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¿Fin de la pandemia y nueva normalidad?

Una visión multidimensional

1
UAM: reconversión organizacional y reconfiguración...

2
¿Fin de la pandemia y nueva normalidad? Una visión multidimensional

EL CONFLICTO RUSIA-UCRANIA:
GEOPOLÍTICA Y GUERRA

3
UAM: reconversión organizacional y reconfiguración...

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¿Fin de la pandemia y nueva normalidad? Una visión multidimensional

El Conflicto Rusia-Ucrania:
geopolítica y guerra

Antulio Sánchez y Gerardo Vázquez


Coordinadores

Topodrilo LIBROS

Colección Coyuntura

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UAM: reconversión organizacional y reconfiguración...

El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra


Primera edición, junio de 2022.

Diseño y elaboración de portada: Ediciones Cultur@lia.


Corrección de textos: Ediciones Cultur@lia.
Cuidado de la edición y maquetación en formato digital y papel: Edi-
ciones Cultur@lia.
.
ISBN: 979-8839-82-370-9
© 2022 Grupo Topodrilo.
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corporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier
forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fo-
tocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por
escrito del Editor.

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¿Fin de la pandemia y nueva normalidad? Una visión multidimensional

ÍNDICE

Introducción 9
Gerardo Vázquez

Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos 27


Alejandro Toledo Patiño

En el reino de Agramón 51
Ricardo de la Peña

Ucrania: entre el derecho a la autodeterminación y la inje- 75


rencia de Estados Unidos y Rusia
Telésforo Nava

Internet y la guerra de Ucrania, 2022 93


Alejandro Pisanty

Soberanía y control del ciberespacio ruso 131


Antulio Sánchez

Sobre la guerra. Ucrania, la paz y el futuro de la democracia 153


Rogelio Villarreal

Rusia y Ucrania: más allá de la Guerra y la Paz 171


Felipe López Veneroni

El nuevo desorden mundial 185


Jorge Javier Romero Vadillo

Rusia vs Ucrania, la alternativa revolucionaria incierta 197


Daniel Adame Osorio

7
UAM: reconversión organizacional y reconfiguración...

8
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Introducción
Gerardo Vázquez

Claves para contextualizar el conflicto Rusia-Ucrania

El conflicto Rusia-Ucrania se puede analizar desde diferentes pers-


pectivas; para dar cabida y complementar los diferentes materiales
que se presentan en este libro, a manera de introducción se plantea
una mirada desde una perspectiva geopolítica y realista de este con-
flicto, pues se considera que la crisis en Ucrania, que tiene un impac-
to internacional, responde a la lucha de poderes entre los diferentes
actores que tienen parte en el mismo, sobre todo Rusia y Estados
Unidos, pues proyectan en este país sus intereses geopolíticos.
En este sentido, por su situación geográfica, el territorio de
Ucrania tiene un papel privilegiado estratégicamente pues los ele-
mentos propios del mismo lo hacen ser codiciado por las poten-
cias mundiales, que buscan proyectar desde ahí sus intereses sobre
Eurasia ya que desde las explicaciones realistas del dominio mun-
dial se considera a Ucrania como una zona privilegiada, un jugador
pivote, en la proyección global del poder y dominio mundial.

I. La “construcción de una cabeza de puente democrática” en Eu-


ropa del Este como “imperativo geoestratégico” estadounidense

“... el tablero en el que se juega la disputa por el manteni-


miento de la supremacía global es Eurasia, ya que en esta
enorme masa de tierra se incluye a todos los países que
conforman la Unión Europea, mas Rusia y los del Extremo

9
Introducción

Oriente (China y Japón), sin olvidar a Turquía, Irán, Pakistán


y la India, como también a los países del sudeste asiático, in-
cluyendo a Vietnam, Tailandia, Malasia, Singapur e Indone-
sia, lo que se denomina el “Rimland””. Zbigniew Brzezinski,
Ex consejero de Seguridad Nacional estadounidense.

Siguiendo a Padilla (2015) podemos decir que para entender la po-


lítica exterior estadounidense actual hacia Rusia, debemos remon-
tarnos a los análisis y las posiciones de Z. Brzezinski, ex consejero
de seguridad nacional estadounidense, quien ya en la década de
1990 se pronunciaba por construir una “cabeza de puente demo-
crática” hacia Europa del Este con el fin de consolidar la supre-
macía de ese país en el tablero euroasiático, en donde Ucrania,
como otros países, desempeñan el trascendental papel de pivote
geopolítico. Al respecto Brzezinski señala:

“La cuestión principal para los Estados Unidos es la


de cómo construir una Europa basada en la conexión
franco alemana, una Europa viable que permanezca
vinculada a los Estados Unidos y que amplíe el al-
cance del sistema internacional democrático coope-
rativo del que tanto depende la primacía global esta-
dounidense [...] Ello requiere una actuación enérgica
centrada y decidida por parte de los Estados Unidos,
particularmente hacia Alemania con respecto a la de-
finición de la extensión de Europa y, por lo tanto,
también con respecto al tratamiento de cuestiones
tan sensibles —especialmente para Rusia— como la
del estatus que tendrán dentro del sistema europeo
las repúblicas bálticas y Ucrania” (Brzezinski, 1998:
79, en Padilla, 2015).

Con base en esta visión, uno de los planteamientos centra-


les de Brzezinski es que EE UU, única potencia global después
de la Guerra Fría, con todo y no ser una potencia terrestre como

10
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Rusia y tampoco euroasiática, por razones geoestratégicas debe


proponerse ejercer su dominio en el “corazón continental” eu-
roasiático ya que:

“En la actualidad la principal cuestión geopolítica ya


no es la de qué parte de la geografía de Eurasia es
el punto de partida para el dominio continental, ni
tampoco la cuestión de si el poder terrestre es más
significativo que el poder marítimo. La geopolítica se
ha desplazado desde la dimensión regional a la glo-
bal considerando que la preponderancia sobre todo
el continente euroasiático es la base central de la pri-
macía global. Los Estados Unidos, una potencia no
euroasiática disfrutan actualmente de la primacía in-
ternacional y su poder se despliega directamente so-
bre tres de las periferias del continente euroasiático,
a partir de las cuales ejerce una poderosa influencia
sobre los Estados que ocupan el hinterland euroasiáti-
co” (Brzezinski, 1998: 47, en Padilla, 2015).

Entonces, de acuerdo con Brzezinski, el tablero en el que


se juega la disputa por el mantenimiento de la supremacía global
es Eurasia, ya que en esta enorme masa de tierra se incluye a to-
dos los países que conforman la Unión Europea, mas Rusia y los
del Extremo Oriente (China y Japón), sin olvidar a Turquía, Irán,
Pakistán y la India, como también a los países del sudeste asiático,
incluyendo a Vietnam, Tailandia, Malasia, Singapur e Indonesia,
lo que se denomina el “Rimland”, que de acuerdo con Spykman,
tiene cerca de 50 millones de kilómetros cuadrados de masa te-
rrestre, más del 50 por ciento de la población mundial y produce
cerca del 30 000 millones de millones (billones) del producto bru-
to mundial (comparado con 1 500 millones de millones de África
y del Oriente Medio, 1 700 billones de América del Sur y 8 100
millones de millones de Norte América) (Spykman, 1942: 7-18 y
20-21, en Padilla, 2015); de ahí que:

11
Introducción

“Este amplio tablero euroasiático de forma extraña


que se extiende desde Lisboa a Vladivostok propor-
ciona el escenario para ‘el juego’. Si el espacio medio
(Rusia) es progresivamente empujado hacia la órbita
en expansión del Oeste (en la que Estados Unidos tie-
ne la preponderancia) si la región Sur (India) no que-
da sujeta a dominación de único jugador y si el Este
(China) no se unifica de una manera que conduzca a la
expulsión de Estados Unidos de sus bases costeras, en-
tonces puede decirse que los Estados Unidos prevale-
cerán. Pero si el espacio medio (Rusia) rechaza a Occi-
dente, se convierte en una única entidad activa y, o bien
se hace con el control del Sur (India, Irán) o establece
una alianza con el principal actor Oriental (China), en-
tonces la primacía estadounidense en Eurasia quedará
reducida considerablemente. Lo mismo ocurriría si los
dos principales jugadores orientales (China y Japón) se
unieran de alguna manera. Por último, el supuesto que
sus socios europeos (Francia y Alemania) expulsaran
a Estados Unidos de su base en la periferia occidental
pondría fin, automáticamente, a la participación esta-
dounidense en el juego sobre el tablero euroasiático...”
(Brzezinski, 1998: 37, en Padilla, 2015).

En sus recomendaciones de política exterior Brzezinski uti-


liza un marco con influencias provenientes de lo que se denomi-
na el “paradigma idealista” de las relaciones internacionales, que
impulsa la promoción de la democracia y los derechos humanos
en los países candidatos a ingresar a la Unión Europea, de mane-
ra que el “Drang nach Osten” (Deseo de empujar hacia el Este)
de la Unión Europea es concebido como una “cabeza de puente
democrática” en donde Ucrania se convirtió en objeto de las aten-
ciones de Occidente, es importante recordarlo, desde que sucedió
la “Orange Revolution” en Ucrania durante la década pasada (Pa-
dilla, 2015).

12
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

En un capítulo que hace referencia al “gran tablero” de una


imaginaria partida de ajedrez, en el libro de Brzezinski aparecen
con toda claridad recomendaciones sobre cómo confeccionar a
largo plazo la gestión de los intereses geoestratégicos estadouni-
denses, incluyendo la identificación de “actores clave” y las metas
de las elites políticas, con sus consecuencias; de igual forma, lo
relativo a la formulación de políticas específicas para preservar y
promover los intereses vitales estadounidenses:

“En pocas palabras, la geoestrategia euroasiática de


los Estados Unidos debe incluir un control resuel-
to de los Estados dinámicos desde el punto de vista
geoestratégico y una cuidadosa gestión de los Esta-
dos catalíticos desde el punto de vista geopolítico,
de acuerdo con los intereses gemelos de los Estados
Unidos de preservar a corto plazo su poder global
mas institucionalizado. Para usar una terminología
propia de la era más brutal de los antiguos imperios,
los tres grandes imperativos de la geoestrategia im-
perial son los de impedir choques entre vasallos y
mantener su dependencia en términos de seguridad,
mantener a los tributarios obedientes y protegidos e
impedir la unión de los barbaros” (Brzezinski, 1998:
48, en Padilla, 2015).

Francia y Alemania podrían ser los Estados dinámicos, los


catalíticos pueden ser los Estados “pivote”, como Ucrania; supo-
nemos que se deberían evitar choques entre vasallos (¿Alemania y
Francia?) manteniendo su dependencia en términos de seguridad
por medio de la OTAN [Organización del Tratado del Atlántico
Norte], al tiempo que se conserva a los Estados tributarios (¿al con-
junto de la UE?) “obedientes y protegidos” y se debe impedir “Ia
unión de los barbaros” (¿Rusia, China, Irán, India?) (Padilla, 2015).
Si se leen estas recomendaciones en términos de prospecti-
va y escenarios posibles, se podrá comprobar que estas ideas du-

13
Introducción

rante largos años han constituido la base de la estrategia estadou-


nidense para Eurasia, especialmente hacia Rusia. Así, la política
hacia Ucrania se comprende mejor teniendo en cuenta lo que este
autor recomendó acerca de la “promoción de la democracia”, no
sólo como uno de los objetivos de la política exterior estadouni-
dense sino también de la Unión Europea (UE).
En síntesis, la política actual de EE UU y de la OTAN hacia
Ucrania tiene sus raíces en los planteamientos geopolíticos de Z.
Brzezinski para quien la “construcción de una cabeza de puente
democrática” en Europa del Este es un “imperativo geoestratégi-
co” destinado a consolidar la supremacía estadounidense en esa
parte del mundo. Dichas políticas han sido criticadas desde visio-
nes teóricas de las relaciones internacionales por su carencia de
realismo o bien porque se han convertido en banderas ideológicas
que ocultan objetivos estratégicos, como ocurre en el caso ucra-
niano con la expansión de la OTAN y el cerco militar a Rusia,
o bien con la ampliación de la Unión Europea para servir a los
intereses económicos del gran capital (Padilla, 2015).
En este marco, John Mearsheimer, uno de los más reconoci-
dos teóricos neorrealistas, plantea que la reacción de Putin no debe
causar sorpresa, ya que si Moscú aceptó inicialmente la subsisten-
cia de la OTAN como fórmula para mantener bajo vigilancia a la
Alemania reunificada, eso no significó que Rusia viera con agrado
su expansión y por ello desde mediados de la década de 1990 sus
líderes se opusieron sistemáticamente cada vez que se dieron las
sucesivas rondas de aceptación de nuevos miembros: la Republica
Checa, Hungría y Polonia en 1999; Bulgaria, Rumania, Eslovenia,
Eslovaquia y las tres repúblicas bálticas —Estonia, Letonia y Li-
tuania— en el 2004; Albania y Croacia en el 2009, sin olvidar la
propia ampliación de la Unión Europea que ahora incluye a todo
el antiguo bloque de Europa del Este, incluyendo a los tres esta-
dos bálticos. En este marco, conviene también recordar el fallido
intento de la OTAN en 2008 de incorporar a Ucrania y Georgia
(se opusieron Francia y Alemania) previendo una enérgica reac-
ción rusa, que ocurrió ese mismo año cuando tropas de ese país

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El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

invadieron Georgia en apoyo de la secesión de Osetia del Sur y de


Abjazia, fijando de esa manera límites geopolíticos a la ofensiva del
Pentágono de cerco militar contra Rusia (Padilla, 2015: 34).
De acuerdo con Mearsheimer, eI triple paquete de políticas
occidentales —ampliación de la OTAN, expansión de la UE y
“promocion de la democracia”— creo una crisis que sólo espera-
ba una chispa para provocar el incendio, como ocurrió cuando las
protestas iniciadas en noviembre de 2013 (por la negativa a firmar
el acuerdo de asociación con la UE) condujeron al derrocamien-
to del presidente Yanukovych y a la instalación de un gobierno
pro-occidental en Kiev que Washington respaldó (Mearsheimer,
2014). La respuesta de Moscú no se hizo esperar: un referéndum
condujo a la anexión de Crimea por parte de Rusia, así como al
estallido de acciones armadas de los separatistas pro rusos en las
provincias orientales de la región del Donbas (Donetsks y Lu-
hansk, principalmente) así como en la zona del litoral del Mar de
Azov (Mariupol), donde, bajo la denominación de “Nueva Rusia”,
han venido reclamando, entre otras reivindicaciones, la separación
de Ucrania, la independencia o la transformación de Ucrania en
un Estado federal (Padilla, 2015: 35). Desde el realismo, Mearshei-
mer sostiene que la reacción de Putin es fácilmente comprensible
pues Ucrania es:

“... una enorme extensión de terreno llano que la


Francia napoleónica, Alemania imperial y Alemania
nazi cruzaron para agredir a Rusia (por lo cual) Ucra-
nia sirve como Estado tampón de enorme impor-
tancia estratégica para Rusia. Ningún líder ruso va a
tolerar que una alianza militar que era enemiga mortal
de Moscú hasta hace poco se mueva hasta Ucrania y
tampoco permanecerá cruzado de brazos mientras se
instala (en Kiev) a un gobierno decidido a integrar a
Ucrania en Occidente. A Washington puede no gus-
tarle la posición de Moscú, pero debe en tender la
lógica detrás de ella: esto es geopolítica al 100%, pues

15
Introducción

las grandes potencias siempre han sido sensibles ante


cualquier amenaza potencial a su territorio” (Mears-
heimer, 2014, en Padilla 2015).

II. La relación OTAN-Ucrania como “cabeza de puente democráti-


ca” del tablero euroasiático

“Si no hubiera habido una decisión de mover la OTAN ha-


cia el este para incluir a Ucrania, Crimea y el Donbass serían
parte de Ucrania hoy, y no habría guerra en Ucrania” John
Meirsheimer, geopolitólogo estadounidense de la escuela
neorrealista.

Como se sabe, la OTAN se estableció en 1949 como una alian-


za militar, formada por EE UU, Canadá y varias naciones euro-
peas para contener a la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialis-
tas (URSS) y la expansión del comunismo. Tras la desintegración
de la URSS en 1991 y la desaparición del Pacto de Varsovia, en
abril de 1999 la OTAN adoptó el denominado Nuevo Concepto
Estratégico (NCE), bajo el cual ésta se erigiría como un organis-
mo político-militar con la misión de salvaguardar la seguridad de
los países miembros frente a cualquier peligro que amenazara el
modelo político y económico occidental, liberal-capitalista. Pos-
teriormente, en la Cumbre de Lisboa de 2010 este concepto fue
reconfigurado con una característica de gran relevancia, el paso
de la OTAN de una organización defensiva a otra ofensiva que
le permitía actuar fuera de la zona de cobertura tradicional del
Atlántico Norte para hacerlo en cualquier lugar del planeta. Esa
reconversión fue acompañada por una continua expansión hacia
las fronteras rusas, incorporando a múltiples Estados del antiguo
bloque de la URSS (Ortega, 2022a).
De acuerdo con López (2022), las relaciones entre Ucrania
y la OTAN se remontan a la caída de la Unión Soviética; éstas, con
el paso del tiempo, se han profundizado y han sido mutuamente
beneficiosa ya que Ucrania contribuye activamente a las operacio-

16
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

nes y misiones dirigidas por la OTAN, mientras, en paralelo a ese


apoyo, la OTAN ha aumentado significativamente su asistencia
práctica a Ucrania, como lo demuestra el que en 2014, inmedia-
tamente después de la anexión de Crimea por parte de Rusia, los
ministros de Exteriores de la OTAN acordaron medidas para me-
jorar la capacidad de Ucrania para garantizar su propia seguridad.
En esos años, tras los resultados del Euromaidán de 2014,
la OTAN y Ucrania mejoraron sus relaciones. Incluso puede de-
cirse que la llamada “Revolución de la Dignidad” fue un hito en
las relaciones entre la alianza y el país eslavo, al igual que con la
Unión Europea, a tal punto que el 28 de junio de 2014 el por-
tal Foreign Policy en ruso publicaba: “Si las fuerzas oportunistas y
agresivas prevalecen en Kiev, Rusia se verá obligada a actuar para
contener las amenazas que emanan de Ucrania” (López, 2022).
Ya desde 1996 en el Mar Negro se celebraban anualmente
los ejercicios denominados Sea Breeze (Brisa Marina) en el marco
del tablero euroasiático, como se indica en la web de la OTAN:

“... desde la anexión ilegal e ilegítima de Crimea por


parte de Rusia, la OTAN ha aumentado su presencia
en el Mar Negro. Los barcos de la OTAN operan
habitualmente en el Mar Negro, de conformidad con
el derecho internacional, y normalmente patrullan las
aguas durante alrededor de dos tercios del año. Antes
de los ejercicios del Sea Breeze, el Grupo Marítimo
Permanente Dos (SNMG2) de la OTAN realizaba
patrullajes en el Mar Negro y participaba en éstos, un
ejercicio multinacional copatrocinado por Ucrania y
Estados Unidos”.1

1
Véase https://www.nato.int/cps/en/natohq/news_185879.htm?fb-
clid=IwAR1rC39oRCyugB_H9XFztnh6rxN5_per7N4Ae92v_CSm-
MrzpWEaXbw2ursQ, en López, 2022.

17
Introducción

En el mismo sentido, relacionado con posibles conflictos


transfronterizos por aire, la OTAN señala:

“Ucrania se unió en julio de 2006 al programa Air


Situation Data Exchange, que permite reducir el ries-
go de posibles incidentes transfronterizos y hace
posible optimizar las respuestas a los ataques te-
rroristas que utilizan aviones civiles. Tras la crisis
Rusia-Ucrania, la información sobre datos aéreos
proporcionada por la OTAN se ha ampliado para
cubrir un área más amplia”.2

En esos años, frente a las consecuencias de estas y otras ac-


ciones sobre Rusia, un documento clasificado de Wikileaks, inter-
cambiado entre las principales agencias de seguridad e inteligencia
estadounidenses, alertaba:

“... las aspiraciones de Ucrania y Georgia de ingresar


en la OTAN no afectan solo a Rusia sino que generan
serias preocupaciones sobre las consecuencias para la
estabilidad en la región. Rusia no sólo percibe el cerco
y los esfuerzos por socavar su influencia en la región,
sino que también teme consecuencias impredecibles
y descontroladas que afectarían seriamente los inte-
reses de seguridad rusos. En Rusia están particular-
mente preocupados de que las fuertes divisiones en
Ucrania sobre su membresía en la OTAN, con gran
parte de la comunidad étnica rusa en contra de ésta,
puedan impulsar una división interna importante que
involucre violencia o, en el peor de los casos, una gue-

2
Véase https://www.nato.int/cps/en/natohq/topics_37750.htm, en
López, 2022.

18
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

rra civil, en cuya eventualidad, Rusia tendría que deci-


dir si interviene”.3

Ya en 2016, sobre la operaciones y misiones dirigidas por


la OTAN, un editorial del influyente Council on Foreign Relations
(CFR) de Estados Unidos, planteaba:

“En abril de 2016, la OTAN anunció que la alianza


desplegaría cuatro batallones en Europa del Este, ro-
tando tropas a través de Estonia, Letonia, Lituania
y Polonia para disuadir una posible futura agresión
rusa en otras partes de Europa, particularmente en
el Báltico. En septiembre de 2017, Estados Unidos
también desplegó dos brigadas de tanques del ejército
estadounidense en Polonia para reforzar aún más la
presencia de la OTAN en la región […] En octubre
de 2018, Ucrania se unió a Estados Unidos y otros
siete países de la OTAN en una serie de ejercicios
aéreos a gran escala en el oeste de Ucrania. Los ejerci-
cios se produjeron después de que Rusia realizara sus
ejercicios militares anuales en septiembre de 2018, los
más grandes desde la caída de la Unión Soviética”.4

En 2020, sobre esas operaciones y misiones, se lee en la


página web de la OTAN:

“En junio de 2020, Ucrania se convirtió en el sexto


Socio de Oportunidad Mejorada (EOP, por sus si-
glas en inglés) de la OTAN. Este es un estatus que

3
Véase https://wikileaks.org/plusd/cables/08MOSCOW265_a.html?-
fbclid=IwAR2Ha-eUhuNqA0ZSD7HBjFlJvhiUDxr7hhFSzfDqOfy-
Fhs6G79S9AgNfBr0, en López, 2022.
4
Véase https://www.cfr.org/global-conflict-tracker/conflict/con-
flict-ukraine, en López, 2022.

19
Introducción

se ofrece a los participantes en la Iniciativa de Inte-


roperabilidad de Asociación de la OTAN que han
hecho contribuciones particularmente significativas a
las operaciones de la OTAN y otros objetivos de la
Alianza. El estado EOP funciona como un facilita-
dor, brindando a Ucrania acceso preferencial a la caja
de herramientas de interoperabilidad de la OTAN,
incluidos ejercicios, capacitación, intercambio de in-
formación y conocimiento de la situación”.5

A esto hay que sumar que en la Cumbre de Bruselas, de ju-


nio de 2021, se reiteró la opción planteada en la Cumbre de Buca-
rest de 2008 de la OTAN, de incluir a Ucrania como miembro de
la alianza con base en el Plan de Acción de Membresía, con el fin
de facilitar el ingreso del país eslavo en la misma (López, 2022).
A su vez, en octubre del mismo año, el jefe del Pentágono,
Lloyd Austin, propuso la creación de fuerzas de despliegue para
contener a Rusia en el Mar Negro:

“Puedo decir que las actividades desestabilizadoras de


Rusia en el Mar Negro y sus alrededores reflejan su de-
seo de recuperar una posición dominante en la región
e impedir la realización de la unidad, la libertad y la paz
de Europa [ya que la posición de EE UU en la región
representa] una amenaza significativa para Rusia y per-
mite que las fuerzas de la alianza del Atlántico Norte
actúen con mayor eficacia si falla la contención”.6

5
Véase https://www.nato.int/cps/en/natohq/topics_37750.htm, en
López, 2022.
6
Véase https://iz.ru/1326110/kseniia-melnikova/vkhod-zapresh-
chen-turtciia-ne-khochet-voennykh-korablei-nato-v-chernom-more, en
López, 2022.

20
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Al respecto en la web de la OTAN también se señalaba:

“Una Ucrania soberana, independiente y estable, fir-


memente comprometida con la democracia y el estado
de derecho, es clave para la seguridad euroatlántica”.7

Ucrania coopera desde la caída de la Unión Soviética estre-


chamente con la OTAN, sin embargo no está cubierta por la ga-
rantía de seguridad del tratado fundacional de la alianza. Entonces
¿qué hace la OTAN actualmente para ayudar a Ucrania?

“La OTAN está ayudando a coordinar las solicitudes


de asistencia de Ucrania y está apoyando a los Aliados
en la entrega de ayuda humanitaria y no letal [de igual
forma] Los países miembros individuales de la OTAN
están enviando armas, municiones, suministros médi-
cos y otros equipos militares vitales a Ucrania, incluso
en áreas como la ciberseguridad y la protección contra
amenazas de naturaleza química, biológica, radiológica
y nuclear. También están proporcionando millones de
euros de asistencia financiera a Ucrania”.8

Frente a estas acciones y operaciones, el 30 de noviembre


de 2021 Putin denunciaba los procesos que se estaban llevando
a cabo para expandir la OTAN en Ucrania, lo que el mandatario
ruso denominaba como un problema que implicaba el cruce de
las “líneas rojas” para Rusia y le exigía al Presidente Biden ga-
rantías legales de que no se llevaría a cabo una expansión de la

7
Véase https://www.nato.int/cps/en/natohq/topics_192648.htm, en
López, 2022.
8
Véase https://www.nato.int/cps/en/natohq/topics_192648.htm, en
López, 2022.

21
Introducción

Alianza hacia el Este ni introduciría un “sistema de armas que nos


amenacen en las inmediaciones del territorio ruso”.9
En ese mismo sentido, en el siguiente mes, el editorial del
Council on Foreign Relations, de EE UU, destacaba:

“A mediados de diciembre de 2021, el Ministerio de


Relaciones Exteriores de Rusia emitió un conjunto
de demandas que exigen que Estados Unidos y la Or-
ganización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)
cesen cualquier actividad militar en Europa del Este y
Asia Central, se comprometan contra una mayor ex-
pansión de la OTAN hacia Rusia y eviten que Ucra-
nia se una a la OTAN en el futuro”.10

En el mismo sentido, antes de la invasión de Ucrania por


parte de Rusia, en distintas reuniones los líderes rusos pusieron
sobre la mesa de negociaciones con EE UU diferentes propuestas
que bajo el prisma del Kremlin debían resolverse para no amenazar
la seguridad de Rusia, entre las diez principales, dentro de las cuales
se hacían planteamientos específicos sobre Ucrania, estaban:

1. Que Ucrania y Georgia no fueran admitidas en la OTAN


por estar situadas en frente a las fronteras rusas.
2. El desarme de Ucrania de armamento ofensivo que pu-
diera representar una amenaza para Rusia.
3. El desmantelamiento de las bases e instalaciones militares
ucranianas de utilización conjunta con la OTAN.
4. Un estatuto de neutralidad para Ucrania similar al que
ostentan Suecia y Austria.
5. El reconocimiento de Crimea como territorio integrado
en Rusia.
9
Véase https://www.reuters.com/markets/stocks/putin-warns-russia-wi-
ll-act-if-nato-crosses-its-red-lines-ukraine-2021-11-30/, en López, 2022.
10
Véase https://www.cfr.org/global-conflict-tracker/conflict/con-
flict-ukraine, en López, 2022.

22
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

6. El reconocimiento de los territorios de Donest y Lu-


gansk, con mayoría de población rusa, con un estatuto que
los reconociera como autónomos.
7. El reconocimiento de la lengua rusa como lengua oficial
en Ucrania.
8. Retirar las bases militares de la OTAN de todas las ex-re-
públicas soviéticas hoy integradas en la OTAN.
9. Recuperar el Tratado INF de mísiles de medio alcance
que obligue a retirar todos los mísiles de suelo europeo in-
cluidos los rusos.
10. Que la OTAN retrocediera a las fronteras establecidas
en 1992. Es decir, que las catorce repúblicas ex-soviéticas
abandonaran la OTAN (Ortega, 2022b).

EE UU y otros aliados de la OTAN rechazaron estas de-


mandas y advirtieron a Rusia que le impondrían severas sancio-
nes económicas si invadía Ucrania, posteriormente EE UU envió
asistencia militar adicional a Ucrania, incluidas municiones, armas
pequeñas y otras armas defensivas, y a inicios de febrero de 2022
el Presidente Biden ordenó que se desplegaran alrededor de tres
mil tropas estadounidenses en Polonia y Rumania, países de la
OTAN que limitan con Ucrania, para contrarrestar a las tropas
rusas estacionadas cerca de su frontera con Ucrania y tranquilizar
a los aliados de la OTAN (López, 2022).
Como se ha destacado hasta ahora, Ucrania ha servido como
peón para la balcanización de Rusia; ya antes del 24 de febrero la
OTAN se había metido hasta la cocina en Ucrania. Más allá de que
la “no otanización” de Ucrania es clave para la seguridad de Rusia,
para los dirigentes rusos Ucrania forma parte de uno de sus más
importantes colchones estratégicos frente a la OTAN.
Esto es así ya que, como lo plantea Marcu (2022), si Europa
del Este puede pensarse como parte del gigantesco “pastel geoes-
tratégico” del tablero euroasiático, entonces el mar Negro (ubica-
do en Ucrania) representaría la “guinda de este pastel”. Una flota
militar situada allí podría llegar rápidamente a las costas de Siria

23
Introducción

y de Israel; de igual forma, podría también enviar aviones hacia


Rusia, Irán u Oriente Medio. Es decir, en el interior del mar Negro
hay un “pastel geoestratégico” extremadamente tentativo y atra-
yente que ofrece el control sobre este mar desde Ucrania: Crimea.
Si Ucrania, junto con Crimea, se convierten en bastiones
occidentales y anfitriones de la OTAN, entonces a Rusia se le
puede caer todo el esquema de seguridad y supremacía en este
tablero euroasiático. El mar Negro se transformaría en un mar
controlado por Occidente, con Rumanía, Bulgaria, Ucrania y Tur-
quía como actores esenciales entre la OTAN y el mundo islámico,
y con Rusia en una posición secundaria (Marcu, 2022).
Como hemos señalado, la posición de EE UU frente al con-
flicto con Ucrania tiene un marcado carácter geopolítico y geoes-
tratégico. Por una parte, el gobierno estadounidense considera a
Ucrania como un factor de control de la influencia de Rusia en la
Europa Central, los Balcanes y el tablero euroasiático, y por otro
EE UU considera que Rusia sigue siendo una gran potencia que
puede afectar la seguridad de Occidente.
A lo largo del último siglo, el problema geopolítico de la
expansión rusa en el este de Europa dominó el pensamiento es-
tadounidense. En la actualidad Rusia y EE UU están en compe-
tencia abierta por el control de Ucrania, de Europa del Este y de
esa región que permite el control del tablero euroasiático. Como
en la tradición clásica de la Guerra Fría, al parecer en la actualidad
el mundo es testigo, bajo nuevas circunstancias y contextos, de
la reedición de la lucha por el poder en el espacio de Europa del
Este en la que Moscú quiere respeto como jugador importante,
en ascenso en el escenario internacional, y Washington persiste en
mantener su hegemonía en el mundo (Marcu, 2022).

Participantes y temas en esta publicación

En las páginas de este libro el lector encontrará una gran riqueza


en los distintos capítulos que han sido escritos por analistas con
un reconocido prestigio en los ámbitos del análisis social. Parti-

24
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

cipan en esta publicación economistas y politólogos, especialis-


tas en estudios políticos y demoscópicos, estudiosos especialistas
en temas de Internet, escritores y periodistas vinculados con la
docencia e investigación académica, así como profesores-inves-
tigadores de instituciones mexicanas, todos relacionados con la
investigación académica y la escritura de ensayos y publicaciones
universitarias y periodísticas (libros y revistas).
Entre los temas que los participantes abordan desde distin-
tos enfoques y visiones están, entre otros: los impactos geopolí-
ticos y económicos de la guerra en Ucrania; el arribo a una nueva
realidad social y en las relaciones internacionales; la injerencia de
EE UU y Rusia en Ucrania y el derecho a la autodeterminación;
la soberanía sobre el ciberespacio ruso y el control sobre Internet,
y su relación con la guerra en Ucrania; Ucrania y el futuro de la
democracia; qué hay más allá de la guerra y la paz entre Rusia y
Ucrania; el nuevo desorden mundial; y la alternativa revoluciona-
ria como solución a la invasión de Ucrania.
En orden de aparición, en este libro participan los siguien-
tes autores: Alejandro Toledo Patiño, Ricardo de la Peña, Telésfo-
ro Nava, Alejandro Pisanty, Antulio Sánchez, Rogelio Villarreal,
Felipe López Veneroni, Jorge Javier Romero Vadillo y Daniel
Adame Osorio.
Con la publicación de este libro damos continuidad a una
parte del proyecto de la Revista Topodrilo, surgida en la UAM
Iztapalapa, que continúa publicando, con el apoyo de reconoci-
dos académicos, analistas y periodistas, especialistas en diversos
temas, publicaciones en formato digital y papel que abordan as-
pectos de coyuntura y temas centrales en los campos relativos a la
sociedad, la ciencia y el arte, o bien, temas y aspectos relevantes y
emergentes que demandan el análisis y la reflexión.

25
Introducción

Referencias bibliográficas

Brzezinski, Zbigniew (1998). EI Gran Tablero Mundial. La Supre-


macía Estadounidense y sus Imperativos Geoestratégicos, Paidós,
Barcelona.
López, Daniel (2022). “La relación entre Ucrania y la OTAN”,
disponible en https://posmodernia.com/la-relacion-entre-
ucrania-y-la-otan/
Marcu, Silvia (2022). “Claves para comprender el conflicto en
Ucrania”, disponible en https://theconversation.com/cla-
ves-para-comprender-el-conflicto-en-ucrania-178109
Mearsheimer, John (2014). “Why the Ukraine Crisis is the West
Fault. The Liberal Delusions That Provoked Putin”, en Fo-
reign Affairs, septiembre/octubre.
Ortega, Pere (2022a). “La guerra de Ucrania: responsabilidades
asimétricas”, disponible en https://blogs.publico.es/croni-
cas-insumisas/2022/03/01/la-guerra-de-ucrania-responsa-
bilidades-asimetricas/
Ortega, Pere (2022b). “La guerra de Ucrania: el fracaso de Putin,
la OTAN y la UE”, disponible en https://blogs.publico.es/
cronicas-insumisas/2022/04/20/la-guerra-de-ucrania-el-
fracaso-de-putin-la-otan-y-la-ue/
Padilla, Luis A. (2015). “Neutralidad y equilibrio de poder en el
conflicto de Ucrania. Una perspectiva integral de las relacio-
nes internacionales”, disponible en http://recursosbiblio.
url.edu.gt/publicjlg/Libros_y_mas/2015/08/rev/01.pdf
Spykman, Nicholas (1942). Americas Strategy in World Politics: The Uni-
ted States and the Balance of Power, Harcourt Brace, New York.

26
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Guerra en Ucrania: impactos


geopolíticos y económicos
Alejandro Toledo Patiño*

El pasado 24 de febrero la invasión rusa a Ucrania alteró la confi-


guración geopolítica como no lo habían hecho las guerras en Asía
Central, el Medio Oriente y África, ocurridas en el transcurso de
las dos últimas décadas de este siglo y la última del siglo XX.
El escenario mundial ingresó en una dinámica en la que
grandes, medianos y hasta pequeños actores internacionales re-
componen o consolidan alianzas y en la que las relaciones de fuer-
za se transforman súbitamente. La trascendencia de los actuales
acontecimientos no es momentánea y, aun cuando pueda quizá
sonar a un trillado cliché, Europa y el mundo no serán los mismos.
Se trata de una coyuntura internacional en la que el curso de
los acontecimientos se acelera con consecuencias de largo plazo
(años). Esto tendrá lugar, tanto en el plano geopolítico como en

* Licenciado en Economía y maestro en Estudios Sociales. Es profe-


sor-investigador del Área de Economía Institucional del Departamento
de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iz-
tapalapa. Ha publicado media centena de artículos, ensayos y reseñas
sobre temas de economía mundial, economía mexicana y economía ins-
titucional. Su libro más reciente es Una Historia Mínima del Pensamiento
Económico (UAMI: 2020).
Agradezco mucho los comentarios, observaciones y sugerencias biblio-
gráficas a una primera versión de este artículo por parte de Gabriel
Rosas, Luis Islas, Baruch Mendoza, Jorge Hernández, Georgina Turner,
Audomaro Lastra y Lilia Chávez.

27
Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

el económico (crisis energética, ruptura de cadenas productivas,


inflación, sistema financiero y monetario ) y —por supuesto— en
el plano tecnológico y militar.
La invasión rusa en Ucrania modifica —intenta revertir— el
status quo internacional que emanó de la caída del socialismo real en
Europa y de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialis-
tas Soviéticas (URSS) en los tempranos noventa del siglo pasado.
El entramado geopolítico en torno a cuatro grandes polos,
los Estados Unidos (primera economía del mundo y gran potencia
declinante), China (segunda economía del mundo y gran potencia
emergente), Unión Europea (tercera economía del mundo y poten-
cia militar aliada a los Estados Unidos vía la Organización del At-
lántico Norte (OTAN), y Rusia (onceava economía mundial y una
potencia decadente), se trastoca con la invasión rusa de Ucrania.
Desde la perspectiva occidental y del derecho internacional
se trata de una invasión a un país surgido como nación indepen-
diente y soberana a raíz de la desintegración de la URSS. En esta
perspectiva, Rusia quiere retornar a Ucrania a su órbita histórica
de influencia, y recuperar algo del poder internacional perdido,
en línea con las guerras en las que ha participado Rusia en la era
Putin (Chechenia, Georgia, Siria) que le han permitido mantener
e incluso ampliar sus áreas de influencia.
Desde la perspectiva rusa, se trata de una “operación militar
especial”, de carácter preventivo, que busca evitar la incorporación
de Ucrania a la OTAN y “desnazificar” su régimen “militarista”
encabezado por un gobierno de “drogadictos”, según palabras
del propio Vladimir Putin. En esta narrativa, el argumento es que
Rusia ataca a Ucrania para no verse “arrinconada” por la agresiva
expansión de la OTAN hacia el oriente.
Independientemente de los verdaderos objetivos y versio-
nes de los contendientes, el hecho es que con la entrada de tropas
rusas a territorio ucraniano, surgió una situación extremadamente
crítica que ha amenazado la paz a nivel global y ha hecho aparecer
en el entorno los escenarios funestos de una guerra química o
incluso una nuclear.

28
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Por ocurrir en una “bisagra” clave del enfrentamiento entre


el Oeste y el Este, esta guerra se suele comparar con aconteci-
mientos que dieron inicio o fueron prolegómenos de las Primera
y Segunda guerras mundiales (asesinato del archiduque Francisco
Fernando, invasión nazi de los Sudetes checos, respectivamente).
Tales analogías pueden ser rebatibles en muchos aspectos
y tal vez sean muy limitadas para ayudar a entender lo que está
ocurriendo hoy día. Lo que es un hecho es que el escalamiento y
prolongación del conflicto en Ucrania llevó, por vez primera des-
de la Crisis de los Misiles de 1962, a una situación en la que se han
considerado las posibilidades de una guerra mundial.
Es indiscutible que esta guerra provocará en Ucrania miles
de muertos, millones de desplazados internos (siete y medio mi-
llones según cálculos de mediados del mes de abril), millones de
refugiados (a fines de marzo se estimaba una cifra de cuatro mi-
llones); ella acentuará la escasez de alimentos y el hambre en dife-
rentes regiones del mundo, especialmente en el norte de África y
el África Subsahariana; sus secuelas se agregarán a las dejadas por
dos años de pandemia Covid y frenarán la recuperación económi-
ca post pandemia a nivel mundial. En lo económico, la crisis que
provoca la guerra en Ucrania se “encimará” a la crisis generada a
raíz de la pandemia.
En los apartados que siguen se presentan los principales
impactos geopolíticos de la guerra que tiene lugar en Ucrania, el
contexto internacional en el que ocurre, así como algunas de sus
consecuencias profundas en la evolución de la economía mundial.

Desde Ucrania para el mundo

A poco más de un mes del inicio de las operaciones militares —fi-


nes del mes de marzo— es posible hacer un recuento panorámico
de cómo ha “reverberado” la guerra en la configuración de las
alianzas mundiales y regionales.
En la “zona cero” del conflicto sorprende el fracaso de Ru-
sia por alcanzar una victoria rápida. Invadiendo a Ucrania des-

29
Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

de tres frentes, norte (con la colaboración de Bielorrusia), este y


sur, era previsible una rápida incursión al corazón del territorio
ucraniano y una derrota de las tropas defensoras, especialmente
en Kiev, la capital, ubicada apenas a 250 km de la frontera rusa.
Lejos de presenciar una guerra relámpago, lo que ha ocurrido es
una guerra tortuga en la que se han “empantanado” los avances
rusos, al costo de decena de miles de muertos: soldados invasores,
soldados y civiles ucranianos.
Durante la primeras dos semanas de la guerra se preveía
una derrota contundente de los ucranianos con la caída de las
principales ciudades en manos rusas. Hoy día los posibles escena-
rios militares esbozados se han ampliado conforme pasan los días
y aumentan las cifras de bajas rusas: van desde la prolongación de
la guerra con una pérdida del territorio este y sur, pasando por una
guerra de guerrillas contra la ocupación rusa o contra un gobierno
títere impuesto por ella. En el otro extremo está la derrota de la
invasión, lo cual conllevaría a la pregunta: ¿cómo derrotar a Putin
sin provocar un ataque nuclear?
Además de la notable capacidad de combate mostrada por
el ejército ucraniano, habría que considerar, por supuesto, el apo-
yo de cientos de millones de dólares, de armas, pertrechos e inteli-
gencia proporcionados por los países de la OTAN al gobierno de
Volodimir Zelensky a lo largo de dos meses de guerra. Tan solo a
mediados del mes de abril, los Estados Unidos acordaron un pa-
quete de ayuda por 800 millones de dólares consistente en artille-
ría antiaérea, helicópteros, drones, tanques, y equipo de combate
para las tropas. Ese apoyo ha sido decisivo para sostener la capa-
cidad de defensa estratégica de las fuerzas ucranianas y desplegar
exitosas contraofensivas puntuales, como lo fue el impedir que el
cerco sobre Kiev se cerrara o el hundimiento del crucero Moscú.
Un elemento muy importante en este renglón militar es el
hecho de que, pese a las solicitudes de Zelensky, la OTAN no
ha impuesto un espacio aéreo exclusivo, ni enviado soldados al
frente de operaciones; esto con el propósito de que Rusia no es-
cale la guerra hasta el punto sin retorno de llevar a cabo ataques

30
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

químicos o nucleares. Tampoco cayeron al inicio de la guerra en


la provocación de Putin de poner sus fuerzas nucleares en estado
de máxima alerta.
Los objetivos reales de la invasión rusa a Ucrania pueden
resumirse en:

a) el compromiso ucraniano de no incorporarse a la OTAN.


Esta exigencia se denomina aceptar una condición de neu-
tralidad;
b) el reconocimiento de la soberanía rusa en la península de
Crimea, ocupada a partir de su victoria en la guerra de 2014.

Este es un aspecto clave de las tensas relaciones entre Ucra-


nia y Rusia. En los medios occidentales se le considera como una”
anexión”, pues en 1997 Rusia y Ucrania firmaron, al desintegrarse
la Unión Soviética, un acuerdo en el que aquella aceptaba ceder
todo su armamento nuclear (heredado de la URSS), y Rusia se
comprometía a respetar la integridad territorial ucraniana. No
obstante, en los años recientes, desde el punto de vista ruso, se
ha manejado dicha anexión como una “recuperación”, ya que en
1954, en refrendo de lo que se consideraba en aquel entonces la
“eterna amistad” de los pueblos ruso y ucraniano, el líder soviéti-
co Nikita Kruschev cedió Crimea a Ucrania: es decir, tuvo lugar
un traspaso de soberanía en el marco de la URSS.

c) la ocupación-anexión de las regiones separatistas rusófi-


las de Donestk y Lugansk.

Este objetivo no fue enunciado al inicio de la guerra, pero


conforme ésta se ha desarrollado, especialmente por el fracaso
ruso de tomar Kiev, pareciera ser el objetivo sobre el cual se con-
centran los esfuerzos rusos en lo que se ha llamado la segunda fase
de la guerra. Zelensky ha rechazado en todo momento negociar la
paz a cambio de aceptar cualquier sacrificio territorial y al comen-
zar el tercer mes de guerra pareciera que a este objetivo ruso se le

31
Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

añade el del control de todo el sur de Ucrania con la conquista de


la ciudad y puerto de Mariúpol e, incluso, tener como objetivo el
puerto de Odessa, lo cual le quitaría a Ucrania toda salida al Mar
Negro, aparte del Mar de Azov.
La zona inmediata en la que repercute el conflicto armado
la constituyen los países vecinos de Ucrania (Polonia, Eslovaquia,
Hungría, Rumania, Moldavia), así como los países pro occiden-
tales limítrofes con Rusia (Polonia, que posee también esta ca-
racterística, y países escandinavos y bálticos —Suecia, Finlandia,
Estonia, Lituania y Letonia— que viven directamente la crisis de
los millones de emigrados ucranianos y se sienten amenazados
por el “militarismo defensivo” de Putin.
Las lecciones de las historias nacionales de esos países ali-
mentan con razón los sentimientos anti rusos y esa lógica los lleva
a considerar a algunos de ellos la necesidad de incorporarse a la
sombra protectora del escudo de la OTAN, como ha sido anun-
ciado por los gobiernos de Suecia y Finlandia.
Más allá de esta franja se encuentra el resto de Europa. Aquí
el actor principal es Alemania, debido a que en ella ocurre la con-
fluencia de varios aspectos:

a) ser la economía más poderosa de la Unión Europea (UE);


b) ser el eslabón militar débil de la OTAN (falta de corres-
pondencia entre poderío económico y militar);
c) tener una alta dependencia del petróleo ruso (un tercio
de su consumo total) y especialmente del carbón y gas rusos
(45 y 50 por ciento, respectivamente).
d) verse obligada a depositar en el bote de la basura la que
había sido su política inclusiva hacia Rusia (la Ostpolitik) im-
plementada durante la era Merkel;
e) tener un nuevo gobierno (coalición socialdemócrata-ver-
de) y un nuevo canciller (Olaf Scholz) con poco más de dos
meses y medio en el poder al momento de que las tropas
rusas pisaron territorio ucraniano.

32
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Debilidad militar, dependencia energética, crisis de su po-


lítica internacional y transferencia de liderazgo son las divisas del
momento político que vive la cabeza motora de la Unión Europea.
El vacío de liderazgo dejado por Angela Merkel no solo
implica a Alemania sino a la Unión Europea en su conjunto, algo
que el presidente francés, Emmanuel Macron, no puede suplir, ni
siquiera superando el reto de la extrema derecha en las elecciones
presidenciales del 24 de abril pasado.
El punto débil de Europa Occidental —aparte de la flaque-
za militar germana— es la dependencia del petróleo ruso. Esta
debilidad varía entre las 17 economías de la UE, lo cual hasta
el momento no ha sido causa de diferencias manifiestas entre
sus países miembros ya que los gobiernos europeos han logrado
mantener una postura única de condena a la invasión y de sancio-
nes económicas a Rusia (la excepción a esto lo constituye hasta el
momento la decisión del gobierno de Viktor Orban, luego de su
cuarta reelección, de aceptar la exigencia rusa de pagar en rublos
las importaciones de energía).
Donde sí se han reflejado tales diferencias ha sido en el ámbi-
to de la fuerza, o mejor dicho, “retardo” de las sanciones; mientras
Gran Bretaña se propone dejar de importar energéticos rusos para
fines del 2022, en el caso de Alemania o Italia esta meta es inalcan-
zable en un plazo semejante, extendiéndose quizá un par de años.
Al sur de la “zona cero” ucraniana se encuentra una tercer
área, formada por las sub potencias regionales ubicadas entre el
Mediterráneo oriental y hasta el Medio Oriente.
Aquí principal impacto ha ocurrido, por supuesto, en Tur-
quía, país miembro de la OTAN y separada de Ucrania por el Mar
Negro. Desde el inicio de la guerra, el gobierno de Recep Tayiip
Erdogan cerró el paso a todos los buques de guerra por el Bósfo-
ro. Turquía también ha apoyado con armamento ligero a Ucrania
(drones que han hecho daños sustanciales a tanques y artillería rusa)
y ha pedido el retiro de las tropas rusas del territorio de su vecino.
De nuevo, ahora con Ucrania, la relación entre Moscú y
Ankara se pone a prueba como lo hiciera durante los años más

33
Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

intensos de la guerra en Siria, donde Erdogan apoyó la caída del


gobierno de Assad.
Lo relevante es destacar que, en el conflicto ucraniano, el
gobierno turco, además de promover una segunda ronda de nego-
ciaciones en Estambul a fines del mes de marzo, ha sido enfático
en que no son aceptables las pretensiones rusas de quedarse con
Crimea y las regiones separatistas.
Mas al sur, en el Medio Oriente, los países petroleros como
Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos (EAU) se han
visto beneficiados por la guerra y las sanciones de Occidente de
no comprar petróleo ruso: con la elevación de los precios del cru-
do se incrementan sus ingresos y mejora su poder de negociación
internacional, tanto con Occidente como con Rusia y especial-
mente con China.
Con esta última, Arabia Saudita ha anunciado recientemen-
te un amplio plan de cooperación energética en el que, entre otros
aspectos, se utilizará como medio de pago la moneda china, cues-
tión sobre la que regresaremos al abordar más adelante los impac-
tos de la guerra sobre la globalización económica y el deterioro de
la hegemonía del dólar estadunidense.
En la península arábiga y el Mar Rojo la guerra civil que
ocurre en Yemen —actual teatro principal de operaciones del
conflicto histórico religioso entre Arabia Saudita (sunitas) e Irán
(chiitas)— vuelve a esta región un punto crítico para la econo-
mía mundial, dado que Irán —en principio y con el benepláci-
to ruso— verá la oportunidad de golpear a Occidente atacando
instalaciones petroleras saudíes y de los EAU, contribuyendo a
desestabilizar al alza el mercado petrolero.
La otra opción, como se verá más adelante, sería que con ese
creciente poder de negociación, Irán pudiera llevar a los Estados Uni-
dos y a Europa a nuevas negociaciones sobre su proyecto nuclear.
El cuarto círculo de impacto de esta guerra se encuentra en
la relación entre las dos grandes potencias militares y tecnológicas
del mundo actual, los Estados Unidos y China, economías nú-
mero uno y dos del mundo, las cuales juntas aportan cerca del 40

34
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial y con cuya
presencia el conflicto adquiere un carácter global, estratégico (de
largo plazo) en sus dimensiones y repercusiones geopolíticas, así
como en la globalización económica.

China: la gran potencia ascendente… y paciente

La posición de China ante la invasión rusa ha sido ambivalente, sin


condenarla en el Consejo de Seguridad de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), pero manifestándose por el respeto de la
integridad territorial de Ucrania. Las autoridades de Beijing han de-
clarado, a lo largo de las primeras seis semanas de guerra, que se en-
cuentran dispuestas a jugar un “papel constructivo” en la actual crisis.
No obstante, existe en “Occidente” el fundado temor de
una alianza militar China-Rusia en caso de que ocurriera un esca-
lamiento del conflicto militar en Europa, debido a que a inicios
del mes de febrero, tres semanas antes de la invasión a Ucrania,
Rusia y China firmaron un amplio y estratégico acuerdo en materia
económica, de transporte, sanitario, de comercio y de cooperación
mutua, recalcando la “amistad sin límites” entre los dos países.
Ni la mayor dosis de ingenuidad permitiría pensar que los
altos círculos políticos y militares de Beijing no sabían de los pla-
nes rusos para Ucrania.
Hace justo cincuenta años, cuando la Guerra Fría Estados
Unidos-URSS estaba en uno de sus momentos álgidos, en los años
70 del siglo XX, el gobierno de Richard Nixon se abrió diplomáti-
camente a China, hasta entonces aislada del mundo occidental, eco-
nómica, política y culturalmente. En esos años, China se separaba
de la tutela de Moscú en materia de “construcción del socialismo”
e incluso entre los “gigantes socialistas” ocurrieron durante varias
ocasiones intercambios de disparos debido a disputas fronterizas.
Hoy día, medio siglo después de que la URSS le reclamara
a los Estados Unidos el querer hacer uso de la “carta china”, los
papeles se han invertido y ahora son los Estados Unidos los que
estarían en la posición de pedirle a China el no hacer uso de la

35
Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

carta rusa en su enfrentamiento hegemónico. En cierto modo, la


video conversación que mantuvieron Joe Biden y Xi Jinping con-
sistió en ese reclamo-advertencia.
Hace medio siglo la URSS era la segunda economía del mun-
do; hoy Rusia es la número once y de los cuatro grandes centros de
poder mundial que hemos mencionado es el único cuya población
total, desde ese entonces, está en descenso. Su única y gran fuente
de poder mundial radica en el hecho de ser una potencia nuclear.
Estados Unidos continua hoy día como la economía núme-
ro uno del mundo, mientras que China, de ser en aquel entonces
una economía agraria y atrasada de muy bajos niveles de ingreso,
es ahora la segunda economía en el ranking mundial, ubicada en
el grupo de economías de ingresos medios por habitante —apro-
ximadamente poco menos de una cuarta parte del ingreso medio
estadunidense— y que se ha distinguido como ningún otro país por
un rápido avance en su desarrollo industrial, tecnológico, militar y
espacial. Su despegue económico también se distingue por el rápido
avance de su Índice de Desarrollo Humano (IDH), el cual mide in-
gresos y diversos indicadores de educación y salud de la población.
A partir de las Cuatro Modernizaciones iniciadas al termi-
nar los años 70 del siglo pasado, China llegó a convertirse en la
primera década del actual siglo en la “fábrica del mundo”, dejando
atrás, en el top cinco de las economías exportadoras, a Japón y
Alemania, y recortando distancia con la economía de los Estados
Unidos en cuanto al monto del PIB.
¿Está haciendo China ahora uso de la “carta rusa”?
De ser así, la invasión a Ucrania es parte del juego geoes-
tratégico implícito en la pérdida de hegemonía de los Estados
Unidos y, en contrapartida, el avance hegemónico observado por
China. Esto no significa que Putin sea un mero instrumento de Xi
Jinping (como Mao Ze Dong no lo fue de Richard Nixon) ni tam-
poco que la guerra en Ucrania sea una maléfica obra de Beijing.
Significa que la ofensiva militar de Moscú en Ucrania puede
ser ubicada en el marco geoestratégico de la actual confrontación,
complementariedad y relevo de una gran potencia hegemónica, Es-

36
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

tados Unidos, por otra, China. Esto constituye el rasgo mundial


fundamental, en lo económico y en lo político, de lo que va del
siglo XXI y de las próximas décadas por venir.
La confrontación de los dos gigantes se da especialmente
en el Mar de China. Mientras tanto, la complementariedad de las
dos primeras economías del mundo se da en los mercados manu-
factureros estadunidenses, así como en los circuitos financieros de
la globalización.
En el Mar de China, el Gran Dragón tiene disputas insula-
res históricas con Japón, Corea del Sur, Vietnam y Filipinas. Tam-
bién ha generado disputas el que China haya “construido” islas
artificiales a fin de ampliar sus reclamos marítimos en detrimento
de los reclamos marítimos de este grupo de países, así como en
perjuicio de vías de comunicación marítima internacionales.
Para China estas disputas son secundarias, pues en su agenda
está presente, de manera central, el conflicto con la república de Tai-
wán. El origen de éste se encuentra en la emigración y asentamiento
del Kuomintang —los nacionalistas— en la isla de Taipei o Formo-
sa, luego del triunfo de los comunistas en 1949 en la guerra civil.
Desde entonces, Beijing no reconoce como entidad política
autónoma a Taiwán, sino que la considera una provincia que per-
tenece a China y que como tal debe(rá) ser reunificada, cuestión a
la que se oponen los chinos taiwaneses.
En este arco de conflictos que van desde Japón hasta
Vietnam, el papel de los Estados Unidos ha sido el de impedir el
expansionismo chino en convergencia con los intereses de las na-
ciones que, también por razones históricas, se sienten amenazadas
por el creciente poderío del gigante asiático. Un punto decisivo en
esto fue la conformación, en septiembre del 2021, inmediatamen-
te después del retiro de tropas de Estados Unidos de Afganistán,
de una alianza militar en el Pacífico formada por Australia, Gran
Bretaña y los Estados Unidos, denominada con las siglas AUKUS.
China condenó de inmediato la formación de AUKUS re-
iterando, durante la guerra en Ucrania, que no permitirá algo si-
milar a la OTAN en el Pacífico. China le mandaría así un mensaje

37
Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

a los Estados Unidos: que Putin te diga en Europa lo que yo no


quiero en el Pacífico.
En esta gran área geográfica habría que considerar también
el conflicto que mantienen Estados Unidos, Corea del Sur y Japón
con el régimen de Corea del Norte, aliado incómodo de Beijing,
el cual realizó tres lanzamientos de misiles durante los primeros
treinta días de la guerra en Ucrania, a modo de hacerse presente.
A la par de las crecientes tensiones entre China y los Esta-
dos Unidos hay que destacar que sus economías mantienen un es-
trecho ensamble comercial, crediticio y financiero, el cual ha sido
clave en los procesos de globalización de los últimos veinte años.
Esquemáticamente la trabazón entre ambas potencias se pue-
de resumir así: los Estados Unidos constituyen el principal mercado
de exportaciones de China. Estados Unidos es el principal deudor
de China. Los flujos chinos de inversión de cartera son los primeros
a nivel mundial en contribuir a compensar el déficit fiscal de los Es-
tados Unidos y su déficit comercial: China es el principal poseedor
(“tenedor”) de títulos de deuda del gobierno estadunidense.
Esos flujos facilitan y abaratan el crédito en la economía
estadunidense, con lo que ésta puede incrementar así su demanda
de productos manufactureros chinos y alimentar de nuevo su dé-
ficit comercial, mientras que China mantiene un superávit comer-
cial que le permite de nuevo adquirir títulos de deuda del gobierno
norteamericano.
Al volcar gran parte de sus reservas internacionales (que
alcanzan la estratosférica cifra de 3, 214, 000 millones de dólares)
a la compra de activos en dólares, China fortalece la moneda es-
tadunidense, con lo cual, China deprecia su propia moneda para
ganar competitividad en sus exportaciones por la vía cambiaría. El
dólar, a su vez, mantiene en este proceso un poder monetario y fi-
nanciero que le ha permitido seguir operando como única unidad
de cuenta y dinero mundial.
El superávit comercial chino-déficit comercial estadunidense
llevó a autoridades de los Estados Unidos, en años recientes, a acusar
a China de llevar a cabo una “guerra de divisas”. En el discurso de

38
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Donald Trump, el déficit comercial estadunidense con China se con-


sideró incluso un hecho antipatriótico y trató de ser revertido en lo
que llegó a denominarse el “desacoplamiento” de ambas economías.
En esa estrecha complementariedad, no deja de haber ten-
siones y se habla incluso de una guerra comercial. Pero lo que
subyace a todo este proceso es que el estratégico, prolongado y
paciente posicionamiento de China como una gran potencia ha
tenido lugar en el marco de la internacionalización económica en-
cabezada por Occidente.
Si bien China y Rusia son vecinos cercanos, los nexos co-
merciales de China con los Estados Unidos y Europa son, al igual
que los financieros, mucho más importantes. Entre 2016 y 2020
las exportaciones de China a los EUA y a la UE promediaron un
tercio del total de sus exportaciones, mientras que las dirigidas a
Rusia promediaron tan solo un 2 por ciento, (cifra apenas superior
de lo que representaba por esos años el mercado mexicano para
las exportaciones chinas, 1.8 por ciento).
En el mismo lapso, las importaciones chinas procedieron
en alrededor de un 36 por ciento de la UE y los EUA, mientras
que las rusas apenas representaron el 3.1 por ciento
De acuerdo con la estrategia paciente y de largo plazo que
ha caracterizado su ascenso como potencia económica, no cabría
pensar que en la actual coyuntura mundial China decida renunciar
a su ventajoso usufructo de la globalización y de los mercados de
los países industrializados a cambio de los intereses de un socio
comercial y financiero menor, como lo es Rusia.
Dice un proverbio chino: “Hay que cruzar el río sin dejar de
pisar las piedras”. Lo que cabría esperar es que los dirigentes de
China aprovechen la actual coyuntura mundial no para poner fin a
la globalización aliándose militarmente a Rusia, sino para acelerar
su posicionamiento como la potencia llamada a sobrepasar econó-
mica y militarmente a los Estados Unidos durante el presente siglo.
De ser así, pese a la declaraciones oficiales en el acuerdo
sino-ruso alcanzado a inicios del mes de febrero, la amistad entre
los dirigentes de Moscú y Beijing sí tiene límites.

39
Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

Bye-Bye America: de Siria a Afganistán

La invasión rusa a Ucrania también puede ser vista como un cru-


cial episodio en el repliegue geoestratégico de los Estados Unidos
luego del fracaso de la Primavera Árabe (2010-2012), en la que
Occidente, confiado en que una gran ola democrática transfor-
maría esa parte del mundo, se vio frente al “Invierno Islámico”.
El intento de los Estados Unidos y aliados por impulsar los
levantamientos populares, que barrían el norte de África, y llevar-
los hasta el corazón del Medio Oriente, se enfrentó primero en
Egipto con el triunfo electoral de la Hermandad Islámica y el pos-
terior golpe de Estado respaldado por Occidente; en un siguiente
momento, encontró su tope definitivo en la guerra civil en Siria,
donde el régimen de Assad contó con el respaldo militar decisivo
de Rusia y de Irán, ganando la guerra y conservando el poder.
Rusia obtuvo aquí dos grandes ganancias: de tener en Siria
a un régimen aliado pasó a contar con un protectorado de facto,
reforzando su influencia en Levante y el Mediterráneo oriental;
en segundo lugar, fortaleció lazos con el régimen de Irán, el cual
respaldó con armas e incluso milicias a las tropas de Assad. Esto
último puede ser un factor de suma importancia en la actual co-
yuntura internacional.
La derrota occidental en Siria significó el reforzamiento del
posicionamiento de Irán en el Medio Oriente frente a su histórico
enemigo Saudí, el cual respaldó a las milicias anti Assad al lado
de los Estados Unidos y sus aliados europeos. De hecho, el con-
flicto entre Arabia Saudita e Irán tiene como uno de sus teatros
de operaciones a la guerra civil en Yemen, desde 2014. La franja
sudoccidental de la península arábiga es un frente de la guerra
soterrada y de profundas raíces religiosas que mantienen la mo-
narquía saudita-salafista y la teocracia iraní chiíta.
Esta guerra que comprende al Golfo Pérsico adquiere, a
partir de la que hoy sucede en Ucrania, una relevancia crítica:
Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar son de los más
importantes productores de gas y petróleo en el mundo, y los

40
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

ataques de la guerrilla Hutí contra las instalaciones petroleras de


esos países, con apoyo de inteligencia y drones iraníes, adquieren
una importancia clave en el momento actual y juega a favor de los
intereses de Rusia.
Pero también el mejor posicionamiento iraní puede con-
ducir a que, a cambio de cesar sus ataques a esas instalaciones y
embarcaciones petroleras, le sean levantadas las sanciones comer-
ciales y petroleras impuestas por Estados Unidos y sus aliados.
Por esa vía, además, podría reabrir procesos de negociación que
lleven a renovar un acuerdo nuclear con Occidente.
Sea uno u otro el curso que siga el gobierno de Teherán
al lado de Rusia, continuando su apoyo a los ataques petroleros
de los Hutíes o llegando a un acuerdo nuclear con Estados Uni-
dos y Europa, los gobiernos de Israel, Arabia Saudita y países
árabes de la región han acelerado un reforzamiento de alianzas y
acuerdos destinados, entre otros aspectos de cooperación, a en-
frentar nuevos ataques petroleros o la reanudación del programa
nuclear iraní.
El reforzamiento de un eje en torno a Jerusalén y Ryhad
será a su vez un factor que pesará en un mayor aislamiento di-
plomático de Palestina y lo fortalecerá en tal sentido frente a la
política israelí de ocupación y colonización.
Por último, cabe recordar que luego de su derrota en Siria,
los Estados Unidos siguieron en un proceso de repliegue geoes-
tratégico y llevaron a cabo, durante los meses de mayo y agosto de
2021, un retiro de sus tropas en Afganistán luego de una costosa
y desgastante guerra de veinte años. El fracaso militar ante los ta-
libanes representó su retiro de Asia Central, cediendo ese espacio
a la creciente influencia diplomática china.
Las advertencias que en su momento se hicieron, sobre las
implicaciones del retiro estadunidense y occidental de Afganistán
para el equilibrio militar geoestratégico, son ahora evidentes y sin
duda constituyeron un elemento decisivo que alimentó las expec-
tativas del Kremlin por impedir el eventual avance de la OTAN en
Ucrania y, de ser posible, retornarla a su área de influencia.

41
Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

Crisis y cambios monetarios en la globalización

En la geopolítica se entrecruzan las relaciones militares y las eco-


nómicas, sobre todo en un mundo altamente globalizado, espe-
cialmente en la configuración de su sistema financiero, como ocu-
rre en la actualidad.
Las sanciones occidentales contra Rusia y posteriormente
las contra sanciones de Rusia, seguidas de nuevas sanciones y em-
bargos por parte de occidente, hicieron que la guerra en Ucrania
adquiriera en lo comercial y en lo financiero un “carácter mundial”
desde sus primeros días.
A la par de las imágenes de la guerra a “nivel de terreno”,
se comenzó a ver también cómo se atrofiaban las alas de la tan
ansiada recuperación económica post pandemia. Los pronósticos
de crecimiento se revisaron de inmediato a la baja y se estimó por
parte del Banco Mundial que, en principio, disminuiría en un 0.5
por ciento el crecimiento promedio del PIB mundial. De hecho,
todas las economías del mundo han estado revisando a la baja sus
pronósticos de crecimiento para este 2022. A la crisis de la pande-
mia se le ha “encimado” la crisis de la guerra, como lo afirmó el
Fondo Monetario Internacional a mediados de abril.
Al irse de las manos la recuperación económica, los efectos
de la guerra en Ucrania se agregarán a los que ya ha tenido la pan-
demia de Covid 19 en todo el mundo: crecimiento del desempleo,
de la pobreza, de la pobreza extrema, y del deterioro general de
las condiciones de millones de personas que se enfrentarán a un
incremento de la subnutrición y del hambre en vastas regiones del
planeta, especialmente en el norte de África (Egipto y Etiopía), así
como en el África Subsahariana.
El escenario incluso puede ser el de una muy probable re-
cesión económica acompañada por un proceso inflacionario cada
vez menos transitorio y coyuntural, y cada vez más estructural y
prolongado. Si bien la actual dinámica inflacionaria en el mundo,
sin precedentes desde los años ochenta del siglo XX, tiene su ori-
gen en las políticas monetarias y fiscales aplicadas en la mayoría de

42
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

las principales economías con el fin de contrarrestar los impactos


de la pandemia de Covid 19, la guerra en Ucrania la ha acelerado
con su impacto en los precios de la energía, granos básicos, me-
tales y minerales.
El impacto inflacionario en las economías irá acompañado
de una disminución sustancial de sus tasas de crecimiento. El
dúo tóxico del estancamiento productivo y la inflación, que no
se observaba desde hace cuatro décadas, ha vuelto a reaparecer
en el horizonte.
Lo hace, además, en un entorno en el que existen muy es-
trechos márgenes fiscales por parte de los gobiernos y de altos
niveles de endeudamiento público y privado de las economías na-
cionales. Las bancas centrales poseen también poco espacio para
elevar las tasas líderes sin llegar a provocar con ello un “aterrizaje
brusco” de sus economías.
En la lucha por frenar la inflación, analistas del Fondo Mo-
netario Internacional (FMI) han advertido que las políticas mone-
tarias astringentes de la Reserva Federal Estadunidense (FED), al
impulsar un ciclo de ascenso mundial de las tasas de interés, pue-
den propiciar, en un contexto recesivo, fugas de capitales y desplo-
mes de monedas en economías emergentes y “pre emergentes”.
En medio de noticias sobre graves distorsiones en los mer-
cados de bonos de corto y mediano plazo (comportamiento in-
vertido de las tasas de interés), indicios de una burbuja en bienes
raíces en algunas economías, se advierte también que cualquier
agravamiento-escalamiento del conflicto bélico en Ucrania —o
algún otro acontecimiento internacional potencialmente disrupti-
vo— puede ser el detonante de una crisis financiera que dé lugar,
parafraseando a Sadam Hussein, a “la Madre de todas las crisis”.
Aun sin suponer un escenario extremo semejante, las con-
secuencias de una prolongación de la crisis económica mundial
que inició en 2022 a causa de la guerra en Ucrania no serán solo
de corto plazo ni tampoco meramente acumulativas a las ya deja-
das por la pandemia misma: tendrán un impacto mucho más pro-
fundo y variado que impactará en aspectos monetarios cruciales

43
Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

de la globalización y están estrechamente vinculados a la disputa


hegemónica entre los Estados Unidos y China.
La pandemia de Covid 19 ocasionó una caída abrupta del
comercio mundial debido a los confinamientos y la paralización
de cadenas productivas transnacionales en sectores industriales
clave de la economía, como sería el caso particular de la automo-
triz. También provocó en el primer y segundo trimestres del 2020
una caída de las bolsas del mundo y de los precios del petróleo,
carbón y gas en un contexto de altísima inestabilidad financiera.
Pero las estructuras monetarias-financieras de la globalización no
se vieron sacudidas. Hoy sí.
Las sanciones aplicadas por Estados Unidos, la Unión Eu-
ropea, Japón y Australia han consistido, básicamente, en:

a) prohibir o disminuir rápidamente las importaciones de


productos rusos, especialmente en el caso del petróleo por
parte de los Estados Unidos;
b) excluir a la banca Rusa de la Sociedad Mundial de Comu-
nicaciones Bancarias y Financieras (SWIFT);
c) congelar activos rusos, es decir propiedades en el extran-
jero de los “oligarcas” cercanos a Putin, desde residencias
hasta aviones y yates de lujo;
d) congelar los activos de las reservas internacionales de
Rusia colocados en títulos de deuda pública, fondos de in-
versión y otros títulos y derivados financieros.

En lo económico, las guerras suelen poseer una lógica muy


diferente que la que poseen en lo militar. Es imposible que una
bala o un misil se regrese, como lo hace un bumerang. En lo eco-
nómico, en cambio, ese efecto es altamente probable, más en un
mundo con un alto grado de internacionalización, vale decir inter-
penetración, de las economías nacionales que lo componen.
La guerra económica a través de sucesivos “paquetes de san-
ciones”, con la que respondieron los Estados Unidos, la Unión Eu-
ropea y aliados, consistió en medidas que fueron calificadas como

44
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

“de destrucción masiva” y han llegado a ser vistas como el anuncio


del fin de la globalización. Tales medidas corren ciertamente en
contra de la internacionalización económica que ha visto el mundo
durante las últimas cuatro décadas, pero ellas también pueden des-
atar o acelerar procesos fundamentales de esa internacionalización,
especialmente en sus aspectos financieros y monetarios.
La primera medida, la prohibición-disminución rápida de
las importaciones, excluye a Rusia de manera parcial del comercio
mundial al tiempo que ocasionó un alza en los precios del petró-
leo, el gas y el carbón, así como de otras materias primas, y que se
considera como un factor que tendrá un impacto inflacionario y
recesivo en la economía internacional.
La segunda medida —la segregación financiera de Rusia del
SWIFT—complementa bancaria y financieramente esa “expul-
sión”, pero tiene el efecto de introducir tendencias a la fragmen-
tación del sistema de pagos internacionales cuyo eje es el Dólar,
lo cual juega a favor de un mejor posicionamiento mundial de la
moneda china, el Renminbi.
Con mayor fuerza de fragmentación puede operar el bume-
rang de la congelación de los activos constituidos por las reservas
internacionales rusas.
Las reservas internacionales de los países han sido, desde la
crisis del efecto Tequila en 1995 y la crisis del efecto Dragón en
1997, un escudo que los gobiernos buscan engrosar a fin de, con la
venta de esos activos en dólares, proteger el valor de sus monedas
ante desequilibrios internos o externos que den lugar a “ataques
especulativos” que puedan depreciar abruptamente sus monedas.
Una gran parte de las reservas internacionales se materializa
en títulos de deuda de gobiernos y empresas de todo el mundo,
principalmente de los Estados Unidos por ser éste el mercado
financiero más grande y profundo del planeta. Para el 2021 se
estimaba que un porcentaje de cerca de tres quintas partes de las
reservas internacionales mundiales se encontraba denominada en
dólares de los Estados Unidos, mientras que ese porcentaje alcan-
zaba casi tres cuartas partes a principios de siglo.

45
Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

Al ser vistas las reservas internacionales de un país no alia-


do a los Estados Unidos como el posible objetivo de un ataque
económico, como había ya sucedido en menor escala con Irán
hace algunos años, una buena parte de los gobiernos del mun-
do, al contemplar la posibilidad de que puedan eventualmente ser
sancionados mediante la “congelación” de esos activos financie-
ros, optarán prudentemente por diversificar las reservas de sus
países en monedas diferentes al dólar estadunidense, con lo que
la participación señalada más arriba tenderá a seguir declinando.
Tal diversificación no será en monedas de países aliados a
los Estados Unidos, sino en la moneda china, la cual en lo que va
del siglo ha ido ganando terreno en el cesto o canasta de monedas
mundiales. Los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI es-
tán integrados en un 42 por ciento por dólares estadounidenses,
31 por ciento por euros, 8 por ciento por renminbis chinos y otro
porcentaje similar por libras esterlinas.
Esta reacción de los países para mantener protegidas sus re-
servas internacionales constituirá un episodio fundamental en el
proceso de declinación del dólar estadunidense como único dinero
mundial (medio de circulación y pago aceptado en todo el mundo)
y como única unidad de cuenta (el tamaño de las economías de
todo el mundo, la contabilidad de sus exportaciones e importacio-
nes, etcétera, se homologan al dólar de los Estados Unidos).
Dicha reacción será un episodio clave en el ascenso de la
moneda china como un rival y “complemento” del dólar. Será un
avance sustancial de China en el terreno monetario y financiero
como parte de su posicionamiento hegemónico mundial.
Un hecho que se vincula a esta tendencia es que Arabia Sau-
dita, la potencia petrolera número uno del mundo, y uno de los
jugadores del top five de la economía mundial, ha dado a conocer
justo a unas cuantas semanas de iniciada la guerra en Ucrania y de
haber sido anunciadas las primeras sanciones estadunidenses con-
tra Rusia, sus planes de aceptar la moneda china en pago de sus
exportaciones petroleras, asunto a tratarse en próxima reunión
cumbre a celebrarse en Ryhad entre el príncipe saudí gobernante,

46
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Mohammed Bin Salmán y Xi Jinping, Jefe de Estado y cabeza del


Partido Comunista Chino.
A diferencia de lo sucedido en el siglo XX, con el declive
de la Libra y el ascenso del Dólar, en este caso no se tratará de
un mero relevo o reemplazo en el que la moneda china desplace
a la estadounidense en sus funciones de dinero mundial, unidad
de cuenta, y reserva internacional. Lo más probable —y viable
dentro de un nuevo ordenamiento financiero en el que, pese a la
guerra y pese a la crisis económica, persista la globalización— se-
ría la formación de una “canasta de monedas”, al modo de la que
da lugar a los DEG, formada en principio por el Dólar, el Euro,
el Renminbi y la Libra.

47
Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

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Guerra en Ucrania: impactos geopolíticos y económicos

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50
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

En el reino de Agramón
Ricardo de la Peña*

“Agramón es el demonio mayor del miedo. Su forma física


es de una nube oscura de gas y polvo con ojos brillantes;
pero cuando ataca cambia de forma a la cosa o persona que
la víctima tenga más miedo, incluso matándola literalmente
del susto” Wiki Shadowhunters en Español.

El 24 de febrero de 2022 pudo haber sido un parteaguas que mar-


có el fin de un breve período de tres décadas en que se interrum-
pió el relato de la Guerra Fría.
Convencionalmente, el siglo XX se define como ese lapso
que arranca con el primero de dos conflictos para una redefini-
ción de poderes, espacios y fronteras entre las naciones de Oc-
cidente, y termina con el derrumbe del bloque soviético, uno de
los polos del sistema bipolar que predominó por más de cuatro
décadas, conocido como Guerra Fría.
Parece que ahora pudiera pensarse que existió un micro-si-
glo, un interregno, que cubriría del descenso de la bandera soviética
en Moscú hasta el inicio de la invasión rusa a Ucrania, tres décadas
en que no terminó de consolidarse la opción de un mundo uni-
polar comandado por el bando triunfador de la Guerra Fría, pero
en el que tampoco se consolidó un sistema multipolar en el que
se reconstruyeran los esquemas de las relaciones e instituciones
internacionales de conformidad con los nuevos pesos reales de las

* Presidente Ejecutivo de ISA Investigaciones Sociales Aplicadas.®

51
En el reino de Agramón

potencias, logrando un equilibrio definido entre Estados Unidos,


la Unión Europea, la emergente China y la declinante Rusia.
Ese micro-siglo no estuvo exento de acontecimientos ni
significó el fin de la historia, como algunos presagiaron. Al con-
trario, en ese corto período se tuvo una reconformación de los
espacios en Europa Oriental y la ex Unión Soviética, una guerra
contra el terrorismo que supuso la invasión por Estados Unidos
de dos países asiáticos, la Gran Recesión mundial, la Primavera
Árabe y el Gran Confinamiento por esa pandemia que pareciera
estar cerca de abandonarnos para convertirse en endemia, sin de-
jar por ello de ser relevante.
El arribo de esta nueva realidad que ha iniciado, traerá con-
sigo cambios en las relaciones internacionales tanto en lo político
como en lo económico y repercutirá en alteraciones de la vida coti-
diana en todas las sociedades, pues inevitablemente se acompañará
de problemas para el abasto energético, crisis alimentaria, estanfla-
ción, redefinición del sistema financiero y monetario, cambios tec-
nológicos y otros efectos, sin que pueda saberse su alcance y pro-
fundidad, aunque seguramente no serán pasajeros ni superficiales.
Incluso, en el extremo y como advirtiera Paul Poast desde
fines de marzo de 2022, se podría estar “en las primeras etapas
de lo que los historiadores dirán que fue el inicio de la Tercera
Guerra Mundial” (Sanches, 2022). Opcionalmente, se trataría del
ingreso a una Segunda Guerra Fría.
Pero, ¿cómo y por qué se llegó a esto?

Para invocar a Agramón

Hace más de siete décadas un clásico de la literatura internacionalis-


ta, John Herz (1950), apuntó sobre el llamado dilema de la seguridad
de los Estados que “como nadie puede sentirse seguro en un mun-
do tal de unidades en competencia, se genera una competencia de
poder, y el círculo de seguridad y acumulación de poder continúa”.
De hecho, ante el estallido de la guerra en Ucrania volvió a
la palestra la discusión sobre si la ampliación de la Organización

52
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia el oriente, llegan-


do incluso a tener vecindad directa con Rusia, suponía una rup-
tura de compromisos contraídos en febrero de 1990 por esta or-
ganización con la Unión Soviética, luego del derrumbe del Muro
de Berlín en 1989 y previamente a la caída del bloque comunista
europeo y la desaparición del Pacto de Varsovia, a cambio de que
se aceptara la reunificación de Alemania (Sarotte, 2014 y Shifrin-
son, 2016), compromiso que ha sido confirmado extensamente
mediante documentos desclasificados, pero que la alianza occi-
dental repudia por no haberse firmado y advirtiendo el cambio en
la correlación de fuerzas derivado del derrumbe de la Unión So-
viética en 1991; eso, a pesar de que en aquel entonces se hicieron
declaraciones tan contundentes como la del Secretario de Estado
estadounidense, James Becker, quien afirmó que “ni un milímetro
de la actual jurisdicción militar de la OTAN se extenderá hacia el
Este” (Deutsche Welle, 2022a).
Todo pareciera indicar que la Alianza Atlántica se engolosi-
nó con el poderío adquirido en los años noventa y nunca reparó
seriamente en los problemas de seguridad que estaría generando su
expansión hacia Europa Oriental para Rusia, que no dejaría nun-
ca de ser una potencia nuclear de primer orden, respondiendo la
OTAN positivamente a las manifestaciones de interés de los países
de esta región por integrarse a la coalición militar, lo que fue un
claro error a ojos de especialistas como John Mearsheimer (Cho-
tiner, 2022) al generar una profunda desconfianza por parte del
gobierno ruso hacia la posibilidad de establecer compromisos fir-
mes con Occidente. Y este sentimiento llegó a su límite cuando no
se estableció un compromiso claro por parte de la OTAN sobre
la inclusión de Ucrania en la Alianza Atlántica (Sky News, 2021).
Esta demanda rusa responde claramente a una recupera-
ción para el perdedor de la Guerra Fría de una demanda de “espa-
cio vital” en el sentido clásico del término, como fuera establecida
en la obra de Ratzel a fines del siglo XIX y luego por Haushofer
en 1928 (Cairo, 2011), que supone un espacio territorial para la
subsistencia y seguridad de un pueblo y que, en realidad, supone

53
En el reino de Agramón

regularmente la existencia de “Estados tapón”, países amortigua-


dores entre potencias, que evitan una confrontación directa.
Pero también tiene que ver con que la separación de la
Unión Soviética en quince naciones que componían aquella sobe-
ranía, no correspondió necesariamente a una partición en pueblos
claramente diferenciados. En particular, en diversas naciones hoy
limítrofes con Rusia quedaron de un día para otro fuera de lo
que perciben como su patria importantes poblaciones rusófonas
(Deutsche Welle, 2022b). En el caso de Ucrania, la quinta parte de
la población es de habla rusa y está concentrada en los territorios
reclamados por Rusia como territorio propio o para los que de-
manda que haya un reconocimiento de su independencia.
Apuntar todo esto no significa en forma alguna justificar la
invasión rusa a Ucrania. Estos argumentos se ubican en la bús-
queda de explicación a las conductas de los actores nacionales que
obliga a recordar que en las relaciones internacionales “la causa
principal de los conflictos bélicos se atribuye a cambios en la se-
guridad de los Estados. En un mundo anárquico como el interna-
cional, la seguridad es lo que garantiza la supervivencia de los Es-
tados (…) Las guerras suelen ser la consecuencia, pretendida en
unos casos, no pretendida en otros, de los problemas que surgen
en torno a los cambios en la seguridad relativa de los Estados”
(Sánchez-Cuenca, 2022).

Encuentro con Agramón

Es así como a fines de febrero de 2022 Rusia inicia la invasión a su


vecina Ucrania, una soberanía surgida por la desintegración de la
Unión Soviética y reconocida por la comunidad internacional, lo
que constituye desde el punto de vista de la mayoría de naciones
una violación al derecho internacional, aún y cuando para Rusia
sea una acción preventiva que intenta detener la expansión de la
OTAN hacia sus fronteras.
No es claro qué objetivos tiene la agresión rusa, pues como
de costumbre la primera víctima de un conflicto es la verdad y en

54
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

esta ocasión ello ha sido acompañado de esfuerzos por controlar


la información, imponer agendas y narrativas, y censurar a medios
opositores, acciones ejercidas por ambos lados de la contienda, a
lo que se suma no sólo la esperada actuación nacionalista de los
medios rusos, sino la menos esperable reacción de los medios
occidentales a favor de la guerra (Cook, 2022), lo que ahonda la
polarización y alimenta el belicismo.
El invasor ha afirmado que solamente pretende, además de
propiciar la “desnazificación” y asegurar la neutralidad de su ve-
cino, defender a la población rusófona y sus territorios de agre-
siones que ha realizado por décadas el gobierno ucraniano y por
ello apoyar el reconocimiento de la independencia de repúblicas
separatistas del Donbás, en la región oriental de Ucrania, y la in-
tegración a Rusia de Crimea, en el Sur, y no el control de todo el
territorio ucraniano, aunque se perciba la intención de al menos
propiciar la creación de un corredor que una a Rusia con Mol-
davia, cubriendo territorios de todo el sur de Ucrania, la que se
quedaría sin salida marítima.
La contraparte en esta guerra no es, no ha sido, solamente la
nación invadida, sino que la Alianza Atlántica ha participado de ma-
nera activa en el conflicto, al suministrar armamento y ayuda finan-
ciera al régimen ucraniano, y recurrido a aplicar sanciones económi-
cas como herramienta de presión orientada a socavar las capacidades
de Rusia (Mars, 2022). A fines de abril de 2022, Estados Unidos
manifestó expresamente su intención de debilitar a Rusia con las
medidas adoptadas supuestamente para apoyar a Ucrania (Bertrand
et al., 2022), luego del desliz del Presidente Biden que declaró que su
homólogo ruso “no puede seguir en el poder”, lo que supone una
voluntad por propiciar su derrocamiento (Megerian, 2022).
Estas acciones están en línea con las sugerencias de un in-
forme de la Rand Corporation (Dobbins et al., 2019), una organiza-
ción sin ánimo de lucro y a la vez un laboratorio de ideas y un gru-
po de académicos expertos en análisis y formulación de políticas,
creada en 1948 para ofrecer servicios de investigación y análisis
a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos y que actualmente

55
En el reino de Agramón

es financiada por el Departamento de Defensa, el Departamento


de Seguridad Nacional y otras áreas del Gobierno de los Estados
Unidos. En dicho informe se propone que para lograr desequili-
brar a Rusia se requería imponerle mayores sanciones financieras
y comerciales, a la vez que se hiciera girar a Europa al consumo de
energéticos provistos por Estados Unidos y no por Rusia, país al
que debiera expulsarse de foros internacionales.
Es de mencionar que la actitud extrema no se ha manifesta-
do solamente en los estadunidenses. Ante las presiones internas, el
canciller alemán Olaf Scholz no ha tenido reparo en declarar que
su “objetivo es que Rusia no gane esta guerra” y que “eso es lo que
hay detrás de nuestros envíos de armas, de nuestra ayuda financiera
y humanitaria, de las sanciones y de la recepción de refugiados”, al
tiempo que importantes medios alemanes se han pronunciado por
una intervención directa de la OTAN en el conflicto y el envío por
parte de Alemania de armamento pesado a Ucrania (Poch, 2022).
Estas sanciones ponen en predicamento la visión dicotómi-
ca convencional de guerra y paz. Si paz es la ausencia de guerra,
ésta no es otra cosa que el acto violento, organizado y deliberado
realizado por una autoridad política establecida y reconocida que
pretende castigar a otro gobierno (Mingst y Arregín-Toft, 2018).
Pero, ¿cuál es el límite de las acciones que pueden darse como
parte de presiones diplomáticas y cuándo se ha traspasado la raya
y se trata de acciones orientadas a socavar a otra soberanía?
La diplomacia no es otra cosa que el arte de influir desde un
Estado en otras naciones mediante la negociación, a través de me-
didas no coercitivas que pueden llegar hasta las amenazas. Más du-
rante el micro-siglo de interregno se hizo costumbre la aplicación
efectiva por parte de algunos Estados con poder, incluso coaliga-
dos, de sanciones negativas contra otros, como el congelamiento
de activos o cuentas de gobiernos y personas o prohibiciones para
el comercio, como acciones coercitivas o incluso punitivas.
En la mayoría de las ocasiones, las sanciones aplicadas no
han pretendido impedir en sí determinadas acciones que pudieran
constituir actos de guerra, sino que se orientan a socavar el po-

56
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

der de los Estados sancionados, acciones que pudieran estar en el


umbral poco definido entre actos diplomáticos extremos o actos
propiamente de guerra. De hecho, pareciera que ahora queda en
la casuística y en el entendimiento de cada soberanía lo que cons-
tituye un acto legítimo de defensa contra la intervención de otro
Estado en un conflicto y lo que representa una acción sanciona-
dora pertinente y válida sin estar llegando al estatuto de guerra y,
como cabe esperar, esto no supone necesaria ni regularmente un
acuerdo o entendimiento entre las partes de qué actos son todavía
pacíficos y cuáles se ubican en el ámbito de la guerra.
La imposición de sanciones se ha orientado en este conflic-
to a ciertos aspectos, sobre todo de restricciones al comercio de
productos rusos, limitaciones a la participación de instituciones
financieras rusas en mecanismos de pagos y la congelación de
activos institucionales y personales rusos. El embargo de bienes
relacionados con el liderazgo político-económico ruso (la llama-
da “oligarquía” por Occidente) supone una actitud expropiadora
unilateralmente por algunas naciones a otra, sin validación por
organismos internacionales ni compensación alguna.
Estas acciones no han sido asumidas por Rusia como actos
de guerra, pero este país sí ha marcado que la entrega de arma-
mento pesado o la operación directa de tropas de otras naciones
en Ucrania se entenderá como actos de guerra que permiten una
legítima respuesta, que pudiera ser tan contundente como decida
la propia Rusia.
La aplicación de sanciones se ha topado con impedimen-
tos derivados de la importante dependencia de algunas naciones
europeas de los recursos energéticos rusos y han exhibido los lí-
mites de otros en sus compromisos europeos. Además, la lógica
de sanciones ha provocado de manera inmediata efectos de ralen-
tización en la recuperación económica post-pandemia, que afec-
tan lo mismo a Rusia que a otras naciones, incluidas las que han
iniciado y provocado el intercambio de sanciones, algunas de las
cuales sufren su mayor inflación en cuatro décadas y se sumergen
nuevamente en recesiones económicas.

57
En el reino de Agramón

Es un hecho consabido que al imponer sanciones econó-


micas “se corre el riesgo de que se produzcan consecuencias no
deseadas e incluso que el resultado sea contrario al deseado, for-
taleciendo al gobierno al que pretenden debilitar y generando un
impacto negativo en los derechos humanos, la democracia y otros
aspectos” y que “solo alrededor de un tercio de las sanciones sue-
len tener éxito y lograr sus objetivos” (Corrêa, 2022). Esto pudiera
estar ocurriendo en el caso de las sanciones aplicadas a Rusia, pues
se estima que esta nación habría duplicado sus ingresos por com-
bustibles tras el inicio de la guerra y hasta fines del mes de abril de
2022, según el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Lim-
pio, con sede en Finlandia (Hurtado, 2022), lo que hace urgentes
para Occidente suspender las compras de combustible a Rusia.
La coalición occidental involucrada “pacíficamente” en el
conflicto no deja de tener tensiones a su interior, que no sólo son
entre los participantes en el bloque, sino incluso al interior de cada
nación, entre sus partidos y entidades organizadas. En el seno de
la Unión Europea y de la OTAN no todos son demócratas como
se quiere hacer ver para apoyar un discurso maniqueo en el que
se asume que se enfrentan los regímenes democráticos contra los
autoritarios, sino que están presentes gobiernos con un franco
cariz autoritario como Turquía, Polonia y Hungría, los cuales ade-
más no han asumido una posición común, sino que cada cual ha
atendido a sus propios intereses.
Y entre aquellos que sí se pueden considerar como demó-
cratas no dejan de existir diferencias, como las mostradas por las
presiones de los países anglosajones a Alemania para que esta
nación aportara armas a la defensa de Ucrania y las críticas a la
propia nación germana por negarse a un embargo energético que
supondría pagar costos como los exigidos a otras naciones al Sur
de Europa con problemas en el pasado reciente. Esta crítica no
está exenta de sentido cuando se revisan las aportaciones otorga-
das por las distintas naciones que apoyan a Ucrania como parte de
su Producto Interno Bruto, pues Alemania hasta fines de marzo
apenas habría otorgado 0.1 por ciento de este producto, la cuarta

58
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

parte que Estados Unidos y la tercera parte respecto a Reino Uni-


do (Armstrong, 2022).
Por otro lado, el conflicto ya ha provocado el desplazamien-
to de millones de personas al interior del territorio ucraniano y
otros varios millones de refugiados fuera de esta nación, además
de un número indeterminado, pero ciertamente elevado, de muer-
tos y graves daños a la infraestructura de toda Ucrania.
Si bien las cifras de soldados muertos varían tremendamen-
te según quien las reporte, al cierre del mes de abril de 2022 los
muertos civiles rondaban entre tres mil reportados como mínimo
por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hasta 4500
reportados por Ucrania, lo que llevaría a una media diaria de bajas
de hasta setenta civiles muertos, cifra total todavía muy inferior
a los alrededor de doscientos mil civiles muertos en Irak, pero
que se ubica próxima al promedio diario de aquella guerra, donde
hubo una media de 64 civiles muertos por día durante los casi
nueve años de conflicto. Ello, aclarando que como bien ha conta-
bilizado Steven Pinker (2011) la cantidad de conflictos y el volu-
men de bajas en conflictos armados durante las últimas décadas a
nivel mundial han disminuido considerablemente.
Y ya que se toca el tema de los conflictos en la parte oriental
de Asia, es dable pensar que un elemento adicional propiciador de
la invasión a Ucrania pudiera encontrarse en las derrotas estadu-
nidenses en sus guerras en Irak, en el conflicto en Siria y, sobre
todo, en la ocupación de Afganistán, de donde saliera apenas unos
meses antes del envalentonamiento ruso.
Estas derrotas parecieran manifestar un repliegue geoestra-
tégico de Estados Unidos en el escenario mundial, contrario a las
pretensiones de los neoconservadores que habrían auspiciado las
intervenciones estadounidenses de principios del Tercer Milenio
(Merino, 2019) y que a la vez explicaría la intolerancia mostrada
por el gobierno de esta potencia frente a la afrenta que supone la
incursión oportunista rusa.
Por el lado de Rusia, su mostrada incapacidad para alcanzar
sus objetivos militares, cualesquiera que estos sean y a pesar de ha-

59
En el reino de Agramón

ber logrado éxitos en la destrucción de la infraestructura ucraniana


y el bloqueo de suministros básicos a la nación invadida, refleja las
limitaciones de disponer de un armamento convencional obsoleto,
la carencia de cuadros intermedios en el ejército y de formación de
las tropas. Esto no es más que la manifestación de los efectos de
una conducción no sólo centralizada, sino incluso individualizada,
de los procesos de recambio tecnológico y del mantenimiento de
una estructura militar basada en monopolios estatales o en empre-
sas vinculadas a oligarcas y a hombres fuertes o siloviki, término
con el que se nombra a los políticos que iniciaron su carrera desde
los servicios de seguridad pública o privada, militares o similares,
que llegaron al poder con el gobierno de Vladimir Putin.
Lo que es más: algunos de los eventos considerados por
Ucrania y por la Alianza Atlántica como crímenes de guerra y que
pudieron ser cometidos por las tropas rusas, pudieron deberse
más a la impericia del personal militar y la ineficiencia tecnológica
que a actos intencionados orientados a violar las normas conven-
cionales de la guerra. Al respecto, a la fecha no todas las masacres
ciertamente ocurridas pueden atribuirse al bando invasor, puesto
que falta el debido peritaje (RTVE noticias, 2022) y en su caso su
enjuiciamiento por organismos calificados y aceptados por la co-
munidad internacional para tales efectos, lo que deberá ocurrir en
su momento, como ha demandado el propio Secretario General
de las Naciones Unidas (HuffPost, 2022).
Esta realidad, aunada al creciente esfuerzo de la Alianza At-
lántica por suministrar recursos para que Ucrania prolongue su
defensa y el empantanamiento de negociaciones para lograr un
acuerdo que ponga fin al conflicto, hacen que sea factible una
prolongación de las acciones armadas a mediano plazo, a pesar de
que luego de pocas semanas se dibujó un escenario de potencial
entendimiento, en el que Rusia hubiera tomado lo que de manera
informal tenía bajo su control desde antes (Crimea y el Donbás) y
Ucrania lograría la desocupación del resto de su territorio a cam-
bio de asegurar su neutralidad formal y la protección vigilada por
un grupo de naciones.

60
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Ahora, el conflicto puede derivar en la toma de un territorio


más amplio por parte de Rusia, al menos uniendo el Donbás con
Crimea (El Mundo, 2022) o incluso quitando a Ucrania sus salidas
al mar y formando un corredor que una a las poblaciones rusófo-
nas desde la frontera con Rusia hasta Trasnistria, en la parte occi-
dental de Moldavia, lo que sería de alguna manera una derrota para
Occidente y una catástrofe para el desarrollo futuro ucraniano.
Hay que recordar que Ucrania acordó con Rusia la entrega de
todo el armamento nuclear en su territorio a cambio del compromi-
so de respeto a su integridad territorial, lo que no se cumpliría aho-
ra, a pesar del alegato ruso de que lo de Crimea es una recuperación
de territorio ruso y que la independencia de las repúblicas separatis-
tas del Donbás es un acto de reconocimiento de la voluntad expresa
de sus pobladores y de defensa de los derechos de los rusófonos
contra sistemáticas agresiones por parte de Ucrania.
Las opciones al escenario anterior serían bien un empan-
tanamiento del conflicto o en el extremo un retiro discreto de
una Rusia incapaz de consolidar conquistas. En cualquier caso, y
contra lo que clama el gobierno de Estados Unidos, cualquier so-
lución pasa necesariamente por el encuentro de un acuerdo de paz
que dé fin a las hostilidades y, obligadamente, supone el diálogo y
entendimiento con Rusia y con su dirigente (Sachs, 2022). Como
acertadamente ha advertido Noam Chomsky, “Estados Unidos
debe optar por la diplomacia de modo urgente” en lugar de la es-
calada militar, ya que esta última podría constituir una “sentencia
de muerte para la especie, sin vencedores” (Polychroniou, 2022).
Las represalias económicas occidentales y la propia guerra
han derivado en problemas de abasto energético y alimentario en
el mundo con efectos a mediano plazo (Banco Mundial, 2022),
avizorando hambrunas en diversas regiones, y un encarecimiento
de bienes y problemas de abasto que se suman a las todavía pre-
sentes secuelas de la pandemia, que alargan los tiempos para la
ansiada recuperación de la economía a escala global.
A lo anterior habría que sumar el incremento esperable de
los presupuestos para el fortalecimiento militar de Occidente,

61
En el reino de Agramón

desviando recursos que hasta la fecha se han empleado para fines


vinculados con aspectos sociales o a solventar los daños ocasiona-
dos por las crisis recientes (financiera de 2008 y pandemia desde
2020), además de la expansión de los complejos militares en esta
región del mundo, con el cambio de las relaciones de poder al
interior de las naciones que tengan que aumentar su gasto militar.
El escenario de confrontación, que involucra directamente a
más de una treintena de naciones y afecta a la totalidad del mundo,
ha generado una situación crítica que amenaza con desbordarse y
provocar enfrentamientos a mayor escala y, sobre todo, en la que se
pudiera pasar de una guerra convencional a un escenario donde se
recurra a armas nucleares tácticas, armamento proscrito o nuevas
armas con elevada capacidad destructiva, lo que a su vez pudiera
derivar en una escalada difícil de detener que pudiera ser nuclear
y que no se constreñiría necesariamente al territorio de Ucrania.
Arrinconar a Putin con el reforzamiento de la capacidad de
fuego de Ucrania para repeler la invasión pudiera provocar que
Rusia se moviera a su terreno de confort, donde es más com-
petitivo, y ese espacio no es otro que el del uso y competencia
con armas de destrucción masiva. Si Rusia no logra ganar una
guerra convencional y asumiendo que desde su perspectiva se
enfrenta a un conglomerado de naciones, la mencionada escalada
pudiera ocurrir. Y para que se dé una destrucción masiva, para
fines prácticos del enemigo, no hace falta que sirvan realmente
la totalidad de los misiles rusos, pues un centenar de cabezas que
den en el blanco y funcionen serían suficientes para que el daño
fuera devastador.
Es cierto que, a pesar de la clara toma de partido por parte
de la Alianza Atlántica en el conflicto, Occidente no ha querido
provocar a Rusia mediante la imposición de un espacio aéreo ex-
clusivo ni por el envío de tropas al área de operaciones, pero tam-
bién es cierto que sí provoca al incrementar su apoyo financiero
y armamentístico a Ucrania y, primordialmente, al caminar hacia
una nueva ampliación de la propia OTAN, podría provocar que
Rusia aumente sus capacidades de acción en la región del Báltico.

62
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

También es cierto que, a pesar de los temores de agresión


por parte de Rusia por otras naciones que tienen frontera con
ésta y que forman parte de la Unión Europea o de la OTAN, la
historia de las relaciones entre Rusia y estos países no son com-
parables con los lazos históricos que unen a Rusia con Ucrania, lo
que quita sustento a la interpretación de la ofensiva rusa como el
inicio de un proceso de expansión ilimitado.
Es entendible el sentimiento de inseguridad que la invasión
a Ucrania genera en otras naciones vecinas a Rusia, pero también
es cierto que para Rusia su nación emerge comprendiendo una
parte importante del actual territorio de Ucrania —lo que incluso
podría explicar por qué Rusia no realizó una ocupación a sangre y
fuego de la vieja capital del Imperio que no es otra sino Kiev— y
algo semejante no es aplicable por ejemplo a los países bálticos,
que fueron ocupados por la Unión Soviética durante medio siglo,
pero que no formaron históricamente parte de la patria rusa.

La oscuridad con Agramón

Todas las naciones están de alguna manera involucradas en la de-


finición de un nuevo esquema de alianzas y bloques. Y no es tan
claro si de ello surgirán, como algunos piensan, un sistema bipolar
redefinido, aunque ello es un escenario posible.
La Alianza Atlántica puede buscar una versión ampliada
integrando nuevos socios y los anglófonos pueden unificarse en
una naciente alianza militar que incluye a Australia, Reino Unido y
Estados Unidos (AUKUS, por sus siglas en inglés). Del otro lado,
pudiera estar una Alianza Asiática encabezada por China en lo
económico, junto con una Rusia que aportaría no solamente po-
tencia nuclear, sino que permitiría recrear ese corazón del mundo
del que hablara Mackinder (Mauricio, 2016), bloque oriental que
pudiera aislarse y ser autosuficiente, pero que bien pudiera atraer a
otras naciones y recursos, como sería la suma de parte del Oriente
Próximo, claros beneficiarios no sólo del conflicto sino de la se-
paración bipolar, y eventualmente la India.

63
En el reino de Agramón

Este escenario de ruptura de los mecanismos de entendi-


miento y cooperación entre Occidente y el Heartland suponen el
hundimiento en el olvido de los esfuerzos de inclusión de Rusia en
el espacio europeo, de alguna manera supuestos por la Ostpolitik
implementada en años recientes por Alemania, y el rompimiento
de los esquemas de diálogo e incluso de la lógica de cobertura de
las instituciones internacionales surgidas luego de la Primera y de
la Segunda guerras mundiales.
Es así como “el inicio de la agresión rusa y la respuesta que
ha tenido Occidente ante esto plantea un cambio estructural en
las dinámicas de la economía internacional”, donde “el protago-
nismo recaerá en los bloques regionales, es decir, el intercambio
comercial se fortalecerá y procederá de socios confiables y con
los que se compartan valores en común” (Barajas, 2022), aunque
para otros el actual conflicto pone punto final a la globalización
misma, como es la perspectiva manifestada por Larry Fink, jefe de
la oficina ejecutiva de BlackRock (Forbes Staff, 2022).
La votación realizada en la Asamblea General de la Orga-
nización de las Naciones Unidas (ONU) para expulsar a Rusia de
la Comisión de Derechos Humanos, mostró una división casi por
mitades entre quienes se suman a la lógica del Occidente unificado
en la Alianza Atlántica y el resto del mundo. Esta es una evidencia
innegable de la actual polarización existente entre las naciones.
Cabe recordar al respecto que algunas de las lógicas que aún
regulan las relaciones internacionales en el seno de la ONU de-
vienen de las reglas establecidas en la Liga de las Naciones, nacida
luego de la Primera Guerra Mundial, entre otras el establecimiento
de derechos de veto a algunas naciones, lo que tuvo un papel im-
portante en el fracaso de esta organización y la salida de muchas
naciones de su seno antes de las rupturas que dieron paso a la
Segunda Guerra Mundial, aunque también fueran motivos del fra-
caso de aquel proyecto la ausencia de Estados Unidos —nación
que además se ha negado siempre a someterse a algún órgano para
la impartición de justicia en materia penal con alcance supranacio-
nal— y de la Unión Soviética desde que se formara en 1922.

64
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Sí: Estados Unidos nunca se ha sometido a la Corte Penal


Internacional. Esta decisión ha estado detrás de la exigencia esta-
dunidense de establecer tribunales ad hoc para el juicio de críme-
nes de guerra, como el caso del Tribunal Militar Internacional de
Nüremberg al término de la Segunda Guerra Mundial (Muñoz de
Cote, 2012), voluntad que ha sido apoyada por Occidente y que
ahora busca repetir en el caso de los crímenes de guerra cometi-
dos en Ucrania.
Como ya se mencionó, los paquetes de sanciones económi-
cas impuestos por esta guerra difícilmente generarán una rápida
y total recuperación de los esquemas de intercambio previos y,
junto con los efectos de la pandemia, suponen una regresión en
la internacionalización económica lograda desde los años ochenta
del siglo pasado.
Además y en el plano financiero, que nunca está separado
de lo político y lo militar, el conflicto bélico ha acelerado la diver-
sificación de las bases monetarias para los pagos internacionales
y con ello el declive de la hegemonía del dólar estadunidense y
el avance hacia el encuentro de un nuevo sistema diversificado
de monedas para el intercambio entre las economías del mundo.
Además, es posible que como resultado de la tensión actual se
construya un nuevo sistema de transacciones interbancarias pa-
ralelo a la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Fi-
nancieras Mundiales, más conocida como SWIFT por sus siglas
en inglés (RT en español, 2022).
Estos ajustes en las relaciones institucionales a escala inter-
nacional, más que llevar a una ruptura y enfrentamiento directo
sino-estadunidense, parecieran obligar a un entendimiento desde
nuevos parámetros entre estas potencias, que tienen un elevado
y creciente enlace, pero también una competencia histórica en el
ámbito de lo económico.
Esta posibilidad se alimenta cuando se observa la lógica
ambivalente de China ante el conflicto en Ucrania: no condena
la invasión, pero sí demanda el respeto a la integridad territorial
ucraniana, lo que pudiera ser expresión de su interés reivindicati-

65
En el reino de Agramón

vo de la isla de Taipéi como parte legítima de su propio territorio.


Eso no deja de lado un eventual reforzamiento de la alianza con
Rusia, sobre todo en caso de que el conflicto escalara a otros nive-
les más violentos y a pesar de las ventajas extraídas por China de
la globalización mundial.

Un destello tras Agramón

Se pudiera entender el conflicto provocado por la invasión rusa al


territorio ucraniano de dos maneras muy distintas: como la última
patada del Oso y el aviso de muerte de los sistemas dictatoriales
unipersonales, o como la ruptura del ensueño de una Pangea que,
más temprano o más tarde, derivará en la conformación de un
nuevo súper-continente. Veamos ambas posibilidades.
Pensar en un retiro ruso por un acuerdo de paz en que el
invasor no obtenga una clara satisfacción a sus demandas expresas
iniciales significaría una derrota para el régimen ruso establecido y
su eventual derrumbe. De ocurrir esto, sería una prueba de la inefi-
cacia de los gobiernos carentes de contrapesos que los limiten y que
mesuren y den prudencia a sus acciones, lo que pudiera redundar
en el debilitamiento e incluso la caída de los gobiernos vinculados a
una lógica autoritaria o fórmulas populistas de ejercicio del poder,
dando lugar a una nueva ola de democratizaciones en el mundo.
De darse un movimiento a la reunificación mundial y supe-
ración de las rupturas provocadas por el conflicto en Ucrania sin
que se dé realmente este declive de los regímenes autoritarios en
el mundo, dará lugar a muchas victorias pírricas. Detrás de Putin
y después de Putin, no existe un proyecto sólido encabezado por
Rusia con viabilidad histórica que vaya más allá de un nacionalis-
mo corrupto e ineficiente. Por otra parte, muchas instituciones
que se pretendían universales se han visto envueltas en el conflic-
to y han tomado partido por un bando, por lo que se antoja difícil
que recuperen un estatus efectivamente universal sin renovarse
para dotar de certidumbre al bando no favorecido, a la vez que se
conserve la atención a los intereses del bando opuesto.

66
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Tras el periodo caliente de la guerra, la ruptura de esquemas


de comunicación e intercambio económico, político, social, cultu-
ral y las afectaciones a las instituciones multinacionales obligará a
la búsqueda de nuevas fórmulas que superen la pasión y se aproxi-
men al espíritu que originó a la ONU y posibilitó Bretton Woods.
Titánica tarea que si se elude o no se logra derivará en costos adi-
cionales a los provocados por las acciones no armadas tomadas
por Occidente para responder a la invasión rusa de Ucrania.
Cualquiera fuera el caso, los eventos ocurridos en 2022 pa-
recieran mostrar con claridad los límites del orden institucional
vigente a escala mundial. Y si bien lo económico y financiero pu-
diera resolverse no sólo por el seguimiento de la lógica instaurada
hace medio siglo por Strange de la “alianza del bienestar” —que
supone que las relaciones diplomáticas entre Estados económica-
mente poderosos impone la necesidad de acuerdos mutuos para
evitar crisis irreparables— (García Picazo, 2004:177), sino además
por medio del establecimiento de una canasta de monedas que
responda a la multipolaridad requerida, en el caso de los organis-
mos internacionales este tránsito pudiera ser más complicado.
Si como ya vimos la ONU no cuenta con instancias resoluto-
rias que obliguen a los Estados a aceptar determinadas obligaciones
conforme al derecho internacional, sería pertinente reconsiderar
las competencias y estructura de las instancias que la forman. Más
allá de su ampliación para hacerlo más comprehensivo, se ve difícil
una reforma del Consejo de Seguridad que supere los obstáculos
impuestos por los derechos de veto de algunas naciones y menos
factible aún la renuncia a estos derechos por quienes los detentan.
Luego, un espacio que podría ampliar sus competencias
para dar cabida a adoptar resoluciones de carácter obligatoria pu-
diera ser la hoy llamada Asamblea General, que algunos quisieran
ver equivocadamente como el “parlamento de la humanidad”, lo
que ha sido cuestionado por diversos autores (Kennedy, 2007),
pero que hoy día tiene atribuciones muy limitadas y cuya com-
posición sólo responde a la agregación de representantes de los
Ejecutivos de las naciones miembros de las Naciones Unidas.

67
En el reino de Agramón

Transformar este órgano en un auténtico Parlamento Mun-


dial supondría la adopción de un esquema bicameral, donde a la
Asamblea de los Estados (hoy General) se sumara una Asamblea
de la Humanidad, formada por representantes de los miembros
de la ONU en un número variable por nación (eventualmente por
el logaritmo de los miles de habitantes en cada asociado, dejando
la representación de un país entre al menos uno y hasta seis parla-
mentarios, evitando un desequilibrio entre las grandes naciones, y
teniendo un total manejable de entre 600 y 700 miembros; empe-
ro, habría otras opciones, como la propuesta por Colomer (2015),
electos por los legislativos de cada país de conformidad con la
pluralidad existente en estos órganos, aunque sin que suponga un
esfuerzo adicional para su elección directa. Estas dos cámaras ten-
drían que votar y aprobar por mayoría simple o calificada sus re-
soluciones para que éstas tuvieran un carácter obligatorio y se pu-
dieran dictar las sanciones a que hubiera lugar en caso de desacato.
Una reforma de esta naturaleza pudiera, además, sancio-
nar la inexistencia de elecciones democráticas o la ausencia de
una representación legislativa en los países miembros de la orga-
nización, al no incluir a integrantes de miembros que no cuenten
con asambleas electas en el nuevo órgano parlamentario, y daría
voz y voto equitativo a las diversas corrientes político-ideológicas
prevalecientes en las naciones, no quedándose meramente en la
representación de sus administraciones.
El mandato de la nueva asamblea se pudiera realizar si con-
tara con comisiones u organismos con financiamiento suficiente
encargados de discutir entre sus miembros los problemas de se-
guridad entre naciones, pudiendo abrirse espacios para la concer-
tación entre algunas representaciones nacionales con diferendos
y mediadores aceptados por las partes, rumbo al encuentro de
soluciones a sus diferendos que puedan ser votadas por su pleno
y que finiquitaran por vía pacífica los conflictos.
Esto supone elevar a una instancia internacional la lógica
de encuentro de una sociedad mundial, lo que supone compartir
valores e intereses comunes para dotarse de normas, reglas e ins-

68
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

tituciones que pasan a ser vinculantes (Hurrell, 1998: 17-42). Esto


permitiría ir más allá de las soberanías nacionales y de la lógica
instaurada desde los Tratados de Westfalia de 1648, como de al-
guna manera se ha avanzado ya en la Unión Europea.
Suena utópico, lo es, pero ante el escenario de repetición
periódica de conflictos que amenacen con escalar a conflagracio-
nes nucleares y que pongan en franco riesgo la supervivencia de
la humanidad, bien vale la pena ser utópico y pensar que hay que
quitar del trono a Agramón.

69
En el reino de Agramón

Referencias bibliográficas

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De conformidad con la normatividad vigente, según INDAU-


TOR, “el autor es el único, primigenio y perpetuo titular de los
derechos morales sobre las obras de su creación y el ejercicio de
estos derechos corresponden al propio autor y a sus herederos,
entre los que se encuentran: determinar si su obra ha de ser divul-
gada y en qué forma, o la de mantenerla inédita; exigir el recono-
cimiento de su calidad de autor y disponer si la divulga como obra anó-
nima o seudónima; exigir respeto a la obra, oponiéndose a cualquier
deformación, mutilación u otra modificación de ella; modificar su
obra; retirarla del comercio; y oponerse a que se le atribuya una
obra que no es de su creación” (https://indautor.gob.mx/trami-
tes-y-requisitos/registro/obra_preguntas.html).

74
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Ucrania: entre el derecho a la


autodeterminación y la injerencia
de Estados Unidos y Rusia
Telésforo Nava*

La guerra e invasión a Ucrania no es, como lo machaca la pro-


paganda norteamericana, el producto aislado de un criminal ex-
pansionista que agrede a esa noble y hasta ingenua nación, cuya
aspiración es modernizarse adhiriéndose a la Unión Europea y a
la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Tam-
poco se trata de una noble Rusia defendiendo en abstracto sus
fronteras y su seguridad ante la ofensiva de las insaciables po-
tencias imperialistas, norteamericana y europeas, que usan como
peón a Ucrania, como anteriormente han movido a otros países
para rodear y acotar al oso ruso. En ambos casos, detrás de esos
imperios están los intereses de sus respectivos magnates. Ucra-
nia con el innegable derecho a la autodeterminación ha tenido
gobiernos, y no se diga su oligarquía, que caen en el juego de
los intereses geopolíticos estadunidenses, y también de los rusos.
Como ha sido por demás evidente con sus dos últimos gobiernos.
La historia de Estados Unidos es la de una infinidad de in-
vasiones para someter países con el único objetivo de saquear sus
riquezas y/o amputarles sus territorios, como lo hizo con México
en el siglo XIX. Rusia hace lo propio en beneficio de su nueva

* Profesor investigador de carrera en Ciencia Política, Universidad Au-


tónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Jefe del Área de Investiga-
ción Estado y Movimientos Sociales. Profesor de posgrado, Universi-
dad Nacional Autónoma de México.

75
Ucrania: entre el derecho a la autodeterminación y la injerencia...

plutocracia cristalizada con el desmoronamiento de la Unión de


Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), cuya acumulación ori-
ginaria tuvo como fuente principal la enorme riqueza que se en-
contraba en manos del Estado, del cual también procede un buen
número de altos funcionarios de su nomenclatura que dieron el
paso de ser una burocracia dorada parasitaria a formar parte de
los nuevos magnates ligados a los grandes capitales del planeta, a
la que hoy representa Putin.

El gran capital transnacional se disputa el planeta y sus riquezas

Ese conflicto es parte de un todo dominante a nivel planetario,


que es la reestructuración de las relaciones entre las clases, las
naciones y los imperios, cada una de cuyas partes pretende apro-
piarse de una mayor tajada del plus trabajo, y desde luego de los
recursos naturales del planeta. Los grandes capitalistas, que mo-
nopolizan lo esencial de los medios de producción, usan como
punta de lanza al Estado y su maquinaria política para expandirse
territorialmente, conquistar nuevos mercados para sus mercan-
cías y capitales, y saquear las riquezas naturales. Es el tiempo del
despojo. Tal como siglos atrás lo vienen haciendo desde que el
capital domina en el planeta y en las relaciones sociales. Como
anota Rhina Roux:

“Vivimos años en que la expansión del capital atra-


viesa nuevamente uno de sus grandes ciclos y, bajo la
forma de una restructuración global de las relaciones
entre las clases, entre las naciones y entre los capitales,
ha iniciado una nueva época en la vida y la muerte del
capital en el mundo y en cada una de sus regiones.
Como ha sucedido en toda su historia, esta renovada
expansión que se sirve de la violencia estatal, encar-
gada de sostener la nueva dilatación del reino de las
mercancías: abrir territorios, imponer nuevas reglas la-
borales, privatizar bienes públicos, confiscar derechos

76
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

sociales, detener éxodos migratorios y quebrar resis-


tencias. Como ha sucedido también desde su gesta-
ción en el siglo XVI, la guerra, la incorporación terri-
torial, la destrucción de mundos de la vida y el despojo
son momentos constitutivos de esta nueva expansión
del capital en el mundo” (Gilly y Roux, 2015: 57).

Esa es la historia desde que nació el mundo capitalista,


España conquistando y saqueando sus colonias de América, so-
metiendo, esclavizando y asesinando a los antiguos pobladores
poseedores de aquellos vastos territorios que les fueron robados
con todas sus riquezas naturales. Castilla, Aragón y Portugal sig-
naron el Tratado de Tordesillas con el que, entre ellos, legalizaron
la conquista y el robo del continente que recién conocían. Los
Estados Unidos hicieron lo propio, empezaron como colonos
ingleses despojando de sus territorios a los antiguos pobladores.
Para formalizar esta piadosa tarea el rey James I de Inglaterra los
armó con una Cédula Real, una especie de Patente de Corzo, para
legalizar el robo y crímenes que cometerían; dicha actividad la
iniciaron en el territorio que después se conocería como Virginia.
Tiempo después, ya independizados de Inglaterra, continuaron
con esa insana tarea, aniquilando físicamente a los pobladores que
habitaban esos territorios; a quienes de ellos lograron sobrevi-
vir los encerraron en las llamadas reservas con el fin de que ahí
languidecieran y desaparecieran. Tiempo después introdujeron la
esclavitud en sus territorios del sur para enriquecerse más chupan-
do la sangre seres humanos esclavizados, quienes fueron cazados
como animales en África, encadenados y trasladados a América.
En esa dinámica expansionista, más adelante han invadido y roba-
do a más de medio planeta.
Medidas similares siguieron las demás metrópolis europeas
al invadir, conquistar y esclavizar sociedades de África y Asia. To-
das esas potencias continúan haciendo lo mismo hasta el día de
hoy, recurriendo a las más violentas y crueles guerras, locales y
mundiales. Como en una frase lo resumió Marx: “[…] el capital

77
Ucrania: entre el derecho a la autodeterminación y la injerencia...

viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros,


desde los pies a la cabeza” (Marx,1972: 646). Ahora, como en las
dos guerras mundiales anteriores, los grandes imperios capitalis-
tas se disputan los mercados, las fuentes de materias primas y de
los energéticos, los territorios y los océanos. Ese es el trasfondo
de la guerra Rusia-Ucrania en la que se nota la enorme nariz del
Tío Sam. Recapitulando sobre la situación actual, Adolfo Gilly
escribe: “Mirada desde el tiempo largo de la historia, la globali-
zación aparece como la actualización compleja y sofisticada de la
múltiple y secular violencia que ha acompañado a la modernidad
capitalista: violencia contra otras matrices civilizatorias, contra la
naturaleza, contra las mujeres, contra el trabajo vivo, retorno del
trabajo infantil, exclusión y humillación racial, calentamiento glo-
bal, catástrofes ecológicas, hambrunas y una violencia cotidiana
hecha pandemia son imágenes que acompañan a este cambio de
época” (Gilly y Roux, 2015: 35).
La guerra de Ucrania es un capítulo más del caos a que ha
llevado la nueva era de acumulación por despojo impuesta desde
la llegada de Margaret Thatcher al poder en el Reino Unido (1979)
y Ronald Reagan en los Estados Unidos (1980), es a lo que po-
pularmente se denominó neoliberalismo, con el que se suplió la
era keynesiana, también denominada del Estado de Bienestar. Lo
que eufemísticamente denominaron un Nuevo Orden Mundial.
Al respecto Hirsch anota:

“Ya es obvio que el surgimiento de ‘un nuevo orden


mundial’, declarado por el presidente de Estados
Unidos, George Bush (padre), después del derrum-
be de la Unión Soviética y con motivo de la Segun-
da Guerra del Golfo, no fue más que una quimera.
Comparado con la era de la Guerra Fría y la relativa
estabilidad de bloques bajo la hegemonía de Estados
Unidos y la Unión Soviética, el estado actual del mun-
do se caracteriza más bien por un caos en expansión”
(Hirsch, 2001: 221).

78
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

El imperio unipolar y sus socios

En1917, en medio de una grave crisis capitalista mundial que si-


guió al auge de la Belle Époque y desembocó en la cruenta Primera
Guerra Mundial, estallaron movimientos revolucionarios en va-
rios países de Europa. En la Rusia zarista fue derrocada la monar-
quía de los Romanov que en unos meses dio paso a la primera re-
volución triunfante de los trabajadores. Sobrepuesta del estupor,
la burguesía europea pasó a la contra ofensiva, derrotó a sangre
y fuego a las demás revoluciones y asesinó a sus dirigentes, como
hizo el gobierno socialdemócrata de Alemania con Rosa Luxem-
burgo y Karl Liebknecht. Los imperios europeos armaron catorce
ejércitos con el fin de aplastar a la revolución bolchevique y escar-
mentar sin piedad a quienes osaron tamaña epopeya, tal como lo
hicieron con la matanza de comuneros al ser derrotada la Comuna
de París. Pero en plena miseria, la Rusia revolucionaria, con el
pueblo trabajador puesto de pie, sacó fuerza y coraje de su utopía,
aquella con la que soñó crear una sociedad igualitaria, y construyó
el Ejército Rojo que después de tres años de una sangrienta guerra
civil derrotó a los ejércitos blancos contrarrevolucionarios.
Aunque derrotado por esa revolución, el gran capital nunca
perdió de vista ni dejó de bregar en el objetivo de acabar con la
experiencia de la URSS, y recuperar ese inmenso territorio rico
en recursos naturales para el mercado y, obviamente, en beneficio
propio. Aunque ya con un régimen burocratizado y dictatorial en
la URSS, y no obstante los grandes errores de Stalin ante la inva-
sión nazi, el intento de Hitler por conquistarla fue derrotado. Hacia
el final de la Segunda Guerra Mundial los grandes triunfadores,
Churchill, Roosevelt y Stalin (efímeros aliados contra los países del
eje encabezados por la Alemania Nazi), en medio de una Europa
devastada, se reunieron en Yalta y Potsdam para, literalmente, re-
partirse el mundo. Stalin escogió anexarse los países que rodeaban
a la URSS para formar una especie de cortina de protección (La
Cortina de Hierro) ante posibles futuras agresiones. La Unión So-
viética estaba exhausta, sus ciudades destruidas, con más de 20

79
Ucrania: entre el derecho a la autodeterminación y la injerencia...

millones de muertos, y su economía muy maltrecha. Pero de esa


guerra emergió triunfante, lo que permitió al sanguinario dictador
reverdecer sus laureles y mantenerse en el poder.
Los aliados se replegaron a sus trincheras, pero el gran capital
no perdió de vista el objetivo de reconquistar para sí la URSS, aunque
primero tenían que fortalecerse ante la presencia de amenazas revo-
lucionarias en diferentes países, agudizadas por la pobreza que dejó
la guerra. Paulatinamente fueron tomando medidas para preparar el
asalto. En ese tenor, en abril de 1949, los Estados Unidos con sus
socios europeos firmaron el Tratado del Atlántico Norte, que daría
lugar y regiría a la Organización del Atlántico del Norte, la OTAN,
y nombraron como Primer Comandante Supremo Aliado a Dwight
Eisenhower, general norteamericano que combatió en la Segunda
Guerra Mundial, futuro presidente de su país y gran impulsor de la
Guerra Fría. El objetivo estratégico de la OTAN era mantener a raya
a la URSS (el imperio del mal, decían los saqueadores imperiales); en
respuesta, en mayo de 1955, la Unión Soviética fundó el Pacto de Var-
sovia, integrado por ésta y sus países satélites. Eisenhower en aquel
momento diagnosticó: “Si en 10 años todas las tropas americanas es-
tacionadas en Europa con el propósito de asegurar la defensa nacional
no han regresado a Estados Unidos, entonces ese proyecto, la OTAN,
habrá fracasado” (Borón, 2022). Obviamente, esas tropas no solo no
regresaron a su país de origen, sino que fueron reforzadas y súper ar-
madas para consolidar el proyecto de un imperio unipolar dominante
en el mundo capitalista, Estados Unidos. La OTAN, para los objetivos
que fue creada no fracasó, al contrario, cada día más fortalecida cum-
plía su papel, no el que la propaganda aseguraba era defender al mun-
do libre, sino, como sheriff matón del viejo oeste, proteger los intereses
del imperio norteamericano en primer lugar, y del mundo capitalista
en general. A ese objetivo se subordinaron los imperios europeos.

La reintegración del vasto territorio soviético al mercado capitalista

Empero, la Guerra Fría, con la coadyuvancia de una burocracia so-


viética parasitaria, dictatorial y profundamente antidemocrática (el

80
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Gulag fue un buen ejemplo de eso), que siempre buscaba los arre-
glos diplomáticos antes que cualquier movilización revolucionaria,
finalmente cumplió su objetivo. La Santa Alianza del imperio uni-
polar, los imperios subordinados y el Vaticano, encabezado por Juan
Pablo II, lograron el viejo objetivo de echar abajo a la URSS e iniciar
la reintegración de su gran territorio al mercado capitalista. A fines
de la década de los años ochenta del siglo pasado, se inició su des-
moronamiento, con la caída del Muro de Berlín en 1989. En 1991
se firmó la disolución de la URSS, con el acuerdo de que la OTAN
no se extendería “ni una pulgada” hacia el este, a rodear a la URSS.
Era un acuerdo de caballeros que no valía ni el papel en que se lacró.
Fue cosa de tiempo y mucho trabajo de zapa para que los
Estados Unidos, el imperio que emergió dominante económica y
militarmente de la Segunda Guerra Mundial, primera potencia en
contar con la bomba atómica, la que además se arrogó el papel
de gendarme mundial, olvidara dicho acuerdo y emitiera la orden
para que la OTAN avanzara a rodear el territorio de Rusia, buena
parte de lo que antes fue la URSS.
El subsecretario de defensa de George W. Bush en su Guía
para la Planificación de la Defensa, sin ambages, reafirmó el objetivo
estratégico que han tenido: “Nuestro primer objetivo es evitar la rea-
parición de un nuevo rival, ya sea en el territorio de la antigua Unión
Soviética o en cualquier otro lugar que suponga que cualquier poten-
cia hostil domine una región cuyos recursos, bajo un control consoli-
dado, serían suficientes para generar un poder global” (Borón, 2022).
En esa dinámica, en 1997, el presidente William Clinton
dio la señal para iniciar la expansión de la OTAN hacia Rusia,
muy acorde con la Guía para la Planificación de la Defensa. En
ese tenor, sus operadores empezaron a promover la integración
de Polonia, Hungría y la República Checa a la OTAN. Algunos
estrategas del imperio norteamericano se alarmaron con esa me-
dida; en el horizonte veían en ella una abierta provocación a Rusia,
la cual podría desatar los grandes y profundos nacionalismos en
la zona de la ex Unión Soviética, los cuales datan de la era de los
zares, profundizados como reacción frente a la bestial dictadura

81
Ucrania: entre el derecho a la autodeterminación y la injerencia...

estalinista, que llegó incluso a aplastar a más de una nacionalidad.


George Kennan, quien con su famoso “Long Telegram”,
enviado al presidente Harry Truman en 1949, se erigió en arqui-
tecto de la política de “contención” de lo que denominaron el
expansionismo soviético, se alarmó con las consecuencias que po-
dría desatar el paso dado por Clinton: “La expansión de la OTAN
sería el más trágico error de la Política de Estados Unidos en toda
la era de la postguerra fría […] que impulsaría la política exterior
de Rusia en una dirección que decididamente no deseamos” (Bo-
rón, 2022). Proféticas fueron esas palabras.
Algo similar anotó Ted Galen Carpenter, especialista en Relacio-
nes Internacionales: “Era completamente pronosticable que la expan-
sión de la OTAN llevara a una ruptura trágica, posiblemente violenta,
de relaciones con Moscú […] las advertencias fueron ignoradas. Ahora
estamos pagando el precio por la miopía de la política exterior de Esta-
dos Unidos” (Brooks, 2022). Comentarios similares fueron pronuncia-
dos por distinguidos estrategas del imperio, como Kissinger.
El resultado ha sido que, “desde la caída del Muro de Ber-
lín en 1989, la OTAN ha absorbido quince países, todos ellos
al Este, que antes formaban parte del Pacto de Varsovia o eran
regiones de la Unión Soviética. Al este, a lo largo de las fronteras
de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, la OTAN ha emprendido una im-
portante acumulación militar. Actualmente tiene presencia aérea
en Estonia, Lituania y Rumania. Las tropas estadunidenses y las
multinacionales de la OTAN están concentradas en Estonia, Li-
tuania, Letonia, Polonia y Rumania. Las instalaciones de defensa
antimisiles de la OTAN están situadas en Polonia y Rumania. El
objetivo de todas estas instalaciones militares avanzadas (por no
mencionar las de Europa Central y Occidental) es Rusia (Política
y Economía News, 2022; Real Instituto Elcano (2008)).

Ucrania y otras ex repúblicas soviéticas en el tablero del imperio

En esa dinámica se ubican diferentes medidas que Washington ha


ido ejecutando para hacer que Ucrania se integre a la OTAN y ale-

82
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

jarla definitivamente de Rusia, como fue la llamada Revolución del


Maidán de 2013-2014. Ucrania en ese entonces estaba gobernada
por Víctor Yanukóvich, político cercano a Rusia y a Vladimir Pu-
tin. Ese movimiento, que para diferentes analistas fue promovido
por el gobierno norteamericano, tuvo una raigambre profunda-
mente popular con demandas propias en pro de la democracia,
y fue duramente reprimido por el gobierno. El hecho real es que
llevó a la caída de Yanukóvich (incluso ha sido considerado un
golpe de Estado que lo echó del poder), quien huyo a refugiarse a
Rusia. Pero también es cierto que de esa forma se abrió la puerta
para el arribo del nuevo gobernante Volodimir Zelensky, quien
rápidamente se convenció de integrar Ucrania a la Comunidad
Europea y a la OTAN y empezó a dar los pasos pertinentes, em-
pezando por acercarse a Estados Unidos.
Ante esa maniobra del imperio norteamericano, Rusia se
anexó Crimea, territorio que formaba parte de Ucrania, con una
población de habla predominantemente rusa (hay la versión de
que vía un referéndum decidieron esa adhesión). Posteriormente,
la región del Donbás, con población mayoritariamente rusa, se
independizó de Ucrania (formal o realmente) y con el padrinazgo
de Putin formó las repúblicas populares de Luhansk y Donetsk,
ya en el contexto de la invasión rusa. De inmediato Putin las re-
conoció y les otorgó todo su apoyo. Ante ese nuevo panorama
geopolítico, actualmente Rusia está invadiendo Ucrania, país que
recibe principalmente de los Estados Unidos un apoyo bélico im-
presionante, muy poco visto, y dicho imperio ha creado un cartel
de países europeos que se han comprometido a enviar de forma
sustancial más equipo bélico.
Como lo hizo Stalin, Putin pretende formar un cordón de
protección para blindar a Rusia (nuevo imperio en construcción),
lo que queda del imperio estalinista, del expansionismo del imperio
norteamericano. Con Crimea, Putin reafirma su entrada y salida al
Mar Negro, lo cual no puede hacer Estados Unidos. Con la región
del Donbás asegura el control del Mar de Azov. Crimea y el Donbás
se integran con población principalmente de habla rusa y, muy im-

83
Ucrania: entre el derecho a la autodeterminación y la injerencia...

portante, con religión Ortodoxa rusa (Putin mantiene una excelente


relación con el jerarca de dicha religión). Pero Rusia aspira a ane-
xarse (liberar) otras regiones de habla rusa, más adentro de Urania,
hacia el sur. Sin duda se trata de un reordenamiento geopolítico de
acuerdo al perfil que se está delineando entre las principales fuerzas
imperiales y las respectivas plutocracias que los mueven.
Al calor de la guerra, Suecia y Finlandia sorpresivamente
anunciaron que solicitarán su ingreso a la OTAN. Putin de inmedia-
to hizo declaraciones tronantes que de suceder eso tomaría medidas
drásticas. Ambos países, sin duda para evitar el conflicto que hoy
vive Ucrania, hace tiempo habían decidido mantenerse indepen-
dientes, y no integrarse a la OTAN; ahora cambiaron de opinión y
de facto entraron a una zona de turbulencia. De cumplirse lo anun-
ciado por ambos países estarían dando pasos para obstaculizar a
Rusia su salida y entrada por el Mar Báltico. Es difícil no pensar que
en esa maniobra asoma la garra de Estados Unidos.

La invasión revive el nacionalismo y el derecho a la autodetermina-


ción de Ucrania

La guerra relámpago que tenía planeada Vladimir Putin se ha tor-


nado lenta, en parte por la resistencia del pueblo ucraniano y por
la enorme cantidad de armamento que le están proporcionando
Estados Unidos y, en menor medida, algunos países europeos;
pero no hay que descartar que esa lentitud sea parte de una es-
trategia de Putin, pues cuenta con el armamento necesario para
haber terminado rápido la guerra. Con esa resistencia de Ucrania
revivió su nacionalismo y el derecho a la autodeterminación piso-
teados por el zarismo y el estalinismo. Ahora ven que lo propio
realiza Putin con la invasión.
Uliya Yurchenko, catedrática de Economía Política en el
Instituto de Economía Política, Gobernanza, Finanzas y Respon-
sabilidad, de la Universidad de Greenwich, Reino Unido, y vice-
presidenta de la Critical Political Economy Research Network, quien se
encuentra en Ucrania, en una entrevista aseguró que “la resistencia

84
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

es masiva. Muchas personas se han enrolado voluntariamente en


el ejército, más de las que de hecho podían acoger los militares...”
“Para el pueblo ucraniano […] se trata de una lucha por la exis-
tencia. La identidad de nuestro país, los límites territoriales y nuestra
existencia misma están siendo atacadas en este preciso instante. Por
ello, la solidaridad y la movilización de toda la nación en defensa del
país son enormes a pesar de la aplastante superioridad militar de Ru-
sia. La gente no se rinde a pesar del efecto deshumanizador que tiene
inevitablemente la guerra, de la violencia sexual y de las imágenes
desmoralizadoras, de los vídeos y los relatos de destrucción de zonas
enteras del país. Estamos haciendo retroceder la invasión rusa. Es
esta resistencia popular a tope la que nos hace sentir muy orgullosas”
(Smith, 2022). Abundan reportes en el mismo sentido.
Es evidente que el imperio norteamericano aprovecha esa
realidad para posicionarse como aliado de Ucrania y usarla en su
embestida contra Rusia. Pero Volodimir Zelensky, que había sido
cautivado por los cantos de sirena entonados por el sheriff del im-
perio estadunidense para que solicitara su protección (ingreso de
Ucrania a la OTAN), ha declarado que han entendido que no
deben integrarse a la OTAN, así como que está dispuesto a dar
satisfacción a otras medidas que ha demandado el presidente Pu-
tin. Pero Zelensky está sometido a las presiones norteamericanas,
las pláticas bilaterales con Rusia para terminar con la guerra han
dado resultados muy magros, y la guerra continúa.
Uno de los exagerados ataques propagandísticos de Putin es
acusar a Ucrania de estar nazificada, por la existencia de algunos
grupos de corte nazi, como el Azov, pero que no son dominantes
en las fuerzas armadas; éstos vienen de tiempo atrás y los gobiernos
ucranianos los han usado e incluso los han apoyado, porque cuando
se han presentado enfrentamientos armados, como el actual, les
han resultado de mucha utilidad. En la movilización del Maidán
o durante el gobierno de Víctor Yanukóvich, el batallón Azov fue
usado para reprimir de forma salvaje el levantamiento popular.
Al respecto, el reputado ex periodista de guerra Aris Roussi-
nos explica que “… la guerra en Ucrania viene siendo el escenario

85
Ucrania: entre el derecho a la autodeterminación y la injerencia...

de un bombardeo desconcertante de declaraciones y réplicas en la


web por parte de los simpatizantes de ambos bandos. La verdad,
verdades parciales y mentiras descaradas compiten por el domi-
nio en el relato de los medios. Sin duda, uno de los ejemplos más
claros es la afirmación de Vladimir Putin de que Rusia invadió
Ucrania para «desnazificar» el país. La aseveración rusa de que
la Revolución de Maidán de 2014 fue un «golpe fascista» y de
que Ucrania es un Estado nazi ha sido utilizada durante años por
Putin y sus simpatizantes para justificar la ocupación de Crimea
y el apoyo a los separatistas rusoparlantes en el este del país, y ha
ganado muchas adhesiones en la web”.
“Pero la afirmación de los rusos es falsa: Ucrania es un Es-
tado liberal-democrático genuino, si bien imperfecto, con eleccio-
nes libres que producen cambios significativos en el poder, entre
los que se incluyen la elección en 2019 del reformador liberal-po-
pulista Volodimir Zelensky. Ucrania no es un Estado nazi, y esto
es inequívoco: el casus belli ruso es una mentira. Aun así, existe el
riesgo de que el entendible deseo de los analistas ucranianos y
occidentales de no aportar municiones a la propaganda rusa lleve
un exceso de corrección política que, en última instancia, no sirve
a los intereses ucranianos (Roussinos, 2022). No hay duda de la
frase que reza: “en una guerra la primera víctima es la verdad””.

El militarismo y la acumulación de capital

Con el surgimiento de la Unión Soviética, “el imperio del mal”,


los Estados Unidos justificaron la creación de la OTAN y una
enorme carrera armamentista que la ha acompañado. Se esperaba
que disuelta la URSS, la OTAN tuviera el mismo destino, en tanto
que lo que motivó su existencia ya había desaparecido, pero lo que
no ha fenecido es el interés expansivo del imperio estadunidense.
Es muy claro que el objetivo que siempre ha prevalecido en
la geopolítica es el interés del gran capital hasta ahora representado
por los Estados Unidos, en especial el de la oligarquía norteameri-
cana, cuyo imperio está en decadencia. Para los intereses imperia-

86
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

listas, la carrera armamentista juega un papel de primera magnitud


en la extracción y realización del plusvalor, así como de la acumu-
lación de capital. La existencia de guerras y todo tipo de conflictos
armados que finalmente fomentan la producción de armamentos
resulta vital. Dejó de existir el “imperio del mal”, pero de inmedia-
to fue suplido por el “terrorismo internacional”, los “criminales
dictadores”, el crimen organizado, y la infinita cauda de guerras
locales, para justificar y beneficiar el cada vez mayor fortalecimien-
to del “complejo industrial militar”, como con gran precisión lo
definió Eisenhower en su último discurso presidencial.
La visión dialéctica de Rosa Luxemburgo ya lo destacaba en
una de sus grandes obras, la citaré in extenso: “El militarismo ejerce
en la historia del capital una función perfectamente determinada.
Acompaña los pasos de la acumulación en todas sus faces históri-
cas. En el periodo de la llamada ‘acumulación primitiva’, esto es, en
los comienzos del capital europeo, el militarismo desempeña un pa-
pel positivo en la conquista del Nuevo Mundo y de la India. Asimis-
mo, más tarde, en la conquista de las colonias modernas, en la des-
trucción de las corporaciones sociales de las sociedades primitivas
y en la apropiación de sus medios de producción, en la imposición
forzosa del comercio de mercancías en países cuya estructura social
es un obstáculo para la economía de mercado, en la proletarización
violenta de los indígenas y en la imposición del trabajo asalariado
en las colonias, en la formación y extensión de esferas de intereses
del capital europeo en territorios no europeos, en la implantación
forzosa de ferrocarriles en países atrasados y en la ejecución de los
créditos del capital europeo proveniente de empréstitos internacio-
nales. Finalmente, como medio de la lucha de los países capitalistas
entre sí, por la conquista de territorios de civilización no capitalista.

“Hay que agregar […] otra importante función. El


militarismo es también, en lo puramente económico,
un medio de primer orden para la realización de la
plusvalía, esto es, un campo de acumulación” (Lu-
xemburgo, 1967: 352).

87
Ucrania: entre el derecho a la autodeterminación y la injerencia...

Con el pretexto de la invasión a Ucrania, se está registrando


un acelerado incremento del gasto en el rearme de los principales
imperios, especialmente de Estados Unidos. Por ejemplo, Alema-
nia ha anunciado para el presente año un paquete de gasto militar
especial de 100,000 millones de euros. En 2020 (son los datos más
actuales que hay) la OTAN gastó 1,103 billones de dólares, 56
por ciento del total a nivel mundial, sólo de Estados Unidos fue-
ron 778,000 millones de dólares (39 por ciento), Rusia el 3.1 por
ciento. Para este año, Biden propuso incrementar en 4 por ciento
su presupuesto militar. La industria armamentista debe estar de
plácemes, aplaudiendo a Biden.
Está dinámica ha sido la constante desde los años treinta
del siglo pasado. Ernest Mandel destaca que: “Desde finales de
la década de los treinta la producción de armas ha desempeñado
un papel significativo en la economía imperialista. Ésta ha expe-
rimentado ahora un rearmen ininterrumpido durante más de tres
décadas. No hay indicios de que esta tendencia a una economía
armamentista permanente disminuya en el futuro previsible. Así,
estamos ante uno de los rasgos característicos del capitalismo tar-
dío, que debe explicarse por el desarrollo social y económico de
este modo de producción” (Mandel, 1972: 269).

Estados Unidos prueba su armamento en Ucrania

Tal como Hitler lo hizo en la guerra civil española al apoyar el gol-


pe de Estado del general Francisco Franco, Biden envía el arma-
mento más moderno a Ucrania para probarlo in situ (bombas de
racimo, cohetes capaces de hundir enormes barcos, súper misiles
antitanques…) sin que a él o a su sheriff, la OTAN, le cause bajas;
a la par que pretende golpear lo más posible a Rusia provocán-
dola para justificar una intervención directa (como lo ha hecho
infinidad de veces) de su imperio a través de la OTAN, simultá-
neamente Biden busca recomponer su maltrecha figura frente a la
ofensiva de Trump. Pero mientras a la República Española, que
resistía el golpe de Estado apoyado por el fascismo italiano y el

88
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

nazismo alemán, ninguna democracia le otorgó apoyo alguno (el


único país que acudió a socorrerla sin interés alguno fue el México
del general Lázaro Cárdenas), la URSS de Stalin a cuentagotas la
ayudó, pero primero arribó un carguero soviético para embarcar
el oro que tenía la República.
Europa ve con temor que si la guerra llegara a generalizarse,
los países que la integran serían de inmediato los más afectados
en múltiples aspectos, y Putin no ha olvidado recordárselos. Hoy
mismo las dificultades para que les siga llegando el gas ruso de
forma regular, del que depende en un 45 por ciento, son elocuen-
tes, y los precios del mismo como de infinidad de productos que
arriban de diversos rumbos están acelerando una severa carestía,
elevando así la inflación, amén de la alteración de la producción
en varias áreas debido a la falta de insumos. La dinámica de la gue-
rra, que tiende a agudizarse, puede llevar a una mayor generaliza-
ción de la misma, que, como por diversas vías advierten, no sería
lejano que fuera el fulminante detonador de otra guerra mundial,
lo cual sería un gran desastre para la humanidad.
Como decimos en México: “los locos no comen lumbre”,
así Biden no pierde de vista que China no ha condenado la inva-
sión a Ucrania ni ha planteado exigencia alguna de moderación
a Rusia; Xi Jinping, con sus pronunciamientos en ese tenor, ha
llamado a que se satisfagan las demandas de seguridad que ha
expuesto Putin y que se emplee la diplomacia para solucionar la
guerra. Es evidente que China y Rusia constituyen una mancuer-
na que camina por el rumbo de los intereses mutuos desde hace
tiempo; lo sabe Biden y por eso su relativa moderación. Hoy Chi-
na es la segunda potencia mundial, en pleno ascenso, con una
gran actividad económica, y en pocas décadas pasará a ocupar
el primer lugar; para entonces Estados Unidos será un imperio
decrépito. De haber una Tercera Guerra Mundial, un nuevo gran
bloque de aliados lo encabezarán China y Rusia, y si en las anterio-
res guerras mundiales no se presentó ninguna batalla en territorio
norteamericano, en una futura guerra las grandes confrontaciones
militares tendrán como escenario el territorio estadunidense.

89
Ucrania: entre el derecho a la autodeterminación y la injerencia...

Pero una Tercera Guerra Mundial sin duda sería nuclear,


y la gran interrogante es, después de ella qué quedará del género
humano. En una ocasión le preguntaron a Albert Einstein cómo
sería la tercera guerra, a lo que respondió: “no sé cómo será la
tercera guerra sólo sé que la cuarta será con piedras y con lanzas”.

90
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Referencias bibliográficas

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91
Ucrania: entre el derecho a la autodeterminación y la injerencia...

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El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Internet y la guerra de Ucrania, 2022


Alejandro Pisanty*

1. Resumen

La invasión de Ucrania por parte de la Federación Rusa, que em-


pezó en febrero de 2022, está poniendo a prueba algunas hipó-
tesis fundamentales sobre la operación de Internet. Algunas de
ellas han quedado ratificadas tras una fuerte prueba de resiliencia
mientras que otras exigen, al menos, nuevos enfoques y nuevos
compromisos. Capa por capa y servicio por servicio, y en diversas
secuencias geográficas, las bondades y los riesgos asociados con
Internet están bajo el reflector.
Aunque la guerra ha sido intensa y tiene ramificaciones glo-
bales, hasta ahora se ha mantenido acotada geográficamente. Aun
así, los impactos sobre Internet tienen que ser vistos en una di-
mensión global ya que es éste también el carácter de la red de redes.

* Miembro del Departamento de Física y Química Teórica, Facultad de


Química, Universidad Nacional Autónoma de México.
Agradezco el apoyo del Departamento de Física y Química Teórica de
la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico para la realización de la presente investigación, y a la Licenciada
Enzia Verduchi por su lectura crítica y aportación de criterio editorial.
Las discusiones con Vint Cerf, Antulio Sánchez, Veni Markovski, Bill
Woodcock y Erika Mann han enriquecido el trabajo; la responsabilidad
de digerirlas bien o mal es exclusivamente mía.

93
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

¿Hasta qué punto será posible sostener y promover “una


sola Internet para todos en el mundo”? Ésta es quizá la pregunta
más acuciante para la comunidad Internet a raíz del conflicto.
En el presente texto se analizan los riesgos de fragmenta-
ción de Internet y las repuestas que los principales organismos
que intervienen en la gobernanza de Internet han dado a la crisis
misma y a solicitudes de los mismos actores. Además, se descri-
ben algunos elementos de la crisis en el ciberespacio. Como an-
tecedente para calibrar lo observado, se presenta una visión de
conjunto de la operación de Internet en la actualidad y parámetros
para analizarla.
El texto incluye una descripción introductoria, pero actua-
lizada, sobre la operación de aspectos clave de Internet en la ac-
tualidad para proveer a la lectora o el lector una ubicación clara
de dónde pueden aplicarse las diversas medidas propuestas por
gobiernos y otros organismos en ánimo de gestionar el flujo de
información y la capacidad operacional propia y de sus adversa-
rios, así como de terceros.

2. Introducción

a. Nota de método y circunstancia

Este ensayo es escrito durante las primeras semanas —ojalá fueran


también las últimas— de la invasión del ejército de la Federación
Rusa a Ucrania. Está basado en información disponible, funda-
mentalmente periodística y de análisis cotidianos de informantes
especializados en temas como el avance físico de la invasión, el
armamento y tácticas de los ejércitos participantes, informantes in
situ confiables a quienes conozco en persona, y documentos diver-
sos. No se cuenta con un corpus académico al cual recurrir como
referencia. He sido crítico respecto a las fuentes y datos, y selectivo
en las organizaciones y documentos escogidos como referencia,
pero, inevitablemente, debo admitir también la falibilidad del juicio
ante un torrente incesante de acontecimientos e información.

94
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

b. Internet en la actualidad

Aunque sea un tropo ya muy establecido, conviene recordar que


Internet es “la red de redes”, un conjunto de redes interconec-
tadas, todas las cuales utilizan el protocolo IP y otros asociados,
generalmente los normalizados por la Internet Engineering Task
Force (IETF), y un sistema unificado de identificadores de valor
único. La palabra “Internet” ha adquirido múltiples significados,
que cada vez más frecuentemente se refieren a las actividades que
se llevan a cabo utilizando su infraestructura y no a la red misma.
Por ello, algunos autores insisten en diferenciar la gobernanza de
la red y la gobernanza sobre la red.
Internet sirve como vehículo y da forma a comunicaciones
de las más variadas naturalezas y contenidos, muchas de ellas en-
tre personas pero también de manera creciente entre dispositivos.
Las comunicaciones y fenómenos sociales asociados con Internet
se relacionan, en general, con sus correlatos pre-Internet o fuera
de línea a través de seis factores, a saber: escalamiento masivo
(incluyendo viralización y aceleración), gestión de la identidad,
efectos transjurisdiccionales, abatimiento de barreras, reducción
de fricción, y efectos de memoria y olvido.
Las características fundamentales de Internet (principio de
“mejor esfuerzo”, interoperabilidad, apertura, principio de “punta
a punta”, descentralización, robustez, alcance global) han dado
lugar a una explosión de innovaciones y disrupciones que han
revolucionado mucho de lo que hacemos los seres humanos y
nuestras instituciones. Eventos como la invasión de Ucrania nos
recuerdan de manera explosiva que algunos aspectos de la vida
de las sociedades permanecen intactos: la violencia, las lesiones
físicas, la muerte infligida, las fronteras y banderas nacionales, que
han sobrevivido no sólo a las comunicaciones y la conectividad,
sino a los pronósticos de que entraríamos a una era de decadencia
gradual del régimen de Westfalia, centrado en Estados-nación y
substituido gradualmente por una interacción global, transfronte-
riza, principalmente colaborativa.

95
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

A partir de su primera expansión, surgieron en Internet for-


mas peculiares de organización y toma de decisiones que se agru-
pan bajo el título de “gobernanza de Internet”. La gobernanza de
Internet no es un gobierno, ni el producto de la acción conjunta
de los gobiernos en un esquema multilateral, sino un conjunto de
mecanismos y organizaciones enfocados en distintos aspectos de
la operación y el desarrollo de Internet. Algunos de éstos son la
IETF, a cargo de la normalización técnica que garantiza la inte-
roperabilidad y contribuye a la eficiencia de las comunicaciones;
la Internet Corporation for Assigned Names and Numbers (ICANN), a
cargo de la coordinación técnica de los sistemas de identificado-
res (DNS o sistema de nombres de dominio, asignación central
de grandes grupos de direcciones IP a los organismos regionales,
registro de parámetros de los protocolos de la IETF); el Messaging,
Malware and Mobile Anti-Abuse Working Group (M3AAWG), que
contribuye al combate al spam y otras conductas maliciosas; el An-
ti-Phishing Working Group (APWG), que colabora con el combate
contra el phishing; los Computer Emergency Response Teams (CERTs)
y Computer Security Incident Response Teams (CSIRTs) institucionales,
comerciales y nacionales, que ayudan a evitar y repeler ataques
cibernéticos; los Regional Internet Registry (RIRs) que se encargan de
la asignación regional de direcciones IP; y muchos más.
La gobernanza de Internet es descentralizada, participativa,
orientada a la solución de problemas, y en general democrática,
a partir de la participación de todos los interesados o stakeholders.
El esquema “multistakeholder” de la gobernanza de Internet varía
según el tema a tratar, y tiene similitudes con otros esquemas mul-
tistakeholder en el deporte, el medio ambiente, las finanzas, y mu-
chos otros campos. Ha quedado reconocido así desde la Cumbre
Mundial sobre la Sociedad de la Información en sus sesiones de
2003 y 2005.
“Internet” es también, cada vez más, un término polisémi-
co, que comprende desde la infraestructura física hasta su papel
como medio y los servicios que la utilizan. “Lo vi en Internet”, en
el lenguaje cotidiano, se puede referir a un portal de noticias, una

96
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

revista académica, un servicio de streaming, o un mensaje privado,


al final de una secuencia de retransmisiones de origen y veracidad
desconocidos.

c. Plataformas e Internet fuera de las plataformas

Para muchos fines, el crecimiento explosivo y transformador de


Internet comienza con la aparición de la World Wide Web (WWW)
o incluso con la “Web 2.0” y las plataformas de comunicación en
línea. Estos intermediarios crecieron especialmente en los ámbi-
tos en los que se privilegia la libertad de expresión, merced, por
ejemplo, a la ley conocida como “Sección 230” en Estados Uni-
dos. Esta ley provee a los intermediarios de Internet inmunidad
ante litigios en su contra, basados en contenidos provistos por
terceros que utilicen sus servicios, siempre y cuando la plataforma
no intervenga en la selección de dichos contenidos para publica-
ción, mediando un criterio editorial de su parte (Kosseff, 2019) .
Las plataformas más conocidas en la actualidad son micro-
blogs o redes sociales en línea, como LinkedIn, Twitter y Face-
book; repositorios de video, como YouTube; y algunas contra-
partes en Rusia (VKontakte) y China (Weibo). Estas plataformas
permiten diversos tipos de comunicaciones, cada una con su pro-
pio modelo y sus propias reglas, siendo dominantes las comuni-
caciones mediante las publicaciones, los grupos, y los mensajes
privados individuales o en grupos.
A estas plataformas hay que sumar las redes de mensajería,
esencialmente privada, como WhatsApp, Signal, y Telegram, que
se diferencian entre sí por funcionalidades como la existencia de
espacios colectivos y los grados de encriptación y seguridad que
ofrecen para las comunicaciones.
La aparición explosiva de la comunicación pública, abierta y
horizontal de las décadas de 1980 y 1990 fue acompañada de me-
canismos para restringir el flujo libre de la información, como los
firewalls nacionales entre los que destaca el de China (Neumann,
2001), y mecanismos para filtrar, bloquear y rastrear contenidos

97
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

y comunicaciones. En respuesta a éstos, a su vez, los usuarios de


Internet en países sujetos a censura y represión han aprendido a
utilizar encriptamiento en esquemas cada vez más sofisticados (no
sólo el mensaje sino su ruta completa incluyendo direcciones IP y
el uso de servidores de nombres de dominio), redes privadas vir-
tuales (VPN), mecanismos de ocultamiento, indirección y “ofus-
cación”, como el navegador TOR, y comunicaciones satelitales.
En tiempos de crisis, las comunicaciones revierten a algu-
nas de sus formas más simples, como el correo electrónico, entre
otras razones por su menor consumo de recursos computaciona-
les, uso de estándares técnicos generalizados y simples, certeza en
la procedencia, y tolerancia a fallas.
Internet es mucho más que la Web, no sólo en el sentido
que señalan las “apps” sino también en los del Internet de las
cosas, las copias directas de archivos y documentos electrónicos,
el acceso remoto a computadoras distantes, el control remoto de
sistemas, los ya citados correo electrónico y mensajerías, y las in-
fraestructuras subyacentes, desde la fibra óptica y las ondas de
radio hasta el sistema de nombres de dominio y los servicios in-
visibles para el usuario individual común, como medios de pago
internacionales, servicios analíticos y publicitarios, servicios de
seguridad informática, y sistemas de gestión de la identidad. El
control remoto de maquinaria se lleva a extremos insospechados
como se describirá para el caso del traslado forzoso de tractores
de Ucrania más adelante.
Son precisamente algunos de estos servicios “invisibles” los
que permiten dar visibilidad a las disrupciones que sufre Inter-
net en condiciones de crisis. Así Netblocks,1 Kentik,2 pch (Packet
Clearing House)3 y varios observatorios dan cuenta de las interrup-
ciones del acceso a Internet que se presentan después de desas-
tres naturales o en condiciones tan variadas como exámenes de

1
Véase https://netblocks.org/
2
Cfr. https://www.kentik.com/
3
Véase https://pch.net

98
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

admisión escolar nacionales, crisis políticas, actos de terrorismo o


delincuencia, insurrecciones y guerras.

d. Escenarios futuros —una sola Internet o muchas Splinter-


nets, el riesgo de la fragmentación—

Una premisa fundamental de la arquitectura de Internet es que no


está construida sobre una hipótesis de fronteras nacionales, como
sí ocurre en telegrafía, telefonía y radiodifusión (en ésta, si bien
los alcances de las ondas electromagnéticas de algunas frecuencias
rebasan las fronteras, la asignación de recursos como espectro y
licencias es estrictamente nacional). A lo largo de su historia, In-
ternet ha sido esencialmente una sola red de redes con un único
conjunto de protocolos en uso, un sistema de direccionamiento
IP biunívoco, y una relación entre nombres de dominio y direc-
ciones IP unívoca a través de un DNS único.
En muchos países, existen normas locales que acotan, de ma-
nera muy limitada, ese alcance universal. Imponen reglas para que
determinados contenidos no sean alojados, transmitidos, o bien en-
contrados y vistos por un subconjunto de usuarios que se pretende
bien definido. Operan así las reglas contra la difusión del nazismo
en Francia, el “derecho al olvido” en Europa, y leyes y sentencias
judiciales en campos como la propiedad intelectual, el combate a la
trata de personas, y los delitos contra la integridad de las personas
como la transmisión no autorizada de imágenes íntimas.
Más allá de estas reglas locales, cuya evasión suele ser bas-
tante fácil, la comunidad Internet ha identificado en años recien-
tes el riesgo de fragmentación de Internet y la formación de varias
redes que no queden totalmente interconectadas entre sí, lo que se
conoce como Splinternet (Lemley, 2020) (de “splinter” astilla, frag-
mentación). Abonan a esta preocupación tendencias en China,
como la ya muy establecida Great Chinese Firewall y sus propuestas
de estandarización “desde cero” ante la Unión Internacional de
Telecomunicaciones (UIT), las de países sujetos a gobiernos au-
toritarios, y la manifestada en Rusia con la propuesta de una “In-

99
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

ternet soberana” que incluso ha sido consagrada en la legislación


en 2019 y, según informes del propio gobierno, “probada con
éxito” en 2020 o 2021. La “Internet soberana” de la Federación
Rusa (Ristolainen, 2017) utilizaría la infraestructura y los protoco-
los existentes, pero en vez de recurrir al DNS global utilizaría un
DNS propio. El propósito es doble, por un lado aislar a la pobla-
ción de contenidos que el gobierno determine indeseables, y por
otro evitar la posibilidad de perder acceso a sitios Web y servicios
en el extranjero.
Se han expresado también temores de fragmentación en
otros sentidos, por ejemplo la incomunicación entre usuarios de
una plataforma como Facebook y los de otras plataformas, o la
formación de “silos” centrados en sistemas de pago. Otra forma
de fragmentación podría surgir de la adopción de un nuevo con-
junto de normas técnicas ajenas a la IETF. Más recientemente,
el anuncio del “Metaverso” de la firma Meta también ha con-
tribuido a esta preocupación, si bien de manera moderada, por
ahora, pues no se prevé una rápida adopción masiva. Drake, Cerf
y Kleinwaechter (Drake, 2015) clasificaron las formas posibles de
fragmentación en:

i. Técnicas: direccionamiento, interconexión, nombres de


dominio, seguridad;
ii. Gubernamentales: soberanía, contenido y censura, co-
mercio, seguridad nacional, privacidad y protección de da-
tos, localización de datos, “cibersoberanía”;
iii. Comerciales: peering, estandarización, neutralidad de la
red, “jardines amurallados”, geolocalización y geobloqueo,
propiedad intelectual.

El presente conflicto abre muchas de estas posibilidades. La


Ley de Internet soberana de 2019, por ejemplo, toma la iniciativa
desde el interior de la Federación Rusa para afectar los cuatro
criterios mencionados; la segunda categoría se aplica como causal
de la primera en este caso, con base en el argumento de soberanía

100
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

y con su aplicación a la censura y control de contenidos. El con-


trol de contenidos a través de diversas soluciones técnicas y nor-
mativas puede aparecer también desde otros países, que decidan
limitar el tránsito de contenido ruso, unos, ucraniano, otros, y con
diferentes criterios en diversas instancias.

3. Historia reciente de Internet en la Federación Rusa

a. Plataformas nacionales (VKontakte)

En la Federación Rusa y su ámbito cultural circundante —que


hasta recientemente puede decirse que incluía a Ucrania, hoy en
disputa— la red social en línea VKontakte, conocida usualmen-
te como VK, es mucho más popular que su similar occidental
Facebook y que Twitter. De acuerdo con informes, ofrece una
interfase más simple y algunas funcionalidades, ya sea ligeramente
diferentes o introducidas en diferentes tiempos, como el video.
Las reglas de convivencia comunitaria que rigen la moderación de
contenidos son diferentes, y permite expresiones que en las redes
occidentales no están permitidas por ser consideradas discrimina-
torias, promotoras de la violencia o el terrorismo, o discurso de
odio. Paradójicamente, VK, que crece en un ambiente restrictivo
para la libertad de expresión, es considerada “más libre” para al-
gunas expresiones.
Estudios a profundidad, realizados en Ucrania antes de la ac-
tual guerra, muestran que los debates en VKontakte no reducen la
polarización entre los participantes (Urman, 2019), por lo cual po-
demos concluir tentativamente que está sujeta a los mismos efectos
de “cámaras de eco” (Sunstein, 2001), “filtros de burbuja” (Pariser,
2011) o “prisma” (Bail, 2021) que las alternativas occidentales.
Otra plataforma de comunicación que puede considerarse
rusa es Telegram. Como hemos mencionado, se trata más bien de
una plataforma de mensajería que de una red social, si bien cada
vez tiene más funcionalidad de este segundo tipo. Dos caracterís-
ticas muy populares son los grupos y los canales.

101
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

b. “Internet soberana”

Desde el origen de la computación electrónica digital, y más atrás,


desde los orígenes y precursores de la cibernética, la entonces
Unión de Republicas Soviéticas Socialistas (URSS) dio lugar a en-
foques propios y originales. Las investigaciones de Leonid Kanto-
rovich (1912-1986) sobre la teoría matemática de la optimización,
alrededor de 1930, le hicieron merecedor del Premio Nobel, en
1975; se le considera creador de la técnica de optimización cono-
cida como programación lineal, la cual desarrolló en 1939 para
optimizar la asignación de recursos en la industria de la madera
y específicamente la producción de laminados conocidos como
“triplay”. Su éxito hizo que el enfoque matemático se extendiera
a toda la economía planificada de la URSS. Además de los textos
académicos, es posible aprehender el significado y las limitaciones
de este enfoque en la novela “Abundancia Roja”.
Otro ejemplo de la profundidad de pensamiento que era
posible en las matemáticas aplicadas en la entonces URSS, es
la computadora “Setun”, diseñada en 1958 por Sobolev y Bru-
sentsov para la Universidad de Moscú. A diferencia de la lógica
binaria con la que se estaban desarrollando las computadoras
electrónicas en Estados Unidos, Europa Occidental y Japón, este
sistema utilizaba una lógica ternaria, es decir, basada en tres valo-
res posibles para cada entidad en lugar de los dos (1 y 0, o “verda-
dero” y “falso”) de la computación digital. Aunque el desarrollo
de computadoras ternarias continuó hasta la década de 1980, la
lógica binaria se impuso en el mundo merced a su comercializa-
ción (dejamos de lado la posible superioridad intrínseca de cual-
quiera de los dos esquemas).
Para referencia, 1958 marca el año de inicio de la com-
putación en México, con la introducción de un equipo marca
IBM (International Business Machines) modelo 650, la primera
computadora de IBM producida en serie, es decir, que la tec-
nología digital estaba en auge y contaba con el respaldo de un
mercado creciente.

102
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

La historia de Internet y las redes de computadoras en Ru-


sia también es ilustrativa. Desde 1959, aun cuando la URSS con-
taba con un número muy reducido de computadoras, Anatoly Ki-
tov empezó a impulsar su interconexión. Debemos aclarar que en
otros países como Estados Unidos ya estaban en operación redes
de computadoras y que Internet fue creada para interconectarlas.
El propio Kitov y posteriormente Viktor Glushkov propu-
sieron al gobierno soviético el desarrollo de tecnología y la instala-
ción de interconexiones entre sus computadoras, Glushkov desde
su cargo como director del Centro de Cómputo de la Academia
de Ciencias de Ucrania en Kiev. Su proyecto, OGAS, sistema au-
tomatizado para la asignación de recursos en la economía sovié-
tica, no fue apoyado por el Ministerio de Finanzas y debió pasar
más de una década, hasta 1970, para la construcción inicial de
algunas interconexiones entre computadoras.
El diseño de las redes de computadoras en la Unión Soviética
siempre estuvo marcado por la centralización y el control. Inevita-
blemente fue rebasado por la visión descentralizadora de Internet.
Todavía en la década de 1990, cuando en Occidente el correo elec-
trónico y otras aplicaciones de Internet se expandían aceleradamen-
te, el campeón de ajedrez y aficionado a la computación Mikhail
Botvinnik intentó, sin éxito, convencer al gobierno de Boris Yeltsin
de adoptar redes de cómputo para una mejor administración. En
paralelo, en Occidente, Tim Berners-Lee creaba la WWW.
Con la disolución de la URSS, el panorama cambió y la
tecnología abierta y pragmática de Internet se difundió rápida-
mente, favorecida entre otros factores por la sólida educación
matemática y la competencia en hacer uso óptimo de recursos
escasos con que contaban los profesionales y aficionados de la
computación en países como Rusia, Ucrania, y otros de la des-
vanecida Unión. Un paralelo cultural con la escucha clandestina
de las radios extranjeras, una alegría por la desaparición de res-
tricciones, la libertad de contacto internacional, un entusiasmo
por la apertura y la innovación fueron también factores decisivos
para esta expansión.

103
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

c. La ley de 2019

Sin embargo, en el gobierno ruso ha habido también una descon-


fianza permanente de lo proveniente del exterior y una inclina-
ción por el control de las comunicaciones y de la narrativa social.
Desde antes de 2015, en la estrategia de seguridad, se formuló la
necesidad de controlar los flujos de información y las operaciones
de Internet.4
En 2019, la “Ley de Internet Soberana” formuló un con-
junto de obligaciones para los Internet Service Providers (ISPs) y
otros actores, incluido el propio gobierno, para ejercer un mayor
control nacional sobre Internet en Rusia.
Entre las obligaciones legales que crea esta ley y ordena-
mientos relacionados está la puesta a punto de una alternativa al
DNS global que permita “cerrar las fronteras” y no depender de
este DNS, sobre la doble premisa de que las autoridades rusas po-
drían decidir negar el acceso a ciertos sitios en Internet y lo logra-
rían bloqueando el acceso a sus nombres de dominio, y que otros
países podrían decidir bloquear sitios rusos en el DNS, contra lo
cual un DNS “nacional” permitiría que, al menos, los usuarios de
las redes rusas sigan teniendo acceso a ellos.
En conjunto, el control de tráfico en las fronteras y el con-
trol del acceso al DNS se sumarían para constituir una Intranet,
es decir, una red interna basada en los protocolos de Internet,
pero fundamentalmente aislada de la red global, que se denomi-
naría “RuNet”.

d. La actividad internacional

La Federación Rusa ha sido muy activa en el medio internacio-


nal en lo relacionado con las telecomunicaciones y con Internet.
En los organismos multilaterales ha destacado por su constante
4
Cfr. https://www.theguardian.com/world/2014/sep/19/vladimir-pu-
tin-plan-unplug-russia-internet-emergency-kremlin-moscow

104
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

y enjundioso empeño en mantener el control de los gobiernos


nacionales sobre el flujo de información, oponiéndose sistemáti-
camente al desarrollo de los mecanismos multisectoriales de go-
bernanza de Internet.

i. La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT)

En la Unión Internacional de Telecomunicaciones, la actividad de


la representación rusa es constante e intensa. Hace alianzas, for-
mula iniciativas, y cabildea en forma incansable por sus iniciativas
y en contra de las que considera que le son adversas. Frecuente-
mente son rusos los funcionarios en distintos cargos y, al escribir
estas líneas, la Secretaría General se disputa entre un candidato
ruso y una candidata norteamericana.
El enfoque de la Federación Rusa en la UIT está alineado
con su visión más amplia del ciberespacio, en una suerte de doble
valor en el que, por un lado, busca el máximo margen de acción
para sus actividades y políticas, incluyendo la intervención en el
extranjero y, por otro, busca erigir las máximas defensas posibles
contra las actividades de otros Estados. Más allá de que esto es
parte previsible y ordinaria del juego de grandes potencias, Rusia
coincide con China, países árabes, y algunos otros en crear un
marco internacional opuesto a la preferencia de política de Esta-
dos Unidos y los países europeos a favor de un régimen abierto.
Una motivación más que muchos Estados comparten es
crear un marco internacional, legitimado por ser multilateral, para
invocarlo en su legislación nacional y así revestir a ésta de un bar-
niz de legitimidad global.
Una manifestación más de esta estrategia se dio en la Cum-
bre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI o WSIS)
en 2003-2005, así como en su proceso preparatorio desde 2000, y
en los “WSIS Forums” y otros seguimientos de la Cumbre hasta
la fecha. Se observa, también, el embate hacia un marco que pri-
vilegia la acción de los Estados y los acuerdos multilaterales en
la sucesión de eventos cuatrienales de la UIT, como las WTSA

105
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

(Asamblea Mundial de Normalización de las Telecomunicacio-


nes), la WTDC (Conferencia Mundial de Desarrollo de las Tele-
comunicaciones), y las organizaciones regionales como la Comi-
sión Interamericana de Telecomunicaciones (CITEL).

ii. El Group of Governmental Experts (GGE) y el Open Ended


Working Group (OEWG)

En la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas


(ONU) también se debate el tema de la seguridad nacional en el
ciberespacio. Se han llevado a cabo tres ciclos del proceso conoci-
do como GGE, con avances lentos y graduales en la búsqueda de
un conjunto de normas de aceptación general para la conducta de
los Estados en el ciberespacio. Su más reciente sesión, que duró
aproximadamente tres años, terminó sin conclusiones. El GGE
está formado por un grupo de países designados mediante un
acuerdo de la Asamblea General.
En 2018, Rusia inició un proceso paralelo, el OEWG, de
participación libre, que ha procurado producir normas alternas a
las que se barruntaban en los avances del GGE. Tampoco ha sido
exitoso hasta ahora.
En este impulso, Rusia también intenta apalancar apoyo in-
ternacional para normas que le concedan la máxima capacidad
de acción en los flujos de información en el extranjero, controlar
los flujos al interior de su territorio y áreas de interés, y regular
de manera asimétrica las capacidades de acción de los actores en
el ciberespacio. Un ángulo que permite explicar sus preferencias
es que es uno de los países cuyo Estado más frecuentemente se
asocia con actividades de actores no estatales, ya que son patro-
cinados por éste, coordinados con éste, o al menos no pueden
estar actuando con el alcance que lo hacen sin el conocimiento
y anuencia del Estado. El evento paradigmático de esta conducta
fue el conjunto de incidentes sucedidos en Estonia, en 2008, en el
que un conjunto de actores en Internet prorrusos atacó infraes-
tructuras críticas de esa nación mediante ataques de negación de

106
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

servicio a niveles sin precedente y otras tácticas destructivas, y de


difícil atribución.

iii. El Internet Governance Forum (IGF) y MSH

La Federación Rusa participa de distintas maneras en los foros


multisectoriales o “multistakeholder”. Los participantes no estatales
varían según el sector. En el espacio de gobernanza de Internet,
aparte de la representación gubernamental, gozan de buena fama
los participantes del sector técnico, que pueden ser a su vez em-
pleados de empresas, y los administradores del country code top-level
domain (ccTLD) “.ru”, dominio de nivel superior geográfico.
Pudimos rastrear hace algunos años la participación de la
representación rusa en el IGF (“Internet Governance Forum”), foro
anual multisectorial convocado por la ONU pero dirigido por un
Comité Asesor Multisectorial, y observar que la presencia en pá-
neles y discusiones sobre ciberseguridad se intensificó en la pri-
mera década del IGF para, después, desvanecerse al tiempo que
se intensificaba en espacios como los ya descritos de la Asamblea
General y el OEWG. Es un caso bastante claro de cálculo basado
en un principio de “agente-principal” (Pisanty A. a., 2009), en el
que se buscó que el IGF fuera un vehículo para desarrollar las
políticas preferidas y posteriormente se trasladó el esfuerzo a un
espacio más promisorio.

4. Guerra cibernética

La guerra cibernética en este conflicto ha sido considerada “discre-


ta” por algunos observadores, ya que no se han conocido eventos
que pudieran calificarse como un “Pearl Harbor cibernético”, es
decir, ataques sorpresivos y devastadores capaces de alterar radical-
mente el curso de la guerra. Sin embargo, se han sucedido nume-
rosos ataques contra activos ucranianos. Algunos de estos ataques
han tenido inequívoca intención destructiva, como los “wipers”
destinados a borrar archivos e inhabilitar el acceso a información

107
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

vital para la operación del gobierno y para la defensa, mientras que


otros lo califican como espionaje, vigilancia, e interferencia en las
comunicaciones. En lo que sigue nos concentraremos en algunas
acciones de “guerra cibernética” o “ciberguerra” más orientadas
a la infraestructura y dejaremos de lado, por concisión, las “capas
altas” de la red, es decir, la desinformación, la manipulación, la sub-
versión, la competencia por el dominio de la narrativa, o lo que
recientemente Ronfeldt y Arquilla han articulado como “noösfera”
y “noöpolítica” (Ronfeldt y Arquilla, 2020, pp. 445-480).
Algunos eventos de “guerra cinética”, es decir, convencio-
nal, se han visto precedidos o acompañados de ataques ciberné-
ticos, como se ilustra en la tabla 1.5 También, es notable que al
menos un ataque bien identificado (STRONTIUM) tuvo como
objetivo sistemas de control industrial, es decir, es del tipo “Cyber
to Physical”, un ataque cibernético contra un blanco físico al que
busca inhabilitar o dañar. Estos ataques pueden tener efectos en
extremo devastadores para la operación militar y para la vida civil,
dependiendo de sus blancos, que pueden ser infraestructuras fun-
damentales como el abasto de electricidad o el de agua potable.
Observamos en la tabla todos los patrones conocidos de
actores estatales probados, actores estatales probables, actores
asociados al Estado, y actores a los que es —al menos temporal-
mente— imposible hacer una atribución precisa.
La naturaleza de las operaciones de “ciberguerra” hace difí-
cil rastrear todos sus eventos. En aras de la brevedad, pasaremos
al tema central de este texto, el efecto de la guerra sobre Internet
en general.

5
Véase https://query.prod.cms.rt.microsoft.com/cms/api/am/bi-
nary/RE4Vwwd

108
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Tabla 1. Ucrania. Eventos de guerra convencional precedi-


dos o acompañados de ataques cibernéticos
Fecha Ciber Físico
14 de febrero Compromiso de infraestruc-
tura crítica en Odesa por
probables actores rusos.
17 de febrero Ataque contra redes de in-
fraestructura en Sumy, se
sospechan actores rusos.
24 de febrero Avance de tanques rusos al
centro de la ciudad de Sumy.
28 de febrero Compromiso de compañía de
medios con base en Kiev.
1 de marzo Ataque de misiles contra
torre de TV en Kiev.
1 de marzo Compañías de medios basadas
en Kiev sufren ataques destruc-
tivos y exfiltración de datos.
2 de marzo Grupo ruso se desplaza late-
ralmente en red de compañía
nucleoeléctrica ucraniana.
3 de marzo Ejército ruso ocupa la es-
tación nucleoeléctrica más
grande de Ucrania.
4 de marzo STRONTIUM compromete red
gubernamental en Vinnytsia.
6 de marzo Fuerzas rusas lanzan ocho misiles
contra el aeropuerto de Vinnytsia.
11 de marzo Primeros ataques rusos
alcanzan edificios guber-
namentales en Dnipro.
11 de marzo Ataque contra agencia guber-
namental de Dnipro mediante
un implante destructivo.
3 de abril Ataques aéreos rusos dañan de-
pósitos de combustible y plantas
para su procesamiento en Odesa.

Fuente: “Special Report: Ukraine. An overview of Russia’s


cyberattack activity in Ukraine”, Microsoft, Digital Security
Unit, abril 27, 2022.

109
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

5. Bloquear o no bloquear, sanciones estatales, privadas y multi-


sectoriales

a. Generalidades

Internet, construida como un proyecto de interconexión global


abierta y horizontal, provee un espacio ideal para los flujos libres
de información y presenta dificultades desde el diseño para ejer-
cer un control fuerte y de grano fino sobre éstos. Las técnicas de
administración de la red, que la acompañan desde su creación,
prevén la posibilidad de aislar nodos o segmentos de la red, de
controlar las conexiones no sólo por nodos sino en grano más
fino, por protocolos y por números de puerto, pero no proveen
especiales facilidades para controles basados en decisiones rela-
tivas al contenido, a la identidad de los emisores y receptores, ni
mucho menos a juicios sobre la intención de las partes que inter-
vienen en una comunicación.
Más aún, el crecimiento de la red y su impacto favorable
para la humanidad se ha basado justamente en la dificultad de
imponer barreras con base en esas decisiones. Otro desafío, para
quienes quieran controlar los flujos de información en Internet,
es que esos flujos, en la actualidad, dependen en gran medida de
plataformas cuyas reglas no se fijan con base en criterios selecti-
vos por país y están encaminadas a objetivos comerciales. En fun-
ción de estos objetivos, los mensajes se amplifican y propagan por
diversos motivos, de los cuales el principal es producir engagement,
y éste se alimenta tanto de intereses legítimos e información veri-
ficable como de manipulaciones y falsedades, estas últimas tanto
involuntarias como deliberadas.
La mayoría de las plataformas utiliza algún algoritmo (en
algunos casos, basados en Inteligencia Artificial) para decidir qué
contenidos despliega ante cada usuario de manera personalizada.
Este despliegue se basa en una predicción de qué contenido pue-
de resultar más relevante a criterio del usuario y a la vez producir
mayor engagement. Éste se mide —con variaciones según la plata-

110
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

forma— mediante el tiempo de permanencia en pantalla y me-


diante el número de veces y la velocidad con que es reproducido
por el usuario. Otras importantes medidas de engagement son los
botones de reacción, como los “like”, “tristeza”, “preocupación”,
“sorpresa”, “risa”, o “enojo”. Algunos de éstos son trasladados a
contenidos fuera de las plataformas. Los algoritmos son un secre-
to comercial bien guardado por protección del negocio de la em-
presa y también para evitar su manipulación maliciosa con fines
comerciales, políticos, o criminales.
Las empresas operadoras de plataformas para la comunica-
ción de contenido, generado por los usuarios, dependen de una
medida legislativa de los Estados Unidos, conocida como “Sección
230”, que las libera de responsabilidad civil sobre los contenidos
que no sean generados por la propia plataforma o se generen sin
su intervención como editor, a la vez que crea incentivos para que
ellas mismas actúen en contra de contenidos manifiestamente ile-
gales y otros que puedan ser considerados problemáticos.
Todas las plataformas ejercen alguna u otra forma de “mode-
ración de contenidos”, de maneras cada vez más complejas. Pueden
entre otras cosas suprimir una publicación, reducir su visibilidad,
disminuir su amplificación, redirigir al visitante a otro contenido,
presentar una ventana preventiva, o presentarla junto con una ad-
vertencia o redirección. También pueden actuar sobre el usuario
que hace la publicación con medidas como limitar total o parcial-
mente sus actividades en la plataforma, suspender temporalmente
su cuenta, o suprimir su cuenta y evitar la creación de una nueva.
Las decisiones sobre moderación de contenidos pueden
basarse en reglas emitidas por la propia plataforma respecto al
contenido o respecto a la conducta con que se publica, normas
comunitarias, leyes nacionales, órdenes judiciales o de otras auto-
ridades, y denuncias por diversos motivos. La forma en que ope-
ra la moderación de contenidos en estos casos puede ser a través
de seres humanos actuando sobre informes recibidos, mecanis-
mos automatizados, o combinaciones de intervención humana y
automatización.

111
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

La moderación de contenidos depende de interpretaciones


acerca de su legalidad y del cumplimiento o incumplimiento de
las normas de la plataforma, puede estar sujeta a interpretaciones,
a su vez, del lenguaje, el contexto social, político, y económico, el
sentido del humor y la crítica política, y otros criterios como el
valor noticioso de una información. También ha cobrado peso el
impacto de la desinformación sobre la salud, especialmente en el
curso de la pandemia de Covid-19, misma que también depende
fuertemente del contexto local y coyuntural, y el abuso de las co-
municaciones que terminan siendo perjudiciales para las personas
y muy particularmente contra las mujeres, como el ciberacoso,
la inducción al suicidio, y la atracción de víctimas a delitos como
violación, secuestro, trata de personas, y asesinatos.
La moderación de contenidos puede tener un impacto que
la mayor parte de una sociedad considere deseable (suprimir in-
formación dañina para la salud) y también un impacto negativo
sobre la libertad de expresión, que, de nuevo, puede depender de
los países y los impactos de aquello que se expresa. La mayoría
de las plataformas ha construido algún mecanismo para prevenir
y corregir estos impactos indeseables, sea por comités internos
(Twitter), comités asesores de política para temas y regiones espe-
cíficos (TikTok), o el más elaborado, el Consejo de Supervisión de
Contenidos de Facebook.
La moderación de contenidos enfrenta desafíos extraordina-
rios a partir de la guerra contra Ucrania. En la “niebla de la guerra”
es singularmente difícil encontrar fuentes de información objetivas,
veraces y actualizadas y opiniones si no ajenas a la propaganda, sufi-
cientemente transparentes para identificar y descontar sus sesgos y
después de ello seguir encontrando algo de valor. Todos los bandos
involucrados en el conflicto, y muchos que no lo están pero ven
reflejadas sus preferencias políticas o ideológicas en alguno de los
bandos en conflicto, están en riesgo de propagar mentiras y desin-
formación, por descuido, por desconocimiento, o deliberadamente.
Súmese a esto la automatización (“bots”) y la coordinación inautén-
tica de usuarios y el panorama es punto menos que intratable.

112
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

b. El documento SSAC-50

Las medidas que sirven para moderar contenidos en plataformas


de contenido generado por los usuarios actúan dentro de la capa
de aplicación y los servicios que ésta presta.
En las capas inferiores del modelo de Internet, existen otras
medidas para la gestión de las comunicaciones que corresponden
a la gestión del tráfico en Internet. Entre éstas, las más antiguas y
probadas son las ACL, o listas de control de acceso, que se utilizan
para gestionar parte del enrutamiento, permitiendo o prohibiendo el
paso de paquetes IP con determinadas características de dirección
IP de origen, dirección IP de destino, protocolo, o número de puer-
to. Estas medidas se han suplementado posteriormente con otras
como gestión basada en patrones del flujo de paquetes (por ejemplo,
el correo electrónico y el video se comportan de maneras diferen-
tes en consumo de anchura de banda y de distribución temporal de
los paquetes) o con la inspección del contenido en tránsito (DPI o
“Deep packet inspection”). Estas medidas pueden ser controversiales ya
que según las reglas con las que se apliquen pueden incidir en viola-
ciones del principio de Neutralidad de la Red y de leyes nacionales.
Las medidas de control de tráfico aplicables en estas capas
y relevantes para el presente estudio incluyen el bloqueo o filtrado
(bloqueo parcial, reducción de prioridad o de anchura de banda,
etc.) de paquetes en función de los criterios mencionados y de nom-
bres de dominio. De manera creciente, autoridades administrativas,
jueces, y operadores aplican estos bloqueos, bien para administrar
la red con un uso eficiente de los recursos, bien para evitar ataques
cibernéticos, bien para cumplir con órdenes judiciales o de la autori-
dad para proteger derechos de propiedad intelectual o para castigar
o prevenir delitos, así como para aplicar variantes del “derecho al
olvido” y los derechos ARCO de la protección de datos personales.
En un documento de importancia histórica, el SSAC-50,6
el Comité Asesor de Estabilidad y Seguridad de ICANN hace un

6
Cfr. https://www.icann.org/en/system/files/files/sac-050-en.pdf

113
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

análisis escrupuloso de estas medidas y sus consecuencias y reco-


mienda no aplicarlas sin medir los efectos directos e indirectos que
pueden resultar indeseables o contraproducentes. Por ejemplo,
bloquear el acceso a los contenidos identificados bajo un nombre
de dominio puede dar lugar al bloqueo no deseado de URLs que
lo comparten y que no violan las leyes que una sentencia pretende
defender. Bloquear el acceso, a través de bloqueos a una dirección
IP, puede producir un bloqueo a un servidor o incluso a un centro
de datos que aloja miles de contenidos exentos del problema que
se quiere resolver. Los daños pueden afectar al acceso a la infor-
mación y a la educación, a la libertad de expresión, al derecho de
libre asociación, y muchos más.

c. Los Principios de Manila, de Santa Clara, y otros relevantes

De lo anterior han resultado algunas declaraciones importantes,


como los Principios de Manila. Estos principios se refieren a la
supresión de contenidos con base en un balance entre daños de
la conducta o contenidos que se suprimen y los efectos sobre la
libertad de expresión. Como en el “test tripartito” del Sistema
Interamericano, pero en grano más fino y con alance universal,
se exige que toda supresión de contenidos que afecte la libertad
de expresión esté basada en ley preexistente y sea necesaria y pro-
porcional, es decir, que sea efectiva —y la única o mejor opción—
para lograr el efecto deseado en la supresión del contenido, y que
tenga efectos cuyas dimensiones correspondan a las del daño que
se previene.
Un conjunto de principios enunciados por organizaciones
de la sociedad civil, conocidos como “Principios de Santa Clara”,
particulariza y extiende estos principios a la moderación de con-
tenido en plataformas. Entre estos principios destaca el poner los
derechos humanos como guía, el debido proceso, reglas compren-
sibles, competencia cultural, y atención al riesgo que puede impli-
car la intervención del Estado en la moderación de contenido, así

114
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

como la integridad y la explicabilidad de las reglas. Transparencia,


aviso oportuno, y derecho de réplica forman el subconjunto de
principios operacionales. Finalmente, una sección de los Princi-
pios de Santa Clara se dirige a los gobiernos y actores estatales
para llamarlos a no abusar de los procesos de las compañías para
fines que deben seguir procedimientos legales, y a remover las ba-
rreras que puedan impedir la transparencia de las compañías que
operan las plataformas.
Es muy importante apreciar la complejidad que puede apa-
recer al aplicar estos conjuntos de principios a la moderación de
contenidos en plataformas en línea en tiempos de conflicto inter-
nacional como la invasión a Ucrania. Cada uno de los conceptos
aquí enunciados representa un desafío que además debe ser re-
suelto en tiempo real, a veces en menos que minutos, pues la per-
manencia o remoción de un contenido puede tener consecuencias
letales para las vidas de muchas personas cuando es, por ejemplo,
el detonador de una matanza o, al contrario, provee un aviso que
impide evitarla o huir de ella.
Un ejemplo muy puntual para iluminar este punto: las pla-
taformas suelen tener reglas rigurosas para remover y penalizar
los llamados a la muerte de terceros, e incluso pueden contar con
políticas que obligan a su personal a informar de inmediato a las
autoridades de un mensaje que puede representar una amenaza
inmediata, directa y real a la vida de una persona. Sin embargo,
han debido relajarla relativamente en las condiciones de la guerra
para admitir expresiones genéricas del tipo “¡Muera X!”, por con-
siderar que representan un lenguaje genérico de reacciones agudas
a la violencia, al dolor y al luto, o llamados a la acción civil y mili-
tar dentro de las reglas de la guerra. A esto añádase el volumen y
velocidad de emisión de los mensajes, que pueden ser referencias
a los mensajes de odio para alertar o disminuir su impacto, refe-
rencias noticiosas, y las mil y una sutilezas del lenguaje metafórico,
el sarcasmo, la ironía, y el humor negro defensivo, en idiomas,
dialectos y caló locales que sólo son comprensibles en contexto y
por unas horas.

115
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

d. Principios y “toolkit” de la Internet Society (ISOC)

A lo largo de décadas de desarrollo de Internet, algunos de sus


principios de diseño han probado su efectividad y durabilidad. La
arquitectura de capas, la conmutación por paquetes, el principio
de “mejor esfuerzo” (en realidad, máximo resultado para las capa-
cidades disponibles), interoperabilidad, apertura, robustez o “libe-
ral con lo que se recibe y parco con lo que se envía”, punta a punta
o “inteligencia en la orilla”, descentralización, y el diseño para la
escalabilidad han sido principios estables que han permitido a la
tecnología beneficiar a miles de millones de personas.
También ha habido muchos intentos de modificar la red
para satisfacer diversos objetivos, desde el control estatal de la
información hasta la protección de datos personales; muchas ve-
ces nos hemos enfrentado a propuestas que, de adaptarse, des-
naturalizarían Internet y la convertirían en una red de propósito
específico —y deficiente para otros— o en una Intranet, o en
una red “propietaria”. La Internet Society7 se ha preguntado qué
características fundamentales, derivadas de estos principios, son
esenciales para que Internet siga siendo Internet. Su lista es breve,
sólo 5 características:

1. Una infraestructura accesible con un protocolo común.


2. Una arquitectura abierta de componentes básicos intero-
perables y reutilizables.
3. Gestión descentralizada y un único sistema de enruta-
miento distribuido.
4. Identificadores globales comunes.
5. Una red de uso general y neutral respecto a tecnologías.

La ISOC ha desarrollado una “caja de herramientas” o


“toolkit” que permite hacer “evaluaciones de impacto de Inter-

7
Véase https://www.internetsociety.org/es/issues/internet-way-of-ne-
tworking/internet-impact-assessment-toolkit/

116
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

net” similares a las conocidas manifestaciones de impacto am-


biental o regulatorio, para determinar el efecto de diversas medi-
das, generalmente legislativas o regulatorias pero también a veces
operacionales o de negocios, sobre Internet y estas cinco carac-
terísticas. Al proceder así, se puede determinar, por ejemplo, que
el sistema de restricciones de acceso a la información en China
infringe los rubros 3 a 5; la legislación y prácticas violatorias de la
Neutralidad de la Red inciden en contra del 5; y así sucesivamente.

e. El marco de referencia 6F

En una investigación propia (Pisanty, 2020, pp. 91-102), en los


últimos años el autor de este texto ha desarrollado un marco de
referencia para la traslación de conductas y eventos entre el mun-
do en línea y el mundo fuera de línea, de tal manera que se recono-
cen, por un lado, las conductas y motivaciones humanas, sociales,
políticas y empresariales y, por otro, complementario, los efectos
de Internet. Ni se adopta un excepcionalismo de Internet ni se
adopta una actitud de “nada nuevo bajo el sol”; se reconoce por
ejemplo que en delito cibernético las motivaciones y modus operandi
esenciales son los mismos que en los delitos de fraude y suplan-
tación fuera de línea, tanto como se reconoce que la voluntad
de colaboración, la generosidad y el ánimo de compartir el saber
existente en las comunidades humanas es un motor de la Wikipe-
dia, y al mismo tiempo se da cuenta de los efectos disruptivos de
Internet sobre una y otra conductas.
El marco de referencia contempla seis factores para hacer
este mapeo, a saber:

1. Escalamiento masivo (incluye efectos de red y acelera-


ción de los tiempos de actividad y respuesta, es decir, la
“escala Internet”).
2. Identidad y anonimato.
3. Efectos transjurisdiccionales.
4. Abatimiento de barreras.

117
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

5. Reducción de fricción.
6. Memoria y olvido.

A través de este lente es posible analizar también el impacto


de diversas medidas aplicadas a Internet tanto en tiempos de paz
y con fines benéficos, como en tiempos de guerra, o con fines
maliciosos.
La “caja de herramientas” y el marco de referencia 6F se
pueden aplicar como cribas sucesivas para estos análisis. En esa
óptica, el lector podrá apreciar mejor las solicitudes hechas por el
gobierno de Ucrania y las respuestas que obtuvo de los organis-
mos relevantes, así como las medidas adoptadas por el gobierno
de la Federación Rusa y otros países para limitar la capacidad de
acción en Internet de sus adversarios y de terceros.

f. Las peticiones del gobierno de Ucrania

El 28 de febrero de 2022, apenas iniciadas las hostilidades, el go-


bierno de Ucrania solicitó a ICANN un conjunto de medidas para
aislar a Rusia de Internet,8 que incluyen revocar los nombres de
dominio .ru, su nombre de dominio internacionalizado (IDN) en
caracteres cirílicos, y .su (legado de la Unión Soviética); contribuir
a la revocación de sus certificados criptográficos; y apagar los ser-
vidores réplica de la raíz del DNS global ubicados en Moscú y en
San Petersburgo. Invocaba en particular la necesidad —incuestio-
nable— de asegurar el acceso de la población de Ucrania a infor-
mación veraz y confiable, y para ello contrarrestar las operaciones
de desinformación y propaganda del atacante.
Mediando apenas un día, el 2 de marzo, el director Gene-
ral de la ICANN, Göran Marby, respondía9 explicando que no

8
Cfr. https://www.icann.org/en/system/files/correspondence/fedo-
rov-to-marby-28feb22-en.pdf
9
Véase https://www.icann.org/en/system/files/correspondence/
marby-to-fedorov-02mar22-en.pdf

118
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

está en las facultades de la ICANN aplicar las medidas solicita-


das. La ICANN en tanto organización de coordinación técnica
está enfocada en mantener el alcance global de Internet, con res-
ponsabilidad específica para los identificadores como nombres de
dominio, direcciones IP y parámetros de protocolos. Cualquier
medida como las solicitadas produciría consecuencias no desea-
das, además de que no sería útil para aislar al gobierno del país
atacante ni, escasamente, para dificultar sus operaciones militares
y sus actividades civiles de propaganda y desinformación. El enfo-
que de la ICANN se ha centrado en mantener abiertos los canales
de comunicación globales y así evitar la fragmentación de Inter-
net. La expectativa puntual, en este caso, no sólo es mantenerlos
abiertos para Ucrania sino también para que en Rusia la población
pueda escuchar información y puntos de vista que no estén bajo
el férreo control de un gobierno en guerra y que domina un ex-
tenso aparato propagandístico.
Sin embargo, esto no significa que la ICANN se desenten-
diera del predicamento de Ucrania y su población. Unos días más
tarde, anunció que estaría redirigiendo un millón de dólares de su
presupuesto para aplicarlo en acciones que permitan garantizar la
conectividad a Internet en Ucrania.

g. La respuesta de la ISOC

La ISOC también recibió peticiones públicas de intervención para


aislar a Rusia, además de tomar nota de recomendaciones y peti-
ciones hechas en redes sociales. Siguiendo a éstas se pediría a las
plataformas impedir la transmisión de contenidos desde Rusia,
a los ISPs y operadores de redes modificar sus tablas de enru-
tamiento para bloquear direcciones IP de Rusia a través de los
anuncios del protocolo BGP (Border Gateway Protocol), e incluso
cortar físicamente los cables portadores de las comunicaciones ya
sea sobre la superficie terrestre o bajo el mar.
En respuesta, el Director General de la ISOC, Andrew Su-
llivan, previa consulta con su Consejo Directivo, emitió un comu-

119
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

nicado que deberá convertirse en una referencia a largo plazo. En


éste, explica que no hay una clara definición de qué es una “Inter-
net rusa” (o de otro país); que no debemos dar poder a quienes
odian Internet para manipularla y aislar a sus poblaciones; y que el
que grandes operadores empiecen a tomar decisiones sobre enru-
tamiento con base en consideraciones políticas abre las puertas a
la destrucción de la Internet globalmente interconectada.
Más cerca de los acontecimientos, la organización de Inter-
net para la asignación de identificadores en Europa, RIPE NCC,
expresó10 su convicción de que la meta principal es mantener In-
ternet abierta, y para ello resiste las solicitudes de intervención en
la asignación de direcciones IP que amenazarían la integridad del
registro de dichas direcciones, vital para mantener el enrutamien-
to y la trazabilidad en la red. Como la ICANN y como la ISOC,
la RIPE NCC subraya la importancia de las decisiones tomadas
mediante procesos multistakeholder.

h. Los bloqueos en una y otra dirección —la respuesta multis-


takeholder de Woodcock et al.—

La idea de imponer filtros y bloqueos al tráfico de Internet co-


rresponde a una más general, la de las sanciones internacionales.
Como es sabido, las sanciones tienen como objetivo debilitar a
una parte beligerante y dificultar su acción. Cuando se presume
que sólo una parte de ese país —por ejemplo, un gobierno o una
oligarquía— juega un papel asimétrico en los acontecimientos, las
sanciones pueden dirigirse a esas personas en particular.
Así, las sanciones que han sido impuestas a Rusia y actores
rusos durante esta guerra abarcan la venta de insumos de poten-
cial uso bélico, restricciones a los intercambios financieros, sus-
pensión de compras de productos rusos tan valiosos como el gas
natural, y restricciones a individuos, como la congelación de cuen-

10
Cfr. Hans-Peter Holen, https://labs.ripe.net/author/hans_petter_ho-
len/an-open-internet-remains-the-goal

120
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

tas bancarias y el decomiso de sus yates privados. Las sanciones en


esta filosofía buscan imponer un precio muy alto por continuar la
agresión, a la vez que procuran afectar lo menos posible a la po-
blación que pudiera estar en desacuerdo con el gobierno atacante.
En algunos países como Estados Unidos existen mecanis-
mos formales de sanción, como la Oficina de Control de Activos
Extranjeros (OFAC), que regulan minuciosamente los intercam-
bios permitidos con naciones o entidades sancionadas. En otros
casos, como el actual, se emiten sanciones por acuerdo de uno o
varios gobiernos y de organismos multilaterales.
Una parte activa de la comunidad Internet observó que ac-
ciones como las solicitadas por el gobierno de Ucrania serían de-
letéreos para la población tanto en Rusia como también en Ucra-
nia, y otras serían inefectivas. Otras acciones que pueden ayudar
a restaurar el balance a favor de la parte agredida son de grano
demasiado fino para los procesos multilaterales, y otras más están
expuestas a acusaciones de arbitrariedad.
Por ello, un grupo encabezado por William Woodcock, de
Packet Clearing House y en el que este autor participó, propuso
un mecanismo para generar sanciones propias de Internet, con
condiciones de debido proceso y legalidad, a partir de procesos
multistakeholder.11 Como se podrá apreciar a continuación, este
conjunto de medidas y criterios se inscribe en los marcos de re-
ferencia de la caja de herramientas de la ISOC y en el marco de
referencia de los factores 6F.
El grupo considera como principios:

1. Desconectar de Internet a toda la población de un país es


una sanción desproporcionada e inapropiada, ya que impi-
de el acceso a la información que podría llevarla a retirar su
apoyo a actos de guerra y les deja acceso limitado solamente
a la información que su gobierno decida proveerles.

11
Véase https://www.pch.net/resources/Papers/Multistakeholder-Im-
position-of-Internet-Sanctions.pdf

121
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

2. La efectividad de las sanciones debe ser evaluada en rela-


ción con metas predefinidas. Las sanciones inefectivas des-
perdician esfuerzo y fuerza de voluntad y no transmiten ni
unidad ni convicción.
3. Las sanciones deben ser enfocadas y precisas. Deben mi-
nimizar las consecuencias no intencionales y el daño co-
lateral. Las sanciones desproporcionadas o excesivamente
amplias pueden dañar y alienar poblaciones.
4. Las agencias militares y de propaganda son blancos po-
tenciales de sanciones.
5. Internet, por su naturaleza transnacional y su sistema de go-
bernanza multisectorial basado en consenso, no se presta fácil-
mente a la imposición de sanciones en conflictos nacionales.
6. Es inapropiado y contraproducente que los gobiernos
intenten obligar a los mecanismos de gobernanza de In-
ternet por fuera de los procesos multilaterales de toma de
decisiones de las propias comunidades.
7. Sin embargo, existen sanciones específicas, apropiadas y
efectivas que la comunidad de gobernanza de Internet podría
querer considerar, en el marco de sus procesos deliberativos.

A partir de estos principios, esta comunidad propone formar


un mecanismo multisectorial que pueda emitir recomendaciones
para el bloqueo de determinadas direcciones IP y nombres de do-
minio, y algunas otras medidas, siempre en procesos deliberativos,
de consenso, multisectoriales y democráticos. El grupo cita como
precedente la forma en que los operadores y sus agrupamientos
operan cotidianamente para combatir ataques informáticos, delitos
informáticos, y conductas como el “spam” y el “phishing”.
Los criterios con los que este documento analiza distintas
medidas son:

i. Efectividad —lograr un efecto deseado, por ejemplo, que


los mensajes de desinformación de una fuente no se pro-
paguen—.

122
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

ii. Selectividad —evitar efectos indeseados o contraprodu-


centes, por ejemplo, que las medidas tomadas para bloquear
una fuente de ataques cibernéticos también tengan como
efecto aislar de la información a una población—.
iii. Evasión —que evadir las medidas no sea fácil (o tenga
un costo desproporcionado)—.

i. Mantener conectada a Ucrania

La guerra en Ucrania tuvo consecuencias inmediatas sobre las co-


municaciones y el acceso a Internet. Como producto deliberado
de las acciones, o bien como efecto indirecto, fueron derrumba-
das torres y líneas de comunicación arriba de la superficie y daña-
dos gravemente cables, ductos, y equipos activos de fibra óptica
y cobre. Ataques de todo tipo y la cambiante necesidad de comu-
nicación en condiciones bélicas, de desabasto, de emergencia de
salud, y de defensa del territorio ponen a prueba y rebasan a veces
la capacidad instalada por los proveedores.
En respuesta, además de los apoyos de distintos gobiernos,
los técnicos y profesionales de las empresas e instituciones salieron
al campo a reparar la infraestructura, frecuentemente con riesgo para
sus vidas; han mantenido turnos de trabajo extendidos, y mantienen
la operación de centros de datos y servicios basados en Internet.
Entre muchas otras aportaciones, un grupo de voluntarios
constituido informalmente realizó una colecta para adquirir o reci-
bir en donación equipo de telecomunicaciones y de cómputo para
mantener activa la infraestructura de Internet y lo entregó el 14 de
abril de 2022,12 como parte de un esfuerzo más amplio de la alianza

12
Cfr. Jan Zorz, en Facebook, <iframesrc=”https://www.facebook.com/
plugins/post.php?href=https%3A%2F%2Fwww.facebook.com%2Fzor-
z42%2Fposts%2F10228403531296219&show_text=true&width=500”
width=”500” height=”819” style=”border:none;overflow:hidden” scro-
lling=”no” frameborder=”0” allowfullscreen=”true” allow=”autoplay; cli-
pboard-write; encrypted-media; picture-in-picture; web-share”></iframe>

123
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

global de operadores de redes, Global NOG Alliance, alrededor del


hashtag #KeepUkraineConnected. Una parte central de esta cam-
paña consiste en una base de datos de necesidades y ofertas de
equipo. Los envíos de equipo han incluido desde servidores hasta
herramientas de campo para reparar fibra óptica.
Esta respuesta ha dado una gran resiliencia a Ucrania; no uti-
lizo el término gratuitamente. Entre muchos ejemplos citaré tan
solo el de la agencia digital de Kiev, que ha modificado constante-
mente la “app” de la ciudad para responder a cambios drásticos en
las necesidades de los ciudadanos. En la misma app, cuyo destino
era facilitar el pago de los impuestos o los informes sobre baches
en las calles, ahora se localizan en tiempo real refugios antibombas,
albergues y transportes para personas cuyos hogares y centros de
trabajo han sido destruidos, y otras respuestas de vida o muerte a
la emergencia.
El 15 de abril de 2022 se dio a conocer una entrevista con
la Comisionada de Telecomunicaciones del regulador de teleco-
municaciones, espectro y servicio postal de Ucrania, Lilia Malon.13
Ella hace notar que las tropas rusas tienen como prioridad destruir
las torres de transmisión de televisión y las estaciones base de te-
lefonía celular. Hace un llamado urgente por donaciones y envíos
de equipo de telecomunicaciones, especialmente estaciones base
móviles, y subraya que si bien Ucrania está logrando, con grandes
dificultades, mantener comunicada a su población, ello es impo-
sible en las localidades ocupadas por el invasor, quien mantiene
incomunicada a la población por motivos militares directos y por
el interés en desmoralizar a una población de por sí afectada por
carencias de agua, alimentos, energía (incluyendo la vital calefac-
ción), servicios de salud y medicamentos.

13
Véase https://www.lightreading.com/opticalip-networks/ukraine-te-
lecom-commissioner-calls-for-more-support-against-russian-aggres-
sion/d/d-id/776813

124
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

j. ¿Qué mantener conectado en Rusia?

La comunidad Internet global ha insistido en evitar acciones que im-


pidan el acceso de los ciudadanos de todo el mundo a fuentes de
información y a los recursos en línea para realizar todas sus activida-
des. Mantener los flujos de información independiente y verificable
puede requerir, como se observa en el análisis de Woodcock et al. y en
otros, reducir el nivel de ruido mediante el filtrado y bloqueo de fuen-
tes que deliberadamente propagan desinformación y las que crean
miedo, incertidumbre y duda (FUD), o simplemente crean la impre-
sión de que la verdad no existe, que no hay fuente confiable alguna.
Las decisiones a este respecto deben partir de los contenidos
y las conductas, y ser compatibles con los criterios de escalabilidad,
gestión de la identidad, impacto transjurisdiccional, abatimiento de
barreras, reducción de fricción, y gestión de la memoria, así como
con el “toolkit” de impacto en Internet de la ISOC.
Más allá de las comunicaciones interpersonales, Internet jue-
ga un papel creciente en todas las infraestructuras, lo cual puede
dar lugar a eventos sorprendentes. En aras de la brevedad, citaré
sólo un incidente notable. Al amparo de tropas rusas, un grupo de
saqueadores tomó 27 tractores de la marca John Deere de una agencia
de ventas de esta compañía en Melitopol, Ucrania, y los trasladó a
Chechenia. Al enterarse de este evento, la empresa John Deere activó
una operación a través de Internet que inhabilita el software de con-
trol de los tractores, volviéndolos inutilizables. Como bien advierte
Cory Doctorow, las consecuencias de una operación de este tipo
para el uso civil en cualquier otro territorio son escalofriantes. Esta-
mos ante una medida basada en un poder profundamente asimétri-
co del fabricante, de baja fricción para el mismo y elevadas barreras
para el usuario, transjurisdiccional, y escalable.

k. Exención de sanciones para Internet

El 6 de abril de 2022 dos agrupaciones multilaterales, el Grupo


de los 7 (G7) y la Unión Europea, decidieron conjuntamente im-

125
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

poner a Rusia sanciones severas y costos inmediatos en respuesta


a la información relativa a las atrocidades cometidas en Bucha y
otras localidades. Entre éstos se encuentran medidas económicas
“devastadoras” sobre las finanzas, con efectos de extenso alcan-
ce sobre la capacidad económica de Rusia, sobre sus cadenas de
suministro, sobre sus dirigentes políticos y económicos, sobre su
economía en general y, lamentablemente sin duda, sobre la calidad
de vida de su población; con esto último se espera generar una
respuesta contra el gobierno, aunque ejemplos de décadas mues-
tran que se logra poco de este efecto corrosivo.
Sin embargo, hay que destacar que este paquete de sancio-
nes se acompaña de un compromiso enunciado en el sentido de
eximir a las actividades humanitarias y las esenciales relacionadas
que beneficien a las personas rusas y otras en el mundo, como
asegurar la disponibilidad de bienes esenciales para la agricultura
y la alimentación, acceso a medicamentos y habilitar servicios de
telecomunicaciones que permitan el flujo de información y acceso
a Internet para proveer acceso a perspectivas externas.
La declaración es enfática en que más allá de las palabras,
“cuando sea necesario, los departamentos y agencias [de Estados
Unidos] emitirán exenciones y reglas particulares para asegurar
que dicha actividad no sufra disrupciones”.
En respuesta, el 14 de abril, la Internet Society emitió un co-
municado que da la bienvenida a este compromiso de eximir de
las sanciones a los servicios de Internet y el flujo de información,
como una decisión que ayuda a evitar o al menos volver más lenta
la transición a la Splinternet, es decir, a la fragmentación de Inter-
net. El comunicado señala que la decisión también evita conse-
cuencias inimaginables y devastadoras a nivel mundial. Reconoce
que hay personas, en muchos países, preocupadas de que su país
podría ser el blanco de esfuerzos para desconectar a la población
de Internet, y convoca a todas las partes posibles, principalmente
gobiernos y empresas, a evitar decisiones que impidan el servicio
de Internet por motivos políticos. “Así como no permitiríamos
que las sanciones nieguen el acceso a insumos esenciales como

126
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

el agua, no podemos apoyar a las personas en tiempos de crisis


socavando una Internet segura y digna de confianza”.

6. Escenarios para después de la batalla

En el fragor de los acontecimientos, entre la “niebla de la gue-


rra”, es particularmente difícil hacer predicciones incluso para el
corto plazo. ¿Qué efectos duraderos tendrá este conflicto sobre
Internet? La respuesta en gran medida depende de la forma en
que evolucione el conflicto mismo. Entre otros escenarios, se per-
ciben la derrota de la invasión, con un retorno parcial al statu quo
ante en Ucrania y posibles turbulencias políticas en Rusia; éxito en
la invasión, cada vez menos probable, y en este caso dos escena-
rios plausibles: la implantación de un gobierno declarado como
ruso, es decir, una anexión, o bien la implantación de un gobierno
títere y la operación como un Estado satélite, similar a la situación
de algunos en Europa Oriental entre 1945 y 1989. Un tercer es-
cenario es la continuación, a muy largo plazo, del conflicto a bajo
nivel y fuera de las noticias.
La configuración de la geopolítica actual muestra que al me-
nos dos países que cuentan con significativas población e influen-
cia internacional, China e India, no están preparados para conde-
nar a la Federación Rusa y convertirla en un “Estado paria”, en
ninguno de los escenarios. Es posible que aprovechen los cambios
inducidos por la guerra para reafirmar sus posiciones en todos los
órdenes posibles.
Por otra parte, Estados Unidos ha iniciado una Declara-
ción para la Libertad en Internet a la que se han adherido aproxi-
madamente 60 países y podría sumar a algunas agrupaciones no
gubernamentales, sean éstas de negocios o de la sociedad civil.
Aparte de algunas generalidades en común con declaraciones de
años anteriores (de manera notable las de Hillary Clinton), destaca
en la Declaración el compromiso con los mecanismos “multistake-
holder” de gobernanza de Internet. La Declaración per se tendrá
efectos limitados, al ser producto de un agrupamiento de países

127
Internet y la guerra de Ucrania, 2022

y quedarse sin el respaldo de otros como México, además de no


ser vinculante, pero sí establece un “nosotros” ante un “ellos”, los
Estados cuya tendencia es la imposición de controles basados en
soberanía nacional como argumento, y el control del flujo de la
información como motivo.
En los próximos meses y años, los debates y propuestas de
organismos como la UIT reflejarán estas tendencias. La búsqueda
de espacios de poder abarcará las elecciones internas de directivos
y funcionarios y la conformación de bloques geopolíticos en bus-
ca de un mayor control estatal sobre Internet.
Las organizaciones y mecanismos “multistakeholder” estarán
bajo asedio, so pretextos como “déficit democrático”, “falta de
legitimidad”, “representación de intereses corporativos”, y otros.
Debemos fortalecerlos constantemente, asegurar que su legitimi-
dad ganada con base en efectividad y relevancia se afirme, y vol-
verlos cada vez más incluyentes.
El futuro de Internet se jugará así en múltiples planos. Ha-
gamos que ese futuro sea el de una Internet abierta a todos, de
alcance universal, que provea espacios de debate razonado y reso-
lución pacífica de las controversias. Está en manos de cada uno de
nosotros expresar nuestra voz e impulsar la actuación tanto de la
industria y la sociedad como el accionar internacional de nuestros
gobiernos para no destejer la red.

128
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

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130
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Soberanía y control del


ciberespacio ruso
Antulio Sánchez*

Historia y contrastes

En Rusia, Internet se ha desenvuelto en un entorno marcado por


candados y prohibiciones. El Kremlin ha aprovechado el contexto
del actual conflicto bélico con Ucrania, para radicalizar y acelerar
su política de aislamiento digital, la cual debería de culminar en
la conformación de una red soberana, autónoma de la red glo-
bal que es Internet. De darse ese paso, se podrían desencadenar
efectos severos para la libertad de expresión y el desarrollo de la
misma economía rusa.
Fue en la última década del siglo XX cuando llegó Internet
a la otrora Unión Soviética. Se dio en el contexto de la liberaliza-
ción política y económica que precedió a su caída. Académicos
e ingenieros empezaron a importar computadoras de Occidente
para conformar las primeras conexiones locales. La red llegó en

* Escritor y periodista. Licenciado en Sociología y maestro en Comu-


nicación. Ha formado parte de la dirección colegiada del Instituto de
Investigación y Desarrollo del Comercio Electrónico y, como investi-
gador, de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Ha labora-
do en la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, donde fue
Director de la Revista Topodrilo. Ha colaborado en distintos medios, pe-
riódicos y revistas, de circulación nacional. Es autor, entre otros, de los
libros Territorios virtuales. De internet hacia un nuevo concepto de la simulación y
La era de los efectos en Internet.

131
Soberanía y control del ciberespacio ruso

el contexto del Golpe de Agosto, el intento de golpe de Estado de


un sector de las fuerzas militares contra Mijaíl Gorvachov. De
inmediato, Internet sirvió para que sus usuarios intercambiaran
opiniones y datos sobre lo que pasaba, lo cual se dio de una mane-
ra completamente abierta que no tenía nada que ver con la prisión
informativa que se vivía en esa nación.
A lo largo del siglo XXI se fue desarrollando una cultura
digital, sostenida por foros de discusión, blogs, redes sociales, ser-
vicios de mensajería y sitios informativos. Así se afianzaron los
gigantes rusos de Internet como el buscador Yandex, la red social
Vkontakte (VK), Telegram en el campo de la mensajería personal,
Ozon una especie de Amazon y Avito un aglutinador de peque-
ñas empresas. Todos esos sitios conviven en la actualidad con los
gigantes de Internet, conocidos como GAMAM (Google, Apple,
Meta, Amazon y Microsoft) y otros titanes digitales más que son
de uso frecuente por parte de los usuarios rusos y occidentales.
Sin embargo, Internet en Rusia vive en permanente tensión
entre la cultura libertaria y la censura, que ahora se redobla con la
política de soberanía de la RuNet (o Internet rusa). Las libertades
digitales son valoradas como un factor de dinamismo económico,
los jóvenes rusos muestran un interés por el progreso técnico, las
fintech o la inteligencia artificial. Pero desde hace tiempo, se han
ido cercenando las libertades en el ciberespacio ruso. A pesar de
eso el 85 por ciento de la población (145 millones) está conecta-
da a Internet. El entorno de control informativo viene desde la
época de la Unión Soviética, cuando se idearon tecnologías de
vigilancia,1 heredadas y perfeccionadas por el Estado ruso.

1
La KGB diseñó desde la época de la Unión Soviética el sistema SORM
(Sistema para actividades de investigación operativa) (Soldatov y Boro-
gan, 2015), una caja o especie de modem, un sistema de espionaje que
registra conversaciones. En la actualidad, el sistema SORM se aplica
a Internet, es uno de los mecanismos de escucha más intrusivos del
planeta. Las cajas SORM son backdoors (puertas traseras), que tienen ins-
talado todos los ISPs (Proveedores de Servicio de Internet), lo mismo

132
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Con la invasión efectuada a Ucrania se han acentuado los


controles de Internet, cerrando sitios y endureciendo la publica-
ción de contenidos. A lo largo del siglo que corre, el ciberespacio
ruso ha sufrido cambios que han ido desde los controles estrictos
sobre contenidos publicados, hasta la idea de conformar una red
soberana que atraviese todo el aparato comunicativo y pretende
dar paso a RuNet, una red completamente desvinculada de Inter-
net. Con la invasión de Rusia a Ucrania, esa idea se ha acelerado
y acentuado la narrativa de una red soberana como un elemento
geoestratégico para el futuro de la nación rusa. Al mismo tiem-
po, las redes sociales occidentales se prohíben en Rusia, pero las
fuerzas policiales y los grupos pro Kremlin las usan para propagar
noticias falsas hacia Occidente.

Movimientos sociales y temores

Desde los movimientos sociales gestados con la Primavera Árabe


(2010-2011), que derivaron en el derrocamiento de diversos dicta-
dores (El Abidine Ben Ali en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto,
Alí Abdalá Salé en Yemen y Muamar al Gadafi en Libia) (Comune-
llo y Anzera, 2012), Putin pensó que Internet era usada por el go-
bierno estadunidense para generar las manifestaciones populares y
sus consecuentes alteraciones políticas. Para Putin, Internet es un
producto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas
en inglés),2 por lo que debían tomarse medidas para contrarrestar

intercepta llamadas de teléfonos fijos y celulares, que correos electróni-


cos, redes sociales, mensajes de texto y telefonía IP.
2
Un aspecto que siempre ha causado polémica es el nacimiento de In-
ternet, que fue financiada por el sector militar estadunidense, pero en
donde no tuvo nada que ver la CIA. Quien respaldó la investigación e
implementación de Arpanet, a la postre Internet, fue la Agencia de Pro-
yectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA), que es depen-
diente del Departamento de Defensa de Estados Unidos y es responsa-
ble del desarrollo de tecnologías emergentes para uso militar. Darpa es

133
Soberanía y control del ciberespacio ruso

eso, las cuales fueron en dos sentidos: por un lado, emprender ac-
ciones ciberterroristas que han convertido a Rusia en una poten-
cia en ese terreno;3 por otro, endurecer los mecanismos legales de
control de la circulación de contenidos en el ciberespacio ruso y
avanzar hacia la creación de una red rusa soberana.
La percepción de que las tecnologías digitales se usan como
armas contra Rusia desde el extranjero se incrementó en 2014, con
las llamadas revoluciones de colores en Kirguistán, Georgia y, so-
bre todo, la que llevó a la caída del gobierno de Víktor Yanukóvich
en Ucrania. Putin, y su séquito de silovikis argumentaron que detrás
de esas manifestaciones estaba el uso de Internet por fuerzas occi-

una maquinaria de producción de herramientas y tecnologías que con-


forman estados de cambio, que dan paso a cambios de paradigma. Dar-
pa no está libre de cuestionamientos porque varias de sus tecnologías
se crean con fines bélicos, aunque si bien algunas se usan en campos de
batalla o con fines militares, otras terminan siendo herramientas de uso
civil o llegan al campo civil después de ser usadas en campos de batalla.
Algunas de las tecnologías a las que han dado vida son: los receptores
del sistema de posicionamiento global o GPS, las pantallas de cristal
líquido, los microdiscos duros, los chips de computadora, el software
de reconocimiento de voz, los drones, la inteligencia artificial que está
detrás de sistemas como Siri o Cortana. En lo que respecta a Internet,
el financiamiento corrió a cargo del Departamento de Defensa, pero
en realidad quienes la hicieron fueron investigadores, muchos de ellos,
impregnados de la contracultura estadunidense, lo que se reflejó en su
arquitectura descentralizada y que ha sido un dolor de cabeza para mu-
chos gobiernos y cuerpos policiacos del planeta (Hafner, 1998; Turner,
1998; Bonvillian, 2019).
3
Rusia tiene ya larga experiencia en ataques cibernéticos, es una poten-
cia en ese campo. En su currículum está dejar fuera de servicio ban-
cos, deshabilitar infraestructura militar, poner fuera de circulación redes
eléctricas… Lo mismo ha intervenido en procesos electorales como los
dos recientes de Estados Unidos, como el referéndum del Brexit, pero
también ha puesto en jaque sistemas computacionales de países occi-
dentales o aquéllos que rechazan el manto protector de Rusia, como fue
el caso de Georgia en 2008 y Ucrania en 2014 (Shemákov, 2022a).

134
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

dentales, justificó un mayor control de la red y empezó a propalar la


idea de sustituir las tecnologías de la información y comunicación
(TIC) por productos locales. El Kremlin aprovechó las sanciones
tecnológicas de Estados Unidos y aliados para invocar la necesidad
de independencia tecnológica, ya que la infraestructura crítica de
Internet en Rusia estaba infiltrada, por lo que era necesario confor-
mar una red soberana, sin dependencias tecnológicas occidentales,
que operara sólo con equipos manufacturados localmente. El con-
cepto de una red soberana fue idea de Vladislav Surkov, el siloviki
y estratega que está detrás del concepto de “democracia soberana”,
quien la elaboró en su momento para que Rusia enfrentara las “re-
voluciones de colores” (Zygar, 2018).
Antes de eso, el Kremlin había visto a Internet como algo
benéfico para la economía rusa; de hecho, el gobierno financió e
implementó programas para construir infraestructura, aumentar
la digitalización del gobierno y apuntalar servicios en beneficio
público y el desarrollo económico. Pero a partir del tercer man-
dato de Putin, éste pasó de seducir a los gobiernos occidentales
a verlos como adversarios, e Internet empezó a ubicarse como
“amenaza” para la seguridad, la sociedad y el Estado mismo (Ko-
lozaridi y Shubenkova, 2016).
Desde 2012, cuando Putin vuelve a la presidencia, en me-
dio de intensas protestas, se da paso a una amplia legislación para
controlar Internet y restringir el libre acceso a la información.
Inicialmente, se conformó una lista negra de sitios prohibidos. La
autoridad encargada de supervisar eso, Roskomnadzor (RK),4 ac-
tualiza esa lista y ordena a los servicios de hosting eliminar los
contenidos y URLs con información no deseada. Si el sitio no

4
Roskomnadzor (RK), el organismo creado en 2008, se encarga de la
vigilancia de los medios de comunicación (medios masivos de comu-
nicación, Internet y telecomunicaciones), supervisa la aplicación de las
leyes en la materia, además de encargarse de la protección de datos per-
sonales. RK tiene un fuerte papel en el control de la circulación de con-
tenidos de Internet y es fuerte censor de la misma (Motsnyi, Igor 2021).

135
Soberanía y control del ciberespacio ruso

cumple, RK recurre a los proveedores de servicios de Internet


(ISPs) y les exige bloquear el acceso a dichos sitios.
La radicalización tuvo como refuerzo las revelaciones de
Edward Snowden de 2013 sobre el sistema de vigilancia estadu-
nidense, cuestión que llevó, también, a varios países occidentales
a tomar medidas para proteger los datos y el endurecimiento de
acciones contra los servicios de Internet.5 Rusia no solo invocó
la necesaria protección de la privacidad de los ciudadanos rusos,
sino que dio asilo a Snowden.6 Su postura fue alimentada por las
sanciones impuestas por la Unión Europea (UE) y Estados Uni-
dos tras la anexión de Crimea y la participación de Rusia en la
guerra en el este de Ucrania, que se dio de 2014 a 2015.
El Kremlin decidió cambiar de estrategia en el campo de la
información. Conformó un aparato legal para denegar el acceso a
sitios y reducir considerablemente la posibilidad de acceder a con-
tenidos censurados. Además, se propuso crear materiales compe-
titivos y hacer campañas de contrainformación para desacreditar a
los opositores (Deibert y Rohozinski, 2010); se trataba de difundir
las posturas de Rusia, pero también articular una estrategia infor-

5
La Unión Europea, por ejemplo, creó el Reglamento General de Pro-
tección de Datos (GD-PR) que entró en vigor en 2018 y estableció
reglas sobre cómo pueden transferirse los datos fuera de la Unión Eu-
ropea (UE) y el Espacio Económico Europeo (EEE).
6
Snowden ha tenido un papel lamentable. De haber sido un persona-
je alabado por desnudar las complicidades entre las grandes firmas de
Internet y la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, de la
violación sistemática de la privacidad de usuarios de Estados Unidos y
otros países, y de los mismos políticos de diversas naciones occiden-
tales, pasó a cobijarse en el gobierno ruso que ha sido uno de los que
más violan los derechos humanos y digitales de las personas. Snowden
terminó en una “cárcel” en Rusia, encerrado, sin tener una vida pública
y sirviendo de alguna manera a los fines propagandísticos del Kremlin
(Zolotov y Borogan, 2015).

136
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

mativa “alternativa”, por lo que aceitó sus maquinarias propagan-


dísticas con Russia Today (RT) y Sputnik News.7

Leyes y control de la información

Antes de lanzar su política de una Internet soberana, Rusia ha-


bía puesto en marcha una batería de leyes para controlar la libre
circulación de los mensajes en el ciberespacio; las legislaciones
lo mismo invocan protección de la juventud o de la niñez, que la
propiedad intelectual, pero en realidad se usan como mecanismos
de censura.

7
Ante la globalización de los contenidos que se intensificaron en el siglo
XXI, con el social media y el ensanchamiento de la televisión digital y
por cable a lo largo y ancho del planeta, Rusia decidió en 2012 entrar a
competir en el terreno del denominado Soft Power, generando sus pro-
pios productos culturales e informativos para incidir en el imaginario
colectivo de otras naciones. Se acudió a RT, que había sido lanzada en
2005, ya con Putin en el poder, para convertirla en una maquinaria de
propaganda y desinformación, poniendo en entredicho aspectos defen-
didos en las sociedades occidentales, que van desde los derechos huma-
nos, el derecho de las minorías y sus modelos de democracia. Esto se
complementó con Sputnik News, lanzada en 2014 para difundir noticias
en el extranjero (Groll, 2014). Ambos medios se vistieron o propaga-
ron como alternativos, anti mainstream uniendo propaganda, activismo
político y periodismo. Ambos medios se presentan como diferentes,
opuestos a la tendencia dominante del discurso público y los principales
medios de comunicación (Wagnsson, 2022). Tanto Sputnik News como
RT, tienen el objetivo de alcanzar a los sectores sociales que no compar-
ten las narrativas de los medios de Estados Unidos y de Europa, y que
consideran que los medios rusos ofrecen una postura alternativa. Los
dos medios aprovechan las expectativas no satisfechas de los ciudada-
nos, su malestar con los políticos occidentales, las molestias que hay con
la democracia, alimentando el sentimiento anti establishment que existe en
un sector social, promoviendo una narración en donde se favorecen de
forma directa o sutil los intereses políticos del Kremlin.

137
Soberanía y control del ciberespacio ruso

En 2012, se aprobó la Ley Federal 139-FZ que prohíbe la


pornografía infantil y establece una lista negra, supervisada por
RK, que bloquea cualquier medio que contenga contenido “ina-
propiado” y se oponga a su eliminación.
En 2013, se aprobó la Ley Federal FZ-398, que establece el
bloqueo de contenidos generadores de disturbios masivos, activi-
dades extremistas y participación en eventos públicos que violen
la norma. Ese mismo año se aprobó la FZ-187, denominada Ley
Antipiratería (Stadnik, 2021).
La ley FZ-241, sobre localización de almacenamiento y pro-
cesamiento de datos personales, entró en vigor en 2016 y llevó a
la cancelación de LinkedIn por negarse a transferir a Rusia sus
servidores, que contienen datos personales de ciudadanos rusos.
En 2018, se aprobó una ley que impone multas a los moto-
res de búsqueda que no se conecten al sistema de información del
Estado federal, que tiene una lista de recursos de Internet que de-
ben prohibir automáticamente en sus resultados de búsqueda. En
diciembre de ese año, Google, después de ser multada, comenzó
a eliminar los resultados de búsqueda de información prohibida
(Stadnik, 2019).
En 2019 entró en vigencia la Ley N90-FZ, “Sobre la intro-
ducción de cambios en la Ley Federal sobre las Comunicaciones y
sobre la información, las TIC y la protección de la información”,
conocida como la “Ley Soberana de Internet”. Oficialmente la ley
tiene el objetivo de proteger al país de los ciberataques (Markovski
y Trepykhalin, 2021). La ley establecía a los ISPs rusos la obliga-
ción de conectarse al Sistema de Nombres de Dominio (DNS)
nacional a partir del 1 de enero de 2021 o correr el riesgo de ser
desconectados de los puntos de intercambio de tráfico externo de
Rusia (Daucé y Musiani, 2021).
En 2020, apareció la denominada “Ley contra Apple”, que
obliga a los fabricantes y distribuidores de smartphones y dispo-
sitivos inteligentes en Rusia a precargar una gama de aplicaciones
de “manufactura rusa” (Musiani, 2019). Las empresas tecnológi-
cas están obligadas a preinstalar en celulares, tabletas, computado-

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El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

ras y televisiones Smart aplicaciones rusas. Entre las aplicaciones


precargadas están: buscadores como Yandex, redes sociales como
Odnoklassniki y VK, mensajerías instantáneas, servicios de mapas
y antivirus como Kaspersky, entre otros.8
Desde el 1 de septiembre de 2021, la ley 530FZ obliga a las
redes sociales a bloquear cualquier palabra obscena posteada. La
ley establece que cualquier plataforma con más de 500 mil visitan-
tes diarios es una “red social” y se agrega a un padrón, con lo cual
deben encontrar y eliminar contenido ilegal; no hacerlo implica
hacerse acreedor a multas severas.9
En diciembre de 2021, se fortificó el control de los gigantes
tecnológicos nacionales. La plataforma VK fue absorbida por el
gigante estatal Gazprom, de Yuri Kovalchuk, aliado cercano de
Putin.10 Al mismo tiempo, el Estado ruso tiene el control indirec-

8
Apple no preinstala ningún software que no sea suyo en sus dispositivos,
pero desde iOS 14.3 Apple ha cumplido con la norma rusa. La empresa
resultó tener suficiente flexibilidad con el Estado ruso para llegar a un
compromiso y sugerir a sus usuarios la instalación de aplicaciones rusas
en su iPhone o tableta (Stadnik, 2021).
9
Según el registro de Roskomnadzor, existen 13 empresas extranjeras
propietarias de 22 servicios y recursos de información que deben cum-
plir con esa ley, entre las cuales se encuentran Google, Meta (antes Fa-
cebook), Apple, Twitter, TikTok y Telegram. La ley entró en vigor a
partir del primer día de 2022 y en caso de incumplir las normas puede
restringir transferencias y pagos de dinero, ralentizar el tráfico local y el
bloqueo total del acceso al recurso en línea. Roskomnadzor tiene herra-
mientas adicionales diseñadas para obligar a dichas empresas a cooperar
y privar a los usuarios rusos del libre acceso a la información. Apple,
Twitter y otras empresas ya comenzaron a cumplir con la nueva ley y
registraron una cuenta personal en el sitio web de Roskomnadzor (Si-
vetec, 2021).
10
Si bien VK es una red social sui generis: por un lado, permite la difusión
de cualquier contenido que en Occidente estaría prohibido, por ejemplo
alentar las actitudes neonazis, pero al mismo tiempo están prohibidas
las críticas al régimen o condenar la guerra contra Ucrania.

139
Soberanía y control del ciberespacio ruso

to sobre las decisiones estratégicas del buscador ruso más impor-


tante, Yandex, registrado en Países Bajos.11
Las leyes enumeradas son engranajes esenciales para des-
plegar la Internet soberana rusa. El objetivo de las normas y de
la misma RuNet es: acotar la actividad de la oposición en las re-
des sociales y los servicios de interacción de las personas en el
ciberespacio. Se trata de disponer de herramientas que sofoquen
cualquier descontento social y/o protesta, sobre todo esto se ha
evidenciado en el contexto de la invasión a Ucrania. El Kremlin
aceita su marco legal que permite a las autoridades policiacas y
de seguridad expandir sus herramientas de censura tecnológica y
obligar a las empresas extranjeras de redes sociales a cooperar, o
expulsarlas del mercado ruso. Las empresas locales, que no quie-
ren cooperar con la censura, son presionadas para ser vendidas a
oligarcas rusos, esos que Carlos Taibo (2014) llama el capitalis-
mo mafioso que ha hecho millonarios al sector cercano a Putin y
se hace con las empresas tecnológicas locales y de comunicación
consideradas molestas. Al mismo tiempo, el gobierno tiene una
política de promoción para hacer que los ciudadanos usen servi-
cios rusos, completamente controlados por el gobierno.

El músculo de la censura

Ejemplo de la fuerza de la censura está en que, poco antes de las


elecciones a la Duma de septiembre de 2021, se persiguió sitios
11
Las autoridades rusas también se apropian de los proyectos más in-
novadores. Muchos medios de comunicación en línea se desarrollaron
a finales de la década de 2000, adquiriendo una visibilidad y autonomía
capaces de competir con la televisión, la prensa escrita y la radio. Des-
pués de las protestas de 2011/2012, el Kremlin fue tomando el control
despidiendo a los periodistas más críticos y sustituyéndolos por perso-
nas favorables al régimen. Este cambio editorial se realizó mantenien-
do los nombres existentes y sus diseños digitales. El discurso oficial se
introduce también en estos segmentos dando la apariencia de que son
medios alternativos.

140
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

web de la oposición, se bloquearon herramientas de elusión y las


diseñadas para duplicar sitios prohibidos y mantenerlos accesi-
bles. Sin causar efectos colaterales a la operación de Internet, RK
impidió el servicio de casi todas las plataformas asociadas con el
líder de la oposición Alexei Navalny, así como su sitio web espejo.
Además, bloqueó la conexión a seis proveedores de redes priva-
das virtuales (VPN) que permitían acceder a contenido prohibido
en Rusia; comenzó a bloquear con éxito el servicio de anonimato
digital Tor con el uso de tecnología DPI (Deep Packet Inspection)
(Stadnik, 2021).
Los gigantes de Internet de Estados Unidos nadan entre
dos aguas y se acoplan a las medidas legales establecidas por Ru-
sia, ya que no tienen interés en renunciar a ese mercado, pero al
mismo tiempo adoptan las medidas que les demanda Occidente,
como el retiro de servicios y aplicaciones desde que se dio la inva-
sión de Rusia a Ucrania.
En septiembre de 2021, durante las ya referidas elecciones a
la Duma, Google y Apple retiraron de sus tiendas una aplicación
creada por el equipo de Alexei Navalny. Google también bloqueó
el acceso a Google Docs y videos de YouTube publicados por el
equipo de Navalny que contenían la lista de candidatos para dicha
votación. Las autoridades rusas habían amenazado a las empresas
con enjuiciar penalmente a sus empleados si no cumplían con la
demanda de bloquear la aplicación. Además, Telegram cooperó
con el Kremlin bloqueando los bots que respaldaban a Navalny.

Guerra y ciberespacio

A partir de marzo de 2022, la batalla en los ciberespacios ruso


y ucraniano se ha intensificado. El acopio de tecnologías para la
guerra en el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania ha estado a la
orden del día. Uso de redes sociales, despliegue de bots, troleo,
deepfakes, noticias falsas, han sido parte del repertorio usado tanto
por rusos como ucranianos. El bloqueo impuesto por Rusia a re-
des sociales para impedir la circulación de contenidos contrarios

141
Soberanía y control del ciberespacio ruso

al Kremlin, no impide a un sector participar en las conversaciones


y apoyarse para tal fin en software de elusión.
Los servicios de Facebook o Twitter de la Unión Europea
han bloqueado el acceso a RT y Sputnik, aunque los usuarios ac-
ceden a tales contenidos por diversas vías. Lo mismo hace una
minoría en Rusia que franquea las taxativas impuestas por RK, al
acudir a servicios VPN o el navegador Tor y usar las redes socia-
les occidentales. El Kremlin ha desatado una campaña masiva de
troles, para hostigar y desinformar a los usuarios de redes sociales
de Occidente.
Por su parte, el gobierno de Ucrania pide a Meta, Twitter o
Google cancelar todo contenido de propaganda rusa. Por su parte
Telegram, muy popular tanto en Rusia como en Ucrania, sufre las
presiones y es el espacio ideal para dar paso a una guerra desinfor-
mativa (Satariano y Frenkel, 2022).
Hasta ahora, el ataque ruso al ciberespacio ucraniano se ha
centrado en puntos específicos, aunque en ciertos momentos se
han atacado instalaciones de medios convencionales, poniendo
fuera de circulación sus sitios. Se ha optado por atacar zonas es-
pecíficas pero sin dejar sin conexión a toda Ucrania.12 Un ejemplo
es Kherson, en donde las fuerzas rusas optaron por aislar a la

12
Dedicarse a atacar los sitios de ISPs y zonas nodales de conexión
a Internet en Ucrania es complicado. Esa nación, debido a la “desor-
denada” manera en que creció Internet, permitió la proliferación de
enlaces e ISPs, multiplicándose las redes y conformando una red muy
descentralizada. Sin embargo, eso no protege a la red de ser atacada,
ya que existen otros niveles que pueden ser afectados, el principal es
la infraestructura física —cables submarinos de fibra óptica y satéli-
tes— que transmiten los datos que alimentan computadoras y teléfonos
celulares. Su destrucción implica dejar sin servicio de Internet al país;
también se pueden atacar los protocolos de intercomunicación entre
equipos como el Sistema de nombres de dominio (DNS). Hasta ahora
las fuerzas rusas se han centrado en la última capa, en atacar los sitios
de Internet como Telegram, Facebook, etcétera, y los sitios locales de
Ucrania (Shemakov, 2022b).

142
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

población ucraniana de información occidental, intervinieron las


redes locales y aislaron a los usuarios de contenidos provenientes
de sitios occidentales (Netblocks, 2022).
Destruir toda la infraestructura de conexiones a Internet y
de telefonía celular de Ucrania, implicaría que las mismas fuerzas
militares rusas se quedaran sin la posibilidad de usar esos servicios
como un recurso de espionaje, además que las fuerzas rusas usan
las redes sociales como un medio para convencer a los ucranianos
de darle la espalda a su gobierno, de propalar la idea de las tenden-
cias neonazis del gobierno ucraniano y de su ejército.13
Para Ucrania la red es geoestratégica: es canal privilegiado
para informar y cohesionar a sus ciudadanos, para luchar con-
tra la información propagandística del Kremlin (Ricart, 2022). El
Servicio Estatal de Comunicaciones Especiales y Protección de la
Información de Ucrania ha elaborado planes y escenarios de con-
tingencia, que implican la limpieza de servidores en todo el país y
la transferencia de todos los datos confidenciales a Kiev. También
existe la opción de mover datos fuera del país, en caso de que las
tropas rusas obtengan el control de la capital (Diwakar, 2022).
Para el gobierno de Putin, la guerra contra Ucrania desde
la perspectiva de su política de Internet, es ideal para ir constru-
yendo en el imaginario ruso la idea de dar paso a una red desvin-

13
El recurso propagandístico de que el gobierno ucraniano es neonazi
data de hace algunos años, se usó en la llamada revolución naranja. Aun-
que su origen se remonta a unos años antes. Mikhail Zygar (2018), señala
que en 2007 los nacionalistas de Estonia presionaron a las autoridades de
ese país a que trasladaran un monumento del ejército rojo y los restos de
soldados soviéticos de una de las plazas centrales de Tallin a un cemen-
terio militar. Eso molestó a un sector de la población rusa de Estonia, de
la cual se hizo eco la televisión estatal rusa que comenzó a llamar a los
líderes de Estonia herederos de los nazis y establecer paralelismos entre
esos acontecimientos y la Segunda Guerra Mundial. Eso fue adoptado
de inmediato por Putin y a partir de ese momento lo ha usado como
muletilla para descalificar a opositores y fuerzas occidentales.

143
Soberanía y control del ciberespacio ruso

culada de Occidente, de aceitar su idea de conformación de una


red soberana.

Límites y realidades de una Internet soberana

Ante la presión que sufre el Kremlin por parte de diversos países


en esta guerra, Putin se ha decantado por redoblar el control en
el ciberespacio. Para el Kremlin, cualquier subversión real o ima-
ginaria facilitada por las TIC, hace peligrar el sistema de control
centralizado sobre la sociedad. Por eso, al poco tiempo de iniciar
la invasión a Ucrania, el gobierno canceló la operación de sitios
como Facebook, Instagram, Twitter y otros. Al mismo tiempo,
reforzó su idea de que geoestratégicamente es prioritario dar el
paso hacia la RuNet, de independizarse de Internet.
Una Internet Soberana y una soberanía tecnológica pasan
por alto que las nuevas tecnologías potencian el desarrollo econó-
mico y los negocios. En un cambiante entorno mundial, el lide-
razgo en tecnologías digitales es complicado que se alcance con
mecanismos cerrados, paradójicamente Rusia se propone alcanzar
pronto la autosuficiencia en hardware y software. Al mismo tiempo,
se propone lograr una competitividad internacional de sus TIC y
convertirse en una potencia tecnológica alternativa.
Rusia cuenta con especialistas en nuevas tecnologías com-
petentes, respaldados en una robusta tradición académica en inge-
niería y matemáticas, por lo que no es sorpresa que varias empre-
sas globales destacadas hayan surgido del talento ruso, ejemplo de
ello son: Nginx, Luxoft, JetBrains, Parallels y Telegram. Pero esas
firmas han decidido abandonar Rusia y franquear la vigilancia a
la cual se ven sometidas, han trasladado sus oficinas a Europa.14
14
En los últimos años, las sedes centrales de firmas globales como
Nginx, Luxoft, Parallels y Telegram, se ubicaron en el extranjero o in-
cluso han sido vendidas a empresas estadunidenses u occidentales. Un
caso destacado es el de Abbyy que transfirió los derechos a sus enti-
dades estadunidenses y las eliminó del Registro Unificado de Software
Ruso (Epifanova y Dietrich, 2022).

144
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Los objetivos trazados del gobierno, de lograr un mayor


porcentaje en las exportaciones rusas de alta tecnología, han deja-
do mucho que desear. En una década, de 2010-2020, habían gana-
do menos del 1 por ciento (Epifanova y Dietrich, 2022). Por eso,
la narrativa detrás de la soberanía tecnológica y digital es un me-
canismo de legitimación interna, de posicionamiento retórico del
régimen, más que muestra de un poder tecnológico alternativo.
La Ley de Internet Soberana contempla construir su propio
Sistema de Nombres de Dominio (DNS) e infraestructura admi-
nistrada por RK, como una alternativa a la que actualmente ges-
tiona a nivel mundial la Corporación Internacional para la Asig-
nación de Nombres y Números (ICANN). El DNS es la columna
vertebral de Internet y vincula nombres de dominio y los asocia
con direcciones IP.
Un DNS propio representa un gran reto técnico; ningún
país ha creado aún un sistema que pueda funcionar en paralelo
con el DNS mundial. El Kremlin considera necesario contar con
su propio DNS porque piensa que la ICANN es controlada por
Estados Unidos, que Rusia puede quedar aislada de Internet si
el gobierno estadunidense así lo decide.15 Pero, si crear un DNS
propio es difícil de lograr,16 independizarse tecnológicamente de

15
Desde que el Kremlin comenzó a criticar a la ICANN en 2012, Rusia
ha buscado independizarse y se ha inclinado por el control estatal del
DNS nacional. Eso es importante para Rusia no solo en el contexto de
la gobernanza de Internet en general, sino también para lograr un ma-
yor control sobre la información y mantener la estabilidad del régimen
(Stadnik, 2019).
16
En diciembre de 2019, Rusia afirmó que había probado con éxito el
desacoplamiento de la Internet global; operó sin necesidad de conectar-
se al resto del mundo a través de varios puntos públicos de intercambio
de datos de Internet. Se desconoce si esto es cierto, y si lo es el alcance
de esa medida. Lo cierto es que en lo que va de la guerra contra Ucrania,
los usuarios pueden seguir usando herramientas de elusión para conec-
tarse a sitios prohibidos (Stokel-Walker, 2022), y tal parece que su su-
puesta operación de desconexión fue más una cuestión de propaganda.

145
Soberanía y control del ciberespacio ruso

Occidente implica que Rusia cuente con equivalentes para toda


la tecnología extranjera que usa el gobierno y los usuarios rusos
en general. Necesitaría crear hardware, software y datos propios. De
hecho, Putin firmó un decreto que prohíbe a los organismos es-
tatales el uso de software extranjero en infraestructuras críticas a
partir del año 2025 (El País, 2022).
Lo que se propone efectuar Rusia, es un desafío imposible
de lograr a mediano plazo. Rusia depende de tecnologías extran-
jeras cruciales y las cadenas de suministro globales. Una sustitu-
ción forzada de importaciones de tecnologías, privilegiando un
exclusivo grupo de empresas locales, para crear mercados de TIC
artificiales, llevaría a la marginación de su sector de TIC y a un
rezago de su misma economía digital.
Incluso el objetivo de censurar globalmente la red rusa es
difícil que pueda imitar el control efectuado por China, que tiene
la vigilancia más severa de contenidos en el ciberespacio.17 Para
lograr ese control, China invierte grandes cantidades de dinero
en especialistas y tecnologías para actualizar constantemente la
eficacia del control informativo. Las autoridades chinas gastan 20
mil millones de dólares18 en equipos de telecomunicaciones para

17
Agradezco las precisiones de Alejandro Pisanty sobre la manera en
que opera la red en China.
18
China tiene un imponente cortafuegos que peina acuciosamente el
tráfico chino, solo se puede acceder a sitios que no están en la lista de
sitios bloqueados. Desde que Internet llegó en 1989, sólo se usó en si-
tios controlados por el gobierno. Hasta 1994 abrió el abanico de lugares
que podían tener conexión a Internet, pero desde ese momento definió
que el acceso del exterior a China y el acceso a sitios extranjeros sólo
podía darse por sólo cinco servidores, que permiten mediante tecno-
logías de identificación ubicados en los sitios de conexión domésticos,
públicos o de trabajo, tener un control de acceso de las personas y saber
lo que hacen en el ciberespacio. Mientras que en Rusia desde el inicio la
red tuvo, gracias a que los académicos fueron quienes la empezaron a
usar, diversos puntos de interconexión externa, amén de diversos ISPs
(Stokel-Walker, 2022).

146
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

mantener engrasado su mecanismo de censura (Stadnik y Stokel-


Walker, 2022).
Rusia es difícil que pase a generar su propio DNS y avanzar
en la sustitución de software y hardware, ya que eso implicaría dar paso
a un apagón de la red en todos los sentidos; empresas y ciudadanos
dependen de tecnologías y proveedores occidentales en varias áreas,
por lo que esa relación no puede finiquitarse de golpe, o por decre-
to, ya que afectaría a millones de rusos que usan en su vida diaria
tecnologías de las firmas occidentales, además que perturbaría eco-
nómicamente a las empresas que dependen de las mismas.
Posiblemente a mediano plazo veamos esfuerzos sólidos
para la consolidación de la RuNet, aislada de Internet, aunque
no es descartable que se pueda optar por fragmentar la red rusa,
dando paso a varias redes al interior del país, conformar lo que se
denomina “Splinternet”, (Mellor, 2022) de fragmentar la red na-
cional en varias (Pisanty, 2022). Lo que tampoco es algo sencillo,
porque implica adecuar la arquitectura de la red rusa.
Además, dar ese paso implicaría afectar al grueso de usua-
rios que tienen introyectado en su imaginario que las tecnologías
y sitios occidentales son de mejor calidad que los locales. Como el
sector juvenil, los menores de 25 años, que obtienen su informa-
ción de redes sociales, que dan la espalda a los sitios locales, que
son usuarios frecuentes de Instagram, Youtube, Snapshat, Tele-
gram e incluso TikTok. El grueso de jóvenes le da la espalda a las
recomendaciones patrióticas, incluso los jóvenes programadores e
ingenieros en sistemas están mucho más cercanos a Occidente.19

19
Programadores, ingenieros y especialistas en inteligencia artificial; su
interés está en trabajar en empresas occidentales. Varios especialistas
en nuevas tecnologías laboran con las firmas occidentales que operan
en Rusia, las usan como trampolín para irse a las oficinas de dichas fir-
mas en Occidente. Durante la invasión a Ucrania, miles de trabajadores
del sector de las telecomunicaciones abandonaron Rusia. Además, en
este momento muchas empresas rusas enfrentan un desabasto de re-
facciones computacionales, lo que no solo es provocado por los países

147
Soberanía y control del ciberespacio ruso

Por eso, es probable que todavía no estemos en situación de ver


que eso se haga realidad.
La tensión generada por la invasión de Rusia a Ucrania se
traducirá en lo inmediato en un control de las redes ucranianas
que serán bombardeadas con contenidos pro Kremlin, y el blo-
queo a usuarios de Ucrania para que no accedan a sitios y conteni-
dos de Occidente. Se dará una combinación de bloqueo, destruc-
ción y uso de las mismas redes sociales e Internet. Los usuarios
rusos sufrirán un mayor control informativo derivado de que se
ponen en marcha mecanismos para probar y perfeccionar sus tec-
nologías de separación digital de Internet,20 pero sin cancelar de
manera definitiva el acceso a la red global, ya que es la vía para
influir sobre los usuarios occidentales. Por su parte, los países oc-
cidentales articularán políticas21 para contrarrestar las acciones
rusas, y preservar el funcionamiento del ciberespacio de acuerdo

occidentales, sino también por China, que ha suspendido el envío de


suministros, ya que una parte de los componentes de sus equipos son de
fabricación o diseño estadunidense. China tiene su mayor mercado de
productos electrónicos en Occidente, es el maquilador por excelencia
de los productos de las GAMAM y otras grandes empresas de Occi-
dente, por lo que venderle refacciones y tecnologías a Rusia significaría
perder una fuente importante de sus ingresos (El País, 2022).
20
De hecho, Andrei Soldatov e Irina Borogan, estimaron que a fines de
2021 el Kremlin ya tenía la capacidad de controlar el 100 por ciento de
las comunicaciones móviles y el 73 por ciento del tráfico de Internet,
debido a las innovaciones tecnológicas desde que se adoptó la ley sobe-
rana de Internet (Flashpoint, 2022).
21
De hecho, diversos países, han firmado un documento (Declaration
for the Future of the Internet) que tiene el objetivo de fortalecer la
democracia en línea al acordar no socavar las elecciones mediante la
difusión de información errónea en línea, de usar la red para espiar
ilegalmente a los usuarios. A pesar de no ser jurídicamente vinculante,
el documento pretende ser una guía de actuación para los responsables
de las políticas públicas, así como para los ciudadanos, las empresas y
las organizaciones de la sociedad civil. Los países firmantes del docu-

148
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

con las perspectivas de las sociedades occidentales. Sin embargo,


la puesta en marcha de la RuNet y su idea de red soberana (y, so-
bre todo, si llega a tener éxito) se puede convertir en un ejemplo a
imitar por otros países que desde tiempo atrás tienen una relación
conflictiva con la libre circulación de información en diversos ser-
vicios y plataformas de Internet.

mento son: Estados Unidos, Reino Unido y la totalidad miembros de


la UE. Además, los signaron: Albania, Andorra, Argentina, Australia,
Cabo Verde, Canadá, Colombia, Costa Rica, República Dominicana,
Georgia, Islandia, Israel, Jamaica, Japón, Kenia, Kosovo, Maldivas, Islas
Marshall, Micronesia, Moldavia, Montenegro, Nueva Zelanda, Níger,
Macedonia del Norte, Palau, Perú, Senegal, Serbia, Taiwán, Trinidad y
Tobago, Ucrania y Uruguay (Bingley, 2022). Un problema de este docu-
mento es que sólo es signado por los gobiernos, olvidándose de otros
actores de relevancia para que esto funcione lo mejor posible: acadé-
micos, organizaciones civiles y empresas. Solo con la conjunción de las
múltiples partes interesadas en el desarrollo de Internet, es como esto
puede funcionar. Al mismo tiempo, el ejemplo de Rusia puede ser un
acicate para que diversas naciones refuercen su idea de que Internet sea
administrada por organismos como la Organización de Naciones Uni-
das (ONU) o la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT, por
sus siglas en inglés).

149
Soberanía y control del ciberespacio ruso

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152
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Sobre la guerra. Ucrania, la paz


y el futuro de la democracia
Rogelio Villarreal*

“La guerra es el infierno”. General William Tecumseh Sher-


man (1820–1891).

La guerra es el sino de la civilización, su motor y su freno. La


humanidad no ha conocido una era de paz. Siempre hay conflic-
tos armados en varias regiones del mundo. Guerras entre países
o entre facciones de un mismo país. Al tiempo que Rusia ataca
a Ucrania, hay fuego y sangre en Libia, en Siria, en Etiopía, en
Yemen… Terrorismo islámico en el Medio Oriente y en diversos
puntos del globo.
En el último año se produjeron varios golpes de Estado, la
mayoría en países africanos: en Chad, Guinea–Conakry, Mali, Ní-
ger y Sudán, además de en Myanmar (Ayuda en Conflicto, 2022).
Las guerras del siglo XX y las de todos los anteriores son incon-
tables. En la Guerra de las Galias de los romanos contra las tribus
galas (58–51 a.C.) murieron entre 400 mil y un millón de per-
sonas, y otro millón fueron esclavizadas (White, 2011); diversos
cálculos cuentan hasta 55 millones de personas muertas durante
la Segunda Guerra Mundial, entre soldados y civiles (Enciclopedia
del Holocausto, 2019). Hablamos de cientos de miles o millones

* R. Villarreal (Torreón, Coahuila., 1956) es periodista, editor y profesor


universitario. Es autor, entre otros libros, de El tamaño del ridículo (2009)
y de ¿Qué hace usted en un libro como éste? (2015). Dirige la revista digital
Replicante.

153
Sobre la guerra. Ucrania, la paz y el futuro de la democracia

de personas, es decir, de tragedias. No se trata solamente de cifras,


sino de acontecimientos que dejan una larga estela de dolor y des-
esperación. “Un muerto es una tragedia y un millón, una estadísti-
ca”, dice una frase que se atribuye a Stalin. Esto no debería ser así.
En México, en 2006, el entonces presidente Felipe Calderón
le declaró la guerra al crimen organizado y ahora éste mantiene
una guerra permanente contra el Estado, lo que ha causado la
muerte de 350,000 personas y más de 72,000 continúan desapa-
recidas, según cifras oficiales de enero de 2006 a mayo de 2021
(Pardo Veiras y Arredondo, 2021).
Hasta septiembre de 2021, había en el mundo 13,400 armas
nucleares, según la Organización de Naciones Unidas (ONU). El
22 de enero de ese año entró en vigor el Tratado sobre la Prohibi-
ción de las Armas Nucleares, y el 3 de febrero las Partes acordaron
prorrogar el Tratado entre los Estados Unidos de América y la
Federación de Rusia sobre medidas para una mayor reducción y
limitación de las armas estratégicas ofensivas (nuevo START: Stra-
tegic Arms Reduction Treaty) hasta el 4 de febrero de 2026 (Na-
ciones Unidas, 2021). Pese a ello, el presidente de Rusia, Vladimir
Putin, ordenó el 27 de febrero que las fuerzas de disuasión, que
incluyen armas nucleares, entraran en su máximo estado de alerta
(CNN, 2022). Según la Nuclear Threat Initiative, Rusia tiene 1,444
ojivas nucleares desplegadas, y si se cuentan también las ojivas no
desplegadas, almacenadas o que esperan su desmantelamiento, el
arsenal total llegaría a 6,370 armas (NTI, 2021). Después del colap-
so de la Unión Soviética, Ucrania tenía el tercer arsenal más grande
de armas nucleares, las cuales fueron devueltas a Rusia. En octubre
de 2021, el gobierno del presidente estadunidense Joe Biden reveló
las cifras del arsenal nuclear de su país: 3,750 ojivas nucleares y
otras dos mil a la espera de ser desmanteladas (CNN, 2022). Desde
1945, cuando Estados Unidos arrojó dos bombas atómicas sobre
Hiroshima y Nagasaki, se han detonado más de dos mil bombas
nucleares para probar su potencia. De éstas, más de la mitad han
sido realizadas por Estados Unidos (BBC Mundo, 2017). El 29 de
agosto de 1949, la Unión Soviética detonó con éxito su primera

154
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

bomba nuclear, la RDS–1, a la que siguieron otras dos en 1951.


Entre 1949 y 1990 la Unión Soviética hizo más de 900 pruebas nu-
cleares en varios tipos de ambientes: 216 pruebas en la atmósfera,
incluyendo cinco a una altitud de 50 km, 496 pruebas nucleares
subterráneas y tres pruebas submarinas (Nuclear Weapon Archive,
1997). El 9 de octubre de 2006, Corea del Norte anunció que había
detonado su primera bomba nuclear, otra más en mayo de 2009
y tres más en 2013, 2016 y 2017. La Agencia Central de Noticias
Coreana (KCNA) informó, en enero de 2022, de una “posible re-
anudación de las pruebas nucleares y de misiles de largo alcance”,
durante una reunión del buró político con el presidente Kim Jong
Un (Deutsche Welle, 2022).
A pesar del sombrío panorama, el número de conflictos ar-
mados desde finales de la Segunda Guerra Mundial ha disminui-
do, aunque han resurgido con más vigor otros fenómenos como
el racismo, la intolerancia y el fanatismo, los nacionalismos y los
fundamentalismos —además de la pobreza y las enfermedades—,
que con frecuencia provocan hechos de violencia —recuérdense
las sangrientas guerras yugoslavas, que se sucedieron entre 1991 y
2001, o las masacres contra los tutsis perpetradas por la etnia hutu,
dominante en Ruanda—. Pero, de acuerdo con Max Roser, quizá
haya una razón para ser optimistas. Con los datos que ha reunido
sobre conflictos bélicos desde el siglo XV hasta nuestros días, el
investigador de la Universidad de Oxford concluye que, aunque los
dos mayores picos de muertes registrados en el periodo sucedieron
en el siglo XX, desde entonces la cifra ha descendido (Roser et
al., 2016). El psicólogo canadiense Steven Pinker afirma que cada
vez mueren menos civiles y militares: la guerra cada vez es menos
rentable, no sólo en términos económicos sino también políticos,
pues adueñarse de un territorio ya no es tan relevante como lo era
hace doscientos años. El foco de conflicto se ha desplazado a otros
terrenos políticos, sobre todo en una economía global integrada
(Beauchamp, 2015). Aunque presidentes como Vladimir Putin (n.
1952) y organizaciones terroristas como el Estado Islámico pien-
sen otra cosa... es difícil creer que existe la posibilidad de un con-

155
Sobre la guerra. Ucrania, la paz y el futuro de la democracia

flicto mayor entre Rusia y la Organización del Tratado del Atlán-


tico Norte (OTAN), pero, por desgracia, no podemos descartarla.
Cuando Rusia se anexó Crimea el psicólogo Pinker respon-
dió a la pregunta de un periodista:

“—Rusia bajo Vladimir Putin parece ser una clara ex-


cepción a este patrón. Putin cree que librar una guerra
en Ucrania vale el costo de las sanciones internacio-
nales y el oprobio, sin mencionar las vidas perdidas.
¿Por qué cree que es así?
—Creo que ha habido un retroceso. Gorbachov lo
sintió claramente: por eso no llamó a los tanques
cuando cayó el Muro de Berlín. Obviamente quería
evitar enfrentamientos militares que resultarían en
cientos o miles de muertos. Putin definitivamente
está retrocediendo, y es sumamente explícito al res-
pecto. Da un gran valor a la recuperación de la gran-
deza nacional rusa. Ese es un valor que obviamen-
te puede estar reñido con la preservación de vidas”
(Beauchamp, 2015).

Pinker, al parecer, no consideró que todo lo que se ha


construido durante siglos de civilización puede destruirse en un
momento. Putin es un líder del pasado. Elegido por primera vez
como presidente en el año 2000, añora la gloria y la grandeza de
la antigua Rusia zarista y de la poderosa Unión Soviética, y su in-
fluencia en el mundo. La complejidad del gobierno y de la política
se simplifica cuando existe uno de esos especímenes, me dice un
amigo. Sobre su infancia y su vida escribe Vladimir Fédorovski,
exdiplomático y portavoz del Movimiento por las Reformas De-
mocráticas en los días finales de la Unión de Repúblicas Socialis-
tas Soviéticas (URSS):

“Es en esta dura atmósfera de posguerra, en una mise-


ria total, en la que se cría el joven Putin, en un aparta-

156
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

mento comunitario de 20 metros cuadrados situado en


uno de los barrios más desfavorecidos de la ciudad, y
sometido a las leyes de la calle, en la que hay que pelear
para sobrevivir. La manera que tiene hoy de responder
ojo por ojo en el ámbito internacional se remonta a esa
infancia, marcada por un agudo sentimiento de heroís-
mo nacionalista combinado con la rabia del chico que
quiere salir adelante” (Whittell, 2022).

Putin fue agente del antiguo Comité para la Seguridad del


Estado soviético (KGB) y es dueño de un ego que no conoce la
mesura. Diversos analistas ofrecen explicaciones sobre las razo-
nes de Putin para invadir Ucrania, y una de las más importantes es
su íntima necesidad de imponerse y de controlar un territorio que
considera parte de la mítica Gran Rusia. Putin es un líder que se
hace fotografiar mientras cabalga por las estepas del Asia central
con el torso desnudo, como un bragado cosaco que desafía al
mundo, en tanto reprime y castiga a los homosexuales, a la comu-
nidad LGBT+ —lo que ha llevado a personajes como Madonna y
Stephen Colbert a parodiarlo como un pintoresco ícono gay (Ver-
Tele, 2017; Markosmo, 2014)—, a las mujeres y a los periodistas
críticos en su país.
“Putin es un personaje complejo”, sigue Fédorovski. “Su
revancha social sobre sus orígenes obreros y campesinos la lleva
a cabo convirtiéndose en el jefe supremo del país con una misión
de grandeza histórica” (Whittell, 2022). En la KGB aprendió téc-
nicas de espionaje y de contraespionaje: información, cribado de
datos, eliminación del adversario con diversos métodos, a golpes
o envenenándolos... Su animadversión contra Occidente es bien
conocida. Ahí están los autores que lee y admira —Lev Gumilev
o Aleksander Dugin, por ejemplo—, esos que hablan del regreso
a una Gran Rusia, los sacrificios por esos ideales y la lucha contra
Occidente, una especie de nueva cruzada (Ortiz Redondo, 2018).
Esto parece darle más sentido a su forma de actuar: no es por él,
sino por la supervivencia de Rusia, sobre todo después de la im-

157
Sobre la guerra. Ucrania, la paz y el futuro de la democracia

plosión de la Unión Soviética, cuando Estados Unidos creyó que


vendría un nuevo siglo americano de influencia y expansión. La
internacionalista Brenda Estefan dice a este respecto:

“El Kremlin está actuando contra dos cronóme-


tros. El 9 de mayo Rusia conmemora la victoria en
la “Gran Guerra Patriótica”, fecha que Moscú marca
con la capitulación de la Alemania nazi ante la entra-
da del Ejército Rojo a Berlín (si bien la capitulación
se firmó el 8 de mayo a las 23:30 horas de Berlín,
ya era 9 de mayo en Moscú). Es un día importan-
te porque de alguna forma la propaganda rusa y el
mismo Putin, justifican la acción militar en Ucrania
presentándola como una suerte de continuación de
la Gran Guerra Patriótica y en esa fecha Putin dará
un discurso en el que querrá presentar una victoria en
Ucrania” (Estefan, 2022).

Durante poco más de dos décadas en el poder, Putin no


ha perdido la oportunidad de tratar de minar las democracias oc-
cidentales por medio de insidiosas campañas en las redes socio-
digitales con noticias falsas y teorías conspiratorias, y cultivó la
complicidad de los líderes de las dictaduras cubana, venezolana
y nicaragüense (Cabrera, 2022); en diversos medios se habló de la
cercanía de Donald Trump con el presidente ruso e incluso que
éste había interferido en las elecciones en las que aquél ganó la pre-
sidencia. “Un gran número de estadounidenses comparte nuestras
ideas de lo que debería ser el mundo”, dijo entonces Putin. Trump
fue criticado por no incluir a los miembros del gabinete en sus reu-
niones con el líder ruso, no informar a su propio equipo sobre sus
conversaciones y no emitir versiones escritas de éstas, una práctica
diplomática común antes de que aquel asumiera el cargo (Dön-
mez, et al., 2019). “En 2014, un cronista deportivo le preguntó a
Erik Trump cómo es que su familia pagaba tantos campos de golf
teniendo tan mal crédito, a lo que contestó: ‘Nosotros no usamos

158
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

bancos americanos, obtenemos todos los fondos que necesitamos


de Rusia’” (Garza, 2022). Otros dirigentes han expresado simpa-
tías por Putin, como Nigel Farage, iniciador de la campaña por el
Brexit, y hasta no hace mucho la excandidata francesa Marine Le
Pen. En México, parlamentarios del Partido del Trabajo y Morena
crearon un Grupo de Amistad México–Rusia, en tanto que el pre-
sidente López Obrador acusa a la prensa de “sesgada” y minimiza
el horror y la sangre. “El horror sembrado por Putin en Ucrania
está en todos los medios. Pero muy pocos están viendo el corro-
sivo veneno que, sin ser polonio o novichok, el Kremlin vierte día
a día en el alma de las naciones hasta ahora libres, incluyendo a la
nuestra” (Garza, 2022).
No hay duda. Putin tiene el síndrome de hubris (en griego
antiguo ὕβρις, hýbris). Hubris es un concepto que puede tradu-
cirse como desmesura del orgullo y la arrogancia.

“El síndrome de hubris es un trastorno psiquiátrico


que afecta a personas que ejercen el poder en cual-
quiera de sus formas y se ha descrito en muchos cam-
pos, desde la política a las finanzas. La ausencia de
humildad y empatía en su ejercicio puede hacer que
cualidades como la confianza y la seguridad en uno
mismo se transformen en soberbia, arrogancia y pre-
potencia características de la persona con ese síndro-
me” (González-García, 2019).

Los líderes autoritarios están al alza en el mundo, y al pa-


recer no pocos padecen también de este síndrome. Nacionalistas
y populistas de distinto signo piensan que la sociedad se divide
entre una élite y el pueblo, al que éstos dicen encarnar, y capi-
talizan a su favor el malestar y la indignación ciudadana frente a
la corrupción de los gobiernos anteriores y los altos niveles de
inseguridad en sus países. El diario inglés The Guardian encargó a
un grupo de politólogos coordinados por Kirk Hawkins, profesor
de la Universidad Brigham Young, la elaboración de un índice de

159
Sobre la guerra. Ucrania, la paz y el futuro de la democracia

populismo de acuerdo con la retórica expresada por diferentes


mandatarios. El equipo examinó discursos de 140 líderes que go-
bernaron en cuarenta países en los últimos veinte años, a los que
clasificaron con una escala de 0: no populista, a 2: muy populista.
Hugo Chávez, presidente de Venezuela entre 1999 y 2013,
tuvo un puntaje de 1.9; en segundo lugar, su sucesor, Nicolás Ma-
duro, con 1.6. El tercer puesto, con 1.5, lo ocuparon Evo Mora-
les (Bolivia) y Recep Erdogan (Turquía). Otros dirigentes en los
primeros lugares son Viktor Orban (Hungría), Silvio Berlusconi
(Italia), Donald Trump (Estados Unidos), Narendra Modi (India),
Jair Bolsonaro (Brasil) y el mexicano Andrés Manuel López Obra-
dor (Mizrahi, 2019). Al respecto Nicolás de Pedro, investigador
del Barcelona Centre for International Affairs, escribe:

“Putin es un referente para los populismos de dere-


chas a un lado y otro del Atlántico. Hace años ya, mu-
cho antes de la aparición política de Donald Trump,
que el ala más reaccionaria del Partido Republicano
––el Tea Party–– y grupos racistas de extrema derecha
estadounidenses muestran su admiración por el presi-
dente ruso. Durante la campaña presidencial Trump lo
presentó como un arquetipo de sus aspiraciones presi-
denciales. Algo parecido sucede con la mayor parte de
movimientos xenófobos europeos. Tanto el Front Na-
tional (FN) francés como la Alternative für Deutschland
(AfD) alemana o el United Kingdom Independence Party
(UKIP) británico parecen fascinados por la imagen
que proyecta ––y cultiva–– Putin de líder enérgico,
viril y tradicionalista. Por caminos distintos, partidos
como Syriza en Grecia, el Movimento 5 Stelle italia-
no o Podemos en España ––que cabe definir como
populistas de izquierda–– también muestran gran sin-
tonía con Moscú, aunque, en este caso, por supuestas
razones “geopolíticas”. Así, sus simpatías se decan-
tan por una suerte de “eje de la resistencia” ampliado

160
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

que incluye además de Rusia a países como Irán, Siria


o Venezuela aglutinados por su enfrentamiento con
Washington. En este contexto, cabe preguntarse por
la naturaleza del putinismo y por la posibilidad de in-
cardinarlo o no dentro de la marea populista en Euro-
pa” (de Pedro, 2017).

Para reforzar la legitimidad de su mandato, Putin cuenta


con el apoyo nacional-populista de una oposición leal de izquierda
y de derecha ––el Partido Comunista de la Federación Rusa y el
Partido Liberal Demócrata–– que agitan el espacio público con
soflamas demagógicas, pero no representan ningún desafío po-
lítico real ni cuestionan la figura del presidente (de Pedro, 2017).
El expresidente brasileño y ahora candidato de nuevo a la
presidencia Luiz Inácio Lula da Silva pretende aportar a la discu-
sión con una visión simplista:

“Los políticos cosechamos lo que sembramos. Si


siembro fraternidad, solidaridad, armonía, cosecharé
cosas buenas. Si siembro discordia, cosecharé quere-
llas. Putin no debería haber invadido Ucrania. Pero
no es sólo Putin el culpable. Los Estados Unidos y la
Unión Europea también son culpables. ¿Cuál fue el
motivo de la invasión de Ucrania? ¿OTAN? Enton-
ces Estados Unidos y Europa deberían haber dicho:
“Ucrania no se unirá a la OTAN”. Eso habría solu-
cionado el problema” (Nugent, 2022).

La democracia es ya una forma de gobierno minoritaria en el


mundo. El 70 por ciento de la población mundial, unos 5,400 mi-
llones de personas, vive hoy en dictaduras o con gobiernos autorita-
rios, según un reporte del Instituto V-Dem (2022). Es una regresión
democrática que nos ha llevado a los mismos niveles de 1989.
¿Es fascista Vladimir Putin? La pregunta es pertinente, pues
su régimen siempre ha sido autoritario, aunque, como escribe

161
Sobre la guerra. Ucrania, la paz y el futuro de la democracia

Francine Hirsch, académica visitante del Centro Davis para Estu-


dios Rusos y Euroasiáticos de la Universidad de Harvard, “desde la
brutal invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero algo ha cambiado.
Putin cerró por completo a la sociedad civil rusa y criminalizó la li-
bertad de expresión mientras lanzaba una campaña masiva de pro-
paganda y desinformación. Rusia se está convirtiendo rápidamente
en un estado totalitario. Las piezas están todas ahí” (Hirsch, 2022).
Con esta apreciación coincide Andrei Kolesnikov (2022), inves-
tigador del Carnegie Endowment for International Peace: “El llamado
público de Putin a una ‘autolimpieza’ de la sociedad es una práctica
totalitaria, más que autoritaria. También lo es dividir a la población
en ‘patriotas’ versus ‘traidores de la nación’ o en ‘quintacolumnis-
tas’”. Al respecto, la periodista rusa Olesya Zakharova escribe:

“La propaganda de Putin está batiendo récords de


efectividad. Monstruosidades y atrocidades, como un
ataque contra otro país, asesinatos, torturas, arrestos
por usar palabras específicas (a veces incluso una sola
palabra: “guerra”) y el odio incitado en la sociedad,
se presentan como la salvación de Rusia, y de hecho
la de todo el “mundo ruso”. Desafortunadamente, la
gente lo cree.
Todos los discursos de Putin representan una colec-
ción de recursos retóricos y discursivos que ya han
sido probados por otros dictadores (desde Hitler
hasta Gaddafi, Mubarak, Saddam Hussein y otros). A
pesar de su aparente diversidad, su lenguaje se reduce
a unas pocas técnicas lingüísticas recurrentes y muy
simples” (Zakharova, 2022).

Al hablar de fascismo, se alude por lo general a dictaduras de


derecha como las de Franco, Pinochet o Videla, pero en su estudio
de los extremismos políticos Seymour Martin Lipset (1981) des-
cribe otros movimientos que han sido clasificados como fascistas
debido a la “intención de mantener ciertos privilegios o posicio-

162
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

nes privilegiadas por medios autoritarios”, los cuales pueden ser


divididos en fascismos de izquierda, de centro y de derecha. Una
característica que comparten estos movimientos son las ideologías
particularistas, o intereses de grupo, y las nacionalistas, aunque di-
fieren en que unas tratan de “proteger la posición tradicional de
viejas elites (derecha)”; otras de “proteger los intereses de la ‘clase
media’ contra amenazas del Estado, de las grandes empresas y de
los sindicatos (centro)”, y otras más “apelan de manera populis-
ta a los sentimientos antielitistas de los marginados (izquierda)”.
No es difícil entender por qué el presidente ruso goza de amplias
simpatías en su país e incluso fuera de sus fronteras. En México
no es raro encontrar en las redes sociales frecuentes muestras de
simpatía por un líder al que todavía suponen continuador o here-
dero de la Unión Soviética y que en realidad combate al nazismo
en Ucrania...
La guerra que ha emprendido Putin contra Ucrania es salva-
je y viola todas las normas que se supone debe seguir un conflic-
to armado —y quizá no sea descabellado pensar que aprovechó
la coyuntura que le brindó la salida de Estados Unidos de Afga-
nistán para atacar al país vecino, hermano, de origen común—.
Bombardear indiscriminadamente objetivos civiles es una infamia,
un crimen de guerra: hospitales, escuelas, edificios habitacionales,
estaciones de trenes y autobuses, aeropuertos, fábricas; bloquear
los corredores humanitarios, asesinar a sangre fría a civiles desar-
mados ––y encima, negar que lo ha hecho y culpar de crear mon-
tajes mediáticos a Volodímir Zelenski––, además de los millones
de personas que han huido de Ucrania y los millones que lo han
perdido todo. No es una guerra convencional, es un ataque sádico
que dejará un enorme daño a Ucrania y a su población. Es difícil
prever cómo terminará, acaso Rusia termine por apropiarse de la
región histórica del Donbás —Donetsk y Lugansk—, y quizá sea
una victoria pírrica, pues el costo de la guerra será un precio altísi-
mo que pagará el pueblo ruso, y la reconstrucción de Ucrania será
una empresa descomunal. Rusia será un paria entre las naciones, y
las sanciones de Occidente seguirán vigentes largos años. El futuro

163
Sobre la guerra. Ucrania, la paz y el futuro de la democracia

de Putin es incierto, pero quizá la hubris lo orille a tomar decisio-


nes enloquecidas.
Muchas de las críticas más radicales a Occidente provienen
de intelectuales occidentales, cuyos dardos apuntan principalmen-
te a los países europeos y a Estados Unidos, al que aluden con
frecuencia como “el Imperio”. Para muchos de ellos Occidente,
capitalismo, libre mercado, imperialismo y neoliberalismo signifi-
can lo mismo, como puede leerse en artículos de Noam Chomsky
—quien se define como “socialista libertario”—, Naomi Klein —
que desconoce el rigor académico— o el neoestalinista lacaniano
Slavoj Zizek, pasando por algunas glorias de la academia, la política
y el periodismo locales que ensalzan libremente la violencia revolu-
cionaria. Infortunadamente, muchas críticas raras veces despliegan
opciones serias ante lo que llaman la decadencia, el declive o la
inminente desaparición del capitalismo. ¿Significan esas críticas a
Occidente que el Oriente es mejor o que puede haber una versión
mejor de Occidente? En algunos casos, la crítica se inclina por la
opción de un socialismo democrático o del “socialismo del siglo
XXI” de Nicolás Maduro y sus aliados en la región. También los
hay que defienden a estas alturas el totalitarismo de la dictadura
cubana, a pesar del desastre.
En el Occidente heredero de la Ilustración no todo marcha
como debiera, y la crítica consistente de sus aberraciones es hoy
más necesaria que nunca. La larga marcha de Occidente no ha
estado exenta de tropiezos, accidentes, desviaciones y retrocesos,
pero tampoco de grandes saltos cualitativos. Ha pasado por eras
oscuras —invasiones, colonialismo, explotación, guerras, terro-
rismo— y en ocasiones ha parecido que su final estaba cerca, la
última vez en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial,
cuando pudo haber triunfado una versión grotesca y terrorífica
de la cultura occidental: su negación. Marx decía que en el seno
de las sociedades surgen las contradicciones que llevarán a su
destrucción o a su transformación, lo cual es cierto en parte si
observamos los grandes cambios que se han producido en Occi-
dente en el curso de los siglos, pero se equivocó de cabo a rabo

164
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

al predecir el nacimiento del socialismo en las sociedades indus-


triales avanzadas.
En Occidente hay tendencias que se oponen a veces violen-
tamente, pero es ahí donde se han dado los pasos más trascenden-
tes de la humanidad: la democracia, la noción de igualdad, la tole-
rancia, la libertad, los derechos humanos, el avance de la ciencia y
la tecnología. Es esta tendencia la que debería fortalecerse. Hirsch
(2022) termina su artículo de esta manera:

“A medida que las instituciones rusas se alinean con


el régimen de Putin, prácticamente todas las ideas ex-
presadas en los medios rusos son ahora proyecciones
de una posición oficial. Los observadores occidenta-
les han preguntado si los expertos rusos que piden la
eliminación de Ucrania como nación y los académi-
cos rusos que presentan una agenda imperialista real-
mente están expresando las intenciones del Estado.
La respuesta es sí”.

Ucrania es apoyada por muchos países, que han enviado


armamento y asistencia, pero es urgente encontrar medidas para
evitar las guerras. “Está claro que artillería estadounidense y fran-
cesa, baterías de misiles eslovacos y británicos, tanques polacos
y alemanes, multiplican las capacidades del ejército ucraniano”,
dice Estefan (2022), aunque es necesario “impulsar la seguridad
económica: reducir la dependencia económica de los agresores y
crear vínculos comerciales, de inversión, científicos y tecnológicos
más fuertes entre aliados y socios”, dice Liz Truss, ministra de
Asuntos Exteriores de Reino Unido. “La guerra debería ser un
catalizador para reiniciar, remodelar y refundir una arquitectura de
seguridad global que le ha fallado a Ucrania”, dijo en un discurso
en la Mansion House de Londres, el 27 de abril. “La victoria de
Ucrania es un imperativo estratégico para todos nosotros”, “el G7
y sus socios deben mantener la presión sobre Rusia a través de
sanciones más severas, como cortar las importaciones de petróleo

165
Sobre la guerra. Ucrania, la paz y el futuro de la democracia

y gas de una vez por todas, proporcionar más ayuda militar, así
como apoyo humanitario continuo”. “Si Putin tiene éxito, habrá
una miseria incalculable en toda Europa y terribles consecuencias
en todo el mundo” (Truss, 2022).
Winston Churchill tenía razón: la democracia es el peor sis-
tema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han
inventado.

166
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

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de su participación con el rango de general en la Guerra Ci-
vil estadounidense (1861–1865); aunque recibió elogios por
su eficiente utilización de la estrategia militar, también fue
duramente cuestionado por su implacable política de tierra
arrasada que aplicó en la llamada guerra total contra el ene-
migo. Por esto se le ha llamado “el primer general moder-
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170
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Rusia y Ucrania: más allá


de la Guerra y la Paz
Felipe López Veneroni*

Quien crea que el conflicto entre Rusia y Ucrania se limita al en-


frentamiento entre estos dos países, o que su origen se reduce a
las ambiciones políticas de Vladimir Putin y su deseo de recuperar
territorios para Rusia, está dejando de lado una serie de elementos
de análisis que, si bien no justifican la agresión directa ordenada
por Putin en contra de Ucrania, sí permitirían relacionar esa ac-
ción con un sentido que trasciende la mera ambición personal. Sin
duda es uno de los conflictos que más ha llamado la atención de
los medios de información debido a los actores involucrados, la
zona en la que se desarrolla y el contexto histórico.
Considero que una lectura del conflicto amerita, cuando
menos, un doble acercamiento: el interno, que compete específi-
camente a la relación entre Rusia y Ucrania —relación de carácter
histórico y cultural que va mucho más atrás incluso de la era sovié-
tica— y el externo, es decir, aquellos otros actores políticos que sin
estar físicamente combatiendo sí están presentes en el conflicto
y que tienen una agenda específica. De otra parte, siguiendo la
tipología de la acción de Weber, me parece que no podemos dejar
de distinguir dos dimensiones que si bien se yuxtaponen empíri-
camente, tiene un gradiente interpretativo distinto: la dimensión

* Profesor-investigador titular de la Facultad de Ciencias Políticas y


Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, adscrito al
Centro de Estudios Teóricos y Multidisciplinarios en Ciencias Sociales.

171
Rusia y Ucrania: más allá de la Guerra y la Paz

ético-normativa y la dimensión práctico-instrumental, es decir, la


dimensión de la real politik.
En conjunto, estos cruces analíticos apuntan hacia una lec-
tura que, más allá de la condena o la justificación, tal vez permitan
un acercamiento analítico en el que están en juego, en primerí-
simo término, la población civil (sobre todo la de Ucrania, pero
también la de Rusia, es decir, las esposas, madres e hijos de los
soldados rusos) y en segundo término el de la configuración de un
nuevo orden político que, esencialmente, le apuesta a una visión
global sustentada en la supremacía de los modelos occidentales
sobre el resto del mundo.
En esencia, considero que si bien la invasión de Rusia a
Ucrania es, cuando menos cuestionable, ya que rompe con la idea
de la política y la diplomacia como los mecanismos ideales para
resolver los conflictos, también debe tomarse en cuenta la im-
prudencia política (¿inmadurez?) de un joven Presidente que ha
tomado—por cuenta propia o incitado a ello— una serie de de-
cisiones cuyas consecuencias eran previsibles, sobre todo a partir
del contexto de tensiones cada vez más aguda entre Rusia y Ucra-
nia desde 2014.
En este contexto, vale la pena recordar la perspicacia de
Winston Churchill cuando, al referirse no sólo a la Unión Sovié-
tica sino históricamente a Rusia, la definió como “Un acertijo en-
vuelto en un misterio dentro de un enigma”. Rusia, con China,
constituyen hoy dos Estados, que aun cuando juegan dentro del
marco de la economía capitalista, permanecen al margen de las
estructuras políticas que Occidente y, sobre todo Estados Uni-
dos (un actor importantísimo en este conflicto), consideran como
“modernidad democrática”.

La mirada interior: Rusia y Ucrania

La primera lectura que propongo tiene un carácter histórico y de-


mográfico complejo. Ucrania ha sido una nación que, si bien tiene
su propia lengua y, con ella, una identidad cultural definida, no ha

172
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

logrado constituirse propiamente dicho en un Estado, al menos


desde el siglo XII. Buena parte de su historia está relacionada con
ocupaciones o el sometimiento a otros países: Polonia, posterior-
mente Rusia e incluso bajo la égida del imperio austrohúngaro
(Wipedia,2022). Vivió una breve etapa independiente, entre 1917
y 1920, cuando al término de la Primera Guerra Mundial, con la
caída de los imperios ruso y austrohúngaro, se declaró una re-
pública independiente. No obstante, con la consolidación de la
revolución rusa se vio forzada a firmar un tratado con Moscú y
se convirtió en una de las repúblicas fundadoras de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Posteriormente, con la
disolución de la URSS, se reconoció la independencia de Ucrania
como un Estado libre y soberano, la que se constituyó como tal el
14 de agosto de 1991.
Sin embargo, la compleja relación que históricamente han
tenido Rusia y Ucrania permite comprender por qué cerca del 17
por ciento de la población de Ucrania (es decir, casi 9 millones) es
rusa o de origen ruso, la mayor parte de ella asentada al sur y sures-
te del país. Si bien minoría, se trata de una población que reclama
ciertos derechos y que, sobre todo a partir de la década de 1990,
se ha organizado en movimientos separatistas, llegando a declarar
repúblicas independientes como Crimea, Donetsk y Lugansk.
Buena parte de los medios occidentales han presentado la
narrativa que la invasión rusa a Ucrania se debe al interés de Putin
por reconquistar lo que fueron zonas estratégicas de la antigua
Unión Soviética y, de hecho, del viejo imperio ruso. En este con-
texto, Putin ha esgrimido dos argumentos: el de salvaguardar los
derechos y la integridad de la población rusa en Ucrania y el de
“desnazificar” al gobierno ucraniano.
Es frecuente escuchar que estos argumentos resultan pa-
radójicos, sobre todo porque el presidente de Ucrania y parte de
su gabinete es de origen judío. Pero, en realidad, ni siquiera el
propio Putin sostiene que el actual gobierno de Ucrania sea ideo-
lógicamente afín al nacionalsocialismo alemán o que implemente
políticas de esa naturaleza. Más bien lo que se cuestiona es que

173
Rusia y Ucrania: más allá de la Guerra y la Paz

el gobierno de Volodimir Zelenski ha sido omiso en atender y


contrarrestar el desarrollo de grupos ultranacionalistas en Ucra-
nia, los que sí han mostrado afinidad discursiva con el nacional
socialismo alemán y han llevado a cabo acciones en línea con
las formas en que actuaban los nazis; grupos que han hostigado,
agredido e incluso asesinado a la población ucraniana de origen
ruso, particularmente en la zona del sureste.
Estos grupos siguen existiendo y operando, pero, desde la
perspectiva de Moscú, el actual gobierno ucraniano (que llegó al
poder en 2019, luego de la deposición del presidente pro ruso
Yanukovich en 2014) no ha tomado las medidas suficientes cuan-
do menos para evitar que continúen hostigando y amenazando a
la población de origen ruso o pro rusa en Ucrania.Y, en efecto,
a lo largo de su historia moderna se han dado varios movimien-
tos nacionalistas en Ucrania, algunos de los cuales han mostrado
una cierta inclinación a la ultraderecha.1 Son estos movimientos
los que han sistemáticamente hostigado a los pobladores rusos o
de origen ruso. Estos enfrentamientos tuvieron un punto culmi-
nante en mayo de 2014, en Odesa, con un saldo de 48 muertes
de ciudadanos rusos que se hallaban refugiados en un edificio de
esa ciudad y que fue incendiado por los grupos ultranacionalistas
con bombas Molotov. Fue entonces cuando el gobierno de Putin
decidió anexar la península de Crimea que, previamente, se había
declarado república independiente de Ucrania.
Sin embargo, el argumento de la defensa de la integridad
de la población rusa en Ucrania o el interés por controlar ciertas
zonas del país difícilmente explicaría la decisión de Putin de lanzar
una ofensiva militar de gran escala. Se trata de una medida deses-
perada que sobre todo pone en riesgo la permanencia de Putin en

1
Incluso el sociólogo Zygmunt Bauman, de origen polaco pero que se
había refugiado en la URSS luego de la invasión nazi a Polonia, formó
parte de un cuerpo de inteligencia soviético destinado a detectar y anu-
lar movimientos nacionalistas ucranianos.

174
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

el poder, pero que también afecta y debilita la posición de Rusia


en el ámbito internacional.

La mirada exterior: la expansión de la OTAN y Rusia

El otro argumento que se ha manejado para explicar la medida bé-


lica de Rusia está ligada a la posibilidad de que Ucrania se incorpo-
re a la Comunidad Europea y, a través de ésta, eventualmente que
forme parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN), la que surgió como un mecanismo de alianzas militares
para contrarrestar la expansión de la Unión Soviética en Europa
del este, al término de la Segunda Guerra Mundial, y el desarrollo
de lo que se conoció como el Pacto de Varsovia.
Ucrania ha sido, lamentablemente, parte de esos países que,
en Europa,2 históricamente han sido utilizados como moneda de
cambio o tablero de juego entre las potencias europeas y, después
de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos. Ha sido el caso
de Polonia, de las antiguas Checoslovaquia y Yugoslavia y, en me-
nor medida, de Austria y de Hungría (sobre todo después de la
disolución del imperio austrohúngaro, al término de la Primera
Guerra Mundial).
Muy al principio del conflicto circularon varios memes y
tuits en los que se hacía referencia a que algunos estadunidenses
reconocían el derecho de Rusia a reclamar parte de un territorio
que había pertenecido al antiguo imperio ruso y a la antigua Unión
Soviética. Uno de estos memes advertía a quienes así pensaban
que, en ese caso, México también tendría el derecho a reclamar o
retomar por la fuerza parte de lo que fue su territorio hasta antes
de 1848. Incluso Putin mismo hizo alguna alusión al respecto,
pero en sentido contrario, es decir, argumentado que si un país no
tenía autoridad moral para reclamar la operación militar de Rusia

2
Subrayo lo europeo porque este ha sido el caso también en el Medio
Oriente, América Latina, África y Asia.

175
Rusia y Ucrania: más allá de la Guerra y la Paz

en Ucrania, era Estados Unidos, después de lo que había hecho


con México a mediados del siglo XIX (El Economista, 2022).
En realidad, el argumento de Putin tenía otro sentido:
¿cómo reaccionaría Estados Unidos si Rusia emplazara misiles en
Canadá o México? Aun cuando se trata de una pregunta retórica,
puede plantearse el problema de cómo habría reaccionado Estados
Unidos si en la década de los sesentas o setentas del siglo pasado,
en pleno uso de su soberanía, México o Canadá hubiesen pedido
formar parte del Pacto de Varsovia. Basta ver lo ocurrido en la
crisis de los misiles con Cuba, en 1962, para conocer la respuesta.
Insisto: ética y jurídicamente no se justifica la acción militar
directa del gobierno de Putin al posicionamiento de Zelenski en
cuanto al ingreso de Ucrania a la comunidad europea y, práctica-
mente por derivación, a formar parte de la OTAN. Pero desde la
perspectiva de la real politik era de esperarse la reacción rusa sobre
todo porque, en mayor o menor medida, tanto Estados Unidos
como varios países europeos han roto o dejado de observar cier-
tos acuerdos con Rusia luego de la disolución de la Unión Sovié-
tica, en el sentido de no expandir la presencia de la OTAN en
Europa Oriental.
Sin embargo, baste ver el mapa de esta expansión (Mapa 1)
para comprender la alarma de Rusia ante lo que ha sido una am-
pliación riesgosa de ese organismo en la zona.
Como puede verse, han sido 12 países los que han pasado a
formar parte de la OTAN después de 1997, de los cuales al menos
cuatro tienen frontera con Rusia y Bielorrusia: Estonia y Letonia
tienen frontera directa con Rusia, mientras que Lituania y Polonia
la tienen con Bielorrusia.
Considero que no se necesita gran perspicacia política para
entender que una nación como Rusia, con sus características y
complejidades particulares, tendría una reacción fuerte ante esta
expansión y que un líder como Putin tomaría medidas enérgicas
para oponerse a la posibilidad de que Ucrania, formando ya parte
de la Comunidad Europea, también fuese una cabeza de playa
para la expansión de la OTAN a las puertas mismas de Rusia.

176
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Mapa 1. Mapa de expansión de la OTAN

Fuente: https;//ww.bbc.com/mundo/noticias-internacio-
nal-60716688

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Rusia y Ucrania: más allá de la Guerra y la Paz

Las dimensiones yuxtapuestas

Comenté al principio que hay dos planos que inevitablemente se


yuxtaponen en este conflicto: el ético-normativo y el pragmáti-
co-político (o de la real politik). Es importante separarlos porque
empíricamente tienen implicaciones distintas. Desde el plano
ético-normativo, Ucrania tiene derecho —como cualquier otra
nación libre y soberana— de solicitar su incorporación a cual-
quier organismo internacional o bien de formar parte de cual-
quier mecanismo multilateral, ya sea de carácter económico, po-
lítico o militar. De hecho, Ucrania ha hecho dos solicitudes: para
incorporarse a la OTAN (2008) y para incorporarse a la Unión
Europea (2019-2022). En ese sentido, se trata de un país que está
ejerciendo libremente su soberanía y operando en función de lo
que su gobierno considera los mejores intereses para su comuni-
dad y territorio.
Visto desde esta perspectiva la acción militar rusa carece de
justificación y debe considerarse como un acto de agresión de un
país a otro. Independientemente de las razones originales que el
gobierno ruso ha expuesto para justificar lo que denomina “ope-
ración militar especial” (particularmente el alegato en el sentido
que busca desnazificar a Ucrania y salvaguardar la integridad de la
población rusa asentada en parte del territorio ucraniano), no hay
justificación legal, ética ni moral para sostener el uso de la fuerza
militar contra un país vecino.
Esta ha sido la lectura predominante en los medios de in-
formación y en los análisis desde el punto de vista occidental. Se
trata de una narrativa que toma los hechos y, de primera inten-
ción, sin ofrecer un análisis del contexto, se apresura a condenar
lo ocurrido y a inculpar al gobierno de Putin de lo que está acon-
teciendo, es decir, una acción unilateral por la fuerza en contra de
un acto soberano de Ucrania.
Pero el plano ético-normativo debe sopesar el hecho que
vivimos en una realidad política, en la que se ponen en juego una
diversidad de intereses de diverso tipo: económicos, geopolíticos

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El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

e incluso militares (i.e., seguridad nacional, salvaguarda de la sobe-


ranía). Con frecuencia, las presiones políticas, la tensión dinámica
en el juego de intereses y el cálculo racional de las condiciones
de posibilidad para llevar a cabo una determinada acción (anti-
cipando sus posibles consecuencias y costos) se superponen a la
dimensión puramente ética y normativa. Esa es, en muchos senti-
dos, la esencia de la política o, para ser más precisos, de la práctica
política. Aunque a nivel discursivo puede prevalecer la ética del
deber ser, a nivel de praxis resulta fundamental sopesar los ries-
gos, las implicaciones, los costos y las consecuencias de una toma
de decisiones, y sobre todo una, que, queriéndolo o no, involucra
de manera directa o indirecta a un país vecino.
Zelenski, como un actor central, debió al menos intuir que
la vecindad con Rusia requiere, a un tiempo, serenidad y madurez
políticas, es decir, que cualquier acción debe medirse en térmi-
nos de sus implicaciones respecto de sus países vecinos, sobre
todo tomando en cuenta la compleja posición de Rusia en el con-
texto europeo actual. Igualmente, Putin debió haber medido las
consecuencias. Pero Putin en este sentido tiene poco qué perder.
La imagen de Putin como un autócrata que se ha apropiado del
poder político en Rusia mediante una interminable serie de sub-
terfugios es algo que se ha sedimentado entre la opinión pública
occidental e, insisto, es parte de esa narrativa que la mayoría de los
medios occidentales han promovido.
Un ejemplo preciso de cómo la real politik se superpone
al plano ético normativo y, al mismo tiempo, de cómo ciertos
países son utilizados como moneda de cambio o tablero de juego
geopolítico, nos la da el terrible Pacto de Múnich, donde Ingla-
terra literalmente dejó a su suerte a la antigua Checoslovaquia,
al argumentar que al permitir que la Alemania de Hitler tomara
control de ese país (el argumento del pangermanismo), se había
logrado la paz con “honor”. No es, desde luego, el único caso.
Pero lo que interesa para los efectos de este argumento es que
el caso particular de Ucrania se presta a pensar en esos términos
desde una doble perspectiva:

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Rusia y Ucrania: más allá de la Guerra y la Paz

a) O Zelenski, a fin de cuentas, un político joven, con muy


poco tiempo en el poder, pensó que le podía ganar la par-
tida a Putin generando una situación en que prácticamente
obligara a la comunidad europea (y, por ende, a la OTAN) a
reconocerlo como país miembro, o bien
b) El gobierno de Estados Unidos, en alianza con los de al-
gunos países europeos, vieron la oportunidad de presionar
a Putin a tomar una medida desesperada (que seguramente
tendrá consecuencias políticas en Rusia), haciéndole creer a
Zelenski que sí se le aceptaría y que contaría con el apoyo
irrestricto de esos países en caso de que Rusia invadiera.

En ambos casos, sin embargo, lo último que realmente se


habría tomado en consideración es a la población civil, a la que
hoy se presenta como lo que realmente es: la víctima de un re-
juego político del que buena parte de los medios de información
occidentales (la BBC ha sido un poco más cautelosa), haciendo
eco del discurso de los Estados Unidos y de la Comunidad Eu-
ropea (Francia es una excepción), han querido culpar únicamente
a Putin y sus ambiciones geopolíticas. En última instancia, tan-
to Zelenski como Occidente debieron tomar en consideración el
pensamiento de Carl von Clausewitz en el sentido de que “La gue-
rra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instru-
mento político, una continuación de las relaciones políticas, una
gestión de las mismas por otros medios”.

Conclusiones

Hasta ahora, uno de los pocos análisis mesurados y realistas en


un medio de occidente, sobre lo que está ocurriendo entre Rusia
y Ucrania, se lo debemos a Ronald Suny (profesor de Historia y
Ciencia Política de la Universidad de Michigan), quien publicó un
magnífico texto en la revista The Conversation, el 28 de febrero de
2022. Señala Suny que varios analistas y diplomáticos estaduniden-
se habían advertido, desde mediados de la década de 1990, que la

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El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

política expansionista de la OTAN, promovida por el entonces pre-


sidente estadunidense William Clinton, traería a la larga consecuen-
cias negativas para la estabilidad política y la seguridad europeas.
Suny señala que el propio director de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) en el gobierno de Joe
Biden había ya comentado, cuando fue diplomático estaduniden-
se en Rusia, que la idea de expandir la presencia de la OTAN, más
allá de Alemania, era una política poco aconsejable dado el alto
riesgo que conllevaba:

“Entre otros, el director de la CIA de Biden, William


J. Burns, ha estado advirtiendo sobre el efecto pro-
vocador de la expansión de la OTAN en Rusia desde
1995. Fue entonces cuando Burns, entonces funcio-
nario político en la embajada de EE.UU. en Moscú,
informó a Washington que ‘la hostilidad hacia la tem-
prana expansión de la OTAN se siente casi univer-
salmente en todo el espectro político interno aquí’”
(Suny, 2022).

Y recalca:

“Cuando la administración del presidente William


Clinton tomó medidas para incluir a Polonia, Hun-
gría y la República Checa en la OTAN, Burns escri-
bió que la decisión fue ‘prematura en el mejor de los
casos e innecesariamente provocadora en el peor’”
(Suny, 2022).

De hecho:

“En junio de 1997, cincuenta destacados expertos en


política exterior firmaron una carta abierta a Clinton
en la que decían: ‘Creemos que el actual esfuerzo li-
derado por Estados Unidos para expandir la OTAN

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Rusia y Ucrania: más allá de la Guerra y la Paz

[…] es un error político de proporciones históricas


[que] perturbará la estabilidad europea’” (Suny, 2022).

Es importante recordar que Putin no llegó al poder en Ru-


sia —aunque era una figura política influyente en su país— sino
hasta 1999 (que fungió como Primer Ministro, cargo que ocupó
nuevamente de 2008 a 2012) y posteriormente ha ocupado la je-
fatura de Estado en dos ocasiones, de 2000 a 2008, y lo ocupa
ahora desde el 2012. El dato es importante porque fue justo en
2008 cuando Ucrania hizo por primera vez la solicitud de ingresar
formalmente a la OTAN.
Concluye el profesor Suny:

“Paradójicamente, la OTAN ha puesto en peligro a


pequeños países fronterizos con Rusia, como sucedió
con Georgia en 2008, que aspiran a unirse a la alianza.
Uno se pregunta, como lo hizo el diplomático esta-
dunidense George F. Kennan, el padre de la doctrina
de contención de la Guerra Fría que advirtió contra
la expansión de la OTAN en 1998, si el avance de esa
alianza hacia el este aumentó la seguridad de los esta-
dos europeos o los hizo más vulnerables” (Suny, 2022).

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El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Referencias bibliográficas

El Economista (2022). “Putin pregunta. ¿Qué pasaría si coloca-


ra misiles en México?”, en El Economista, disponible en ht-
tps://bit.ly/3L2YtDL
Suny, Ronald (2022). “Ukraine war follows decades of warnings
that NATO expansion into Eastern Europe could provoke
Russia”, en The Conversation, febrero 28, 2022, disponible
en https://theconversation.com/ukraine-war-follows-de-
cades-of-warnings-that-nato-expansion-into-eastern-euro-
pe-could-provoke-russia-177999
Wikipedia (2022). “Ucrania”, disponible en htps://es.wikipedia.
org/wiki/Ucrania

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Rusia y Ucrania: más allá de la Guerra y la Paz

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El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

El nuevo desorden mundial


Jorge Javier Romero Vadillo*

La invasión de Ucrania por Rusia, con su cauda de muerte, su-


frimiento y destrucción, ha despertado reacciones sorprendentes
entre buena parte de la izquierda mundial, la que se reclama ra-
dical y fundamentalista, la que sigue viendo con simpatía a los
escombros de la revolución cubana o que sigue considerando so-
cialismo del siglo XXI a la autocracia de Maduro en Venezuela.
En México, se trata de una visión predominante en el entorno de
Morena y el presidente López Obrador ha sido condescendiente
con esos sectores de su coalición con definiciones tibias y preten-
didamente neutrales frente a la agresión.
¿Cuáles son las raíces de esa visión del mundo que des-
de posiciones pretendidamente humanitarias se coloca de lado
del invasor y justifica una guerra inicua y cruel con característi-
cas decimonónicas o que recuerdan al delirio hitleriano en su ex-
pansionismo criminal? Sin duda, es necesario hacer un recorrido
histórico por la evolución de la forma en la que la izquierda ha
interpretado el mundo durante las últimas siete décadas para in-
tentar comprender el despropósito.
Mi generación, la de los nacidos en el momento más álgido
de la Guerra Fría, que paradójicamente se calentaría hasta niveles
infernales unos años después en las selvas y pantanos vietnamitas,

* Profesor-investigador Titular C, Departamento de Política y Cultura,


Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.

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El nuevo desorden mundial

creció con la idea de que existía algo llamado orden mundial, po-
larizado entre el mundo del libre mercado —con sus iniquidades e
inequidades, que vivía entonces su época de oro, con crecimiento
económico ingente y reducción sustancial de la desigualdad en los
países más desarrollados y derrama notable en nuestro entorno—
y el mundo comunista encabezado por la Unión Soviética —que
para algunos representaba una esperanza de redención, que lleva-
ría al pleno desarrollo de las capacidades humanas, pero eliminará
toda forma de opresión del hombre por el hombre (y, eventual-
mente, también la de la mujer por el hombre), mientras que para
otros no era sino el estadio superior de la servidumbre humana,
sin libertades, con los individuos sometidos a la voluntad general
encarnada en el Estado—.
Aquel pretendido orden no era tan ordenado y entre más
se alejaban los países de los polos, mayor era la incertidumbre, la
violencia y la miseria. Los procesos de descolonización habían
producido caos y guerras en la mayor parte de África y en muchas
zonas de Asia, en la periferia de la pugna central entre libre mer-
cado y comunismo. Si bien las dos potencias militares a la cabeza
de cada polo no se enfrentaban militarmente de manera violenta,
cientos de conflictos en el mundo ponían los muertos de la con-
frontación antes y después del infierno de Vietnam.
La polarización entre capitalismo y comunismo ocultaba
muchas otras contradicciones sociales, religiosas, étnicas y terri-
toriales. Toda lucha de liberación nacional podía ser subsumida al
conflicto fundamental entre imperialismo norteamericano y fu-
turo socialista. Con ese pretexto, la Unión Soviética propició el
ascenso de tiranuelos de aldea que se encumbraron como dictado-
res cleptócratas, mientras los Estados Unidos creaban sus propios
monstruos en nombre de la lucha contra el liberticidio comunista,
aunque los déspotas patrocinados por Washington fueran todo
menos liberales y asfixiaran con igual ahínco las libertades indivi-
duales y los derechos humanos.
La Unión Soviética real estaba muy lejos de ser el paraíso de
la igualdad y el progreso que imaginaban sus defensores en la le-

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El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

janía. En los Estados Unidos, mientras tanto, se libraba una cruda


batalla por los derechos civiles de los afrodescendientes y contra
la guerra de Vietnam en la que los gobiernos de Johnson y, sobre
todo, Nixon no se comportaron como adalides de la libertad y la
democracia. Ninguna de las dos potencias estaba cerca de ser el
paraíso terrenal, aunque no cabe duda de que en la comparación
entre la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) y su
esfera de dominio directo y los Estados Unidos y sus aliados desa-
rrollados, Occidente resultaba mucho menos opresivo que el to-
talitarismo soviético, aunque muchos no lo viéramos entonces así
y creyéramos en la imaginaria superioridad del modelo soviético.
Cuando le llegó al mundo capitalista la crisis económica, en
la década de 1970, el socialismo como proyecto con energía utópi-
ca tuvo un impulso notable. Vietnam había derrotado al Imperio,
las liberaciones nacionales de Angola, Mozambique o Zimbabue
eran encabezadas por movimientos que se decían marxistas-leni-
nistas y se acercaban a la Unión Soviética. En América Latina, las
revoluciones nicaragüense y salvadoreña le daban nuevo impulso
a la estrategia guerrillera de inspiración cubana. Muchos adoles-
centes de entonces nos conmovíamos con la lírica cubana y con
los cánticos revolucionarios centroamericanos y pensábamos con
ingenuidad que el futuro sería luminoso cuando triunfaran esos
movimientos y, a pesar de todo, seguíamos creyendo que la URSS
estaba del lado correcto de la historia.
Llegaron los ochenta y la idolatría por el mercado alcan-
zó niveles de fanatismo en nombre de la libertad, pero al mismo
tiempo los proyectos pretendidamente liberadores comenzaban a
mostrar su rostro siniestro. La revolución sandinista comenzaba a
podrirse y Cuba se convertía en potencia militarista en Angola, en
nombre de la solidaridad internacionalista. En África, las guerras
incesantes atribuidas a la sevicia imperialista en realidad no eran
otra cosa que una competencia cleptocrática por el botín de los
recursos naturales y las exiguas rentas de poblaciones famélicas, en
las que los señores de la guerra adoptaban la retórica de una u otra
potencia para conseguir su favor y su apoyo económico y militar.

187
El nuevo desorden mundial

Entonces, la URSS invadió Afganistán y mostró que el socia-


lismo y el internacionalismo, lo mismo que su simulada lucha por
la paz y la coexistencia pacífica, no eran sino disfraces para ocultar
su carácter igualmente imperialista y expansionista, en la trayectoria
heredada del zarismo. Mientras tanto, el cáncer del estancamiento
carcomía las entrañas del Estado soviético, sumergidas en la deca-
dencia y en un mar de corrupción, desconfianza y desengaño de
una población económicamente exhausta y asfixiada por la falta de
libertades. Cuando llegó la Perestroika, se hizo evidente que todo
había sido una puesta en escena para maquillar un gran fracaso.
Desde luego, atrás estaban los crímenes de Stalin y el Gulag,
el pasado de una ilusión, al que se refirió Furet (1995), pero la deca-
dencia de la URSS mostraba, además, que los pretendidos logros del
socialismo habían sido mero espejismo, que la capacidad tecnológica
tan adulada, que llevaba satélites al espacio y competía en la carrera
nuclear con los Estados Unidos no servía para proveer a los sovié-
ticos ni de pasta de dientes. Las reformas liberalizadoras de Gorba-
chov minaron con velocidad el sustento autoritario del régimen y la
crisis económica hizo insostenible la hegemonía soviética sobre su
área de dominio establecida después de la Segunda Guerra Mundial.
El verano de 1989 abrió la grieta que se convirtió en derrumbe en
el muro de Berlín en noviembre. En diciembre de ese año, vimos
el fusilamiento de Nicolae Ceausescu en vivo y a todo color, como
se decía en los viejos programas de la televisión mexicana. Solo dos
años más tarde, la patria del socialismo se había hecho añicos.
Entonces fue cuando Fukuyama (1989), se preguntó si ha-
bía llegado el fin de la historia en el sentido hegeliano, pues su
motor —el thimos, el deseo de reconocimiento— se había parali-
zado con la disolución del bloque comunista. En la nueva ilusión,
solo resultaba viable como opción de futuro la democracia liberal
y las ideologías habrían perdido sentido, reemplazadas por la eco-
nomía. El fin de la historia significaría el fin de las guerras y las
revoluciones sangrientas, los hombres verían satisfechas sus nece-
sidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar
sus vidas en ese tipo de batallas.

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El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Entonces, muchos nos pusimos a estudiar transiciones a la


democracia, como el horizonte de transformación política alcan-
zable a partir del cual se podrían construir las bases de la prosperi-
dad. La última década del siglo XX estuvo cargada de un optimis-
mo nutrido por el avance que parecía imparable de las sociedades
abiertas y por el crecimiento económico finisecular, que dejaba
atrás la crisis de la década de 1980.
Empero, el siglo XXI comenzó como un vendaval que arra-
saría pronto con los buenos augurios del cambio de milenio. Toda
ilusión sobre el avance imparable de las democracias liberales y la
extinción de las ideologías del reconocimiento se esfumó con la
eclosión del islamismo político y alentó el predominio de la idea
de orden por encima de la no intervención del Estado en la vida
privada (Przeworski, 1988) y el aumento de la tensión entre se-
guridad y libertades. Los múltiples descontentos provocados por
la crisis económica mundial que estalló en 2007, junto con los
temores surgidos en torno a las amenazas de violencia terrorista
llevaron al ascenso en muchas democracias avanzadas de expre-
siones populistas de izquierda y derecha, mientras que en las de-
mocracias más débiles, entre ellas algunas de las surgidas como
resultado del colapso del bloque soviético, comenzaron a avanzar
las llamadas “democracias iliberales”, que no son sino el rostro
contemporáneo del autoritarismo personalista de siempre.
Así, mi generación, que apostó fuertemente por la democra-
tización del mundo, ha sido testigo del surgimiento de una tercera
ola de autocratización (Lürmann y Lindberg, 2019), con líderes
demagogos proliferando por todas partes, con ropajes ideológi-
cos variopintos —unos de derecha dura, que ponen el énfasis en
la seguridad y la pureza de sus pueblos, otros pretendidamente de
izquierda, presentados como redentores del pueblo oprimido—,
pero que comparten su odio y desacato por las instituciones libe-
rales distintas a aquéllas que los llevaron al poder.
Con el ascenso de los nuevos autoritarismos y el miedo
azuzado desde el poder al terrorismo vinieron nuevas guerras y
confrontaciones que evidenciaron a las pretensiones de Fukuya-

189
El nuevo desorden mundial

ma tan ilusorias como las utopías que proliferaron durante el si-


glo pasado. La esperanza de que todo el antiguo bloque soviético
transitaría a la democracia se esfumó, mientras en todas las repú-
blicas ex soviéticas de Asia se consolidaban regímenes sultánicos
encabezados por antiguos líderes comunistas y en Europa Central
y del Este, después de un período de democratización, se abrían
paso los caudillos iliberales, incluso en países incorporados a la
Unión Europea, como Hungría y Polonia.
En Rusia, el avance democrático fue efímero. Pronto se
hizo evidente la dependencia de la trayectoria autocrática, igual
que cuando la utopía comunista se desvaneció aplastada por la pa-
ranoia asesina de Stalin. Las elecciones sirvieron para entronizar
a un nuevo hombre fuerte que reivindicaría la vocación imperial
de su historia patria.
Pero la Rusia postsoviética está lejos de ser la potencia que
presumía ser. Con una economía maltrecha, apenas mayor que la
de México, solo las armas atómicas acumuladas durante la época
de equilibrio catastrófico la hacen temible. China, la vecina con la
que ha tenido una relación alrevesada, hace mucho que la despla-
zó como polo de poder enfrentado a Occidente, con base en una
economía próspera y un fuerte desarrollo económico controlado
por una autocracia heredera del comunismo, pero que descubrió
las virtudes del mercado. En cambio, la potencia de antes se hun-
de en el lodo de un capitalismo salvaje e improductivo, extracti-
vista y oligárquico.
Vladimir Putin, el ex agente del Comité para la Seguridad
del Estado (KGB, por sus siglas en ruso), que comenzó su carrera
política como operador eficaz en el ayuntamiento de San Peters-
burgo y de manera sorpresiva accedió a la cúpula del poder tras
el retiro de Boris Yeltsin, poco a poco fue concentrando poder
autocrático manipulando las endebles instituciones democráticas
apenas cimentadas en las ruinas del derrumbe socialista. Pragmá-
tico, sin ideología clara en un principio, poco a poco comenzó a
sustentar su poder en una alianza con la iglesia ortodoxa y adoptó
lo más rancio del nacionalismo supremacista ruso como bandera.

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El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

En la mejor tradición de los bandidos estacionarios, ha usado la


fuerza del Estado como maquinaria de protección y extorsión de
los oligarcas rusos enriquecidos en el proceso que malbarató las
empresas estatales y aperturó al capital privado los recursos natu-
rales del país más extenso del planeta.
Nada emparienta ideológicamente a Putin con el viejo mito
soviético, más allá de la vocación autocrática de larga tradición en
la historia rusa. Sin embargo, a la luz de la inicua invasión a Ucra-
nia, se ha hecho evidente un extraño fenómeno de opinión en el
que la criminal acción rusa es justificada, mientras el país agredido
es considerado un simple títere de los intereses imperiales de Es-
tados Unidos y sus títeres europeos. El discurso del antiimperia-
lismo promovido por la antigua Unión Soviética a través de sus
redes de propaganda mundial logró un fuerte arraigo, al grado de
que actualmente beneficia a la Rusia expansionista de hoy.
En México, la manera en la que el entorno de Morena y de
Andrés Manuel López Obrador ha abordado la crisis, sin conde-
nar abiertamente la agresión rusa, es reflejo de los resabios del
mapa mental ideológico construido en la izquierda durante los
años de la guerra fría, en la que toda causa apoyada por los Es-
tados Unidos era vista como malévola, mientras que se le exten-
día el beneficio de la duda a las acciones provenientes del bloque
socialista. Estados Unidos como causante de todos los males del
mundo, sin ponderación alguna. Otra cara de la misma moneda es
la de presentar la indignación frente a la agresión perpetrada por
Putin como hipócrita, porque Estados Unidos ha agredido más o
porque Ucrania es un país europeo y blanco, que atrae más solida-
ridad que otros países bombardeados en África o Asia.
La blandengue posición del gobierno mexicano respecto a
la criminal agresión rusa quiere aparentar neutralidad e indepen-
dencia frente a la política norteamericana, pero resulta perversa,
pues alinea al país con los más execrables gobiernos de Latinoa-
mérica: Cuba, Venezuela y Nicaragua. No sorprende, ya que, en
su infinita simulación, López Obrador se ha congraciado con la
parte de la izquierda a la que le pasó de noche la caída del muro de

191
El nuevo desorden mundial

Berlín y que ha sido incapaz de tomar nota del desastre del régi-
men comunista en Cuba o de la deriva autoritaria de Nicaragua y
Venezuela, y sigue considerando progresistas a sus tiranías.
La invasión rusa a Ucrania ha mostrado la falta de autocrítica
en importantes sectores autonombrados de izquierda y su inca-
pacidad de analizar el mundo fuera de los esquemas mentales del
siglo XX, aunque el mundo de entonces ya no existe. La obnubi-
lación ideológica les impide valorar los hechos sin cartabones es-
quemáticos. No ven a Ucrania como una nación que busca romper
con la dominación secular rusa ni como una sociedad en proceso
de democratización que se quiere parecer a la Europa con dere-
chos sociales y no a la Rusia autoritaria de Putin. Tampoco son
capaces de entender que es en la Unión Europea donde hoy se re-
cogen de mejor manera las aspiraciones de justicia que se suponen
guían al pensamiento de izquierda, ni pueden terminar de enterrar
a la fallida izquierda comunista para volver los ojos al socialismo
democrático y sus relevantes avances en Europa occidental.
En todo el mundo quedan remanentes de esa herencia ideo-
lógica. Se trata de la pertinacia del desprecio de la democracia
liberal como mera democracia burguesa, que ha llevado a antiguos
militantes y a sus epígonos más jóvenes a justificar la deriva auto-
ritaria de líderes carismáticos que se presentan como salvadores
del pueblo bueno. En México, esa mentalidad está detrás del fana-
tismo por López Obrador y del desprecio por todo lo construido
durante la transición democrática de los veinte años anteriores al
triunfo del caudillo.
La tragedia humanitaria que está viviendo el pueblo ucra-
niano no mueve a esa pretendida izquierda al mínimo gesto de
solidaridad. En cambio, el agresor es visto con condescendencia
e incluso suelen reproducir las más burdas piezas de propaganda
rusa, que ha justificado la agresión como una acción legítima para
extirpar a los grupos neonazis que, según Putin, se han hecho con
el poder en Ucrania. También repiten la consigna según la cual
Occidente guardó silencio desde 2014 sobre los ataques ucrania-
nos a los autoproclamados independientes territorios de Donetsk

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El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

y Lugansk, como si no fuera la propia Rusia la que ha generado el


conflicto en ellos y como si no hubiese existido la anexión unila-
teral de la península de Crimea.
Lo curioso es la manera en la que se emparientan estas po-
siciones pretendidamente de izquierda con las de la extrema dere-
cha que ha salido en defensa del agresor y denuesta al agredido. Es
el caso de Francia, donde Jean-Luc Mélenchon, líder de la Francia
Insumisa, con una retórica cargada de demagogia populista, coin-
cide en su rusofilia con Marine Le Pen, la líder de la ultraderecha
nacionalista y eurófoba.
Los reflejos ideológicos con los que ha respondido la iz-
quierda nostálgica del comunismo a la agresión criminal de Rusia
contra Ucrania es una muestra de cómo también en el devenir de
las ideas existe dependencia de la trayectoria. Se trata de un mode-
lo mental construido sobre los cimientos de la tradición marxista
leninista de desprecio a la democracia liberal, y el antiimperialismo
que convirtió a los Estados Unidos en la fuente de todos los males
de la sociedad contemporánea. Todas las causas internacionales
apoyadas o defendidas por los Estados Unidos son sospechosas.
Aunque la URSS mostró un talante igual de opresivo y fue un gran
desastre social, en el imaginario de esa tradición Rusia es el here-
dero de la lucha contra la hegemonía norteamericana.
Se trata, desde luego, de una visión simplificadora que parte
de prejuicios fuertemente arraigados, donde las concreciones de
la realidad política y social son soslayadas cuando no coinciden
con el esquema maniqueo que la estructura. La moral que subya-
ce a esa ideología no coloca a la libertad y la ciencia en su base,
sino que se plantea como una fuerza redentora contra la opresión
exterior, de ahí que coincida con la idea de los conservadores que
ven en lo ajeno, representado por la inmigración, una amenaza al
orden primigenio.
El optimismo ilustrado, que aspiraba al avance de una moral
sustentada en el humanismo, la cultura, la ciencia, la democracia
representativa y la libertad, que guiara al desarrollo humano y sus-
tituyera a las religiones y a toda forma dogmática de moral, ha

193
El nuevo desorden mundial

resultado una ilusión racionalista que se enfrenta a la pertinacia


de las concepciones ideológicas construidas sobre las pulsiones
emocionales del rencor, la sospecha y el miedo. Ideologías que
el deseo de reconocimiento, el thimos, hace que sigan siendo un
motor central de la acción humana.
La invasión de Rusia a Ucrania ha sido una prueba más de
la fragilidad de la ilusión ilustrada que comenzó a abrirse paso
con los primeros avances de la ciencia hace quinientos años y que,
si bien ha generado niveles de crecimiento económico, desarro-
llo tecnológico y prosperidad nunca vistos antes en la historia,
también ha provocado las mayores catástrofes provocadas por
la humanidad misma. El despliegue de los mercados complejos,
producto del desarrollo institucional propio del Estado moderno
no ha sido suficiente para sustituir a la guerra, como pronosticaba
Benjamin Constant al principio del siglo XIX y creyó Fukuyama
ver realizado al final del siglo XXI.
Toda la tragedia humanitaria que esta guerra detestable ha
provocado, no parece, sin embargo, que vaya a abrir otra era de
confrontaciones motivadas por la expansión territorial de las po-
tencias militares. La derrota de Rusia parece más que probable,
pues sus acciones no han encontrado apoyo sustancial de otros
países con aspiraciones similares. Más allá de acciones meramente
simbólicas en el terreno diplomático por parte de China, no es
probable que aquel país ponga en riesgo su comercio con el res-
to del mundo, sustento de su poderío económico, por un vecino
con el que siempre ha tenido una relación conflictiva. Tampoco
es probable que los chinos aprovechen la invasión a Ucrania para
desatar su propio expansionismo y se decidan a una invasión a
Taiwan, que sin duda tendría una respuesta demoledora por parte
de los Estados Unidos.
A diferencia de lo ocurrido con la invasión alemana a Polo-
nia de 1939, que desató una reacción en cadena de proporciones
monstruosas, no se vislumbra en el futuro cercano un gran esta-
llido de proporciones globales, aunque Rusia ya esté amenazando
con la utilización de su arsenal nuclear. La posesión de armas ató-

194
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

micas blinda a Rusia de una represalia militar por parte de los Es-
tados Unidos o de Europa, pero no ha sido menor el impacto del
aislamiento económico al que se le ha sometido y es muy probable
que la guerra le acabe resultando contraproducente a Vladimir
Putin y sea la puntilla para su autocracia. De cualquier manera, la
incertidumbre es enorme y lo que es incontrovertible es que el or-
den mundial no ha alcanzado el nivel de desarrollo necesario para
que los crímenes de lesa humanidad sean detenidos y castigados.

195
El nuevo desorden mundial

Referencias bibliográficas

Fukuyama, Francis (1992). El fin de la historia y el último hombre,


Planeta, Barcelona.
Furet, François (1995). Le Passé d’une illusion. Essai sur l’idée commu-
niste au XXe siècle, Laffont/Calmann-Lévy, París.
Lührmann, Anna y Lindberg , Staffan (2019). “A third wave of
autocratization is here: what is new about it?”, disponible
en https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/13510
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Przeworski, Adan (1988). Capitalismo y socialdemocracia, Alianza,
Barcelona, 1988.

196
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

Rusia vs Ucrania, la alternativa


revolucionaria incierta
Daniel Adame Osorio*

En la obra de Guillermo O’Donnell Conclusiones tentativas, el pro-


ceso de transición es definido como el intervalo que va de un
cambio de régimen a otro. De ello inferimos que no necesaria-
mente se desemboca en un proceso de liberalización, entendido
por el mismo autor como la ampliación de las garantías, derechos
y libertades de los ciudadanos, y mucho menos en la democrati-
zación, con la entrega del poder a otro grupo pacíficamente, sin
necesidad de un derrocamiento.
El problema de estos tres procesos, el de transición, libera-
lización y democratización estriba en el hecho de que no existen
delimitaciones claras ni hay reglas específicas para su concreción.
Obedecen a los intereses de los actores políticos escudados en
aquellos a quienes dicen representar, definiéndose reglas emer-
gentes que no por fuerza tienen que ser ni desembocar en la de-
mocratización. Más aún: los riesgos de regresión autoritaria están
siempre latentes, en la lucha por acotar a los gobernantes auto-
ritarios que tienen poder discrecional, a fin de alcanzar mayores
garantías individuales y de grupos.
Condición indispensable para la liberalización es que tanto
actores políticos como sociedad crean en el proceso. En todo mo-

* Politólogo, académico y periodista. Obtuvo el Premio Nacional de


Periodismo. Es director editorial de Escenario Político, agencia de medios
de comunicación y análisis político (Facebook/Linkedin. Daniel Adame
Osorio; Twitter. Danieldao1).

197
Rusia vs Ucrania, la alternativa revolucionaria incierta

mento existe, lamentablemente, el riesgo de que sea abortado. Para


que prospere la liberalización, condiciones indispensables son la no
existencia de movimientos violentos, puesto que eso reduce sus po-
sibilidades. No obstante, consideramos que es muy difícil que un
régimen autoritario abdique o transfiera el poder si no se ve aco-
rralado a ello.
En todo caso, la transferencia del poder se realiza bajo el
control del Estado a una facción partidaria, o a opositores no
radicales, jamás —de preferencia— por derrocamiento o la entre-
ga a antagonistas radicales. Es de entenderse, por una parte, que
bajo estos términos el régimen autoritario saliente queda impune,
y por otra parte, que las sanciones a los dictadores y sus equipos
de gobierno desincentivan el traslado del poder.
O’Donnell plantea, también, que la democracia deriva en la
incertidumbre en el resultado de las elecciones, en las autoridades
que surgirán y en la forma de gobierno que adoptarán, precisa-
mente porque son competitivas. No obstante, eso no garantiza
que el ejercicio del poder ulterior no ceda a las tentaciones de
perpetuarse en él. Así, los procesos de socialización desembocan
en la democracia social y la democracia económica, con ciudada-
nos actores con derechos y obligaciones, así como con las mismas
oportunidades de acceso a bienes y servicios.
Por su parte, en su obra Perspectivas comparadas, Alfred Ste-
pan plantea ocho caminos para la redemocratización:

1. Restauración interna luego de una conquista externa, que


depende de si el régimen primitivo es culpable de la con-
quista, de que los partidos democráticos sean identificados
como colaboracionistas, de los movimientos de resistencia
que adquieren autoridad nacional y los cambios en la estruc-
tura social, económica y política del país. En las respuestas
NO a estos planteamientos, hay posibilidades de restaura-
ción y continuidad. En las respuestas SI, puede darse paso
a la reformulación interna o instauración desde el exterior.
2. Reformulación interna, al ser derrotado el invasor, ge-

198
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

neralmente a manos de otra fuerza externa, la restauración


será menos probable si las causas internas condujeron a ser
conquistados. Lo peor es que puede desembocar en guerra
civil entre los grupos rivales. Contiene más potencialidades
de inestabilidad política y que la redemocratización sólo sea
parcial, debido a la exclusión.
3. Instauración democrática controlada desde el exterior,
si bien consigue su objetivo, tiene como objeción que es
impuesto desde el extranjero. Entre sus bondades se cita la
capacidad de desmantelar instituciones militares y políticas.
El descrédito del régimen autoritario marcará el grado de
moderación de la sociedad con respecto al intervencionis-
mo extranjero.
4. Redemocratización iniciada en el seno de un régimen au-
toritario, que plantea numerosos riesgos, pues quienes de-
tentan el poder pueden arrepentirse de la liberalización, el
costo de tolerancia es mayor que el de la represión, generan
reglas para la salvaguarda de sus intereses, derivando en una
democracia limitada y el aparato de seguridad del régimen
intentará mantener intactas sus prerrogativas.

Existen varios subtipos:

a) Redemocratización iniciada por dirigentes políticos civi-


les o adaptados a la vida civil, que será posible conforme
aumenten las demandas socioeconómicas y políticas.
b) Las dudas sobre la legitimidad del régimen.
c) Las posibilidades de que quienes detentan el poder traten
de conservarlo, incluso en elecciones competitivas.

Y es que, aún con los civiles en el poder, son vulnerables a


un golpe militar.
En el subtipo b, con la redemocratización a cargo de los
militares, el proceso falla si éstos no encuentran las suficientes
ventajas para apartarse del poder. Intentarán proteger intereses

199
Rusia vs Ucrania, la alternativa revolucionaria incierta

corporativos contra gobiernos civiles o militares, e incluso inten-


tarán perpetuarse en el poder.

5. Supresión del régimen autoritario conducido por la so-


ciedad, tiene la particularidad de que no es guiado por los
partidos o coaliciones, tampoco por movimientos revolu-
cionarios. Se trata de protestas populares organizadas, huel-
gas generales, el retiro de apoyo al gobierno. Debido a la
desorganización, puede desembocar en otro gobierno au-
toritario o en una Junta Militar. Podría inferirse que están
condenados al fracaso, pero hay casos de éxito como en
Grecia, Turquía y Argentina.
6. Pacto partidario (con o sin elementos consociativos), se
trata de un gran pacto opositor que tiene por objetivo de-
rrocar al régimen y sentar las bases de uno nuevo de carác-
ter democrático. Se caracteriza por la apertura a las fuerzas
opositoras. Se basa en la erosión del régimen autoritario, la
fundación de reglas democráticas, compartir el gobierno,
instaurar el poder de veto mutuo y crear coaliciones. Entre
sus deficiencias encontramos que todo pacto no necesa-
riamente se mantiene y que además puede anularse, y que
motiva la exclusión de quienes no participan en él. Además,
demanda dirigentes con capacidad organizativa e ideológi-
ca, y la adhesión de los adeptos a los términos del pacto.
7. Rebelión violenta organizada, coordinada por partidos
democráticos reformistas, tiene como ventajas el hecho de
que es dirigida por los partidos que tienen rumbo y direc-
ción política permanente, de lo cual carece la sociedad. Pro-
viene de fuerzas aliadas democráticas y ofrece más posibili-
dades de un pacto partidario consociativo.

Entre sus desventajas figura que se mantiene el sistema ca-


pitalista internacional, que se recurre a los militares puesto que
los partidos socialdemócratas y demócratacristianos no tienen
tradición de violencia, y a final de cuentas, son precisamente los

200
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

militares los que fijan los límites a la afectación o respecto de


sus intereses.

8. Guerra revolucionaria conducida por los marxistas, ofre-


ce como atractivo que los cambios socioeconómicos no tar-
darán mucho ni se tiene que esperar a la siguiente elección
para concretarlos. Cuentan con ideología y una base social,
y podría dar cabida a los aspectos democráticos. Sin embar-
go, ya en el poder, hay sobradas muestras de que los gobier-
nos leninistas impiden la existencia de partidos, así como de
la diversidad y son nulas las posibilidades legítimas de llegar
al poder con el voto.

Se trata de los caminos a la democratización. Sin embargo,


hay que acotar que a nivel teórico este trabajo no analiza ni resuel-
ve todos los problemas derivados de cada uno de esos caminos.
Citemos algunos factores no suficientemente discutidos y
solucionados en estas teorías:

—No queda claro qué hacer con el régimen autoritario sa-


liente. ¿Conviene aplastarlo, mediante el encarcelamiento o
pena de muerte para evitar eventuales brotes de rebelión?
—La aplicación de la ley a los gobiernos autoritarios puede ser
utilizada como mecanismo de legitimación de un nuevo régi-
men de cara al pueblo, sediento de justicia, aunque quienes lle-
gan al poder también estén repitiendo un gobierno autoritario.
—Nada garantiza que la intervención extranjera en los pro-
cesos de transición desemboque en la democracia, o en un
gobierno sumiso a fuerzas externas.
—Los gobiernos extranjeros que intervienen en la redemo-
cratización no lo hacen por sus afanes libertarios, sino en
defensa de sus intereses.
—Las reformas al marco legal del país redemocratizado su-
pondrán el sometimiento de las mismas a la defensa de los
intereses extranjeros y hasta su expansión.

201
Rusia vs Ucrania, la alternativa revolucionaria incierta

—Los partidos políticos opositores bien pueden no encon-


trar incentivos para rebelarse si el gobierno autoritario tiene
para con ellos un trato preferencial y altamente remunerativo.
—La guerra revolucionaria es, en muchos casos, financiada
por gobiernos extranjeros, de ahí que necesariamente, al de-
berles su acceso al poder, de nueva cuenta se hallen procli-
ves a corresponder ampliando y defendiendo sus intereses
y hasta legalizando su injerencia en la toma de decisiones.

Ninguno de los caminos a la democracia y a la redemocrati-


zación es sencillo. Comparativamente y dependiendo del contexto
de cada nación, deben evaluarse ventajas y riesgos.
No obstante, invariablemente será preferible una transfe-
rencia pacífica y ordenada del poder sin represalias, que de in-
mediato genere leyes, garantías e instituciones fuertes, capaces de
ofrecer seguridad sobre la continuidad del nuevo régimen demo-
crático que, por desgracia, no ha sido el caso de Ucrania en el
contexto de su transición. Veamos:
Nos dice en su ensayo, Mira Milosevich:

“La Ucrania moderna fue creada en su totalidad por


Rusia o, para ser más precisos, por la Rusia bolchevi-
que, comunista. Este proceso comenzó prácticamen-
te justo después de la Revolución de 1917, y Lenin y
sus asociados lo hicieron de una manera extremada-
mente dura para Rusia, separando, cortando lo que
es históricamente tierra rusa. Nadie preguntó a los
millones de personas que vivían allí lo que pensaban.
Esta declaración de Vladimir Putin, realizada el 21 de
febrero de 2022, tres días antes de la invasión rusa a
Ucrania, así como otra anterior —“Estoy seguro de
que la verdadera soberanía de Ucrania solo es posible
en asociación con Rusia”— incluida en un artículo
por él firmado el 12 de julio de 2021, no solo prueban
que recurre a evidentes falsedades históricas para jus-

202
El Conflicto Rusia-Ucrania: geopolítica y guerra

tificar su guerra, negándose a reconocer que Ucrania


es un Estado independiente y soberano, sino que el
verdadero objetivo del proceso de reimperialización
iniciado con su llegada al poder en 2000 no es restau-
rar las fronteras de la Unión Soviética, sino las de la
Rusia zarista.
Putin no aspira a ser Lenin, sino a recuperar el legado
de los zares y la Rusia histórica, compuesta por Ros-
siya, Belarrossiya y Malorrossiya (Rusia, Bielorrusia y
Pequeña Rusia). El último de los tres nombres es el
que se le aplicó a Ucrania en torno a 1780 para refe-
rirse a las tierras de los cosacos; posteriormente, a fi-
nales del siglo XIX, se superpuso el nombre actual de
la república (que significa “tierra de frontera”), como
resultado del incremento de la conciencia nacional y
del uso del idioma ucraniano”.

Y agrega Milosevich:

“El mundo se ha espantado ante la brutalidad de la


guerra de Vladimir Putin, que éste sostiene haberse
visto “obligado a hacer”. Tal “obligación” es resulta-
do de la imposibilidad de sojuzgar a Ucrania median-
te métodos puramente intimidatorios. En las relacio-
nes entre Rusia y Ucrania, la historia se repite. Como
lo hizo Hitler en Mein Kampf, Putin ha anunciado
claramente sus intenciones: así, en la Conferencia de
Seguridad de Múnich de febrero de 2007 sostuvo que
la OTAN [Organización del Tratado del Atlántco
Norte] y Estados Unidos representaban la principal
amenaza para la seguridad nacional de Rusia”.

Desde entonces ha insistido en que no permitiría que Oc-


cidente traspasara la “línea roja” —léase, la entrada de Ucrania y
Georgia en la OTAN— y lo empezó a demostrar con sendas in-

203
Rusia vs Ucrania, la alternativa revolucionaria incierta

tervenciones militares en 2008 y 2014. Para Vladimir Putin, Ucra-


nia no existe como Estado soberano; tampoco los ucranianos
como nación. Puede que gane esta guerra, pero perderá todo lo
demás, y no recuperará lo que ya había perdido en 2013, durante
la Revolución de Maidán, cuando los ucranianos decidieron apos-
tar definitivamente por ser dueños de sus destinos.
De acuerdo a la teoría de la transición, siempre será prefe-
rible la continuidad de un régimen democrático para establecer
reglas comunes respetadas por todos y, sin embargo, la opción de
la alternativa revolucionaria es la única salida que se muestra en el
horizonte para la incertidumbre que priva alrededor de la invasión
de Rusia a Ucrania.
Una de las explicaciones por las que Rusia optó por una
transición desde una alternativa revolucionaria incierta, nos la
brinda Milosevich:

“La actual invasión rusa de Ucrania es la culminación


de un proceso, pero, sobre todo, del fracaso de la es-
trategia que definió Valeri Guerásimov, jefe de Esta-
do Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, cuando
afirmó que ‘las guerras que librará Rusia responderán
principalmente a una estrategia de influencia y no de
fuerza bruta’”.

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