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Miguel Juárez

Celman
presidente de Argentina desde 1886 hasta
1890

Miguel Ángel Juárez Celman (Córdoba,


Confederación Argentina, 29 de
septiembre de 1844 — Arrecifes, República
Argentina, 14 de abril de 1909) fue un
abogado y político argentino. Su carrera
estuvo marcada por la influencia de su
concuñado Julio Argentino Roca, que lo
impulsó a la carrera legislativa. Fue un
destacado impulsor de la separación de la
Iglesia y el Estado, y un liberal de corte
aristocrático, fomentando la educación
pública y la inmigración.
Miguel Juárez Celman

Juárez Celman con la banda presidencial

Presidente de la Nación Argentina


12 de octubre de 1886-6 de agosto de 1890
Vicepresidente Carlos Pellegrini
Predecesor Julio Argentino Roca
Sucesor Carlos Pellegrini
Senador de la Nación Argentina
por Córdoba
17 de mayo de 1883-17 de mayo de 1886

Gobernador de la provincia de Córdoba


17 de mayo de 1880-17 de mayo de 1883
Vicegobernador Tristán A. Malbrán
Predecesor Antonio del Viso
Sucesor Gregorio Gavier

Información personal
Nombre en español Miguel Ángel Juárez
Celman
Nacimiento 29 de septiembre de
1844
Córdoba, Córdoba,
Confederación
Argentina
Fallecimiento 14 de abril de 1909
(64 años)
Arrecifes, Argentina
Sepultura Cementerio de la
Recoleta
Nacionalidad Argentina
Familia
Cónyuge Elisa Funes
Educación
Educado en Universidad Nacional
de Córdoba
Información profesional
Ocupación Abogado
Partido político Partido Nacional
Partido Autonomista
Nacional
Afiliaciones Liga de
Gobernadores
Distinciones Caballero de la
Orden del Santo
Sepulcro de
Jerusalén
Gran Cruz del
Mérito Naval con
distintivo
blanco (1889)
Firma

Décimo presidente de la Nación desde el


12 de octubre de 1886, impulsó
generosamente la obra pública, pero fue
incapaz de mantener la estabilidad
económica y debió hacer frente a la
formación de un poderoso frente opositor
bajo el liderazgo de Leandro N. Alem, que
daría origen a la Unión Cívica. Luego del
levantamiento en armas conocido como
Revolución del Parque comandado por
Alem, el expresidente Bartolomé Mitre y
otros, y pese al éxito del gobierno en las
armas, Juárez Celman debió dimitir y se
retiró definitivamente de la vida política.

Juventud
Hijo de José Marcos Juárez y Rosario
Celman, nació y creció en Córdoba, donde
estudió bajo los jesuitas en el Colegio
Monserrat. Su hermano mayor era Marcos
N. Juárez, quien también destacaría en la
política provincial. Cursó estudios de leyes
y se recibió de Abogado en 1869. En 1872
contrajo matrimonio con Benedicta Elisa
Funes, hermana menor de Clara Funes de
Roca. El 24 de marzo de 1874 obtuvo su
doctorado.

Pertenecía a una familia aristocrática e


ingresó tempranamente a la actividad
política. Fue elegido diputado al apenas
doctorarse, y desde el parlamento
provincial encabezó el movimiento para la
secularización de las instituciones
educativas. Dos años más tarde fue
elegido al Senado, y en 1877 designado
presidente del cuerpo. Ejerció sólo
brevemente la función, pues la muerte del
gobernador Clímaco de la Peña llevó al
gobierno a Antonio del Viso, quien lo
nombró Ministro de Gobierno. Ocuparía el
cargo hasta el final del mandato de del
Viso. Su actuación enérgica e informada le
valió la postulación a la gobernación ese
mismo año, y fue elegido por el Partido
Autonomista Nacional, asumiendo el 17
de mayo de 1880.

Gobernación
Era ya gobernador electo cuando los
insurrectos porteños dirigidos por Carlos
Tejedor y Lisandro Olmos, opuestos a la
federalización de Buenos Aires, lo
capturaron junto con del Viso. Logró
salvarse, y una vez en posesión del cargo
envió tropas en apoyo del recientemente
electo presidente Julio A. Roca; junto con
este y los demás integrantes de la Liga de
Gobernadores, fundaría en los años
siguientes el Partido Autonomista
Nacional (PAN).

El autonomismo nacional hizo suya una


concepción del progreso industrial y civil
de corte comtiano, que casaba
perfectamente con el ya entonces célebre
anticlericalismo de Juárez Celman. Entre
sus obras de gobierno en Córdoba se
contaron el establecimiento del Registro
Civil, la reglamentación de los entierros y
del trazado urbano, la creación de
escuelas y hospitales y la creación de
colonias agrícolas en el interior de la
provincia.

Su temperamento y estilo de gobierno


destacaban a la par de sus realizaciones.
La desconfianza por las iniciativas
populares y el manejo privatista de la
política se hicieron manifiestos en las
constantes intervenciones directas del
gobernador, su injerencia en la distribución
del crédito y el recurso a la presencia del
Ejército en caso de toparse con
obstáculos.
La Reforma constitucional de 1883:
los municipios

El régimen municipal establecido en la


Constitución provincial de Córdoba de
1855 no abandonó la estructura municipal
vigente en los tiempos de la colonia. Por
cada Departamento existía una
administración municipal que, de esa
manera, incluía en su jurisdicción más de
un centro poblado. Años más tarde, en
1870 se introdujeron reformas en la
Constitución ampliando las facultades de
los municipios pero sin modificar las
arcaicas estructuras vigentes. Fue recién
en 1883 cuando, por encargo de Juárez
Celman, el entonces rector del Colegio
Nacional de Monserrat, doctor Filemón
Posse, introdujo en el proyecto de reforma
constitucional la supresión de los
“Municipios departamentales” o
“Corporaciones municipales”. Desde
entonces las jurisdicciones municipales se
vieron reducidas a los límites de su
ciudad, villa o aldea.

Mediante la misma reforma


constitucional, los poderes ejecutivos de
los municipios cordobeses dejaron de ser
organismos colegiados y fueron
sustituidos por el cargo de intendente:
función administrativa, unipersonal,
electiva, cuyo mandato se fijó en tres años
de duración. También para el mandato de
los concejales, entonces llamados
municipales, se estableció un período de
tres años. El 11 de enero de 1883 se
sancionaron las reformas
constitucionales, siendo promulgadas
mediante un decreto del gobernador
Juárez Celman catorce días después. En
octubre del mismo año se promulgó y
reglamentó una nueva Ley de
Municipalidades (N.º 924) autorizando la
creación de nuevas municipalidades
locales en todo aquel lugar donde un
mínimo de treinta “vecinos contribuyentes”
realizaran la pertinente solicitud.
El presidencialismo

Juárez Celman a la derecha de Julio A.


Roca. (Foto: AGNA)

Bajo la presidencia de Julio A. Roca,


concuñado de Juárez Celman, se había
consolidado el tiempo de un nuevo
método político en la República Argentina:
el presidencialismo. Al sistema del
acuerdo de ministros y las juntas de
notables de la época de Mitre, Sarmiento y
Avellaneda, le siguió el manejo político de
uno solo: el presidente. El
presidencialismo surgió con el
asentimiento general. Los partidos
provinciales, que bien o mal disputaban
los gobiernos de provincia, acabaron por
someterse a los designios e influencia de
un poder presidencial unipersonal, fuerte,
dotado de atribuciones máximas, capaz
de garantizar la estabilidad de los
gobernadores contra las revoluciones
locales. A la estabilidad de los partidos
provinciales seguiría la estabilidad de los
gobernadores, que ya no deben su cargo a
juntas de notables locales sino solo al
presidente.
La unificación y la centralización serán el
método de gobierno dominante en las
próximas décadas. Como expresara Lucio
V. Mansilla, Diputado por Buenos Aires, al
votar por la intervención de la provincia de
Tucumán el 1 de junio de 1887: "La
bandera autonomista no es más que una
invención... no es sino una especie de
espantapájaros aquello que se llama
autonomía de las provincias... la Nación es
lo primero, las provincias, los Estados como
se dice, no son sino poquísima cosa".

De los tres poderes de la República, el


menos poderoso en ese esquema
institucional, era el Congreso. El Senado
de la Nación Argentina constituía un
refugio de expresidentes, exministros y
exgobernadores que discutían con brillo,
aunque sin eficacia, el alcance de los
artículos Quinto y Sexto de la Constitución
de 1853, o las atribuciones del Poder
Ejecutivo para declarar por sí solo un
estado de sitio que este no habría de
levantar. La Cámara de Diputados de la
Nación Argentina era una tribuna de
entretenimiento, donde los "doctores de la
ley", jóvenes abogados egresados en su
mayoría de la Universidad Nacional de
Córdoba, ensayaban teorías y ejecutaban
sus dones oratorios sin mayores
resultados prácticos.
La función de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación Argentina, integrada
por políticos retirados, se asemejaba
bastante a la judicatura romana. Su tarea
principal era la aplicación de las reglas de
juego del sistema político, el respeto por
los poderes presidenciales y el
cumplimiento estricto del Pacta sunt
servanda en las relaciones civiles.

La única garantía constitucional válida y


sólida era la libertad de prensa, la más
valiosa de las libertades civiles, y órgano
de expresión de la clase gobernante. En
cada provincia y en la Capital misma de la
Nación Argentina, cada partido o notable
contaba con un medio periodístico a su
alcance para promover su filosofía política
dotada de verdad.[1] ​

Designación de senador nacional: La


sucesión de Roca

Sátira sobre la elección del sucesor de


Roca: Juárez Celman (como Cupido)
quiere flechar a la República, mientras
Pellegrini y Roca la entretienen. El
mosquito, 1886.

Desde su posición como gobernador de


Córdoba, y motivado por su proximidad a
Roca, Juárez Celman vislumbró la
posibilidad de ser el candidato
presidencial del Partido Autonomista
Nacional en 1886 informándose a través
de los diputados y senadores por Córdoba
de los acontecimientos políticos, e
intercambiando correspondencia privada
con el presidente. Había serias dudas en
torno a una candidatura de Juárez: su
juventud, pues al dejar el cargo de
gobernador contaba con 39 años; el
desplazamiento político de su hombre de
confianza, el exgobernador Antonio del
Viso, reemplazado en el Ministerio del
Interior por Bernardo de Irigoyen en
febrero de 1882; y la decisión de Roca de
impedir que un aliado político del
gobernador cordobés, Luis G. Pinto,
alcanzara la gobernación de Santiago del
Estero.

Sin mayores expectativas, el 17 de mayo


de 1883 Juárez Celman entregó el mando
provincial a su sucesor Gregorio Gavier,
también autonomista, y rápidamente la
Asamblea Legislativa lo designó senador
de conformidad al Artículo 46 de la
Constitución de 1853. El 31 de julio se
incorporó a la Cámara de Senadores de la
Nación Argentina, donde continuó
adoptando posiciones anticlericales, ya
exhibidas durante su etapa de gobernador.
Desde allí, en defensa de procedimientos
electorales discutibles llegaría a opinar
que "consultar al pueblo siempre es errar,
pues éste únicamente tiene opiniones
turbias".

Sin embargo, Julio A. Roca, impulsado por


el deseo de volver a ocupar el sillón de
Rivadavia y creído en la amistad y lealtad
probadas de Juárez, su concuñado,
favoreció la candidatura del cordobés para
la sucesión presidencial. Juárez Celman
se presentó a las elecciones
presidenciales del 11 de abril de 1886, en
las que obtuvo el triunfo, no sin
acusaciones de fraude electoral (una
práctica por lo demás frecuente por parte
del PAN). Lo acompañó en la fórmula
Carlos Pellegrini, exministro de Guerra de
Roca, que había abogado por su
candidatura desde las páginas del diario
Sud América.

Celman retratado con la banda


presidencial.

Presidencia

Proyecto original del Teatro Colón (1886).


Correo Central, proyectado en 1888 y
terminado en 1928.

Inauguración del Puerto Madero (1889).

El 12 de octubre asumió la presidencia; en


su discurso inaugural anunció su ideario
liberal, que incluía la promoción de la
educación, de la inmigración europea —
con la que pretendía revertir la
"inferioridad" de la sangre nativa— y de la
empresa privada. Su énfasis en el papel de
los individuos contrastaba, sin embargo,
marcadamente con su estilo de gobierno;
habituado a la dirección autocrática de los
asuntos públicos, rápidamente entró en
conflicto con Roca, quien aspiraba a
mantener su influencia sobre el gobierno y
el Partido Autonomista Nacional.

El Unicato

Busto de Miguel Juárez


Celman, junto al Dique San
Roque en la Provincia de
Córdoba.
Desde el primer momento, su
administración se caracterizó por una
exacerbación del presidencialismo. La
enorme concentración del poder político
en su persona y en funcionarios
directamente designados desde la
presidencia, le valieron a su gobierno el
mote de Unicato. Se refería a su
pretensión de concentrar todo el poder
político y público en el presidente, en tanto
que Jefe Único de la Nación y del Partido
Autonomista Nacional.[2] [3]
​ ​

Bajo el gobierno negociador de Roca, las


críticas a la escasa disposición del
gobierno a gobernar democráticamente
habían arreciado desde varios grupos
dispersos. La pretensión de Juárez
Celman de eliminar las disidencias
internas haciéndose nombrar Jefe Único
del PAN favoreció la reunión de diversos
grupos, que tomaron una postura cada vez
más crítica de las formas políticas del
Unicato, tanto en la prensa como en
manifestaciones callejeras. Desde el
punto de vista de estos críticos, la política
del Unicato había llevado a un masivo
desinterés de la población sobre los
asuntos políticos; la población, tranquila
en cuanto al ilimitado progreso económico
que parecía vislumbrarse, no se interesaba
en quien gobernaba, ni mucho menos en
los medios que utilizara para gobernar.[2] ​

No obstante, la oposición no terminaría de


aglutinarse en ningún movimiento político
nuevo hasta que la crisis económica
terminara con la sensación general de
bienestar.[4] ​

Gestión de gobierno

Juárez Celman promovió la obra pública,


en especial en Buenos Aires, con la
intención de asemejarla a las capitales
europeas que tomaba como referencia.
Ordenó la construcción de edificios de
gobierno como el Correo Central
(terminado recién en 1928), del Teatro
Colón, de numerosas escuelas y de
infraestructura sanitaria, la reforma del
puerto de Buenos Aires de acuerdo al
proyecto de Eduardo Madero, y el inicio de
las obras del Dique San Roque, a cargo de
Bialet Massé, parte fundamental del
Proyecto del Sistema de Riego de los Altos
de la Ciudad de Córdoba.

El 10 de abril de 1888, el presidente creó


una unidad de telegrafistas en el Ejército.
En 1897 fueron movilizadas unidades de
la Guardia Nacional en previsión de un
conflicto con Chile y para ese entonces
esa milicia contaba con un regimiento de
ingenieros que recibió instrucción
específica en telegrafía de campaña.

El estímulo a la inmigración fue también


importante, incluyendo la gratuidad de los
pasajes y la entrega de tierras a los
colonos, muchas de ellas arrebatadas a
los nativos en la Campaña del Desierto de
su antecesor Roca. Se impulsó también
una gran reforma jurídica, incluyendo la
organización procesal de los Tribunales, el
establecimiento de un Registro de la
Propiedad, la sanción de la Ley de
Matrimonio Civil y de códigos de Minería,
Penal y de Comercio.
El ministro de Justicia e Instrucción
Pública Filemón Posse impulsó la sanción
de los primeros Códigos Penal y de
Minería de la Nación, así como la creación
del Registro de la Propiedad. Además,
continuó la política de consolidación del
sistema educativo de Roca, con un notable
crecimiento de la educación preescolar, la
homogeneización pedagógica y curricular,
el combate a la religión en las escuelas
públicas y las primeras leyes de jubilación
de maestros.

Se firmó un acuerdo preliminar con Bolivia,


que fijaba provisionalmente el límite en el
paralelo 22° sur hasta el río Pilcomayo.[5] ​
El impulso aparente hacia un régimen
legalista se vio contrastado con las
acusaciones de corrupción que cundieron
contra su gobierno, basadas sobre todo en
la concesión de obras a personas de su
círculo íntimo, la especulación inmobiliaria
y financiera de los miembros del gobierno
y el exceso del gasto público.

Crisis económica

La especulación diaria en la Bolsa de


Comercio de Buenos Aires causó una crisis
económica en 1890, que a su vez generó
una grave crisis política.
Continuando en gran medida con el auge
de la especulación comercial y bursátil de
su antecesor, Juárez Celman aceleró el
proceso por medio de una activa política
privatista. Concedió la construcción de
decenas de ramales de ferrocarril.[6] ​En
particular resultó llamativa la privatización
de la empresa estatal más exitosa de la
historia argentina hasta entonces, el
Ferrocarril Oeste de Buenos Aires, cuya
venta se justificó justamente sobre la base
de su superávit operativo y financiero.[7] ​
Esta acción le valió acerbas críticas del
senador Aristóbulo del Valle, que señalaba
que de ese modo se sometían los
recursos públicos al interés del capital
privado, y lamentaba que se hubiera
garantizado las ganancias de las
empresas compradoras con fondos
estatales.

El resultado inmediato de la enajenación


de los medios públicos de producción y el
ruinoso gasto fue una marcada
inestabilidad financiera. Pero mientras
siguiera ingresando capital externo al
sistema, este se sostenía y crecía a
niveles inauditos: entre 1886 y 1890, la
economía nacional creció un sorprendente
44 %.[8] ​Durante la década del 80, el 40 %
de todos los capitales británicos
invertidos en el exterior fueron invertidos
en la Argentina.[9] ​La mayor parte de las
inversiones externas fueron destinadas a
financiar la red de ferrocarriles, que sumó
otros 3800 km, rozando los 10 000 km de
extensión total.[10] ​Además de los
ferrocarriles, hubo también grandes
inversiones en puertos, entre ellos los de
Bahía Blanca, Rosario, La Plata y en
Buenos Aires se inició la construcción de
Puerto Madero.[11] ​

Los productores ganaderos estaban en


pleno auge económico, con la extensión
de sistemas productivos algo más
modernos –el alambrado se había
extendido por todo el país, y llegaban los
primeros molinos de viento para agua–[11] ​
y con la incorporación de terrenos
recientemente ganados al territorio
indígena. Las exportaciones se
diversificaron un tanto, con las
exportaciones de lana, carne congelada —
el primer frigorífico se había instalado en
1881— y los cereales, cuya participación
en las exportaciones a fines de la década
llegaron al 16 % del valor total.[12] ​

Sancionó la Ley de Bancos Garantidos,


que permitía establecer bancos
provinciales y privados habilitados para
emitir moneda. El resultado, combinado
con la irresponsabilidad fiscal del
gobierno, fue una escalada especulativa y
de emisión descontrolada[13] ​que llevó a
su vez a un endeudamiento crónico de los
bancos y al aumento de los costos
financieros.[14] ​El estado Nacional, los
estados Provinciales y las bancas
privadas se endeudaron rápidamente,
mientras una fuerte corriente de ingresos
de divisas, especialmente desde Gran
Bretaña, alimentaba la burbuja
especulativa.[15] ​En la Bolsa de Comercio
de Buenos Aires, fundada en 1885, 4000
operadores de bolsa especulaban con
toda clase de papeles públicos y privados,
que cada vez tenían menos respaldo.[16] ​
La situación financiera comenzó a entrar
en crisis a finales de 1888, cuando quebró
el Banco Constructor de La Plata que con
él se llevó la vida de su presidente y
fundador Carlos Mauricio Schweitzer. En
una rápida sucesión, varias instituciones
financieras debieron afrontar crisis de
pagos, llevando casi a la quiebra a varios
bancos extranjeros; cuando la banca
Baring Brothers asumió sus errores al
invertir en la burbuja especulativa en que
se había convertido la Argentina, la llegada
de capitales exteriores cesó por completo,
iniciándose la fase más crítica de la crisis
financiera de 1890.[4] ​
Poco después, el Estado Argentino entró
en cesación de pagos y repudió las
deudas contraídas por los Bancos
Garantidos y las provincias, con lo que de
hecho se declaró en bancarrota, de la cual
solamente saldría varios años más
tarde.[15] ​

La Revolución de 1890

Barricada en Buenos Aires durante la


Revolución del Parque.

Tras el inicio de la crisis económica, el


dirigente Francisco Barroetaveña inició la
formación de la llamada Unión Cívica de la
Juventud, en septiembre de 1889, que
más tarde se transformaría en la Unión
Cívica, cuyos dirigentes más
caracterizados serían el expresidente
Bartolomé Mitre, Aristóbulo del Valle,
Leandro N. Alem, Mariano Demaría, y
Bernardo de Irigoyen. Incluso líderes
católicos como José Manuel Estrada y
Pedro Goyena se unieron a la Unión
Cívica.[17] ​

Hacia 1890 se convocaron numerosas


huelgas exigiendo mejoras salariales para
mantener el nivel de vida, y la oposición se
fortaleció.
Enemistado con Roca, que lo había
llamado públicamente "vil y ruin", Juárez
Celman se encontraba cada vez más
aislado políticamente. El 13 de abril de
1890, el senador Del Valle denunció que
estaban circulando emisiones
clandestinas de papel moneda a la par de
las legales, generando una enorme
agitación. Los activistas católicos, la clase
popular empobrecida, y los opositores
políticos comenzaron a realizar
manifestaciones en Buenos Aires y
Rosario. Alem, apadrinado por Mitre,
convocó a un gran mitin de los miembros
de la UC, en el que hablaron Del Valle,
Mitre, Estrada, Goyena y Alem, incitando a
la rebelión contra un gobierno elegido en
las urnas.

Considerando que la posible participación


en elecciones no tendría ninguna utilidad
al enfrentar la maquinaria política
oficialista, se lanzaron a planificar una
revolución. La llamada Revolución del
Parque, estallada el 26 de julio de 1890,
permitió a los líderes rebeldes controlar
gran parte de la ciudad de Buenos Aires
durante tres días. Pese a la superioridad
de las posiciones de los rebeldes, los
líderes militares del movimiento
desoyeron la exigencia de los líderes
civiles, y no tomaron el control del centro
de la ciudad. La respuesta del Ejército leal
los obligó a capitular el día 29 ante las
fuerzas del general Nicolás Levalle.[18] ​Se
habían producido entre 150[19] ​y 330
muertos[20] ​y más de mil heridos.[21] ​

Juárez Celman había abandonado la


capital, obligado por Roca y Carlos
Pellegrini, y regresó después del final de la
Revolución. Pero, excepto por unos
cuantos diputados y ministros leales, no
contaba ya con apoyo alguno: el
expresidente Julio A. Roca y el
vicepresidente Carlos Pellegrini le negaron
su apoyo, la prensa continuó fustigándolo,
y la situación económica se agravaba
cada vez más rápidamente. El día 6 de
agosto presentó su renuncia, que le fue
aceptada de inmediato por el Congreso, y
asumió la presidencia Carlos Pellegrini.
Fue así el primer presidente en no
completar su mandato después de 29
años,[17] ​y solo seis presidentes lo
consiguieron en el siglo posterior a su
presidencia.[22] ​
Gabinete ministerial

Ministerios del Gobierno de


Miguel Juárez Celman
Cartera Titular Período
Ministerio del Eduardo 12 de octubre de
Interior Wilde 1886 – 20 de
Manuel enero de 1889
Zorrilla 20 de enero de
Wenceslao 1889 – 28 de
Pacheco febrero de 1889
Norberto 28 de febrero de
Quirno Costa 1889 – 27 de
Salustiano J. agosto de 1889
Zavalía 27 de agosto de
1889 – 14 de abril
de 1890
18 de abril de
1890 - 6 de
agosto de 1890
12 de octubre de
Norberto 1886 – 27 de
Quirno Costa agosto de 1889
Ministerio de
Estanislao 10 de septiembre
Relaciones
Severo de 1889 – 12 de
Exteriores y
Zeballos abril de 1890
Culto
Roque Sáenz 10 de junio de
Peña 1890 - 6 de
agosto de 1890
Ministerio de Nicolás 12 de octubre de
Guerra y Levalle 1886 – 15 de
Marina Eduardo enero de 1887
Racedo 15 de enero de
1887 – 12 de abril
Nicolás de 1890
Levalle 18 de abril de
1890 - 6 de
agosto de 1890
Ministerio de Wenceslao 12 de octubre de
Hacienda Pacheco 1886 – 28 de
Rufino Varela febrero de 1889
Wenceslao 28 de febrero de
Pacheco 1889 – 27 de
Francisco agosto de 1889
Uriburu 27 de agosto de
Juan Agustín 1889 – 12 de abril
García de 1890
18 de abril de
1890 – 10 de
junio de 1890
10 de junio de
1890 – 6 de
agosto de 1890
12 de octubre de
1886 – 12 de abril
Filemón
de 1890
Ministerio de Posse
18 de abril de
Justicia Amancio
1890 – 8 de junio
e Instrucción Alcorta
de 1890
Pública José Mariano
9 de junio de
Astigueta
1890 – 6 de
agosto de 1890
Foto tomada un día antes de fallecer
Juárez Celman. En la foto se lo ve
acompañado de su esposa Elisa
Funes y rodeado de algunos de sus
hijos e hijas, además de Josefina
Roca, su sobrina. 13 de abril de 1909.

Sucesión y últimos años

Busto de Juárez Celman en el


Salón de los Bustos de la Casa
Rosada.
Pellegrini debió afrontar una penosísima
situación económica, en que las utilidades
de la deuda externa representaban el 60 %
del PBI y la mayoría de las casas
bancarias habían cerrado sus puertas.[23] ​

Juárez Celman abandonó la vida política y


se retiró a su estancia "La Elisa", en
Capitán Sarmiento (Buenos Aires), luego
moriría en la localidad de Arrecifes
(Buenos Aires) —sin haberse reconciliado
con Roca— el 14 de abril de 1909.

Sus colaboradores también se


mantuvieron apartados de la actuación
pública hasta la segunda mitad de los
años 1910, cuando se incorporaron al
grupo dirigente de los presidentes José
Figueroa Alcorta y Roque Sáenz Peña.[24] ​

En contraste con los abundantes


homenajes a su antecesor y su sucesor,
apenas la pequeña localidad de Estación
Juárez Celman y el Departamento Juárez
Celman, ambos en la provincia de
Córdoba, recuerdan a este gobernador y
presidente.

Una calle en Río Ceballos, lo recuerda


también[25] ​y otra en Fisherton, Rosario
también.[26] ​
Su imagen aparece en el billete de 5000
australes (moneda extinta).

Referencias
1. Rosa, José María: "Historia Argentina:
La Argentina del Ochenta". Vol. VIII.
Buenos Aires, 1974.
2. Ferrari, Gustavo (1978). Apogeo y
crisis del liberalismo. Memorial de la
Patria. La Bastilla.
3. Balestra, Juan (1938). El Noventa.,
citado en Honorable Cámara de
Diputados de la Nación Argentina
(1990). La Revolución de 1890.
Imprenta del Congreso de la Nación.
pp. 34-35.
4. Martínez, Pedro Santos. «En torno a la
crisis financiera del Noventa» (http://ar
gentinahistorica.com.ar/intro_libros.ph
p?tema=28&doc=63&cap=133) .
Argentina Histórica.
5. Fifer, J. Valerie (1976). Bolivia,
territorio, situación y política desde
1825. Buenos Aires: Francisco de
Aguirre. p. 295.
6. Cuccorese (1969): 83-84.
7. Cuccorese, Horacio Juan (1969).
Historia de los ferrocarriles en la
Argentina. Macchi. pp. 91-106.
8. Todesca, Jorge (2006). El mito del
país rico. Emecé. p. 80.
9. Sáenz Quesada, María (1980). Los
estancieros. Ed. de Belgrano. pp. 224-
225.
10. Todesca (2006): 81.
11. Sáenz Quesada (1980): 225.
12. Sáenz Quesada (1980): 224.
13. La masa monetaria pasó de 85
millones de pesos oro en 1886 a 252
millones en 1890.
14. Todesca (2006): 80-81.
15. Escudé, Carlos. «Hacia la crisis (1880-
1890)» (http://www.argentina-rree.co
m/10/10-002a.htm) . Historia General
de las Relaciones Exteriores de la
República Argentina.
16. Todesca (2006): 82.
17. Cabral, César Augusto (1967). Alem:
informe sobre la frustración argentina.
Buenos Aire: Peña Lillo.
18. Etchepareborda, Roberto (1966). La
Revolución Argentina del 90. Buenos
Aires: Eudeba.
19. Enciclopedia visual Argentina Clarin (h
ttps://web.archive.org/web/20040221
203834/http://bioportal1.tripod.com/j
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20. Etchepareborda (1966).
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26. https://www.directoriodecalles.org/AR
/Santa-Fe/Departamento-
Rosario/Rosario/Fisherton/Streets/Ju
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Véase también
Generación del 80
Anexo:Presidente de la Nación
Argentina

Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una
categoría multimedia sobre Miguel
Juárez Celman.
Wikisource contiene obras originales
de o sobre Miguel Juárez Celman.
Miguel Ángel Juárez Celman (http://ww
w.clarin.com/diario/especiales/yrigoye
n/biografias/celman.htm) Archivado (ht
tps://web.archive.org/web/2010052719
0705/http://www.clarin.com/diario/espe
ciales/yrigoyen/biografias/celman.htm)
el 27 de mayo de 2010 en Wayback
Machine. en Diario Clarín.

Datos: Q438892
Multimedia: Miguel Juárez Celman (ht
tps://commons.wikimedia.org/wiki/Cat
egory:Miguel_Ju%C3%A1rez_Celman)
/ Q438892 (https://commons.wikimedi
a.org/wiki/Special:MediaSearch?type=i
mage&search=%22Q438892%22)
Textos: Autor:Miguel Juárez Celman
Obtenido de
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title=Miguel_Juárez_Celman&oldid=152821835»

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