, de 66 años, muerta a


machetazos en la aldea San Antonio Sejá, Livingston Izabal, también se esparció
en redes sociales. De nuevo los medios locales fueron explícitos con las imágenes
publicadas.
A los siguientes días de Tecla fue Aura Hernández, 42 años, también asesinada a
machetazos en Chimaltenango por su conviviente, Tomás Tol. E igual que Mario,
dijo:

«¡Sentí celos y por eso maté a mi esposa!», se justificó ante los medios de
comunicación aún con el rostro ensangrentado sin oponerse a la captura.

Mario Tut Ical, 43 años, tiene antecedentes de violencia contra la mujer.

Sostenía dos relaciones afectivas, con Alejandra desde hacía tres años y con su
esposa, como él la nombra, y con quien tiene siete hijos. En 2017 su esposa lo
denunció por violentarla a machetazos.

«Dos mujeres tengo, para que te voy a decir que no. ¡Soy feo pero las mantengo yo
a ellas!», declaró.

«Definitivamente el mensaje que dan los medios y la forma en que abordan estos
casos puede autorizar o justificar a otros hombres de hacer lo mismo. Aunque pueda
suceder que a raíz de ese hecho tan impactante, también se empezaron a visibilizar
los otros casos, que siempre ocurren», señala Paula Barrios, abogada,
coordinadora de Mujeres Transformando el Mundo (MTM). Desde hace 20 años
atiende casos sobre violencia contra las mujeres.

«¡Este es el baile de mi compadre el carnicero!» Dice un preso entre chiflidos y


ovaciones de los reclusos mientras graba un video de Mario que baila y festeja a lo
grande su cumpleaños en prisión, a tres meses de que asesinó a Alejandra. Ese
video también se virilizó. «La forma de abordar estos temas debe desnaturalizar la
violencia e instar a abolirla», añade Hilda Morales.

Alta Verapaz no le hace justicia a su nombre:

El departamento de Atención a la Víctima (DAV) de la Policía Nacional Civil (PNC)


indica que siete de cada diez víctimas atendidas en la comisaría 51 de Cobán, entre
enero a noviembre de 2018 fueron mujeres, la mayoría agredidas por la pareja o
expareja. Se trata de la comisaria que más casos y victimas presenta a n ivel
nacional.

Chisec, en donde Mario Tut desmembró a Alejandra Icó a machetazos, es uno de


los tres municipios con mayores índices de violencia contra la mujer, junto con La
Tinta y Cobán, dice Pedro Hernández, fiscal del MP en Chisec.

Las organizaciones que velan por los derechos de la mujer apuntan a una serie de
factores para explicar por qué el departamento, y por qué Chisec, tienen índices tan
altos de femicidio.
Alta Verapaz, como señala el informe Guatemala Nunca Más, del Proyecto de
Recuperación de la Memoria Histórica (REHMI), fue uno de los departamentos más
afectados por la violencia militar durante el conflicto armado interno, y la violencia
sexual fue utilizada sistemáticamente como parte de la estrategia contrainsurgente.
Un ejemplo de ello es el caso explotación sexual y esclavitud de mujeres
q´eqchí, Sepur Zarco, además de la Masacre de Chisec, en 1995. Se estima que en
Guatemala al menos unas 300 mil mujeres fueron víctimas de violencia sexual
durante el conflicto armado interno. El 89 por ciento eran indígenas.

La violación sexual durante la guerra fue una forma brutal de tortura sometiendo a
miles de mujeres al dolor y humillación extrema. Sus cuerpos
se utilizaron como un instrumento para demostrar el poder que tenía el ejército.

Como característica de la tortura, el sufrimiento de la víctima se transforma en la


demostración de poder del victimario. Los cuerpos maltratados se transforman en
signos vivientes del horror. «El uso del machete como arma blanca en el interior del
país es exagerado, los hombres lo utilizan como arma de poder», añade Alba Trejo.

Chisec forma parte de la Franja Transversal del Norte desde los setenta, la palma
africana a gran escala y los pozos petroleros son fuentes importantes de empleo.
Todo eso lo convierte en un municipio de paso con una población migrante de otros
departamentos, en donde prolifera la prostitución y el alcoholismo frecuentemente
asociados a la violencia de género.

«Alta Verapaz es a donde más se han canalizado recursos, incluso de activistas y


organizaciones, es lamentable que persistan estos ataques. Creo que hace falta en
tema de denuncia», añade Trejo sobre el contexto del departamento con más
impunidad.

Según información solicitada al Centro de Información, Desarrollo y Estadística


Judicial (CIDEJ) del Organismo Judicial, de 56 mil 322 casos de Femicidio y otras
Formas de Violencia Contra la Mujer en Alta Verapaz, solo 473 llegaron a sentencia
condenatoria entre 2014 y 2018.

«El primer compromiso del Estado es prevenir la violencia, si no la evita debe asistir
y reparar. Este caso no es privado sino una circunstancia que deben asumir el
Estado, la iglesia y la sociedad. Nosotras le apostamos a la transformación desde
la justicia, es obligación del Estado responder y organizarse para brindarles un
proyecto de vida a los hijos que quedaron en orfandad y a su familia», insiste Barrios

La pena promedio para el delito de femicidio es de 36 años, según la CICIG, y


en casos de femicidio, las victimas rara vez reciben una reparación digna, solo en
el 27 por ciento de los casos.

«De 25 o 50 años no es nada, queremos por lo menos 100 años de prisión para ese
hombre por lo que le hizo a mi hermana», dijo Valdemar con los ojos llorosos
llevándose una mano al pecho, a las afueras del MP de Chisec, antes de entrar a
prestar su declaración. «Esto no va quedar así no más”, queremos justicia».

A un año del femicidio de Alejandra, el 13 de noviembre de 2019, Ricardo Ical Cú,


de 36 años, también asesinó a machetazos a su esposa Juliana Chen Cucul, de 20
años, en la aldea San José Seraxquiché, San Pedro Carchá. La historia e
irónicamente el apellido del agresor se repite. Al menos cinco mujeres más han
muerto a machetazos a manos de su propia pareja en Alta Verapaz desde aquel 29
de octubre de 2018.

«Ese adoctrinamiento permanente debe ser un discurso más favorable para las
mujeres, hay que hablar de que las prácticas de violencia, deben denunciarse como
delito», finaliza Barrios.

Para 2020 los diputados dispusieron reducir la asignación presupuestaria en un 97


por ciento al monto otorgado para atender a mujeres sobrevivientes de la violencia
de género. Mientras el ciclo continua, se repetirán los nombres, las edades, los
odios y las justificaciones.

Mañana Alejandra morirá de nuevo en la pantalla de algún celular o del televisor,


hasta en memes de redes sociales. Morirá hasta que algún día se entienda que un
femicidio no es una historia de amor sino de odio hacia las mujeres.

Plaza pública: 07 de febrero de 2020. https://www.plazapublica.com.gt/node?page= 295

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