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Las características lingüísticas y estilísticas del texto más sobresalientes son las siguientes:

Respecto a los aspectos fonológicos, el autor cuenta unos hechos protagonizados por él mismo
en un espacio (Madrid) y un tiempo determinado (un día). Tiene partes descriptivas “pocos
libros permanecían (…) entre cuadernos, pisapapeles, álbumes de comunión…”, “Los colores
de las portadas se habían ido amortiguando según pasaba el tiempo…” y es por ello que el
tono general del texto es narrativo, además de equilibrado mediante el cual se permite
desarrollar la historia. Cierto es que, al narrarse la historia desde su punto de vista, esta
adquiere un tono subjetivo y con un tono muy personal del autor.

Desde un punto de vista morfológico, al tratarse de un texto narrativo, abundan los verbos de
acción y estado: quedarse, estar, ver, mirar, imaginar...El tiempo más común es el pasado,
concretamente el pretérito perfecto simple (vi, mareé, acabé comprando…). Sin embargo, en
la parte descriptiva o en la evocación de su etapa de juventud, predomina el pretérito
imperfecto o el pretérito pluscuamperfecto: “solía, permanecía, llevaban, podía, leía, se habían
ido amortiguando…”, combinados a veces con formas de subjuntivo para hechos irreales:
“hubiera perdido”, “hubiera pasado”. Predomina también el uso de la primera persona en
pronombres (yo, me, nos) y determinantes (mis), al ser hechos protagonizados por el autor. Se
emplea gran cantidad de nombres propios (Dumas, Verne, Madrid) que aportan veracidad al
texto y nombres que comunes que contribuyen al desarrollo de la historia contada por el
autor, concretos generalmente pues narran hechos reales. En cuanto a los adjetivos, son
especificativos mayoritariamente (horas enteras, fantasía caprichosa, isla desierta).
Destacamos también el adverbio “absurdamente”, cargado de subjetividad del autor.

Sintácticamente, predominan frases subordinadas y compuestas. Se recurre a ellas para


desarrollar la historia y detallarla. Así, encontramos subordinación sustantiva (“No recuerdo si
vi a algún escritor”); y muchas adjetivas, propias de textos descriptivos, ya que permiten
concretar ideas (“libros que permanecían meses en el mismo lugar…”). Cabe destacar la
presencia de enumeraciones (líneas 2-3 y 7).

Respecto a los aspectos léxico semánticos, el registro empleado es el formal estándar, que
permite abarcar a un mayor número de receptores. Predomina el léxico connotativo, ya que es
un texto cargado de subjetividad (“Absurdamente, me acabé comprando…”). Se emplean
recursos como símiles (“Como un niño…”), hipérboles (“Madrid era una ciudad llena de
carteristas”), además de sinónimos (“portadas”/”cubiertas”) y campos semánticos (autores:
Verne, Dumas, Bécquer; profesiones: escritor, astronatura, corresponsal de guerra,
náufrago…). La mayoría de aspectos comentados previamente contribuyen a la veracidad del
texto y al detalle que emplea el autor, pues narra su propia historia, dándose características y
recursos propios de un texto narrativo como es este.

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