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Teresa Cristina de Borbón
Emperatriz consorte del Brasil
Con un físico no tan agraciado, considera estar condenada al celibato hasta que, en
1844, se casa por poderes en Nápoles con el joven emperador Pedro II de Brasil. Sin
embargo, el primer encuentro entre los dos en Río de Janeiro es un fracaso y el
joven soberano latinoamericano se siente engañado al descubrir la poca belleza de
su ya prometida esposa. Con el paso del tiempo, la generosidad de la emperatriz
ayuda a crear una complicidad real con el emperador que une a la pareja y le da
rápidamente cuatro hijos. A lo largo de su reinado, Pedro II tiene algunas
relaciones extramaritales ante las cuales la emperatriz parece cerrar los ojos.
Habría que esperar hasta 1921, durante la preparación de las fiestas relacionadas
con el centenario de la independencia de Brasil, para que sus restos mortales y los
de su marido fueran repatriados a su país. Los cuerpos de la familia imperial
reposan en la catedral de Petrópolis.
Familia
La familia del futuro Francisco I de las Dos Sicilias en 1820, pintado por Giuseppe
Cammarano. De izquierda a derecha, pueden apreciarse a los futuros: reina María
Isabel de Borbón, duquesa de Berry, gran duquesa María Antonieta de las Dos
Sicilias, duquesa de Cádiz, reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, príncipe
real de Nápoles (futuro Fernando II), infanta María Amalia de Borbón-Dos Sicilias,
rey Francisco I de Dos Sicilias, príncipe de Capua y conde de Siracusa.
La princesa Teresa Cristina era hija del rey Francisco I de las Dos Sicilias y de
su segunda esposa, la infanta María Isabel de Borbón, hija a su vez del rey Carlos
IV de España y de la princesa María Luisa de Parma. Por parte de padre, Teresa
Cristina pertenecía a la rama napolitana de la casa de Borbón mientras que, por
parte de madre, descendía de los Borbones españoles y los Borbones parmesanos.
Se casó con el emperador Pedro II de Brasil, hijo del rey Pedro IV de Portugal y de
la archiduquesa María Leopoldina de Austria, el 30 de mayo de 1843 en Nápoles, y
posteriormente el día 4 de septiembre de 1843 en Río de Janeiro. La pareja se
estableció en la capital brasileña, Río de Janeiro, y tuvieron cuatro hijos:
Alfonso, Isabel, Leopoldina y Pedro.
Biografía
Una juventud solitaria
Vista de Nápoles, capital del reino de las Dos Sicilias, donde Teresa Cristina pasó
los primeros años de vida. Cuadro de Sylvester Shchedrin (1819).
Véase también: Reino de las Dos Sicilias
Nacida el 14 de marzo de 1822,1 cuando el futuro Francisco I de las Dos Sicilias
era aún duque de Calabria,Nota 1 Teresa Cristina se quedó huérfana de padre con 8
años, en 1830. Su madre, que se casó con un joven oficial en 1839, era una persona
distante y Teresa Cristina tuvo una infancia solitaria, en un ambiente que los
historiadores como Pedro Calmon califican de supersticioso, intolerante y
conservador.2 Según otros autores, como Aniello Angelo Avella, habría que matizar
este análisis, teniendo en cuenta la construcción de la leyenda negra que se
produjo durante la unificación italiana.3 Al contrario que su piadoso padre y que
su impulsiva madre, Teresa Cristina tenía un carácter dulce y tímido.4 Poco segura
de sí misma, nunca se quejaba, sean cuales fueran las circunstancias en las que se
encontrara.5
El falso retrato de Teresa Cristina que fue enviado a Pedro II para alentar el
matrimonio imperial.
A principio de los años 1840, Vincenzo Ramírez, embajador de las Dos Sicilias en la
corte austriaca, se reunió en Viena con el enviado brasileño encargado de encontrar
en Europa una esposa para el joven Pedro II. Las casas reales consultadas se
mostraron prudentes, ya que temían, sin ninguna duda, que Pedro II iba a
desarrollar la misma personalidad de su padre, el emperador Pedro I, conocido por
su inconsistencia y sus numerosas relaciones extramaritales.1718 Por su parte,
Ramírez no le dio ninguna importancia a la reputación del soberano y le propuso la
mano de Teresa Cristina al emperador.192021 De hecho, los sentimientos poca
importancia tenían en aquella época y el papel de las princesas se limitaba a dar a
luz a herederos para su marido y su nación de acogida. No obstante, debido a que su
familia era bastante vasta, por lo tanto no le podía asegurar más que una dote
mediocre, y a que ya tenía más de 20 años (edad avanzada para casarse en la época),
Teresa Cristina apenas tenía esperanzas en contraer matrimonio y la perspectiva de
casarse con un emperador no podía ser desestimada tan rápido.2223
Finalmente, aunque tuvo lugar un matrimonio por poderes en Nápoles, se organizó una
importante ceremonia nupcial el 4 de septiembre en la catedral de Río de Janeiro,
para unir públicamente al emperador y a la emperatriz.41424344 Teresa Cristina no
tardó en ganarse a sus sirvientes que apreciaban su disposición y su seriedad.
Algunos días después de llegar al país, recibió la expresión de afecto y la alegría
de todos, excepto de su nuevo marido.45
El objetivo del matrimonio entre Teresa Cristina y Pedro II era dar un heredero al
imperio y, por tanto, los brasileños esperaban con ansiedad el anuncio de un
embarazo. Sin embargo, los meses pasaban y la emperatriz tardaba en quedarse
embarazada por lo que la población empezó a especular sobre las razones que
impedían a la pareja tener un hijo. Rápidamente, algunos empezaron a sospechar que
el soberano sufría impotencia.12 Sin embargo, la realidad era bastante diferente:
el emperador sentía una aversión hacia Teresa Cristina y no tenía ningún deseo en
consumar su matrimonio. Ante el rechazo de su esposo en acostarse con ella, la
emperatriz acabó por pedirle un permiso para volver a Italia. Afectado por el dolor
que sentía su mujer, Pedro II consintió finalmente en tener relaciones sexuales con
ella. A pesar de todo, su actitud no cambió y siguió tratando a Teresa Cristina
fríamente.46
Por su parte, la emperatriz aceptó fácilmente su papel, cada vez más circunscrito
al que su esposo la relegaba. Sin interés en la política, se pasaba el tiempo
escribiendo, leyendo, haciendo trabajos de costura, rezando y ayudando en obras de
caridad.6364 De hecho, el único ámbito en el que Teresa Cristina parecía ejercer
una cierta influencia era en el de la inmigración. Deseosa de hacer progresar la
educación y la sanidad en su país de adopción, la emperatriz animó a Pedro II a
favorecer la inmigración de numerosos intelectuales y trabajadores italianos, tanto
en la capital brasileña como en el interior del país.65
En Brasil, Teresa Cristina tenía pocas amigas, a excepción de sus damas de compañía
y, en particular, de la baronesa y después vizcondesa Josefina da Fonseca Costa.
Apreciada por el personal de palacio, mostraba ser buena jueza del carácter de los
visitantes y los cortesanos. Sin pretensiones y con un carácter generoso, era una
madre y, posteriormente abuela, afectuosa. Modesta en los actos y en sus vestidos,
nunca llevó joyas, salvo en las ceremonias oficiales. Muy reservada, daba a
aquellos que tenía cerca la sensación de estar siempre algo triste.63