Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En nuestros días, este texto es uno de esos versículos muy conocidos por
muchos, pero que solo unos pocos interpretan bien. Esto se comprende a la luz
de cómo se manejan hoy las Escrituras. Al comenzar un libro sobre la
interpretación de la Biblia, es esencial que, antes de ver este texto en particular,
establezcamos algunos principios que nos llevarán a entender mejor no solo el
versículo, sino toda la Biblia.
En primer lugar, recordemos que Pablo le enseña a Timoteo la
necesidad de interpretar las Escrituras con extremo cuidado: “Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de
qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad,” (2
Tim. 2:15). La labor del maestro de la Palabra no es solo interpretarla,
sino hacerlo de la manera correcta, hasta el punto de ser preciso en lo
que enseña. Lo que estamos enseñando es la Palabra de Dios, la
manera en que Él piensa. ¡Qué tremenda responsabilidad!
Primera pregunta:
¿De qué está hablando el texto? De la oración. Esto lo sabemos porque
la oración se menciona en cada versículo:
v. 13b: “Que haga oración.”
v. 14b: “y que ellos oren por él…”
v. 15: “La oración de fe…”
v. 16: “y oren unos por otros…”
v. 17: “y oró fervientemente para que no lloviera…”
v. 18: “Oró de nuevo…”
Primera conclusión: El tema es la oración y la confianza en el Señor
para lidiar con diferentes situaciones en nuestras vidas, y no la sanación por fe.
Segunda pregunta: ¿Cómo sabemos que no se trata solo de la oración para
sanidad? Porque el texto muestra la oración en conexión con diferentes
problemas del creyentes y no solo en relación con las enfermedades:
La oración se relaciona con el sufrimiento: “¿Sufre alguien entre
ustedes? Que haga oración” (v. 13a). El sufrimiento es un tema importante en
la epístola de Santiago desde el inicio (1:2). La oración en medio del dolor
expresa confianza en Dios.
La oración se relaciona con los buenos tiempos: “¿Está alguien
alegre? Que cante alabanzas” (v. 13b). Cantar alabanzas es una especie de
oración cantada, porque al cantar ponemos música al deseo de nuestros
corazones. La oración en medio de los buenos tiempos expresa
agradecimiento a nuestro Creador.
La oración se relaciona con las enfermedades: “¿Está alguien entre
ustedes enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por
él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor” (v. 14).
La oración se relaciona con la enfermedad y la posible presencia de
pecado en nuestras vidas: “y el Señor lo levantará. Si ha cometido pecados le
serán perdonados. Por tanto, confiésense sus pecados unos a otros, y oren
unos por otros para que sean sanados” (vv. 15-16). Sabemos que no toda
enfermedad es el resultado del pecado (Juan 9:1 3). También sabemos que
algunas enfermedades sí son el resultado del pecado en la vida de los
creyentes (1 Cor. 11:27-30). En esos casos, ¿qué debemos hacer? Orar y
confesar nuestros pecados unos a otros para sanación, nos dice este texto.
Aquí vemos que la fe sola no es suficiente para estos casos; además tenemos
que 1) orar, 2) tener fe en Dios y 3) confesar nuestros pecados, caminando en
santidad delante de Dios. No negamos el valor de la fe, como declara Santiago
en 1:6 7. Pero la fe no es una garantía de sanación.
La oración se relaciona con la intervención de Dios para resolver
problemas de la disfunción de la naturaleza afectada por el pecado: “Elías
era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente
para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Oró
de nuevo, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto” (vv. 17-18).
Segunda conclusión: En este texto, Santiago relaciona la oración no
solo con las enfermedades sino también con el sufrimiento, con los buenos
tiempos, el arrepentimiento y el perdón de pecados, y aún con la disfunción de
la naturaleza. Este entendimiento es vital. En todos estos casos, el creyente
debe tener confianza en Dios para resolver cada uno de esos problemas, pero
conforme a Su voluntad.
Nos quedan todavía algunos aspectos importantes en este texto que no
podemos dejar fuera.
Conclusión
Santiago 5:15 no es una promesa incondicional de sanación si oramos
con fe. Si este fuera el caso, lo único que la Palabra diría es que si hay fe, la
respuesta sería siempre “sí”. Pero como hemos visto, la Palabra revela que,
por encima de nuestra voluntad y aun por encima de nuestra fe, está la
voluntad soberana de Dios. A la luz de todo el consejo de Dios, sabemos que la
oración es importante no solo en caso de enfermedad, sino en todos los casos.
Además sabemos que la fe juega un rol en las intervenciones de Dios (comp.
Mat. 13:58). Para concluir, podemos afirmar que la presencia de pecados en
nuestra vida puede ser la causa determinante de enfermedades en algunos
casos, y que la confesión unida a la oración puede lograr la sanación. Gracias
al sacrificio de Jesús, tenemos la posibilidad de acercarnos con confianza al
trono de la gracia (Heb. 4:16), con la certeza de que Él nos oye (1 Jn. 5:14). A
la vez, ese mismo sacrificio nos capacita para vivir nuestra vida en santidad y
justicia, y nuestro Dios se deleita en la oración de los rectos (Prov. 15:8)