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Philip Nelson
University of Pennsylvania
con la colaboración de Marko Radosavljevic y Sarina Bromberg
EDITORIAL REVERTÉ, S. A.
BARCELONA - BOGOTÁ - BUENOS AIRES - CARACAS - MÉXICO
Título de la obra original:
Biological Physics. Energy, Information, Life.
Edición original en lengua inglesa publicada por
W. H. Freeman and Company, New York and Basingstoke
41 Madison Avenue, New York, NY 10010, USA
Houndmills, Basingstoke RG21 6XS England
Copyright © 2004 by W. H. Freeman and Company
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Edición en español:
© Editorial Reverté, S. A., 2005
ISBN: 84-291-1837-3
Depósito Legal: B-24466-2005
Impreso en España - Printed in Spain
Impreso por Alvagraf, S. L.
08120 La Llagosta (Barcelona)
Índice analítico
Al estudiante xvii
Al profesor xxii
Agradecimientos xxvi
Epílogo 599
Créditos 617
Bibliografía 619
Este libro se dirige a estudiantes de Ciencias de la vida que estén dispuestos a utilizar el
cálculo y a estudiantes de Ciencias Físicas y de Ingeniería que deseen reflexionar sobre las
células. Creo que, en el futuro, todos los estudiantes de cada uno de estos dos grupos ne-
cesitarán saber el núcleo esencial de los conocimientos del otro.
Empecé a preguntarme cómo estos dos grupos, tan diversos, podrían superar el síndro-
me de la Torre de Babel. Lentamente fui advirtiendo que, aunque cada disciplina conlleva
su inmensa carga de detalles experimentales y teóricos, aún así las fuentes primordiales de
sus caudales son accesibles y provienen de un mismo manantial, un puñado de ideas sim-
ples y generales. Vi que, pertrechado con estas pocas ideas, es posible comprender una
buena parte de la investigación de frontera. Este libro explora estas ideas comunes primor-
diales y no duda en dejar las más especializadas para un aprendizaje posterior.
También me di cuenta de que mi propia educación como estudiante de licenciatura ha-
bía pospuesto muchas ideas básicas al último año de mis estudios (o incluso a estudios pos-
teriores) y que muchos de los programas siguen teniendo este carácter: construimos
meticulosamente un edificio matemático sofisticado antes de introducir muchas de las
ideas realmente grandes. Mis colegas y yo nos hemos ido convenciendo de que este enfo-
que no sirve para las necesidades de nuestros estudiantes. Muchos de nuestros estudiantes
de licenciatura empezaron a investigar desde el primer año y necesitaban cuanto antes una
visión de conjunto. Muchos otros han desarrollado programas interdisciplinares propios y
quizás nunca llegarán a nuestros cursos avanzados especializados. En este libro, espero ha-
cer accesible la visión de conjunto a cualquier estudiante que haya cursado la Física y el
Cálculo del primer curso (más un recordatorio de la Química y la Biología de bachillerato),
y que desee ir un poco más allá. Cuando ya empezamos a estar formados, deberíamos estar
en condición de leer trabajos actuales en Science y Nature. Naturalmente, no comprende-
remos todos los detalles, pero sí las ideas esenciales.
Cuando empezamos a ofrecer este curso, quedamos sorprendidos de ver que también mu-
chos estudiantes de doctorado deseaban seguirlo. En parte, esto reflejaba su propia educación
compartimentada: los estudiantes de Física deseaban leer la parte de Biología y verla integrada
con sus otros conocimientos; los de Biología querían lo mismo, pero con la Física. Para nues-
tra sorpresa, hallamos que el curso se hacía popular entre estudiantes de todos los niveles, des-
de primeros años hasta el tercer año, con los últimos profundizando más en los detalles. Como
consecuencia de esto, muchas de las secciones de este libro han incorporado unas adiciones
denominadas “Vía 2” que se dirigen a este grupo con más experiencia matemática.
xvii
xviii Al estudiante
Ciencias Físicas y Ciencias de la Vida. A comienzos del siglo XX ya estaba claro que,
en términos químicos, no somos muy diferentes de una sopa de lata. Pese a ello, podemos
hacer muchas cosas complicadas y divertidas que no hacen las sopas de lata. En aquel mo-
mento, se disponía de muy pocas ideas correctas sobre cómo los organismos vivientes pro-
ducían orden, hacían trabajo y efectuaban cálculos a partir de los alimentos —tan sólo un
montón de metáforas inadecuadas inspiradas en la tecnología del momento.
Hacia mitad de siglo, empezó a resultar claro que las respuestas a muchas de esas cues-
tiones se hallarían en el estudio de moléculas muy grandes. Ahora que empezamos el siglo
XXI, irónicamente, ¡la situación se ha invertido! El problema es ahora que ¡tenemos dema-
siada información sobre dichas macromoléculas! Nos estamos ahogando en información:
¡necesitamos una estructura, un marco, en el que organizar billones de datos!
Algunos científicos de la vida desdeñan la Física como “reduccionista”, tendente a
menospreciar los detalles que hacen que los sapos, por ejemplo, sean diferentes de las es-
trellas de neutrones. Otros, en cambio, creen que justo ahora resulta esencial disponer de
un marco unificador para tener una visión de conjunto. Creo que la tensión entre las cien-
cias de desarrollo/historia/complejidad y las universalistas/ahistóricas/reduccionistas ha
sido tremendamente fructífera y que el futuro será de aquellos que puedan transitar fluida-
mente entre ambos tipos de consideraciones.
Dejando a un lado la Filosofía, es un hecho que el último par de décadas ha contem-
plado una revolución de las técnicas físicas de explorar el nanomundo de las células, inte-
rrogarles físicamente y examinar cuantitativamente los resultados. Por último, un montón
de ideas físicas subyacentes tras los modelos simplificados presentados en los libros de
biología celular están superando los exámenes necesarios para ser confirmadas o rechaza-
das. Al mismo tiempo, incluso algunos mecanismos no necesariamente utilizados por la
naturaleza han demostrado tener un inmenso valor tecnológico.
Los estudiantes de Ciencias de la Vida podrían preguntarse si todas las fórmulas matemá-
ticas de este libro son realmente necesarias. Mi premisa es que la manera de asegurarse de
que una teoría es correcta es efectuar predicciones cuantitativas a partir de modelos sim-
plificados, y compararlas con los resultados experimentales. Los capítulos siguientes pro-
porcionan muchas de las herramientas para llevar a término estas ideas. En último término,
quisiera que usted pueda enfrentarse a un problema poco familiar, escoger la herramienta
adecuada y resolver el problema. Soy bien consciente de que ello no es fácil, al menos al
principio.
En realidad, es cierto que a veces los físicos exageran los análisis matemáticos. En
cambio, el punto de vista de este libro es que las ecuaciones hermosas son generalmente
un medio, y no un fin en sí mismas, en nuestro esfuerzo por conocer la naturaleza. Habi-
Al estudiante xix
tualmente, las herramientas más simples, como el análisis dimensional, bastan para hacer-
se una primera idea de qué está ocurriendo. Sólo cuando se es un buen científico se alcanza
la recompensa de efectuar algún cálculo matemático realmente elaborado y ver que sus
predicciones toman vida en un experimento. Los otros cursos de física y de matemáticas
le darán la formación básica necesaria para conseguirlo.
Características del libro. Al redactar este libro, he intentado seguir algunos principios. La
mayoría de ellos son técnicos y aburridos, pero hay cuatro que vale la pena mencionar aquí:
1. Siempre que ha sido posible, relacionar las ideas con fenómenos cotidianos.
2. Decir qué está pasando. En lugar de dar tan sólo una lista de pasos, he intentado ex-
plicar porqué estamos haciéndolos, y cómo podríamos haber conjeturado que un paso
resultaría útil. Este enfoque exploratorio (orientado a descubrir) hace intervenir más
palabras de las que encontrará habitualmente en los libros de Física. El objetivo es
ayudarle a efectuar la difícil transición de escoger usted mismo sus propios pasos.
3. Evitar las cajas negras. La temida frase “puede demostrarse que ...” casi nunca apa-
rece en la Vía 1. Casi todos los resultados matemáticos mencionados son realmente
deducidos, o llevados hasta un punto en que le resulte factible abordarlos como pro-
blemas propuestos. Cuando no pude obtener un resultado mediante un análisis a este
nivel, opté generalmente por omitirlo.
4. Evitar los datos fantasma. Cuando vemos un objeto que parece una gráfica, casi siem-
pre es realmente una gráfica. Es decir, los puntos son realmente datos de laboratorio
obtenidos por algún investigador, generalmente citado. Las curvas son algunas funcio-
nes matemáticas reales, habitualmente deducidas en el texto (o en algún ejercicio). Los
esquemas que parecen gráficas, han sido claramente identificados como tales. De he-
cho, cada figura contiene una indicación un poco pedante que revela su categoría ló-
gica, de manera que es posible decir qué son datos reales, qué son reconstrucciones y
qué son simples esquemas ilustrativos.
En general, los gráficos reales no son tan hermosos como los datos fantasma. Necesitamos
enfrentarnos a resultados reales para poder desarrollar nuestras capacidades críticas. En
efecto, algunas teorías sencillas no funcionan tan bien como podríamos pensar al verlas en
clase. En cambio, algunos ajustes aparentemente poco impresionantes de la teoría al expe-
rimento apoyan realmente conclusiones importantes; se necesita práctica para discernir los
rasgos verdaderamente importantes.
Muchos capítulos contienen una sección titulada “Excursión”. Dichas secciones exce-
den la línea argumental general. Algunas son artículos breves de investigadores líderes so-
bre sus experimentos, y otras son breves ensayos históricos o culturales. También hay dos
apéndices. Tómese un momento para examinarlos. Incluyen una lista de todos los sím-
bolos utilizados en el texto para representar magnitudes físicas, definiciones de las diver-
sas unidades, y valores numéricos de muchas magnitudes físicas, algunas de las cuales
resultarán especialmente útiles para resolver los problemas.
¿Por qué la historia? Éste no es un libro de historia pero, aún así, verá que examinamos
muchos resultados relativamente antiguos. (Mucha gente cree que “antiguo” significa “an-
tes de Internet”, pero en este caso lo utilizo en el sentido algo más clásico de “antes de la
xx Al estudiante
televisión”). No utilizamos estos aspectos algo antiguos para dar una pátina de academi-
cismo, sino que un afán recurrente de este libro es poner de manifiesto cómo medidas fí-
sicas han desvelado a menudo la existencia y la naturaleza de dispositivos moleculares en
las células, mucho antes de que los ensayos bioquímicos tradicionales hubieran podido
identificarlos con precisión. Los pasajes históricos documentan estudios de esos casos; en
algunos de ellos, ¡el intervalo entre una cosa y la otra ha durado décadas!
Incluso en la actualidad, con nuestro arsenal inmensamente sofisticado de biología
molecular, la estrategia experimental tradicional de “bloquear un gen y ver qué tipo de ra-
tón sale” puede resultar mucho más lenta y difícil de realizar e interpretar que un enfoque
más directo de “entrar y manipular”. De hecho, el menú de nuevas herramientas extrema-
damente ingeniosas para aplicar fuerzas físicas al funcionamiento de las células o sus cons-
tituyentes (hasta el nivel de una sola molécula) y medir cuantitativamente sus respuestas
ha crecido rápidamente en la última década, y ofrece oportunidades sin precedentes para
deducir indirectamente qué debe estar ocurriendo a nivel molecular. Los científicos capa-
ces de integrar las lecciones de los enfoques bioquímico y biofísico serán los primeros que
puedan acceder a la visión de conjunto. Saber cómo esto ha ocurrido en el pasado nos ayu-
da a prepararnos para nuestro turno.
Aprender este tema. Si su formación previa en Física es un curso de primer año de uni-
versidad en Física o Química, este libro tendrá un gusto ligeramente diferente del de los
textos que ha leído hasta ahora. Este tema está evolucionando rápidamente; mi presenta-
ción no ha consistido en redactar unos resúmenes pétreos y autoritarios sobre un tema fijo
y bien establecido, ni debe ser así, sino que he intentado transmitirle la excitación de un
campo en progreso, al que podrá efectuar nuevas contribuciones sin tener que aventurarse
en la jungla de los formalismos elaborados durante una década.
Si su formación previa es en Ciencias de la Vida, puede que esté acostumbrado a un
estilo docente que insiste en la presentación de los hechos. Pero en este libro se supone que
muchas de las afirmaciones, y la mayoría de las fórmulas, se siguen de las anteriores, de
una manera que usted podría y debería comprobar. De hecho, observará a menudo las pa-
labras nosotros, nuestro, intentemos, a lo largo del texto. Habitualmente, en el estilo cien-
tífico, esto es una manera pomposa de decir yo, mío, miradme; pero en este libro se refieren
a un equipo formado por usted y por mí. Es necesario que usted intente advertir cuáles de
estos enunciados son informaciones nuevas y cuáles son deducciones que puedan ser ob-
tenidas a partir de los conocimientos previos. A veces he indicado algunos pasos lógicos
especialmente importantes en preguntas indicadas como “Su turno”. La mayoría de ellas
son lo suficientemente breves para que las pueda responder en el lugar correspondiente,
antes de proseguir. Es esencial que las trabaje para poder adquirir las habilidades necesa-
rias para construir nuevos argumentos físicos.
Cada vez que en el texto introducimos una fórmula, dedique un momento a examinarla y
a reflexionar si es razonable. Si dice x = yz/w, ¿tiene sentido que al aumentar w deba dismi-
nuir x? ¿Funcionan bien las unidades? Al principio, le guiaré en estos pasos, pero posteriormen-
te los deberá realizar por sí mismo, automáticamente. Cuando vea que utilizamos alguna
técnica matemática con la que no esté familiarizado, acuda a su profesor lo antes posible, en
lugar de dejarlo para más tarde. Otro recurso útil es el libro de Shankar (Shankar, 1995)1.
1. Vea la sección de bibliografía al final del libro.
Al estudiante xxi
Más allá de las cuestiones del texto, hallará problemas al final de los capítulos. No son
tan fáciles como los de la Física de primer curso; a menudo necesitará un poco de sentido
común, un juicio cualitativo sensato, e incluso algunos consejos de su profesor para poder-
los enfocar adecuadamente. Al principio, la mayoría de los estudiantes –¡y no sólo us-
ted!— se sienten incómodos con este enfoque, pero al final estas habilidades se contarán
entre lo más valioso de lo que pueda haber aprendido, haga lo que haga después en la vida.
Delante de usted se abre un mundo de alta tecnología, y le resultará una mina haber adqui-
rido la agilidad de resolver problemas cuantitativos abiertos.
Los problemas se irán haciendo más difíciles a medida que avance en el texto, de ma-
nera que haga los primeros aunque le parezcan sencillos.
V2 Algunas secciones y problemas están indicados con este símbolo, y están reservados
a una audiencia relativamente madura. Naturalmente, indico este camino para que le en-
tren ganas de seguirlo, tanto si su profesor se lo indica como si no se lo indica. Las sec-
ciones de “Vía 2” suponen desarrollos matemáticos un poco más avanzados, y forjan
vínculos entre lo que está aprendiendo o aprenderá en otros cursos de Física. También
anuncian algunas de las referencias bibliográficas citadas. La vía principal (Vía 1) no re-
posa sobre estas secciones, sino que es autocontenida. Incluso los lectores capacitados
para seguir la “Vía 2” deberían omitir estas secciones en una primera lectura.
Muchos estudiantes hallan en este curso un reto considerable. Los estudiantes de Física
deben digerir mucha terminología biológica; los de Biología deben desempolvar sus cono-
cimientos de matemáticas. No resulta fácil, pero vale la pena: los temas interdisciplinarios
como éste se encuentran entre los más fértiles y excitantes. He observado que los estudian-
tes que han quedado más satisfechos acostumbran a ser los que trabajan en equipo con algún
otro estudiante de una formación diferente y hacen juntos los problemas, enseñándose
mútuamente. ¡Inténtelo!
Al profesor
Hace pocos años, mi departamento preguntó a sus estudiantes de licenciatura qué cosas
creían necesarias y no se las estábamos ofreciendo. Una de las respuestas fue “un curso de
Física Biológica”. Nuestros estudiantes no podían evitar observar los excitantes artículos
en The New York Times, los artículos de portada de Physics Today, y muchos otros, y que-
rían un papel en la acción. Este libro emergió como resultado de su petición.
Hacia la misma época, muchos de mis amigos en otras universidades estaban empe-
zando a trabajar en este campo y se hallaban vivamente interesados en dar un curso de estas
características, pero no se sentían a gusto con los libros existentes. Algunos eran brillantes,
pero ya tenían bastantes años; ninguno parecía incorporar los hermosos resultados recien-
tes sobre máquinas moleculares, autoagregación, y manipulación y observación de molé-
culas individuales, que estaban revolucionando el campo. Mis amigos y yo nos sentíamos
amilanados por la inmensa extensión de la bibliografía y nuestra limitada penetración en
el campo; necesitábamos una síntesis. Este libro es mi intento de responder a dicha nece-
sidad.
El libro también sirve para introducir buena parte del material conceptual que subyace
a los jóvenes campos de la nanotecnología y los materiales blandos. No resulta sorpren-
dente, ya que las máquinas moleculares y supramoleculares de cada una de nuestras cé-
lulas son motivo de inspiración para la nanotecnología, y los polímeros y las membranas
que las constituyen inspiran mucha ciencia actual de materiales.
Este texto ha sido redactado pensando en una gran diversidad de públicos. Está basado
en un curso que he enseñado en una clase que reunía estudiantes de licenciaturas de Física,
Biología, Bioquímica, Biofísica, Ciencia de Materiales, e Ingenierías Química, Mecánica
y Bioingeniería. Espero que el libro resulte útil como texto principal o auxiliar para cursos
en cualquier departamento de Ciencias o Ingeniería. Mis estudiantes también diferían am-
pliamente en experiencia, desde segundo curso hasta estudiantes de doctorado. Puede que
usted no quiera trabajar con un grupo tan diverso, pero ha funcionado en nuestra universi-
dad en Penn. Para resultar accesible a todos ellos, el curso está dividido en dos secciones;
la de los postgraduados tenía problemas y exámenes más difíciles y sofisticados. La estruc-
tura del libro refleja bien esta división, con numerosas secciones de “Vía 2” y problemas
que cubren material más avanzado. Estas secciones, situadas al final de los capítulos, están
indicadas mediante un símbolo especial: V2 , y son ampliamente independientes la una
de la otra, de manera que puede asignarlas a la carta. Recomiendo que todos los estudiantes
las omitan en la primera lectura.
xxii
Al profesor xxiii
Los únicos requisitos para el núcleo del material de la Vía 1 son el Cálculo y la Física
de primer curso, y un recuerdo distante de la Biología y la Química de bachillerato. Los
conceptos del Cálculo son utilizados con una cierta libertad, pero poca técnica; sólo se ne-
cesita resolver las ecuaciones diferenciales más sencillas. Es más importante aún que el es-
tudiante posea o adquiera soltura en manejar números, efectuar estimaciones, seguir la
pista de las unidades y llevar a cabo deducciones breves. El material y problemas de la Vía
2 debería ser adecuado para estudiantes de últimos cursos de licenciatura y primer año de
postgraduado.
Para un curso de un semestre para estudiantes con poca experiencia, probablemente
querrá omitir los capítulos 9 o 10 (o quizás el 11 y el 12). Para estudiantes con más expe-
riencia, en cambio, quizás decidirá repasar brevemente los capítulos iniciales y dedicar
más tiempo a los capítulos avanzados.
Al enseñar este curso, también asigno lecturas suplementarias de algunos textos están-
dar de Biología Celular. Ésta contiene inevitablemente montones de nomenclatura y de fi-
guras; tanto los estudiantes como el profesor deben hacer una inversión en aprender estas
cosas. Los réditos son claros e inmediatos: no sólo permiten comunicarse con los profesio-
nales que están llevando a cabo trabajos excitantes en muchos campos, sino que también
resultan cruciales para saber qué problemas físicos son relevantes en la investigación bio-
médica.
Me he esforzado especialmente para mantener una terminología y una notación unifi-
cadas, una tarea difícil, al cubrir disciplinas tan diversas. En el Apéndice A, se resume toda
la notación; mientras que el Apéndice B contiene muchos valores numéricos útiles, algu-
nos más de los que son utilizados en el texto. (Puede que estos datos le resulten útiles cuan-
do resuelva problemas en casa o en un examen).
Más detalles sobre cómo utilizar este libro como base de un curso completo pueden
ser hallados en la Instructor’s Guide, disponible de W. H. Freeman and Company. Dicha
guía también contiene las soluciones de todos los problemas y de las preguntas de Su tur-
no, demostraciones sugeridas en clase, y los programas de ordenador utilizados para gene-
rar muchas de las gráficas que acompañan al texto. Puede utilizar su propio programa para
proponer problemas basados en ordenador, hacer demostraciones en clase, y otras cosas
por el estilo. Las erratas observadas en este libro aparecerán en
http://www.whfreeman.com/biologicalphysics
Probablemente también sea uno de mis temas predilectos, pero el texto refleja el intento
insobornable de seguir unas pocas máximas:
• Limitarse a ofrecer un curso y no una enciclopedia. El libro corresponde a lo que real-
mente consigo cubrir (es decir, a lo que los estudiantes consiguen realmente aprender)
en un semestre típico de 42 horas, más un 20 % adicional para permitir una mayor fle-
xibilidad.
xxiv Al profesor
Críticas habituales. Esto es un libro, no una monografía. Soy consciente de que la pre-
sentación de muchos temas sutiles en este libro difumina algunos detalles importantes. No
he intentado establecer prioridades históricas, salvo en las secciones tituladas “historia”.
Los experimentos descritos han sido escogidos simplemente porque satisfacen cierto im-
perativo pedagógico y parecen tener interpretaciones particularmente directas. La citación
de trabajos originales es un poco aleatoria, excepto en lo que se refiere a mis propias con-
tribuciones, aunque en algunas ocasiones no conseguí detenerme en el punto justo.
en el futuro. Sus colegas pueden disfrutar con la lectura de artículos muy elocuentes sobre
este tema (Alberts, 1998; Hopfield, 2002) y con el amplio informe del NRC (National Re-
search Council, 2003). Este libro intenta demostrar que hay un enfoque físico cuantitativo
y versátil de los problemas, y que, pese a no ser la única caja de herramientas en la mente
de los científicos experimentados, es una de las más poderosas. Necesitamos enseñárselo
a todos, no sólo a los posgraduados de Ciencias Físicas. Creo que la reciente insularidad
de la Física es tan sólo una aberración pasajera y que sólo será posible prosperar si se re-
nueva los vínculos entre ambos lados, otrora tan intensos.
Para terminar. Tuve la enorme suerte de acceder a la Física Estadística a partir de las
excelentes clases de Sam Treiman (1925-1999), fue un gran científico y uno de los líderes
espirituales de un gran departamento. De vez en cuando, aún regreso a mis notas de dicho
curso. Y allí está él, como lo estuvo en aquel tiempo.
P A RTE I
Transducción de energía libre. [Dibujo de Eric Sloane, de Eric Sloane, Diary of an early American boy (Funk and Wagnalls,
New York, 1962)]
CA P Í TU L O 1
El modesto objetivo de este libro es conducir al lector desde mitades del siglo XIX, donde
acostumbran a terminar los cursos de Física de primer año, a los titulares de los periódicos
que puede haber leído esta misma mañana. Es un largo camino. Para llegar a tiempo al des-
tino fijado, nos tendremos que ceñir con determinación a unas pocas cuestiones centrales
en que interviene la interrelación entre energía, información y vida.
Así, conseguiremos erigir un marco basado en unos pocos principios que nos permitirá
empezar a profundizar en estas cuestiones. Naturalmente, no se trata de limitarnos a enun-
ciar un puñado de ideas cruciales. Si así fuera, este libro podría haber cabido en una simple
tarjeta de visita. El placer, la profundidad, el arte de nuestro tema estriban en los detalles
de cómo los organismos vivos solucionan, dentro del marco de las leyes físicas, los retos
con que se enfrentan. El objetivo de este libro es mostrar al lector algunos de estos detalles.
Cada capítulo del libro se abre con una pregunta de tipo biológico y un conciso enun-
ciado que sintetiza una idea física relevante para el tratamiento de dicha cuestión. Re-
flexione sobre ellas a medida que vaya leyendo el capítulo.
Pregunta biológica: ¿Cómo pueden estar los organismos vivos tan altamente ordenados?
Idea física: El flujo de energía puede producir un incremento de orden.
1.1 CALOR
Los organismos vivos se alimentan, crecen, se reproducen y calculan. Las maneras en que
hacen todas estas cosas parecen completamente diferentes de las máquinas artificiales.
Una diferencia clave se halla en el papel de la temperatura. Por ejemplo, si enfriamos un
aspirador, o incluso un televisor, a un grado Celsius, estos aparatos siguen funcionando co-
3
4 Capítulo 1 Lo que sabían los Antiguos
rrectamente, pero si lo intentamos con un saltamontes, o incluso con una bacteria, veremos
que los procesos biológicos prácticamente se detienen. (Al fin y al cabo, éste es el principal
objetivo de los frigoríficos.) Comprender la interrelación entre calor y trabajo será una ob-
sesión central de este libro. En este capítulo desarrollaremos algunas ideas plausibles pero
preliminares sobre esta interrelación; la segunda parte de este libro afinará estas ideas hasta
convertirlas en herramientas precisas y cuantitativas.
Gottfried Leibniz obtuvo este resultado en 1693. El primer término de E (es decir, mgz) es
llamado energía potencial de la piedra, y el segundo ( 1--- mv 2 ) su energía cinética. Llama-
2
remos energía mecánica de la piedra a la suma de ambos términos. Expresamos la cons-
tancia de E diciendo que “la energía se conserva”.
Supongamos ahora que la piedra en cuestión aterriza en el barro en z = 0. Justo en el
instante anterior al aterrizaje, su energía cinética es diferente de cero, de manera que tam-
bién lo es E. Un instante después, la piedra yace en reposo en el barro y su energía mecá-
nica total es cero. Aparentemente, la energía mecánica no se conserva en presencia de
barro. Cualquier estudiante de Física de primer año aprende por qué ocurre esto: un mis-
terioso efecto de “fricción” en el barro drena la energía mecánica de la piedra. El genio de
Isaac Newton estriba en parte en haber observado que las leyes del movimiento se pueden
comprender mejor en el contexto de los movimientos de los obuses de cañón y de los pla-
netas, donde complicaciones como los efectos de fricción son apenas apreciables: en ellos,
la conservación de la energía, tan engañosamente falsa en la Tierra, se manifiesta con
máxima claridad. Todavía se tardó un par de siglos hasta que otros investigadores llegaran
a un enunciado preciso de la idea más sutil de que
to, ¿qué significaría “malgastar”? Deberemos profundizar un poco más antes de llegar a
comprender la idea 1.1.1
La idea 1.1 afirma que la fricción no es un proceso de pérdida de energía, sino de con-
versión de energía, tal como en la caída de una piedra la energía potencial se convierte en
energía cinética. Puede que haya visto otros ejemplos de conversión de energía en algunos
ejercicios escolares que exploran los caminos que puede seguir la energía desde que sale
del Sol hasta que se convierte en trabajo útil, como por ejemplo el trabajo de subir una co-
lina (figura 1.1).
Un aspecto que quizás el maestro no haya mencionado es que, en principio, todas las
conversiones de energía de la figura 1.1 tienen dos sentidos, de ida y de vuelta: la luz del
Sol puede generar electricidad en una célula solar, y dicha energía puede ser parcialmente
reconvertida a luz mediante una bombilla, y así en muchos otros casos. La palabra clave
es aquí parcialmente. Pero de esta manera nunca recuperaremos toda la energía original.
Figura 1.1: (Diagrama) Diversas maneras de subir una colina. Cada flecha representa un proceso de conversión de energía.
1. A lo largo de este libro, las referencias ecuación n · m, idea n · m y reacción n · m se refieren a una secuencia
de elementos ordenados. Así, la ecuación 1.2 viene tras la idea 1.1; no hay una idea 1.2.
1.1 Calor 7
La teoría del calor como fluido tenía superficialmente un cierto sentido. Un cuerpo
grande necesita más calor para aumentar en un grado su temperatura que un cuerpo peque-
ño, tal como un balón grande necesita más aire que uno pequeño para aumentar su presión
interna en, digamos, 1,1 veces la presión atmosférica. Sin embargo, actualmente pensamos
que la teoría de Franklin de la electricidad era exactamente correcta, mientras que la teo-
ría del calor como fluido estaba completamente equivocada. ¿Cómo se produjo este cam-
bio de actitudes?
Un contemporáneo de Franklin, Benjamín Thompson, también estaba intrigado por el
problema del calor. Tras dejar apresuradamente las colonias americanas en 1775 (trabaja-
ba como espía para los británicos), Thompson llegó a ser general de estado mayor en la
corte del Duque de Baviera. En el curso de sus obligaciones, Thompson se ocupó de la ma-
nufactura de armamento. Un fenómeno curioso en el barrenado de los cañones suscitó su
curiosidad. Dicho barrenado necesita una gran cantidad de trabajo, suministrado en aquella
época por caballos, y también genera una gran cantidad de calor por rozamiento. Si el calor
fuera un fluido, sería de esperar que la fricción lo transfiriese de un cuerpo a otro, tal como
el cepillar un gato deja el animal y el cepillo con cargas eléctricas opuestas. ¡Pero la barre-
na no se enfría mientras el tubo del cañón se calienta! Los dos se calientan.
Además, la teoría del calor como fluido parece implicar que, tarde o temprano, el fluido
calorífico del cañón se agotaría y no se podría generar más calor por rozamiento. Pero no
era esto lo que Thompson observaba: un tubo de cañón podía generar suficiente calor para
hacer hervir el baño de agua que lo rodeaba. Éste podía ser sustituido por agua fría, que tam-
bién llegaría a hervir, y así hasta el infinito. Un tubo nuevo de cañón no calentaba mejor ni
peor el agua que uno que ya hubiera hecho hervir muchos litros. Thompson también pesó
las virutas de metal procedentes de la perforación del cañón y halló que su masa más la del
cañón era igual a la masa original del tubo: no se había perdido sustancia material.
Lo que Thompson advirtió, en cambio, fue que la producción de calor cesa cuando se
deja de hacer trabajo mecánico sobre el sistema, observación que resultaba sugerente.
Pero trabajos posteriores, presentados independientemente en 1847 por James Joule y Her-
mann von Helmholtz, fueron mucho más allá. Estos autores elevaron la observación cua-
litativa de Thompson a una ley cuantitativa: El calor producido por fricción es una
constante multiplicada por el trabajo mecánico efectuado contra el rozamiento, es decir
Detengámonos a examinar mejor los detalles de esta fórmula. Expresamos el calor en calo-
rías: una caloría es aproximadamente la cantidad de calor necesaria para calentar un gramo
de agua un grado Celsius.3 La energía mecánica suministrada, o trabajo realizado, es la
fuerza aplicada (en este caso, por el caballo) multiplicada por la distancia (recorrida por el
caballo), y la expresamos en julios, tal como en la Física de primer curso. Al multiplicar
el trabajo por la constante 0,24 cal/J obtenemos una magnitud expresada en calorías. La
fórmula afirma que esta magnitud es la cantidad de calor producida.
3. La definición moderna de caloría tiene en cuenta el equivalente mecánico del calor: en la actualidad, se
define la caloría como la cantidad de energía térmica producida al convertir exactamente 4,184 J de trabajo
mecánico en calor. (La “Caloría” que aparece en los textos de nutrición es en realidad mil veces la caloría de
los físicos, es decir, una kilocaloría.)
1.1 Calor 9
forma particular de energía mecánica, en concreto, la energía cinética de las moléculas in-
dividuales que constituyen un cuerpo. En esta perspectiva, un cuerpo caliente tiene mucha
energía almacenada en una agitación (imperceptible) de sus moléculas (invisibles). Cierta-
mente tendremos que trabajar duro para justificar nuestras afirmaciones sobre lo impercep-
tible y lo invisible, pero, antes de ello, debemos tratar un problema más directo.
La ecuación 1.2 se llama a veces el “equivalente mecánico del calor”. La discusión de
la sección 1.1.1 deja claro, sin embargo, que en esta frase hay una ligera confusión semán-
tica: el calor no es completamente equivalente a trabajo mecánico, porque no puede ser con-
vertido completamente en éste. En el capítulo 3 exploraremos la visión que fue emergiendo
lentamente a finales del siglo XIX, según la cual la energía térmica es la fracción de la ener-
gía total atribuible a movimientos moleculares aleatorios (en que todas las moléculas se
agitan en direcciones aleatorias) y, por lo tanto, es diferente de la energía cinética organi-
zada de una piedra que cae (en que todas las moléculas tienen la misma velocidad media).
Así pues, el carácter aleatorio del movimiento térmico debe ser la clave de su baja ca-
lidad. En otras palabras, proponemos que la diferencia entre energía de alta calidad y de
baja calidad es una cuestión de organización. Todos sabemos que un sistema ordenado
tiende a degradarse hasta convertirse en un embrollo aleatorio y desorganizado. Volver a
restablecer el orden siempre parece requerir trabajo, tanto en sentido coloquial (apilar mo-
nedas según sus valores requiere trabajo) como en sentido estricto. Por ejemplo, un acon-
dicionador de aire consume energía eléctrica para suprimir movimientos moleculares
aleatorios del aire de la habitación mientras calienta, en cambio, el mundo exterior más de
lo que enfría la habitación.
La idea del párrafo anterior puede resultar interesante, pero difícilmente la calificaría-
mos de hipótesis física comprobable. Necesitamos una medida cuantitativa de la energía
útil de un sistema, la parte de su energía total que puede ser realmente controlada para con-
vertirla en trabajo útil. Uno de los objetivos principales del capítulo 6 será hallar dicha me-
dida, que denominaremos energía libre e indicaremos mediante el símbolo F. Ya podemos
deducir qué nos espera: la idea que estamos apuntando es que F es menor que la cantidad
total de energía E en una cantidad relacionada con la aleatoriedad, o desorden, del sistema.
En términos más precisos, en el capítulo 6 mostraremos cómo caracterizar este desorden
mediante una magnitud denominada entropía y designada mediante la letra S. Resultará
que la energía libre está dada por la sencilla fórmula
F = E – TS (1.4)
donde T es la temperatura del sistema. Podemos establecer ahora un poco más claramente
la propuesta de que F mide la energía útil de un sistema:
Según la ecuación 1.4, una disminución de energía libre puede proceder tanto de una dis-
minución de la energía E (las rocas tienden a caer), o de un aumento de entropía S (el des-
orden tiende a aumentar).
10 Capítulo 1 Lo que sabían los Antiguos
membrana semipermeable
carga
pequeña
desplazamiento
de los émbolos
azúcar
b
carga
grande
Figura 1.3: (Esquema) Máquina que transduce energía libre. Un cilindro lleno de agua está divi-
dido en dos cámaras mediante una membrana semipermeable. La membrana está fijada en el cilindro.
Dos émbolos se deslizan libremente, permitiendo que los volúmenes de ambas cámaras varíen a me-
dida que moléculas de agua (puntos negros) cruzan la membrana. Sin embargo, la distancia entre los
dos émbolos permanece fija, porque el agua entre ellos es incompresible. Las moléculas de azúcar
(círculos blancos) permanecen confinadas en la cámara de la derecha. (a) Flujo osmótico: cuando de-
jamos libres los émbolos, el agua cruza la membrana y les obliga a desplazarse hacia la derecha, ele-
vando por lo tanto el peso, siempre que éste no sea excesivo. Las moléculas de azúcar se distribuyen
entonces por todo el volumen aumentado de agua, a la derecha. (b) Ósmosis inversa: sin embargo, si
tiramos con una fuerza suficiente, los émbolos se desplazarán hacia la izquierda, incrementando la
concentración de la disolución de azúcar en la cámara de la derecha y generando calor.
mucha energía térmica en el mundo exterior. El flujo osmótico sacrifica orden molecular
para organizar movimiento térmico aleatorio en movimiento mecánico a gran escala contra
un peso.
Podemos expresar el argumento anterior aplicando el lenguaje introducido en la sec-
ción 1.1.3. En la idea 1.5 introdujimos la idea de que la máquina osmótica se desplazará
espontáneamente en la dirección que reduce su energía libre F. Según la ecuación 1.4, F
puede decrecer incluso si la energía potencial del peso aumenta, siempre y cuando la en-
tropía aumente en una cantidad compensatoria suficiente. Pero en el párrafo anterior he-
mos dicho que, a medida que los émbolos se desplazan hacia la derecha, el desorden (y por
tanto la entropía) aumenta. Así pues, la idea 1.5 predice que los émbolos se desplazarán
hacia la derecha, siempre y cuando el peso no sea excesivo.
Supongamos ahora que tiramos fuertemente del émbolo izquierdo, como en la
figura 1.3b. Esta vez, un desplazamiento del émbolo hacia la derecha aumentaría tanto la
1.3 Excursión: comercio, filosofía, pragmática 17
Las citas anteriores fueron escogidas para ilustrar una tensión fructífera entre estas dos
culturas:
• El impulso de los físicos es contemplar el bosque, y no los árboles, para ver lo que de
universal y simple hay en cualquier sistema.
• Tradicionalmente, los biólogos han estado más inclinados a subrayar que, en el mundo
vivo inherentemente complejo, accidentes congelados de la historia —más que leyes
universales— dominan con frecuencia lo que vemos. En dicho mundo, a menudo son los
detalles lo que realmente importa.
Estas perspectivas son complementarias; se necesita la agilidad de utilizar en cualquier
momento el enfoque que resulte más apropiado y la voluntad de mantener abierta la posi-
bilidad de que el otro también pueda resultar valioso.
¿Cómo podemos sintetizar estos dos enfoques? La figura 1.4 indica la estrategia esen-
cial. El primer paso es contemplar el rico tejido de los fenómenos que nos rodean. A conti-
nuación, ignorar selectivamente casi todo sobre ellos, reduciendo el tejido a unos pocos hilos.
Este proceso supone (a) seleccionar un sistema modelo simplificado pero real para un estudio
detallado y (b) representar el sistema sencillo mediante un modelo matemático igualmente
simple, con tan pocos ingredientes y relaciones independientes como sea posible. Los pasos
(a) y (b) no son deductivos; les podemos aplicar palabras como misterio e intuición.
predicciones
m
an
ate
áli tico
m
sis
á
cuantitativas
modelo físico
co
experimentalmente
ns od
de
tru elo
m
cc s
ió
n
hechos
observados comprobables
Figura 1.4: (Representación conceptual) Un enfoque para la comprensión de los fenómenos naturales.
1.4 Cómo mejorar en los exámenes (y descubrir nuevas leyes físicas) 19
• Finalmente, observar una relación entre dos círculos de ideas nos puede llevar a formu-
lar nuevas preguntas que posteriormente revelarán su importancia. Por ejemplo, incluso
después del descubrimiento de James Watson y Francis Crick de que la molécula de
DNA era una frase muy larga escrita en un alfabeto con cuatro letras (capítulo 3), la aten-
ción no se concentró inmediatamente en la importancia de hallar el diccionario, o có-
digo, que relacionara las secuencias de dichas letras con el alfabeto de aminoácidos, con
20 letras, que constituye las proteínas. Interpretar el problema como una transferencia
de información condujo a George Gamow, un físico interesado en Biología y Cosmolo-
gía, a escribir un influyente artículo en 1954 planteando esta pregunta y sugiriendo que
responderla podría resultar menos difícil de lo que parecía a primera vista.
Podría parecer que ya no necesitamos contentarnos con modelos simples. ¿No pueden se-
guir las grandes computadoras los detalles precisos de cualquier proceso? Sí y no. Muchos
procesos de bajo nivel pueden ser seguidos actualmente a escala molecular, pero nuestra
capacidad para obtener una imagen detallada incluso de sistemas sencillos es muy limita-
da, en parte por el rápido crecimiento de complejidad computacional cuando estudiamos
grandes números de partículas. Sorprendentemente, sin embargo, muchos sistemas físicos
tienen “propiedades emergentes” no visibles en la dinámica compleja de sus moléculas in-
dividuales. Las ecuaciones sencillas que estudiaremos intentan encapsular estas propieda-
des y a menudo consiguen captar las características más importantes del conjunto del
sistema complejo. Algunos ejemplos tratados en este libro serán la poderosa propiedad de
invariancia hidrodinámica de escala, explorada en el capítulo 5, el comportamiento de
campo medio de los iones en el capítulo 7 y la elasticidad de macromoléculas en el
capítulo 9. La necesidad de explotar esta simplicidad y regularidad en el comportamiento
colectivo de muchos actores semejantes se acentúa, incluso, cuando empezamos a estudiar
sistemas aún mayores que los considerados en este libro.
• Usaremos a menudo los símbolos N para indicar un número de cosas discretas (un entero
adimensional), V para referirnos a un volumen (en unidades SI, m3), y q para denotar
una cantidad de carga eléctrica (en unidades SI, coul).
• Las tasas de cambio de estas magnitudes serán en general indicadas por dN/dt (con uni-
dades s–1), Q (el caudal, o tasa de variación del volumen, con unidades m3 s–1), e I (la
corriente eléctrica, con unidades coul s–1), respectivamente.
• Si en una habitación de 1000 m3 de volumen tenemos cinco bolas, diremos que la den-
sidad numérica (o concentración) de bolas en la habitación es de c = 0,005 m–3. Las
densidades de magnitudes dimensionales se denotan tradicionalmente por el símbolo ρ,
y un subíndice indica de qué tipo de magnitud se trata. Así, la densidad de masa es ρm
(unidades kg m–3), mientras que la densidad de carga será ρq (unidades coul m–3).
• Análogamente, si tenemos cinco piezas de ajedrez en un tablero de 1 m2, la densidad
numérica superficial σ es 5 m–2. Análogamente, la densidad superficial de carga σq
tiene por unidades coul m–2.
• Supongamos que dejamos caer azúcar por un embudo y que cada segundo caen 40 000 gra-
nos a través de una apertura de 1 cm2 de área. Diremos que el flujo numérico (o simple-
mente “flujo”) de granos de azúcar a través de la apertura es j = (40 000 s–1)/(10–2 m)2 =
4 · 108 m–2s–1. Análogamente, los flujos de magnitudes dimensionales se indican median-
te subíndices; así, jq es el flujo de carga eléctrica (con unidades coul m–2 s–1) y análo-
gamente en otros casos.
Si accidentalmente usamos la densidad numérica en una fórmula que requiere la densidad
de masa, podremos observar que en las unidades de nuestra respuesta faltará el factor de
kg; esta discrepancia es la clave que nos indica que debemos volver atrás y buscar el error.
d
a
Figura 1.5: (Esquemas de estructuras moleculares) (a) La molécula indicada es quiral. (b) Para
demostrar esta propiedad, en este panel indicamos la imagen especular de (a). (c, d) Ninguna versión
girada de (a) coincide con su imagen especular (b), aunque (b) tiene los mismos átomos, los mismos
enlaces y los mismos ángulos de enlace que (a). Sin embargo, si la molécula original hubiera tenido
dos grupos idénticos (por ejemplo, dos grupos blancos en lugar de uno blanco y uno negro), la molé-
cula hubiera sido no quiral: en este caso, (b) hubiera coincidido con (a).
PROBLEMAS
En el capítulo 1 hemos expuesto una incompatibilidad aparente entre las leyes físicas y el
mundo vivo (la generación aparentemente espontánea de orden en los seres vivos) y pro-
pusimos un esbozo de reconciliación (los seres vivos ingieren energía de alta calidad y ex-
cretan energía de baja calidad). Con ese trasfondo físico ya estamos en condiciones de
contemplar con mayor detalle la organización de una célula viva, donde las mismas ideas
aparecerán una y otra vez. En este capítulo abordamos esquemáticamente el contexto de
los diversos fenómenos que nos ocuparán en el resto del libro:
• Cada dispositivo que estudiaremos es un objeto físico; su contexto espacial consiste en
su lugar en la célula con relación con los otros objetos.
• Cada dispositivo también participa en diversos procesos; su contexto lógico consiste en
su papel en estos procesos en relación con el papel de los demás dispositivos.
Ciertamente, en este capítulo introductorio tan sólo podemos arañar la superficie de este
tema vastísimo.1 Sin embargo, resulta útil reunir algunas imágenes reveladoras de los prin-
cipales personajes de nuestra historia, de manera que podamos volver a ellos cuando vayan
apareciendo en los capítulos posteriores. Las figuras 2.1-2.4 dan una visión de conjunto de
los tamaños relativos de los objetos que estudiaremos.
Este capítulo tiene un sabor diferente de los demás, ya que, por mencionar sólo un as-
pecto, no contiene fórmulas, ni intentaremos justificar la mayoría de las afirmaciones que
aparecerán en él. La mayoría de las figuras tendrán pies detallados, cuyo significado puede
que no le resulte claro hasta que los estudie con detalle en un capítulo posterior. No se preo-
1. Si no está familiarizado con la terminología de este capítulo, probablemente desee complementar su lectura
con la de los capítulos introductorios de cualquier libro sobre Biología celular; vea, por ejemplo, la lista indi-
cada al final de este capítulo.
37
38 Capítulo 2 Qué hay en el interior de las células
glóbulo átomos en
pulga protozoo blanco E. coli fago T2 microtóbulo DNA el DNA
1 mm 0,1 mm 0,01 mm 1 µm 0,1 µm 25 nm 2 nm 0,2 nm
Figura 2.1: (Iconos) Dramatis personae. Tamaños relativos aproximados de los protagonistas de nuestra historia. El fago
T2 es un virus que infecta bacterias, por ejemplo, a la Escherichia coli. Una gran parte de este libro está dedicada a fenómenos
relevantes a escalas de longitud que van desde los protozoos hasta la hélice de DNA. [Adaptado de Kornberg, 1989]
c h
a
d
e
b
10 µm
Figura 2.2: (Dibujo, basado en imágenes de microscopio óptico) Tamaños relativos. (a) Cinco
células bacterianas Escherichia coli (ampliadas en la figura 2.3). (b) Dos células de levadura de pa-
nadería. (c) Glóbulo rojo humano. (d) Glóbulo blanco humano (linfocito). (e) Espermatozoide hu-
mano. (f) Célula epitelial (piel) humana. (g) Célula muscular estriada humana (miofibrilla).
(h) Neurona humana (célula nerviosa). [De Goodsell, 1993]
39
cupe por eso. En este momento, su objetivo debe ser terminar este capítulo conociendo una
buena parte del vocabulario que utilizaremos posteriormente. También debería terminarlo
con una intuición general de la jerarquía de escalas en una célula y un cierto sentido de
cómo emergen los principios que rigen cada escala, pero que tienen un carácter diferente
de los de la escala inferior contigua.
Finalmente, las estructuras exquisitas de las páginas siguientes prácticamente nos em-
piezan ya a plantear preguntas: ¿Cómo puede una célula tener en cuenta tantos factores
cuando no hay nadie en ella que gobierne la fábrica? Esta pregunta tiene una respuesta muy
larga, naturalmente. Entre las muchas ideas físicas relevantes para esta cuestión, sin em-
bargo, hay tres que dominarán este capítulo y el resto del libro:
Pregunta biológica: ¿Cómo organizan las células su miríada de procesos químicos y de
sustancias reaccionantes?
Ideas físicas: a. Las membranas bicapa se agregan espontáneamente a partir de sus molé-
culas componentes; la célula las utiliza para estructurarse en compartimientos separados.
b. Las células utilizan transporte activo para transportar materiales sintetizados a destinos
particulares. c. Los procesos bioquímicos son altamente específicos. La mayoría de ellos
son mediados por enzimas que seleccionan una molécula blanco particular y no se ocupan
de las demás moléculas.
c a
0,1 µm
d
Figura 2.3: (Dibujo, basado en imágenes de microscopio electrónico) Tamaños relativos. (a) Di-
versas moléculas y macromoléculas (ampliadas en la figura 2.4). (b) Célula bacteriana (vea las figuras
2.1 y 2.2a). Las estructuras visibles incluyen flagelos (que sobresalen hacia la derecha), el nucleoide
(región blanca central), y la pared celular rígida y gruesa. Los flagelos impulsan la bacteria mediante
un mecanismo estudiado en el capítulo 5; a su vez, son impulsados por motores analizados en el capí-
tulo 11. (c) Virus de la inmunodeficiencia humana. (d) Virus bacteriano, o fago. [De Goodsell, 1993]
42 Capítulo 2 Qué hay en el interior de las células
10 m
a c
l
b d
i j
f
e
g
k
m
h
Figura 2.4: (Dibujo, basado en datos estructurales) Tamaños relativos de los objetos mostrados
en el panel (a) de la figura 2.3. (a) Átomo de carbono. (b) Glucosa, molécula simple de azúcar.
(c) ATP, un nucleótido. (d) Molécula de clorofila. (e) RNA de transferencia o tRNA. (f) Un anticuer-
po, proteína utilizada por el sistema inmunitario. (g) Ribosoma, un complejo de proteínas y RNA.
(h) Virus de la poliomielitis. (i) Miosina, una máquina molecular estudiada en el capítulo 10.
(j) DNA, un ácido nucleico. En el capítulo 9 analizaremos las propiedades mecánicas de moléculas
largas como ésta. (k) Actina F, un elemento del citoesqueleto. (l) Diez enzimas (máquinas proteicas)
que intervienen en la glicólisis, que es una serie de reacciones químicas acopladas que producen
ATP, la moneda de intercambio energético celular, a partir de la glucosa. En el capítulo 11 estudia-
remos la producción de ATP. (m) Piruvato deshidrogenasa, un complejo enzimático grande, anali-
zado también en el capítulo 11. [De Goodsell, 1993]
simple (figura 2.5). Las células eucarióticas son mayores que las procarióticas y tienen un
diámetro de aproximadamente 10 µm. También están limitadas por una membrana plas-
mática, aunque la pared celular puede estar ausente (en las células animales) o presente (en
plantas y hongos). Las células eucarióticas contienen diversos compartimentos internos
bien definidos (ejemplos de orgánulos), cada uno de los cuales está limitado por una o más
membranas parecidas a la membrana plasmática.3 En particular, las células eucarióticas se
3. Una definición de orgánulo es una estructura o subcompartimiento discreto de una célula, especializado en
desempeñar una función particular.
2.1 Fisiología celular 43
1 µm
m
Figura 2.5: (Micrografía electrónica) Célula de levadura, un eucariota sencillo a punto de divi-
dirse. El núcleo (n) está en proceso de división. Algunos poros de la superficie nuclear resultan cla-
ramente visibles. También se muestra una vacuola (v) y diversas mitocondrias (m, parte inferior
izquierda). La muestra fue preparada por congelación ultrarrápida, corte del bloque congelado y pos-
terior calentamiento suave en una cámara de vacío para eliminar las capas exteriores de hielo. A con-
tinuación se efectuó una réplica en una mezcla carbón-platino de la superficie así obtenida y
finalmente se examinó con un microscopio electrónico. [De Dodge, 1968]
distinguen por la presencia de un núcleo. Dicho núcleo contiene el material genético, que
se condensa en cromosomas visibles durante la división celular (sección 3.3.2); el resto
del contenido celular se denomina citoplasma. El núcleo pierde su definición durante la
división, y a continuación se vuelve a formar.
Estructuras limitadas por membranas en células eucarióticas. Además de un núcleo,
las células eucarióticas contienen mitocondrias, orgánulos en forma de salchicha de
aproximadamente 1 µm de ancho (figura 2.6). Las mitocondrias efectúan las etapas finales
44 Capítulo 2 Qué hay en el interior de las células
a b
espacio intermembranal
matriz DNA membrana exterior
0,1 µ m
membrana interior enzimas ATP sintetasas
Figura 2.6: (Esquema; micrografía electrónica de barrido) (a) Situación de las diversas estructuras internas de la mitocon-
dria. La partículas ATP sintetasas son máquinas moleculares donde tiene lugar la producción de ATP (vea el capítulo 11). Están
localizadas en la membrana mitocondrial interna, que actúa como separación entre un compartimiento interior (la matriz) y el
espacio intermembranal. (b) Interior de una mitocondria. La muestra ha sido sometida a congelación ultrarrápida, fracturada, y
grabada para mostrar las numerosas convoluciones de la membrana interior (flechas). [(a) Adaptado de Kart, 2002. (b) De Ta-
naka, 1980]
• Las células de los hongos, como por ejemplo las levaduras, así como las de las plantas, con-
tienen también zonas internas de almacenamiento denominadas vacuolas (vea la figura 2.5).
Al igual que la propia célula, las vacuolas también mantienen una diferencia de potencial
electrostático a través de las membranas que las limitan (vea el problema 11.3).
La parte del citoplasma no contenida en ningún orgánulo limitado por membranas se de-
nomina colectivamente citosol celular.
2.1 Fisiología celular 45
Además, las células producen una diversidad de vesículas (pequeñas bolsas). Las ve-
sículas pueden formarse por endocitosis, un proceso que tiene lugar cuando una parte de
la membrana celular exterior engulle algún objeto o fluido exterior y se repliega sobre sí
misma para formar un compartimento interno. La vesícula resultante se funde entonces
con vesículas internas que contienen enzimas digestivos que rompen su contenido. Otra
clase de vesículas son las vesículas secretoras, bolsitas que contienen productos destinados
a ser liberados al exterior de la célula. Una clase particularmente importante de vesículas
secretoras son las vesículas sinápticas, que poseen neurotransmisores en los extremos de
las células nerviosas. Cuando son estimuladas por la llegada de un impulso eléctrico, las
vesículas sinápticas se funden con la membrana exterior de la célula nerviosa (figura 2.7),
liberan su contenido y estimulan de esta manera la célula siguiente en una ruta neuronal
(vea el capítulo 12).
Otros elementos. Además de las estructuras limitadas por membranas que acabamos de in-
dicar, las células eucarióticas construyen otras estructuras que son visibles con el microsco-
pio óptico. Por ejemplo, durante la mitosis, los cromosomas se condensan en objetos
individuales, cada uno de ellos con una forma y tamaño característicos (figura 2.8). Otra cla-
se de estructuras, los elementos del citoesqueleto, aparecerán en la sección 2.2.4.
100 nm
Figura 2.7: (Micrografía electrónica de transmisión) Fusión de vesículas sinápticas con la mem-
brana de una célula nerviosa (línea continua superior) en la unión, o sinapsis, entre una neurona
(arriba) y una fibra muscular (abajo). A la izquierda, una vesícula ha llegado pero todavía no se ha
fundido; en el centro, hay dos en proceso de fusión, liberando su contenido; a la derecha hay una casi
completamente incorporada a la membrana celular. La fusión de vesículas es el acontecimiento clave
en la transmisión de impulsos nerviosos desde una neurona a la siguiente (vea el capítulo 12). [Ima-
gen digital cedida por cortesía de J. Heuser]
cromosoma mitótico
fibra de cromatina nucleosomas DNA (2 nm
(dos cromátidas, cada
(30 nm de diámetro) (10 nm de diámetro) de diámetro)
una de 600 nm de diámetro)
Figura 2.8: (Esquema) Uno de los 46 cromosomas de una célula humana somática (ordinaria, no germinal). Justo antes de la
mitosis, cada cromosoma está formado por dos copias llamadas cromátidas, cada una de las cuales consiste en fibras densamente
plegadas denominadas cromatina. Cada fibra de cromatina consiste en una larga molécula de DNA arrollada alrededor de una ca-
dena de proteínas denominadas histonas que forman complejos llamados partículas de nucleosoma. [De Nelson & Cox, 2000.]
conectar con sus vecinas de una forma correspondientemente complicada. Cada célula ner-
viosa, o neurona, tiene un cuerpo celular central (el soma) con un conjunto de proyeccio-
nes ramificadas (o procesos). Los procesos de una neurona se subdividen en pequeñas
“líneas de entrada”, las dendritas, y una “línea de salida”, el axón. Toda la estructura ra-
mificada tiene un solo compartimiento interior lleno de citoplasma. Cada axón termina en
uno o varios terminales axónicos (o botones) que contienen vesículas sinápticas. Una es-
trecha hendidura, o sinapsis, separa el terminal axónico de una neurona de las dendritas
de la neurona siguiente. En el capítulo 12 estudiaremos la transmisión de información a lo
largo del axón de una neurona a otra.
Algunos otros elementos de la anatomía externa de una célula son transitorios. Por
ejemplo, consideremos la célula mostrada en la figura 2.9. Esta célula es un fibroblasto; su
misión es reptar entre otras células, dejando un rastro de proteínas que forma los tejidos
conectivos. Otras células reptantes son los osteoblastos, que depositan materiales minera-
les para formar los huesos, y las células de Schwann y oligodendroglia, que se envuelven
alrededor de los axones nerviosos produciendo capas de aislante eléctrico.
El fibroblasto de la figura 2.9 tiene muchas protrusiones en su borde anterior. Algunas
de estas protrusiones, denominados filopodios, tienen forma de dedos, de aproximadamen-
te 0,1 µm de diámetro y diversos micrómetros de longitud. Otras, los lamelipodios, tienen
forma de lámina. Los organismos unicelulares, como las amebas, se impulsan mediante
protrusiones más gruesas denominadas seudópodos. Todas estas protrusiones se forman y
se retraen rápidamente, buscando, por ejemplo, otras células con moléculas de señaliza-
ción adecuadas en sus superficies. Cuando encuentra una de estas superficies, la célula rep-
tante se adhiere a ella y estira hacia ella el resto de su cuerpo. De esta manera, la reptación
de las células puede conducir a la construcción de tejidos multicelulares complejos: cada
célula busca un vecino próximo y se adhiere a él.
Otras células especializadas, como las que recubren los intestinos humanos, tienen
centenares de finísimas proyecciones digitales, denominadas microvilli, con el fin de au-
mentar el área de su superficie para absorber rápidamente el alimento. Otras células tienen
proyecciones de una forma semejante (cilios y flagelos eucarióticos) que oscilan activa-
mente hacia atrás y hacia delante (figura 2.10). Por ejemplo, el protozoo Paramecium tiene
2.2 Lista de los constituyentes moleculares 47
arruga
filopodio
lamelipodio
10 µ m
Figura 2.9: (Micrografía electrónica de barrido) Célula reptando. En el borde anterior de esta
célula de fibroblasto (parte superior izquierda), filopodios, lamelipodios y arrugas se proyectan des-
de la superficie celular. La célula repta extendiendo su borde anterior hacia la izquierda. [Imagen di-
gital cedida por cortesía de J. Heath]
cilios que lo impulsan a través de los fluidos; un poco a la inversa, las células estacionarias
que recubren nuestros pulmones se van limpiando mediante un transporte continuo de una
capa de mucus desde su base hacia arriba. En el capítulo 5 estudiaremos este proceso. En
la figura 2.10 se muestra otra aplicación de los cilios: estos apéndices llevan partículas de
comida a la “boca” un animal unicelular.
Otra clase de pequeñas características anatómicas incluye la estructura fina de las
dendritas de una neurona. Frecuentemente, la sinapsis real no hace intervenir el cuerpo
principal de la dendrita, sino una diminuta espina dendrítica que se proyecta de ella (las
pequeñas protuberancias que se pueden apreciar en la ilustración de la cubierta de este
libro).
10 µm
Figura 2.10: (Micrografía electrónica de barrido) El ciliado Didinium, un animal unicelular que
se encuentra en agua dulce en reposo. La “boca” del Didinium está al final de una pequeña proyec-
ción, rodeada por un anillo de cilios. En el capítulo 5 estudiaremos cómo los cilios impulsan un flujo
de fluido. [De Shih & Kessel, 1982]
• Las cuatro bases del DNA (vea la sección 2.2.3) también tienen una estructura de anillo.
Una clase (las pirimidinas: citosina y timina) tiene un anillo; la otra (las purinas: guanina
y adenina) tiene dos. Vea la figura 2.11.
• Para construir el RNA se utiliza un conjunto ligeramente diferente de cuatro bases: la
timina es sustituida por una molécula parecida, con un solo anillo, el uracilo.
Las estructuras en anillo de estas moléculas les dan una forma fija y rígida. Las bases son
anillos planos. Uniendo una base a un azúcar simple (ribosa o desoxirribosa) y a un fosfa-
to, da un nucleótido. Por ejemplo, el nucleótido formado por la base adenina, el azúcar
ribosa y un solo fosfato es denominado monofosfato de adenosina, o AMP. Las moléculas
correspondientes con dos o tres grupos de fosfato en fila son denominadas difosfato de
adenosina (ADP) y trifosfato de adenosina (ATP), respectivamente (figura 2.12). Dichas
moléculas son llamadas a veces genéricamente trifosfatos de nucleósido (o NTP).
Los trifosfatos de nucleósido, como el ATP, transportan una gran cantidad de energía
almacenada, debida en parte a la auto-repulsión de grandes cargas eléctricas (equivalentes
a tres protones) mantenidas muy próximas las unas a las otras por los enlaces químicos de
la molécula. (En el capítulo 8 estudiaremos el concepto de energía química almacenada y
de su utilización.) De hecho, las células utilizan el ATP como una moneda energética de
50 Capítulo 2 Qué hay en el interior de las células
enlaces fosfoanhídrido
O O O adenina
H2O + O P O P O P O CH2
O O O
ribosa
O O O adenina
+
H + HO P O + O P O P O CH2
O O O
ribosa
fosfato
inorgánico (Pi)
ADP
Figura 2.12: (Diagramas de estructura molecular) El trifosfato de adenosina es hidrolizado en muchos procesos bioquí-
micos. Un ATP y una molécula de agua son descompuestos, dando ADP, fosfato inorgánico (Pi) y un protón H+. Una reacción
semejante, que da la misma cantidad de energía libre, descompone el ATP en monofosfato de adenosina (AMP), un compuesto
con un grupo fosfato y pirofosfato, o PPi. En el capítulo 8 estudiaremos el almacenamiento de energía química, y en el capítulo 10
los motores moleculares alimentados por ATP. [Adaptado de Alberts et al., 1997]
intercambio casi universal; mantienen altas concentraciones interiores de ATP que serán
consumidas por las diversas máquinas moleculares cuando sea necesario.4
Hay dos clases más de moléculas pequeñas que también nos interesan especialmente.
La primera de ellas, los ácidos grasos, tienen una estructura simple: consisten en una ca-
dena de átomos de carbono (por ejemplo, quince para el ácido palmítico, derivado del acei-
te de palma) con un grupo carboxilo (—COOH) en su extremo. Los ácidos grasos son en
parte importantes como bloques constitutivos de los fosfolípidos que serán mencionados
en la sección 2.2.2. Finalmente, los aminoácidos son un grupo de unos 20 bloques cons-
titutivos con los cuales están formadas las proteínas (figura 2.13). Como se muestra en la
figura, cada aminoácido tiene un esqueleto central común, con un “enchufe” en un ex-
tremo (el grupo carboxilo) y una “toma de corriente” en el otro (el grupo amino —NH2).
Ligado al extremo del átomo de carbono central (denominado el carbono α), hay un gru-
po lateral (genéricamente designado como R en la figura 2.13a) que determina
la identidad del aminoácido. Por ejemplo, la alanina es el aminoácido con el grupo late-
ral —CH3. La síntesis de proteínas consiste en ir conectando sucesivamente la toma
del aminoácido siguiente (o residuo) con el enchufe del anterior mediante la reacción
4. Las células también utilizan trifosfato de guanosina (GTP) y un puñado de otras moléculas pequeñas para
funciones semejantes. Los nucleótidos también sirven como moléculas de señalización celular interna.
Una forma modificada del AMP, denominada AMP cíclico o cAMP, es particularmente importante en esta
función.
2.2 Lista de los constituyentes moleculares 51
H R H2O H O R
H O H O H O
N C C + N C C N C C N C C
H OH H OH H OH
R H R H H
b SH
extremo amino extremo carboxilo
H O CH2 H H
H 2N C C N C C N C COOH
CH2 H H O CH
C CH3 CH3
HN CH
HC NH+
colas hidrofóbicas
se incluyen la que rodea cada célula. Las moléculas de fosfolípido tienen nombres largos
pero informativos; por ejemplo el dipalmitoil-1 fosfatidilcolina (o DPPC) consiste en dos
(di) cadenas de ácido palmítico unidas mediante un fosfato a un grupo de cabeza colina.
Análogamente, la mayoría de las grasas está formada por tres cadenas de ácidos grasos,
cada una de las cuales está unida por un enlace químico a uno de los tres átomos de carbono
de una molécula de glicerol, para formar un triglicérido. La unión se realiza mediante una
reacción de condensación semejante a la indicada en la figura 2.13.
2.2 Lista de los constituyentes moleculares 53
1 nm
Figura 2.15: (Estructura obtenida a partir de coordenadas atómicas) Imagen estéreo de la doble
hélice de DNA. Para ver la imagen, empiece situando la nariz a unos pocos centímetros de la página
(si es miope, quítese las gafas). Imagine que está mirando un objeto lejano a través de la página. Si es
necesario, haga girar la página unos pocos grados, de manera que los dos puntos cercanos a los centros
de cada panel queden alineados horizontalmente. Espere hasta que ambos puntos se fundan en uno
solo. Concéntrese en mantener fundidos los dos puntos a medida que va apartando lentamente la pá-
gina de la nariz. Cuando la página esté suficientemente lejos para que sus ojos puedan enfocarla, la
imagen tridimensional saltará de la página frente a sus ojos. La estructura tiene unos 2 nm de ancho.
La porción mostrada consiste en doce pares de bases apilados verticalmente. Cada par de bases es una
placa casi plana, horizontal, de unos 0,34 nm de grosor. El apilamiento se va torciendo ligeramente
más de una revolución completa desde la parte inferior a la superior. [De Dickerson et al., 1982]
Polisacáridos. Los polisacáridos forman una tercera clase de biopolímeros, con los áci-
dos nucleicos y las proteínas. Son largas cadenas de moléculas de azúcar. Algunos, como
el glucógeno, son utilizados para almacenar energía a largo plazo; otros ayudan a las cé-
lulas a identificarse entre sí. Cuando se entrelazan con péptidos cortos, los polisacáridos
también pueden formar redes bidimensionales resistentes, la capa de peptidoglicano que
confiere a las paredes de las células bacterianas su resistencia.
2.2 Lista de los constituyentes moleculares 55
1 nm
Figura 2.16: (Estructura obtenida a partir de coordenadas atómicas) Una hebra de RNA utiliza
el apareamiento de bases y otras interacciones para formar una estructura tridimensional única. La
molécula mostrada es un RNA de transferencia de la levadura; fija el aminoácido fenilalanina, lo
transporta al ribosoma y lo libera (vea la figura 2.24). Los nucleótidos planos apilados se muestran
como estructuras en forma de barras, en su mayoría en el interior; los átomos del esqueleto de azú-
cares y fosfatos son en cambio representados por esferas, para poner de manifiesto la estructura en
doble hélice de algunas partes de la molécula plegada. Hebras más largas de RNA pueden tener zonas
de pares de bases complementarios, conduciendo a estructuras plegadas más complejas que la mos-
trada en esta figura. En la sección 6.7 estudiaremos cómo el plegamiento y desplegamiento del RNA
pueden ser controlados por fuerzas exteriores.
R9
R8
C
R7
OC
O
R6
H C
FALTA FIGURA
N C
R5
C R4
O H
C
N R3
O H
N
R2
H
N
R1
0,2 nm
polipéptidos que se extienden por una distancia arbitrariamente larga. Tales disposiciones
pueden ser interpretadas como polímeros cuyos monómeros son, ellos mismos, proteínas.
Dos ejemplos nos resultarán de particular interés en el capítulo 10: microtúbulos y actina F.
58 Capítulo 2 Qué hay en el interior de las células
vesícula
quinesina
MT
microtúbulo 100 nm
Figura 2.19: (Esquema; micrografía electrónica). (a) Modelo que muestra cómo una quinesina arrastra una vesícula a lo lar-
go de un microtúbulo. En el capítulo 10 estudiaremos el funcionamiento de este motor molecular. (b) Micrografía que parece
mostrar la situación representada en (a). Las flechas indican los puntos de conexión. Neuronas de médula espinal de rata fueron
congeladas ultrarápidamente y grabadas para producir la muestra. [(a) Adaptado de Kandel et al., 2000. (b) Imagen cedida por
cortesía de N. Hirokawa; vea Hirokawa et al., 1989]
matriz
membrana f
interna
membrana
externa
citoplasma
10 nm
Figura 2.20: (Dibujo basado en datos estructurales) Sección transversal de un fragmento de mitocondria (figura 2.6) en que
muestra sus dos membranas. Cada una de ellas consiste en una bicapa lipídica (figura a color 2) con proteínas inmersas en ella
(o ligadas a ella). El citoplasma celular circundante aparece en la parte inferior de la figura. (Su propia membrana plasmática está
igualmente poblada con proteínas inmersas.) La membrana mitocondrial externa está atravesada por proteínas integrales de mem-
brana que forman canales (marcadas con p). La membrana mitocondrial interna contiene complejos proteínicos que intervienen
en la fabricación de ATP. En el capítulo 11 estudiaremos una de éstas, el complejo F0-F1 (indicado con una f). Una parte de la
matriz mitocondrial aparece en la parte superior izquierda. [De Goodsell, 1993]
a b
Na +
K+
lado
extracelular
membrana
plasmática
lado
citoplasmático
Na +
ATP ADP+Pi
Figura 2.21: (Esquema) (a) Canal iónico pasivo, como los que dan lugar a la parte óhmica de
las conductancias de membrana (vea el capítulo 11). (b) Bomba sodio-potasio (también estudiada en
el capítulo 11). El esquema ha sido simplificado: en realidad, se cree que la bomba enlaza tres iones
Na+ y un ATP antes de su cambio conformacional principal, que expulsa los iones Na+. A continua-
ción enlaza dos iones K+, libera ADP y fosfato, hace entrar los iones K+ y los libera. En este punto,
la bomba está lista para empezar un nuevo ciclo. [Adaptado de Kandel et al., 2000]
nueva proteína
cromosomas que
contienen DNA
poros nucleares
transcripción traducción
Figura 2.22: (Esquema) Flujo de información en una célula. A veces, el producto de la traduc-
ción es una proteína reguladora, que interacciona con el genoma de la célula, y da a lugar así a un
bucle de retroacción. [Adaptado de Calladine & Drew, 1997]
sección 2.3.2, la DNA polimerasa está formada por proteínas. El DNA contiene genes,
que consisten en regiones reguladoras y regiones codificadoras que especifican las se-
cuencias de aminoácidos de las diversas proteínas que se necesitan. Un organismo
complejo puede tener decenas de miles de genes diferentes, en tanto que la E. coli tie-
ne menos de 5 000 (el organismo más sencillo conocido, Mycoplasma genitalium, tie-
ne menos de 500). Además de los genes, el DNA contiene un rico conjunto de
secuencias reguladoras para el enlace de las proteínas reguladoras junto con tramos in-
mensos que no tienen ninguna función conocida.
2. Otra máquina molecular denominada RNA polimerasa lee la copia maestra en un pro-
ceso denominado transcripción (figura 2.23). La RNA polimerasa es una combina-
ción de motor de desplazamiento y de enzima; se acopla con el DNA cerca del inicio
RNA polimerasa
DNA
mRNA
10 nm
Figura 2.23: (Dibujo, basado en datos estructurales) Transcripción del DNA a RNA mensajero
por la RNA polimerasa, un motor que se desplaza. La polimerasa lee el DNA a medida que va reco-
rriendo la hebra de DNA, y va sintetizando mRNA al moverse. [De Goodsell, 1993]
64 Capítulo 2 Qué hay en el interior de las células
amino
acil-tRNA
sintetasas 10 nm
tRNA
subunidades
de ribosoma
nueva
proteína
mRNA
Figura 2.24: (Dibujo, basado en datos estructurales) La información del RNA mensajero es traducida a una secuencia de
aminoácidos que forman una nueva proteína por la acción combinada de una 50 máquinas moleculares. En particular, la amino
acil-tRNA sintasa suministra los RNA de transferencia, cargados con aminoácidos, a los ribosomas, los cuales construyen las nue-
vas proteínas a medida que van leyendo el RNA mensajero. No se indican algunas proteínas auxiliares menores, los factores de
iniciación, elongación y transcripción, que ayudan a los ribosomas a llevar a cabo su trabajo. [De Goodsell, 1993]