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Tema-4.

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Historia de la Península Ibérica en la Antigüedad

3º Grado en Historia

Facultad de Filosofía y Letras


Universidad de Málaga

Reservados todos los derechos.


No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Tema 4. Hispania en el contexto de la República romana. El concepto de
“romanización”. Conquista y explotación económica. Formación de la sociedad
provincial. Continuidades y discontinuidades indígenas.
1. Introducción: Roma y la romanización en el siglo XXI

2. La conquista romana de la península ibérica: de Escipión el Africano a Augusto


2.1. Desde el fin de la dominación cartaginesa hasta Catón el Censor (206-195 a. n. e.)
No existe un plan prestablecido de conquista o de dominio por parte de Roma. Es decir, no
existe una estrategia consciente de romanización e “imposición de civilización” (como venía
a sostener la tradición historiográfica mommsenianana). Las decisiones se toman sobre la
marcha, en el terreno ante las nuevas situaciones que los romanos se van encontrando.
La acción de Roma se concentró inicialmente en asegurar el control de las zonas costeras
mediterráneas, de los valles del Guadalquivir y del Ebro y de Sierra Morena. Se trataba de
zonas de gran importancia estratégica desde el punto de vista económico y, en gran medida ya
ocupadas militarmente como consecuencia de la guerra contra Cartago.
En 197 AEC cuando se institucionaliza el sistema provincial hispano con el envío de dos
magistrados a la Península Ibérica (pretores, uno para la Ulterior, otro para la Citerior)
estalla en Hispania una revuelta en la que participan diversas comunidades.
Tradicionalmente, esta revuelta se ha interpretado de dos maneras: revuelta antirromana o
sublevación antifiscal. Hoy, sin embargo, se tiende a pensar en una situación más compleja:
es una respuesta violenta ante la insatisfacción derivada del incumplimiento por parte
de los magistrados romanos de las respectivas decisiones firmadas en tiempos de la
guerra. Se producen, en paralelo, ciertos abusos por parte de los administradores
romanos (recordemos: estamos en un contexto de pragmatismo y escasa planificación).
Al no existir un mecanismo de queja o diálogo con Roma (salvo en el caso de Gades), la
indefensión jurídica en la que las comunidades hispanas se encuentran en los primeros años
de dominación romana y la frustración ante las expectativas incumplidas genera esta
situación de rebelión.
En relación con el texto de Livio, señalan que Malaka, Secs, y la Beturia se habían sublevado
ya abiertamente. La situación de rebelión en ciernes, en todo caso, apunta a que
efectivamente la revuelta no era en sí un levantamiento antirromano, sino un conato de
insatisfacción.
La pacificación y el afianzamiento del poder romano en ambas provincias hispana acaban
recayendo sobre el cónsul Marco Porcio Catón, que obtiene un mandato extraordinario para
la Citerior, donde la sublevación se había hecho más fuerte (muerte del pretor Cayo
Sempronio Tuditano). Catón derrota totalmente a los insurrectos en el año 195 a.C.
El comportamiento de Catón en Hispania tiene la importancia de ser el modelo político
seguido por la mayoría de los gobernadores posteriores: búsqueda de fronteras estables y
control militar de la situación.

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2.2. La etapa poscatoniana (hasta 180 a. n. e.)
Etapa caracterizada por el esfuerzo romano en conseguir el total y seguro dominio de los
territorios ya incluidos en las provincias Citerior y Ulterior.
Destaca, en este sentido, el mando del pretor Lucio Emilio Paulo (191-189) en la Ulterior.
Sus victorias sobre las incursiones lusitanas le llevan a ser aclamado como imperator.
A el debemos, por otro lado, el documento epigráfico en latín más antiguo de la península

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ibérica, el conocido como Bronce de Lascuta del año 189 a.C.
Mediante este decreto, Emilio Paulo libera a los servi de la Turris Lascutana (Lascuta)
pudiendo volver a disfrutar de su oppidum y su ager, por lo que se desposee a Hasta Regia,
ciudad de la que hasta este momento dependían de una parte considerable del territorio bajo
su jurisdicción (¿ejemplo de servidumbre colectiva en el mundo fenicio meridional?)
El bronce de Lascuta constituye un documento excepcional para ver qué tipo de
procedimiento administrativos lleva a cabo Roma para controlar y organizar los territorios
conquistados. El pretor Emilio Paulo, sin que medie ratificación estatal, finiquita en doce
días las kalendas de febrero del año 189 AEC, la dependencia a Hasta Regia de la Turris
Lascturana, que pasa ahora a manos del Senado y el pueblo Romano. Se crean así dos
comunidades ya del todo acorde al sistema de la civitas.
Lo importante aquí, en todo caso, es que esta situación se da por decisión del propio
pretor, sin que existiera jurisprudencia previa de cómo había que proceder. Es una
decisión tomada, en efecto, en el momento, sobre el terreno, sin que participe el Senado.

2.3. Sempronio Graco. Las guerras celtíberas y lusitanas (180-133 a. n. e.)


El pretor de la Citerior, Tiberio Sempronio Graco (182-179) será el primero en penetrar
claramente hacía el interior de la península ibérica, estableciendo el dominio romano
sobre las poblaciones celtibéricas más orientales y el valle medio del Ebro.
Fundará en este territorio la ciudad de Grachurris (Alfaro), sobre el Ebro, La consolidación de
frontera que realiza Sempronio Graco abrió una fase de relativa tranquilidad en la península
ibérica. Intensa actividad diplomática.
Esta fase de tranquilidad termina cuando Roma renueva sus guerras contra los celtíberos, al
que se unen ahora los lusitanos (154-133). El pretexto para hacer la guerra a los lusitanos
serán las incursiones que estos realizaban hacia las ricas tierras del sur.
La política romana se caracterizará en este momento por su dureza: en 151 Galba masacró a
varios miles de lusitanos cuando estaban reunidos sin más armas a la espera de una prometida
concesión de tierras que tenía como fin aliviar su situación. Viriato, quien consiguió escapar
a esta masacre, organizó nuevas ropas y sirviéndose de tácticas de guerrilla trajo en jaque a
los romanos hasta ser asesinado el 139. Su muerte abrió las puertas de todo el noroeste al
ejército romano.
El fin de Viriato significó el dominio directo de Roma sobre toda la Lusitania situada entre el
Guadalquivir y El Tajo. Entre el 137 y el 136 a.C. Décimo Junio Bruto apuntaba estos nuevos
dominios con una primera expedición exploratoria y de intimidación sobre la Lusitania
Septentrional, en las zonas de los cursos bajos del Duero y el Limia.
En la citerior estos años estuvieron marcados por la guerra entre Roma y una confederación
celtibérica liderada por los arévacos, centrada en Numancia.

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Historia de la Península Ibé...
Banco de apuntes de la
A pesar de importantes éxitos parciales conseguidos por los celtíberos (como un acuerdo de
paz firmado en 137 y rechazado en última instancia por el Senado romano), finalmente este
sería por completo vencido. Roma destinó en 124 su mejor general, Escipión Emiliano, al
frente de un potente ejército a exterminará de una vez por todo el foco de resistencia
celtíbero, Numancia cae en el 133 tras un largo asedio
La historiografía tradicional quería hacer de Numancia un símbolo de valentía y resistencia

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española.

2.4. De Numancia a César (133-44 a. n. e.)


Esta etapa en la conquista de la península Ibérica por Roma ofrece ya características
diferentes. Más que de auténticas guerras de conquista se trataba de expediciones con el fin
de afianzar la dominación romana en las zonas anteriormente anexionadas. Por otra parte,
entre el 123 y el 120 a.C se procedió a la conquista romana de las Islas Baleares, asegurada
con la fundación de las colonias romanas de Palma y Pollenia.
Durante las décadas finales del siglo II y las primeras del I a.C, el proceso de integración
de las tierras y gentes hispanas en las estructuras sociopolíticas del estado romano avanzó
considerablemente en las zonas en que ya estaba implantando la dominación romana: costas
mediterráneas, valle del Guadalquivir y medio del Ebro. Así se comprende el papel
primordial del escenario ibérico en las confrontaciones civiles que ensangrentar el último
medio siglo de existencia de la República romana: guerra de Sertorio contra el régimen
impuesto en Roma por Sila (82-72 a.C) y de los partidarios de ? contra los de Julio
César.
Pompeyo no solo sometió la Hispania sertoriana a Roma, sino que creó las condiciones
idóneas para que la península ibérica fuera un excelente instrumento reforzador de su poder
político y militar. Una buena parte de la Hispania Citerior pasó a su clientela. El vínculo
creado entre Pompeyo como patronus y las comunidades clientes obligaba al apoyo político y
militar de los locales a la causa de Pompeya, quien a su vez se comprometía a defender los
intereses de las misma en Roma
César, sin embargo, le disputa a Pompeyo este poder. Para conseguirlo se sirvió de los
mismos procedimientos que Pompeya. Durante su estancia en Hispania como cuestor de la
Ulterior aprovechó para ganarse las simpatías y el apoyo de los locales meridionales y de los
itálicos, consiguiendo una amplia clientela, similar a la que Pompeyo había hecho en la
Hispania Citerior.

2.5. Las guerras cántabro-astures (hasta 19 a. n. e.)


Cuando Octavio, elimina a su competidor Marco Antonio, se hizo con todo el poder romano
en el año 31 a.C y comenzó a edificar el nuevo régimen monárquico, conocido como el
Principado, todavía quedaban en la península ibérica algunas zonas y gentes sometidas muy
poco o nada al dominio directo de Roma.
Se trataba, principalmente, de grupos de astures y cántabros que habitaban toda la cornisa
cantábrica y sus estribaciones montañosas hacia la submeseta norte y Galicia. Amparados por
la intrincada geografía de la zona, y debido a la pobreza de su economía de subsistencia, se
habían mantenido hasta entonces extraños al Imperio.

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La reducción de estas gentes al dominio romano se conseguiría tras una serie de duras
campañas militares, intermitentemente desarrolladas entre el año 26 y 19 a. n. e. bajo el
mando sucesivo del propio Augusto y de su lugarteniente Agripa. De esta forma, las guerras
cántabro-astures se enmarcaron en un plan más vasto de pacificación y reorganización de
todas las provincias occidentales del Imperio, sin descartar claros fines propagandísticos por
parte de Augusto y el acceso a los recursos mineros del norte peninsular.

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3. La organización provincial en época republicana
3.1. Prouinciae y magistrados
Sin experiencia alguna en la administración de territorios ultramarinos, Roma adquirió, como
consecuencia de la victoria en la Primera Guerra Púnica, las islas de Sicilia, Cerdeña y
Córcega. La solución pragmática fue, a partir de 227 a.C el envío de dos pretores
(magistrados encargados de la impartición de justicia) para dirigir el gobierno de estos
territorios.
Este es el origen de la ordenación provincial, en la que el propio término provincia remarca la
improvisación ante tareas no programadas: de indicar el ámbito de competencia de un
magistrado pasó a designar el espacio geográfico concreto en dónde el magistrado
ejercía sus tareas.
El fin de la Segunda Guerra Púnica fue el punto de partida de la inclusión de Hispania en el
sistema provincial romano. En 206 AC Escipión recibió el encargo del Senado de ordenar
los asuntos hispanos, regulando las relaciones con las comunidades locales con las que se
había establecido contacto.
En esta época, el territorio controlado por los romanos comprendía ya dos zonas bastante
extensas y netamente distintas, unidas por una estrecha franja a lo largo del mar; al norte, los
pueblos de la costa entre los Pirineos y el Ebro; al sur, el valle del Guadalquivir. La clara
disposición bipartita de los dominios romanos condujo a una división en dos ámbitos de
acción o provincias: La Hispania Citerior y la Ulterior.
Este sistema queda definitivamente establecido a partir del año 197 a. n. e. cuando se envían
a Hispania dos pretores, una para cada provincia: Sempronio Tuditano (Citerior) y Marco
Helvio (Ulterior).
La frontera se sitúa en torno al saltus Castulonensis, una línea que parte del sur de Cartago
Nova pasando por Sierra Morena. La línea de demarcación hacia el interior se irá definiendo
conforma avanza la conquista, aunque nunca fue nítida ni específicamente clara.
Antes de las reformas de Sila:
Las dos provincias fueron gobernadas anualmente por PRETORES, provisto de una fuerza
militar de una legión (unos 5000 soldados de infantería). Tenían reconocido el Imperium
sobre la provincia.
Cuando la situación lo requería, normalmente en tiempos de guerra abierta, el cargo podía ser
ocupado por uno de los CÓNSULES, con un ejército de dos legiones, que podía ser
prorrogado en el mando como procónsul hasta la terminación de la guerra. Es el caso de
Catón en 195-194 a.C.

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Reformas silanas (ca. 80 AEC)
- El gobierno de las provincias se asigna a ANTIGUOS CÓNSULES O PRETORES, con el
título respectivo de procónsules o propretores, magistrados que ocupan indistintamente su
cargo de gobernador de forma anual hasta finales de la República.
- El gobernador provincial disponía de un quaestor, encargado originalmente de las finanzas
en la provincia, legados (legati) y tribunos (tribuni) militares del ejército provincial. También
disponía de personal administrativo (cohorns praetoria): escribas / alguaciles / pregoneros / y
de una cohors amicorum o consejo privado.

Las tareas de gobierno y administración durante el período republicano no eran muy


sofisticadas y se resumían en una norma muy concreta: aprovechamiento económico de la
provincia bajo presupuestos de seguridad.
A partir del 123 a.C se extiende el arrendamiento de impuestos a compañías privadas
compuestas por publicani. A estos recaudadores privados se les arrienda no sólo el cobro de
impuestos y aduanas, sino también la explotación de recursos públicos, como las minas.
Los magistrados provinciales debían hacer igualmente que las comunidades sometidas
cumplieran sus obligaciones con Roma: satisfacer puntualmente el tributo anual
(stipendium), proporcionar tropas auxiliares y hacer observar las leyes romanas.
También impartían justicia entre indígenas (Tabula Contrebiensis – Botorrita II, del 87 AEC)
o con la población civil romano-itálica.
En los ejemplos vistos se observa que la extensión del poder omano en las provincias no
corresponde tanto al Estado romano en sí mismo como a la oligarquía que lo dirige o,
más precisamente, a los conquistadores-gobernadores de las provincias.
Son los gobernantes-jefes del ejército los que conquistan un territorio, los que establecen las
condiciones de entrega, los que hacen repartos de tierra, los que negocian con ciudades y
comunidades en nombre de la propia Roma.
De aquí surge la influencia que sobre las comunidades locales hispanas desarrollaron las
personalidades romanas durante los siglos II y I a.C.
Esta influencia sobre los locales contribuiría a atraerlos a los intereses de Roma, pero sobre
todo era el pilar del poder político y militar de los magistrados que actuaban o habían actuado
en Hispanoa. Se crean así clientelas y verdaderas esferas de influencias dinásticas, que
persisten a lo largo del tiempo. El hecho estaba fuertemente enraizado tanto en instituciones
tradicionales indígenas (fides, devotio) como en la misma sociedad romana.
Los beneficios de este patronazgo: promulgación de leyes, pacificación entre las tribus,
repartos de tierra, defensa de los intereses provinciales ante el gobierno.

Texto. Las quejas de los hispanos (171a.C.)


Luego, los legados de algunos pueblos de ambas Hispanias fueron conducidos al Senado.
Tras exponer sus quejas sobre la avaricia y la soberbia de los magistrados romanos, de
rodillas suplicaron al senado (…). Puesto que se quejaron también de otros actos indignos y
quedó de manifiesto que algún dinero había sido sustraído, se le encomendó al pretor Lucio
Canuleyo, quien había obtenido Hispania en el sorteo, que por cada uno al que los hispanos
reclamasen dinero, nombrase él a cinco recuperatores del orden senatorial y permitiese que
los hispanos eligiesen libremente a sus patroni (…) Designaron cuatro: Marco Porcio Catón,

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Publio Cornelio Escipión, hijo de Cneo, Lucio Emilio Paulo, hijo de Lucio, y Gayo Sulpicio
Galo.
Los recuperatores vieron primero el caso de Marco Titinio, quien había sido pretor en
Hispania Citerior en el consulado de Aulo Manlio y Marco Junio. Dos veces hubo de
aplazarse la causa y a la tercera, el acusado fue absuelto (…).
(…) Corría el rumor de que los abogados no permitían que se molestase a personas

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nobles y poderosas, y el propio pretor Canuleyo vino a incrementar las sospechas, pues,
abandonando el asunto, procedió al reclutamiento y luego, de improviso, se marchó a su
provincia, para que nadie más fuera vejado por los hispanos… Así fue olvidado, en silencio,
el pasado (…). Livio.

Texto. La fundación de la colonia latina de Carteia


Vino de Hispania otra delegación de una nueva clase de hombres. Recordando que habían
nacido de soldados romanos y de mujeres hispanas, con las que no existían matrimonio
legítimo, más de cuatro mil, pedían que se les diese una ciudad en la cual vivir. El Senado
decretó que inscribieran ante L. Canuleio sus nombres y los de aquellos a quienes él hubiese
manumitido; decidió establecerlos en Carteia, junto al Océano, permitir que estuviesen en el
número de los colonos los carteienses que quisieran permanecer en su ciudad, una vez les
fuera asignado un lote de tierra, que fuera una colonia de derecho latino y que se llamara de
los libertini. Livio

3.2. La ciuitas romana


La ciuitas es la unidad administrativa básica del Estado romano. El ejemplo es la propia
Roma: la ciuitas por excelencia. Cada ciuitas no solo cuenta con su núcleo urbano, sino que
por lo general también incluye un territorio rústico (ager), dentro del cual podemos encontrar
otras unidades urbanas menores.
La creación de las ciuitas fue siempre obra de la administración romana, ex novo o a partir de
ciudades ya existentes.
En ciertos casos algunos grupos étnicos (ya sean tildados de gentes o populi) acaban siendo
asociados a una ciuitas que ejerce de capitalidad: edetanos-Edeta, oretanos-Oretum,
bastetanos-Basti.
En las relaciones de Roma con los hispanos, aparte de la división en provincias, era necesario
recurrir a unidades administrativas menores que facilitaran las tareas de gobierno. Hispania
era un conglomerado heterogéneo de comunidades políticas y entidades étnicas que a pesar
de la conquista, no desaparecen ni funcionan de manera pasiva.
A lo largo de la República, y durante el imperio, la administración romana, nacida de la
improvisación, no suprimió las instituciones locales. Sí procuró adaptarlas a unos módulos
territoriales relativamente uniformes e incluirlas en un cuadro urbano para ejercer un control
más efectivo sobre las mismas. Esta política provocó modificaciones sobre la organización
nativa del territorio desde el mismo comienzo de la conquista, experimentando así
importantes cambios introducidos por la administración romana: reducción del territorio,
traslado de poblaciones, confiscaciones y repartos de tierra, creación de ciudades…

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Cuando roma se encuentran ciertas ciudades aparecen ciertos grupos étnicos, a partir de la
llegada de roma la ciudad es la que crea el nombre étnico, estos existían pero no con este
nombre o esas características.

Estatutos jurídicos de la ciuitas


● Ciuitates no privilegiadas (peregrinas – peregrinae)

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➔ Ciuitates federadas (foederatae)
➔ Ciuitates libres (liberae) o libres e inmunes (liberae et inmunes)
➔ Ciuitates estipendiarias (stipendiariae)
● Ciuitates privilegiadas
➔ Colonias
➔ Municipios
Las colonias y los municipios son, al mismo tiempo, de dos tipos según su estatuto jurídico:
de derecho romano o de derecho latino.
El derecho latino (ius Latii) es típico de los aliados itálicos o socii hasta 89 a.c. (guerra
social). Es un escalafón intermedio para alcanzar el grado total de ciudadanía romana. A los
habitantes de derecho latino se les reconocerá plenamente los derechos civiles (ius conubium
y ius commercii), pero los políticos quedaban limitados (Ius suffragii y ius honorum).
No obstante, los ciudadanos latinos también tenían la posibilidad de la ciuitas per honorem
(ius adipiscendae civitatis per magistratum), es decir, el derecho a acceder a las ciudades
romana plena mediante el desempeño de una magistratura dentro de su comunidad.

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CIUDADES NO PRIVILEGIADAS (PEREGRINAS)
-Sus habitantes son peregrini, es decir, extranjeros (no romanos)
-3 tipos:
1. Federadas o foederatae. En la península ibérica, sólo se conoce bien el caso de
Gades, que firma un foedus (“pacto” o “alianza”) con Roma en el mismo año 206
a.C. Están libres de tributos y se les reconoce plena autonomía política interna. Si

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tienen la obligación de apoyar militarmente a Roma siempre que esta lo requiriese.
2. Libres e inmunes o liberae et inmunes. Escasas en Hispania. Están exentas del pago
de tributo y son independientes en la gestión de sus asuntos interiores, por decisión
unilateral romana.
3. Estipendiarias o stipendiariae (dediticii). Son la gran mayoría de ciudades
peninsulares durante la época republicana y altoimperial. Rendidas
incondicionalmente a Roma por deditio.Sometidas a un stipendium o tributo fijo y
anual. Cargas militares ordinarias y extraordinarias.

CIUDADES PRIVILEGIADAS (ROMANAS)


-2 tipos: colonias y municipios. A su vez, estas ciudades pueden ser de derecho latino o de
derecho romano:
● Colonias. Son ciudades fundadas (o refundadas) ex novo, siguiendo un conjunto de
rituales fundacionales (deductio) que incluían siempre el reparto del territorio en lotes
de tierra para cada uno de los colonos. La mayor parte de las colonias romanas
procedían del asentamiento de veteranos legionarios tras su licenciamiento. Suele ser,
en su mayoría, de derecho romano. No obstante, en la península ibérica hay un caso
singular, el de Carteia, refundada como colonia de derecho latino en el año 171.
Ejemplos de colonias romanas en la Hispania republicana: Itálica (206 a.c.), Gracchurris
(179 a.c.) y Corduba refundada en 152 a.c. por M. Claudio Marcelo con ciudadanos
romanos y autóctonos seleccionados.
● Municipios. Son la ciudad por excelencia, en la PI serán ciudades no romanas. Los
municipios serán, siguiendo el ejemplo itálico, antiguas ciudades no romanas, es
decir, peregrinas, a las que se les acaba otorgando en un momento determinado el
derecho de ciudadanía (ya romana, ya latina) gracias a la rex flavia. Ello obligaba a
“refundar” la ciudad y proveerla de las instituciones y leyes romanos, renunciando así
a sus fórmulas administrativas propias.
Para poder alcanzar este privilegio era necesario unas condiciones previas: poseer un núcleo
de oligarcas ricos que pudieran encargarse de los gastos ligados a las magistraturas
municipales, haber alcanzado un grado de integración suficiente y merecerlo a los ojos del
Estado romano. Gades, por ejemplo, se convierte en municipio romano en el año 49 a.c. a
manos de César.

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En el interior y, especialmente, en la mitad norte (Citerior-Tarraconensis), se encontró Roma
con una amplia gama de unidades territoriales que podían contar con núcleos de población,
pero que se enmarcan en entidades tribales o de parentesco que no casan bien con el concepto
de comunidad cívica.
Cuando la dispersión de sus habitantes, todavía poco afectados por fenómenos urbanos, no
permite su conversión en civitates, el gobierno romano las consideró, administrativamente
como populi indiferenciados.
Plinio suma a los piùlis o entidades étnicas. Este autor es la principal referencia para estos
populi, los integran en regiones.
La tendencia fue la transformación de estos populi en ciuitates mediante la creación de
centros urbanos en su territorio, a lo largo de un proceso lento, que se prolonga durante la
república y todo el Imperio.
3.3. Emigración y colonización
La llegada de componentes romanos-itálicos a Hispania, es como hemos visto, temprana, ya
desde el año 206 a.C. cuando Escipión asentó en el valle del Guadalquivir a los soldados
heridos e inválidos de la batalla de Ilipa (Itálica).
A pesar de ello, la llegada de individuos de origen itálico a la península ibérica durante el
siglo II no fue excesiva y sobre todo, fue desigual. Junto a las colonias y los campamentos
militares, el componente itálico se concentró en los puertos del Levante: Ampurias, Tarraco y
Cartago Nova. De hecho, junto a los soldados, la mayor parte de los emigrantes que

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encontramos en Hispanias son comerciantes, además de publicani y negotiatores (libertos en
no pocos casos).
Además de al negocio minero, se dedicaban a fletar barcos o actuar como prestamistas y hay
mucho liberto que se dedican a estas actividades.
Durante el siglo I a.c. La emigración a Hispania crece, posiblemente por la situación política
y militar que vive la propia Roma y también las provincias orientales (problemática en

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oriente), ahora menos atractivas a pesar de su riqueza (macedonia, Acaya,Asia…)
En el transcurso de casi un siglo permanente de guerras civiles, las colonias habían perdido su
función original de avanzadilla de control. A partir del año 44 a.c. Con César y con Agusto
continúa, las colonias perseguirán otras funciones: dar una solución a la falta de tierras para
veteranos y plebeyos en el suelo italiano (propagandísticas o económicas).

3.4. Aspectos económicos


Desde 206 hasta Numancia (133) la principal fuente de ingresos del Estado romano fue el que
procedía de la guerra: botín y metales nobles. El siglo II se caracteriza desde el punto de
vista de la explotación económica, por una excesiva presión sobre las comunidades
conquistadas.
Al mismo tiempo, desde temprano hay un aprovechamiento intenso de los propios recursos
naturales de Hispania, particularmente de los mineros de dos zonas: Sierra Morena y Cartago
Nova.
La actividad económica y comercial contribuirá a la extensión de la moneda por toda la
península ibérica. A partir del siglo II la acuñación, que en términos generales se mantiene
como prerrogativa ciudadana, se generaliza tanto en la Citerior como en la Ulterior.
A finales del siglo I, Estrabón enumerará los principales productos naturales y
manufacturados que se exportan desde el sur de Hispania: trigo, vino y aceite a lo que hay
que sumar cera, miel, cochinilla para tintes y bermellón para decoración. El de Amasia alude
también a la exquisitez de la lana y los tejidos hispanos, así como a la riqueza de su cabaña
ganadera y el poderío de sus astilleros.
Los productos de salazón, siguiendo la tradición y formas fenicias anteriores, también
constituyen una industria importante a partir de la época republicana.

4. Entre la unidad y la diversidad: el papel de las comunidades locales

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