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Dominique Plihon

EL NUEVO CAPITALISMO

siglo
veintiuno
editores
Traducción de
M AR ÍA GU ADALUPE BE N ÍTE Z TORIELLO
M ________________________________
siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.
C E R R O DEL AG U A 248, DELEG A C IÓ N COYOACÁN , 04310, MÉXICO, D.F.

siglo xxi editores argentina, s.a.


LAVALLE 1634. 11 A, C1048AAN. B U E N O S A IR E S . A R G E N T IN A

p o rta d a y d ise ñ o de in terio re s: m a ría luisa m a rtín e z passarge

p rim e ra e d ic ió n en e s p a ñ o l, 2003
© sig lo xx i e d ito re s, s.a. de c.v,
ISBN 968-23-2426-2

p rim e ra e d ic ió n e n fra n cé s, 2001


© flammarion, parís
titulo original: le nouveau capitaiisme

d e re ch o s reserva d o s c o n fo r m e a la ley
im p re so y h e c h o en m é x ic o / p rin te d a n d m ad e in m ex íco

https://tinyurl.com/y794dggv
https://tinyurl.com/y7k8sjjr
PRÓLOGO

l finalizar el milenio, la historia parece acelerarse: de­


A rrum bam iento del m uro de Berlín y del sistema
comunista, predominio de la economía estadunidense, su­
premacía de la ideología neoliberal, difusión de las nuevas
tecnologías a través de un mundo globalizado, pero tam­
bién una crisis tras otra en los países emergentes, intensifi­
cación de las desigualdades entre los países ricos y los países
menos avanzados, propagación del sida en África y de la en­
fermedad de la vaca loca en Europa, creciente actitud con­
testataria ante las actuales formas de mundialización, ataques
terroristas contra el corazón financiero de Nueva Y ork...
Todos esos sucesos se inscriben en un vasto proceso de
transformación económ ica y social en escala planetaria.
Se trata del progresivo surgimiento de un nuevo capitalis­
mo mundializado bajo el efecto de dos grandes fuerzas: las
nuevas tecnologías y la globalización financiera. El capi­
talismo no ha dejado de evolucionar en el curso de su larga
historia: el periodo actual significa la transición hacia una
nueva etapa, la cual se caracteriza por el dominio de las fi­
nanzas y del saber.
Esa nueva condición de la economía ha sido ridiculiza­

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E L N U E V O C A P IT A L IS M O

da con varios nombres. Para algunos, se trata de la new age,


es decir, de una edad de oro representada por el modelo
estadunidense, que se caracteriza por un crecimiento eco­
nómico vigoroso y permanente debido a los beneficios de
las nuevas tecnologías y de la economía de mercado. Para
otros, la “nueva economía” es un mito, una mera especula­
ción intelectual que se desmorona con el e-crack.
Esas dos visiones extremistas son discutibles. La “nueva
economía” no posee todas las virtudes con las que la ador­
nan los defensores de la new age. La recesión del crecimiento
estadunidense, la incapacidad de los mercados para auto-
rregularse y la exclusión de una porción del planeta de la
repartición de la riqueza son otros tantos indicadores de la
inexistencia de una nueva edad de oro. Sin embargo, resul­
ta esencial no subestimar la amplitud de los cambios que es­
tán teniendo lugar, pues es indudable que presenciamos el
surgimiento de una nueva sociedad y de un nuevo capita­
lismo, y describirlos es justamente el objetivo que persigue
este libro.
En la primera parte se dan a conocer los dos grandes
motores de esa magna transformación. Por una parte, las
nuevas tecnologías de la información y de la comunicación
(ntic), las cuales, obedeciendo a leyes particulares, causan
profundos trastornos en las empresas, en la sociedad y en la
economía mundial. Por otra parte, el proceso de globaliza-
ción financiera, el cual se ha acelerado intensamente como
consecuencia de las decisiones políticas inspiradas en la
ideología neoliberal, otorgando así la primacía al mercado
mundializado y a la lógica de la rentabilidad financiera.
En la segunda parte del libro se sustenta que los cambios
que actualmente tienen lugar en la economía mundial al­
canzan una gran profundidad y rebasan las mutaciones, de
naturaleza esencialmente tecnológica, que han sido anun­
PRÓLOGO

ciadas por los teóricos de la “nueva economía”. Un nuevo


capitalismo, que ha sido bautizado como “capitalismo accio­
nario”, se instaura progresivamente, comenzando por los
países anglosajones. Los accionistas, y principalmente los in­
versionistas institucionales en quienes se concentra la gestión
de las carteras de acciones, son sus protagonistas principa­
les. Son ellos quienes le imponen nuevas reglas a las empre­
sas: el “gobierno de empresa” y la maximización del “valor
accionario”. Este nuevo régimen, que se traduce en una rup­
tura profunda con el capitalismo de los gloriosos treinta,
trastorna las relaciones sociales, pone en entredicho una vez
más el salariado tradicional, e introduce nuevas formas de
desigualdad, como es la fractura numérica.
La presente obra remata con una interrogante de capital
importancia: ¿es posible regular el nuevo capitalismo? Al
contrario de lo que afirma una difundida idea, la mundia-
lización neoliberal, dominada por los intereses comerciales
y financieros, no es reversible. Lo que es posible es otra con­
cepción del mundialismo fundada en el desarrollo sosteni­
do, que reconcilie el crecimiento económico con la cohesión
social y con la protección del ambiente. Se ofrece un esbo­
zo de las vías conducentes a la regulación del capitalismo
contemporáneo que responden a esos objetivos.

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LA S FU ERZA S TR A N SFO R M A D O R A S
D E L C APITA LISM O
L A T E R C E R A R E V O L U C IÓ N IN D U S T R IA L

esde su origen, el capitalismo se ha desarrollado por


D etapas. Uno de los motores de esta evolución lo cons­
tituyen las innovaciones tecnológicas, las cuales implican
una renovación de los sistemas de producción. El papel
central que desempeña esa evolución tecnológica ha sido
descrito magistralmente por el economista austríaco Joseph
Schumpeter, cuyo análisis se ofrece en el siguiente recuadro.
Las innovaciones se producen en oleadas sucesivas que
les imprimen su ritmo a las transformaciones del capitalis­
m o a partir del siglo xix, y se caracterizan por la génesis, el
crecimiento y el bloqueo de los sistemas técnicos, siendo
una crisis lo que señala el tránsito de un sistema a otro.

Las n t i c , una nueva ola tecnológica

Las nuevas tecnologías de la información y de la com unica­


ción (ntic) constituyen una de esas olas tecnológicas fun­
damentales por las que se señala la historia del capitalismo,
y a las que los historiadores califican como revoluciones in­
dustriales.

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LA T E R C E R A R E V O L U C IÓ N IN D U S T R IA L

Joseph Schumpeter y las “olas del capitalismo”

En la Teoría de la evolución econó­ cuando esas nuevas tecnologías


mica (1912) y en Ciclos de los ne­ han agotado su potencial de
gocios (1939), Joseph Schum peter desarrollo, se inicia un periodo
presenta al capitalism o com o un de crisis que se prolonga hasta el
sistema inestable y en perpetua m om ento en que otras innova­
transform ación por el efecto de ciones fungen com o relevo. Esta
las m utaciones tecnológicas. Estas dinám ica se encuentra vinculada
últim as se encuentran en el ori­ a la existencia de un grupo so­
gen de largos ciclos (alternancia cial particular: los empresarios
de la fase de crecim iento y de las capitalistas innovadores; éstos,
crisis cada 40 años) puestos de espoleados por la búsqueda de
m anifiesto por el econom ista beneficio, se ven llevados a ofre­
ruso Nicolás K ondratieff en los cer sin pausa nuevas técnicas
años veinte. Las fases de creci­ más eficaces.
m iento se explican por la apari­ D e acuerdo con el enfoque
ción de innovaciones técnicas anterior, las sucesivas olas tecno­
fundam entales que generan ga­ lógicas que se observaron a partir
nancias de productividad consi­ del siglo x ix han dado lugar a tres
derables y nuevos productos; revoluciones industriales.

Innovaciones tecnológicas y ciclos prolongados de capitalismo

Primera revolución Segunda revolución Tercera revolución


industrial industrial industrial

13
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

La primera revolución industrial (r76o-r875) se originó


en Gran Bretaña con la siderurgia, los telares y la máquina
de vapor. La segunda revolución industrial (1890-1965) está
asociada a la expansión de la electricidad, del motor de com ­
bustión y de la industria química.
Así, según el historiador F ra n gís Carón (1997),1 las ntic
se inscribirían en la tercera revolución industrial. Esta ola
tecnológica lejos está de haber concluido, y el día de m aña­
na abarcará al conjunto del campo de las ciencias de la vida.
A las ntic les conciernen tres dominios: la telefonía, lo au­
diovisual y la informática. El origen de esta mutación tec­
nológica se remonta al segundo conflicto mundial, cuando
tuvo lugar el desarrollo de la computadora y de la inform á­
tica, resultado de la investigación, por parte de los ingleses,
encaminada a lograr elevadas capacidades de cálculo con el
fin de descifrar los mensajes secretos de los alemanes, y, por
parte de los estadunidenses, enfocada a la concepción de la
bom ba atómica. Lo que hoy representa nuestra experiencia
con internet y con las ntic constituye la segunda etapa de
esa revolución tecnológica. Por lo que se refiere a la tercera
etapa, ésta ya se ha iniciado: se trata de la etapa de las bases
de datos que capitalizan los conocimientos, y que constitu­
ye un considerable reto económico.
Las ntic actuarán en el conjunto de la economía y de la
sociedad. Las revoluciones industriales precedentes m odifi­
caron profundamente, en primer lugar, la agricultura y, a
continuación, la industria manufacturera. De la misma m a­
nera que el ferrocarril en el siglo xix, y el automóvil en el
siglo xx, el consum o masivo de las ntic transform ará a
nuestra civilización en el siglo xxi gracias a la red universal
y a la tecnología numérica. Presenciamos el surgimiento de
una sociedad en la que la información y los conocimientos
adquieren un lugar estratégico.2 Las ntic ya son activas y se

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LA T E R C E R A R E V O L U C IÓ N IN D U S T R IA L

difunden por todo el tejido económico y social. Son m uy


pocos los sectores que permanecen al margen, y con m oti­
vo: la información es el primer ingrediente de la actividad
productiva y de la vida social. No cabe duda de que las ntic
afectarán profundamente a los sectores de la distribución,
la banca y las finanzas, pero harán lo mismo en otras esfe­
ras, como son las de la salud, la educación o la vida asociati­
va. La enseñanza es un caso representativo. A partir de Jules
Ferry ha cambiado considerablemente el contenido de los
conocimientos, si bien la técnica de enseñanza sigue siendo
la misma: el profesor, colocado ante el pizarrón, encara a sus
alumnos. Con las ntic , la enseñanza puede experimentar
una profunda transformación, facilitarles a los alumnos el
acceso a una masa de informaciones que no siempre están al
alcance del maestro, y permitir que se establezca el contac­
to, a m uy larga distancia, entre los profesores y los alumnos.
Las ntic afectan a los sectores tradicionales de la econo­
mía mediante dos series de efectos contradictorios: un efec­
to de “canibalización”, que desemboca en la destrucción de
sectores enteros de actividades (el efecto negativo de la in­
ternet en el correo postal o en ciertas formas de comercio),
y un efecto de “polinización”,3 que permite dinamizar a las
empresas toda vez que suscita nuevos métodos de organi­
zación, en especial los sistemas intra o extranet, como fuen­
te de interactividad y de creatividad de los asalariados.
Las ntic no sólo facilitan y aceleran la transmisión de la
información y de los conocimientos, sino también alteran
las modalidades de elaboración del saber científico y técnico.
En las ciencias cuyo objeto es lo viviente, la numerización
se presta a una codificación en extremo detallada, lo que des­
broza el camino a investigaciones cuya realización parecía
imposible hasta el día de hoy. De la misma manera, la nu­
merización facilita nuevos enfoques y combinaciones, lo que

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E L N U E V O C A P IT A L IS M O

permite obtener la naturaleza modular de los objetos, de los


métodos y de las organizaciones, que es la vía regia para crear
siempre mayor variedad en la oferta de bienes y servicios.4
De manera general, la economía cuyo fundamento es el
conocimiento, ha encontrado una base tecnológica apropia­
da para desarrollarse. Existe en lo sucesivo, por una parte,
un proceso de consolidación mutua entre el impulso de las
actividades intensivas en la utilización de los conocim ien­
tos y, por la otra, la producción y la difusión de las ntic .
Estas últimas producen tres efectos en la economía:5

- permiten aumentar la eficacia, en particular en la esfera


del procesamiento, el almacenamiento y el intercambio de
información;
- favorecen la formación y el crecimiento de nuevas indus­
trias (multimedia, software, comercio electrónico);
- impulsan la adopción de modelos organizacionales ori­
ginales cuyo objetivo se cifra en mejorar la explotación de
las nuevas posibilidades de producción y distribución de la
información.

La economía de lo inmaterial y de los servicios


personalizados

Los dos siglos que acaban de transcurrir se caracterizan por


el ascenso al poder de la economía de los servicios. En r8o6,
la parte correspondiente a los servicios se elevaba a r5 por
ciento, en tanto que las de la industria y la agricultura alcan­
zaban, respectivamente, 20 y 65 por ciento. En 1996, los ser­
vicios empleaban a 70 por ciento de la población activa en
Francia (esta proporción es de 80 por ciento en Estados
Unidos), en tanto que la industria empleaba 25 por ciento y

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LA T E R C E R A R E V O L U C IÓ N IN D U S T R IA L

la agricultura 4.5 por ciento.6 Con las ntic se da otra vuelta


de tuerca: la frontera existente entre bienes y servicios tiende
a esfumarse. Se trata del surgimiento de una “economía de lo
inmaterial” en la que la relación central es aquella que se es­
tablece entre el hombre, la idea y las imágenes. A medida
que el contenido de la información y la interactividad de los
productos se intensifican, todos ellos cambian de naturale­
za. Su valor reside menos en sus propiedades físicas que en
su capacidad para brindar acceso a prestaciones inmateria­
les. Así es como se desarrolla “la economía del acceso” según
la tesis de Jeremy Rifkin, economía en la que el intercambio
de bienes es remplazado por un sistema de acceso controlado
por las empresas a través de diversos procesos de arrenda­
miento, de leasing, de concesión, de derechos de admisión, de
adhesión o de suscripción, y que definen el uso provisional7
de esos bienes. En un universo semejante, el acceso rempla­
za a la propiedad, el arrendamiento sustituye a la compra;
los consumidores ya no compran automóviles, sino que pa­
gan por servicios de arrendamiento.
La concepción en sí de los objetos de consumo por parte
de las empresas se modifica para tomar mejor en cuenta esa
hegemonía de los servicios. Los productos dejan de ser pen­
sados como objetos dotados de características inmutables
que tienen un valor definitivo, y se conciben como produc­
tos evolutivos, los cuales pueden experimentar mejoras p o ­
tenciales y aportar servicios con valor agregado. A menudo
el producto material sólo sirve de “soporte” para la distribu­
ción de servicios y permite instaurar una relación perma­
nente de servicios entre la empresa y su cliente. Y ésta es la
razón por la que suele venderse por debajo de su valor real,
con la esperanza de que incitará al usuario para que éste con­
suma servicios más lucrativos: la política comercial de las
sociedades de telefonía m óvil se inscribe en esta gestión.

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E L N U E V O C A P IT A L IS M O

Otra transformación importante es la que se refiere a la


personalización de la producción de servicios. Gracias a las
nuevas posibilidades que las ntic han introducido en tér­
minos de procesamiento de la información y de interacción
con los consumidores, ha sido posible que las empresas adap­
ten su oferta a las necesidades específicas de sus clientes. Se
trata de una mutación industrial importante: según Robert
Reich, hemos pasado de la producción en masa de bienes
estandarizados a la producción de servicios especializados.8
De esta manera, las actividades más dinámicas y rentables del
transporte por carretera, ferroviario o aéreo, satisfacen las ne­
cesidades de sus clientes mediante técnicas de recepción y
de entregas especializadas con la ayuda de containers
individualizados. Asim ism o, los establecimientos
financieros más rentables ofrecen una gama completa de
servicios (que enlazan la banca, los seguros y las inver­
siones) adaptados a las necesidades particulares de los indi­
viduos y de las empresas.

Las empresas organizadas en redes

El despliegue de las ntic y el desarrollo de la producción de


servicios personalizados se traducen en el cambio autosos-
tenido de los métodos de trabajo y de la organización in­
ternacional de las empresas. En el sistema productivo
tradicional, la producción masiva de bienes estandarizados
era efectuado por empresas de producción en cadena y se­
gún los principios taylorianos* de la organización científica

* La primera vez que aparece un término importante de un vocabulario


especializado, que se explica en el glosario, va seguido de un asterisco.

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LA T E R C E R A R E V O L U C IÓ N IN D U S T R IA L

del trabajo. En el “nuevo mundo industrial”9 la empresa ex­


perimenta importantes transformaciones. El objetivo cen­
tral lo constituye la búsqueda de flexibilidad, es decir, la
adaptación permanente a la evolución de la demanda de ser­
vicios personalizados por la difusión de las ntic , de los
equipos programables y de las innovaciones organizaciona-
les. La empresa ha dejado de estructurarse de manera jerár­
quica para encuadrar a millones de obreros. La generalización
de las microcomputadoras en redes, favorecida por el abati­
miento del precio de esos equipos, suscita coordinaciones
transversales que implican la limitación del número de nive­
les jerárquicos. En la empresa, la coordinación llega a ser más
horizontal que vertical; el organigrama se asemeja menos a
una pirámide que a una red, y así es como se desarrollan las
“empresas-redes”, según la expresión que utiliza Robert
Reich. El desarrollo de la “conectividad”* de las empresas,
que constituye el campo fundamental de la aplicación de las
ntic , les permite establecer relaciones directas con otras em ­
presas (se trata del “ B to B” business to business) o con los
clientes (“B to C ” business to consumer).
Las ntic hacen que la empresa se desplace de un m ode­
lo intensamente jerarquizado, en el que la información se en­
contraba centralizada, a un modelo interactivo en el que la
decisión está menos programada y la información está más
distribuida. Con esta nueva organización, la administración
se encuentra más en condiciones de movilizar a todas las in­
teligencias para ponerlas al servicio de las nuevas necesida­
des del cliente.
Com o nunca antes, el motor de la creación de riqueza por
parte de la empresa es su capital intelectual, llegando a ser
secundario el capital físico. La empresa cambia el modelo
productivo: bajo el régimen tayloriano, se encontraba orga­
nizada de manera estática, sobre la base de una “división

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E L N U E V O C A P IT A L IS M O

técnica del trabajo”, la que a su vez se fundaba en una relación


física entre las máquinas y los productos. Las nuevas em ­
presas tienden a evolucionar hacia la lógica de la “división
cognitiva del trabajo”, destinada a valorar su capital inte­
lectual.10 Las ntic desempeñan un papel central en esta ca­
rrera, a saber: ellas son una poderosa herramienta de vigía
tecnológica y de gestión de los conocimientos acumulados
en la empresa. Internet no sólo constituye una fuente m un­
dial de información casi gratuita, sino también una puerta
de acceso, por medio del rodeo de los motores de investi­
gación, a la información que es el objetivo y que resulta per­
tinente (patentes, estrategias de los competidores, etcétera).
En ese nuevo mundo industrial, las dos fuentes de efica­
cia de las empresas son la creatividad técnica y el saber hacer
comercial. La automatización ha reducido considerable­
mente el número de puestos consagrados a la producción.
Por una parte, el empleo se concentra en las tareas de con­
cepción destinadas a definir nuevos productos y técnicas de
producción competitivas, y, por la otra, en las tareas de dis­
tribución, cuyo papel fundamental consiste en garantizar la
interfase con el cliente para determinar las necesidades es­
pecíficas de este último. En la empresa-red descrita por Ro-
bert Reich, la mayor parte de las tareas se externalizan: las
actividades de producción se le confían a subempresarios.
Por lo que se refiere a las tareas de concepción, éstas no las
llevan a cabo asalariados en el seno de la empresa, sino más
bien personas más o menos autónomas, que están asocia­
das a las ganancias y a los riesgos de la empresa, y que par­
ticipan en la red en el marco de estructuras, como pueden
ser los centros de ganancias independientes o los asociados
externos.

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LA T E R C E R A R E V O L U C IÓ N IN D U S T R IA L

La era de los rendimientos crecientes

El “sistema técnico contemporáneo” que se basa en las ntic,


según la expresión de Michel Volle,11 tiene una estructura
de costos atípica, que se caracteriza por elevados costos fijos
y, a manera de consecuencia, por costos variables de poca
monta: el costo no depende (prácticamente) de la cantidad
producida. Ejemplo de ello lo constituye la importancia de
los gastos de infraestructura y de permiso (los cuales cons­
tituyen gastos fijos) de las compañías de telefonía móvil. Lo
mismo puede decirse de las “pulgas” electrónicas o del soft­
ware: es la concepción del producto la que resulta onerosa
para la empresa, en tanto que su producción y su distribu­
ción tienen un reducido costo marginal*. Una vez que se ha
concebido el software W indows éste se puede vender en una
ciudad o en todo el mundo, en donde apenas se modificará
el costo total. Para quienes tienen interés, será la primera
unidad la que tenga un costo elevado. Las empresas que fun­
cionan según ese modelo técnico se benefician de las econo­
mías de escala* y de crecientes rendimientos*: sus costos
por unidad se abaten y sus resultados se mejoran a medida
que aumentan su escala de producción. De esta manera, a
las empresas les interesa incrementar su tamaño con objeto
de sacar el mejor partido de esos rendimientos crecientes.
Además, aparecen los “efectos de redes” : cuanto más se
vende en mayor cantidad un bien ntic , más aumenta su
valor para el usuario (elige la compañía de telefonía móvil
que cuenta con mayor número de suscriptores y con la red
más importante). Semejante dinámica favorece al primer
entrante en cada mercado, pues este último se encuentra en
condiciones de acaparar las ganancias. El productor más
grande es el que se beneficia de las economías de escala de

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E L N U E V O C A P IT A L IS M O

potenciales ilimitados. Sin embargo, para apoderarse de es­


ta ventaja inicial es necesario contar con una dimensión
considerable, lo que explica la carrera por el crecimiento de
las empresas del sector de las ntic , el cual se caracteriza por
sus numerosas y espectaculares operaciones de concentra­
ción. El ejemplo más representativo de ese proceso lo cons­
tituye la gran fusión entre aol y Tim e Warner en enero de
2000, la cual dio lugar al grupo mundial más grande en vir­
tud de su capitalización bursátil. La operación se destacó por
su originalidad, pues la empresa más pequeña (aol , con
12 m il personas) rescató mediante su compra a la más gran­
de (Time Warner, con 70 mil personas), la cual era una agru­
pación de formación reciente en la que se aliaban la prensa,
la industria editorial, el cine, la televisión y la música. Se
trata de la fusión de un productor de información multime­
dia con un vendedor de acceso a Internet.
En el inicio del siglo xxi, el mercado de los proveedores
de contenidos para internet (pci ), con un considerable p o ­
tencial de crecimiento, se encuentra dom inado por tres
gigantes: la empresa estadunidense AOL-Time Warner, la
empresa francesa Vivendi Universal, y la alemana Bertels-
mann. El ascenso al poder de esos grandes grupos refuta la
hipótesis de la llamada “atomicidad” (un considerable nú­
mero de agentes, de los cuales ninguno ejerce una influen­
cia dominante), que garantiza el buen funcionamiento del
modelo estándar de competencia pura y perfecta*.

Las singulares leyes de la economía del conocimiento

Poner una vez más en entredicho el paradigma económico


estándar va mucho más lejos. En efecto, después del inicio
de los años setenta, la parte del capital inmaterial e intelec­

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LA T E R C E R A R E V O L U C IÓ N IN D U S T R IA L

tual se ha duplicado en relación con el capital tangible (o


fijo), y el stock de capital inmaterial rebasa el stock de equipo
material. De acuerdo con algunos economistas,12 todas esas
inversiones son la expresión de la evolución de nuestras
economías hacia un nuevo modo de desarrollo: el de una eco­
nomía fundada en el conocimiento y que se caracteriza por
el papel medular que desempeñan los procesos de produc­
ción, de procesamiento y de difusión de los conocimientos.
La variable fundamental de crecimiento sería en lo sucesivo
la intensidad del saber definida como la proporción de tra­
bajadores del conocimiento (knowledge workers). Las acti­
vidades de alta intensidad de saber (40 por ciento de los
trabajadores del conocimiento) — los servicios informáticos,
la investigación y el desarrollo, la enseñanza y la formación—
representan 40 por ciento de las creaciones netas de em ­
pleos en Estados Unidos, en tanto que sólo representan 28
por ciento del empleo total.
Ahora bien, el conocimiento es un bien particular y ex­
traño que posee propiedades diferentes de aquellas que ca­
racterizan a los bienes convencionales, en especial a los
bienes tangibles.13 Esas propiedades son ambivalentes: por
una parte, permiten explicar que las actividades de produc­
ción de conocimiento tienen, en general, un “rendimiento
social” m uy elevado y que, por lo tanto, constituyen un fac­
tor por demás poderoso de crecimiento económico; por otra
parte, plantean temibles problemas de asignación de recur­
sos y de coordinación económica. Además de la ausencia de
atomicidad, se cuestionan de nuevo tres propiedades fun­
damentales del paradigma económico convencional: la trans­
parencia (cada cual sabe qué es lo que necesita y qué es lo
que está a la venta), el carácter exclusivo del consumo de un
bien (sólo comprándolo es posible consumirlo), y su carác­
ter “rival” (dos consumidores no pueden adquirir un bien a

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E L N U E V O C A P IT A L IS M O

mejor precio que un solo consumidor).14


Podría pensarse que internet favorece la transparencia
debido a que perm ite com parar los precios casi instan­
táneamente. Ahora bien, en el terreno de los hechos, la
complejidad de los servicios vendidos perjudica a la transpa­
rencia: el usuario no sabe exactamente qué está comprando
mientras suscribe su abono. Corre el riesgo de ser prisione­
ro (el fenómeno del lock-in) de una relación a largo plazo
que lo coloca en una situación de inferioridad en relación
con el vendedor: es el caso de los abonos a internet o la tele­
fonía móvil. En cuanto al vendedor, éste no se encuentra en
condiciones de hacer pagar el producto antes de que sea
consumido, ya que los bienes y los servicios pueden repro­
ducirse con un costo casi nulo: es el caso del “fotocopillaje”
de los libros o de la piratería de la música en internet. Por
último, de acuerdo con la teoría, el bienestar de la sociedad
se maximiza cuando los usuarios tienen la posibilidad de
pagar los bienes y los servicios al costo marginal de éstos, es
decir, al costo de la última unidad producida. Lo anterior
significa que, en el sector de las ntic , los bienes y los servi­
cios deberían cederse casi gratuitamente debido a que su
costo marginal es prácticamente nulo: en efecto, como lo he­
m os visto, la mayor parte de los costos es fija. Si se aplicara
esta regla, el productor correría el riesgo de quebrar, lo que
demuestra que, en ese nuevo contexto, el razonamiento eco­
nómico tradicional resulta inadecuado. Así, las característi­
cas de las ntic y de la economía del conocimiento una vez
más ponen en entredicho la hipótesis de la famosa “mano
invisible”, según la cual los mecanismos del mercado condu­
cen espontáneamente a los protagonistas hacia una situa­
ción óptima, es decir, satisfactoria para todos. Y lo anterior
plantea el problema de la regulación de los mercados y del pa­
pel de los poderes públicos en la economía contemporánea.

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LA T E R C E R A R E V O L U C IÓ N IN D U S T R IA L

En la medida en que lo esencial de los costos es fijo, la


economía no puede adaptarse a un régimen de competen­
cia pura y perfecta. Si un software recién concebido fuera de
inmediato puesto a competir con productos similares, la
guerra de los precios de los fabricantes colocaría a la empre­
sa en la imposibilidad de recuperar los gastos que permitie­
ron su concepción. Con la finalidad de eliminar ese riesgo,
las empresas procuran diferenciarse entre sí: se trata de uno
de los aspectos de la producción personalizada que descri­
bimos con anterioridad. Sobre cada variedad de bienes o de
servicios, las empresas erigen un monopolio particular en
cuyas fronteras se encuentran compitiendo con los provee­
dores de variedades vecinas. El objetivo de las empresas de
la “nueva economía” se cifra en beneficiarse de una renta de
situación para amortizar sus costos de investigación y desa­
rrollo sobre una considerable masa de consumidores. Las
empresas dan prueba de mucha imaginación para proteger­
se de la competencia: realizan el esfuerzo de erigir “barreras
a la entrada” de su mercado con la finalidad de mantener al
adversario a distancia. Una de las estrategias más eficaces es
la que consiste en acoplar dos prestaciones complementarias.
De esta manera, Microsoft se ha asegurado el control del
mercado del software, a expensas de su competidor Word
Perfect, al integrar su propio procesamiento de textos en el
paquete Office via el dominio de su sistema de explotación.
Repitió la operación con su navegador Explorer.
En ese campo de batalla, las empresas utilizan todas las
armas de las que disponen para alcanzar sus objetivos, entre
los que figuran la corrupción o el abuso al ocupar la posición
dominante, como lo demuestran ciertos casos judiciales re­
cientes, como el proceso iniciado contra Microsoft en Es­
tados Unidos. La competencia es mundial y violenta. Las
alianzas se rompen y se renuevan a menudo. Así, después de

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E L N U E V O C A P IT A L IS M O

haberse aproximado entre sí, France Télécom y Deutsche


Telekom se han separado brutalmente. De la misma mane­
ra, los tres grandes proveedores de contenidos en Internet,
AOL-Time Warner, Vivendi Universal y Bertelsmann, se han
aliado alternativamente, después han sido competidores, y
el novelón no ha terminado. ¡El modelo ideal de la com pe­
tencia pura y perfecta se encuentra aún m uy lejano!

Una economía mundializada

La tecnología, los capitales, las mercancías y los servicios


franquean las fronteras con una facilidad sin precedentes.
C on la desmaterialización de los productos y con las ntic ,
los costos de transporte se han reducido considerablemen­
te. Las distancias geográficas prácticamente han dejado de
oponerse a la “ubicuidad” de los productos: se pasa del te­
rritorio al cyberspace. De esta manera, el nuevo paradigma
tecnológico conduce a la mundialización económica que se
describe en las estadísticas: la producción mundial de bienes
y servicios que son objeto de intercambios internacionales,
que en r970 era de r2.7 por ciento y en 2990 era de 20 por
ciento, alcanzó 23 por ciento en el año 2000.15 Es verdad
que subsisten obstáculos para la mundialización, como son
los reglamentos o los derechos de aduana nacionales, pero
a menudo éstos son evadidos por las empresas, que reubi­
can los centros industriales en el extranjero. En este nuevo
contexto, raros son los productos que tienen una “nacionali­
dad” determinada. En efecto, éstos son con mayor frecuencia
el ensamblaje de componentes fabricados en diversos luga­
res. El capital intelectual, que constituye el principal ingre­
diente de los productos que tienen elevado valor agregado,
puede provenir de cualquier parte y ser incorporado instan -

26
LA T E R C E R A R E V O L U C IÓ N IN D U S T R IA L

táneamente. Así, la venta de un automóvil por parte de una


empresa francesa es una transacción internacional que pone
en juego una labor de concepción realizada en Francia, pero
también un trabajo de montaje efectuado en España, pa­
tentes pagadas a las universidades estadunidenses, servicios
financieros canalizados a un banco británico, etc. La mayor
parte del comercio internacional se apoya en lo sucesivo en
intercambios de ese tipo, efectuados entre las filiales de los
grupos industriales multinacionales organizadas en redes a
lo largo de todo el mundo. Con la difusión mundial de las
altas tecnologías y el costo insignificante de la mano de obra
en el tercer mundo, la economía mundial tiende a transfor­
marse en una red de empresas multinacionales cuyos diri­
gentes e ingenieros residen en los países industrializados, en
tanto que la actividad de producción propiamente dicha se
localiza cada vez más en los países con salarios bajos. En
junio de 20or, el anuncio de la espectacular decisión del gru­
po francés de telecomunicaciones Alcatel de ceder la mayor
parte de sus aproximadamente r20 centros de producción
industrial en todo el mundo a subempresarios se inscribe
en esta lógica de las empresas “sin fábricas”, que vuelven a
centrarse en las actividades (de elevado valor agregado) de
concepción, de mercadotecnia y de venta.

“Un mundo que va a gran velocidad”16

El progreso de las ntic obedece a “leyes” de aceleración úni­


cas en la historia:

- la “ley de M oore” para las microcomputadoras (su capaci­


dad se duplica cada r8 meses a precio constante);
- la “ley de Am dahl”, que es el equivalente de la ley anterior

27
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

para los progresos realizados en teletransmisión;


- la “ley de Metcalfe” para el ascenso al poder de las redes
(su atractivo crece al ritmo del cuadrado del número de
los usuarios).

Esas leyes se verifican ampliamente en el terreno de los he­


chos. Así como lo predijo Gordon Moore, ingeniero en elec­
tricidad y fundador de Intel, la capacidad de procesamiento
de las computadoras sigue aumentando, en tanto que su
precio no deja de bajar. En una generación, el precio de las
computadoras (de igual calidad) se ha dividido entre más
de ro mil. En no menor grado, las proezas han sido asimis­
m o espectaculares en la esfera de las telecomunicaciones:
en los dos últimos decenios del siglo xx, la rapidez de trans­
misión de datos por línea telefónica ordinaria se multiplicó
por 22.
La convergencia de esas tres aceleraciones, que aumen­
tan las potencialidades de Internet, explica la evolución
fulgurante de determinadas empresas. Los operadores de la
telecomunicación y de lo audiovisual se encuentran igual­
mente comprometidos en esa aceleración, puesto que las
fronteras entre esos tres sectores se tornan cada vez más di­
fusas. En todos los sectores, esa rapidez de innovación se
traduce en un acortamiento de la duración de producción
y de la duración de la vida de los productos. Así, Chrysler
requirió cuatro años y medio y la intervención de 3 m il tra­
bajadores para elaborar y fabricar su modelo K a fines de los
años setenta. Algunos años después, la misma empresa lo­
gró producir el Chrysler Neón en dos años y medio, con un
equipo de 900 individuos. En la “nueva economía” presen­
ciamos la vertiginosa proliferación de nuevos productos
eminentemente efímeros: los productos de gran consumo
fabricados por la electrónica japonesa tienen en lo sucesivo

28
LA T E R C E R A R E V O L U C IÓ N IN D U S T R IA L

una vida media de tres meses.17


En los mercados que han llegado a ser hipercompetidos,
las economías de tiempo adquieren la misma importancia
que las economías de escala. Las empresas que son las pri­
meras en llegar a un mercado pueden fijar precios más eleva­
dos y aumentar su margen de utilidades. A este acortamiento
del ciclo de vida de los productos le corresponde una versa­
tilidad mayor de los consumidores, cuya impaciencia se ve

Las n t i c : un nuevo paradigma tecnológico

29
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

acicateada por la continua avalancha de nuevos productos.


En resumen, las ntic implican cambios considerables en
el funcionamiento de las empresas, de la economía y de la
sociedad. Ellas dan a luz un nuevo “paradigma tecnológico”
que ha sido descrito de m anera convergente por sociólo­
gos como Manuel Castells, y por economistas como Robert
Reich y Jeremy Rifkin, de Estados Unidos, o Pierre Veltz y Mi-
chel Volle en Francia. ¿Cuáles son los principales aspectos de
esta m utación tecnológica (véase el esquema de la p. 29)?

r. El conocimiento se constituye en un factor clave del creci­


miento.
2. Las empresas experimentan una profunda transform a­
ción.
3. El proceso de mundialización se acelera.
4. El paradigma económico estándar se pone en entredicho.

Esas transformaciones tienen importantes repercusiones


sociales, en especial en la distribución de la riqueza (véase el
apartado “ Nuevas form as de desigualdad” en este texto).
Nuestras sociedades, toda vez que enfrentan una crisis de
adaptación, deben inventar nuevas políticas de regulación:
es necesario innovar socialmente a fin de controlar las m u ­
taciones tecnológicas para que éstas contribuyan a mejorar
el bienestar general. En efecto, la eficacia de la tecnología
depende en gran medida del ambiente institucional (siste­
ma político, formación, sistema financiero, etc.) en el que tie­
ne lugar.

30
LA G L O B A L IZ A C IÓ N F IN A N C IE R A

unto con las mutaciones tecnológicas, las finanzas cons­

J tituyen la segunda gran fuerza que se encuentra en el ori­


gen de las recientes transformaciones de la economía
mundial. En efecto, a partir de los años setenta, presencia­
m os el ascenso al poder de las finanzas internacionales en el
contexto de la globalización. La globalización financiera se
define como un proceso de interconexión de los mercados
de capitales en los ámbitos nacional e internacional, condu­
centes al surgimiento de un mercado unificado del dinero
en escala planetaria. Esa evolución resulta principalmente
de dos colisiones, una de las cuales es política e ideológica,
en tanto que la otra es demográfica.

La globalización neoliberal: una elección política

A lo largo de los años setenta, las principales economías ca­


pitalistas se encuentran en crisis: experimentan el estanca­
miento del crecimiento económico y la aceleración de la
inflación, esta última amplificada por las colisiones petro­
leras de 1973 y 1979. La economía mundial se hunde en la

31
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

inestabilidad con el derrumbe del sistema monetario inter­


nacional instaurado en Bretton Woods (1944) al finalizar la
guerra, y con la generalización de la flotación de las divisas
a partir de 1973. Por último, y sobre todo, como lo muestra la
gráfica que sigue, las empresas experimentaron una espec­
tacular baja en sus tasas de ganancia a partir de mediados
de los años sesenta. Los acreedores y los dueños del capital
financiero pudieron ver cómo su riqueza menguaba debido
a la baja de los beneficios y a la inflación.

Evolución de las tasas de ganancia en Estados Unidos y en Europa

E stad o s U n id o s: 1960-1998

E u ro p a (m e d ia d e A le m a n ia , F ra n c ia y R e in o U n id o ): 1960-1996

F u e n t e : D u m é n il y L e vi, 2001.

Entonces los medios industriales y financieros presionaron a


los gobiernos para que éstos cambiaran de política económ i­
ca y suprimieran los obstáculos que se oponían a la reestruc­

32
L A G L O B A L IZ A C IÓ N F IN A N C IE R A

turación salvadora del capitalismo. De esta manera, desde el


inicio de los años ochenta se llevó a la práctica la llamada
“revolución conservadora”, impulsada por el presidente es­
tadunidense Ronald Reagan y por la primera ministra bri­
tánica Margaret Thatcher. Ese nuevo dogma ideológico se
apoya en la idea de que los estados han dejado de estar en
condiciones de administrar la economía, y de que es nece­
sario, a fin de dinamizar dicha economía, otorgarle la más
amplia libertad a la iniciativa individual y al espíritu de em ­
presa. De acuerdo con esa concepción, se juzga que las regla­
mentaciones son indeseables o inaplicables: sólo un mercado
financiero liberado y desarrollado puede permitir la recupe­
ración de la inversión y del crecimiento. A l darles a los ac­
cionistas la supremacía por encima de los administradores
en las empresas, el desarrollo de los mercados de capitales
debe incrementar la eficacia del aparato productivo. Esas
transformaciones en su conjunto habían de conducir al m e­
joramiento del bienestar general en la economía mundial.
Esas ideas constituyen la base de la doctrina “neoliberal”,1
así llam ada debido a que se ubica en la prolongación
del liberalismo clásico propugnado por F ra n g ís Quesnay
(2694-2774) en Francia y por Adam Smith (2723-2790) en
Inglaterra. La doctrina neoliberal debe su atractivo y su
fuerza al hecho de que se coloca bajo la bandera de la liber­
tad, aun cuando ella misma se encuentra amenazada por el
monstruo del Estado proveedor*. De hecho, el éxito del neo-
liberalismo es ante todo la consecuencia de un doble de­
rrumbe.2 Por una parte, de la crisis del capitalismo de la
posguerra, que puso en entredicho el papel del Estado y de
la política pública; por la otra, el desplome de la oposición
organizada, trátese del sindicalismo (la tasa de sindicaliza-
ción descendió de 34.5 por ciento en 2956 a 24.5 por ciento
en 2997 en Estados Unidos, y se redujo a menos de la mitad

33
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

en Francia), o del marxismo, desacreditado a partir de la


destrucción del muro de Berlín en 1989. Una característica
esencial de la visión del mundo de la que es portador el libe­
ralismo (antiguo o nuevo) es su pretensión de universali­
dad. Com o lo señala Alain Mine: “No existe otra economía
fuera de la economía de mercado. [...] En la historia de la
humanidad, desde que ésta es humanidad, el mercado es un
estado natural de la sociedad.”3 De manera que el liberalis­
m o describe un orden natural; por lo tanto, no puede haber
una concepción del mundo alternativa. La doctrina liberal
constituye el “pensamiento único”.
La doctrina neoliberal será la que sirva como fundamen­
to del Consenso de Washington, una especie de decálogo
formulado por el G-7, el club de los siete principales países
industrializados4 que pretende ser el directorio de la econo­
mía mundial. La idea principal de ese Consenso de W ash­
ington, definida en los primeros años de la década de los
ochenta, es que el incremento en el bienestar de los pueblos
requiere la apertura de las fronteras, la liberalización del co­
mercio y de las finanzas, la desregulación y la privatización,
la retracción del gasto público y de los impuestos en benefi­
cio de las actividades privadas, la primacía de las inversiones
internacionales y de los mercados financieros; en resumen:
la declinación de la política y del Estado en provecho de los
intereses privados.
Desde fines de los años setenta, Estados Unidos y Gran
Bretaña, a los que siguieron sin tardanza los demás países
industrializados, llevaron a la práctica políticas cuyo objeti­
vo era organizar la retracción de la intervención pública, y
que se articulaban en torno a cinco grandes principios:

r. Disminuir la carga fiscal de los dueños del capital y de las


empresas.

34
L A G L O B A L IZ A C IÓ N F IN A N C IE R A

2. Eliminar los obstáculos a la movilidad de los capitales y a


la rentabilidad de las empresas por medio de la desregu­
lación.
3. Abrir nuevos campos de valorización de los capitales m e­
diante la privatización.
4. Reducir los programas sociales y el gasto público: esto
pone en entredicho al Estado proveedor.
5. Otorgarle prioridad a la estabilidad de los precios a fin de
proteger a los acreedores.

Esas reformas políticas se aplican en particular a dos esferas


clave: el mercado de trabajo y el sistema financiero. El m er­
cado laboral se desregula y las alzas salariales se limitan. En
Francia, se trata de la política de rigor y de desindexación de
los salarios sobre los precios llevada a la práctica a partir de
2979. Resulta claro que se ha establecido una nueva relación
de fuerzas entre el trabajo y el capital que sólo favorece a
este ultimo.

Las políticas a favor de las finanzas

Presenciamos, ante todo, un brutal cambio de rumbo en la


política monetaria a partir de 1979, primero en Estados U ni­
dos y después en los demás grandes países industrializados.
La lucha contra la inflación se convierte en el objetivo prio­
ritario, lo que obliga a la Federal Reserve, que es el banco
central estadunidense, a endurecer su política. De lo anterior
resultó un ascenso espectacular de las tasas de interés (cuyo
nivel se duplica), primero en Estados Unidos y más tarde en
la economía mundial. Ese “golpe de 1979”, organizado por
las autoridades estadunidenses,5 consistió en la inversión
total de la relación de fuerzas existente entre acreedores y

35
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

deudores a favor de los primeros, quienes en lo sucesivo se


beneficiaron de elevadas tasas de interés reales*, las cuales
fueron llevadas a niveles inusitados después de la segunda
guerra mundial. Ésa fue la primera victoria de los dueños
del capital financiero.
A lo largo de los años ochenta se instauró un nuevo sis­
tema financiero en el que los mercados de capitales adqui­
rieron im portancia en relación con el financiam iento
bancario. Por otra parte, la lógica de competencia aventaja
al control público en la regulación del sistema financiero. A
ese nuevo régimen se lo conoce con el nombre de “econo­
mía liberalizada de los mercados financieros”,6 el cual susti­
tuye al régimen de “endeudamiento administrado” que había
predominado durante los gloriosos treinta (2944-2974). Esa
transformación se llevó a cabo en virtud de dos series de
reformas:

- una liberalización financiera radical que implicó la reduc­


ción progresiva de la parte de los financiamientos con ta­
sas de interés administrados a partir de 2985, la supresión
del marco del crédito en 2987, y el incremento del control
de cambios en r989. Por otra parte, los poderes públicos
procedieron a la privatización de los bancos en su con­
junto entre r986 y 200a;
- la creación de un vasto mercado de capitales que iban del
corto al largo plazo (en particular la Bolsa), incluyendo las
operaciones a plazo fijo destinadas a garantizar la cober­
tura contra los riesgos vinculados a las fluctuaciones de
las tasas de interés y de cambio. El proceso anterior se ex­
tendió a los 25 países de la Unión Europea por medio de
la creación, en 1 9 9 0 , de un mercado único de capitales ba­
sado en la institución de reglas en común y en la creación
de una moneda única.

36
L A G L O B A L IZ A C IÓ N F IN A N C IE R A

El crecimiento vertiginoso de las finanzas


internacionales

Las nuevas políticas que ejecutaron los gobiernos de los


principales países industrializados después de la “revolución
conservadora” iniciada por Estados Unidos y Gran Bretaña
tuvieron efectos considerables en el desarrollo de las finan­
zas internacionales. Esas políticas le asestaron un latigazo al
proceso de globalización financiera, lo que condujo a la crea­
ción de un mercado único de dinero a escala mundial.
H oy en día, el sistema financiero internacional ha llega­
do a convertirse en un megamercado unificado del dinero,
que se caracteriza por una doble unidad:

- unidad de lugar: las plazas financieras nacionales están


conectadas entre sí por las modernas redes de com uni­
cación;
- unidad de tiempo: el sistema funciona continuamente, las
24 horas del día, sucesivamente en las plazas del lejano
Oriente, de Europa y de América del Norte.

La globalización ha llegado a traducirse en un “desmantela-


miento de los mercados” con la apertura de las fronteras: en
primer lugar, apertura al extranjero de los mercados nacio­
nales, y, en el interior de éstos, el estallido de los comparti­
mentos existentes: mercado monetario (dinero a corto plazo),
mercado financiero (capitales a plazo más largo), mercado de
cambios (intercambio de divisas), mercados a plazo fijo*,
etc. En lo sucesivo, quien invierta (o preste) busca el mejor
rendimiento pasando de uno a otro título, de una a otra di­
visa: de la obligación en euros a las acciones en dólares, de
la obligación privada (corporate) a los bonos del Tesoro. En
su totalidad, esos mercados particulares (financieros, de

37
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

cambio, a plazo fijo, etc.) se han transformado en los sub­


conjuntos de un mercado financiero global, que ha llegado
a ser mundial.
El lugar de las finanzas en la economía mundial ha cam ­
biado de igual manera. En el pasado, la función del sistema
financiero internacional consistía en garantizar el financia-
miento del comercio mundial y de las balanzas de pagos.
Ahora bien, los flujos financieros internacionales han expe­
rimentado recientemente una progresión explosiva y sin
parangón con las necesidades de la economía mundial. Las
cifras son elocuentes: de acuerdo con estimaciones de la
banca de los reglamentos internacionales, el tamaño del mer­
cado de cam bios (en el que las divisas nacionales se in­
tercambian) se ha triplicado de ^89 a 1998. En este último
año, aproximadamente m il millones seiscientos m il dólares
(suma ésta que equivale al p ib anual de Francia) circularon
a diario por los mercados de divisas del mundo. Por otra
parte, las transacciones que en ese mercado obedecen a las
operaciones financieras son cincuenta veces más im portan­
tes que aquellas que se vinculan al comercio internacional de
bienes y de servicios.7 La interpretación de esas cifras es por
demás sencilla: en lo sucesivo, las finanzas internacionales
siguen su propia lógica, la cual sólo tiene una relación indi­
recta con el financiamiento de los canjes y de las inversiones
en la economía mundial. Lo esencial de las operaciones fi­
nancieras consiste en vaivenes incesantes, de naturaleza es­
peculativa, entre las divisas y los diversos instrumentos
financieros. El aserto anterior nada tiene de sorprendente:
sabemos a partir de Keynes, que sin duda es el más grande
economista del siglo xx, que el desarrollo rápido e incon­
trolado de los mercados financieros implica fatalmente su
derivación especulativa.8

38
L A G L O B A L IZ A C IÓ N F IN A N C IE R A

El choque demográfico de los países ricos

La evolución de la población en los países desarrollados de­


sempeña asimismo un papel dinámico en las transforma­
ciones en curso del sistema financiero. En la posguerra, esos
países experimentaron un considerable choque demográfi­
co: se trata del “ boom de los bebés”, que se tradujo en un res­
tablecimiento temporal de la fecundidad y que se halló en
el origen de una reactivación demográfica que contribuyó a
la dinámica de los gloriosos treinta. H oy en día, esos países
comienzan a experimentar un contrachoque demográfico.
El envejecimiento de la población es el resultado de tres se­
ries de factores: la disminución de la fecundidad, que regresó
al nivel anterior al boom de los bebés (2.1 niños por mujer),
el que numerosos autores del boom de los bebés (o sea, el
boom de los papás) alcanzaran la edad de la jubilación, y el
alargamiento de la duración de la vida, que en 50 años as­
cendió de 63 a 75 años para los varones, y de 68 a 82 años
para las mujeres.
Si nos referimos a los pronósticos demográficos elabora­
dos por el insee, el rango de las personas de más de 60 años,
que en 2950 representaba r6.2 por ciento del total de la
población francesa, y 29 por ciento en 1990, debió ascender
a 20.6 por ciento en el año 2000, será de 27.3 por ciento en
2020, y deberá ser de 35 por ciento en 2050.9 Este envejeci­
miento de la población se produce asimismo en los demás
países ricos, especialmente en Japón y en Estados Unidos,
como lo pone de manifiesto el cuadro r (véase p. 40).
El contragolpe demográfico habrá de ejercer un efecto
importante en los comportamientos de ahorro y de acu­
mulación financiera: es en este punto en el que confluyen
las finanzas y la demografía. De acuerdo con la hipótesis lla­
mada “del ciclo de vida”, la tasa de ahorro, es decir, la parte

39
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

Cuadro i: Pronósticos demográficos:


mediana de la edad de la población

1950 2000 2020 2050

Estados Unidos 30.0 35.8 39.0 42.1

Japón 22.3 41.2 46.9 49.0

Franda 34.5 37.6 42.3 43.9

Fuente: onu , World Population Prospecte, 1998.

del ingreso ahorrado, varía en función de la edad. El ahorro


es moderado durante la primera parte de la vida activa, pues
los individuos más jóvenes economizan poco y contraen
deudas con fines de consumo y para mantener a sus hijos;
más adelante alcanzará su máximo, en el periodo que va de
los 40 a los 65 años, que es el momento en el que los indivi­
duos de edad madura disponen su retiro, y disminuirá luego,
en el momento de retirarse, que es cuando los más ancianos
consumen su patrimonio. Ahora bien, como consecuencia
del envejecimiento demográfico, los países ricos ven que nu­
merosas generaciones alcanzan el periodo de ahorro inten­
so (de los 40 a los 65 años). Por esta razón, la tasa de ahorro
global de esos países debería elevarse, lo que corresponde a
una conducta patrimonial de acumulación de riqueza finan­
ciera. De este modo, en Francia, las personas que tienen más
de 55 años de edad retienen cerca de 70 por ciento del valor
del conjunto de las carteras de valores mobiliarios.10

40
L A G L O B A L IZ A C IÓ N F IN A N C IE R A

Una globalización financiera asimétrica

Sin embargo, no todas las regiones del mundo tienen las mis­
mas estructuras demográficas. Una considerable parte del
planeta tiene una población joven cuyo crecimiento es gran­
de (como es el caso de Brasil e Indonesia, que son países
emergentes), o incluso casi explosivo (la mayor parte de los
países africanos). De ello resultan considerables distorsio­
nes y desigualdades en la economía mundial: los países m e­
nos ricos poseen abundantes recursos humanos, si bien sus
recursos financieros son escasos, en tanto que sucede lo
contrario en los países desarrollados, cuya lenta evolución
demográfica va acompañada de una considerable riqueza
financiera.
En buena lógica, esas distorsiones deberían implicar
transferencias internacionales de ahorro de los países ricos
hacia los países pobres, así como flujos migratorios en sen­
tido inverso. Sin embargo, no vemos que suceda así: según
estimaciones del Banco Mundial que figuran en el cuadro 2
(véase p. 42), los países en desarrollo sólo alcanzan a captar
una pequeña parte de los capitales que anualmente circulan
en el planeta. Esos países, a los que corresponde 85 por
ciento de la población mundial y 22 por ciento de la riqueza
mundial, en el año 2000 sólo atrajeron 7.6 por ciento de los
capitales privados (media de las inversiones de cartera* y de
las inversiones directas*), esto es, dos tantos menos que a
principios de los años noventa.
Además, entre los países en desarrollo, los países emer­
gentes acaparan la totalidad de las aportaciones: tres cuartos
de las inversiones directas extranjeras (ide), que se aplican a
la construcción de fábricas o a la compra de empresas lo­
cales, benefician a ro países, a la cabeza de los cuales se en­
cuentran China y Brasil. Los países más pobres (47 países

41
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

Cuadro 2: Parte correspondiente a los países


en vías de desarrollo (porcentaje)

1991 1995 2000

M ercados financieros internacionales (a) 9.7 9.0 5.5

Inversiones directas 22.3 32.3 15.9

Producción m undial 19.8 20.7 22.5

C om ercio m undial 26.5 29.5 33.4

Población m undial 84.1 84.6 85.2

(a) Inversiones de cartera


Fuente : Banco Mundial, Rapport m rlefinacem ent du déveíoppement, 200L

cuyo ingreso por habitante no rebasa los 755 dólares al año)


sólo recolectan 2.5 por ciento de las ID E en el mundo. Para
esos países, la ayuda pública para el desarrollo constituye la
principal fuente de financiamiento exterior: estimada en 42
mil millones de dólares en el año 2000, durante los últimos
años disminuyó y sólo representa 0.2 por ciento del p i b de
los países ricos, en tanto que estos últimos se habían com ­
prometido a llevarlo a 0.7 por ciento.
¿Puede hablarse de mundialización cuando una parte tan
importante del planeta se encuentra prácticamente exclui­
da de las finanzas internacionales?

El ascenso al poder de los “zinzins”*

Así pues, la riqueza financiera se concentra en un número


limitado de países, principalmente en los países ricos. Ade­
más de la influencia que ejerce el envejecimiento de la p o ­

42
L A G L O B A L IZ A C IÓ N F IN A N C IE R A

blación, varios factores han contribuido a esa evolución. El


prolongado periodo de alza de las cotizaciones bursátiles, el
cual, es verdad, sufrió una interrupción a mediados del año
2000, ha tenido un efecto estimulante en los ahorradores,
haciendo posible el incremento de los rendimientos finan­
cieros. Este fenómeno ha adquirido mayor dimensión por
la evolución, favorable en términos generales, de la fiscaliza­
ción del ahorro, con la concurrencia de las plazas financie­
ras implicando un nivelamiento debido a la disminución de
la presión fiscal. Por otra parte, el aumento de incertidumbre
respecto al futuro, en especial en lo que concierne al finan-
ciamiento de las jubilaciones, ha llevado a los particulares a
incrementar su ahorro como una medida de precaución.
Por último, la cultura “bursátil” se propaga, y esa expansión
incluye a los pequeños ahorradores de los países como Fran­
cia, en donde los mercados financieros estaban poco desa­
rrollados en el pasado. De esta manera, en Francia, uno de
cada tres hogares detenta en lo sucesivo activos financieros,
y más de la mitad del patrimonio de los hogares está cons­
tituido por activos financieros, contra un tercio en los años
setenta.
Pero el otro hecho por el que se señaló el periodo recien­
te fue el desarrollo de la gestión colectiva del ahorro. Los
activos financieros que detentan los particulares (por ejem ­
plo, para financiar su retiro) son, cada vez con mayor fre­
cuencia, administrados por fondos de inversión, a los que
también se denomina inversionistas institucionales, o bien,
“ zinzins”. Tres categorías de inversionistas institucionales se
distribuyen la gestión colectiva del ahorro: los fondos de
pensión, que administran el ahorro-jubilación en los países
en los que el financiamiento de las jubilaciones se funda en
un régimen de capitalización (principalmente Estados U ni­
dos y el Reino Unido); los fondos mutualistas o sociedades

43
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

de inversión, llamados s i c a v 11 en Francia, y las compañías


aseguradoras. Los fondos de pensión detentan un tercio de
los activos administrados para cuenta de terceros y los aho­
rradores estadunidenses retienen más de 70 por ciento de
esos fondos. Ellos son los inversionistas más im portantes
en la escala internacional, como se muestra en la gráfica de
la página 45.
El peso de los inversionistas institucionales ha llegado a
ser considerable en la economía mundial. El comportamien­
to global de sus activos se elevó hasta 30 millardos de dólares
en 199%, suma ésta que rebasa el p ib total de los principales
países industrializados. El crecimiento de esos activos ha si­
do sumamente rápido: +r20 por ciento de 2990 a 2998. Por lo
demás, comprobamos que la propiedad de esos activos se en­
cuentra m uy desigualmente repartida entre los países desa­
rrollados: casi 60 por ciento para Estados Unidos, contra sólo
rr por ciento para Japón, ro por ciento para el Reino Unido,
5.5 por ciento para Francia, y 5 por ciento para Alemania.
La gestión del ahorro por parte de profesionales (llama­
dos “gerentes de cartera”) permite, por principio, adminis­
trar con mayor eficacia el riesgo, de allí el incremento de la
parte que corresponde a las acciones, las cuales son los títu­
los que corren mayor riesgo, de la riqueza financiera de los
hogares. Y así es como, al cabo de 25 años, los hogares fran­
ceses poseen una parte cada vez mayor de su patrimonio
financiero en forma de acciones, lo que constituye un im ­
portante cambio de conducta. Uno de los efectos de la ges­
tión colectiva del ahorro, efecto preñado de consecuencias
para el funcionamiento del capitalismo, como lo veremos
más adelante, es el que consiste en la concentración del ca­
pital de las empresas en las manos de un reducido número
de grandes inversionistas, cuyo poder ha llegado a ser con­
siderable en escala internacional.

44
L A G L O B A L IZ A C IÓ N F IN A N C IE R A

La fuerza de los inversionistas institucionales


Activos administrados por los inversionistas internacionales
(en miles de millones de dólares)

10 017 □ 1960

Fondos S o cie d a d e s de S o c ie d a d e s O tro s


de p e n s ió n in v e rs ió n a s eg u ra d o ra s

Fu e n t e : ocde.

Debido a su importancia, los inversionistas instituciona­


les ejercen una gran influencia en la dinámica de los merca­
dos financieros. En particular, su comportamiento gregario
contribuye a la inestabilidad financiera internacional. En
efecto, se observa una gran homogeneidad en las conductas
de quienes gestionan los fondos, pues éstos se evalúan en
función de normas estándar, las referencias del mercado
(benchmarking). De ese modo, los gestores se ven impelidos
a seguir la misma estrategia de sus compañeros, de allí la si­
militud de sus comportamientos. Otra fuente de conformis­
m o es la que se vincula a los métodos de asignación de los
activos: los gestores definen dónde invertir sus capitales
buscando reproducir los principales índices de referencia
(como son el cac 40 o el Euro 50), lo que conduce a esos
protagonistas a comprar y a vender los mismos títulos en el
mismo momento. Y así es como se explican en gran parte

45
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

los incesantes procesos acumulativos de entusiasmo y de ines­


tabilidad en los mercados financieros. Ese gregarismo de los
inversionistas se encuentra en el origen de la burbuja finan­
ciera de los años noventa: cuanto más ascendían los índices,
más compraban los gestores; así es como las acciones alcan­
zaron precios sin parangón alguno con el valor real de las
empresas que las emitieron (véase el apartado “La especula­
ción financiera en el corazón de la nueva economía”).
Ese ascenso al poder de los inversionistas institucionales,
que refleja la acumulación de ahorro financiero de los h o­
gares de los países ricos, genera un proceso de “inflación fi­
nanciera”, es decir, una tendencia al alza de los precios de los
activos, de lo cual constituye un ejemplo el ascenso vertigi­
noso de los principales índices bursátiles, en especial el de
Standard & Poor de Estados Unidos (véase la gráfica de la p.
58). Esa presión a la alza en los precios financieros proviene
de un desequilibrio estructural existente entre una fuerte
demanda de títulos por parte de los ahorradores y de los
inversionistas, por un lado, y, por el otro, de una insuficien­
te oferta de títulos por parte de los estados que rembolsan
sus deudas y de las empresas que compran sus propias ac­
ciones, como lo veremos más adelante (véase el apartado
“ Una visión optimista del nuevo capitalismo”).

Las finanzas de mercado “forman partido”


con las n t i c

El espectacular auge de los mercados financieros se ha visto


facilitado por la utilización de las n t i c y de nuevas herra­
mientas, como son las computadoras, las redes y el soft­
ware. Esos poderosos instrum entos de cálculo y de
transmisión de la información se encuentran en condi-

46
L A G L O B A L IZ A C IÓ N F IN A N C IE R A

dones de procesar en tiempo real millones de operaciones,


de evaluar a cada instante los precios y de transmitir de
inmediato esa información a todo el planeta. De manera
recíproca, las n t i c no hubieran podido desarrollarse tan ráp­
idamente de no ser por las excepcionales facilidades apor­
tadas por las finanzas de mercado. De alguna manera, las
innovaciones financieras y las innovaciones tecnológicas se
retro alimentan.
En efecto, las finanzas son una industria que se funda en
el procesamiento de la información. Esta última representa
a la vez la materia prima y el output final de los mercados fi­
nancieros, los cuales son tanto más eficaces (los econom is­
tas hablan de “eficiencia”) en la medida en que sus precios
(las cotizaciones de los títulos o de las divisas) transmiten
rápidamente información confiable. Era lógico, en esas con­
diciones, que las mejoras aportadas por las nuevas tecnolo­
gías para el procesamiento y la circulación de la información
beneficiaran directamente a los financieros. Un ejemplo de
esa aplicación lo constituyen los sistemas de cotización elec­
trónica (de los que está provista la plaza de París), que rem­
plazan a las cotizaciones tradicionales “por voceo” en los
mercados, y que permiten fijar automáticamente los pre­
cios al confrontar a cada instante el conjunto de las ofertas
y de las demandas gracias a un software m uy sofisticado.
A l abolir las fronteras nacionales, la liberalización finan­
ciera ha creado las condiciones de la circulación sin traba de
los capitales en escala internacional. Las n t i c han amplifica­
do esa evolución al permitir que los capitales se desplacen a
la velocidad de la luz por todo el planeta. La liberalización
financiera y las n t i c han abolido las dimensiones espacio-
temporales: los capitales circulan instantáneamente y en to­
do lugar. Se trata del triunfo de la economía virtual a gran
velocidad.

47
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

Por lo que se refiere a las finanzas de mercado, éstas han


sido un apoyo decisivo para el desarrollo de las ntic. Se han
creado nuevos instrumentos financieros para incitar a la to­
ma de riesgos en los sectores innovadores. Tal es el caso de
las famosas opciones -stock*, que son una forma de remune­
ración cuyo índice se establece con base en las ganancias y
en el valor futuros de la empresa: la florescencia de los “jó ­
venes retoños” o start up, que se encuentra en el origen de
numerosas innovaciones tecnológicas, se nutre con la espe­
ranza de plusvalías financieras (vía las opciones-stock). Una
vez que los start up han sido lanzados, es esencial que los
“arriesgadores de capital”* puedan recobrar sus fondos: la
colocación en la Bolsa y la fusión-adquisición constituyen
las dos soluciones posibles. Así pues, existe un estrecho
vínculo entre las finanzas de mercado y el desarrollo de si­
tios com o el del Silicon Valley en Estados U nidos o el de
Silicon Sentier en Francia.
De esta manera, las finanzas de mercado, estrechamente
vinculadas a las nuevas tecnologías, han llegado a convertir­
se en el engranaje central de la economía contemporánea,
con efectos tanto positivos como negativos. El predominio
de las finanzas sobre la economía mundial constituye el nú­
cleo del nuevo capitalismo. Y el proceso de globalización fi­
nanciera, cuya aceleración es el resultado de una decisión
política, beneficia ante todo a los países ricos y a quienes
poseen el capital financiero.

48
L A N U E V A E C O N O M Í A .. . ¿ Y D E S P U É S ?

fínales de los años noventa, la expresión “nueva eco­


A nomía”, que llegó a estar m uy de moda, se empleó pa­
ra designar las recientes mutaciones económicas, ya fuera
que éstas dependiesen de las nuevas tecnologías o de las nue­
vas formas de las finanzas. Com o toda fórmula un poco tri­
llada, esa expresión abarca diversas acepciones. En algunos
casos, fue empleada para caracterizar el ascenso de las acti­
vidades correspondientes a los servicios que recurrían a las
ntic , cuyo protagonismo aumenta progresivamente a ex­
pensas de la producción de bienes materiales. En este sen­
tido, la existencia de la “ nueva econom ía” no deja lugar a
dudas, aun cuando resulta difícil calibrarla con exactitud de­
bido a que se difunde cada vez más en todos los sectores y,
en ocasiones, en formas originales.
Sin embargo, el término “nueva economía” se utiliza tam ­
bién en un segundo sentido con objeto de describir la situa­
ción económica de los países industrializados con base en la
hipótesis de que en lo sucesivo nos hallaremos en presencia
de un nuevo paradigma económico. El debate tiene lugar
en torno a esta segunda interpretación de la expresión “nue­
va economía”. Hay quienes consideran que Estados Unidos,

49
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

a la vanguardia en relación con el resto del mundo, ya ha


ingresado a esa nueva economía. La prueba de ello la cons­
tituiría el excepcional desempeño de la economía estaduni­
dense a lo largo de los años noventa. Otros consideran con
prudencia las recientes evoluciones económicas y expresan
sus dudas en lo que se refiere al advenimiento de una new
age.1 La desaceleración del crecimiento y el e-crack que se re­
gistraron a partir del año 2000 le otorgan cierta credibilidad
a esta segunda interpretación.

Estados Unidos, ¿pionero de la nueva economía?

A lo largo del último decenio del milenio, la evolución de la


economía estadunidense ha sido notable desde varios pun­
tos de vista. Esa evolución se caracteriza, ante todo, por un
prolongado ciclo de expansión sostenida y sin inflación, y
por un crecimiento superior a 4 por ciento, en promedio,
durante nueve años, es decir, de 2992 a 2000. Las preceden­
tes fases de expansión sostenida, que abarcaron de 2960 a
2968, y luego de 2983 a 2989, llegaron a su fin debido a que
alcanzaron picos de inflación del orden de 5 por ciento. Esa
aceleración de los precios condujo al endurecimiento de las
políticas monetarias, que provocó la ruptura del crecimien­
to. Nada de esto sucedió en el más reciente ciclo de expan­
sión, debido a que las alzas de los precios de bienes y
servicios se mantuvieron débiles al iniciarse el decenio del
2000. Una segunda particularidad del reciente periodo es la
que concierne a la aceleración de los beneficios de produc­
tividad* del trabajo en Estados Unidos. Esos beneficios de
productividad habían sido débiles, en promedio, hasta el
año 2994, inclusive. A diferencia de los anteriores ciclos pro­
longados de crecimiento, los beneficios de productividad se

50
L A N U E V A E C O N O M ÍA , ¿Y D E SPU É S?

aceleraron a partir de r995 para alcanzar casi 4 por ciento a


un ritmo anual a mediados del año 2000, lo que es mucho.
Es preciso relacionar esta evolución atípica con otra carac­
terística notable de la década de los noventa, a saber: que la
tasa de inversión productiva* aumentó considerablemente,
en tanto que permaneció estable en el ciclo de los sesenta, y
que incluso descendió a lo largo del ciclo 2983-2989. La tasa
de crecimiento medio del capital productivo, que en los
ochenta era del orden de 3 por ciento anual con precios cons­
tantes, en la segunda mitad de los noventa llegó a ser de 6 por
ciento. A ese esfuerzo de acumulación contribuyen la baja
del precio relativo de las computadoras y de las nuevas tec­
nologías. Los precios de las n t i c no cesan de disminuir, y su
protagonismo en la inversión no cesa de aumentar.
En Estados Unidos, se estimó que el extra de crecimien­
to debido a las n t i c fue de r por ciento anual en los noventa.
En Francia, esos nuevos bienes y servicios habrían con ­
tribuido a acelerar el crecim iento de 0.3 a 0.4 por ciento
anualmente, a partir de 1990, lo que no es despreciable. De
acuerdo con los estudios publicados por el i n s e e ,2 la difu­
sión en Francia de esos bienes y servicios prácticamente se ha
duplicado a lo largo de los últimos 20 años. Los efectos de di­
fusión de las n t i c atraviesan por complejos mecanismos.
Ante todo, la baja de los precios y el aumento del desempe­
ño de las computadoras son los factores que han impulsado
a “informatizarse” a las empresas y a los particulares. La ex­
plosión de la demanda de nuevas tecnologías se traduce en
la recuperación del crecimiento de las ramas productoras y
en la creación de nuevas actividades, en especial en la esfera
de los servicios informáticos. Simultáneamente, la com bi­
nación productiva de las empresas se ha modificado en b e­
neficio del capital informático, de manera que el progreso
técnico se difunde en todos los sectores de la economía.

51
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

Para los defensores de la new age, las n t i c contribuirían


al crecimiento permanentemente elevado de la economía al
mejorar su eficacia. Esta ultima se mide por las ganancias
de productividad, es decir, por el incremento de la produc­
ción gracias a la utilización de equipos con mayor capacidad
de desempeño. La productividad del capital se incrementa
debido a que el capital informático permite producir más
con costos cada vez más bajos. También aumenta la pro­
ductividad del trabajo, pues cada trabajador produce más
en virtud de que dispone de máquinas cuya capacidad de de­
sempeño es cada vez mayor. Por otra parte, se advierten
ganancias de productividad que no pueden imputarse a nin­
guno de los dos factores de producción* (capital y trabajo):
se trata de la productividad global de los factores ( p g f )* . La
evolución de esta última resulta decisiva para el crecimien­
to a largo plazo, debido a que permite la prosecución de ese
crecimiento una vez que se ha detenido el aumento del ca­
pital productivo y de la población activa.
Los datos disponibles sobre la economía estadunidense
(véase la gráfica siguiente) constituyen un testimonio tanto
del notable aumento de la acumulación del capital de alta
tecnología como de la aceleración de las ganancias de pro­
ductividad del trabajo, las cuales han traído consigo una
baja importante del costo del trabajo.3

La “paradoja de la productividad”

Algunos economistas se han cuestionado sobre el efecto real


de las n t i c en la economía: se trata de la “paradoja de la
productividad”, formulada en 1987 por el economista esta­
dunidense Solow, Premio Nobel de Economía: “Nos encon­
tramos por doquier con las computadoras, excepto en las

52
L A N U E V A E C O N O M ÍA , ¿Y D E SPU É S?

Estados Unidos
El crecimiento rápido de la productividad ha provocado
la caída de los costos de mano de obra
Variación en deslizamiento anual
%

P r o d u c tiv id a d h o n o ra ria , se cto r p riv a d o n o a g ríco la


C o sto u n ita rio d e m a n o d e o b ra , se cto r p riv a d o n o a g ríco la

El stock de capital de alta tecnología


ha aumentado considerablemente

1991 1992 I993 I994 I995 1996 I997 1998 I999 2000
C o m p u ta d o ra s y e q u ip o s p erifé rico s
Software
• ™ • • » E q u ip o s de co m u n ic a c ió n

Fuentes: ocde 2000 , Bureau o f Labor Statísúcs; Bureau o f Economic Analysís.

53
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

estadísticas”. En efecto, de acuerdo con los datos disponi­


bles, las ganancias de productividad le concernían a los sec­
tores productores de n t i c , y en bastante menor medida a
los sectores que las utilizan, en los cuales el peso en la eco­
nomía es, por mucho, más importante.
De hecho, esa paradoja se explica bastante bien. Por prin­
cipio, podría pensarse que no disponemos de los instru­
mentos de análisis y de los datos que permitirían evaluar
correctamente el efecto, a menudo cualitativo, que ejercen las
innovaciones tecnológicas. Así pues, se subestimaría el efec­
to de las n t i c . En segundo lugar, las computadoras sólo
ofrecen ganancias de productividad en las empresas que
han sabido reorganizarse para obtener provecho de la infor­
mática; por el contrario, las computadoras pueden consti­
tuir una fuente de ineficacia en las otras empresas.4 Por
último, la difusión de las n t i c toma tiempo, y ello en razón
de fenómenos de inercia inevitables. En el curso de las pre­
cedentes revoluciones industriales, los historiadores han
comprobado la existencia de importantes intervalos entre el
momento de la aparición de las innovaciones tecnológicas
y el momento en el que benefician a la economía. De esta
manera, la invención de la máquina de vapor a mediados
del siglo xvm dio origen a los ferrocarriles sólo 50 años más
tarde. Lo mismo sucedió con la aparición del m otor eléctri­
co: en r88r Edison inventó el dínamo; 40 años después, los
dínamos equipaban sólo 50 por ciento de las instalaciones
industriales de Estados Unidos.5

“El milagro estadunidense”, una conjunción


de factores excepcionales

No es lo más certero pensar que los admirables desempeños


de la economía estadunidense durante los años noventa

54
L A N U E V A E C O N O M ÍA , ¿Y D E SPU É S?

puedan considerarse como el ejemplo de un nuevo para­


digma económico: en efecto, otras explicaciones también
son posibles.6 En primer lugar, las autoridades estaduni­
denses han podido llevar a cabo políticas económicas que
favorecen el crecimiento en la medida en que disponen de
circunstancias asimismo favorables. La Reserva Federal ha
logrado mantener tasas de interés reales en un nivel relativa­
mente bajo, alrededor de 3 por ciento en promedio a partir
de 1994. Ese bajo nivel del interés del dinero ha favorecido a
la inversión y al consumo, debido a que al sistema financiero
le ha sido posible ofrecer ventajosas condiciones de financia-
miento a las empresas y a las familias. D os series de factores
les han permitido a las autoridades monetarias estaduni­
denses llevar a cabo una política amable. Ante todo, el sa­
neamiento de las finanzas públicas: el déficit público, que se
elevó a principios de los años noventa (3 por ciento del p i b ),
se redujo por principio y después fue remplazado por un
excedente considerable (2 por ciento del p ib ), lo que facilitó
la baja de las tasas de interés, disminuyendo notablemente
el recurso al endeudamiento del Tesoro estadunidense. Acto
seguido, el ambiente internacional contribuyó a moderar la
inflación. A partir de 1992, la coyuntura mundial sufrió más
bien una depresión con las recesiones europea y japonesa, y
con las crisis de los países emergentes de Am érica Latina
y de Asia. De ello resultó la depreciación de las principales
divisas en relación con el dólar, así como una baja de los
precios mundiales, lo que se tradujo en la disminución de
los precios de las importaciones estadunidenses, suscitando
con ello un proceso de deflación que tuvo consecuencias
para Estados Unidos.
El carácter excepcional del desempeño estadunidense se
explica además por la particular situación de este país en la
economía mundial. La mayor potencia económica y finan­

55
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

ciera del planeta tiene, en particular, el privilegio de emitir


la moneda internacional, lo que los economistas llaman el
“derecho de señorío”. De esta manera, el dólar es, desde ha­
ce mucho, la moneda más utilizada en las transacciones co­
merciales y financieras internacionales. Ese privilegio, del que
hoy en día Estados Unidos es el único beneficiario en la
economía mundial, le ha permitido hasta el presente endeu­
darse casi sin límite en comparación con los demás países. El
déficit de las cuentas corrientes exteriores de Estados Unidos,
por el que se mide la necesidad de financiamiento de la eco­
nomía de ese país, alcanzó 2ro millardos de dólares en 2998,
380 millardos en 2999 y 435 millardos en 2000: las cifras
anteriores corresponden a las entradas netas de los capitales
que llegaron a irrigar el tejido productivo estadunidense.
Comparativamente, durante el mismo periodo, México y
América Latina sólo recibieron de 40 a 50 millardos de
dólares anualmente, China se limitó a 30 millardos, el con­
junto de los países emergentes de Asia recibió ro; India y
Pakistán, que son dos de los países más poblados, 5 0 6 m il­
lardos. Así pues, puede considerarse que gracias a su posi­
ción dominante en el sistema financiero internacional,
Estados Unidos funciona como una bom ba que succiona el
ahorro mundial, y se encuentra en el origen de un fenó­
meno de evicción de los países en vías de industrialización y
de desarrollo.

La especulación financiera en el corazón de la nueva


economía

Sin los miles de millones de dólares absorbidos por los m er­


cados financieros, el considerable esfuerzo de inversión en las
ntic desplegado por las empresas estadunidenses no habría
sido posible. A l recibir ese estímulo, la nueva economía se

56
L A N U E V A E C O N O M ÍA , ¿Y D E SPU É S?

ha encontrado en el origen de una extraordinaria euforia


bursátil. Los inversionistas institucionales y los ahorradores
individuales se precipitan frenéticamente sobre los valores
de esa nueva economía hasta hacerla alcanzar cimas históri­
cas: en las plazas financieras de los principales países indus­
triales, las cotizaciones bursátiles se multiplicaron por dos
entre r998 y el inicio del año 2000.
La nueva economía condujo primero a la aparición y lue­
go a la implosión de una “burbuja especulativa” : se trata del
e-crack (véase el recuadro en la página 58). Una burbuja fi­
nanciera corresponde a una situación en la que se bifurcan
cada vez en mayor medida las cotizaciones de las acciones
que juegan en la Bolsa y el valor efectivo de las empresas. De
acuerdo con la teoría financiera tradicional, el valor de una
empresa se determina a partir de su capacidad para generar
utilidades. Más precisamente, el precio de una acción se de­
fine como el valor actualizado de los flujos de los dividendos
futuros de la empresa. Así, la burbuja especulativa traduce
la conexión existente entre el valor bursátil y el valor econó­
mico de la empresa.
¿Cómo explicar la inflación y la posterior implosión de la
burbuja financiera que tuvieron lugar a fines de los noven­
ta? A l respecto se han propuesto dos interpretaciones que
colocan el acento sobre las características de las nuevas tec­
nologías y las de las finanzas modernas, respectivamente.
De acuerdo con la primera interpretación, la burbuja finan­
ciera obedecería a que los valores tecnológicos están sujetos
a considerables errores de evaluación, vinculados, sobre to­
do, a la importancia de los costos fijos (véase “ La era de los
rendimientos crecientes”): toda vez que lo esencial de los gas­
tos de producción de las ntic tiene lugar al principio, la
apuesta sobre el futuro es importante. En segundo término,
en la nueva economía el valor de una empresa proviene so-

57
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

La burbuja bursátil y la nueva economía

Estados Unidos: índice Standard & Pours corregido de la inflación


Este índice, que sintetiza la evolución de burbuja de la nueva econom ía no tiene
las acciones de las 500 empresas estadu­ parangón con las alzas registradas en
nidenses más grandes, sin distinción de Estados U nidos cuando se inició el crack
sectores, ha experimentado una evolu­ de 1929 y, más adelante, a lo largo de la
ción espectacular a partir de mediados de edad de oro del capitalismo fordista* (véa­
los noventa. En términos reales (con la se la “ La crisis del capitalismo de ‘fordis-
inflación corregida), la amplitud de la tas’ de la posguerra”), de 1995 a 1970.

Francia: índice del nuevo mercado


La burbuja de la nueva econom ía se ha perimentó una caída no m enos especta­
podido observar en todos los países in­ cular al pasar de más de 7 000 en marzo
dustrializados. El índice del nuevo m er­ del año 2000 a cerca de 1000 en julio
cado de la Bolsa de París, que es un del año 2001. D e esa manera, todas las
recuento de los valores de la nueva eco­ alzas bursátiles que fueron inducidas
nomía, ]se multiplicó por cinco en seis por las esperanzas a las que dio lugar la
meses: de octubre de 1999 a marzo de nueva econom ía se vieron reducidas en
2001! Después del e-crack, ese índice ex­ 15 meses.

58
L A N U E V A E C O N O M ÍA , ¿Y D E SPU É S?

bre todo de su “capital intangible” (véase “Las singulares le­


yes de la economía del conocimiento”), es decir, de su capital
humano, de la propiedad intelectual, de la marca, etcétera.
Ahora bien, las medidas tradicionales no pueden apreciar
como es debido ese stock de capital intangible, de manera
que a los mercados se les dificulta determinar el valor bur­
sátil de las empresas de la nueva economía. Ello permitiría
explicar las dificultades y los errores de evaluación de las co­
tizaciones bursátiles por parte de los mercados, lo que con­
duce a brutales ajustes a la baja en el caso de pérdida de
confianza en las empresas, por ejemplo, cuando éstas anun­
cian resultados inferiores a los previstos.7
La segunda interpretación hace intervenir la dimensión
“psicológica” de los mercados. Los profundos cambios que
mencionamos con anterioridad crean un clima de incerti­
dumbre que no facilita la evaluación de los rendimientos fi­
nancieros a largo plazo. En una situación de incertidumbre,
el comportamiento racional consiste en imitar al vecino, del
que puede pensarse que posee más información que uno.
De esa manera se genera una opinión promedio del merca­
do, a la cual todos los protagonistas financieros se ven ten­
tados a adherirse, y a la que los teóricos contemporáneos de
inspiración keynesiana denominan “convención”.8 De acuer­
do con esa interpretación, la nueva economía habría gene­
rado una convención alcista alimentada por la euforia debida
a los buenos resultados de la economía estadunidense.

El e-crack: ¿fin de una ilusión o accidente en el camino?

La burbuja asociada a la nueva economía estalló luego que


se presentaron los primeros signos de recesión de la econo­
mía estadunidense, los cuales aparecieron a principios del

59
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

año 2000. Los “zinzins” y los ahorradores individuales han


perdido la confianza y han comenzado a vender sus valores
tecnológicos: entonces se han percatado de que los niveles al­
canzados por las cotizaciones bursátiles suponían futuras
alzas de beneficios incompatibles con la capacidad de las em ­
presas para generar semejantes resultados.
El célebre índice bursátil estadunidense, Nasdaq,9 que es
el barómetro de las sociedades que dependen de la nueva
economía, tuvo una caída de 57 por ciento en un año, de
marzo de 2000 a marzo de 200a. En otros términos, las lla­
madas acciones tecnológicas han perdido más de la mitad
de su valor en Estados Unidos en r2 meses: esto es a lo que se
le ha dado el nombre de e-crack. Si nos referimos a los cálcu­
los de los economistas, la caída de los valores estaduniden­
ses de la nueva y de la antigua economía ha tenido un costo,
en el lapso de un año, de aproximadamente 4 200 millardos
de dólares. Semejante monto equivale a 42 por ciento del pib
estadunidense y a r2 por ciento del patrimonio de los hoga­
res de ese país. Es superior al p ib japonés y representa el cuá­
druple del p ib francés. El m undo bursátil estadunidense
jamás había experimentado, después de la depresión de 2929,
un derrumbe de las cotizaciones de magnitud semejante.
Del e-crack no se vieron excluidos los países europeos.
La capitalización bursátil* de las sociedades Internet euro­
peas sufrió una caída, en promedio, de 57.5 por ciento en el
año 2000.10 En Francia, el nivel del índice del Nuevo M er­
cado, el Nasdaq francés, cayó de manera espectacular, como
lo muestra la gráfica de la página 58.

Revolución tecnológica y crack bursátil:


sus precedentes históricos

El frenesí financiero que ha sacudido al sector de las nuevas

60
L A N U E V A E C O N O M ÍA , ¿Y D E SPU É S?

tecnologías no es el primero en su género. Com o lo ha


puesto de manifiesto el economista estadunidense Kindle-
berger (1989), la historia del capitalismo se ha señalado por
numerosas olas especulativas, de las que fue una de las pri­
meras la acometida sobre los tulipanes (tulip manía), a prin­
cipios del siglo xvii, en las Provincias Unidas (Países Bajos).
Pero el episodio más significativo de locura bursátil es el que
se vincula a la revolución tecnológica y económica que re­
presentó el desarrollo de las líneas ferroviarias en Europa a
mediados del siglo xix. En ese momento, las inversiones fe­
rroviarias representaban cerca de 7 por ciento del pib de
Francia. En la Bolsa cundió la euforia: 86 por ciento de los
empleos estaban financiados por medio de acciones y de obli­
gaciones. En total, ro6 compañías cotizaban en el palacio
Brongniart, sede de la Bolsa.11 Pero fue en Gran Bretaña don­
de la railway manía cobró mayor amplitud. En r844.-r8.46
nacieron no menos de r 200 líneas ferroviarias. Los inver­
sionistas afluían y las cotizaciones incendiaban en la Bolsa.
Un cronista de la época anticipó una “nueva era en la que el
mundo entero se convertirá en una gran familia, con el mis­
m o lenguaje, respetuosa de las mismas leyes y adoradora de
un mismo dios”.12 Pero luego, repentinamente, la burbuja
financiera se desinfló, sumiendo en 2848 a Gran Bretaña en
una severa crisis económica de la que sólo lograron escapar,
al cabo de un vasto movimiento de concentración, una
veintena de sociedades ferroviarias.
¡Cuántas enseñanzas contiene esa página, ya antigua, de
la historia! Y es que, desde hace mucho tiempo, las muta­
ciones tecnológicas y los movimientos financieros desempe­
ñan un papel importante en la evolución, a menudo caótica,
del capitalismo. De esta manera, la experiencia histórica
muestra cuán conveniente resulta no subestimar la capaci­
dad de evolución del capitalismo. A pesar de los golpes que

61
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

le asestan las crisis económicas y financieras, el capitalismo


no ha dejado de transformarse mediante la integración de
las olas sucesivas de innovaciones tecnológicas. Así, la crisis
que Gran Bretaña sufrió en 2848 no le impidió llevar a tér­
mino su revolución industrial y conservar el lugar de la pri­
mera potencia económica y financiera de su tiempo. De la
misma manera, la revolución industrial que hoy en día está
en curso no se verá puesta en entredicho por el e-crack y
por la recesión económica que golpearon a los países indus­
trializados a principios del decenio del 2000.
Por último, la experiencia histórica pone de manifiesto
que el efecto de las innovaciones tecnológicas rara vez es in­
mediato. La “paradoja de la productividad” que expusimos
anteriormente sugiere que una innovación puede aportar
sus frutos a condición de que se resuelvan previamente los
problemas de aprendizaje y de organización. En efecto, éstos
son los factores so ció culturales e institucionales que consti­
tuyen el eslabón más resistente de la cadena de las actuales
mutaciones que, por esta razón, le imponen su ritmo al cam ­
bio. Precisamente, el análisis que es objeto de exposición en
la segunda parte de este libro pretende ir más allá del episo­
dio particular de la nueva economía y tomar en cuenta los
factores socioculturales e institucionales que contribuyen a
configurar al “nuevo capitalismo”.

62
EL C A PITA LISM O ACCIO NA RIO ,
NUEVA ETAPA D E L CAPITA LISM O
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

n la economía mundial intervienen activamente dos


E grandes fuerzas: las mutaciones tecnológicas y la glo-
balización financiera. El efecto que esas fuerzas ejercen en la
economía y en la sociedad depende del contexto institucio­
nal, que varía según el país de que se trate. En efecto, la ex­
periencia nos demuestra que la organización económica y
social desempeña un papel determinante en la propagación
de las colisiones tecnológicas y financieras.
Nuestra hipótesis es que hoy en día nos encontramos
ante un cambio progresivo, pero profundo, de ese entorno
institucional, y por este motivo el capitalismo se encuentra
en proceso de transformación y atraviesa por una nueva eta­
pa en su evolución histórica:1 se trata del tránsito del “capi­
talismo fordista”, que prevaleció en la posguerra, al nuevo
“capitalismo accionario”.

La crisis del capitalismo “fordista” de la posguerra

En el día que siguió a la segunda guerra mundial, en Esta­


dos Unidos y Europa se instituyó una nueva organización

65
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

de la economía. Ese nuevo “régimen de crecimiento”, al que


la escuela de la regulación* calificó de “fordista” se apoya en
cuatro pilares institucionales:

- la relación salarial “fordista”*, que utiliza el reparto de uti­


lidades de la productividad que resultan de los principios
taylorianos de la organización científica del trabajo sobre
la base del comprom iso capital/trabajo. Ese com prom i­
so es el fruto de las negociaciones entre patrones y sindica­
tos en el nivel de las ramas y de las empresas, y es el que
ha permitido el alza rápida de los salarios;
- las políticas económicas activas, presupuéstales y m one­
tarias, cuyo objetivo es garantizar la progresión regular de
la demanda que se dirige a las empresas;
- el Estado proveedor, es decir, un sistema de protección so­
cial fundado en la solidaridad entre las clases sociales y
entre las generaciones;
- los sistemas financieros administrados, cuyo destino es ga­
rantizar el financiamiento de la acumulación del capital
productivo por medio del endeudamiento bancario a ta­
sas de interés bajo y controladas por las autoridades m o­
netarias.

Semejante entorno institucional ha contribuido a crear un


contexto económico y social de gran estabilidad, que favore­
ce particularmente a la acumulación del capital industrial y
al crecimiento de la producción: se trata del periodo de los
gloriosos treinta. Así pues, el crecimiento se mantiene en vir­
tud de la progresión de la demanda (demanda a la que fa­
vorecen las políticas públicas de estabilización coyuntural)
y, sobre todo, por la progresión del poder adquisitivo de los
salarios que se derivan de la indexación en los beneficios de
productividad y en los precios. Por último, la fijación admi­

6 6
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

nistrativa de las tasas de interés les garantiza a las empresas


un costo del capital estable y bajo, lo que estimula la inver­
sión productiva.
Ese régimen de crecimiento rápido perdió el aliento a par­
tir de los años setenta, con la recesión del crecimiento y el
ascenso de la inflación.2 La desaceleración de los beneficios
de productividad constituye un factor decisivo y corrió a la
par con la baja de las utilidades de las empresas. Esa evolu­
ción fue el resultado de la pérdida de eficacia de los métodos
taylorianos de organización del trabajo, así como de la pre­
ponderancia que adquirieron los conflictos sociales a pro­
pósito de la distribución de los ingresos, conflictos que dan
lugar a tensiones inflacionistas. De ello son ejemplo los acon­
tecimientos de r968 y el fracaso de los acuerdos de Grenelle
en Francia.
De esta manera, la crisis del capitalismo fordista es el re­
sultado de la desestabilización del Sistema Monetario Inter­
nacional ( s m i ). En r9 7 3 , considerando que los ritm os de
inflación difieren de uno a otro país, el régimen de cambios
fijos (que garantizaba la estabilidad de las divisas entre sí y
en el marco del s m i de Bretton Woods) fue remplazado por
un sistema de cambios flexibles. Esa crisis del s m i fragilizó
las regulaciones nacionales, y las economías llegaron a ser
cada vez más interdependientes: ello constituyó el inicio del
proceso de mundialización. El imperativo de competitivi-
dad exterior, vinculado a la aparición de los déficit exterio­
res amplificados por las colisiones petroleras de 1973 y 1979,
puso en entredicho la dinámica virtuosa de los años sesen­
ta. Entonces se presentó el divorcio entre las formas institu­
cionales que habían permanecido esencialmente nacionales
y la dinámica de la producción y de la inversión que había
llegado a ser internacional.

67
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

Los inicios del “capitalismo accionario”

C om o ya lo vimos, a partir de los últimos años de la déca­


da de los setenta, como una reacción a la crisis del régimen
fordista, las políticas económicas cambiaron de rum bo en
los principales países industriales. Las políticas de rigor sa­
larial desvincularon la evolución de los salarios de los bene­
ficios de productividad; las políticas de liberalización y de
privatización hicieron retroceder a la regulación pública, y
las reformas financieras trasformaron la lógica del sistema fi­
nanciero: transitamos de una economía de endeudamiento
administrativo a una de mercados financieros liberalizada.
Luego de esas decisiones políticas e ideológicas que pusie­
ron en entredicho a los principios del capitalismo fordista,
se instituyó progresivamente un nuevo régimen de creci­
miento: el “capitalismo accionario”, en el que las finanzas de
mercado desempeñan un papel central, y cuyo núcleo lo
constituye la creación de riqueza financiera por parte de las
empresas. Sus principales características figuran en el esque­
ma que presentamos a continuación: un nuevo reparto de
las riquezas en el seno de las empresas; el papel primordial
de los mercados de acciones y de los inversionistas institu­
cionales; la preponderancia del poder de los accionistas,
que induce nuevas formas de gobierno de empresa; los nue­
vos comportamientos financieros por parte de las empresas
y de los particulares, y, por último, la pérdida de autonomía
de las políticas económicas ante los mercados financieros.
Las nuevas políticas de inspiración liberal ponen en en­
tredicho el precedente compromiso capital/trabajo al crear
una relación de fuerzas favorable a las empresas y a los due­
ños del capital financiero. La degradación de la situación de
los trabajadores adopta form as diferentes según se trate
de uno u otro país. En Estados Unidos, las desigualdades

68
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

El capitalismo accionario: las nuevas interdependencias

69
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

se acentúan dependiendo de que los asalariados sean más o


menos calificados y posean las competencias que requieren
las nuevas tecnologías. En Europa, un considerable y per­
manente paro forzoso, amplificado por las políticas m one­
tarias restrictivas, debilita el poder de negociación de los
sindicatos, los cuales deben hacer numerosas concesiones
en términos de la evolución de los salarios, de las ventajas
sociales y de la intensidad del trabajo.
En Francia, con la instauración del rigor salarial (Plan Ba­
rre de 0976 y Plan Delors de 1983), la parte del valor agregado
cuyo destino eran las empresas creció de manera espectacu­
lar: pasó de 25 por ciento en 2980 a 35 por ciento en 1999.3
Así es como se explica el alza rápida de las utilidades de las
empresas que pudo verificarse en los grandes países indus­
triales a partir de la segunda mitad de los años setenta, la cual
se describe en el cuadro 3.

Cuadro 3 : Parte de los salarios en el producto interno bruto (en %)

1961-1970 1971-1980 1981-1990 1991-2000

Estados Unidos 69.8 70.0 68.7 67.3

U E a 15 73.6 75.8 73.0 69.7

Francia 75.3 76.6 75.4 69.4

Alem ania 71.6 73.7 70.9 67.9

Reino Unido 72.6 73.2 72.7 73.4

Italia 75.5 76.7 74.3 70.4

Fuente: Eurostat.

La contraparte de esa alza de los ingresos de las empresas es


la intensa degradación de la condición de los asalariados en

70
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

el reparto salarios/utilidades, como puede apreciarse en el


cuadro 3.4 En la Europa de los Quince, la parte correspon­
diente a los salarios ha experimentado un desplazamiento de
aproximadamente seis puntos en el producto interno bruto
(pib): esa parte tendría que pasar, en promedio, de 75.8 por
ciento en r97r-r98o a 69.7 por ciento en r99r-20oo. Fue en
Francia donde la parte correspondiente a los salarios sufrió
la caída más importante: del orden de siete puntos del pib.
Los economistas recurren a dos factores principales para
explicar esa evolución del reparto del valor agregado: 1] el
ascenso del paro forzoso, lo que crea una relación de fuerzas
favorable a los empleadores, y 2] el alza de las tasas de in­
terés en los años ochenta, que aumentó la parte correspon­
diente a los ingresos cuyo destino era la remuneración del
capital.5

Los nuevos comportamientos financieros de las


empresas

Las evoluciones a las que nos hemos referido generan un


profundo trastorno en las estructuras financieras de las em ­
presas. En efecto, cada vez en mayor medida las empresas se
financian recurriendo a sus propios fondos, es decir, median­
te un abundante ahorro que se retira a continuación del al­
za de las utilidades, y mediante emisiones de acciones en
alza rápida: su volumen se multiplicó por 14 de 2980 a 2000
(véase el cuadro 4). El mercado de las acciones ocupa un
lugar central, y desempeña un triple papel en el capitalismo
accionario: contribuye simultáneamente al financiamiento
de las empresas, a su evaluación (cotización de las acciones) y
a sus reestructuraciones, utilizando entonces las acciones co­
m o moneda de cambio para las opc* y las opi* . El cuadro 4

71
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

muestra asimismo que las empresas francesas encuentran


una parte creciente (esta parte se ha duplicado entre r98o y
2000) de sus financiamientos externos en los mercados de
títulos financieros (acciones, obligaciones y títulos del
mercado monetario); estas últimas tienden a suplantar al en­
deudamiento bancario tradicional, lo que no es sino la con­
secuencia del cambio de régimen financiero ya mencionado,
que se caracteriza por el tránsito de la economía de endeu­
damiento a la economía de mercados financieros.
Otro hecho sobresaliente: la tasa de autofinanciamiento
(ahorro/inversión) de las empresas francesas rebasa el nivel
récord de 90 por ciento, en promedio, a partir de 2993. Esta
evolución es el resultado de la conjunción de dos fenóm e­
nos: por una parte, la rápida progresión de los resultados, que
ha permitido la acumulación de un ahorro abundante y, por
otra parte, la falta de dinamismo de la inversión productiva
hasta la recuperación de 2998. Esa debilidad de la inversión
en conjugación con un ahorro abundante le permitió a las
empresas acumular disponibilidades considerables que sir­
vieron para tres tipos de utilización: el rembolso de la deu­
da, las inversiones financieras y la compra de sus propias
acciones, compra destinada a hacer subir la cotización de
estas últimas en la Bolsa (véase más adelante). La parte co­
rrespondiente a la utilización financiera de las empresas ha
aumentado así notablemente en relación con la utilización
directamente productiva (las inversiones):6 este hecho cons­
tituye un ejemplo de la “financiarización” de las empresas,
que es característica del capitalismo accionario.

El peso de los accionistas y de los “zinzins”

Una de las mayores consecuencias del papel preponderante


que los fondos propios han adquirido en el financiamiento

72
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

Cuadro 4 : Ascenso al poder de los financiamientos de mercado


de las empresas francesas

Flujo en miles de millones de francos 1980 1990 2000

A Autofinanciam iento (1) 185 640 831

B Em isiones de acciones 52 221 746

C Endeudam iento en los m ercados (2) 17 99 280

DEndeudam iento en com paración 119 387393


con los bancos

E Total de los financiam ientos financieros: 373 1 3472 250


A+B+C+D

Parte correspondiente a los m ercados financieros: 36% 4 5% 72%


B + C /B + C + D

Parte correspondiente a los propios fondos: 62% 64% 70%


A+B/E

(1) Ahorro bruto + ayuda a la inversión + otras transferencias en capital.


(2) Emisiones netas de títulos del mercado monetario y de obligaciones.
Fuente: insee (cuentas nacionales); datos en la base de 1980 hasta la de 1994 , y luego
en la nueva base de 1995.

de las empresas ha sido la modificación de las relaciones


entre los tres principales asociados de las empresas: los ac­
cionistas, los dirigentes y los asalariados, en beneficio de los
primeros, que son los propietarios de los fondos propios.
Hemos presenciado la puesta en entredicho del modelo tra­
dicional de la empresa, denominado “capitalismo general”,
en el que los dirigentes detentan el poder real de la empresa.
Durante la era del fordismo, los dirigentes de una em ­
presa establecían acuerdos con los asalariados organizando
el reparto de los beneficios de productividad en el seno de
la empresa, lo que permitía conservar la estabilidad relativa

73
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

del reparto del valor agregado. El advenimiento del “capita­


lismo accionario” le puso fin a ese régimen. El modelo
tradicional, denominado “stakeholder”, que considera a la
empresa como una comunidad en la que confluyen los in­
tereses de sus tres asociados (los accionistas, los dirigentes y
los asalariados), cedió su lugar a un nuevo modelo, llama­
do “shareholder”,7 que les otorga la primacía absoluta a los
intereses de los accionistas que detentan el capital-acciones,
es decir, los fondos propios de las empresas.
Otro fenómeno, que ocupa un lugar central en el capita­
lismo accionario, ha llegado a reforzar considerablemente el
poder de los accionistas: se trata del desarrollo de la gestión
colectiva del ahorro. Los activos financieros en poder de los
particulares (para financiar su retiro, por ejemplo), en lo su­
cesivo son administrados por inversionistas institucionales,
o sea por los “zinzins” (fondos de pensión, sociedades de
inversión y compañías de seguros, véase “El ascenso al p o ­
der de los ‘zinzins’ ”). De ello resulta una concentración del
capital de las empresas en manos de un reducido número
de inversionistas institucionales, en tanto que anteriormen­
te el accionariado se encontraba extensamente disperso entre
la multitud de ahorradores individuales. Tenemos, a mane­
ra de ejemplo, que la parte de las acciones en manos de los
inversionistas institucionales en Estados Unidos pasó de 5
por ciento en 2946 a más de 50 por ciento en 1996. En
Francia, esa proporción rebasó igualmente el 50 por ciento
al finalizar los años noventa. De esta manera, los “zinzins”
se convierten en los protagonistas dominantes, y ello a tal
grado que algunos autores hablan de “capitalismo zinzin”.8
En Europa, a lo largo de los años noventa, uno de los prin­
cipales acontecimientos fue el tumultuoso advenimiento de
los inversionistas extranjeros. Estos últimos poseían, en pro­
medio, entre 20 y 40 por ciento del capital de las sociedades

74
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

cotizadas en los principales países europeos. Esas participa­


ciones financieras extranjeras corresponden en gran medida
a inversionistas anglosajones, fundamentalmente a fondos
de pensión estadunidenses, como se muestra en el cuadro 5.
Francia es uno de los países en donde la progresión de
los inversionistas extranjeros ha cobrado mayor rapidez. Esos
inversionistas se han beneficiado de las privatizaciones masi­
vas realizadas a partir de r986 a fin de apropiarse de una par­
te, a menudo elevada, del capital de las grandes empresas en
los sectores de la banca y de la industria, com o se muestra
en el cuadro 5. En 1999, los inversionistas extranjeros eran
dueños de 36 por ciento de las acciones de las sociedades
cotizadas, y realizaron 80 por ciento de las transacciones de
la Bolsa de París, según las estadísticas del Banco de Fran­
cia. La disparidad entre ambos porcentajes expresa la inesta­
bilidad de esas inversiones. Ellos se inscriben más en la lógica
de las inversiones financieras a corto plazo que en la toma de
participaciones industriales sostenidas.9 Es así como el capi­
talismo francés ha experimentado hace poco un trastorno
sin precedentes: bajo el régimen fordista, gran parte del ca­
pital de las empresas estaba en manos del Estado y de los “nú­
cleos duros” de los accionistas franceses estables. Hoy en día,
el corazón del capitalismo francés se encuentra bajo el do­
minio de los inversionistas institucionales, en gran medida
extranjeros, que obedecen a imperativos fundamentalmen­
te financieros.10

Los principios del “gobierno de empresa”

Los inversionistas institucionales, que adm inistran por


cuenta de sus mandantes esas enormes carteras de accio­
nes, procuran imponer reglas de gestión en las empresas

75
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

Cuadro 5 : Participación de los inversionistas extranjeros


en el capital de las grandes sociedades francesas
Porcentaje del capital en septiembre de 1999

Bancos / Aseguradoras Inversiones extranjeras Inversiones anglosajonas

BNP 45 2 0 .4

Sociedad general 50.1 29

CCF 68.8 10

AXA 44 28

AGF 25 16.5

Industria Inversiones extranjeras Inversiones anglosajonas

Elf-Aquitania 56 39

R hóne-Poulenc 59.6 14.4

Vivendi 51.5 27

Alcatel 49 30

Accor 48 30

Fuente: L’Expansion y Carson-Europe.

con la finalidad de establecer su control: a este propósito, se


habla de “gobierno de empresa”, que es la traducción de la
expresión inglesa corporate governance. El gobierno de em ­
presa constituye una de las instituciones clave del nuevo
capitalismo.11
La hipótesis teórica en la que se funda el modelo anglo­
sajón de gobierno de empresa plantea que los accionistas y
los administradores de la empresa tienen intereses contra­
dictorios.12 Los últimos procuran privilegiar su poder y su
remuneración valorando la información de la que disponen

76
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

en el interior de la empresa. Las nuevas formas de gobierno


de empresa tienen precisamente por objetivo reducir esas
“asimetrías de información” e incitar a los administradores
a administrar la empresa en interés de los accionistas, p o ­
niendo cuanto esté de su parte para hacer subir el valor de
las acciones.
Los inversionistas evalúan el gobierno de las empresas de
acuerdo con cinco criterios principales:

r. La información de los accionistas: la calidad de la infor­


mación acerca de la estructura dirigente de la empresa, lo
que implica en especial la independencia de los adminis­
tradores, la existencia de un responsable de las “rela­
ciones inversionistas”, y la instauración de un sistema
contable adaptado a las normas anglosajonas.
2. Derechos y obligaciones de los accionistas: respetar el prin­
cipio “una acción, un camino, un dividendo” ; proteger a
los accionistas minoritarios, lo que constituye una situa­
ción frecuente en los fondos de inversión extranjeros.
3. Composición del consejo de administración: procedimien­
tos de elección y de remuneración de los miembros del
consejo y de los comités; separación de las funciones
de presidente y de director general.
4. Ausencia de medidas anti-opc: eliminación de todas las
medidas destinadas a ponerles candados a los órganos de
dirección y a impedir las ofertas de compra hostiles (poi-
son pill), a las que se considera que ejercen una presión
saludable en los dirigentes.
5. La remuneración de los dirigentes: definir formas de remu­
neración que resulten adecuadas para incitar a los diri­
gentes a perseguir el objetivo de maximización del valor
accionario. Una de las principales técnicas que se utilizan
es la de las opciones-stock, la cual consiste en otorgarles a

77
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

los dirigentes (y a los cuadros) el derecho de adquisición,


en condiciones m uy favorables, sobre las acciones de la
empresa.

El sector patronal francés ha manifestado, en los reportes


Viénot,13 su voluntad de seguir un modelo de gobierno que
se aproxime a esas normas al proponer administradores in­
dependientes, la separación de las funciones de presidente
y de director general, y la adopción de normas contables se­
mejantes a las de los estándares anglosajones. Los poderes
públicos han confirmado esa evolución al introducir disposi­
ciones conforme a los principios del gobierno de empresa
en la ley sobre las “nuevas regulaciones económicas”, que se
votó en mayo de 20or (véase el recuadro de la p. 79). De acuer­
do con un estudio del despacho Heldrick & Struggles, pu ­
blicado en junio de 200a, las sociedades francesas formarían
parte del trío que va a la cabeza en Europa, después del Rei­
no Unido y de los Países Bajos, debido a la aplicación de los
principios del gobierno de empresa. Ese estudio llega a la
conclusión de que, por parte de las sociedades europeas, el
respeto por los principales criterios del gobierno de empre­
sa es cada vez mayor.14

Los métodos de gestión orientados a la “creación


de valor accionario”

El interés de los accionistas reside en el rendimiento de sus


títulos, esto es, en los dividendos y, sobre todo, en las plus­
valías bursátiles. Se considera a la empresa como un activo
cuyo valor bursátil es preciso maximizar.15 El objetivo de los
administradores se cifra en “crear valor accionario”, es decir,
en generar plusvalías en las acciones de su empresa. Ese ob-

78
La ley sobre las “nuevas regulaciones económicas”

Adoptada el 2 de mayo de 2001, esta ley comporta una criba significativa del
gobierno de empresa, y constituye una etapa de la instauración en Francia del
capitalismo accionario.
1. La ley organiza la redistribución de los poderes en la empresa, siendo
el director general quien garantiza la adm inistración general de la sociedad,
y el consejo de adm inistración el que concibe la estrategia del conjunto y la
supervisión de este último. Esta disposición, que apunta a reducir la concen­
tración de poderes en la empresa, puede considerarse un debilitamiento del
poder de los administradores (capitalism o gerencial) en beneficio de los ac­
cionistas.
2. La ley se propone luchar contra los conflictos de intereses: el acrecen­
tado control de las convenciones y de las relaciones que los administradores
m antienen directa o indirectamente con la sociedad es un préstamo del dere­
cho anglosajón, que administra los conflictos de intereses, en especial m edian­
te procedim ientos de declaración. Así, el derecho francés de las sociedades,
que era un derecho de estructura y de organización del procedim iento de
los poderes de decisión, se transform a en un derecho de com portam iento y
de apreciación de los conflictos de intereses.
3. La ley organiza una distribución de nuevos derechos para los accio­
nistas, en especial en el informe pericial de gestión, que se hace más ac­
cesible. D ebido a la posibilidad que se les ofrece de recurrir a un juez, los
accionistas se convierten en agentes de la legalidad.
4. Una de las características más sorprendentes de esta ley es la confu­
sión propuesta entre estatus de asalariado y estatus de accionista. Hasta
ahora, esa confusión sólo concernía a los administradores asalariados, que
tam bién llegaban a interesarse y a exponerse al m ism o riesgo patrim onial de
los accionistas m ediante el rodeo de las opciones -stock. La ley va más lejos y
confirm a la noción de accionariado-asalariado: reconoce el derecho del con ­
junto de los asalariados para ser titulares de acciones de su empresa, de m o ­
do que puedan intervenir en las asambleas. A dem ás, los derechos de recurrir
a un juez, derechos semejantes a los de los accionistas, se les otorgan a los
com ités empresariales.
5. Una acrecentada voluntad de transparencia. La ley incorpora la obliga­
ción que tienen los dirigentes de divulgar la inform ación, en especial la que
concierne a sus rem uneraciones. La m edida tam bién se aplica a las socieda­
des no cotizadas. La problem ática del gobierno de empresa, que nació en las
sociedades cotizadas y que hasta ahora se lim itaba a ellas, se extendería así al
conjunto de las sociedades.

79
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

jetivo se centraba en el desarrollo de la actividad y del empleo,


que era lo que prevalecía en la época fordista. De ello resul­
tó una “financiarización” de la gestión de las empresas. Esta
concepción puramente financiera de la “creación de valor”,
sin vínculo directo con el empleo y con la producción de la
empresa, remite a un mundo virtual en el que el valor del ca­
pital financiero se determina con base en los mercados, inde­
pendientemente de las realidades del aparato productivo.16
A fin de alcanzar sus objetivos financieros, las empresas
se han dotado de nuevos métodos de gestión, de los cuales
el más sofisticado es el método EVA (Economic Valué Ad-
ded), que se define de manera bastante sencilla: se trata del
resultado económico de la empresa después de la remune­
ración del conjunto de los capitales invertidos, endeuda­
miento y fondos propios. Un EVA positivo significa que la
administración ha logrado crear valor en beneficio de los ac­
cionistas durante un periodo determinado.
A lo largo de los últimos años, algunas empresas france­
sas han puesto en práctica el método e v a : a x a , b n p , c c f ,
Danone, e l f , France Télécom, Lafarge, Schneider, Société
Générale, Valéo, Vivendi.17 Cada año, el diario L’Expansion
publica la clasificación de las grandes empresas francesas de
acuerdo con sus resultados en materia de creación de valor
accionario, refiriéndose para ello a los indicadores e v a .
Ese enfoque no se limita a proporcionar los indicadores
para evaluar el desempeño de la empresa; como lo indica el
caso de Danone, que se describe en el recuadro que sigue,
también define un método de administración que se apoya
en un sistema de incitaciones, sistema que se calcula en fun­
ción de la obtención y del rebase de los objetivos de creación
de valor accionario.
A fin de alcanzar el objetivo de maximización del valor
accionario (shareholder valué), las empresas llevan a la prác-

8o
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

La gestión del valor accionario en el grupo Danone


• El Econom ic Valué A dded (eva) se calcula para cada uno de los 8 o centros
de utilidades del grupo, y determ ina lo esencial del b o n o de los ejecutivos
(de r5 a 4 0 por ciento de su rem uneración).
• La reducción del costo m edio ponderado de los capitales y un objetivo
perm anente que se alcanza:
- dism inuyendo la parte correspondiente a los fondos propios, cuyo cos­
to es más elevado que el de la deuda, teniendo com o único lím ite la no
degradación de la notación de la empresa.
- adm inistrando activam ente la deuda a fin de dism inuir su costo.
• Se centraliza el control de las inversiones de cada centro de utilidades: la
autonom ía de decisión de los responsables del centro ha dism inuido
notablemente.
• La cartera de actividades es objeto de un arbitraje constante: así, la cesión
de la actividad en el giro de los abarrotes ha perm itido m ejorar el margen
operacional de 9.1 a 9.4%.

Tomado de una entrevista con el director financiero de Danone, aparecida en O p t io n F in a n c e , 24


de noviembre de 1998.

tica políticas bastante precisas que se pueden enumerar co­


m o sigue:

r. Las fusiones-adquisiciones se presentan a menudo como


un medio para crear valor accionario a partir de la explo­
tación de las sinergias de los establecimientos fusionados
y realizando economías de escala. Las alianzas implican
beneficios de productividad: en efecto, el objetivo de la
mayor parte de las fusiones se cifra en la reducción de los
efectivos asalariados. Por otra parte, esas operaciones se
inscriben en una cotización de dimensión crítica, desti­
nada a darles a los nuevos grupos un poder de mercado
más importante ante la competencia mundial.
2. El recentramiento en los oficios básicos de la empresa
constituye el segundo medio para aumentar la creación

81
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

de valor en beneficio del accionista. A l recentrarse en las


actividades gracias a las que posee una ventaja com peti­
tiva, la empresa procura valorar su saber-hacer en relación
con sus competidores, lo que se considera debe traducir­
se en un aumento de rentabilidad. Esa política conduce a
las empresas a abandonar las actividades cuya rentabili­
dad es inferior a la que fijan las normas internacionales
que exigen los inversionistas (benchmarking). Los “ licén­
ciamientos bursátiles” (Danone, Marks & Spencer, etc.) se
inscriben en esa lógica. D os razones explican por qué
los inversionistas incitan a las empresas a adoptar esa p o ­
lítica. Por una parte, a los inversionistas no les atraen las
empresas multiespecializadas de tipo conglomerado, cuyas
estructuras son a menudo poco transparentes y, por ello
mismo, poco propicias al control de los accionistas. Por
otra parte, los inversionistas estiman que les corresponde
dirigir la política de diversificación interviniendo en la
composición de sus carteras de participaciones. En otros
términos, de acuerdo con esa concepción, las cuestiones
relativas a la diversificación son administradas por los pro­
tagonistas financieros, no por los operadores industriales,
lo que ejemplifica satisfactoriam ente la prim acía de las
finanzas sobre la lógica industrial en un mundo dom ina­
do por los inversionistas.
3. El re-engineering de las cadenas de valor constituye la ter­
cera palanca para concentrar la actividad de la empresa
en los segmentos más rentables. El método principal
consiste en “externalizar” la producción de ciertos pro­
ductos o servicios que pueden fabricar de manera más
competitiva otras empresas cuyos desempeños son supe­
riores en las esferas interesadas. Se habla entonces de la
“descomposición del proceso de producción”, cuyo obje­
tivo consiste en reorganizar las cadenas de valor de la m a­

82
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

ñera más rentable. Esta política, que siguen numerosas


empresas, se propone en especial confiar la gestión de la
empresa a subtratantes exteriores, lo que por lo general im ­
plica la precarización de las condiciones laborales de los
asalariados. A mediados de los años setenta, en Estados
Unidos, 20 por ciento de los obreros estadunidenses tra­
bajaban en uno de los 500 grupos industriales más gran­
des; en 2999 esa proporción descendió a ro por ciento en
razón de las políticas de externalización del empleo y de
la producción que seguían esas empresas.
4. La reducción de la intensidad capitalista. Uno de los m e­
dios más radicales para incrementar la rentabilidad de los
capitales propios es el que consiste en reducir el tamaño de
éstos. Se trata de la estrategia denominada de downsiz-
ing, que puede practicarse de diferentes maneras, siendo
la más espectacular la de la compra, por parte de la empre­
sa, de sus propias acciones en el marco del procedimiento
de oferta pública de compra de acciones. A l comprar una
parte de sus acciones, para un nivel determinado de futu­
ras utilidades anticipadas, la empresa aumenta mecánica­
mente el valor de las restantes acciones. La operación ve
aumentar su rentabilidad si es financiada por un endeu­
damiento cuyo costo es inferior al de los fondos propios
(efecto de palanca). Semejante práctica, m uy socorrida
en Estados Unidos, ahora se desarrolla en Europa. En
Francia, a partir del verano de 2998, fecha en la que la le­
gislación autorizó ese tipo de operaciones (llamadas de
“levigación”), más de 400 empresas (de las que casi todas
figuran en el c a c 40) programaron compra de acciones.

Una de las consecuencias paradójicas de esas prácticas es


que los mercados de acciones, globalmente considerados, no
les aportan dinero fresco a las empresas: en el conjunto de los

83
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

mercados europeos, las emisiones netas de acciones, es decir,


los montos brutos de las emisiones corregidas de las compras
de acciones y de los dividendos destinados a los accionistas,
han sido negativos a lo largo de los últimos años.18 En otros
términos, lejos de financiar a las empresas, los mercados
bursátiles más bien las desangrarían. De las tres funciones
que mencionamos con anterioridad (financiamiento, eva­
luación y reestructuración de las empresas), los mercados
de acciones sólo desempeñan en realidad las dos últimas, e
incluso cabe cuestionar, como se ha visto a propósito del e-
crack, la capacidad del mercado para evaluar a las empresas
innovadoras.
En teoría, sólo a las sociedades cotizadas en la Bolsa les
conciernen directamente los principios del gobierno de em ­
presa y las estrategias de creación de valor accionario que
acabamos de exponer. Ahora bien, en la Europa continen­
tal (la Unión Europea, con excepción de Gran Bretaña), la
mayor parte de las empresas no se cotizan y todavía están
bajo el control de un accionariado concentrado y familiar.
Sin embargo, esas empresas no cotizadas a menudo sostienen
vínculos financieros (participaciones) o industriales (sub­
trata) con las grandes empresas cotizadas; así pues, ellas se
muestran sumisas, de manera indirecta, a la lógica del nue­
vo capitalismo accionario. De esa manera se explica el hecho
de que ciertas disposiciones de la ley sobre las nuevas regu­
laciones económicas les sean aplicables (véase el recuadro
de la p. 79).

Los estados en la contienda de los mercados


globalizados

La lógica financiera que hoy en día rige la estrategia de las


empresas se impone asimismo a los Estados. La globaliza-

84
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

ción financiera ha endurecido la competencia por el acceso


a los financiamientos. Y los protagonistas de las altas finan­
zas internacionales (fondos de pensión, fondos mutualistas
y bancos), que son los que concentran la oferta de capitales,
poseen los medios para imponerles su ley a los estados: una
sola jornada de especulación abarca una masa de capitales
superior a la totalidad de las reservas de cambio de los ban­
cos centrales. Ningún país puede resistir una ola especulati­
va fundada en un desafío a su política: la implosión en r993
del sistema monetario europeo, así como las recientes crisis
de los países emergentes (México, Corea del Sur, Brasil, A r­
gentina, etc.) son la prueba de ello. A fin de escapar a la
“sanción” de los mercados, las políticas macroeconómicas
nacionales en lo sucesivo se subordinan a los im perativos
de las finanzas internacionales. Y así es como los Estados se
ven sometidos a la “tiranía de los mercados”, según la expre­
sión de Henri Bourguinat.19 Los bancos centrales, que han
llegado a ser independientes del poder político, quedan de
facto bajo la dependencia de los mercados financieros. Los
bancos tienen la misión exclusiva de preservar el valor real
de la renta financiera que la inflación acabaría de erosionar.
Así es como se han justificado, en el caso de los países de la
Unión Europea, las cláusulas del tratado de Maastricht que
le dan la prioridad absoluta a la política de estabilidad de los
precios que conduce el Banco Central Europeo.

Una visión optimista del nuevo capitalismo

Según ciertos análisis, el capitalismo contemporáneo cons­


tituye un nuevo paradigma en el sentido de que comportaría
su propio principio de regulación en virtud de mecanismos
lo suficientemente poderosos como para “formar parti­

85
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

do”.20 Esa transformación del modo de regulación ya se ha­


bría realizado en los países anglosajones, y estaría en vías de
hacerlo en la Europa continental. Denom inado “capitalis­
m o patrimonial” por los partidarios de esa visión optimis­
ta, ese nuevo régimen de crecimiento se caracteriza por la
desvinculación que tiene lugar entre el crecimiento de la m a­
sa salarial y los beneficios de productividad. Por lo tanto, la
progresión del ingreso global de los asalariados no se ve afec­
tada por ello, pues se nutre con los dividendos y con las
plusvalías que provienen de los patrimonios financieros. En
semejantes condiciones, el consumo de los hogares no se sos­
tiene sólo en los ingresos salariales vinculados a la actividad
productiva, sino también en el alza de las cotizaciones bur­
sátiles. Esta “inflación de los precios de los activos” se nutre
con la fuerte demanda de títulos de inversión por parte de
los hogares y de los inversionistas ante una oferta de títulos
rígida, y que incluso se encuentra en regresión debido a las
fusiones y a las compras de acciones por parte de las empre­
sas. En la medida en que los desempeños bursátiles conflu­
yan en un mismo punto, la presión que las empresas ejercen
sobre su masa salarial no tendría por qué tener consecuen­
cias depresivas en el consumo y en la actividad económica.
En el caso de que se presente un desequilibrio entre el creci­
miento de la masa salarial y los beneficios de productividad,
la masa salarial, lo que es decir el empleo, es la variable de
ajuste, en tanto que en el régimen fordista esa función le
correspondía a la inflación de los precios de bienes y servicios.
Cabe preguntarse por la realidad de los mecanismos au­
torreguladores del nuevo capitalismo. En Francia, sólo r3
por ciento de los hogares poseen directamente acciones, y
rr por ciento indirectamente, a través de la propiedad de
partes del oicvm * (véase el cuadro de la p. 102). En seme­
jante contexto, las ganancias bursátiles no son suficientes

86
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

para sostener el consumo de los hogares. Incluso en los paí­


ses anglosajones, donde están más extendidos los patrim o­
nios financieros, un estudio reciente ha puesto de manifiesto
que ese efecto, llamado de “riqueza”, es limitado.21 En Esta­
dos Unidos sólo se consume 5.5 por ciento de las plusvalías,
y 5 por ciento en el Reino Unido. En esas condiciones, un
alza de ro por ciento en la Bolsa sólo implica un incremen­
to de 0.4 por ciento del consumo en Estados Unidos, y de
0.6 por ciento en el Reino Unido. Así pues, los “efectos de ri­
queza”* no son lo suficientemente vigorosos como para de­
sempeñar un papel estabilizador considerable.

El accionariado asalariado: ¿un nuevo compromiso


entre el trabajo y el capital?

La segunda fuente de optimismo de los defensores del “capi­


talismo patrimonial” es la idea según la cual, al transformar­
se en accionistas, los asalariados obtendrían cierto poder en
la política de las empresas, lo cual se debería a su estatus de
propietarios colectivos del capital. Con el capitalismo patri­
monial, la propiedad del capital cambia de naturaleza: ésta
se transforma en salarial, debido a que los accionistas son
en gran parte asalariados. La extensión del accionariado asa­
lariado vía el desarrollo de los inversionistas institucionales
constituye el pedestal de un nuevo compromiso entre el tra­
bajo y el capital, el cual viene a sustituir al compromiso
salarial del periodo fordista. De acuerdo con este enfoque,
es deseable desarrollar el ahorro salarial invertido en la Bol­
sa y abandonar los sistemas colectivos de retiro por reparti­
ción, a fin de que los asalariados constituyan para sí un
patrimonio financiero individual al invertir sus derechos al
retiro en los fondos de pensión.22
En 20or, Francia acaba de instaurar un ambicioso dispo-

87
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

sitivo de ahorro salarial. La ley instituyó el Plan Societario


de Ahorro Salarial Voluntario ( p p e s v , por sus siglas en fran­
cés), a cuyo cargo está colectar entre los asalariados pagos
voluntarios, así como sumas recibidas a título de participa­
ción y de interés, que constituyeron un ahorro desfiscalizado
bloqueado durante diez años. Los inversionistas institucio­
nales que administraron esos fondos los invirtieron, en
parte, en acciones de la empresa en el caso de las sociedades
cotizadas. Esta ley tiene el mérito de permitir la generaliza­
ción del ahorro salarial en el conjunto de las empresas, en
tanto que sólo 22 por ciento de los asalariados del sector
competitivo dispone de un ahorro salarial capitalizado. El
nuevo dispositivo ha sido objeto de plebiscito por parte de
los asalariados, quienes ven en él una fuente de futuros in­
gresos financieros, y lo mismo sucedió con los patrones,
que en ello hallan ventaja en por lo menos dos puntos: por
una parte, un mejor control de la empresa, en especial ante
los inversionistas extranjeros, gracias a que los fondos sala­
riales constituyen una parte del capital; por otra parte, la
distribución de los fondos salariales se podrá utilizar como
un sustituto del pago de salarios por parte de la empresa.
La formación de un ahorro masivamente orientado a los
mercados de acciones es, sin duda alguna, una de las prin­
cipales características del nuevo capitalismo. En lo sucesivo,
un cuarto del ahorro de los franceses se invierte en acciones.
Cerca de seis millones de franceses, esto es, ro por ciento de
la población, poseen acciones en directo. Los accionistas asa­
lariados, que son entre r.5 y 2 millones, poseen 40 millardos
de euros de acciones de su empresa, es decir, 2.7 por ciento
de la capitalización total de la Bolsa de París.23 ¿Puede con­
siderarse, en consecuencia, que el accionariado asalariado
tiene la capacidad de transformar las relaciones existentes
entre trabajo y capital al favorecer la asociación entre capi­

88
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

talistas y asalariados, asociación que sustituirá a la lucha de


clases de antaño, como lo propone Alain Mine,24 o incluso
al conducir hacia un “capitalismo popular” que favorezca
una “democracia accionaria”, de acuerdo con las expresio­
nes por las que, en Gran Bretaña, Margaret Thatcher y Tony
Blair sienten tanto apego? Son varias las razones que nos
autorizan para abrigar dudas al respecto. Por principio, el
accionariado asalariado se beneficia fundamentalmente en
los cuadros superiores y, por lo tanto, tiende a reforzar las
desigualdades en la empresa. Pero, sobre todo, el ahorro in­
vertido en forma de acciones de hecho es administrado en
su mayor parte por profesionales que se proponen realizar
hazañas financieras.25 En efecto, a menudo se ignora que las
inversiones bursátiles rara vez se efectúan directamente por
los particulares, por las empresas o por los inversionistas ins­
titucionales. De esta manera, en Estados Unidos, dos tercios
de las inversiones bursátiles de los fondos de pensión se le
confían a gestores de carteras externas (asset managers), to­
dos los cuales practican la misma política de gestión en el
índice, descrita con anterioridad, y cuyos objetivos son pu ­
ramente financieros. La experiencia estadunidense pone de
manifiesto asimismo que los fondos de retiro, comprendi­
dos entre estos últimos los que administran los sindicalistas
(como es el caso del célebre fondo estadunidense c a l p e r s ),
utilizan esos mismos criterios de rendimiento financiero. A
menos que se reformen radicalmente los métodos de ges­
tión de los inversionistas y de sus gestores, la democracia
accionista no será sino una ilusión. De manera que el asala­
riado/accionario se encuentra en una situación “esquizofré­
nica” : como asalariado aspira a obtener alzas de salario y a
conservar su empleo; pero como accionista reclama para su
ahorro un rendimiento máximo, lo que a menudo significa
una reducción de los costos salariales de la empresa.

89
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

Los fondos éticos: la moralización del nuevo


capitalismo

Se ha propuesto otra vía para realizar el intento de influir en


las decisiones económicas, sirviéndose para ello de los engra­
najes de las finanzas modernas: se trata de las “inversiones
socialmente responsables”, que en el continente americano
reciben el nombre de “fondos éticos”. El objetivo que se
persigue es integrar en las decisiones de inversión de los
inversionistas ciertos valores sociales, filosóficos, culturales
o ambientales dejados de lado en los análisis financieros.26
La inversión ética tiene dos tipos de estrategias: para co­
menzar, la filtración (screening), que procura excluir de las
inversiones los valores llamados de “pecado” (sin stocks),
como son el tabaco, el alcohol o las armas; a continuación,
el activismo accionario (shareholder activism) , que consiste
en hacer votar resoluciones a las asambleas de accionistas
con miras a influir en la conducta de los dirigentes. Es de
esta manera como los accionistas minoritarios de la empre­
sa estadunidense Nike, la núm ero uno en el m undo en el
ramo de prendas deportivas, fueron intervenidos contra la
explotación del trabajo infantil en los países en vías de desa­
rrollo. La imagen negativa de Nike ha tenido como conse­
cuencia la caída de sus ventas y de sus acciones, que pasaron
de 76 dólares en 2996 a 27 dólares en 2000. Nike, que vende
aunque no produce, y cuya producción íntegra está garanti­
zada por 400 subcontratistas ubicados en los países del ter­
cer mundo, se ha visto precisada a imponerles un código de
buena conducta social.27
La inversión ética tiene un peso significativo en Estados
Unidos, donde representa 23 por ciento del ahorro que se ad­
ministra colectivamente; esa proporción es bastante menor
en Erancia, si bien tiende a incrementarse. Podría pensarse

90
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

que la inversión ética contribuye a “moralizar” al capitalismo


favoreciendo el respeto por un código de buena conducta
por parte de los administradores. ¿Puede este instrumento
ejercer una influencia decisiva? Es preciso saber que la deci­
sión ética tiene necesariamente un costo financiero para el
ahorrador. Si proceden sirviéndose de la filtración, los fon­
dos éticos contarán con opciones más restringidas y, por lo
tanto, con construcciones más fuertes que los fondos tradi­
cionales; y si recurren a un criterio de elección distinto de la
rentabilidad y del riesgo financiero, su cartera no podrá ser
óptima desde el punto de vista exclusivo de los criterios fi­
nancieros.28 Contrariamente a los argumentos comerciales
que se proponen tan a menudo, la ética y el desempeño fi­
nanciero no son compatibles. A fin de cuentas, la influencia
de los fondos éticos será proporcional al número de ahorra­
dores y de inversionistas que estén dispuestos a renunciar,
mañana, al criterio de la máxima rentabilidad, rompiendo
así con la lógica del capitalismo accionario.

¿Convergencia o diversidad de los capitalismos


nacionales en el siglo xxi?

Es grande la tentación de considerar que, por el efecto de las


mutaciones tecnológicas y de la globalización financiera,
todas las economías capitalistas habrán de evolucionar en la
dirección de un modelo único. En efecto, la mayor parte de
las teorías postulan que el sistema económico y social más
competitivo será el que acabe por imponerse, debido al sim­
ple hecho de la participación en la competencia de los espa­
cios nacionales. Es verdad que la mundialización se traduce
en la acrecentada interdependencia de los territorios. Sin em ­
bargo, ello no implica que los capitalismos nacionales de­

9i
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

ban converger ni que toda reforma que se aleje del modelo


estadunidense sea contraproductiva. La experiencia históri­
ca ofrece testimonio del carácter efímero de los “m odelos” :
en los años setenta se celebraba el modelo alemán de la eco­
nomía social de mercado, fundada en la cogestión entre los
sindicatos y el patronato, y en una estrecha relación entre la
banca y la industria (hausbank); luego le tocó el turno a
Japón de ser puesto por las nubes en virtud de la organiza­
ción ejemplar de la firma japonesa y de las estrechas relacio­
nes existentes entre las firmas y los bancos en el seno de los
zaibatsu. H oy en día, en el m omento en que el capitalismo
alemán se ve afectado por profundas reformas, y en que el
modelo japonés se encuentra en crisis, el capitalismo esta­
dunidense, portador de la “nueva economía”, da graves se­
ñales de asfixia.
Es probable que el capitalismo accionario, que se ha ex­
pandido sobre todo en los países anglosajones, sólo se
aplicará al resto del m undo en la form a de variantes, con
acentuadas diferencias nacionales. Varias son las razones
que permiten pensar que esa diversidad de capitalismos na­
cionales, que caracterizó ya a la era del fordismo, podría
persistir en los inicios del siglo xxi. En primer lugar, la his­
toria de cada país es diferente, y la evolución de su sistema
social y económico depende, en parte, de su propia trayec­
toria {path dependency). Luego, las relaciones sociales y sa­
lariales, si bien transformadas por la acrecentada movilidad
del trabajo y del capital, dependen del papel de los Estados, del
derecho laboral, de las reglas colectivas y de las institucio­
nes de negociación, que poseen acentuadas especificidades
nacionales. Ahora bien, como ha sido puesto de manifiesto,
los sistemas económicos se encuentran condicionados por
su entorno institucional. Por último, el nuevo capitalismo
apenas se encuentra en sus com ienzos, en especial en la

92
E L S U R G IM IE N T O D E L C A P IT A L IS M O A C C IO N A R IO

Europa continental, lo que le deja a los pueblos y a los Esta­


dos un margen de maniobra para actuar sobre las muta­
ciones que tienen lugar. Una de las bazas de la construcción
europea consiste en edificar un sistema de reglas y de insti­
tuciones que tengan la capacidad de enmarcar al nuevo ca­
pitalismo.

93
LA TR A N SFO R M A CIÓ N
DE LA S R ELA C IO N ES SO C IA LES

l desarrollo de las nuevas tecnologías, el ascenso al p o ­


E der de las finanzas internacionales y el surgimiento de
un nuevo régimen capitalista van a la par de las profundas
mutaciones de la sociedad y de las relaciones sociales. En
otros términos, la transformación del m odo de producción
capitalista, a partir de fines del siglo xx, implica la formación
progresiva de estructuras sociales y de nuevas desigualdades.

El efecto de la organización en redes

En el régimen anterior de crecimiento fordista, la organiza­


ción social presentaba tres características fundamentales:
instituciones centralizadas, relaciones sociales estables y va­
lores colectivos sólidos. Estas tres características tienden a
esfumarse en la actual sociedad.
De acuerdo con el sociólogo Manuel Castells (1998), el ad­
venimiento de una “sociedad en redes”, característica de la
“era de la información”, genera la descentralización de las
relaciones sociales. Empresa, familia, Estado, medios de co­
municación: en estas diversas esferas, transitamos de una

94
L A T R A N S F O R M A C I Ó N D E L A S R E L A C IO N E S S O C IA L E S

sociedad en la que todas las instituciones estaban centrali­


zadas a una sociedad organizada en redes. Com o lo hemos
visto, las nuevas tecnologías tienden a remplazar la organiza­
ción de la empresa tayloriana, basada en la jerarquía, por una
organización horizontal y descentralizada respaldada en la
noción de conectividad. Podría pensarse que esas transforma­
ciones afectarán a otras instituciones. El Estado colbertista
francés podría de esa manera verse llevado a abandonar sus
estructuras de gestión “dirigistas”, sus procedimientos de
decisión rígidos, bajo la presión de ciudadanos informati­
zados que dispongan de una información más vasta y que
reclamen servicios personalizados e inmediatamente dis­
ponibles. Las mutaciones que hoy tienen lugar irían en el
sentido de la democracia.
Pero, por otro lado, la organización de la sociedad en re­
des es un estorbo para la conservación de valores colectivos
sólidos, como son la solidaridad y la ayuda mutua, que cons­
tituían los fundamentos del modelo fordista. En efecto, la
descentralización de las relaciones sociales, inducida por las
redes, incita al individualismo y a evitar a los demás. Inclu­
so la noción de “bien com ún” se torna problemática: toda
vez que la pertenencia o la no pertenencia a la red es con fre­
cuencia invisible, ¿cómo saber entre cuáles personas un bien
se pone en “común” ? El aserto anterior aclara asimismo el
vínculo existente entre la sociabilidad en red y la exclusión
social: en una organización reticular, los más desposeídos
corren el riesgo de desaparecer sin dejar huella, lo que jus­
tifica el calificativo de “excluidos”.1 Así pues, en la nueva
sociedad informacional la exclusión social no se limita a la
“fractura numérica”, es decir, a las desigualdades de acceso a
las ntic , sino que, de manera más fundamental, es el resul­
tado del funcionamiento de la nueva organización social.

95
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

Las mutaciones del mundo laboral

Las transformaciones de los modos de producción y de con­


sumo han tenido como consecuencia el estallido de las rela­
ciones salariales y la puesta en entredicho del modelo de
empleo estándar.2 En lo sucesivo, la competencia se basa so­
bre todo en la calidad y en la innovación, lo que implica una
mayor diferenciación de los contratos de trabajo y la indi­
vidualización de los salarios. Se trata de tomar en cuenta las
diferencias de calificación, de aptitudes y de motivaciones
que, se supone, se encuentran en el origen del éxito econó­
mico. El valor de un asalariado reside cada vez en mayor
medida en lo que lo distingue de otros asalariados, y cada
vez menos en lo que tiene en común con ellos. De aquí la
proliferación de las formas de empleo, el ascenso del indivi­
dualismo y la disolución de las solidaridades de clase. El
mercado laboral se asemeja cada vez más al modelo del m er­
cado competitivo tal como se lo describe en los manuales de
economía, es decir, poblado de protagonistas individuales.
Hay allí una ruptura radical con el compromiso capital/tra-
bajo y la determinación colectiva de las remuneraciones, las
cuales, durante el periodo fordista, habían permitido con­
servar una relación salarial uniforme y codificada por la ley.
Asimismo, el estatus del trabajo se ha modificado pro­
fundamente. El contrato por tiempo indefinido, símbolo del
empleo asalariado estable en la empresa y del cuasi estatus
negociado en el marco de las convenciones colectivas de las
ramas, constituía la relación laboral característica del for-
dismo. Las nuevas prácticas que tienen lugar en el mercado
de trabajo se encuentran en el origen del surgimiento de un
estatus resquebrajado del trabajo, debido en gran parte a la
búsqueda de flexibilidad por parte de las empresas. Sus tres
características principales son las siguientes: el empleo de

96
L A T R A N S F O R M A C I Ó N D E L A S R E L A C IO N E S S O C IA L E S

medio tiempo, los contratos de trabajo por un periodo fijo


y el autoempleo.3 El empleo de medio tiempo permite adap­
tar la duración del trabajo a las necesidades de la empresa.
Practicado desde hace mucho en los países del norte de Eu­
ropa por una mano de obra fundamentalmente femenina,
conoce un rápido desarrollo en Francia. En 1996, represen­
taba r7 por ciento del empleo total, del que 30 por ciento era
de mujeres, porcentajes éstos que se aproximaban bastante
al promedio europeo. Sin embargo, en Francia, cerca de la
mitad de esos medios tiempos son involuntarios, es decir,
que los trabajadores desearían poder trabajar más. De esta
manera, en el momento presente, la principal fuente de de­
sigualdad entre asalariados la constituye el trabajo de medio
tiempo. Los contratos de trabajo por un periodo fijo, segun­
da forma de flexibilidad que exige el mercado laboral, afec­
tan especialmente a las edades más jóvenes: en Francia, en
1996, esos empleos alcanzan 41 por ciento con sujetos de
20-24 años, y 29 por ciento con sujetos de 25-29 años. El
autoempleo, es decir, el trabajo independiente, es en parte
el resultado de la creación de nuevas empresas en los sec­
tores de servicios vinculados a las nuevas tecnologías. La
parte correspondiente a esa forma de empleos ha aumenta­
do notablemente, pasando de 4 a r6 por ciento en Europa
(de 3 a rr por ciento en Francia) en el lapso de 2986 a 1996.4
Esos empleos corresponden sólo formalmente a los de em ­
presarios individuales independientes: más frecuentemente,
los “autoempleados” son, de hecho, asalariados en situación
de completa dependencia económica respecto de quienes
dan las órdenes.
Las condiciones laborales se han visto igualmente trastor­
nadas por la reorganización de las empresas que procuran
adaptarse a los datos del nuevo capitalismo: mundialización,
informatización, externalización de la producción, presión

97
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

de los accionistas, diversidad y versatilidad de la demanda.


Las innovaciones organizacionales, a las que se califica de
“prácticas flexibles”, pretenden romper con la lógica del m o­
delo tayloriano (explotación de las economías de escala, es­
tandarización de los productos, un hombre ¡= una tarea).
En lo sucesivo, los objetivos son la adaptabilidad a la deman­
da, la reactividad, la calidad y, sobre todo, la optimización
del proceso productivo, objetivos que ponen en movimiento
a todas las habilidades humanas. Asimismo, que implican la
polivalencia acrecentada de los asalariados y la delegación
de la responsabilidad a los niveles jerárquicos inferiores.5 Im ­
pelidos por las sociedades de consejo, las empresas ejecutan
nuevas prácticas en las que “flexibilidad” es la palabra clave:
equipos autónomos, círculos de calidad, re-engineering
(véase la p. 82), lean production o producción lo más ajus­
tada posible. Esta ultima proviene directamente del modelo
llamado de “producción toyotista” que se funda en la elimi­
nación de los stocks, en el justo-a-tiempo en la circulación
horizontal de la información y en las sugerencias por parte
de los asalariados para mejorar los desempeños y la calidad.
Esos nuevos enfoques de la organización de la empresa,
aparejados a la utilización de las ntic, han contribuido a los
beneficios de productividad del trabajo y de la productivi­
dad total de los factores realizados por las empresas estadu­
nidenses a lo largo de la última década. En Francia, donde
la flexibilidad del mercado laboral habría cobrado importan­
cia, las prácticas flexibles se difunden asimismo con rapidez.6
Sin embargo, por detrás de la visión idílica (de la que son
portadoras las sociedades de consejo en organización) de
un mundo en el que los empleadores encuentran nuevos
“yacimientos” de productividad y donde los asalariados es­
tán felices de asumir responsabilidades se oculta una reali­
dad diferente. En efecto, las encuestas ponen de manifiesto

98
L A T R A N S F O R M A C I Ó N D E L A S R E L A C IO N E S S O C IA L E S

la intensificación y la degradación de las condiciones de tra­


bajo, lo que explica que ese nuevo modelo productivo haya
recibido el nombre de “neostajanovismo”.7 Ciertas prácticas,
como la rotación de puestos y el cambio frecuente de pro-
cess (modo de producción), manifiestan ser poco compati­
bles con la aplicación de normas de seguridad. El aumento
de responsabilidad que ha recaído en cada asalariado, siem­
pre que pueda contribuir a enriquecer su trabajo, incremen­
ta también la presión psicológica, el estrés. De m odo que
esas reorganizaciones habrían implicado asimismo un alza
dramática (de ro a 30 por ciento) de la frecuencia de acci­
dentes y de enfermedades del trabajo en Estados Unidos,
tanto en la industria como en los servicios.8

La transferencia de riesgos a los trabajadores

La transformación de las relaciones sociales de producción,


inducida por la nueva lógica industrial y financiera de las
empresas, se ha traducido en el debilitamiento de la posi­
ción de los trabajadores, hacia los que se ha trasladado una
parte considerable de los riesgos de la empresa. Por un lado,
las solidaridades sociales desaparecen debido al funciona­
miento en red de la empresa, que externaliza una parte cada
vez mayor de su producción, y al ascenso del individualis­
mo: en consecuencia, el poder de negociación colectivo de
los trabajadores se ve reducido. Esa fluidez ha debilitado al
poder sindical y le impide cristalizar los valores colectivos. Por
otro lado, en virtud de la lógica accionaria, los asalariados se
han convertido en el socio más débil de la tríada accionis­
tas/dirigen tes/asalariados. Los inversionistas, que defienden
los intereses prioritarios de los accionistas, exigen rendi­
mientos a la vez elevados y permanentes.

99
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

En la fase de recesión coyuntural, la masa salarial consti­


tuye la principal variable de ajuste de la que disponen los
dirigentes para asegurar la estabilidad de los resultados de la
empresa. De esta manera, en Francia, en el curso de los últi­
mos años, el salario real ha aumentado, en promedio, menos
rápidamente que la productividad del trabajo. La flexibili-
zación de la masa salarial se obtiene a menudo por la puesta
en práctica de planes sociales, a fin de responder a las amena­
zas de debilitamiento del valor accionario: los licénciamien­
tos “bursátiles” que Renault le otorgó a Vilvorde, Michelin y
Danone se inscriben en esa lógica. Esos licénciamientos
obedecen en mucho mayor medida a una lógica financiera
que a una industrial. P. R. Chevalier y D. Dure se han per­
catado del ritmo estacional de los licénciamientos econó­
micos, los cuales culminan en enero y en junio, es decir,
cuando se definen y se revisan los presupuestos anuales en
las empresas, y de ello han concluido que los licénciamien­
tos económicos se encontraban, efectivamente, vinculados
a los artefactos de gestión y a los procedimientos presu­
puéstales más que a las necesidades industriales.9 A l pare­
cer, ese análisis se ve confirmado por las reacciones de ciertos
dirigentes ante las exigencias de los mercados, a las que ju z­
gan excesivas. Mientras que el presidente de Kodak, George
Fisher, estimaba que sólo debía proceder a suprimir ro mil
empleos, terminó por suprimir 20 m il bajo la presión de los
analistas financieros, a los que no se abstuvo de calificar de
“irresponsables” y de “totalmente insensibles al factor huma­
no [...] que ignoran lo que significa dirigir una empresa”.10
En cierta forma, hoy en día la ambición de los protagonistas
financieros parece cifrarse en transformar en trabajo en una
mercancía tan fluida como lo ha llegado a ser el capital.
De ahora en adelante serán perceptibles los efectos de
esa voluntad de adaptación más estrecha de los efectivos

10 0
L A T R A N S F O R M A C I Ó N D E L A S R E L A C IO N E S S O C IA L E S

asalariados a las necesidades de la producción: de acuerdo


con algunos trabajos econométricos realizados reciente­
mente, la demora en el ajuste de los efectivos al ritmo de la
actividad, que hace algunos años era del orden de r2 a r8 m e­
ses, hoy en día sería del orden de 5 a 8 meses, dependiendo
de la rama de que se trate.11
Semejante transferencia de los riesgos hacia los traba­
jadores muestra ser una aberración económica debido a,
por lo menos, tres razones. En principio, son los asalariados
quienes asumen los riesgos, en la medida en que el trabajo
se ha convertido en la variable de ajuste en las empresas.
Ahora bien, de acuerdo con la teoría financiera más orto­
doxa, ese papel debería corresponderle a los accionistas. En
segundo lugar, la tasa de rendimiento del capital (el famoso
r o e , o return on equity) de 25 por ciento, que es la que exi­

gen los inversionistas, no se puede sostener a plazo: en el


caso de que fuera sostenible, el crecimiento de las utilidades
sería con mucho superior al del p i b , ¡lo que significa que el
conjunto de la riqueza nacional acabaría en las manos de los
dueños de capitales! Por último, la principal salida de la
producción de las empresas es el consumo por parte de los
hogares, el cual depende sobre todo de los salarios (y en
escasa medida de los ingresos financieros, como se ha vis­
to): ejercer presión permanentemente sobre la masa salari­
al y reducir a esta ultima en el caso de que se presenten
dificultades es, pues, el mejor medio para reducir el crec­
imiento económico y para degradar, a largo plazo, la salud
de las empresas y de la economía.

Las nuevas formas de desigualdad

El capital financiero y el capital humano (la valoración de ca­


da individuo en función de sus conocimientos) son los dos

10 1
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

pilares del nuevo capitalismo. Los ingresos y los patrim o­


nios acumulados por los agentes económicos se determi­
nan en gran medida por esos dos factores. Sin embargo, en
esas esferas es perceptible la tendencia a la agudización de
las desigualdades existentes y a la aparición de nuevas for­
mas de desigualdad.
Si, para comenzar, consideramos el patrimonio financiero
de los hogares franceses, no podremos menos que com pro­
bar la existencia de profundas desigualdades en la difusión
de los activos financieros en función de los niveles de ingreso.

Cuadro 6: Tasa de propiedad (en porcentajes) de los activos


financieros por parte de hogares franceses (a)
Valores de los que son
Ingreso anual de los hogares
mobiliarios acciones (b)

M enos de 60 000 francos 7 .5 4 .8

D e 60 000 a 100 000 francos 13.8 6 .9

D e 100 000 a 150 000 francos 18.8 1 2 .6

D e 150 000 a 240 000 francos 31.7 2 1 .3

D e 240 000 a 300 000 francos 50.1 3 4 .6

M ás de 300 000 francos 67.3 5 3 .0

Conjunto 25.3 16.9


(a) Proporción de hogares que poseen activos financieros por franja de ingreso
(b) Excepto OICVM*.
Fuente: insi i. Enquéte Patrimoine, 2000 .

Com o lo indica la tabla anterior, entre los hogares en los que


el ingreso anual no rebasa los 60 000 francos, sólo 7.5 por
ciento de ellos poseen valores mobiliarios y 4.8 por ciento

10 2
L A T R A N S F O R M A C I Ó N D E L A S R E L A C IO N E S S O C IA L E S

tienen acciones. En el extremo opuesto de la escala, en los


hogares donde el ingreso anual excede los 300 000 francos,
la tasa de propiedad es de 67.3 por ciento para los valores m o­
biliarios, y de 53 por ciento para las acciones. En un contexto
semejante, cuanto más los hogares tienen ingresos eleva­
dos, tanto más están en condiciones de enriquecerse en los
mercados financieros. Debido a esas mismas razones, el aho­
rro salarial, que debería desarrollarse rápidamente a partir
de las disposiciones recientemente adoptadas por los pode­
res públicos franceses, podría reforzar las desigualdades
existentes en la distribución de la riqueza financiera de los
hogares.
Si ahora consideramos la acumulación de los conoci­
mientos, nos percataremos de una situación paradójica. Por
un lado, el nivel de educación ha aumentado notablemente
en los principales países desarrollados a lo largo de las últi­
mas décadas: más de 50 por ciento de cada franja de edad
alcanza desde ahora la enseñanza superior, y en Francia,
hoy en día ese porcentaje se eleva a cerca de 70 por ciento.
Por otro lado, las desigualdades salariales existentes entre los
hogares no dan señal de reducirse, en tanto que las diferen­
cias de remuneración entre trabajo calificado y trabajo no ca­
lificado deberían haber disminuido precisamente con el alza
de la oferta de trabajo calificado (es decir, de la proporción de
trabajadores calificados que se presentan en el mercado
de trabajo). De esta paradoja aparente se han dado varias ex­
plicaciones. Para comenzar, la nueva economía implica un
acentuado incremento de la demanda de mano de obra ca­
lificada por parte de las empresas, debido al desarrollo de
las nuevas tecnologías: se trata del skill biased technological
progress.12
Además, es preciso saber que el capital humano, es decir,
la acumulación de los conocimientos, obedece a reglas par­

103
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

ticulares: es en especial su lógica “ acumulativa” la que se en­


contraría en el origen de la agudización de las desigualda­
des.13 Los conocimientos de los individuos progresan con
la práctica y el valor de su trabajo se incrementa a medida
que su experiencia aumenta. Los individuos que han recibi­
do los beneficios de una buena formación teórica, y que des­
pués han adquirido por medio del trabajo la experiencia de
una práctica compleja, ven crecer considerablemente su va­
lor de mercado, lo que explica que los demás experimenten
cada vez más dificultades para alcanzarlos. Esa creciente ven­
taja puede perpetuarse a lo largo de generaciones, en la m e­
dida en que los ingresos de esos individuos se invierten en
la formación de sus hijos. A l saber que los principales resor­
tes del crecimiento se apoyan en las competencias de alto
nivel, el proceso de incremento de las desigualdades podría,
en ausencia de políticas públicas compensadoras, transfor­
marse en una constante de la economía moderna.14

La fractura numérica

En su reporte de r998 sobre el desarrollo humano, el Progra­


ma de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) com ­
prueba que 88 por ciento de los cibernautas viven en los
países industrializados, que apenas representan r7 por cien­
to de la población mundial, y que el cibernauta típico es “ un
hombre de 35 años, con título profesional, que dispone de
ingresos elevados, que vive en la ciudad y que habla inglés,
etc., es decir, que pertenece a una élite”. Sin embargo, a ese
abismo tecnológico no le basta con separar a los países ricos
de los países pobres, sino que existe también en el seno de
los estados más industrializados. En Francia, sólo ro por
ciento de la población estaba equipada con Internet en el

10 4
L A T R A N S F O R M A C I Ó N D E L A S R E L A C IO N E S S O C IA L E S

año 2000, y los obreros sólo representaban 2.7 por ciento de


los cibernautas, contra 35.8 por ciento correspondiente a los
ejecutivos y a las profesiones liberales. Debido a que Inter­
net tiene como locomotora al comercio electrónico, su de­
sarrollo se orienta naturalmente hacia las clases sociales más
acomodadas y mejor educadas. Además, el factor más im ­
portante de la fractura numérica se encuentra más vinculado
al nivel de educación que a una falta de recursos financieros
y tecnológicos: una vez más, comprobamos el papel que de­
sempeñan los conocimientos y la formación en los mecanis­
mos generadores de desigualdades sociales. Todos los trabajos
que se han realizado recientemente demuestran que, en la
sociedad de la información, las principales fuentes de ex­
clusión son las dificultades para dominar la abstracción
informática, la interactividad y la gestión del espacio y del
tiem po.15

Los fundamentos ideológicos de la nueva sociedad

A partir de la asamblea general que celebró en enero de 2000,


el m e d e f (Movimiento de las Empresas de Francia), que es
la principal organización patronal francesa, dio a conocer
su ambicioso proyecto de “refundación social”. El objetivo,
eminentemente político e ideológico, se cifra en cuestionar
los principios que gobernaron a las políticas sociales en la
era fordista, así como en adaptar las relaciones sociales a las
nuevas realidades. Los principios de la “refundación social”
constituyen un auténtico proyecto de sociedad:

- La individualización del contrato de trabajo, dejando atrás


las dimensiones colectiva y categorial: el trabajador ne­
gocia aisladamente su contrato de trabajo con el em ­

105
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

pleador.
- El predominio del acuerdo de empresa en las negocia­
ciones sectoriales y colectivas, lo que permite crear relacio­
nes de fuerza menos favorables para las organizaciones
sindicales.
- El desarrollo de una lógica de competencia individual y
de capacidad de empleo en lugar de una lógica de califi­
cación anclada en los acuerdos-marco colectivos. El plan
de ayuda de retorno al empleo ( p a r e ), inicialmente pro­
puesto por el m e d e f y luego sometido al Parlamento por
iniciativa del gobierno, se inscribe en esa nueva filosofía
de las relaciones sociales al organizar el seguimiento indi­
vidual de los obreros en paro forzoso.
- La gestión individual de la protección social: el sistema de
cobertura de los riesgos sociales (familia, paro forzoso, re­
tiro) fundado en la solidaridad, y que fue característico
del Estado benefactor-proveedor del periodo fordista, es
remplazado por un sistema privado asegurador con base
en el ahorro financiero individual.

Las ideas predominantes de la “refundación social” se inspi­


ran en la ideología neoliberal: el individuo tiene primacía
sobre lo colectivo, lo económico tiene primacía sobre lo so­
cial, y el contrato tiene primacía sobre la ley. Los asalariados
son responsables individualmente tanto de su carrera pro­
fesional como de su protección social. Semejante concepción
tiende a debilitar el papel de las organizaciones sindicales y
a favorecer la movilidad y la responsabilidad de los trabaja­
dores, lo que permite, en contraparte, liberar a las empresas
del lastre de la cobertura de los riesgos sociales. De esta m a­
nera, las empresas sólo son responsables ante sus accio­
nistas, lo que constituye un ejemplo suplementario de la
transferencia de los riesgos a los asalariados.

10 6
L A T R A N S F O R M A C I Ó N D E L A S R E L A C IO N E S S O C IA L E S

Luc Boltanski y Eva Chiapello16 han comprobado que


muchos de los responsables de la alta administración y de
las grandes empresas francesas, quienes se formaron en la
escuela contestataria de los años setenta, han participado
activamente en la legitimación de las mutaciones recientes
del capitalismo (flexibilidad del trabajo, “financiarización”,
creatividad individual, etc.). Así pues, existiría una conver­
gencia de la ideología liberal, resultante de la revolución con­
servadora de los años ochenta, y del “espíritu de mayo de 68”.
De modo que el éxito del nuevo capitalismo se debería a su
capacidad de congregar las aspiraciones libertarias de las
élites. La transformación de la empresa tayloriana en em ­
presas-red se explica a partir del ascenso del individualismo
y de la recuperación de las demandas de autonomía que se
expresaban en el “espíritu de mayo de 68”. De acuerdo con
esos dos sociólogos, esta interpretación permite explicar la
debilidad de la crítica de una parte de la izquierda política y
sindical en Francia: el ejemplo más espectacular de esto últi­
mo lo proporciona el “recentramiento” de la cfdt, heredera
del “espíritu de mayo de r968”, que ha llegado a convertirse
en el principal interlocutor sindical del sector patronal en el
proceso de refundación social. Esa capacidad de la ideología
liberal para reducir las críticas y para imponerse proviene
asimismo de que se la considera como el “pensamiento úni­
co”, toda vez que la ideología competidora desapareció des­
pués del derrumbe del muro de Berlín y del bloque soviético.
¿Cabe concluir de lo anterior la victoria de las ideas neo­
liberales? ¿Es seguro que nuestras economías, gobernadas
por esa ideología, le brindarán al conjunto de los ciudada­
nos del mundo el bienestar al que ellos aspiran?

10 7
LA REG U LA CIÓ N D EL NUEVO
C APITA LISM O M U N D IA LIZA D O

omo el dios Jano, el capitalismo presenta hoy en día


C dos caras. Por un lado, las empresas conquistadoras
cuyas utilidades alcanzan niveles récord, y los dueños del
capital financiero que se benefician de tasas de rentabilidad
excepcionales: el reimpulso del capitalismo que tuvo lugar
en el marco de las reformas de los años setenta-ochenta ha­
bría, pues, alcanzado su objetivo plenamente. Por otro lado,
la economía mundial dominada por el nuevo capitalismo ex­
perimenta graves disfunciones en el límite del tercer m ile­
nio: el crecimiento económico es irregular, se multiplican
las crisis financieras, la pobreza y la exclusión social se agu­
dizan en todo el mundo, los gobiernos no son capaces de
ponerse de acuerdo para preservar el equilibrio ecológico del
planeta, y las formas actuales de mundialización son obje­
to, cada vez en mayor medida, de una actitud contestataria.
Lejos de corresponder a la participación creciente de todas
las economías nacionales en el intercambio de bienes, de
capitales y de tecnologías, la actual mundialización se tra­
duce, en la realidad, en un proceso de concentración de
esos flujos en los países más ricos. Los países pobres quedan
al margen y se ven excluidos de esa nueva economía

108
L A R E G U L A C IÓ N D E L N U E V O C A P IT A L IS M O M U N D IA L IZ A D O

mundial.
Los errores de cálculo del nuevo capitalismo se explican
sin dificultad: después del retroceso voluntario de los estados
y de la regulación pública, se le confió un poder indivisible
al mercado, es decir, a una minoría de empresas multinacio­
nales industriales y financieras animadas por un objetivo
único: la utilidad. Ahora bien, los mercados no pueden ni
autocontrolarse ni autorregularse. Un exceso de competen­
cia acaba por suprimir la competencia al eliminar a los más
débiles y no conservar sino a los más fuertes. De esta mane­
ra, el capitalismo mundializado se caracteriza por un déficit
de regulación.
Sin embargo, en la mayor parte de los países, la transición
hacia el nuevo capitalismo lejos está de haberse consumado.
Así pues, existen márgenes de maniobra para imprimirles
otra dirección a las evoluciones en curso y para impulsar una
lógica distinta de la que se funda en la omnipotencia de las
finanzas y en la mercantilización del hombre y del ambien­
te. No obstante, la regulación del nuevo capitalismo se topa
con un obstáculo considerable: al debilitar el poder de los
Estados-naciones, la mundialización tiende a apoderarse de
la eficacia de la mayor parte de los instrumentos de control
existentes. Así pues, es importante reconstruir instituciones y
reglas que se adapten a ese nuevo contexto. Con objeto de
que los intercambios internacionales y las mutaciones tec­
nológicas contribuyan al bienestar de las mayorías en el
planeta, resultan necesarias nuevas formas de regulación.
Para ser eficaz, esa regulación deberá apuntar a los tres
engranajes principales del capitalismo:

r. la hegemonía del capital financiero y de las finanzas inter­


nacionales;
2. el dominio de la lógica mercantil;

10 9
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

3. el proceso de mundialización desigual.


Limitar la empresa del capital financiero

En el marco del capitalismo fordista de la posguerra, los be­


neficios de productividad eran propiedad “colectiva”. Esos
beneficios eran objeto de una repartición negociada entre
los asalariados y los capitalistas, así como de una política de
redistribución pública por la vía de la fiscalidad y de la pro­
tección social. Después de las medidas que decidieron adop­
tar los dirigentes “occidentales” al finalizar los años setenta,
esos beneficios se les asignan a los dueños del capital finan­
ciero, que poseen el poder en la empresa. Así, son los m er­
cados financieros los que deciden cómo han de distribuirse
esos beneficios.
Son muchas las personas que hoy en día consideran ne­
cesario establecer límites al poder de los dueños del capital
financiero, poder que ha llegado a ser excesivo. Se proponen
dos tipos de estrategias al respecto: en primer lugar, las estra­
tegias adaptativas que procuran corregir los abusos del capita­
lismo moderno apoyándose en la lógica de los mercados. Esas
estrategias son respaldadas por quienes consideran que es
posible limitar el recurso a objetivos de rendimiento pura­
mente financiero a corto plazo mediante el ejercicio de un
derecho de vigilancia sobre los criterios de desempeño de las
empresas. Los “fondos éticos”, que invierten en función de
criterios que no son específicamente financieros (ambienta­
les y sociales), dependen de esa estrategia. De acuerdo con
esa concepción, el restablecimiento del equilibrio de los pode­
res en la empresa se puede obtener, asimismo, mediante la re­
presentación colectiva de los ahorradores asalariados en los
fondos de inversión y mediante el accionariado asalariado.
Una parte del sector patronal aprueba esa medida, toda vez
que ve en ella un medio de reconstituir un accionariado es­

lío
L A R E G U L A C IÓ N D E L N U E V O C A P IT A L IS M O M U N D IA L IZ A D O

table que favorezca al poder de los administradores.1


El segundo tipo de estrategia parte del principio según el
cual las medidas precedentes resultan insuficientes y las
nuevas regulaciones deben adoptar la forma de contrapode­
res vigorosos, indispensables para limitar tanto los excesos
como los riesgos del capitalismo accionario. Las regulaciones
públicas y sociales deberán recuperar, bajo nuevas formas,
el lugar que perdieron luego de la liberalización, en toda di­
rección, durante las dos últimas décadas. En las empresas,
el medio más eficaz para que los asalariados recuperen
poder consiste en reforzar las prerrogativas de sus represen­
tantes como tales, no como accionistas.
En ese sentido, la reforma en curso del derecho de las so­
ciedades europeas constituye un reto importante. Los países
europeos no están obligados a seguir el modelo anglosajón
del shareholder, que se funda en una concepción reductora
de la empresa, concepción que minimiza el papel de los so­
cios que no son accionistas. Una legislación europea que se
proponga restablecer el equilibrio de las sociedades deberá
basarse en la noción que ampara el derecho francés de “in­
terés social” de la empresa, la cual considera a esta última
una colectividad de intereses, así como en la concepción ale­
mana de “cogestión”, que organiza la distribución de los
poderes entre los sindicatos y los empleadores.

Domesticar las finanzas internacionales

Los mercados financieros, que constituyen el núcleo del ca­


pitalismo accionario, son fundamentalmente inestables. A
partir de la instauración de una total libertad de vinculación
de los capitales en el planeta, la mayor parte de las regiones
(Asia, América Latina, Europa, etc.) han sido sacudidas, ca­

111
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

da una en su turno, por graves crisis financieras. A lo largo


del último decenio, estas crisis golpearon duramente a los
países en vías de desarrollo. En su reporte anual de 1999, el
Banco Mundial hace saber que en Indonesia, que es uno de
los países más pobres y más afectados por la crisis de los
países asiáticos de 1997-1998, más de 40 millones de perso­
nas, esto es, 12 por ciento de la población, han caído por de­
bajo del umbral de pobreza (menos de un dólar al día por
persona).
Las finanzas internacionales no son sólo inestables, sino
también profundamente inequitativas: como lo pone de m a­
nifiesto otro reporte del Banco Mundial (véase la p. 42), los
países en vías de desarrollo, que representan en total 85 por
ciento de la población mundial, han obtenido ¡menos de 22
por ciento de los capitales en el 2000!
Esa situación no podrá cambiar a menos que se les im ­
pongan nuevas reglas a los protagonistas de las finanzas
mundiales. Primer objetivo: la lucha contra los despojos de
la inestabilidad financiera, que son el fruto de una liberali-
zación demasiado rápida y a menudo injustificada. En un
libro intitulado Pourquoi les crises reviennent toujours?,2
Paul Krugman, un célebre economista estadunidense, seña­
la que los países emergentes menos afectados por las crisis
recientes y que han obtenido el mejor beneficio de las finan­
zas internacionales son, como es el caso de China o de la In­
dia, los que han controlado la apertura internacional de su
sistema financiero.
Dos series de medidas permitirían domesticar3 las finan­
zas mundiales. En primer lugar, otorgarles a los países que
así lo deseen los medios para protegerse contra los m ovi­
mientos internacionales de capitales, y para, de esa manera,
darles la espalda a las recomendaciones habituales de los
países del Grupo de los Siete y del Fondo Monetario Inter­

112
L A R E G U L A C IÓ N D E L N U E V O C A P IT A L IS M O M U N D IA L IZ A D O

nacional. Existe desde ahora un importante arsenal de ins­


trumentos de regulación de los capitales. Una primera solu­
ción la constituye el control de cambios, practicado por los
países europeos hasta 1990, y que consiste en reglamentar
las operaciones financieras con el extranjero. Otra solución
es la tasación de las transacciones financieras internacio­
nales, que se ha utilizado con cierta eficacia para desalentar
la especulación por parte de Chile, Colom bia y Malasia en
los años noventa.
El saneamiento del sistema financiero internacional de­
berá atravesar por una segunda medida definitiva: la elimi­
nación de los paraísos fiscales. Cincuenta por ciento de los
flujos internacionales de los capitales transitan por esas zo ­
nas de “exención de derecho” económico, cuyo número es
de 60 a roo, según las definiciones, y que escapan a toda for­
ma de regulación.4 Una de las funciones de esas zonas es
garantizar el lavado de dinero, cuyo volumen representa en­
tre 2 y 5 por ciento del pib mundial, es decir, de 600 a r 500
millardos de dólares, según los estimados del Fondo M one­
tario Internacional. La existencia de los paraísos fiscales es
la consecuencia del “dejar-hacer” y de la ausencia de coope­
ración entre los países del Grupo de los Siete. La primera
decisión a tomar para combatir los paraísos fiscales consis­
tiría en imponerles a las autoridades de tutela la supresión del
secreto bancario, a fin de permitirles controlar el origen de
los fondos que absorben los bancos internacionales. Seña­
lemos a este propósito un hecho revelador: quienes exigen
transparencia de m odo que ésta pueda garantizar la “disci­
plina del mercado”, comenzando por las autoridades estadu­
nidenses, ¡no tienen el valor de llevar su lógica a sus últimas
consecuencias suprimiendo el secreto bancario!
Asimismo, es fundamental luchar contra el carácter ine­
quitativo de las finanzas mundiales. A l contrario de lo que

113
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

predica la ideología dominante, las finanzas privadas, regu­


ladas únicamente por los mecanismos del mercado y de la
utilidad, manifiestan ser incapaces de garantizar el financia-
miento de la mayor parte de la humanidad. En efecto, los
criterios de rendimiento económico y social a largo plazo que
deben aplicarse a los países en desarrollo escapan por m u ­
cho a la lógica de la rentabilidad financiera que practican
los inversionistas y los bancos.
La solución del problema financiero de los países en de­
sarrollo se apoya en dos series de medidas. Para comenzar,
la anulación de la deuda de los países pobres m uy endeuda­
dos ( p p m e ): los países del Grupo de los Siete se habían com ­
prometido a borrar la deuda de 47 p p m e , pero esa promesa
no se sostuvo. Ahora bien, en r999 el tercer mundo transfirió
a los acreedores roo millardos de dólares más de lo que ha­
bía recibido en forma de nuevos préstamos. Así, ¡las finan­
zas mercantiles implican el empobrecimiento de los países
más indigentes! El financiamiento del desarrollo requiere en
segundo lugar la instauración de mecanismos que escapen
a la lógica de las finanzas mercantiles, comenzando por la
ayuda pública al desarrollo, la cual, expresada en términos
de porcentaje del p ib de los países ricos, ha descendido es­
candalosamente más de 30 por ciento a partir del inicio de
los años noventa. Apartar el impuesto de 0.5 por ciento so­
bre las transacciones financieras a escala internacional, m e­
dida que ha sido propuesta por James Tobin, Premio Nobel
de Economía, permitiría alimentar un fondo mundial para
el desarrollo. Sujeto a la Organización de las Naciones U ni­
das, ese fondo estaría destinado a financiar las inversiones
en los sectores estratégicos (agricultura, educación, salud),
y también serviría para garantizar la transferencia de tec­
nología de los países del Norte a los países del Sur.

114
L A R E G U L A C IÓ N D E L N U E V O C A P IT A L IS M O M U N D IA L IZ A D O

Frenar el proceso de mercantilización

La ideología neoliberal pretende imponer dos ideas bastante


diferentes entre sí. La primera de ellas, que podemos consi­
derar verdadera, es que los mecanismos de mercado resultan
indispensables para el buen funcionamiento de una econo­
mía basada en la especialización y en el intercambio. La otra
idea es manifiestamente falsa: consiste en hacer creer que
las sociedades humanas siguen necesariamente la dirección
de la mejor condición económica posible si se dejan orien­
tar por completo por los mercados. Hay m uchos ejemplos
de fracaso del mercado, en especial las catastróficas conse­
cuencias de las privatizaciones que han organizado el “re­
torno al mercado” de las actividades que son incompatibles
con la lógica mercantil. Dos casos resultan aleccionadores al
respecto. En primer lugar, los múltiples accidentes mortales
en los ferrocarriles británicos, que fueron la consecuencia
directa de las privatizaciones que se iniciaron en el periodo
Thatcher a principios de los años ochenta. Tenemos des­
pués la grave crisis energética por la que atravesó California
en el año 2000, luego de la liberalización del mercado de la
electricidad, tínicamente la ciudad de Los Ángeles, que ha
conservado un aprovisionamiento público por parte de
empresas municipales, fue la excepción.5 Los ferrocarriles,
la distribución de la electricidad y del agua, obedecen a le­
yes particulares, debido especialmente a la existencia de los
considerables costos fijos que resultan incompatibles con la
lógica del mercado omniabarcador.
¿Cuál es, hoy en día, la principal amenaza que se cierne
sobre nuestra sociedad? La colonización, por parte del m er­
cado, de los territorios que hasta ahora le estaban prohibidos:
la cultura, la salud y la educación. Las tentativas de apropia­

115
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

ción, por parte de los protagonistas privados, de los cono­


cimientos que pertenecen al dominio público constituyen
un ejemplo de ello: patentar lo viviente, prohibir la uti­
lización de semillas agrícolas con marca registrada, prolon­
gar la duración de los derechos de propiedad intelectual
que ya deberían haber pasado a ser del dominio público,
etcétera. ¿Cuál sería uno de los retos del periodo actual?
Ofrecer resistencia a ese proceso rampante de mercan-
tilización. Por ejemplo, si consideramos la esfera de la
salud, es innegable que la ciencia y la tecnología actuales no
persiguen prioritariamente la finalidad de combatir las
enfermedades más graves del mundo, sino ante todo per­
mitirle a determinado conglomerado farmacéutico con­
quistar sectores del mercado en los países ricos, para las
poblaciones más solventes y más rentables. La lógica de la
rentabilidad financiera aventaja a la de la demanda social.
Esa concepción es reconocible en la esfera de las nuevas
tecnologías de la información y de la comunicación. Sin p o ­
líticas firmes, la brecha existente entre los “inforricos” y los
“ infopobres” se ahondará tanto entre las zonas del planeta
como en el interior de cada país. La información y el saber,
que constituyen el núcleo del desarrollo de la humanidad,
deben considerarse un “bien común m undial”. La U N E S C O
propone que se ponga en práctica y se promueva el “dom i­
nio público mundial de la información”, que de esa manera
a todos les sería accesible.6 Por otra parte, sería legítimo gra­
var con impuestos los ingresos obtenidos de las patentes in­
dustriales, en razón de que todo lo que la industria produce
se sirve, en buena medida, de un fondo común de inform a­
ción y de conocimientos que, de manera indivisa, pertenece
al conjunto de la humanidad. Las recaudaciones así obte­
nidas podrían utilizarse para financiar la creación de una
biblioteca virtual mundial, integrada únicamente por textos

116
L A R E G U L A C IÓ N D E L N U E V O C A P IT A L IS M O M U N D IA L IZ A D O

pertenecientes al dominio público y, por lo tanto, accesibles


a todos gratuitamente. El objetivo es sencillo: cuanto mayor
sea la cantidad de información gratuita en línea, tanto m e­
nos se agudizarán las desigualdades informacionales.

La utopía del siglo xxi: el desarrollo sustentable

En el inicio del tercer milenio, la ideología neoliberal dismi­


nuye su celeridad debido a varias razones. Ante todo, ha lle­
gado a ser evidente que los hechos contradicen a los
postulados básicos de ese dogma. Es el caso en especial de la
idea según la cual el bienestar colectivo llegará a su apogeo
si cada cual obedece a su interés individual. Así como en la
naturaleza el tránsito de la molécula a la célula y de ésta al
órgano se traduce en el surgimiento de nuevas funciones y
de nuevas lógicas, de igual manera la regulación global de la
economía no puede obtenerse por la simple yuxtaposición
de las conductas individuales: la suma de los intereses pri­
vados, así sean éstos legítimos, no equivale al interés gener­
al. A continuación, la aplicación de los preceptos
neoliberales a la econom ía m undial conduce a una
situación insostenible para el futuro de la humanidad. Los
elevados niveles de rentabilidad a los que se someten las
empresas las impelen a una desenfrenada carrera produc-
tivista que agota a la naturaleza, amplifica los distingos y los
rechazos, y perturba los grandes mecanismos reguladores
de la biosfera. Por último, ese declive de la ideología neolib­
eral está vinculado a la toma de conciencia, por parte de un
número cada vez mayor de ciudadanos del mundo, de que
existe una alternativa para el libre cambio, alternativa que se
encuentra mucho mejor adaptada a las actuales necesi­
dades del planeta.

117
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

La teoría del “desarrollo sustentable” define los princi­


pios de esa alternativa.7 Este enfoque lo desarrolló la O N U a
fines de los años noventa con objeto de definir un nuevo or­
den internacional fundado en el desarrollo equitativo y en
la conservación del ambiente. El desarrollo sustentable se
inscribe en la concepción renovada del “mundialismo”,8 el
cual les asigna una genuina finalidad social a los procesos
de producción. La “sustentabilidad” del desarrollo significa
un m undo en el que la vida humana pueda perpetuarse in­
definidamente, en el que los individuos se encuentren en
condiciones de vivir plenamente, en el que las culturas p o ­
pulares cuenten con los medios para desarrollarse, y en el
que la actividad humana se prohíba rebasar ciertos límites
obedeciendo a la preocupación de no destruir la diversidad
y la complejidad del ambiente. Este modelo de desarrollo se
opone radicalmente al del capitalismo moderno, que pone
al hombre al servicio de la economía y destruye el equilibrio
ecológico del planeta. El desarrollo sustentable garantiza la
supremacía de los valores so ció culturales sobre los valores
mercantiles. Apunta a preservar el capital de la humanidad
en sus tres dimensiones: el capital natural, es decir, el ecosis­
tema; el capital cultural, lo que requiere respetar la diversi­
dad de las culturas, y el capital social. Este último abarca
una visión de la sociedad fundada en un reparto más equi­
tativo de la riqueza y en el reforzamiento de las solidarida­
des: solidaridad de las personas en el seno de cada nación o
de cada comunidad de naciones (ejemplificada por los sis­
temas de protección social y por las políticas de cooperación
internacional); solidaridad con las generaciones futuras
(conservación de los recursos no renovables, etc.). Ahí don­
de el capitalismo contemporáneo subordine las decisiones
económicas al objetivo único de la rentabilidad financiera, el
desarrollo sustentable procura reunir los tres criterios que

118
L A R E G U L A C IÓ N D E L N U E V O C A P IT A L IS M O M U N D IA L IZ A D O

son la justicia social, la prudencia ecológica y la eficacia eco­


nómica. De esta manera, el desarrollo sustentable constituye
una “utopía realista” que define los medios para garantizar la
supervivencia de la humanidad. Un modelo semejante re­
quiere una nueva organización de la economía mundial.

119
c o n c l u sió n :
CO N TR O LA R LA M U N D IA LIZA CIÓ N

L
a mundialización se ha desarrollado a lo largo de tres dé­
cadas a partir de la doctrina del libre cambio, que le
otorga primacía absoluta a la regulación por los mecanismos
de mercado. A esa evolución la acompañó la retirada orga­
nizada del papel de los estados, lo que condujo a la supre­
macía de lo económico sobre lo político. Con objeto de
caracterizar la regulación de la economía mundial, los par­
tidarios del orden liberal han forjado el concepto de gouver-
nance [= gobernancia], que proviene, irónicam ente, del
francés antiguo. Aplicada a la mundialización, la noción de
“gobierno” significa una regulación asimilada a la gestión
de una empresa, regulación que dictan los criterios econó­
micos y financieros, y que se funda en las relaciones de
competencia entre los Estados, por una parte, y entre los
Estados y las empresas transnacionales, por la otra.
Hasta el día de hoy, el “gobierno” del nuevo capitalismo
mundializado ha favorecido principalmente a tres grupos
de protagonistas que mantienen entre ellos lazos de estre­
cha convivencia: los grandes protagonistas industriales, ban-
carios y financieros internacionales, que han adquirido una
posición dominante, y los Estados y las organizaciones in­

120
c o n c l u s ió n : c o n t r o l a r l a m u n d ia l iz a c ió n

ternacionales. Los Estados-naciones, que a partir del último


siglo estructuraron nuestro ambiente económico y social,
han sido debilitados por la mundialización. El espacio terri­
torial en el que ejercen su soberanía se encuentra totalmente
separado del espacio económico, que en lo sucesivo está des­
provisto de fronteras a escala planetaria. En gran medida,
fueron los estados los que iniciaron esa evolución, a partir
de sus políticas de desregulación que se encargaron de abo­
lir las fronteras y de acelerar el proceso de mundialización.
Ésas son claramente las medidas de liberalización financiera
que han abierto la caja de Pandora de la que se han escapado
los capitales especulativos, y que se encuentran en el origen
de la inestabilidad financiera internacional. También la renun­
cia de los estados y su falta de cooperación han permitido el
desarrollo de los paraísos fiscales y del lavado de dinero.
Construir una mundialización que se inspire en los prin­
cipios del desarrollo sustentable requiere volver a otorgarle
a lo político la primacía sobre lo económico. A l poder pú ­
blico le corresponde asumir el control de las actividades eco­
nómicas que son decisivas para el futuro de la colectividad
o en la esfera de los derechos fundamentales de la persona
(salud, educación, infraestructura). Los estados han de de­
sempeñar un papel particular en la política de competencia
en escala mundial. Las fusiones, las adquisiciones y las con­
centraciones que pueden volver a poner en las manos de los
intereses particulares poderes m onopólicos que en algunas
ocasiones son superiores a los de los estados, deberán lim i­
tarse rigurosamente, e incluso desmantelarse. Desde este
punto de vista, la decisión de las autoridades estaduniden­
ses de renunciar a desmantelar a Microsoft, que se encuentra
en la condición de un quasimonopolio, parece escandalosa.
Mientras no existan instituciones políticas supranacionales,
el Estado nacional democrático seguirá siendo el protagonis­

121
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

ta central del “gobierno” mundial: continuará siendo el de­


positario de la soberanía popular y el amo de instrumentos
como la tributación. Pero en los últimos años los estados no
han estado a la altura de los desafíos que plantea la mundia-
lización. Sus iniciativas internacionales han tenido como
saldo una serie de fracasos sin precedente: en r998, el fracaso
del acuerdo multilateral sobre la inversión (ami), negociado
en el marco de la ocd e ; en r999, el fracaso de las negocia­
ciones de Seattle sobre el lanzamiento de un nuevo ciclo de
liberalización de los cambios; en el año 2000, el fracaso de la
conferencia de La Haya sobre el cambio climático. En conse­
cuencia, conviene crear un marco político global que permi­
ta definir, sobre bases democráticas y acordadas, las políticas
públicas en escala internacional. El G-7-G-8, que sólo repre­
senta una fracción de la humanidad, posee una endeble le­
gitimidad y ha de ser remplazado por instancias globales de
concertación que incluyan a los países desarrollados y a los
países en vías de desarrollo.
Por lo que se refiere a las organizaciones internacionales
enfocadas en lo económico — entre las que figuran princi­
palmente el Fondo Monetario Internacional (fmi), el Banco
Mundial y la Organización Mundial de Comercio (om c )— ,
éstas deberán reformarse a profundidad, con objeto de dejar
de comportarse como meros relevos de los poderes dominan­
tes, sean éstos públicos o privados. Semejante perspectiva
requiere dos series de reformas. En primer lugar, conviene
transformar el funcionamiento interno de esas organizacio­
nes en el sentido de la democracia y de la transparencia. Es
esencial que dejen de estar dominadas por los países ricos
del Grupo de los Siete, y que el conjunto de los países par­
ticipe en sus instancias de dirección en una proporción que
corresponda a su peso demográfico. A la segunda reforma le
concierne la jerarquía de las organizaciones internacionales,

r2 2
c o n c l u s ió n : c o n t r o l a r l a m u n d ia l iz a c ió n

que son de dos tipos: por un lado, las organizaciones espe­


cializadas que tienen una esfera de competencia limitada,
como es el caso del f m i para los asuntos monetarios y fi­
nancieros, o de la o m c para las cuestiones comerciales; por
otro lado, las organizaciones de carácter universal (como es
el sistema de las Naciones Unidas), que son las portadoras de
los derechos fundam entales del hom bre, com o es el caso
de la Organización Mundial de la Salud ( o m s ), de la O rga­
nización Internacional del Trabajo ( o i t ) y de la UNESCO en
el campo de la cultura. Los poderes de esas organizaciones de
carácter universal son débiles si se les compara con los pode­
res de los que dispone la o m c , por ejemplo, de donde resulta
un peligroso desequilibrio. Ahora bien, el derecho internacio­
nal está libre de equívocos: la Carta Universal de los Derechos
del Hombre, firmada y ratificada por la mayoría de los es­
tados, proclama la primacía de los derechos en materia de
salud, de educación y de condiciones laborales, a los que se
considera derechos fundamentales, con el mismo título que
poseen los derechos civiles y políticos. De aquí que sea ur­
gente llenar ese grave vacío institucional mediante la creación
de una nueva instancia de recurso internacional y que esté
dotada de un poder de sanción (hay quienes han abogado
por la creación de un Consejo de Seguridad E conóm ica)1
y, por lo tanto, en condiciones de hacer respetar, por parte
de los estados y de las empresas transnacionales, la jerarquía
de las normas internacionales, y de subordinar los intereses
comerciales y financieros a los derechos fundamentales de
los ciudadanos. No menos necesario resulta permitirles a los
estados y a los ciudadanos el recurso a las jurisdicciones in­
ternacionales en el caso de violación de los tratados inter­
nacionales y de trasgresión de los derechos fundamentales.
Uno de los cambios más importantes provocados por la
mundialización es el papel, cada vez mayor, que desempeña

123
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

la sociedad civil, el cual se traduce en el ascenso al poder del


movimiento social y de las organizaciones no gubernamen­
tales ( o n g ). A escala internacional, las o n g ocupan el lugar
que dejó vacante la ausencia de representación política en
un contexto en el que no existe Estado mundial ni partidos
políticos mundiales. El éxito de o n g como Attac2 se debe a
que en ellas se expresan las aspiraciones de una opinión a la
que le preocupan las transformaciones de la economía
mundial, así como la incapacidad de los gobiernos y de las
organizaciones internacionales para hacerse cargo de los
problemas del planeta. Las o n g constituyen un contrapoder
considerable, pues contribuyen a la formación de una opi­
nión pública internacional que es capaz de ofrecer resisten­
cia al proceso de mercantilización del hombre y del planeta.
Tenemos un ejemplo de ello: en el año 20or, luego de una
campaña de sensibilización de la opinión internacional lle­
vada a cabo por las o n g del Norte y del Sur, los 39 conglo­
merados farmacéuticos que se hallaban en litigio contra una
ley sudafricana que autorizaba los medicamentos genéricos
contra el sida se vieron obligados a retirar su demanda sin
contraparte. Este suceso es altamente simbólico: señala la
primacía del derecho a la salud, en este caso del derecho a la
vida, sobre el derecho de propiedad intelectual y de las pa­
tentes que protegen a los intereses privados.
No hay duda de que el surgimiento de una “sociedad ci­
vil internacional” se encuentra apenas en sus principios. Pe­
ro ese proceso permite ver que se están instaurando nuevas
formas de regulación y de movilización, formas que se en­
cuentran adaptadas a la mundialización y que saben utilizar
las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías: el fax,
el correo electrónico e Internet han estado m uy presentes
en los recientes éxitos de las luchas contra las exacciones del
nuevo capitalismo.

12 4
ANEXOS

NOTAS

c a p ít u l o i: La tercera revolu ció n in d u strial

1 Fran^ois C a ró n , L es d e u x rév o lu tio n s in d u strielles d u x x e siecle,


A lb in M ich e l, 1997.
2 Pascal Petit (co o rd .), E é c o n o m ie d e V in form a tion , les en seig n e-
m e n ts d es théories éco n o m iq u es, La D éco u v erte, 1998.
3 S eg ú n la exp resión d e H erv é S érieyx en L a n o u v e lle excellen ce,
M ax im a , 200L
4 Pierre Veltz, L e n o u v e a u m o n d e in d u strie l, G allim ard , 2000, p. 94.
5 D o m in iq u e Foray, E é c o n o m ie d e la co n n a issa n ce, La D éco u verte,
n ú m . 302,2000.
6 Jean-M arcel Jeann en ey y E. B arbier-Jeanneney, L es é co n o m ies o c ­
cid e n ta les d u x i x e siecle a nos jo u r s , F u n d ación N a c io n a l de C ie n ­
cias Políticas, París, ^ 8 5 .
7 Jerem y R ifkin, L ’áge d e Lacees, la rév o lu tio n d e la n o u v e lle éco n o -
m ie, La D éco u verte, 2000.
8 R o b ert Reich, L ’é c o n o m ie m o n d ia lisé e, D u n o d , 1997.
9 E xp resión y títu lo d e la ob ra d e Pierre Veltz.
10 P h ilip p e M o a t iy El M o u h o u b M o u h o u d , “ In fo rm atio n et orga-
n isa tio n d e la p ro d u ctio n : vers u n e d iv isió n cogn itiv e d u travail”,
en É c o n o m ie a p p liq u é e, t. x l v i, n ú m . r, 1994.
11 M ich e l V olle, E -é c o n o m ie , E c o n ó m ic a, 2000.
12 Por ejem p lo, D o m in iq u e Foray, op. cit.
13 D o m in iq u e Foray, op. cit.
14 Pierre Jacquet, “ La n o u ve lle é co n o m ie: d u v irtu e l a u réel”, en
R ep orte r a m se s 200L

125
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

15 D e a cu erd o c o n la base d e datos C h e le m d el c e p ii (C e n tro de


E stu d ios Prosp ectivos y d e In form acio n es Internacion ales).
16 E xp resión q u e c orresp on d e al títu lo del lib ro p u b lic a d o p o r
Jean-M arc S alm ó n , Seuil, 2000.
17 E jem p lo s citad os p o r Jerem y R ifkin en L ’áge d e l ’accés, la révolu -
tio n d e la n o u v e lle éco n o m ie, op. cit.

c a p ít u l o 11: La glo b a liza ció n fin an ciera

1 Para u n análisis c rítico m agistral d e esta d o ctrin a, léase L ’illu sio n


n éolibérale, d e R ené Passet, Fayard, 2000.
2 Jean-C lau de S ain t-O n g e, L ’im p o stu re néolibérale, É cosociété,
M on trea l, Q u e b e c , 2000 .
3 A la in M in e, L ’é v é n e m e n t d u je u d i, r3 d e m a rzo d e 1997.
4 Los países d el G r u p o d e los Siete son E stados U n id os, C an ad á,
Japón, G ra n Bretaña, A le m a n ia , Francia e Italia.
5 D e acu erdo c o n la expresión d e G érard D u m é n ily D o m in iq u e Lé-
v y en C rise e t sortie d e crise, ordre e t désordres néolibéraux, puf, 2000.
6 Para u n análisis d e las m u ta cio n e s finan cieras en F rancia y e n es­
cala in tern acion al, véase D o m in iq u e P lih on , L a M o n n a ie e t ses
m é ca n ism es, La D éco u verte, 2000.
7 V éa se D o m in iq u e P lih on , L es ta u x d e cha ng e, La D éco u verte,
200L
8 E n el cap ítu lo r2 d e su Teoría general d e la ocu p ación , el interés y el
d in ero (1936), John M ayn ard Keynes escrib e lo siguiente: “ El riesgo
del p re d o m in io de la especu lación tien d e a ser m a yor a m e d id a qu e
p ro gresa la orga n izació n d e los m ercad os finan cieros.”
9 “ P rojection s d e p o p u la tio n á l ’h o riz o n 2050, u n vieillissem en t
in élu ctab le”, e n in s e e P rem iére, n ú m . 762, m a rzo d e 200L
10 “ Les aspeets finan ciers d u vieillissem en t d e la p o p u la tio n ”, re­
p o rte del C o n sejo N a cion al del C ré d ito y del T ítulo, m arzo d e 20or.
11 s i c a v : S ocied ad es d e in versión d e capital variable.

c a p ít u l o 111: La n u e v a e c o n o m ía ... ¿ y después?

1 D o s lib ros p u b lic a d o s en F rancia se in scrib en e n esta gestión c rí­


tica: A n tó n B rend er y F loren ce Pisani, L e n o u v e l age d e V écon om ie

126
ANEXOS

am érica in e, E co n ó m ica, 1999; Jean G adrey, N o u v e lle écon om ie, n o u -


v ea u m y th e ?, F lam m a rio n , 2000.
2 “ Les n ou velles tech n o lo gie s et r in fo rm a tiq u e ”, en L é c o n o m ie
frangaise, in s e e , ed. 2000-2001; Jacques M airesse, G ilb ert C e t t e y Yu-
ss u f K o co glu , “ Les tech n o lo gie s d e F in fo rm a tio n et d e la c o m m u -
n ica tio n en France: d iffu sion e t c o n trib u tio n á la croissan ce”, en
É c o n o m ie e t S ta tistiq u e, in s e e , n ú m . 339-340,2000.
3 o c d e , Perspectives éco n o m iq u es, d icie m b re d e 2000, p. 41.
4 C o m o lo p o n e de m an ifiesto el estu d io d e P h ilip p e A sk e n a zy y
C h ristia n G ian ella, “ Le p a rad ox e d e p ro d u ctivité: les ch an gem en ts
organ isation n els, facteu r com p lé m e n ta ire á F in fo rm a tisation ”, en
É c o n o m ie e t S ta tistiq u e, in s e e , n ú m . 339-340,2000.
5 Paul D av id , “ C o m p u te r a n d D y n a m o . T h e M o d e rn P ro d u c tiv ity
P arad o x in a n o t to o D istan t M irr o r”, París, oecd T ec h n o lo g y and
Prod u ctivity, r99r.
6 Patrick A rtu s, L a n o u v e lle éco n o m ie, La D éco u verte, 20or.
7 R. M cG ra tta n y E. Prescott, “ Is th e S tock M ark et O v erva lu ed ?”,
d o cu m e n to d e trab ajo nber 8 0 7 7 ,20or.
8 A n d ré O rléa n , L e p o u v o ir d e la fin a n c e , O d ile Jacob, 1999.
9 A c ró n im o p a ra N a tio n a l A sso c ia tio n o f S ecurities D ealers A u to -
m a te d Q u o ta tio n s System s.
10 S eg ú n el b a n co d e in version es L eh m an Brothers.
11 S egú n Jacques-M arie Vaslin, “ La troisiém e v o ie d u ch e m in de
fer”, en L e M o n d e , febrero d e 20or.
12 C ita d o p o r Laurent M au d u it, “ N ouvelie éco n o m ie, nou velie spé-
cu la tio n ”, en L e M o n d e , ro d e m a rzo d e 2000.

c a p ít u l o iv : El s u r g i m i e n t o d e l c a p i t a l i s m o a c c i o n a r i o

1 Esta h ipótesis ta m b ién es d efen d id a p o r Fran^ois C h esn ais, G é-


rard D u m én il, D o m in iq u e L évy e Im m a n u e l W allerstein, en U n e
n o u v e lle p h a s e d u ca p ita lism e?, Syllepse, 20or.
2 Jacques M azier, M au ric e Baslé, Jean-Fran^ois V id al, Q u a n d les
crises d u r e n t .. . , E co n ó m ic a, 1994.
3 G ilb e rt C e tte y A rn a u d Sylvain, “ Le ta u x d e m arge des entrepri-
ses: q u elq u es repéres e m p iriq u e s”, n o ta p a ra e l C o n s e jo d e A n álisis
E c o n ó m ico , a b ril d e 20or.
4 P o rción d e los salarios correg id a d e las tasas d e salarización: esta

12 7
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

correc c ió n ap u n ta a hacer c om p arab les lo s niveles y las e v o lu c io ­


nes segú n los países d e q u e se trate, en ta n to q u e las estru ctu ras s o ­
ciales (en p a rticu la r los p eso s d e lo s in d ep en d ien tes en el em p le o
total) difieren.
5 P. A rtu s y D. C o h é n , “ Partage d e la v aleu r a jo u tée”, reporte d irig i­
d o al C o n se jo de A nálisis E co n ó m ico p o r La D ocu m en ta tio n Fran-
^aise, 1998.
6 E n Estados U n idos, la razón “activos financieros/activos n o finan ­
cieros” d e las em presas se e lev ó d e 40 a 78 p o r cien to entre r98o y
1997­
7 Stakeholder sign ifica en in glés “ so c io ”, en ta n to q u e shareholder
sign ifica “ accion ista”.
8 E rik Izraelew icz, Le capitalisme zinzin, G rasset, 1999.
9 A sim ism o , es n ecesario señ alar q u e a lo largo d el p a sa d o d ecen io
las in version es d e lo s países eu rop eos en el extranjero, en especial
e n Estados U n id os, atraídas p o r perspectivas d e c recim ien to m ás
elevad o, h a n co m p e n sa d o d e so b ra las in version es extranjeras en
E u ropa, lo q u e h a con stitu id o u n a d e las causas d e la d eb ilid ad del
euro.
10 El rep orte d e Fran^ois M o rin sobre “ el m o d e lo fran cés d e p r o ­
p ie d a d y d e g estión d el cap ital” (É d ition s d e Bercy, 1998) llega a
co n clu sio n es en el m ism o sen tid o c u a n d o señ ala q u e la e co n o m ía
francesa h a tran sitad o del “ m o d e lo d e corazó n financiero”, d o m in a ­
d o p o r el E stado y p o r los n ú cleos du ro s d e accion istas franceses,
al “ m o d e lo d e m e rcad o fin a n ciero”, d o m in a d o p o r los in version is­
tas in stitucion ales.
11 M ich e l A glietta, “ Le capitalism e d e d e m a in ”, n otas d e la F u n d a ­
c ió n S ain t-S im o n , n o v iem b re d e 1998.
12 A n álisis q u e sustentan desde r932 A d o lf B erle y G a rd n er M ean s
e n The Modern Corporation and Prívate Property, T ran saction Pu-
blishers, N e w B ru n w ick .
13 M . V ié n o t, “ Le co n se il d ’a d m in istra tio n des sociétés cotées”, re­
p o rte d e l c o m ité co n ju n to c n p f -a f e p , r 9 9 5 ; “ Le g o u v ern em en t
d ’entreprise”, reporte del c o m ité co n ju n to m e d e f -a f e p , 19 9 9 .
14 E stu d io c itad o p o r Les Échos, d e l rr d e ju n io d e 20or. Los tres c ri­
terios d e “ b u e n ‘go b ie rn o ’ ” q u e se c on se rv an son los siguientes: el
fu n cion am ien to del con sejo de adm inistración, la com p o sición (ad­
m in istrad o res externos) y la tran sp aren cia d e su c o m p o sic ió n (in ­
fo rm a c ió n sobre lo s adm in istrad ores).

128
ANEXOS

15 A n d ré O rléa n , op. cit.


16 K arl M a rx u tiliza la n o c ió n d e “ capital ficticio” p ara describ ir ese
fen ó m en o .
17 Fran^ois M o rin , “ Le m o d é le fran^aise d e d éten tio n et d e gestión
d u cap ital”, in fo rm e d irig id o al m in istro d e E co n o m ía , F inanzas e
Industria, É d ition s d e Bercy, 1998.
18 E stu d io del d esp ach o d e a u d itoría S a lo m ó n S m ith Barney, cita ­
d o p o r la agefi del 4 d e en ero d e 1999.
19 H en ri B ou rgu in at, La tyrannie des marchés: essai sur Véconomie
virtuelle, E co n ó m ica, 1995.
20 M ich e l A glietta, op. cit.
21 C . C h o u iz o t, H éléne B au dchon , C la u d e M ath ieu y F rancisco Se-
rranito, “ Plus-value, co n so m m a tio n et épargne. U n e estim ation de
1’efFet d e richesse dan s les pays a n g lo -sax o n s”, en Revue de í ’ ofce ,
n ú m . 73, abril d e 2000.
22 Es la tesis q u e su stenta el secto r p a tro n a l francés, en p articu lar
D en is Kessler, vicep resid en te d el m edef y p residen te d e la F edera­
c ió n Francesa d e S ocied ad es d e Seguros, u n a d e las prin cipales
agru p acion e s d e inversionistas in stitu cion ales d e Francia...
23 D e a cu erd o c o n u n estu d io d e L’Observatoire Salarié en Francia,
20 d e ju n io d e 2001.
24 M in e, op. cit.
25 Esta idea es defen did a p o r dos libros d e reciente pu blicación : Phi-
lip p e Labarde y B ernard M arris, La bourse ou la vie - La grande ma-
nipulation despetits actionnaires, A lb ín M ich el, 2000; y Pierre-Yves
G ó m e z , La République des actionaires - Le gouvernement des entre-
prises entre démocratie et démagogie, Syros, 2001.
26 E ric L o ise le t, “ L’in v e stisse m e n t s o c ia le m e n t re sp o n sa b le ”, en
L’Économie Politique, n ú m . 7 , 3er. trim estre d e 2000.
27 F ranck Seuret, “ N ike b o u g e sous la pression”, en Alternatives Éco-
nomiques, n ú m . 189, feb rero d e 2001.
28 D en is D u p ré e Isabelle G irerd-Potin , “ La firm e ép ou se l ’éthique:
le m ariage d u siécle”, en Banque Magazine, n ú m . 624, abril d e 2001.

c a p ít u l o v : La tra n sfo rm a ció n d e las relaciones sociales

1 B ernard Perret, “ C o n te ste r le cap italism e o u résister á la société


d e m arché? A c erca d el Nouvel Esprit du capitalisme d e L u c B ol-
ta n sk i y Éve C h ia p e llo ”, en Esprit, en ero d e 2000.

129
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

2 Para u n análisis de las tran sform a cio n e s d el em p leo, véase A la in


S u p io t (co o rd .), Au-delá de í’empíoi, transformation du travail et
devenir du droitdu travail en Europe, F lam m a rio n , 1999.
3 M ich e l A glietta, 1998, op. cit.
4 Fuen te d el c o n ju n to d e los datos: B lu m y W h itten , Social Portrait
o f Europe, cap. 5, Eurostat, 1998.
5 P h ilip p e A sken azy, “ Le d é v elo p p em en t des p ra ctiq u es ‘flexibles’
d u travail”, en Nouvelle économie, conseil d ’analyse économique, La
D o c u m e n ta tio n Fran^aise, 1998.
6 R ob ert B oyer y M ich el Didier, “ Inn ovation et croissance”, in form e
d e l C o n s e jo d e A n álisis E c o n ó m ic o , La D o c u m e n ta tio n Fran^aise,
1998.
7 P h ilip p e A sken azy, “ L’e m e rg e n c e d ’u n n éo -sta k an o v ism e ”, en Les
Échos, 29 d e sep tiem b re de 1999.
8 Según u n estudio e co n o m étrico realizado en el m arco de u n a te ­
sis d e d o cto ra d o su stentad a en r999 p o r P h ilip p e A sken azy, la u ­
read o c o n e l p re m io a la m e jo r tesis q u e o torga la A so cia ció n
F rancesa d e C ie n c ia E c o n ó m ic a ( a f s e ).
9 P. R. C h e v a lie r y D. D u re, “ Q u e lq u e s eífets pervers des m écan is-
m es d e gestión ”, en A m ales des Mines, sep tiem b re d e 1994.
10 Liaisons Sociales Magazine, d icie m b re d e 1998.
11 E q u ip o M im o sa , “ La n ou velle versión d e M im o sa , m o d é le de
l ’é co n o m ie m o n d ia le ”, en Revue de Vofce , n ú m . 58, ju lio d e 1996.
12 Patrick A rtu s, 20or, op. cit.
13 D o m in iq u e Foray, op. cit.
14 R o b ert Reich, 1997, op. cit.
15 Véase, p o r ejem p lo, Yves Lasfargue, “ S ociété d e F in fo rm atio n :
n o u v e a u travail, n o u v e a u x m étiers, n ou velles exclu sio n s”, en Ville-
École-Intégration, n ú m . 119, d iciem b re d e 1999.
16 Lu c B olta n sk i y Éve C h ia p e llo , Le nouvel esprit du capitalisme,
G allim ard , 1999.

c a p ít u l o v i : La regu lación del n u e vo cap italism o m u n d ia lizad o

1 Jean Peyrelevade, P o u r u n ca p ita lism e in tellig en t, G rasset, 1993.


2 Paul K ru gm an , P o u rq u o i les crises rev ien n en t toujours?, Seuil, 1999.
3 E l té rm in o “d o m e stica r”, c u y a e tim o lo g ía es la p a lab ra la tin a d o -
m u s, q u e significa “casa”, es em p lead o a q u í a propósito: significa que

130
ANEXOS

cad a país d eb e p o d e r reapropiarse de las finan zas m u n d ia les con


la fin alid ad d e satisfacer ob jetivos “d o m é stico s”.
4 “ Les parad is fiscau x ”, en L’Économie Politique, n ú m . 4, 4to. tr i­
m estre d e 1999.
5 D an iel A ro n sso h n , “ Les le^ons d u fiasco cailforn ien ”, en Alterna-
tives économiques, n ú m . r99r, abril d e 20or.
6 P h ilip p e Q u é a u , “ Le b ie n c o m m u n m o n d ia l d e F in fo rm a tio n ”,
en Transversales Sciences/Culture, n ú m . 62, m a rzo -a b ril de 2000.
7 Ign acy Sachs, L’Écodéveloppement. Stratégies pour le xxie siécle,
Syros, 1997.
8 René Passet, Éloge du mondialisme par un “anti-présumé”, Fayard,
20or.

C O N C L U S IÓ N

1 P rop o sición fo rm u la d a p o r Jacques D e lo rs y R icard o Petrella.


2A c ró n im o p ara A ssocia tion p o u r la Taxation des Transactions Fi-
nan ciéres et l’aide au C ito y en (Attac).

131
G L O SA R IO

capital de riesgo (ven tu re c a p ita l ) y arriesgadores de ca­


pital: financiamiento que se aporta a las empresas en
proceso de creación o innovadoras por medio de fondos
especializados, sean de inversionistas o de particulares. Su
desarrollo es el resultado de una sencilla comprobación:
esas empresas de vida incipiente no tienen acceso a los
mercados financieros ni a los créditos bancarios, debido
especialmente a que tienen un elevado factor de riesgo.
capitalización bursátil: es igual al producto del número de
acciones de una sociedad por la cotización (precio) de
esas acciones. Ese indicador mide, en un momento de­
terminado, el valor global de una empresa cotizada o del
conjunto de las empresas cotizadas en una plaza finan­
ciera.
competencia pura y perfecta: modelo que sirve de refe­
rencia para definir la competencia en la teoría neoclási­
ca, y que se fundamenta en cinco hipótesis sólidas: i] los
protagonistas económicos son numerosos y de tamaño
pequeño (atomicidad); 2] son idénticos (homogeneidad);
3] existe libre acceso a los mercados; 4] la información es
accesible para todos (transparencia); 5] los factores de pro-

132
ANEXOS

ducción son perfectamente móviles. Esas condiciones


son necesarias para que los mercados alcancen un equi­
librio óptimo, en el sentido de que la satisfacción de los
protagonistas económicos es máxima.
conectividad: proceso en el que se ponen en relación inter­
activa las empresas o las filiales de éstas, y que se funda­
menta en la utilización de las nuevas tecnologías de la
información y de la comunicación (ntic), en particular
de las computadoras y de los sistemas de telecomunica­
ción. La conectividad contribuye a las nuevas formas de
organización de las empresas, a las que se califica de “em ­
presas-redes”.
costo marginal: costo suplementario de la producción de
una unidad adicional del producto o del servicio en cues­
tión. Es el costo de la última unidad producida.

economías de escala: situación en la que los costos de pro­


ducción por unidad producida disminuyen cuando la
producción aumenta. Este resultado es característico de
los bienes y de los servicios cuya producción tiene costos
fijos (independientes de la escala de producción) con­
siderables.
efecto de riqueza: mide el efecto que ejerce una variación
del patrimonio (mobiliario e inmobiliario) propiedad de
los agentes económicos en su comportamiento de gasto
(consumo e inversión); se supone que un incremento
del patrimonio implica el aumento del gasto.
escuela déla regulación: los economistas franceses que de­
sarrollaron este enfoque en los años setenta (en especial
Michel Aglietta y Robert Boyer) colocan el acento sobre
las formas institucionales (por ejemplo, el m odo de ne­
gociación de los salarios) y el régimen de acumulación
para caracterizar las fases de desarrollo del capitalismo,

133
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

según los países y las fases históricas en cuestión. El régi­


men fondista y más adelante el régimen patrimonial, de­
finen de esa manera las fases sucesivas de los gloriosos
treinta y, luego, del periodo actual.
Estado proveedor: corresponde estrictamente al sistema de
protección social; en inglés, “Welfare State” (“Estado de bie­
nestar”) designa a la responsabilidad del Estado en mate­
ria de progreso social. Esta expresión se utiliza a menudo
en un sentido más amplio para designar las intervencio­
nes económicas y sociales del Estado.

factores de producción: elementos (trabajo, capital, tierra)


que se utilizan en el proceso de producción con objeto
de permitir la creación de un bien económico.
fordismo: régimen de crecimiento económico fundado en
el reparto negociado de los beneficios de productividad
entre los asalariados y los detentadores del capital en el
seno de las empresas. Esta política favorece el aumento
de los salarios y, por ende, el consumo masivo, lo que ga­
rantiza la salida de una vasta producción. Se le llama así
en honor de Henry Ford, que en r9r4 decidió aumentar
los salarios en sus empresas para que así los asalariados
pudieran comprar sus automóviles.

inversión de cartera: flujo financiero internacional que co­


rresponde a las compras y a las ventas de títulos (ac­
ciones y obligaciones) extranjeros, y que se llevan a cabo
con miras a una inversión financiera.
inversión directa en el extranjero (ide): flujo financiero
internacional que corresponde a tomas de participacio­
nes en las empresas extranjeras. Las ID E son efectuadas
por las empresas multinacionales y responden a objeti­
vos industriales y comerciales.

134
ANEXOS

inversión productiva: gastos de las empresas destinados a


permitir la producción de otros bienes. H oy en día exis­
ten dos grandes categorías de esas inversiones: las in v e r ­
sion es m a teria les (equipos, inmuebles), que se miden por
el concepto de formación bruta de capital fijo ( f b c f ), y
las in v e r s io n e s in m a te r ia le s (investigación, patentes, li­
cencias, softw are, etc.). La tasa de in v ersión p r o d u c tiv a es la
relación existente entre la inversión productiva y la pro­
ducción (valor agregado) de la empresa. El c a p ita l p r o ­
d u c tiv o corresponde al s to c k de capital resultante de la
acumulación de inversiones productivas netas (una vez
que se ha deducido el capital amortizado).

mercado aplazo: mercado en el que se intercambian los ins­


trumentos financieros (o las divisas), cuyo precio se es­
tablece en el momento de la firma del contrato, pero que
sólo dan lugar a la remesa a plazo. Por ejemplo, una em ­
presa compra hoy dólares al precio del día (cotización a
plazo), pero que serán entregados en tres meses. A l defi­
nir en lo inmediato el precio de futuras operaciones, este
mercado les permite a los protagonistas económicos
protegerse contra los riesgos vinculados a las fluctuacio­
nes de las cotizaciones de las divisas, de los títulos y de
las materias primas.

oferta pública de compra (opc ): o p e r a c ió n p o r c u y o m e ­


d io u n a e m p r e s a p r o p o n e a d q u ir ir a u n p r e c io d e t e r m i­
n a d o la s a c c io n e s d e o tr a e m p r e s a a la q u e d e s e a a b so rb e r ;
e n e l m a r c o d e la o fe r t a p ú b lic a d e in t e r c a m b io ( o p i ), la
e m p r e s a p r e d a d o r a p r o p o n e p a g a r a lo s a c c io n is t a s d e la
e m p r e s a o b je t iv o c e d ié n d o le s s u s a c c io n e s a u n a c o t iz a ­
c ió n a tr a c tiv a .
opciones-stock: modo de remuneración de los asalariados

135
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

(más a menudo de los cuadros dirigentes) de las empre­


sas, que consiste en ofrecerles la posibilidad (la opción)
de comprar en el futuro acciones de su empresa a una
cotización fijada de antemano y que con frecuencia es in­
ferior a la cotización de la acción en el m omento en que
vence el contrato. Esta técnica permite enlazar la remune­
ración de los asalariados con los desempeños bursátiles
de la empresa: si las acciones de la empresa han aumen­
tado, los beneficiarios de las opciones-stock pueden ob­
tener plusvalía al revender esos títulos en su nuevo valor.
Así pues, las opciones-stock incitan a los asalariados y a
los ejecutivos beneficiarios a conform ar su interés al
de los accionistas, que se cifra en obtener el aumento del
valor de sus inversiones.
organismo de inversión colectiva en valores mobiliarios
(oicvm ): constituye una de las tres categorías de inver­
sionistas institucionales, junto con los fondos de pen ­
sión y las sociedades de seguros. Su papel consiste en
efectuar la gestión colectiva del ahorro invertido en la
forma de títulos financieros. En Francia existen dos tipos
de oicvm : las sociedades de inversión de capital variable
(sicav) y los fondos comunes de inversión (fci), si bien
estos últimos no tienen el estatus de sociedad.

productividad: relación existente entre la producción y los


factores (trabajo, y en especial capital) que intervienen
para llevarla a cabo. Así pues, la productividad mide el
rendimiento: la productividad del trabajo puede medirse
por el rendimiento de un asalariado (número de piezas
producidas por el asalariado); la productividad del capi­
tal se puede evaluar por el rendimiento de una máquina
(número de piezas fabricadas durante una hora de fun­
cionamiento). La productividad del trabajo depende de

136
ANEXOS

la calidad de los equipos: cuanto más m odernos y rendí -


dores sean éstos en una empresa, tanto más elevado será
el rendimiento de los asalariados. De esta manera, tomar
en cuenta únicamente la productividad del trabajo ofre­
cerá una visión parcial de la eficacia del factor trabajo.
Ésta es la razón por la que el insee habla de la p r o d u c ­
tiv id a d “a p a r e n te ” d e l tr a b a jo . Además, como un factor
sólo es productivo gracias a los otros factores, se calcula
también una p r o d u c tiv id a d “g lo b a l” d e los fa cto res, que co­
rresponde al promedio de las productividades aparentes.

rendimiento de escala: relación existente entre el aumento


de la producción (consecuencia) y el aumento del conjun­
to de los factores de producción (causa del fenómeno).
Este concepto no debe confundirse con el de las econo­
mías de escala, que enlazan los costos unitarios con las
cantidades producidas. Los rendimientos son crecientes si
la tasa de crecimiento de la producción es superior a la de
los factores. Los rendimientos crecientes van acompaña­
dos de economías de escala debido a que los costos uni­
tarios disminuyen con el aumento de las cantidades
producidas.

tasa de interés real: tasa de interés nominal (que se obser­


va en los mercados) corregida de la inflación prevista (fu­
tura). Esta variable no es directamente observable. Ella
permite medir los futuros rendimientos financieros, al
margen de la inflación, de los precios de los bienes y de
los servicios.

tasa de inversión productiva: v éa se inversión productiva.


taylorismo (tayloriano): ingeniero después de haber sido
obrero, el estadunidense Frederic Taylor (r856-r9r5) ela­

137
E L N U E V O C A P IT A L IS M O

boro un método de organización del trabajo al que ca­


lificó de científico. El fundam ento de su sistema es el
análisis científico de los movimientos, de los tiempos y
de las pausas, con objeto de mejorar la eficacia laboral.
La organización del trabajo propuesta por Taylor, adap­
tada particularmente a la producción en masa, se basa en
dos principios: la división horizontal del trabajo, en la
que a cada obrero se le confían tareas elementales bien
específicas, y la división vertical del trabajo, es decir, la
separación estricta de las tareas de concepción y de eje­
cución.

“zinzins”: se lla m a a sí a lo s in v e r s io n is t a s in s t it u c io n a le s ,
c u y a f u n c i ó n c o n s is t e e n g a r a n t iz a r la g e s t ió n c o le c t iv a
d e l a h o r r o (v é a se o i c v m , s u p r a ).

138
B IB L IO G R A F ÍA

A glietta, M ich e l, L e ca p ita lism e d e d e m a in , n otas d e la F u n d ación


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139
d o m in iq u e p l ih o n . D ip lo m a d o d el Institu to d e E stu dios Políti­
cos d e París, d o c to r en e c o n o m ía (Ph. D ) d e la U n iversid ad d el E s­
ta d o de N u e v a Y ork (A lb an y), y agrega d o d e ciencias eco n ó m icas,
D om in iq u e Plihon ha sido com ision ad o d el B an co de Francia (1974­
1983), del C o m isa ria d o G en e ra l del Plan (1983^99^ y con su ltan te
en representación d e la C o m isió n Bancaria (1995-1998). A ctu a lm e n ­
te es p rofesor de eco n o m ía en la U n iversidad de París-N orte, d o n d e
dirige el dess (ban ca, finanzas, gestión d e riesgos). Es co-red acto r
en jefe d e la revista Économie Internationale y presidente del C o n s e ­
jo C ien tífico d e attac. f í a p articip ad o en num erosas obras colecti­
vas, entre las qu e figuran Turbulences et spéculations dans Véconomie
mondiale (E con óm ica, 1996), y La mondialisation financíete (Syros,
1998). Es autor de: Les banques, nouveaux enjeux, nouvelles stratégies
(La D ocu m en ta tio n Fran^aise, 1999); Les taux de change (La D éco u -
verte, 1999); La monnaie etses mécanismes (La D éco u verte, 2000).
ÍN D IC E

Prólogo 7

Las fuerzas transformadoras del capitalismo


La tercera revolución industrial 12
La globalización financiera 31
La nueva econom ía... ¿y después? 49

El capitalismo accionario,
nueva etapa del capitalismo
El surgimiento del capitalismo accionario 65
La transformación de las relaciones sociales 94
La regulación del nuevo capitalismo mundializado 108
Conclusión: controlar la mundialización 120

Anexos 125
tipografía: minion display y minion expert display
impreso en cía. editorial electrocomp
calz. de tlalpan 1702
col. country club
cuatro mil ejemplares y sobrantes
25 de enero de 2003

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