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A la hora de establecer una consciencia clara de las

intensidades energéticas, de su positividad o negatividad,


podemos ayudarnos haciendo uso de una serie de escalas
graduadas, las cuales nos permitirán afinar al máximo.
Para comprender el uso y función de las escalas y biómetros,
podemos compararlos a los termómetros con los que medimos
la temperatura ambiente. Podríamos prescindir de los
termómetros y sus códigos y decir simplemente “hace frío, hace
calor o reina una temperatura templada”. (El frío o el calor serán
positivos para unos y negativos para otros) Pero por lo general
preferimos comunicarnos diciendo:”Tan sólo estamos a cuatro
grados. ¡Qué frío!”. O bien:”Estos 38 grados son insoportables”.
¿Grados qué? Grados centígrados o Celsius, naturalmente. Pero
¿qué son grados centígrados? Tan sólo una unidad de medida,
que ha sido estandarizada y con la que nos hemos familiarizado
a fuerza de mirar los termómetros, y que nos sirve de referencia
para valorar la temperatura del lugar.
Pero si yo les dijese:”En esta habitación estamos a 76 grados”,
seguro que no se lo creerían. Su mente les haría pensar en que
a esa temperatura estaríamos hirviendo. Claro que si especifico
que esos 76 grados son Fahrenheit y no centígrados, entonces
todo se aclara, pues 76º F equivalen a unos 23º C.
Con este ejemplo quiero evidenciar la importancia del código
empleado en radiestesia, no tanto para la comprensión de uno
mismo en sus deducciones o mediciones, sino para que otros
comprendan lo que estamos haciendo o las conclusiones a las
que llevan nuestras mediciones.
El uso de códigos o escalas estandarizadas nos facilitará la
comunicación y el intercambio de información con otros
investigadores.
Uno de los códigos o escalas de medidas más empleado en
geobiología quizá sea el biómetro de Bovis (suministrado en
hoja aparte), nombre de un radiestesista francés que a
principios del siglo XX creó su escala propia. Con ella se
proponía medir la vibración y la energía de los alimentos.
Gracias al uso de esa escala, muchas personas consiguieron
curarse de numerosas enfermedades, midiendo los alimentos
que ingerían y consumiendo tan sólo aquellos que tenían
vibraciones altas, que suelen ser las frutas y verduras frescas,
los cereales integrales, etc.
El ingeniero francés Simonetton curó de una tuberculosis
pulmonar cuando la medicina convencional de los años
cuarenta le había desahuciado, pues aún no se usaban los
antibióticos, como la estreptomicina, para tales dolencias.
Este ingeniero, especialista en electricidad y electrónica,
amplió la escala, añadiéndole unas unidades de angstroms
(nanómetros), ya que observó una similitud de las radiaciones
medidas con las longitudes de onda, que se miden en
angstroms.
Lo cierto es que tal paralelismo no es exacto, y finalmente se
estableció el término “unidades Boris” en el biómetro que lleva
su nombre.
Tras muchas mediciones de plantas, animales, personas, de
gente sana y de enfermos con dolencias precisas, tanto Boris
como Simonetton llegaron a la conclusión de que 6.500, dentro
de la escala de 0 a 10.000, era la unidad a la que vibraba
cualquier persona sana, sin trastornos específicos. Pero
observaron que los cancerosos solían estar en la frecuencia
4.000-4.500, los tuberculosos entre 5.000 y 5.500, etc.
Cada enfermedad daba una frecuencia por debajo de los 6.500.
Las personas sanas y con mucha vitalidad superaban esta
medida, situándose entre 7.000 y 8.000. Aunque se daban casos
de personas cuya energía global estaba en 6.500, mientras que
un órgano concreto tan sólo daba 4.500, con lo que se
establecía que tal órgano estaba enfermo o dañado.
Años más tarde, esta misma escala sería recuperada por
algunos radiestesistas practicantes de la geobiología, los
cuales observaron que los lugares negativos o geopatógenos
daban medidas inferiores a las 6.500 unidades Bovis. Así pues,
en la vertical de una línea H (Hartmann) se podían medir 5.500,
sobre un cruce 5.000 y si, además estaba situado sobre una
corriente telúrica o cerca de un fuerte campo electromagnético,
podía descender a 4.000, deduciéndose de ello que el órgano
que ocupase ese espacio se vería afectado por la energía del
lugar y terminaría vibrando a la misma frecuencia.
Si tenemos en cuenta que tanto Bovis como Simonetton
observaron que cada virus, bacteria, hongo o enfermedad tenía
una frecuencia de vibración inferior a los 6.500,
comprenderemos la relación directa entre la energía del lugar y
el trastorno padecido, ya que el órgano, por inducción o
resonancia, terminará vibrando en la misma frecuencia que la
enfermedad en cuestión.
De ahí a pensar que cambiando la frecuencia de vibración del
órgano el problema se resuelve, hay un paso. De hecho, muchos
terapeutas actuales van en esa dirección. Aunque quizás no se
precise terapia alguna, ya que tan sólo desplazándonos de lugar
conseguiremos cambiar la frecuencia vibratoria del órgano en
cuestión, y éste empezará a funcionar correctamente,
permitiendo el restablecimiento rápido a la no proliferación del
virus o germen patógeno que nos afecta.
Es evidente que no sólo el lugar afectará a nuestras
vibraciones. Ya hemos mencionado que ciertos alimentos
desvitalizados también lo hacen, así como determinados
hábitos de vida, el estrés o el permanecer frente a la pantalla
del ordenador o del televisor…

USO DEL BIÓMETRO


Repito que se trata de una escala referencial, que nos informa
de la calidad de alimentos, agua, plantas medicinales, lugares,
etc.
Su uso servirá de punto de referencia, y no creo que sea muy
coherente el usarlo cuando vayamos al supermercado, para
medir la energía de lo que compramos (aunque bien podemos
hacerlo luego, en casa).

En Radiestesia Terapéutica se usa un instrumento simplísimo,


denominado péndulo, que en la mano del radiestesista, capta y
amplifica los efectos de los rayos radiestésicos. El péndulo, que
no pasa de ser un pequeño peso suspendido por un hilo, debe
ser “neutro”, esto es, de material no magnético y de color
negro. Por eso, comúnmente, está construido en madera y tiene,
de preferencia, la forma esférica.
Las tinturas negras de la industria contienen, generalmente,
pigmentos de otros colores, que pueden falsear experimentos
rigurosos, cuando se usa ennegrárselos por otros procesos.
Para el caso que nos interesa, un barnizamiento oscuro de la
madera es suficiente. El péndulo es una plomada esférica, o
puntiaguda, como el utilizado en topografía.,a la inversa
depender de un hilo negro, algunos penden de cadenas no
magnéticas, de aluminio anidizado. Los péndulos para
experiencias al aire libre, deben ser más pesados. Hay una
variedad enorme de péndulos de diversas formas y
composiciones, inventados por radiestesistas que los usan con
éxito. En la radiestesia terapéutica que estudiaremos, haremos
uso, en este texto, apenas del péndulo neutro, a saber: esfera
de madera, de aproximadamente 3 cm. de diámetro, la cual
posee saliente de forma tronco-cónica a modo de cabeza de
piña, de unos 4 mm de altura, por cuyo orificio pasa un hilo
negro de más o menos 28 cm. de largo.
Figuras descritas por los movimientos del péndulo:
El péndulo neutro o radiestésico presenta 4 movimientos
distintos, principales y un quinto movimiento secundario de
transición, a saber:
Sentido horario: el péndulo, mirándolo desde arriba, describe
circunferencias en el mismo sentido, en que las agujas del reloj.
Se dice que el péndulo hace rotaciones inversas o positivas. La
experiencia demostró, que la rotación horaria significa que el
péndulo se halla en estado de armonía con la radiación emitida
por el objeto o por el color determinado.
Sentido anti-horario: el péndulo, visto desde arriba, gira en
sentido contrario al del movimiento de las agujas del reloj. El
péndulo describe rotaciones inversas o negativas. Este
movimiento indica que el péndulo está en oposición directa
(180° sobre la esfera) con la naturaleza de radiaciones del
objeto.
Oscilación longitudinal: el péndulo se balancea, hace un
vaivén en el mismo plano, como el péndulo de un reloj de pared.
Después de una serie de rotaciones, el péndulo para y hace
oscilaciones, antes de comenzar nuevas rotaciones.
Oscilación transversal: El péndulo se balancea, hace un vaivén
cruzado, transversal con el movimiento descrito en el inciso
anterior.
Elipse y óvalos: el péndulo describe “circunferencias”
achatadas, esto es, elipses u óvalos. Esos movimientos son
secundarios, de transición, y no son considerados contables o
computables de las figuras descritas en la serie; sólo se
cuentan las circunferencias. (Hay radiestesistas que incluyen
las elipses en las cuentas de las series, interpretándolas como
movimiento resultante de efectos radiestésicos y de impulsos
del operador).
Todos estos movimientos pueden ser evidenciados sobre
cualquier cuerpo: metales, plantas, seres vivos, etc.).
Interpretación genérica de los movimientos:
De una manera general, se interpretan los movimientos así:
a) Oscilaciones que parten del operador hacia el objeto y
denotan sintonía, comunicación, armonía vibratoria entre sí. Sin
oscilaciones longitudinales.
b) Oscilaciones laterales, transversales, cortando una línea
imaginaria que liga al operador con el objeto; indican oposición,
discordancia, desarmonía de las vibraciones entre ambos.
c) Rotaciones directas, revelan afirmación, sintonía.
d) Rotaciones inversas, negación.
e) Oscilaciones denotan masculinidad.
f) Rotaciones, feminidades.

http://www.lacajadepandora.eu/enric-corbera-biodescodificacion/
INFORMACION A ESTUDIAR
http://www.bioneuroemocion.com/home/bioneuroemocion/que-es-la-bioneuroemocion

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