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FIRMA DIGITAL Y FIRMA ELECTRÓNICA

por Diego M. Fissore

Sumario: 1. Propósito. 2. Los conceptos en cuestión. 2.1. Concepto de firma. 2.2.


Firma electrónica. 2.3. Firma digital. 2.4. Validez y efectos de estas definiciones.
3. El efecto de la firma digital y de la firma electrónica en la ley 25.506. 4. El
concepto de firma digital en el Código Civil y Comercial. 5. Jurisprudencia sobre
la materia. 6. Conclusión.

1. Propósito
La cuestión de la validez de la firma digital y de la firma electrónica,
con los cambios legislativos introducidos por el Código Civil y Co-
mercial, ha sido debatida en los últimos años.
En ese sentido, y luego de la sanción del nuevo Código, ha habido
un interesante desarrollo doctrinal, y aun legislativo, sobre estos temas,
y fueron bien determinados los conceptos de firma electrónica y digital,
sus efectos prácticos e inclusive están claros los puntos sobre los que
quedan dudas.
También se ha dictado jurisprudencia basada en los conflictos ema-
nados de la contratación electrónica, que aportan elementos sobre cómo
la firma electrónica y la digital van siendo utilizadas por la sociedad
en la vida negocial.
El propósito de este trabajo es revisar el estado actual de la temática
de firma digital y electrónica a la luz de estos desarrollos mencionados,
para extraer las conclusiones que estimemos que se puedan tener a
esta altura del tema.

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Doctrina

2. Los conceptos en cuestión


Para realizar nuestro análisis debemos dejar claro los significados
que son indubitados, en cuanto a que la legislación y autores coinciden
sobre los mismos.

2.1. Concepto de firma


La firma es el conjunto de trazos que constituyen el modo habitual
que una persona utiliza para autodesignarse con el fin de manifestar
el consentimiento al texto en cuyo pie la coloca1. La definición legal
se encuentra en el artículo 288 del Código Civil y Comercial de la
Nación.
La firma se utiliza básicamente con dos objetivos, cuales son la
identificación del firmante y la prueba de la manifestación de la vo-
luntad de dicha parte.
No es necesario que se coloque el nombre y el apellido completo
de quien firma, sólo basta que el signo utilizado identifique al firmante
con carácter habitual y estable, y que se inserte a los efectos de expresar
voluntad, no de informar o saludar. Es decir que la finalidad de expresar
consentimiento es parte integrante del concepto de firma.
A tenor de la norma referida, la firma puede ser ológrafa, la cual
es la que es manuscrita y se inserta en un documento creado en soporte
papel, o bien electrónica, que es la que consta en documentos elec-
trónicos, y dentro de ésta está la firma digital, si puede verificarse su
autenticidad de forma independiente y por terceros.
Los instrumentos (documentos escritos) firmados son instrumentos
privados (conf. art. 287, Código Civil y Comercial).

2.2. Firma electrónica


Entendemos a la firma electrónica, a tenor del artículo 5º de la
ley 25.506, como aquella que consiste en un “conjunto de datos elec-
trónicos integrados, ligados o asociados de manera lógica a otros datos
electrónicos, utilizado por el signatario como su medio de identifica-

1
RIVERA, Julio César, Instituciones de Derecho Civil. Parte general, 7ª ed. act.,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2020, t. II, Capítulo XXXVIII, Sección V, 25, c, p. 401.

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Firma digital y firma electrónica

ción, que carezca de alguno de los requisitos legales para ser consi-
derada firma digital. En caso de ser desconocida la firma electrónica
corresponde a quien la invoca acreditar su validez”.
La firma electrónica es la signatura realizada por medios digitales
pero que carece de elementos requeridos por la ley 25.506 para la
firma digital. Usualmente, el elemento del que la firma electrónica
carece y que tiene la digital es la certificación técnica de autenticidad
y autoría por terceras partes a las intervinientes en el acto.
La firma electrónica puede tener amplias variedades de formas,
que van desde el simple estampado del nombre mecanografiado en
medio electrónico al final de un documento electrónico (firmas al final
de un correo electrónico), hasta otras formas en las que se requiere
algún nivel de validación de autoría, en muchos casos muy sofisticado,
a través de la colocación de contraseñas, con o sin la adición de otros
elementos identificatorios como tokens numéricos o de imágenes o
inserción de números de tarjetas de coordenadas2.
Algunos autores han denominado a estas variedades –de manera
apropiada– como “simple” a las signaturas electrónicas sin validación
o bien con validación mínima (como la signatura inserta en un e-mail
al que se accede sólo con contraseña grabada en el sistema provisto
por el proveedor de servicio de e-mail), y “robusta” cuando el con-
sentimiento se autentica por varios factores, tales como la contraseña
inicial y luego por un token o por datos biométricos, como sucede
usualmente en procesos de actuación en los sistemas bancarios cono-
cidos como home banking3.
No aplican a la firma electrónica los elementos de forma (nombre
o signo que lo represente) y de habitualidad aplicables a la firma oló-
grafa4.

2 CRUZ BORRELLI, Julián y MAGALLÓN, Agustina, Lo que la firma electrónica

no es, en RCCyC 2022 (diciembre), p. 76, punto II, séptimo párrafo.


3 ABDELNABE VILA, María Carolina, Es válido sostener que la firma electrónica

satisface el requisito de firma, en RCCyC 2022 (diciembre), p. 53, párrafo 11.


4 CRUZ BORRELLI y MAGALLÓN, Lo que la firma electrónica no es cit.,

punto III, cuarto párrafo.

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Doctrina

2.3. Firma digital


La firma digital es aquella firma electrónica en cuanto tiene natu-
raleza digital y se inserta en un documento electrónico, pero en cuya
factura interviene un sistema que configura la forma misma de la firma
y verifica la autoría e integridad del documento por terceras partes.
Ése es el sentido con el que el artículo 2º de la ley 25.506 define
a este concepto de la siguiente manera: “Se entiende por firma digital
al resultado de aplicar a un documento digital un procedimiento ma-
temático que requiere información de exclusivo conocimiento del fir-
mante, encontrándose ésta bajo su absoluto control. La firma digital
debe ser susceptible de verificación por terceras partes, tal que dicha
verificación simultáneamente permita identificar al firmante y detectar
cualquier alteración del documento digital posterior a su firma”.
Para la adquisición del carácter de digital, la firma electrónica debe
poder ser verificada en cuanto a autoría e integridad por terceras partes
que emiten un certificado de autenticidad, que abarca la autoría e in-
tegridad del documento en el que se inserta. La creación y validación
de la firma digital debe realizarse dentro del período de vigencia del
sistema, lo que permite al otorgante de la validación verificar efecti-
vamente la referida autenticidad, es decir, estar en condiciones de ha-
cerlo.
Ello indica el artículo 9º de la ley 25.506 al establecer que la firma
digital es válida cuando “a) [ha] sido creada durante el período de
vigencia del certificado digital válido del firmante; b) Ser debidamente
verificada por la referencia a los datos de verificación de firma digital
indicados en dicho certificado según el procedimiento de verificación
correspondiente; c) Que dicho certificado haya sido emitido o reco-
nocido, según el artículo 16 de la presente, por un certificador licen-
ciado”.
La certificación de la firma digital está regulada por los Capítulos II
a IV de la ley 25.506. La autoridad de aplicación que permite brin-
dar el servicio de verificación de autenticación de las firmas digitales
es la Secretaría de Innovación Pública de la Jefatura de Gabinete de
Ministros (https://www.argentina.gob.ar/jefatura/innovacion-publica/in-
novacion-administrativa/firma-digital/plataforma-de-firma-digital-1).

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Firma digital y firma electrónica

Entendemos que el género en el caso es la firma electrónica, mien-


tras que la digital es la especie, y esta última más reducida en cuanto
a que si bien es una firma inserta por medios electrónicos, tiene ele-
mentos que la diferencian de otras firmas electrónicas que no requieren
autenticación por terceros5.
También podríamos decir que la firma electrónica es, a su vez,
una especie del género firma, junto con la firma húmeda u ológrafa
que es la que se inserta de forma manuscrita en documentos de soporte
papel6.

2.4. Validez y efectos de estas definiciones


Las definiciones reseñadas, si bien aceptadas e indubitadas, no de-
terminan los efectos de la firma digital o de la electrónica, o el carácter
y eficacia probatoria de los instrumentos en los que se insertan.
La validez y efectos legales de los conceptos vistos, es obvio decirlo,
se hallan en las regulaciones que fijan dichos efectos.
Y en ese sentido, el artículo 288 del Código Civil y Comercial es
la norma que gobierna la cuestión, toda vez que es la ley posterior y
particular sobre la firma y sobre firma digital y electrónica, ya que es
posterior en el tiempo y trata el mismo tema que la ley 25.5067.
Dicho artículo expresa que “La firma prueba la autoría de la de-
claración de voluntad expresada en el texto al cual corresponde. Debe
consistir en el nombre del firmante o en un signo. En los instrumentos

5 CRUZ BORRELLI y MAGALLÓN, Lo que la firma electrónica no es cit.,

p. 76, punto III, quinto párrafo.


6 Ver RIVERA, ob. cit., Capítulo XXXVIII, Sección V, 28, a, p. 406, donde se

expresa que “se utiliza la firma digital para individualizar los procedimientos o métodos
destinados a identificar al autor de un documento transmitido por medios electrónicos
así como que esa persona aprueba su contenido”.
7 Ver CSJN, 10-10-96, “Estado Nacional (Ministerio de Economía, Secretaría de

Industria) c/Sevel Argentina SA (FIAT) s/Cobro de pesos”, donde se expresa que


“Tratándose de leyes sucesivas, que legislan sobre la misma materia, la omisión en
la última, de disposiciones de la primera, importa seguramente dejarlas sin efecto,
cuando la nueva ley crea –respecto de la cuestión de que se trata– un sistema completo
más o menos diferente del de la ley antigua”. Ver, a contrario sensu, CNCom., sala A,
13-10-2022, “Insaurralde, Sergio Martín c/Zurich Compañía de Seguros SA y otro
s/Ordinario”, RC J 2035/23.

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Doctrina

generados por medios electrónicos, el requisito de la firma de una


persona queda satisfecho si se utiliza una firma digital, que asegure
indubitablemente la autoría e integridad del instrumento”.
Entendemos que el artículo citado deja claro que la firma digital,
en cualquier forma que asuma (en cuanto se refiere como “una firma
digital”), es “firma” en el sentido legal de la palabra, con todos los
efectos que el artículo 288 referido apareja, que es esencialmente acre-
ditar autoría de la declaración y voluntad inserta en el documento al
que accede la firma.
Es decir que la firma digital torna al instrumento particular en
instrumento privado en los términos del artículo 287, primer párrafo,
del Código Civil y Comercial.
La cuestión que sigue entonces es determinar a qué se refiere el
artículo 288 cuando habla de firma digital, y si ello abarca a la firma
electrónica tal como fue definida por el artículo 5º de la ley 25.506.
Primero veremos la regulación de las firmas digital y electrónica
en la ley 25.506, y luego, cómo se armoniza dicha norma con lo es-
tablecido por el artículo 288 ya visto.

3. El efecto de la firma digital y de la


firma electrónica en la ley 25.506
Los documentos digitales originales son aquellos que son de prime-
ra generación y que constan en formato digital (art. 11, ley 25.506). Y
dichos documentos satisfacen el requisito de escritura (art. 6º, ley 25.506).
En cuanto al efecto de la firma digital, la misma tiene el valor de
la firma ológrafa en los instrumentos que constan en soporte papel.
Y los documentos electrónicos originales, y que cuentan con firma
digital, son instrumentos privados, con todos los efectos que ello acarrea
en Derecho.
Ello es consecuencia de lo establecido por el artículo 3º de la ley
25.506 que establece que “Cuando la ley requiera una firma manuscrita,
esa exigencia también queda satisfecha por una firma digital. Este
principio es aplicable a los casos en que la ley establece la obligación
de firmar o prescribe consecuencias para su ausencia”.

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Firma digital y firma electrónica

Y ello es ratificado por el segundo párrafo del artículo 288 del


Código Civil y Comercial.
Así, si dichas previsiones se articulan con el artículo 287 del Código
Civil y Comercial, que establece que los documentos firmados se de-
nominan instrumentos privados, forzoso es concluir que los documentos
digitales firmados digitalmente son instrumentos privados.
A su vez, el artículo 2º del decreto reglamentario 182 establece
que “la firma digital de un documento electrónico satisface el requisito
de la certificación de firma establecido para la firma ológrafa”, aunque
luego se limitó el ámbito de la certificación a la presentación del
documento digital en actuaciones ante la Administración Pública Na-
cional (art. 1º del decreto 774).
En cuanto al efecto de la firma electrónica, ella carece del valor
de la digital por no tener verificación de autenticidad por terceras
personas, lo cual dota a la segunda de presunción de certeza.
La presunción de autoría que incluye el artículo 7º de la ley 25.506
no aplica a la firma electrónica, por lo cual los documentos firma-
dos electrónicamente serán considerados instrumentos particulares no
firmados8.
La ley 25.506 no distingue el efecto de la firma electrónica por
más que ella cuente con verificación de autoría e integridad, en la
medida que no cuente con certificado de autenticidad en los términos
previstos en la propia ley 25.506.

4. El concepto de firma digital en el Código Civil y Comercial


El artículo 288 del Código Civil y Comercial, ya transcripto, es-
tablece en su segundo párrafo que en los instrumentos generados por
medios electrónicos, el requisito de la firma de una persona queda
satisfecho si se utiliza “una firma digital”.
Y también establece que dicha firma digital, para tener el valor de
la firma ológrafa en los instrumentos en soporte papel, debe asegurar
sin lugar a dudas la autoría e integridad del documento.

8 ABDELNABE VILA, Es válido sostener que la firma electrónica satisface el


requisito de firma cit., p. 53, punto II, párrafo 12.

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Doctrina

El citado artículo no hace referencia a la necesidad de certificaciones


para otorgar el carácter de digital a la firma estampada producto de un
sistema informático adoptado. Con lo que modifica el criterio estableci-
do por los artículos 2º y 7º de la ley 25.506 y por dicha ley en general.
No son los certificados los que otorgan el carácter de firma válida
–digital– en los términos del Código Civil y Comercial a la firma
electrónicamente inserta, sino que dicho efecto lo produce la falta de
dudas respecto de la autoría e integridad de la misma y del documento
en el que obra.
Frente a ello, y sin perjuicio de que el tema puede ser una mera
cuestión terminológica, es evidente que el artículo 288 del Código
Civil y Comercial expande el concepto de firma digital del estrecho
marco que surge de la ley 25.506 que requiere sistemas con certificados
digitales de autoría provistos por ciertos prestadores autorizados, para
expandirlo a cualquier forma en que asuma la referida firma electrónica
–¿o digital?–, siempre que la autoría sea indubitada.
Otra manera de entender la cuestión es que la norma referida del
nuevo Código extiende la validez de firma plena a las firmas deno-
minadas “electrónicas” en el caso de que las mismas verifiquen autoría9.
Cualquier posición o visión que se adopte respecto de la cuestión
terminológica no puede negar que luego del Código Civil y Comercial
el requisito de firma digital se logra por la indubitabilidad que adquiera
la firma electrónica, lo que hoy sucede también con la firma electrónica
denominada “robusta”10 y no sólo con la firma digital en los términos
de la ley 25.506, artículo 2º.
Así, los mecanismos de firma electrónica con clave previa y veri-
ficación (token, tarjetas de coordenadas o introducción de datos bio-
métricos, todos los cuales se comparan con datos disponibles por las
entidades que reciben las firmas) pueden ser considerados como que
garantizan la autoría de quien está firmando o prestando conformidad

9 CRUZ BORRELLI y MAGALLÓN, Lo que la firma electrónica no es cit.,

punto IV, cuarto párrafo, donde entendemos se expresa que el concepto incluido en
el artículo 288 es de firma electrónica y no digital.
10 Ver ALTMARK, Daniel R. y GUINI, Leonor G., Firma electrónica. Valor

jurídico y probatorio. Título ejecutivo, en RCCyC 2022 (diciembre), p. 61, VII, quinto
párrafo.

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Firma digital y firma electrónica

y la integridad del documento en el que están insertas. Y dichos me-


canismos cabrían en la amplia definición de firma digital de la norma
incluida en el artículo 28811.
Claro está que si los sistemas de autenticación –que no sean de
firma digital definida en la ley 25.506– se demostraran insuficientes
para asegurar autoría e integridad, el documento en el que está la
firma cuestionada volverá a tener los efectos de instrumento particular
no firmado, y quien afirme que la firma cuestionada es válida deberá
acreditarlo (conf. art. 5º, ley 25.506)12.
La articulación de los conceptos de firma electrónica y digital entre
las regulaciones de la ley 25.506 (sancionada y promulgada en el año
2001) y del Código Civil y Comercial debe ser sistémica e integradora,
y no puede obviarse lo expuesto por la ley posterior (Código Civil y
Comercial sancionado en 2014 y vigente desde el año 2015), que no
hace distinciones sobre la firma electrónica y digital sobre la base de
certificaciones, sino que sólo requiere indubitabilidad de la autoría e
integridad (ubi lex non distinguit, nec nos distinguere debemus)13.
Consistente con lo aquí dicho vemos que existen otros cuerpos
legales que lidian con cuestiones relativas a la firma electrónica y/o
digital y sostienen que la firma inserta por medios electrónicos o di-
gitales que asegure indubitablemente la autoría y la integridad del do-
cumento tiene valor de firma, en el sentido que el Código Civil otorga
(ahora Código Civil y Comercial). Dichos sistemas legales son la le-
gislación sobre cheques (ley 24.452)14 y la legislación sobre tarjetas
de crédito (ley 25.065)15.

11 Ver ALTMARK y GUINI, Firma electrónica. Valor jurídico y probatorio.

Título ejecutivo cit., p. 61, IV. En este trabajo se hace una adecuada mención de las
normas del Banco Central de la República Argentina en las cuales se regulan los
sistemas de banca electrónica y se tratan los sistemas de validación de firma electrónica.
Dichas resoluciones son las siguientes: BCRA Nº A 6059, A 6068 y A 6072.
12 Ver JNCom. Nº 23, 14-2-2020, autos “Wenance SA c/Gamboa, Sonia Alejandra

s/Ejecutivo”, RC J 3768/20.
13 ABDELNABE VILA, Es válido sostener que la firma electrónica satisface el

requisito de firma cit., III, párrafo 6º.


14 Ley 24.452, artículo 2º, inciso 6º: “La firma del librador. Si el instrumento

fuese generado por medios electrónicos, el requisito de la firma quedará satisfecho


si se utiliza cualquier método que asegure indubitablemente la exteriorización de la

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Doctrina

Y nótese que el texto del artículo 2º de la Ley de Cheques y el


artículo 6º de la ley 25.065, ambos respecto a la firma inserta por
medios electrónicos, fueron agregados a las leyes respectivas en el
año 2018, luego de la sanción del Código Civil y Comercial, por la
ley 27.444, que viene a unificar la visión legislativa sobre la materia,
lo que tiene un indudable valor de interpretación auténtica.
También debemos incluir entre las admisiones sistémicas de esta
concepción de firma digital a las resoluciones del Banco Central de
la República Argentina mencionadas en la nota 11.
Entendemos que, luego de la regulación del artículo 288, podría
sostenerse de manera conceptual que la noción de firma electrónica
tiene un alcance más reducido que con anterioridad, ya que la inter-
pretación gramatical directa y sistemática de los textos involucrados
impone que la firma digital sería aquella inserta por medios electrónicos
que asegura autoría e integridad del documento aunque no haya cer-
tificación de terceras partes, lo que limita a la firma electrónica a
aquella que no brinde la seguridad referida.
Reiteramos que esta conclusión sólo tiene efectos terminológicos,
o de mera nomenclatura, y que si esta terminología no fuera adoptada
en nada afecta a la solución final. Es que es lo mismo decir que se
expandió el concepto de firma digital o que se extendió el valor legal
de la firma electrónica.
Igualmente señalamos que la regulación de firma electrónica en la
ley 25.506 no pierde utilidad, toda vez que aún existen firmas por
medios digitales que no garantizan la indubitabilidad de autoría e in-
tegridad requerida por el artículo 288 referido. O será electrónica aque-

voluntad del librador y la integridad del instrumento. El Banco Central de la República


Argentina autorizará el uso de sistemas electrónicos de reproducción de firmas o sus
sustitutos para el libramiento de cheques, en la medida que su implementación asegure
la confiabilidad de la operación de emisión y autenticación en su conjunto, de acuerdo
con la reglamentación que el mismo determine (Inciso sustituido por art. 122 de la
ley 27.444, B. O. del 18-6-2018)”.
15 Ley 25.065, artículo 6º, inciso k: “Firma del titular y de personal apoderado

de la empresa emisora. Si el instrumento fuese generado por medios electrónicos, el


requisito de la firma quedará satisfecho si se utiliza cualquier método que asegure
indubitablemente la exteriorización de la voluntad de las partes y la integridad del
instrumento (Inciso sustituido por art. 115 de la ley 27.444, B. O. del 18-6-2018)”.

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Firma digital y firma electrónica

lla firma que los estándares de seguridad no garanticen prima facie la


seguridad requerida por la norma posterior.

5. Jurisprudencia sobre la materia


Analizamos sólo fallos relativos a instrumentos con firma electró-
nica que se refieran a transacciones entre particulares.
En el caso “Sift SA c/M. C. D. s/Cobro ejecutivo”, de fecha 16
de septiembre de 202216, la sala I de la Cámara de Apelaciones en lo
Civil y Comercial de Lomas de Zamora adoptó una posición consistente
con lo que aquí se sostiene al resolver la validez de un mutuo celebrado
por medios electrónicos, al que se pretendía presentar para preparar
la vía ejecutiva17.
Allí, la sala I aceptó la validez del consentimiento prestado por el
solicitante entendiendo que “...cobra relevancia la postura amplia de
interpretación del artículo 288 en lo que al término ‘firma digital’
refiere, así lo dispuesto por el artículo 1º del Código Civil y Comercial
de la Nación en materia de aplicación de las normas según su finalidad,
y además y especialmente, en cuanto determina que los usos, prácticas
y costumbres son vinculantes cuando las leyes o los interesados se
refieren a ellos o en situaciones no regladas legalmente, siempre que
no sean contrarios a derecho...”
Dicho fallo establece que debe darse una interpretación finalista al
artículo 288 cuando se refiere a firma digital, y por ende cabe extender
el carácter de firma en los términos de dicha norma a un procedimiento
de firma que bien podría llamarse “electrónica robusta”. En el caso,
el solicitante del préstamo, cuya validez y falta de pago se debatía,
había aceptado las condiciones contractuales a través de un sistema
(aplicación) llamado “Findo”, que requería que el solicitante descargue
una plataforma en su teléfono celular, utilizando su línea de teléfono
celular, y luego cree un usuario vía e-mail, validando la identidad con
el ingreso del código enviado al solicitante por mensaje de SMS por
el banco (al link que se le había enviado previamente).

16 RC J 5560/22.
17 Remitimos a nuestro comentario de jurisprudencia Parte general de la presente
Revista de Derecho Privado y Comunitario, Nº 2023-1, ps. 367 y ss.

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Doctrina

Nos parece relevante que el tribunal citado, más allá de la inter-


pretación legal adecuada que realiza para concluir que el consenti-
miento en el caso tiene el alcance de firma válida, utilice un método
de interpretación (finalista) para extender el concepto de firma digital
a la electrónica, y también que le otorgue el carácter de fuente de
Derecho (costumbre) a la práctica generalizada con conciencia de obli-
gatoriedad que tienen las prácticas de contratación digital contempo-
ránea.
En similar sentido se pronunció la sala III del mismo tribunal en
autos “Afluenta SA c/Oliva, Josefina Belén s/Cobro ejecutivo”, de
fecha 13 de abril de 202218.
Un fallo de primera instancia de la justicia comercial de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires decidió que la firma electrónica vale como
firma digital a tenor del artículo 288 del Código Civil y Comercial,
pero en el caso puntual, como no podía verificarse automáticamente
la indubitabilidad de la firma electrónica sino sobre la base de peritaje
informático no disponible en el proceso en cuestión, rechazó considerar
al instrumento en el que constaba como instrumento privado. Pero la
razón de dicha decisión fue la cuestión fáctica de las dudas sobre el
hecho de que la firma en cuestión asegure autoría e inalterabilidad del
documento19.
En cambio, la sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial de San Isidro, en autos “Afluenta SA c/Celiz, María Marta
s/Cobro ejecutivo”, de fecha 14 de diciembre de 202120, no otorga el
carácter de instrumento privado al firmado mediante firma electrónica
robusta. En este caso, el tribunal parece entender que la mención de
“una firma digital, que asegure indubitablemente la autoría e integridad
del instrumento”, debe interpretarse como que se reafirma que la firma
digital prevista en el artículo 2º de la ley 25.506 es la única válida
para ser considerada como la firma ológrafa, colocándose especial én-
fasis en que debe asegurar autoría e inalterabilidad. Esta interpretación
no parece conciliar la jerarquía y contenido de las normas en juego,

18RC J 5704/22.
19Ver JNCom. Nº 23, 14-2-2020, autos “Wenance SA c/Gamboa, Sonia Alejandra
s/Ejecutivo”, RC J 3768/20.
20 RC J 5369/22.

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Firma digital y firma electrónica

ya que asigna al artículo 288 del Código Civil y Comercial carácter


interpretativo de una norma anterior, cuando el sentido de los términos
utilizados por la norma posterior no justifica ni habilita tal interpre-
tación.
En el mismo sentido que el fallo anterior se ha pronunciado la
justicia comercial de primera instancia de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires en autos “Afluenta SA c/Martin, Sergio Andrés s/Eje-
cutivo”, de fecha 23 de abril de 202121.
Vemos entonces que la cuestión no es pacífica en la jurisprudencia,
aunque existen fallos de Cámaras que expanden el concepto de firma
digital en el sentido que hemos expuesto en este trabajo.

6. Conclusión
La materia de este trabajo dista de ser pacífica. Pero entende-
mos que, más allá de cuestiones relativas a la nomenclatura, los tér-
minos y los caracteres de las normas involucradas, conducen a con-
cluir que:
i) El artículo 288 del Código Civil y Comercial extiende el valor
de firma ológrafa a la firma electrónica robusta, es decir, aquella
que cuenta con verificación de autoría e inalterabilidad al menos
con dos instancias, tales como contraseña inicial y métodos adi-
cionales como ser tokens, datos biométricos o tarjetas de coor-
denadas.
ii) La firma digital prevista en el artículo 2º de la ley 25.506 no
es la única que puede tomar el lugar de la firma ológrafa en
los documentos electrónicos, ya que la firma electrónica robusta
tiene ese valor, cuando asegura inalterabilidad y autoría.
La jurisprudencia ha empezado a receptar esta visión, lo cual no
sólo es consistente con las normas en juego sino que lo es con la
importante y creciente cantidad de contratos que se celebran en forma
electrónica utilizando firmas electrónicas robustas, y que las partes
honran como si los hubieran firmado de forma manuscrita en forma-
to papel.

21 JNCom. Nº 10, RC J 2025/23.

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