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CAPITULO I

El despertar

Culoabierto era un joven programador, que tenía una afición por los
videojuegos. Le encantaba jugar, diseñar y modificar sus propios juegos,
especialmente los de rol y fantasía. Culoabierto soñaba con crear su
propio juego, y compartirlo con el mundo.

Un día, Culoabierto recibió un correo electrónico, que le llamó la


atención. Era de una empresa desconocida, que le ofrecía la oportunidad
de probar un nuevo juego, que estaba en fase de desarrollo. El juego se
llamaba "Mundo Mágico", y era un juego de rol online masivo, ambientado
en un mundo de fantasía medieval, donde había magia, monstruos, aventuras
y misterios.

Culoabierto aceptó la oferta sin dudarlo. Se puso su casco de realidad


virtual, y se conectó al juego. Al instante, se encontró en el menú de
creación de personaje, donde podía elegir su nombre, su raza, su clase,
su aspecto y sus habilidades.

Culoabierto decidió ser un humano, de clase mago, con el pelo negro, los
ojos verdes, la piel clara y una túnica azul. Como habilidades, eligió el
dominio del fuego, el rayo y el hielo. Como nombre, eligió el mismo que
usaba en todos sus juegos: Culoabierto.

Culoabierto confirmó su elección, y entró en el juego. Se encontró en una


plaza, rodeado de otros jugadores, que también habían creado sus
personajes. Había elfos, enanos, orcos, gnomos, hombres bestia, hombres
lagarto, ángeles, demonios y otras razas fantásticas. Había guerreros,
arqueros, ladrones, sacerdotes, bardos, alquimistas, invocadores y otras
clases mágicas. Había personajes de todo tipo, forma y color.

Culoabierto se sintió emocionado, y curioso. Le encantaba el juego, y


todo lo que había en él.
Culoabierto se acercó a un tablón de anuncios, donde había varias
misiones disponibles, que podía aceptar para ganar experiencia, dinero y
objetos. Había misiones de todo tipo: cazar monstruos, recolectar
plantas, entregar paquetes, escoltar caravanas, explorar ruinas, resolver
acertijos, infiltrarse en bases enemigas, liberar prisioneros, derrotar
jefes, etc.

Culoabierto decidió aceptar una misión sencilla, para empezar. Se trataba


de cazar diez lobos, que estaban causando problemas en las afueras de la
ciudad. La recompensa era de cien monedas de oro, y un anillo de
protección.

Culoabierto aceptó la misión, y se dirigió a la salida de la ciudad. Se


encontró con un guardia, que le pidió que se identificara. Culoabierto le
dijo su nombre, y el guardia se echó a reír.

- ¿Culoabierto? ¿En serio? ¿Ese es tu nombre? -preguntó el guardia,


burlón.

- Sí, ¿qué pasa? ¿Te parece gracioso? -respondió Culoabierto, molesto.

- Sí, me parece muy gracioso. ¿Qué te lo pusiste, de broma? ¿O es que te


gusta que te abran el culo? -dijo el guardia, sarcástico.

- No, no me lo puse de broma, ni me gusta que me abran el culo. Me lo


puse porque me gusta, y porque me da igual lo que piensen los demás. -
dijo Culoabierto, orgulloso.

- Bueno, bueno, no te enfades. Es solo un nombre. Pero te advierto que no


te va a traer buena suerte. Más bien al contrario. Te va a traer
problemas, y muchos. -dijo el guardia, serio.

- ¿Qué problemas? ¿Qué quieres decir? -preguntó Culoabierto, confundido.


- Lo sabrás pronto, Culoabierto. Lo sabrás pronto. Pero no te preocupes.
Tal vez encuentres algo bueno en este mundo. Tal vez encuentres algo que
te haga feliz. Tal vez encuentres algo que te cierre el culo. -dijo el
guardia, con una sonrisa maliciosa.

- ¿Qué? ¿De qué estás hablando? -preguntó Culoabierto, asustado.

- Lo sabrás pronto, Culoabierto. Lo sabrás pronto. Ahora, vete, y cumple


tu misión. Y ten cuidado, que los lobos no son lo único que hay ahí
fuera. Hay cosas peores, mucho peores. Cosas que te harán desear no haber
nacido. Cosas que te harán desear no haber venido a este mundo. -dijo el
guardia, con una voz misteriosa.

- ¿Qué cosas? ¿Qué mundo? -preguntó Culoabierto, nervioso.

- Lo sabrás pronto, Culoabierto. Lo sabrás pronto. Pero no te


entretengas. El tiempo corre, y no espera a nadie. El tiempo es tu amigo,
y tu enemigo. El tiempo es tu aliado, y tu rival. El tiempo es tu
destino, y tu elección. -dijo el guardia, con una voz firme.

- ¿Qué quieres decir? ¿Qué tiene que ver el tiempo con todo esto? -
preguntó Culoabierto, impaciente.

- Lo sabrás pronto, Culoabierto. Lo sabrás pronto. Solo te diré una cosa:


este no es un juego normal. Este es un juego especial. Este es un juego
que te cambiará la vida. Este es un juego que te llevará a otro mundo.
Este es un juego que te hará vivir una aventura isekai. -dijo el guardia,
con una voz enigmática.

- ¿Una aventura isekai? ¿Qué es eso? -preguntó Culoabierto, intrigado.

- Lo sabrás pronto, Culoabierto. Lo sabrás pronto. Solo tienes que jugar,


y descubrirlo. Solo tienes que jugar, y disfrutarlo. Solo tienes que
jugar, y vivirlo. -dijo el guardia, con una voz entusiasta.
- Está bien, está bien. Ya voy, ya voy. Pero deja de decir "lo sabrás
pronto", que me pones nervioso. -dijo Culoabierto, molesto.

- Está bien, Culoabierto. Está bien. Te dejaré ir, pero antes, te daré un
consejo: cuida tu culo, Culoabierto. Cuida tu culo, porque es tu tesoro.
Cuida tu culo, porque es tu debilidad. Cuida tu culo, porque es tu
destino. -dijo el guardia, con una voz grave.

- ¿Qué? ¿Qué tontería es esa? ¿Qué tiene que ver mi culo con todo esto? -
preguntó Culoabierto, indignado.

- Lo sabrás pronto, Culoabierto. Lo sabrás pronto. -dijo el guardia, con


una risa malvada.

Y así fue como Culoabierto comenzó su aventura isekai, sin saber lo que
le esperaba, ni lo que le deparaba el destino. Un destino que tenía mucho
que ver con su nombre, y con su culo.
CAPITULO II
El encuentro

Culoabierto salió de la ciudad, y se adentró en el bosque. Siguió el


camino que le indicaba el mapa del juego, y buscó a los lobos que tenía
que cazar. No tardó en encontrarlos, y se preparó para atacarlos.

Culoabierto sacó su varita, y lanzó un hechizo de fuego. Una bola de


fuego salió de su varita, y se dirigió hacia uno de los lobos. El lobo
esquivó la bola de fuego, y se lanzó contra Culoabierto. Culoabierto se
apartó, y lanzó otro hechizo de fuego. Esta vez, acertó al lobo, y lo
quemó. El lobo aulló de dolor, y se alejó.

Culoabierto se sintió satisfecho, y confiado. Le gustaba la magia, y su


poder. Le gustaba el juego, y su acción.

Culoabierto se enfrentó al resto de los lobos, y los derrotó uno a uno.


Usó sus hechizos de fuego, rayo y hielo, y los combinó con su ingenio y
su agilidad. Culoabierto se divirtió, y se emocionó.

Culoabierto completó la misión, y recogió su recompensa. Contó los lobos


muertos, y vio que eran diez. Recogió las monedas de oro, y vio que eran
cien. Recogió el anillo de protección, y vio que era de plata, con una
gema azul. Culoabierto se sintió orgulloso, y satisfecho.

Culoabierto se puso el anillo, y sintió su efecto. El anillo le otorgaba


una mayor resistencia a los ataques mágicos, y una mayor velocidad de
recuperación de energía. Culoabierto se sintió más fuerte, y más rápido.

Culoabierto decidió volver a la ciudad, y buscar otra misión. Quería


seguir jugando, y descubriendo. Quería seguir viviendo, y siendo feliz.
Culoabierto se dirigió al camino, y se encontró con una sorpresa. Había
una chica, que estaba sentada en el suelo, llorando. Era una chica de su
edad, con el pelo rubio, los ojos azules, la piel blanca y un vestido
rosa. Era una chica que parecía una princesa, o una hada. Era una chica
que parecía estar en apuros, o en peligro.

Culoabierto se acercó a la chica, y le preguntó.

- Hola, ¿estás bien? ¿Qué te pasa? -preguntó Culoabierto, amable.

- Hola, no, no estoy bien. Me pasa que me han robado. Me han robado mi
collar. Mi collar de perlas. Mi collar de perlas mágicas. Mi collar de
perlas mágicas que me regaló mi abuela. Mi abuela que está enferma, y que
me quiere mucho. -respondió la chica, sollozando.

- Vaya, lo siento. ¿Quién te ha robado? ¿Cómo ha sido? -preguntó


Culoabierto, compasivo.

- Me ha robado un bandido. Un bandido malvado, que me ha asaltado en el


camino. Me ha amenazado con una daga, y me ha quitado el collar. Luego,
ha huido hacia el bosque, y se ha perdido entre los árboles. -explicó la
chica, angustiada.

- ¿Y no has podido hacer nada? ¿No has podido pedir ayuda? -preguntó
Culoabierto, curioso.

- No, no he podido hacer nada. No he podido pedir ayuda. Estoy sola, y


soy débil. No tengo poderes, ni armas, ni amigos. No tengo nada, solo mi
collar. Mi collar que me han robado. Mi collar que quiero recuperar. -
dijo la chica, desesperada.

- Bueno, no te preocupes. Yo te ayudaré. Yo te ayudaré a recuperar tu


collar. Yo te ayudaré a atrapar al bandido. Yo te ayudaré a ser feliz. -
dijo Culoabierto, generoso.
- ¿De verdad? ¿Me ayudarás? ¿Me ayudarás a recuperar mi collar? ¿Me
ayudarás a atrapar al bandido? ¿Me ayudarás a ser feliz? -preguntó la
chica, ilusionada.

- Sí, de verdad. Te ayudaré. Te ayudaré a recuperar tu collar. Te ayudaré


a atrapar al bandido. Te ayudaré a ser feliz. -respondió Culoabierto,
sincero.

- Gracias, gracias, gracias. Eres muy amable. Eres muy valiente. Eres muy
bueno. ¿Cómo te llamas? -preguntó la chica, agradecida.

- Me llamo Culoabierto. -respondió Culoabierto, orgulloso.

- ¿Culoabierto? ¿En serio? ¿Ese es tu nombre? -preguntó la chica,


sorprendida.

- Sí, ¿qué pasa? ¿Te parece gracioso? -respondió Culoabierto, molesto.

- No, no me parece gracioso. Me parece bonito. Me parece original. Me


parece especial. -dijo la chica, sonriendo.

- ¿De verdad? ¿Te parece bonito? ¿Te parece original? ¿Te parece
especial? -preguntó Culoabierto, incrédulo.

- Sí, de verdad. Me parece bonito, original y especial. Como tú. Como tu


culo. -dijo la chica, guiñando un ojo.

- ¿Qué? ¿Qué has dicho? ¿Qué tiene que ver mi culo con todo esto? -
preguntó Culoabierto, confundido.

- Lo sabrás pronto, Culoabierto. Lo sabrás pronto. -dijo la chica, con


una risa traviesa.
Y así fue como Culoabierto se encontró con su primera aventura en el otro
mundo, sin saber lo que le esperaba, ni lo que le deparaba el destino. Un
destino que tenía mucho que ver con su nombre, y con su culo.

CAPITULO III
El encuentro
Culoabierto salió de la ciudad, y se adentró en el bosque. Siguió el
camino que le indicaba el mapa del juego, y buscó a los lobos que tenía
que cazar. No tardó en encontrarlos, y se preparó para atacarlos.

Culoabierto sacó su varita, y lanzó un hechizo de fuego. Una bola de


fuego salió de su varita, y se dirigió hacia uno de los lobos. El lobo
esquivó la bola de fuego, y se lanzó contra Culoabierto. Culoabierto se
apartó, y lanzó otro hechizo de fuego. Esta vez, acertó al lobo, y lo
quemó. El lobo aulló de dolor, y se alejó.

Culoabierto se sintió satisfecho, y confiado. Le gustaba la magia, y su


poder. Le gustaba el juego, y su acción.

Culoabierto se enfrentó al resto de los lobos, y los derrotó uno a uno.


Usó sus hechizos de fuego, rayo y hielo, y los combinó con su ingenio y
su agilidad. Culoabierto se divirtió, y se emocionó.

Culoabierto completó la misión, y recogió su recompensa. Contó los lobos


muertos, y vio que eran diez. Recogió las monedas de oro, y vio que eran
cien. Recogió el anillo de protección, y vio que era de plata, con una
gema azul. Culoabierto se sintió orgulloso, y satisfecho.

Culoabierto se puso el anillo, y sintió su efecto. El anillo le otorgaba


una mayor resistencia a los ataques mágicos, y una mayor velocidad de
recuperación de energía. Culoabierto se sintió más fuerte, y más rápido.

Culoabierto decidió volver a la ciudad, y buscar otra misión. Quería


seguir jugando, y descubriendo. Quería seguir viviendo, y siendo feliz.

Culoabierto se dirigió al camino, y se encontró con una sorpresa. Había


una chica, que estaba sentada en el suelo, llorando. Era una chica de su
edad, con el pelo rubio, los ojos azules, la piel blanca y un vestido
rosa. Era una chica que parecía una princesa, o una hada. Era una chica
que parecía estar en apuros, o en peligro.
Culoabierto se acercó a la chica, y le preguntó.

- Hola, ¿estás bien? ¿Qué te pasa? -preguntó Culoabierto, amable.

- Hola, no, no estoy bien. Me pasa que me han robado. Me han robado mi
collar. Mi collar de perlas. Mi collar de perlas mágicas. Mi collar de
perlas mágicas que me regaló mi abuela. Mi abuela que está enferma, y que
me quiere mucho. -respondió la chica, sollozando.

- Vaya, lo siento. ¿Quién te ha robado? ¿Cómo ha sido? -preguntó


Culoabierto, compasivo.

- Me ha robado un bandido. Un bandido malvado, que me ha asaltado en el


camino. Me ha amenazado con una daga, y me ha quitado el collar. Luego,
ha huido hacia el bosque, y se ha perdido entre los árboles. -explicó la
chica, angustiada.

- ¿Y no has podido hacer nada? ¿No has podido pedir ayuda? -preguntó
Culoabierto, curioso.

- No, no he podido hacer nada. No he podido pedir ayuda. Estoy sola, y


soy débil. No tengo poderes, ni armas, ni amigos. No tengo nada, solo mi
collar. Mi collar que me han robado. Mi collar que quiero recuperar. -
dijo la chica, desesperada.

- Bueno, no te preocupes. Yo te ayudaré. Yo te ayudaré a recuperar tu


collar. Yo te ayudaré a atrapar al bandido. Yo te ayudaré a ser feliz. -
dijo Culoabierto, generoso.

- ¿De verdad? ¿Me ayudarás? ¿Me ayudarás a recuperar mi collar? ¿Me


ayudarás a atrapar al bandido? ¿Me ayudarás a ser feliz? -preguntó la
chica, ilusionada.
- Sí, de verdad. Te ayudaré. Te ayudaré a recuperar tu collar. Te ayudaré
a atrapar al bandido. Te ayudaré a ser feliz. -respondió Culoabierto,
sincero.

- Gracias, gracias, gracias. Eres muy amable. Eres muy valiente. Eres muy
bueno. ¿Cómo te llamas? -preguntó la chica, agradecida.

- Me llamo Culoabierto. -respondió Culoabierto, orgulloso.

- ¿Culoabierto? ¿En serio? ¿Ese es tu nombre? -preguntó la chica,


sorprendida.

- Sí, ¿qué pasa? ¿Te parece gracioso? -respondió Culoabierto, molesto.

- No, no me parece gracioso. Me parece bonito. Me parece original. Me


parece especial. -dijo la chica, sonriendo.

- ¿De verdad? ¿Te parece bonito? ¿Te parece original? ¿Te parece
especial? -preguntó Culoabierto, incrédulo.

- Sí, de verdad. Me parece bonito, original y especial. Como tú. Como tu


culo. -dijo la chica, guiñando un ojo.

- ¿Qué? ¿Qué has dicho? ¿Qué tiene que ver mi culo con todo esto? -
preguntó Culoabierto, confundido.

- Lo sabrás pronto, Culoabierto. Lo sabrás pronto. -dijo la chica, con


una risa traviesa.

Y así fue como Culoabierto se encontró con su primera aventura en el otro


mundo, sin saber lo que le esperaba, ni lo que le deparaba el destino. Un
destino que tenía mucho que ver con su nombre, y con su culo.

FIN

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