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Proyecto de Investigación
Materia: Investigación Histórica II
Estudiante: Imanol Fernández
Docente: Echarri, Natalia
Fecha: 20/2/2024
Objetivos generales:
Conocer la influencia que existe de la Unidad N°2 en la localidad de Sierra Chica
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Hipótesis
Marco Teórico
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recíproca entre la Unidad y el pueblo, que por aquellos tiempos era positiva para
ambas partes, permitiendo brindar Tratamiento a los internos trabajadores, y estos
últimos cuidando el espacio de los sierrachiquenses.
A partir de esta pregunta, se le consultó a la Sra. Prendel si la cárcel tenía,
efectivamente, alguna influencia sobre Sierra Chica, a lo que respondió:
“Absolutamente. Cuando yo era joven, la mayoría de la gente vivía del Servicio. Hoy
en día también, los hijos, nietos de mis amigas y los míos trabajan ahí. La gente del
servicio siempre tuvo que ver con Sierra, la mayoría son de Sierra y el pueblo se
construyó básicamente alrededor de la cárcel. Antes tenía mucha participación en la
vida de la gente, hoy en día hay tan poco personal y presupuesto que hay un
abandono total, y la gente que trabaja lo sufre mucho”.
Queda más que claro a partir de esto último que la situación de abandono es
propia de los tiempos actuales, y que, además, la misma gente de Sierra Chica está
ligada a la cárcel, que les ha dado trabajo a lo largo de la historia. Debido a la
experiencia de vida de la entrevistada, se le consultó acerca de en qué momento de
su vida fue consciente de esta influencia cárcel-pueblo de la que estuvimos
hablando, a lo que contestó: “Desde que fui adolescente. Mi papá trabajaba en
vialidad, que en los ‘50 pasó a ser parte del Servicio Penitenciario. A partir de ese
momento, le dieron a mi papá una casa que se destinaba a los empleados, en la
parte vieja del pueblo. Un chalet de tejas y piedra hermoso, con un jardín que hoy
en día no existe más. Antes vivíamos en una casa muy pobre, y al vivir en aquella
casa del penal no pagábamos ni alquiler, ni luz ni agua. Le permitió a mis padres
ahorrar para comprar su terreno y construir su casita, de a poco. En aquellos
momentos la mayoría de la gente de Sierra éramos muy pobres, y una casa como el
chalet que le dieron a mi papá se sentía como un palacio precioso con pisos
parquet y baño adentro de la casa, que, en ese momento, para todos era
desconocido porque teníamos excusado en el fondo del patio”. A continuación, la
Sra. Prendel hizo un paralelismo con la actualidad: “Esas casas del penal hoy en
día son una ruina. Los empleados que se las dan no las cuidan, las maltratan,
porque ellos están acá temporalmente, después les llega el traslado a algún otro
lugar y las casas pasan a otros dueños, y ya los jefes de la cárcel no controlan en
qué estado las van dejando los inquilinos. Al igual que está pasando en la misma
cárcel, las casas del penal están deterioradas. Nadie las ve como casas de Sierra
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Chica, históricas, las ven como lugares para estar viviendo gratis y no gastar en
alquiler.”
Podemos apreciar, en estos testimonios, como la Institución estuvo ligada a
la Sra. Prendel desde su temprana infancia, permitiendo a sus padres vivir en una
casa cómoda y moderna para aquellos tiempos, a la vez que les permitió ahorrar
para tener su propia vivienda, algo que hoy en día es muy difícil de ver debido a la
falta de tierras que ofrece Sierra Chica, incluso para sus propios habitantes.
En términos generales, parece ser que la historia del establecimiento ha
dejado gran huella en los sierrachiquenses. Con respecto a esto, la Sra. Prendel
comenta: “Una se da cuenta fácil quién es penitenciario acá en Sierra y quién no.
Son diferentes, entre ellos cuando se juntan hablan en algo así como su propio
idioma, que es el que usan en el trabajo. Yo más o menos lo entiendo porque mis
hijas y nietos trabajan ahí y me cuentan, pero alguien ajeno a Sierra o al propio
Servicio les es difícil entender una conversación entre penitenciarios. Hablan y se
tratan en la vida del pueblo como lo hacen en su trabajo”. Continúa contando: “Hay
muchas historias tristes de gente que trabajó en el penal. Muchos han tenido
problemas psiquiátricos, o depresiones, se ven cosas muy feas, los mismos
penitenciarios dicen que la cárcel es un submundo, ahí todo es diferente y los que
trabajan se acostumbran tanto que una vez jubilados no saben casi tratarse con
nadie más que otros jubilados o gente que sigue trabajando. Yo he visto como
muchas familias se rompen, como abandonan sus casas y las dejan estar, sus
patios de adelante con el pasto largo, todo muy descuidado, adoptan los modos de
la cárcel y no se pueden despegar de eso para su vida cotidiana”.
En este punto parece claro que, siguiendo lo dicho por la entrevistada, el
trabajo en el Servicio trae consecuencias negativas para muchas de las personas
que allí trabajan. Teniendo en cuenta lo atípico que es trabajar con personas en
contexto de encierro, esto no es de extrañar; el propio sistema carcelario, las vías
jerárquicas entre oficiales y subalternos que configuran las relaciones laborales, las
experiencias en condiciones higiénicas y edilicias pésimas afectan negativamente a
quienes trabajan para el S.P.B., más aún en una institución como la Unidad 2 que
tiene casi 150 años. En esta institución, el deterioro es más visible y pareciera que
este deterioro material también influye en el deterioro de las relaciones entre
quienes trabajan en la misma. Al respecto, la Sra. Prendel dice: “Para mí, la gente
se acostumbra tanto a estar entre la mugre del penal que después vive entre la
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fundación. La Sra. Prendel continuó diciendo: “No es que la desidia del pueblo sea
culpa de los penitenciarios. La realidad del país está en deterioro hace muchos
años, más que nada desde los últimos quince. La verdad es que en general todas
las instituciones que conocí durante mi vida, sean escuelas, hospitales, bancos, lo
que se te ocurra, están mucho más deteriorados que en mi época de joven. Es una
realidad que afecta a toda la argentina, pero acá en Sierra podemos verlo de
primera mano porque funciona la cárcel desde hace años, y como te conté antes
ayudaba a mantener el pueblo prolijo. Ahora por el contrario parece ser que se
transformó en un paraje, un lugar de vivienda temporal al que se viene solo a
trabajar, la gente que era del pueblo desde épocas de sus abuelos se fue yendo, y
acá quedó gente vinculada al Servicio, tanto trabajadores como visitas, y ellos no
ven el pueblo como algo propio, viven por cercanía de la cárcel y nada más. Así se
ha venido abajo el club, la delegación y la salita, que a pesar que la hicieron nueva
está muy abandonada.
Podemos apreciar como la Sra. Prendel, mujer como se mencionó
anteriormente muy predispuesta a dar la entrevista, además de muy inteligente,
tiene conciencia acerca del deterioro que sufren las instituciones argentinas desde
épocas del neoliberalismo. Comparte la visión de muchos sierrachiquenses con
respecto al rol de la cárcel, y más que nada al deterioro del pueblo. Si bien como
quedó registrado no apunta como culpables ni al Servicio Penitenciario ni a sus
trabajadores del abandono del pueblo, si da a entender como el flujo de personas
que vienen y se van ha terminado por lograr que se “pierda” el sentido de
pertenencia con la localidad. En palabras de la entrevistada “El pueblo hoy es de
todos, pero no es de nadie. A nadie le interesa mantener las costumbres, las fiestas
locales como la del Granito Rojo, la fiesta de Santa Lucía o los corsos de Sierra que
eran hermosos, más que los de Olavarría. Todas estas tradiciones se perdieron y
hoy la poca gente que queda que es realmente de Sierra Chica, no logra siquiera
juntar mil votos para elegir un delegado propio, lo termina eligiendo a dedo el
Intendente. Somos más de tres mil personas y apenas serán quinientas o mil de
Sierra Chica realmente.”
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