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DEPARTAMENTO VI EDUCACIÓN

ESCUELA DE COMANDO Y ESTADO MAYOR


“MCAL. ANDRÉS DE SANTA CRUZ”
BOLIVIA

EL DETERMINANTE APOYO DE FUEGOS DE LA ARTILLERÍA EN


LA DEFENSA DE VILLA MONTES – FEBRERO DE 1935.

I.- INTRODUCCIÓN.

La Guerra del Chaco fue sin duda el mayor conflicto bélico desarrollado en el
territorio continental de América del Sur durante el Siglo XX, la cantidad de medios
humanos y materiales empeñados en los tres años del conflicto armado, significó
un titánico esfuerzo para Bolivia y el Paraguay, ambos países pondrían en el
Teatro de Operaciones del Chaco, a sus mejores armas y a sus mejores hombres;
el Comandante en Jefe del Ejército en Campaña, el General Enrique Peñaranda
junto a los principales líderes del Ejército Boliviano, habían decidido intercambiar
espacio por tiempo, para finales de 1934, todas las líneas del frente de combate
retrocedieron y se desprendieron rápidamente del contacto con las fuerzas
paraguayas, la hábil maniobra tenía varias finalidades, primero buscaba ganar
tiempo en espera de condiciones más favorables para emprender la ofensiva,
luego buscaba concentrar mayores fuerzas y medios para defender la plaza de
Villa Montes y finalmente buscaba obligar al enemigo a concentrar sus fuerzas
sobre este sector, que por su topografía ofrecía condiciones muy ventajosas para
la defensa; es así que nuestro Ejército a principios de 1935, concentró una gran
cantidad de pertrechos para defender Villa Montes, en ese histórico lugar se iba a
definir el destino de la guerra y de la patria; en este artículo queremos rendir
nuestro profundo homenaje de respeto y admiración a los valientes soldados de
artillería que combatieron en la Guerra del Chaco, específicamente describiremos
la actuación de la artillería boliviana durante la defensa de Villa Montes. Hasta ese
momento nunca antes en la historia del Ejército de Bolivia se habían reunido
tantos medios de artillería, su potencia fue arrolladora y determinante para el
desenlace de la batalla, la artillería que defendió Villa Montes brillo en su máximo
esplendor, fue en esa épica batalla en la que los decididos soldados artilleros se
pusieron al pie del cañón y desde sus posiciones defendieron denodadamente
nuestro suelo patrio y la tricolor boliviana.

II.- ANTECEDENTES.

En el campo atrincherado de Villa Montes los trabajos para consolidar las líneas
de defensa no habían cesado un minuto desde los primeros días de enero de
1935, el Comando Superior del Ejército en Campaña, había resuelto defender a
cualquier costo la plaza de Villa Montes –se vivía un difícil momento– el Ejército
Paraguayo había avanzado con un ímpetu casi incontenible por distintos frentes,
se tenían fuerzas paraguayas en actitud ofensiva combatiendo próximas a las
orillas del Río Parapetí en el Norte y también fuerzas enemigas combatiendo en
las orillas del Rio Pilcomayo en el Sur, el frente estaba sobre extendido y había
que defender cientos de kilómetros.
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La defensa de Villa Montes debía hacerse porque se trataba de un importante
objetivo político y militar para nuestro adversario, cuyo abandono habría
significado tal vez la conclusión de la guerra, pues habríamos entregado al
enemigo nuestro último bastión en el territorio chaqueño.

Cinco Divisiones de nuestro Ejército se dispondrían para la defensa, se tendría


una suficiente densidad de efectivos en la línea, potencia de fuego, reservas y
logística, como nunca antes en toda la campaña, se estrellarían y se desgastarían
allí las fuerzas paraguayas, que según todos los informes iban a tratar de poner fin
a la guerra con la toma de Villa Montes.

Las unidades de artillería habían sido reorganizadas, “…cada una de las cinco
Divisiones tuvo asignado en apoyo un Grupo de artillería, esta relación fue la
correcta para nuestra medida y también lo máximo que se podía dar…” 1, en efecto
casi toda la artillería boliviana fue concentrada para la defensa de Villa Montes.
Cada Grupo tuvo tres Baterías, cada Batería en promedio tenía cuatro piezas, en
total se disponían de un poco más de 50 cañones y obuses para apoyar toda la
defensa, la mayoría de nuestras piezas correspondían a los cañones Vickers de
75 mm. y obuses de 105 mm.

“…El Grupo N° 1, fue asignado a la Primera División, su Comandante fue el


Capitán Oscar Jara, como esta División tenía el sector defensivo próximo al río
Pilcomayo, una de sus baterías fue emplazada en la otra orilla para ganar la
posibilidad de realizar tiros directos.

El Grupo N° 3, en apoyo a la Tercera División, comandado por el Capitán José V.


Suarez.

El Grupo N° 4, en apoyo a la Cuarta División, en el Sub Sector Pilcomayo.

El Grupo N° 6, al mando del Capitán Ricardo Ríos Rosell, en apoyo a la Segunda


División de Caballería, en cuyo sector se desencadeno el ataque principal
paraguayo y se formó el bolsón de Caigua.

El Grupo N° 8, al mando del Capitán Antonio Seleme Vargas, en apoyo a la


Octava División.

Los Comandantes de las Baterías fueron profesionales de carrera, Tenientes y


Subtenientes del arma de Artillería sin excepción…”2

1
Gral. Lechín Suarez, (1988). La Batalla de Villa Montes, Volumen I, (pp. 416 - 417). Técnicos Editoriales
Asociados S.A.
2
Idem.
2

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“…Con la necesidad de manejar un criterio integrado para todos los medios y
Unidades de artillería durante la defensa de Villa Montes se designó como
Comandante de Artillería del Sector Sur, al Teniente Coronel José Rivera Lino…” 3

Las piezas de nuestra artillería se emplazaron entre 4.000 y 4.500 metros de la


línea principal de resistencia y considerando que se debería mantener un flujo
constante de amunicionamiento se construyó un camino troncal destinado
exclusivamente para el tránsito de municiones y material de artillería al que se
llamó “picada artillera”, este camino resulto ser de suma importancia durante la
batalla.

Con el fin de facilitar la puntería de las piezas y coordinar el fuego de estas, con
las necesidades de apoyo de la infantería, cerca de las líneas de trincheras, se
colocaron sólidas estacas, marcadas y numeradas, visibles para la infantería y
para los observadores adelantados de artillería, las estacas estaban ubicadas
cada 200 metros, a lo largo de toda la línea de trincheras, a cada una de estas
estacas se le asignó un código alfanumérico con lo que se facilitó la precisión de
los fuegos.

“…Los Oficiales de artillería prepararon sus cartas de tiro con la ubicación de las
piezas, puestos de observación, estacas, puntos de referencia, blancos probables,
etc. Con ellas prepararon con anticipación todos los elementos de tiro necesarios y
aún pudieron hacer prácticas de ajuste o reglaje con bastante anticipación…”4

“…Esta minuciosa organización de abajo arriba, de la pieza y el observador al


conjunto, originó la posibilidad de que el mando pueda realizar, por primera vez en
la guerra, la maniobra de fuegos de artillería. Es decir, que el mando Divisionario y
aún el del Cuerpo de Ejército pudieran disponer de que dos, tres, o más baterías,
concentraran sus fuegos simultáneamente sobre un mismo objetivo...” 5, formando
así una verdadera cortina de fuego.

“…Eventualmente, la práctica nunca imaginada que llegaron a tener los soldados


sirvientes de las piezas, los sargentos, suboficiales y oficiales fue tal, que
automatizaron los procesos de puntería y respondían a los pedidos de fuego de
artillería casi instantáneamente, incluso durante la noche…”6

El cuadro de efectivos de personal del Sector Sur, nos muestra que en total para
la defensa de Villa Montes estuvieron bajo las órdenes del Coronel Bernardino
Bilbao Rioja, 27.872 hombres de las distintas armas y servicios, de los cuales
1.309 fueron del Arma de Artillería.

De esta manera describimos los aspectos más sobresalientes de la preparación y


la organización de la artillería boliviana, en los días previos a la defensa de Villa
Montes, todas estas medidas nos permitirían frenar la decidida y aguerrida
3
Idem.
4
Idem.
5
Idem. (p. 419)
6
Idem.
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ofensiva paraguaya que se inició el 16 de febrero y finalizó el 20 de febrero de
1935.

III.- DESARROLLO.

Dos días previos a la ofensiva principal es decir el 14 y 15 de febrero, las fuerzas


paraguayas ejecutaron activos patrullajes sobre toda nuestra primera línea, el
objetivo era claro, debían reconocer y constatar la consistencia de la defensa,
esos primeros días nuestra artillería recibiría los primero pedidos de apoyo de
fuego de la infantería que defendía el velo (término utilizado para ubicar la línea de
seguridad y puestos adelantados de vigilancia) y la primera línea de trincheras,
durante estos dos días se consolidó finalmente todo el sistema de Artillería y
nuestros bravos soldados se encontraban listos para la gran batalla, para
demostrar este grado de alistamiento a continuación transcribimos algunos de los
partes telefónicos que enviaban los Grupos de Artillería al Comando:

Día 14 de febrero:

- Batería 14, del Grupo N° 3 de Artillería, a horas 13, hizo fuego en el frente del
Grupo Arteaga, estacas T3, T4 y picada Tunari.

- Batería 15, a horas 11, batió a enemigo que trabaja frente al RC-1 entre estacas
M2 y M3.

- A horas 12:15 enemigo ataco con artillería y morteros el ala derecha del RI-6,
habiendo la Batería roto fuego inmediatamente entre estacas M17 y M18.

Amanecía el 16 de febrero, un día claro y soleado, había silencio total en el


ambiente, los 27.872 soldados bolivianos alertas y prestos ocupaban sus
posiciones en espera de la ofensiva paraguaya de aproximadamente 8.000
hombres, los dirigía un reconocido Comandante guaraní, el Teniente Coronel
Carlos José Fernández, el cual había emitido su “…Orden de Operaciones N° 270
el 12 de febrero..”7, en la misma establecía claramente que en la Tercera Fase de
su ofensiva sus tropas debían ocupar Villa Montes.

A las 05:45 iniciaba la violenta ofensiva paraguaya, en todo el frente se vio tropas
enemigas que avanzaban rápidamente con sus armas al son gritos agudos en
guaraní, un fuerte griterío de una inmensa masa de hombres aguerridos que se
venía a estrellar contra nuestras posiciones, la mayor densidad de esa primera ola
estuvo situada en el Sector Norte del campo atrincherado, el comando enemigo
concentro su ataque principal en ese Sector, atacando con aproximadamente
2.400 hombres de los Regimientos Itá Ybate, Yataiti Corá y Rubio Ñu.

En ese Sector se ubicaba nuestra Segunda División de Caballería, las tropas que
defendían la primera línea al ver la inmensa ola enemiga, inmediatamente
solicitaron al apoyo de la artillería, todos los obuses y cañones del Grupo N° 6,

7
Cnl. Férnandez, (1976), La guerra del Chaco, Tomo VI, (p. 96). Imprenta Militar, Asunción.
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escucharon el agudo grito de su Comandante el Capitán Ricardo Ríos Rosell que
ordenaba vehementemente ¡Baterías Fuego!!!!

Se escuchó el tronar de nuestra artillería, la eficacia y precisión de sus granadas,


fue evidente las masas humanas del adversario de inmediato empezaron a sufrir
con la explosión de nuestras granadas que desparramaban y desorganizaban el
feroz ataque.

Los combates en toda la línea prosiguieron, pero se sentía el titánico esfuerzo


paraguayo en el Sector Norte (Caigua), ahí se vivió la situación más crítica, los
observadores pedían que se concentre el apoyo de artillería sobre las estacas M3
y M4, que sirvieron para apuntar con precisión y oportunidad.

En el mencionado Sector Norte, se formó el llamado “Bolsón de Caigua”, una


irrupción paraguaya había logrado avanzar y formar un bolsón de
aproximadamente 1.400 metros de largo por 400 de profundidad que afectaba
nuestra primera línea de trincheras, los guaraníes a costa de mucho sacrificio
establecieron una improvisada línea, que fue constantemente batida por nuestra
artillería, cientos de granadas caerían directamente sobre las tropas paraguayas,
que al sufrir demasiadas bajas y producto de un contraataque nuestro, mal trechas
y casi destrozadas se replegarían y retrocederían después.

Los asaltos paraguayos sucedieron uno tras otro durante cinco días, debemos
reconocer que nuestro enemigo demostró valor y coraje, pero todo esto fue en
vano, nunca pudieron alcanzar ninguno de sus objetivos, fueron estériles los
intentos de tomar Villa Montes, el campo atrincherado se había hecho
inexpugnable, la unión de todas las armas bolivianas puso fin a las pretensiones
paraguayas; pero si algo debemos resaltar en esta batalla, es el rugir de nuestros
cañones, el apoyo de la artillería fue determinante y providencial en los momentos
de mayor peligro, nuestros artilleros cumplieron con creces su promesa de ser
fieles compañeros de las demás armas, es en esta batalla que el acero de los
cañones había cambiado el curso de la guerra y consolidado nuestra posición en
el chaco para siempre.

IV.- CONCLUSIONES.

La defensa se Villa Montes es desde el punto de vista histórico militar, una victoria
determinante para nuestras armas, la consistencia de la defensa fue tal que la
ofensiva paraguaya quedo detenida, su situación quedo seriamente comprometida
debido a la considerable cantidad de bajas entre heridos y muertos que tuvo
nuestro enemigo, el éxito de la defensa lo consiguió el esfuerzo de cada uno de
los soldados bolivianos que se encontraban cubriendo cada palmo de la inmensa
línea defensiva del campo atrincherado, junto al esfuerzo de artillería debemos
recordar también el sacrificio de nuestros soldados de infantería y caballería que
se encontraban empuñando su fusil esperando en sus trincheras el asalto
enemigo, asimismo, el duro trabajo de nuestros Zapadores que no descansaron
construyendo los inmensos campos de alambradas y estacas frente a la línea
principal de resistencia, también el esfuerzo de nuestros hombres de
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comunicaciones que tendieron kilómetros de cables para mantener enlazadas a
cada una de las unidades y finalmente el abnegado trabajo de los hombres
encargados de la logística, que en la retaguardia trabajaban denodadamente para
mantener los servicios de las unidades de primera línea, fue sin duda un esfuerzo
conjunto entre todos los aguerridos bolivianos.

La artillería boliviana tuvo un papel preponderante durante la defensa de Villa


Montes, en esos momentos de gran peligro para la patria, nuestros valientes
soldados de artillería, soldados del vivo negro, tuvieron un comportamiento
excepcional, oficiales, suboficiales, sargentos y soldados, fueron esa legión de
especialistas que no escatimo esfuerzo alguno para cumplir con la delicada misión
de apoyo de fuegos que les toco cumplir, batieron al enemigo guaraní con tal
efectividad que este no pudo recuperarse; que el ejemplo y convicción de los
bravos soldados de artillería vivan por siempre en la memoria de las nuevas
generaciones de militares bolivianos que hoy llevan en su hombro el vivo negro y
son herederos del arma noble, del arma de gloria y honor.

V.- BIBLIOGRAFÍA.

A.- La Batalla de Villa Montes – Estudio Crítico, Gral. Juan Lechín Suarez, Ed.
Técnicos Editoriales Asociados, S.A., Barcelona - España, 1988.

B.- Historia de la Guerra del Chaco, Tomo VII, Coronel Aquiles Vergara Vicuña,
Ed. Litografía e Imprenta Unidas, La Paz – Bolivia, 1944.

C.- La Guerra del Chaco, Tomo VI, Coronel (S.R.), Carlos José Fernández,
dirección de Publicaciones de las FF.AA.NN. Imprenta Militar, Asunción –
Paraguay, 1976.

VI.- CURRÍCULUM.

El My. Art. Juan Pablo Amurrio Guillén, egreso del Colegio Militar del Ejército
“Cnl. Gualberto Villarroel Lopez” el año 2005. Actualmente se encuentra
destinado en la Escuela de Comando y Estado Mayor “Mcal. Andrés de Santa
Cruz”, como alumno del Primer Ciclo.

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