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Medir el amor.

De comparaciones y competencia en las relaciones amorosas abiertas.

Cuando comenzamos a pensar en el poliamor o las relaciones abiertas, una de las dudas
frecuentes que tenemos es ¿Podría yo compartir a mi pareja? ¿Podría pensar que mi pareja
fuera feliz con otra persona?

En esas preguntas ya hay un atisbo de cómo creemos que debería ser el amor o de cómo
llevamos nuestras relaciones. ¿Por qué se supone que “la gente se comparte”? Cada
persona debería tener su individualidad para poder decidir con quién quiere estar y con
quién no, y de qué forma, en ese sentido la única persona que puede decidir “compartirse”
es una misma. No sé cómo te suena a vos pero no me gusta nada de eso de “no te
comparto con nadie o te comparto con este otro”

Esto es propio del sistema de símbolos y del lenguaje consensuado que tenemos con
respecto al amor. Casi sin darnos cuenta asoma el amor romántico con el sentido de
posesión y propiedad asumiendo que podemos decidir con quién está nuestra pareja y que
si está con otra persona sexual o románticamente eso es algo malo.

Compararse y competir es también una de esas cosas que nos salen casi automáticamente,
pues claro, estamos socializados en esa estructura, donde la otra persona es alguien que
significa una amenaza y que para que no lo sea debo competir y superarla.

Una de las formas que encontramos más a mano para poder demostrar que somos las
mejores y ganar la competencia es creer que podemos materializar el amor creyendo que
hay alguna posibilidad de medirlo, dividir e incluso (dentro de las no-monogamias sobre
todo) multiplicarlo!

Claro, es que todo esto genera miedo e incertidumbre y contar el amor parece generarnos
cierta seguridad o la posibilidad de comprobar de que nos aman.

Pero como es algo inmaterial y por tanto incontable vamos a lo más cercano que tenemos,
por ejemplo: “Cuántas veces te veo por semana” o “ cuántas horas pasamos juntos” y
pareciera que algunas cosas se transforman en unidades de medida del amor e incluso en
pruebas de amor. “Si esta semana no tuvimos sexo o no pasamos tiempo juntoxs es porque
no me amás”

¿Pero existe una relación lineal entre las cosas que contamos y el amor?
Para mi la respuesta es NO.
El amor, el afecto, el deseo, no son cosas que se puedan medir, sí demostrar, pero de ahí a
creer que tener más sexo o pasar más tiempo juntxs es más amor hay un gran trecho.
Cuando andamos los primeros pasos dentro de las no-monogamias pareciera que la
tendencia a medir el amor se intensifica. La socialización en el amor romántico nos ha
instalado algunos programas que ahora hay que revisar...
Por qué hace mal compararse en el amor y en las relaciones afectivas.

Tengas o no tengas una relación abierta compararse con otras personas o relaciones no
colabora. En general en la vida compararse no es un buen ejercicio ni aporta demasiado a
tu vida.

Cuando estamos en una relación abierta o en una relación de simultaneidad pero cerrada
como podría ser un poliamor con polifidelidad, sobre todo al principio o cuando recién
estamos teniendo nuestras primeras experiencias es muy muy frecuente que caigamos en
la herramienta de la comparación, lo cual no es para nada una buena idea.

“te divertís más con fulano, pasás más tiempo con mengana” se vuelven varitas con las que
medir nuestro amor o el amor que nos dan.

Y como decíamos arriba, es lógico y entendible si comprendemos que venimos de un lugar


en donde se ha instalado que el amor es uno solo, exclusivo y excluyente por tanto y hasta
obvio que cualquier persona o situación se convierta en una amenaza o en una
competencia.

Compararse conduce a competir por amor, deseo y afecto.


Y lo peor es que es una actividad que daña y de la cuál no sacamos alguna utilidad para
comprendernos y comprender al resto y a nuestras relaciones.

Las personas somos diversas, las habilidades, los talentos, los contextos, los deseos, las
expectativas son diferentes por lo tanto es realmente imposible comparar. Literalmente no
se puede hacer y cuando se hace se hace con métricas, criterios y a raíz de estudios
científicos.

Sucede que cuando comparamos miramos lo peor que tenemos para compararlo con lo que
creemos que es lo mejor de la otra persona. Por qué creés, por ejemplo, que uno de los
pensamientos recurrentes en las relaciones abiertas es que: "tu metamour es siempre más
atractivx e inteligente que vos"

Algunas consecuencias de hacer comparaciones en las relaciones abiertas:

Golpea tu autoestima:
Porque básicamente estás concentrándote en las cosas que vos considerás que son “flojas”
de tu personalidad, en las cosas que “hacés mal” o que no te salen y las estás comparando
con las que imaginás (no que sabés) que la otra persona hace mejor que vos o las hace
maravillosamente. Esto en las relaciones abiertas suele pasar muy frecuentemente con el
sexo, la gente tiende a imaginar que su metamour es el/la mejor amante que existe y que tu
relación se va a terminar porque la otra persona simplemente lo hace mejor.
Esta situación es totalmente injusta con tu autoestima y la daña.

Influye en tus consensos


Porque usualmente para generar mejores espacios de consenso y luego dar nuestro
consentimiento tenemos que tener presente nuestros límites personales, nuestras
necesidades y nuestras expectativas. Si estás en un proceso de comparación con otras
personas y otras relaciones es probable que ese panorama, lo tengas por lo menos nublado
y se debe a que en lugar de estar mirando qué cosas podés hacer vos con tus relaciones,
estás mirando las que hacen tus relaciones con sus otras relaciones.

No colabora con la cooperación dentro de tus relaciones.


Por supuesto que si estás comparandote con tus metamoures o con las actividades que tu
relación hace con sus otras relaciones, es probable que tengas cero intenciones de
colaborar para que todas las personas estén cómodas y no sólo eso sino que no vas a tener
energías ni para pensarlo. La cooperación es básicamente lo contrario a la competencia,
cooperar es generar escenarios en donde todos ganemos y competir es ganar por sobre el
resto. Y sin cooperación es muy difícil mantener relaciones abiertas.

Compararse nunca ayuda porque estás en una tarea imposible, ya que ninguna persona es
comparable con otra y además porque te concentras más en las otras personas que en vos,
lo que te quita tiempo para pensar qué es lo que querés y qué tipo de relación necesitás y
querés tener.

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