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Conferencia 19/4/06

Anselm Grün - “Orientar personas, despertar vidas” -

Voy a dar algunos pensamientos sobre las condiciones de la dirección, ya sea en


la pastoral, en la familia, o en la empresa.
Yo mismo hace treinta años soy mayordomo / ecónomo, es decir, dirijo la
administración del monasterio. Somos alrededor de trescientas personas, entre monjes y
empleados. Entonces es necesario conducir bien en esta situación.
Cuando hablo de conducción, no lo haré desde el punto de vista del ‘sabelotodo’,
sino como alguien que quiere transitar un camino. Quiero hacer referencia a la regla de
San Benito, quien genera y describe las condiciones de una buena conducción /
dirección para todo aquel que dirige alguna familia, es docente o dirige algún grupo; es
decir, dirige a otros.
Sabio, en latín significa ‘gustar’ (sapere), es decir, sabio es aquel que puede
degustarse a sí mismo.
Ustedes dirán: “la charla me ha dejado un gusto amargo, o desagradable, o
bueno. Esto dependerá siempre de aquel que esta reconciliado consigo mismo. Una
persona así, emanará algo positivo al grupo. En directivos, suelo experimentar que
tienen la intención de dirigir bien, pero como no ‘se conocen a ellos mismos’ bien,
falsifican su conducta directiva a través de expresiones inconscientes. Por ejemplo,
alguien amable puede estar escondiendo detrás de esa amabilidad un desprecio por los
hombres. Esta persona irradiará algo que desprecia a otros.
En alguien que quiere hacer del optimismo su <modus vivendi>, descubrimos en
realidad, una persona muy pesimista y depresiva.
Mi propia hermana me contó que va muy feliz a un oficio o a misa, y luego de
este regresa deprimida. ¿Por qué? Porque evidentemente el sacerdote profesa una buena
teología pero ésta, no está en armonía con él, sino que irradia aspectos depresivos. Por
eso, es tan importante que seamos sabios, que nos conozcamos a nosotros mismos, que
nos queramos a nosotros mismos, que sepamos degustarnos. A partir de allí, saldrá una
buena irradiación.
Una persona que dirige en medio del ajetreo, solo desparramará / esparcerá odio
y no podrá dirigir personas de este modo.
Otra condición es que no debe herir a los demás, no debe ser ‘hiriente’. Esto es
muy importante. Hay un principio en la psicología que dice que quien no se haya
reconciliado con las heridas de su infancia, entonces estará condenado, o bien a
herirse a sí mismo o a herir a otros, o bien, inconscientemente, a elegir situaciones en
las cuales, los sucesos hirientes de la infancia, se repitan. Es decir, a mí mismo me
profiero heridas.
Los mensajes negativos: “porqué no puedes hacer las cosas”, “eres demasiado
lento”, “no lo lograrás nunca”, “sos una persona imposible”. Todo esto se incorpora
como un prejuzgamiento negativo y yo mismo me digo: “soy demasiado lento”, “soy un
inútil”, “no sé hacer nada”, “nadie me quiere”. Y a partir de una persona herida, por
supuesto, no se irradia vida, sino solamente heridas a otros.
Muchas madres o padres quisieron ser muy diferentes a sus propios padres, pero
si no se han reconciliado con su propia historia, entonces repetirán la historia de ellos.
Por ejemplo, un director de un Banco muy importante, me contó que de una oficina
salió una mujer joven llorando, y éste le preguntó: “Señora, ¿qué le pasa?, ¿Por qué
está llorando?”. Ella le contestó: “el jefe de departamento, me hirió profundamente”.
Esto, se lo contó a los directores del consejo directivo y todos dijeron: “Este es un

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gerente que trabaja catorce horas por día, y exige mucho a las personas” Por esto, es
importante que incentivemos el crecimiento de las personas.
En otro caso, un hombre joven me contó que, su jefe, lo saludó diciendo: “Usted
con esas manos sudorosas tiene que hacer algo para contrarrestar”. De este modo, las
heridas más grandes que podemos proferirle a una persona es hablarle respecto de su
cuerpo, porque éste no lo podemos cambiar. Las personas sufren y aquello le profiere
una herida muy profunda, como a este hombre joven que se le hizo notar que sus manos
sudaban.
Algunos opinan que si se hieren a otros, se consigue mayor dominio o poder
sobre ellos mismos y pueden controlar mejor a los demás. Pero hiriendo a los otros, solo
se logra enfermar a las personas y crear distancia respecto de ellas.
Siguiendo con el planteo anterior, una persona tendrá un jefe igual de autoritario
que su propio padre, y esto ¿es casualidad? Sigmund Freud, habla de la repetición
forzada, es decir, que un joven se demuestra en forma igual de sometido que su padre.
Despierta en su jefe, rasgos autoritarios.
Un hombre protestaba porque su mujer era muy dominante, y en la conversación
con su mujer, me di cuenta que no era dominante, sino que su esposo, había tenido una
madre dominante, y eligió ser con sometido a su esposa. Necesitaba en su esposa, lo
mismo que había experimentado en su madre.
En la casa para monjes que están en crisis, hay alrededor de dieciocho personas
que pueden hablar sobre sí mismas sin ser juzgadas; se las toma en serio. Y éstas,
después de tres semanas de estar en el monasterio, hacen algo para que todas las demás
personas del grupo se les pongan en contra.
En la charla con aquellas personas, experimento que no pueden soportar la
realidad de tener ahora un ‘papel’ diferente; que ahora se los quiere; y su viejo ‘papel’de
su infancia (de estar al margen, o no ser correspondido) desapareció. Ellos creen que los
demás son ‘los difíciles’, pero en realidad, ellos están poniendo en escena su antigua
situación, profiriéndose heridas a sí mismos.
Es muy importante que estemos reconciliados con nosotros mismos porque, de
lo contrario podemos confundir ’conducción’ con ‘herir’. Y de esto no parte la vida.
Por otra, parte se dice que: “hay que ser temeroso de Dios, y ser un padre para
toda la comunidad” ¿Qué relación tiene la ‘conducción’ con el amor a Dios? Si tenemos
en Dios nuestro motivo, entonces no vamos a depender de lo que piensan los demás de
nosotros. Seremos más libres, podremos hacer lo que estamos convencidos en nuestro
interior. Ya no tendremos que orientarnos de acuerdo a la opinión de todos, o sea, el
temor de Dios, nos confiere una libertad interior y una confianza. No necesitaremos
hacer todo nosotros mismos: ya sea en el ámbito educativo o en la empresa. Es decir, no
tendremos que hacer todo por nosotros mismos, sino que deberemos tener confianza y
confiar en que Dios también haga algo.
Mi hermana tiene tres hijos, leyó muchos libros de psicología, y cuando sus hijos
tenían la edad de ocho, nueve y diez años, tenía miedo de que marchara todo bien con
ellos: si estaba educando bien a sus hijos, o si los había herido o lastimado. Entonces, yo
le dije que no tenía que temer de sus hijos iba a salir algo positivo, a pesar de la
educación que les diese. Le aconsejaba que no debía hacer todo, pues los niños también
tienen un ángel que los acompaña y Dios los protege y despertará en ellos lo bueno.
Como dije anteriormente, se dice que “se debe ser un padre para toda la
comunidad”. Sin embargo, esto se da en el estilo patriarcal de conducción. Por otra
parte, si partimos de la psicología, la madre cumple la función de transmitirle confianza
al niño, y que viva con placer en este mundo. Y el padre, debe transmitirle al hijo que
tenga el coraje de atreverse a la vida. El padre fortalece, es la columna vertebral, está a

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las espaldas del niño, para que tenga ganas de tomar la vida en sus manos, ya sea en la
familia, en el grupo, etc. Necesita siempre la energía paterna y materna.
Sin embargo, experimento que muchas personas con heridas paternas o
maternas, siempre se les hace difícil dirigir. No es terrible que alguien tenga estas
heridas, si la vida consiste justamente en que pueda transformar esas heridas en ‘perlas’.
Las heridas maternales reconciliadas son importantísimas para todo grupo, en el
caso de quien dirige; genera una atmósfera / clima de contención, de aceptación, etc.
Pero si una persona no ha reconciliado sus heridas maternas, controlará al jefe cuántas
veces habla con otro. Por ello, es importante que se tenga dedicación a la reconciliación
de dichas heridas.
En los sacerdotes con una herida materna, observo que buscan tratar a la
comunidad como si fueran sus madres. Hacen todo por la comunidad, se sacrifican,
trabajan, pero quieren experimentar el hogar en la comunidad. Lamentablemente, la
comunidad no es una madre.
También experimento que hay sacerdotes que caen en un agujero porque son
criticados: “¿Por qué si hice todo, y ahora qué me pasa?” Estas son las señales de que
existe una herida maternal
Un terapeuta siempre dice que “quien mucho da necesita mucho”. Están algunos
que dan mucho porque necesitan mucho. Si doy, necesito. Siempre me voy a quedar
corto, tengo que dar porque he recibido, entonces dar me dará placer, y se me devolverá
mucho también. Pero no es que doy porque necesito sino porque he recibido.
Los hombres con heridas paternas tienen problemas de autoridad. Hombres y
mujeres con una herida paterna que no está reconciliada y se dedican a la dirección, o
bien quieren evitar todo tipo de conflicto, lo empujan para adelante, tienen miedo de
resolverlo, esto no es bueno para ningún grupo, hay que atacar los conflictos, esto le da
enseñanzas al grupo. O bien se transforman en una persona autoritaria y golpean la
mesa con fuerza y dicen “así se hace esto, esta es mi última palabra”: no pueden
discutir, no saben discutir, sólo podremos dirigir si nos hemos reconciliado con las
heridas paternas y maternas.
Personas que tienen una herida paterna y se han reconciliado, esas personas
dirigen en forma muy humana, no lo hacen en forma autoritaria, comprenden a los
demás, y quizás no sean maestros en la solución de problemas pero de todas maneras
van a tratar de crear un clima en el cual todos se sientan afectados.
Estas son entonces las condiciones para la conducción: El objetivo es que
crezcamos en esa función, aceptándonos a nosotros mismos como somos, y si logramos
esto sabremos dirigir bien a los demás.
El mayordomo debe prestar atención a su propia alma, esto es algo antiguo
quizás, pero si doy cursos para directos de Chrysler o de Bancos, por ejemplo, digo esto,
y como feedback me dicen: “yo siento que tengo que prestar más atención a mi alma”.
¿Qué significa esto? Podría significar que a la mañana, antes de ir a trabajo, sienta que
me gusta ir al trabajo, me alegra estar en ese grupo, me alegra estar con otros, o ¿tengo
resistencias internas y me tengo que esforzar? ¿o mi cuerpo se rebela contra esto y me
enfermo, sufro tensiones? ¿o tengo miedo? Los sentimientos pueden estar ahí, pero debo
mirarlos, verlos a los ojos, y sólo si hago esto, entonces podré ocuparme de mi alma.
Me contó un empresario que el personal se da cuenta con qué talante viene a la
mañana a trabajar. O si todavía está resonando alguna cosa con la que tuvo enojo el día
anterior, y esto si es así tiene un efecto negativo en todos los demás, en todo tipo de
grupo.
Si no miramos por nosotros mismos aquello que no hemos arreglado en nuestro
interior, va a tener un efecto sobre los otros. Muchas veces esta resistencia es una señal

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que nos dice: “tengo que hacer más por mí, que recuperarme, entonces si yo me siento
bien puedo dirigir mejor”
También hay que trabajar en la postura. Acompañé a un ingeniero que dirigía a
otros doce ingenieros, tenía cincuenta y ocho años y su autoexigencia era “debo ser yo
el más rápido”, “debo ser yo el que capte más rápido los problemas, para poder
delegarlos a mi personal”. Pero a los cincuenta y ocho, obviamente no era la persona
más rápida, esto lo llevó a hacer horas extras, y éstas lo condujeron al insomnio
entonces estaba en un círculo vicioso y se cansó de tal manera que tuvo que abandonar
su puesto. Si hubiese prestado atención a su alma, hubiese sentido “yo no tengo por qué
ser el más rápido”, porque a los cincuenta y ocho tengo otras calidades: puedo darles
seguridad, respaldar a mi personal, darles la sensación de que es bueno que esté ahí. Es
decir, no prestó atención a su alma y fracasó.
Prestar atención al alma también es importante para otra cosa. Mucha gente está
agotada, siempre sé que he sacado fuerzas de una fuente oscura. Un terapeuta conocido
dijo que después de cada presentación o charla se sentía agotado, entonces el abad le
dijo estás agotado porque todo aquel que va a escuchar tu ponencia les quieres
demostrar que eligió la ponencia correcta, y a cada uno que habla contigo, les quieres
demostrar que ha elegido el terapeuta correcto. Esto de querer demostrar es lo que te
agota. Es agotador cuando yo me pongo bajo presión. Muchas veces experimento que
las personas están agotadas no porque trabajan mucho sino porque se ponen bajo
presión, porque quieren demostrarse algo. El perfeccionismo por ejemplo, donde está el
miedo a qué es lo que piensan los otros de mi, están conformes con mi trabajo? Si yo
siempre quiero cumplir todas las expectativas esto me agota. Por ejemplo acompañé a
una mujer que tenía un puesto de responsabilidad, dirigía a muchos otros y estaba
agotada. Fue a hacer terapia y de vuelta se sintió agotada. Tenía que modificar sus
patrones de vida, había crecido en una propiedad rural, su padre y hermano se peleaban
mucho y ella como hija siempre estaba bajo la presión de que no se peleen, y esté
conforme conmigo, y espero lograr aquello que se espere de mi. Con este modelo de
vida, esperando que no haya ninguna discusión, entonces me va a sacar toda la energía,
este patrón de vida la agotó. Es necesario que ella se reconciliara con esa situación.
Otro ejemplo es una maestra, que decía que estaba agotada porque tenía un eros
pedagógico y que se dedicaba mucho y con pasión a sus alumnos. Pero yo no creía que
fuera eso, porque el eros pedagógico me permite dar mucho sin agotarme. Si estás
agotada, debe ser otra cosa. Entonces ella me contó que era la menos de varios
hermanos y siempre estaba bajo la presión de demostrarle al padre que podía lo mismo,
o tenía el mismo rendimiento, que sus otros hermanos. Era una presión, un modelo que
la agotaba. Mirar su alma con detenimiento hubiera sido lo correcto, ¿cuál era la fuente
oscura y turbia de la cual sacaba esa energía?
Si yo estoy agotado, tengo que ver cuál fue la desmesura. No tiene sentido
revolver en esa fuente oscura sino buscar una fuente clara, que es la del Espíritu Santo,
que puedo dar mucho sin agotarme, de mi fluirá todo esto.
Hay que tener ideas nuevas, ser innovador, confiar en la propia intuición, no
mirar que hacen los demás, confiar en nosotros, no ponernos bajo presión, ser creativos
sin obligación.
La fuente clara también cura, sana. Hay que ponerse en contacto con su fuente
interior. Ese es el arte de la terapia, llevar a las personas a que se pongan en contacto
con su fuente.
La fuente también fortalece, nos da más fuerzas, que podamos seguir adelante,
hace que florezca todo, quiere decir que estamos tomando de la fuerza del ES
El quinto efecto es que la fuente purifica, limpia.

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Yo lo puedo ver como administrador. Viene alguien de personal y se enoja y
habla mal del otro. Entonces si no tomo de esa fuente clara, mis propias emociones se
van a mezclar con las de este miembro del personal, yo también me voy a enojar, y voy
a decir “ay ese hombre es imposible”, y voy a contribuir a la “polución emocional”
entonces voy a revolver en mi propia sopa de emociones turbias.
Jung dice que es difícil identificarse con una imagen arquetípica, como por
ejemplo el profeta, entonces es el único que se anima a decir la verdad. Otra imagen
arquetípica es el sanador, yo soy el sanador de otros, yo tengo un hermano en el
monasterio que ahora no, pero atraía a un montones de mujeres depresivas porque él
decía yo soy el sanador, las primeras reuniones las entusiasmaba a las mujeres pero no
llegaba a buen puerto. Yo le dije que se había identificado con ese arquetipo. Jung dice
que ese es el peligro, identificarnos con nuestra propia imagen arquetípica. Hay otras
figuras arquetípicas, como el mártir, yo me sacrifico por otros. Cristo es el que se
sacrificó por nosotros, si nosotros tenemos esta figura sale algo agresivo, y nadie se
atreve a alegrarse la vida. Por eso es importante que seamos conscientes de nuestras
imágenes y de los modelos que tenemos.
Cuando yo doy seminarios de conducción, de gerenciamiento, para mi es muy
importante identificar cuál es el lenguaje con el que nos comunicamos en nuestra
empresa. Y pensamos tanto la Iglesia como muchas empresas, el lenguaje es frío,
muchas veces agresivo, hay un libro de un alemán que analizó el lenguaje de Hitler y
llamó a su libro “El tesoro lingüístico de un no ser humano”, era un lenguaje no
humano, y constató que también en los años ’60, en muchas oficinas, se utilizaba ese
lenguaje no humano, y es por eso que es tan importante que el lenguaje salga con
calidez del corazón.
En una discusión que tuve con otro hombre, y utilizaba un lenguaje muy frío.
Independientemente donde conducimos hay que cuidar el lenguaje, tiene que ser un
lenguaje que salga del corazón. Solo el lenguaje que salga del corazón hace que la gente
confluya, que se junte, porque el lenguaje frío separa. Conozco gente que rápidamente
logra separar a sus colaboradores, porque su propia división interna genera un lenguaje
frío, y ese lenguaje frío separa a la gente.
En el evangelio de San Lucas se dice que somos solidarios cuando tenemos
libertad interior y cuando cuidamos adecuadamente las cosas de este mundo, porque si
no cuidamos las cosas de la naturaleza, de la creación, como nos va a dar Dios lo
verdadero, lo que realmente necesitamos. En el evangelio también se trata de que Jesús
habla durante la cena de la conducción, habla de que los reyes oprimieron a los pueblos,
entre ustedes no deberá ser así, el que conduce deberá ser el siervo de todos los demás.
En realidad Jesús se refiere a dos formas de la conducción. Los reyes oprimen a los
pueblos, y ese tipo de conducción hace que los otros tienen que ser pequeños para poder
creer en mi grandeza, eso puede ser en una empresa, o en un grupo. Pero si yo tiendo a
achicar a los demás para poder creer en mi grandeza, esa gente pequeña no va a poder
aportar, de alguna manera yo me ataco a mí mismo, porque ya no voy a poder ser libre
de atacar los temas en cuestión sino que todo gira alrededor de mi grandeza. Lo peor
que puede pasar en este caso es tener un jefe que tenga complejo de inferioridad, porque
siempre va a querer que sus colaboradores sean más pequeños que el. En algún
momento, casé a una pedagoga social, que trabajaba en un jardín de infantes, y su jefa
tenía problemas de inferioridad y le había hecho de su vida un infierno. Todas las
noches esta mujer lloraba por lo terrible que había sido su día, entonces venían los dos a
consultarme, lo terrible que era ese trato. Entonces yo le dije: llorar y quejarte es
desperdiciar energía, ustedes tienen que cambiar algo. Cambiar algo significa renunciar,
pero no podía renunciar, porque necesitaba el puesto. Cambiar significa también hablar

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con la jefa, decirle “así no va más”, pero hablar con un jefe que tiene complejo de
inferioridad no es muy fructífero. Entonces si eso no es posible entonces tenés que
libertarte interiormente, de ningún modo darle el honor o la alegría a su jefa de
perturbarle la cena. Entonces le dije “le estás dando demasiado poder a ella, le tenés que
prohibir la entrada a su casa, en tu casa no debes hablar más de ella, no es tan
importante, debes echarla de tu hogar. Intenta simplemente observarla, qué dice ella de
ella misma. Entonces puede desarrollar, lograr mucho más conocimiento humano en
este tiempo de lo que vas a lograr en tus cuatro años de estudio de la pedagogía social”
El otro punto negativo que comenta Jesús es que los poderosos se hacen llamar
benevolentes. Hay gente conduce que reúne alrededor de sí pequeños enanos que
necesitan adularlos. Y estos aduladores tampoco van a aportar ninguna cosa especial
para la misión.
Conducir siempre tiene que ver con una madurez interior. Yo debería estar
agradecido que mis alumnos me superen. Esto va a generar otra imagen: que es la que
dice que el que conduce debe ser el siervo de todos, es el mensajero, el que lleva la
información, el comunicador, este es un aspecto.
Cuando hace 30 años tomé la función de administrador, vino a nosotros un
director de una gran empresa e intenté en ese momento hablar con diferentes grupos
para tratar que se lograba una buena colaboración, pero con este hermano me quejaba
porque era muy difícil, algunos colaboradores son tan complicados, y este director me
contó el siguiente ejemplo: tenía un trabajador con el que todos estaban disconformes,
entonces lo hizo ir y hablar con él, pero no le dijo: a partir de mañana yo espero que Ud.
haga tal y cual cosa, porque si uno intenta algo con violencia seguramente va a generar
contrafuerza. Pero llamó a esta persona, le preguntó como anda, le dijo que él se
preocupaba por los colaboradores, y quiero saber lo que le está pasando. Siempre es
importante saber, que cuando una persona es complicada, tiene una razón.
Nadie hace el mal por placer, sino por desesperación. Es decir que nadie es
complicado por placer, sino simplemente le surge. Entonces, ¿cómo me puedo acercar a
esa desesperación? ¿Cómo puedo darle vitalidad a eso que se ha muerto en esa persona?
Eso es uno de los aspectos del arte en la conducción: poder despertar la vida, el
potencial en colaboradores difíciles, complicados.
Por supuesto que esto también tiene sus límites. Tuve un colaborador que
siempre se quejaba, de demasiado trabajo, y yo me esmeré, hablé con él, intenté no
sobreexigirlo, las sugerencias que yo le hacía para alivianar su trabajo, él las rechazaba.
Y me di cuenta que él no quería cambiar nada, en realidad solo quería quejarse de tanto
en tanto y lograr en su camino un poco de afecto.
Despertar vida significa meditar, retirarme, pensar en qué es eso que tiene que
fluir en la persona. Encontrar la clave para abrir el potencial de la vida en esa persona.
La mejor imagen para la gente de la conducción es Lucas 13, que es la mujer que
camina encorvada y que hace más de 13 años que no puede caminar erguida, se ha
desilusionado, se deja caer, está oprimida por el peso del trabajo. Esta mujer se curó en
tres pasos: 1- mirarla, aquel que yo miro le doy un valor a través de mi mirada. Es
importante valorar al otro. 2- le habla al mismo nivel, no trato de decirlo lo que tiene
que hacer, le hablo a la misma altura. 3- decirle “mujer has sido sanada de su
sufrimiento”, que se le diga algo positivo es bueno. 4- imponerle las manos y a través de
las manos fluye la fuerza sanadora de Dios. Tomo contacto con esa persona y ella entra
en contacto con su propio interior.
Un ejemplo: un hermano argentino que estudió conmigo en Roma nos acompañó
a Munich a visitar a mi familia, y mi padre no hablaba ni una palabra de italiano o
español y este hermano tampoco hablaba alemán pero al final dijo “con tu padre uno se

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siente estimado, valorado” y realmente me conmovió muchísimo y me di cuenta que la
gente con la que yo trato debe sentirse valorada.
Es importante que los colaboradores de quien conduce, vuelvan erguidos a casa.
El que conduce -no importa en donde: en una empresa, en una familia, en un grupo-,
con su conducción genera una atmósfera, genera un clima. Si las personas de mi grupo
salen más erguidas cuando se van para casa, entonces van a ser que los demás salgan
erguidos, si los oprimen, entonces van a necesitar otros a quienes oprimir. Si uno hace
que la gente salga erguida, el clima de una sociedad va a ser de respeto por los demás.
El que conduce tiene una función socio-política, porque no solamente se trata de su
grupo, sino que tiene un efecto en toda la sociedad.
Albert Einstein decía que un pensamiento que uno una vez expresó, ya no puede
volverse atrás, siempre va a ser una onda.
Espero que después de esto, piensen que quieren seguir conduciendo, pero lo
quieren seguir haciendo para que la gente salga erguida a su casa.

¿Cómo lograr la espiritualidad en la economía?

Para mi la función de conducir es un desafío espiritual, hablamos de la


purificación de emociones, creer en las personas, trabajar en las personas, tengo que
manejar dinero, para mi es importante para mi significa manejarlo de forma creativa y
pensando en ideas nuevas: cómo puedo ganar dinero. Y segundo lugar, el dinero sirve al
hombre, para que realmente le sirva al hombre, y no enriquecerme yo. Y tercero, que
necesito una libertad interior frente al dinero para que no me posicione a mi, tener la
medida justa, es decir crear una cultura en nuestra empresa. Una empresa que solamente
está orientada a la maximización de ganancias, que solamente piensa en las cifras, no va
a permanecer viva, porque esto no va a divertir al personal. Algunas empresas me
llaman que conscientemente están prestando atención a los valores cristianos, los
valores, digo siempre, hacen que la vida sea valiosa. Value, en inglés, también viene de
valer, los valores hacen que una empresa sea sana y fuerte y hacen que nuestra vida sea
valiosa.

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