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FRIEDEN
C A P IT A L IS M O G L O B A L
E l trasfondo económico
de la historia del siglo xx
Traducción castellana de
Juanmari Madariaga
C R IT IC A
HAkCKLONA
Segunda parte
El mundo se disgrega,
1914-1939
1
« Todo lo establecido se desmorona.,.»
" Alies Stiíiidische iind Stehende vcrdampft, alies Mcilige wird cnfwciht, und
dle Mctischcn sind cttdlich gezmingen, íhre Lebensstdlimg, ihre gegen sel rigen
Be'/icliungeii mlt iiüctiterncti Augcii ¡ur/iisehcn, (A^ d ílt.')
E i mundo se disgrega, J 914-1939 75
rías primas del resto del mundo, así como de alimentos e insumos
para fabricar material de guerra.
Estados Unidos estaba en la mejor situación para satisfacer la de
manda de alimentos y armamento. En menos de tres años de neutra
lidad oficial estadounidense, desde agosto de 1914 hasta abrU de
1917, las exportaciones estadounidenses se duplicaron. El superávit
comercial del país Uegó a quintuplicar el nivel de antes de la guerra
con más de 6.400 millones de dólares, casi todos ellos procedentes
del comercio con los aliados. Las ventas de municiones estadouni
denses en el extranjero, alrededor de 40 mUlones de dólares en 1914,
alcanzaban los 1.300 millones en 1916, La agricultura se expandió
enormemente al sustituir Gran Bretaña a sus tradicionales abastece
dores europeos de alimentos por los norteamericanos.
Los aliados pagaban sus compras en ultramar vendiendo lo que
podían — mercancías, oro y finalmente sus activos en el extranjero— ,
especialmente en el caso de Gran Bretaña, cuyos inversores poseían
grandes cantidades de acciones y obligaciones estadounidenses. Al
aumentar inmensamente la necesidad británica de dólares, el gobier
no compró a sus ciudadanos 2.000 millones de dólares de títulos es
tadounidenses — al principio en el mercado, y luego mediante requi-
— para venderlas a inversores estadounidenses a fin de comprar
Miministros. Los británicos utilizaron como agente de compras y coor
dinador a la firma J. P. Morgan 6c Company, que durante décadas ha
bía vendido acciones y bonos estadounidenses a los europeos que de-
sr.ihan invertir en Estados Unidos. Entre 1914 y 1917 las compras de
Morgan por cuenta de sus clientes aliados alcanzaron un promedio
dr mil millones de dólares al año, la cuarta parte de todas las exporta-
>iones estadounidenses, superando el gasto público anual del gobier
no antes de la guerra.
Ijoa británicos se quedaron sin cosas que vender mucho antes de
iiiiiisíacer sus necesidades de guerra. Les habría gustado tomar a cré
dito el dinero, pero al comienzo de la guerra el gobierno estadouni-
dt iiKt había decidido que los préstamos a los beligerantes no eran
I ompiitibles con la neutralidad. Sin embargo, en el verano de 1915 las
ft uciimrcs necesidades de los aliados, junto con la rentabilidad de
iiM, V e n ia s relacionadas con la guerra, llevaron a la administración
I7 S Capitalismo global
L a reconstrucción de E uropa
la década de 1920 parecía demostrar a las clases medías que las eÜtes
de preguerra no estaban preparadas para gobernar. Un pequeño em
presario de Berb'n recordaba; «La Inflación puso un final miserable a
todos mis esfuerzos. No podía pagar a mi gente. Mis activos se habían
evaporado. Volvimos a sufrir hambre y privaciones ... La clase media
\Mittehtand\ todavía relativamente próspera quedó destruida, aque
lla clase media que todavía se oponía al marxismo». Como conse
cuencia de aquella experiencia, recordaba más tarde, se alejó «de un
gobierno que permitía aquella miseria», se unió al partido nazi y se
incorporó a una de sus patrullas de asalto.^^
Los fracasos económicos de los primeros años de posguerra con
tribuyeron al ascenso de una nueva derecha, y a mediados de la déca
da de 1920 movimientos de tipo fascista obtuvieron el apoyo popular,
e incluso el poder, en el sur y el este de Europa. Como reflexionaba
más adelante Stefan Zweig, un judío austríaco que dejó el continente
en 1934, «nada amargó más al pueblo alemán —es importante recor
dar esto^—' nada le enfureció tanto, llenándolo de odio e Inclinándolo
en favor de Hitler, como la inflación, ya que la guerra, por mortífera
que hubiera sido, había proporcionado horas de júbilo, con el sonido
de campanas y fanfarrias de victoria ... mientras que la inflación sólo
servía para hacerlos sentir estafados, ofendidos y humillados; toda
una generación no olvidó ni perdonó nunca a la República alemana
aquellos años y prefirió reponer a sus carniceros».*’'
El colapso más espectacular de las clases dominantes de pregue
rra fue el que tuvo lugar en Rusia. Ei fracaso del zarismo durante la
guerra provocó una revolución democrática en marzo de 1917, y lue
go, en noviembre, la toma del poder por la facción extremista bolche
vique del movimiento socialista ruso. El nuevo gobierno pidió la paz
y aceptó los duros términos de Alemania para conseguirla, sólo para
verse destrozado por la guerra civil hasta finales de 1920. Por enton
ces, para gran sorpresa y aflicción de Occidente, los bolcheviques te
nían todo el control del mayor país del mundo.
El líder bolchevique Vladimir Ilich Lenin no era el único que
pensaba que la revolución rusa sería el comienzo de una oleada de su
blevaciones radicales contra el capitalismo europeo. En poco más de
un año desde que finalizó la guerra, las insurrecciones en Berlín y Ba-
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viera, la toma de] poder por ios comunistas en Hungría y una masiva
ocupación de fábricas en Italia parecían formar parte de una tenden
cia más ampÜa hacia una revolución obrera. La corriente principal de
la mayoría de los partidos socialistas tuvo graves problemas al tratar
de resistirse a las nuevas facciones inspiradas por los bolcheviques. La
mayoría de los socialistas habían apoyado los esfuerzos de guerra na
cionales, y esa asociación con una guerra impopular manchaba ahora
su imagen. Los éxitos electorales de los socialistas eran así una bendi
ción ambigua, al verse implicados en gobiernos ineficaces. Las alas
insurreccionales de cada partido socialista ridiculizaban su apego al
patriotismo nacional y la creencia de que el voto en las urnas podría
cambiar la sociedad. Finalmente se constituyó una Internacional Co
munista con base en Moscú que unió a los partidos socialistas radica
les del mundo.
Aquel temprano optimismo revolucionario desapareció pronto,
dejando a Lenin y sus colegas la tarea de dirigir un país destrozado
que ni siquiera en sus mejores días había parecido un suelo promete
dor para el socialismo, La recién constituida Unión Soviética tuvo
que afrontar la reconstrucción tras la guerra mundial, la revolución y
la guerra civil; era difícil imaginar la construcción de una sociedad
strcialista en un país que hacia 1920 liabía perdido siete octavos de su
capacidad industrial de 1913.^^ Durante los primeros años de pos
guerra los soviéticos se concentraron en resucitar su economía. La
Nueva Política Económica de 1921 permitió poner en pie una frac
ción sustancial de empresas privadas, especialmente en ios pequeños
negocios y la agricultura, y alentó a los campesinos a enriquecerse
cuanto pudieran. En 1924, como en otros territorios del este, la eco
nomía había resucitado. La Unión Soviética permanecía aislada — en
Ilarte por propia decisión, y en parte debido a la hostilidad de los paí
ses capitalistas que la rodeaban— , pero fue restableciendo gradual
mente los lazos económicos con el resto del mundo.
Los aliados occidentales tuvieron que afrontar menos dificulta
des en la posguerra que la Europa central y oriental. Incluso en Bél
gica y el norte de Francia, donde la destrucción había sido más seve
ra, la actividad económica normal se reanudó pronto. Hubo una
niplda expansión de las economías occidentales en 1919 y principios
i8 8 Capitalismo global
cal internacional. El boom de finales de los años veinte fue tan pro
nunciado y sus efectos tan amplios y profundos que en muchos países
recibió nombres específicos: el Renacimiento de Weímar o Die Gol-
dene Zuüanziger [los dorados veintes] en Alemania, los Roaring
Tweniies [rugientes veintes] o la época del jazz en Norteamérica, Les
Annéesfolies [los años locos] en Francia, los Felices Veinte en España,
la era Baldwin en Gran Bretaña, la Danza de los Millones en Cuba,
Colombia y otros países de Latinoamérica...^®
En cierta medida ese crecimiento supom'a ponerse al día tras el
tiempo de guerra; pero tenía también una poderosa dinámica propia,
y su eje era Estados Unidos, El capital y los mercados estadouniden
ses impelían el crecimiento económico de Europa, Asia y Latinoa
mérica. Los bancos y corporaciones estadounidenses inundaban el
mundo con dinero y tecnología. Wall Street sustituyó a Londres
como centro financiero mundial mientras las empresas estadouni
denses establecían miles de sucursales en todo el mundo. En 1929
Estados Unidos había volcado más de 15 millardos de dólares en in
versiones en el extranjero, casi la mitad de ellas en créditos y la otra
mitad en inversiones directas de corporaciones multinacionales, sin
contar los muchos millardos de dólares que debían los gobiernos ex
tranjeros al estadounidense. En poco más de una década, el país ha
bía conseguido una cartera de inversiones internacionales casi tan
grande como la del Reino Unido en 1913, al cabo de más de un siglo.
En palabras del secretarlo de Estado John Hay, «el centro financiero
del mundo, que precisó miles de años para trasladarse desde el Eufra
tes hasta el Támesis y el Sena, parece haber Uegado al Hudson entre
el amanecer y el ocaso de un solo día».'^
Entre 1919 y 1929 salieron de Nueva York más de mU millones
de dólares al año en préstamos. En los años de mayor auge había en
Wall Street casi una cuarta parte de bonos extranjeros frente a tres
cuartas partes de obligaciones de las empresas estadounidenses.^
Entre 1924 y 1928 los estadounidenses prestaron en promedio cada
año 500 millones de dólares a Europa, 300 miUones a Latinoamérica,
200 millones a Canadá y otros 100 millones de dólares a Asia. Los
estadounidenses parecían tener un ínteres inagotable en financiar ne
gocios en países de los (]ue pocos habían oído hablar una década an-
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* 1libra csttrlinii = 4,86 dólares =0,24.1 ona:is de oro - 6,889 de oro. (A^. d e lt.)
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