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TEMA 3.- AUGUSTE COMTE. PADRE DE LA SOCIOLOGIA

Comte es conocido por su filosofía


positivista, que promovía la idea de que el conocimiento debe basarse en
la observación empírica y la evidencia científica. Argumentó que la
sociología debería adoptar un enfoque científico para estudiar la sociedad,
similar a las ciencias naturales.

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1.- AUGUSTE COMTE

¿Por qué se pide a los estudiantes de sociología leer la obra de


Comte? Porque algunas de las ideas de Comte siguen siendo
importantes en la sociología contemporánea y porque en su época
tuvieron gran relevancia e influencia en el desarrollo de la sociología
y la teoría sociológica.

1.1- LAS PROFUNDAS AMBICIONES DE COMTE

1.1.1.- Positivismo: la búsqueda de leyes invariables

La aportación más importante de Comte a la sociología viene referida al concepto


de positivismo. Este término se usa, por lo general, para referirse a la búsqueda de las
leyes invariables del mundo natural, así como del social. Dichas leyes pueden obtenerse a
partir de la investigación sobre el mundo social, de la teorización sobre él o de ambas. En
el proceso de descubrimiento de estas leyes las conclusiones de la investigación tienen
una importancia secundaria en comparación con la especulación lógica. Comte no
renuncia a la investigación empírica, pero la subordina a la teoría.

Ahí fuera existe un mundo real (el biológico, el sociológico, etc.), y la tarea del
científico es descubrirlo, y dar cuenta de él. La filosofía positivista sólo puede ser válida
en la medida en que constituye una representación exacta y completa de las relaciones
que existen naturalmente.

Para comprender el mundo real que existe fuera de la mente hay dos caminos:
investigar y teorizar. Aunque Comte reconocía la importancia de la investigación,
acentuaba la necesidad de la teoría y la especulación. Desentona con lo que hoy en día
consideramos positivismo, en especial el empirismo puro a través de la observación
sensorial y la cuantificación.

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En los últimos tiempos se han realizado numerosos trabajos desde la filosofía de la


ciencia que han planteado la duda de si el positivismo se ajusta a lo que hacen las ciencias
naturales. Algunos sociólogos nunca aceptaron el enfoque positivista y otros lo
abandonaron. El positivismo no ha desaparecido de la sociología, pero es evidente que
hoy esta disciplina atraviesa una era post-positivista.

El interés de Comte por el positivismo está relacionado con su interés por la


sociología. Él mismo se autodefine como el “descubridor” de la sociología en 1839: “La
sociología [...] es el término que he inventado para denominar a la física social”.

Desarrolló una jerarquía de las ciencias positivas: matemáticas, astronomía, física,


biología (fisiología), química, y ubicaba en su cúspide (en su primera obra) a la
sociología. Esta jerarquía desciende desde las ciencias más generales, abstractas y
alejadas de las personas, hasta las más complejas, concretas e interesantes para las
personas. La sociología se erige sobre el conocimiento y los procedimientos de las
ciencias que están por debajo. Dado el gran valor que daba Comte a la sociología puede
comprenderse por qué ha sido tan bien valorado por los sociólogos. En el mismo sentido,
como positivista que era, consideraba que la teorización era la actividad última. Los
teóricos no podían más que estimarle.

Para Comte, existían tres métodos sociológicos básicos; tres modos fundamentales
de hacer investigación social que permiten un conocimiento empírico del mundo social
real:

1.- Observación. Las observaciones deben hacerse guiadas por una teoría, y deben
estar conectadas con una ley. Sin teoría no sabremos qué buscar, ni interpretar
el significado de lo que encontremos.
2.- Experimentación. Más adecuado para otras ciencias que para la sociología. Es
obvio que, en la práctica, es imposible interferir en los fenómenos sociales e
intentar controlarlos.
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3.- Comparación, que subdivide en tres tipos:


a) Se puede comparar a las sociedades humanas con las de los animales
inferiores.
b) Se puede comparar a las sociedades en diferentes zonas del mundo.
c) Se puede comparar a los diferentes estadios de las sociedades en el
transcurso del tiempo.

Comte daba particular importancia a este último subtipo. Lo denominó el


“principal mecanismo científico” de la sociología, teniendo tanta importancia que podría
considerarse con estatus diferente, como la cuarta metodología principal: la investigación
histórica. En su obra utilizó casi exclusivamente el método histórico.

Aunque escribió sobre la investigación, casi siempre se dedicó a especular o


teorizar para obtener las leyes invariables del mundo social. No llegó a ellas
inductivamente a partir de observaciones del mundo social, sino que las dedujo de su
teoría general de la naturaleza humana. ¿Cómo construyó su teoría de la naturaleza
humana? Creando una serie de leyes positivas generales, que luego aplicó al mundo
social.

1.1.2.- Ley de los tres estadios

Esta es su ley más famosa. La mente humana, el proceso de madurez de las


personas, todas las ramas del conocimiento y la historia del mundo, todo, atravesaba tres
estadios, suponiendo cada uno la búsqueda, por parte de los seres humanos, de una
explicación de las cosas que les rodean.

1º- Estadio teológico. Primer y necesario punto de partida de los otros dos
estadios. En él la mente humana busca la naturaleza esencial de las cosas, particularmente
su origen y su propósito. Esto supone la búsqueda del conocimiento absoluto, y se asume
que todos los fenómenos son creados y regulados por fuerzas o seres sobrenaturales
(dioses), quienes les asignan sus propósitos. Aunque incluye el fetichismo (culto a

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objetos) y el politeísmo (adoración de varios dioses), el desarrollo último de este estadio


es el monoteísmo (adoración de una única divinidad que lo explica todo).

2.- Estadio metafísico. Es el estadio menos importante de los tres. Es sólo un


estadio transitorio entre el teológico y el positivo. Y existe debido a que Comte
consideraba que un salto entre ambos estadios era demasiado brusco para las personas.
Aquí, las fuerzas abstractas sustituyen a los seres sobrenaturales para explicar las causas
originales y los propósitos de las cosas (p.e. la “naturaleza”). Aunque pueden ser
numerosas las causas en este estadio, éste alcanza su desarrollo pleno cuando una gran
entidad (p.e. la naturaleza) se considera como causa de todo.

3.-Estadio positivo. Es el estadio final y más importante del sistema comtiano.


En él, las personas abandonan su infructuosa búsqueda de las causas originales. Lo único
que conocemos son los fenómenos en sí y las relaciones entre ellos, no su naturaleza
esencial ni sus causas últimas. Las personas abandonan las ideas no científicas (seres
sobrenaturales y fuerzas misteriosas) y buscan las leyes naturales invariables que
gobiernan todos los fenómenos. Esta búsqueda supone practicar la investigación empírica
y la teórica. Comte distinguía entre leyes concretas (se descubren inductivamente
mediante la investigación empírica) y leyes abstractas (se obtienen deductivamente
mediante la teorización). Estaba más interesado en estas últimas, y a pesar de que el
positivismo se caracteriza por su gran variedad de leyes, su meta final es la de enunciar
una cantidad cada vez menor de leyes generales abstractas.

Comte reconocía la sucesión inevitable de los tres estadios, pero admitía que los
tres podían coincidir en un momento determinado. No obstante, el estadio positivo sería
total en el mundo futuro desapareciendo los modos de pensar teológico y metafísico.

Aplicó la ley de los tres estadios a una gran variedad de situaciones. Consideraba
que la gente los experimentaba y veía a los niños como representantes del pensamiento
teológico, a los adolescentes del metafísico y a los adultos del positivista. Las ciencias
seguían también la jerarquía de los tres estadios. En este sentido, la sociología, al ser una
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ciencia nueva, aún no había alcanzado el estadio positivo. La historia del mundo sigue
también esta estructura: la historia primitiva se corresponde con el estadio teológico, para
alcanzar con posterioridad el estadio metafísico y, en vida de Comte, el mundo estaba
entrando en el último estadio. En él, las personas llegarían a comprender mejor las leyes
invariables que las dominaban y adaptarse a ellas con menores dificultades y mayor
rapidez.

1.1.3.- Positivismo: la búsqueda del orden y el progreso

Además de usar el término positivismo en el sentido de una ciencia comprometida


en la búsqueda de leyes invariables, Comte también usaba el término en oposición a
negativismo, que, según él, dominaba el mundo social de su época. En concreto, pensaba
que esa negatividad (desorden y caos moral y político reinante en toda Europa occidental)
era una consecuencia de la Revolución Francesa de 1789. Entre los síntomas de ese mal
se incluían la anarquía intelectual, la corrupción política y la incompetencia de los líderes
políticos. El objetivo de la filosofía positiva era contrarrestar la filosofía negativa y sus
síntomas.

Además de la Revolución Francesa, pensaba que la principal fuente del desorden


era la anarquía intelectual, generada por la coexistencia y la falta de fortaleza de las tres
filosofías incompatibles (teológica, metafísica y positivista). La teología y la metafísica se
encontraban en decadencia, en un “estado de imbecilidad”, y el positivismo en un proceso
de formación. Esto producía el caos intelectual. La respuesta a este caos pasaba porque el
positivismo se impusiera sobre los demás, como estaba ocurriendo en las ciencias
(excepto en Sociología) llevando orden donde antes reinaba el caos.

Dos de sus mayores preocupaciones eran el orden y progreso. Desde su punto


de vista, la teología ofrecía un sistema de orden, pero no permitía el progreso (sistema
estancado). La metafísica permitía el progreso, pero no confería orden (anarquía). La
coexistencia de la teología, la metafísica (y el recién estrenado positivismo) era el origen
del desorden y la ausencia de progreso. El positivismo era el único sistema capaz de
proporcionar orden (restringiendo el desorden social e intelectual) y permitir el progreso
(extendiendo el conocimiento y perfeccionando la relación entre las partes del sistema

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social), de modo que la sociedad pudiera acercarse a su último fin: la expansión gradual
de las capacidades humanas. El positivismo era el único estadio de la historia de la
humanidad que ofrecía orden y permitía progreso.

Comte contemplaba el orden y el progreso en términos dialécticos, perspectiva


semejante a la de Marx, negándose a pensar que fuesen entidades separadas. Orden y
progreso eran unidades que se definían e interpenetraban de manera recíproca.

La crisis de su tiempo era una crisis de ideas y sólo podía resolverse con la
aparición de una idea dominante (el positivismo). Por el contrario, Marx adoptó una
postura radicalmente opuesta (el materialismo): la crisis social la genera el capitalismo y
su resolución vendrá cuando este sistema económico (el capitalismo) sea destruido y
sustituido por un sistema comunista. Marx se distanció del idealismo de Hegel, en tanto
que Comte adoptó un punto de vista que, al menos en algunos aspectos, se asemejaba al
idealismo hegeliano.

1.2.- SOCIOLOGÍA DE COMTE

Se aborda a continuación otra de sus eternas contribuciones: su distinción entre


estática social y dinámica social. Aunque hoy en día no se utilizan estos términos, la
distinción básica sigue siendo importante y se manifiesta en la diferenciación entre
estructura y cambio social.

1.2.1.- Estática social

El estudio sociológico de la estática social se define como “la investigación de las


leyes que gobiernan la acción y la reacción de las diferentes partes del sistema
social”. Pero estas leyes no se derivan de un estudio empírico, sino que se “deducen de
las leyes de la naturaleza humana”. Comte sigue prefiriendo la teoría a la investigación
empírica.

En su estática social se anticiparon muchas de las ideas de los funcionalistas


estructurales posteriores. Basándose en la biología desarrolló una perspectiva sobre las
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partes (estructuras) de la sociedad, el modo en que estas funcionan y su relación


(funcional) con el conjunto del sistema social. Veía las partes y el conjunto del sistema
social en un estado de armonía, idea que los funcionalistas transformarían en el concepto
de equilibrio. En el aspecto metodológico, puesto que conocemos el todo, debemos partir
de él para analizar las partes.

La estática social describe una sociedad, que, en términos weberianos, es un tipo


ideal. El sistema que concibió Comte nunca existió en el mundo real. Se trataba de un
modelo ideal del mundo social en un momento determinado, para cuya construcción el
sociólogo, al menos con fines analíticos, debe detener el tiempo.

Comte hizo una macrosociología de la estática (y dinámica) social: analizó la


interrelación entre las partes y el todo del sistema social. La sociología es el estudio a
escala macrosocial de la “existencia colectiva”.

El individuo en la teoría de Comte. A pesar de lo anterior, los pensamientos de Comte


sobre los individuos, a nivel microsociológico, son importantes. El individuo es una
fuente significativa de energía en su sistema social. El predominio del afecto o la emoción
da energía a los individuos y dirige las actividades intelectuales de las personas. Los
productos de estas actividades son los responsables de los cambios que se producen en el
conjunto del sistema social.

Comte opinaba que el individuo era imperfecto, que estaba dominado por formas
“inferiores” de egoísmo más que por formas sociales “superiores” de altruismo. El
predominio del egoísmo se iba arraigando en el cerebro generando mayor energía y
contribuyendo a compensar la “debilidad natural” del altruismo. El problema principal de
la vida humana residía en la necesidad de que el altruismo dominara al egoísmo. Todas
las ciencias deberían ocuparse de este problema y aportar sus diversas soluciones.

Por tanto, si se deja a las personas a su arbitrio, éstas actúan de modo egoísta. Si
nos consideramos capaces de crear un mundo “mejor”, los motivos egoístas de los
individuos deben ser controlados de manera que permitan la aparición de impulsos
altruistas. Dado que el individuo es incapaz de controlar su egoísmo, estos controles
deben proceder del exterior, de la sociedad, como condición hacia el progreso y la

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perfección del hombre. La verdadera libertad no es más que una sumisión racional a [...]
las leyes de la naturaleza.

Somos incapaces de crear: lo único que podemos hacer para mejorar nuestra
condición es modificar un orden en el que no podemos producir cambio radical alguno.
De este modo, los actores no sólo son egoístas, sino también débiles e impotentes. Las
personas no crean el mundo social, es éste el que crea a las personas.

Comte abordó esta cuestión en términos de la relación entre lo que denominaba


principios subjetivo y objetivo. El primero implica la subordinación del intelecto al
corazón, en tanto que el segundo supone la necesidad inmutable del mundo exterior, que
realmente existe fuera de nosotros. El principio subjetivo debía estar subordinado al
objetivo: el corazón (egoísmo) que domina al intelecto, debe estar sujeto a las
restricciones sociales externas para que su otro aspecto (altruismo) pueda triunfar.

Comte distinguía entre cuatro categorías básicas de instintos: la nutrición, el sexo,


la destrucción y la construcción, y el orgullo y la vanidad. Todos, excepto el instinto
constructivo, necesitan un control externo. Los instintos que requieren un control externo
son los que definen en gran medida sus pensamientos sobre el conjunto de la sociedad: las
grandes estructuras sociales, (p.e. la familia y la sociedad) son necesarias para constreñir
el egoísmo del individuo y sacar a la luz su altruismo.

1.2.2.- Fenómenos colectivos

(1) La sociología de Comte comienza abiertamente en un nivel más


macrosocial con la familia, la “institución fundamental”. Ésta y no el individuo es el pilar
de su sociología.

Los individuos constituyen un nivel de análisis diferente al de las familias. Las


familias son nuestra más “pequeña sociedad”. Estas “pequeñas sociedades” forman los
pilares naturales del conjunto de la sociedad. Metodológicamente, un sistema sólo puede
estar formado por unidades similares a él, aunque de diferente tamaño. Los individuos
constituyen unidades (microscópicas) diferentes y la sociedad (macroscópica) no puede
derivarse de estas unidades. Las familias, son unidades macroscópicas similares, aunque
más pequeñas, que por tanto pueden construir la base de la gran sociedad. Comte describe
una progresión en la que las familias constituyen tribus y éstas, naciones. La familia es el
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verdadero germen de las diversas características del organismo social. La familia no es


sólo el pilar de la sociedad, sino que cumple la función de integración del individuo en la
sociedad; en su seno, las personas aprenden a ser sociales: la familia es la “escuela” de
la sociedad. Así, la familia juega un papel crucial en el control de los impulsos egoístas y
en el surgimiento del altruismo individual. Cualquier cambio en esta institución central
influirá tanto sobre el individuo como sobre el conjunto de la sociedad.

(2) Sin embargo, si la familia es la institución más básica y fundamental, la


más importante era la religión, “la base universal de toda sociedad”, con dos funciones
centrales: (1) regular la vida del individuo al reprimir su egoísmo y elevar el altruismo, y
(2) fomentar las relaciones sociales entre las personas, sentando así las bases para la
formación de estructuras sociales mayores.

(3) Otra institución social importante para Comte es el lenguaje, una entidad
profundamente social. Es lo que permite a las personas interactuar, por lo que promueve
la unidad entre la gente. Conecta a las personas no sólo con sus contemporáneos, sino con
sus antepasados (podemos leer sus ideas) y con sus sucesores (que podrán leer nuestras
ideas).

(4) Otro elemento de la sociedad que mantenía unidas a las personas era la
división del trabajo. La solidaridad social se intensifica en un sistema en el que los
individuos dependen entre sí. Las personas deben ocupar posiciones de acuerdo con su
formación y aptitudes. La sociedad no debe obligar a las personas a ocupar puestos que
requieran una calificación distinta a la que tienen. Si bien Comte estaba a favor de la
división del trabajo, le preocupaba mucho la excesiva especialización, llegando a afirmar
que el gobierno debería intervenir para poner énfasis en el bien del todo social.

El gobierno se basa en la fuerza, que sirve para mantener unida a la sociedad. Si


esta fuerza se descontrolara, el gobierno constituiría un factor más destructivo que
integrador para la sociedad. Para evitarlo, el gobierno debía ser regulado por una
“sociedad más extensa y superior [...] Esta es la misión de la verdadera religión”.

1.2.3.- Dinámica social

Comte dedicó más atención a la dinámica que a la estática social. Desde su punto
de vista era más interesante y de mayor importancia.

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El objeto de la dinámica social de Comte fue el estudio de las leyes de sucesión de


los fenómenos sociales. La sociedad se encuentra siempre en proceso de cambio, pero
producido de manera ordenada, según las leyes sociales. En algunos momentos llamó a su
dinámica social la “teoría del progreso natural de la sociedad humana”, evolucionando
esta sociedad hacia el predominio del altruismo sobre el egoísmo.

Como son las leyes invariantes las que controlan este proceso de cambio, las
personas pueden hacer relativamente poco para influir en la marcha general del proceso.
No obstante, sí pueden influir sobre la intensidad y el funcionamiento secundario del
proceso, sin alterar su naturaleza o su origen. A pesar de esta idea –la mínima influencia
de las personas– Comte trazó “grandiosos planes” para la futura sociedad positivista.

La teoría comtiana de la evolución de la sociedad se basa en la teoría de la


evolución de la mente a través de los tres estadios descritos (teológico, metafísico y
positivo) después de verificarlos por métodos también señalados (observación,
experimentación, comparación e investigación histórica). Esta teoría estaba tan probada
como cualquier otra ley admitida en cualquier otro campo de filosofía natural.

A continuación, se dedicó al estudio de la historia del mundo para comprobar si


los datos verificaban su abstracta teoría. Sin embargo, los términos “estudio” y “datos”
distan del significado semántico que les damos en la actualidad. Si lo descubierto por
Comte contradecía leyes básicas de la naturaleza humana, la investigación era errónea en
lugar de cuestionar la teoría. Comte nunca realizó un estudio sistemático de la historia del
mundo; todo lo que ofrecía era historia abstracta: la ciencia no estaba preparada para una
historia concreta del mundo.

Contemplaba la historia del mundo en términos dialécticos: ubicaba


históricamente las raíces de cada estadio consecutivo en el estadio o estadios precedentes,
y cada estadio sentaba las bases para los siguientes. Cada estadio histórico estaba
dialécticamente relacionado con los estadios pasados y futuros. Similar a Marx, Comte y
él tenían más diferencias que semejanzas. Nunca humilde: “Mi principio del desarrollo
social [...] ofrece una interpretación perfecta del pasado de la sociedad humana, al menos
en sus fases iniciales”.
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Historia. Comte se limita al estudio de Europa occidental (y de la raza blanca) dado que
ésta era la sociedad que más había evolucionado y, a la vez, constituía la “elite” de la
humanidad. Nos centraremos a continuación en la naturaleza cambiante de sus ideas antes
que en las transformaciones materiales. Comte creía que la sociedad había evolucionado
desde un estado de guerra característico de la fase teológica hasta la industria, llamada a
dominar la fase positivista. Comienza con el estado teológico, que sitúa en la antigüedad,
el cual se divide en tres períodos: el fetichista (la gente personifica objetos externos, les
otorga vida y los deifica), el politeísta (desarrollado en Egipto, Grecia y Roma), y el
monoteísta (en especial, el catolicismo romano en el Edad Media).

El siglo XIV fue un momento decisivo. La teología comenzó a perder fuerza y el


catolicismo acabó siendo sustituido por el protestantismo, al que Comte consideraba poco
más que una protesta creciente contra la base intelectual del viejo orden social, lo que
suponía el comienzo de la negatividad que intentó contrarrestar con su positivismo. El
protestantismo fomentó la especulación libre e ilimitada, introduciendo la correspondiente
negatividad en el mundo social hasta desembocar en la crisis social. Tal doctrina negativa
se había desarrollado gracias a Voltaire y Rousseau, pensadores no sistemáticos e
incapaces de producir especulaciones coherentes. Sin embargo, estas teorías incoherentes
obtuvieron gran apoyo entre las masas de la época, con la teología debilitándose y con el
positivismo aún no preparado para reemplazarlas. En suma, ése es el periodo metafísico.

La negatividad superaba con creces al positivismo y no se disponía de medios


intelectuales para reorganizar la sociedad. El arte va a la deriva, la ciencia experimenta
una excesiva especialización y la filosofía ha caído en la nada. Es una situación de
anarquía filosófica. Sin embargo, esta anarquía filosófica preparó el camino a la
revolución social, especialmente, a la Revolución Francesa que, a pesar de sus efectos
negativos, había sido saludable en el sentido de que preparó el camino para la
reorganización positiva de la sociedad.

Además de ser el escenario de la principal revolución política, Francia encabezaría


la reorganización de Europa occidental. Allí se habían producido las ideas y desarrollos
negativos más avanzados, pero a la vez era la nación que había avanzado más en la
dirección positiva: era la que tenía una mayor actividad industrial, un mayor avance
artístico, la nación más “precursora” en el ámbito científico y, sobre todo, era la que más

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se aproximaba a la meta de la nueva filosofía positiva. A pesar de estos signos de


desarrollo del positivismo, a corto plazo la metafísica seguiría dominando.

Para Comte, este período estaba dominado por la preocupación por el individuo y
la noción metafísica de los derechos individuales. La primera conducía al desorden y la
segunda fomentaba la tendencia hacia el caos. Para evitar ambos aspectos se apoyaba en
los fenómenos colectivos (la familia y la sociedad) y en su idea positiva de los deberes
más que en los derechos individuales. La idea de los “deberes” era una noción positiva
porque era más científica y porque “aliviaría” la influencia del egoísmo de la gente y la
creciente negatividad de aquellos años. Las personas deberían preocuparse más que por
sus derechos individuales, por sus deberes para con el conjunto de la sociedad. Ello
capacitaría a la sociedad para controlar el egoísmo individual y sacar a la luz el altruismo
innato de las personas. Por supuesto, el positivismo constituía esta nueva autoridad
espiritual.

1.3.- TEORÍA Y PRÁCTICA

Comte, al igual que Marx, quería algo más que teorizar. Deseaba que las ideas
teóricas llegaran a producir cambios sociales prácticos. Conectar teoría y práctica. El
positivismo debía marcarse dos objetivos: El primero, ya tratado, era generalizar las
concepciones científicas para hacer avanzar la ciencia de la humanidad. El segundo, era
sistematizar el arte y la práctica de la vida. Así, el positivismo constituía tanto una
filosofía científica como una práctica política que “nunca podrían ser separadas”.

1.3.1.- ¿Quién apoyará al positivismo?

¿Qué grupos sociales sería más probable que apoyasen la nueva doctrina del
positivismo? Suponía que muchos filósofos serían partidarios de este nuevo conjunto de
ideas, pero tenían escasa capacidad para llevarlas a la práctica. ¿Cuál era el grupo de
personas más comprometido con el mundo social? Las clases altas eran siervas de las
teorías metafísicas y demasiado interesadas, ocupaban posiciones aristocráticas y estaban
obsesionadas por recuperar ciertos aspectos del antiguo régimen, además de cegadas por
la educación que habían recibido. Tampoco esperaba mucho de las clases medias
demasiado ocupadas intentando incorporarse a las clases altas.
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Comte esperaba ayuda de tres grupos: los filósofos, que ofrecían su intelecto, la
clase trabajadora, que proporcionaría la acción requerida, y las mujeres, que ofrecerían el
afecto que se necesitaba. Intervendrían los filósofos, en especial los que comulgaban con
el positivismo, pero los principales actores del cambio serían los dos últimos grupos. La
exclusión de las posiciones del gobierno y la discriminación que sufren en el sistema
educativo les hace menos ciegos ante la necesidad de un cambio político. Además, las
mujeres y la clase trabajadora tenían “fuertes instintos sociales” y un mayor fondo de
sentido común y buenos sentimientos.

La clase trabajadora. Los miembros de la clase trabajadora tenían más tiempo para
pensar durante su jornada laboral porque sus empleos no eran tan absorbentes como los
de las clases sociales altas. De este modo, la clase trabajadora no sólo era superior
intelectualmente sino también moralmente. Entre las características que se atribuyen a los
miembros de esta clase constan que poseían un mayor apego afectivo al hogar, un
concepto más auténtico y elevado de la amistad, respeto sincero y sencillo a los
superiores, experiencia de las miserias de la existencia, y una gran propensión a
sacrificarse con rapidez si la necesidad pública lo requiere.

Comte creía que la propagación del comunismo entre las clases trabajadoras de su
época constituía una prueba de que la tendencia hacia la revolución social se estaba
centrando en cuestiones morales. Reinterpretaba el comunismo como un movimiento más
moral que económico para que encajara en su sistema. El comunismo era una simple
afirmación de la magna importancia del sentimiento social. Este significado era muy
diferente del que le atribuía Marx. El positivismo era la única doctrina que puede proteger
a Europa Occidental de los gravísimos intentos de llevar a la práctica el comunismo,
ofreciendo varias diferencias entre ambos:

1.- El positivismo busca respuestas morales más que políticas o económicas, lo


que demuestra que el comunismo en esa época constituía un sistema más
político y económico que moral.
2.- El comunismo persigue la supresión de la individualidad; el positivismo
fomenta tanto la individualidad como la cooperación entre los individuos.
3.- El comunismo supone la eliminación de los líderes de la industria, mientras
que el positivismo los considera esenciales.

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4.- El comunismo busca abolir la herencia; el positivismo la consideraba muy


importante para la continuidad histórica de las generaciones.

A pesar de este rechazo del comunismo, para Comte era tan importante como
cualquier otra fuerza, por negativa que fuese, para colocar las bases que permitirían la
aparición del positivismo.

Mujeres. El interés de Comte por las mujeres como grupo, en tanto que fuerza
revolucionaria, resulta chocante. Tenía ideas poco comunes sobre las mujeres. Su idea
central era que brindaban a la política la necesaria subordinación del intelecto al
sentimiento social, siendo éste más importante que el intelecto o la razón. Las mujeres
constituyen “el grupo más representativo del principio fundamental sobre el que descansa
el positivismo, el triunfo de los impulsos sociales sobre los egoístas”. A pesar de esta
admiración, los hombres son superiores práctica e intelectualmente. “Las mentes de las
mujeres son indudablemente [...] menos capaces que nosotros para realizar un esfuerzo
intelectual abstracto”. Por su superioridad intelectual y práctica, eran los hombres los
designados a tomar el mando para llevar a la práctica el positivismo.

Comte atribuía a las mujeres un papel revolucionario central, pero tendía a


menospreciar la capacidad intelectual y de acción de las mujeres. Para poder cumplir su
función en la revolución positivista, debían modificar el proceso educativo que tenía lugar
en el seno de la familia y constituir “salones” que propagasen las ideas positivistas. A
pesar de su veneración por las mujeres, “la igualdad de sexos es contraria a la naturaleza”.

Pensamientos, sentimientos y acciones. Tal como se ha visto, Comte subrayaba el orden


en su estática social y el progreso en su dinámica social. A éstos añadió entonces la
importancia de los sentimientos (el amor), patrimonio de las mujeres. Lema positivista:
amor, orden, progreso. A resultas de ello, a su anterior compromiso con el pensamiento y
la acción añadió el elemento emocional. La filosofía positivista representaba una
perspectiva global que abarcaba “pensamientos, sentimientos y acciones”.

Pero no sólo eso, los sentimientos ocupaban un lugar preeminente en su sistema:


los mismos estaban destinados a guiar tanto al intelecto como la actividad práctica. “La
felicidad individual y el bienestar público dependían más del corazón que del intelecto”.
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Este énfasis en el sentimiento y el amor llevó a Comte a añadir, en su obra tardía,


la moralidad (el estudio del sentimiento) a la lista de las ciencias. En su sistema, la ciencia
de la moralidad superaba incluso a la sociología. “La Moral es más especial, más
compleja y noble que la Sociología”. La moralidad no sólo constituía la ciencia más
importante, sino que tenía una función central en la dirección de los cambios políticos. La
moralidad se situaba en el centro de la relación entre teoría y práctica.

Cuando añadió la moralidad a la lista de sus principales preocupaciones, hubo que


repensar su ley de los tres estadios desde el punto de vista de los pensamientos,
sentimientos y acciones. El estadio teológico estaba dominado por los sentimientos y la
imaginación, con escasas restricciones de la razón. El transitorio estadio metafísico seguía
dominado por los sentimientos, confundido en sus pensamientos e incluso menos capaz
de conectar con el mundo práctico. El positivismo ofrecía finalmente una unidad y
armonía de pensamiento, sentimientos y acción. Sin la guía de la moralidad
(sentimientos) el positivismo podría inclinarse en exceso hacia la especialización y
ocuparse de cuestiones vanas o insolubles.

Una vez incorporada la moralidad al positivismo, Comte estaba a un paso de


declarar que el positivismo era una religión, donde él y sus principales seguidores se
convertirían en sacerdotes de la humanidad, ejerciendo una influencia mayor que
cualquier otro sacerdocio anterior. Comte, con su acostumbrado nivel de humildad, se
declaró a sí mismo “fundador de la nueva religión de la humanidad”, cuyo objeto de culto
no era un dios o unos dioses, sino la humanidad, o lo que Comte más tarde llamará el
“Gran Ser”.

1.4.- COMTE: UNA VALORACIÓN CRÍTICA

1.4.1.- Contribuciones positivas

1.- Comte fue el primer pensador que utilizó el término sociología, y puede considerársele
su “fundador”.
2.- Definió a la sociología como una ciencia positivista. La mayoría de los sociólogos de
hoy siguen considerándola como tal: creen en la existencia de leyes invariables en
el mundo social, siendo su labor descubrirlas mediante prácticas empíricas o
teóricas.

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3.- Enunció los tres principales métodos sociológicos: experimentación, observación y


comparación (además del método histórico comparado), que continúan siendo
utilizados en sociología.
4.- Diferenció la estática social de la dinámica social. Tal distinción sigue teniendo
importancia para la sociología bajo los términos actuales de estructura social y
cambio social.
5.- Definió a la sociología en términos macroscópicos y la definió como el estudio de los
fenómenos colectivos. Durkheim clarificaría la definición hasta definirla como el
estudio de los hechos sociales. Muchas de sus ideas tuvieron una importancia
central en el desarrollo posterior del funcionalismo estructural.
6.- Definió con claridad que la naturaleza humana, si se la dejaba a su arbitrio, se vería
dominada por el egoísmo. En lo fundamental, se requiere la presencia y la
actuación de esas grandes estructuras para controlar el egoísmo individual y
permitir que emerja el altruismo.
7.- Ofreció una idea dialéctica de las macroestructuras. Su tiempo es una consecuencia de
las estructuras pasadas, las cuáles contenían el germen de las futuras; dándole a su
obra una percepción de continuidad histórica.
8.- No se contentó con desarrollar una teoría abstracta, sino que trató de integrar teoría y
práctica; aunque se frustró esta ambición debido a algunas de sus absurdas ideas
sobre la sociedad futura. Hoy en día, dicha integración sigue siendo un objetivo
anhelado por los sociólogos contemporáneos. Cada vez hay más interés por lo que
se denomina sociología aplicada.

1.4.2.- Debilidades básicas de la teoría de Comte

1.- La teoría comtiana se vio comprometida por los problemas y experiencias de su vida
privada. Las ambiciones teóricas y prácticas de Comte crecieron
desmesuradamente. Sus muy insatisfactorias relaciones con las mujeres le llevaron
a generar una serie de ideas absurdas sobre las mujeres y su función en la sociedad
(Mujeres=sentimientos, Hombres=capacidad intelectual y política). A todo esto,
debe añadirse los serios disturbios mentales que sufrió Comte.
2.- Parece experimentar un creciente proceso de pérdida de contacto con el mundo real.
Esto se debe a que, a pesar de sus pretensiones, nunca realizó ninguna
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investigación empírica. Si hubiese analizado mejor los datos y estado en contacto


más estrecho con la historia y el mundo que le tocó vivir, sus teorías quizá no
habrían sido tan estrafalarias.
3.- Fue perdiendo contacto de forma progresiva con el trabajo intelectual de su tiempo. Es
famosa su práctica de higiene cerebral (evitaba la lectura de periódicos, revistas y
libros para que así no interfirieran en su propia teorización). Poco a poco se fue
convirtiendo en un antiintelectual. De lo errónea que es esta postulación de Comte
debe extraerse la enseñanza que los teóricos deben estar en contacto tanto con el
mundo empírico como con el intelectual.
4.- Fracasó como positivista, tanto empírico como teórico. Apenas se ocupó de hacer
investigación y la que hizo consistió en una serie de vagas generalizaciones sobre
el curso de la historia del mundo. En su obra teórica, resulta difícil aceptar como
leyes sociológicas muchas de sus extravagantes generalizaciones sobre el mundo
social. Aunque él afirmaba que éstas eran reflejo de lo que sucedía en el mundo
social, pocos o ningún pensador social ha confirmado la existencia de las leyes
invariables.
5.- Aunque se ha afirmado que creó la sociología, en su obra hay muy poca sociología. Su
legado más duradero consistió en crear ciertas áreas (sociología, sociología
positiva, estática social y dinámica social) que sus sucesores se encargarían de
completar y convertir en auténtica sociología.
6.- No hizo contribuciones originales. El propio autor reconoce su deuda con Bacon,
Descartes, Galileo, Montesquieu o Vico. Si bien es cierto que inventó el término
sociología, en realidad no creó su práctica.
7.- De ofrecer Comte alguna sociología, ésta estaría distorsionada por el gran parecido
que vio entre el funcionamiento del cuerpo humano y el funcionamiento de la
sociedad. Los grupos compuestos (las clases sociales y las ciudades) equivalían a
los órganos animales en la organización del Ser Supremo. La familia era el
equivalente social de las células de un organismo; y el desorden social lo comparó
con las enfermedades de los organismos. Esta suerte de organicismo hace tiempo
que ha desaparecido de la sociología.
8.- Tendía a desarrollar modos de pensar y a crear herramientas teóricas que más tarde
empleaba para analizar cualquier cuestión que le venía en mente. Parecía estar

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seguro de que las cosas sucedían en tríos, y muchas de sus ideas teóricas tenían tres
componentes. Aplicó su ley de los tres estadios a la historia social, a la historia de
las ciencias, a la historia de la mente y al desarrollo de los individuos desde su
infancia hasta su madurez.
9.- La concepción de extravagante y colosal que Comte tenía de sí mismo le condujo a
una serie de disparates ridículos. A un sistema teórico endeble debe sumársele una
decadencia del intelecto. Por otra parte, su desmesurado ego le llevó a sugerir una
serie de cambios sociales, muchos de los cuales, eran ridículos.
10.- Sacrificó muchas de las ideas que había defendido cuando luego se dedicó a la
religión positivista. La formulación de esta religión parece estar influida en gran
medida por la estructura del catolicismo (sacerdotes, vicarios y pontífice). Su
religión no influyó de manera significativa, aunque sí sirvió para subvertir las
pretensiones científicas de Comte.

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