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Posible final
¿Cuáles son?
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joven escritor. Es, en definitiva, de donde no deberían salir todo lo que en
ella sucede y en la que se aprende.
La casa de los Artola: es el foco importantísimo de la historia. Todo lo que
sucede sucede alrededor de esa casa, con sus habitantes, sus dramas, el
simple hecho de colarse en ella. La historia se crea para entrar en ella y
poder entonces escribir desde dentro. Sin embargo, es solo una excusa,
una cortina de humo: tanto el espectador como el propio Germán no se
percatarán de que es una treta para acercarse al profesor y entrar en su
santuario hasta las últimas páginas. Lo más importante de la casa (que es
típica de la clase media: televisión, sofá, cocina, dos cuartos) son los
cuadros que adornan el pasillo y que desentonan con la normalidad que
destila la familia, y que se convertirán en la excusa de Claudio para salir de
la habitación de su compañero y curiosear la casa.
Sin embargo, ninguno de estos escenarios puede soportar el final de la historia, así
que el autor nos lleva a un nuevo escenario que ya había sido mencionado pero nunca
mostrado: el parque, que es el lugar desde donde Claudio decide cuál será la siguiente
casa que explore y donde la verdad sobre el auténtico objetivo de su discípulo.
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En la casa es una especie de comedia negra en lucha constante entre la realidad y la
ficción. Caracterizada por un naturalismo muy íntimo, fruto de unas actuaciones
fantásticas y la buena dirección y adaptación de François Ozon, estamos ante un
largometraje muy vívido que cuenta la relación entre un profesor de literatura y uno de
sus alumnos.
Fabrice Luchini interpreta a Germain, un aburrido y decepcionado profesor que
parece vivir una monótona existencia con su mujer mientras corrige una y otra vez
desastrosos ejercicios de clase. Hasta que un día, descubre en uno de esos ejercicios
el talento y la brillantez de uno de sus alumnos (Ernst Umhauer), un chico callado y
tímido, que se sienta al final de la clase. El relato, escrito en primera persona, le
cuenta al profesor que el fin de semana por fin ha podido entrar en la «casa normal»
de uno de sus compañeros, que lleva espiando todo el verano. A partir de ahí,
comienza entre los dos una extraña, perturbadora y dañina relación, que nos permite
descubrir la enigmática aptitud del chico, y convierte a su profesor en una especie
de drogadicto «voyeur» de su talento.
Y es que si algo destaca en la cinta, además de la natural interpretación de Fabrice
Luchini, es el jovencísimo Ernst Umhauer, que con veintiún años clava el personaje de
este chaval de 16 que juega desde el primer momento con ventaja sobre casi todos los
personajes, y que consigue que cada una de sus miradas se convierta en una
declaración de intenciones.
Cargada de guiños que el propio director confiesa hacia el cine de Woody Allen y
la Ventana indiscreta (1954) de Alfred Hitchcock, En la casa es una historia donde los
diálogos dominan la acción, el juego entre realidad y ficción es constante, y la comedia
y el drama van de la mano.
En cierto momento de la acción, el profesor le comenta a su alumno que los buenos
finales son aquellos que sorprenden al lector, pero le hacen pensar que son el único
final posible. Es quizás en este punto, en el final, donde la cinta queda peor rematada
después del altísimo nivel que nos ha ofrecido hasta el momento. Aún así, muy
recomendable.
‘En la casa’ es una película sencilla que puede ser todo lo compleja que tú la quieras
hacer. Te puede descolocar en cualquier momento y, por ello, te obliga a estar
concentrado y atento. El director juega con la imaginación inquietante de Claude,
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hasta el punto en el que no sabemos lo que es verdad y lo que es mentira y que te
hace dudar sobre las verdaderas intenciones del estudiante. La obra te mantiene
enganchado de principio a fin.
Esta película inteligente y aguda, galardonada con la Concha de Oro del festival de
cine de San Sebastián, te introduce de lleno en la historia, haciéndote partícipe de ella.
Es un reflejo de la importancia que le damos a la vida ajena, haciéndola tan importante
que incluso, a veces, nuestro estado de ánimo depende de lo que le pasa al vecino.
Respecto a las interpretaciones, Ernst Umhauer hace un excelente papel como
Claude. Creible y convincente de principio a fin. Por otro lado, el profesor Germain,
interpretado por Fabrice Luchini, consigue sacar de quicio por sus manías y
costumbres.
Ante la eterna pregunta sobre si es mejor el libro o la película la conclusión suele ser
casi siempre la misma, la pieza literaria abunda más en detalles que la obra
cinematográfica no puede contener, así que siempre es más rica y más completa, por
lo que sería preferible leer el texto después de ver la película en la que se basa, eso
sí, el fallo de este sistema se encuentra en que los personajes ya tienen cara y las
localizaciones una presencia y un aspecto concretos. Al asistir a la representación
de El chico de la última fila, siguiendo este método, con la referencia cinematográfica
todavía en la retina uno no pudo más que sorprenderse positivamente al comprobar
que lo que uno creía hallazgos narrativos de Ozon se encontraban ya en el texto de
Mayorga, transplantado prácticamente letra a letra de un medio al otro. La maestría de
Ozon reside en haber sabido respetar el espíritu del original y en encontrar los mejores
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intérpretes para cada uno de los papeles, los ya nombrados Fabrice Luchini como el
profesor, Kristin Scott Thomas que encarna a su mujer, el inquietante y sorprendente
Ernst Umhauer en la piel del alumno y una Emmanuelle Seigner entre ingenua, incauta
y perturbadora, que encarna a la perfección a un personaje definido y presentado con
una frase, cuanto menos, ambigua: “…cuando un olor me llamó la atención, el
inconfundible olor de la mujer de clase media…”.
Muy posiblemente, todos los críticos se entusiasman cuando un autor es capaz de
vender el pescado de hace una semana como si hubiera llegado hoy al mercado. Es
una forma más de reconocer el genio, la capacidad de innovación. Mayorga lo
consigue al interesarnos con una historia trillada hasta la saciedad, el maestro que se
identifica en su alumno y que lo convierte en su objetivo vital para sentir que no ha
desperdiciado su vida, tratada de una manera que podría haber caído en el ridículo
con una facilidad pasmosa y que, además, es capaz de anunciarnos lo que va a pasar
y cómo va a escribirlo por boca de los protagonistas/escritores/puntos de vista, que
caigamos en la cuenta cuando ya ha pasado todo y de paso reflexionar sobre los
procedimientos de la escritura dramática. François Ozon rueda con mucho estilo
(porque siempre lo ha tenido) una historia aparentemente simple en su superficie pero
extremadamente sofisticada en el fondo. Casi no toca nada y hace bien. Se limita a
añadir las imágenes apropiadas a una historia que tiene muy poco que ver con sus
habituales guiones plagados de pretensiones y/o buenas ideas que nunca dieron para
tantos minutos. Para que quede claro, Ozon le debe su mejor película a Mayorga.
Los dos temas predominantes e importantes de esta obra son: la relación entre
profesores e discípulos y el amor por la literatura. No son muchas las obras que
contienen estos temas; encontramos tres:
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serie de aventuras con su viejo caballo Rocinante. El tema de la obra gira
en torno a si es posible encontrar un ideal en lo real. Este tema principal
está estrechamente ligado con un concepto ético, el de la libertad en la
vida humana. De esta temática principal, estrechamente ligada al tema
erasmiano de la locura y al tan barroco de la apariencia y la realidad,
derivan otros secundarios; y uno de ellos es «el ideal literario»: el tema de
la crítica literaria es constante a lo largo de toda la obra de Cervantes. Se
encuentran en la obra críticas a los libros de caballerías, las novelas
pastoriles la nueva fórmula teatral creada por Félix Lope de Vega.
Si una noche de invierno un viajero: es una novela de Italo
Calvino publicada en 1979, una de las obras que para muchos representa
la llamada postmodernidad en la literatura. El libro se divide en capítulos en
los que se desarrolla paralelamente la historia del Lector y Ludmilla, y por
otra parte, la exposición de los fragmentos de las novelas con los que tiene
su encuentro. La búsqueda para encontrar el desenlace de las historias es
el motor de desarrollo de este relato. Encontramos en esta obra como los
universos de escritor, lector y artista se tejen alrededor del libro.
Las mil y una noches: es una célebre recopilación medieval en lengua
árabe de cuentos tradicionales del Oriente Medio, que utiliza en estos la
técnica del relato enmarcado. El núcleo de estas historias está formado por
un antiguo libro persa llamado Hazâr afsâna («mil leyendas»). El
compilador y traductor de estas historias folclóricas al árabe es,
supuestamente, el cuentista Abu Abd-Allah Muhammad el-Gahshigar, que
vivió en el siglo IX. La historia principal sobre Scheherazade, que sirve de
marco a los demás relatos, parece haber sido agregada en el siglo XIV. En
la obra hay la presencia del amor a la literatura ya que consuela a los
personajes.
La relación profesor-alumno en el aula: «Yo en clase me limito a
enseñar; con los alumnos me relaciono fuera de clase…» Así comienza el
libro de Pedro Morales que defiende la tesis de que una buena relación del
profesor con sus alumnos en el aula está en la base del proceso de
enseñanza-aprendizaje. En el libro, de fácil lectura, encontramos todos los
elementos necesarios para analizar la relación profesor-alumno, desde el
punto de vista formal e informal. Se habla de los profesores que tienen una
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buena relación con sus alumnos, de la multidimensionalidad de la relación
profesor-alumno, de los efectos recíprocos de esta relación, de la
evaluación inicial con primeras impresiones, del primer día de clase, del
efecto pigmalión, la autoapertura del profesor, las preguntas orales, la
forma de comunicar la evaluación, la evaluación formativa, las preguntas
fuera de concurso y de las relaciones entre los propios alumnos.
Tema general de la obra
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1 MARZO, 2016 ~ DEJA UN COMENTARIO
El chico de la última fila ha sido publicada en 2006, es una de las obras más
importantes de Juan Mayorga y por lo tanto, una de las más conocidas y es, gracias a
la adaptación cinematográfica de François Ozon («En la casa», Concha de Oro del
festival de San Sebastián de 2012), la obra más conocida del autor, sin duda una de
las más firmes y relevantes figuras de la dramaturgia española.
Fue la directora Helena Pimenta quien le pidió a Juan Mayorga que le escribiera una
función para la que entonces era su compañía, Ur Teatro. El dramaturgo rebuscó en
su carpeta de argumentos y le ofreció cinco. El elegido fue uno que narra el encuentro
entre un profesor de instituto y un alumno. Aquél, Germán enseña Lengua y Literatura.
Un día, mientras corrige unas redacciones -cada una que lee le parece peor que la
anterior-, tropieza con un texto brillante que corresponde a Claudio, un chico silencioso
que se sienta en la última fila. A partir de esa redacción se establece un vínculo «tan
intenso como peligroso», según palabras del propio Mayorga.
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Las implicaciones morales sobre la familia Rafa y Claudio consistía en que el voyeur
quería observar una familia con detenimiento y pensar con cierto descaro como seria
la vida en esa familia, vivir como Rafa hijo. Pero en el relato que le escribía Claudio a
su profe explicaba distintas formas de como marginar a Rafa.
-Pretendida superioridad
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Estructura : hay dos tipos de discursos complementarioas :
-Una narración marco que implica los consejos de Germán.
-Es un relato enmarcado –> relato de Claudio en la casa –> confluja en un final
sorprendente.
Esta estructura reflexiona sobre los límites entre realidad y ficción. (es una obra en una
obra)
-Cáncer de Germán
-Enamoramiento de la madre de Rafa, pero en la obra al final Claudio trata a Ester con
más respeto que al principio.
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Principal interés de Claudio : estrategia para entrar en la vida de
Germán, lo que realmente busca es captar la atención de Germán, todo lo
que hace es para que Germán se interese a lo que escribe Claudio, si
continúa a ir en aquella casa, a escribir y a buscar excusas para entrar en
la casa de Rafa, es para siempre tener algo que contar a Germán, esto nos
hace comprender que uno de los temas principales de la obra es la
relación entre maestro y discípulo.
Al final, Germán comprendre que es él mismo el protagonista. ( a partir de
la página 64 « en busca de un final » ).
Rechazo de la manipulación emocional del lector : « enfermedad »
Técnica narrativa : monólogo interior.
Los personajes
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imprevisible…). Lo que no sabe Germán, pese a la inquietud de Juana, es que
inconscientemente ha entrado en un juego en el que él es un peón más del afán de
Claudio por inmiscuirse y reescribir las vidas ajenas, y que este no solo está
interesado en la historia de los Artola sino también en la él.
El origen de toda la trama se encuentra en una redacción que Germán propone a sus
alumnos. Entre todos los que han escrito banalidades –y barbaridades– sobre Mi
pasado fin de semana, Germán descubre un texto diferente. Es el de Claudio, que
explica en su manuscrito como su deseo de entrar en casa de Rafa le conduce a su
primer día con la familia de su compañero:
A las once toqué el timbre y la casa se abrió ante mí.
Su fascinación por la vivienda, la que esconde los secretos, las miserias, las alegrías,
los anhelos de sus habitantes, se muestra también al final de la obra:
Algo necesitarán. Siempre habrá un modo de entrar. Siempre hay un modo de entrar a
cualquier casa.
Germán, animado por una Juana alarmada por el escrito, decide hablar con Claudio
para saber si es relato es real o ficticio. Pero, Claudio no inventa, sino que expone lo
que está viviendo. Germán –que encarna sobre todo al principio la figura del padre-
maestro– no puede (¿no quiere?) contener a Claudio… que con su
desafiante Continuará al final de cada escrito hechiza a Germán, que no puede dejar
de fisgar a través de su alumno en la vida de “los Rafa”.
Juana : es el álter ego de Germán, su voz de la conciencia. Mujer ética, piensa que la
literatura no enseña nada, que el arte en general no enseña nada.
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La familia Artola, : de carácter mucho más simple que los anteriores, está compuesta
por Rafa Artola Hijo, Rafa Artola Padre y Ester, la madre. Pertenecen a la clase media,
para Claudio son lo contrario a su familia, son normales. A ellos los conocemos a
través del relato, y por tanto, a través de la mirada irónica de Claudio que nos los
presenta como superficiales y absurdos. De Rafa Padre sabemos que le gusta el
baloncesto, verlo y practicarlo, que está harto de la empresa donde trabaja y quiere
montar su propio negocio, y que tiene una vena violenta, ya que quema el coche de su
jefe. De la madre que es aburrida y su única distracción son las revistas de decoración
y la posibilidad de reformar su casa. De Rafa Hijo, compañero de clase de Claudio,
sabemos poco, no nos lo muestra apenas porque no le interesa, pero hacia el final nos
hace descubrir en él cierta furia que lo acerca a la personalidad de su padre.
Claudio, a través de sus relatos, nos hace una detallada descripción que pretende ser
reflejo de la personalidad de quienes las ocupan. Por ejemplo, para él la familia Artola
es superficial por lo que al describir su casa nos dice “Ellos no saben lo que tienen en
casa. Los compraron para esta pared. Cuando cambien el color de la pared,
cambiarán los cuadros.” o “En la biblioteca del salón tienen libros realmente buenos,
ordenados por tamaños (…) En las mesillas, los libros que realmente leen. Ella: ‘La
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fórmula de la felicidad. Aprende a ser tu mejor amiga’. Él: ‘¿Quién se ha llevado mi
queso?’”. La casa de Germán y Juana, por el contrario, refleja la profesión de estos y
Claudio, en su descripción aprovecha para contraponer ambas familias “Huele a libro,
hay libros por todas partes (…) Ella me ayuda a colocarlos, no es fácil, están
ordenados por épocas”.
Durante la obra, Claudio explica a su amigo ejercicios sobre cónicas –Rafa debe
aprender a distinguir las elipses, hipérbolas, parábolas o circunferencias a partir de sus
ecuaciones– o lo que son los números imaginarios, que le permiten entretener a Rafa:
– Rafa: Raíz cuadrada de menos uno. Por más que lo pienso, no le veo el sentido.
– Claudio: No es un número real. Por eso se les llama números imaginarios: raíz de
menos cinco, raíz de menos siete… Sólo existen en la cabeza. Pero se les puede
sumar, multiplicar… ¡dibujar! Se puede hacer cosas con ellos, aunque no existan.
– Rafa: No consigo memorizar las fórmulas. Las aprendo y se me van.
– Claudio: No tienes que memorizarlas, tienes que comprenderlas. (Le pone tres
ejercicios.) Le pongo tres ejercicios: uno fácil, para animarlo; otro no tan fácil; y otro
difícil, para que se atasque. Mientras él combate con los números imaginarios, yo doy
una vuelta por la casa.
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