Está en la página 1de 3

• No es interrupción.

Interrumpir es detener la continuidad de una acción, o sea, que


luego se reanuda. En el aborto podríamos hablar de frenar, liquidar, finiquitar,
sacrificar, extirpar, truncar, tronchar, erradicar, triturar… pero de interrumpir, ni por
asomo.

• No es voluntaria. Un 75% de las mujeres que abortan no lo hacen por decisión libre,
sino obligadas por presiones insoportables de sus parejas, de sus familias y de su
trabajo, frente a las que no ven otra salida. Si no se dan opciones, si no se facilitan
alternativas, la decisión no es voluntaria, es obligatoria.

• No es feminista. La activista gay Beatriz Gimeno afirma que «en el fondo del
debate sobre el aborto late el miedo milenario a que las mujeres controlen sus cuerpos
y su sexualidad sin permiso de los hombres». La realidad es que las feministas
fundamentalistas odian hasta tal punto ser ellas las embarazadas en lugar de los
hombres, que prefieren matar esa vida antes que reconocerse diferentes al género
masculino. Y antes que ayudar a las mujeres que sí quieren tener esa vida.

• No es un derecho. Ninguna mujer tiene derecho a matar una vida. Aunque viva
dentro de su cuerpo. Es esa vida la que tiene derecho a ser protegida. Igual que es el
niño el que tiene derecho a ser adoptado, no sus futuros padres quienes tienen derecho
a adoptar.

• No es salud. Los centros de aborto no informan a la mujer sobre los detalles de este
tipo de intervención, las consecuencias físicas y psicológicas que tiene. Desde
perforaciones uterinas, pérdidas y prematuridad del siguiente hijo hasta alteraciones
del deseo sexual, esterilidad y graves alteraciones psiquiátricas. El síndrome post-
aborto es una traumática y dolorosa realidad que siempre se ha tratado de ocultar.

• No es solidaria. Si tomamos la solidadridad como sinónimo de apoyo, respaldo,


ayuda o defensa, el aborto es justo lo contrario. Porque ni apoya a la mujer
embarazada, ni respalda su situación, ni la ayuda a superarla ni, desde luego, defiende
la vida que lleva dentro. Frente a los valores de entrega, caridad y amor al otro, los
partidarios del aborto transmiten conceptos puramente egoístas: mi cuerpo, mi
derecho, mi bienestar, mi comodidad, mi vida… yo, mi, me, conmigo.

• No es un logro de la sociedad. Todos los expertos coinciden: el aborto es un


fracaso de la sociedad. Existe una reveladora carencia de recursos e interés, por parte
del Estado, en la asistencia, la formación y la información. Algo que, según el doctor
Jesús Poveda, evitaría 3 de cada 4 abortos. Eso sí que sería un logro de la sociedad.

• No defiende a la mujer. Defender a la mujer es informar de las opciones y ofrecer


los apoyos necesarios para que puedan, si quieren, tener a su hijo y atenderlo. Y eso
no lo hacen ni las asociaciones proabortistas ni las feministas ni, desde luego, el
Estado. Sí organizaciones provida, como Fundación Madrina, que ya ha atendido a
140.000 mujeres en ocho años.

• No es progresista. No dejar nacer a un ser humano es matar todo su futuro. No dejar


nacer cientos de miles de seres humanos es matar el futuro de una sociedad. Y, de
paso, envejecer considerablemente la población. ¿Es eso progreso? ¿Ésta es la
evolución que queremos? ¿Cuál será el próximo ´avance´?
• No es moderno. Ganarse los votos de los jóvenes incitando a las adolescentes a
realizar un acto de gran trascendencia disfrazado de bagatela, sin contar siquiera con
el consejo de sus padres, no es ser moderno, es ser miserable. La nueva ley convertirá
el aborto no va a hacer más felices a las adolescentes; sólo las hará más inconscientes
y, a la larga, más desgraciadas.

• No es inocuo. Un aborto no es una irrelevante operación de apendicitis o de


agmíldalas. Es la muerte y extracción de un ser vivo singular, independiente de la
madre que lo cobija. Y es, en muchos casos, una experiencia traumática que puede
provocar secuelas psicológicas severas cuando la mujer (o la niña) que ha abortado es
consciente de que lo que le han extirpado es a su propio hijo.

• No es libertad. Hoy, abolida la esclavitud, nadie es dueño de nadie; nadie es


propiedad de nadie. Ni siquiera un hijo. La madre no concibe a su hijo como una
propiedad suya; es más, tiene la obligación moral (y natural) de protegerlo hasta que
se pueda valer por sí mismo, dentro y fuera de su cuerpo.

• No es ciencia. En la Declaración de Madrid, más de 2.000 Académicos, médicos y


expertos se han unido para afirmar que «existe sobrada evidencia científica de que la
vida empieza en el momento de la fecundación»; «el cigoto es una combinación
nueva y singular», con ADN propio. Aunque para la Ministra Aído, un feto de 13
semanas sea un ser vivo pero no un ser humano, «porque eso no tiene ninguna base
científica».

• No es racional. Para la Comisión de expertos de la Ministra Aído, el feto no es


viable antes de la semana 22, y por tanto no es ser humano y por tanto es eliminable
sin problemas. Pero a partir de ese tan preciso momento, por arte de magia, el feto ya
sí es viable y por tanto se convierte en ser humano y por tanto ya no es eliminable.
Todo muy racional y científico.

• No es una mejora. En los países donde se ha establecido la ley de plazos el


resultado es unánime: más banalización, más embarazos, más abortos, más
indefensión, más adolescentes y más veces. Y eso, sencillamente, no es una mejora.

• No respeta los derechos humanos. No me lo invento yo, lo dice la Declaración


Universal de los Derechos Humanos: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales
en dignidad y derechos» (Art. 1). «Todo individuo tiene derecho a la vida, a la
libertad y a la seguridad de su persona» (Art. 3).

• No es económicamente rentable. El aborto es un negocio más que rentable, pero


sólo para los centros abortistas, claro. Para el resto de la sociedad es una gigantesca
pérdida económica. Conrado Giménez, presidente de Fundación Madrina, ha evaluado
en el 5% del PIB la pérdida de riqueza que supone el aborto en nuestro país en
concepto de desierto demográfico y por la marginación laboral que sufre la mujer
madre.

• No es solución. La única solución es que el aborto sea la última solución posible. El


aborto es casi siempre un problema profundo. Para la madre, para su entorno familiar
y laboral, para la sociedad… La única solución es evitarlo en lo posible. Pero ¿cómo?
Simplemente con que la madre acuda al ginecólogo y vea la ecografía de su hijo se
evitan 3 de cada 4 abortos.

También podría gustarte