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Objetivo: Busca ser imparcial y presentar los hechos de manera neutral, sin influir en la opinión del
lector.
Claro y conciso: utiliza lenguaje sencillo y fácil de entender, sin adornos innecesarios.
Estructurado: sigue una estructura lógica y ordenada, con una introducción, desarrollo y
conclusión.
Coherente: las explicaciones dentro del texto tienen una relación lógica entre si.
Es completo: cubre todos los aspectos relevantes del tema o idea que se esta exponiendo.
Didáctico: Utiliza recursos pedagógicos para facilitar la comprensión del lector, tales como
ejemplos, ilustraciones o analogías.
Estructura:
El texto expositivo sigue una estructura básica que consta de tres partes:
Introducción: en esta sección se presenta el tema o idea que se va a exponer, así como el objetivo
de la exposición.
Desarrollo: es la parte principal del texto, donde se presentan los argumentos, explicaciones y
ejemplos que sustentan la idea central. Puede estar dividido en varias secciones, cada una de ellas
tratando un aspecto específico del tema.
Conclusión: es la parte final del texto, donde se resume lo expuesto en el desarrollo y se reafirma
la idea central. Puede incluir recomendaciones o reflexiones finales.
Elementos:
Argumentos: son las explicaciones, ejemplos, datos o información que se utilizan para sustentar la
idea central.
Ejemplos: son situaciones o casos concretos que se utilizan para ilustrar y aclarar la idea central.
Datos: son cifras, estadísticas o hechos que respaldan la idea central y la hacen más sólida.
Organizadores textuales: son palabras o expresiones que ayudan a organizar el texto y a establecer
una relación lógica entre las ideas.
Propósito:
El propósito del texto expositivo es informar y explicar de manera clara y objetiva acerca de un
tema o idea en particular. Puede tener diferentes objetivos específicos, como: