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Juicio personal
En el capítulo 23 continuamos viendo las leyes que Dios habló a Moisés en el Monte
Sinaí, para que se las transmitiera al pueblo de Israel. Seguimos con leyes de orden
social, que nos enseñan a convivir de una mejor manera con nuestro prójimo.
a. No “admitirás” rumor
El primer versículo nos advierte en contra de los chismes y del testimonio falso:
(Éxodo. 23:1) No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo
falso.
La palabra que se traduce como “admitir”, en hebreo es Nasá, que también puede
traducirse como: elevar, levantar, aceptar, recibir, tolerar (entre otros).
(Exo. 23:1) …No te concertarás con el impío para ser testigo falso.
Ser testigo falso es más que decir una mentira—es dar testimonio que puede llevar a
condenar a una persona inocente. Es una perversión de la justicia.
La Biblia es clara al decir que quien haga tal mal, no quedará sin culpa delante de Dios
(Prov. 19:28-29).
(Prov. 19:5) El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no
escapará.
(Deu. 19:16-20) Cuando se levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra
él, entonces los dos litigantes se presentarán delante de Jehová, y delante de los
sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días. Y los jueces inquirirán bien; y
si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado falsamente a su hermano, entonces
haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti. Y
los que quedaren oirán y temerán, y no volverán a hacer más una maldad semejante
en medio de ti.
El mal que el testigo falso iba a causar con sus mentiras, ese mismo castigo le caerá
sobre su cabeza. (Deu. 19:21).
La Biblia nos advierte contra el peligro de dejarnos llevar por la opinión de la mayoría o
la presión de grupo:
(Éxodo 23:2) No seguirás a los muchos para hacer mal, ni responderás en litigio
inclinándote a los más para hacer agravios.
No debemos ser como ovejas que siguen al resto cuando éstos van directo al barranco
(Prov. 1:10-19; Prov. 4:14-19).
No se debe hacer acepción de personas en el juicio; tanto a pobres como a ricos se les
debe juzgar por igual.
e. Hablar la verdad
Esta ley no se había mencionado directamente, pero es el mismo principio que aplica
en las leyes que hablan en contra del falso testimonio.
Hay culturas en las que es común la mentira, pero esto ciertamente no debe ser la
costumbre entre el pueblo de Dios. Nosotros debemos vivir según las reglas del Reino
de Dios, no del mundo.
(Efesios 4:22-25) En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre,
que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de
vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad
de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su
prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.
Aquí se menciona la razón principal por la que uno debe hablar la verdad: porque
somos miembros los unos de los otros. Las mentiras dañan las relaciones, y provocan
desconfianza y división.
La palabra que se traduce como “matar”, en hebreo es: “Harag” que también significa:
destruir. Dios no tolera que se haga mal e injusticia, en especial al justo.
(Romanos. 1:18) Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e
injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.
(Prov. 17:15) El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente
abominación a Jehová.
g. No recibir regalos que nos comprometan
Así como los jueces no deben recibir presentes para no desviar su corazón, de forma
similar todos debemos de tener cuidado con los regalos que la gente nos da, ya que
pueden comprometernos.
(Éxodo 23:8) No recibirás presente; porque el presente ciega a los que ven, y pervierte
las palabras de los justos.
Dios advierte que no pasará por alto cuando alguien se aproveche de la vulnerabilidad
de un extranjero (como vimos en el capítulo anterior).
Los israelitas se podían identificar con los padecimientos de los extranjeros, porque
ellos también estuvieron en esa posición cuando vivieron en Egipto.
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Las siguientes leyes que Dios habló a Moisés en el Monte Sinaí están conectadas con
el tiempo. Dios instruye a Su Pueblo a que aparten ciertos tiempos y fechas (Nótese
que todas siguen un patrón de siete):
La idea de este “año de reposo” es que la tierra se recupere. Se puede comer el fruto
de ese año, de lo que crezca naturalmente, pero sólo es para el sustento diario—no
para la venta (Lev. 25:3-7). También se comparte con los necesitados. Y el fruto que no
se consume, cae a la tierra y se convierte en abono.
Este mandamiento tiene una lección espiritual: aprender a confiar en Dios. Debemos
aprender a descansar en Él, confiando que Él proveerá (Lev. 25:18-22). Todos
debemos trabajar y hacer nuestra parte, pero al final de todo debemos saber que la
bendición viene de Dios.
Cuando entraron a la Tierra Prometida, los israelitas no guardaron esta ley. Sin
embargo, Dios hizo reposar la tierra mientras que ellos estuvieron en el exilio en
Babilonia. Jeremías profetizó que estarían exiliados “hasta que la tierra hubiera gozado
de sus días de reposo” (2 Crónicas 36:20-21; Jer. 25:9, 25:12, 26:6-7, 27:12-13, 29:10-
14). La revelación de Jeremías es parte de la ley de Dios; en Levítico, el Señor advierte
que Él hará reposar la tierra si el pueblo no lo hace (Lev. 26:31-35).
Aunque son siete fiestas, se celebran en tres convocaciones, siguiendo el patrón de las
cosechas en Israel:
En cada cosecha, el pueblo debía presentar sus primicias a Dios, y los israelitas las
presentaban en su visita al Templo durante las Fiestas.
(Éxodo 23:19) Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de
Jehová tu Dios.
SACRIFICIOS
Entre la mención de las fiestas se encuentra una ley referente a los sacrificios, ya que
la mayoría de los israelitas aprovechaban su visita a Jerusalén y al Templo para hacer
sus sacrificios y dar sus ofrendas:
(Éxodo 23:18) No ofrecerás la sangre de mi sacrificio con pan leudado; ni la grosura de
mi fiesta quedará hasta la mañana.
Toda ofrenda de pan debía ser con pan sin levadura (Lev. 2:11), tal como se hacía en
la Pascua. Y la referencia a la grosura también está relacionada al sacrificio de la
Pascua, que se debía comer en la misma noche en que fue ofrecida (Exo. 12:8; Exo.
34:25; Deu. 16:4). Esto sigue el patrón de las ofrendas de paz en acción de gracias
(Lev. 7:15). Esta era una instrucción estratégica de Dios, porque obligaba al oferente a
compartir la comida del sacrificio con otros, y así también compartía el testimonio de la
acción de gracias que ofreció.
La palabra hebrea para Ángel es: Malaj, que también significa “agente o mensajero”.
Los ángeles son mensajeros celestiales enviados por Dios con una misión o propósito.
El texto señala cuál es la misión de este mensajero en particular:
a. Te guardará en el camino;
b. Te introducirá a la Tierra Prometida.
Si hubiera sido un simple ángel, éste no hubiera permitido que se postraran delante de
él (Apoc. 22:8-9). Pero como se trataba del Señor mismo, Él no le dijo que se pusiera
de pie; más bien, le dijo que se quitara el calzado, de forma similar a cuando Dios se le
apareció a Moisés ante la zarza ardiente (Exo. 3:4-5).
La promesa del Ángel del Señor venía con una condición: Debían obedecerle.
(Éxodo 23:22-23) Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere,
seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren. Porque mi Ángel irá
delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del
heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.
Ya estando en la Tierra, el pueblo de Dios debe seguir viviendo como Dios manda,
para que les vaya bien y que sus enemigos no regresen.
(Éxodo 23:22-23) No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos
hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas. Mas a
Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda
enfermedad de en medio de ti. No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo
completaré el número de tus días. Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a
todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos. Enviaré delante de
ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y al heteo, de delante de ti.
A continuación, Dios les advierte que la conquista no sucederá de un solo golpe, sino
llevará un tiempo y será proceso.
(Éxodo 23:29-30) No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra
desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo. Poco a poco los echaré de
delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.
Aunque la expulsión de los enemigos se haría poco a poco, los israelitas debían
comprometerse a hacer algo desde el principio: no hacer alianzas con los otros
pueblos.
(Éxodo 23:32-33) No harás alianza con ellos, ni con sus dioses. En tu tierra no
habitarán, no sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será
tropiezo.
FRONTERAS
Al final de este capítulo también se delinean las fronteras que Dios determinó como
parte del territorio que pertenecerá a Israel:
(Éxodo 23:31) Y fijaré tus límites desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y
desde el desierto hasta el Éufrates; porque pondré en tus manos a los moradores de la
tierra, y tú los echarás de delante de ti.