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M A Q U IN A S DE AM
AR
RE TO S DEL C U E R PO A RTIFICIAL
SEC
El Club D ió g en es
PAÑOLES»
SE R IE «A U TO R ES ES
2'16 26
PILAR PE DRAZA
. MÁQUIN AS DE AMAR
VALDEMA R
1998
Primera edición: diciembre de 1998
Dirección editorial·
Rafael Díaz Santander
Juan Luis González Caballero
Diseño de colección:
Cristina Belmonte Paccini ©
Ilustración de cubierta:
© Valdemar (tratamiento de imagen sobre la mano
de la clavecinista de Neuchatel, de Jaquet-Droz)
ISBN: 84-7702-247-X
D.L.: M-43.615-1998
Impreso en España
,,
INDICE
165
IV. LA COMPAÑERA TECNOLÓGICA
167
1. El cuerpo enigmático
185
2. Vanguardia y máquina
199
3. La robot llamada Parodia
4. El objeto Mujer
231
5. Esclavas con fecha de caducidad 243
6. Del objeto mujer a la mujer basura 257
7. La muñeca del Estado 266
LIÓN?
V. ¿MATARA GALATEA O CLONARA PIGMA 271
Querida Pilar:
Al enviarme el manuscrito de tu libro Mdquinas de amar,
me has otorgado el privilegio de leer antes que los demás una
rara joya bibliográfica, bastante insólita en el conju nto de
nuestra producción histórico-artística. Muchas gracias por
esta prueba de amistad. Es un texto fascinante, iluminador,
lleno de noticias y de ideas, sin barreras cronológicas ni de
medios expr~sivos, dond e el examen de la tradición literaria
confluye con la historia de las artes plásticas, de la mecánica, y
muy especialmente con la del cine. Admirablemente escrito,
uno lo pasa tan bien eritre sus páginas como leyendo cual-
quiera de tus novelas.
Pero no me lo tomo a broma. Pese a la ironía que derro-
chas, lo que cuentas aquí no me parece precisamente diverti-
do. Hablas de muñecas, simulacros de mujer, fabricadas por
los hombres para... ¿para qué? Para expresar sus ideas acerca
del otro sexo, para darse placer sin complicarse la existencia
(¡complicándosela much o inás!), y para otro mont ón de co-
sas, en fin, que averiguarán tus lectores enseguida. Todo ello
me parece un asunto muy inquietante para todos, y especial-
mente para los hombres, cuyas fantasías han sido trazadas (o
esculpidas) a fuego en el inconsciente profu ndo medi ante
simulacros femeninos, ensoñaciones artificiales, es decir,
muñecas. «Tómate otra copa, muñeca», «es una muñe ca
preciosa»: ¿en qué películas, en qué .bares, en qué tertulias
hemos oído éstas y otras frases semejantes? Quizá no lo hayas
1
Juan Antonio Ran--.'
[1O] •i•Irez
------.::
'd al ri'birlo pero nos sobresaltamos de vez
preten dI o ese ' . . h ./ en
.
cuan d0 , mientras leemos tu libro, . como si ub1eramos si
' d0
. •nfa•no-anti ·ugando sin saberlo con la(s) mun-
descu b1ertos t "'o· ' 1 . e-
ca(s) del pecado original (con una_ e~~ec1e de l~stre, probable-
. 'table, de nuestra cond1c10n
mente mev1 . . ;> •masculina). •/
..Es el tuyo un discurso femm1sta. S1 respond1eramos afir-
ma~ivamente y sin matices, tu libro sería menos demoledor
de lo que es, pues se situaría en el fr~nte de ba_talla de_ esa espe-
cie de «guerra de los sexos», convernda ya en inocua Justa dia-
léctica. La verdad es que poco duelen en nuestros tiempos las
vindicaciones impresas de las mujeres, y mucho me temo que
la aceptación oficial universal de casi todos los feminismos
podría interpretarse como una nueva versión de aquel viejo
dicho, tan machista, de «manos blancas no ofenden».
Creo, pues, que no ofenden esas tus blancas manos por ha-
berlas paseado por el teclado del ordenador y haber produci-
do un volumen «feminista» (que también lo es), sino por ha-
ber hurgado en una herida mJ§ honda y dolorosa. Las
muñecas que analizas dicen mudío de los hombres pero reve-
lan mucho más de toda una sociedad, de nuestra civilización
en su conjunto. Mdquinas de amar acaba siendo un diagnósti-
co, quizá una vivisección de la cultura occidental, lo cual no
te impide demorarte en los matices analíticos que impone, en
distintos momentos históricos, cada situación particular.
Me parece que no exagero. El tema del doble figurativo
arranca de los orígenes mismos de la humanidad. El impulso
mimético (independientemente de la motivación religiosa, lú-
dica o económica inicial) parece connatural a nuestra especie,
y es evidente que está en la base del arte. Reproducir el mundo
es continuar la obra de los dioses. Nada, pues, más digno o su-
blime que hacer esculturas animadas. ¿Muñecos o muñecas?
La pregunta carece de inocencia: el género, ay, es lo que com-
plica las cosas introduciendo subrepticiamente un asunto del
que podríamos hablar siempre mucho más: el deseo. Porque es
re e l d e se o y e l simulacro [I J J
S o b -
'd • a l su 1 ( d .r
J 'b
' i i in d o n d e se re 1
e ve es ece , no se re-
- -la economia
a los omb s a ran tasear co n
h
e e) el impu1so q u e h a llevado
n re.
suelv . e lla y a m se
. r a rt 'fiici'al , a apropiars
i
e d e a n1puh1a··r1a,. como
fa muje .uguetes. El deseo es como un lJO irre.s pon.-
d s o1 s J
hace con to· o · ·ó , y n o es sorprendent que 1a conc1 enc1a
1naci n e ,. , s de sus-
sable de 1a 1mag d o d e c o n su e l
o, m ecau n
a d o gustosa, a m o
Je haya o
.
to rg , h a b rí a a d e m ás otras un,. , ecas q u e p o -
m
estas .
titución. J u.n to. a l tropos y figuras de la r e t,on·ca c1as, 1ca: pa-
1 r a os s y
dríamos asimi ,a d . , ques y metonimias. Retruécano ·
e sinecdo
rábolas, ademasente metáforas.
fundamentalm n ta r la a g ri d ulce sensa c1·6 n
e g u s ta rí a , p ues, compleme u e su problemáti-
M 'b
l 1 ro t,uyo i~sistie n d o e n q
d u c e e s te nismos que ori
-
que ~ ro o d e lo s m e c a
in s e rt a e ~ ,e l cor~~on mism c o m o invención q
ue
ca se am u ñ e c a ,
a n la c re a c 1 on poet1ca. L lo q u e es lo mismo:
lo
gin ma m o s (o
a a s u p la n ta r lo que más a e c o m o la imagen m
ás
lleg s id e ra rs
e m á s te m e m o s), podría con , n o p odremos libera
r-
qu i es to es a sí
a d a d e la o b ra d e arte. S o lo baremos jamá
s, a
ac a b n tu li b r o , n
o s d e l m it o q u e analizas e la c u lt ura» (Freud dix
it).
n s ta r d e
o se r q u e s u p e remos «el male u n a h ip ó te s is poco pro-
n e n q u e ésta es
Conven d rá s c o n m ig o
z o n e s m e p a rece que has
a v e s, P ila r, p o r cuántas ra n d e e importan-
bable. Y o, e n u n a g ra
e l d e d o , c o m o y a h e dich e n ll ego a la con-
puesto e es te v o lu m
a . T ra s a c a b a r la le c tu ra d a r fa s muñecas q u e
te llag fácil d e s te rr
n , e n fi n , d e q u e n o será , e so s parpadeos lu-
clusió ma s c u li n a
n lo s d e s v a n es de la casta
puebla
minosos en la « n o c h e o s c ura del alma» ..
h a y a s
.
escrito Máqu
inas 1e
q u e
, en suma, orgs o repl1-
Te agradezco u tó m a ta s , c y b
s é m e jo r q u é clase de a e tu incansable
amar: a h o ra zo se d e s p id
o m o s . C o n u n fu e rt e abra
cantes s
IO RAMfREZ
admirador, JUAN ANTON
ad
ria del Arte de la Universid
de Histo
].A. R am ír ez es Catedrático
(*)
adrid.
Autónoma de M
MÁQUINAS DE AMAR
MÁQUINAS DE IMAGINAR
).
Autómatas del Tibidabo (Barcelona
de
l. La Moños. Museo
UINAS DE AMAR , MAQ UINAS DE IMAGí NAR
I. MAQ
ra
~ fa nt as ía fl ot an do , tenaz, en nuestra cultu
Hay un
m br e creó a la mujer. y ot
ra
sig lo s: la de qu e el ho
desde hace o-
ad a, qu e p~ oc ed e ~e el la: la de que el ho m bre pr
aún má~ os las
ur as fe m en in as m as hermosas y mejores que
duce cn at
n la s qu e pu ed e su st itu ir a éstas con ventaja para
mujeres, co
ra ~o ~a lo , pa ~a el am or sublime y para la pali-
lo bueno y pa de-
Es ta ul nm a fa la ci a es m uy persistente. Puede
za mortal. el
ha bi en do al ca nz ad o su formulación clásica en
cirse que, vía
gm al ió n en la ve rs ió n de Ovidio, tiene toda
mito de Pi de
io ne s no ta bl es , qu e re velan su vigor, en el cine
manifestac
de lo s añ os 80 , y en ciertas creaciones artísti-
ciencia ficci ón as,
an ce s, . m ás o m en os transgresoras y travestid
cas y perform
de los 90 del siglo XX.
a de es a fa la ci a, y de cómo a m en ud o to m a
Este libro tr at
o si ni es tra s en el taH er do nd e el artista y la
formas seductoras
, o en la ca ve rn a de l mago electricista que
modelo se abisman la vida en el ídolo
is pa qu e in fu nd ir á
arranca del ideal la ch os
nd o ha bl am os aq uí de muñ~cas, no nos referim
hembra. C ua
qu e si rv en de en tr et en im ie nt o y entrenamiento
a los artefactos
tá n si en do m al ed uc ad as, o a los innumerables
a las niñas qu e es
e se al in ea n en las es ta nterías de los museos
juguetes muertos qu oras
es ce na s do m és tic as en colecciones encantad
o fingen
ad am e de G al éa . A qu í tratamos co n juguetes
como la de M
rt ic ul ar aq ue llo s qu e pertenecen al m un do
para adultos y en pa el an a y el caucho,
ás qu e al de la po rc
de la im ag in ac ió n m
, [20]
Pilar Pedr
[22]
vérselas con su mufie-
ue tienen que
1 s artistas q
.no en el de o lo Juego, l 1 negro de la melancolía
s1 . contar d e so
ca interior. y orno do ' cuan o d d e contemp1a a 1a muer-
Del n,1srnl c. ío y la inrnov1T1 a ., suí de cera, lo cual nada
r e rr al rnaniq
hace desea la estat ua o l ecrofilia del loco perdido
· ada O ª
con an
ca pint
. que ver o muy pocote cad'averes y se com e sus h'igados
uene . I· ompulsivarnen . l rual o artístico .
ue vio a c l cer . Las muñe-
inte ec d
q
sin sentir
. el menor P a d acuchilla as, mord'd 1 as y
d pisotea as, d .
cas rotaS' maltrata as,co roto e
grafiadas , enmarca ,as e 1nau-
Iuego, Por si fuera és Pº '
no man dan al artista a la. carc el, por-
uradas con canap . ' 1 .
b perro muerde n1 e maniquí
g 1
01 la Pª ª ra
que ' obviamente, p hay que estudiar 1os fantasmas
deja de ser un f:an tasm, a. ero s siempre tan asustados.
d or que
para enten er P al estam o
'gina s a los viudos que conviven
d . os gunas pa
De icar~md
1 fig1es e sus espo sas para evitar ser acosados .
por nue-
con as e . al que arranca de los gnegos y tiene
·as tema un1v ers
vas _novi fl, . s en el cine. Porque la muñeca de cera
cunosas orescenc1a 1h d .,
que yace tranqu1·1a en el lecho ' llenand , o e ueco
. que eJo la
.uunt
e
a, es un O de los misterios mas atractiv
d . os, a nuestro
modo de ver, del mundo de los dobles y sustitutos de carácter
funerario. · ·
El recorrido que proponemos por el vivero fantástico de
hembras artificiales sigue una ligera pero imp orta nte pista
temporal, aunque el criterio cronológico no rige la colección.
La cronología en este caso sólo atañe al hecho de que la Olim-
pia de Hoffmann es un punto de llegada y de partida, que da
sentido a todo lo demás hasta nuestra época. Y que en la
segunda mitad del siglo pasado se pro dujo un cambio profun-
~o en l_a civilización industrial, que trajo consigo a la larga la
liber
. ación. . de la muJ · ·er, pero d
e mom ento provocó un brote de
;disogmia como no lo había con ocid o Occ iden te desde la
f ad• Media.· Por eso, nos h emos obli gad o a examinar · ls
ªe
icc10nes e imá e d
g nes e esa épo ca con ojos especialment
-
'A,
1r.1.¡
,.dq
· .
uinas de am ar, md qu in as de tmagznar [23]
7
- . .
ya da ra m
críticos, s1gu1endo un. a línea en. teptrazada en 1a h"1s-
M
sde ano raz
roria del arte y, d e 1a literatura de ·
y las • ,
En ese periodo los fantasmas imag en soes .
n armas d e
to en l .
un duro com bated. Es el hm om en qu e a c1enl c1.a, la me , .
dici
-
1 .d a1· o e m ue os intelectuales l I catoh ca se
na, e 1 e ism Y a g est a
, en un a cruzad a que va a resucitar v·teJ·os f:antasmas como
ahan , . h . el cuerpo de la mu· E ' .
la repugnan ·b h cia ac ta Jer. n culan . to al ps i-
. · m uc ho má s qu
coanál1s1 s, no 1 a a ac .
er e apagar os gritos de
. ,. sd ·
la h1ste nca y co nv.er tu lo s en susurro e angustia, y aun eso
. . la ca ra sin o a trave's d e espejos · d ero e
r-
sin mirar a . las m uJ er es a
. s
nt_ es, de Ja nd o s!n re sp ue sta o gravemente confundida
ma · ,
· lO
qu e el tte m po se en ca rg ara ' de poner en su Slt
cuesttones
iertos.
como ha puesto los grandes ac
ron en oírse voces teóricas y
~i en tra s, del ot r~ lado tard~
se_ atr ev ier an a de cu lo su yo , pasando po r enci-
poltttcas qu e
to nd ad de m éd ico s, sa ce rdotes y filósofos. Una
ma de la au
nt e y pi on er a fu e la de M ary Wollstonecraft, 1
muy im po rta
y W Sh ell ey . W ol lst on ec ra ft desmontó la tesis
madre de M ar
so br e la pr ox im id ad de las mujeres a la naturale-
de Rousseau
ell a un a pe lig ro sa fa cil id ad para convertirse en
za, viendo en
sc rim in ar la s y ne ga r la ig ua ldad. Co n ello dio
arma co n qu e di la
ue ba s de un a ag ud a pe rc ep ción del núcleo del problema:
pr -
pa de co ns id er ar el es pí rit u creador como dominio natu
tram
ró n, y el cu er po re pr od uc to r como el de la mujer. El
ral del va
e su hi ja M ar y hi ci er a sa lir a la Criatura, puro
hecho de qu
ad o de l vi en tre de la m ue rte , del laboratorio de
cuerpo ar ra nc -
an ke ns te in in ca pa z de as um ir las paradojas de su crea
un Fr
ca un a co m pr en si ón pr of un da de los desgarros qu e
ción, in di
en tre el m un do an tig uo y el nuevo estaban pro-
la separación
más sensibles.
ducie nd o en las co nc ie nc ia s
de l sig lo el pa no ra m a se ha bí a ensombrecido.
A fi nales
q_m oq ue se
s, mu ch os cadáveres en estos 1
;;: rra él. Hay muchos maniquíe
y son m uy realistas. N_ada de
años, especialmente en el cine,
1
5
suscitaban esos espectáculos • Nuestro propósito al escribir
este libro ha sido refundir los estudios parciales y darles uni-
dad no sólo temática sino también de relato e itinerario, con
el fin de mostrar al lector un panorama del vivero imaginario
de muñecas, autómatas y robots femeninos que hemos ido
creando los occidentales a lo largo de la historia.
Podemos hacerlo gracias a los pioneros de los años 60 y 80
que iniciaron una exploración sistemática de este tema, tanto
desde el punto de vista de la litera tura-e speci almen te alema-
nes como A. Hildenbrock, por la importancia de Hoffm ann-
como de la historia de los autómatas mismos -suizos como A.
Chapuis e italianos como M.G. Losano. La bibliografía espa-
ñola cuent a con la interesante aportación de Gabriel Albiac, a
cuyo libro Caja-de muñecas remitimos al lector para hacerse
con una teoría y una filosofía mode rna y competente de la
muñe ca_y disfrutar de sus comentarios sobre Hoffm ann,
Villiers de l'Isle Adam y Bellmer.
·El itinerario en sí y el hilo condu ctor de este paseo por
campos de cine, escultura meno r y mecánica prodigiosa son
impor tantes , pero tambi én lo es detenerse cuanto haga falta
delante de las vitrinas, las jaulas o las tumbas de los especíme-
nes más interesantes. Lo haremos: no tenemos prisa ni es esto
un viaje organizado. La banalización a que se han visto some-
tidas algunas de estas figuras venerables por la cultur a de
masas ha hecho de ellas objetos sospechosos, a los que se tien-
de a arrinc onar en los cuartos trasteros, librerías de lance y
(5) Pilar Pedraza, La Bella, enigma y pesadilla, Valencia, Almudín, 1985, Bar-
celona, Tusquets, 1991; P. Pedraza y J. L6pez Gandía, Federico Fellini, Ediciones
Cátedra, S.A., 1993; P. Pedraza, «Las últimas ogresas», en Historia de/Arte y muje-
res, Universidad de Málaga, 1996; P. Pedraza, «La muñeca en el nuevo cine espa-
ñol», XI Congreso del CEHA, El Mediterráneo y el Arte Español Valencia, 1996;
P. Pedraza, «Pandora eléctrica», en Letra Internacional n. 50, mayo-junio de
1997, págs. 51-56; P. Pedraza, «La madre vampira», en Asparkia, Universidad
Jaume I de Castellón, en prensa.
Pil ar Ped
- - -~
.:=-:~- - - - - - - - - - - - - - -
[28 ]
de colecci~nistas chi-
filmotecas, como cosas, en definitiva,
vo con el interés que
flados. Vamos a mirarlas aqu1 de nue . d
fue ron creada s, es d ecir , cua n o se tuvo neces1._
tenían cua ndo
1 d or.
dad de ellas y brillaron en codo su esp en .
un sentido obJ· et1-
Las hemos llamado Mdquinas de, am are n , .
ma qm nas arnaru
vo: máquinas para ser amad as, mas que
Sus efigies en las ilustraciones que aco mp aña n al texto no t~· le-
.b b. de lujo, ob-
d e este l ro un o Jet o
nen la pretensión de hacer 1
n su pap el informati
viamente. Sólo queremos que cum pla
o algunas, las cinern:~
de com ple me nto del texto escrito. Inclus
s al vuelo en los plano
tográficas, han ten ido que ser cap tur ada s
a se advierte.
que necesitábamos y su tem blo r tod aví
e lib rito , leímos u
Mi ent ras est ába mo s tra baj and o en est
e nos hiz o estremece;
poe ma de Le opo ldo Ma ría Pan ero qu
doc ena de versos lo qu~
por que res um ía en su pri me ra me dia
tra tam os de explicar y
con tan to esfuerzo y qui zá tor pez a
mu nd o de la prosa. Son
explicarnos qui ene s per ten ece mo s al
éstos:
Aq uí yo eri jo un a mu ñec a,
est oy listo
Per o cua nd o el ins tan te se ter mi ne, ya
·
par a caer, des nu do
com o un a mu ñec a.
(De spu és voy a llo rar a la som bra
y vo y a hac er mu ch o ruid o).6
de mi mu ñec a,
II
l
. -.... _._,~·
•• • I
.
__,,
o m uy an ti gu o y. extendido, que
Hay un m it o amoros a la ca rn e viva y fecun-
fría m in er al id ad
informa del paso de la lla en es ta do mineral a la
ta r de la be
da, es decir, del de sp er Se tr at a de una versión
o de l am an te .
vida po r obra del dese de la mujer po r el ho m -
de la cr ea ci ón
suavizada de la fantasía tr a en la narración que
ás ic a se en cu en
bre. Su formulación cl al ió n (M et., X, 238-297).
or ia de Pi gm
hace Ovidio de la hi st a in só litas turbiedades,
m os en se gu id
Al repasarla, encontra en te po r una memoria
y si nt om át ic am
olvidadas sistemática ni co »: la co nversión de la
to «p ig m al ió
que privilegia el m om en re gr es ió n de las mujeres
tr im en to de la
estatua en mujer, en de . Po rq ue esta historia se
ienz a el re la to
a estatuas con qu e com unas mujeres, llamadas
en
ci ón de V en us ha ci a
abre con la irrita ra
ét id es , qu e no re co nocen su divinidad. Pa
el texto las Prop m o, la diosa las convierte en
or gu llo bl as fe
castigar su hybris, su
califica de «obscenae»
,
tu ta s. El po et a la s
las primeras prosti e re pr es enta la legalidad de
de V en us , qu
porque el alejamiento es co n los hombres, las
un e a las m uj er
la pasión amorosa qu e pa ce s de ve nder su cuerpo
o qu e so n ca
priva del pudor, de m od pu do r les hace perder
a su be lle za . Pe rd er el
y poner precio ó la
a pr op ia de lo vi vi ente: «se les· endureci
también la te rn ur ro pedernal con leve al-
ca m bi ar on en du
sangre del rostro y se
a.
teración » , dice el po et
7
1- 142.
(7) Ovidio, Met., X, 24