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CARTA DE LA ANSIEDAD

¡Hola!
Soy la ansiedad, hace tiempo que quiero tener un espacio para hablar contigo.

Sé que sientes horrible cada vez que aparezco y que probablemente crees que estoy aquí para hacerte daño.
Pero no, no estoy aquí para hacerte sentir mal, Estoy aquí porque no había encontrado otra manera de hacerme
escuchar por ti.

Estabas tan ocupada tratando de ser tal vez exitosa, de ser productiva y de demostrarle a los demás que eres
digna de ser amada… que no escuchabas mis pequeñas señales. ¿Recuerdas esa vez que te dio un dolor de
cabeza? ¿O cuando tuviste insomnio por más de 2 horas? ¿O qué tal esa vez que sin razón aparente te soltaste
a llorar sintiendo que algo andaba mal? Bueno, pues todas esas veces era yo misma tratando de hacer algo para
que me escucharas, para que te detuvieras por un momento a sentirme y resolver lo que te estaba pasando.

Pero no lo hiciste, seguiste con tu ritmo de vida; seguiste con tu misma manera de pensar y reaccionar;
preocupándote por el qué dirán, presionándote por ser perfecta, angustiándote por tener el control de todas las
cosas a tu alrededor…, tratando de controlar todo lo que pasará, pensando en todas las posibilidades negativas
y culpándote por cada decisión tuya o de los demás.

Mi intención es llamar tu atención, y te felicito si estás aquí pues significa que ahora ya no quieres evitarme. Sé,
que ya empiezas a estar más dispuesta a sentirme y escucharme.

Y para lograr esto, necesitabas darte cuenta que tu mente está interpretando constantemente la realidad, y que
no siempre tu interpretación es correcta, que puedes caer en errores, creer esos errores, obsesionarte con esos
pensamientos, y alejarte de la realidad que sí está sucediendo. Es momento de que regreses a la realidad y
descubras que hoy, ahí donde estás, estás a salvo, y tienes todo el derecho y la capacidad para tomar las
riendas de tu vida.

Eso sí, necesitarás perderle el miedo al futuro, al dolor, a sentir tus emociones, al fracaso y al qué dirán,
necesitarás hacerte tu prioridad, escuchar tus emociones, darles un espacio y aceptar los cambios de la vida.

Pregúntate realmente cómo quieres vivir y lucha por esa vida, pues es tu vida, y solamente tú puedes decidir
sobre ella… si a los demás no les parece, es porque ellos tienen su propia vida, no tendrían por qué
comprenderte y tú no tendrías por qué controlar lo que piensan sobre ti.

Por eso, necesitas permitir que yo me exprese, perderme el miedo, sentirme para que veas que estos síntomas
tan sólo son una manera de ayudarte a recuperar tu equilibrio, y que, si me escuchas y haces esos cambios, y
que, si aprendes a relajarte y a tener tu mente en el presente, se transformarán. Así es que la próxima vez que
me sientas, cierra los ojos… confía y siénteme, déjate llevar… escucha lo que tengo por decirte, entiéndeme y
después, ¡pasa a la acción! Por favor, ya no me reprimas, ya no te distraigas cada vez que llego… pues así no
podré hablarte y no podrás hacer esos cambios que tú sabes que necesitas hacer.

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