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SEMINARIO MAYOR LOS SAGRADOS

CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA

NOVENA A SAN JOSÉ


ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Salve, custodio del Redentor


y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén

(Papa Francisco – Patris Corde)

(Pídase con fervor y confianza la gracia que se


desea obtener).
GOZOS

Coro:

Gloria a Dios Padre que en tu amor descuida,


gloria a Dios Hijo que te fue confiado,
gloria al Espíritu que alentó tu vida para el Amado.

1º José, de estirpe gloriosa 4º A vuestra muerte dichosa


recibe nuestro cantar. estuvo siempre con vos
¡Oh, tesoro de virtudes el mismo humanado Dios
corazón que supo amar! con María vuestra Esposa
Que te empeñaste con celo y gloria tan prodigiosa
a cuidar del Redentor canta el coro angelical.
para encontrar en el Cielo
junto a tu Dios un sitial.
5º En el cielo estás
2º Belén, la ciudad bendita como abogado
de tu padre el Rey David, de todos los pecadores
vio florecer perfumado alcanzando mil favores
el lirio puro y feliz; que os llama el atribulado
y de la estirpe escogida ninguno desconsolado
ungida para reinar salió de ese tribunal.
Dios quiso formar humilde
para el Mesías un hogar.

3º Vuestra santidad declara


aquel caso soberano
cuando en vuestra santa mano
floreció la seca vara
y porque nadie dudara
hizo el Cielo esta señal.
ORACIÓN FINAL

Oh Dios, que con inefable providencia elegiste a


San José por Esposo de la Madre de tu Hijo,
concédenos tener como intercesor en el cielo al
que veneramos como protector en la tierra.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios por los siglos de los siglos. Amén.
CONSIDERACIÓN

DÍA PRIMERO
SAN JOSÉ EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN

El plan de Dios no es otra cosa que un plan de felicidad. Dios no creó


al hombre para vivir amargado, Dios no es un ser sádico que disfruta
cuando el hombre sufre, ese no fue el plan de Dios. El plan de Dios
es un plan de armonía, de cariño, de comunión, de fraternidad.

José viene de David: “Saldrá un vástago del tronco de Jesé y un retoño


de sus raíces brotará” (Is 11,1). El Primer Isaías se anuncia cómo en
la línea patriarcal, el varón da descendencia. Por eso se busca de
donde se viene de ahí que muchos personajes bíblicos siempre tienen
el prefijo o sufijo “Él” que significa Dios.

La genealogía de Jesús siempre va a buscar lo que viene de los


orígenes: ¿Quién es Él? Aparece en el Nuevo Testamento, en el
Evangelio de san Mateo 1,16 “Jacob engendró a José, esposo de
María”. En buen momento el Papa Benedicto XVI estableció que en
las plegarias eucarísticas II, III y IV, además de invocar a María
Santísima, pusiéramos a San José, su esposo que nació en Belén. Es
toda una historia retroactiva que va a remontarse a David, porque
David es como el prototipo del hombre de Dios; entonces Belén es la
ciudad de David a donde José va tras el censo ordenado por el
emperador Cesar Augusto.

Padrenuestro
Avemaría
¡Oh San José! (3 veces)
DÍA SEGUNDO
ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA

José ha elegido a María y la ha elegido en la alegría. Para el corazón


de José, esto debe haber representado un gozo y una dulzura
extraordinarias: ¡descubrir a María y estar seguro de que aquella
jovencita le correspondiera! Él la ha elegido y ella ha respondido; aquí
se ha verificado un primer fiat de María dirigido a José. El segundo
lo dirá al ángel, pero el primero es para José, cuando ella ha dicho sí
a aquel particular estado de vida. Ciertamente en su corazón está
presente una orientación mucho más importante, fundamental,
escondida en lo profundo – su consagración a Dios –; toda su vida
está entregada a Dios en lo secreto. Desde el punto de vista de la vida
comunitaria, social, la primera orientación de María es hacia José, es
el fiat que ella le dice y que debe haber provocado en el corazón de
aquel hombre una dulzura maravillosa.

Dentro de sí, José, hombre justo y recto, que teme a Dios, que ama a
Dios, debe haber experimentado una gran emoción cuando ha
descubierto a María como aquella pequeña creatura que Dios había
puesto en su camino. Y la elección de José ha sido la siguiente:
descubrir esta pequeña creatura, simple y escondida, y recibir la
sonrisa que expresaba su sí. En aquel instante se ha establecido un
vínculo que ha ligado la vida de José. El Espíritu Santo ha sido el nexo
que ha ligado sus almas, sus corazones y sus sensibilidades en una
pobreza extraordinaria.

Padre Nuestro
Avemaría
¡Oh San José! (3 veces)
DÍA TERCERO
SAN JOSÉ, CUSTODIO DEL REDENTOR Y PROTECTOR
NUESTRO

“Custodio”. Este adjetivo atribuido a José lo pone en evidencia san


Bernardino de Siena en esta frase: “José que hizo las veces de Padre
de nuestro Señor Jesucristo y que fue verdadero esposo de la Reina
del mundo y Señora de los Ángeles, que fue elegido por el Padre
Eterno como el cuidador, guardián de sus más preciados tesoros, a
saber de su Hijo, de su Esposa; cargo que él cumplió con absoluta
fidelidad”.

La custodia se hace manifestación de amor pero también genera amor.


Se nos dice que no pasó mucho tiempo cuando José ve amenazada la
integridad del Niño y para protegerlo debió desafiar una doble
experiencia que está muy en el corazón de la Sagrada Escritura, la
misma que vivió el pueblo en Egipto: la esclavitud y el exilio.

A la palabra del ángel, José no responde con palabras sino que


responde actuando. Se trata de poner a salvo al Hijo de Dios, por eso
José actúa. La fe del que confía en Dios está más allá de las palabras
y lo que lo define es la capacidad que tiene de fiarse plenamente de
Dios. Una vez concluido el peligro, José recibe el mensaje del ángel
a través de un sueño y luego regresa y se establece en Nazaret.

Padrenuestro
Avemaría
¡Oh San José! (3 veces)
DÍA CUARTO
SAN JOSÉ TRABAJADOR

La misión que Dios le confió a San José fue la de ser el “custodio” del
Redentor y de su Santísima Madre. Para llevarla a cabo, vivió su
vocación: padre putativo de Jesús, esposo de María y artesano. Las
tres vocaciones conforman una sola, que es la vida misma de San José.

El tiempo que la Divina Providencia le concedió para realizar su


misión fueron los 30 años en los que Jesús vivió su infancia y
juventud, período comúnmente conocido como la “vida oculta de
Jesús”. Ese fue el tiempo con el que contó para santificarse.

La mayor parte de las horas de un día normal, como es lógico las


dedicó al trabajo, para poder responder a las necesidades del hogar.
El cumplimiento juicioso de su labor no lo apartó del cariño y
dedicación que merecía dar a su familia, ni el poderoso amor a su
familia le impidió hacer con ejemplar dedicación su trabajo.

Con el mismo corazón con que amaba a Dios, amaba a su hijo Jesús,
a su esposa María… y su trabajo. Un solo corazón para todos sus
amores, para todo lo que es digno de ser amado, por tanto, un corazón
grande, pero sobre todo, ordenado. El “ordo amoris” que le gustaba
decir a San Agustín, propio del alma limpia y virtuosa, pues para
lograrlo se requiere disciplina, empeño, generosidad y también exige
sacrificio y mortificación, que son el condimento de la lucha diaria.
José entendió que el servicio a Dios, o sea el camino de santificación
que Dios le pedía, se construía con las cosas sencillas de cada día.

Padrenuestro
Avemaría
¡Oh San José! (3 veces)
DÍA QUINTO
EL AMOR Y EL SILENCIO DE SAN JOSÉ

José, hombre de fe, de esperanza y de amor: calla, escucha y obedece:


“José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado” (Mt1, 24). Su
participación con María en el misterio salvífico de la Encarnación –
Redención está hecha de amor y de silencio. Su amor y su silencio
con una voz que resuena en la Iglesia y en el corazón de los fieles.

Los evangelios de san Mateo y san Lucas nos muestran a José como
un hombre de amor y silencio; su vida fue, al unísono con María, un
cántico nuevo al amor divino y humano; su silencio activo fue la
respuesta inmediata y fiel al proyecto divino de la Encarnación
redentora de Jesús, a quien cuidó y protegió con amor paternal,
presentándonos a un Jesús más cercano, más humano, más hermano
nuestro.

La Iglesia de Cristo, misterio divino y humano, en su complejo


desarrollo histórico en el espacio y en el tiempo, ha visto en san José.
“hombre justo”, un paradigma: José de Nazaret fue un hombre
integral, auténtico, noble por su estirpe y por su corazón,
comprometido con su familia, con la sociedad, con su pueblo, con su
religión y con su época; un hombre abierto a Dios, al mundo y a la
historia; que convivió con diferentes pueblos y culturas – judíos,
griegos, romanos, árabes -; el hombre elegido por Dios para vivir en
plenitud el amor humano participando con María, su esposa, en la
realización del misterio infinito del amor divino: Dios hecho hombre.
.

Padrenuestro
Avemaría
¡Oh San José! (3 veces)
DÍA SEXTO
SAN JOSÉ EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

José, fuera de algún brillo de su figura que aparece alguna vez en los
escritos de los Padres, permaneció siglos y siglos en su característico
ocultamiento, casi como una figura decorativa en el cuadro de la vida
del Salvador.
Los santos Padres, iluminados con la Sagrada Escritura y de manera
especial por los Evangelios, nos dicen con relación al esposo de María
y padre adoptivo de Jesús, que este, instruido por el ángel acerca del
sacramento del misterio celeste, obedece contento a sus
requerimientos, sigue con alegría los mandatos divinos, toma a Santa
María y se gloría con las gozosas promesas, porque merece escuchar
del ángel que es su esposa la madre y virgen de tan gran majestad.
Convenía por tanto, que María tuviera un marido que fuera testigo
certísimo tanto de su virginidad como de que había nacido de ella
nuestro Señor y Salvador, siendo además su custodio fidelísimo quien
lo condujera al templo para ofrecer por Él, siendo niño, la ofrenda
establecida por la ley, y lo llevara a Egipto y lo volviera a traer, junto
con la madre, en el momento de la persecución, y lo asistiera también
en tantas cosas necesarias que venían exigidas por la fragilidad de la
condición humana asumida. Y no fue gran obstáculo que alguno lo
considerara durante un tiempo como hijo de José, pues después de la
ascensión, por la predicación de los apóstoles, quedó claro a todos los
creyentes que había nacido de una virgen.

Padrenuestro
Avemaría
¡Oh San José! (3 veces)
DÍA SÉPTIMO
EL HOGAR DE NAZARET Y LA FAMILIA DE HOY

Una mirada somera y sencilla a las actitudes de la Virgen María y del


Patriarca San José, puestos ante el misterio inefable, permite
descubrir en ellos un acervo admirable de virtudes ejemplares que
deben cultivarse en el hogar cristiano hoy y siempre.

El silencio de la familia de Nazaret permite a José y María escuchar a


Dios, que se manifiesta a María a través del Ángel, y a José por medio
de un sueño; ambos acontecimientos necesitan del silencio para
escuchar el querer de Dios en relación con cada uno de ellos y con la
familia como un todo. Es necesario cultivar el valor del silencio en
nuestras familias; silencio que no es vacío, que no es incomunicación;
es actitud de escucha en el interior del núcleo mismo familiar.

Cada familia hoy, debe entender que la perfección no es un hecho


consumado, es un camino, una tarea, un combate cotidiano. Pensemos
no solo en la perfección física. Bueno sería que nuestras familias
comprendieran que la perfección de la juventud no es la misma
perfección de la edad adulta. Cada edad tiene su gracia, pero tiene
también sus limitaciones y defectos. Insistamos en la santidad -
perfección- de la familia de Nazaret como modelo para las familias
de hoy.

Padrenuestro
Avemaría
¡Oh San José! (3 veces)
DÍA OCTAVO
SAN JOSÉ, CUMPLIDOR DE SU MISIÓN CON PRESENCIA
CONSTANTE Y FIDELIDAD TOTAL

Escuchamos en el Evangelio de San Mateo que “José hizo lo que el


ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer”. En estas
palabras se encierra ya la misión que Dios confía a José, la de ser
custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia
que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado San Juan Pablo II:
“Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso
empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su
cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y
modelo”.

¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en


silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total, aun
cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el
episodio de Jesús en el templo de Jerusalén a los doce años, acompaña
en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa,
tanto en los momentos serenos de la vida como en los difíciles.

El preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con


ternura. En los Evangelios, San José aparece como un hombre fuerte
y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura,
que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario:
denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de
verdadera apertura al otro, de amor. ¡No debemos tener miedo de la
bondad, de la ternura!

Padrenuestro
Avemaría
¡Oh San José! (3 veces)
DÍA NOVENO
SAN JOSÉ, PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL

El Señor manifiesta su voluntad soberana revelando a la humanidad


sus planes para hacerse conocer y para que el hombre comprenda,
entre otros valores, quién es como humano, convocándolo al propio
tiempo a colaborar en la realización de sus siempre admirables y
amorosos designios. Estos llamamientos para colaborar los solemos
llamar vocación.

Por eso nos recuerda San Juan Pablo II en su exhortación apostólica


Redemptoris custos “que se puede decir que lo que hizo José lo unió
de modo particularísimo a la fe de María. Aceptó como verdad
proveniente de Dios lo que ella ya había aceptado en la Anunciación”.
El Concilio dice al respecto, refiriéndose plenamente a José de
Nazaret: “Cuando Dios revela hay que prestarle la obediencia de la
fe, por la que el hombre se confía libre y totalmente a Dios, asintiendo
voluntariamente a la revelación hecha por Él”.

Que el presente recuerdo de la figura de San José renueve también en


nosotros la intensidad de oración; que Él sea para todos un maestro
singular en cada uno: a los esposos y a los padres, a quienes viven del
trabajo de sus manos o de cualquier otro trabajo, a las personas
llamadas a la vida contemplativa así como las llamadas al
apostolado… Que San José obtenga para la Iglesia y para el mundo,
así como para cada uno de nosotros, la bendición del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo.

Padrenuestro
Avemaría
¡Oh San José! (3 veces)

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