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El “feudalismo” se nos presenta como el régimen social característico de la era medieval. Sin
embargo, habría que aclarar dos cuestiones. Primero, que el término “medieval” a menudo es
usado sin una precisión cronológica y como una definición vaga que termina por generalizar. Este
régimen social puede ubicarse cronológicamente en la Alta Edad Media, más precisamente en los
siglos IX-XIII, lo que algunos historiadores definirán como Plena Edad Media.
Este régimen social consiste en una brutal confiscación del excedente del trabajo
campesino y su redistribución hacia el interior de la clase dominante a través de un complejo
sistema de redes de dependencia, como el vasallaje, y gratificación, como el feudo.
El feudo propiamente dicho y que da nombre al susodicho sistema, es aquel que Bonnassie
define como “clásico”: en el período de quiebra de la monarquía carolingia, la debilidad de una
autoridad pública y la toma de poder por parte de las aristocracias locales, el feudo pierde su
carácter público: se convierte en un bien privado concedido a cambio de un servicio privado.
Sin embargo, esta relación de dependencia y protección era hacia dentro de la clase
dominante, ¿qué forma tomaba esta relación con las masas campesinas? En un mundo
esencialmente agrícola, la clase dominante como tal debía sujetar la fuerza humana del
campesinado para mantener y beneficiar su posición privilegiada.
Esta sujeción del campesinado encontró su base en el señorío, el cual se dividía en dos
tipos: señorío territorial y señorío banal. El concepto de ban, originariamente poder de mando de
un jefe guerrero en las sociedades germanas, se entiende como autoridad regia durante el período
carolingio. Dichos poderes eran delegados a los agentes locales del reinado, diseminándose a los
agentes más inferiores, y con la desaparición de la autoridad central durante la segunda mitad del
siglo IX, éstos terminan transformándose en potentados independientes. Esta discreta coerción
del ban se veía traducida en la potencia militar, proyectada en la posesión de un castillo señorial,
resguardada por huestes de caballeros, desde el cual se creaba el distrito castellano que
englobaba a todos los habitantes alrededor de él, a los cuales el señorío banal les cometía
imposiciones paramilitares, impuestos a las transacciones y circulación de mercancías y derechos
de justicia.
Específicamente, con la aparición del ban señorial es que la clase dominante puede
obtener los frutos de esa expansión agrícola, iniciada en el siglo XI con el esfuerzo de los
campesinos, resultando imprescindibles la adopción del arado de vertedera y el molino de agua.
De esta manera, mejora significativamente el nivel de vida de la aristocracia, mientras que los
campesinos, libres o no libres, sometidos de forma uniforme al ban castellano, se encontraron en
una misma y mísera condición.
Efectivamente, el primer grupo de servi en los documentos posteriores al año mil estaba
compuesto por una minoría de campesinos dependientes, descendientes de los esclavos rurales
de la Alta Edad Media. Éste se vio reforzado por una ingente masa de hombres pobres que caían
en la servidumbre por condena o entrega voluntaria.
Bonnassie, P. (1985) Supervivencia y extinción del régimen esclavista en Occidente en la Alta Edad
Media (ss. V-XI) en Boletín de Historia social europea (pp. 13-75), Francia:París.
Heers, J. La invención de la Edad Media, Barcelona, Crítica, 1995 [1992], pp. 9-108.
Isla Frez, A. (1992) La Europa de los Carolingios, Madrid, Síntesis, pp. 24-54.