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1. Propósito
La cuestión de la validez de la firma digital y de la firma electrónica,
con los cambios legislativos introducidos por el Código Civil y Co-
mercial, ha sido debatida en los últimos años.
En ese sentido, y luego de la sanción del nuevo Código, ha habido
un interesante desarrollo doctrinal, y aun legislativo, sobre estos temas,
y fueron bien determinados los conceptos de firma electrónica y digital,
sus efectos prácticos e inclusive están claros los puntos sobre los que
quedan dudas.
También se ha dictado jurisprudencia basada en los conflictos ema-
nados de la contratación electrónica, que aportan elementos sobre cómo
la firma electrónica y la digital van siendo utilizadas por la sociedad
en la vida negocial.
El propósito de este trabajo es revisar el estado actual de la temática
de firma digital y electrónica a la luz de estos desarrollos mencionados,
para extraer las conclusiones que estimemos que se puedan tener a
esta altura del tema.
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Doctrina
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RIVERA, Julio César, Instituciones de Derecho Civil. Parte general, 7ª ed. act.,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2020, t. II, Capítulo XXXVIII, Sección V, 25, c, p. 401.
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Firma digital y firma electrónica
ción, que carezca de alguno de los requisitos legales para ser consi-
derada firma digital. En caso de ser desconocida la firma electrónica
corresponde a quien la invoca acreditar su validez”.
La firma electrónica es la signatura realizada por medios digitales
pero que carece de elementos requeridos por la ley 25.506 para la
firma digital. Usualmente, el elemento del que la firma electrónica
carece y que tiene la digital es la certificación técnica de autenticidad
y autoría por terceras partes a las intervinientes en el acto.
La firma electrónica puede tener amplias variedades de formas,
que van desde el simple estampado del nombre mecanografiado en
medio electrónico al final de un documento electrónico (firmas al final
de un correo electrónico), hasta otras formas en las que se requiere
algún nivel de validación de autoría, en muchos casos muy sofisticado,
a través de la colocación de contraseñas, con o sin la adición de otros
elementos identificatorios como tokens numéricos o de imágenes o
inserción de números de tarjetas de coordenadas2.
Algunos autores han denominado a estas variedades –de manera
apropiada– como “simple” a las signaturas electrónicas sin validación
o bien con validación mínima (como la signatura inserta en un e-mail
al que se accede sólo con contraseña grabada en el sistema provisto
por el proveedor de servicio de e-mail), y “robusta” cuando el con-
sentimiento se autentica por varios factores, tales como la contraseña
inicial y luego por un token o por datos biométricos, como sucede
usualmente en procesos de actuación en los sistemas bancarios cono-
cidos como home banking3.
No aplican a la firma electrónica los elementos de forma (nombre
o signo que lo represente) y de habitualidad aplicables a la firma oló-
grafa4.
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Doctrina
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Firma digital y firma electrónica
expresa que “se utiliza la firma digital para individualizar los procedimientos o métodos
destinados a identificar al autor de un documento transmitido por medios electrónicos
así como que esa persona aprueba su contenido”.
7 Ver CSJN, 10-10-96, “Estado Nacional (Ministerio de Economía, Secretaría de
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Doctrina
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Firma digital y firma electrónica
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Doctrina
punto IV, cuarto párrafo, donde entendemos se expresa que el concepto incluido en
el artículo 288 es de firma electrónica y no digital.
10 Ver ALTMARK, Daniel R. y GUINI, Leonor G., Firma electrónica. Valor
jurídico y probatorio. Título ejecutivo, en RCCyC 2022 (diciembre), p. 61, VII, quinto
párrafo.
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Firma digital y firma electrónica
Título ejecutivo cit., p. 61, IV. En este trabajo se hace una adecuada mención de las
normas del Banco Central de la República Argentina en las cuales se regulan los
sistemas de banca electrónica y se tratan los sistemas de validación de firma electrónica.
Dichas resoluciones son las siguientes: BCRA Nº A 6059, A 6068 y A 6072.
12 Ver JNCom. Nº 23, 14-2-2020, autos “Wenance SA c/Gamboa, Sonia Alejandra
s/Ejecutivo”, RC J 3768/20.
13 ABDELNABE VILA, Es válido sostener que la firma electrónica satisface el
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Doctrina
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Firma digital y firma electrónica
16 RC J 5560/22.
17 Remitimos a nuestro comentario de jurisprudencia Parte general de la presente
Revista de Derecho Privado y Comunitario, Nº 2023-1, ps. 367 y ss.
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Doctrina
18RC J 5704/22.
19Ver JNCom. Nº 23, 14-2-2020, autos “Wenance SA c/Gamboa, Sonia Alejandra
s/Ejecutivo”, RC J 3768/20.
20 RC J 5369/22.
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Firma digital y firma electrónica
6. Conclusión
La materia de este trabajo dista de ser pacífica. Pero entende-
mos que, más allá de cuestiones relativas a la nomenclatura, los tér-
minos y los caracteres de las normas involucradas, conducen a con-
cluir que:
i) El artículo 288 del Código Civil y Comercial extiende el valor
de firma ológrafa a la firma electrónica robusta, es decir, aquella
que cuenta con verificación de autoría e inalterabilidad al menos
con dos instancias, tales como contraseña inicial y métodos adi-
cionales como ser tokens, datos biométricos o tarjetas de coor-
denadas.
ii) La firma digital prevista en el artículo 2º de la ley 25.506 no
es la única que puede tomar el lugar de la firma ológrafa en
los documentos electrónicos, ya que la firma electrónica robusta
tiene ese valor, cuando asegura inalterabilidad y autoría.
La jurisprudencia ha empezado a receptar esta visión, lo cual no
sólo es consistente con las normas en juego sino que lo es con la
importante y creciente cantidad de contratos que se celebran en forma
electrónica utilizando firmas electrónicas robustas, y que las partes
honran como si los hubieran firmado de forma manuscrita en forma-
to papel.
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