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YADÓN, JUAN MANUEL

Universidad Siglo 21

Abogacía

Derecho Penal: Parte Especial

Trabajo Práctico 1

Alumno: Yadón, Juan Manuel (DNI: 30.474.464 – Legajo: VABG129996)

13 de abril de 2023
YADÓN, JUAN MANUEL

A.

Pese a que Giuliano Rosales no promoviera acción penal contra Maximiliano


Ramos, corresponde atribuir responsabilidad penal a éste último debido a la
gravedad de las lesiones que produjera a la víctima.

La situación problemática planteada para el presente Trabajo Práctica indica


que “tomándose a golpes de puño Maximiliano con un hijo de Raúl, de nombre
Giuliano Rosales -a la sazón de 19 años de edad-, que resultó con lesiones en
su rostro y en el pulmón derecho debido a la puñalada asestada, por las que se
le asignaron 35 días de inhabilitación laboral”.

Al respecto, a partir del plazo de inhabilitación laboral que se le asignó a


Rosales producto de la agresión recibida constituye una lesión grave, la cual se
encuentra tipificada en el 90 del Código Penal de la Nación: “Se impondrá
reclusión o prisión de uno a seis años, si la lesión produjere una debilitación
permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o una
dificultad permanente de la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del
ofendido, le hubiere inutilizado para el trabajo por más de un mes o le hubiere
causado una deformación permanente del rostro”.

Es decir que se ha superado el plazo mínimo requerido para que el accionar de


Maximiliano Ramos constituya una lesión grave. Núñez explica que “la
inutilización para el trabajo consiste en la ineptitud de la víctima para
desempeñar no solo su trabajo habitual, sino cualquier trabajo”1.

El atacante, además, asestó una puñalada generando una lesión en el pulmón


derecho del sujeto pasivo. El citado autor expone que “el debilitamiento de un
órgano es la disminución de su capacidad funcional activa o pasiva (…) El
órgano no está tomado aquí en sentido anatómico, sino funcional, vale decir,
como el órgano o el conjunto de ellos que conjuntamente cumplen una función.
La función visual no se cumple solo por uno de los ojos, sino por los dos” 2. Sin
dudas, una lesión en uno de los pulmones afectará al sistema respiratorio de la
víctima, lo que refuerza que el delito se encuadra en lesiones graves.

1
Núñez, R. C. (2008). Manual de Derecho Penal: parte especial. Córdoba: Lerner. Pág. 68.
2
Ídem. Pág. 67.
YADÓN, JUAN MANUEL

Atento a los puntos señalados, y a que “las lesiones graves y gravísimas son
perseguibles por acción ejercitable de oficio”3, corresponde al Ministerio Público
iniciar acción penal contra Maximiliano por las lesiones que produjera a
Giuliano.

B.

La conducta desplegada por Federico Ramos en cuanto a Marisa Amaya


configuraría el delito de homicidio simple (Art. 79 del Código Penal de la
Nación) en grado de tentativa (Art. 44) en concurso ideal con aborto
preterintencional.

El homicidio simple se constituiría por la intención manifiesta de Ramos, quien


ingresó a la habitación en la que se encontraban Amaya y César De Yuani y
disparó con una escopeta contra la humanidad ambos, impactando perdigones
en sus cuerpos, con el evidente propósito de ultimarlos mientras se
encontraban indefensos. El perpetrador claramente actuó con dolo directo y no
se encuentran presentes los agravantes de la figura de homicidio que describe
el Artículo 80 del CP.

Este delito se perpetró en concurso ideal con el de aborto preterintencional, el


cual está tipificado en el Artículo 87 del CP: “Será reprimido o reprimida con
prisión de seis (6) meses a tres (3) años, el o la que con violencia causare un
aborto sin haber tenido el propósito de causarlo, si el estado del embarazo de
la persona gestante fuere notorio o le constare”.

Cabe recordar que la situación problemática del Trabajo Práctico detalla que
Amaya se encontraba en estado de gravidez, con un embarazo notorio de seis
meses, es decir que era evidente a simple vista, y “quien a consecuencia del
evento (impacto de perdigones en el abdomen) perdió el embarazo”.

Sobre este delito sostiene Núñez que “lo es cuando con violencia causare un
aborto sin haber tenido el propósito de causarlo, si el embarazo de la paciente
fuere notorio o le constare (…) con esa conducta el autor conscientemente
atenta contra la seguridad física de la mujer”4.

3
Ídem. Pág. 68.
4
Ídem. Pág. 26.
YADÓN, JUAN MANUEL

A su vez, el autor explica que “la violencia es el despliegue de una energía


física contra la mujer, aunque no obre encima de su cuerpo. Tanto implica una
violencia de golpear a la mujer como utilizar en su contra vías de hecho que no
la alcanzan”5.

De esto último se puede concluir que por más que la defensa planteara que
con un estricto criterio clínico médico Amaya no perdiese el embarazo producto
de la lesión de los perdigones en su abdomen; la situación en general, el
ataque perpetrado a la vivienda por los dos sujetos, los disparos, sumado al
disparo a quemarropa de Federico Ramos, era sumamente violenta y
estresante, por lo que toda la violencia generada contra ella, con el corolario
del ataque directo con arma de fuego cuando se encontraba indefensa y sin
posibilidad de escape, puede haberle provocado una situación inmanejable de
miedo y estrés que llevó a su cuerpo manifestarse de una forma incontrolable
que le produjo la interrupción de su proceso de gestación.

C.

La situación problemática propuesta para el Trabajo Práctico detalla que


Federico Ramos ingreso a una habitación y disparó con una escopeta contra la
César De Yuani y Marisa Amaya, “impactando perdigones en el cuerpo de
ambos; al primero de los nombrados en el muslo de su pierna izquierda,
generándole compromiso muscular con pérdida del mismo y piel”.

En este escenario estaríamos ante un caso de homicidio agravado por el uso


de arma de fuego en grado de tentativa (Artículos 79 y 44 del Código Penal de
la Nación) en concurso ideal con el delito de lesiones gravísimas.

Éstas últimas se encuentran tipificadas en el Artículo 91 del CP: “Se impondrá


reclusión o prisión de tres a diez años, si la lesión produjere una enfermedad
mental o corporal, cierta o probablemente incurable, la inutilidad permanente
para el trabajo, la pérdida de un sentido, de un órgano, de un miembro, del uso
de un órgano o miembro, de la palabra o de la capacidad de engendrar o
concebir”.

5
Ídem. Pág. 26.
YADÓN, JUAN MANUEL

Núñez explica que “la característica común de estas lesiones es la de implicar


pérdidas funcionales de carácter definitivo, sea que se presenten como
incurabilidad de una enfermedad, inutilidad para trabajar o pérdida de un
sentido, de un órgano, de un miembro, de la palabra o de la capacidad de
engendrar”6.

El autor añade que “la pérdida, como criterio determinante de las lesiones
gravísimas, consiste en la privación del órgano o miembro correspondiente o
en su anulación funcional”7.

El ataque con arma de fuego de Ramos contra la humanidad de De Yuani (y


Amaya), perpetrado a quemarropa contra quienes se encontraban desarmados,
sin posibilidad de escapar ni resguardarse e indefensos, actuando con dolo
directo, claramente se configura como homicidio simple en grado de tentativa
(Art. 79 del CP, dado que no se encuentran presentes ninguno de los
agravantes previstos en nuestro ordenamiento jurídico) en concurso ideal con
lesiones gravísimas, ya que los perdigones del disparo recibido en su pierna
izquierda le generaron compromiso muscular con pérdida del mismo y piel. Al
perder músculo, resulta evidente que la víctima tendrá una pérdida funcional
definitiva en uno de sus miembros inferiores, repercutiendo directamente en su
capacidad de desplazarse normalmente, por lo que la lesión que el atacante
produjera se encuadra en gravísima, contemplada en el mencionado Artículo
91 del CP.

6
Ídem. Pág. 68.
7
Ídem. Pág. 68.

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