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La Ucrania Literaria no proviene de la prensa clandestina ni data de la perestroïka.

Aunque
fundado en 1927, este periódico era prácticamente desconocido en Occidente hasta el 26 abril de
1986, día en que se produjo la explosión del reactor de la central nuclear de Chernóbil.

Vassil Pliutch

Jefe de redacción adjunto de Literaturnaia Ukraina.

Un mes antes del accidente, La Ucrania Literaria había publicado un artículo cáustico sobre los
defectos de la central y el no respeto de las normas técnicas en su construcción. Un alud de
críticas indignadas se abatió entonces sobre el autor del artículo y sobre la redacción del periodico.
Se les acusó de malevolencia y de atentar contra la reputación de nuestros valerosos ingenieros.
Lo que les puso a salvo de las graves consecuencias que este artículo podría haberles acarreado
fue… la propia catástrofe. No puedo decir lo mismo, desgraciadamente, de los miles de ucranios,
bielorrusos y rusos, que recibieron una verdadera lluvia de partículas radioactivas.

Ahora comprendemos cuán exigua es nuestra común casa europea y hasta qué punto la paz y la
felicidad son allí frágiles y vulnerables. No hace falta levantar una barrera de cohetes de mediano
alcance para verla convertida en ruinas. Basta una simple imprudencia en la utilización,
supuestamente pacífica, del átomo. ¿De qué sirve entonces que, en un país como Francia, se
equipe cuidadosamente a las centrales nucleares con un doble o triple sistema de seguridad,
cuando un mínimo descuido cometido en otra parte, es suficiente para desencadenar una
catástrofe? Confíen en la palabra de un hombre que trabaja en Kiev, a 120 kilómetros de la
central, y que recibe diariamente su dosis de radiaciones; de un hombre que conoce, y no de
oídas, el drama de esos niños enfermos, para los que el Canadá envía un segundo avión cargado
de medicamentos, y la difícil situación de algunos distritos de Kiev y de Jitomir a los que no se
había incluido en el perímetro de seguridad en torno a la central y que, cuatro años más tarde, es
necesario evacuar con urgencia...

En tales circunstancias, nunca se apreciará bastante el valor y el civismo de los periodistas.


Sabemos, por haber sido testigos, lo que son capaces de llevar a cabo. Tras la catástrofe de
Chernóbil, nuestro periodico logró movilizar a la opinión pública en torno a los problemas
ecológicos con tal éxito que obtuvimos no solo que se cerrará una central nuclear construida sobre
una falla tectónica en Crimea, sino también que se detuviera la construcción de la central de
Chiguirinsk, muy cerca del río Dniéper, cuyas aguas beben 35 millones de personas.

Extracto de una intervención en el Encuentro Informal de Prensa Este-Oeste celebrado en la


UNESCO los días 27 y 28 de febrero de 1990.

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