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(Con ocasión de ese Hans Christian Andorsen.

ol autor de cuonios como «La Sirenila» o «El pa­


Día Internacional del lito feo», nacía un 2 de abril en 1805. Por eso. en su memoria, cada 2 de abri se
Libro Infantil y Juve­ conmemora el DIA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL Y JU V E­
nil, el IBBY, organis­ NIL.
mo internacional de­ Miguel de Cervantes, el autor del «Quijote», moría un 23 de abril de 1616.
dicado a fomentar ia Por eso. en esta lecha v en su memoria, se conmemora en España el DIA DEL
lectura entre los niños LIBRO.
y jóvenes, otorga bia-
nualmente sus Pre­
mios Andersen, como CD
Celebrar un aniversario es acordarse de alguien o de algo importante. Y los
libros lo son. Ort»anisnK)s como el CECj AL. que ha elegido el lema «Vive le­
yendo». o como ías asociaciones de Escritores de Cultura, con la colaboración
PERLAS
reconocimiento a la
obra de un escritor y del Clobierno Vasco, nos han ofrecido la campaña en favor del libro v la lectu­
ra bajo el lema: «Acércate a los ibros y verás». Es una forma de animarnos a
CULTIVADAS
un ilustrador mundia­ hacer de los libros unos amigos habituales. Desde «El Recreo», queremos
les. Y todos los años, aportar nuestro apoyo a ese homenaje a la lectura.
uno de esos escritores «Un libro es como un
redacta un mensaje jardín que se lleva en el
dirigido a los chicos y bolsillo».
chicas del mundo. Es­
te es el mensaje de es­
te año). (Proverbio árabe)

C uentos del A yer , secretos del M añana


Mahdokht Kashkouli tro del jardín se levantaba
un edificio construido con
de flores y árboles que su­
peraban en belleza a miles
Dio un grito de alegría:
en aquella habitación ha­
de las Luces. En la página
siguiente, se indicaba cuál
ña y le devolvió
el gorro. La
(*) piedras de ardiente luz de de flores y árboles vivos bía libros para todos los era el trayecto más corto montaña sonrió
Todavía no había ama­ sol y de luz pálida de luna. con miles de pájaros can­ niños del mundo. La niña )ara viajar desde la Luna y dijo:
necido cuando los niños, La puerta tenía dos alda­ tores sobre sus ramas. La recorrió con la vista las in­ lasta Neptuno (sobre el -¿Q ué ta el
corriendo, corriendo, lle­ bones: el del Secreto y el niña estuvo tentada de numerables estanterías río oculto de Venus, al­ viaje, niña?
garon a la cima de la mon­ de la Canción. cortar alguna, pero temió con la esperanza de en­ guien había dibujado una ¿Has traí­
taña, que tenía puesto su La niña se paró un mo­ que se Te hiciera tarde. contrar su libro. Buscó y marca). En las páginas do algo
gorro blanco y estaba sen­ mento, contuvo la respira­ Cruzó varias habitaciones buscó hasta que, repenti­ centrales del libro apare­ contigo?
tada tan tranquila. Una de ción y, suavemente, golpeó hasta que llegó a una puer­ namente, en una esquina cía la descripción de las di­ La ni­
las niñas dijo a la montaña: el aldabón del secreto. La ta cerrada que tenía varias de la habitación, vio un li­ ferentes enfermedades y ña con-
-¿M e prestas tu gorro? puerta se abrió. cerraduras. Sacó la llave bro muy grande titulado el modo de curarlas. Entre testó
-¿Para qué lo quieres? Los suelos de las habita­ del bolsillo, la introdujo en «El libro de los Secretos». estas enfermedades estaba a le g re ­
-preguntó a montaña. ciones estaban cubiertos todas las cerraduras y la La niña lo abrió y hojeó incluida la enfermedad de mente:
-Para volverme invisi­ de alfombras con di­ puerta se abrió. Entró sus páginas. En la primera la ignorancia y su trata­ -H e
ble y poder viajar, sin que bujos en la habitación. pudo ver un mapa que se­ miento. encontra­
nadie me vea, hasta el Jar­ ñalaba el camino de la Li­ La niña murmuró: do un libro
dín de las Luces -contestó beración de la Oscuridad, -¡Qué bien! ¡Me lo lle­ muy grande,
la niña. que llegaba hasta la Torre varé! tan grande
-Para qué quieres ir Pero el libro pesaba tan­ como usted,
allí? -insistió la montaña. to que no lo podía levan­ en el que había
-Para entrar en la Habi­ tar. Miró por la ventana y escritas mu­
tación de los Secretos y se dio cuenta de que el sol chas cosas.
buscar allí mi libro -res­ empezaba a ponerse. Re­ Quise traerlo,
pondió. cordó que tenía que hacer pero no pude.
La montaña, después de todo el camino de vuelta La montaña
pensárselo un rato, dijo: para devolver a tiempo el preguntó:
-Te lo dejaré con dos gorro a la montaña. Así -¿Q ué tenía
condiciones. La primera es que, muy deprisa, leyó la escrito?
que me devuelvas el gorro ultima página: «El futuro La niña pensó
antes de la puesta delsol y es de los niños, y si cada ni­ un momento y
la segunda, que si descu­
bres un secreto, lo com­
partas conmigo.
ño supiera este secreto, no
temería la oscuridad».
Muy a su pesar, dejó el
habló:
-E n la última
)ágina decía: «El
\a J '
La niña asintió y, enton­ libro y, a toda prisa, salió úturo es de los ni­
ces, la montaña se quitó el de la habitación, cruzó el ños».
gorro de la cabeza y se lo jardín, montó en el viento La montaña, un
dio. Y en el instante en y regresó. Los niños esta­ poco triste, bajó la
que la niña se lo puso, sus ban sentados en la falda de cabeza. Sin embar­
amigos dejaron de verla. la montaña, esperándola. go al poco tiempo
Se montó en el viento y La niña saludó a la monta- la alzo y dijo:
cruzó mares y desiertos -Los ayeres
hasta que llegó al Castillo Eduardo López eran de la
de las Siete Puertas, cada montaña, de la
una custodiada por un
^uardián. El guardián de
a séptima puerta le dio
una lave mágica con la
que pudo abnr todas las
ael Castillo. La niña metió
la llave en el bolsillo y en­
tró.
Dentro del castillo había
un jardín que, por arena,
tema estrenas.
Coordinación: S. Calleja,
con la colaboración de
CLUB JOVEN
MENSAJERO, BILBAO

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