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El ideal
Perfume exótico
Spleen (75)
El veneno
El vampiro
Igual que un vampiro ejerce una atracción hipnótica sobre su víctima, el poeta se
siente irresistiblemente ligado a su amada (“atado como el forzado a su cadena”), que
consume su vida y el provoca dolor (“pecho doliente”, “alma sometida”). La mujer es
identificada con el mal mediante símiles: “como una puñalada”, “cual rebaño de
demonios” y la relación con ella es comparada a las peores adicciones: la ludopatía (“el
jugador tenaz al juego”), el alcohol (“el borracho a la botella”) o el parasitismo (“los
gusanos a la carroña”). Por esa razón, los apóstrofes dirigidos a la mujer no pueden ser
más denigrantes: “Tú”, “infame”, “maldita seas”.
Una carroña
A partir de un paseo que el poeta dio acompañado de una dama, se nos cuenta la
anécdota de un trozo de carroña en fase de descomposición hallado en el camino. Su
descripción no puede ser más naturalista, pues no ahorra detalles escabrosos, y resume
el ciclo biológico de la vida y de la muerte: “insectos”, “larvas”, “hedor”, “osamenta”.
Compara la carroña con una mujer obscena: “cual lúbrica mujer”, “una flor abrirse”. La
personificación del sol y del cielo como testigos del proceso de putrefacción y las
emanaciones pestilentes producidas por el calor estival impresionan la sensibilidad
femenina.
El gato