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E SC U E LA D E A N I M A C I Ó N M I SI O NE R A

E l m a nd a t o m i s i o n e r o d e J e s ú s

“La Buena Nueva debe ser proclamada,


en primer lugar, mediante el testimonio.”
(Pablo VI)

“Sed mis testigos”


(Hechos 1, 8)

En todo el mundo, manifestando con vuestras palabras y


obras lo que el mismo Jesús hizo y dijo

AGOSTO / SEPTIEMBRE 2006 17


Es cuel a de ani maci ón mis io nera

Testimonio de un africano
“Cuando los misioneros llegaron por primera vez a mi
país –narra un africano- ellos hablaron de Dios que creó el
mundo como si fuera un Dios diferente del que aquí cono-
cíamos.

Nosotros escuchábamos y comparábamos lo que oíamos


y lo que leíamos en la Biblia y descubrimos que es el
mismo Dios que desde siempre habíamos conocido.

Nosotros recibíamos de los misioneros muchos elemen-


tos nuevos. Especialmente acogimos el hecho de que podía-
mos llegar a conocer a Dios en forma personal a través de
Cristo. Pero todos, a excepción de los misioneros, nos
dimos cuenta de que su Dios es el mismo Dios nuestro.

En otras palabras, nuestro Dios había traído a los misio-


neros para que ellos aumentaran nuestra comprensión y
nuestro empeño.

Pero los misioneros no trajeron consigo un nuevo Dios.


Y esto es cuanto quisiera hacer comprender a los que son
enviados, para que no pierdan tanto tiempo cambiando
nuestro modo de vida sino que se dediquen a construir algo
valioso sobre el fundamento que ya está aquí”

A BR I R LO S O J O S
Si es Dios el que nos lleva y no tanto nosotros quienes lle-
vamos a Dios, entonces el primer objetivo de la misión ad
gentes no será demostrar sino mostrar; no será un conven-
cer sino un hacer ver; no será un lavado de cerebro sino un
abrir los ojos.

Y eso sólo se hace a partir del testimonio.

18 AGOSTO / SEPTIEMBRE 2006


Es cuel a d e ani mac ión mis io nera

La primera forma de evangelización es el testimonio…


El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la
experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías. El testimonio de
vida cristiana es la primera e insustituible forma de la misión: Cristo, de cuya misión
somos continuadores, es el «Testigo» por excelencia y el modelo del testimonio cristiano.
La primera forma de testimonio es la vida misma del misionero, la de la familia cristia-
na y de la comunidad eclesial, que hace visible un nuevo modo de comportarse.
(Redemptoris Missio, 42-43)

desde la pobreza…
Jesús envía a sus discípulos a
anunciar la cercanía del Reino y les
dice: “ No llevéis oro, ni plata, ni
bronce en los bolsillos; ni alforja
para el camino, ni dos túnicas, ni
sandalias ni bastón… al entrar en
una casa saludad deseando la
paz… y anunciad que el Reino está
cerca” (ver Mateo 10).

y la sencillez…
Evangelizar es llevar la paz, acoger y ser
acogido. Evangelizar es saludar por las maña-
nas con un “buenos días” sincero. Evangelizar
es sonreír de vez en cuando y no tener siempre
cara de circunstancias. Evangelizar es pregun-
tar por la familia, interesarse por las preocupa-
ciones del otro. Evangelizar es levantar la vista
del teclado o la pantalla del ordenador cuando
alguien se dirige a ti, y mirarle a la cara.
Evangelizar es ceder el paso, el asiento o la
preferencia por delicadeza, por cariño.
Evangelizar es tener un gesto cariñoso en el
momento oportuno. Evangelizar es escuchar
con paciencia. Evangelizar es hablar sin ser
pesado, sin poner “mis” cosas como centro de
la conversación. Evangelizar es conducir con
prudencia, atento a los otros (vehículos o peato-
nes) para facilitarles el paso. Evangelizar es ser
servicial, hacer pequeños favores con alegría y
soltura. Evangelizar…

AGOSTO / SEPTIEMBRE 2006 19


E s c u e l a de a n i m a c i ó n m i s i on e r a

NUESTRA VIDA
Supongamos que un cristiano o un grupo de cristianos que, dentro de la comu-
nidad humana donde viven, manifiestan su capacidad de comprensión y de acep-
tación, su comunión de vida y de destino con los demás, su solidaridad en los
esfuerzos de todos en cuanto existe de noble y bueno. Supongamos además que
irradian de manera sencilla y espontánea su fe en los valores que van más allá de
los valores corrientes, y su esperanza en algo que no se ve ni osarían soñar.
A través de este testimonio sin palabras, estos cristianos hacen plantearse, a
quienes contemplan su vida, interrogantes irresistibles. ¿Por qué son así? ¿Por
qué viven de esa manera? ¿Qué es o quién es el que los inspira? ¿Por qué están
con nosotros? Pues bien, este testimonio constituye ya de por sí una proclama-
ción silenciosa, pero también muy clara y eficaz, de la Buena Nueva.
(Evagelii Nuntiandi)

“…inesperadamente nos llegó una nota de las autoridades mili -


tares. En tres días debíamos abandonar la zona donde estába -
mos viviendo y trabajando. Reunimos a la gente para explicar -
les la situación. Nos costó convencerles que de momento era
mejor para ellos que “desapareciéramos” oficialmente, aunque
durante meses seguimos visitándolos a escondidas. Sabíamos
que había una orden de disparar sobre nosotros si nos veían.
Cuando el problema que generó aquella situación se solucionó,
nos fuimos a otro lugar. Fueron meses vividos con miedo y ten -
sión. Pero no podíamos abandonar a aquellas familias…”.
(de la carta de un misionero desde América Latina)

Para trabajar en grupos


1- ¿En qué puntos estás de acuerdo con el testimonio del africano y en cuáles no?

2- ¿Qué diferencia hay entre “abrir los ojos” y “lavar el cerebro” en la tarea misionera?

3- Nuestra vida como cristianos es creíble ¿por qué?

4- ¿Qué interrogantes plantea nuestra forma de vivir a quienes nos rodean?

20 AGOSTO / SEPTIEMBRE 2006

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