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Apunte

Derecho penal especial 2


Prof. Leonardo Llanos – 2022

Apoyado en el manual ““Lecciones de derecho penal


chileno, parte especial”
4ta edición. De los autores Jean Pierre Matus y María Cecilia Ramírez.
OTROS DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD Y EL PATRIMONIO
Dentro de los delitos contra el patrimonio están los delitos por apropiación, hurto, robo, robo especial,
abigeato y otros. Ahora debemos ver los delitos contra la propiedad sin apropiación y los delitos contra la
propiedad por medios inmateriales (estafas y otros engaños).
El sujeto pasivo implica una disminución en su patrimonio, por ejemplo, el dueño del departamento pierde
la propiedad por incendio o un terremoto.
1. INCENDIOS Y OTROS ESTRAGOS
¿Qué es incendiar? Prenderle fuego a algo o destruir por medio de fuego. El verbo rector es incendiar, las
formas pueden ser con un fósforo, un acelerante, una lupa, etc., finalmente debe haber un fenómeno
químico u orgánico que es el incendio.
Según Etcheberry, el “estrago es un daño de gran magnitud, causado por un medio de elevado poder
destructivo”. Por lo tanto, se puede afirmar que el delito de incendio no es más que una especie de
estrago, diferenciada por el medio empleado para causarlo: el fuego.

BIEN JURÍDICO PROTEGIDO


Aunque en ambos casos el resultado buscado por el autor es la destrucción de objetos materiales —sin
que exista enriquecimiento para sí—, existe un relativo acuerdo en la doctrina en que la propiedad, es
decir, la relación que existe entre una persona y un bien sobre el cual ejerce las facultades que la ley le
entrega, no es el único bien jurídico protegido, siendo esta clase de delitos de aquéllos de carácter
pluriofensivo, donde prevalece el daño que sufren o el peligro que corren las personas y el peligro para la
seguridad colectiva.
a) INCENDIO (FIGURA BÁSICA):
ART 477 CP. El incendiario de objetos no comprendidos en los artículos anteriores será penado:
1.º Con presidio menor en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo y multa de once a
quince unidades tributarias mensuales, si el daño causado a terceros excediere de cuarenta unidades
tributarias mensuales.
2.º Con presidio menor en sus grados medio a máximo y multa de seis a diez unidades tributarias
mensuales, si el daño excediere de cuatro unidades tributarias mensuales y no pasare de cuarenta
unidades tributarias mensuales.
3.º Con presidio menor en sus grados mínimo a medio y multa de cinco unidades tributarias mensuales,
si el daño excediere de una unidad tributaria mensual y no pasare de cuatro unidades tributarias
mensuales.
Se sanciona al “incendiario de objetos” no comprendidos en las figuras calificadas. Estos objetos han de
ser ajenos, por lo que el incendio de cosas propias no constituye delito salvo que se propague a cosas
ajenas o concurra un peligro cierto o daños a las personas.

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El delito de incendio no consiste en quemar o prender fuego de cualquier manera, sino en provocar uno
cuya propagación incontrolada solo pueda ser evitada recurriendo a medios extraordinarios tales como
extintores y otros dispositivos similares o con el auxilio de los cuerpos de bomberos o esperando hasta su
extinción autónoma. Por eso el art. 482 inc. 2 exime de toda pena al que “rozare a fuego, incendiare
rastrojos u otros objetos en tiempos y circunstancias que manifiestamente excluyan todo propósito de
propagación, y observando los reglamentos que se dicten en la materia”.
FAZ SUBJETIVA: DOLO DIRECTO O EVENTUAL. SE SANCIONA LA CULPA EN LA LEY DE BOSQUES (ART 23
ter)
ITER CRIMINIS
El momento consumativo se producirá cuando “el fuego tome cuerpo y se produzca un verdadero
abrasamiento que escapa al control del hechor”. Luego, la tentativa en el incendio se refiere a un
momento anterior a poner fuego o pegar fuego a la cosa y finaliza cuando el sujeto se dispone a pegar
fuego al objeto que desea incendiar. Mientras que el delito será frustrado en la medida que el fuego sea
puesto en la cosa, pero por circunstancias ajenas a la voluntad del agente, éste se extinga (por ej.: una
fuerte lluvia que apague el fuego).
ART 481 CP. El que fuere aprehendido con artefactos, implementos o preparativos conocidamente
dispuestos para incendiar o causar alguno de los estragos expresados en este párrafo, será castigado con
presidio menor en sus grados mínimo a medio; salvo que pudiendo considerarse el hecho como tentativa
de un delito determinado debiera castigarse con mayor pena.
Este ART es un acto preparatorio que, en forma excepcional, es penado y por tanto, no está dentro de los
supuestos del ART 7 del CP. No es muy usual en la práctica.
CONCURSOS
Entre el ART 22 y 22 ter de la ley de bosques y el ART 476 N 3 hay un concurso ideal.
Diferencias típicas de las 3 normas: entre el 22 inc.2 y el 22 ter.
ART 22 inc.2, LEY 20653. El que rozare a fuego infringiendo las disposiciones legales y reglamentarias y a
consecuencia de ello destruyere bosques, mieses, pastos, montes, cierros, plantíos o formaciones
xerofíticas de aquellas definidas en la ley Nº 20.283, ganado, construcciones u otros bienes pertenecientes
a terceros o afectare gravemente el patrimonio forestal del país, será castigado con presidio menor en sus
grados medio a máximo y multa de cincuenta a ciento cincuenta unidades tributarias mensuales.".
Rozare fuego: eliminar rastros de una cosecha.
ART 22 ter, LEY 20653. El que por mera imprudencia o negligencia en el uso del fuego u otras fuentes de
calor en zonas rurales o en terrenos urbanos o semiurbanos destinados al uso público, provocare incendio
que cause daño en los bienes a que alude el inciso segundo del artículo 22, sufrirá la pena de presidio
menor en su grado medio a máximo y multa de cincuenta a ciento cincuenta unidades tributarias
mensuales.

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ART 476 CP. Se castigará con presidio mayor en cualquiera de sus grados:
3.º Al que incendiare bosques, mieses, pastos, montes, cierros, plantíos o formaciones xerofíticas de
aquellas definidas en la ley Nº 20.283.
La pena no se da por el resultado, sino que por el origen de la conducta.
PRESUNCIÓN DE AUTORÍA
ART 483 CP. Se presume responsable de un incendio al comerciante en cuya casa o establecimiento tiene
origen aquél, si no justificare con sus libros, documentos u otra clase de prueba, que no reportaba provecho
alguno del siniestro.
Se presume también responsable de un incendio al comerciante cuyo seguro sea exageradamente
superior al valor real del objeto asegurado en el momento de producirse el siniestro (…).
Como puede verse con mayor claridad ahora que existe el delito de fraude de seguros del art. 470 N.º 10,
este art. 483 pretendía sancionar, por una vía algo rebuscada, una defraudación de esa naturaleza:
declarar falsamente la causa del siniestro para cobrar un seguro o el antes llamado incendio con fines de
lucro. Por ello, a esta nueva figura, en concurso material con la del incendio que se trate, deben
reconducirse estos hechos, si existen evidencias en el juicio, más allá de la pericia contable en los libros
del comerciante o del valor de la póliza, de que ha sido el comerciante, y no un tercero, su autor (directo
o mediato) y ha ejecutado el hecho con el propósito de defraudar a una empresa aseguradora.
b) INCENDIOS CALIFICADOS EN ATENCIÓN A LA NATURALEZA DEL LUGAR EN QUE SE PRODUCE
ART 475 CP. El que incendiare edificio, aeronave, buque, plataforma naval, vehículos de transporte público
de pasajeros, automóviles de dos o más plazas, camiones, instalaciones de servicios sanitarios, de
almacenamiento o transporte de combustibles, de distribución o generación de energía eléctrica,
portuaria, aeronáutica o ferroviaria, incluyendo las de trenes subterráneos, u otro lugar, medio de
transporte, instalación o bien semejante, siempre que allí hubiere una o más personas y su presencia se
pudiese prever, será castigado con presidio mayor en su grado medio a presidio perpetuo.
ART 476 CP. Se castigará con presidio mayor en cualquiera de sus grados: | Parte de los 5 y 1 a 20 años.
3.º Al que incendiare bosques, mieses, pastos, montes, cierros, plantíos o formaciones xerofíticas de
aquellas definidas en la ley Nº 20.283.
4.º Al que fuera de los casos señalados en los números anteriores provoque un incendio que afectare
gravemente las condiciones de vida animal o vegetal de un Área Silvestre Protegida.
En estos casos, las penas se aumentan por la especial protección que el legislador quiere dar al medio
ambiente en general y a los bosques y demás elementos vegetales del mismo que menciona. Se piensa
en el fenómeno de los incendios forestales.

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c) FIGURADAS CALIFICADAS EN ATENCIÓN AL PELIGRO QUE EL INCENDIO IMPORTA PARA LAS PERSONAS
ART 476 CP. Se castigará con presidio mayor en cualquiera de sus grados:
1.° Al que incendiare un edificio o lugar destinado a servir de morada, que no estuviere actualmente
habitado.
2º Al que dentro de poblado ejecutare el incendio en edificio, aeronave, buque, plataforma naval,
vehículos de transporte público de pasajeros, automóviles de dos o más plazas, camiones, instalaciones de
servicios sanitarios, de almacenamiento o transporte de combustibles, de distribución o generación de
energía eléctrica, portuaria, aeronáutica o ferroviaria, incluyendo las de trenes subterráneos, u otro lugar,
medio de transporte, instalación o bien semejante, cuando no hubiere personas en su interior o su
presencia no se pudiese prever.
d) FIGURAS HÍPER CALIFICADAS POR EL DAÑO QUE SUFREN LAS PERSONAS
ART 474 CP. El que incendiare edificio, aeronave, buque, plataforma naval, automóviles de dos o más
plazas, camiones, instalaciones de servicios sanitarios, de almacenamiento o transporte de combustibles,
de distribución o generación de energía eléctrica, portuaria, aeronáutica o ferroviaria, incluyendo las de
trenes subterráneos, u otro lugar, medio de transporte, instalación o bien semejante, siempre que hubiere
personas en su interior, causando la muerte de una o más personas cuya presencia allí pudo prever, será
castigado con presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo.
La misma pena se impondrá cuando del incendio no resultare muerte sino mutilación de miembro
importante o lesión grave de las comprendidas en el número 1° del artículo 397.
Este tercer grupo de figuras corresponde a la calificación más grave del delito de incendio, por la entidad
de los bienes jurídicos en juego: la vida o la integridad corporal de las personas que sufren daño con el
hecho.
Subjetivamente, para alcanzar esa alta penalidad (presidio mayor en su grado máximo a presidio
perpetuo) se requiere que el incendiario actúe con dolo respecto del hecho mismo del incendio y, al
menos, dolo eventual o culpa respecto de la muerte, mutilaciones o lesiones de las personas “cuya
presencia allí pudo prever”.
En cuanto a la figura del art. 474 inc. final, al imponer la ley la pena de presidio mayor en su grado medio
(el grado inferior de la del inc. 1), sólo “si a consecuencia de explosiones ocasionadas por incendios,
resultare la muerte o lesiones graves de personas que se hallaren a cualquier distancia del lugar del
siniestro”.
MODIFICACIÓN LEY 21402 (LEY JUAN BARRIOS)
Anteriormente el ART 474 sancionaba "quienes incendien edificios, tren de ferrocarril, buque u otro lugar
cualquiera, con resultado de muerte", es decir, no especifica con detalle los lugares. No obstante, con
esta modificación se implementa como agravante que se cometa en la cabina de un camión, sin embargo,

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las consecuencias es que se amplió el tipo penal de incendio a lugares que antes no se contemplaban y la
pena se aumenta a presidio perpetuo.
¿Y LA RETROACTIVIDAD DE LA LEY PENAL?
ART 18. Ningún delito se castigará con otra pena que la que le señale una ley promulgada con anterioridad
a su perpetración.
Si después de cometido el delito y antes de que se pronuncie sentencia de término, se promulgare otra
ley que exima tal hecho de toda pena o le aplique una menos rigorosa, deberá arreglarse a ella su
juzgamiento.
ART transitorio, LEY 21402. Los hechos perpetrados con anterioridad a la entrada en vigor de la presente
ley, así como las penas y las demás consecuencias que correspondiere imponer por ellos, serán
determinados conforme a la ley vigente al momento de su perpetración.
Si la presente ley entrare en vigor durante la perpetración del hecho se estará a lo dispuesto en ella,
siempre que en la fase de perpetración posterior se realizare íntegramente la nueva descripción legal del
hecho.
Si la aplicación de la presente ley resultare más favorable al imputado o acusado por un hecho
perpetrado con anterioridad a su entrada en vigor, se estará a lo dispuesto en ella.
Para determinar si la aplicación de la presente ley resulta más favorable se deberán tomar en
consideración todas las normas en ella previstas que fueren pertinentes al juzgamiento del hecho.
Para efectos de lo dispuesto en los incisos primero y segundo precedentes, el delito se entiende
perpetrado en el momento o durante el lapso en el cual se ejecuta la acción punible o se incurre en la
omisión punible.
El día 24 de octubre Gabriel comienza con los actos preparativos, el acopio, desmantelar muebles, mover
sillas, etc. El día 25 les prende fuego, es decir, este día se ejecuta la acción punible.
e) ESTRAGOS
ART 480 CP. Incurrirán respectivamente en las penas de este párrafo los que causen estragos por medio
de sumersión o varamiento de nave, inundación, destrucción de puentes o máquinas de vapor, y en general
por la aplicación de cualquier otro agente o medio de destrucción tan poderoso como los expresados.
La conducta típica del delito no es autónoma, ya que ella ha sido descrita en relación con las del delito de
incendio en sus diferentes formas, atendiendo también a si se ha producido sólo un daño a terceros o si
también se ha puesto en peligro la vida y la integridad corporal de terceras personas. La diferencia con el
delito de incendio radica en el medio empleado (el estrago) para producir el daño, el que se debe ser
diferente del fuego propio del incendio.

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f) DAÑOS
ART 484 CP. Incurren en el delito de daños y están sujetos a las penas de este párrafo, los que en la
propiedad ajena causaren alguno que no se halle comprendido en el párrafo anterior.
El delito de daños también es de aquéllos en los que el agente pretende ocasionar una disminución
patrimonial en otro, sin que obtener provecho o enriquecimiento, pero al contrario de lo visto en los
apartados anteriores, aquí no existe peligro para las personas y el único bien jurídico protegido es la
propiedad.
La conducta típica está descrita en el art. 484, en relación con el art. 487, declarando punibles a título de
daños simples todos los que no lo sean a título de daños calificados u otra de las formas específicas, y su
pena será la de reclusión menor en su grado mínimo o multa. Se trata, en realidad, de la descripción de
un resultado: la destrucción, el deterioro, el perjuicio o el menoscabo de una cosa ajena, no comprendida
en el incendio o en el delito de estragos. Y también de una figura residual frente a estos.
DAÑOS CALIFICADOS

ART 485 CP. Serán castigados con la pena de reclusión menor en sus grados medio a máximo y multa
de once a veinte unidades tributarias mensuales, los que causaren daño cuyo importe exceda de cuarenta
unidades tributarias mensuales:
1.° Con la mira de impedir el libre ejercicio de la autoridad o en venganza de sus determinaciones, bien
se cometiere el delito contra empleados públicos, bien contra particulares que, como testigos o de
cualquiera otra manera, hayan contribuido o puedan contribuir a la ejecución o aplicación de las leyes;
2.° Produciendo, por cualquier medio, infección o contagio en animales o aves domésticas; (Ley cholito)
3.° Empleando sustancias venenosas o corrosivas; (Art 314)
4.° En cuadrilla y en despoblado;
5.° En archivos, registros, bibliotecas o museos públicos;
6.° En puentes, caminos, paseos u otros bienes de uso público;
7.° En tumbas, signos conmemorativos, monumentos, estatuas, cuadros u otros objetos de arte
colocados en edificios o lugares públicos;
8.° Arruinando al perjudicado.
FALTA DE DAÑOS CAUSADOS POR GANADO
ART 497 CP. El dueño de ganados que entraren en heredad ajena cerrada y causaren daño, será castigado
con multa, por cada cabeza de ganado:
1.° De una unidad tributaria mensual, si fuere vacuno, caballar, mular o asnal.
2.° De un quinto de unidad tributaria mensual, si fuere lanar o cabrío y la heredad tuviere arbolado.

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4.° Del tanto del daño causado a un tercio más, si fuere de otra especie no comprendida en los números
anteriores.
Esto mismo se observará si el ganado fuere lanar o cabrío y la heredad no tuviere arbolado.
DELITO DE INCENDIO-DAÑOS
ART 478 CP. En caso de aplicarse el incendio a chozas, pajar o cobertizo deshabitado o a cualquier otro
objeto cuyo valor no excediere de cuatro sueldos vitales, en tiempo y con circunstancias que
manifiestamente excluyan todo peligro de propagación, el culpable no incurrirá en las penas señaladas en
este párrafo; pero sí en las que mereciera por el daño que causare con arreglo a las disposiciones del
párrafo siguiente.
Esta disposición ha quedado prácticamente sin ámbito de aplicación, atendido lo dispuesto en el art. 477
con relación a la falta del art. 495 N.º 21, en la cual se dispone que si el incendio de los objetos que señala
el art. 478 importa un daño que excede de una unidad tributaria mensual, se aplica lo dispuesto en el art.
477, y si es inferior, lo señalado en el art. 495 N.º 21. Ahora bien, si el incendio de chozas, pajar o
cobertizos pone en riesgo la seguridad de personas que se encuentren en ellos, debe sancionarse de
conformidad con las reglas generales del incendio. Por tanto, su aplicación es hoy en día imposible
legalmente.
CUASIDELITO DE DAÑOS
ART 495 CP. Serán castigados con multa de una unidad tributaria mensual:
21.° El que intencionalmente o con negligencia culpable causare daño que no exceda de una unidad
tributaria mensual en bienes públicos o de propiedad particular.
Esta disposición llama la atención acerca del absurdo que se produciría al sancionar únicamente los daños
culposos de menos de 1 UTM y dejar impunes los de más de esa cantidad. La solución a este problema
consiste en considerar que todo daño culposo que no esté expresamente penado por la ley debe
sancionarse a título de daño falta del art. 495 N.º 21, por cuanto todo daño superior a 1 UTM comprende
el daño de hasta 1 UTM, siendo plenamente aplicable a esa cuantía la disposición que sanciona el
cuasidelito de daños-falta.
2. DELITO DE USURPACIÓN
Los delitos contra la propiedad vistos anteriormente se ejecutaban en contra de cosas muebles, pero la
usurpación se refiere a la apropiación de cosa inmueble, cambiando el objeto del delito.
BIEN JURÍDICO PROTEGIDO: Es la propiedad o derechos reales constituidos sobre un bien inmueble.
SUJETOS DEL DELITO: Cualquier persona puede ser el autor o la víctima, pero hay ciertas excepciones o
discusiones, por ejemplo, si una persona tiene un derecho hereditario indiviso (no dividido) sobre un
inmueble y se apropia sobre todo el inmueble. Al final tocaremos este punto.

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REQUISITOS COMUNES A AMBOS TIPOS DE USURPACIÓN
1. OCUPACIÓN CON ÁNIMO DE SEÑOR Y DUEÑO DEL DERECHO QUE SE USURPA:
La usurpación consiste en la apropiación de un inmueble y esta se entiende que debe ser con ánimo de
señor y dueño, no por ejemplo, una apropiación con la sola intención de usar. Si yo ingreso al predio de
mi vecino para sacarle fruta, sin intención de apoderarme del predio o de quedarme ahí, sólo quiero sacar
frutas. Esto podría ser un delito de hurto solamente, pero no usurpación.
O en otra situación, yo entro a un predio ajeno a realizar una fiesta, los asistentes no tienen ánimo de
apropiación, sólo cometen el delito de violación de morada por estar en un predio ajeno y sin
consentimiento del dueño.
2. PERMANENCIA DE LA OCUPACIÓN EN EL TIEMPO:
La permanencia del infractor en el inmueble ocupado, por breve que sea, pero que en todo caso
exteriorice el ánimo de señor y dueño. Una ocupación fuga, seguida de una pronta retirada, podría
constituir otro delito, más no este. Esta característica de la usurpación le confiere entre nosotros el
carácter de permanente, ya que la acción no consiste en despojar al dueño o expulsarlo (lo que sería un
delito instantáneo), sino en ocupar o usurpar, expresiones ambas que se prolonga en el tiempo
(Etcheverry).
| El sujeto DEBE creerse dueño y debe saber que NO es dueño |.
Sobre una propiedad que no esté dividida, la jurisprudencia ha dicho que un heredero no comete
usurpación en la medida que no tenga conciencia de la ajenidad del resto de las cuotas de la universalidad.
FAZ SUBJETIVA: dolo directo.
CLASIFICACIÓN
a) Usurpación violenta (ART 457) y
b) Usurpación no violenta (ART 458).
a) USURPACIÓN VIOLENTA
ART 457 inc.1 CP. Al que con violencia en las personas ocupare una cosa inmueble o usurpare un derecho
real que otro poseyere o tuviere legítimamente, y al que, hecha la ocupación en ausencia del legítimo
poseedor o tenedor, vuelto éste le repeliere, además de las penas en que incurra por la violencia que
causare, se le aplicará una multa de once a veinte unidades tributarias mensuales.
La pena aplicada es multa por el sistema registral chileno, por lo tanto, el legislador dijo que en realidad
hay aprehensiones si una persona intenta hacer suya material o artificialmente un derecho sobre un
inmueble, pero en realidad no lo adquirirá porque debe tener una inscripción conservatoria. En cambio,
si una persona se apodera de un mueble probablemente desaparezca con él.
HIPÓTESIS DE LA USURPACIÓN VIOLENTA DEL ART 457:

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1. El que con violencia en las personas ocupare una cosa inmueble o usurpa el derecho real que otro
poseyere de manera ilegítima.
REQUISITOS:
a. Violencia sobre las personas (debe ser física sobre un inmueble),
b. Violencia destinada a ocupar una cosa inmueble o usurpar un derecho real constituido sobre él
(saco a mi vecino a la fuerza de la casa o me adueño de una servidumbre, por ejemplo),
c. La víctima es despojada de la posesión o de su derecho real el cual tenía de manera legítima (caso
en que saco a unos ocupa de una casa a la fuerza, aquí no cometeré el delito de usurpación porque
ellos no estaban en la casa de manera legítima).
¿QUÉ SIGNIFICA OCUPAR? Cuando el CP habla de ocupar es cuando la persona se apropia del bien
inmueble con las facultades de uso y goce. En cambio, cuando el CP habla de usurpar se habla de usurpar
un derecho real distinto a la propiedad.
2. El que hecha la ocupación en ausencia del legítimo poseedor o tenedor, vuelto éste, la repeliere. | La
violencia no está destinada a la obtención del inmueble, sino que a repeler o evitar que le quiten el
inmueble obtenido. Este es el ejemplo típico del arrendador.
REQUISITOS:
a. Ocupación en ausencia del legítimo poseedor o tenedor y sin violencia,
b. Repeler al legítimo poseedor o tenedor por medio de uso de violencia.
3. El dueño o poseedor regular del inmueble que ejecutare actos de violencia en contra del que posee o
tiene ilegítimamente la cosa, pero con derecho aparente. | Yo soy dueño de una casa y mi arrendador no
se quiere ir de la casa (derecho aparente)
REQUISITOS:
a. El dueño o poseedor regular con violencia sobre las personas intenta recuperar el inmueble. Si no
hay violencia no es punible a menos que se emplee amenazas para despojarle y esas amenazas
configuren el tipo penal de amenazas.
b. Actual poseedor o tenedor de la cosa que sufre violencia sólo posee un derecho aparente (si su
derecho fuese auténtico entonces el dueño de la cosa estaría incurriendo en la hipótesis del inc.1
del mismo ART 457).
b) USURPACIÓN NO VIOLENTA
ART 458 CP. Cuando, en los casos del inciso primero del artículo anterior, el hecho se llevare a efecto sin
violencia en las personas, la pena será multa de seis a diez unidades tributarias mensuales.
Entonces, si hay situaciones dónde no hay violencia, pero no están dentro del inciso primero, por ejemplo,
le digo al usurpador que se vaya de mi casa y se va, en el tenor de este artículo sería catalogado como
usurpación violenta, sin embargo, la jurisprudencia ha establecido los siguientes requisitos.

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REQUISITOS:
1. No usar violencia, pero si intimidación, amenazas, engaño u otro medio similar no constitutivo de
violencia física (de lo contrario estamos ante un acto de mera tolerancia que se soluciona mediante la
figura de precario civil).
Para que sea equiparable, punible y que requiera la intervención del sistema estatal se requiere que el
engaño sea con cierta intensidad que merezca un reproche penal, por ejemplo, si le digo a una persona
que se vaya o la demandaré (sin real intención de hacerlo) calificaría como engaño pero no es suficiente,
sin embargo, si le digo a la persona que se vaya porque estoy iniciando un incendio y va a morir quemado,
por lo que la persona sale, si es mentira aquí hay un engaño más reprochable jurídicamente.
2. Configurarse alguna de las hipótesis del ART 457, es decir:
a. Ocupar un inmueble o usurpar un derecho real constituido sobre él que otro poseía o tenía
legítimamente.
b. Ocupar el inmueble en ausencia del dueño y mediante actos no violentos (amenazas, intimidación,
engaño) repeliere al legítimo poseedor o tenedor a su regreso.
| La diferencia del delito con usurpación con la violación de morada es que esta es un ingreso a una
propiedad ajena sin la intención de apropiarse de esta, es más fácil de probar y tiene una mayor pena. |
HIPÓTESIS DE CONCURSO CON EL DELITO DE AMENAZAS Y LESIONES
La usurpación no violenta se realiza con amenazas, pero el CP dice que en el caso de la usurpación violenta
es sin perjuicio con las lesiones generadas a la víctima. Si yo quiero apropiarme de un inmueble ajeno y
saco a la fuerza al dueño fracturándole la nariz ¿Se absorbe por el delito de usurpación violenta? No se
absorbe, porque el CP dice “sin perjuicio”. Entonces, en la usurpación violenta con violencia física, la
fuerza física no es sólo requisito para que se configure el delito, sino que además puede ser configurativo
de otro delito autónomo, pero ahí hay un concurso medial de delitos.
El fiscal dirá que hay un delito de lesiones y un delito de usurpación, mientras que la defensa dirá que la
violencia utilizada es un medio para cometer un delito y como la pena de lesión es más grave se aplicará
solo esta y no la usurpación. Por esto es difícil configurar el delito de usurpación porque para que la pena
sea mayor que la lesión esta debe ser leve, pero si hay lesiones menos graves para arriba, aunque 73
formalice por usurpación, lo más probable es que el fiscal se concentre solo en el delito de lesión porque
habrá un concurso de delitos sí o sí.
3. DELITOS DE APROPIACIÓN INMATERIAL O DEFRAUDACIONES
A. DEFRAUDACIONES MEDIANTE ENGAÑO
Bien jurídico protegido es el patrimonio.
Sujeto activo: Es simple, no tiene característica especial.

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Sujeto pasivo: También es simple, no necesita mayores condiciones, problemas: no siempre será quien
sufra detrimento en su patrimonio.
Descomposición del delito: Útil para entender la causalidad o imputación objetiva porque es un conducto
temporal que parte con un engaño, induce a un error y el error produce disposición patrimonial que
genera un perjuicio.
Del engaño se recorre todos los pasos para configurar la consumación del delito.
Figura básica o residual: ART 473 CP. El que defraudare o perjudicare a otro usando de cualquier engaño
que no se halle expresado en los artículos anteriores de este párrafo, será castigado con presidio o
relegación menores en sus grados mínimos y multa de once a veinte unidades tributarias mensuales.
Es una figura residual que procede en defecto de las otras formas de estafas reguladas en el artículo 467
y 468 y en defecto de las figuras contempladas en los artículos 471 y 470 (apropiación indebida), pero
ejecutadas miente el uso de un engaño. Es una estafa residual. Por ejemplo, el fraude no recae ni sobre
la calidad, ni la cantidad ni la substancia (quedando fuera del 467 y 468 esa conducta).

La doctrina ha establecido que todos los delitos de defraudación tienen elementos que son comunes, que
tienen que proceder para que sea delito de defraudación, si no están presentes se va directamente a las
vías civiles. Ya que todos estos delitos están relacionados con actos jurídicos.
1. ENGAÑO
Siguiendo al profesor Mario Garrido Montt, el engaño no es más que la falta a la verdad al expresar algo
o ejecutarlo, a efectos de presentar la realidad con un aspecto diferenciado al que en verdad tiene o
posee, consistiendo este en una maquinación dirigida a aparentar la existencia de una cosa que no es real
o hacerla aparecer con características o cualidades que no tiene u ocultando aquellas que efectivamente
posee. Se hablaría en el último caso de disimulación, mientras que, en el anterior, de simulación.
A partir de la tesis de Matus, este dice que todo engaño es suficiente para configurar, en principio, la
estafa. Basta cualquier acto de simulación o disimulación. La simulación es aparentar algo que no existe
como real y la disimulación lo contrario.
Problema tesis de Matus: Todos en algún momento simulamos o disimulamos, pero no es cualquier
engaño. No basta ser una mentira, sino que debe ser una puesta en escena.
Los profesores Matus y Ramírez recurren a hacer una diferencia entre el tipo de acción u omisión
ejecutada:

→ Habrá un engaño cuando este se basa en una simulación expresa, es decir, cuando se aparenta un
hecho respaldándolo con una afirmación que es falsa, expresis verbis; (ejemplo estafas
telefónicas).
→ Habrá engaño cuando se basa en actos concluyentes, esto es, aparentando un hecho y
respaldándolo no necesariamente en afirmaciones falsas, sino aun verdaderas, pero realizando
conductas que lleven al engañado a un error (es en esas conductas donde está el engaño y no en

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las afirmaciones como es el caso del perro muerto). Ejemplo: yo quiero convencer a una persona
que quiero ser abogado, entonces voy a tribunales y me acerco a una familia que buscaba abogado
y comienzo a orientarlos sin decirles que soy abogado a lo que ellos me piden que tome el caso,
ellos me contratan me pagan y yo jamás asisto a juicio, pero jamás les señale que era abogado. O
yo si puedo decirles que soy abogado y les digo que soy el mejor abogado, pero no señale que era
en el área de familia y ellos necesitaban en penal, pero jamás les dije.
→ Habrá engaño cuando se funda en la omisión de quien está obligado a de declarar la verdad, ya
que se mantiene a la víctima en el error. Es decir que cuando yo obligado a sacar del error a una
persona que está equivocada e incurre un error que le generara un perjuicio en su patrimonio y
yo obligado a tener que sacarla de ese error no lo hago, ahí hay una disyuntiva la estafa por
omisión.
¿Es entonces posible incurrir en un delito de estafa por omisión?
Comisión por omisión, primeramente, para cometer un delito por omisión se necesita una posición de
garante, ósea que el sujeto efectivamente tiene la obligación de sacar del error a la otra persona; la
posición de garante la encontramos en el contrato o en la ley. Cuando está en la ley todos los casos
contemplados por deber de sacar de error en el caso de la administración están regulados por ley especial
por ejemplo como es el caso del art. 160 ley general de bancos. Entonces en muchos casos no es necesario
decir que se cometió el delito por omisión ya que la ley especial establece regulación.
Como por ejemplo el asesoramiento de los contadores, ya que si un contador sabe que su cliente está
tributando mal y no le dice incurre en el delito de administración desleal; por lo tanto, está regulado por
leyes especiales.
Si bien es una solución para muchos casos, pero no dice que hay que eliminar la posibilidad de cometer
este delito por omisión, al contrario, eso afianza la idea de que, si se comete por omisión, es tanto así que
de manera especial la ley ha regulado muchos casos por omisión y le ha aplicado leyes o penas especiales.
Engaño por acción: no hay dificultad. Engaño por omisión: El crédito hipotecario lleva por si la obligación
de contratar un seguro de vida por la propiedad que uno adquiera, en virtud de la probabilidad de riesgo
de la persona que adquiera el seguro se muera o le pase algo, si se omite información, es fraude al seguro.
En el caso de una estafa propiamente tal se podría configurar a través de la omisión.
Es engaño todo aquello que lleve al error y que sea buscado dolosamente entendiendo esto, si no es
buscado, habría imprudencia y sería un acto impune. Si el error no surge de aparentar algo, pero alguien
se confunde tampoco es punible.
REQUISITOS DEL ENGAÑO:
OBJETIVO: que sea una acción u omisión destinada a llevar al error al sujeto pasivo. Por lo tanto, vamos a
estar ante un engaño cuando objetivamente ejecute esa conducta para confundir a la víctima; entonces
no estaría este elemento objetivo si es que yo por mera negligencia hice que la víctima se confundiera y
callera en error. Esto también se vincula directamente con el dolo directo.

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SUBJETIVO: Que la acción u omisión sea de suficiente entidad como para mover la voluntad de un hombre
promedio y por consiguiente inducirla a un error para disponer patrimonialmente (seriedad e idoneidad).
Similarmente que, en el robo con intimidación, acá no basta con cualquier engaño, sino que tiene que ser
serio el engaño y de entidad suficiente, es decir que una mera mentira no es suficiente, como por ejemplo
que la feriante me ofrece sus limones como los mejores limones del país, eso es licito y es mera mentira,
lo cual no constituye engaño ya que un hombre promedio en el fondo no se impresiona por una cosa así,
el hombre está en condiciones de saber que esa conducta es propia del comercio.
Una mera mentira no constituye un delito (ultima ratio del ius puniendi estatal) sino quede debe ir
acompañada de otros artificios destinados a crear una expectativa o ilusión en el sujeto pasivo, así como
el silencio tampoco constituye por sí mismo un engaño (dolo).
Respecto al silencio, poniéndonos en el caso de la misma feriante, en un letrero ella tiene puesto “los
mejores limones” yo le pregunto: “estos son los mejores limones porque son los más jugosos, ¿no es así?;
no es suficiente entidad, es una mera mentira.
“Quien acepta una simple mentira no ha sido engañado, sino que ha creído, y como no ha sido inducido
por la actividad de un tercero –aparte de la mentira– a creer, aisladamente considerada esa mentira no
puede calificarse como engaño en su alcance jurídico” (Garrido (2002) p. 324).
De lo anterior se desprende necesariamente que para determinar la concurrencia de este elemento
subjetivo del engaño será necesario analizar tres dimensiones:
1. Características de la víctima: si bien habla de hombre promedio, pero hay que analizar las
condiciones particulares de la víctima, ya sea si es un niño, un adolescente, una persona con alguna
discapacidad mental; entonces no podemos compararlo con el hombre promedio. Hoy en día la
doctrina señala que no puede quedar como no punible ese hecho por el carácter de la víctima,
entonces se baja el hombre promedio al rango de la víctima. La parte más conflictiva de todo esto
es con las personas con discapacidad mental, se debe probar. En síntesis, si el engaño tiene
suficiente entidad o no en comparación a las características de la víctima.
2. Cuál es la relación entre la víctima y el autor del delito: Porque no es lo mismo que una persona
cualquiera se acerque a otro que jamás había visto y le diga te vendo mi auto a 5 millones de pesos
porque eso es lo que vale ya que el comprador buscara información del auto y verificara el precio
porque no confía en la persona extraña; a que mi hermano me ofrezca su auto a 5 millones porque
el necesita dinero, pero en realidad el auto no valía eso valía 2 porque estaba malo. En el caso de
un hombre promedio desconfía del desconocido, pero de un hermano se tiende a no desconfiar.
3. Cuáles son los actos o circunstancias que rodean a este negocio jurídico que llevo a esta
defraudación (contexto).
Analizando esos tres puntos, podemos deducir si se cumplió el engaño.
Situación especial surge cuando la víctima en situaciones previas se encuentra en un error por hechos o
circunstancias ajenas al sujeto activo y este último restringe su conducta a no sacarle de ese error y se
aprovecha de la misma para estafarle, al respecto se ha estimado por gran parte de la doctrina que

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estaríamos frente a un supuesto de auto puesta en riesgo de la víctima y no existiendo un deber que pese
sobre el sujeto activo de sacarle de su error no existiría imputación objetiva del perjuicio patrimonial que
sufra la victima a su conducta.
2. ERROR
El engaño del que se hizo mención en el apartado anterior debe estar dirigido a que la víctima tome
decisiones equívocas, coincidentes con los deseos del sujeto activo y su necesaria mantención en ese
estado, es decir, desarrolle un concepto distinto al verdadero respecto de un hecho o circunstancia. Es
decir, cuando se haya engañado a la víctima este incurra en la falsa convicción o creencia de lo que se le
ha señalado.
Debe haber una vinculación entre el engaño y el error (por una cuestión de imputación objetiva). Entonces
si la victima incurre en un error que buscaba el sujeto se generaría la correlación; a diferencia si la victima
incurre en un error distinto que le genera otro perjuicio que le genera otro perjuicio que no es el que
representa el autor no hay esa comunicación entre el error y el engaño por lo que no hay imputación
objetiva.
3. DISPOSICIÓN PATRIMONIAL
Entonces yo engaño a alguien, mediante una acción u omisión de suficiente entidad como para que un
hombre promedio cayera en mi engaño, ese engaño lo induce a un error, esa persona se convence de lo
que yo le estoy diciendo o haciendo y producto de eso viene el tercer elemento que es la disposición
patrimonial, ósea ejecuta un desplazamiento voluntariamente, pero con un vicio de la voluntad de parte
de mi patrimonio.
Requisito necesario es que el engaño que es capaz de producir un error en la víctima genere en ésta por
su propia voluntad una disposición patrimonial perjudicial, lo que caracteriza a la estafa precisamente
como un delito de autolesión. Por lo tanto, este elemento nos dice inmediatamente cuando estamos
enfrente a un delito de estafa es un delito de resultado, porque estamos frente a una acción u omisión,
que debe tener una consecuencia que es una disposición patrimonial.
Puede ser propia o de una persona a quien represento, una empresa o institución.
4. PERJUICIO
Siguiendo al profesor Labatut, el perjuicio consiste en una disminución del patrimonio del sujeto pasivo,
es un delito de resultado por consiguiente se requiere por este error producido por un engaño, la victima
haga un desplazamiento de patrimonio y producto de ese desplazamiento se produzca un perjuicio a su
patrimonio.
Pérdida que debe ser apreciable pecuniariamente, es decir, expresada en un valor económico, quedando
descartadas, por ejemplo, las meras expectativas, al no ser comprendidas dentro del elemento típico. Es
por este requisito que la estafa solo se castiga como consumada; no se sanciona la estafa tentada o
frustrada porque se requiere un perjuicio.

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Debe ser siempre una perdida apreciable en dinero.
Característico del perjuicio típico en la estafa es el menoscabo o detrimento patrimonial, que es afectado
individualmente de manera real y efectiva, el que debe ser de consecuencia inmediata y directa del
engaño, aunque no sea inmediata, será inmediata por ejemplo cuando se recibe mediante el engaño
dinero en efectivo, en cambio será posterior cuando se suscribe un contrato mediante engaño por medio
del cual en un tiempo futuro su patrimonio se verá disminuido. Se entiende que el perjuicio no es una
condición objetiva de punibilidad, sino de un elemento del tipo penal, por lo que no desaparece por el
pago posterior de la suma defraudada ni por la declaración expresa de haber sido reparado.
El perjuicio patrimonial puede ser respecto del patrimonio del sujeto que sufre el engaño o bien el
patrimonio de un tercero (siempre que este sujeto engañado no forme parte de la maquinación
fraudulenta como coautor u otro participe), ejemplo persona natural que en representación de persona
jurídica es engañada y el patrimonio afectado es el de la persona jurídica.
¿EL ÁNIMO DE LUCRO ES UN QUINTO ELEMENTO?
El profesor discrepa de Matus, ya que este cree que se necesita un ánimo de lucro, sin embargo, no
debería existir porque, por ejemplo, si el incauto en vez de depositar dinero en mi cuenta lo hace en una
institución benéfica no habría ánimo de lucro en el sujeto activo, entonces si hay un elemento subjetivo
como el ánimo de lucro esto quedaría impune.
La doctrina se encuentra dividida respecto a si forma parte o no del tipo penal. Quienes están a favor
señalan que como todo delito de apropiación de bienes mueble o inmuebles es necesario el ánimo de
lucro que se traduce en un ánimo doloso no solo de causar daño a patrimonio ajeno sino que obtener un
beneficio para sí o para un tercero con ello, pues, estando ante delitos de apropiación “material” no hay
debate en que el Código Penal contempló la figura del artículo 432 el cual hace común a todos esos delitos
tal elemento (ánimo de lucro) y siendo la estafa un delito contra la propiedad regulado en el mismo libro
y título por consiguiente le sería también aplicable. Francisco Grisolía (1997) p. 421.
En contra, la mayoría de la doctrina sostiene que el ánimo de lucro no se encontraría dentro de las
fórmulas empleadas por el legislador para la tipificación de la conducta, no necesitando el dolo del delito
la inclusión de un propósito de enriquecimiento en el agente y en virtud del principio de legalidad no
procede su incorporación sin expresa mención de la ley. Garrido Montt (2002) p. 333.
EN RESUMEN:
i. Existencia de una acción engañosa,
ii. Causa un error en la víctima (la engaña),
iii. Producto de ese error realiza una disposición patrimonial, entregando algo o dejando de percibir
lo que le correspondía; y
iv. Que esa disposición genere un perjuicio a un patrimonio ajeno, del engañado o de un tercero.

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OBJETO DEL ENGAÑO
Sólo pueden ser hechos presentes o pasados, no de un hecho futuro porque nadie sabe si ocurrirá o no.
El engaño puede referirse a “todos los sucesos u objetos presentes o pasados del mundo exterior y
también a los del mundo interior de los hombres” susceptibles de un juicio de verdad o falsedad.
No hay engaño en los elogios que los comerciantes hacen de las mercaderías que expenden, la
ponderación o dolo bueno del derecho civil, sin perjuicio de las responsabilidades por los excesos en que
se incurra en la publicidad dirigida al público en general.
SITUACIONES ESPECIALES RELATIVAS A LA IMPUTACIÓN OBJETIVA DEL DELITO DE ESTAFA
La sola presencia de engaño, el error y el perjuicio, sin vinculación causal entre sí, no constituye delito.
Respecto al tema de la imputación objetiva habíamos señalado que como este tipo de delitos tiene un
límite bien difuso, más bien cercanos con los conflictos de materia civil. En la práctica muchos de estos
casos derivan términos anticipados a través de sobreseimiento temporal por cuestión civil previa porque
todos estos en general tienen origen en actos jurídicos o contratos, entonces cuando las victimas llegan
por incumplimiento de contrato y llevan al área penal pero no se cumplen los requisitos de subjetivo u
objetivo analizados anteriormente como para decir si esto es penal, entonces lo que se le señala al
magistrado es que se debe resolver en materia civil primero y luego pronunciarse el área penal para ver
si hay delito o no, lo cual se llama “Sobreseimiento temporal en cuestión civil previa” (tiene una norma
especial).
Celebrando un acto o un contrato, ¿qué ocurre cuando después de celebrado el acto contrato? Se incurre
en un incumplimiento, esto deriva a un daño para la victima (un perjuicio patrimonial). Es aquí donde
tenemos que analizar la situación.
Si con posterioridad a celebrar un acto o contrato se incurre en un incumplimiento del mismo por una de
las partes que deriva en un daño o perjuicio patrimonial de la otra parte no necesariamente será
imputable objetivamente dicho resultado a su actuar (nexo causal) si:
- Primera hipótesis, si es que al momento de suscribir el contrato o acto no había ninguna intención
de dañar, por lo que no había ni engaño ni error, sino que la voluntad de no cumplir el contrato es
posterior, habría un asunto civil mas no penal. Por ejemplo: yo contrato los servicios de un obrero
para que me haga una piscina, luego yo tengo problemas económicos y no tengo como pagarle

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los servicios al obrero, pero al momento que lo contrate para la construcción de la piscina si le iba
a pagar no lo engañe, sin embargo, por la situación financiera posterior no le pude pagar, eso sería
un incumplimiento de contrato ya que no hubo engaño y derechamente se cae la imputación
objetiva, así que el resultado no es imputable.

- Segunda hipótesis, si producto de una propia negligencia de la víctima el otro sujeto incurre
voluntaria o forzadamente en incumplir lo pactado, ejemplo si se realiza una venta de ganado por
no tener como alimentarlos y el comprador no los va a retirar por lo que para no incurrir en delito
de maltrato animal (aún bajo su custodia no tiene como alimentarlos y se van a morir) realiza una
nueva venta a tercera persona.

- Tercera hipótesis, cuando quién realiza el engaño y la persona que realiza el desplazamiento de
patrimonio es la misma, ejemplo él que administra una persona jurídica y formula una venta de
84 insumos como persona natural a la misma empresa y esos insumos nunca se compran, sino
que eran para evadir impuesto (operaran figuras especiales como administración desleal o delitos
tributarios).
POR EJEMPLO: Pía es contadora de una empresa y el lunes 05 de septiembre, se da cuenta que le debe
dinero a una amiga y saca de la caja 2 millones de pesos, los cuales va a reponer a fin de mes, sin embargo,
le dice a su jefe que debía pagarle a un jefe de operaciones de otra empresa. El 28 de septiembre Pía
recuerda que debe los 2 millones, por lo que decide falsificar los libros de contabilidad de la empresa. ¿La
falsificación es elemento del tipo de estafa? No, porque el engaño fue sacar el dinero, el error fue decirle
al jefe que era para otra cosa el dinero y el perjuicio fue la falta de dinero. Por lo tanto, la falsificación
puede ser otro ilícito o un hecho que ya está fuera del tipo penal.
Nuestra Corte Suprema así lo ha declarado, al establecer que las operaciones de alteración de libros
contables y otros documentos para ocultar una previa disposición patrimonial no podían considerarse
engaño del delito de estafa, pues no condujeron causalmente a dicha disposición (SCS 10.10.2013, RCP
41, N.º 1, 161, con nota de C. Scheechler, quien, sin negar la necesidad de la relación de causalidad, llama
la atención en el sentido de que quizás en el caso concreto nos encontraríamos más bien ante una
tentativa de estafa descubierta, consistente en dar por pagadas ciertas deudas mediante maniobras
contables posteriormente descubiertas).
ESTAFA SIN RELACIÓN DE CAUSALIDAD O COMO MERA INFRACCIÓN DEL DEBER DE VERACIDAD
Desde un punto de vista funcionalista, se discute, junto con la idea de que un engaño deba constituir en
todo caso algo más que una simple mentira, la existencia misma de una relación de causalidad entre
engaño y error en el delito de estafa, afirmando que lo injusto de éste radica exclusivamente en la
infracción de un deber específico de veracidad por parte del autor, jurídico-penalmente reconocido, cuya
existencia dependerá del ámbito específico de relaciones económicas en que se actúe. De este modo, se
objetiviza el engaño, que no dependerá de las relaciones entre autor y víctima, ni de las condiciones
personales de la víctima, salvo en cuanto se la hace la responsable de su autoprotección, hasta el punto
de que le es exigible o, dicho de otro modo, hasta el punto en que no le es exigible verificar la veracidad

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de lo afirmado por el autor, quien pasa a responder completamente del contenido de la información que
proporciona. Así, habrá casos en que la víctima tenga ciertas obligaciones para verificar la veracidad de
las afirmaciones del autor (como en el caso general de los seguros: practicar una liquidación).
Desde la perspectiva funcionalista se califica de errónea la sentencia que consideró una estafa consistente
en hacer creer a las víctimas que tienen una cierta capacidad de crédito que no poseían, para de este
modo lograr hipotecar sus bienes con la seguridad de que no podrían pagar el pretendido préstamo y así
hacerse con esas propiedades, al no constatarse el “deber de información” infringido.
Según el art. 1545 CC toda expresión de voluntad contractual es “ley para las partes” y, en ese sentido,
toda información relevante acerca del objeto, causa, formalidades y efectos del contrato o acto jurídico
que se trata tiene, por definición legal, la pretensión de ser válida como ley.
¿ENGAÑO SIN ERROR?
Algunos creen que sería posible, desde la forma en que aplica la teoría de la imputación objetiva, concebir
la estafa sin la exigencia probatoria de que el engaño cause un error en la víctima, bastando con la prueba
de que la conducta engañosa, considerada ex ante, sea idónea para generar un error en otro, según
Balmaceda. Sin embargo, se debe decir que no existe una forma de establecer la capacidad del engaño
para defraudar como no sea con relación a su víctima.
La propuesta de Balmaceda permite, no obstante afinar el sentido del error en este delito, pues al plantear
que sería bastante un engaño que cause en la víctima una duda sobre el acto de disposición en que se ve
envuelta, facilita la comprensión del inverso subjetivo de la actuación de la víctima en este delito, donde
el error efectivo que origina la disposición patrimonial equivaldría al dolo directo, mientras la que se hace
dubitativamente (p. ej., pensando que el negocio ofrecido es “demasiado bueno para ser cierto”), al
eventual.
EL PERJUICIO COMO FRUSTRACIÓN DE LOS FINES DE LA VÍCTIMA (ROL N 37118-2015 C.S)
A veces es difícil determinar cuándo realmente se ha producido una pérdida patrimonial, si a cambio de
determinadas cantidades de dinero se entregan bienes avaluables en el mismo, pero inservibles a los fines
para los que se adquieren. De hecho, el art. 473 no considera la determinación exacta del monto del
perjuicio para la imposición de la pena, como sí lo hacen los arts. 468 a 470.
En base a esta dificultad se ha desarrollado en Alemania, la doctrina que identifica el perjuicio con la
frustración de los fines de la víctima, independientemente de si el valor de lo recibido es igual o superior
a lo esperado. Así lo resolvió el Tribunal Supremo alemán en el caso de la venta de “máquinas ordeñadoras
de vacas” donde, con el ardid de tratarse de una suerte de ganga o liquidación, se les vendieron tales
artefactos a campesinos que no la necesitaban o para cuyas vacas eran inapropiadas. En este caso, aunque
las máquinas se vendieron en su precio de mercado y eran aptas para el fin que en ellas se especificaba,
el Tribunal Supremo alemán estimó que de todos modos había un perjuicio ya que, para un observador
imparcial, dichas máquinas eran inútiles para los fines de las víctimas en el sentido del contrato suscrito.

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Por su parte, nuestro Código reconoce en los delitos de fraude en la entrega un supuesto de frustración
de fines, al recibirse cosas que diferentes en la sustancia, cantidad o calidad esperadas (art. 467), pero sin
que alcance más allá del fin objetivo de dichas especies. No obstante, la Corte Suprema también aceptó
que la frustración de los fines subjetivos de la víctima pueda considerarse un perjuicio relevante en el
delito de estafa. Así, se estimó la existencia de estafas reiteradas contra el Banco Central de Chile en la
conversión de deuda nacional según el entonces vigente Capítulo XIX del Compendio de Cambios
Internacionales, sin realizar las inversiones comprometidas, realizándolas por montos muy inferiores a los
declarados, o rescindiéndolas luego de efectuadas, sin informar al Banco Central y retornando al
extranjero los dineros así obtenidos, pues aunque efectivamente las operaciones iniciales permitieron
liquidar la deuda extranjera, “la pérdida está concebida porque este mecanismo [el del Capítulo XIX]
permitía un beneficio concreto y cierto a la economía nacional al atraer inversiones y promover nuevas
actividades, tal como se planteó originalmente al Banco Central, nada de lo cual era real”.
POR EJEMPLO: Por resolución N 6235 del ministerio del interior, el 02 de noviembre del 2006, se declaró
a doña Raquel exonerada política del P.C y se le concedió una pensión no contributiva de por vida, con
efecto a partir del 01 de diciembre del 2003.
El 2014 fue condenada por obtención fraudulenta de prestación estatal. ART 470 N 8. Sin embargo, esto
está prescrito porque es un simple delito y ya pasaron 5 años.
Respecto de la configuración del perjuicio patrimonial, éste debe necesariamente proceder de la
disposición patrimonial que afectó al sujeto pasivo el cual tuvo lugar al tiempo de expedirse el acto
administrativo formal que reconoció el derecho a las imputadas a percibir pensión no contributiva
(importa para la prescripción).
LA TEORÍA DE LA FRUSTRACIÓN DEL FIN (festivus)
Intenta otorgar una amplia protección del patrimonio y se atiende a todo empobrecimiento generado
mediante conducta engañosa de quien pretende enriquecerse a costa de otro.
No se limita el perjuicio al empoderamiento entendido como la disminución patrimonial al momento de
buscarse un aumento del mismo o al menos, su mantenimiento, sino que también se entiende subsumido
como manifestación de una disminución patrimonial la frustración del fin que cada individuo quiere
asignarle a su patrimonio y que no logra por culpa de un engaño. Crítica: Importa entregar la suerte de la
sanción criminal al albedrío del supuesto ofendido.
CULPABILIDAD
El dolo en esta clase de delitos comprende el conocimiento y la voluntad de engañar, producir un error,
una disposición patrimonial y un perjuicio (económico). Se excluyen el dolo eventual y la culpa, porque así
lo exige la descripción de la conducta punible, en la medida que supone emitir información falsa de tal
manera disfrazada que parezca verdadera al receptor.

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ITER CRIMINIS, PARTICIPACIÓN Y CONCURSOS
El delito de estafa se consuma con el perjuicio. Mientras éste no se produce, estaremos en una situación
de tentativa o frustración. La tentativa comienza con el principio de ejecución del engaño (con los actos
directos conducentes, o en el momento en que se omitió despejar el error si se tenía la obligación de
hacerlo). Hay frustración siempre que la producción del perjuicio ya no dependa del autor, lo que
típicamente sucede cuando realizado el engaño, éste es descubierto después por la víctima o un tercero
que la pone sobre aviso antes de realizar la disposición patrimonial (Etcheberry DP III, 401).
En cuanto a la participación, puesto que en esta clase de delitos se puede obtener la colaboración de
personas diferentes a la perjudicada, cabe hacerse la pregunta acerca del grado de participación de éstas.
La respuesta tiene que ver con el hecho de que opera en estas figuras un engaño que produce error y,
por tanto, excluye la culpabilidad de quienes están en ese error. Así, p.ej., sólo el que presenta el
documento falso a cobro toma parte en la ejecución del hecho, mientras el agente bancario y el cajero
engañados actúan por error, lo mismo que la víctima, si es una persona natural.
En cuanto a los concursos, tratándose esta de una figura residual, siempre que exista otra especial que
regule más precisamente el hecho, será preferible. Ello acontece respecto de todas las defraudaciones de
este título y otras contempladas en leyes especiales. Pero cuando el medio que se emplea para engañar
es la falsificación documental, hay que distinguir: si se trata de una falsificación de instrumentos públicos,
certificados o de instrumentos privados mercantiles, por el peligro para la fe pública y la circulación de los
medios de pago la solución concursal ha de ser su apreciación conjunta según los arts. 74 o 75, según
corresponda (aunque la jurisprudencia no incluye en estos casos el de la falsificación de instrumentos
mercantiles, v. Balmaceda, Estafa, 194).
TENTATIVA INIDÓNEA
El descubrimiento del engaño antes de la disposición patrimonial no exime de la pena por tentativa
inidónea, a menos que se pruebe la absoluta falta del objeto, p. ej., tentativa de estafa a una persona sin
patrimonio o cuyo patrimonio está bajo el control de un liquidador concursal. El resultado no se alcanza
a causa del medio utilizado, ya que no es idóneo para alcanzar el resultado. Este grado de tentativa es
punible por el peligro ocasionado al bien jurídico protegido.
De allí que engaños tales como la suposición de ser un enviado de Dios o representante de extraterrestres
que necesita financiamiento para cumplir la misión que se le ha encomendado, la supuesta necesidad de
un tratamiento médico verdadero o de uno mágico, la presentación de documentación burdamente
falsificada, etc., pueden ser medios engañosos que produzcan un error a una víctima determinada y la
consecuente disposición patrimonial perjudicial, por lo que su descubrimiento antes de la disposición sólo
delimita la falta de consumación del delito. Sólo en el caso improbable de que ni el receptor del mensaje
pretendidamente engañoso ni ninguna otra persona pueda realmente errar sobre su veracidad
estaríamos ante un supuesto de engaño inidóneo

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CONCURSOS (BALMACEDA)
Estafa a través de la falsificación de un instrumento público. En este caso habría un concurso real
(material) de delito o medial (ideal) -según sea el caso-, puesto que se vulneran bienes jurídicos diferentes.
Estafa a través de la falsificación de un instrumento privado (concurso aparente de leyes penales).
Delito continuado de estafa: Matus estima preferible la regla de la reiteración a la del delito continuado,
por su capacidad para dar cuenta del mayor daño causado.
B. DEFRAUDACIONES POR ABUSO DE CONFIANZA
1. APROPIACIÓN INDEBIDA
La apropiación indebida está contenida en el ART 470 y se sanciona con las penas del ART 467.
ART. 470. Las penas privativas de libertad del art. 467 se aplicarán también:
1.° A los que en perjuicio de otro se apropiaren o distrajeren dinero, efectos o cualquiera otra cosa
mueble que hubieren recibido en depósito, comisión o administración, o por otro título que produzca
obligación de entregarla o devolverla.

| Si hay un título: apropiación indebida. Si no hay: hurto.


DIFERENCIA ENTRE LA APROPIACIÓN INDEBIDA Y LAS ESTAFAS Y DEFRAUDACIONES
El medio de comisión en la estafa es el engaño, mientras que en la apropiación indebida puede ser la
apropiación posterior a un acto lícito en que se le confía una especie o cuerpo cierto al autor; la distracción
cuando al hechor se le han entregado especies como cuerpos ciertos de los que no puede disponer y usa
en una forma diferente de la determinada; o la simple omisión de restituir las especies fungibles de las
que se le ha hecho tradición, como sucede particularmente con el dinero y otros instrumentos o
equivalentes funcionales al mismo que no se entregan en arca cerrada. Por eso, y su origen histórico
vinculado al furtum, algunos autores califican este delito como de apropiación y no de defraudación.
Cuando lo que se ha entregado en administración es un patrimonio completo o un conjunto tal de bienes
que por su naturaleza puedan considerarse una universalidad, la apropiación indebida se configurará
cuando al término de la administración de tal universalidad ésta resulte perjudicial para el mandante, en
el sentido de sufrir una pérdida efectiva de todo o parte del patrimonio como un conjunto de derechos y
obligaciones avaluables en dinero y ese perjuicio provenga de apropiaciones o distracciones del
administrador. En la administración exclusiva de un inmueble, no puede darse este delito, sino, según las
circunstancias, alguna figura de estafa, como la suscripción engañosa de documentos del art. 470 N.º 4 o
la genérica del art. 473.
En cuanto al hurto, su diferencia es que la apropiación no requiere sustracción. Sólo se exige un elemento
material, el apoderamiento, y uno psicológico, el ánimo de comportarse como señor y dueño.

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BIEN JURÍDICO
El bien jurídico tutelado por el delito de apropiación indebida está constituido “por el derecho subjetivo
personal a la restitución o al uso determinado (derecho a que se entregue), correlativo de la obligación
del agente de restituir o entregar”, el que “es lesionado por el agente al apropiarse de la cosa que debía
devolver o entregar (usar determinadamente)” (Politoff, Apropiación indebida, 64 y 70). Por lo tanto, en
caso de no existir este derecho subjetivo a la restitución, no se lesiona el bien jurídico y tampoco se
configura el delito, como sucede particularmente cuando sobre las cosas entregadas existe un derecho
de retención.
Para la configuración del delito la cuestión se reduce a determinar, de conformidad con el título de
tenencia de los bienes ajenos, si respecto a las cosas entregadas existe o no tal derecho de retención: “La
‘legitimidad’ del derecho a la restitución aparece legítimamente restringida en el depósito, por la vía del
derecho de retención contemplado en el artículo 2234 del Código civil”, y lo mismo se puede aplicar a los
otros títulos fiduciarios de la ley (Politoff, Apropiación indebida, 163 y 183).
Por ende, la víctima entrega el bien mueble por un contrato o acto civil y la otra persona se lo apropia.
Esta figura tiene una fuente como un contrato o acto jurídico y es manifestación del derecho penal como
ultima ratio. El sujeto incurre en una figura más repudiable penalmente que civilmente porque hay un
abuso de confianza. Por otra parte, si hay incumplimiento sin intención dolosa no habrá acción penal.
TIPICIDAD
En principio, cualquiera puede ser autor de este delito.
No obstante, tratándose de fondos o caudales públicos o privados a cargo de empleados públicos, su
apropiación será reconducible en la mayor parte de los casos a los delitos especiales propios de
malversación contemplados en el §5 del Tít. V del Libro II.
Por otro lado, al tratarse de bienes ajenos, el dueño de la cosa que dispone de objetos de su dominio
gravados, retenidos o embargados por orden judicial, nunca incurre en el delito de apropiación indebida,
aunque podría incriminarse su conducta por alzamiento de bienes del art. 466, si se trata de disponer de
su patrimonio en perjuicio de sus acreedores; depositario alzado del art. 444 CPC, si enajena una especie
embargada que ha quedado judicialmente a su custodia; destrucción de especies embargadas del art. 469
N.º 6, si las destruye fraudulentamente; o hurto de posesión del art. 471 N.º 1, si simplemente las sustrae
de quienes las tienen legítimamente.
El objeto material de este delito es el dinero o cualquier cosa mueble que haya sido entregada por un
título que genera obligación de entregarla o devolverla. Tratándose de especies o cuerpos ciertos, son
ellas mismas las cosas objeto de apropiación y su no restitución exacta constituye el delito. En cambio,
tratándose de cosas fungibles, como el dinero, la entrega lícita originaria sólo puede generar la obligación
de devolver otras tantas de la misma especie y calidad, produciéndose necesariamente la tradición a favor
del obligado que, de este modo, comete el delito sólo si omite su obligación de restituir las cantidades
recibidas, una vez exigida la cuenta correspondiente, como sucede particularmente con la entrega de
dinero para una administración o la ejecución de una comisión.
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| Si está en el dominio del deudor quien lo destruyó, no hay apropiación, no me puedo apropiar de algo
que es mío. No hay apropiación porque no hay traslado de la posesión de la cosa. Sólo destrucción, si se
enajena la cosa hay apropiación indebida respecto del comprador.
También se discute, en general, la estricta delimitación civil del título fiduciario, incluyendo la forma de
probar el depósito, de conformidad con las reglas de prueba del Código Civil, proponiéndose su
sustitución por una fórmula amplia de “estado (fáctico) de custodia”.
Presupuesto para la comisión de este delito es la existencia previa de una entrega lícita, bajo título
fiduciario: depósito, comisión o administración, pero son referencias ejemplares, pues la ley señala
también como posible título cualquier otro que produzca la obligación de entregar o devolver la cosa, por
ejemplo:
- La prenda con desplazamiento
- El comodato o préstamo de uso
- El arrendamiento de cosas muebles
- El mandato civil o comercial, general o especial.
FORMAS COMISIVAS
Según la naturaleza del objeto sobre el que recaiga, el apoderamiento podrá aparecer como un acto de
disposición o como la negativa a su restitución, tratándose de cosas fungibles. Pero el simple retardo en
la devolución de la cosa, reconociendo dominio ajeno, no constituye apropiación.
Respecto a la distracción, la podemos definir como aplicar la cosa, con ánimo de dueño y con intención
de reponer, a usos propios o ajenos, (en los términos que la expresión se emplea en el art. 235. A nuestro
juicio, además, ni la distracción ni la apropiación caben respecto de las cosas fungibles, sino únicamente
la apropiación, que se manifiesta en la omisión de devolver otras de igual calidad y cantidad al momento
de exigirse la cuenta correspondiente.
Pero no constituye apropiación ni distracción el simple incumplimiento de un encargo, como sería el caso
del comisionista que compra para sí lo que se le ha pedido adquirir para su mandante, restituyendo en
ambos casos las cantidades recibidas, supuesto en que solo existirían eventuales infracciones civiles. Pero
el mandatario que recibe fondos para un bien específico, aplicándolos en su propio beneficio sin
restituirlos al momento en que les son exigidos, comete el delito, aunque los fondos no hayan sido
entregados por el mandante sino percibidos a su nombre en el ejercicio del mandato.
Finalmente, es importante destacar que, de conformidad con la jurisprudencia dominante, ni la existencia
del título ni la rendición de cuentas previa son elementos que puedan considerarse cuestiones
prejudiciales civiles, en el sentido del art. 171 COT, de manera que su acreditación y significado para la
constitución del delito es materia del juicio criminal.
APROPIACIÓN Y DISTRACCIÓN INDEBIDAS, MAÑALICH:
En una interpretación dualista del ART 470 n1 del CP, se le ve como disposición que formula una norma
de sanción que refuerza dos normas de comportamiento diferentes, cuyo quebrantamiento es
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respectivamente constitutivo de los delitos de apropiación indebida y de distracción indebida, entendido
el primero como un delito de apropiación de cosa confiada, en tanto que el segundo como un delito de
desviación, bajo abuso de confianza, de un objeto mueble de cualquier índole, resultante en un perjuicio
patrimonial. Para ello se ofrecerá una clarificación de los presupuestos de tipicidad comunes a estas dos
formas de comportamiento punible, para luego proceder a examinar los presupuestos típicos específicos
de uno y de otro. La innovación fundamental de la reconstrucción propuesta radica en la explicación de
la decisión legislativa así configurada, sobre la base de una correspondiente comprensión de la relación
en que se encuentran la propiedad y el patrimonio qua respectivos objetos de protección de las dos
normas de comportamiento precedentemente identificadas. A través de una defensa de la así llamada
“concepción funcional del patrimonio”, se intentará demostrar la necesidad de reconocer una
congruencia tanto material como formal de la protección jurídico-penalmente reforzada de la propiedad
y el patrimonio, cuya postulación hace posible racionalizar la decisión de tipificación dualista plasmada en
el art. 470 Nº 1.

SUPUESTOS CONFUSOS DE APROPIACIÓN INDEBIDA


Quien materialmente tiene la cosa, pero sin título fiduciario, si se apropia de ella puede cometer un hurto
(probablemente agravado del art 447) pero no apropiación indebida, como en el caso del inquilino que
se apropió de los animales del fundo.
Es discutible, en cambio, si un cajero puede ser autor de apropiación indebida o de hurto, aunque la
jurisprudencia se inclina por lo primero. Pero si se trata de entregar cosas consumibles con autorización
para usar de ellas, como en el mutuo de dinero, no estaremos nunca ante una apropiación indebida, sino
siempre ante un mero incumplimiento de contrato.
Por lo tanto, ¿un cajero puede ser autor de apropiación indebida o de hurto? Hay que distinguir el rol del
cajero.
a) EL PROBLEMA ESPECIAL DE LOS BIENES RECIBIDOS COMO UNIVERSALIDAD EN EJECUCIÓN DE UN
MANDATO (Administración desleal)
Antes de la entrada en vigor de la Ley 21.121, que incorporó la figura de administración desleal del art.
470 N.º 11, de especial importancia fue la determinación acerca de si el mandato constituye un título que
produzca la obligación de restituir lo recibido, particularmente cuando se ha otorgado uno de carácter
general con facultades de disposición sobre una universalidad jurídica. Aunque nuestra posición al
respecto suponía que se trataba más de una cuestión de hecho (determinar, en el caso concreto, la
existencia de un abuso de facultades o actuación del mandatario contra el interés del mandante), la
práctica tendía a considerar que tales casos no constituían per se apropiación indebida y así se resolvió en
el bullado caso Yarur, donde se sostuvo categóricamente que un mandato de administración general que
comprendiera una universalidad jurídica o un patrimonio, “no puede ser objeto del delito que se
pretende”.

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b) CONDICIÓN OBJETIVA DE PUNIBILIDAD: EL PERJUICIO
Consiste en un hecho futuro e incierto, positivo o negativo, extrínseco a la actividad del sujeto, del cual la
ley hace depender la punibilidad de un delito (Cavallo).
Atendido nuestro actual rechazo de que las condiciones objetivas de punibilidad no deban ser
comprendidas por la subjetividad del autor, por infringir esta concepción el principio de culpabilidad, el
rol del perjuicio como condición objetiva de punibilidad en este delito se limita a determinar el momento
de la consumación y la exclusión de la tentativa y la frustración.
De allí, la apropiación indebida no se consuma con la apropiación o la distracción (tratándose de cosas
fungibles), sino con la producción del perjuicio que puede identificare con el momento de la negativa de
devolver la cosa cuya devolución de hace exigible, esto es, con una omisión en el momento en que se
estaba obligado a restituir, y siempre que se produzca un verdadero perjuicio. Pero, tratándose de
cuerpos ciertos, como un caballo de raza determinado, su sola disposición o distracción no autorizada
constituye el perjuicio que consuma el delito.
c) APROPIACIÓN INDEBIDA DE COTIZACIONES PREVISIONALES (ART 13 ley 17.322 y 19 DL 3500)
La existencia de los sistemas previsionales cuyas cotizaciones, totalmente o en parte, se restan de la
remuneración del trabajador y deben ser enteradas por el empleador a su nombre en la institución
previsional que corresponda, condujo al legislador a establecer esta forma especial de apropiación
indebida, de gran trascendencia para los trabajadores que, privados de su cotización regular pueden
también verse privados de servicios de salud, seguro de cesantía y una jubilación adecuada a sus ingresos.
Aquí se quebranta el derecho del trabajador a que esa parte de su ingreso, descontado a su nombre, sea
entregada a la institución correspondiente, para evitar los graves problemas mencionados.
Aquí falta la entrega previa lícita, que es reemplazada por una ficción: al liquidarse el sueldo, las cantidades
descontadas para los efectos previsionales se entienden entregadas al empleador para que éste las entere
en las instituciones previsionales correspondientes. En consecuencia, el no enterar cotizaciones
previsionales de cargo del empleador no podría constituir este delito, pues no hay apropiación de lo que
ya pertenece a uno. Tampoco lo constituiría el no entero de los fondos si previamente se ha declarado la
retención, pero sin enterarla, empleando los formularios dispuestos al efecto, caso en el cual se entiende
que el reconocimiento de deuda excluye el ánimo rem sibi habendi.
2. ADMINISTRACIÓN DESLEAL
ART 470 N 11 inc.1. Al que teniendo a su cargo la salvaguardia o la gestión del patrimonio de otra persona,
o de alguna parte de éste, en virtud de la ley, de una orden de la autoridad o de un acto o contrato, le
irrogare perjuicio, sea ejerciendo abusivamente facultades para disponer por cuenta de ella u obligarla,
sea ejecutando u omitiendo cualquier otra acción de modo manifiestamente contrario al interés del titular
del patrimonio afectado.
La administración desleal, fraudulenta o infiel, se entiende en términos empíricos como las conductas
que, con abuso de facultades o contra el interés del administrado, realiza el administrador de todo o parte

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de un patrimonio ajeno o universalidad jurídica. Se ejemplifica con el caso del “que vende los bienes de la
misma a precios irrisorios, o bien otorga créditos sin garantías a deudores insolventes o asume enormes
deudas o incurre en ingentes gastos para fines superfluos, todo esto con perjuicio económico” para el
administrado. No obstante, su sanción penal se enfrentaba de antiguo con las incertidumbres de la
regulación de la apropiación indebida del art. 470 N.º 1, que no parecía abarcar el supuesto del
mandatario que recibe en administración un patrimonio o parte de él como universalidad y en su
administración perjudica al mandante ejerciendo las facultades conferidas.
Ello explica en parte el origen del nuevo art. 470 N.º 11 (y también de los N.º 6 y 7 del art. 240),
incorporados al Código por la Ley 21.121, junto a otras modificaciones a los delitos funcionarios y de
corrupción privada.
Respecto al artículo 470 n11 propiamente tal, la pena se agrava si el encargo o gestión deriva de una
relación de guarda o curatela o el titular fuere una persona incapaz o una sociedad anónima abierta o
especial. En este último caso, la ley impone la pena adicional de inhabilitación especial temporal en su
grado mínimo para desempeñarse como gerente, director, liquidador o administrador a cualquier título
de una sociedad o entidad sometida a fiscalización de una Superintendencia o de la Comisión para el
Mercado Financiero.
SUJETO ACTIVO DEL DELITO: Es quien tiene a su cargo la salvaguardia o la gestión de un patrimonio ajeno
o parte de él. “Tener a cargo” es una expresión que el Código emplea también en el delito de malversación
de caudales públicos del art. 233 CP y allí se entiende que comprende tanto una obligación de custodia
específica como un poder general de administración, aunque los bienes no estén bajo custodia física del
encargado, como sucede típicamente con quienes tienen la facultad de disponer u ordenar disponer el
uso de los recursos depositados en una cuenta corriente o en otras instrumentos financieros, excluyendo
de la tipicidad la apropiación de bienes o fondos a que se tiene acceso con ocasión del ejercicio de su
cargo o por mero accidente, como sería el caso de los trabajadores respecto de los bienes a su alcance,
especialmente sancionados como autores de alguno de los hurtos agravados del art. 447 CP.
Quien está “a cargo” de la “salvaguardia” del patrimonio ajeno o alguna parte de él es, según la Academia,
la persona que, por ley, mandato de autoridad o contrato, debe “defenderlo, ampararlo o protegerlo” y,
de nuevo, a la luz del texto legal, agregando, “sin que cuente necesariamente con facultades de
disposición o para obligar a su titular”.
OBJETO MATERIAL DEL DELITO: Es el “patrimonio de otra persona” o “alguna parte de éste”. El patrimonio
está formado por el conjunto de derechos, bienes y acciones que se poseen (art. 85 CC), a lo que añadimos
las obligaciones jurídicamente reconocidas. Se trata, por tanto, de una universalidad jurídica cuyo valor
es determinable en cada momento según la suma de sus activos y pasivos.
En cuanto a la conducta, el texto legal establece un delito de resultado causal (“irrogar perjuicio”), sin
definir precisamente la conducta que lo causa, aunque sí dos modos de ejecución: i) “abusando de las
facultades para disponer” de los bienes gestionados o para “obligar” al titular del patrimonio afectado; y
ii) “ejecutando u omitiendo cualquier otra acción de modo manifiestamente contrario al interés del
administrado”, aunque carezca de facultades de disposición. Esta delimitación de los modos de la

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conducta parece excluir la comisión por omisión, lo que es muy relevante en casos de sociedades
administradoras de patrimonios ajenos, donde será la intervención de cada uno de sus directivos en
alguna de esas modalidades lo que permitirá su imputación penal, y no su sola posición como tal ni un
supuesto deber genérico de evitación de perjuicios patrimoniales.
El perjuicio irrogado al titular del patrimonio afectado es, en este caso, deducible mediante la simple
operación matemática de comparar el valor patrimonial inicial con el del momento en que la gestión o
salvaguarda desleal se descubre o por la constatación de la pérdida o deterioro del bien que debía
salvaguardarse determinadamente, sin necesidad de la comprobación de un beneficio pecuniario
correlativo en el administrador o un tercero relacionado.
PROTECCIÓN PENAL DE LA LIBERTAD PERSONAL Y LA SEGURIDAD INDIVIDUAL
BIEN JURÍDICO PROTEGIDO:
La protección penal de la libertad no está referida a la protección de una facultad del alma o de otro
concepto de carácter metafísico, sino a la de las condiciones presentes en el mundo real que permiten
considerar a una persona libre, en el sentido jurídico, al momento de decidir y actuar, esto es, imputable,
determinado por su voluntad y no por la de otro ni por algún factor externo.
Luego, para los efectos del Derecho Penal podemos aceptar un concepto operativo de libertad,
entendiéndola como la capacidad de tomar decisiones y actuar sin ser forzado por una vis absoluta,
coercionado por una vis moral o el abuso de una situación de vulnerabilidad, o engañado, afectándose su
voluntad o inteligencia.

Pero como el ejercicio de la violencia o la coerción afectan la capacidad de decisión de una persona sobre
la base de que ésta preferirá su existencia antes que otra cosa, la protección de la libertad se confunde
aquí con la de su presupuesto: la conservación empírica de las condiciones que permiten la existencia de
los seres humanos. Esto es lo que llamamos seguridad individual, que se garantiza de forma expresa, pero
restringida en sus detalles a la libertad de movimiento y a las garantías de los detenidos, en el art. 19 N.º
7 CPR.
Estos delitos también afectan la seguridad individual entendido como la capacidad de mantenerse
indemne en las condiciones físicas y psíquicas que permitan estar bien; afecta a seguridad individual
porque la persona que se niegue a hacer algo probablemente le afecte físicamente el no hacerlo.
1. SECUESTRO (ART 141 CP)
BIEN JURÍDICO:

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Esta figura sanciona a quien “sin derecho encerrare o detuviere a otro privándole de su libertad”. Los
principales bienes jurídicos protegidos aquí son la seguridad individual y la libertad ambulatoria
(especificación de la libertad).
El secuestro es un delito de lesión en contraste a el delito de peligro, es decir este delito exige que
efectivamente se lesione un bien jurídico y no se consuma con la mera amenaza de la entidad de él, en
este caso seria la libertad personal y la seguridad individual.
Por otro lado, es de aquellos delitos llamados permanentes, debido a que se realiza todo el tiempo
mientras perdura la privación de la libertad. Importa para saber si se ejecuta la conducta típica. Esta última
característica es importante para las cuestiones relativas a la participación, la legítima defensa, el tempus
delicti y la prescripción.
FAZ SUBJETIVA: Dolo directo.
Si hay participación, de alguien más puede haber cómplice, encubridor, etc.
TIPICIDAD:

AUTOR: El autor puede ser cualquiera. El funcionario público que incurriere en esta conducta cometería
la detención ilegal del art. 148, pero siempre que actúe en ejercicio de su cargo. Si actúa como particular,
esto es, fuera de la esfera de sus atribuciones, el delito que comete es el de secuestro
VÍCTIMA: Solo puede ser una persona mayor de 18 años, pues si es menor de esa edad la figura sería,
precisamente la de sustracción de menores.
VERBOS RECTORES DE LA CONDUCTA
Los verbos rectores de la conducta son “encerrar” y “detener”. No es necesario que la privación de
libertad sea absoluta. Es indiferente, además, que el lugar de la detención o encierro sea público o privado.
Detener: Es la aprehensión de una persona, acompañada de la privación de su libertad e incluye conductas
tales como amarrar, aturdir, narcotizar, etc. Consiste en obligar a una persona a estar en un lugar contra
su voluntad, privándosela, así, de su libertad ambulatoria, siendo indiferente el medio.
Encerrar: Consiste en mantener a una persona en un lugar de donde no pueda escapar, aunque el espacio
en que se le mantiene tenga salidas, que el encerrado no conoce o que su utilización sea para este
peligrosa o inexigible.
TEMPORALIDAD DEL DELITO
En cuanto a la duración del periodo de detención o encierro sólo se considerará para efectos de actuar
como agravante, cuando es superior a 15 días. Sin embargo, impedir brevemente a otro desplazarse a un
lugar determinado, no abrir el ascensor en el piso requerido o no parar el microbús en el paradero que se
solicita, no alcanzan la intensidad del daño social necesaria para su subsunción en la hipótesis del art. 141,
relativa al secuestro de personas, como tampoco lo sería, por igual razón, impedir el acceso a un

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determinado lugar, casos en los cuales el hecho podrá consistir, todo a lo más, si se ha empleado alguna
forma de violencia, en el delito–falta de coacciones del art. 494 N.º 16
Se ha sostenido, también, que el secuestro puede realizarse tanto por acción como por omisión impropia,
si se dan los requisitos de ésta. Así, se dice que cometerá secuestro por omisión el criado que encierre a
su patrón durante la noche porque padece de sonambulismo y al día siguiente no lo libera.
DEBE SER CONTRA LA VOLUNTAD DEL SUJETO PASIVO
La detención o encierro debe hacerse contra la voluntad del sujeto afectado, si existe consentimiento de
este sujeto la conducta deviene en atípica, como sucede particularmente en el seno de ciertas órdenes
religiosas, y en actividades de carácter deportivo y de recreación, donde momentáneos (y a veces no
tanto) “encierros” o “detenciones” consentidos excluyen la tipicidad de la figura del secuestro. Por
ejemplo:
- Sadomasoquismo
- Eje (tienes que vivirlo)

ELEMENTO NORMATIVO DEL TIPO


La expresión “el que sin derecho”, opera aquí como un llamado de atención al juez para verificar la
posibilidad de que exista una autorización para “encerrar” o “detener” en el conjunto del ordenamiento
jurídico que haga lícita la conducta. De no verificarse el elemento normativo la conducta es atípica.
Ejemplos de casos en que se autoriza la detención de personas fuera del ámbito del proceso penal son:
- Director de un nosocomio
- Jefes de estación
- Capitanes de buque
- Detención ciudadana, entendiéndose la cual en caso de flagrancia se detiene a una persona con
la finalidad de entregarla a la autoridad.
CULPABILIDAD
Se exige dolo directo, en cambio, respecto al grave daño en la persona o intereses del secuestrado se
admite el dolo eventual y aun la culpa; y en la comisión de los delitos mencionados en el art. 141 inc. 5,
sólo el dolo eventual, cuando su estructura típica lo permite.
PARTICIPACIÓN Y CONCURSOS
Respecto de la participación en esta clase de delitos, se presenta la siguiente estela de casos:
i. Cómplice penado como autor: El ART 141 inc. 2 expresa que en la misma pena del secuestro
incurrirá el que proporcionare lugar para ejecutar el delito, elevando de este modo a un eventual
cómplice (supuesto que no haya habido concierto previo) a la calidad de autor para efectos de la
penalidad.

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ii. Participación posterior a la detención: Tratándose de un delito permanente, la participación
posterior a la detención, por ejemplo, la custodia del secuestrado mientras dura el secuestro, debe
calificarse como coautoría si se realizan actos que permiten perpetuar el estado antijurídico y
concurren los requisitos del ART 15, aunque no haya existido acuerdo acerca de la detención
previa ni se haya tomado parte en ella.
iii. Grado de convergencia de voluntades: Para efectos de la imputación recíproca de los partícipes
en un secuestro, sobre todo si de él derivan graves daños o se realizan algunos de los delitos
contemplados en el inc. 5 del ART 141, sólo se exige respecto del partícipe un grado de
conocimiento equivalente al dolo eventual respecto de la actuación de los otros.
SOBRE LOS CONCURSOS:
Aparte de los casos en que debe distinguirse esta figura de las coacciones se debe advertir que, en muchos
otros casos, una detención o encierro temporal son necesarios para la comisión de otros hechos penados
por la ley, como la violación o el robo con intimidación simple y calificado. En estas situaciones, cuando el
período de privación de libertad no excede del necesario para la realización del delito a que se vincula, la
figura de secuestro simple queda desplazada como acto meramente acompañante de esos otros delitos
de mayor gravedad, según el principio de consunción.
Para clarificar estas situaciones, especialmente relevantes en los delitos de robo con violencia o
intimidación, la Ley 20.931 modificó el art. 433, estableciendo en su N.º 3 una pena agravada (presidio
mayor en su grado medio a máximo), “cuando las víctimas fueren retenidas bajo rescate o por un lapso
mayor a aquel que resulte necesario para la comisión del delito”, de manera que el robo que termina con
secuestro no ofrecerá un problema concursal, sino se encontrará subsumido por este art. 433 N.º 3.
En cambio, cuando los mayores daños se producen después de comenzado el secuestro, las reglas de
agravación de esta figura operan como reglas de subsidiariedad expresa, estableciendo la penalidad
aplicable. Así, si durante un secuestro deciden los secuestradores violar a una de las aprehendidas, no se
produce un concurso de delitos, sino se aplica directamente la figura del art. 141 inc. 5 y no las reglas
concursales comunes.
Debe tenerse en cuenta, además, que el art. 5 b) Ley 12.927, establece el llamado delito de secuestro
político, que sanciona con penas mayores a las aquí previstas a quienes privan a otro de su libertad “con
el propósito de alterar el orden público o la seguridad pública o de imponer exigencias o arrancar
decisiones a la autoridad”, y que, por especialidad, prefiere al delito de secuestro corriente, salvo en el
caso híper agravado, en que su mayor penalidad desplaza la figura del secuestro político, por aplicación
del principio de subsidiariedad.
Finalmente, atendida su naturaleza, han de entenderse consumidas en el delito de secuestro, aun en el
simple, las lesiones menos graves producidas al momento de la detención o durante el encierro.
PENALIDAD:
1. Atenuante especial art 142 bis CP

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Es una atenuante especial aplicable tanto al delito de secuestro como a la sustracción de menores. Su
finalidad es evitar que a la persona privada de libertad se le cause daño. Consiste en la rebaja de la pena
en uno o dos grados según si la devolución se produce después o antes de cumplidas las condiciones,
respectivamente.
2. Agravante siempre primera art 141 inc. 3 CP
La agravante se configura por la presencia de un elemento subjetivo del tipo (delito de intención
trascendente). Este elemento se manifiesta en la expresión “si [el secuestro] se ejecutare para obtener un
rescate o imponer exigencias o arrancar decisiones”. La importancia de este elemento es que por su
existencia esta agravación sólo se concibe con dolo directo, excluyendo el dolo eventual. El secuestrador
busca obtener “algo más” a través del secuestro, y esa intención trascendente convierte el delito “simple”
de secuestro en un delito atrofiado o mutilado de dos actos.
3. Agravante simple segunda art 141 inc. 4 CP
Si el encierro o la detención se prolongaren por más de 15 días, o si de ello resultare un grave daño en la
persona o bienes del secuestrado, la pena se eleva a presidio mayor en su grado medio a máximo, con
independencia de si se configura o no la agravante anterior. El grave daño en la persona estará constituido
generalmente por la producción de lesiones del art. 397 N.º 2 o de alguno de los resultados del inc. 5 del
art. 141, si éstos se producen culposamente. En ningún caso no se acepta una responsabilidad objetiva,
que sería propia de un tipo calificado por el resultado.
4. Hiper agravante art. 141 inc. 5
Si con motivo u ocasión del secuestro se cometiere además homicidio, violación, o alguna de las lesiones
comprendidas en los arts. 395, 396 y 397 N.º 1, la pena se aumenta a presidio mayor en su grado máximo
a presidio perpetuo calificado. Los delitos que aquí agravan el secuestro deben cometerse dolosamente,
según la estructura típica de cada uno de ellos. Si su realización es culposa (en la medida que lo permita
su estructura típica), sólo cabe aplicar la agravante segunda del inc. 4 del art. 141.
2. SUSTRACCIÓN DE MENORES
ART 142 CP. La sustracción de un menor de 18 años será castigada:
1.- Con presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo, si se ejecutare para obtener un rescate,
imponer exigencias, arrancar decisiones o si resultare un grave daño en la persona del menor. | Calificada.
2.- Con presidio mayor en su grado medio a máximo en los demás casos. | Simple.
Si con motivo u ocasión de la sustracción se cometiere alguno de los delitos indicados en el inciso final
del artículo anterior, se aplicará la pena que en él se señala.
La sustracción de un menor de 18 años se diferencia del secuestro no sólo por su víctima calificada, sino
también por el mayor acento que la legislación pone en la protección de la seguridad del menor antes que
en su libertad.

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El empleo de la expresión sustracción, según el Diccionario: “apartar, separar, extraer”, permite reforzar
esta conclusión, en el sentido de que aquí lo relevante no es tanto la privación eventual de libertad del
menor (como sucede con la persona que está “encerrada” o “detenida”), sino el apartarlo del lugar donde
están protegidos y, específicamente, separarlo del cuidado de quienes lo protegen. Hay situaciones en
que el simple engaño es suficiente para mantener a un menor alejado de sus padres, sin necesidad de
mantenerlo encerrado del mismo modo que se encerraría a un adulto o a un menor con mayor desarrollo
psicológico y físico. Por lo mismo, también habrá sustracción cuando el engaño recaiga en los guardadores
para obtener la entrega del menor.
La relevancia de la seguridad del menor como bien jurídico protegido en este delito se demuestra también
con la respuesta que da el CP al caso en que exista un conflicto entre distintos guardadores, pues nuestra
ley no sanciona como autor de sustracción de menores a quien, teniéndolos su cuidado, no los entrega al
que con mejor derecho lo solicita ante un tribunal. En su lugar, se contempla la figura atenuada del delito
de negativa de entrega de un menor del art. 355, que excluye la aplicación del art. 142.
Por ello, Matus y Ramirez estiman que, mientras no exista una orden judicial que prohíba el acercamiento
de los padres a sus hijos, no puede considerarse constitutivo de este grave delito de sustracción de
menores su sola no presentación a un régimen comunicacional y de contacto personal o su simple no
restitución al término de la visita correspondiente.
FIGURA RESIDUAL
ART 355 CP. El que hallándose encargado de la persona de un menor no lo presentare, reclamándolo sus
padres, guardadores o la autoridad, a petición de sus demás parientes o de oficio, ni diere explicaciones
satisfactorias acerca de su desaparición, sufrirá la pena de presidio menor en su grado medio.

ART 142 ART 355


Objeto: Sustracción Objeto: No presentar al NNA
Sujeto activo: No calificado. Sujeto activo: Exige que sea el encargado.

CONSENTIMIENTO DEL MENOR


Aunque en principio los menores no pueden disponer acerca de su propia libertad, el CP recoge en su art.
357 como figura punible, la inducción al abandono del hogar (“el que indujere a un menor de edad, pero
mayor de diez años, a que abandone la casa de sus padres, guardadores o encargados de su persona”),
que hace necesario profundizar acerca de los efectos del consentimiento del menor en esta materia.
Distinguimos:
i. Consentimiento del menor de 10 años: Nunca es relevante para excluir la tipicidad de la conducta
de quien lo sustrae de su esfera de protección, por lo que, existiendo objetivamente la sustracción,
ese es el delito que se comete, y
ii. Consentimiento del mayor de 10 y menor de 18 años: Excluye la tipicidad de este delito,
entendiendo la ley que está en condiciones de disponer de su libertad. En este caso, no habrá
sustracción del menor, sino simplemente inducción al abandono del hogar, hecho que sólo es

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punible si la inducción se realiza con el propósito de atentar contra su estado civil. Así, se ha fallado
reiteradamente que quien con miras deshonestas induce a una menor de edad, pero mayor de 10
años a abandonar su hogar, sin el propósito de atentar contra su estado civil no comete delito
alguno.
3. DETENCIÓN ARBITRARIA
ART 143 CP. El que fuera de los casos permitidos por la ley, aprehendiere a una persona para presentarla
a la autoridad, sufrirá la pena de reclusión menor en su grado mínimo o multa de seis a diez unidades
tributarias mensuales.
POR EJEMPLO: Un guardia detiene a una persona en un supermercado creyendo que era mechero.
SUJETO ACTIVO: En cuanto a los sujetos, se trata de un delito cuyos autores sólo pueden ser particulares,
pues los empleados públicos, en situaciones similares, cometen el delito de detención ilegal del art. 148.
DIFERENCIA ENTRE ESTA FIGURA Y EL SECUESTRO
La única diferencia relevante es en relación con el elemento subjetivo de tendencia que la disposición
contempla (“para presentar a la autoridad”), cuya prueba permite la clara distinción entre esta figura y el
secuestro.
La forma más sencilla de aportar esta prueba acerca de la finalidad legítima de la detención es acreditando
la entrega inmediata del detenido a la autoridad. Ello puede hacerse mediante su traslado a las
dependencias donde ella actúa (recintos policiales o tribunales) o requiriendo su auxilio por los medios
disponibles (salir a buscar a la policía o requerir su auxilio a teléfonos de emergencia, etc.), reteniendo al
aprehendido hasta su llegada en el lugar donde se comunicó que se encontraba.
4. DETENCIÓN ILEGAL
ART 148 CP. Todo empleado público que ilegal y arbitrariamente desterrare, arrestare o detuviere a una
persona, sufrirá la pena de reclusión menor y suspensión del empleo en sus grados mínimos a medios.
Si el arresto o detención excediere de treinta días, las penas serán reclusión menor y suspensión en sus
grados máximos.
SUJETO ACTIVO: Empleado público. Tiene que ser en el ejercicio de sus funciones. La naturaleza de esta
disposición no es permitir una atenuación per se al empleado público que detiene o arresta fuera de los
casos previstos en la ley, sino determinar el efecto del error de prohibición vencible que, de otro modo,
haría impune la conducta, al faltar la figura imprudente correlativa.
Objetivamente, se requiere la ilegalidad de la detención, esto es, que se efectúe fuera de los casos y las
formalidades que exige la ley. Ello es incompatible con la idea esbozada por alguna doctrina que exige,
para aplicar esta disposición, una conducta con apariencia de legalidad, esto es, que se trate de “actuación
en ejercicio del cargo” y que la detención esté vinculada a una función constitucional.

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ELEMENTO SUBJETIVO: Viene dado por la exigencia de la “arbitrariedad”, que nosotros entendemos aquí
como un error evitable sobre los presupuestos objetivos y la normativa que regula la detención, lo que
explicaría tanto el privilegio frente al secuestro como el hecho de que se sancione un supuesto que,
atendida la inexistencia del secuestro imprudente sería de otro modo impune.
La prueba de la buena fe o creencia de que cumple con el deber solo puede consistir en el cumplimiento
irrestricto de las formalidades que conllevaría una detención regular (p. ej., hacer la anotación pertinente
en el libro de detenidos, remitir el parte correspondiente al tribunal, etc., esto es, “cuando es posible
reconocer en el acto del funcionario una suficiente conexión con el legítimo sistema de vulneración de la
libertad de las personas”. Pero no constituye prueba de una creencia al respecto el solo hecho de acreditar
haber recibido una orden, pues, según nuestros tribunales, el ART 159 no permite alegar obediencia
debida como justificante para cometer esta clase de delitos
Según Matus, si hay dolo, es secuestro más el agravante del ART 12 N 8.
REGLAS ESPECIALES RELATIVAS A ESTOS DELITOS
- Régimen concursal (art. 161 CP).
- Eximente especial de obediencia debida (art. 159 CP).
5. FALTA DE COACCIONES
ART. 494 CP. Sufrirán la pena de multa de una a cuatro unidades tributarias mensuales:
16° El que sin estar legítimamente autorizado impide a otro con violencia hacer lo que la ley no prohíbe,
o le compeliere a ejecutar lo que no quiera.
BIEN JURÍDICO PROTEGIDO: Es un delito-falta de daño contra la libertad y seguridad individual, que, por
su escasa entidad, constituye también la figura subsidiaria de todos los delitos contra la libertad. Se le
llama también violencia privada y el bien jurídico protegido es la libertad de actuación, de obrar y la
seguridad de ejercer dicha libertad en la oportunidad y dirección que se decida libremente.
TIPICIDAD
Autor puede ser cualquiera, salvo el caso del empleado público del art. 158 N.º 4. Lo mismo puede decirse,
en principio, respecto de la víctima, aún si es un inimputable, salvo casos de límites fácticos, p. ej., niños
de pocos días o un enfermo mental catatónico, situación en que la libertad de actuación no puede ser
afectada.
Pero la ley impone para su consideración un elemento normativo: que se actúa “sin estar legítimamente
autorizado”:
- Impidiendo a otro con violencia hacer lo que la ley no prohíbe,
- O compeliendo a otro a ejecutar lo que no quiere.
OJO con la intervención del Estado e incluso de los particulares, limitando los desplazamientos, cercando
accesos, etc., la cual produce una importante constricción del ámbito del ejercicio de la libertad que no

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puede considerarse siquiera típica. Por ejemplo, no cometen coacciones el padre que impide por la fuerza
que su hijo menor de edad entre a un local donde conocidamente se expenden drogas ilícitas; el cónyuge
que emplea la fuerza para evitar un suicidio; el médico que, para evitar la propagación de una enfermedad
contagiosa, retiene a un paciente en un hospital; el agente de autoridad que emplea la fuerza legítima en
ejercicio de sus funciones; el jefe o superior de un salvavidas que le compele con violencia rescatar a
alguien que se ahoga en la playa; el supervisor de ferrocarriles que compele al guardavía a volver a su
puesto, etc.
Con todo, las personas que no están legítimamente autorizadas para emplear la fuerza bien pueden
encontrarse, en situaciones de excepción, amparadas por el art. 10 N.º 11, como sería la de quienes
impiden a menores de edad la entrada a un lenocinio; sin obligación ni facultad legal impiden un suicidio;
sin tener autoridad sobre el salvavidas, lo compelen a lanzarse al agua para rescatar a alguien que se
ahoga; violentan a un conductor para que conduzca a exceso de velocidad a fin de evitar la muerte de un
paciente; o le imponen una mascarilla o le impiden el paso a un lugar cerrado a quien presenta síntomas
externos de una enfermedad contagiosa por la vía aérea. En todos estos casos, parece que el mal que se
causa no sería sustancialmente superior al que se pretende evitar.
GRADO DE DESARROLLO: No admiten tentativa ni frustración.
En cuanto a la violencia, algunos autores la limitan a la vis absoluta, mientras no se trate de lesiones
(Etcheberry), pero otros incluyen en ella a la moral, excluyendo solo el engaño (Labatut\ Zenteno). | El
profesor cree que es atípico |.
Tratándose de vis absoluta, éste incluye las simples vías de hecho no constitutivas de lesiones y hasta las
lesiones clínicamente leves. Pero si las violencias alcanzan una gravedad tal que producen un resultado
de lesiones menos graves u otro de mayor entidad, entonces dichos delitos desplazan al de coacciones.
Tratándose de vis moral, el mal con que se amenaza puede ser inmediato o futuro, constitutivo o no de
delito, pero no debe recaer en la persona, honor o propiedad del amenazado o su familia, caso en los
cuales estaríamos ante las amenazas de los arts. 296 y 297.
CONCURSOS
El delito de coacciones es una figura subsidiaria y residual porque puede integrar muchos otros delitos
donde la ley estima como circunstancia relevante la actuación contra la voluntad de la víctima o las
violencias que contra ella se ejercen, y que desplazan a esta figura residual, como en las amenazas y las
lesiones, pero también en el robo con violencia, la violación, el secuestro, la retención de vehículos, la
interrupción completa del tránsito, etc.
Las coacciones se diferencian del secuestro porque ellas implican una agresión momentánea que afecta
limitadamente las condiciones de ejercicio de la libertad personal, dejando al afectado la posibilidad de
ejercer su libertad ambulatoria en otras direcciones o momentos, diferentes respecto de la dirección o
momento en que se ejerce la coacción. Esto es, no se trata aquí de “privar de su libertad a otro”, sino de
“impedir” y aun “obligar” a otro a que la ejerza en un momento o dirección determinado, dejando a salvo
las condiciones para su ejercicio en otro momento o en una distinta dirección. Este es el típico caso de la

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interrupción temporal del trayecto de un automóvil o de la continuación de su marcha a pesar del interés
manifestado de un pasajero de bajar del mismo. Pero no constituiría coacciones, sino secuestro, el
encerrar a una persona en el maletero de un vehículo o forzarlo a entrar en su cabina mediante violencias
físicas, encerrándolo dentro. En esta misma línea, se señala que la inutilización del auto de una persona,
obligándola a ir a pie es coacción, pues no se ha afectado su capacidad de ir de un lugar a otro; pero si se
inutiliza la lancha que es el único medio que tiene una persona en una isla pequeña para trasladarse a
tierra firme, habría secuestro.
POR EJEMPLO:
Que, el día 17 de septiembre de 2016, alrededor de las 17:00horas, el requerido Juan Pedro, llamó por
teléfono a la víctima, su ex conviviente doña Carolina, quien se encontraba en su domicilio ubicado en el
sector isla Huapi y la amenazó de manera seria y verosímil diciéndole “oye concha de tu madre deja de
huevearme, no pienso ayudarte con dinero para tu hija, sigue hueveando maraca culiá te voy a tener que
matar”. RIT 950 – 2016 Carahue. (Si bien este no es tan coacción, pero lo hicieron pasar por eso).
POR EJEMPLO 2: REAL COACCIÓN
Que, los hechos materiales de requerimiento son los siguientes: El día 14 de abril del 2007, alrededor del
mediodía, Humberto Quilaman Turra, y Osvaldo Quilaman Milla, previamente concertados, impidieron a
la víctima, Elsa Audolina Marian Chepe, ingresar a un predio ubicado en el lugar Borla, a la altura del km
23 del camino a Temuco – nueva imperial, de esta última comuna, perteneciente a la propia afectada,
lanzándole piedras y obligándola a abandonar el lugar.
6. COACCIONES AGRAVADAS COMETIDAS POR EMPLEADOS PÚBLICOS
ART 158 CP. Sufrirá la pena de suspensión en sus grados mínimo a medio, si gozaré de renta, y la de
reclusión menor en su grado mínimo o multa de once a veinte unidades tributarias mensuales, cuando
prestaré servicios gratuitos, empleado público arbitrariamente:
N°4. Impidiere a un habitante de la República permanecer en cualquier punto de ella, trasladarse de uno
a otro o salir de su territorio, en los casos que la ley no lo prohíba; concurrir a una reunión o manifestación
pacífica y legal; formar parte de cualquier asociación lícita, o hacer uso del derecho de petición que le
garantiza la ley.
Actuar arbitrario e impedir a un habitante de la república:
- Permanecer en cualquier punto de ella trasladarse de un lado a otro o salir de su territorio, en los
casos que la ley no lo prohíba;
- Concurrir a una reunión o manifestación pacífica y legal.
- Formar parte de cualquier asociación lícita, o hacer nudo del derecho de petición que le garantiza
la ley.
ART 268 SEPTIES. El que, sin estar autorizado, interrumpirte completamente la libre circulación de personas
o vehículos en la vía pública, mediante violencia o intimidación en las personas o la instalación de
obstáculos levantados en la misma con objetos diversos, será sancionado con la pena de presidió menor
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en su grado mínimo. Idéntica pena se impondrá a los que, sin mediar accidente o desperfecto mecánico,
interpusieron sus vehículos en la vía, en términos tales de hacer imposible la circulación de otros por esta.
Será castigado con la pena de presidió menor en su grado mínimo a medio el que lanzare a personas o
vehículos que se encontraren en la vía pública instrumentos, utensilios u objetos cortantes, punzantes o
contundentes potencialmente aptos para causar la muerte o producir lesiones corporales, a menos que el
hecho constituya un delito más grave. El tribunal, al momento de determinar la pena, tendrá
especialmente en consideración la peligrosidad del instrumento, utensilios u objeto lanzado.
Si alguno de los hechos previstos en este artículo constituye un delito más grave, se aplicará la pena
señalada a este, sin atención a su grado mínimo o mínimo, según los respectivos casos.
Respuesta legislativa a los fenómenos:
- El que baila pasa
- Peajes irregulares
BIEN JURÍDICO PROTEGIDO: los ya vistos más el orden público.

CASO PRÁCTICO
“El día 8 de marzo del 2021, a las 21:00 horas, el imputado Nicolás Maximiliano, sin estar autorizado, junto
a otros imputados no identificados a colocar en la vía pública Ruta 5 norte, vía de circulación de vehículos
de sur a norte, objetos contundentes consistentes a rocas. Trozos de cemento y otros escombros,
interrumpiendo completamente la libre circulación de vehículos”. RUC N°2100222323-3 RIT N°1376 –
2021.- Garantía la Serena.
7. DELITO DE AMENAZAS
BIEN JURÍDICO PROTEGIDO: En el delito de amenazas se atenta principalmente contra la seguridad
individual del amenazado como presupuesto de la libertad (art. 296 N.º 2 y 3) y, eventualmente, contra
la libertad de actuación, si las amenazas producen efecto en su voluntad (art. 296 N.º 1 y 297) o si se
basan exclusivamente en un engaño que las haga verosímiles a ojos de la víctima. Es siempre un delito de
peligro concreto.
Es indicar que se va a realizar un mal en el futuro de manera seria, verosímil y grave.
La especial naturaleza del bien jurídico, en tanto presupuesto de la libertad personal, permite su
disponibilidad por parte del titular, lo que ha llevado al legislador a limitar la persecución penal de su
lesión, transformándolo en delito de acción pública previa instancia particular, según lo dispone el art. 54
CPP. Y, al mismo tiempo, su carácter de atentado contra la seguridad se refleja en la disposición del art.
298, que prevé una pena adicional que podría aplicársele al amenazador, consistente en condenarlo a dar
caución de no ofender al amenazado y, en su defecto, sujetarlo a la vigilancia de la autoridad.

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SUJETOS: El sujeto activo en este delito es indiferente, por lo que cualquiera puede ser autor, incluyendo
los empleados públicos. No ocurre lo mismo con las víctimas, pues aquí se sancionan únicamente las
amenazas dirigidas contra particulares.
Si son dirigidas contra los miembros del Congreso por sus opiniones, de los tribunales de justicia por sus
fallos o a los ministros de Estado u otra autoridad en el ejercicio de su cargo, se configura el delito de
desacato del art. 264. Si se dirigen contra fiscales o defensores públicos, en los mismos términos señalados
en estos arts. 296 y 297. Más grave es la sanción que corresponde a quien amenaza, en razón del ejercicio
de sus funciones, a un inspector fiscal del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, al personal de
la Empresa de los Ferrocarriles del Estado y sus filiales, o de Metro S.A., que realicen servicios de
fiscalización, o a quienes sean contratados por empresas operadoras de servicios de transporte público
para realizar labores de verificación de pago de tarifa, caso en el cual la pena se aumenta en un grado (art.
196 octies Ley de Tránsito). Se discute, además, si las personas jurídicas pueden ser víctimas de este delito.
| El profesor cree que no porque no son titulares del bien jurídico protegido |.
REQUISITOS DE LA AMENAZA
La conducta punible consiste en amenazar, esto es, según el Diccionario, “dar a entender con actos o
palabras que se quiere hacer algún mal a otro”. La ley ha delimitado el ámbito de las amenazas, exigiendo
que ellas sean serias, graves y verosímiles.
a) SERIA:
La seriedad importa que se trate de amenazas expresadas de manera “sincera, sin engaño o burla, doblez
o disimulo”, según el Diccionario. Esto supone que exista como tal, en el sentido de haber sido proferida
o expresada sin asomo de burla o broma, dando a entender la decisión de quien la realiza de llevarla a
cabo, aunque no necesariamente mediante el habla o expressis verbis, sino también por hechos
concluyentes, como la exhibición de un arma y el señalamiento de la conducta que se exige. Además, para
considerar seria la amenaza, la realización del mal debe aparecer como bajo el control del que la hace,
excluyéndose los hechos de la naturaleza o que no dependen de él. Por lo tanto, la amenaza que se
profiere en broma no será delito, como tampoco lo serán las simples advertencias de males futuros cuya
realización no depende de quien las hace. Según la jurisprudencia, tampoco serían serias las amenazas
cuya realización se estime poco probable, como las proferidas reiteradamente en el contexto de procesos
de división de comunidades hereditarias y entre familiares o personas que viven bajo un mismo techo, sin
que nunca se hayan concretado, exigencia que la ley no contempla.
b) GRAVE:
Las amenazas punibles deben recaer en la persona (lo que comprende su vida, salud e integridad
corporal), honor (entendido como igual consideración social), o propiedad del amenazado o de su familia
(cónyuge, ascendientes y descendientes y colaterales mencionados en el inc. final del art. 296). De allí que
no toda amenaza de cometer delito es punible a este título. Tampoco son punibles a este título las
amenazas de cometer delitos especialmente sancionadas, como el chantaje del art. 161-B y los delitos
donde la coerción se presenta en la forma de intimidación (violación del art. 361 N.º 2 y robos de los arts.

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433 a 438). Pero sí son punibles todas aquellas que afectan la persona, propiedades u honor del afectado
o su familia, aunque no constituyan delito (art. 297).
En el caso de las amenazas de males que no constituyen delito, se pueden considerar graves todas las
amenazas que supongan un abuso de la vulnerabilidad económica o social de la víctima, en los términos
previstos para los casos especiales y más preferentes de los arts. 363 y 411 quáter, de manera que la
coerción se dirija a mantener o profundizar las situaciones de dependencia personal o material que esa
vulnerabilidad importa.
SITUACIÓN SI LA AMENAZA CONSISTE EN EL EJERCICIO DE UN DERECHO
Se esperaba sancionase los llamados “cobros extrajudiciales”, entendiéndose que en ellos existía el
señalamiento insistente de un mal, aunque consistiese en los efectos del ejercicio de un derecho (“te
vamos a demandar”, “te vamos a embargar”), bajo condiciones ilegítimas, tales como el cobro de deudas
prescritas, no liquidadas judicialmente o que contemplaban gastos improcedentes (de cobranza).
Debemos distinguir:
- No hay amenaza si una persona cobra a otra lo que efectivamente le debe, señalándole que lo
demandará si no le paga o, en general, expresa que las diferencias existentes entre ellas las
resolverá recurriendo a la justicia. Ello por cuanto, por una parte, el ejercicio legítimo de un
derecho no constituye delito ni ilicitud alguna, y por otra, la condición impuesta es legítima.
- Pero si el señalamiento consiste en demandar a otro por una deuda inexistente, cobros
improcedentes o directamente engañosos, se carece del derecho que se invoca y esa demanda,
al no ser lícita, puede considerarse un mal. No obstante, en estos casos, la jurisprudencia estima
también que al amenazar con recurrir a los tribunales, éstos tomarán el control o gobernanza del
asunto, dando protección al demandado mediante un debido proceso y no concediendo más
derechos de los que tiene, por lo que se ha resuelto la inexistencia de un delito de amenazas.
Existen amenazas punibles siempre que el mal sea constitutivo de delito o siempre que la condición sea
ilegítima, lo que transformaría todo anuncio de un hecho futuro para exigir su cumplimiento en un mal.
(Guzmán Dálbora).
c) VEROSÍMIL:
Esto es, que tenga “apariencia de verdadero”, como expresa el Diccionario. Por ello, puede decirse que la
seriedad de la amenaza se refiere a su existencia como tal (comprobable objetivamente y “sincera”, desde
el punto de vista de quien la profiere); mientras la verosimilitud, en cambio, lo hace respecto del mal con
que se amenaza, desde el punto de vista de quien la recibe: debe tratarse de un mal que, por la forma y
circunstancias en que se le señala a la víctima, sea para ella creíble su realización futura atendida la
situación concreta en que se encuentra, aunque no sea posible de realizar por razones que el amenazado
desconoce. Por tanto, la verosimilitud debe juzgarse ex-ante, situándose en la perspectiva del afectado.
Una amenaza hecha con engaño puede ser también verosímil, y afectar la libertad de decisión de una
persona, como lo es el engaño intimidatorio en la llamada violencia ficta del art. 439.

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En contra de lo antes señalado, se afirma por parte de la jurisprudencia y la doctrina que, sobre la base
de una valoración ex post, no sería punible la amenaza de un mal inmediato que no se realiza (“te voy a
matar”, “te voy a dar una paliza”, etc.), como ocurre en momentos de ofuscación o disputas entre socios
comerciales, familiares o personas relacionadas. De allí se concluye que para ser constitutiva de delito la
amenaza no solo ha de ser grave, seria y verosímil, sino que debe referirse a males futuros y no
inmediatos.
CLASIFICACIÓN
El CP clasifica las amenazas según su contenido, atendiendo a si el hecho con que se amenaza es o no
constitutivo de delito. Si es constitutivo de delito, el art. 296 gradúa la pena de acuerdo con las siguientes
circunstancias:
i. Si la amenaza fuere condicional (art. 296 N.º 1 y 2): Esto es, exigiendo una cantidad de dinero o
imponiendo ilegítimamente cualquier otra condición, la pena varía según si la condición impuesta
se cumplió (presidio menor en sus grados medio a máximo) o no (presidio menor en sus grados
mínimo a medio);
ii. Si la amenaza no fuere condicional (art. 296 N.º 3): Se impone una pena única de presido menor
en su grado mínimo. En este caso aparece con más claridad que en los restantes que el bien
jurídico predominante es la protección de la seguridad como presupuesto de la libertad de
actuación, pues el amenazante nada espera obtener de su amenaza, sino sólo infundir temor
acerca de su seguridad en el amenazado; y
iii. Si se ejecuta el delito amenazado (art. 296 N.º 3): En este caso, si el delito con que se amenazó se
consuma, y tiene una pena superior a la que señalan cualquiera de los números del art. 296, debe
aplicarse sólo la pena del delito consumado. La existencia previa de la amenaza sólo puede
tomarse en cuenta para los efectos del art. 69. No obsta a esta conclusión el que la cláusula de
subsidiariedad expresa se encuentre al final del N.º 3 de este art. 296, pues en todos los numerales
de esta disposición, la amenaza de un delito que efectivamente se ejecuta es un acto anterior
copenado de ese delito particular que se comete. Pero si el delito cometido mereciere menor pena
que su amenaza, entonces resurgirá la penalidad de las amenazas, como atentado contra la
libertad de autodeterminación, las que se sancionarán en concurso real con el delito
efectivamente cometido.
Si el hecho amenazado no es constitutivo de delito, el art. 297 la sanciona siempre que se imponga una
condición ilegítima, aunque ya no se exige que ella se haya cumplido, como en la primitiva redacción del
Código.
CULPABILIDAD
Sólo es posible cometer estos delitos con dolo directo, ya que siempre que hay un elemento subjetivo
adicional se excluye el dolo eventual: el propósito de causar el mal con que se amenaza (o de hacerlo
verosímil), y el de obtener alguna prestación, en su caso.
ITER CRIMINIS, PARTICIPACIÓN Y CONCURSOS

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GRADO DE DESARROLLO: Si son verbales, no admite tentativa ni frustración, pero por escrito, sí.
PARTICIPACIÓN: Al establecerse la agravante de cometer el delito “por medio de emisario”, se reconoce
aquí no solo una particular forma de intervención, sino también un caso de autoría mediata con agente
doloso.
CONCURSO: En los casos de concursos con otras amenazas especialmente punibles particularmente
respecto de ciertas autoridades, las diferencias penológicas en la sanción de las amenazas a particulares
hacen que, tendencialmente y por la aplicación práctica del mínimo de la pena prevista, puede resultar
menos grave amenazar a un miembro de los tribunales de justicia que a un defensor público e incluso que
a un particular, lo que debe resolverse acudiendo al principio de subsidiariedad, para no sancionar dos
veces el hecho de la amenaza. Este sería el caso de una amenaza hecha a un juez por algún fallo exigiendo
una cantidad o imponiendo ilegítimamente cualquier otra condición: presidio menor en sus grados medio
a máximo, visto desde el art. 296 N.º 1; y “sólo” reclusión menor en “cualquiera de sus grados”, según el
art. 264.
AMENAZAS EN CONTEXTO DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR: Son punibles más el ART 5 de la ley 20.066.
PROTECCIÓN PENAL DEL DERECHO A LA IGUAL PROTECCIÓN DE LA LEY EN EL EJERCICIO DE LOS
DERECHOS: FALSEDADES DOCUMENTALES
1. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO: OBJETO MATERIAL DE LAS FALSIFICACIONES Y CLASES DE DOCUMENTOS
El art. 19 N.º 3 CPR establece la garantía de la igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos de
cada cual. Presupuesto para ello es la integridad y autenticidad de los hechos, documentos y demás
objetos en los cuales se materializan o sirven de fundamento para su ejercicio.
En efecto, la Constitución supone que las informaciones u objetos emitidos o autenticados por los
empleados públicos y las comunicaciones entre particulares que se fijan en documentos son
objetivamente verdaderas, sin embargo, estos carecerían de valor y sentido si no existiera la posibilidad
de contrastar la información contenida en el soporte en que se fijan con datos o hechos empíricos que
permitan afirmar su existencia, integridad y veracidad. Por tanto, no es posible que el Estado cumpla su
misión de “contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes
de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible”, si no establece mecanismos
para asegurar la existencia, integridad y veracidad de los objetos en que se materializan los derechos y
condiciones que la hacen posible, el ordenado flujo monetario y jurídico y la veracidad de las órdenes y
disposiciones de la autoridad, esto es, la fe pública o publica fides.
Esta protección de la existencia, integridad y autenticidad de los documentos y objetos que permiten el
ordenado tráfico económico y jurídico se encuentra, en el CP, en su Tít. IV L. II, que lleva como epígrafe
“Delitos contra la fe pública, falsificaciones, falso testimonio y perjurio”. Característica común de los
delitos que aquí se han previsto es el medio de comisión: la falsificación, esto es, la falta de
correspondencia entre lo que aparenta o expresa el objeto falsificado y a la realidad. Pero los objetos
sobre que recae la falsedad son diferentes, como lo son sus efectos en el tráfico jurídico y, por ello, su
tratamiento penal también lo es. Eso es lo que explica las distinciones que practica el código entre
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falsificación de moneda, billetes de banco, títulos de valor, estampillas, instrumentos públicos, privados,
mercantiles, certificados y testimonios y, entre éstos, los otorgados bajo juramento en diferentes clases
de procedimientos y los que no.
Tratándose de la falsificación de monedas, la fe pública se traduce en el interés de protección de la
existencia, integridad y veracidad de los medios de pago, que inciden directamente en el correcto
funcionamiento de la economía y la seguridad de la libertad económica y el derecho de propiedad. Sin
embargo, aunque el Código es pródigo en disposiciones relativas a esta clase de falsificaciones (arts. 162
a 171), lo cierto es que ellas son aplicables solamente a las monedas metálicas y billetes de bancos
existentes en 1874, pues respecto del dinero circulante en la actualidad (papel moneda), la disposición
punitiva no se encuentra aquí, sino en el art. 6 Ley 18.840, Orgánica del Banco Central de Chile, de
10.10.1989.
Aquí solo trataremos de las falsedades documentales de los arts. 193 a 205, esto es, aquellas que recaen
en ciertos documentos donde se fijan declaraciones de voluntad y determinados testimonios por medio
de la escritura: instrumentos públicos, privados, mercantiles y las certificaciones especialmente
mencionadas. Aquí, la fe pública en la existencia, integridad y veracidad de tales documentos no se refiere
al exclusivo resguardo de las funciones estatales ni de los deberes funcionarios relativos a las formalidades
que se establecen para la celebración de ciertos actos o contratos y su conservación, de lo que da cuenta
el sistema registral de notarios y conservadores, pues esas características no están necesariamente
presentes en los instrumentos privados o mercantiles, ni en todas las certificaciones a que se refieren los
arts. 199 a 205, cuya protección penal también se incluye en este título. Se trata, en cambio, de proteger
primordialmente la fiabilidad, la seguridad del tráfico jurídico, esto es, la fe pública en la existencia,
integridad y veracidad de ciertos documentos que, a diferencia de la expresión oral, tienen la garantía de
“fijeza” y un valor probatorio predeterminado. Y ello, con independencia de si el documento emitido o
autenticado por un empleado público o un particular.
Pero estas disposiciones no protegen la fe que pueda tenerse en toda clase de documentos, sino solo en
los que allí se especifican. En efecto, en sentido amplio, documento es todo objeto que sirve de soporte
a la fijación de un pensamiento o hecho, fijeza que permite realzar su valor probatorio respecto de un
testimonio oral como la fotografía, la cinta cinematográfica, una grabación, etc. No obstante, el concepto
de documento a que se refieren los artículos no es este amplio, sino uno reducido a ciertos documentos
escritos en palabras, firmados o reconocidos por una persona que consigna hechos de los cuales derivan
determinadas consecuencias jurídicas.
No obstante, es dominante entre nosotros la doctrina que entiende por documento, para los efectos de
las disposiciones que estudiamos, todo objeto que represente un hecho o una manifestación de
pensamiento emanado de un autor y fijado en forma permanente, cuyo carácter público o privado estaría
dado por la intervención o no en su autenticación o emisión de un empleado público, respectivamente.
Estas disposiciones no alcanzan a las falsedades que recaen en otros objetos que, siendo documentos en
un sentido amplio y públicos en el sentido de ser emanados o autenticados por empleados públicos, no
son “instrumentos” probatorios del nacimiento, modificación o extinción de una obligación, como las que

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recaen en documentos de crédito y obligaciones de deuda pública emitidos por el Estado (arts. 172 y 173
CP); ni certificados en el sentido de los arts. 199 a 205 (como los carnet de identidad, emitidos por el
Servicio de Registro Civil). Tampoco se extienden a otros documentos, en sentido amplio, emitidos por
particulares pero que no son instrumentos privados o documentos mercantiles, como las acciones o
promesas de acciones de sociedades anónimas (arts. 174 a 178 CP), ciertos instrumentos tributarios (art.
97 N.º 4 CT), algunos registros contables y declaraciones con efectos comerciales (arts. 158 a 161 Ley
General de Bancos, art. 134 Ley de Sociedades Anónimas, arts. 59 a 61 Ley de Mercado de Valores, p. ej.).
Para todos estos casos, la ley ha establecido figuras específicas.
OTRO SECTOR DE LA DOCTRINA HA SEÑALADO QUE EL BIEN JURÍDICO PROTEGIDO ES “EL DERECHO A LA
VERDAD”
En su faz negativa, consiste en una pretensión a que en el ámbito de organización de una persona se
reciban sólo los documentos existentes.
En su faz positiva, consiste en una pretensión a que en el ámbito de organización de una persona se
reciban documentos verdaderos, en el sentido de que el contenido de la declaración se corresponda con
un hecho externo jurídicamente relevante.
Protección a la igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos
La integridad y autenticidad de los soportes documentales son el fundamento del tráfico monetario y
jurídico. Fe pública.
El art. 19 N.º 3 CPR establece la garantía de la igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos:
Integridad y autenticidad.
Hechos, docs. y demás objetos en los cuales se materializan o sirven de fundamento para su ejercicio.
Se presume que las informaciones u objetos emitidos o autenticados por los empleados públicos y las
comunicaciones entre particulares que se fijan en documentos son objetivamente verdaderas.
Otro sector de la doctrina señala que el BJO es “un derecho a la verdad”.
En su faz negativa, consiste en una pretensión a que en el ámbito de organización de una persona se
reciban solo documentos existentes.
En su faz positiva consiste en una pretensión a que en el ámbito de organización de una persona se reciban
documentos verdaderos, en el sentido de que el contenido de la declaración se corresponda con un hecho
externo jurídicamente relevante”.
Integridad – existencia – Autenticidad.
“Delitos contra la fe pública, falsificaciones, falso testimonio y perjurio”
La característica en común es el medio de comisión: La falsificación.

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La falsificación es la falta de correspondencia entre lo que aparenta o expresa el objeto falsificado y a la
realidad. Puede ser material o en cuanto al contenido reflejado en ese documento.
Son delitos de expresión según Javier Wilenmann, porque existen ciertos tipos de delito que para
materializarse deben venir o provenir de un acto expresivo verbal o escrito o símbolos del sujeto activo.
Injurias y calumnias son los casos más típicos.
Los objetos sobre que recae la falsedad son diferentes, como lo son sus efectos en el tráfico jurídico y,
por ello, su tratamiento penal también lo es.
Clasificación de los delitos de falsedad (Willenmann).
1. Delitos de falsedad proposicional o de falsedad en sentido estricto. (falso testimonio y 193 2, 3 y 4).
2. Delitos de falsificación, cuya estructura requiere de la representación falsa de la apariencia de
cumplimiento por parte de un objeto determinado de ciertas características fijadas por otro objeto de
referencia. (falsificación moneda, se forja algo que no existe con algo de referencia).
3. Delitos de imputación falsa, en los cuáles se castiga la falsa atribución de una propiedad determinada
a un sujeto. (412 y 416).
4. Delitos de engaño. (Refiere a delitos de estafa).
Falsedades documentales (Art. 193 a 195)
Son aquellas que recaen en ciertos documentos donde se fijan declaraciones de voluntad y determinados
testimonios por medio de la escritura: instrumentos públicos, privados, mercantiles y las certificaciones
especialmente mencionadas.
Se trata de proteger primordialmente la fiabilidad, la seguridad del tráfico jurídico, esto es, la fe pública
en la existencia, integridad y veracidad de ciertos documentos que, a diferencia de la expresión oral,
tienen la garantía de “fijeza” y un valor probatorio predeterminado.
Da lo mismo si es un documento público o privado.
Estas normas solamente protegen la fe de los documentos que allí se especifican en los art. 193 a 195.
Luego los que no están especificados ahí son delitos especiales que están en el art. 196 y normas
especiales que sancionan o penalizan ciertas falsificaciones.
Desde un punto de vista civil entendemos como documento es todo objeto que represente un hecho o
una manifestación de pensamiento emanado de un autor y fijado en forma permanente, cuyo carácter
público o privado estaría dado por la intervención o no en su autenticación o emisión de un empleado
público, respectivamente.
- Documentos dispositivos.
- Documentos de carácter testimonial. (Donde los intervinientes dan cuenta de un hecho y lo fijan
por escrito).
- Incluye formatos electrónicos (ley 19.799).

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No están incluidos:
- Documentos de crédito y obligaciones de deuda pública emitidos por el Estado (ya que están en
los arts. 172 y 173 CP).
- Certificados en el sentido de los arts. 199 a 205. (Pasaporte ya sea hacer o usarlo aun sabiendo
que es falso o porte de armas bajo nombre supuesto).
- Otros documentos, en sentido amplio, emitidos por particulares pero que no son instrumentos
privados o documentos mercantiles, como las acciones o promesas de acciones de S.A. (arts. 174
a 178 CP), ciertos instrumentos tributarios (art. 97 N.º 4 CT), algunos registros contables y
declaraciones con efectos comerciales (arts. 158 a 161 Ley General de Bancos, art. 134 Ley de
Sociedades Anónimas, arts. 59 a 61 Ley de Mercado de Valores, p. ej.).
Situación de los documentos electrónicos
El Art. 1° de la ley 19.799 permite la existencia de instrumentos públicos, privados, documentos
mercantiles o alguna de las certificaciones a que se refieren los arts. 199 a 205 CP en formato digital.
Si se trata de documentos electrónicos que consistan en alguno de los otros documentos cuya falsedad
se sanciona expresamente, su sanción penal será por la vía de esas figuras especiales y no por las de los
arts. 193 a 205 del CP.
Ley 21.459. ex ley 19.233 (especialidad).
Caso práctico:
El día 01/06/2019, en la sede Arauco Maipú del Registro Civil e Identificación, a las 10:16 horas, con
acuerdo previo, el funcionario RODOLFO RODRIGUEZ ARANEDA recibió a las imputados KEVIN ANDRÉS
LATORRE ZURITA y BASTIÁN DE JESÚS MELLA BREVE, a quienes atendió en el módulo correspondiente,
donde se procedió a elaborar un pasaporte (…)
(…) para lo cual el imputado MELLA BREVE, puso sus huellas dactilares quedando éste en condiciones de
elaborar el instrumento con sus datos; luego manipuló el sistema para tomar una foto, al imputado
LATORRE ZURITA en vez de Mella, quedando de esa forma asociado el rostro de LATORRE ZURITA a los
datos de MELLA BREVE.
Posteriormente el funcionario finalizó el proceso, con lo cual el pasaporte quedó impreso con los datos
de BASTIÁN DE JESÚS MELLA BREVE, pero con la fotografía del rostro de LATORRE ZURITA. Todo lo anterior
se realizó mediante un pago al funcionario de $1.000.000.
Como consecuencia de la falsificación, se alteraron los datos del sistema informático del Registro Civil e
Identificación, ya que, de ahí en adelante, cada vez que se ingrese el RUT de MELLA BREVE para cualquier
consulta relacionada con la base de datos, arrojará la fotografía de LATORRE ZURITA.
Luego el día 10/07/2019, aproximadamente a las 21:30 horas, en el aeropuerto AMB de la comuna de
Pudahuel, específicamente en el sector de embarque internacional, el imputado KEVIN ANDRÉS LATORRE
ZURITA, entregó al funcionario de la Policía de Investigaciones en control migratorio el pasaporte que

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tenía los datos de Mella Breve, pero con su fotografía, con el objeto de salir del país. Al ser fiscalizado y al
consultarle sus datos personales, el funcionario se percató que la identidad del documento estaba
adulterada”.
Artículo 5°. Falsificación informática. El que indebidamente introduzca, altere, dañe o suprima datos
informáticos con la intención de que sean tomados como auténticos o utilizados para generar documentos
auténticos, será sancionado con la pena de presidio menor en sus grados medio a máximo.
Cuando la conducta descrita en el inciso anterior sea cometida por empleado público, abusando de su
oficio, será castigado con la pena de presidio menor en su grado máximo a presidio mayor en su grado
mínimo.
Art. 200 del CP. El que hiciere un pasaporte o porte de armas falso, será castigado con reclusión menor en
su grado medio y multa de seis a diez unidades tributarias mensuales.
Las mismas penas se impondrán al que en un pasaporte o porte de armas verdadero mudare el nombre
de la persona a cuyo favor se halle expedido, o el de la autoridad que lo expidió, o que altere en él alguna
otra circunstancia esencial.
Hay que ver si se coteja la norma del CP o de la ley de delitos informativos. En sí, el CP es más especifico.
1. FALSIFICACIÓN DE INSTRUMENTOS PÚBLICOS O AUTÉNTICOS (ART. 193 Y 194)
ART 193 CP. Será castigado con presidio menor en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo
el empleado público que, abusando de su oficio, cometiere falsedad:
1.° Contrahaciendo o fingiendo letra, firma o rúbrica.
2.° Suponiendo en un acto la intervención de personas que no la han tenido.
3.° Atribuyendo a los que han intervenido en él declaraciones o manifestaciones diferentes de las que
hubieren hecho.
4.° Faltando a la verdad en la narración de hechos sustanciales.
5.° Alterando las fechas verdaderas.
6.° Haciendo en documento verdadero cualquiera alteración o intercalación que varíe su sentido.
7.° Dando copia en forma fehaciente de un documento supuesto, o manifestando en ella cosa contraria
o diferente de la que contenga el verdadero original.
8.° Ocultando en perjuicio del Estado o de un particular cualquier documento oficial.
Los arts. 193 y 194 describen este delito, distinguiendo, para efectos penológicos, entre la falsedad
cometida por empleados públicos y por particulares, respectivamente.

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CLASIFICACIÓN:
Las diversas formas en que la falsificación tiene lugar se describen detalladamente en el art. 193, que
establece ocho modalidades de falsificación, casuística que puede reducirse a tres casos.
1. El primero de ellos es la falsedad material o real, consistente en forjar un documento inexistente
o hacer adulteraciones físicas sobre uno existente (art. 193, N.º 1, 5 y 6).
2. El segundo, la falsedad ideológica, que consiste en faltar a la verdad en el otorgamiento de un
documento formalmente verdadero (art. 193, N.º 2, 3, 4 y 7).
3. Y el tercero, en la llamada falsedad por ocultación (art. 193 N.º 8) que, por no ser propiamente
una falsedad, se estudiará separadamente.
a) TIPICIDAD
1. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN
Autor de este delito puede ser tanto un empleado público como un particular, diferenciándose
únicamente en el régimen penológico: el empleado público recibe las penas del art. 193 y el particular,
las del 194. La definición de empleado público del art. 260 no es aplicable directamente a este delito, pero
es posible sostener que aquí como allí la ley se refiere a quien tiene por ley la función de dar fe pública
de la emisión de documentos públicos o auténticos, aunque no sean de nombramiento del presidente de
la República, ni reciban sueldo del Estado.
EL PARTICULAR Y LA FALSIFICACIÓN IDEOLÓGICA
A pesar de que el art. 194 sanciona con una pena inferior a la prevista para el empleado público, al
particular que “cometiere en documento público o auténtico alguna de las falsedades designadas en el
artículo anterior”, se ha suscitado una discusión acerca de si los particulares podrían o no cometer, en la
realidad, una falsificación ideológica, esto es, de la alteración del sentido del documento faltando a la
verdad en lo que las partes declaran, su fecha o la identificación de los intervinientes.
Al respecto tanto la mayoría de los autores como nuestra jurisprudencia tiende a excluir a los particulares
como sujetos activos de dicha clase de falsificación, alegando que ellos no tendrían el deber de ser veraces
en el otorgamiento de un instrumento cualquiera.
Esta posición admite únicamente la posibilidad de falsificación ideológica en casos expresamente
contemplados en la ley, como en el art. 27 Ley 4.808 (faltar a la verdad en la declaración del estado civil
en escritura pública) y en la figura de falsedad ideológica de instrumentos tributarios contemplada en el
art. 97 N.º 4 Código Tributario.
Últimamente, además, por influencia de Cury, se acepta también la idea de que, si los delitos de falsedad
de instrumentos públicos son propiamente de infracción del deber, entonces cualquiera sea la forma de
intervención en ellos de un particular (incluyendo la inducción del art. 15 N.º 2), sólo podría castigársele
como cómplices.

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Pero, según Matus, esto no es así debido, ya que lo que sancionan los ART 193 y 194 son delitos de
falsedad documental en instrumentos públicos, cuyas modalidades de comisión no se distinguen por los
sujetos que intervienen, diferenciación que opera solo a nivel penológico. -> Leo Rey y falsificación de
alcoholemia.
Ello explica por qué, en más de un caso, se admite la autoría de particulares en falsificaciones ideológicas,
como el de quien cambió las muestras de sangre sobre las que se practicaban exámenes de alcoholemia,
para que de este modo el informe apareciera negativo, afirmándose que ello constituía una forma de
falsedad ideológica, cometida por particulares, mediante el engaño de que se hacía víctima al funcionario
público que —desconociendo el hecho del intercambio de las muestras— emitía el informe de
alcoholemia a nombre de una persona diferente de aquélla de quien provenía la muestra analizada.
Tratándose de la suscripción de instrumentos públicos electrónicos, su única posibilidad de falsificación
es la ideológica, pues el soporte de papel carece de valor auténtico en sí, atendida la necesidad de
comprobar en el registro respectivo la integridad del documento y la autenticidad de las firmas
electrónicas. De la anterior se desprende que un instrumento público electrónico representará el
nacimiento, modificación o extinción de obligaciones inexistentes, y su contenido será, por tanto, falso, si
en la información que se ingresa en los sistemas electrónicos para su emisión y registro aparece suscrito
por quienes no celebran el acto o contrato a que hace referencia o si en él se hacen constar declaraciones
de voluntad diferentes a las de los que intervienen.
Distinto es el caso en que, dando cuenta de la verdad de las declaraciones de los intervinientes y sin
ejecutar ninguna alteración material, el empleado público tome parte o colabore en la comisión del delito
que se ejecuta, por ejemplo, la celebración de un contrato simulado (art. 466 inc. 2), el abuso de firma en
blanco (art. 470 N.º 3), una estafa (arts. 468), etc.
Aquí estamos ante un problema puramente probatorio y no teórico, pues no existe para nadie, y menos
para un empleado público, un derecho ni un deber de participar en un delito que permita fundamentar
una especie de defensa por ejercicio legítimo del cargo (abuso de su oficio).
OBJETO MATERIAL: INSTRUMENTOS PÚBLICOS
Por instrumentos públicos entendemos aquellos autorizados por competente funcionario, con las
solemnidades legales, y que dan cuenta del nacimiento, modificación o extinción de obligaciones.
Otros documentos emanados o autenticados por empleados públicos pueden ser considerados como
oficiales o, en caso de testimoniar hechos, certificaciones.
Luego, se rechaza aquí tanto el concepto amplio de documento (“todo contenido informativo indirecto
que llega a nuestro conocimiento por medio de signos”) como el de instrumento público, entendido como
“todo documento a cuya formación o custodia debe concurrir un funcionario público obrando en su
carácter de tal y en el cumplimiento de sus funciones legales”, según Etcheberry. Este es el criterio amplio.

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En efecto, el art. 193 CP no se refiere a toda clase de documentos emanados de o autenticados por
empleados públicos, sino en particular a los instrumentos públicos o auténticos, según la terminología
adoptada por el Código de los arts. 1698 y 1699 CC. (Criterio restringido)
Respecto de otros documentos suscritos por empleados públicos o por particulares actuando en ciertas
calidades que invocan la fe pública (como los que emiten los facultativos) y que certifican o dan cuenta
de hechos o actos que, por sí mismos, no crean, modifican o extinguen obligaciones, la sistemática original
del Código reserva en el § 6 Tít. IV Libro II los delitos de falsificación de pasaportes, porte de armas y
certificados. (ART 199 y ss.)
Además, la ley diferencia todos ellos de los llamados documentos oficiales, que no necesariamente
constan en registros de libre acceso al público y dan cuenta de decisiones de la autoridad que afecten al
servicio o terceros, respecto de los cuales se configura el delito del art. 193 N.º 8.
Según Matus, es contradictorio considerar que un documento es al mismo tiempo un “instrumento
público”, (penado en el ART 193) y un “certificado, pasaporte o porte de armas”, cuya falta a la verdad se
sanciona en el ART 199.
Existen disposiciones legales que establecen delitos especiales de falsificaciones, sin remisión a las normas
del CC:
- La falsificación de licencias de conducir,
- Los certificados que permiten obtener licencia, y
- La falsificación de las inscripciones de vehículos motorizados y de los medios de pago de
movilización colectiva.
Sin embargo, reconoce que el criterio amplio ha encontrado reconocimiento en parte de la doctrina y la
jurisprudencia:
- El finiquito del ART 177 del C.T,
- Las listas de deudas del ART 169 del código tributario, y
- El permiso de circulación que da cuenta del pago de un impuesto específico.
Este concepto sólo está limitado en la jurisprudencia por la intervención o no en la elaboración o
autenticación del documento de un empleado público y no por la función del documento, por lo que, una
vez que estas funciones son concesionadas, como sucede con la de revisión técnica de vehículos
motorizados, las certificaciones correspondientes no se consideran “documentos públicos”, sino
“privados”.
DOCUMENTOS ELECTRÓNICOS
En cuanto a los documentos electrónicos, la Ley 19.799 los define como “toda representación de un
hecho, imagen o idea que sea creada, enviada, comunicada o recibida por medios electrónicos y
almacenada de un modo idóneo para permitir su uso posterior”.

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La ley 21.459 no hace distingo en los ataques a sistemas informáticos, sean públicos o privados. Solamente
hace una referencia en el ART 5 respecto del funcionario público que abuse de su oficio.
ART 10, ley 21.459. Circunstancias agravantes. Constituyen circunstancias agravantes de los delitos de que
trata esta ley:
Asimismo, si como resultado de la comisión de las conductas contempladas en este Título, se afectase o
interrumpiese la provisión o prestación de servicios de utilidad pública, tales como electricidad, gas, agua,
transporte, telecomunicaciones o financieros, o el normal desenvolvimiento de los procesos electorales
regulados en la ley Nº 18.700, orgánica constitucional sobre votaciones populares y escrutinios, la pena
correspondiente se aumentará en un grado.
ALTERACIÓN DE DOCUMENTOS ELECTRÓNICOS
Para Matus, no parece haber diferencias sustanciales entre unos y otros en cuanto a lo esencial de la
falsificación, particularmente de instrumentos públicos, que consiste no en alteraciones menores de
apariencia del documento (que es lo que sucede cuando un documento electrónico se recupera por
distintos sistemas informáticos), sino en modificar su fecha, el lugar de su suscripción, las personas que lo
suscriben o el contenido de las declaraciones que en ellos se expresan.
Así, desde luego que toda falsificación ideológica, que no requiere alteración material del documento,
puede considerarse perfectamente posible en los electrónicos. Y también es posible su falsificación
material, si se alteran su soporte, el registro binario que da cuenta de la fecha, las personas que lo
suscriben y el lugar donde lo hacen, y naturalmente, su contenido (lo que podría dar lugar a un concurso
con los delitos informáticos de la Ley 19.459 salvo el inc.5).
Lo relevante para calificarlos como instrumentos públicos será entonces no sólo su forma, sino también
su contenido, esto es, que en ellos se manifieste la existencia, modificación o extinción de alguna
obligación por personas identificables y en fecha cierta, y que se realicen y archiven por un empleado
público con la solemnidad prescrita, esto es, una firma electrónica avanzada creada usando medios que
el titular tiene bajo su exclusivo control y se encuentra certificada por un prestador Avanzado.
No obstante, parte de la doctrina (muy minoritaria) insiste en que no es posible extender la regulación el
CP a los documentos electrónicos ni a cualquier representación gráfica, planos, etc., que no sean
documentos escritos (MGM).
C) CONDUCTA: MODALIDADES Y COMISIÓN POR OMISIÓN
Las modalidades propias de falsificación pueden cometerse por acción u omisión, según lo permita la
literalidad de la descripción de cada una de ellas (p. ej.: se contrahace firma ajena omitiendo al verdadero
suscriptor, se señala la intervención de personas que no han intervenido, omitiendo indicar a los
verdaderos intervinientes, etc.). Pero no es posible configurar un delito de omisión impropia, ya que el
potencial garante es, aquí, según la ley, el responsable directo de los hechos, en su calidad de empleado
público.

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D) FALSEDADES MATERIALES
La esencia de estas modalidades radica en que mediante ellas se altera sustancialmente el contenido del
instrumento, esto es:
- su fecha,
- las personas que en él intervienen,
- las declaraciones que en el mismo expresan los derechos
- y obligaciones que se crean, extinguen o modifican o de los hechos cuya existencia se da cuenta y
sirven de presupuesto para el ejercicio de alguna acción jurídica o producen un efecto de esa
naturaleza, cuando la ley así lo dispone.
Los supuestos de falsedad material son:
i) Hacer en documento verdadero cualquier alteración o intercalación que varíe su sentido (ART. 193 N.6):

No se comete el delito por rayar sobre el mismo, o introducir garabatos sin significación jurídica u otra
clase de alteración que no influya en el sentido jurídico del documento, sino que se requiere con ello una
alteración de su fecha, sus efectos jurídicos o de las partes que en él intervienen. Así, escribir una grosería
sobre la escritura a la que se atribuye la propia ruina no sería delito, pero sí lo sería cambiar sólo un
número del documento de identidad de uno de los otorgantes, con quien existe un alcance de nombres,
para traspasarle los efectos del acto de que da cuenta el documento.
JURISPRUDENCIA:
El día 10/10/2006 José Vargas Ojeda, se presentó ante las oficinas del MTT de Punta Arenas, con el objeto
de solicitar autorización para la prestación de servicios de transporte privado de turismo en relación a su
vehículo PPU WF-6532 exhibiendo para tales efectos la Res. Ex. N° 0383 de septiembre del año 2005 de
la SeremiTT, documento que se encontraba adulterado, por cuanto el mismo acusado en forma
deliberada había procedido a incorporar en dicho documento dos vehículos adicionales y eliminó otros.
Así, el original decía relación con los vehículos PPU TY-2074 y SV-9731, el acusado eliminó de dicho
documento el primero de los nombrados e incorporó de manera ilegal el vehículo PPU ZF-1450 y el
vehículo PPU WF-6532, mediante su incorporación de puño y letra en el documento de los datos de estos
vehículos, sin autorización de las autoridades respectivas y sin facultades para ello, adulterando en
consecuencia el referido instrumento público y utilizándolo a sabiendas para obtener autorizaciones del
Ministerio de Transporte, en pleno conocimiento de lo ilícito de su actuar”.
R.I.T. 2707 – 2006. Punta Arenas.

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ii) Contrahacer o fingir letra, firma o rúbrica (art. 193 N.º 1):
Se trata de imitar o inventar la letra, firma o rúbrica de una persona, para atribuir el sentido del acto a
otra distinta del que hace la falsificación o a la cual se refería originariamente el documento. Aunque se
señala siempre como un caso de falsificación material, en su forma de común ocurrencia, puede ser visto
también como un supuesto de falsificación ideológica que puede cometer tanto el empleado público al
firmar por un ausente; como un particular, suplantando la personalidad de otro para hacer recaer en el
suplantado los efectos del documento que aparenta suscribir. Por el principio de subsidiariedad, las
figuras menos graves que podrían estar envueltas en estos hechos, como la suplantación de personas
(arts. 201 y 214).
JURISPRUDENCIA:
Con fecha 13 de Marzo de 2019, Francisco Javier Farias Saavedra, presentó ante el CBR de Viña del Mar,
un requerimiento para inscribir en el Registro de Propiedad, la escritura pública Repertorio N° 3666-2016,
de fecha 08 de Abril de 2016, de la Notaría de Valparaíso don Pablo Martínez Loaiza, correspondiente a
compraventa de una propiedad raíz, supuestamente suscrita entre don René Moreno Monroy, fallecido
el día 17 de abril de 2017, en calidad de vendedor y don Jorge Enrique Millahueque Santiago en calidad
de comprador, documento absolutamente falsificado, circunstancia que era plenamente conocida por el
acusado Farías Saavedra.
iii) Alterar las fechas verdaderas (art. 193 N.º 5):
Para constituir una falsificación material, debe hacerse sobre un documento preexistente. Falsifica tanto
quien altera la fecha en que se otorgó el documento como las que en él se mencionan y cuya alteración
produce efectos jurídicos (vigencia, plazos, etc.).
JURISPRUDENCIA:
El día 22/10/2020 a las 11:40 horas en momentos que personal de la Fuerza Aérea de Chile, realizaba
labores de fiscalización de check point en las afueras del Supermercado Sánchez y Sánchez, controlan y
fiscalizan con motivo de la cuarentena que pesaba sobre la ciudad, a la imputada ARIATNA JOAQUINA
MARQUEZ CORDOVA, quien al solicitársele su permiso temporal, exhibe un permiso impreso en papel,
percatándose el personal de control que dicho permiso si bien correspondía a la acusada, este mantenía
modificaciones en su fecha, ya que correspondía el original a la fecha 10 de octubre de 2020 y el que
presentaba en esos momentos el acusado era de fecha 22 de octubre de 2020.
E) FALSEDADES IDEOLÓGICAS
El objeto de la obligación de los empleados públicos en esta materia es, en primer lugar, dar fe de las
partes que comparecen, sus declaraciones y la fecha del acto.
Pero, como hemos señalado, no solo el empleado público puede cometer estas falsedades: los
particulares que los inducen o engañan (Matus: como autores mediatos) para hacerlo también son
responsables a este título, único posible tratándose de documentos electrónicos.

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Desde allí se desprenden las diversas formas de falsedad ideológica que establece el Código:
i) Faltar a la verdad en la narración de hechos sustanciales (art. 193 N.º 4):
Se puede afirmar que bastaría este numeral para comprender el resto de las formas de falsificación
ideológica, que no son sino especificaciones de la misma idea.
Aquí la ley expresa que no se trata de sancionar cualquier falta a la verdad en que se incurra, sino de
aquella que afecta los hechos sustanciales que expresa el documento, esto es, su fecha, las personas que
en él intervienen y sus declaraciones de voluntad, en orden a crear, modificar o extinguir obligaciones o
dar cuenta de hechos que incidan en su nacimiento, cumplimiento, ejecución o extinción.
Pero, como no se exige a los empleados públicos cerciorarse de la veracidad de lo que los intervinientes
declaran, el juicio de verdad ha de hacerse en torno al hecho de haberse expresado o no las declaraciones
que se transcriben.
ii) Suponer en un acto la intervención de personas que no la han tenido (art. 193 N.º 2):
Aquí lo importante no es tanto suponer la participación de personas, como el que de esa suposición se
derive la alteración del sentido o validez del documento (p. ej., suponiendo la presencia de testigos que
no estuvieren en el testamento solemne) o se atribuya a personas no intervinientes los efectos de un acto
jurídico.
Los intervinientes supuestos a que se refiere esta disposición pueden ser personas naturales o jurídicas,
aunque en los actos propiamente tales solo intervienen personas naturales, por lo que la indicación
errónea de la representación que invisten podría ser más bien un caso del art. 193 N.º 4.
La omisión de los verdaderos intervinientes puede considerarse una suplantación por quienes no
concurren o una falta a la verdad en la narración de los hechos sustanciales (art. 193 N.º 2 o 4).
Cuando la suposición de personas se realiza en instrumento privado cuyas firmas aparezcan autorizadas
por un notario (art. 425 COT), el art. 443 inc. 1 COT reserva al notario las mismas penas de este art. 193,
en caso de actuar dolosamente. Este delito especial, como toda falsedad, debe cometerse con abuso del
oficio, esto es, con dolo directo.
ART 425 COT. Los notarios podrán autorizar las firmas que se estampen en documentos privados, siempre
que den fe del conocimiento o de la identidad de los firmantes y dejen constancia de la fecha en que se
firman. Se aplicará también en este caso la regla del artículo 409.
ART 443 inc.1 COT. El notario que incurriere en falsedad autentificando una firma en conformidad con el
artículo 425, que no corresponda a la persona que haya suscrito el instrumento respectivo, incurrirá en las
penas del artículo 193 del Código Penal.
Pero respecto de los notarios existe una especial regulación que contempla, además, la sanción de su
negligencia o ignorancia inexcusable al autentificar la firma de una persona diferente a la que aparece
suscribiendo un instrumento, público o privado (art. 443 inc. 2 COT).

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ART 443 inc.2 COT. Cuando por negligencia o ignorancia inexcusables autentificare una firma que no
corresponda a la persona que aparece suscribiéndola, sufrirá la pena de presidio menor en su grado
mínimo o multa de cinco a diez ingresos mínimos mensuales.
Esta disposición permite, también, sancionar la intervención de los notarios en la suposición de
participación de personas diferentes a las que comparecen efectivamente, aún con dolo eventual.
En estos casos, además, el autor de la falsedad en que incurre el notario engañado por una suplantación
de personas puede ser, perfectamente, el particular y el notario ser exculpado como autor inmediato
inculpable, por falta de dolo.
HECHO N°1: “El día 10/10/2018, a las 19:00 horas, en circunstancias que las víctimas Juan Abraham Pinto
Vásquez, junto a la víctima de iniciales M.E.A.B., concurrieron al domicilio ubicado en Francisco de Zárate
Nº3383, San Joaquín, con la finalidad de comprar droga, momento en los que por rencillas anteriores
previamente concertados y premunidos de armas de fuego ingresan al lugar los imputados LUIS PATRICIO
NUÑEZ BLANCO (Lucho Pato), y ANDRÉS ALEJANDRO VERGARA BAEZA (Guatón Andrés), quienes sin causa
ni motivo justificado disparan en reiteradas oportunidades, en estas circunstancias GUATÓN ANDRÉS, dispara
en contra de ambas víctimas, hiriendo a la víctima de iniciales M.E.A.B., en el muslo izquierdo causándole
lesiones de carácter grave y a Juan Pinto Vásquez en la cabeza, motivo por el cual fallece.
Producto de los diversos disparos provocados en el lugar, además resulta lesionada la víctima de iniciales
E.O.A.T., quien se encontraba en el lugar acompañando a las víctimas ya mencionadas quien resultó con
lesiones de carácter leve; Además, al momento de huir ambos imputados del lugar GUATÓN ANDRÉS, con
ánimo de matar apunta con su arma de fuego a la víctima de iniciales E.O.A.T., percutando el arma que
portaba en dos oportunidades, sin que el proyectil fuese expulsado del arma por causas ajena a su
voluntad.”
HECHO N°2: “El día 06 /09/2019, en circunstancias que la imputada CAROLINA ANDREA GONZÁLEZ
TURRIETA se encontraba en ejercicio de sus funciones públicas de matricera, en la Notaria de Sergio Jara
Catalán ubicada en La Reina, procedió a falsificar el instrumento público, en el cual supuestamente
participa LUCHO PATO -quién en ese momento se encontraba prófugo de la justicia en Bolivia- otorgando
autorización para que las hijas de éste, menores de edad de iniciales RNZ e INZ, salieran del país.
En dichas circunstancias la imputada GONZÁLEZ TURRIETA, siendo funcionaria de la Notaría N°67, del
Notario Público Sergio Jara Catalán, en ese entonces con la suplencia de doña Muriel Tapia, estampó su
huella dactilar, suponiendo que era la huella LUCHO PATO, quien aparecía falsamente de ese modo como
interviniente en el acto que se celebraba, para luego otorgarle a dicha escritura pública el Repertorio
N°2926, de fecha 06 de septiembre de 2019.
Por su parte, el día 02/12/2019, la imputada JOCELIN KARINA AZOLAS FARIAS, junto a sus hijas las menores
de iniciales RNZ y INZ, concurrió hasta el aeropuerto AMB, y al pasar por policía internacional junto a las
niñas, con la finalidad de salir del país en dirección hacia España, presentó como autorización del padre
de las menores, el imputado Lucho pato, el instrumento público falsificado consistente en una escritura
pública Rep. N°2926 del año 2019, otorgada con fecha 06/09/2019, en la notaría N°67 de Sergio Jara

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Catalán, en eso entonces bajo la suplencia de doña Muriel Tapia, conociendo o no pudiendo menos que
conocer la falsedad del referido documento.
En cuanto a CAROLINA ANDREA GONZÁLEZ TURRIETA, estos hechos son constitutivos del delito de
FALSIFICACIÓN DE INSTRUMENTO PÚBLICO, previsto y sancionado en el artículo 193 N°2 del Código Penal,
respecto de la imputada JOCELIN KARINA AZOLAS FARIAS estos hechos son constitutivos de dos delitos de USO
MALICIOSO DE INSTRUMENTO PÚBLICO, previsto y sancionado en el artículo 196 del Código Penal.

Que, de esta forma, se desestima la calificación jurídica efectuada por la Fiscalía, en cuanto acusó a
Carolina Andrea González Turrieta como autora del delito de falsificación de IP. Del Art. 193 N° 2.
En efecto, el Tribunal considera que no resulta aplicable la norma del artículo 193 del Código Penal,
señalada por la Fiscalía, sino el 194 del citado código, por cuanto el artículo 193 sanciona al E.P., que,
abusando de su oficio, cometiere falsedad.
A juicio del Tribunal, sólo el notario tiene la calidad de F.P., en tanto que la conducta infractora del notario
a este respecto se encuentra descrita y sancionada en el artículo 443 del COT, el cual se remite
expresamente al artículo 193 del C.P., norma esta última invocada por el acusador, de manera que el
sujeto activo en este ilícito, según estas disposiciones, es precisamente el notario público, sin perjuicio de
las responsabilidades penales que puedan perseguirse en el empleado infractor conforme el artículo 194
del citado código punitivo;

de manera que, al condenarse a la acusada González Turrieta por estas normas en que expresamente se
sanciona del notario público, sin que la responsabilidad penal se extienda expresamente a los empleados
de la notaría, resultaría un exceso que contraviene el principio de legalidad.
VIII.- Que, se condena a la acusada CAROLINA ANDREA
GONZÁLEZ TURRIETA, ya individualizada, a sufrir la pena de QUINIENTOS CUARENTA Y UN DÍAS de presidio
menor en su grado medio, a la accesoria de suspensión de cargo u oficio público, con costas, como autora
del delito de falsificación de instrumento público, en grado consumado, previsto y sancionado en el
artículo 194, en relación con el artículo 193 N°2, ambos del Código Penal, perpetrado el 6 de septiembre
de 2019, en la comuna de La Reina, hecho signado como N°2.
IX.- Que, se condena a la acusada JOCELIN KARINA AZOLAS FARIAS, ya individualizada, a sufrir la pena de
SESENTA Y UN DÍAS de presidio menor en su grado mínimo, a la accesoria de suspensión de cargo u oficio
público mientras dure la condena, sin costas, como autora del delito de uso malicioso de instrumento
público, previsto y sancionado en el artículo 196 del Código Penal, perpetrado el 2 de diciembre de 2019,
en la comuna de Pudahuel, hecho signado como N°2.
iii) Dar copia falsa de instrumento verdadero (193 N.º 7):
Aquí se confunden las ideas de falsedad ideológica y material, pues la copia falsa de un instrumento
verdadero es una especie de forjamiento de un instrumento falso, en tanto que la copia, otorgada con las
solemnidades legales, es también un instrumento auténtico. Por ello, para prevenir la “fabricación” de

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documentos con partes de otros, mediante la superposición de copias, el art. 427 COT sólo permite a los
notarios y archiveros extender copias íntegras de los documentos que consten en sus registros.
CULPABILIDAD
Se necesita dolo directo.
La ley ha querido evitar la sanción de esta clase de falsedades cometida accidentalmente o por mera
negligencia, y aún con dolo eventual, pues al utilizarse la expresión “abusando de su oficio”, se ha querido
limitar la punibilidad a los hechos cometidos con dolo directo. Con mayor razón y aunque la ley no lo
señala expresamente, esta limitación ha de exigirse a los casos de falsificación cometidos por particulares.
ITER CRIMINIS Y CONCURSOS
Por otra parte, salvo los casos de la llamada falsificación por ocultación, todos los supuestos del art. 193
son delitos de carácter predominantemente formal que, en principio, parecen no admitir la frustración.
Sin embargo, no es del todo cierto que ellos no puedan encontrarse en grado de tentativa, como sostiene
parte de la doctrina y la jurisprudencia. En efecto, aunque son delito que carecen de otro resultado que
el hecho material de la falsedad estampada en el documento, su ejecución sí es susceptible de
fraccionamiento, esto es, de división en distintos momentos, tanto material como intelectualmente.
Piénsese en el notario que después de transcribir la declaración que ha alterado cavila antes de autorizar
las firmas, el particular que está materialmente alterando una escritura, pero no ha terminado de hacerlo,
etc. Por otra parte, cuando el particular es quien falsifica, también podría haber frustración si el empleado
encargado de autorizar un documento o su copia detecta la falsedad, después que el particular ha puesto
todo de su parte para obtener tal autorización, porque, p. ej., comprueba que se está suponiendo la
intervención de terceros que no intervienen.
La principal fuente de concursos es su relación con el delito de estafa. Al respecto, no parece existir razón
para considerar que la falsificación previa de un instrumento público quede absorbida por su utilización
para perjudicar a otro (delito contra el patrimonio), tanto si se toma en cuenta su carácter pluriofensivo,
como si se mira el asunto desde la perspectiva de las penas aplicables, por lo que corresponde su
punibilidad conforme las reglas concursales comunes. Se aplicará entonces la regla del art. 75, dispuesta
para el caso de que un delito sea medio necesario para cometer otro.
2. LA MAL LLAMADA FALSIFICACIÓN POR OCULTACIÓN (ART 193 N8)
Aunque el CP considera también esta conducta dentro de los casos de falsedad, lo cierto es que la cantidad
de particularidades de esta figura respecto a las formas de falsificación propiamente tales son tan
importantes, que merecen un tratamiento diferenciado.
En primer lugar, el documento oficial no es un instrumento público en el sentido del derecho civil, pues
no da cuenta del nacimiento, extinción o modificación de obligaciones; pero tampoco tienen una finalidad
probatoria en sí misma, como las certificaciones y documentos de identidad o porte de armas. Es más, en
su mayoría son documentos no destinados siquiera a la publicidad, como reconoce el art. 427, y no se

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agregan a registros que garanticen su integridad, como los repertorios de los notarios y los de los
conservadores.
Se trata, más bien, de la expresión por medios escritos de las decisiones de la administración relativa a los
actos de servicios que eventualmente tienen efectos también sobre particulares, pero también de las
opiniones y demás antecedentes tenidos en cuenta al efecto, emanados de los empleados públicos que
en ellas intervienen y que pueden formar parte o no de un proceso administrativo. No parece, con todo,
que esta delimitación importe restringir tales documentos a los que dan cuenta de un acto administrativo,
en los términos del art. 3. Ley 19.880.
En segundo término, la conducta descrita art. 193 N.º 8 CP no es una falsificación material o ideal, sino a
lo más de una forma especial de denegación de auxilio (art. 253) o de abusos contra particulares (art.
256).
El elemento principal consiste en la sola negativa de exhibir el documento oficial a cargo del funcionario,
una particular negativa del servicio a que se refieren las otras disposiciones citadas. En cambio, tratándose
de instrumentos públicos, es más que razonable que no se sancione su sola ocultación, atendido el
régimen registral a que están sometidos, que la impiden materialmente. | El profesor discrepa.
Y cuando es cometido por particulares parece no presentar grandes diferencias con el delito del art. 470
N.º 5. Finalmente, tampoco se trata de un delito meramente formal, sino que su castigo está limitado a la
producción de un perjuicio al Estado o a un particular, el que opera, así, como condición objetiva de
punibilidad, excluyendo la tentativa y la frustración.
MGM ve este delito uno de resultado y lesión patrimonial, donde se admite la tentativa y la frustración.
3. FALSIFICACIÓN DE INSTRUMENTOS PRIVADOS Y DOCUMENTOS MERCANTILES
Tratándose de la falsificación de instrumentos privados en general, sólo se sanciona cuando produce un
perjuicio a terceros, por lo que puede entenderse como una forma especial de estafa del art. 468 o 473,
según la forma de su empleo.
ART 197 CP. El que, con perjuicio de tercero, cometiere en instrumento privado alguna de las falsedades
designadas en el art. 193, sufrirá las penas de presidio menor en cualquiera de sus grados y multa de once
a quince unidades tributarias mensuales, o sólo la primera de ellas según las circunstancias.
Si tales falsedades se hubieren cometido en letras de cambio u otra clase de documentos mercantiles, se
castigará a los culpables con presidio menor en su grado máximo y multa de dieciséis a veinte unidades
tributarias mensuales, o sólo con la primera de estas penas atendidas las circunstancias.
| La redacción de la norma nos dice que estamos frente a una figura especial de estafa, por tanto, para
poder configurar este tipo tienen que concurrir los elementos de estafa (engaño, error, disposición
patrimonial, perjuicio económico).
ART 198 CP. El que maliciosamente hiciere uso de los instrumentos falsos a que se refiere el artículo
anterior, será castigado como si fuera autor de la falsedad.

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ART. 196 CP. El que maliciosamente hiciere uso del instrumento o parte falso, será castigado como si fuere
autor de la falsedad. (casi derogada tácitamente).
Solo se sanciona cuando produce un perjuicio a terceros, por lo que puede entenderse como una forma
especial de estafa del art. 468 o art. 473, según la forma de comisión. (Doctrina mayoritaria).
La defraudación se comete causando un perjuicio a otro mediante el uso de I.P falsos, esto es, documentos
que aparentemente habrían sido suscrito por particulares donde se daría cuenta del nacimiento,
modificación o extinción de obligaciones entre ellos, aunque el autor no haya participado en su
falsificación.
Para Matus la calidad de instrumento sigue aquí restringida a aquellos documentos que se dan cuenta del
nacimiento, modificación o extinción de obligaciones.
La doctrina mayoritaria rechaza esta interpretación: Este concepto dejaría en la impunidad la falsedad de
otros documentos privados distintos a los del art. 1.698 CP.
Matus discrepa: Ello debe rechazarse por cuanto esas falsificaciones, en cuanto producen perjuicio, no
son impunes, sino medios engañosos cuya sanción se reserva para los delitos de estafa de los arts. 473 y
468, según la clase de engaño en que incidan. Y tratándose de certificaciones, la ley pena especialmente
la falsificación de aquellas que ha estimado relevantes, en los arts. 202 a 205, sin perjuicio de la sanción a
título de estafa si producen perjuicio, según ya se ha dicho. No está demás señalar, por otra parte, que el
hecho de que la legislación produzca lagunas de punibilidad es un fuerte argumento para proponer su
reforma, pero no una interpretación extensiva o analógica, contraria a la garantía constitucional del art.
19 N.º 3 CPR. | Según el profesor es garantista.
La especialidad radica, por tanto, en el objeto sobre el que recae el engaño: se hace creer a otro que un
documento es verdadero y, en virtud de las declaraciones que allí se contienen, se provoca una disposición
patrimonial que causa un perjuicio. Luego, la conducta engañosa consiste en añadir a las palabras del
autor una falsificación.
Luego, la conducta engañosa consiste en añadir a las palabras del autor una falsificación. Se ha planteado,
con todo, la idea de que en la falsificación de instrumentos privados del inc. 1 art. 197 el perjuicio no sería
un elemento típico, sino una condición objetiva de punibilidad.
FORMAS DE FALSIFICACIÓN: Son las mismas del art. 193. Un instrumento privado se puede falsificar si en
él se contraen o fingen firmas o directamente se supone la intervención de personas que no la han tenido,
se le atribuye a los intervinientes declaraciones o manifestaciones diferentes a las que han realizado, se
falta a la verdad en la narración de hechos sustanciales, se alteran las fechas verdaderas o se hace
cualquier alteración o intercalación que varíe su sentido, se presenta una copia de un documento
supuesto o manifestando cosas diferentes del original verdadero, o simplemente se oculta el instrumento
verdadero.
PENALIDAD: El inc. 1 del art. 197 establece una pena única de presidio menor en cualquiera de sus grados
y multas, sin atención a la cuantía de lo defraudado.

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Respecto a la falsificación de letras de crédito u otra clase de instrumentos mercantiles (p. ej., cheques y
la cuarta copia cedible de una factura), el inc. 2 art. 197 no sólo contempla una agravación de la pena,
sino también un delito de falsedad propiamente tal que no exige la configuración del perjuicio para su
sanción a título consumado. Ello se explica porque tales instrumentos representan obligaciones que
pueden circular entre terceros de buena fe mediante el mecanismo del endoso, representando un
equivalente funcional del dinero.
Otra particularidad importante en este delito consiste en el hecho de que el art. 198 castiga también como
autor de la falsificación a los que hacen uso del documento falso, no siendo necesario acreditar su
participación en la falsedad misma, siempre que se acredite el conocimiento de ésta al momento de
emplearlo. La expresión maliciosamente apunta a que tal conocimiento ha de ser cierto, no admitiéndose
el castigo a este título de quien emplea un documento falso, pero tiene motivos para dudar sobre dicha
falsedad, como ocurre principalmente con aquellos materialmente bien extendidos pero cuyo contenido
en torno a la naturaleza, términos y suscriptores de la obligación que expresa son falsos.
Al revés de lo que señala Matus, la falsificación de documentos privados electrónicos puede ser tanto
ideológica como material.
Jurisprudencia:
En el periodo comprendido entre fines de marzo del 2019 y el 05 de abril del mismo año, se llevó a cabo
en la comuna de Concepción el proceso de licitación pública ID N° 3382 – 9 – LE19 denominada “Contrato
de Mantenimiento para eco tomógrafos del Centro Clínico Militar Concepción y SCMM Chillan”
recibiéndose una oferta en el portal de Chilecompra del imputado Rodrigo Jara Agüero quien se presentó
como persona natural, indicando estar autorizado por la marca Toshiba para hacer mantenimientos de
los equipos eco tomógrafos, lo que era un requisito expreso para postular a la licitación según las bases.
Así, en su oferta, Rodrigo Jara Agüero adjuntó un certificado presuntamente emitido en Hamburgo, con
fecha 06 de Julio de 2018 por la empresa Boeckel+-Coa través de su General mánager, denominado "Carta
de Autorización” que daba cuenta estar autorizado por él para celebrar contratos y además prestar
servicio técnico y de mantenimiento para la marca Toshiba el cual era falso por cuanto jamás fue emitido
por la empresa Boeckel+Co, quienes además no eran representantes de la marca Toshiba. La falsedad
descrita fue constatada durante el proceso de licitación, no adjudicando finalmente la misma a Jara
Agüero.
4. USO MALICIOSO DE DOCUMENTOS FALSIFICADOS
El ART 196 sanciona “como si fuere autor de falsedad”, al que maliciosamente hiciere uso del instrumento
o parte falso. Se trata de una regla que sanciona el agotamiento del delito principal, la falsificación, y que,
por lo mismo, no es aplicable al autor del delito de falsedad, para quien representa un típico acto posterior
copenado, según el principio de consunción.
Sólo en el caso que no pueda imponerse la pena por la falsedad o esta sea inferior a la del uso, resurgirá
la correspondiente a su uso. En cambio, es aplicable a quien no ha participado en la falsificación en
carácter de autor o cómplice (volvió a ser el de siempre).
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JURISPRUDENCIA MAYORITARIA
Se debe probar la falsedad del documento igual que en el caso del ART. 193 (es un elemento de la
descripción de uso malicioso, sin el cual carece de objeto (Etcheberry). Sin embargo, no es necesario
probar la identidad de los falsarios y para aplicar el delito de uso falso no debe estar acreditada la
participación del responsable en la falsedad anterior.
Aun así, no parece estar en lo correcto la doctrina que afirma que este sería un delito de mera actividad,
difícilmente fraccionable y que, por tanto, no admitiría tentativa ni frustración. En cambio, es posible
imaginar la tentativa en el caso de quien envía un documento falso que, por cualquier causa, no llega a su
destinatario (p. ej., se incorpora por error en la designación del rol en un expediente diferente).
ROJAS señala que no es punible:
- El sólo hecho de hacerse con un documento falso,
- Su posesión material,
- La venta a terceros que conocen de su falsedad,
- La sola decisión de emplear un instrumento falso sin que se exteriorice en hechos directos que
signifiquen un privilegio de realización de delito diferente a la falsificación misma o la posesión de
aquel.
Bien señala la jurisprudencia mayoritaria que aquí debe probarse la falsedad del documento igual que en
el caso del art. 193, pues ella es un elemento de la descripción del uso malicioso, sin el cual carece de
objeto. Pero no es necesario probar la identidad de los falsarios y para aplicar el delito de uso falso no
debe estar acreditada la participación del responsable en la falsedad anterior.
Sin embargo, no parece estar en lo correcto la doctrina que afirma que este sería un delito de mera
actividad, difícilmente fraccionable y que, por tanto, no admitiría tentativa ni frustración. En cambio, es
posible imaginar la tentativa en el caso de quien envía un documento falso que, por cualquier causa, no
llega a su destinatario (p. ej., se incorpora por error en la designación del rol en un expediente diferente).
Para Rojas cualquier manifestación de la decisión de uso podría constituir su tentativa, esto es, que “la
fase de ejecución del delito de uso malicioso comienza en el momento exactamente posterior a aquel en
que concluye la fase de ejecución del delito de falsedad”, “sin solución de continuidad”, lo que debe incluir,
para que tal falta de solución de continuidad exista, la mera posesión del instrumento falso y la venta a
terceros que conocen de su falsedad.
La fase de ejecución del delito de uso malicioso comienza en el momento exactamente posterior a aquel
en que concluye la fase de ejecución del delito de falsedad, sin solución de continuidad.
JURISPRUDENCIA:
RIT 232 - 2010 TRIBUNAL DE JUICIO ORAL EN LO PENAL DE PUENTE ALTO
El día 28/05/2010, luego que el acusado JOSE MIGUEL ILLMER SILVA, se hospedara durante cuatro días
en las cabañas de La Bella Durmiente, ubicadas en la comuna de San José de Maipo, fue conminado por

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su dueño y víctima, Cesar Bargsted Balcells, al pago de la cuenta por los servicios de alojamiento y
alimentación prestados: $149.600.
La cuenta fue pagada por el acusado, quien en presencia de la víctima extendió el cheque del banco
Santander, Serie HBP 0000122, de la cuenta corriente 05-80001-3, por la suma de $149.600, cantidad que
escribió de su puño y letra, tanto en números y letras, imitando, además, la firma de la titular
cuentacorrentista Tania Rusque Delelis y realizando además una segunda firma, con la finalidad de
engañar a la víctima al hacer aparecer que el documento de pago provenía de una cuenta bancaria
bipersonal, no siendo esto efectivo, toda vez que se trata de una cuenta unipersonal, cuya titular había
dado orden de no pago por hurto del documento utilizado por el acusado, con fecha 16 de junio de 2010.
5. FALSIFICACIÓN DE PASAPORTES, DOCUMENTOS DE IDENTIDAD, PORTES DE ARMAS, CERTIFICADOS Y
LICENCIAS MÉDICAS (ART. 199 a 205)
Solo varia el objeto materia y la conducta posible:
- La expedición de pasaportes, expedirlo bajo nombre supuesto o en blanco. (pasaportes chilenos).
- Certificados médicos: librar falsa certificación de enfermedad.
- Empleados públicos: certificación falsa de méritos o servicios o cualquier certificación que pueda
comprometer intereses públicos o privados.
Los permisos de portes de armas se encuentran descritos en los art. 4 a 6 de la ley 17.798.
Se contempla la posibilidad que particulares sean autores (arts. 204 y art. 205).
Las cedulas de identidad nacionales emitidos por el Registro Civil no están regulados por esta disposición
y se consideran, para los efectos penales por expresa disposición legal, instrumentos públicos (art, 12 DL
26 de 1924).
La Ley 20.585 introdujo la falsificación de licencias médicas o declaraciones de invalidez, que son los
nombres técnicos con que el sistema de seguridad social denomina ciertos certificados médicos
extendidos en formularios especialmente diseñados al efecto, foliados o registrados electrónicamente,
que dan cuenta de una enfermedad o incapacidad que habilitan para exigir ciertos pagos de las
instituciones previsionales y, al mismo tiempo, conceden un fuero laboral, en el caso de las licencias, o
permiten una jubilación anticipada, en ciertos casos de invalidez (art. 202). La pena prevista es de
reclusión menor en sus grados mínimo a medio y multa.
La ley sanciona al que comete la falsedad en el “otorgamiento, obtención o tramitación” de dichas
certificaciones, de modo que no sanciona la supuesta infracción del deber médico de certificar la verdad
de la condición de salud o enfermedades de sus pacientes, sino el hecho de hacer aparecer en el tráfico
jurídico, con efectos previsionales, un documento falso. De incurrir un facultativo en estas conductas, se
le impone una multa superior a la del particular y una especial inhabilitación para emitir licencias médicas
durante el tiempo de la condena. En caso de reincidencia, ésta adquiere el carácter de una circunstancia
agravante especial, que altera el marco de la pena, elevándola en un grado y también aumentando la
cuantía de la multa.

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CERTIFICACIÓN FALSA DE OTROS HECHOS DIFERENTES A LOS MENCIONADOS EN LOS ART. 202 a 205:
La certificación falsa de otros hechos diferentes a los mencionados en los arts. 202 a 205, hay que
distinguir. En primer lugar, están los casos especialmente regulados por ley en que su falsificación se
considera equivalente a la de instrumentos públicos, según lo expuesto en este mismo Capítulo. Todas las
demás son consideradas instrumentos privados y su falsificación se sanciona de conformidad con el art.
197 y 198. No obstante, salvo las expresas referencias legales, parece que la sanción de la falsificación de
cualquier documento o certificado no comprendido en las clasificaciones estrictas de los arts. 193 a 205
excede, de alguna manera, el principio de legalidad y hace urgente una reforma sistemática de estas
disposiciones.
PROTECCIÓN PENAL DEL DERECHO A LA IGUAL PROTECCIÓN DE LA LEY EN EL EJERCICIO DE LOS
DERECHOS (II): DELITOS CONTRA LA FUNCIÓN PÚBLICA
BIEN JURÍDICO PROTEGIDO:
Una especificación del bien jurídico que se refleja en los delitos de malversación, fraude al fisco y cohecho;
así como en otros aparecen especificados intereses relativos a la confianza que se deposita en los
funcionarios por particulares (revelación de secretos, infidelidad en la custodia de documentos y abusos
contra particulares); y, por último, intereses propios de una administración funcionalmente correcta, su
buen desempeño como tal: nombramientos ilegales, usurpación de atribuciones, desobediencia y
denegación de auxilio. Sin embargo, no por este carácter institucional todos los atentados que aquí se
configuran han de suponerse de peligro abstracto ni aun ese peligro, reflejado en los elementos de cada
delito, está exento de prueba.
La importancia de estas figuras en la actualidad, en el marco de la llamada “lucha contra la corrupción”,
se refleja no solo en el carácter prioritario que el Ministerio Público le asigna a su persecución, sino
también en la abundante jurisprudencia emanada por los tribunales estos últimos años. Tratándose del
cohecho a funcionarios públicos extranjeros, cabe considerar, además, que parece también estar en juego
“el normal desarrollo de las relaciones económicas internacionales”. Y, en términos muy generales, lo que
también está detrás de la llamada “lucha contra la corrupción”, no parece ser otra cosa que el libre e
igualitario acceso a los mercados que genera la actividad del Estado, con sus necesarias compras e
inversiones, tanto para empresas nacionales como internacionales.
PROBLEMAS COMUNES A LOS DELITOS COMETIDOS POR EMPLEADOS PÚBLICOS:
A) AUTORÍA, PARTICIPACIÓN Y RESPONSABILIDAD DE LAS PERSONAS JURÍDICAS
El ART 260 define al empleado público como “todo el que desempeñe un cargo o función pública, sea en
la administración central o en instituciones o empresas semifiscales, municipales, autónomas u
organismos creados por el Estado o dependientes de él, aunque no sean del nombramiento del Jefe de la
República ni reciban sueldo del Estado”, y añade que “no obstará a esta calificación el que el cargo sea de
elección popular”.

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El problema está en la interpretación del art. 260 y la función que cumplen empleados y directivos de las
empresas estatales (ENAP, TVN). Según el CDE “si bien adoptan una forma jurídica comercial de
sociedades anónimas, son empresas que desarrollan actividades lucrativas” y cumplen con la finalidad
estatal de dar “satisfacción a las necesidades públicas” (García B, defraudación 146).
Distinción:
- Empresas públicas, creadas por ley para cumplir una función pública, que están comprendidas
entre los organismos del Estado (ENAP).
- Empresas de propiedad estatal o con participación del estado en su propiedad que participan en
el mercado en similares condiciones que otras empresas privadas con las cuales compiten y no
son consideradas por la ley “organismos de la admisión”, cuyos trabajadores no cumplen por ello
una función pública.
PENA A IMPONER A LOS RESPONSABLES QUE NO SEAN EMPLEADOS PÚBLICOS DE CONFORMIDAD CON
EL ART 260:
i. En ciertos casos, como el delito de cohecho, la ley establece penas especiales para el cohechador
o sobornante (arts. 250 a 251 ter), que se aplican independientemente a la que corresponda al
empleado público;
ii. En los casos en que exista una figura común base, estaríamos ante un delito especial impropio y
el que no es empleado (extraneus) puede ser sancionado con las penas correspondientes al delito
común que comete, como sucede en la malversación del art. 233.
iii. En el resto de los casos, estaremos ante un delito especial impropio y se debe aplicar a todos los
que intervienen las penas correspondientes al delito especial propio que se trate, de acuerdo con
el grado de participación empírico que corresponda a las descripciones de los artículos 15 a 17,
como sucede particularmente con la prevaricación (arts. 223 a 231) y las negociaciones
incompatibles y tráfico de influencias (art. 240 y 240 bis).
Matus discrepa sobre la aplicación a estos supuestos de la teoría de los delitos de infracción del deber:
Los particulares que participan en delitos cometidos por empleados públicos sólo podrían ser sancionados
a título de complicidad, por no portar el deber que los transformaría en autores.
En efecto, por una parte, esta teoría carece de respaldo legal en Chile, donde las formas de participación
punible se describen como hechos materiales en los arts. 15 a 17; y, por otra, supone la elaboración de
teorías institucionales de donde emanarían los “deberes” que se infringirían y que fundamentarían la
punibilidad del hecho, ajenas al principio de legalidad. Sin embargo, a pesar la aceptación nominal de esta
teoría en los fallos citados, en el caso del fraude al fisco del art. 239, la jurisprudencia es consistente en
aplicar la teoría de la unidad del título de imputación, castigando a todos los intervinientes como
coautores del fraude, sin atención a la divisibilidad que la doctrina mayoritaria plantea ni a la teoría de los
delitos de infracción de deber.

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ATRIBUCIÓN DE RESPONSABILIDAD A LAS PERSONAS JURÍDICAS:
Es posible tratándose de los delitos de negociación incompatible (art. 240) y soborno a empleados
públicos nacionales (art. 250) y funcionarios públicos extranjeros (art. 251 bis).
B) ASPECTOS PROCESALES RELEVANTES
Ley 20. 393. Art. 1°. Contenido de la ley. La presente ley regula la responsabilidad penal de las personas
jurídicas respecto de los delitos previstos en los artículos 136, 139, 139 bis y 139 ter de la Ley General de
Pesca y Acuicultura, en el artículo 27 de la ley Nº 19.913, en el artículo 8° de la ley Nº18.314, en el Título
II de la ley N° 17.798, sobre control de armas, y en los artículos 240, 250, 251 bis, 287 bis, 287 ter, 318
ter, 411 quáter, 448 septies, 448 octies, 456 bis A y 470, numerales 1° y 11, del Código Penal; el
procedimiento para la investigación y establecimiento de dicha responsabilidad penal, la determinación
de las sanciones procedentes y la ejecución de éstas.
DELITOS QUE AFECTAN LA PROBIDAD ADMINISTRATIVA:
1. ENRIQUECIMIENTO ILÍCITO (ART 241 bis)

ART 241 bis, CP. El empleado público que durante el ejercicio de su cargo obtenga un incremento
patrimonial relevante e injustificado, será sancionado con multa equivalente al monto del incremento
patrimonial indebido y con la pena de inhabilitación absoluta temporal para el ejercicio de cargos y oficios
públicos en sus grados mínimo a medio.
Lo dispuesto en el inciso precedente no se aplicará si la conducta que dio origen al incremento
patrimonial indebido constituye por sí misma alguno de los delitos descritos en el presente Título, caso en
el cual se impondrán las penas asignadas al respectivo delito.
| Si se logra determinar el origen al incremento puede derivar en otro delito, por lo tanto, es una figura
residual.
La prueba del enriquecimiento injustificado a que se refiere este artículo será siempre de cargo del
Ministerio Público.
Si el proceso penal se inicia por denuncia o querella y el empleado público es absuelto del delito
establecido en este artículo o se dicta en su favor sobreseimiento definitivo por alguna de las causales
establecidas en las letras a) o b) del artículo 250 del Código Procesal Penal, tendrá derecho a obtener del
querellante o denunciante la indemnización de los perjuicios por los daños materiales y morales que haya
sufrido, sin perjuicio de la responsabilidad criminal de estos últimos por el delito del artículo 211 de este
Código.
ORIGEN Y PROPÓSITO DE LA DISPOSICIÓN
Las fuentes formales que originaron cambios legislativos en esta materia se encuentran “La convención
interamericana contra la corpus” aprobada por el Congreso Nacional el 15 del 09 del 1998 y la

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“convención de las naciones unidas contra la corrupción” que data del año 1996, pero recién aprobada
por el congreso el 20 del 06 del 2006.
En cuanto a las fuentes materiales, es un hecho público que, con el advenimiento de la democracia, se
conocieron diferentes escándalos de corrupción en la administración pública, que se fueron suscitando
en nuestro país. Situaciones tales como el caso Pinocheques (1991), al ocasionar de Juan Pablo Dávila en
CODELCO (1994), casa MOP-GATE (2003), caso EFE (2007) fueron en su mayoría hechos que, a pesar de
estar frecuentemente reñidas con la ética y probidad publica, no estaban tipificados
La reforma de la ley 21.121 del año 2018 fue un espejo de la realidad institucional critica por lo que
atravesó nuestro país en la década pasada. Según la moción parlamentaria que origino el proyecto de ley
(con fecha 8 de junio del 2016) los fundamentos de la modificación al CP se sustentaron entre otros, que
la gravedad de los delitos de corrupción no se reflejaba en su penalidad.
El art. 241 bis fue introducido por la ley 20.088 del 5 del 1 del 2006 por expresa obligación de la
Convención interamericana contra la Corrupción de 1996.
Art. IX “con sujeción a su Constitución y a los principios fundamentales de su ordenamiento jurídico, los
Estados Parte que aún no lo han hecho adoptaran las medidas necesarias para tipificar en su legislación
como delito; el incremento del patrimonio de un funcionario público con significativo exceso respecto de
sus ingresos legítimos durante el ejercicio de sus funciones y que no pueda ser razonablemente justificado
por él”.
La Convención de las Naciones Unidas contra la corrupción del 2003, dispone en su art. XX que “con
sujeción a du Constitución a los principios fundamentales de su ordenamiento jurídico, cada Estado Parte
considerara la posibilidad de adoptar las medidas legislativas y de otra índole que sean necesarias para
tipificar como delito, cuando se comenta intencionalmente el enriquecimiento ilícito, es decir, el
incremento significativo del patrimonio de un funcionario público respecto de sus ingresos legítimos que
no pueda ser razonables justificado por él”.
CRÍTICA POLÍTICO CRIMINAL
Este art. 241 bis ha sido objeto de diversas críticas de carácter políticocriminal por parte de la doctrina.
Así, en cuanto a su origen, se discute que realmente exista una obligación internacional que compela a su
introducción en nuestro ordenamiento jurídico.
Se critica la disposición del art. 241 bis porque constituiría un delito de sospecha indeterminada de la
comisión de otros delitos ministeriales. Se señala que ello se refleja en su inc.2, porque remite
precisamente a esos otros delitos la punibilidad en caso de acreditarse. Se agrega que dicha cláusula haría,
por lo demás, inaplicable e “inútil” el delito, pues de probarse el origen ilícito de los ingresos, debería
probarse un delito funcionario o, en caso contrario, absolverse al imputado.
Al respecto habría que señalar que el inc. 2 puede verse también como una cláusula concursal y de cierre
del sistema, que convierte al delito del art. 241 bis en una figura genérica y residual de los delitos contra
la probidad administrativa cuyo resultado es el enriquecimiento ilícito de un funcionario público. En este

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sentido, cumple la misma función que las cláusulas similares de los arts. 391, 473 y 488, cuya existencia
en nuestro sistema parece acreditar que su empleo no transforma en inútiles las formas especiales de
participación ni los delitos a que remiten.
También se alega que la figura sería inconstitucional por su carácter indeterminado, que no respondería
al principio de taxatividad y, en su lugar, establecería un “delito de sospecha” por el mero aumento
patrimonial. Matus la defiende porque ello es descartado por la propia literalidad del texto, que impone
la obligación de la prueba de la ilicitud de ese aumento al Ministerio Público (obligación que, de todos
modos, de conformidad con el art. 297 CPP, le sería exigible aun sin expresa mención legal).
TIPICIDAD: DELITO DE RESULTADO
Se trata de un delito de resultado, que exige acreditar:
i. Que el patrimonio del funcionario se incrementó de manera relevante durante el ejercicio de su
cargo, lo que supone una prueba contable del patrimonio existente al momento de asumir el cargo
y del que existía al momento de configurarse el delito que muestre esta diferencia relevante; y
ii. Que ese aumento fue injustificado o indebido, esto es, que no puede explicarse por los ingresos
legítimos en cuanto funcionario y el resto de los que pudiese haber obtenido lícitamente respecto
de su situación patrimonial al ingresar al servicio (herencias, inversiones, etc.), o que se
compruebe derechamente su origen ilícito.
Cuando ese origen ilícito se prueba, todavía hay que determinar si tal ilicitud está vinculada o no con actos
relacionados con el servicio que importen por sí mismos otros delitos, pues entonces la pena será la del
delito antecedente y no la del resultado, produciéndose así una inversión en las reglas normales de la
consunción, explicada por la baja penalidad de esta figura residual. Si no se prueba la ilicitud del origen
del patrimonio, para proceder por este delito, de conformidad con lo dispuesto en el inc. 3 art. 241 bis, la
acusación debe probar:
i. La cuantía total del patrimonio del empleado al momento de asumir el cargo;
ii. Los ingresos lícitos del funcionario como tal y el resto de sus actividades, mientras ejercía el cargo
que se trate;
iii. La cuantía total del patrimonio que posee al momento de la investigación;
iv. Que el aumento patrimonial resultante de la diferencia entre el patrimonio actual y el existente al
momento de ingresar al servicio no es explicable por el ahorro derivado de los ingresos lícitos del
funcionario; y
v. Que no existe otra explicación económica que justifique el monto del patrimonio.
CASO SOBRE EL ENREQUECIMIENTO ILÍCITO
El acusado Renato Celis Saavedra, ex docente de la Municipalidad de Curepto, en razón del uso de 12
licencias médicas durante los años 2015, 2016 y 2017, percibió de parte Isapre Consalud las sumas
correspondientes a las referidas licencias, sumas que como él bien conoce, debieron ser percibidas por el
municipio y que no fueron restituidas a la corporación edilicia.

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En efecto, no obstante, la vigencia de las licencias médicas la Municipalidad le pago al imputado su
remuneración integra y en consecuencia el monto referente a las licencias médicas debió ser pagado por
la Isapre al municipio.
Sin embargo, en este caso la ISAPRE le pago directamente a CELIS SAAVEDRA el valor de las licencias,
sugiriendo a partir de ese momento para el acusado la obligación de reembolsar esos dineros a la
Municipalidad de Curepto. De esta manera, el acusado percibió indebidamente de parte de la Isapre por
uso de licencias durante los años 2015, 2016 y2017 la suma de $9.020.532, de los cuales se apropió.
Para el Ministerio Publico los hechos antes descritos son constitutivos del delito de apropiación indebida,
descrito y sancionado en el art. 470 N° 1 del C.P. en relación con el N°1 del art. 467, en grado de desarrollo
consumado.
NOVENO: Que los hechos descritos en el motivo séptimo configuran el delito consumado de
enriquecimiento ilícito, previsto y sancionado en el art. 241 bis, del C.P., por cuanto al agente obtuvo un
incremento relevante e injustificado de su patrimonio, a causa de un error de carácter administrativo de
parte de la víctima.
El encartado acrecentó su patrimonio, sin perjuicio de su condición de docente, en una suma relevante y
de manera injustificada, aprovechándose de un error de carácter administrativo de la que era su
empleadora, consumando el ilícito de manera omisiva, toda vez, que a sabiendas que los dineros
percibidos por concepto de subsidio ya le había sido pagados a título de remuneración, se conformó con
ello, permaneciendo en una actitud de aprovechamiento, afectando de este modo a las arcas del
municipio querellante.
El delito de apropiación indebida se encuentra tipificado en el art. 470 N°1 del CP y que los hechos que se
han dado por establecidos, no es posible encuadrarlos dentro de dicho tipo, toda vez que la entrega del
dinero al acusado, por concepto de subsidio de salud, ha sido realizada, no por la víctima, sino que por la
Isapre, no existiendo así título alguno de los descritos en la norma y otro, que haya producido de manera
directa la obligación de restitución, no obstante la concurrencia de los elementos típicos del
enriquecimiento ilícito, como se ha expresado y argumentado en los párrafos precedentes.
RIT N° 240 – 2021 TOP de Talca.
2. MALVERSACIONES DE CAUDALES PÚBLICOS (ART 233 a 235)
El Código contempla tres formas de malversación que, en orden de gravedad, son las siguientes:
1. El peculado del art. 233, consistente en la conducta del “empleado público que, teniendo a su
cargo caudales o efectos públicos o particulares en depósito, consignación o secuestro, los
substrajere o consintiere que otro los substraiga”;
2. El desfalco o distracción, del art. 235, que comete el “empleado que, con daño o entorpecimiento
del servicio público, aplicare a usos propios o ajenos los caudales o efectos puestos a su
disposición”, morigerando la pena en caso de que no se produzca daño o;

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3. Y la llamada sustracción culposa del art. 234, en que incurre el “empleado público que, por
abandono o negligencia, diere ocasión a que se efectúe por otra persona la sustracción”.
Las penas del peculado se determinan según su cuantía y ya desde las 4 UTM tiene penas de crimen (art.
233 N.º 2).
A) TIPICIDAD
Presupuesto fáctico: tener a cargo caudales o efectos (públicos o particulares).
Según el Diccionario, por caudales hemos de entender los bienes de cualquier especie, y principalmente
el dinero; y por efectos, cualquier documento o valor mercantil, sea nominativo, endosable o al portador.
No obstante, alguna jurisprudencia estima que los bienes muebles que no sean dineros o efectos de
comercio o valorados, no constituyen el objeto material de este delito y a su respecto sólo cabría la
apropiación a título de hurto. Este es el objeto material del delito.
Se requiere acreditar un presupuesto fáctico adicional: que tales caudales o efectos se encuentren “a
cargo” del empleado público responsable del delito. Si están a cargo de otro el delito será de la sustracción
que se cometa (de la que podría ser responsable el encargado por su negligencia, art. 234) o si ha
intervenido un fraude, del fraude al fisco del art. 239.
CAUDALES O EFECTOS PÚBLICOS
Tenerlos a cargo importa tanto una obligación de custodia específica como un poder general de
administración, aunque los bienes no estén bajo su custodia física, como sucede típicamente con quienes
tienen la facultad de disponer u ordenar disponer el uso de los recursos depositados en la Cuenta Única
Fiscal o en otras cuentas o instrumentos financieros que controle.
La custodia o administración debe emanar de la ley, reglamento, delegación o “encargo”.
Tesis restringida: Expresas facultades legales (Mañalich).
Tesis amplia: Este delito puede ser cometido por empleados que ocasionalmente tienen accesos a los
caudales o fondos, sin título legal o reglamentación de custodia o administración.
CAUDALES O EFECTOS DE PARTICULARES
Se señalan específicamente que los títulos a que se reciben deben ser el depósito, la consignación o el
secuestro – títulos inexistentes en el ámbito de la administración de fondos públicos-.
Por excepción, ratione objecto, el art. 238 extiende la sanción de estos delitos a toda persona, empleado
público o particular, que “por cualquier concepto” se halle “encargada” de fondos municipales o
pertenecientes a una institución pública de instrucción o beneficencia. En este caso, la relación del
empleado o del particular con la cosa no debe provenir exclusivamente del reglamento o la ley, y puede
fundarse en una orden administrativa dada por el funcionario competente. Lo relevante es la naturaleza
y finalidad de los fondos.

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CONDUCTA:
Substraer o consentir que otro sustraiga: La aplicación a sus propios o ajenos de los caudales o efectos
que se trate. | La falta de reintegro oportuno de los mismos.
El art. 235, limita las posibilidades de interpretación del art. 233, al disponer que el empleo o aplicación
en sus propios o ajenos de caudales o efectos públicos, reintegrándolos posteriormente al erario fiscal no
constituye el delito de sustracción del art. 233.
Luego, para configurar la sustracción de caudales públicos se requiere la prueba de dos elementos: Su
aplicación a usos propios o ajenos y posterior reintegro oportuno conduce a la sanción de la conducta
únicamente a título de distracción o desfalco del art. 235, distinguiéndose la pena según si el hecho
produce o no daño o entorpecimiento del servicio.
i) La aplicación a usos propios o ajenos de los caudales o efectos que se trate;
Caudales o efectos corporales: el retiro, separación o extracción de las cosas de la esfera de custodia fiscal
(hurto).

Si son fondos públicos que se encuentran depositados bajo administración del empleado, la sustracción
se manifiesta en su disposición ilegal, aplicación para si o para terceros, restándolos del patrimonial,
equivalente en los hechos al “robo fraudulento” a que se refiere el diccionario o la apropiación indebida
que cometería un particular.
ii) La falta de reintegro oportuno de los mismos
El rol del reintegro es determinar la calificación de la aplicación a usos propios o ajenos de caudales o
efectos públicos: si el reintegro es oportuno, la aplicación de los caudales o efectos públicos a usos propios
o ajenos constituye el delito del art. 235; si no es oportuno, el hecho se califica de sustracción y se sanciona
de conformidad con lo dispuesto en el art. 233.
Si el reintegro inoportuno, posterior al inicio de la persecución criminal, pero anterior al menos a la
sentencia condenatoria, pero anterior al menos a la sentencia condenatoria, parece dar únicamente a la
atenuante del art. 11 N° 7 y no modifica la figura punible (Llanos discrepa).
Según Matus, la oportunidad del reintegro para excluir la penalidad del art. 233 se encuentra en el art. 83
Ley de la CGR: se presume de manera simplemente legal el delito de sustracción de caudales públicos por
parte del funcionario que, requerido por dicho organismo, no puede presentar debidamente
documentado el estado de cuenta de los valores que tenga a su cargo.
La regla general es que para que se configure la sustracción es necesario que el funcionario, requerido en
la rendición de cuenta respectiva, no cuente en ese momento con los caudales o efectos que pudiesen
faltar en ella ni los justificantes para su disposición, esto es, que no se produzca su reintegro.
La sola existencia de un déficit de caja, al momento de exigirse la cuenta correspondiente no constituye
el delito, si dicho déficit es cubierto o justificado por el funcionario al momento del arqueo, o tiene su

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origen en un hecho atribuible a un tercero, sin negligencia de parte del funcionario encargado de los
fondos. Por ello, la mayor parte de una jurisprudencia —algo contradictoria, eso sí— estima incluso
excluida la figura de la sustracción del art. 233 si el reintegro se realiza aún durante el sumario
administrativo, siempre que se haga antes de iniciarse la persecución criminal.
Sin embargo, debe distinguirse todavía entre:
- Administración de una cuenta fiscal o corriente, cuyo titular es la institución.
- El recibo de fondos por rendir.
CULPABILIDAD: Dolo directo.
ART 234 CP. El empleado público que, por abandono o negligencia inexcusables, diere ocasión a que se
efectúe por otra persona la sustracción de caudales o efectos públicos o de particulares de que se trata en
los tres números del artículo anterior, incurrirá en la pena de suspensión en cualquiera de sus grados,
quedando además obligado a la devolución de la cantidad o efectos sustraídos.
Para Matus se trata de una figura culposa sui generis, que sanciona una falta al deber funcionario de
resguardo, más que el aprovechamiento del funcionario de su posición de garante de bienes.
La jurisprudencia ha limitado el alcance de esta negligencia a los casos de culpa grave, que equivale al
dolo, por lo inexcusable.
ITER CRIMINIS Y PARTICIPACIÓN
Puesto que tanto si se trata de una sustracción de lo que se administra, como de una omisión de restituir
lo que se debe devolver, los caudales o efectos se encuentran en su origen lícitamente en poder material
del funcionario, no es posible configurar aquí tentativa o frustración, pues en caso de sustracción y
posterior devolución el tratamiento penal derivaría a la figura del art. 235, y en el caso de la omisión de
restituir, por tratarse de omisión propia —y al igual que en la apropiación indebida—, no es posible
concebir etapas del iter criminis anteriores al momento en que se exige la cuenta correspondiente.
AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN
La ley resuelve a nivel de tipicidad el problema de la participación del empleado público en una sustracción
cometida por un particular, elevándola a autoría de este delito cuando consiente en ello, mediante la
sanción del hecho de “consentir en la sustracción”. Esto significa que el empleado que induce a un
particular a sustraer bienes fiscales o se concierta con él, facilitándole los medios para cometer la
sustracción, o la presencia o impide o procura impedir que se evite o, de cualquier modo, coopera en su
comisión, será sancionado como autor de malversación y no como partícipe de la sustracción cometida
por el particular.
3. APLICACIÓN PÚBLICA DIFERENTE (ART 236) Y NEGATIVA DE ENTREGA (ART 237)
ART. 236 CP. El empleado público que arbitrariamente diere a los caudales o efectos que administre una
aplicación pública diferente de aquella a que estuvieren destinados, será castigado con la pena de

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suspensión del empleo en su grado medio, si de ello resultare daño o entorpecimiento para el servicio u
objeto en que debían emplearse, y con la misma en su grado mínimo, si no resultare daño o
entorpecimiento.
Supone la inexistencia de perjuicio al patrimonio, siendo en el daño o entorpecimiento a la causa publica
solo una circunstancia que permite graduar la pena, por lo que en ningún momento está en duda la
probidad del empleado público.
Sujeto activo: El Empleado público (o en particular en el caso del art. 238) debe administrar los fondos
que aplica, esto es, tener capacidad de disposición sobre ellos, conforme las reglas del Derecho
Administrativo.
Objeto material: Los fondos objeto material de este delito deben tener una destinación especifica
diferente a aquella en que se aplican, que se encuentra en la ley de Presupuestos y en las disposiciones
de ejecución presupuestaria.
Según Etcheverry esta remisión a normas extrapenales convierte esta figura en una especie de la ley en
blanco.
El art. 236 habla de la aplicación diferente “arbitraria”, expresión que, según nuestra doctrina mayoritaria,
se refiere únicamente a la antijuridicidad de la conducta, puesto que la Comisión Redactora la incluyó,
con el objeto “de que no se comprendan en este artículo aquellos cambios que hicieron empleados
subalternos en virtud de órdenes superiores y procediendo con arreglo a ley”.
Sin embargo, la expresión arbitraria quiere decir algo más que fuera de los casos previstos por la ley o el
reglamento, incluyendo más bien aplicaciones antojadizas, caprichosas, sin causa, razón o motivo, por lo
que bien puede entenderse que abarca también una referencia a la culpabilidad del autor, en el sentido
de que no sólo es una llamada de atención al juez sobre la existencia de una razón legal para cambiar el
destino de los fondos, sino también al hecho de que “no resulta posible sostener que un funcionario actúe
de forma arbitraria o caprichosa cuando efectúa una aplicación pública diferente destinada a una mayor
eficacia del Servicio para hacer frente a una contingencia”. | Negativa de entrega no entra.
4. FRAUDE AL FISCO (ART 239)
Norma especial donde el empleado público es el sujeto activo y el Fisco el sujeto pasivo.
ART. 239 CP. El empleado público que en las operaciones en que interviniere por razón de su cargo,
defraudare o consintiere que se defraude al Estado, a las municipalidades o a los establecimientos públicos
de instrucción o de beneficencia, sea originándoles pérdida o privándoles de un lucro legítimo, incurrirá en
la pena de presidio menor en sus grados medio a máximo.
En aquellos casos en que el monto de lo defraudado excediere de cuarenta unidades tributarias mensuales,
se impondrá la pena de presidio menor en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo.
Si la defraudación excediere de cuatrocientas unidades tributarias mensuales se aplicará la pena de
presidio mayor en sus grados mínimo a medio.

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En todo caso, se aplicarán las penas de multa de la mitad al tanto del perjuicio causado e inhabilitación
absoluta temporal para cargos, empleos u oficios públicos en sus grados medio a máximo.
El art. 239 sanciona una especial forma de fraude por engaño, en que el autor es un empleado público y
la víctima, el Fisco, representado por las instituciones que la ley señala, parecer que corresponde con el
de nuestra doctrina y jurisprudencia dominantes.
Puesto que en este caso el empleado público utiliza un ardid para obtener la disposición de fondos a su
favor o de un tercero, no puede cometer este delito el empleado que dispone o se encuentra “a cargo”
de los fondos en cuestión, sino otro que los obtiene de éste, quien sólo podría responder por las figuras
de los arts. 233 a 235, salvo en el caso del fraude “indirecto”. Luego, se trata de un delito que “constituye
una estafa que se produce dentro de la administración”.
Esta será generalmente triangular: un empleado engaña a un empleado para que disponga por la
administración (la víctima), cuyo patrimonio es el afectado. Por ello exige para su consumación el engaño
y también el perjuicio propio de la estafa, aunque tal engaño no necesariamente debe constituir una
acabada mise en scène. Por lo mismo, el reintegro posterior no juega aquí ningún rol en la calificación del
delito, pudiendo sólo servir para configurar la atenuante 7.ª del art. 11.
Si este empleado a cargo de los fondos, además de su apropiación falsifica documentos o altera registros
para lograrla, ocultándola de las entidades contraloras internas o externas, ese hecho adicional no parece
que pueda convertirse racionalmente en una atenuación de las penas pecuniarias y accesorias previstas
para los delitos de malversación, hechos que, según su naturaleza, debieran sancionarse separadamente
o de conformidad con la regla del art. 75, o al menos tenerse en cuenta en la aplicación del art. 69, si se
estiman inherentes a la conducta o copenados.
No obstante, a pesar de la literalidad del texto y la necesidad de distinguirla de los casos de apropiación
o sustracción de los arts. 233 a 235, para darle una interpretación que guarde una debida correspondencia
y armonía, existe hoy en día una importante “confusión” en la doctrina acerca del alcance que haya de
dársele a la figura que afecta también a la jurisprudencia. En efecto, algunos aceptan extender la voz
defraudación a la producción de perjuicio por incumplimiento de los deberes funcionarios o con abuso de
confianza. También se afirma que se trataría de un delito de administración desleal. Por tanto, los
administradores de fondos públicos no cometerían peculado, sino esta figura privilegiada.
CRITICA: Aun así, esta es una concepción muy apartada a la histórica de la figura y que obliga a estimar
que los administradores de fondos públicos no cometerían peculado, sino esta figura, bastante
privilegiada a su respecto. La idea en que se basa esta última concepción, de que en cumplimiento de
funciones del cargo no sería posible engañar a otro empleado público que sí tiene a cargo de los fondos
carece de correspondencia con la realidad, pues habitualmente los engaños se producen en niveles
intermedios del proceso administrativo para lograr que el encargado realice una disposición patrimonial
que, sin mediar el engaño, sería improcedente, p. ej.: certificar servicios que no se prestan, dar por
recibidas mercaderías que no se entregan, aprobar propuestas de operaciones o estados de pago
improcedentes, etc.

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PERJUICIO AL FISCO
En cuanto al perjuicio originado al fisco, éste puede consistir en pérdidas directas o en la privación de un
lucro legítimo o cesante. Y se entiende que un pago improcedente (“sobresueldos”, “sobreprecios”, etc.)
puede calificarse como “pérdida” o “privación de lucro legítimo”, en la medida que se realice mediante
una “triangulación”, una licitación “arreglada” u otros mecanismos engañosos similares. | Al igual que en
la estafa no se exige el enriquecimiento efectivo del defraudador.
En todo caso, parece esta figura exigir dolo directo y no se admite su comisión en forma culpable, pues el
descuido, por más dañino que sea al interés público, no es una forma de defraudar que se encuentre
legalmente sancionada, ni aún parece ser conceptualmente posible. Respecto de la consumación, por la
característica de fraude que tiene este delito parece posible la tentativa y aún la frustración.
DELITO ESPECIAL PROPIO:
El tercero participe en este hecho, colaborando con el funcionario o aprovechándose de su
consentimiento, debería ser responsable tanto a título de estafa común del art. 473, de la calificada del
art. 468, o de la especial del art. 470 N°8, según el medio engañoso empelado o la clase de provecho que
se obtenga (remuneraciones, subvenciones, etc). Sin embargo, la jurisprudencia constante entiende que
en estos casos debe imputarse a todos los intervinientes el delito de fraude al fisco, como si fuera uno
especial impropio, confusión criticada por la doctrina, desde antiguo.
Este delito permite la posibilidad de una cooperación al delito sancionado como autoría y hasta de una
autoría mediata cona gente doloso sin contar con la exigencia subjetiva de ser empleado público: es el
caso del empleado que consiente que otro defraude.
En este caso, el administrador también puede cometer el delito, si su forma de consentir en el engaño
consiste, por ejemplo, en omitir rechazar los documentos apócrifos que se presentan, permitiendo dar
una apariencia de legalidad a operaciones inexistentes, sobrevaloradas o improcedentes que generan un
perjuicio al erario fiscal.
5. NEGOCIACIÓN INCOMPATIBLE (ART 240)
ART. 240 CP. Será sancionado con la pena de reclusión menor en sus grados medio a máximo,
inhabilitación absoluta temporal para cargos, empleos u oficios públicos en sus grados medio a máximo y
multa de la mitad al tanto del valor del interés que hubiere tomado en el negocio:
1° El empleado público que directa o indirectamente se interesare en cualquier negociación, actuación,
contrato, operación o gestión en la cual hubiere de intervenir en razón de su cargo.
Las mismas penas se impondrán a las personas enumeradas en el inciso precedente si, en las mismas
circunstancias, dieren o dejaren tomar interés, debiendo impedirlo, a su cónyuge o conviviente civil, a un
pariente en cualquier grado de la línea recta o hasta en el tercer grado inclusive de la línea colateral, sea
por consanguinidad o afinidad.

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Lo mismo valdrá en caso de que alguna de las personas enumeradas en el inciso primero, en las mismas
circunstancias, diere o dejare tomar interés, debiendo impedirlo, a terceros asociados con ella o con las
personas indicadas en el inciso precedente, o a sociedades, asociaciones o empresas en las que ella misma,
dichos terceros o esas personas ejerzan su administración en cualquier forma o tengan interés social, el
cual deberá ser superior al diez por ciento si la sociedad fuere anónima.
Es un delito de peligro abstracto, que se consuma con la sola ejecución de las conductas descritas en sus
diferentes incisos, sin que se requiera la verificación de un resultado o perjuicio para el patrimonio fiscal
o de administrado, y ni siquiera que deba acreditarse el que dicho patrimonio ha corrido realmente un
riesgo concreto de ser afectado, puesto que este se supone ínsito ya en la realización de los
comportamientos prohibidos.
La modificación de 2018 amplió el abanico de sujetos activos, incluyendo ahora a ciertos agentes privados
que administran bienes ajenos no solo por mandato judicial o legal (guardadores, albaceas, árbitros,
liquidadores, peritos, veedores y liquidadores en procedimientos concursales, según la redacción
anterior), sino también por mandato privado, en el ejercicio de la actividad comercial o empresarial:
gestores, directores y gerentes de sociedades anónimas.
De este modo, se crea un especial delito de “corrupción privada” (preferir el interés personal sobre el de
la empresa o mandante), homologada directamente a la de los empleados públicos y otras personas que
ejercen mandatos legales o judiciales, donde la corrupción se entiende como preferir el interés personal
por sobre el de la función pública que se ejerce. De allí que, aún antes de la reforma de 2018, este delito
se caracterizara como una forma de “auto contratación delictiva”.
Además, se agregaron a los “contratos” y “operaciones” a que se refería su anterior redacción como
objetos de la negociación incompatible, las “negociaciones”, “actuaciones” y “gestiones” en que los
sujetos activos intervengan, con lo que se refuerza la idea de que el objeto material de este delito tuene
un “sentido amplio”, referido “a cualquier acuerdo de voluntades o a cualquier trabajo o negocio donde
el empleado tenga intervención en su calidad de funcionario, sin distinción de su naturaleza”.
CULPABILIDAD:
La C.S. ha tendido a aceptar de lleno la admisibilidad del error de prohibición invencible como causal de
exculpación en estos delitos, si el autor no tiene conciencia de la ilicitud de su acto.
Como sucede si se trata de un profesional no calificado que desempeña un cargo de elección popular y
debe adquirir bienes para la Municipalidad en el único establecimiento del lugar, de su propiedad o de
propiedad de una de las personas que esta disposición menciona.
6. TRÁFICO DE INFLUENCIA (ART 240 BIS)
ART. 240 bis. Las penas establecidas en el artículo precedente serán también aplicadas al empleado público
que, interesándose directa o indirectamente en cualquier clase de contrato u operación en que deba
intervenir otro empleado público, ejerciere influencia en éste para obtener una decisión favorable a sus
intereses.

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Las mismas penas se impondrán al empleado público que, para dar interés a cualquiera de las personas
expresadas en los incisos segundo y final del artículo precedente en cualquier clase de contrato u operación
en que deba intervenir otro empleado público, ejerciere influencia en él para obtener una decisión
favorable a esos intereses.
En los casos a que se refiere este artículo el juez podrá imponer la pena de inhabilitación absoluta perpetua
para cargos u oficios públicos.
Este delito es una modalidad de negociación incompatible y comparte con ella el hecho de ser un
auténtico delito de peligro abstracto. Sin embargo, aunque no deba acreditarse un resultado o peligro
concreto para el bien jurídico protegido, como toda figura de peligro, tiene características específicas que
es necesario probar para su configuración. En efecto, independientemente de su calificación de peligro
abstracto, se exige la prueba del peligro o antijuridicidad material, sin que ello pueda entenderse como
una presunción de derecho, imposible de desvirtuar. En este delito, como ese peligro deriva de la
existencia de una relación de influencia entre un empleado público y otro, ese hecho debe ser probado
para afirmar que con su ejercicio se pone en peligro el patrimonio fiscal y “el correcto funcionamiento de
la Administración Pública, conforme a criterios de objetividad y parcialidad”.
OBJETO MATERIAL:
Además, respecto del objeto material, no es aplicable aquí el concepto amplio que se emplea en la
negociación incompatible, sino que aquí la intervención debe recaer en un “contrato” u “operación”
determinados. Por “contrato” ha de entenderse alguna convención de carácter civil por la cual “una parte
se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa” (ART 1438 CC).
Operación es una “negociación o contrato sobre valores o mercaderías”, aunque no esté regulado por el
derecho civil, como los contratos de obras públicas, concesiones y las licitaciones que generan
obligaciones entre particulares y las instituciones públicas.
El “interés” que se pretende favorecer en el tipo no implica obtención efectiva de ventajas, sino que la
influencia que se ejerce sea favorable a ese interés, esto es, que se pretenda con ella obtener para el que
influye o a la persona con él relacionada parte o intervención en un “contrato” u “operación” con carácter
lucrativo.
No se exige la obtención efectiva de ese provecho para configurar el delito, sino el hecho de ejercer
influencia con ese propósito.
No se cometería el delito de tráfico de influencias, aunque se ejerciera, si incide en la toma de decisiones
de carácter general (reglamentaciones, ordenanzas, etc.), administrativo (nombramientos, destinaciones
y otros actos similares que no importen contratación), políticas (legislativas, fijaciones de objetivos, planes
y programas, etc.) o de cualquier clase que no incidan en la decisión del organismo público que se trate
acerca de celebrar o no con un tercero un contrato, otorgarle una concesión, adjudicarle una licitación o
modificar o extinguir los derechos y obligaciones que de dichos actos emanen (caso Corpesca).

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La conducta punible consiste en ejercer influencia. Es decir, se requiere una conducta, “ejercer”, basada
en un presupuesto objetivo: la posición de influencia.
“Influir” significa “ejercer predominio, o fuerza moral”.
“Ejercer influencia” significa “practicar por un E.P. los actos propios o hacer uso del poder, valimiento o
autoridad para con otra persona” o “ejercer predominio, o fuerza moral” sobre ella.
La posición de influencia de un empleado público. sobre otro es, por tanto, un presupuesto objetivo de la
conducta punible, sin la cual no hay siquiera tentativa.
7. USO DE INFORMACIÓN PRIVILEGIADA (ART 247 BIS)
ART. 247 BIS. El empleado público que, haciendo uso de un secreto o información concreta reservada, de
que tenga conocimiento en razón de su cargo, obtuviere un beneficio económico para sí o para un tercero,
será castigado con la pena privativa de libertad del artículo anterior y multa del tanto al triplo del beneficio
obtenido.
El art. 247 bis, aunque incorporado dentro del párrafo relativo a la revelación de secretos, no sanciona
una lesión a la intimidad de la persona que confía su secreto (art. 247) ni sólo una falta a la confianza
pública depositada en los funcionarios para la conservación de los secretos o papeles a su cargo (art. 246),
sino propiamente una falta a la probidad de éstos, consistente en hacer uso de una información concreta
reservada o secreta, de que se tenga conocimiento en razón de su cargo, y obtener por ello un beneficio
económico para sí o para un tercero.
También afecta la libre competencia, del mismo modo que lo hace la revelación de secretos o información
reservada, al conferir a determinados participantes del mercado una posición de privilegio en la toma de
decisiones.
Se trata de un delito donde la intención de obtener un provecho económico, siempre eventual (lo que
recalca la ley con el subjuntivo “obtuviere”), forma parte de la subjetividad del hechor como una intención
trascendente al mero hecho de usar la información que se posee (y, por tanto, hace que el delito solo
pueda cometerse con dolo directo); y, por otra, limita la incriminación de esta figura excluyendo la
tentativa o frustración como condición objetiva de punibilidad. Ese provecho ha de ser para sí o para un
tercero vinculado de alguna manera con el empleado, sea porque previamente han acordado la comisión
del hecho, sea porque el empleado destina el provecho hacia él.
En cuanto al objeto material de la conducta puede ser tanto la información constitutiva de un secreto
(aquello que no debe ser conocido por terceros) como la reservada (aquello de se dará a conocer a
terceros en un momento futuro). La ley sanciona al empleado que hace uso de la información, sin indicar
la forma de ese empleo, sino solo el eventual beneficio que tal uso reportaría.

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