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Juliano J. Bernand
Copyright © 20201 Juliano J. Bernand Todos los derechos reservados.
Contenido
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Epilogo.
Capítulo 1.
Me esta mirando de esa forma en la que solo ella hacia que perdiera todo el
control.13
-Deja de hacer eso.-cerre mis ojos para no ver el pecado frente a mi.
Pero ella se adueñó de mis pensamientos, se adueñó de mi.
-¿Qué estoy haciendo?-escuché su voz en mi oído haciendo que todo mi
cuerpo temblará.
Solo ella tenía ese poder sobre mi, sabía que lo disfrutaba.
-Hades-suspire.
Se sento en mis piernas, acariciando suavemente mi rostro.
-¿Qué quieres?-dejo un beso en mi mejilla.
Cuando estaba a punto de tomarla para que no estuviera lejos de mi, ella
retrocedió.
Yo detestaba no tener el control. Cuando estaba junto a ella nunca lo tenía.
-Te quiero a ti-me rendí.
Amaba a Hades y no tenía porque seguir negandolo. Era como un veneno
que corría por mi sangre y era imposible curarme. Un dulce veneno.2
Una sonrisa de victoria aprecio en sus labios y la escuche pronunciar: -
Bienvenido al inframundo, Gian.
Y no había vuelta atrás.
Capítulo 2.
No era de hacer el trabajo sucio ya que de eso se encargaba mi hermano
menor, pero a veces era necesario actuar en algunas ocasiones como está. Donde
tenía a un hombre de arrodillado rogando por su vida, pero esas cosas no
funcionaban conmigo menos cuando intentas robarme y traicionarme.9
—Son unos jodidos incompetentes.—gruñí a los hombres que estaban a mi
lado, quienes deberían de estar haciendo el trabajo que al parecer les quedo muy
grande.
—Disculpe jefe.—dijo uno, pero no le tome importancia.
Yo no tendría que estar en el callejón de un bar matando a un bueno para nada, y
sobre todo no debí dejar a mi cita por venir hacer este trabajo.
—Por favor, yo no lo quise hacer.—rogó el hombre con lágrimas en los
ojos.4
No dije nada, solo coloque el arma en su frente y me deshice del problema.
—Desháganse del cuerpo y que está vez el trabajo no les quede grande.—
señale a Cato.—Guía a las princesitas para que no lo hagan mal porque una más
y están fuera.
Asintió.
Salí de aquel mal oliente lugar para ir a casa a cambiarme, pero mi vista se
fijo en una chica que se encontraba en la acera vomitando. Asqueroso. Le iba a
pasar de largo hasta que su voz me detuvo.
—Pensé que esas cosas eran mentira. ¿Matar a alguien en un callejón?
Nunca pensé estar viva para ver eso.—dijo haciendo que me girará a verla.
Ya no estaba vomitando, ahora se encontraba apoyada a un auto con una sonrisa
en sus labios. Parecía una niña con un peinado parecido al de pucca.16
—¿Qué tal si vas a casa? Una piccola principessa como tú no debería de
estar sola por ahí.—me acerque lentamente a ella quien negó con una sonrisa.
Cuando la tuve frente a mi pude ver sus ojos dilatados demostrando lo
drogada que seguramente estaba.
—¿Qué tal si mejor vigilias dónde haces tus cosas?—se cruzó de brazos
dándome una buena vista de sus senos debido al gran escote de su vestido.
Sonríe.
—¿Mis cosas? Solo ayudaba a un amigo que estaba vomitando igual que tu.
—me encogí de hombros fingiendo estar relajado.
—Yo se lo que vi.
—Supongo que las drogas en tus sistema dice lo contrario. Ya hasta estas
alucinando piccola principessa.—reí al ver su ceño fruncido.
—Seguro la policía me creerá.
Acerque mi rostro a su oído.
—Nadie le va a creer a una jodida chica que está drogada y sola en un bar.
Aquí no paso nada y eso es todo lo que sabes.—cuando me aleje vi una sonrisa
en sus labios.
Sin decir nada más retome el camino hacia mi auto hasta que la escuche
gritar.
—¡Esto no se va a quedar así estúpido viejo!12
No pude evitar reír. ¿En serio me dijo viejo?1
Cuando estuve en mi auto no me fui hasta cuando un chico vino a buscarla
seguro la estaba regañando, pero ella solo reía. Así que cuando ellos se fueron yo
también lo hice.
Cuando llegue a casa una de las mujeres de servicio me aviso que Lorraine
se encontraba esperándome en mi habitación. No puede evitar rodar los ojos, a
veces era demasiado intensa y no la había mandado al otro lado del mundo por el
simple hecho de que una parte de mi le tenía aprecio.
—Mi amor, tanto tiempo sin verte.—dijo en cuanto me vio.
Estaba por darle un beso en la mejilla, pero ella fue rápido e hizo que se lo diera
en los labios.
—¿Cuántas veces te tengo que decir que avises ante de venir?—pregunté
empezando a quitarme la ropa para alistarme. Un amigo me invitó a un club,
algo tranquilo fue lo que me dijo.
—Lo siento, no volverá a pasar.—me miró mientras me cambiaba—¿Dónde
vas?
No tenía que darle explicaciones, pero si con eso lograba que se fuera se lo
diría.
—Tengo que verme con Ares.
Ella sonrió y solo deseé que no fuera porque estaría encima de mi todo el tiempo
y hacia que las chicas no se acercaran.6
—Esta bien, que lo disfrutes.—me besó para luego irse contoneando las
caderas.
Cuando termine de alistarme baje las escaleras y me encontré con Gabrielle,
quien estaba encargada de la limpieza y comida de la casa.
—No dejes que nadie entre a no ser que sean los de lista que te deje.—
asintió.
—No se preocupe.
Salí de casa y vi a Cato que se encontraba apoyado en el auto esperándome.
No me iba a ir solo tal vez termine ebrio y lo último que quería era ocasionar un
accidente.
Cuando llegué al lugar la vista de todos estaba en mi, y no era de menos.
Sabía por una revista que era de lo hombres más codiciados seguro era porque
querían mi dinero.
—Gian Caccini, haciendo babear a todos.—llegó frente a mi Stephen con una
sonrisa.
No era un gran amigo, puede decirse que era hasta un conocido, pero
siempre le daba un poco de confianza de ves es cuando para que él también
confiara en mi.
—¿Qué te puedo decir? Soy lo que todos desean.—me encogí de hombros
haciéndolo reír.
—Bueno, hombre que todos desean acompáñame por un trago.1
Cuando llegamos a la barra ambos pudimos whiskey mientras nuestra vista
estaba fija en los cuerpos que se encontraban bailando hasta que mi vista fue a
parar en una chica en especifico.
Ya no tenía tacones, su peinado de pucca había desaparecido y se encontraba
bailando sola con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa. Cuando sus ojos se
abrieron vi como buscaba algo o alguien con la mirada hasta sus ojos se posaron
en los míos.
Sus caderas se movían lentamente y la veía pasar las manos por su cuerpo
aún con sus ojos fijos en mi invitándome a pecar. Y me estaba calentando porque
fea no era.
Me guiño un ojo, estaba jugando conmigo posiblemente el juego se llamaba
cómo calentar al italiano en minutos. Aparte mis ojos de ella antes de que me
consumiera.
—La hija de Ares.—dijo Stephen a mi lado haciendo que me atragantara.3
Joder.
Ares me describió a su hija como si fuera una niña de quince años, no como
un pecado para el hombre.
—¿Hades Athens?—pregunté queriéndolo confirmar y esté asintió.
—Es la muerte segura, no se si ella sabe que llama la atención o simplemente
lo hace adrede.
—¿Haz salido con ella?—pregunto y negó. Mire su rostro que se veía
decaído, pero rápidamente lo disimulo.
—En una relación no, a veces me llama para que la acompañe a Disney, es su
debilidad. Es como una hermana para mí.
¿Era una broma?
—Una hermana a la cual te quieres follar. Nunca espere eso de ti inocente
Stephen.—me burle y antes de que el pudiera decir algo apareció Ares.
—Que honor tenerte aquí Gian.
—Me invitaste, aquí me tienes.
Entonces apareció, el pecado ante mi con una sonrisa dulce e inocente que
estaba lejos de lo que ella era.
—Está es mi hija.—la empujó un poco cera de mi.
Sus ojos devoraron mi alma y sonreí.
—La famosa Hades Athens.—me coloque de pie para besar su mejilla
dejando mis labios más de la cuenta.
Aspire su aroma a vainilla.
—Gian Caccini.—escuché que susurro.
Me separe antes de que me consumiera.
—Le dije a mi princesa que tu podrías darle trabajo en tu empresa.1
Lo mire extrañado.
—¿Qué sucede en la tuya?—pregunté.
—Ella quiere probar que se siente trabajar en una empresa, pero si es una
molestia le puedo decir a Stephen.
Mire al idiota a mi lado que tenía una sonrisa.
—No te preocupes, es un gusto para mí darle esa experiencia que tanto
desea.
—Mañana estaré a primera hora en su empresa, señor Caccini.—dijo Hades
—Nos veremos en casa, papá.
Dejó un beso en la mejilla de su padre, para seguir con Stephen y terminar
conmigo.
Acercó su boca a mi oído y susurro:
—Nos vemos.9
Y puedo jurar que mi piel se erizo.
Se fue caminando entre las personas hasta que la perdí de vista.
—Tienes una hija muy hermosa.
—Si, es muy dulce mi pequeña.
Tan dulce como el buen veneno.
Capítulo 4.
Me levanté gracias a mi padre que se encontraba tocando la puerta una y otra
vez haciendo que un dolor de cabeza apareciera. No pude evitar gruñir.
El estaba muy emocionado por la cita que tenía con el señor Caccini y yo
solo quería complacerlo.
—¡Ya estoy despierta papá!—grite y escuche su risa.
—¡Te espero en la cocina!—grito de vuelta.
Me levante de la cama para luego estirarme un poco y caminar hacia el baño
para cepillar mis dientes y ducharme.
No esperaba que mi padre le dijera al señor Caccini que me diera un espacio
en su empresa, pensé que le diría a Stephen ya que con él tengo más confianza.
Es como si pusieran a Gian en la boca del lobo porque sin duda yo no iba a ser
una inocente oveja como seguro mi papá se encargo de decirle.
Al terminar de ducharme, me vestí rápidamente con una blusa transparente
que sólo tapaba mis pecho, un pantalón alto y unos tacones a juego.
Me estaba maquillando un poco, nada exagerado cuando la puerta fue tocada
fuertemente.
—¡Mufasa, mueve que mi padre te espera abajo!—grito Artemis, mi
hermano mayor.9
Así que me aplique un poco de brillo labial para luego bajar rápidamente las
escaleras.
—Pensé que trabajaría con Stephen.—dije cuando ya estuve en el comedor
mi papá dejó a un lado su teléfono para mirarme.
Me senté donde estaba mi comida que para mi desgracia era al lado de Artemis,
el era bueno molestando.
—Pensé que era mejor sacarte de tu zona además yo no soy como tu que
ignora el enamoramiento que tiene por ti. A mi no me engaña.2
Rodeé los ojos mientras metía un trozo de panqueque a mi boca.
Me gustaba ignorar el hecho de que Stephen sentía algo por mi cuando yo solo
lo veía como un amigo.
—¿Vas a dejar se hacer pinturitas para tener un trabajo real?—preguntó
Artemis con burla.2
Sabía que no lo decía en serio, el fue quien más me apoyo en mi decisión de
crear mi propia galería de arte donde no sólo tenía oportunidad de hacer ver mis
obras, si no también la de mis amigos o conocidos. No muchas personas sabían
que Plutón era mi galería, tal vez no tenía un nombre muy original, pero me
gustaba.
—¿Vas a dejar de ser un idiota?—pregunté con una sonrisa que se borro al ver la
cara de mi padre.
—Por estúpida.—murmuró para que solo yo escuchará.
—Come mierda.—le respondí de vuelta.
Morfeo abrió sus ojos exageradamente y miró a mi padre para luego
señalarme.1
—¡Ha dicho la palabra con “M”!
Mi padre me miró mal y yo solo me encogí de hombros.
—Artemis comenzó.—dije metiendo un poco de fruta a mi boca.
—Mentira.—dijo pinchando mi brazo con un tenedor.
—¡Papá!—me queje pinchando el brazo de Artemis fuertemente con mi
tenedor.
Morfeo veía toda la escena divertido sin decir ni una palabra.
—¡Ya niños!—mi madre grito entrando al comedor.
Todos nos quedamos quietos. Mi padre tenía una sonrisa de satisfacción que
mi madre le borro dándole un golpe en la cabeza.
—No puedo creer que no los controles.—se quejo.5
—Ya estoy viejo para eso, Jayde.—respondió con una sonrisa.
Tomé un poco de jugo para irme. La relación que tenía con mi madre había
roto, más bien la confianza que no me tuvo cuando le conté quien había sido la
responsable de mis pesadillas y de que ya no pudiera siquiera pensar en tener
sexo con algún chico o chica en todo caso.
—Me voy papá. Después de ir a ver al señor Caccini tengo cosas que hacer y
no quiero demorar.—me levanté con los ojos de mi madre en mi, pero no le
devolví la mirada.
—Se que te irá bien. Te amo.—me lanzó un beso que fingí atrapar y
colocarlo en mi corazón.
—Cursi.—dijo Artemis y le di un golpe en la nuca antes de irme.
Fui a la cochera donde se encontraban una hilera de carros, pero solo dos
eran míos. Uno era regalo por alguien que conocí en mi viaje a Rusia y otro que
mi padre me dio por graduarme de la universidad.
Le envié rápidamente un mensaje a Damien, mi guapo guardaespaldas para
avisarle donde estaría para que me siguiera mientras me montaba en uno de los
autos.
—Vamos Hades, tu puedes, eres perfecta.—me di ánimos mientras intentaba
estacionarme sin dejarle un rayón al carro de al lado.
Al entrar al lugar me fije que todas las empleadas eran un poco voluminosas,
muchos pechos, muchas nalgas, mucho de todo. Me fije en la chica de recepción
y la miré fijamente.
Con mi otra mano tomé un poco de vino y fingí escuchar las palabras que ellos
decían mientras que con la otra que tenía en el hombre a mi lado repartían leves
caricias hasta tenerlo duro bajo mi mano. Me encantaba.
—Si me disculpan tengo que ir al baño.—dijo con la voz ronca para luego
desaparecer rápidamente.
—Ella está entusiasmada por este trabajo, dice que usted es un hombre
interesante.—dice y pude sentir un poco de burla en su voz.
—Tal vez se lleve una sorpresa.—sonrío, pero la sonrisa no duró mucho al ver al
pecado caminar hasta nosotros.
—Hola hija, ya Artemis pidió por ti, al parecer es insoportable, pero sabe lo que
te gusta.
En lo único que podía pensar era en lo hermosa que se veía con ese vestido, tenía
muchas ganas de quitárselo.
Sus palabras me hicieron reír, Hades era fascinante, nada como las chicas con las
que me acuesto.
Quise jugar un poco con el pecado que estaba a mi lado así que coloque mi mano
en su vestido que estaba corto, pero yo solo lo estaba levantando un poco más.
—Algún día tienes que ir a la galería de mi pequeña, te sorprenderá su talento.
Sentí una pequeña mano en mi pantalón que lentamente iba subiendo, tomé un
poco de vino tratando de ignorarlo, pero al sentir un pequeño apretón me ahogue
con un poco de el líquido.
—Si me disculpan tengo que ir al baño.—mi voz sonó más ronca de la que
esperaba.
Cuando llegue al baño me miré al espejo para luego mojarme el rostro con un
poco de agua.
Ella se encuentra comiendo tiras de pollo con papas fritas como si fuera lo mejor
del mundo.
Ya entendía porque Ares dijo que a veces parecía una niña.
—¿Vas a tomar vino junto con eso o prefieres una soda?—pregunte al verla
indecisa al tomar la copa de vino y ella me miró.
Sus ojos se veían tan lindos, esos ojitos que podían encenderme con tan solo una
mirada.
—Soda, por favor.
—Quiero una soda, por favor, que sea Coca-Cola—hablo Hades antes de yo que
pudiera decir algo.
Caminamos fuera del restaurante después de que pagar una generosa cantidad de
dinero, que lo valía porque la comida estaba muy buena.
—¿Hades me acompañas al auto? Ahí esta el teléfono que tengo que darte.
Me había tomado el tiempo de elegir un teléfono perfecto para ella, le iba dar el
trabajo a Kaine, pero preferí hacerlo yo.
—¿Así que te gusta tocar?—su voz sonó como el ronroneo de un gato.
Ella soltó una pequeña risa, que si no fuera porque venía de ella hubiera
resultado tierna.
Abrí la puerta del auto y rebusque entre los asientos traseros hasta que encontré
la caja con el teléfono.
Acorte la distancia que había entre nosotros y cuando estoy a punto de besarla se
alejo.
Reí sin poder evitarlo. Ella era fascinante. Otra razón más para odiarla.
Ella sin decir nada me da un beso en la mejilla, sus labios se quedan unos
segundos haciendo que su olor a vainilla me dejara embriagado. ¿Ella nació con
ese olor o que carajos?
Su risa se escucho por todo el auto haciéndome rodar los ojos, para esa mierda
interrumpen mis canciones.
—De hecho estoy aquí con algunos perros, ya sabes, Kounstantine y Archilles.
—se escucho un ruido al fondo, gritos y palabras que no entendía.
Ya había llegado a casa, solo que aún no iba a bajar del auto. Quería terminar la
conversación que tenia con Jawad para luego tal vez relajarme con un trago o
llamar a alguna chica.
Quería mandarlo a la mierda y decirle que yo nunca lo invite, pero me trague mis
palabras y antes de colgar le dije que Cato iría por ellos.
Me baje del auto y mire como algunos de mis hombres estaban afuera vigilando
la casa, entre ellos estaba Cato que estaba fumándose algo.
—¡Jefe!—exclamó en cuanto me vio.
Me llegó un mensaje de Cato diciendo que todo estaba hecho según lo dije, y
que me estaba esperando afuera con los chicos y el falso secuestro.
Salí de casa y miré como los chicos estaban de rodillas con una bolsas en la
cabeza. Reí fuertemente al escuchar sus gruñidos.
En cuanto sus ojos se posaron en mi, empezaron las maldiciones y los insultos
en ruso, griego y árabe.
—Что с тобой не так?—grito Kounstantine molesto, pero su molestia hacia esto
más gracioso.
¿qué te pasa? 3
—Δεν περίμενα λιγότερο από εσένα, βρώμικο σκυλί—dijo riendo Archilles.
No esperaba menos de ti, perro mugroso.
Mis hombres los soltaron y ellos se levantaron sobando sus manos que
estuvieron atadas.
—¿Ya nos vamos de putas o hay que esperar?—dijo Jawad con una sonrisa
que no prometía nada bueno esta noche.
Capítulo 8.
—Cariño, por favor habla conmigo.—rogo Damien mientras yo comía el
delicioso pastel de chocolate que me había llevado.1
Cuando Damien me fue a buscar al restaurante, claro que me senté en los
asientos traseros, pero me lleve una sorpresa cuando vi que había un trozo de
pastel de chocolate que el habia hecho.
Ahora estábamos parados a un lado de la carretera, le deje unos cuantos
mensajes a la belleza italiana y otros cuanto a Odin.
—Solo te voy a escuchar porque me preparaste este delicioso pastel.
El bajo del auto y yo sin saber que hacer también me baje.
Lo vi a un lado de la puerta mirando al suelo, pero cuando escucho la puerta
del auto cerrarse sus ojos conectaron con los míos.
—¿Puedes acercarte?—dijo y me cruce de brazos.
—Tu eres el que quiere hablar conmigo, tú deberías acercarte.
El asintió, entendiendo mis palabras y mi actitud así que se acerco a pasos
lentos hasta quedar a pocos centímetros de mi.
—Quiero disculparme por la actitud rara que tome contigo, estaba siendo un
idiota por algo que tu no tienes la culpa.
No sabia que decir así que rompí el espacio entre nosotros y lo abrace fuerte
porque me gustaban mucho sus abrazos.
—Te disculpo. Pensé que te habías molestado porque te bese—dije alzando
un poco la cara para tener una mejor vista de su rostro.
El acaricio mi cabello mientras negaba, una sonrisa atravesó sus labios.
—Me gusta alguien, una chica que conocí cuando fui a buscarte a la reunión
que tu padre tenia en el club.1
Me sentía avergonzada, nunca le había preguntado a Damien sobre su vida
amorosa y el nunca me decía nada.
—Lamento tanto que eso hubiera sido incómodo para ti, pero igual no tenias
que tratarme como si fuera una mierda.
—Lo siento tanto, amo tus labios que cuando me pides besarte no lo dudaría
ni un segundo.1
—¿Pero?
—Pero hay alguien más, y quiero hacerlo bien, ¿crees que pueda hacerlo
bien?—su rostro bajo hasta quedar cerca del mío.
—Lo harás perfecto, ella es tan afortunada por tener a alguien como tú.—
sonreí—¿Puedo obtener un último beso?1
El sin decir nada, rozo sus labios con lo míos, todo esto sin dejar de mirarme
a los ojos, y luego atrapo mis labios en un beso suave, corto y a este beso le
siguió otro.
Los besos con Damien siempre eran suaves, inocente, perfectos y deliciosos.
Iba a extrañar mucho esto, ahora esos besos serian para alguien más.1
Al separar nuestro labios deje un beso rápido a la vez que me separaba de su
cuerpo. Ya no tenía a alguien que me diera besos tiernos.
—¿Puedes llevarme a casa de Odin? Se que dije que iríamos mañana, pero
me da miedo dormir sola.
Hoy no podía dormir con Artemis porque tenía una cita con una chica y
seguramente no aparecería hasta mañana y las pastillas para dormir no eran una
opción.
Después del mal momento que pase no podía acostumbrarme del todo a
dormir a sola. Siempre necesitaba a alguien conmigo al lado porque una parte de
mi sentía que debía ser protegida. Las pastillas para dormir mi padre las prohibió
después que me acostumbre a ellas porque su consumo en exceso era un riesgo
para mi salud.
—Está bien, ¿no se molestara si llegas de imprevisto?
—¿Importa? Se merece un susto por no comprarme nada de su viaje a
Colombia.—me encogí de hombros.
Después de subir al auto y tener unos cuarenta minutos de viaje, llegamos a
la casa de Odin. Todo estaba apagado así que Damien espero paciente a que yo
abriera con la llave de emergencia que solía dejar bajo una alfombra.
Encendí las luces para iluminar la casa y así no tener miedo. Subí las
escaleras rápidamente hasta llegar a la habitación de Odin.
Cuando la abrí pude ver a mi mejor amigo en bóxer con una mano fuera de la
cama y durmiendo en una posición para nada cómoda. Al llegar a su lado me
coloque encima de su estómago, y cuando iba a moverme sentí como me
agarraba de las caderas haciéndome gritar.
—¡Maldito idiota! Pensé que estabas dormido. Eres una mierda, me asuste.
—dije golpeando su pecho mientras el reía a carcajadas.
—Damien me escribió que venias, y se me ocurrió hacerte una broma.
Se acomodo hasta quedar más sentado y conmigo a horcajadas. Lo abrace
fuertemente porque tenía tiempo sin verlo y lo extrañaba mucho.
—¿Alguien extraño mucho a su novio?-preguntó en mi oído haciéndome
reír. Me causaba cosquillas.
—No seas ridículo, no eres mi novio.
Apretó mis cachetes para luego besarlos.
—En tu celular me tienes agendado como el mejor novio, ¿eso que te dice?
—Me dice que eres un idiota por agendarte de esa forma.—me moví un poco
y recibí una nalgada por su parte.
Lo mire incrédula, el se encogió de hombros y sonrió.
—No soy de hierro.
—Eres un idiota.—intente levantarme de sus piernas, pero me lo impidió.
Me quede viendo fijamente sus ojos, y el sonreía, una sonrisa ladeada estaba
en sus labios que alguna vez, cuando tenía diez años llegué a besar.
Creo que Odin siempre ha sido hombre de muchas mujeres, desde pequeño
manipulaba a las niñas en la guardería para que le dieran su comida e hicieran
sus trabajos. Era un perro mugroso desde pequeño.
—Alguien me contó que estas trabajando para un italiano caliente como el
infierno.
—Ni me lo menciones, no lo soporto.—cepille su cabello con mis dedos.
Su ceño fruncido me dio a entender que mis palabras no le habían gustado
para nada. El podía ser demasiado protector y celoso conmigo, era lindo a veces,
cuando me dejaba ser igual que el.
—¿Te ha hecho algo?—pregunto tomando mi rostro entre sus manos para
que lo mirara fijamente.
—No me ha hecho nada, agápi.
Pero no lo dejo ahí, su ceño seguía fruncido y mirándome fijamente.
—Si te está haciendo algo dime, eres mi princesita y no quiero que nadie te
haga daño.
Beso mis mejillas y me abrazo fuerte.
—Te amo, pero de verdad no sucede nada. Solo tenemos un juego raro de
quien provoca a quien.
Al terminar de decir esas palabras su risa se escucho por todo el lugar
haciendo que tapara su boca. No era muy temprano y lo menos que quería eran
quejas de sus vecinos.
—¿El sabe que nadie a explorado tus tierras porque tienes miedo?
Mordí el interior de mi mejilla.
Que vergüenza, no el hecho de ser virgen, si no que nadie sabía que lo era
por como solía actuar. Los únicos que saben son Damien, Odin, Thomas y
Amber.
—¿Podemos dormir? Mañana quiero que me lleves a la galería temprano.
Me levante de su regazo para quitar mis zapatos y acomodarme en la cama.
—Solo si somos novios.
Me arrope mientras le daba la espalda.
—Que te jodan.
—¿Por qué no vienes y lo haces tú amor?
Reí, sentí como se movía la cama para luego tener sus brazos rodeándome.
—¿Qué hacías despierto a esta hora? —pregunté cerrando mis ojos,
sintiendo como el sueño venía a mi.
—No lo vas a querer saber así que a dormir. Se que todavía tienes miedo a
dormir sola, eres como una bebé.
—¿Tú bebé?
Antes de que el pudiera decir algo, el sonido de un teléfono lo interrumpió.
—Ese jodido teléfono tuyo, ¿Quién mierda te llama a esta puta hora?
Quise reír al sentir mi teléfono que aún estaba en el bolsillo de mi pantalón,
pero me lleve una sorpresa al ver que era Gian Caccini quien me estaba llamado.
¿Qué necesitaba de mi a esta hora?
—¿Qué mierda?—pronuncie cuando Odin tomo mi teléfono y lo coloco en
alta voz.
Y la habitación se lleno de gemidos. Eran gemidos o alguna gata en celo,
pero sin duda alguien está disfrutando esta noche.
—Vaya, al parecer el jefecito la está pasando bien.
Tome el teléfono de sus manos y coloque la llamada al ver que el no tenía
intenciones de hacerlo.
—Es un mujeriego, ¿qué esperabas?
—Pobre virgencita escuchando esas cosas.
Volví a mi posición anterior y cerré mis ojos. Mañana podría molestar mucho
a mi jefecito por eso y eso me ponía feliz.
Capítulo 9.
Me removí en la cama cuando la melodía de alguna canción pegadiza
empezó a sonar unos minutos para pausar y volver a sonar. Gruñí.
—¿Puedes contestar? De los dos eres la única que tiene de tono Selena Gomez.
—Señorita Athens, que bueno que contesta.—la voz de Kaine me tomo por
sorpresa.
—El señor aún no ha venido y son las doce del día. Hoy no tiene ninguna
reunión importante, pero quería saber si vendría y como tú eres su asistente,
pensé que lo sabias.
Si ella supiera que lo único que sabía del jefe era la follada que se llevó ayer.
—Ahora me estoy arreglando ya que tengo que ir a su casa a ver algunas cosas.
Pero no te preocupes, te mantendré informada.
Mire el teléfono sin creer que me había adquirido ese tono de voz arisco
repentinamente. Desde que la vi supe que era un poco rara.
Cepille mis dientes con el cepillo que tenía en caso de emergencia por si me
quedaba aquí mucho tiempo. También tenía ropa de emergencia en otra
habitación.
Cerré mis ojos para poder eliminar cualquier rastro de shampoo de mi cabello y
escuche como la puerta era abierta para luego escuchar el sonido de alguien que
estaba orinando.
—¿Dónde vas? ¿No era que íbamos a la galería?—pregunto Odin tomando toda
la confianza que le brinde para abrir la puerta de la ducha.
—No te pongas así, amor. No estoy viendo nada que no haya visto antes.
Abrí los ojos cuando creí que ya han a eliminado todo rastro de lo que era el
shampoo y mire al chico que estaba frente a mi.
—El único que esclavo que seré es sexual, y no creo que tu quieras eso.
Al terminar de ducharme fui a mi cuarto para cambiarme, ya que era ahí donde
se encontraba mi ropa. Me coloque un short, con una camisa roja y unas
zapatillas blancas. Me rocíe el perfume de Odin porque tenía planeado que hoy
olería a hombre.
Baje las escaleras tarareando una canción que había escuchado anteriormente en
la radio y llegué a la cocina donde se encontraba mi mejor amigo fingiendo
cocinar cereales en la estufa sin encenderla.
—Me puedes dejar aquí.—dije cuando llegamos a un gran portón custodiado por
grandes hombres.
Mire a los hombres que se encontraban ahí, ni uno me ponía atención. Aclare mi
garganta.
—¿Quién eres?—hablo uno rubio con unos ojos de muerte. Tenía la voz
levemente ronca.
No sabía cómo sentirme al ver cómo los cinco hombres, además del rubio, me
apuntaron con sus armas como si fuera alguna amenaza.
Mire como marcaba algún número, para luego hablar con alguna persona. Solo
lo veía asentir, y su ceño nunca dejó de estar fruncido.
—Así que tu eres la razón por la cual mi amigo terminó acostándose con esas
mujeres.—se levantó.—Un gusto en conocerte preciosa, Soy Archilles
Deligiannis, pero me puedes decir el amor de tu vida.—beso sonoramente mis
mejillas.
El otro chico, me miraba sin decir nada, sus ojos azules me reparaban mientras
pasaba su mano por el cabello, alborotándolo.
Me gire y busque de donde provenía esa voz ronca que conocía. Gian venía
bajando las escaleras con solo un pantalón de pijama puesto, dejando su formado
abdomen al aire.
El tipo que anteriormente me estaba mirando sin decir nada, tenía una sonrisa
torcida y negaba divertido, sus ojos nunca se fueron de mi.
Nos estábamos dirigiendo hacia la cocina, y sus amigos venían atrás de nosotros.
—Ayer tuve una noche pesada, y necesitaba descansar. Igual no tenía nada para
hoy, ¿cierto?
Mire cuando saco la comida del microondas y le eche un vistazo. Era pasta
Alfredo, y se veía deliciosa.
El chico que ahora sabía que se llamaba Kounstantine, solo rio y me enfoco su
mirada en mi.
Yo estaba como un gusano moviéndome, queriendo salir de sus brazos, solo para
fastidiarlo. El blanqueo sus ojos y me dio un pequeño beso en los labios.
El maldito me dio un beso, en frente de sus amigos que veían todo esto como si
fuera entretenimiento gratis.
Gian dejó un plato de comida frente a mi mientras sus amigos comían lasaña que
recién acabo de terminar. Después de colocar cuatro latas de soda se sentó frente
a mi.
—¿Disculpa?
La risa de los chicos a mi lado me hizo girar a verlos. Rodee los ojos y volví mi
vista hasta el hombre que estaba frente a mí.
—Y eso que gustaría, ¿cierto?, tenerme debajo de ti o tal vez arriba, gimiendo tu
nombre una y otra vez.—dije y vi como su cuerpo se tenso. Su respiración se
aceleró. Pasó lentamente su lengua por el labio.
Mientras bajábamos las escaleras escuche una risa, estaba segura que pertenecía
a alguna mujer.
—¡Gian cariño!—chilló.
Mire a Jawad que tenia una sonrisa burlona en su rostro. Gian no dijo nada así
que la chica se acercó y lo saludo con dos besos en la mejilla.
—Tu debes ser la hija de Ares, un gusto en conocerte, soy Rachel Parks.—antes
que pudiera decir algo ya la tenía abrazada a mi.
—Rachel, que te trae por aquí principessa? Te acabo de ver hace una hora.—
Gian la tomo de la mano para luego ir a sentarse con ella.
—¿Te molesta si agarro unas papas fritas?, sabes cuanto amo McDonald’s y ese
sushi que comimos nada que ver.
Antes que pudiera decirles que esa comida era mía y de Gian, el ya le había
pasado la bolsa. Ella rebusco en ella y cuando sacó mis nuggets solo quise llorar.
—¿Quieres que te los traiga?—negué, si Gian que sabía no hacía nada, que
podía hacer Jawad?
Su risa se escucho por todo el lugar. Luego miro a Gian y le dio un beso en la
mejilla.
Le dio un beso en los labios, repito, le dio un beso en los labios y lo acercó más
a él.
-Podemos ver Nadie más que tú, es que quiero llorar un buen rato.
—Si, escuche que es una buena película. Creo que tu y yo seremos grandes
amigas, Hades.—dijo con una gran sonrisa, se veía tan hermosa.
Llegó Jawad con Cerbero y Rachel se emociono pidiéndome que si por favor lo
podía cargar, obviamente yo no accedí y Gian simplemente se lo quito de manos
a Jawad y se lo dio a ella.
Solo quería ahogar a Gian con una almohada, y ni siquiera sabía el porqué. El
simplemente se encontraba devorando la boca de Rachel y yo me encontraba tan
molesta.
No había cenado y ese McDonald’s era mi salvación hasta que el lo daño todo.
El rio e hizo lo mismo, nuevamente yo hice lo mismo haciéndolo reír. Sus manos
repartían leves caricias a mis piernas, cada vez subiendo más.
—No quiero que pienses que esto sería para algo serio, eres una gran persona,
pero no estoy en un buen momento para en tener algo—dijo y asentí
comprendiendo sus palabras, tampoco era que buscará algo serio, pero me gusta
que aclaren las cosas.
—Hades es muy linda.—dijo Rachele sin dejar de ver la absurda película que se
le ocurrió poner a Hades.
Ella se fue a la cocina después de darme un beso que gustoso acepte porque si
Hades se besaba con Jawad yo también podía hacer lo mismo con Rachele.
Al pasar un minutos regreso junto a Jawad y Hades quienes tenían una gran
sonrisa en el rostro. Mire a Hades con mis ojos entre cerrados, sospechado que
hicieron en la cocina.
Antes de que preguntara que clase de cosas tenían que atender, los chicos
llegaron con sus ropas manchadas de lo que parecía sangre. Eso no me gustaba
para nada.
—¿Dónde carajos estaban?—gruñí.
—Ahora no.
Antes de que pudiera replicar, subieron a las habitaciones, Jawad se disculpo con
Hades para luego subir detrás de los chicos.
Ahora solo estábamos nosotros tres, la película pasó a segundo plano, Hades se
encontraba viendo al suelo y Rachel se encontraba viendo a Hades.
—Hades, acércate estas muy lejos.—y ella sin pensarlo se acercó a nosotros.
Cuando estaba por sentarse a mi lado, me sonrió con malicia y se santo en mis
piernas.
—Vaya, tienes la piel limpia.—ahora ella fue la que se acercó más a Hades y le
acaricio el rostro—Esta súper suave.
—Es muy temprano además no eres nadie para decirme a que hora dormir.
Ella me miró con una expresión de burla, y se que malinterpreto mis palabras,
pero igual no lo corregí.
Hades se levantó de mis piernas y casi la tomó de la cintura para que no se fuera.
—Hades, por favor, tienes más de cinco habitaciones puedes elegir la que más te
guste menos la mía.
Rachel se acerco a Hades y deposito un beso muy cerca de sus labios. Mis
pulmones fallaron en ese momento.
Espere que Hades estuviera lejos de nosotros para luego mirar fijamente a
Rachel, exigiendo respuestas.
Conté hasta diez para no hacer alguna escena y asentir. Subí a la habitación sin
decir ni una palabra, me sentía molesto.
¿A caso las veces que me había acostado con ella eran pura tapadera? ¿Desde
que cuando era lesbiana? Pero también estaba la opción de quera bisexual.
Me cambie de ropa rápidamente . Pensé en hablar con los chicos, pero ya era
muy tarde, ya sería mañana cuando no estuvieran las chicas.
Me quedé mirando el techo de la habitación por un buen tiempo hasta que mis
ojos se sintieron pesados y caí en un profundo sueño.
5
————
Me levante exaltado al escuchar gritos provenientes de afuera.
Y la sacudí fuertemente sin saber que hacer. Sus ojos se abrieron adaptándose al
lugar hasta que su vista cayó en mi.
Nos quedamos una hora abrazos hasta que sentía su respiración más lenta y
calmada, baje mi mirada hacia ella y la vi profundamente dormida.
—Cariño estoy fuera esperándote, espero que no te moleste que haya traído
conmigo a Arnell.
Asentí.
Después de despedirme de los chicos, corrí hacia la auto y sin ver atrás me
monte.
A su lado había una chica demasiado rubia y blanca como papel. La mire, pero
luego mi vista para en Damien. Lo veía más de morenas.
—Arnell, ella es Hades, la chica que cuido.—la chica me regalo una sonrisa.
Al llegar a la casa de Azael me baje sin decir nada, pero al parecer Damien si
tenía para decir porque bajo la ventanilla del auto.
—Me escribes cualquier cosa, por favor, no conozco a ese chico y tal vez pueda
ser peligroso.
Toque la puerta fuertemente esperando que Azael pudiera abrir un poco más
rápido para que Damien se fuera y dejara de tener su vista sobre mi.
—Hades, un gusto tener aquí.—dijo apenas abrió la puerta, dándome dos besos.
Subimos las escaleras hasta una habitación, que supuse era donde pintaba. Era
maravilloso, la mayoría eran paisajes, la ciudad y había uno de una niña que
llamó mi atención.
—Me encanta como pintas, es demasiado hermoso, tal vez compre alguna.
El negó riendo.
—A ti te la regalo.
Esa labia era perfecta, pero no iba a caer en ella, ¿Pasar tiempo conmigo? Por
favor, casi a nadie le apetecía pasar tiempo conmigo.
Después de llegar al local ambos pedimos café helado y nos sentamos en las
mesas más apartadas.
—¿El señor de la vez pasada es tu novio? —pregunto con una sonrisa burlona.
El negó riendo.
Reí sin poder evitarlo, era una risa estruendosa haciendo que varias personas
voltearan a verme.
Sin poder calmarme llame a Damien para que fuera por mi.
—Damien por favor ven por mi rápido, estoy en el Starbucks cerca de la casa de
Azael y me siento mal.—dije rápidamente.
Mire el teléfono sin creer lo que había sucedido. Arnell era una maldita perra.
Quería irme a casa, mejor dicho, a casa de Gian y ver muchas películas con los
chicos. Sin más, le envié un mensaje a Gian donde exigía que me viniera a
buscar, le adjunte la dirección y salí del baño.
Después de unos minutos recibí un mensaje de Gian diciendo que había enviado
a Cato para que viniera por mi y eso me calmo.
Todo de había vuelto un poco incómodo, espera que con el cambio yo estuviera
más relajada.
Hablar sobre mi trabajo me encantaba, era algo mío que de verdad me gustaba.
—Veras que todo va salir perfecto, además, además gracias por darme esta
oportunidad. Nunca había llegado tan lejos a pesar de tener una familia
reconocida nunca tuve el apoyo necesario.—su voz se escuchaba apagada, un
poco triste.
Antes de que pudiera responder visualice como Cato venía caminando hacia
nosotros, serio, estaba hablando por teléfono. En cuanto me vio sonrió y se
acercó a paso rápido.
—Señorita Athens.—saludo.
—Disculpa, llamé a Cato ya que no le sentía muy bien, ¿te parece la cena para
mañana? Sabes mi número.
Al montarme al auto le devolví el teléfono a Cato sin decir nada. El viaje hasta la
oficina se me hizo rápido ya que pasé todo el momento escuchando música.
—El señor puede ser muy hiriente cuando está molesto. Igual me quedaré aquí
hasta que usted quiera irse.
Al llegar al lugar no faltaban las chicas que me miraran como si fuera alguna
clase de demonio o hija de satanás.
Sin decir nada me acerque al elevador directo a la oficina de Gian. Al llegar,
Kaine me dedico una sonrisa falsa.
Sin decir nada me entre a la habitación con Kaine pisándome los talones
diciendo que no podía entrar.
Gian al verme, no sonrió, no dijo nada. Se veía que estaba molesto, pero no sabia
porqué.
—Señor, le dije que nadie podía pasar, pero ella no obedece.—se quejo Kaine
mirando a Gian.
Ella me dedico una mala mirada para después obedecer las palabras de Gian. Yo
sin decir nada me senté en su silla giratoria, el me miró, seguía serio y molesto.
Y yo empecé a girar en la silla como si nada.
—¿Qué carajos te paso en el Starbucks? ¿Tiene que ver con tus pesadilla?
Y en ese momento dejé de girar en la silla. Miré a Gian sin saber que decir.
Capítulo 18.
Hades me preocupo. Simplemente me veía sin decir nada hasta empezó a
temblar y me levanté rápidamente para llegar a su lado y mirarla.
—No, de verdad.—mintió.
—Cariño, ¿Qué esta pasando?—pregunté.
Sus ojos se encontraban cristalinos amenazando por soltar lágrimas. Abrió su
boca para decir algo, pero al final solo hubo un pequeño puchero y luego una
lágrima rodo.
—No pasa nada. No hay nada de que hablar, en serio.
Envolví mis brazos alrededor de su pequeño cuerpo, sentí como se tenso,
pero a los segundo relajo su cuerpo.
—Lo siento piccola principessa.—fue lo único que pude decir mientras la
escuchaba llorar.
Después de unos minutos se alejo de mi, limpio sus lágrimas y me sonrió.
Era tan extraña, hace unos minutos estaba llorando y ahora sonreía como si
estuviera teniendo el mejor día de su vida.
—Claro que lo sentirás. No me gustan hablar de eso así que mereces un
castigo por obligarme.—dijo con una sonrisa maliciosa y no entendí.
Yo estaba tratando de que sintiera mejor y me salía con esas locuras. Hades
era extraña o ese era su mecanismo de defensa para tratara de olvidar el tema.
—Vete a casa, se que Cato esta abajo.
La quería fuera del lugar porque sabía que aquí iba a empezar con sus
locuras, pero ella negó aún sonriendo.
—Me quiero quedar contigo.—se abrazo a mi, tomándome por sorpresa—
Además, tenemos que hablar sobre mi despido.
No la iba a despedir, solo quería estar seguro del trabajo que ella estaba
haciendo, así sea que no hubiera hecho nada. Pero lo más importante era que me
encantaba tener a Hades cerca de mi, era algo placentero.
Mire a Hades, actuaba como si no hubiera estado llorando, como si no
hubiera ocurrido nada y me hizo sentir un poco mal. ¿Desde cuando está
pasando por esto?3
—Esta bien, puedes quedarte aquí, pero no hablaremos de trabajo, no te voy
a despedir. Puedes quedarte conmigo y portarte bien.—dije alejándome de ella
para sentarme en mi silla.
Ella asintió la vi marcar algo en su teléfono para luego decir algo sobre
nuggets y un mcwrap.
—¿Te gustan las papas medianas o grandes?—me pregunto y me encogí de
hombros.
—Cualquiera esta bien.
Después de un minutos se sentó frente a mi.
—¿No te cansas?—pregunto, su mirada era divertida.
—¿De qué?
—De tenerme todo el día en tu cabeza.—respondió riendo, como si hubiera
dicho el mejor chiste del mundo.
Y no puede evitar sonreír al verla reír, se veía hermosa y maldición, no tenía
que estar sintiéndome tan bien con ella.
—Deja de ser payasa, baja a ver si llego lo que pediste.
Blanqueo los ojos, pero aún así se levantó.
—Espero que el repartidor esté guapo así consigo algo de diversión.
Antes de que pudiera replicar, ella salió corriendo del lugar. No puede evitar
reír.
Revise un correo de parte del Señor Lee, estaba diciendo que se sorprendió al
enterarse de que Hades trabajaba para mí, y que su asistente tuvo un flechazo
solo con escuchar su voz.
Ahora el sorprendido era yo, sabía que le había dicho a Hades que hablara
con Kaine sobre eso, para que ella se encargara.
Yo pensando en que no era necesaria y ella estaba haciendo lo posible para
hacer bien el trabajo. Era un completo imbécil al no confiar mucho en ella.
—¡El chico era un grosero!—Hades abrió la puerta como si de su casa se
tratase. Se lo olvidaba que estábamos aún en mi trabajo.
—Estamos en el trabajo, por favor compórtate aunque sea un poco.
Ignoro lo que dije y camino lentamente hacia mi hasta abrirse espacio y
sentarse en mis piernas, colocó la bolsa de McDonald’s en el escritorio mientras
sacaba todo lo que había dentro.
—¿Quieres que te de la comida como un bebé?—pregunto con una sonrisa.
—No, yo puedo comer solo.—dije acomodándonos de una mejor manera
para comer.
Ella no dijo nada y empezó a comer sus papas fritas con rapidez, casi
dejando al lado los nuggets. Ella me había pedido un Mcwrap y estaba delicioso
o yo tenia hambre.
Para mi era curioso ver a Hades comer, de las veces que la había visto comer
puedo decir que las papas fritas tienen un efecto calmante en ella.
—Amo comer papas fritas siempre me hacen sentir mejor.
No sabía que decir, ella giro su cara para verme y sonrió, pero no eran sus
típicas sonrisas, está era un poco forzada.
—¿Estás bien piccola principessa?—pregunte dejando a un lado mi comida.
Ella asintió con una sonrisa, con esa sonrisa hermosa que me hacía querer
llenarla de besos.
—Estoy bien.
Tome un trago de mi soda, y casi me ahogo al sentir como ella se acomodaba
encima de mi, rozándome, torturándome.
—Deja de hacer eso.—mi voz salió como un gruñido, pero no lo podía
evitar. No era de hierro.
—¿Hacer que?—me miró como si fuera un inocente ángel.
Cuando era el vivo pecado.
—Deja de provocarme, maldición.
Ella asintió, divertida con la situación y empezó a comer sus nuggets.
—Cuando veo mis nuggets recuerdo como le diste mi comida a Rachel.
Maldición, recordaba eso, definitivamente fui un idiota que prefiero quedar
bien con Rachel y dejar a Hades sin nada.
—Disculpa.—fue lo único que puede decir.
—No importa luego me lo pagaras, ¿Cuándo vayamos a casa podemos
comprarle algo a los chicos?
—Si es lo que quieres.
Mis ojos fueron a caer en sus labios, en la forma en la que comía los nuggets,
era tan rara que pasaba su lengua por ellos antes de meterlos a su boca, su
deliciosa boca que quiero comer.
¿Y que me detenía? Podría tomarla.
Sin medir mis actos, pase mi pulgar por su labio inferior, su boca estaba
abierta justo para adentrar el nuggets en ella.
Ella me miró, sus pupilas dilatadas y nuestras respiraciones estaban
aceleradas.
Estaba a segundos de atacar esos labios cuando la puerta fue abierta dejando
ver a una sonrojada Kaine.
—Largo de aquí.—gruñí y ella no se inmutó, si quiera se movió de su lugar.
Hades se levantó de mis piernas y tomó su comida para volver a sentarse en
la silla que están frente a mí, teniendo a mi escritorio separándonos.
—El Señor Athens lo espera.—dijo rápidamente, estaba nerviosa.
Mire a Hades y su sonrisa no prometía nada bueno.
Yo no podía estar más jodido, Ares estaba aquí y yo tenia una erección
gracias a su hija.
Capítulo 19.
Estaba jodido, había una guerra de miradas entre Hades y Ares, pero ninguno
decía nada así que comencé yo.
Bueno, estaba tan molesto que solo se me había ocurrido enviarle un mensaje a
Ares. Mire a Hades que tenia una sonrisa, y eso no me gustaba.
Ares la tomó del brazo, levantándola de la silla, ella gimió de dolor y se alejo de
él.
Ella solo blanqueo sus ojos, y se alejo un poco más de su padre. Yo solo veía
toda la situación sin saber que decir o hacer.
—Me escribes, llego y me entero que tienes una relación con mi hija.—esta vez
se dirigió a mi.
Mire hacia Hades y luego a Ares y no puede evitar soltar una carcajada, no podía
parar de reír.
Porque Hades aprecio nuevamente, se veía molesta y sus ojos estaban fijos en
mi. Nunca se había ido, estaba detrás de la puerta.
Hades miro a su padre, luego a mi y camino a pasos rápidos para quedar al lado
mío, tomo mi torso y envolvió sus manos hasta tenerme apretado contra ella.
—¿Y por eso quieres huir? Te vas a casa de Gian y ni siquiera lo conoces, vi esas
fotos en la que saliste con sus amigos, ¿Sabes con quienes te estas involucrando?
—Por favor retírate de mi edificio, tu y yo vamos hablar Ares, pero no será hoy.
—gruñí.—No sabes donde te estas metiendo.
Y maldición, se sentía maravilloso. Sus labios acoplándose a los míos, abrió los
labios dándome el permiso de acceder a su cálida y húmeda boca.
Sentí como alejaron de ella, y mire que Ares tenía el ceño fruncido, estaba
furioso.
—Quiero que te alejes de ella Gian, no sabes lo que soy capaz.—no lo deje
terminar porque reí amargamente.
—Tú no sabes de lo que yo soy capaz, vas por ahí amenazándome con decirle a
la gente de mi cuando tu eres igual o peor que yo.—mi tono de voz era bajo.—
Hades ya no es una niña que puedes manipular, cuidado.
Después de una última mirada salió de la habitación. Quería romper todo lo que
estuviera a mi alcance. Mi teléfono sonó indicándome que tenia un mensaje y me
acerque a tomarlo.
Rodee los ojos, este día no podía ser peor. Recogí todas mis cosas y al salir de la
oficina Kaine me miró con curiosidad.
—No regreso hasta la otra semana. Solo me llamas si es muy importante. Fénix
esta a cargo. —no espere que respondiera y me subí al elevador.
Mientras el elevador bajaba le envíe un mensaje a Cato que nos iríamos a casa y
que tuviera pendiente si alguien me venía siguiendo. Era difícil despistar a los
periodistas, casi siempre seguían el auto que no era.
—Me puedes decir que esta pasando? Me he saltado tres semáforos de lo ansioso
que estaba.
Ese cabron de Bruno me estaba jodiendo, tuve que deshacerme de el cuando tuve
oportunidad.
—¿Qué carajos?—susurre.
Ares me había contado que habían secuestrado a Hades y que quedó un poco
traumada con eso, pero nunca me contó de qué estaban haciendo eso con ella.
—El muy cabron me envió un mensaje diciendo que si quería ver a la pequeña
princesa pasando por lo mismo.—negó.
No sabía que hacer, estaba en shock, pero estaba seguro que tenía que acabar con
Bruno, y maldita sea el momento que se entero que estaba involucrado con
Hades.
Capítulo 20.
Dentro del auto mi padre se la pasó regañándome y culpándose de mi no-
romance con Gian.
—Papá, se que todavía me ves como esa niña de diez años que lloró porque
Mickey mouse no quiso ser su novio, pero ya no soy así.—asegure.
—Todo esto es mi culpa por haberte mandado donde Gian sabiendo que a ti te
gustan los idiotas.—siguió lamentándose así que no dije más nada.
Baje del auto cerrando de un portazo escuche como mi padre decía algunos
insultos en griego, siempre lo hacía cuando estaba molesto.
Cuando entré me encontré a mi madre en las escaleras, pero le pasé de largo para
ir directo a mi habitación, no tenía ganas de discutir.
Mi acosté y cerré los ojos un momento para conseguir paz y tranquilidad que no
duró ni un minuto porque escuche la puerta de la habitación abrirse.
Volví a cerrar mis ojos y sentí como la cama se movía, gruñí y volví abrir los
ojos encontrándome con Artemis sentado al lado mío.
Me enderece hasta quedar sentada igual que Artemis. Al final todos estábamos
sentados en mi cama.
El me miró, estaba nervioso, negó y miró a mamá. Hizo un gesto con las manos
y ella me miró.
Artemis no estaba muy seguro, pero después de ser arrastrado por Morfeo se fue.
Papá no lo pensó dos veces y salió de la habitación cerrando la puerta.
—Quiero disculparme, se que soy muy insensible a veces, pero trato de hacer lo
mejor. Trato de comprenderte y no ser la mala del cuento, se que prefieres a tu
padre más que a mi, pero no olvides que yo también te quiero demasiado.—su
voz se quebró y yo la envolví en un abrazo.
Dios, esperaba años por una disculpa. Y ahora que la tenía me hacía muy feliz,
mi mamá no tenía el corazón de una roca.
Amaba comer Bougasta, era un postre Griego elaborado a base de capas de pasta
de filo rellenas con una crema pastelera, también se podía elaborar con queso o
carne picada. Yo lo prefería con crema pastelera.
—¿Puedes guardarme algunos para mis amigos? Estoy segura que les van a
gustar.
Hades: ¿seguro vienes por mi? Espero que no sea una farsa, tengo una
sorpresa para los chicos, bueno, más para Archilles.
Deje el celular a un lado, pero este sonó de inmediato. Me fije que era un
mensaje de Gian, lo abrí con una sonrisa que desapareció al ver que era una foto
con Lorraine Steel, ella junto con su hermana hicieron de mi vida un verdadero
tormento solo porque no soportaban ver a alguien mejor que ellas.
Gian: como puedes ver el esta ocupado, niñata así que ni sueñes con que el
vaya a buscarte. Besos.
—¿Se van quedar mucho tiempo por aquí? O van a regresar a sus hogares?—
pregunte.
—No sabría decirte, pero surgió un problema y nos quedamos por un tiempo.—
sonó preocupado, hasta un tanto nervioso, pero no quise ser metida y no
pregunte.
—¿Pueden venir hoy? Será como una pijamada, la pasaremos muy bien de
verdad.
—Claro, no sería problema para nosotros, nos gusta pasar tiempo contigo.
Estaremos ahí como a las siete, ¿te parece?—asentí.
—Si, dile a los chicos que mamá esta haciendo Bougasta. Se que Archilles estará
encantado.—reí.
La puerta la habitación fue abierta dejando ver a Damien, sudado y con los ojos
rojos.
—Si, no olviden venir por favor. Tengo que colgar, te quiero.—colgué antes de
que pudiera decir algo.
Mierda, le había dicho que lo quería. Eso era un error, ahora va malinterpretar
mis palabras.
Y como yo era Hades Athens me senté a horcajadas encima de el. Escuché como
suspiro, pero no me movió.
—Dime una razón por la cual te vas.—me moví un poco sobre el para
molestarlo.
Mire como los ojos de Damien estaban fijos en los labios, pasé mi lengua
lentamente sobre ellos y sonríe.
—¿Te vas por la chica que casi hace que te metas en problemas?—acaricié
suevamente su cabello y el asintió.
Sus ojos se cerraron, dejándose llevar por lo toqué en su cabello. Aleje unos
segundos mi mano para buscar mi teléfono y rápidamente tomarle una foto a
Damien que seguía con sus hermosos ojos cerrados.
Viéndolo fijamente pase lentamente mi lengua por sus labios haciendo que
abriera los ojos de golpe.
—No deberías dejar el trabajo por una chica, me dijiste que lo necesitabas.—dije
y el negó.
Quise reír.
Arnell vale tanto la pena que esta aquí conmigo en sus piernas.
—Pero quiero que cumplas tus sueños, serias un gran chef y tendrías tu propio
restaurante.
Damien era un buen cocinero, al principio yo era quien le pagaba sus clases de
cocina, pero luego el se negó diciendo que sentía que se aprovechaba de mi y
empezó a pagarlo el. Sabía que el podía pagarlo, pero quería ayudarlo, así podría
ahorrar para su restaurante y para los medicamentos de su madre.
Antes de que pudiera decir algo su teléfono sonó, lo saco de su bolsillo, miro y
negó con la cabeza.
—Hola cariño, ya casi termino así que puedes ir arreglándote para ir a cenar.—
rio.—No tienes nada que preocuparte, te amo.—colgó.
—Hades por favor.—rogo y lo ignore volviéndolo a besar, esta ves deje que el
llevara el beso a uno lento, demasiado diría yo.
La quería enviar directo a su casa porque no tenía ganas de liderar con ella y sus
delirios de que era mi novia. Pero al final terminé asintiendo porque no quería
discutir y tenía hambre.
Le dejé una de mis camisas a Lorraine antes de ir al baño a ducharme y
cepillarme los dientes.
Cuando termine salí del baño y me encontré aún con ella en la cama,
supongo que no de sentía cómoda con los chicos abajo.
Cuando termine, bajamos y fuimos directo a la cocina, no pase por alto que los
chicos se encontraban en la sala de estar hablando, pero me llamó la atención su
conversación al escuchar el nombre de Hades salir de la boca de Jawad.
Calenté un poco de ravioli para ambos con la atenta mirada de Lorraine en mi.
Ahora no habría quien me la quitara de encima.
—Voy hablar algo con los chicos, tu quédate aquí.—dije mientras tomaba mi
plato y me dirigía a la sala.
Los chicos se encontraban bromeando y riendo, cada uno con una botella de
leche con chocolate en la mano. Parecían unos niños y yo el padre.
—Mira quien nos honra con su presencia.—Archilles sonrió.
Me senté a su lado.
—Habla bajo que seguro y debe estar escuchando.—dije sabiendo que ella no se
quedaría quieta.
Metí una generosa cantidad de pasta a mi boca mientras trataba que Archilles no
agarrar nada del plato.
—No importa, quiero saber que estaban hablando de Hades, ¿le paso algo?
—No, solo nos invito a su casa a una pijamada. Su hermosa madre preparo
bougasta.—mencionó Archilles emocionado.
—¿No están muy viejos para eso?—pregunté con una mueca en mis labios.
—¿A que hora se van? Yo también tengo que ir hablar unas cosas con Ares.—
trate de sonar casual.
Jawad me miró con los ojos entrecerrados.
—Cálmense, parecen dos adolescentes peleando por la chica que les gusta.—
tercio Kounstaine riendo, pero a mi no me hizo gracia.
Había mandado a Cato a investigar todo de ella, y lo que más vi fueron fotos de
ella besándose con diferentes chicos, entre ellos estaba el famoso guardaespaldas
que no servía para nada.
Todos me miraron, Kounstaine con una sonrisa burlona al igual que Archilles,
Jawad tenía su ceño fruncido.
La verdad no sabía que estaba haciendo. Solo que no podía estar lejos de ella, no
podía evitarlo. Estaba jodido.
No pase por alto la mirada de asco de los chicos y reí. Realmente detestaban a
Lorraine.
—La voy a investigar, te juro que esa perra me tiene de nervios cada vez que la
veo.—dijo y negué.
—Mis instintos me dicen que es una serpiente disfrazada de zorra. Tu solo ten
cuidado.—asentí levantándome del sillón para ir a cambiarme.
Baje las escaleras y tome a Cerbero que seguía jugando con Kounstaine.
—Yo me voy yendo para intentar hablar con Ares sin llegar a una discusión.—
dije tomando mi teléfono para escribirle a Hades.
Gian: Entonces si no soy lo que esperas, puedo quedarme con esto ¿cierto?
—¿El perro ha comido algo?—pregunte preocupado y Jawad asintió.
Le envié un mensaje a Cato avisando que estaría en la casa de Are para que me
siguiera.
Antes de ir a su casa pase por McDonald’s y le compre unos nuggets, sabía que
eso la haría feliz.
Al bajar junto con Cerbero, una hermosa chica me abrió la puerta, no la habido
visto antes por aquí.
Antes de que ella pudiera decir algo vi a mi perdición bajar las escaleras, su ceño
estaba fruncido, pero en cuanto vio a Cerbero se relajo.
—¿Aún estas aquí? Vete mugrosa—su tono de voz era frío y asqueado.
Al minuto apareció Ares furioso con Valentina detrás de él, supuse que ella lo
fue a buscar.
—No lo voy adornar y seré directo, Bruno esta en la vista de Hades.—al decir
esas palabras vi como se tenso.
—El muy cabron tiene un video de Hades y se lo envío a uno de mis amigos, con
un mensaje para nada amable.—hice una pausa.—Te digo esto para que
dupliques su seguridad y para que sepas que yo también la voy a proteger, ella
no esta sola.
—Te lo merecías, estamos jodidos los dos. Y me di cuenta que decirle a Hades
que se aleje de ti es como decirle que se case contigo.
Le di un trago a mi vaso.
—Amén.
—Te voy ayudar, mandare a mi hombre de confianza para que cuide de Hades,
se llama Cato, ella ya lo conoce.
Estaba dispuesto a darle a Cato y quedarme sin protección a dejar a Hades con
un estúpido que no pudiera hacer bien su trabajo.
—Te lo agradezco, fue tu culpa, pero agradezco que no nos estés dando la
espalda como un cobarde.
—No hay nada que agradecer, cómo tu dijiste fue mi culpa.—hice una pausa.—
¿Hades tiene un problema con Valentina?—pregunte curioso.
El se removió incómodo.
—A veces lo creo, esa chica no actúa normal. Pero Jayde no quiere que la
despidan, le está haciendo un favor a una amiga.—asentí sabiendo que me tenia
que ir a disculpar con Hades.
Me sorprendí, pero antes de que pudiera decir algo, ella salió corriendo.
Sin tocar, abrí la puerta y la vi jugar con Cerbero, le daba pequeños besos al
perro diciendo lo hermoso que era.
Ella tomó la bola de McDonald’s sin decir nada, saco todo lo que había dentro y
cuando terminó me miró.
Paso un minuto en el que ninguno dijo algo hasta que ella beso mi mejilla.
¿Tan fácil me perdono?
—Tendrás que comprarme miles de nuggets para que te perdone Gian Caccini, te
tienes que ganar mi perdón.
———
Sentí un peso sobre mi y después como saltaban haciéndome levantar
molesto.
Al abrir mis ojos vi a Amber que tenía una sonrisa tímida. No entendía
porque así que solo le devolví la sonrisa.
—¿Qué sucede? ¿Por qué me levantaste?—pregunté.
Ella seguía encima de mí, y no era algo que me molestara. Me gustaba tener
a chicas lindas encima de mi, pero casi siempre estaban debajo.
—Tu teléfono no deja de sonar, es realmente molesto.
—¿No era que tenias novio? ¿Qué haces encima de mi?—pregunté
cambiando de tema.1
—Yo…bueno…—la puerta se abrió interrumpiendo su tartamudeo.
En la puerta se encontraba Hades, al mirarnos no se veía sorprendida, de
hecho tenía una sonrisa en el rostro.
—Los estamos esperando para ir a comer afuera, a no ser que se queden
aquí.
Amber quien estaba encima de mi, se levantó.
—Si, esperamos unos minutos y vamos. Yo estoy casi lista, solo falta Gian.
Hades asintió y cuando estaba por salir se giro y miro a Amber.
—Casi lo olvido, Thomas nos estará esperando.—después de decir eso salió
de la habitación.
Amber no dijo nada así que yo me levante de la cama para entrar al baño
donde cepille mis dientes y tome una ducha que duro unos buenos minutos.1
Al salir no vi a Amber por ningún lado así que me cambie y coloque una
gran cantidad de perfume en mi cuerpo. Cuando termine baje las escaleras con
mi bolsa en hombros para encontrarme a todos en la sala de estar.
—Entonces Amber se va con Gian, y yo me con los chicos en un carro más
grande.—dijo Hades ignorando mi presencia.
—Tu te vienes conmigo, Amber se puede ir con los chicos, nosotros tenemos
cosas que hablar.—dije y para mi suerte ella no se opuso.
No dijo nada, me miró fijamente y asintio.
—Vámonos que tengo hambre.—gruño Archilles y Hades rio.
—Toma.—le tiro las llaves del carro a Jawad.—Tendremos dos chicos con
nosotros hoy, Valentin y Eros, mi padre los coloco para cuidarán de mi hasta que
encuentre a alguien mejor para mi seguridad.—se encogió de hombros.
La tome de la mano para salir de la casa y dejar a Amber a cargo de los
chicos, ya que ella conocía bien la casa de Hades.
Al entrar al auto deje mis cosas en el asiento trasero y encendí la radio.
Hades seguía sin decir nada, mirando por la ventana.
—Me voy a Italia hoy en la noche.—dije y sentí como me miraba.
—¿Vas a visitar a tu familia?—pregunto curiosa.
Asentí.
—Tengo unos negocios que arreglar y mi madre me necesita. Tratare de no
demorar. Te dejaré con Cato.
Al tener el semáforo en rojo me gire a verla. Estaba sin ni una gota de
maquillaje y se veía hermosa.
Me acerque a ella, con todas las intenciones de besarla, pero ella giro su
rostro.
—No me vas a tocar Gian, ayer estabas con Amber, además los encontré en
una linda situación hoy.—se encogió de hombros.—Cuando sepas que yo soy lo
único que quieres y que no me puedes remplazar, tal vez te deje darme un beso.
—Qué la espera no te desgaste muñeca.—al decir eso el semáforo volvió a
estar en verde y maneje.
—Qué guardar los sentimientos que tienes por mi no te mate.
Capítulo 24.
Estaba ansiosa por llegar a local, desde hace unos días tenía ganas de comer
waffles con pollo frito, pero mi emoción se fue yendo cuando vi que pasábamos
de largo el local. Mire al chico que estaba manejando quien tenía una sonrisa en
sus labios.
Hades: ¿Puedes decirle a los chicos que nos veremos en casa de Gian? Voy
acompañarlo a comprar unas cosas y no se cuanto demore.
Thoma(te)s: Esta bien, quería hablar algo contigo, pero supongo que tendré
que esperar. Mandare a pedir tus waffles con pollo frito. Cuídate princesita
Athens.
—¿Me puedes comprar un batido? Solo hasta esperar llegar a tu casa para
comer algo.—el asintió sin prestarme atención.
Así que sin decir más nada, seguí en mi teléfono. Recibí un mensaje de Azael.
Reí sin poder evitarlo. Aceptaría sin duda esa cita, actúe un poco grosera la vez
del Starbucks, pero esta vez sería diferente. Me iba a controlar.
Me encogí de hombros.
Sonríe. Gian iba a caer, tarde o temprano. Más temprano que tarde.
La cajera estaba ligeramente sonrojada mirando a Gian. Era una chica pelirroja
con muchas pecas y un hermoso cabello rojizo.
—Buenos días, bienvenido al mundo batido, ¿Qué desea?—sus ojos estaban a
fijos en Gian, absorbiendo el alma de mi futuro novio.
—No me compre nada, además yo tengo para comprar eso y muchas cosas más.
—señale a un hombre de ojos grises que trabaja para Gian— Me acompañas
afuera.
Mis labios se alzaron en una sonrisa y sin poder evitarlo me arroje a sus brazos y
el me recibió en un abrazo.
Y odio decir que no me resistí, si no que lo bese con muchas mas ganas. Sin
medir nada, me coloque en su regazo, el reclino el asiento para tener más
comodidad y cuando sus manos empezaron a jugar con mi cuerpo me separe.
—Muy bueno y todo, pero si vuelves a besarme así no te voy a volver a ver.—le
enseñe mi teléfono que había tomado sin problemas.—Gracias.
Salí del auto, esperando ver al de ojos grises, que para mi suerte se encontraba
justo al lado de nosotros en una camioneta.
Artemis: Desde que conociste a ese italiano te la pasas fuera de casa. Voy a
tomar mi papel de hermano celoso y sobreprotector. Tengo ojos en todas
partes pequeña hermanita.
Había adjuntado una foto de Gian agarrando mi mano y no pude evitar reír.
Odin Odioso: Voy a irte a buscar a donde sea que te encuentres así que más
te vale que me envíes tu dirección.
Hades: Por seguridad tengo que estará con mis guardaespaldas. Así que lo
mejor sería que nos encontramos en algún lugar.
Mi vista estaba fija en la ventana, viendo a los carros pasar hasta que llegamos a
la casa de Gian. El chico de ojos grises me abrió la puerta y le agradecí con una
sonrisa.
—Joder, no sabes lo molesto que estoy.—la voz de Gian era ronca y me removí
en sus brazos.
—¿Qué pasó? ¿Por qué tienes esa cara de mal follado? ¿Te dejaron con las
ganas?—Archilles reía y yo no pude evitarlo y reí también ganándome un azote.
Sin que se lo esperara cambie los papeles, ahora era yo quien se encontraba
encima de él.
—Voy a disfrutar tanto cuando admitas que me quieres, que me necesitas. Vas a
caer ante mí y yo simplemente lo voy a disfrutar—me levante.
—No voy a caer ante ti Hades. No me vas a obligar a quererte. Solo eres una
niña caprichosa.—sus palabras fueron directo a mi corazón.
Antes de que pudiera replicar la puerta fue abierta dejando ver a Odin.
—No se en que carajo te estas metiendo y me duele que no confíes en mi. Pero si
eso quieres, esta bien.
Lo abrace.
—Te amo.
—Se que mi relación con Hydra es algo rara, pero nos amamos. Puede que besé
y me acueste con miles de chicas, pero al final siempre termino con ella.—dijo
Jawad.
—¡Me besaste!—chille.
Vamos, que el único chico con novia que había besado era Damien, y porque la
serpiente de su novia no me agradaba. Normalmente respetaba las relaciones, no
me iba eso de besarme con chicos que estaban tomados.
Sin decir nada más, me acerque tomando a Odin con una mano y mi comida en
la otra.
Nos senté en el sillón, yo encima de sus piernas mientras abría la bolsa de
comida. No iba a pensar en nada, tendría mi cita con Azael, iría a casa de Odin.
Capítulo 25.
—¿Vamos a McDonald’s?—preguntó Odin feliz, el al igual que yo era un
amante de ese restaurante de comida rápida.
—Yo voy a McDonald’s, tu iras a casa para preparas las cosas de la pequeña
reunión que tendremos.—dije y su ceño se frunció.
—El joven Eros dejará a su mejor amigo Odin en casa, mientras que Valentin y
yo nos quedamos con usted.—dijo Cato sin dejar de mirar la carretera.
Pensé que era una broma de Gian cuando me dijo que me dejaría con Cato, ya
que por lo que había visto el siempre estaba con Gian y le era muy fiel.
—El señor sabe como cuidarse—su rostro se torno serio—,pero usted sí necesita
que la cuiden bien.
Odin me envió una mirada que mostraba lo confundido que estaba por las
palabras de Cato.
—No creo que me pase nada malo, pero agradezco que estés cuidando de mi.
Al entrar al local, mi vista viajo por todo el lugar para encontrar a mi cita de hoy,
y lo encontré viendo su teléfono muy concentrado. Me acerque lentamente a él,
para ver que está viendo tan concentrado y cuando me acerque vi que estaba
viendo una foto mía de bebé que mi padre decidió postear en instagram.
—Tuve algunos retrasos, pero ya estoy aquí y podemos pedir para comer.
El me miró sorprendió.
—No se que haces aquí, así que hazme el favor de irte. Sabía que ibas a
molestar.—el en respuesta me saco la lengua.
Lo mire caminar, hasta que me vista de fijo en una chica de rasgos asiáticos, que
estaba sentada justo en la mesa de al lado de. Odin. Sus ojos rasgados estaban
fijos en mi haciéndome sentir incomoda.
Sin poder evitarlo busque con la mirada a Cato y los chicos. Los encontré en un
distancia prudente de mi. Eros me miró y me señaló a la chica y yo asentí
lentamente.
—No te preocupes, por esta comida puedo esperar lo que sea.—dije mientras
tomaba una papa y la colocaba en mi boca.
—La primera vez que te vi estabas con una chica, ¿que ocurrió con ella?—
pregunte curiosa.
—¿Puedes ser una niña buena y no comer mis papas mientras voy al baño?—
asentí y el me miró fijamente, con sus ojos entrecerrados sin creerme.
No iba negar que me sorprendí un poco con sus palabras. Tal vez estaba
confundido el gustar con el hecho de que se quiere acostar conmigo o solo le
parezco linda.
Antes de que pudiera gritar por ayuda la puerta fue abierta dejando ver a Eros
junto con Valentin y Cato. Los tres tenían sus pistolas apuntando a la chica.
¿Cato la conocía?
Mire la hoja de papel que tenia en mi mano y la doble hasta poder ponerla en el
bolsillo trasero de mi pantalón. Mentiría si dijera que ni estaba preocupada, pero
no quería irme y dejar solo a Azael.
—¿Que dice? A ver ensáñemela, te veo con cara de culo. A ver que dice.—me la
arrebato de las manos.1
—Bruno es un cabron.—el asintió de acuerdo.
—Se de alguien que puede decirnos dónde está la rata.—sonrió.—Liugi
Agazzi.
Liugi Agazzi era la rata más grande de Italia, pero siempre tenía la
información que uno necesitaba.
Las chicas siempre estaban tras el por su cara bonita, de esa forma se le
facilitaba buscar información.
—¿Vamos después de la cena?
—Se que estas desesperado, pero pasa un tiempo con mamma. Comemos,
vemos una película absurda que la haga llorar y salimos en busca de las ratas.
Me levanté sacudiendo mis pantalones.
—Prepara a los hombres, no quiero conmigo a nadie que no sirva para un
buen trabajo.—suspiré.—Ahora vamos donde mamma.
Al salir del despacho yo fui rumbo a mi habitación, que estaba justo como la
había dejado. Dejé la pequeña maleta que traje al lado de la cama y después de
quitarme el abrigo salí de la habitación para ir directo al comedor.
—Siéntate al lado de tu hermano mientras te sirvo.—dijo mamma señalando
el asiento vacío al lado de Fabrizio.
Era una gran mesa para que solo se sentarán tres personas, pero mamá dijo
que había que comprarla por si teníamos visitas aún sabiendo que nadie venía a
vernos.
—Mamma, voglio la pasta. Pasta di mamma Antonella, la migliore mamma
del mondo.
Traducción:Mamá, quiero pasta. Pasta de mamma Antonella, la mejor madre
del mundo.
Ella me miró enternecida por mis palabras y me tomo de las mejillas dejando
un sonoro beso en ellas.
—Si se portan bien les cocinare Penne rigate all’Amatriciana.
Sonreí sin poder evitarlo. Realmente extrañaba la pasta de mamá, ella era
perfecta cocinando y pintando. Era una artista como Hades.
—Ti amo, sei il migliore.—dijo Fabrizio lanzándole besos.
Traducción: Te amo, eres la mejor.
Ella solo negó riendo para luego sentarse frente a nosotros.
Mire el plato, y los pequeños tomates, lechuga y demás cosas que había en el
plato además de la pasta. No me entusiasmaba, pero aún así lo comí.
—¿Cómo está la señorita Athens? Es muy linda por cierto.
Escuche la risa de Fabrizzio y le di un pequeño golpe.
—Bien. Se que es linda mamá, no estoy ciego.
—Escuche que estas saliendo con ella, también mi piccolo bambino me
enseñó fotos de ustedes juntos.—se escuchaba entusiasmada.
Mire a Fabrizzio exigiéndole respuestas, pero el solo se encogió de hombros.
—Mamma, escuchaste mal, no estoy saliendo con nadie.—dije tratando de
dar por terminado el tema, pero ella seguía.
—Quanti anni pensi di avere? Voglio i nipoti. Gian, non voglio vederti solo
figlio.—sus ojos se humedecieron y mi corazón se encogió a pesar de estar
acostumbrado a que ella sacará esa carta.
Traducción: ¿Qué edad crees que tienes? Quiero nietos Gian, no quiero verte
solo hijo.
—No estaré solo toda la vida mamá.
—Por el camino que vas yo creo que si.—comentó Fabrizzio riendo.
—Tu sabrás lo que haces, pero la próxima visita a Italia será con Hades
Athens. Fin del tema.
Después de eso nadie hablo, y solo los concentramos en comer hasta que mi
teléfono sonó. Lo saque de mi bolsillo y vi que era una llamada de Cato, casi
grito de la emoción.
—Discúlpenme, es una llamada importante.—me levanté de la mesa y salí.
Apenas conteste la voz de preocupada de Cato me hizo tensarme. ¿Algo
había pasado a Hades?
—Jefe, la señorita Athens no ha salido de su habitación desde su cita en
McDonald’s donde ocurrió un altercado con la joven Kumiko.—hizo una pausa.
—No le ocurrió nada a la señorita Hades, pero al parece recibió una carta, y
según nos pudo decir su mejor amigo Odin, ella no quiere hablar con nadie sobre
el tema.
Primero, me encontraba un poco molesto porque Hades tuvo una cita, y
segundo estaba muy triste por no poder estar con ella.
—Gracias por informarme, necesito que me pases el número de Odin, y por
favor ve a casa y dile a los chicos que no dejen sola a Hades y que intenten
animarla. El día de mañana voy a tratar de enviarle un regalo, encárgate de que
lo reciba.
Iba a tratar de subirle el ánimo aunque estuviera lejos de ella.
—Esta bien señor que descanse.—colgó.
Mire el teléfono en mis manos sin saber que hacer. Hasta que se me ocurrió
algo, sabía de alguien en Italia que podía hacerme algo rápido para hacer feliz a
la pequeña demonio.
—Nicoletta Lombardi.—su delicada voz se escucho y no pude evitar reír al
recordar que llevaba tiempo sin saber de ella.
—Es un gusto volver a escuchar tu voz.
—¿Gian? ¿El mismo Gian que me robo mi primer beso?—reí nuevamente.
—El mismo, lamentó que el motivo por el cual te contacte sea porque
necesito un gran favor.
—Soy toda oídos, igual se como me pagaras.
—Conozco a alguien que le gusta demasiado McDonald’s, y me preguntaba
si podrías hacerle algo que nunca olvide o que le guste.—murmuré.
—¿Es una chica?—escuché su risa.—No importa, mañana me responderás
cuando te de el regalo. Se puntual, te envío un mensaje con el lugar.
—Nos vemos Nicoletta.—colgué.
Al girarme para regresar a la mesa me encontré con mi madre que tenía una
sonrisa.
—¿Por qué mamá sonreí así?—preguntó Fabrizzio limpiando sus manos con
el pantalón.
—Nada pequeños, me voy a dormir, ha sido un largo día. Creo que tu
también debería dormir Gian, mañana pienso pasar el mayor tiempo con mis
bebes.—besé su mejilla.
—Mañana todo el día será para ti.—ella asintió para luego besar la mejilla de
Fabrizzio y subir a la habitación.
Mire a mi hermano menor que se veía emocionado. Y se removía.
—Lo siento, peor estoy emocionado. Me pasa siempre que tengo que hacer
un trabajo.—soltó una carcajada.
Rodeé los ojos.
—Vámonos rápido que quiero regresar a dormir. Espero que los hombres nos
estén esperando fuera.—el asintió.
Salimos de la casa y como espere, había una cantidad generosa de hombres
con nosotros.
Decidí irme en un auto con Fabrizzio ya que no tenía ganas de manejar. Para
mi suerte Liugi no vivía tan lejos, la última vez que hice un trato con el le ofrecí
una casa cerca de aquí para que viviera mejor. El tenía dinero, pero cuando se
trataba de un lugar de vivir era un poco tacaño.
Al llegar a la casa, mis hombres salieron primero y como era de esperarse
apareció Liugi con una sonrisa. De seguro estaba drogado.
—¡Los hermanos Caccini! ¡Los únicos perros que traen miles de hombres
detrás de ellos. Salgan de esos autos mariquitas!—grito haciéndome reír.
Salí del auto junto con Fabrizzio, Liugi nos recibió con un abrazo caluroso y
con un olor desagradable.
—¿Sabes por qué estamos aquí?—el asintió con una sonrisa.
—Bruno Provenzano en busca de Hades Athens.—soltó una risita, con sus
ojos cerrándose.
—¿Dónde está?—pregunto Fabrizzio.
—¿Por qué no pasan por una taza de té mientras les cuento?+
–––––
Capítulo 27.
Me abracé lo más que pude a Odin, no me quería levantar de la cama, más
bien no quería salir de casa nunca. Pero mi madre había tocado la puerta por
tercera vez diciendo que tenía que comer, pero ni siquiera tenía apetito.
Aún recordaba que decía esa carta.
Una pequeña niña de lindos rizos,
Perdida gracias a la envidia,
Condenada a pasar por tanto,
¿Qué pasa si el pasado vuelve?
¿Estas lista piccola principessa?
Voy por ti.
—B.
—Lo podemos intentar, no tengo ganas de andar festejando nada. Además tengo
que alejar a mi bebé Thomas del alcohol.—el mencionado me miró y negó.
—No tienes que cuidarme, no voy a tomar. Solo estaré un rato en la fiesta
porque tu madre me lo pidió, luego me iré a dormir a tu habitación.
Al llegar a casa Artemis nos dejó en la puerta para luego dejar el auto en el
garaje. Cuando entramos vimos todo el lugar arreglado, y la gente caminando de
aquí para allá.
No había nadie de mi edad, ni de la de Morfeo.
Tomé la mano de Thomas para guiarnos hasta encontrar una mesa con
bocadillos.
—¿Tú no estás triste porque Gian tiene novia? —pregunto ganándose una mala
mirada de mi parte.
No estaba triste, si no más bien molesta. Gian era un estúpido que no entendía
que estaba perdidamente enamorado de mi.
—¿Triste? Pero si es el quien se pierda salir con alguien tan fabulosa como yo.—
me encogí de hombros.
Mi vista se fijo en los invitados en la fiesta, hasta que paro en quien era mi mejor
amiga. Al parecer sintió mi mirada porque dejó de hablar con Stephen para
saludarme, luego le dijo algo a mi amigo y ambos se encontraban caminando
hacia acá.
—Hades, ¿Me acompañas? —preguntó Stephen, supongo que era para darle
privacidad a mis amigos.
Sin verlo venir sentí como acariciaba mi mejilla izquierda con suavidad, no
podía apartar mis ojos de el, y cuando fue acercando su rostro al mío ni siquiera
me aleje. Estaba sorprendida.
Pero antes de que pudiera chocar sus labios contra los míos se escucharon gritos
que provenían de la casa, me gire y vi como las luces estaban apagadas y solo se
escucharon disparos. Antes de que pudiera decir algo apareció Cato y sin decir
nada me coloco en su hombro.
—Mierda Cato, bájame, mi familia esta ahí dentro.—me removí, pero en negó.
—¡Y mi jodido debe es cuidar a mi familia! Bájame joder, Stephen dile algo.
Nos detuvimos frente a una camioneta, pero aun así el no me bajo su hombro.
Yo seguía removiéndome.
—¿Quién es?—pregunté.
—Piccola principessa, lamento no estar ahí para ti. ¿Estas bien? ¿Cato te puso a
salvo?—mire al mencionado quien empezó a establecer una conversación con
Stephen, dándole indicaciones.
—Estoy bien, pero mi familia. Los deje Gian, si algo les pasa no me voy lo voy a
perdonar.—susurre.
—Trata de no pensar en eso. Te llevarán a una cssa nueva, pero estarás con los
chicos, ¿te parece bien?—asentí aunque el no podría verme.
—Haré todo lo posible para que el este contigo, solo hazle caso a Cato.
Estaba decirle que lo quería demasiado y que estaba agradecida, pero escuche
una voz, era su novia y mis ganas se fueron rápidamente. Mi ánimo no mejoro.
—Nos vemos.—colgué.
Tome una gran respiración y le devolví el teléfono a Cato. No tenía tiempo para
preocuparme por que Gian no me quería, mi familia tal vez este en peligro en
estos momentos, lo menos que podía hacer era tomarle importancia a un simple
hombre.
Sin decir nada abrace a Cato fuertemente, sentí como se tenso, pero al final me
devolvió el abrazo.
Capítulo 31.
Estaba en coma.
—Mi papá, Archilles,dime que esta bien, dime que esto es una broma.
El solo pudo abrazarme más fuerte y yo lo único que podía hacer era llorar
mientras me aferraba a él.
Sin verlo venir sentí como mi brazo era pinchado, gire mi cabeza y vi la
enfermera que estaba al lado mío para luego mirar a Archilles antes de que todo
se volviera borroso.
–––––
—Si eres una buena niña, te comes todo y te relajas, mañana te llevare a ver a tu
padre todo el día.—beso mi nariz.
—Voy a salir un rato, Pero Kounstaine no tarda en llegar. No cometas una locura
porque tienes a tipos vigilante todo el día.—dio un beso en mi frente.
Cerré mis ojos por unos minutos hasta que escuché unos gritos.
—¡¿Quién es la chica guapa que está acostada ahí?! Creo que la voy a llenar de
muchos besitos.—la voz De Kounstaine me sobresalto y abrí mis ojos.
El sin dudarlo, de alguna manera me envolvió en sus brazos y aspire su olor. Era
una mezcla entre sudor y perfume, no era tan desagradable.
Tenía Odin frente a mi, se veía cansado y la sonrisa que estaba en sus labios no
se veía verdadera, pero no dude ni un segundo en tirarme en sus brazo y llorar.
—No podía dejar sola a mi pequeña, ¿que te parece si tomo un baño y nos
acostamos a ver tu película favorita?—asentí y me baje sus brazos.
Me gire a ver a Kounstaine quien nos veía desde el sillón con una sonrisa.
Estaba cansada de ver la misma porquería en Netflix así que no dude en buscar
una página pirata y colocar “Llámame por tu nombre”. Cuando Odin llego a mi
lado miro la pantalla y luego a mi.
—¿Es en serio? Amo esa película.—su emoción era real y no evite besar sus
mejillas.
—Si, yo también. Lloré tanto con el final que quiero verla nuevamente.
–––––
—Bájate de encima mío para que pueda buscar tu helado.—gruño Odin, pero
fue imposible.
Estaba llorando porque número uno, recordé que la primera vez que vi esa
película fue con mi padre y ambos terminamos llorando, y segundo, ese final lo
ame y odie al mismo tiempo.
—Bájate que voy a ir a buscarte helado para que después yo pueda ir a mi casa a
hacer algunas llamadas y buscar más ropa.
—¿Crees que papá regrese? Digo, el es como un súper papá.—lo mire fijamente,
pero mis pensamientos se fueron a otro lugar.—Si algo le pasa no se que será de
mi. Estaré jodida—tenia un nudo en mi garganta.
—Tu padre es un hombre fuerte, cuando menos lo esperes estará aquí para tu
exhibición, que has retrasado mucho, pero se que quieres que todo salga
perfecto.—beso mis mejillas y luego las apretó.
Pasaron tres minutos cuando la puerta fue abierta, me llevé una sorpresa cuando
vi a Azael con una pequeña sonrisa y un pote de helado en mano.
El entró y cerró la puerta para luego venir a pasos lentos a sentarse a mi lado y
ofrecerme el helado.
—Qué se joda, estoy feliz de que estés aquí. En serio.—mire sus ojos fijamente.
Tomó mi cara entre sus manos y sonrió un poco cuando lo miré confundida.
—No quiero que pienses que vengo abusar de ti ahora que estás vulnerable, no
intento que me des nada a cambio.—sus ojos brillaron.—Se lo que es pensar que
vas a perder a alguien Hades, yo pase por lo mismo, pero estaba solo, yo no te
dejaré sola y te aseguró que no vas a perder a tu padre.
Antes de que pudiera decir algo sus labios estaban sobre los míos, era un beso
suave y en repartía pequeñas caricias a mi mejilla. Cuando nos separamos sonreí.
Me gustaría decir que podría darle una oportunidad a Azael pero no podía, el es
un gran chico y como mi padre me dijo una vez que me gustaban los idiotas y
creo que tenía razón porque no dejaba de pensar en Gian.
—Quiero que sepas que he retrasado la exposición solo por ti porque deseo
demasiado que estés ahí. También decidí agregar fotografías, porque sabes que
Thomas es fotógrafo, pero nadie le da la oportunidad de dar a conocer las nuevas
fotos que hizo.—suspire mientras acariciaba su mano—Te extraño papá, se que
despertaras y me dirás que viste del otro lado.
Me quedé un minuto mirándolo, sin querer irme, sin querer dejarlo, pero tenía
que hacerlo. Con todo el dolor de mi corazón salí de la habitación.
Archilles me estaba esperando sentado me miró y sonrió.
—Me voy quedar tres días en casa con mi madre y mis hermanos.
—Si, tres días para que disfruten porque cuando yo llegue no quiero ni a una
chica ahí dentro.—salimos del cubículo.
Desde que me he quedado en casa con ellos no han llevado a ninguna chica,
después de que vi a una de ellas tratar de llevarse cosas mías les negué la entrada
a chicas para acostarse. Y estos tres días que me iba dejaría mi habitación con
llave. También era incómodo encontrarlos en sus situaciones en la sala y hasta en
la cocina en la madrugada cuando quería bajar por un vaso de agua.
—Hola Cato, ¿crees que puedas llevarme más tarde a casa de mis padres?—
pregunté aún sabiendo la respuesta.
Mire a Archilles que tenía el ceño fruncido mirando algo en su teléfono, quise
preguntar que era, pero no lo hice.
—Recuerda que vas a tener guardaespaldas todo el día que estés ahí, y serán
unos que yo asignare, los de tu padre no sirven.—asentí, no iba a protestar sabía
que necesitaba esa seguridad.
Sin poder evitarlo me recosté en las piernas de Archilles. Esta cansada, me había
levantado temprano y no he podido descansar bien ya que estuve durmiendo
solas y las pesadilla nunca acaban, pero trato de controlarme.
Sentí como sacudían mi cuerpo, pero me negaba a levantarme simplemente gruñí
y seguí durmiendo.
Me levante y espere que abriera para salir del auto. Aún me sentía cansada y mis
ojos pesaban, solo llegaría a recoger mis cosas para irme por ahí mismo.
Ahí estaba Gian, pero no estaba solo ya que una hermosa chica estaba a su lado.
—Bueno, los dejo. Tengo una maleta que hacer y un viaje largo en auto.
—Creo que necesito más de tres días.—me encogí de hombros y sin esperar
respuesta subí la escaleras.
Tomé una maleta vacía y la llene con ropa que no tenía en casa y mi perfume
favorito con mis productos corporales. Cuando estaba por salir la puerta fue
abierta dejando ver a Gian.
—Hola piccola principessa.—sonrió.
Y yo solo quería sacarles los ojos. Desaparecía una semana y actuaba como si
nada.
—Para estarlo tengo que sentir algo por ti y no creo que odio sea una de esas
cosas.
Me sentía orgullosa de mi, no estaba actuando como una loca y no lo iba hacer.
Era tiempo de hacerle saber a Gian que me estaba perdiendo, y si el no hacía
nada yo tampoco lo haría.
—Es una lastima que ya te vayas, quería pasar tiempo con la única mujer que
hay aquí.—dijo Nicoletta y no puede evitar reír.
No iba a odiar a la chica solo porque supuestamente salía con Gian. Yo era mejor
que eso además ella no me ha hecho nada malo.2
—No te preocupes, le puedes pedir mi número a Gian y así podemos salir.—
ella asintió feliz.
—Como quieras.
Capítulo 33.
Decir que la actitud de Hades me molestaba, era poco. No hablo en todo el
trayecto, y cuando yo decidí iniciar la conversación resulta que ya habíamos
llegado a su nueva casa.
—Ha salido con los chicos, a veces con su familia y se ha estado acercando
mucho a ese chico que pinta, Azael. Pero más que todo visita su padre.
Los chicos miraban la escena sin decir nada así que para romper la tensión,
Jawad volvió al tema anterior.
Asentí.
—No es una amenaza, creo que hasta esta enamorado de la pequeña Hades. No
lo culpo.—dijo Jawad.
—Hay muchas chicas más que puedes conocer, además habla con ella primero y
si ves que sigue mintiendo, me llamas. Tengo la solución.—me miro extrañada.
Mi solución era decirle a Hades. No era justo que la perra de Amber, puedo decir
que su faceta de niña inocente me la creí, jugara con los sentimientos de su novio
y los de Nicoletta.
—No mataría a alguien por eso. Mejor vamos a dormir, estoy seguro que
mañana será un día pesado.
––––––
–En algún momento sabrás de lo que te hablo.—hizo una pausa y miro su reloj,
siempre hacia eso cuando quería pedirme el mismo favor.
Sonrió. Sabía que Kelpie era su hermana favorita, aunque el lo negara. Ella era
hermosa y una gran modelo, Fénix no se perdía ninguno de sus desfiles.
Tomé la carpeta para empezar a leer todo lo que Bailey había colocado. Así me
pase horas, leyendo correos viejos y nuevos, hasta que Nicoletta interrumpió
junto con Kaine, que no tenía buena cara.
—Señor le dije que no pasara, pero ella asegura que es su novia.—me miró con
una expresión molesta.
—Puedes retirarte, pero antes tienes que saber que ella puede entrar cuando
quiera a mi oficina.
Me miro unos minutos hasta que Nicoletta hizo un gesto con las manos que la
hizo retirarse.
—Hoy tengo una cita con Amber, vamos a almorzar juntas.—dijo con una
mueca.
—Pero que buen novio falso tengo.—dijo para besar mis labios justo en el
momento que la puerta era abierta.
—¿Puedo saber que haces aquí? Le dije a Cato que el almuerzo era a las doce,
apenas son las diez.
No se en que momento, pero ella estaba sentada frente a nosotros con una
sonrisa.
—¿Te parece ir al centro comercial? Gian dijo que podía utilizar una de sus
tarjetas.
—¿Alguna cita?
—Supongo que Gian luego te dará las noticias, el siempre esta informado de lo
que sucede a mi alrededor.—se encogió de hombros.
Un teléfono sonó así que Nicoletta se disculpo con nosotros para luego salir a
hablar.
—¿Así que siempre estoy informando?—pregunten con cierta burla y ella rodo
los ojos.
La vi levantarse de la silla y acercarse a mi, sus ojos estaban fijos en los míos y
yo no intente moverme cuando sus labios quedaron a escasos centímetros de los
míos.
—No actúes como si no quieras saber que estoy haciendo cuando estoy lejos de
ti.—dejo un beso en mi mejilla—Nos vemos.—se alejo justo cuando Kaine abría
la puerta.
No respondí hasta que vi a Hades desaparecer del lugar con una sonrisa.
—No puedo creer que desaparezcas, no le dejas ningún mensajes y apareces con
una novia. Es inaceptable.—me señalo—¿Qué pasó con lo que teníamos?—
preguntó, se escuchaba herida.
—Tienes muchos problemas con chicas. Pero Hades sigue siendo mi problema
favorito.
Solté un suspiro para luego volver a mis deberes, aún me quedaban horas de
trabajo por delante.
––––
Al reloj marcar las doce le dije a Cato que ya podía venir con Hades a
recogerme para ir al almuerzo con el Señor Lee y su secretario, que me entere
por Fénix de que era hijo de Lee.
—Me tengo que retirar para el almuerzo con el Señor Lee. Ya sabes que hacer si
ocurre algo importante.—ella asintió sin mirarme.
Salí del lugar sin mirar a ninguno de los empleados que me miraban como si
fuera algún monstruo calienta chicas.
Al estar fuera, localice a Cato a unos pasos de mi con Hades fuera del auto
lanzadole miradas a los chicos que salían para ir a almorzar.
—Hades, ¿estas ahí?—la voz de Artemis se escuchaba del otro lado preocupado.
—No lo sé, tengo demasiados sentimientos atravesados, pero sin duda estoy
feliz.
A penas llegamos se bajó del auto y la seguí, tome su mando antes de que
pudiera avanzar más.
No pensaban dejarla sola, ya lo hice por mucho tiempo y además esto era mi
culpa.
—No tienes que hacerlo, tengo a Azael esperándome. Pero igual gracias, y
lamento mucho lo del almuerzo, prometo arreglarlo.—se soltó de mi agarre y yo
no la volví a tomar de la mano. La deje ir.
Conté hasta diez para no hacer una estupidez porque no era el momento ni el
lugar adecuado.
—Ve con Hades, yo coy a llamar a los chicos para que vengan por mi. No la
dejes sola, recuerda que ella es tu prioridad.—el asintió antes de irse.
—¿Qué quieres?
—Ven a buscarme a la dirección que te voy a mandar.—colgué.
Después de cuarenta minutos llegaron los chicos, y les brinde una mala mirada
por haber demorado por irse a comer.
Baje del auto y sin dirigirles la palabra me fui a mi despacho. No lo pensé dos
veces y tomé una botella de whiskey.
Y así se fueron mis horas, con una botella de whiskey en la mano fingiendo que
podía concentrarme en el trabajo hasta que llame a algunas amigas para
distraerme, pero después de una hora ellas no llegaron y quien se apareció frente
a mi fue Hades.
—¿Qué haces aquí? ¿No tienes que estar con Azael?—intente no sonar dolido.
Ella no respondió nada, pero le estaba mirando. Se acercó a mí sin apartar la
mirada.
Me esta mirando de esa forma en la que solo ella hacia que perdiera todo el
control.
—Deja de hacer eso.—cerré mis ojos para no ver el pecado frente a mi.
Pero ella se adueñó de mis pensamientos, se adueñó de mi.
Solo ella tenía ese poder sobre mi, sabía que lo disfrutaba.
—Hades—suspiré.
Cuando estaba a punto de tomarla para que no estuviera lejos de mi, ella
retrocedió.
Amaba a Hades y no tenía porque seguir negándolo. Era como un veneno que
corría por mi sangre y era imposible curarme. Un dulce veneno.
Y no había vuelta atrás, así que la besé como tanto había deseado.
—¿Qué paso? ¿Por qué te apartas?—la mire frustrado,—si esta es una de tus
bromas no me gustan.
La mire ofendido.
Asintió para luego recostarse en mi pecho de una manera muy rara. Agradezco al
tipo que me venido la silla giratoria ya que tiene un gran tamaño y esto no se nos
hace incomodo.
Estaba a punto de preguntar como era entonces que de besaba con tantos.
Hades rio y se aparto para poderle abrir la puerta a su hermano. Y al verme este
me dedico una mala mirada.
—Nos vemos mañana, llámame.—dijo Hades antes de irse con una sonrisa y yo
no pude evitar sonreír.
—Me siento como cupido, fue mi idea llamar a Hades después de cerrarle la
puerta a esas chicas.—y nunca estuve tan agradecido con Jawad como ahora.
Capítulo 35.
Al día siguiente antes de ir al trabajo fui a la galería junto con Nicoletta a ver
a Hades.
—No creas que me hace gracia ver ese moretón que tienes en la cara. Para mi
desgracia esta visita no es para nada bueno ni satisfactorio.—estacione el auto
para mandarle un mensaje a Hades para que supiera que ya estábamos aquí.
Mire hacia la calle donde venía Hades caminando viendo su teléfono, la iba a
regañar por andar distraída.
Salí del auto para que así pudiera verme y cuando estuvo cerca mio, me envolvió
en un abrazo dejando aspirar todo su aroma a vainilla que tanto me encanta
haciéndome ignorar el hecho de que la tenía que regañar por estar cruzando la
calle viendo el teléfono.
—Hola novio.—dijo con una sonrisa para luego darme un suave beso.
La mire y sonreí.
—Hola novia.—era tan raro decirlo, pero su sonrisa de felicidad al oírme decir
esas palabras era demasiado.
Hades apenas vio a Nicoletta se acercó preocupada y tomo su cara entre sus
manos examinándola.
—¿Qué?
—No lo sé Hades, solo quiero que sepas que si tu no te encargas de decirle que
se aleje de Nicoletta y de su novio—dije, porque ese chico se merece algo mejor.
—Yo me voy a encargar y no te va a gustar, ni a ella tampoco.
—Eres un grosero. Amber, era mi mejor amiga, pero yo no tengo que pagar por
las cosas que ella hizo.
—Lo siento, piccola principessa.—deje besos por toda su cara mientras ella reía.
—Esta bien. Estas invitado a quedarte a dormir hoy en mi casa, un pijamada solo
para ti y para mi.—Asentí.
—Esta bien, le darán de alta en una semana, el insiste que ya quiere irse porque
ese lugar lo deprime.—sonríe un poco.—Es tan testarudo que no quiere ayuda
para sus terapias. Ya quiero que este en casa para molestarlo.
Tomé su cara entre mis manos la besé, mientras ella colocaba sus manos en mi
cabello no se en que momento la estampe contra el auto habiéndola reír.
Se separó y miro algo detrás de mi que la hizo que su risa se transformara en una
mueca.
—Ahí esta Amber, lo mejor sea que te vayas para que no sospeche.—dio un beso
suave para luego salir de mi agarre.—Recuerda que te estaré esperando hoy. Te
quiero.—dijo para luego irse.
Al entrar al auto, Nicoletta me miró con una sonrisa burlona en sus labios.
Al llegar a la empresa ella se negó a bajar del carro, le di una mala mirada.
—Puedes dar una vuelta por aquí cerca, no te quiero lejos. Además te van a estar
siguiendo por tu estupidez, no quiero que te vuelva a pasar nada.—baje del auto
sin esperar respuesta.
Como era de esperar, apenas entre al edifico todos empezaron a murmurar cosas
así que les brinde una mala mirada para que siguieran en sus asuntos sin
comentar sobre mi vida privada. Al llegar a mi planta me encontré con Kaine
tonteando con uno de los empleados . Rodeé los ojos.
—No les pagó a ninguno de los dos para estar en un romance así que por favor.
—mire al hombre.—Puede ir a su lugar de trabajo, que no es este.
Cuando se fue, Kaine me miró con una sonrisa satisfecha en sus labios. La
ignore, era más divertida cuando se hacía la difícil.
—En su oficina lo esperan, Parks y Hamilton.—Asentí.
Tomé asiento.
—Bueno, me alegro que lo sepas así ya no la tienes que invitar a más citas,
concéntrate en la chica que tienes al lado.
Se levantó molesto.
—Se que eres bisexual, no te juzgo, lo note por como actuaste con Hades la ves
pasada y esta bien solo que espero no vuelvas acércate a ella más de lo debido.
Ella me sonrío.
—Tienes una novia muy hermosa, eres afortunado. Y estoy segura que ella te
quiere mucho, espero verla pronto.
—No te rindas, pero que tu dignidad no se vaya por un idiota. Siempre recuerda
lo que vales.
Cuando Rachel se fue comencé mi trabajo, que gracias a Bailey era poco. Ese
chico merecía un aumento.
No podía esperar para ver a Hades así que la llame. Coloque la llamada en
altavoz para seguir trabajando.
—Ahora mismo estoy por ir a ver a mi padre, pero cuando termine me pasare
por allá. Así nos vamos juntos a casa.
sonreí.
Seguí con mi trabajo hasta que fui interrumpido por Kaine. Se quedo parada en
la puerta mirándome y yo la mire extrañado.
Se veía extraña.
Unos minutos después llegó con mi café y Hades detrás de ella. La última tenía
la cara arrugada, estaba molesta.
Kaine me miro esperando que dijera algo, pero fingí que me llego un correo
importante hasta que dejó el café en la mesa.
—Gracias.
Cuando se fue Hades se sentó frente a mi, aún tenía el rostro arrugado y sus
brazos cruzados. Nos quedamos mirando unos minutos hasta que ella habló.
—¿No me vas a preguntar que me paso? —preguntó indignada.
Quise reír.
—Mi padre pidió no tener visitas hasta nuevo aviso, la única que puede verlo es
mi madre.
—El tendrá sus razones, verás que ya mañana lo podrás ver.—me miro por unos
segundos hasta que me sonrió.
Se acercó a mi hasta estar sentada en mi regazo, donde siempre estuvo que estar.
Dio besos por toda mi cara hasta llegar a mis labios donde se tomó más tiempo.
—Le dije a mi madre que irías a casa y que llevarías algo rico para cenar así que
espero que tengas algo en mente.
—Ten un poco de vergüenza, Gian.—me regaño, pero puede ver como quería
reírse.
—Y lo es, así que apúrate antes que cambie de opinión.—dijo antes de salir del
lugar.
––––
—Solo era una pequeña broma, no tengo la culpa que el cajero se la haya creído.
Eres un viejo llorón.—dijo mientras abría un paquete de chocolates.
—Gian Caccini—respondí.
—¿Qué pasó?
—¿No le agrade?
Al bajar del auto, yo llevaba todos las bolsas en la manos, mientras que mi novia
solo llevaba su comida.
—Te extraño, ha estado inquieto todo el día así que lo ponía a escuchar las notas
de voz que me envías y se quedo quieto.—le dijo a su hermana con una sonrisa
que se le borro al verme.
¿Qué le hice?
—Hola Morfeo.
—Me agradabas, hasta que empezaste a salir con eso. Artemis nos contó —dio
un vistazo a su hermana que rodo los ojos.
—No seas llorón y ayuda a Gian a guardar las cosas. Te traje tu pastel favorito.
—dijo dándole la bolsa de mcdonald’s.
Se aparto riendo.
Sabía que iba a demorar solo para fastidiarme, pero aún así la dejé ir y seguí a
Morfeo hacia la cocina.
Donde se encontraba Jayde, la madre de Hades con los ojos rojos y una taza en
la mano.
—¿Me puedes dar unos momentos con tu madre? Yo guardaré eso.—le dije a
Morfeo que al principio dudo pero asintió.
Me senté frente a Jayde y sonreí. Sabía porque estaba así. Fue la mismas
reacción de mi madre.
—¿Tu lo sabías?—asentí.
—Por eso no quería que nadie fuera a verlo, solo usted porque no piensa
decírselo a sus hijos.
Ella abrió la boca para decir algo, pero se cayó al escuchar la voz de Hades
acercarse.
—¿Por qué Hades esta cenando mcdonald’s mientras nosotros pasta?—se quejo
Morefeo.
—Cariño, has estado comiendo McDonald’s toda una semana al igual que tu
hermana. Ella va ser quien engorde y ruede por la casa, no tu.
Gian al lado mío estaba riendo junto a mis hermanos y no puede evitar rodar los
ojos con una sonrisa en mis labios. Mi mamá estaba bromeando, eso era un
milagro.
Artemis la miro como si lo que ella dijo fue una simple broma.
—Mañana voy hablar con papá, si quiere saber algo sobre la empresa bien puede
hablarlo conmigo.
Asentí de acuerdo. Mire a Morfeo que tenía la mitad del plato vacío, lo demás
solo le daba vueltas.
—Morfeo, si ya no quieres más déjalo. Recuerda que le toca recoger las cosas a
Artemis.—sonreí levantándome de la mesa e invitando a Gian hacer lo mismo.
El gruño algo en italiano que no pude escuchar muy bien, haciéndome reír.
—No estoy para bromas, ¿sabes que el idiota de Stephen gusta de ti?
No voy a mentir, Stephen era atractivo y muy bueno conmigo, pero yo solo veía
una amigo.
—Me gustaría que el lo tuviera claro.—gruñó y yo para calmarlo lo besé.
Y el se dejo llevar.
—Ya se tu secreto.–susurre.
Quería saber si podía sacarle la verdad a Gian, quería saber que era eso que no
me podía contar.
—La verdad me sorprendí viniendo de ti, no te veía como ese tipo de hombre.—
seguí diciendo, y él me miraba inexpresivo.
—Me regalaste esto.—tomé los nuggets de oro que tenía en la mesita de noche.
—Cato, no fue nada fácil sacarle las palabras. Prácticamente lo tuve que
amenazar.
Antes de que pudiera decir algo más de escucho mi teléfono sonar. Lo saqué de
mi bolsillo y sin ver quien es conteste, aún estando en los brazos de Gian.
—Estoy jodido, mamá empeoró, la que era mi novia me dejo porque encontró a
alguien mejor que yo. Soy patético.
—En el pent-house.—murmuro.
—Necesito que te relajes, tomes una ducha, te tomes una pastilla para dormir y
mañana cuando te levantes me llamas.
—No ser que haría sin ti, eres demasiado buena conmigo.
—No me importa.
Subió su mano hasta mi rostro para darme una suave caricia, y luego de quedó
ahí. Mirándome, sonriéndome.
Mis pulmones necesitaban aire, pero me dije que un poquito más hasta que no
aguante y me separe de sus labios.
Escuche su risa, más no respondió y mire cuando escuche que había prendido el
televisor.
–––––
—Levántalos tu, después Hades se molesta conmigo.
Abrí los ojos al escuchar la discusión que estaban teniendo mis hermanos.
Estaban en el borde de la cama discutiendo como levantarme.
—La compraste.
—Yo los voy a llevar a desayunar, pero por favor salgan de aquí.—la voz ronca
de Gian nos hizo callar.
—Ellos van a regresar cuando vea que no demoramos mucho. Puedes ducharte
en mi baño, yo iré al del cuarto de Morfeo porque huele a chocolate.
Sonreí.
Tome la ropa que me iba a colocar, que consistía en un vestido suelto floreado y
unas zapatilla. Quería estar lo más cómoda posible.
Mi teléfono sonó anunciando un nuevo mensaje así que lo saque del bolsillo que
tenía el vestido. Recibí un mensaje de Amber, estaba dudando si abrirlo o no. Al
final lo terminé abriendo.
—Claro.
—¿En serio?
Se encogió de hombros.
—Le ponemos un poco de veneno de rata para que muera como lo que es.
—Sabes que los amo y me gustaría pasar más tiempo con Nicolette, se ve que es
agradable.
Escuche una tos proveniente del asiento trasero y casi olvido que se encontraba
Morfeo con nosotros.
—Mocoso, no digas esas cosas que te olvidas de que te lleve a jugar con tu
amiga Naomi.
—A esa edad ya yo tenía tres novia. Una para la merienda, otra para las tarea y
una para unos cuantos besos.
—Necesito alimentarme.
Cuando entramos a local los chicos ya nos estaban esperando. Me miraron con
una sonrisa hasta que Jawad habló.
—Nunca pensé estar vivo para este momento, estas con una chica hermosa.
—Papá no confía en ella, la última vez que Hades viajo con Odin tuvieron que ir
a buscarla a Ámsterdam ya que estaban causando desastres y dejando nuestro
apellido por el suelo.
Hades le dedico una mala mirada a Artemis y esté solo sonrió hasta que miro a
Nicolette sorprendido.
—Nunca te había visto por aquí. Estoy seguro que recordaría una cara hermosa
como la tuya.
Cuando llegó el desayuno nadie habló, solos nos dedicábamos a comer. Hasta
que terminamos y Hades fue a buscar el desayuno de Amber.
—No vamos hacer nada malo.—dijo Konstantine, pero la sonrisa en sus labios
decía todo lo contrario.
Fui el primero en salir del local, para mi sorpresa habían algunos paparazzi
fuera.
Cuando llegamos al auto me miró con una sonrisa. Me encantaba verla sonreír.
—Hoy te voy s recoger al trabajo para que me acompañes a una cena.
—Está vez no, el señor Lee insiste en verte, pero se que es por el estúpido de su
hijo y me esta atrasando.
Miro el desayuno en sus piernas y luego a mi. Tomo mi cara en sus manos para
darme un beso lento que terminó con una mordida.
Antes de que pudiera decir algo, la ventana del auto fue golpeada fuerte por
Jawad.
—Te aseguro que no. Hasta más tarde.—bajo del auto.—Y no te preocupes por
Nicolette, esta en buenas manos con Artemis y Morfeo.
Asentí y se fue.
—Señor.
—Dime principessa.
—Necesito un favor.—se escuchaba la risa de los chicos.
—No soy su Jodida novia ni su amigo. Además cuando tuvo que asegurase que
tu estuvieras bien no lo hizo, deja de preocuparte por ese idiota.
Escuché un suspiro.
—No voy a discutir contigo, solo dime si puedes o no para mandar a alguien
más.
Con unas cuantas sonrisas y fingir interés logre estar en la habitación de Ares
quien me miraba como si me quisiera matar.
—Las noticias vuelan rápido.—me senté en una silla que estaba al lado de la
camilla.
—Pero lo acepto, me jode tanto, pero lo acepto si eso la hace feliz porque eso me
hace feliz a mi.
Nos miramos sin decir nada. Me levante para irme y antes de pasar por la puerta
decidí molestarlo un poco.
Al salir del hospital me encontré con Cato que ya tenía la comida del mugroso.
Así que fui directo a la dirección que me dio Hades y me sorprendí ver que vivía
en un buen lugar. Vivía en un jodido pent-house.
Cuando me vio sus ojos estaban rojos, seguro que de tanto llorar. Patético.
Me senté y el lo hizo junto a mi. Cato estaba en una distancia prudente revisando
el lugar justo como le dije.
Me miró apenado.
Asentí de acuerdo.
Le quite el teléfono.
—Lo estoy tratando jodidamente bien, me ofende que dudes de mi.—dije viendo
al niño comer.
—Yo confío en ti, y cómo confío en ti crees que puedes quedarte con Damiem y
darle ánimos?
Escuche como lloriqueaba. No iba a caer en eso hasta que el llanto se hizo
presente. Sabía que era falso, pero aún así le seguí la corriente.
—Esta bien, pero quiero que sepas que estas me las pagas.
—Claro, te quiero.
—Mi novia me dejo, la verdad no le quise decir nada a Hades, pero le pagaron
para que saliera conmigo.
—Era un plan para que dejara a Hades desprotegida, pero nunca esperaron que
me despidiera.
—No lo sé.
Lo mire fijamente.
—No se tiene que quedar aquí cuidándome, no me voy a tirar de ningún lugar.
Negó.
–––––––
—Señor, despierte.
—¿Viene sola?—pregunté.
—No, fue a la casa a buscarle un cambio de ropa que combinará con la de ella y
luego Jawad la trae.
Asentí.
—Quiero que encuentres todo sobre la ex novia de Damien, y cuando des con
ella mátala.
—Como ordene.
—Si me vas a pagar así cada vez que ayudo a alguien empezaré a ser más bueno.
La deje en el suelo.
En el auto coloco la música que más le gustaba. Trataba con todas mis fuerzas de
no girarme y verla bailar y cantar.
La tome de la mano.
—Soy una estúpida, debí de ponerme algunos de los zapatos que tenía en tu
casa.
Le di un saludo corto a Lee y así hijo mientras que Hades le dio un beso en la
mejilla a cada uno. Puede ver como el estúpido hijo de Lee se sonrojaba como
un niño.
—veintidós.—respondido Hades.
Mal.
—Bien, él sabe que amo demasiado a su hija y solo quiero hacerla feliz.
Llegó la comida y mire a Hades que no se veía muy complacida con el pescado,
pero empezó a comer.
Pero no fue así, o no del todo. Cato vino al rescate, pero en el proceso no pude
evitar soltar la mano de Hades.
Me dispararon.
—Mierda, vámonos de aquí y espero ver a ese tipo jodidamente muerto. Joder.—
el dolor en el hombro era insoportable.
––––––
Capítulo 38.
Decir que estaba sorprendida con lo sucedido era poco. Gian no fue al
hospital. Cato llamó a un doctor que vino junto a una enfermera, supuse que no
era la primera vez que le sucedida algo así porque lo manejaba con si fuera algo
del día a día.
Lo mire incrédula.
—¿Es una broma? No vamos actuar más como si nada, Gian. Aunque no lo creas
no tengo perdida de memoria.
Antes de que pudiera decir algo llegaron los chicos gritando y Nicolette tenía
una sonrisa en sus labios. Todos felices hasta que nos vieron.
—Gian, cariño me alegra ver que estas bien. Lamento la forma en la que
terminamos.—dijo Lorraine dando un beso justo en la comisura de sus labios.
—Lamento venir así, había ido a la casa anterior y no vi a nadie así que le escribí
a Jawad.—dijo Rachele apenada tratando de darle un abrazo a Gian sin
lastimarlo.—Me preocupe mucho.
No pase por alto la mirada que le dio Stephen a Rachele cuando está abrazo a
Gian.
Lorraine me dio una mirada de molestia que me hizo sonreír. Igual de perra
envidiosa que su hermana.
—Y eso que queríamos invitarte a un nuevo club que abrió un amigo, igual
podemos ir a comer algo.—se encogió de hombros la víbora.
—No tengo ánimos de salir, además dejaré la empresa a cargo de Fénix por un
tiempo y le pediré ayuda a Hades.
—Te he dicho que dejes de actuar como si esta fuera tu jodida casa.
Pero la idea me hizo sonríe. No era nada mal un día de piscina fastidiando a
Lorraine y Gian. Una por querer lo que ya es mío y el otro por idiota.
—Me parece una buena idea.—dije haciendo que las miradas se posaran en mi.
—No me jodan,.—gruñó.
Rachele se despidió de Gian con un beso en el hombro, Stephen le dijo algo para
luego acercarse a mi y darme un beso en la frente. Pero la única que no se movió
de su lugar fue Lorraine que le dijo algo a Gian al oído y este asintió.
—Bueno, espero que tengas una buena estadía aquí. Lamento robarte a mi
italiano, pero estos asuntos no pueden esperar.—sonreí tomando la mano de
Gian quien se dejó hacer sin reclamar.
Sin esperar que alguien dijera algo nos conduje hacia las escalares para ir directo
a su habitación.
—Lo único que esperaba es que pudieras a la perra de Lorraine en su lugar, pero
me imagino que es un trabajo difícil cuando antes te la tirabas.
Me miró incrédulo.
—Lorraine me vale mierda, Hades. Ella era la chica que me tiraba, pero ya no
más.—aseguró.
—Dile que se vaya.—murmure cuando me aparte de sus labios, el abrió los ojos
y me miró por unos segundos para luego volver a besarme.
De alguna manera logré sentarme en sus piernas y el con su mano libre logró
tomarme del cabello para acercarme más a el.
—Lorraine es mala.
—¿En serio?—asintió.
—Eres una manipuladora, pero solo espera que mi brazo esté bien y me ls voy a
cobrar.
Los únicos mensajes importantes que tenía era de Artemis, Amber y Thomas.
Thoma(te)s: Espero que estés bien cariño y también quiero hablar contigo
pronto.
No sabia que responder a eso así que decidí ver el mensaje de Amber.
—Lo único que diré es que Amber es una perra. Fin del tema.
Lo mire y me sonrió.
—Hizo drama así que le dije a Cato que le sacara. Nada de que preocuparse
ahora dame un beso.
—Tengo que advertirte, mis besos son adictivos Gian, tal vez te lleven al borde
de la locura.—dije cuando acercó su rostro al mío.
El beso se volvía cada vez más intenso, y una parte de mi estaba asustada porque
yo no le podía dar a Gian más que eso, unos besos.
Cuando nos separamos nos quedamos viendo hasta que el decidió romper el
silencio.
—No.
Suspiro.
—Esta bien.
Capítulo 39.
Me levante debido a que los cólicos decidieron acabar conmigo el día de hoy
además de que Gian se encontraba en una llamada que no se veía para nada
buena. Cuando colgó me miró y señalo mis zapatos.
—Dile a Cato que te lleve a casa.—dijo para escribir algo en su teléfono.
No entendía nada.
—¿No te iba acompañar a la empresa?—pregunté extrañada.
Sus ojos viajaron del teléfono a mi.
—Hades me jodiste un contrato de millones. No quiero discutir así que toma
tus cosas para que te lleven a tu casa.
Iba a discutir, pero el se fue al baño y un quejido se escapó de mis labios. De
verdad no estaba bien. Cerré los ojos unos minutos para luego ponerme los
zapatos. Tomé mi celular que no tenía mucha batería, pero era suficiente para
hacerle una llamada a Odin.
—¿Qué pasa cariño?—respondió al instante.
—Voy a tu casa, no me siento muy bien.—me queje saliendo de la habitación
para ir a la cocina.
—¿Qué sucede?—preguntó preocupado.
—Mis cólicos están acabando conmigo, y se que siempre guardas pastillas y
todo lo necesario para mi.
Mire a los chicos que se encontraban sin camisa cocinando. Una buena vista.
—Claro, aquí te espero. Tengo que colgar.—colgó sin esperar respuesta.
—¿Saben donde se encuentra Cato?—pregunté y no puede enviar
nuevamente el quejido.
Todos me miraban preocupados.
—Te está esperando afuera.—respondió Jawad mirándome—¿Estas bien?—
asentí.
—Nos vemos chicos.
Y como dijo, Cato me esperaba afuera con una mueca en cuanto me vio.
—¿Se siente bien? Se ve fatal.
—Claro, ¿puedes llevarme a casa de Odin antes de que muera desagrada? Se
que me va a bajar en cualquier minuto.
Asintió abriendo la puerta del auto para mi. No tarde en acostarme.
Lo único que esperaba era no ponerme sensible, cada vez que venía mi
período me volvía una bebe llorona y era insoportable.
No me di cuenta cuando mis ojos se cerraron hasta que sentí que era
suavemente sacudida.
—Ya llegamos.—dijo Cato así que di las gracias para luego bajarme.
Justo cuando iba a entrar a la casa salió una chica con el cabello revuelto y
una sonrisa. Cuando me miro no dijo nada y se fue.
—Era una amiga.—dijo Odin antes de que pudiera preguntar algo.
Me encogí de hombros y entre a la casa me arrastre hacia el cuarto hasta que
mi mejor amigo decidió tomarme en sus brazos.
—Vamos a la empresa de Gian.—murmure.
Sabía que no debería de hacerlo, pero no me iba a quedar callada cuando me
culpaba de algo que yo no hice. No haría perder millones que podrían ser
gastados en regalos para mi.
—¿Por qué?—me dejo en la cama.
Antes de que pudiera responder mi teléfono sonó. Ni siquiera me fije quien
era antes de contestar.
—¿Qué te pasó?—el gruñido del italiano me hizo rodar los ojos.
—Que mierda te importa. Lo que quiero saber es porqué me culpas de algo
que no hice.
Miraba como Odin buscaba unas cuantas cosas de un lado a otro.
—Hades por favor. Tenía una reunión importante con alguien de Japón, no
me avisaste como te ordenó Kaine. Hablamos luego —colgó.
Claro que lo hablaríamos luego. Kaine me iba a escuchar, esa maldita no me
iba a molestar.
—Aquí tienes para que te cambies. Te voy hacer un cereal para que después
te tomes la pastilla y vayamos hacer un show donde Gian.
—Eres mi mejor amigo favorito.—me miro ofendido.
—Soy el único que tienes, pequeña bruja.
Le hice caso y tome un buen baño, me cepille los dientes después mire el
vestido suelto que dejó encima de la cama y me lo coloque después de rociar
perfume en mi cuerpo.
No quería peinarme, pero lo hice de mala gana. Baje a la cocina después de
colocarme unos zapatos bajos.
—¿Qué vamos hacer cuando lleguemos?—pregunto dejando un plato de
cereal y un vaso de agua frente a mi.
—Me inculparon de algo que no hice. Y la que lo hizo va a pagar.
Me miró unos segundos y luego rio.
—Huelo a despido.
Ahora fue mi turno de reír, pero terminé lloriqueando de dolor.
—No lo dudes.—respondí empezando a comer.
—Voy a ir a cambiarme, cuando termines tomate la pastilla que esta al lado
del plato.
Cuando estuvo satisfecha deje el plato para que Gian lo lavara luego y me
tome la pastilla.
Espere unos minutos y Odin bajo con nuestros teléfonos en la mano. Sin
decir nada salí de la casa mientras el cerraba. Cato, quien estaba apoyado en el
auto fumando me miró sorprendido.
—Vamos a la empresa de Gian.—anuncie haciendo que se ahogue con el
humo y empiece a toser.
—Me van a despedir.—negó con la cabeza disgustado, pero aún así me abrió
la puerta.
—No te preocupes, que no la hará.—dijo Odin sabiendo en el asiento trasero
a mi lado ya que del copiloto era ocupado por un chico que no sabía.
Siempre los cambiaban.
El viaje en auto fue un poco largo, pero no fue tan molesto ya que Odin
siempre tenía chistes malos que decir y al parecer se llevo bien con Cato.
Cuando llegamos al lugar, el anteriormente mencionado me rogó que me
comportará y prometí que lo haría.
—No te preocupes.
Cuando nos bajamos tome la mano de mi amigo quien miraba a cualquier ser
humano que se le cruzará. Ni siquiera iba a anunciar mi llegada, todo sería
sorpresa.
—¿Tienes un plan?—pregunto y negué.
—¿Vas a subir?—pregunté cuando no apartaba la vista de un rubio
encantador, quien supe era Fénix Bailey.
—Vi algo que me gustaba, no te preocupes por mi.—beso mi mejilla justo
antes de irse.
Reí sin poder evitarlo. Subí al elevador sola y espere pacientemente hasta
llegar al piso de Gian.
En cuanto llegue camine con pasos decididos hacia Kaine que no noto mi
presencia debido a que se encontraba coqueteando con un hombre que bien no
era feo, pero no mi tipo.
—Buenos días.—dije con una sonrisa a pesar de que quería revolcarme del
dolor.—¿Nos das un minuto?—le dije al hombre que sin esperar nada asintió y
se fue.
—Señorita Athens.—dijo con una sonrisa.—Que sorpresa verla aquí, ahora
mismo el señor Caccini esta ocupado.
—Oh, no te preocupes yo solo vengo a exterminar una rata.—me miró
extrañada.—Nunca me dijiste sobre la reunión de Gian.
Se miró las uñas para luego encogerse de hombros.
—Se me olvido, pensé que le había dicho.
Estaba haciendo uso de todo mi control para no estamparle la computadora
en el rostro.
—No se te olvido, solo querías hacerme ver mal así que te recomiendo que
vayas y le digas a mi novio la verdad.
No pude evitar sonríe al ver su rostro contraído al escuchar la palabra novio.
—Así es querida, que no te sorprenda. O creíste que tu le interesabas?
—Nosotros…—la interrumpí.
—No te engañes que una cucaracha tiene más oportunidad que tu. Así que te
doy la oportunidad que se lo digas tú porque si se lo digo yo terminas en la calle.
—Nosotros casi nos acostamos así que si tengo una oportunidad.—gruñó.
¿Así que en esa estamos?
Camine hacia la oficina de Gian. En cuanto me vio me dio esa mirada
molesta que por mi período hizo que me dieran ganas de llorar. Estaba tan
sensible que hasta le di una oportunidad a Kaine y no la aprovecho.
—¿Qué haces aquí?—sus ojos bajaron por todo mi cuerpo para luego
mirarme fijamente.
—Kaine nunca me dijo que tenías una cita. Te engaño porque pensó que así
tendría una oportunidad contigo.
La puerta fue abierta por la chica que en cuanto vio la mirada furiosa de Gian
quedó temblando.
—Señor…—Gian alzó la mano, silenciándola.
Se levantó de la silla así que yo aproveche y me senté en ella.
—Tienes que estar jodidamente loca si piensas que así ibas a llamar mi
atención. Tanto que alardeabas que no te ibas acostar conmigo ahora mírate.—la
señaló con una sonrisa de burla.—Queriendo una relación y rogando para que te
folle.
—Gian…—quise interrumpir al ver los ojos cristalinos de la chica y me daba
vergüenza ajena.
Pero me dedico una mirada que me hizo mirar que era lo que tenía encima de
la mesa.
—Te quiero fuera de mi empresa, y no te preocupes que los millones que
perdí, tu indemnización va a servir de algo.—señaló la puerta en cuanto vio que
no se movía.—¡Vete!
Ella entre lágrimas salió del lugar. Me levante lista para irme, pero fui
tomada de la cintura.
—Suéltame.—dije en cuanto sentí su rostro enterrado en mi cuello.
Mi punto débil.
—Justo ahora estoy muy cómodo aquí.—murmuró dejando un beso húmedo
que me hizo retorcerme.
Cerré mis ojos y me arrepentí al ver las imágenes que llegaron a mi mente
haciéndome apartar rápidamente de Gian que me giro para que lo viera.
—Ya limpie mi nombre, ahora debo ir a casa. Artemis se volverá loco si no
me ve además tengo que ir a ver a nuestro hijo.2
Rodo los ojos.
—¿Me vas a decir que te pasa? Cato y los chicos me dijeron que te veías
mal, pero la verdad yo te veo muy bien.
—Tengo cólicos, llego mi periodo y es algo horrible. Hoy tenia una cita con
Amber y Azael para ver los últimos toques de la exhibición, pero creo que les
diere que nos veamos en casa.
El asintió.
—Entonces te veré después del trabajo, piccola principessa.—dejo un suave
beso en mis labios.1
Sus manos envolvieron mi cintura para acercarme más a el. Cuando nos
separamos vi su sonrisa.
—Deja de sonreír que aún estoy molesta contigo.
Señaló la puerta.
—Nos vemos, piccola principessa.
Lo mire sin poder creerlo.
—¿Me estás echando?
Asistió para volver hacer su trabajo y actuar como si yo no estuviera ahí. Salí
de la oficina sin decir nada, estaba preocupada por que no sabía dónde encontrar
a Odin, pero al salir del edifico lo encontré muy animado hablando con Cato
quien estaba sonrojado.
Seguro y le estaba contando sobre sus conquistas.
—¿Cómo te fue?—pregunto en cuanto me vio y alce mis pulgares.
—Bien, ahora vamos a casa que seguro y Artemis debe de estar volviéndose
loco.
Cuando llegue a casa me sorprendí cuando Morfeo se abalanzó sobre mi en
un abrazo.
—Me preocupe, mamá me dijo estabas bien, pero mis amigos decían que de
seguro ya estabas muerta.—lo tomé del rostro y dejé un beso sobre su mejilla
justo donde se deslizó una lágrima.
—No le hagas caso, solo están celosos porque tienes a una hermana fabulosa.
—dijo Odin quien estaba a mis espaldas y yo asentí dándole la razón.
—Es mejor que busques otros amigos.
—Lo mismo me dijo papá, se la pasó gruñendo toda la mañana porque aún
no estabas aquí.
Lo mire sorprendida.
—¿Ya llegó del hospital?—pregunté y asintió.
—Esta en el cuarto con Artemis y mamá.
—Quédate aquí con Odin mientras yo subo.
Cuando subí a la habitación, efectivamente se encontraba mi padre acostado
mientras mamá y Artemis lo regañaban.
—Es una irresponsabilidad de tu parte papá.
Todos miraron hacía mi cuando me aclare la garganta y la sonrisa de mi
padre me hizo feliz así que no tarde en abrazarlo.
—Aquí la culpable de que regresaras antes.—dijo mamá y papá le dedico
una mala mirada.
—Deja de estar amargada, tu también Artemis. Solo faltaban dos días para
que me dieran de alta solo que yo me quise adelantar y no me molesten más con
el tema que me ponen de mal humor.
Artemis no dijo nada y solo salió de la habitación con mamá siguiéndolo.
—¿Por qué mamá dijo que es mi culpa que regresaras?—pregunté
sentándome a su lado.
—No le hagas caso a tu madre.—le resto importancia.—Me alegra que estés
bien princesa y que el idiota que tienes por novio sirva de algo.
Lo mire sin poder creerlo.
—¿Regresaste porque estoy saliendo con Gian?
—Claro que no, mejor pon esa película que tantos nos gusta ver.
Sabía que se refería a llámame por tu nombre así que después de ir por
Cerbero, comida y a Odin para que se nos uniera empezamos a ver la película.
––––––
En el almuerzo cada quien comió en su habitación, pero la cena fue un poco
incomoda y cuando finalizó el día nuevamente le pregunté a mi padre si no se
molestaba con la presencia de Gian. Pasamos toda la tarde juntos, también se nos
unió Morfeo hasta que Odin tuvo que irse y mi padre me dijo que ya estaba
cansado.
—¿Seguro que no te molesta que Gian se quede a dormir?—pregunté.
—No. Y si me lo sigues preguntando si me voy a molestar de verdad. Solo
les pido que no hagan nada que no pase de unos besos Hades, un poco de
respeto.—asentí.
—Voy a fingir que no dijiste eso.—salí de la habitación.
Hades: Bueno, mi padre no tiene molestia porque te quedes.
Gian: Ya voy para allá.
Hades: Supongo que ya sabes donde se encuentra mi habitación
Cuando entre a mi habitación me encontré con Artemis acostado en mi cama.
Cuando vio que estaba en el cuarto se levanto.
—No tuve la oportunidad de decirte que estaba preocupado por ti enana—me
abrazó.—A pesar de que te molesto sabed que te amo.—asentí.
—Yo también te amo.—me dio un beso en la frente.
—Cuando venga Gian espero que vayan directo a la cama a dormir. Que
tengas dulces sueños.—dijo antes de salir de la habitación.
Antes de que Gian llegara me di un baño, me cepille el cabello y los dientes.
Me puse mis cremas y cuando terminé me acosté en la cama. No se en que
momento me dormí, pero sentí como fui sacudida lentamente.
Abrí los ojos para ver a Gian frente a mi con una sonrisa.
—¿Así que no querías verme?—preguntó y antes de que pudiera responder
me dio un beso.
Se sentó a mi lado y lo mire fijamente.
—¿Así que ya no estas molesto?—negó.
—Ahora solo tengo ganas de estar contigo y hablar.
—¿Hablar?—asintió.
Esto era raro o solo yo lo sentía raro.
—Es algo que quiero saber desde ayer en la noche y necesito saberlo para
confirmar algo que está en mi mente.—lo mire con desconfianza.
Ya no me gustaba por donde íbamos.
—¿Qué pasa?—pregunté.
—¿Por qué Lorraine es mala?
Me sorprendí y lo mire. ¿Esa era la pregunta?
—Solo era para molestar, no lo dije en serio.—mentí un poco.
Porque nunca sabré si Lorraine fue víctima o participe de los actos de su
hermana.
—Creo que no, no se si te diste cuenta, pero cuando me dijiste que Lorraine
era mala estabas casi temblando Hades y supe que algo no iba bien por eso fue la
eche.
—¿Por eso viniste hoy aquí?
Me miró y negó.
—No, pero si no quieres hablar de eso está bien. A veces hay cosas que
cuestan decir.
Lo mire indecisa, no sabía si arriesgarme, pero una parte de mi quería
compartir eso con el porque así tal vez el tendría la confianza de contarme su
secreto. Así que me arriesgue.
No me gustaba hablar del tema, me recordaba que aún una parte de mi no
podía avanzar como quisiera y también me acordaba que la responsable se
paseaba por la ciudad como si ella no fuera la causante de que a veces las tuviera
miedo llegar a algo más con algún chico.
—Si es muy difícil para ti no lo hagas.—dijo al ver que no decía nada.
Me acomode para que estuviésemos más cómodos.
—Louise me había citado a un lugar con la excusa de hacer las pases porque
últimamente estábamos pelando mucho debido a sus celos.—comencé a contar
lo sucedido—Fui sola como ella me ordenó, tampoco pensé que necesitará
guardaespaldas con mi mejor amiga, pero me equivoque. Cuando llegue al lugar
no me sentía bien, ¿por qué citarme a un lugar donde solo habían bodegas? Pero
cuando quise irme ya era tarde.
Gian me miraba expectante, casi sin parpadear.
»Cuando quise irme unos tipos me acorralaron. Todo pasó demasiado rápido
y yo estaba en shock. Me encerraron hasta que llegó Louise con una sonrisa de
burla diciendo que yo era demasiado estúpida para creer que ella sería amiga de
una chica que le robaba la atención—volví a tomar aire.—después de decirme
que nadie quería una muñeca rota y manoseada fue dejándome sola con las luces
apagadas y no entendía sus palabras hasta unos minutos después.
Y me había dejado rota por un tiempo, pero había creado a la Hades que soy
ahora.
—¿Por eso le temes dormir con la luz apagada?—negué.
—Temo dormir con la luz apagada porque cuando pensé que estaba sola en
realidad habían chicos conmigo. Chicos que se encargaron tres días de hacer mi
vida un infierno tocándome sobre el vestido veraniego que tenía aquella vez.—
una lágrima rodo por mis ojos.—Tres días que tuve miedo que me hicieran algo
más para que luego al cuarto día mi padre me contó que me encontraron cerca de
la carretera que iba saliendo de la ciudad. Ni siquiera pude gritar por ayuda, ni
siquiera recordaba como llegué ahí.
—¿Como Louise está libre como si nada?—preguntó incrédulo.
—El día que sucedió ella dijo que estaba en casa de su hermana y tenía
pruebas, además que también fingió buscarme cuando mis padres se dieron
cuenta que estaba desaparecida.
Antes de que pudiera decir algo más el se puso de pie, me miró y negó.
—Lo siento.—dijo antes de salir por la puerta de la habitación.
Y no pude evitar sentirme mal.+
–––
Capítulo 40.
Me quede apoyado en la puerta escuchándola hablar con Cerebero. Por más
que quería entrar no podía, necesitaba tiempo para controlarme y no cometer un
error que seguro me costaría.
Mi mente iba a explotar, tenía demasiado en que pensar, pero lo principal era
hablar con Ares, necesitaba respuestas. Después de doce minutos en donde ya no
la escuché hablar decidí entrar al cuarto. Estaba debajo de la sábanas así que se
la quite para revelar que estaban dormida.
—Hades.—la sacudí un poco pero no se movió.
Mire hacia la mesita de noche y me encontré con unas pastillas para dormir.
Suspiré para luego apagar la luz y acostarme junto a ella, no sin antes encender
la lámpara de noche en forma de corona. Cerebro que estaba en su cama decidió
acompañemos.
Y a la abracé intentado conciliar el sueño porque si mi mente seguía
trabajando esto seguro se volvería un infierno.
Me levante por el sonido del despertador que tenía siempre en mi teléfono y
no dude en apagarlo. Eran las siete de la mañana. Mire a la chica a mi lado que
seguía dormida como si ese sonido espantoso no fuera nada. Tomé mi teléfono
de la mesita y le mandé un mensaje a Fénix anunciandole mi falta de hoy y que
ya Kaine no trabajaba con nosotros, el me respondió diciendo que ya sabia y que
me tenía una nueva secretaria desde hace una semana y que desde hoy iba a
empezar, pero que si podía, me acercara a darle el visto bueno.
Cerbero se encontraba comiendo, pero en cuanto vio que me levante de la
cama se acercó a mí. Tomé mi ropa para entrar al baño a cepillarme los dientes y
darme una ducha.
Cuando ya estuve vestido me dirigí a la cocina, era el único lugar que
conocía de la casa además de la habitación de Hades. Me encontré a Ares
desayunando en la pequeña isla con Jayde.
—Buenos días.—dije con una sonrisa al ver el ceño fruncido de Ares.
—Buenos días, ¿quieres algo de desayunar?—señaló las bolsas de comida y
asentí.
Me serví un poco de lo que había y me dente justo frente a Ares, solo para
molestarlo.
—Gracias Jayde.
—¿Dónde está mi hija?—preguntó el hombre frente a mi.
—Dormida, ayer tomó pastillas para dormir.—dije y me miró preocupado.
Jayde puso una taza de café frente a mí que agradecí con una sonrisa.
—Vamos hablar.—se levantó antes de que yo pudiera decir algo.
—Deja que desayune.—dijo Jayde y negué.
Yo también quería hablar con él antes de que Hades despertará.
—No te preocupes. Me llevo esto.—tomé la taza de café y seguí a Ares hacia
su despacho.
Como siempre me ofreció whiskey, negué ya que estaba tomando café, pero
no le importo y le echo un poco.
—¿Comienzas tu o yo?—preguntó estábamos sentados frente a frente.
Sin duda iba a empezar yo.
—Un poco hipócrita estar metido en la mafia, pero al momento de proteger a
tu hija no sirves para una mierda. ¿Dejar a la chica que la torturó libre? Estúpido.
Me miró dolido.
—No maté a Louise porque si lo hacía Hades iba a ser directamente la
culpable, ya que se encargo de decirles a los policías que fue Louise la que
planeo todo.—negó—No le creyeron, ni siquiera Jayde, pero Artemis, Damien,
Morfeo y yo creímos en ella.
Por eso la relación de Hades con su madre estaba débil. Su propia madre
prefirió estar del lado de una desconocida antes que él de ella.
—¿Qué hiciste?—pregunté dándole un trago a mi café.
—Le jodí la carrera, ella quería ser una reconocida modelo, pero para cada
puesto que aplica hago que se lo den a Kelpie Bailey, Hades me dijo que tiene un
pequeño crush con ella así que no dude en hacerlo.
Lo mire sorprendido. Lorraine se la pasa alardeando de las grandes pasarles
en las que su hermana modelaba que supuestamente eran exclusivas. Todo era
mentira.
—¿La dejaste sin trabajo?
—Esta trabajando en la empresa de su padre, yo solo le arrebate sus sueños.
—se encogió de hombros—Hace unos meses logró entra al desfile que realizó
Jacquemus, pero hice que se lo dieran a Hades.
No puede evitar reír. Me alegraba que estuviera sufriendo. Pero eso no era
suficiente para mí, la quería suplicando por su vida.
—Merece más que eso.—asintió de acuerdo—Tengo una teoría de que tal
vez ella pueda estar trabajando con Bruno.
—Espero que no sea estúpida, la primera vez la deje ir gratis, pero está vez
me las paga.
Solo Dios sabía que si me encontraba con Louise esta no estaría viva y me
iba a encargar de eso así sea que tenga que pagar millones para que la busquen.
Y tenía a la persona indicada para ese trabajo.
—¿Por qué te preocupo que Hades tomará pastillas para dormir?—pregunté
curioso.
—Ella no se dio cuenta, pero llegó a depender de eso hasta para tomar una
pequeña siesta y le dije que estaba haciéndole daño a su salud para que las
dejará.
—Me aseguraré de que no vuelva a pasar.
Nos pasamos una hora hablando, entre negocios y planes que este tenía
pendiente, también llegó a decirme que estaba emocionado por la exhibición de
Hades que al parecer iba a ser la primera en la que ella diera la cara y fueran
tantas personasm. Me confesó que le iba a regalar para que abriera otra galería y
yo le sugerí que fuera en Italia como era obvio se negó, pero eso era decisión de
Hades.
––––––HADES ATHENS––––––
Cerbero estaba encima de mis piernas mientras yo terminaba de desayunar
mi cereal con frutas.
—Gian esta en el despacho con tu padre.—dijo mamá y asentí sin tomarle
mucha importancia.
Tomé mi teléfono para enviar algunos mensajes.
Hades: ¿Todavía tienes contacto con Atticus Baldwin? Necesito un
pequeño favor.
Atticus Baldwin, un traficante de droga que Odin a defendió por ser acusado
de acoso sexual que para sorpresa de mi mejor amigo el tipo era inocente.
Odin Odioso: Sabes que no me gusta hacer trato con el. Igual sabes que
hago lo que sea por ti, ¿que necesitas?
—¿No tienes que trabajar hoy?—pregunte extrañada, ella se la pasaba todo
el día en la agencia.
Negó.
—Quiero pasar el día con tu padre.—no pregunte mas.
Le respondí el mensaje a Odin.
Hades: Preguntale que sabe de Gian Caccini y sus amigos Kounstantine,
Archilles y Jawad. Dile que vas de mi parte.
Necesitaba respuesta, esta decisión estuvo rondando por mi mente demasiado
tiempo y llegué a la conclusión de que nada iba a perder con investigar por mi
cuenta. Una parte de mi ya tenía la respuesta, solo quería que lo confirmaran.
Odin Odioso: No me estás diciendo que…
Hades: Por eso te pido que le preguntes, necesito salir de la duda.
Odin Odioso: ¿Puedo ir a tu casa? Ahí lo podemos llamar.
Hades: Esta bien.
Odin Odioso: Estoy ahí en unos minutos.
Lo dude por unos minutos ya que Gian se encontraba aquí, pero al final
acepte porque sabía que el iba a regresar a su casa o iría a la empresa.
Al terminar de comer me levante para ir a buscar a Gian y molestar un poco
a mi padre. Cerbero me seguía hasta que se distrajo con su peluche favorito.
Entre sin tocar la puerta haciendo que los dos hombres se callaran
rápidamente cuando me vieron, los mire sospechosamente y luego sonreí.
—Hola papá, ¿conviviendo con el enemigo?—lo abracé.
—Unas cuantas amenazas, nada que esta gallina no pueda soportar.—señaló
a Gian haciéndome reír.
—¿Pensé que tenías trabajo?—le dije a mi novio.
Se encogió de hombros.
—En unos cuantos minutos voy a ir a conocer a mi nueva secretaria.—dijo.1
Papá se levanto para abrir la puerta.
—Se pueden retirar, tengo que llamar al inepto que se hace cargo de mis
ejercicios ya que tenia que estar aquí hace unos minutos.
Sin decir nada tome la mano de Gian para llevarnos al patio trasero. Cuando
estuvimos solos no tardó en besarme y estrecharme contra sus brazos.
—No quise dejarte sola ayer, solo que tenía demasiada rabia y no me quería
desquitar contigo.—asentí sin querer darle muchas vueltas al asunto.
—Esta bien, ya pasó.—me encogí de hombros.
No me soltó y me lleno la cara de besos.
—Si te duelen las cosas quiero que sepas que conmigo no tienes que fingir, si
te sientes incómoda o hay algo que no te gusta me lo dices, ¿entendido?—asentí.
—No te pongas sentimental, que casi no te reconozco.—bromeé y rodó los
ojos.
—No seas payasa, me tengo que ir, pero tengo unos planes contigo que no
pienso posponer.
Lo acompañe a la salida donde Cato lo esperaba con un cigarrillo en mano.
—¿Listo jefe? Dimitri se queda con la señorita.
Después de unos cuantos besos más se fue y a los minutos llegó Odin.
Después que saludar a mamá y a papá nos encerramos en mi habitación.
Nos sentamos en el suelo mientras esperamos que Atticus respondiera y lo
hizo después de dos tonos.
—Hola cariño, es un gusto escuchar tu voz.
Su voz era como la de un transformer.
—Lamento no poder decir lo mismo, ya estoy con Hades.
La llamada estaba en alta voz.
—Hola Atticus.
—Es un gusto poder hablar contigo princesa Athens, antes de hablar quiero
que sepas que mi parte favorita de los favores es cobrarlos.
No me sorprendía.
—¿Que quieres?—pregunté.
—Es algo que discutire luego con tu mejor amigo.
Mire a Odin que tenía mala cara.
—Comienza a hablar que no tengo tiempo para ti.—gruñó mi mejor amigo y
no se tardó en escuchar la risa.
—¿Sabes? Me sorprende que tu pregunta sea solo relacionada a tu novio y
no a tu padre.
Mire extrañada a Odin quien se encogió de hombros.
—¿Mi padre?—pregunté y su risa fue estruendosa.
—Ares Athens se dedica al lavado de dinero y tráfico de drogas.
No dije nada.
—¿Gian y lo demás?—preguntó Odin.
—Algo que todos tienen en común es que se dedican al lavado de dinero, la
diferencia es que Gian junto a su hermano también se dedican al contrabando y
tráfico de drogas, Archilles Deligiannis al tráfico de drogas, Konstantine Jakok
se dedica al tarfico de armas y drogas.—hace una pausa y escucho su risa.1
¿De qué se está riendo?
—¿Y Jawad?—pregunté.
—El es mi favorito, Jawad Arfat maneja un jodido grupo de asesinos a
sueldo y también se dedica al tráfico de drogas.2
—Gracias por la información.—dije.
—Siempre a tu disposición princesa. Nos veremos pronto Odin.—dijo antes
de colgar.
Mira a Odin que se veía preocupado por mi reacción.
—¿Que vas hacer?—preguntó y me encogí de hombros.
—No lo sé.
—Por tu culpa el idiota de Atticus va a estar pisandome los talones.
—Me dijiste que era guapo.
—Si, pero es un loco que no me deja hacer mi vida tranquilo.3
Antes de que pudiera decir algo la puerta se abrió dejando ver a papá.
—Hola niños.
Lo mire y no sentía miedo o molestia, el a pesar de todo seguía siendo mi
padre así sea que no me gustara el camino que tomó. El lo daba todo por verme
feliz.
Aunque me hubiese gustado saberlo por el y no tener que recurrir a alguien
más.
—¿Qué pasa?—pregunté y el sonrió.
Se agachó hasta quedar a mi altura y apretar mis mejillas.
—Necesito que te vayas de la casa por unas horas, quiero pasar tiempo con
tu madre.
—No necesitas…—Odin me interrumpió.
—Nos vamos enseguida.
—Por eso siempre fuiste mi favorito.
Odin rio mientras mi padre me ayudaba a levantarme.
No dude en abrazarlo, tomándolo por sorpresa.
—Te amo papá, y quiero que sepas que sea lo que sea siempre voy a estar
aquí.
Se quedó callado unos segundos y me abrazo más fuerte.
—Te amo más princesa.
Capítulo 41.
—Siempre supe que era una perra, no se porque estas sorprendida. Yo te
eduque mejor.—dijo Odin después de que lo contará lo sucedido con Amber y
Thomas.
El se encontraba manejando hacia el restaurante donde nos encontraríamos
con Amber, Thomas y Azael.
—Es mi mejor amiga.—dije.
—Y eso no le quita lo perra, sabes que hay algo de ella que no me agrada.
—Siempre la tratas bien. La saludas con dos besos en la mejilla y a mi solo
con uno.—señalé indignada.
El me miró por unos segundos para luego volver su vista a la carretera.
—A ti te saludaría hasta con un beso en la boca, pero no te dejas. No me
conviene tener a nadie de enemigo, a veces toca ser hipócrita.
Iba a responder, pero recibí un mensaje.+
Caccini:
Hice diferentes poses hasta que nuestros ojos chocaron en el espejo y le sonreí.
El carraspeo.
—No creo que a su padre le guste la respuesta.—su tono de voz ronco.
Hice como si estuviera buscando a alguien en el lugar.
—No veo a mi padre por aquí así que dime tu opinión, por favor.
Suspiró con pesar y luego me dio lo que parecía una sonrisa un poco torcida.
—Se ve hermosa, el señor Caccini quedará más encantado de lo que ya está
por usted.
Mentalmente sonreí por sus palabras.
—Esperamos que le de un ataque al corazón de lo perfecta que me voy a ver
ese día.—lo dejé con las palabras en la boca mientras me fui a quitar el vestido.
Me sentía feliz con el vestido así que después de que me lo colocarán en una
bolsa, salí del lugar con una sonrisa. Ahora solo tenía que llegar a casa y
prepararme para ir a ver a Gian paraluego ir a la galería a dejar y arreglar
algunas cosas.
Cuando estaba en el auto, tratando de sacarle palabras a Kanzi, mi teléfono
sonó indicando una llamada por parte de Pooja. Estaba sorprendida.
—Te llamo para avisarte que tienes que ir a la villa de Christoph Jenner.
Desde hace tiempo tenia una cita para un retrato y es el día de hoy.—informó.—
Amber había olvidado decirlo así que me mando a llamarte.
No pude evitar bufar. Esperaba llegar a casa y darme un buen baño relajante.
—Puedes enviarme la dirección por mensaje. Gracias por avisarme.—
colgué.
No me gusto la dirección, pero aún así se la dije a Kanzi. Esas villa quedaba
muy alejada y no había mucha gente.
—No me gusta este lugar. —se inquietó Kanzi así que decidí cambiar de
tema para que se relajara.
Yo no era una chica de problemas, no tenía porque pasarme algo y el loco de
la carta desapareció por varias semanas, mejor dicho ya iba para los dos meses.
—¿Ya sabes que le darás para navidad a la pequeña Emily? Prometo
comprarle un gran regalo, los niños siempre aman los regalos.
El sonrió y asintió.
—Me ha hecho una lista y se la pasa contando los días para navidad a pesar
que falta un mes.
No pude evitar sonreír también.
—¿Qué le puedo regalar? ¿Le gustaría una casa de muñecas?—pregunté.
Me miró por el espejo retrovisor y me dio una mirada apenada.
—No es necesario que le regale algo, suficiente con lo que me paga su padre.
No me pesaba regalarle algo, la forma en la que describía a su hija era
increíble y se escuchaba como una niña muy inteligente.
Cuando iba a replicar el volvió a mirar por el espejo retrovisor con el ceño
fruncido.
—Tres carros nos está siguiendo desde hace un buen tiempo y aquí no hay
por donde salir.
No dude en tomar mi teléfono y marcarle a Gian, pero antes que pudiera
hablar recibimos un golpe en la parte trasera y luego otro hasta que nuestro auto
se detuvo y mi teléfono terminó en el suelo. Quería llorar.
—Señorita Athens, no salga del auto.—lo detuve cuando iba abrir la puerta.
El iba arriesgar su vida por mi y yo no lo podía permitir, el tenía una hija que
lo esperaba en casa ya que era padre soltero, le pagaba a una niñera para que
estuviera con ella.
—No salgas.—murmuré asustada.
Me miró extrañado.
—Es mi trabajo.
—Y trabajas para mi y te ordenó que no salgas.
La puerta en donde yo estaba sentada fue abierta y unos ojos color miel con
toques verdes me miraron con fascinación.
—Finalmente ho te.
Traducción: finalmente te tengo.
Y cuando intento sacarme del auto no dude en patalear y gruñir, pero deje
hacerlo cuando recibí una bofetada y vi como Kanzi era retenido por alguien.
—¡Suéltenlo, el no tiene nada que ver!—grité aún cuando yo tampoco tenía
nada que ver.
El hombre que me tenía en sus brazos me tiro a otros que se sentían más
fuertes.
—Denle unos golpes, pero no lo maten. Que le diga a Gian que al igual que
el, alguien tomó lo que no le pertenecía.
Mire como golpeaban a Kenzi, pero prefería verlo así antes que muerto. No
me perdonaría que la pequeña Emily se quedará sin la única persona que tenía a
su lado.
El tipo, que aún desconocía su nombre, se acercó a mi dejando un beso cerca
de mis labios que me hizo estremecer del asco y miedo que sentía.
—Nos vamos divertir
––––––GIAN CACCINI–––––––
Nada de sentía bien, el ambiente estaba raro desde que recibí el mensaje
diciendo que el tiempo se había acabado. Estaba preocupado por Hades, pero me
sentía un poco seguro al saber que estaba con Odin.
Cuando termine la reunión me fui directo a mi oficina, vi como Babi iba a
venir, pero negué. No quería hablar con nadie. Saqué mi teléfono del bolsillo y
vi que tenía una llamada perdida de Hades que no había escuchado ya que lo
tenía en silencio.
La llamé devuelta y no contestó después del tercer tono.
—¿Me extrañabas, piccola principessa?—pregunté.
Pero la repuesta que recibí solo me hizo sentir como si me estuviera
ahogando.
—Se la llevaron, señor Caccini.—sollozó el hombre en la línea—Dijo que al
igual que usted el tomó lo que no le pertenecía.—colgué.
Conté hasta diez para no acabar con todo lo que estaba frente a mi y cuando
sentí que estaba calmado llamé a Ares quien contestó rápidamente.
—Se la llevaron.—su voz estaba apagada.
—Lo sé. No voy a dejar que le hagan nada, necesito que nos veamos. Voy a
tu casa y por favor saca a tu esposa e hijos de ahí.—colgué para luego llamar a
Jawad.
—¿Qué quieres?
—Ya es hora. Avisale a los chicos.
Se quedó en silencio unos segundos.
—Vamos con todo.—colgó.
No iba a dejar que un idiota me jodiera lo mejor que se había cruzado en mi
vida por algo que yo no había hecho y no me importaba acabar con toda la
ciudad si es necesario. No iba a dejar que arruinaran la vida de Hades.2
––––––––––––––––
Capítulo 46.
Miré fijamente al hombre que estaba frente a mi temblando como una hoja,
tenía la nariz roja dándome a entender que estuvo llorando.
—¿Qué me asegura que no fuiste tú la que la llevó a una trampa? ¿Esperas
que crea en esas lágrimas de cocodrilo?
Me miró como un cachorro herido. Ares siempre contratando a idiotas.
—Se lo juro. Yo tenía un mal presentimiento, pero fuimos ya que la señorita
recibió una llamada diciendo que tenía que ir a ese lugar.
Extendí mis manos. Me miró extrañado.
—Dame el jodido teléfono.
Me lo dio con sus manos temblando que casi se le cae el teléfono. Escuché la
risa de Konstantine.
—Revisé; la última llamada que recibió antes de usted fue la de alguien
llamado Pooja.
Mire a Ares buscando respuestas, pero quien me las dio fue Artemis.
¿Qué hacía Artemis aquí? No sé cuándo fue que Ares habló con él diciéndole
todo, pero estaban distanciados y el decidió ayudar aunque su padre se negará,
típico problema familiar.
—Pooja trabaja en la galería.
No dude en marcar el número de la persona que me daría las repuestas que
necesito. Amber Griffin.
—Pensé que ya estabas por venir, te has demorado mucho arreglándote para
la cita con Gian.—fue lo primero que dijo al contestar.
Coloqué la llamada en altavoz para que todos pudieran escuchar.
—¿Está Pooja contigo? Si es así, di que aceptas la invitación.
—Claro, acepto la invitación y Thomas también.—contestó confundida.
—Te voy a enviar una dirección para que vayan. Arrastra a Pooja contigo si
es necesario.
—¿Y eso?—preguntó.
—No puedo decirlo por teléfono. Haz lo que te digo.—mandé.
Le tire el teléfono de Hades a Ares que lo atrapó rápidamente.
—¿Tienes un plan? Porque veo que estás actuando como si ya tuberías todo
en orden.—preguntó guardando el teléfono en su bolsillo.
La verdad no tenía un plan en específico, pero el no tenía porque enterarse.
—Necesito un lugar para llevar a la presa llamada Pooja.
Santiago alzó la mano.
—Tengo un apartamento que no uso, lo compré por algún caso importante y
este lo es.
Santino Cervantes era uno de los hombres que trabaja con Jawad, uno de los
asesino a sueldo.
—Envíame la dirección.
Todos nos movimos en dirección hacia el garaje.
—Gian se va conmigo para vigilar que vayan al lugar acordado, los demás
vayan al apartamento, pero solo se quedan Jawad, Konstantine y Archilles en la
sala.—dirigió Ares—Compren una pizza para disimular que es una invitación a
comer.
—¿Y yo que hago?—preguntó Artemis.
Ares lo miró fijamente, pensando.
—Necesito que te quedes en casa con tu madre y Morfeo. Me llamas si algo
está fuera de lugar.
Estábamos en mi casa ya que lo vi más conveniente para que Jayde no
sospechara.
—Vamos en carros que no hemos utilizado antes.—anuncié.—Mi madre está
con Fabrizzio en el centro comercial, pero el ya está avisado.
Atrape la llave que me lanzó Dimitri.
—Vámonos.—entre al auto.
––––––––––––
Le envié la dirección a Amber y ella e había respondido que fue difícil
convencer a Pooja, pero lo lograron. Igual no confiaba en ella, los seguí hasta
que estuvieron en el departamento. Le pedí a Ares que se quedara en el auto.
Al principio se negó, pero tuve que explicarle que no quería mucha gente en
el departamento y además lo iban a ver e iban a sospechar.
—Hola, no pensé que llegarían tan rápido.—dije con una sonrisa.
Vi como Pooja se removió incómoda. Tal vez se sentía culpable o
simplemente mi presencia la nerviosa.
—No me podía negar a una pizza gratis por Gian Caccini, espero que no te
moleste que haya traído a mi amiga Pooja.—actuó como una verdadera actriz,
Amber.
Me acerque a Pooja y le tendí la mano para que ella me diera la suya. Le di
un beso haciéndola sonreír. Esto sería muy fácil.
—Ya sé quien es, he visito esta hermosura en la galería.
—¿Usted no sale con Hades?—preguntó Pooja, pero no sé sentía culpable de
tenerme tan cerca de ella.
Se veía complacida.
—Te diré un secreto—me acerque más para poder susurrarle.—Lo de Hades
nunca fue verdad, es muy caprichosa para mí gustó.
Cuando me aleje no pasé por alto su sonrisa.
Perra.
—¿Podemos entrar ya? Tengo hambre.—se quejó Thomas y asentí.
Fuimos al departamento y como era de esperase estaban los chicos comiendo
pizza como si todo fuera casual.
La mirada de Archilles viajo en Pooja, vi como retuvo una mueca de asco y
la transformó en una sonrisa. Se levantó y se acercó a ella.
—¿Cuál es el nombre de esta preciosura?—preguntó.
—Pooja.—respondió con una gran sonrisa.
Patética.
—¿Solo Pooja?—asintió segura.
Nos sentamos para empezar a comer; no iba a ser tan idiota así que la deje
comer dos rebanadas de pizza y establecer una conversación decente antes de
sentarla en mi regazo. Ella estaba a gusto y eso solo me demostró que era muy
estúpida y confianzuda. Supongo que no pensó que su amiga la traería a la boca
del lobo.
—¿Cuánto?—pregunté en un tono de voz alto para que todos escucharán.
Nadie se podía perder el espectáculo.
—¿Cuánto que?—murmuró.
—¿Cuánto te pagaron para que le dieras esa dirección a Hades?—sentí como
se tenso en mis brazos así que envolví su cintura con mis brazos para que no
saliera.
—Nadie me pagó nada, en serio, nadie me dio nada.—tembló.
Amber y Thomas miraban la escena extrañados.
—Entonces preguntémosle a Amber.—mire a la mejor amiga de mi novia—
¿Qué trabajo tenía que hacer Hades hoy fuera de la galería?—pregunté y ella
negó.
—Ya no estamos haciendo pedidos porque nos estamos dedicando al evento
que tenemos el sábado.
Pooja a mi lado empezó a llorar así que como buen hombre que era le limpie
las lágrimas.
—Dime quien te pagó cariño, no te vamos hacer daño.
Le dedique una mirada a Jawad quien estaba a punto de reírse.
—Un hombre llegó y me ofreció una gran cantidad de dinero por darle esa
dirección a Hades.—lloriqueo—Solo recuerdo que sus ojos eran de color miel
con unos toques verdes.
La solté y se levantó rápidamente mirándome con miedo.
—¿Qué compraste con el dinero?—pregunté para sorpresa de todos.
—Le compré una casa a mi madre para que el hombre con el que estaba no la
siguiera maltratando a ella y mis hermanos.— asentí.
—Puedes irte, le diré a mi escolta Santino que te lleve segura a casa.—mire a
Jawad—llama a Santiago.
Amber se paro y miró a Pooja fijamente para luego darle una bofetada.
—Eres una zorra envidiosa, ¿no te sorprendió que un hombre te pidiera hacer
eso?—otro golpe y nadie la detuvo.—Sabía que Hades no te agrada, pero que
bajo caíste al hacer eso.
Pooja la miró shockeada. Justo apareció Santiago con una sonrisa cómplice.
—Ya te llevarán a casa cariño. Confía en mí, yo no te haré daño.—ella
asintió y se fue temblando con Santino.
Esperamos unos minutos para estar seguros que ya no estarían y Amber se
me abalanzó encima. Siempre supe que estaba loca.
—¿Cómo que no le vas hacer nada? Le jodio la vida a mi mejor amiga, tu
jodida novia.
Thomas la apartó de mi.
—Dije que yo no le haría daño, pero no dije nada sobre que Santiago no
podía hacerle daño. Ahora vete que ya no te necesito.—señale la puerta.
Ahora mismo la chica tiene que estar llorando al darse cuenta que Santiago
era de todo menos su salvador.
Thomas no había dicho nada en todo momento y estaba agradecido, no tenía
tiempo para lidiar con estupideces. Amber no se movió y Thomas la tuvo que
arrastrar fuera del apartamento después de que le asegurará de que le iba a dar
noticias de Hades.
Ahora tenía que hablar con Lorraine antes de que se fuera de viaje mañana.
Así que no dude en llamarla, no me importaba la hora. Después del tercer tono
contesto.
—¿Gian?—preguntó.
—¿Dónde esta Louise?—fui directo.
Se quedó en silencio.
—¿Escuché mal o me preguntaste por Louise?
—Escuchaste bien, ¿Dónde está?
—Me parece extraño que me preguntes por ella, pero esta mañana me aviso
que se iba a casa de una unos días. No soy su niñera.—gruñó.
Estaba molesta.
—Bien.—colgué.
—Ella no le va a decir a Lorraine, sabe que si se lo dice te iras por ella
porque es su punto débil.—expresó Archilles.
—Ahora mismo estamos en un punto muerto, lo mejor sería esperar una
señal de Bruno y así rastreselo.—dijo Konstantine.
—También podemos mandar a Cato para que averigüe sobre el en Italia.—
opinó Jawad y estuve de acuerdo así que le mande un mensaje a Cato
ordensndole que fuera donde alguien de confianza a preguntar si sabían algo de
Bruno.
No me podía quedar tranquilo sabiendo que Hades puede estar mal.
––––––HADES ATHENS ––––––
Estaba despierta desde hace un buen tiempo, me gustaría decir cuantas horas o
minutos estaba despierta, pero era imposible ya no había ningún reloj disponible
en la habitación y se habían tomado el tiempo de sellar las ventanas. Cabrones.
La puerta fue abierta y aprecio el hombre que me había traído a este lugar
con una sonrisa, feliz por tenerme amarrada de pies y brazos.
—Veo que ya la princesa despertó.—se sentó a mi lado y acercó su mano
para acariciarme el rostro pero sacudí mi cabeza.
—Ni se te ocurra tocarme, estúpido loco.—gruñí haciéndole reír.
—¿Cómo es que Gian tiene una novia como tú? No eres callada, ni sumisa,
eres rebelde.—esta vez no pude evitar que me acariciara el rostro ya que me
tomo del cuello.
Me veía con fascinación, como si hubiera ganado su boleto directo al cielo.
—Suéltame, yo no tengo nada que hacer aquí y de seguro tu estas enfermo.
—una bofetada fue lo que recibí.
—Silencio. Ahora mismo vendrá tu mejor amiga, y cuando ella acabe su
tiempo contigo.—se acercó más a mí dejando un beso en mis labios—Tu yo
tendemos diversión.
No respiré. Sentí como mis ojos ardían anunciando que las lágrimas querían
salir, pero me negué. No me iban a derrumbar más, lo permití una vez, ya no
más.
Sin decir nada salió de la habitación para luego dejar entrar a la responsable
de mis pesadilla. Louise Wright.
—¿Es un chiste? ¿La zorra envidiosa está de vuelta?—pregunté ganándome
un golpe de su parte.
—Es lindo saber que no me olvidas, la última vez que te vi eras menos
insolente. Recuerda donde estas.
Estaba frente a mi así que no fue difícil escupirle el rostro.
—La primera vez te salió gratis, esta no.—dije antes de recibir incontables
golpes que me esforcé para ocultar el dolor.
—Estoy cansada de ti, pensé que me harías el favor y acabar con tu vida tu
sola, pero yo tuve que venir y hacer todo el trabajo.—no dejaba de golpearme.
—Nunca te iba a dar ese gusto perra, me parecía mejor que vieras como yo
triunfaba mientras tu sigues siendo la sombra de todos.
—Cállate.
La puerta se abrió y sentí como la alejaron de mi. Tenía los ojos cerrados y
sentía la sangre en mi boca.
—Mira como la dejaste.—se molestó.
—Ella se lo busco.
—Llama a Elio.—escuché que dijo y sentí un pinchazo en brazo. Me habían
inyectado.
Mis ojos se sintieron pesados hasta que no pude aguantar más y se cerraron.
–––––––––––––
Cuando me levante tenía unos ojos miel fijos en mi y en sus labios una
sonrisa. Me asusté y el lo notó así que no se movió de su silla.
—Elio, para servirte.—me guiño un ojo.
—¿Quién eres y qué haces aquí?—pregunté a la defensiva.
Solo Dios sabrá porque lo pusieron en una habitación conmigo y por el
historial que tiene Louise no esperaba que fuera por algo bueno.
—Mi tío me mandó a cuidarte, no te voy a tocar. Solo estoy para asegurarme
que los dos locos no hagan una locura.
—¿Me vas ayudar?—me ilusione.
Era imposible no ilusionarme, me voy aferrar a cualquier posibilidad de
poder salir de aquí sin que me tocarán de más.
—Todavía no, la loca sospecha de mi, pero te voy a sacar de aquí y le diré a
Luigi tu paradero.—aseguró—No quiero que mi tío se meta en más problemas.
¿Luigi el muerto?
—Me estás mintiendo; Luigi esta muerto.
Sonrió.
—Yo lo mate.—admitió y mis esperanzas de salir de ahí se redujeron—O eso
hice parecer, el está vivo.5
—Quiero pruebas.—lo mire fijamente.
—No te tengo que dar ninguna prueba, la que esta encerrada aquí eres tu.
Me quedé callada. Tenía razón.
—¿Dónde están los dos locos?—cuestioné, me parecía raro que no
aprovecharán cualquier situación apara atormentarme.
—Se fueron a celebrar que ya atraparon a su presa.—se rio.
Tuvo el descaro de reírse.
—Tengo hambre.—dije y el se encogió de hombros.
Mi estómago hacia ruidos extraños que esperaba que el no escuchara.
—Esto es un secuestro, no las vacaciones en un hotel.—se estaba burlando
de mi.
Maldito Gian. Jodido Gian. Desgraciado Gian.
Por su culpa estaba aquí encerrada, muriéndome de hambre.
—¿Por qué estoy aquí? Ya que no en vas a dar de comer puedes responder
eso.—negó.
—Prefiero darte de comer antes que responder eso.—se levantó.—Solo te
diré que es un error que tu estés aquí.
Se fue de la habitación y después de unos minutos llegó con un vaso y plato
en la mano que contenía un emparedado. Le dejo frente a mi, en la cama.
Nuevamente se estaba burlando de mi.
—No puedo comer, me tienes que dar la comida.
Se estaba riendo a carcajadas, pero se sentó frente a mí a darme de comer y
beber.
—Come eso rápido, si ven que te di de comer van a dejar a un lado.—me
atraganté con el pan.
Al final cuando termine de comer el ya se iba con la excusa de que no podía
estar tanto tiempo aquí y tenía que vigilar cuando su tío y la loca llegarán.
Capítulo 47.
Hoy era mi primer día encerrada; Louise para su repertorio de insultos los
cuales respondí ganándome golpes. Porque es tan patética que no sabe que decir
y tiene que recurrir a los golpes.
—Eres débil, me golpeas porque no sabes que más decir y está es tu única
forma de defenderte.
—Te golpeó porque no te soporto, no soporto ver como juegas a ser la
muñeca perfecta frente a todos.—gruñó haciéndome reír.
Pero me queje al sentí un poco de dolor en mis cosillas porque no tuvo
suficiente con tenerme encima de la cama inmóvil que también tuvo la
delicadeza de lanzarme al suelo.
—Patética.—una patada directo a mis cosillas que me sacó el aire.
Louise me daba lástima; se había intoxicado de pura enviada, que al
principio pensé que sería algo de la escuela, pero ella no llegó a madurar. Para
Louise no podía haber nadie mejor que ella a su lado.
—Te odio Hades.—otra patada.
Maldita sea, no era de hierro. Cada golpe dolía demasiado así que cerré mis
ojos y me puse a pensar en sí Cerbero me extrañaba y que odiaba demasiado
Gian.
Cuando la bruja estaba decidida a seguir galopeándome hasta dejarme
inconsciente, me salve por la puerta que fue abierta por Bruno. Pero a decir
verdad a veces prefería los golpes de Louise antes que los toques de Bruno.
—Sal de aquí Louise. Estoy cansado que la estés golpeando, si sigues así la
puedes matar y se supone que es mi deber.—bramó tomándome en sus brazos
para depositarme en la cama.
—Tenemos un trato; yo no te cuestiono las cosas raras que haces con ella y
tu tampoco me cuestionas a mí.—le recordó, pero eso solo lo hizo bufar y
señalar la puerta.
—Sin mi no eres nada, ahora sal y déjame solo con ella.—auch.
Justo donde le duele.
Cuando nos quedamos solo es imposible para mí cuerpo no estar nervioso
con su presencia.
—¿Qué te hice? ¿Qué hizo Gian y porqué yo tengo que pagar por su errores?
—no puede evitar preguntar.
El me miró unos segundos en los cuales no se veía sorprendido por mi
pregunta, pero si dolido. Se sentó en un lado vacío de la cama queen.
—Tenía una esposa, se llamaba Beatriz, era demasiado hermosa y sabía que
no la merecía, pero no la podía dejar ir.—empezó—No todo era color de rosas en
nuestra relación, pero me sentí dolido cuando mi padre me dijo que ella me
estaba engañando con Gian.
Gian siempre como el mujeriego de la película.
—¿Cómo sabes que era Gian? ¿Cómo sabias que era verdad?
Me miró como diciendo: cállate y déjame continuar.
—No era un secreto que Gian se acostaba con mujeres ajenas. Además ella
iba mucho a su casa con la excusa de querer pasar tiempo con Antonella.
¿Todo esto por engaño? ¿Me estaba secuestrado por un jodido engaño?
—Me estás haciendo pagar algo que yo no hice.
Negó.
—Yo perdí lo que más quería a manos de ese parásito que llamas novio.—
escupió, literalmente—Es justo que el pierda lo mismo en mis manos.
—No es justo.—lloriquee.
—Mato a mi esposa, yo lo veo demasiado justo. Ahora cállate y no molestes
más a Louise que ya estas fea de tantos moretones.
El también me golpeaba, pero no se lo dije. Después lo hacía.
Se levantó a punto de irse, pero lo detuve.
—¿Cómo sabes que Gian mató a Beatriz? Posiblemente fue otro loco como
tú.
Y debí de quedarme callada porque el de regreso y me tomo del cuello
impidiendo una buena respiración.
—Cállate, cállate, no defiendas al idiota que tienes por novio que ni siquiera
conoces bien.
Cuando me soltó no pude evitar toser.
—¿Cuándo?—pregunté.
Solo era un día aquí y ya no soportaba más. Estaba en manos de dos personas
mentalmente inestables y Elio, que no sabía bien que tipo de locura tenía.
—¿Cuándo qué, hermosa?—¿ven? El tipo está loco.
—¿Cuándo va acabar esto?
El negó sonriendo y me dejo un asqueroso beso en los labios.
—Ni siquiera ha empezado.
Sentí mis ojos arder, pero no iba a llora. No le iba dar el gusto de verme mal,
si iba a morir no sería suplicándole a estos locos.
—¿Mi llamada?—pregunté aguantado las ganas de vomitar y llorar al sentir
sus manos por mi cuerpo. Si no pensaba tanto en eso, tal vez ni siquiera estaba
sucediendo. Si lo ignoraba, tal vez así no sentiría sus manos tocándome.
—¿Llamada?—preguntó extrañado.
—Siempre llaman a la persona que quieren hacer sufrir para que sufra más.
Eso fue lo que vi en las películas.
—No creo que eso sea necesario ahora.—fue su respuesta mientras se
levantaba de la cama para esta vez si irse.
Me gustaría decir que después de eso entró Elio, pero no fue así. Eso no tenía
que preocuparme, ya que no somos amigos ni estaba segura que el quiera
ayudarme realmente.
Estúpido Gian. Todo era su culpa por meterse con mujeres casadas.
––––––––––––
Segundo día y puedo decir que estaba un poco mejor ya que me dejaron
ducharme, y tengo que admitir que utilice la ducha para llorar un poco y así no
se escuchaba. No fue con tanta privacidad, ya que había un baño en la habitación
y Bruno estaba detrás de la puerta atento a cualquier ruido extraño.
Seguro me escucho ahogándome con mi propia saliva.
Me coloque la misma ropa con la que había llegado y no estaba mal; tenia
una camisa talla más grande que la mía, además de un pantalón cómodo que m
regalo mi padre. Seguro sabía que en algún momento me podían secuestrar y me
lo daba porque sabía que así estaría cómoda hasta que me encontrarán. Si es que
lo hacían.
Al salir ya vestida, me senté en la cama y extendí mis manos para que
pudieran colocarme las esposas. Luego me acomode mejor para que pudieran
amarrar mis pies con una soga. Esto era demasiado.
Bruno se me quedó viendo feliz, como si estuviera orgulloso de lo que estaba
haciendo. El era un estúpido que me hacía pagar por sus traumas, y me daba
lástima. Bruno y Louise eran dos enfermos consumidos por el odio, pero a
diferencia de Louise, Bruno merecía una gran ayuda ya que perder a alguien que
amas no es fácil y sabrá Dios como el se habrá enterado.
Se sentó a mí lado y empezó con su toques lentos mientras miraba mis
reacciones las cuales intenté que no se notará el pánico que tenía cada vez que
nos encantarábamos en esa situación. No quería imaginar el momento en el que
se cansara de los toques y que fuera por algo más.
—Me gustan tus labios.—dijo delineando mi labio inferior.
No soporte más y moví mi cabeza a un lado.
—No me toques, estúpido loco.—gruñí.
Se empezó a reír y negó para seguir tocándome.
—No estas en posición para decirme que hacer, piccola principessa.—sonrió.
No pude evitar el estremecimiento por el cual pasó mi cuerpo. Ese loco no
podía dañar el apodo que Gian me había dado.
—No me digas así.—volví a gruñir como perro, mejor dicho perra, rabiosa.
—¿Solo Gian te puede llamar así?—se burló.
Esta vez no me dio un poco, si no que adentro su lengua a mi boca,
tomándome con una mano del cabello para obligarme a besarlo.
Cuando se separó, limpio un poco de saliva de la comisura de sus labios para
luego irse de la habitación, no sin antes darme un guiño.
Me quedé tres horas sola mirando hacia la puerta con la esperanza que me
sacaran de aquí. No sabía que hora era, si el sol ya estaba puesto o si ya
anocheció, me tenían cualquier cosa con vista hacia fuera tapada.
Me asuste cuando alguien abrió la puerta, pero admito que me relaje cuando
vi que era Elio quien venía con dos trozos de pizza y una lata de soda.
—¿Se fue el dúo de locos?—pregunté al verlo cerrar la puerta.
—Si, es la única manera que pueda entrar sin que la loca esté encima de mi
como sabueso.—se sentó frente a mi y no tarde en abrir la boca—¿Quién dijo
que era para ti?—preguntó con burla.
—Eres un idiota.
Sonrió.
—Abre la boquita.—colocó la pizza en mis labios.
Ni siquiera me hice de rogar con el hambre que tenía y la abrí de una vez. Lo
único molesto en que Elio me diera la comida era cuando se burlaba de mi para
luego darme de comer.
—Soda.
Me miró con una ceja perfectamente alzada.
—¿Cómo se dice?—la lata estaba a centímetros de mis labios.
—Me estoy ahogando, dame soda.
Me dio la soda y sentí un alivio cuando el líquido frío pasó por garganta.
Estábamos en silencio hasta que un pitido se empezó a escuchar en la
habitación. Era irritante.
—Tu pantalón.—sin esperar una respuesta de mi parte empezó a desamarrar
la soga.
—¡¿Qué estas haciendo?!—grité cuando empezó a sacarme el pantalón y me
lo enseñó.
Justo en el bolsillo trasero, el bordado de cereza que tenía ahí estaba
brillando. Sin preocuparse por si me podía ir, salió de la habitación con el
pantalón y regresó después de unos largos minutos.
—De lo que me salve.—suspiró aliviado.
Lo mire sin poder creer sus palabras y lo aliviado que se veía. Estaban a
punto de encontrarme, yo estaba a punto de salir de este lugar de locos y en lo
arruinó. El no quería ayudarme.
—Vete.—susurre.
—¿Qué?
—¡Quiero que me dejes sola!—grité a punto de llorar.
Sabía que no podía exigir nada, pero mi corazón latía demasiado rápido y
necesitaba espacio. Y me lo dio saliendo de la habitación no sin antes amarrar
mis pies con fuerza.
Y cuando estuve segura de estar sola no tarde en llorar porque era una
estúpida en pensar que Elio me iba a ayudar.
––––––GIAN CACCINI––––––
El día había empezado de lo peor; yo con dolor de cabeza por no haber dormido
el día anterior, mi madre encima de mi diciendo que tenía que encontrar a Hades
y Fabrizzio siendo Fabrizzio.
Ni siquiera tomé desayuno y me fui directo a la casa de Santino que era
nuestro punto de reunión. Odin había descrito como estaba Hades vestida el día
que se le llevaron y eso encendió un bombillo imaginario en la cabeza de Ares
recordando que el había colocado un rastreador en dicho pantalón.
Pero el rastreador lleva una hora dando vueltas así que nos estaban viendo la
cara de idiotas.
—No sé qué esté idiota tiene que hacer aquí.—se quejó Archilles a mi lado
viendo al amigo de Odin quien nos servía de ayuda.
—Porque nos va ayudar a buscar a Hades así que deja tu estúpidos celos.—le
dijo Konstantine antes de darle un golpe.
Ares llevaba tomando su cuarto vaso de whiskey y no dejaba de moverse de
un lado a otro diciéndole cosas a Damien. El chico había venido a ayudar porque
aparte de saber cocinar es un genio con las computadoras.
—No fueron estúpidos.—me miró Atticus, el amigo de Odin—Ellos esperan
que mandemos a alguien para nos demos cuenta que ella no está ahí y burlarse
de nosotros.
Asentí de acuerdo dándole un trago a mi café irlandés.
—Llama a Cato, pregúntale que sabe.—ordené a Dimitri.
Mire a Jawad que se encontraba discutiendo con Hydra sobre su estadía en
mi casa que había durado demasiado, pero con ella quien va a querer estar en
casa.
—¡Deja de joder, te dije que cuando me desocupe regresó a casa!—gritó para
luego colgar el teléfono.
Dimitri me tendió el teléfono y sin preguntar lo tome, sabía que era Cato.
—Dime que tienes.
—Se sabe que esta en Los Angeles, un casa con fachada de vidrio, pero
nunca dio dirección.—informó—También sé que no fue con muchos hombres.
—¿Algo más que tenga que saber?
—No señor.
—Gracias.—colgué.
Me acerque a Ares para quitarle el vaso con licor de las manos, ya era
demasiado. Sabía que se sentía culpable por lo que le estaba pasando a su hija
aún cuando no era su culpa, el sentía que debió protegerla más. Y entendí que
por eso le dicen a Hades la princesa Athens, ella es la debilidad más grande que
tiene Ares.
Lo tomé de los hombros y me miró con los ojos rojizos de haber llorado.
Mentiría si no digo que es una sorpresa para mi verlo de esta manera tan
descuidada y yo era el culpable de eso. Me sentía un cabron.
—Necesito que tomes una ducha y vayas a dormir, ta ves jodido y así no
sirves para nada.—lo mire fijamente.
—Ne-necesito, estar despierto cuando la encuentren.
Mire sobre su hombro como Damien se levantó a tomar un vaso de agua.
—Damien, encárgate de que Ares este estable, llévalo a una habitación.—
ordené y el asintió.
Dejó su botella de agua y ayudó a Ares a subir las escaleras.
—Damien apuntó cinco direcciones.
—Hay que ir a la primera.—Archilles tomó la hoja de las manos de Odin.
Me senté en el sillón más cercano al lado del amigo de Odin y frente a
Santino quien tenía un puro en las manos que le ofreció a Atticus quien lo tomó
encantando.
Me estaba empezando a doler la cabeza.
—¿Qué dijo Cato?—preguntó Jawad desde el suelo con una computadora en
sus piernas.
—Se sabe que están en una casa con una fachada de vidrio.
—¿De Bruno?
No pude evitar tirar de mi cabello frustrado. Podré estar en negocios ilegales,
pero procuraba no meterme en grandes problemas por esto mismo porque se
metían con las personas que más te importaban. Por eso prefería mantener la
fiesta en paz y sobre todo por eso me vine a América.
—Puedo averiguarlo.—dijo Atticus entregándole el puro a Santino.
Odin se sentó a su lado, pero con una gran distancia de diferencia.
—¿Cuánto te va a demorar?—preguntó y el lo tomó de la mano.
Acción que no pasó por alto para Archilles quien los estaba vigilando y lo vi
fruncir el ceño disgustado, pero luego una pequeña sonrisa apareció cuando Odin
apartó su mano.
—Dame tres horas.—le deje un beso en los labios rápido antes de levantarse
—Nos estaremos comunicando, pero ahora mismo tengo coas que hacer.—se
despidió.
—Te acompañó a la salida.—dijo Santino con una sonrisa.
Algo se traían.
Mi teléfono empezó a sonar y todos miramos hacia la mesa donde se
encontraba.
—Ponlo en alta voz.—dijo Damien.
Acepte la llamada y lo coloque en alta voz sin quitar el teléfono de la mesa.
—Tan cerca de tu principessa, lastima que esté día el dragón esta de turno.—
se burlaron al otro lado del teléfono.
—¿Qué quieres? Por algo me estás llamando y si no es para darme respuesta
vete al carajo con tus jueguitos de niños.
—¿Se molesto el mujeriego porque tomaron su juguetito sin permiso?
—¿Qué quieres?—repetí.
Todos estaban atentos a la conversación.
—Ya me diste lo que más quería; la muerte de la abuelo fue como un milagro
de navidad.
Elio era el único sobrino Bruno y el más inteligente de los Provenzano, pero
nunca se lo diría.
—¿Entonces que más quieres? Tienen a mi novia cuando el jodido problema
es conmigo y por algo que no hice.
Culparme por la muerte de la esposa de Bruno fue algo muy bajo por parte
del viejo que mate, pero supongo que era más fácil culparme a decir que fue el
quien causó su muerte. Yo no era el primero con el que ella engañaba a su
esposo, pero siempre es más fácil echarle la culpa al mujeriego.
—Primero quiero hablar con Ares.—pidió.
—Esta dormido.
—Lástima, felicítalo de mi parte, es un buen padre en colocar rastreador a
una chica tan hermosa como lo es su hija.—estaba jugando con mi paciencia.
—Ve al jodido punto.
Escuche su risa.
—¿Quieres a tu novia? Seguirías mis instrucciones, ya tienes la dirección así
que lo demás te lo digo ahora. Nos veremos, estoy en deuda contigo y lo pienso
pagar.—colgó.
Entre todos nos miramos hasta que llegó Santino con un delivery de
McDonald’s y no pude evitar pensar que a Hades le encantaba McDonald’s.
Mi Hades.
—¿Cuál es plan? ¿Mataremos a alguien?—preguntó dejándose caer al lado
de Odin entregándole la bolsa—Tu novio te manda eso.
—Seguiremos el plan de Elio.—dije ignorando los gruñidos del animal de
Archilles al ver la sonrisa cansada de Odin.
––––––––––––
Hoy era el día en que iba a buscar a Hades, mi madre estaba demasiado
exaltada y le tuve que dar un calmante y decirle que se fuera un tiempo con la
familia de Hades junto con Fabrizzio que se había vuelto mágicamente amigo de
Artemis.
Desayune junto con Ares, Damien y Odin. Los chicos no quisieron venir porque
Archilles no quería ver a Odin así que no lo iban a dejar solo.
—No vamos a ir muchos.—le di un sorbo a mi jugo de naranja.
—¿Qué tengo que hacer yo?—preguntó Odin.
Suficiente hizo con llamar a su amigo quien nos ayudó con la dirección de la
casa de Bruno.
—Te quedas en un lugar seguro con Ares.—el mencionado me miró molesto.
—Te dije que yo iría.
Negué.
Hades me mataría.
—Si a ustedes les llega a pasar algo, Hades no me lo perdonaría.
—¿O sea que si perdonaría que yo te dejará morir? No seas idiota.
No dije más nada, ya había tomado un decisión.
Cuando terminamos de comer me aseguré con Fabrizzio que ellos no
saldrían de la casa para luego reunirme con los chicos.
—Esto parece una misión suicida.—dijo Archilles.
—Siempre es un placer morir así.—todos miramos a Santino quien se
encontraba jugando en su teléfono tranquilo.
Iba a seguir el plan de Elio, estaba confiando ciegamente en el. Todo esto era
muy complicado, nadie sabía de la desaparición de Hades, para todos ella estaba
demasiado enferma y piensan que terminamos.
Nos bajamos un poco lejos de la casa para que los carros no llamaran la
atención. El único que de quedaría seria Dimitri para que de encargará de
llevarse a Hades apenas la encontráramos.
—Yo me encargo de los chicos.—dijo Santino sacando la arma del carro—
Los llamaré cuando este listo.
Los seguimos a una buena distancia hasta que después de tres minutos llegó
con pequeñas salpicaduras de sangre.
—Dios mio, este tipo está loco—le dijo Archilles a Jawad.
—¿Qué sigue?—preguntó Konstantine.
—Hay seis hombres en planta baja también hay una chica la cual no se el
nombre, pero necesito que la traigan.
—Yo me encargo de los seis hombres.—dijo Jawad.
—Hay cinco en la segunda donde se encuentra Hades.
—¿Dónde esta Elio?
—Con Bruno en el despacho y es a donde yo tengo que ir.
—El ratito se viene conmigo a buscar a la pequeña demonio.—Archilles
señaló a Santino quien le guiño un ojo coqueto.
—Yo te puedo acompañar.—dijo Konstantine y negué.
Todos me miraron incrédulos.
—Acompaña a Jawad, no quiero que esos seis luego sean doce.
—Pero…—iban a replicar, pero iba a abrir la puerta de la casa. Todo gracias
a que Elio dejó las puertas abiertas.
Jawad me tomó de la mano antes de que pudiera entrar.
—Nosotros primero.—dijo Konstantine.
Ellos entraron primero y demoraron seis minutos hasta que Jawad nos hizo
pasar.
—Rápido, sólo hemos visto a tres.
Yo busqué el despacho mientras los otros subían. Antes de entrar toque mi
bolsillo trasero para confirmar que tenía lo que necesitaba.
Abrí la puerta y vi como los dos compartían risas hasta que Bruno se giro y
me vio.
—Sorpresa.—le sonreí sacando el arma de mi bolsillo trasero.
Y el también sacó la suya.
—È passato così tanto tempo, figlio di puttana.—gruñó disparando, pero lo
logré esquivar.
Traducción : Ha pasado tanto tiempo, hijo de puta.
—Ma non abbastanza.
Traducción: Pero no lo suficiente.
Saque mi otra arma y le dispare directo en el hombro, mire a Elio que no se
encontraba contento con eso así que como venganza hizo lo mismo haciéndome
soltar el arma con que le dispare a su tío, pero aún tenía la otra.
La que el me había dado.
—Me jodiste la vida, me quitaste lo que único que siempre quise y tenía.—
estaba llorando.1
Joder con el loco.
—¿Quieres saber quién te quito lo que tanto amabas? Pregúntale a tu
hermano, pero a mi no me jodas.—le di justo en el pecho como me dijo Elio.
Y vi a Bruno caer ante mis ojos.
Lamentablemente no muerto, pero si inconsciente.
—Esperaba más drama.—se quejo Elio con una pequeña sonrisa.
Mi hombro dolía.
—No te quiero ver en mi jodida vida.—me di la vuelta para salir del lugar
—Te acompaño.—no le respondí.
A duras penas tome mi teléfono que empezó a sonar, pero el chico a mi lado
lo tomó.
—Dame eso.
Me ignoró tomando la llamada
—No le dejen, está herido.—colgó.
Cuando llegamos afuera me encontré con Hades y su cuerpo lleno de
moretones en los brazos de Dimitri.
Pero sentí como mi cuerpo hervía de la molestia al ver a una chica de rodillas
llorando por su miserable vida. No sentía el dolor en el hombro cuando me
acerque y la tomé por el cabello para que me mirara.
—Sorpresa zorra, se que te acabo el juego.—no en estrellarla contra el suelo.
Nadie me detuvo la tercer vez que lo hice, pero a la cuarta la apartaron de mi.
—Suficiente, estas herido.—dijo Elio, pero sabía que eso no le importaba.
Algo tenía en mente, pero esta vez no le podía dar el gusto.
—No me jodas, estúpido loco.—me gire hacia Jawad.—El arma.
Me miró inseguro, pero al final me la dio.
Louise todavía seguía tirada en el suelo.
—Arrodíllate.—le dije, pero no sé movió y sin que lo dijera Santino la
acomodo encantado.
—Por favor, por favor.—su voz casi ni se escuchaba.
Sus suplicas para mi no eran nada porque no le fue suficiente meterse con
Hades una vez que fue tan estúpida en querer hacerlo nuevamente, pero ya no
más. Se acabaron sus oportunidades.
—La primera vez te salió gratis, pero esta se las pagas—no dude en darle un
tiro en la frente acabando con su vida.11
Una rata menos.+
Capítulo 48.
En el hospital estaban la familia de Hades a excepción de Morfeo que se
quedó con Damien, también estaban las chicos y por supuesto Odin. Mi mamma
y Fabrizzio querían venir, pero les dije que mejor visitarán a Rachel cuando
estuviera en casa.
Ellos al igual que los chicos se iban justo el día después de la exposición y
cena de Hades.
Para mí desgracia también estaba Stephen y Azael quienes fueron unos
intenso preguntando por Hades todo este tiempo. Los odiaba. Malditos imbéciles
que creían tener alguna oportunidad con Hades.
—¿Cómo te está tratando la soltería?—preguntó Stephen y lo mire fingiendo
demencia.
Me señalé con una sonrisa. ¿Soltero? ¿Yo?
—No lo sé, respóndeme tú.—me levanté del asiento en cuanto vi aparecer el
doctor—Porque a la que vine a ver es mi novia.
Lo deje con la palabras en la boca y me acerque a Ares, Odin, Artemis y
Jayde quienes hablaban con él doctor.
—Ya pueden pasar a verla, pero preferiblemente que sea grupos pequeños así
nos evitamos problemas. —dijo mirándonos a cada uno—Hades esta bien, solo
tiene unos cuantos golpes que tiene que cuidar.
—Gracias doctor.—dijo Jayde con una sonrisa.
Se veía nerviosa, pero feliz.
—Yo voy a ser el último en verla, ustedes y los otros idiotas tomen su
tiempo.
Ares me miró, cuestionando mi decisión, pero antes que pudiera replicar me
aleje para sentarme cerca de los chicos y lejos los dos babosos.
—¿Ya podemos ir a verla?—preguntó Jawad y asentí.
—Pueden ir después de la familia, yo quiero ser el último.
Quería estar a solas con ella.
—Nada de movimientos bruscos, si viste como estaba mallugada—no pude
evitar reír con el comentario de Konstantine.
Yo sabía que las cosas con Hades irían como tortuga, pero no me importa
con tan de tenerla siempre a mi lado. Ella realmente se había metido en mi
sistema y parecía imposible sacarla de mi.
—Lo sé.—fue lo único que respondí.
Cuando la familia de Hades salió de la habitación vi la mirada que me dio
Ares y me preocupe. ¿Algo le había pasado a Hades? Si el jodido doctor dijo que
estaba bien.
Ares se acercó a nosotros.
—Tienen que estar preparados para lo que sea.
Nos miramos entre nosotros.
—¿A que te refieres?—negó.
—Ya lo veras por ti mismo.
Y el muy idiota se fue antes de pudiera preguntar que estaba pasando. Ahora
yo estaba molesto y preocupado, tanto hospital privado para que al final el
doctor no dijera las cosas como eran.
—No creo que sea tan jodido, tal vez este exagerando.—trató de relajarme
Archilles, pero el igual se veía preocupado.
Ellos le habían tomado demasiado cariño a Hades y no era por menos, si ella
los trata como si fueran bebés.
Cuando vi salir con una pequeña sonrisa burlona a Stephen que iba dedicada
a mi casi se la borra de un golpe. Maldito idiota enamorado, Hades seguro ni un
beso le ha dado.
—Al fin el karma hace su trabajo.—no pase por alto la burla en su voz.
—Cállate.—le gruñó Azael y casi hace que me agrade el chico, casi.
Los chicos se levantaron y después de darme una mirada se fueron. Stephen
aprovecho para sentarse a mi lado y se me quedo viendo.
—¿Qué?—pregunté sin verlo—Si no tuviste oportunidad con Hades menos
conmigo así que deja de estar mirándome.
No lo soportaba más, quien diría que antes le diría alguna mentira y ahora no
lo soporto.
—Me alegra ver quien eres en realidad; un hipócrita que nunca fue mi
amigo.
Rodé los ojos.
—Bien por ti, ahora deja de joder que fuera del trabajo te agarró a golpes si
es necesario para cerrarte la puta boca.—gruñí.
Ya no lo soportaba más. Había tenido días jodidos, estaba preocupado por
Hades y sin contra las otras cosas que tenía pendiente. Lo menos que necesitaba
era escuchar un idiota hablar, mi paciencia ya se había agotado.
Cinco minutos fue lo que se demoraron para que luego salieron con un
Archilles con los ojos llorosos.
Me acerque a ellos rápidamente.
—Esta jodido.—dijo Archilles antes de que entrará a la habitación.
Cuando entre me encontré con Dimintri viendo a Hades preocupado y
cuando me miro lo vi temblar.
—Sal.—no dijo nada y salió.
Me acerque a la cama de Hades y cuando nuestros ojos conectaron ella
frunció el ceño.
—¿Quién eres?—preguntó y sentí como todo el oxígeno salió de mi cuerpo.
Era como un puñetazo directo a la boca del estómago.
Esto tenía que ser una jodida broma.
—Soy Gian, tu novio.—ni en broma le iba a decir que habíamos terminado.
Negó.
—Mi novio es Damien.
Cerré fuertemente los ojos y le pedí a Dios paciencia. Me acerque hasta
sentarme en la esquina de la camilla y tome su mano que apartó rápidamente.
—Damien es solo tu amigo, pero tu y yo somos novios.—asegure y ella me
miró unos segundos y volvió a negar.
Me lleva el diablo.
—No te conozco y agradecería que te levantaras y te fueras.—señaló la
puerta.
No le hice caso.
—Piccola principessa.
—No me digas así.
Me sentía frustrado. El idiota de Elio me aseguro que no había nada grave en
ella, no debí de creerle.
—No puede ser que te hayas olvidado de mi cuando antes decías que era lo
mejor que te pasó en la vida y que no podías vivir sin mi.—era un jodido
mentiroso, pero seguro ella lo pensó y nunca me lo dijo.
Me miró indignada.
—Yo nunca te dije eso, estúpido italiano.—se tapó la boca y no pude evitar
levantarme furioso.
—¿Era una jodida broma?—la señale y ella asintió comandando a reír.
—Y eres un jodido mentiroso, nosotros terminamos y yo nunca dije que no
podía vivir sin ti.19
Ni siquiera me importo y la tomé del rostro para estampar sus labios contra
los míos.
Cuando me separe deje un suave beso antes de alejarme.
—Lo siento tanto amor, no tenías que pasar por nada de eso.—susurre.
—Solo espero que me digas toda la verdad Gian.
—Y te la diré, no voy a esconderte más nada porque no te quiero dejar ir.
Ella sonrió antes de alejarse de mi.
—¿Me dijiste amor?
No pude evitar reír al ver su emoción.
—¿Te gusta?—asintió.
—Prefiero que me digas amor antes que piccola principessa.
—Pensé que ese te gustaba.
Ella asistió antes de recostarse.
—Me gustaba hasta que un loco empezó a llamarme así, tal vez debas
empezar a llamarme el amor de tu vida.
No pude evitar acariciarle el rostro lleno de moretones.
—¿Qué tan mal fue?—pregunté y admito que tenía miedo de la respuesta.
—Fui fuerte, no deje que eso me ganara.
Todo era mi culpa por estar metiendo mi pene donde no debía.6
—Lo siento, se que no sirve nada, pero prometo que vamos a estar mejor.
No dijo nada durante unos segundos.
—¿Nuestro hijo?—preguntó con una pequeña sonrisa.
—Tuvo un buen cuidado con Morfeo.
—El médico dice que puedo ir mañana a casa y es fabuloso ya que tengo que
prepararme para mi evento.
La mire dudando un poco.
—¿No vas a esperar un poco más? Estás llena de moretones.
—No voy a dejar que nada ni nadie me arruine un momento que estuve
esperando desde hace mucho.
La vi removerse y juguetear con nuestras manos juntas. Sabía lo que quería
decir.
—Esta muerta y desde ya te digo que no me arrepiento.
No se movió.
—¿Y Bruno?
—Esta vivo, no podía matarlo.—hice una pausa—Pero el no será problema
ya que lo van a ingresar a una clínica para ayudarlo.
—Bien.—asintió y se acercó hasta que su boca estuvo cerca de mí oído.—
¿Puedes traerme McDonalds? Tengo un poco de hambre y necesito algo que me
dé fuerzas.
Reí sin poder evitarlo.
—Me van a regañar si me ven con eso.
Se alejo y cruzo sus brazos molesta.
—Entonces no creo que puedas ser mi novio nuevamente, y recuerda que
tengo a una fila de chicos tras de mi.
No le hice caso y saque mi teléfono para tomarle una foto donde salió
sacando la lengua justo como una niña. Se la envié a Fabrizzio para que dejara
de joder y preguntar como estaba su cuñada/ próxima novia.2
—Mamma quiere verte, está muy preocupada por ti.—me miró sorprendida
—No te sorprendas, que hasta Cato esta atento a cómo te encuentras.
—¿Cuándo va a regresar Cato?
—Pronto.
.
Hades estaba feliz viéndome colocarle las zapatillas porque según ella, yo la
tenía que tratar como la reina que era ya que estaba delicada.
—Nada de comidas rápidas y con grasa, necesita comer más frutas y
verduras, señorita.—le regaño el doctor, pero ella ni se inmutó solo asintió.
—Yo me encargo de eso.—respondió Ares por ella.
Me levante y sacudí mi pantalón.
—Nada de movimientos bruscos por una semana.—no pase por alto la
mirada que me dio el doctor y escuché a Hades reír.
—¿Eso es todo? De verdad quiero irme.
—Ya tu padre sabe de las medicinas y el ungüento que te tienes que colocar
en las heridas.—señaló la puerta.—Eso sería todo, se pueden retirar.
Hades camina lento y se quejaba que le dolía un poco las costillas, me quiso
convencer que la cargará, pero no lo hice, eso la lastimaría más.
—¿Con quién te vas?—preguntó Ares.
Ella nos miró indecisa.
—¿Puedo ir con Gian?—sonreí.
—Está bien. Llevaré algo de comer.
—¿McDonald’s?—preguntó y Ares asintió.
Lo mire incrédulo. El doctor había dicho que nada de comida grasienta y eso
era lo primero que el le compraba. Lo mire fijamente esperando que dijera que
era broma.
—Nos vemos en la casa. Te amo.—le dejo en beso en la frente.
Cuando estuvimos en la puerta del hospital me miró extrañada y señaló el
estacionamiento.
—¿No vas a ir a buscar el auto o piensas que nos vamos caminando?
Cuando iba a responder llegó Dimitri con la camioneta.
—No me apetece manejar.—respondí abriendo la puerta del auto para que
entrara.
Cuando me senté a su lado ella ya le estaba exigiendo a Dimitri que cambiará
de canción.
—Me alegra saber que estas bien.—dije atrayéndola a mis brazos y escuche
un quejido así que la acomode mejor en mis piernas.
—Si, a pesar de todo no dejaré pasar las terapias con la psicóloga.
—¿Podemos ir juntos? Quiero ayudarte y saber cómo hacer las cosas mejor
para ambos.
—Lo pensaré, todo depende de las cosas que me cuentes.—acarició su nariz
con la mía.
—Señor.—nos interrumpieron—¿Dónde nos dirigimos?
Rodé los ojos.
—A casa de Ares.
Volví mi atención a Hades.
—¿Qué le dijiste al cabron de Stephen?—cambié de tema.
Ella intentó bajarse de mi regazo, pero no se lo permití. Terminó mordiendo
mi mejilla y no tuve otra opción que soltarla porque me mordió fuerte.
—¿Sobre qué?—se rio al ver mi mejilla lastimada—Además pensé que era
tu amigo.
—Un idiota que se quiere coger a tu novia no se puede considerar amigo.
—Pero no somos novios.
La ignore en todo el viaje, solo estaba intentado provocarme y no se lo iba a
permitir. Tenía un plan y lo iba a seguir.
Cuando llegamos a la casa, se bajó con tanta prisa del auto que terminó
lastimándose más las costillas.
—Joder, pero haz caso.—la regañe al ver cómo corría a la puerta con todo y
dolor.
Cuando entremos fue abordada por un lloroso Morfeo y un emocionado
Cerbero.
—Te extrañe mucho.—sollozo—Artemis me dijo que te fuiste de casa
porque yo era muy molesto.7
El mencionado soltó una pequeña risa. Hades le susurro algo en el oído a
Morfeo que lo hizo sonreír.
Tomé a Cerbero en brazos ya que se encontraba muy exaltado, pero Hades lo
tomó dándole besos y abrazos.
Cuando todos se calmaron con los besos y abrazos fuimos al patio trasero
esperando que Ares llegara con la comida.
—¿Los chicos porque no están aquí?
—Están con mi mamma buscando qué ponerse para la exhibición, cómo van
demasiado periodistas quieren llamar la atención.
Acarició mis mano lentamente mientras me miraba.
—¿Y tú ya tienes lo que te vas a poner?—preguntó y asentí.
Le dije a mi madre que comprara lo que sea.
—Tengo algunos amigos que van a ir, siento que el lugar va a estar
demasiado lleno.—habló Artemis.
—El lugar es espacioso y ese día no está abierto a todo público, tuvieron que
comprar un boleto especial.—Hades explicó.
Nuevamente estaba sentada en mis piernas, pero esta vez fue por voluntad
propia. Ella simplemente se dejó caer sin decirme nada y no es como si me
quejaría de tenerle encima de mi.
—Ya papá llegó.—aviso Morfeo llegando con las bolsas de comida y le
entrego una especialmente a Hades y otra a mi.
Cuando la chica en mi regazo vio lo que traía su bolsa no tardo en fruncir el
ceño y ver a su padre quien venía caminando viendo su teléfono.
—¿Qué pasa?—pregunté empezando a comer mis papas fritas.
Ella miró mis papas con anhelo.
—Me compro una jodida ensalada con una botella de agua.—se quejo
mirando a su padre que se sentó al lado de su esposa.
—Recuerda lo que dijo el doctor.—le señaló la ensalada.
—Ya no eres mi padre favorito.—dejo la ensalada en la mesa.1
—Soy el único que tienes.6
Hades me miró y sonrió, pero no dijo nada.1
No podía comer tranquilo viéndola con los brazos cruzados y removiéndose
a cada rato encima de mi así que deje mi comida a un lado y tome la de ella.
—Abre la boca.—tome un poco de tomate y pollo con el tenedor, ella apretó
los labios y negó.
Nadie estaba sorprendido de la actitud de Hades, supongo que están
acostumbrados a sus caprichos de niña.
—¿Cambiamos de comida?
En otras circunstancias lo haría, pero como dijo el doctor, ella tiene que
comer bien.
—Vamos amor, abre la boca.—insistí y después de unos segundos la abrió.
—Tienen que tratarte como bebé para que hagas caso.—Artemis la provocó.
—No me molestes.—tomó mi hamburguesa y la acercó a mi boca.
Mire a Ares que miraba la escena con una sonrisa burlona. No puede evitar
rodar los ojos.
—Yo puedo comer solo.—trate de quitársela, pero negó.
—Abre la boquita.
—Vamos, no dejes a mi hija esperando.—Ares jodiendo como siempre.
No confiaba en el con su teléfono en mano.
—¿Quién soy?—pregunté antes de que pudiera seguir acercando la
hamburguesa a mi boca.
—Gian Caccini.—respondió como si fuera lo obvio.
Negué.
—¿Quién soy para ti?
Ella negó.
—No voy a decir que eres lo que ya tu sabes que no eres.
—Entonces deja es hamburguesa donde estaba y deja que te siga dando la
comida yo.
Acerco su rostro lentamente al mío y rozó nuestros labios, pero cuando pensé
que íbamos a empezar un beso en realidad ella metió la hamburguesa
forzosamente en mi boca y la escuché reír junto con los demás. No me importo;
me gusta verla feliz que arrastrándose triste por la situación que había ocurrido,
eso significaba que no se habían absorbido todo su veneno.
Capítulo 49.
Aún estaba en las piernas de Gian, pero había terminado mi ensalada de mala
gana.
—Tenemos que hablar.—dijo mi madre mirando sutilmente a Morfeo quien
hablaba con Artemis sobre un nuevo juego que quería probar.
Tome la mano de Gian y le di un apretón.
—Morfeo.—llame captando su atención—Gian me dijo que para volver a
tener tu confianza quiere llevarte a comprar unos juegos.
Miro a Gian sin confiar en el así que le di un peñizco en la mano para que
respondiera.
—¿Es en serio lo que dice?—preguntó con el ceño fruncido.
Mi madre me veía agradecida, pero mi padre no se veía muy complacido.
—Claro, hasta podemos invitar a tu novia.—le sonrió y apretó tan fuerte mi
mano que la tuve que soltar. Estupido, me la debía.
Morfeo se encogió de hombros.
—Somos amigos.—se levantó de la mesa—Voy a ir a buscar unas cosas, no
me dejes o le digo a Hades que no vuelva contigo.
No pude contener la risa y mi padre tampoco.
Cuando Morfeo se fue, Gian se giró su rostro para verme fijamente.
—¿Qué fue eso? Te digo que yo no tengo ningún complejo de Santa Claus y
que no me importa si mil personas están molestas, no voy a terminar contigo.—
hablo solo para que nosotros escucháramos.
Le di un beso en l mejilla.
—Si sales con Morfeo consideraré salir contigo.—dije antes de levantarme.
Me miro por unos segundos, pero antes que pudiera reclamar algo llego
Morfeo con una mochila.
—Nos vamos.—sonrió hacia mi pequeño hermano, levantándose.
—¿Con que permiso te vas?—gruñó papá.
Morfeo miró a mamá y ella asintió.
—Adiós.—se fue antes que mi padre dijera algo, con Gian pisándole los
talones.
Esperamos unos minutos hasta que mi padre pudiera empezar a gritar.
—¿Por que dejaste que se fuera?—le reclamo a mi madre quien lo miró
molesta.
—Es un niño, no lo tienes que arruinar con tus cosas.
Mire a Artemis que no se encontraba muy feliz con la situación.
Creo que sabía por donde iba todo esto así que me fui a sentar al lado de
Artemis, quien cuando me vio me dedico una sonrisa.
—Bueno, si es algo serio prefiero que sean solo ustedes dos quienes hablen
con Morfeo o papá solo.—me metí en la discusión. Error.
Mamá me miró ofendida.
—Hades, ni si quiera sabes lo que estamos discutiendo.
Se más que tú madre, pensé.
—Entonces explícale, madre.
Mire a papá que me miraba preocupado y asustado.
—Tú padre—lo señaló—Se dedica a cosas ilegales.
Mire a papá que tenía los ojos cristalinos.
—Hades, cariño…—negué para que no siguiera hablando.
—¿Va a llorar?—murmuró Artemis.
—Ya lo sabía.
Todos me miraron sorprendidos.
—¿Qué?¿Cómo?—preguntaron al unísono.
—¿No estas decepcionada?—preguntó papá y negué.
Me levante para quedar a su lado y el se levanto estando frente a mi.
—Siempre me haz apoyado y estás ahí para mi, no eres mal padre. ¿Como
podría odiarte?
No me respondió. Me estrechó en sus brazos y contuve un quejido, mis
costillas estaban sufriendo, pero no importaba.
Cuando nos separamos le di un beso en la mejilla y volví a sentarme al lado
de Artemis.
—¿Te molestaste con papá?—le pregunté y me miró incrédulo.
—Claro, el no puede esconder algo así de importante y menos a mi que
trabajo con el.
—¿No sospechabas?
Se encogió de hombros.
—Como sea, espero que se lo digan a Morfeo.—asentí de acuerdo con el.
Mamá miró a mi padre y el rodó los ojos.
—Yo me encargo así que ya deja de verme como si hubiera matado a
alguien, Jayde.—gruñó.
Nos quedamos en silencio unos minutos hasta que recordé que necesitaba ver
a mis amigos.
—¿Dónde está mi teléfono?
—Lo tiene Gian.—respondió.
Ese idiota.
¿Qué estará haciendo con Morfeo?
—¿Puedes prestarme tu teléfono?
Cuando me paso el teléfono busque el contacto de Odin.
—Stephen me estuvo preguntando por ti.
—Cuando tenga mi teléfono le voy a escribir.
Marque el número de mi mejor amigo y al tercer tono contestó.
—Hola ágapi.—canté.
Lo escuche reír.
—Pero miren quien apareció, voy corriendo a tu casa.
—¿No estás trabajando?—cuestione.
—El jefe me debe algunos favores.
No pude evitar reír.
—¡¿Te acostaste con el?!—chille.
—Ya voy para allá.—colgó sin responder mi pregunta.
Mi padre me extendió la mano y negué.
—También voy a llamar a Damien.—aclaré.
—¿Por que el chico ya no trabaja con nosotros?—mamá me miró extrañada
y me encogí de hombros.
—Consiguió un mejor trabajo en algo que le gusta.
No era tanta la mentira. Pero no le iba a decir la parte de donde Damien la
jodio y lo botaron.
Trate de llamarlo cinco veces, pero en ninguna contesto así que me tome el
atrevimiento de enviarle un mensaje para decirle que ya podía venir a verme y
también le dejé un mensaje a Odin para que llamara a Amber.
Le devolví el teléfono a mi padre.
—Ya mande tu vestido a la lavandería, tiene que estar impecable.—aviso
Jayde.
Le sonreí agradecida.
—Gracias mamá.
—Voy a llevar a mi novia.—soltó Artemis.
Me giré a verlo.
—¿Novia?—asistió.
—Y no me haga más preguntas que no voy a responder.
Le creí.
Así que solo apoye mi cara en la mesa, cansada.
—Stephen ya alquilo la sala en el hotel.
Stephen siempre de bueno haciendo cosas que no le competen.
—¿Todavía le gustas?—rode los ojos al escuchar el tono burlón en el que
habló Artemis.
—Es un buen hombre.
Cerré mis ojos mientras los escuchaba hablar.
—Pero a ella le gusta el italiano estirado.
—Pero ella está mejor sola y encerrada en la casa. Ya olviden el tema.—
puntualizó papá.
Pasaron unos minutos en que se la pasaron discutiendo sobre algunos temas
hasta que mi madre preguntó algo que nos dejó a todos sorprendidos.
—¿Quien fue el que te mantuvo capturada? Tu padre no es muy hablador.
Abrí mis ojos rápidamente y mire a papá en busca de respuesta. El sabía que
había sido Amber y Bruno.
—La ridícula sombra de los Parks.—le respondió mi padre.
Ella lo miró extrañada.
—La perra de Louise, mamá.
Mi madre nos miró sorprendida.
—No se que te sorprende, Jayde. Yo siempre te dije que esa niña era un
parásito problemático.
Sin que mi madre pudiera decir algo, apareció Odin salvándome. Llego a mi
y beso mi frente.
Se giró a ver a mis padres.
—Disculpen la interrupción, pero estaba ansioso de ver a la niña.
—Llévatela, por favor. Antes que empiece con sus caprichos de querer
comer cosas que no puede.
Cuando me levante le di un golpe en la cabeza a Artemis quien se quejó con
mamá como si fuera un niño pequeño.
—Voy a estar en la habitación.
Tome la mano de Odin para llevarnos hacia nuestro destino.
—¿Tú novio?—preguntó mientras subíamos las escaleras.
—Llevo a comprar unas cosas a Morfeo.
Cuando entramos me recosté con cuidado en la cama a su lado y no tardo en
cambiar su posición colocando su cabeza en mis piernas.
—Entonces, ¿como te sientes?
—Como si necesitara una bolsa de papas fritas con nugget.—suspiré.
—¿Tienes que estar a dieta?—rio.
Jale un poco de su cabello ganándome un quejido.
—No hablemos de mis desgracias y mejor dime si le escribiste a Amber para
que viniera.
No se movió y lo tome del rostro. Me miró con una pequeña sonrisa.
—Es nuestro tiempo juntos, no la necesitamos.
La verdad no estaba sorprendida.
—Eres increíble.—rodó los ojos.
—Te ves bien.
Asentí de acuerdo.
Todo era un proceso mental. Me recordaba dónde estaba, con quienes
estaban y sobre todo que yo era la dueña de mi cuerpo y mis decisiones. Nadie
me iba a arruinar si yo no lo dejaba, me paso una vez y no dejaría que eso pasara
más.
Me sentía bien, pero igual debía de cuidar mi salud mental y no dejar nada
suelto. Además que el tema de acostarme con Gian me estaba comiendo la
cabeza así que necesitaba tiempo.
—Lo sé, pero igual quiero volver a tener mis citas con la doctora Phora.
Se levantó sin decir nada y yo solo lo mire mientras se estiraba.
—Levántate que quiero ir a comer algo.
—¿Vamos a salir a comer?—negó.
Admito que me decepcioné.
—Si salimos a comer no te vas a controlar.
Tenía razón, pero no se lo diría. Me levante con su ayuda y sin decir ni una
palabra hasta llegar a la cocina.
—¿Que vas a cocinar?—pregunté sentándome en la isla.
Tomó un yogurt y granola de la nevera y lo mezclo todo en plato hondo para
después sentarse frente a mi.
—Nada pesado, ya había almorzado.—sonrió.
Lo mire acusadora.
—¿Con quién fuiste a comer?
Me miró fijamente y sonrió burlón.
—Con nadie que te interese.
—¿Fue con Archilles o Atticus?
Se metió una cucharada en la boca y me ignoró.
—¿Estas lista para tu día? Tengo un traje que seguro te mueres de lo perfecto
que me veo.—cambio de tema.
Bien podría reclamarle, pero estaba tan emocionada que lo dejaría pasar.
—Todo va ser fantástico.—callé y le di una sonrisa—Invita a Atticus. Es una
orden.
—Está bien—ni siquiera lucho.
Ahí había drama y yo iba averiguarlo.
Me quede una hora con Odin y fue muy reconfortante, pero se tenía que ir ya
que dejo un caso pendiente.
—Me avisas si quieres que te acompañe mañana.—dejo un beso en mi
frente.
Puse pausa a la película.
Después de que el terminara su comida su Iliana la habitación nuevamente a
ver una película nueva que estaba en Netflix donde salía Tom Holland.
—Te amo. Recuerda avisarle a Atticus, corre por mi cuenta.
La puerta de abierta y se dejó ver a Gian quien venía con un pote de helado.
—Llegó tu príncipe mafioso. Nos vemos perra.—se fue rápido al ver el ceño
fruncido.
Gian llegó y se sentó a mi lado.
Dejo el helado en mis manos con una cuchara.
—Gracias—deje un beso en su mejilla.
Lo abrí y no tarde en empezar a comerlo ansiosa. Estaba delicioso.
—Es artesanal. Fue un poco difícil conseguirlo, pero sabía que iba a valer la
pena.
Maldito.
Estaba derritiendo mi corazón e iba a caer rápido ante el.
—¿Quieres empezar hablar sobre lo que tenemos pendientes?—directo al
punto.
Necesitaba cerrar este ciclo.
Se acomodó mejor cerca de mi.
Sentí como el aire se estaba volviendo tenso así que antes de que pudiera ser
más incómodo le metí una cucharada de helado a la boca. Al principio estaba
sorprendido, pero luego lo saboreo.
—¿Te gusto?—asintió.
—Me hubiera gustado saborearlo en otra parte .—ignore el comentario.
—No te escucho hablando.—me atraganté de helado.
—Prefiero que me hagas las preguntas sobre lo que quieres saber.
Tomó una fuerte respiración.
—¿Cómo fue que entraron en los negocios ilegales?—tenía curiosidad.
—Gracias a mi padre, el comenzó esto como una broma, pero al final le
temiendo yendo bien así que nunca lo dejó. Cuando el murió, nosotros tampoco
lo dejamos.
¿Cómo una broma? No quiero saber el humor que se cargaba el padre de
Gian.
—¿Tu eres la tapadera del negocio?—lo escuché reír.
—Si. Nunca fui bueno manejando eso, pero a Fabrizzio siempre le llamó la
atención.
Le metí una cucharada de helado a la boca nuevamente y espero tragar para
responder.
—¿Qué le hiciste a la esposa de Bruno?
—Juro por Dios que solo me la folle, no tenía motivos para matarla.
No pude evitar rodar los ojos.
—¿Por qué Bruno te acusa?
Sentí sus dedos trazando sus círculos en mi pierna.
—Ser mujeriego me trajo muchas cosas malas y el padre de Bruno se
aprovechó del título que tenía para acusarme de algo que el hizo.
Me quede estática al escuchar lo que dijo.
¿El padre de Bruno era quien había matado a su esposa? Que feo caso.
—¿Ibas a tenerme siempre en la ignorancia?—comí un poco más de helado.
Negó.
—Necesitaba tiempo, además no sabía como decirlo ya que siempre
reaccionas de maneras inesperadas.—fue su turno de comer helado.
Ya no tenía más curiosidad por ahora. Tampoco es que me quería meter de
fondo en sus cosas ya que eso era algo de él y no era que quisiera estar
involucrada mi saber a cuánto vende sus cosas.
—Ya no tengo más preguntas.—tape el helado.
No dijo nada así que lleve mis ojos hacia el para ver que sus ojos estaban
fijos en mi.
—¿Sabes que te amo?—asentí así que fue acercando su rostro y cuerpo cerca
de mi. No me moví.
Cerré los ojos y me repetí que quien tenía frente a mi no era ningún
desconocido. Cuando abrí mis ojos nuevamente lo vi un poco lejos de mí. Se
veía un poco desganado.
Iba a preguntar que pasaba, pero un bostezo me interrumpió.
—Disculpa.—sonreí.
Tomó el helado de mis manos.
—Voy a guardar esto en la cocina para que tomemos una siesta, ¿está bien?
—Está bien.
Vi como salió de la habitación y no pude evitar tomar una gran cantidad de
aire para luego soltarlo como si me estuviera desinflando.
Gian realmente se estaba comportando muy bien conmigo
Me acomodo mejor en la cama para poder dormir y cuando Gian regreso me
dio un beso en la frente para luego acostarse a mi lado.
—Descansa Giancito.—murmure y lo escuché reír.
—Descansa pequeño demonio.
——————————
Me levanté por el sonido de un teléfono sonando con insistencia. Mire a Gian
quien ya se había levantado a tomarlo y empezó a gruñirle a la persona que
estaba en el teléfono.
—¿Tú hermana desapareció y piensas que es mi jodida culpa? ¿Sabes? Di lo
que quieras,mi abogado se comunicará contigo.—colgó.
Lo vi cerrar los ojos y murmurar algunas palabras inetendibles en italiano.
—¿Algún problema en el que te pueda ayudar?—pregunté tomando su mano
y la apretó.
—¿Que tan buen abogado es Odin?
—El mejor. Si pasa algo dime en lo que te puedo ayudar.
Tomó algo de la mesita de noche que estaba a su lado y me entregó un
teléfono.
—El que tenías antes no era seguro, me tome la molestia de comprarte uno
nuevo.
Se levantó de la cama y lo vi ponerse sus zapatos rápidamente.
—Gracias, ¿que hora es?
Miró su reloj que se encontraba en su muñeca.
—Diez con treinta minutos de la mañana.
Estaba sorprendida, habíamos dormido desde ayer. Me levante para empezar
arreglarme.
—Tengo una cita con la psicóloga.—no había hecho ninguna cita, pero sabía
que me iba a aceptar si se encontraba vacío.
Dejo de acomodar su ropa para verme.
—¿Por que no me dijiste?—gruñó buscando su teléfono para escribir algo.
Rodé los ojos.
Me acerqué a su lado y lo abracé.
—Relájate viejito, puedo decirle a mi padre que me acompañe.—coloque mi
cabeza en pecho.
—No me digas viejito. Vamos juntos, ya mande a buscar cosas para
arreglarme.—Me separé.
—Me voy arreglar, puedes ir a la cocina si deseas algo de comer.—asintió.
No espere una respuesta y me adentré al baño. Me quita lo ropa y mire en el
espejo como estaba llena de moretones, seguro empezarían hablar de que Gian
me maltrata.
Entre a la regadera hasta tener todo mi cabello empapado, me iba a tomar mi
tiempo para bañarme y lavar mi cabello. Sentirme limpia y fresca.
Cuando salí de la ducha, tome mi tiempo para colocarme mis cremas y
aceites. No iba a maquillarme. Cuando salí de la habitación me encontré con
Gian vestido diferente escribiendo algo en su teléfono.
—¿Que estaba haciendo tanto tiempo en el baño?—tenía una sonrisa pícara
en sus labios.
—Lo que tú piensas.—le seguí el juego.
Busque mi ropa interior para luego girar y ver que se encontraba en su
teléfono todavía. Así que como flash me quite la toalla para empezar a vestirme.
Cuando mis ojos se fueron a el, lo descubrí mirándome.
Sus ojos se veían fascinados y un tanto hambriento.
—¡Me viste!—lo señalé y el negó.
Carraspeo.
—Loca, vístete rápido que tenemos cosas que hacer.
Me coloqué un vestido y mis zapatillas. Cuando termine de arreglarme
bajamos a la sala de estar donde me dijo que estaban mis padres hablando.
—¿Vas a salir?—preguntó mamá con el ceño fruncido.
—Si, tengo una cita con Phora.—respondí alertando a mi padre.
—¿Todo bien? ¿Necesitas algo?
—Está todo bien, papá. Ya antes de que preguntes llevo mis medicinas
conmigo y voy a desayunar con Gian.
—Lo sé. Nos veremos más tarde.—le lancé un beso que fingió atrapar y
colocar en su corazón.
—Cuídate.—fue lo único que dijo mamá.
Salí con Gian y lo esperé hasta que trajera al auto. Salude a algunos chicos
que nos iban a estar siguiendo. Cuando el auto llegue me monte y tropecé
lastimándome más las costillas.
Reí para no llorar.
—Vamos al Café Gratitude.—empezó a manejar.
—Está bien, tengo ganas de unos waffles con pollo frito.
Lo vi reír, pero no entendí el chiste hasta que llegamos al lugar y el pidió
crepa de nueces de la india, fruta fresca, yogurt de coco, jarabe de maple y
nueces. Nada grasiento.
—Te aseguró que está delicioso, solo come saludable hoy y mañana.
Después de esos días comes como quieras.
No dije nada y empecé a comer. Tengo que admitir que todo estaba delicioso,
pero no se lo diría.1
—No tengo cita con la doctora,ella siempre me acepta.—expuse—Pero está
la probabilidad de que no me pueda atender esta vez.
Se encogió de hombros comiendo un poco de de fruta.
—No importa, te llevo a donde sea que quieras ir.
Al terminar de comer decidí llevarme un poco de yogurt de coco y frutas ya
que la combinación era deliciosa.
—Puedo subir sola.—gruñí al ver a Gian vigilando que subiera bien al auto.
Habían unos cuantos paparazzi captando todo y riéndose de mi. No se
acercaban porque los hombres de Gian tenían cara que te arrancaban los brazos
con la boca.
—Dime la ubicación.
Le ladre la ubicación para empezar a comer mi yogurt.
1
Saque mi teléfono del bolsillo para llamar a papá que contesto al segundo.
—Ya vamos para allá.—gruñó.
—Den thélo na polemíseis.—murmuré.1
Traducción: No quiero que pelees.
—Pero si el me provoca.
—Por favor.—rogue.
—Ya veremos. Te cuelgo que tú madre está intensa.—colgó.
Antonella apago la estufa para luego sentarse frente a Fabrizzio y justo llego
Gian que cuando me vio al lado de su hermano frunció el ceño para luego
sentarse frente a mi.
—¿Podemos quedarnos en casa viendo una película y comiendo pizza?
Quiero un día tranquilo.—dijo Archilles.
—Quiere algo tranquilo porque ayer se bebió hasta lo que no había del bar.—
se burló Kounstantine—Todo porque conoció a alguien que por primera vez no
está detrás de él.
Antonella lo miró curiosa.
—¿Que pasa hijo?
Apareció un pequeño mohín en los labios de Archilles.
—No quiero regresar a Grecia.
Jawad a su lado le dio un golpe.
—Vaya a trabajar y suelta ese capricho, idiota.
—¿Odin es el capricho?—Todos asintieron a excepción de Antonella.
No sabía que decir. Pero si ya pasado tanto tiempo y Odin no ha dicho nada,
mejor que lo de estar y no insista.
—¿A que hora viene tu familia?—cambio de tema Gian.
—Tienen que estar por llegar.
—Chicos, vayan llevando la comida al patio trasero. Vamos a desayunar allá.
Iban a protestar, pero una mirada los hizo callarse. Todos nos levantamos y a
pesar de que Antonella dijo que no llevará nada, yo quise tomar alguna cosas y
ayudar.
Esta vez si me senté al lado de Gian y frente a mi habían cuatro asientos
vacíos para cuando llegaran los demás.
—¡Hades!—el grito de Morfeo me hizo a ver hacia la puerta y como venía
corriendo hacia mi para abrazarme.
—No estes corriendo así.—lo regaño mi padre.
Mamá ya estaba hablando con Antonella.
Cuando todos estuvimos en la mesa empezamos a comer. Casa quien podía
elegir lo que quisiera, pero al parecer Gian no lo entendía porque me sirvió una
cantidad absurda de frutas y solo una tostada francesa sin miel.
—Yo me podía servir sola.—me queje empezando a comer.
Ni siquiera le tomó importancia a mi comentario y empezó a comer sus
huevos revueltos.
—Es lindo estar así todos reunimos antes de irnos a Italia. Gian es muy
amargado y pensé que no aceptaría.
—¿Tan pronto se van?—pegunto mamá.
—Si, tenemos responsabilidades que no pueden esperar.—respondió
Fabrizzio.
—¿Y ustedes parásitos?—le preguntó mi padre a los chicos.
—También nos vamos mañana.
—Seguro y nos va a extrañar.
Mi madre se adentro a una conversación con Antonella, Artemis con
Fabrizzio y Morfeo con Jawad preguntándole si le había dolido el tatuaje que
tenía en la cabeza.
Mire a Kounstantine que me miraba fijamente y Lugo miraba a Gian. Le hice
una mueca y el rio.
—Deja de estar viéndonos, pervertido.
—Solo quiero saber si este desayuno familiar significa que ustedes volvieron
a estar en una relación.
Antonella nos miró emocionada. Era demasiado lindo como estaba feliz por
la situación incómoda en que estaba yo. Yo sola porque Gian tenía una sonrisa
que no le cabía en el rostro.
Cabron.
—Eso es grandioso. Podríamos pasar la navidad en Italia todos juntos.
Me gustaría mucho que eso pasara, pero no sabía si mi padre estuviera de
acuerdo.
—A mamma le gusta ver la casa llena.
Mi padre me miró y me encogí de hombros atragantándome de comida.
—¡Genia!—exclamó Morfeo.—Nunca hemos pasado navidad fuera del país.
—Es un placer aceptar tu invitación, Antonella—dijo mi padre para mi
sorpresa.
El desayuno transcurrió tranquilo y sin discusiones por parte de Gian y mi
padre ya que el primer mencionado casi nunca hablo en toda la comida.
——————————
Ya en la tarde se había unido Odin quien venía hablar con los chicos, Gian y
mi padre sobre lo sucedido con Louise. Así que aproveche que estaba sola en el
patio para llamar a Damien.
—¿Hola? ¿Quién allá?
—Damien, ¿te haz olvidado de mi?—fingí que estaba llorando.
—Nunca, me alegra escuchar tu voz.
Sonreí.
—¿Te veré hoy?
—Si, realmente esperaste mucho por esto y no me lo puedo perder por nada.
Me recosté en la tumbona cerca de la piscina.
—Tengo un regalo para ti.
—¿Tengo un cuadro especialmente para mí?—preguntó y puedo apostar que
está sonriendo.
—Si, se que te va a encantar.
Escuche un ruidos.
—Tengo que colgar, pero prometo llamarte.
—Está bien. Surte.—colgué.
Gian llegó a mi lado con una botella de agua que me entregó sin decir nada.
La abrí para darle un largo trago.
—Sabía que mi plantita tendría sed.
—No seas molesto que en el desayuno ni hablaste. Estas raro.
Me sonrió con burla.
—¿A que hora es el evento?
—A las cuatro de la tarde.—dije tranquila tomando otro trago de agua.
El me miró preocupado.
—¿Por eso es que todos adentro se están arreglando? Son las dos de la tarde.
¿Todavía hay tiempo? Si, yo sentía que todavía había tiempo.
—Faltan dos horas. Relájate.
—¡Hades Athens!—el grito de mi madre me hizo saltar fuera de la tumbona.
La vi señalándome con molestia.
—¿Que pasa?—Gian se colocó a mi lado.
—Pasa que se tiene que ir a bañar.—negó disgustada—Vayan a bañarse que
ya pronto tu padre viene con la comida y después se comer se tiene que arreglar
para llegar a tiempo.
Gian sin dejarme responder me tomó en sus brazos para caminar dentro de la
casa. Cuando llegamos a la habitación me tiro en la cama y antes que pudiera
levantarme sus labios chocaron con los míos.
Mentiría diciendo lo aparte con la excusa de que no somos novios porque lo
tome del cuello para acércalo más a mi. Extrañaba mucho sus labios.
Cuando besaba a Gian trataba de concentrarme en el quien era que me tenía
en sus brazos y nadie más. Solo éramos nosotros dos.
—Te amo.—dijo cuando se separó de mi.—Ahora vete a bañar mientras yo
arreglo unas cuanta cosas.—me dio espacio para que saliera de la cama.
No me quise demorar en el baño porque tenía que salir a alisarme el cabello
y eso tomaba su tiempo. Tendría que comer y planchar el cabello a la vez.Solo
de pensarlo me daban ganas de llorar.
Salí del baño molesta porque no contraté a una estilista, pero la verdad no me
gustaba que cualquiera manejara mi cabello.
—¿Puedes traerme la comida a la habitación? Olvide que me tengo alisar el
cabello.—dije mientras los veía desvestirse.
Me miró con una sonrisa seductora.
—¿Te gusta lo que ves?—rode los ojos.
—Sabes que tes ves bien.
Se acero a mi como un depredador a su presa.
—¿Sabes que es lo mejor?—tomó mi mano para pasarla por todo a abdomen.
—Que todo esto es tuyo.
Y así de rápido como se acercó, se alejó después de jugar con mi sistema
nervioso. Maldito. Entrando al baño como si nada.
Me puse ropa interior y me quede con una bata Cartier de Gian que me
quedaba un poco grande, pero esa cómoda.
Me senté frente al tocador mientras conectaba la plancha.
Decidí hablar un poco con Amber a ver como iban las cosas.
Amber: Todo va quedar perfecto.
Amber: Apuesto un millón a que estas en ropa interior todavía sin
arreglarte.
Reí.
Hades: Envíame tú cuenta para depositar.
Hades: El tiempo pasa demasiado rápido.
Cuando Gian salió del cuarto de baño, tenía su cabello goteando agua. Tenía
un pantalón, pero no tenía camisa. Lo hacía con todas sus intenciones porque me
miró con una sonrisa.
—Ya voy a buscar nuestras comidas.—avisó.
—Puedes quedarte con los demás, yo voy a demorar un poco aquí.
—Te voy acompañar. Ya regreso.—salió de la habitación así que decidí
empezar con mi tortura.
Cuando llego Gian con la comida me sentí feliz al percibir el olor a pizza. Se
sentó a mi lado con cuatro pedazos de pizza y dos latas de Coca Cola.
—¿Puedes darme la comida?—abrí la boca antes que pudiera negarse.
Tomó una silla para sentarse a mi lado y empezó a darme de comer mientras
yo seguía con mi cabello.
Una hora después habíamos terminado de comer y yo todavía no terminaba.
—Ya déjatelo así.—lo mire horrorizada.
—Puedes ir a arreglarte tu por mientras. Ya casi termino.
—Los demás ya se fueron.
No me sorprende. Mi mamá siempre amaba llegar temprano para llevarse lo
mejor.
—Está bien, vamos a llegar tiempo.
——————————
Íbamos tarde.
Cuando llegamos, el lugar estaba lleno de paparazzis fuera así que al salir
tome la mano de a Gian y una avalancha de periodistas y fotógrafos se nos vino
encima. Al instante los apartaron de nosotros.
—Hades, ¿Es cierto que tuviste problemas de maltrato con Gian?—preguntó
uno.
—Totalmente falso, simplemente soy mala en equitación.—fue lo que me
dijo mi padre que dijera.
Nos abríamos paso para poder llegar a la puerta del lugar.
—Gian, muchos hombres dicen no mereces a Hades ya que es mucho menor
que tú y que merece algo mejor.
Mire a Gian quien negó sonriendo.
—Solo están celosos de que yo estoy con ella y ellos no.—me tomo más
fuerte de la mano para caminar más rápidos.—Se acabaron las preguntas.
Cuando entramos a la galería no pude evitar sonreí al ver todo tan perfecto y
el lugar estaba lleno. Yo había llegado un poco tarde, pero lo mejor siempre se
hace esperar.
—¡Hades!—Amber grito viniendo hacia mi junto con Thomas.
Ambos se veían hermosos; Amber con su vestido plateado con un gran
escote y Thomas con su traje negro, pero no tenía camisa dentro.
—Me alegra que estes bien.—dijo Thomas en medio el abrazo que nos
estábamos dando los tres.
—Tengo algo que mostrarte.—dijo Amber tomando mi mano.
Mire a Gian quien tenía las manos en el bolsillo mirando todo y a todos. Me
acerqué a él y le di un beso rápido en los labios.
—Thomas, ¿puedes enseñarle el lugar a Gian?
—¿No me lo puedes ensañar tú!—se quejó.
Volví a darle un beso que lo dejó sonriendo.
—Prometo que no me voy a demorar.—asintió inseguro.
Me deje guiar por Amber hasta que llegamos al pasillo de la fotografías
donde había una de nosotras juntas.
—Quería saber si la podía tener, no importa si no cobro por un tiempo.
Mire a la pintura y luego a ella.
—¿Le preguntaste al dueño de la pintura?
—Thomas la puso de tu propiedad, me dijo que hablara contigo.
—Te la regalo, no le tienes que pagar nada.
Me abrazo fuerte.
—Gracias.
Ella había estado conmigo en cada paso para lograr mis sueños, se hacía
cargo de administrar la galería. Yo era la que estaba agradecida con ella.
—No me tienes que agradecer nada.
—¿Vamos a buscar a los chicos?—pregunto, pero mi vista se quedó en el
hombre que veía una fotografía de Amber y Thomas en la lluvia dándose un
beso.
—Dile a Gian que estaré aquí.—dije para caminar hacia Stephen.
Cuando estuve a su lado se giró a verme.
—¿Disfrutando del arte?
—Todo está demasiado hermoso, estoy orgulloso de ti.—dijo antes de
estrecharme en sus brazos.
—Gracias, también tengo que agradecer que te hicieras cargo del hotel y los
periodistas.—le devolví el abrazo.
Cuando nos separamos nos miramos fijamente.
—Sabes que haría lo que fuera por ti.
—Y no deberías, pero lo agradezco.
Saludamos a algunos amigos de mi padre que entraban al pasillo así que nos
fuimos al pasillo de al lado.
—Hades…
No lo deje terminar.
—Te apreció, pero como amigo.
Se veía desanimado así que tome su mano.
—¿Nunca me viste de otra manera?—negué.
¿Cuando iba aparecer Gian mágicamente? No era muy buena manejando
estas situaciones.
—Eres un hombre magnífico, pero no es con quiero establecer una relación
más que amigos.—apreté su mano antes de que quisiera alejarse de mi—Se que
ignoras a muchas chicas hermosas que quieren estar contigo, pero estas muy
encaprichado conmigo para verlo.
Asintió.
Hay una chica.
—Entiendo. Solo amigos.—sonrió.
Le di un beso en la mejilla.
—No quiero que después de esto me dejes a un lado.
—Nunca.
Después la conversación nos quedamos discutiendo sobre las pinturas y
fotografías. Se quejó conmigo porque no pudo conseguir una pintura que quería
ya que iba hacer para la subasta que se haría en el hotel.
—La puedes conseguir en la subasta.—lo animé.
—Si, realmente deseo esa pintura.
—Lo creo, tiene que ser muy hermosa.
Asintió.
—Es necesario para ponerle un fin a todo.
No entendí sus palabras, pero fingí que si.
Escuche un carraspeo detrás de nosotros y nos giramos a ver un tipo quien
traía un look desordenado, pero que le quedaba perfecto.
—¿Me permite un minuto con la signora?—preguntó pero parecía más una
afirmación.
—¿Lo conoces?—Stephen lo miró con desconfianza.
No conocía al tipo de ningún lado, pero el parecía conocerme bien.
—Tal vez no me recuerdes, pero soy Luigi Agazzi.
¿Luigi? El muerto que estaba vivo.
—Si lo conozco, puedes dejarnos solos.—Stephen me miró inseguro, pero al
final se fue después de darme un beso en la mejilla.
—Quería confirmas que estuvieras bien y que fingir mi muerte sirvió de
algo.—dijo cuando vio que Stephen estaba lo suficientemente lejos.
—¿Por que tienes que fingir tu muerte? Ya todo acabo.—negó con una
sonrisa.
—Hasta que el loco no esté bien y encerrado no es bueno que yo ande como
por ahí como si nada.
¿Pero entonces que hacia aquí tan confiando? Bien lo loco de Bruno podría
aparecer.
—¿Gian sabe que estas aquí?—seguro el y Fabrizzio se molestarían al saber
que está vivo.
Ni hablar de Antonella.
—No porque es un secreto.—apareció Elio frente a nosotros.
—¿Que haces aquí?—cuestioné.
Toco la pintura que estaba frente a nosotros a pesar de había un letrero que
decía no tocar.
—Ver si seguías igual de hermosa.—sonrió—Y el molesto de Luigi quería
verte antes de irse a Colombia.
—¿Colombia?—pregunté confundida.
—Entre menos sepas mejor.—se giró a ver a Luigi—Se rápido que el idiota
de tu amigo no tardara en venir por ella. Lo encontré hablando con la pelirroja
hermana de la perra loca.
¿Lorraine estaba aquí? Perra descarada.
—Me alegra que estes bien.—dejo un beso en mi mejilla antes de irse casi
corriendo con Elio.
Estaba sorprendida hasta que sentí como me giraban. Gian.
—Fue bueno ir con Thomas. Ya me he gastado veinte mil dólares.—confesó.
Tomó mi mano mientras me guiaba a algún lugar.
—¿Fue una buena compra?
—La mejor.
No me pude quedar callada y pregunté
—¿Qué hace Lorraine aquí?
—Vino con Rachele y a disculparse porque su abogado le avisó que no
tenemos nada que ver con la desaparición de su hermana.—le restó importancia.
Odin lo había arreglado.
—¿Crees que la gente le gusta lo qué hay aquí?
Asintió dándome un beso.
—Amenace a unas cuantas personas que se querían llevar mis pinturas y
fotografías. Te aseguro que ellos están encantados con todo lo qué hay aquí.
1——————————
Capítulo 51.
Había olvidado escribir el discurso de agradecimiento y que seguro
conmovería a muchas personas. Ahora tendría que pasar vergüenza porque iba a
inventar.
Busque entre las mesas la mirada de Gian quien bebía vino con su vista fija
en mi.
Bueno, es ahora o nunca.
—Quiero agradecerles a mis amigos y familia por apoyarme en este sueño
que se hizo realidad. Sin ellos no estuviese aquí.—pause y empezaron los típicos
aplausos—Plutón le quiere dar la oportunidad a todos de dar a conocer el arte
que sale del alma y corazones de las personas que pusieron sus trabajos en
nuestras manos con el fin de darse una oportunidad. Solo puedo decir gracias por
estar aquí y apoyar a estas personas talentosas.
Mire a Amber buscando ayuda, pero la desgraciada solo tenía una sonrisa
burlona.
—Es un placer saber quien está detrás de la galería Plutón.—me dio una
sonrisa—Gracias, Hades Athens.
Mire al público y sonreí hacia donde estaban mis padres y hermanos
específicamente, les lancé un beso que mi padre no me decepcionó y atrapó.
—Gracias a ustedes por esta oportunidad.—fue lo que dije antes de bajar de
la tarima e ir a mi lugar al lado de Gian.
—Pase vergüenza.—me queje haciéndolo reír.
—Tú no conoces lo que es vergüenza.
Ignore su comentario mientras miraba como era el turno de Azael de subir a
hablar.
—Llego el momento más esperado de la noche; la subasta donde estaremos
dando a conocer nuestras mejores pinturas y el mejor postor se la lleva su casa.
—anunció Thomas—Pero antes, con ustedes Azael Stone quien nos trae la
pintura que fue muy pedida esta tarde.
—Está pintura fue creada antes de conocer a la musa y dueña de mi
inspiración, en esos momentos. Espero que sea un placer de ustedes verla, cómo
fue el mío de pintarla.
No se si fue idea mía o me dio una rápida mirada.
—Ahora viene un cuadro que fue muy pedido, pero para desgracia de ellos
era para subastar.
El cuadro era de mi y es demasiado hermoso.
La sala se llenó de demasiado ruido y yo no podía dejar de mirar el cuadro.
—Me alegro que les hay gustado el cuadro, me tomó un tiempo, pero todo
valió la pena con una buena inspiración.—Azael me había dibujado.
Joder.
Mire a Gian a mi lado que no dejaba de ver el cuadro.
—¿Que tal si empezamos con mil dólares?—preguntó Amber con una
sonrisa.
—¡Treinta mil dólares!—gritó un desconocido.
—¡Treinta y cinco mil dólares!—gritó Stephen y mi vista fue a parar
inevitablemente en el.1
¿Ese era el cuadro que quería para ponerle fin a su capricho conmigo? Raro.
—¡Cien mil dólares!—gritó mi padre ganándose un golpe por parte de mi
madre.
—¡Un millón!—gritó Archilles viendo directamente hacia Gian.
—Un millón por el hermoso griego, ¿quien da más?
Mire a Gian esperando algo.
—¡Siete millones!—termino gritando Jawad.
—¿En serio?—murmure.
—¡Veinte millones!—grito Gian dejando a todos sorprendido.
Miró fijamente a Amber.
—¡Vendido al italiano!—ni siquiera lo dudo.
—¿La estas extorcionando?—cuestione indignada y el solo sonrió feliz.
—Ese cuadro siempre fue mío.—fue su única respuesta.
Gian ni siquiera se movió para buscar el cuadro, mando a Dimitri.
—Parece la pareja estrella se robo la atención este día, ya que el cuadro que
veremos no es de nada más que de Gian Caccini y fue hecho por su novia Hades
Athens.
Casi me caigo de la silla al escuchar como decían que éramos novios, pero lo
que más me dejó mal fue que el cuadro no estaba en venta. Era mío.
—¡Diez mil!—gritó una señora mayor.
Tome una fuerte respiración para no volverme loca.
—¡Sesenta mil!—gritó Lorraine.
—¡Ochenta mil!—gritó Rachele.
Sentía la vista de todos en mi. Era ahora o nunca.
—¡Veinte millones!—grité la misma cantidad que Gian.
Todo el mundo dejó de decir sus precios al escuchar el mío. No me iban a
quitar lo que me pertenece.
Gian tomó mi rostro para que pudiera verlo.
—No tenías que pagar tanto.
—No me importa el dinero. Ese cuadro es solo mío y se supone que no
estaba en venta.
Ahora tendría que recortar mis gastos para poder pagar eso. Valía la pena.
—Quiero recordarles que todo este dinero será donado para aquellos jóvenes
que no pueden pagar su educación y nosotros queremos darle ese apoyo para que
sigan sus sueños y no se rindan.—recordó Amber.
Había pensado mucho en que donar el dinero, al final decidí irme por la
educación que era algo importante y muchas personas no podían permitírselo.
FIN.