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investigación historica ii

Instituto Superior de Formación Docente N° 22 Dr. Adolfo Alsina

Proyecto de Investigación
Materia: Investigación Histórica II
Estudiante: Imanol Fernández
Docente: Echarri, Natalia
Fecha: 20/2/2024

Título General: Influencia de la Unidad Penal n°2 en el pueblo de


Sierra Chica
Título Específico: “Entrevistas a Esther Prendel, vecina de Sierra
Chica”

Objetivos generales:
 Conocer la influencia que existe de la Unidad N°2 en la localidad de Sierra Chica

 Conocer las memorias y opinión de un vecino de la localidad que no haya trabajado


en el Servicio Penitenciario
 Reconocer la importancia de las instituciones estatales y el rol que cumplen en la
vida de quienes allí trabajan
Objetivos específicos:
 Conocer la experiencia y memoria de Esther Prendel como vecina de Sierra Chica y
madre y abuela de trabajadores penitenciarios
 Descubrir la mentalidad de los trabajadores de la Unidad N°2 y su relación con el
espacio en el que viven.
 Vincular el abandono del establecimiento penitenciario con el abandono sufrido en la
localidad de Sierra Chica.

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Hipótesis

La influencia de la Unidad Penitenciaria n°2 ha transformado las relaciones


entre los habitantes del pueblo de Sierra Chica, copiando éstos los modos y
costumbres propias del sistema carcelario y reflejándolas en su interacción con las
personas y el espacio en el que habitan y conviven.

Marco Teórico

El presente proyecto de investigación pretende indagar en la memoria y las


costumbres locales, buscando comprender las mentalidades de los
sierrachiquenses quienes convivieron 144 años con uno de los establecimientos
penales más antiguos del partido y del país.
Para lograr dicha investigación, entrevisté a Delia Esther Prendel, de 82
años, vecina de Sierra Chica quien amablemente se dispuso a narrar oralmente sus
memorias en su pueblo natal, cuyo destino estuvo siempre ligado al mencionado
establecimiento penal. Durante la entrevista me enfoqué en interrogantes como
¿Cuál es tu relación personal con la Institución? ¿Consideras que el establecimiento
dejó su marca en Sierra Chica? ¿Desde qué momento de tu vida fuiste consciente
de que la cárcel influía en la vida de la gente del pueblo? El objetivo de estas
preguntas es conocer, además de las experiencias de la propia Sra. Prendel, es
conocer el valor que se le da a instituciones de gran importancia en la sociedad,
como lo son las cárceles, y cuál es la visión que como argentinos tenemos, al
menos en este pequeño pueblo, sobre el Estado y sus instituciones.
Poder conocer y reconocer como estas instituciones funcionan, cuál es su
influencia para un poblado que prácticamente ha estado ligado a la institución y por
qué su decadencia afecta también a la decadencia del pueblo en cuestión, es de
vital importancia para los sierrachiquenses que pelean por su pueblo, a quienes les
importa las consecuencias que trae en su espacio cotidiano la existencia de una
cárcel de semejantes dimensiones e importancia.

La Unidad 2 y Sierra Chica: destinos entrelazados.

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Sierra Chica es un pueblo que se fundó en el año 1882 de la mano de


picapedreros, originarios mayormente de la localidad italiana de Vezza Doglio, que
vinieron a prestar su fuerza de trabajo para la explotación de los ricos yacimientos
de granito rojo, único en el país. Por su parte, la Unidad N°2 fue fundada también en
el año 1882, fecha desde la cual la mayoría de los sierrachiquenses, que no
trabajaban en las canteras cercanas, lo hacían dentro del establecimiento, por lo
cual la institución forma parte de la vida del pueblo desde prácticamente su
fundación.
Desde aquel momento, la vida de los sierrachiquenses se vio influenciada por
el Servicio Penitenciario, en la medida que varios de sus pobladores trabajaban en
la institución y eran parte del sistema propio de las cárceles. La institución dio
trabajo durante casi 150 años a las personas del pueblo, y hoy en día casi todas las
familias de Sierra Chica trabajaron, o tuvieron un pariente muy cercano que se
desempeñó como parte de la Unidad 2. En los últimos tiempos, debido al deterioro
de las instituciones públicas y su desvalorización, la Unidad 2 no ha sido una
excepción y experimenta un deterioro tanto en su infraestructura como en las
relaciones laborales entre los agentes que allí cumplen funciones. El espacio
sierrachiquense ha visto las consecuencias de esta decadencia, experimentando un
abandono casi total de todos los espacios públicos de la localidad durante los
últimos 20 años, abandono que es, fundamentalmente, propiciado por los propios
habitantes del pueblo, quienes en su mayoría no cuidan el espacio tirando basura,
rompiendo las plazas, monumentos, paradas de colectivos y demás espacios
públicos que hoy en día se encuentran en una notable desidia.
Uno de los motivos que inspiró esta investigación es la comparación de
Sierra Chica con las otras dos localidades serranas, Hinojo y Colonia Hinojo,
paralelismo que realicé al notar que, indistintamente del rol que el Estado municipal
y las propias delegaciones cumplían a lo largo de los años, estos últimos siempre
eran pueblos más “pintorescos”, cuidados por los propios vecinos que, desde los
espacios que pudieron, se organizaron para mantener en buenas condiciones todos
los sectores públicos de sus localidades. Por su parte, Sierra Chica estaba, desde
mi propia infancia, en notable decadencia. El pueblo serrano recibe a más de mil
personas por fin de semana, que vienen al pueblo a visitar a los reclusos que viven

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en el establecimiento, y que en los últimos años también han contribuido al deterioro


de los espacios en los que esperan a poder ingresar a cualquiera de los tres
establecimientos carcelarios que se encuentran en el poblado. En estos espacios
siempre pueden encontrarse todo tipo de residuos, tanto orgánicos como
inorgánicos, así como un descuido total de las instalaciones que les son provistas
durante su espera para el ingreso a las cárceles. Los propios sierrachiquenses
suelen culpar a “las visitas”, como les llaman, por el abandono y deterioro general
del pueblo, pero como mencioné anteriormente, la visita de internos solo viene
durante los fines de semana, lo que desmiente, por lo tanto, la perspectiva de los
habitantes del pueblo.
El deterioro de la institución carcelaria n°2 afecta la cotidianidad de sus
trabajadores, que recordemos la mayoría son sierrachiquenses, y que tienen que
convivir constantemente con faltas de agua, de luz, de insumos para trabajar, sufrir
las condiciones climáticas debido a la insuficiencia de los servicios, incluso de
puertas y vidrios que provoca que el personal se encuentre, en ocasiones,
prácticamente a la intemperie. El deterioro del establecimiento provocó toda una
actitud negativa en cuanto al cuidado del espacio laboral por parte del personal,
quienes suelen justificar “si no lo hace el Estado, no lo voy a hacer yo”, actitud que
parece trasladarse al pueblo mismo, y es este uno de los objetivos que se pretende
esclarecer esta investigación, para la cual tendré interrogantes como ¿Cuál es tu
relación personal con la Institución? ¿Consideras que el establecimiento dejó su
marca en Sierra Chica? ¿Desde qué momento de tu vida fuiste consciente de que la
cárcel influía en la vida de la gente del pueblo? El objetivo de estas preguntas es
conocer, además de las experiencias de la propia Sra. Prendel, es conocer el valor
que se le da a instituciones de gran importancia en la sociedad, como lo son las
cárceles, y cuál es la visión que como argentinos tenemos, al menos en este
pequeño pueblo, sobre el Estado y sus instituciones.
Poder conocer y reconocer como estas instituciones funcionan, cuál es su
influencia para un poblado que prácticamente ha estado ligado a la institución y por
qué su decadencia afecta también a la decadencia del pueblo en cuestión, es de
vital importancia para los sierrachiquenses que pelean por su pueblo, a quienes les
importa las consecuencias que trae en su espacio cotidiano la existencia de una
cárcel de semejantes dimensiones e importancia.

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La Unidad N°2 y su influencia negativa en las relaciones


sociales y espaciales en el pueblo de Sierra Chica

Para realizar esta investigación, uno de los interrogantes fundamentales fue


si el deterioro que sufría el pueblo era una situación actual o había sido así durante
toda su historia. Dado que el pueblo tiene ya 144 años, la mejor opción fue conocer
las memorias de una persona de la tercera edad, que haya vivenciado las distintas
épocas por las que pasó Sierra Chica, al menos desde el nacimiento de quien fue
entrevistada. Por esta razón, y debido a increíble amabilidad y predisposición, fue
que se eligió a la Sra. Delia Prendel para ser entrevistada.
Al consultarle a la misma sobre este interrogante, dijo: “Absolutamente no. El
deterioro de Sierra (Chica) es una cuestión actual. En mis tiempos supo ser un
pueblo hermoso y adornado, con casitas cuidadas y jardines preciosos, todo muy
bien mantenido. Hace al menos treinta años, todo se vino abajo”. “Mucha de la
gente que vive en Sierra hoy no es del pueblo, vienen de otros lados y se instalan
acá para vivir, pero no cuidan el pueblo, lo tratan como un lugar pasajero, en el que
viven unos años y se van. ¿Qué les importa a ellos como están las plazas, o las
veredas por las que camina gente grande como yo, todas rotas y descuidadas? ese
es un problema que nadie se fija, y parece que solo les preocupa a algunos
ancianos que supieron ver este pueblo en su época de esplendor”.
La Sra. Prendel coincide con esta mirada sobre la desidia de Sierra Chica,
considera también que es una consecuencia del tiempo que llevan las cárceles
existiendo en la localidad: “La verdad es que, durante la mayor parte del tiempo,
sólo tuvimos la Unidad 2. Pero antes la cárcel misma se preocupaba por el pueblo.
Los empleados, en su mayoría eran gente de Sierra. Los oficiales recibidos de
Sierra Chica siempre pensaban en cuidar el pueblo, y en su mayoría eran los
internos los que pintaban los cordones, podaban los árboles o juntaban la basura.
Para ellos era un beneficio salir de la cárcel a la calle a trabajar, y a nosotros nos
ayudaba a mantener el pueblo en buenas condiciones. Estábamos acostumbrados y
nos parecía lo más normal del mundo que por las mañanas salieran las partidas de
trabajadores con sus custodios para realizar el mantenimiento local”.
Podemos ver, teniendo esta experiencia en cuenta, como en tiempos
pasados, durante la infancia de la entrevistada, podía ya apreciarse una relación

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recíproca entre la Unidad y el pueblo, que por aquellos tiempos era positiva para
ambas partes, permitiendo brindar Tratamiento a los internos trabajadores, y estos
últimos cuidando el espacio de los sierrachiquenses.
A partir de esta pregunta, se le consultó a la Sra. Prendel si la cárcel tenía,
efectivamente, alguna influencia sobre Sierra Chica, a lo que respondió:
“Absolutamente. Cuando yo era joven, la mayoría de la gente vivía del Servicio. Hoy
en día también, los hijos, nietos de mis amigas y los míos trabajan ahí. La gente del
servicio siempre tuvo que ver con Sierra, la mayoría son de Sierra y el pueblo se
construyó básicamente alrededor de la cárcel. Antes tenía mucha participación en la
vida de la gente, hoy en día hay tan poco personal y presupuesto que hay un
abandono total, y la gente que trabaja lo sufre mucho”.
Queda más que claro a partir de esto último que la situación de abandono es
propia de los tiempos actuales, y que, además, la misma gente de Sierra Chica está
ligada a la cárcel, que les ha dado trabajo a lo largo de la historia. Debido a la
experiencia de vida de la entrevistada, se le consultó acerca de en qué momento de
su vida fue consciente de esta influencia cárcel-pueblo de la que estuvimos
hablando, a lo que contestó: “Desde que fui adolescente. Mi papá trabajaba en
vialidad, que en los ‘50 pasó a ser parte del Servicio Penitenciario. A partir de ese
momento, le dieron a mi papá una casa que se destinaba a los empleados, en la
parte vieja del pueblo. Un chalet de tejas y piedra hermoso, con un jardín que hoy
en día no existe más. Antes vivíamos en una casa muy pobre, y al vivir en aquella
casa del penal no pagábamos ni alquiler, ni luz ni agua. Le permitió a mis padres
ahorrar para comprar su terreno y construir su casita, de a poco. En aquellos
momentos la mayoría de la gente de Sierra éramos muy pobres, y una casa como el
chalet que le dieron a mi papá se sentía como un palacio precioso con pisos
parquet y baño adentro de la casa, que, en ese momento, para todos era
desconocido porque teníamos excusado en el fondo del patio”. A continuación, la
Sra. Prendel hizo un paralelismo con la actualidad: “Esas casas del penal hoy en
día son una ruina. Los empleados que se las dan no las cuidan, las maltratan,
porque ellos están acá temporalmente, después les llega el traslado a algún otro
lugar y las casas pasan a otros dueños, y ya los jefes de la cárcel no controlan en
qué estado las van dejando los inquilinos. Al igual que está pasando en la misma
cárcel, las casas del penal están deterioradas. Nadie las ve como casas de Sierra

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Chica, históricas, las ven como lugares para estar viviendo gratis y no gastar en
alquiler.”
Podemos apreciar, en estos testimonios, como la Institución estuvo ligada a
la Sra. Prendel desde su temprana infancia, permitiendo a sus padres vivir en una
casa cómoda y moderna para aquellos tiempos, a la vez que les permitió ahorrar
para tener su propia vivienda, algo que hoy en día es muy difícil de ver debido a la
falta de tierras que ofrece Sierra Chica, incluso para sus propios habitantes.
En términos generales, parece ser que la historia del establecimiento ha
dejado gran huella en los sierrachiquenses. Con respecto a esto, la Sra. Prendel
comenta: “Una se da cuenta fácil quién es penitenciario acá en Sierra y quién no.
Son diferentes, entre ellos cuando se juntan hablan en algo así como su propio
idioma, que es el que usan en el trabajo. Yo más o menos lo entiendo porque mis
hijas y nietos trabajan ahí y me cuentan, pero alguien ajeno a Sierra o al propio
Servicio les es difícil entender una conversación entre penitenciarios. Hablan y se
tratan en la vida del pueblo como lo hacen en su trabajo”. Continúa contando: “Hay
muchas historias tristes de gente que trabajó en el penal. Muchos han tenido
problemas psiquiátricos, o depresiones, se ven cosas muy feas, los mismos
penitenciarios dicen que la cárcel es un submundo, ahí todo es diferente y los que
trabajan se acostumbran tanto que una vez jubilados no saben casi tratarse con
nadie más que otros jubilados o gente que sigue trabajando. Yo he visto como
muchas familias se rompen, como abandonan sus casas y las dejan estar, sus
patios de adelante con el pasto largo, todo muy descuidado, adoptan los modos de
la cárcel y no se pueden despegar de eso para su vida cotidiana”.
En este punto parece claro que, siguiendo lo dicho por la entrevistada, el
trabajo en el Servicio trae consecuencias negativas para muchas de las personas
que allí trabajan. Teniendo en cuenta lo atípico que es trabajar con personas en
contexto de encierro, esto no es de extrañar; el propio sistema carcelario, las vías
jerárquicas entre oficiales y subalternos que configuran las relaciones laborales, las
experiencias en condiciones higiénicas y edilicias pésimas afectan negativamente a
quienes trabajan para el S.P.B., más aún en una institución como la Unidad 2 que
tiene casi 150 años. En esta institución, el deterioro es más visible y pareciera que
este deterioro material también influye en el deterioro de las relaciones entre
quienes trabajan en la misma. Al respecto, la Sra. Prendel dice: “Para mí, la gente
se acostumbra tanto a estar entre la mugre del penal que después vive entre la

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mugre en su casa y en su pueblo. Obviamente no meto a todos en la misma bolsa,


no es culpa de la gente que trabaja en el penal, pero sí es cierto que desde que la
cárcel se viene abajo también se vienen abajo las casas de muchos de sus
empleados, y ni hablar del pueblo mismo. A veces la gente que tiene problemas en
el trabajo también termina teniendo problemas en el pueblo, muchos viven al lado o
en la misma cuadra que sus compañeros y sus jefes, y eso hace que se traten de
una manera distinta a como nos tratamos la gente común. Como te había dicho, la
vida que tienen en el Servicio también la tienen afuera”.
A continuación, se le consultó a la Sra. Prendel acerca de por qué considera
que la gente de Sierra Chica ha abandonado con el tiempo el pueblo, y si esto tiene
algún vínculo con la Unidad 2, particularmente, a lo que dijo: “Para mi es por lo
mismo. La gente que vive en Sierra Chica no es de Sierra Chica, como te puedo
explicar, la mayoría vienen de otros lugares a trabajar en el penal y se van, alquilan
una casa un tiempo, no la cuidan, tiran basura en la calle y no les interesa, no
mantienen en buenas condiciones las plazas ni las paradas del cole (colectivo), ni
las escuelas a las que mandan a sus chicos. La mayoría de los chicos que crecen
eligen vivir en Olavarría, es entendible tienen todo más cerca y en Sierra no hay
nada, el pueblo mismo no ofrece nada.”. Luego se le consultó a la entrevistada si
considera que es un problema propio de la gente del servicio, o si es un sentimiento
en común de todos los sierrachiquenses: “La mayoría de los que trabajan en el
penal me cuentan lo mismo, que la cárcel es un desastre, que el trabajo es insano y
que se tratan con malos modos entre compañeros y jefes. Los que son Oficiales y
estudiaron en La Plata viven acá un tiempo y se van. Los suboficiales, que son los
que viven en Sierra toda la vida (a ellos no los trasladan, a los Oficiales sí) siempre
cuentan que están cansados, que trabajan entre la mugre y que el trabajo les
consume la vida, pero cuando yo era más joven esto no pasaba. Capaz que tiene
que ver que en ese momento ser penitenciario era de más prestigio por decirlo de
alguna manera, y estaban mejores pagos por lo que disfrutaban más de su vida
extralaboral, al menos eso fue así hasta la época de Menem.”
La realidad sierrachiquense está claramente marcada por quienes viven y
trabajan para la cárcel de Sierra Chica. Si bien hay dos establecimientos
penitenciarios más, además de la Unidad 2 (la N° 38 y la N° 27), la primera es la
más icónica y la que más tiempo ha estado como parte de la vida de los
sierrachiquenses, como se mencionó anteriormente, básicamente desde su

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fundación. La Sra. Prendel continuó diciendo: “No es que la desidia del pueblo sea
culpa de los penitenciarios. La realidad del país está en deterioro hace muchos
años, más que nada desde los últimos quince. La verdad es que en general todas
las instituciones que conocí durante mi vida, sean escuelas, hospitales, bancos, lo
que se te ocurra, están mucho más deteriorados que en mi época de joven. Es una
realidad que afecta a toda la argentina, pero acá en Sierra podemos verlo de
primera mano porque funciona la cárcel desde hace años, y como te conté antes
ayudaba a mantener el pueblo prolijo. Ahora por el contrario parece ser que se
transformó en un paraje, un lugar de vivienda temporal al que se viene solo a
trabajar, la gente que era del pueblo desde épocas de sus abuelos se fue yendo, y
acá quedó gente vinculada al Servicio, tanto trabajadores como visitas, y ellos no
ven el pueblo como algo propio, viven por cercanía de la cárcel y nada más. Así se
ha venido abajo el club, la delegación y la salita, que a pesar que la hicieron nueva
está muy abandonada.
Podemos apreciar como la Sra. Prendel, mujer como se mencionó
anteriormente muy predispuesta a dar la entrevista, además de muy inteligente,
tiene conciencia acerca del deterioro que sufren las instituciones argentinas desde
épocas del neoliberalismo. Comparte la visión de muchos sierrachiquenses con
respecto al rol de la cárcel, y más que nada al deterioro del pueblo. Si bien como
quedó registrado no apunta como culpables ni al Servicio Penitenciario ni a sus
trabajadores del abandono del pueblo, si da a entender como el flujo de personas
que vienen y se van ha terminado por lograr que se “pierda” el sentido de
pertenencia con la localidad. En palabras de la entrevistada “El pueblo hoy es de
todos, pero no es de nadie. A nadie le interesa mantener las costumbres, las fiestas
locales como la del Granito Rojo, la fiesta de Santa Lucía o los corsos de Sierra que
eran hermosos, más que los de Olavarría. Todas estas tradiciones se perdieron y
hoy la poca gente que queda que es realmente de Sierra Chica, no logra siquiera
juntar mil votos para elegir un delegado propio, lo termina eligiendo a dedo el
Intendente. Somos más de tres mil personas y apenas serán quinientas o mil de
Sierra Chica realmente.”

A modo de consideración final, se puede observar como Sierra Chica y la


Unidad n°2 se fundaron las unas a las otras. La mayoría de la gente del pueblo
cumple funciones o tiene una relación, directa o indirecta, con lo que pasa dentro de

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la cárcel. En los últimos años, los propios sierrachiquenses evidenciaron como el


pueblo entraba en una decadencia que era acompañada por la decadencia propia
del establecimiento carcelario, y que el abandono de la localidad es parcialmente
una consecuencia del deterioro tanto de las instituciones en general en nuestro país,
como de la falta de interés de los nuevos pobladores de Sierra Chica por mantener
en condiciones el lugar en el que viven. Las memorias como las que nos brindó la
Señora Esther Prendel, a quién se le agradece enormemente por su amabilidad y
predisposición, por abrir las puertas de su hogar para contar todas sus experiencias
de vida, son fundamentales para conocer la historia local y entender cuáles fueron
las situaciones que llevaron a que el pueblo hoy esté como está. Se puede concluir
que Sierra Chica y la Unidad 2 tienen un destino entrelazado, y que en su época de
oro” supieron mantener una relación que brindaba trabajo a los sierrachiquenses a
su vez que permitía el acceso a mejores viviendas, servicios de todo tipo y
mantenimiento general de los espacios del pueblo. Queda claro que quienes
trabajan en el Servicio Penitenciario son dedicados a su trabajo y su función social,
y en su mayoría son parte viva de la historia de Sierra Chica, si bien en los últimos
años la mayoría de quienes eran habitantes “tradicionales” del pueblo se han ido,
aún se conserva entre los miembros del pueblo un gran respeto tanto por la Unidad
N° 2 como por quienes allí cumplen funciones.
Agradezco nuevamente a la Sra. Prendel por su amabilidad y predisposición
para realizar esta entrevista.

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