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Universidad De Panamá

Centro Regional Universitario De San

Miguelito

Facultad De Derecho Y Ciencias Políticas

Medicina Legal

Análisis De La Autopsia Que Se Practicó Al Almirante Ingles


Nelson.

Profesor

Carlos Smith

Estudiantes:

Elena Jurado 8-825-1848


Marswee Othón 8-761-1698
Carolina Vergara 8-1011-1531
Odalis De León 8-756-1225

Panamá, 17 de febrero 2024

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“Inglaterra espera que todo hombre
cumpla con su deber.” Horatio Nelson

2
INTRODUCCIÓN

Horatio Nelson, I vizconde de Nelson, I duque de Bronte (Burnham Thorpe, Inglaterra, 29 de


septiembre de 1758-Cabo de Trafalgar, 21 de octubre de 1805), fue un vicealmirante de la
Marina Real británica, conocido por sus victorias durante las Guerras revolucionarias francesas
y las Guerras napoleónicas, particularmente por su victoria en Trafalgar. Su liderazgo
inspirador, su dominio de la estrategia y sus tácticas poco convencionales provocaron una serie
de victorias navales británicas decisivas, particularmente durante las Guerras Napoleónicas. Fue
herido en combate, perdiendo la vista en un ojo en Córcega a los 35 años, y la mayor parte de
un brazo en el fallido intento de conquistar Santa Cruz de Tenerife cuando tenía 40 años. Murió
tras recibir un disparo durante su victoria en la Batalla de Trafalgar en 1805.

Nelson nació en una familia de Norfolk relativamente rica y se unió a la marina por influencia
de su tío, Maurice Suckling, un oficial naval de alto rango. Nelson ascendió rápidamente de
rango y sirvió con los principales comandantes navales de la época antes de obtener su propio
mando a la edad de 20 años, en 1778. Desarrolló una reputación de valor personal y firme
dominio de las tácticas, pero sufrió períodos de enfermedad y desempleo después del final de la
Guerra de Independencia de Estados Unidos. El estallido de las Guerras Revolucionarias
Francesas permitió que Nelson regresara al servicio, donde estuvo particularmente activo en el
Mediterráneo. Luchó en varios conflictos en Tolón y fue
importante en la captura de Córcega y en los asuntos
diplomáticos posteriores con los estados italianos. En 1797,
sobresalió mientras estaba al mando del HMS Captain en la
Batalla del Cabo San Vicente, (fue el buque insignia del
comandante en jefe de la escuadra británica en la Batalla del
Cabo de San Vicente en 1797. El almirante Nelson, a bordo del
HMS Captain, lideró el grupo que tomó al asalto y captu).

Poco después de esa batalla, Nelson participó en la Batalla de


Santa Cruz de Tenerife, donde su ofensiva fracasó y resultó
gravemente herido, perdiendo el brazo derecho, y se vio
obligado a regresar a Inglaterra para recuperarse. Al año siguiente obtuvo una victoria decisiva
sobre los franceses en la Batalla del Nilo, permaneciendo en el Mediterráneo para apoyar al
Reino de Nápoles contra una invasión francesa. En 1801 fue enviado al Báltico y obtuvo otra
victoria, esta vez sobre los daneses en la batalla de Copenhague. Comandó el bloqueo de las
flotas francesa y española en Tolón y, después de su fuga, las persiguió hasta las Indias
Occidentales, teniendo que retirarse sin lograr entrar en combate. Después de un breve regreso a
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Inglaterra, se hizo cargo del bloqueo de Cádiz en 1805. El 21 de octubre de 1805, la flota
franco-española salió del puerto y la flota de Nelson les atacó en la batalla de Trafalgar. La
batalla se convirtió en una de las mayores victorias navales de Gran Bretaña, pero Nelson, a
bordo del HMS Victory, fue herido de muerte por un tirador francés. Su cuerpo fue devuelto a
Inglaterra, donde se le concedió un funeral de Estado.

La muerte de Nelson en Trafalgar aseguró su posición como una de las figuras más heroicas de
Gran Bretaña. El significado de la victoria y su muerte durante la batalla llevó al dicho
"Inglaterra espera que todo hombre cumplirá con su deber" (England expects that every man
will do his duty), siendo citado, parafraseado y referenciado regularmente hasta la actualidad.
Numerosos monumentos, incluida la Columna de Nelson en Trafalgar Square, Londres, y el
Monumento a Nelson en Edimburgo, han hecho que su memoria y su legado sigan siendo muy
influyentes.

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ANÁLISIS DE LA AUTOPISTA PRACTICADA AL ALMIRANTE INGLES
NELSON

La batalla de Trafalgar fue una batalla naval


que tuvo lugar el 21 de octubre de 1805, en el
marco de la tercera coalición iniciada por el
Reino Unido, Austria, Rusia, Nápoles y Suecia
para derrocar a Napoleón Bonaparte del trono
imperial y disolver la influencia militar
francesa existente en Europa. Está considerada
como una de las más importantes batallas
navales del siglo XIX. Muchos comandantes y
capitanes murieron durante la batalla. La baja
británica más importante fue la de Horatio
Nelson, casi una hora y media después de
empezar el combate, alcanzado por un tirador
del navío francés Redoutable.

El combate naval más famoso de Lord Nelson


en el cabo Trafalgar salvó a Gran
Bretaña de la amenaza de invasión de
Napoleón Bonaparte. Fue asesinado mientras lideraba el ataque contra la flota
combinada francesa y española, alcanzado por el disparo de un francotirador francés
durante la batalla.

Murió poco después, convirtiéndose en uno de los mayores héroes de guerra de


Gran Bretaña.

La herida fatal fue documentada en ese momento por el Dr. William Beatty, el cirujano
del HMS Victory (el buque insignia del almirante Horatio Nelson en la Authentic
narrative of the death of Lord Nelson (“Auténtica narración de la muerte de Lord
Nelson”) publicada en 1807, Beatty sugirió que una división de una gran rama de la
arteria pulmonar izquierda fue la causa de la muerte prematura de Lord Nelson.
Si bien esto ha sido muy analizado, discutido e interpretado desde entonces, merece una
revisión y un comentario desde nuestro siglo XXI.

El presente análisis neuroquirúrgico de la herida fatal conduce a una conclusión algo


diferente y más completa que la explicación histórica convencional de la causa de la
muerte.

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El lunes 21 de octubre de 1805, poco
después de la una de la tarde, en medio
de la batalla naval, el capitán del HMS
Victory se dio cuenta de que Nelson ya
no estaba junto a él. Se volvió para ver a
Nelson arrodillado en la cubierta,
apoyándose con la mano izquierda, la única, antes de caer de costado. Le había
disparado un tirador francés de mosquete abordo de la Redoutable, a una distancia de
sólo 15 metros. Nelson sintió que “la muerte entraba con ella”, porque cuando el
horrorizado Hardy se inclinó sobre su afligido amigo y comandante, escuchó las
terribles palabras: “Hardy, creo que por fin lo han logrado ... mi columna vertebral
está atravesada”. Golpeando a Nelson en el hombro izquierdo en la charretera, con una
fuerza que primero lo arrodilló, la bala francesa fue descrita como aplastando dos
costillas (la segunda y la tercera), desgarrando su pulmón izquierdo y “cortando una
arteria principal en camino”.

Luego, habiendo fracturado la columna a nivel de la sexta-séptima vértebra


torácica, e “hiriendo la médula espinal”, se alojó 5 cm por debajo de su omóplato
derecho en los músculos de su espalda.

Después de caer, un sargento mayor de infantería


de marina, Robert Adair y dos marineros, llevaron
a Nelson a la cabina del piloto. Les pidió que
hicieran una pausa mientras daba algunos consejos
a un guardiamarina sobre el manejo del timón.
Nelson luego se cubrió la cara con un pañuelo
para evitar causar alarma entre la tripulación. Lo
llevaron al cirujano, William Beatty, y le dijo:

“Beatty, no puedes hacer nada por mí. Tengo poco tiempo de vida. Mi espalda está
atravesada”.

Le tomó más de tres horas morir, sucumbiendo a las 4:30 PM. Durante la mayor parte
de ese tiempo estuvo en estado de shock y agonía. La herida de entrada fue en el

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hombro izquierdo y la bala bajó por el tórax y la columna. Beatty escribió que “la lesión
en la columna por sí sola podría haber sido mortal”, pero “solo
por ella podría haber sobrevivido 2 a 3 días, aunque
en condiciones miserables”. Beatty no intentó
sondear o explorar la herida ya que “la columna
vertebral estaba atravesada” y no quería causar
más dolor. Finalmente, sacó la bala a bordo del
Victory antes de llegar a Inglaterra (diciembre de
1805) y encontró “una parte del cordón dorado y
la almohadilla de la charretera, junto con una
pequeña pieza de la chaqueta de su señoría
firmemente sujeta a ella”.

A Nelson lo reanimaron y le dieron limonada y vino aguado después de que se quejó de


“sentir calor y sed”. Preguntó varias veces por Hardy, que estaba en cubierta. Hardy
bajó a cubierta para ver a Nelson poco después de las dos y media y le informó que
varios barcos enemigos se habían rendido.

Las palabras de Nelson fueron cuidadosamente registradas durante las tres horas de su
agonía. Se acostó abajo en la cabina del piloto con un gran dolor, pero consciente hasta
justo antes de morir.

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SÍNTOMAS REGISTRADOS

Algunos de los síntomas registrados de Nelson apoyan el diagnóstico de hemitórax:


Nelson “tuvo dificultad para respirar”, sintió “un chorro de sangre dentro de su
pecho”, le pidió a su ayuda de cámara que lo “volteara del lado derecho”, lo cual “le
dio escaso alivio”, y también dijo: “Siento que algo sube en el lado izquierdo de mi
pecho”.
La primera autopsia parcial del Dr. Beatty

Realizada a bordo del Victory el día después de la muerte de Nelson y una segunda
(repetida más tarde en el viaje a casa) mostraron que “la cantidad de sangre derramada
no parecía ser muy grande”. Algunas de las otras lesiones, incluida la del pulmón
izquierdo, en el camino de la bala de mosquete, no pudieron explicar fácilmente por sí
mismos su muerte tan rápida después de la herida de bala, considerando que “la
hemorragia fue moderada”. La columna vertebral, fue “seccionada por la bala”.
También se registro “pérdida de movimiento y de la sensación debajo del tórax”, lo que
implica una lesión de la médula espinal.

El caso es que las lesiones fueron causadas por una bala de mosquete que, según
balística, es de conocida velocidad lenta y de trayectoria recta. Cabe señalar que existe
una distancia anatómica significativa entre las ramas de la arteria pulmonar y la
columna vertebral. Suponiendo que la arteria pulmonar izquierda o una rama grande de
la misma estuviera realmente lesionada, los estudios anatómicos basados en atlas y
disección de cadáveres no logran respaldar un recorrido simple en línea recta de la bala
que podría haber dañado la arteria y también haber dañado la médula espinal en su
camino hacia adelante.

Las afecciones que ponen en peligro la vida de las lesiones del tórax (como la de
Nelson) incluyen taponamiento cardíaco, neumotórax a tensión, neumotórax abierto,
hemotórax masivo y tórax inestable por múltiples fracturas costales. El manejo del
hemotórax masivo incluye reemplazo de volumen y descompresión torácica.

Según Beatty, la dificultad para respirar fue breve, a pesar de las fracturas de la 2ª y 3ª
costillas y la lesión pulmonar, y Nelson siguió hablando libre y frecuentemente hasta el
final, descartando un tórax inestable fatal o un neumotórax a tensión potencialmente
fatal.

El pulso de Nelson era “débil, pequeño e irregular”, compatible con shock. Esta
condición puede ser producida por factores que atacan la fuerza del corazón como una
bomba, disminuyen el volumen de sangre (como en una hemorragia externa o
interna), comprimen o desplazan el corazón y/o pulmones (como en un hemotórax o
en un neumotórax a tensión), o permiten que los vasos sanguíneos aumenten de

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diámetro (como en la sepsis, la anafilaxia y el shock neurogénico espinal). El tipo más
común de shock es el shock hipovolémico (o de bajo volumen). Ocurre cuando la
sangre o el plasma se pierden en cantidades tales que el volumen restante no puede
llenar el sistema circulatorio a pesar de la constricción de los vasos sanguíneos. Se
caracteriza por una significativa hipotensión arterial y taquicardia compensadora.

Los pacientes están pálidos, fríos y húmedos.

El tratamiento del shock hipovolémico requiere la sustitución del volumen, es decir,


transfusión de sangre, detener el sangrado (especialmente si es arterial), y evacuar el
hematoma si su volumen es tal que comprime o desplaza estructuras vitales (corazón,
pulmones). Nelson, paralizado y sangrando internamente, yacía en las estrechas
habitaciones de los guardiamarinas en la popa del barco, debajo de la línea de flotación
y en la oscuridad (las paredes estaban pintadas de rojo oscuro). Los asistentes le dieron
líquidos mientras veían a Beatty trabajar con los heridos, mientras los hombres de la
cubierta inferior vitoreaban después de que cada barco francés era golpeado.

Consciente de su herida mortal, Nelson le dio a Hardy instrucciones para el cuidado de


su familia y solicitó que su cuerpo no fuera arrojado por la borda. Hardy estuvo de
acuerdo y tras su muerte, y después de las plegarias, colocó el cadáver en un leaguer,
el barril más grande de a bordo, que estaba lleno de brandy. Así embalsamado,
Horatio Lord Nelson regresó a Inglaterra y recibió el entierro de un héroe.

Un estudio neuroquirúrgico completo de la herida fatal sugiere que Lord Nelson murió
principalmente por y en shock espinal luego de una lesión total de la médula espinal
torácica media. Hubo una pérdida completa de toda la actividad neurológica por debajo
del nivel de la sección de la médula, incluida la función motora, sensorial, refleja y
autónoma. Las quejas de Lord Nelson se registraron bien: “Mi columna vertebral está
atravesada”, (lesión vertebral), “Todo el poder de movimiento debajo de mi pecho se
ha ido” y “No tengo sensación debajo del tórax” (daño de la médula espinal). Se sentía
“sediento” y “caliente” casi todo el tiempo y pedía “ventilación, ventilación” y “beber,
beber”. Sólo al final tuvo frío.

Nelson estaba paralizado y en shock neurogénico espinal luego de la lesión / transección


de la médula espinal, presentando parálisis flácida de las extremidades inferiores,
arreflexia y anestesia por debajo del nivel de la lesión, y con severos efectos
autonómicos.

El shock espinal fue definido por primera vez por el médico escocés Robert Whytt.
El shock espinal neurogénico es un tipo de shock distributivo en el que hay una
pérdida repentina del tono simpática autónomo, lo que resulta en hipotensión arterial,
bradicardia y alteración de la autorregulación (que conduce a una lesión secundaria). El
mecanismo del shock espinal implica la interrupción repentina de la conducción en la
médula espinal, así como el daño de las neuronas al nivel de la lesión. Hay una pérdida

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de la actividad refleja somática y autónoma por debajo del nivel del segmento medular
dañado.

La disreflexia autonómica ocurre cuando los arcos reflejos de la médula espinal que
están inmediatamente por encima de la lesión también pueden verse gravemente
alterados por una pérdida de la regulación craneal que conduce inicialmente a una
hipertensión arterial extrema, pérdida del control de la vejiga / intestino, sudoración,
dolores de cabeza y otros efectos simpáticos. Es difícil determinar con precisión si esto
ocurrió en el caso de Nelson, ya que obviamente no se disponía de documentación
médica moderna de los signos vitales.

El sistema nervioso autónomo o sistema nervioso eferente visceral tiene dos divisiones:
simpático y parasimpático. Son antagónicos. La modulación farmacológica se basa en
neurotransmisores y receptores, dos neuronas y dos sinapsis: preganglionares y
posganglionares. Las neuronas simpáticas están ubicadas en la columna gris de células
intermedio laterales de la médula espinal.

Cuando es necesario, es decir, después de una pérdida de sangre, un sistema nervioso


simpático intacto desencadena varios mecanismos compensatorios al liberar epinefrina
y norepinefrina. Estos neurotransmisores inicialmente causan un aumento de la
frecuencia cardíaca, respiración más rápida y sudoración.

Causan vasoconstricción para desviar la sangre de las extremidades hacia los órganos
vitales. Esto a su vez conduce a un aumento de la presión arterial y una piel pálida y
fría. En el estado de shock terminal, el paciente generalmente presenta presión arterial
muy baja, piel pálida y fría, pulso débil y rápido y respiración rápida y superficial. Sin
embargo, en el caso del shock neurogénico, hay una pérdida repentina de estimulación
simpática de los vasos sanguíneos, que hace que se relajen (vasodilatación), lo que
resulta en una caída repentina de la presión arterial debido a la disminución de la
resistencia vascular periférica.

La hipotensión severa y la bradicardia en una lesión aguda de la médula espinal (lesión


completa) ocurren debido a un desequilibrio del control autónomo con una influencia
parasimpática intacta, a través del nervio vago, y la pérdida del tono simpático por la
interrupción del control supra espinal. Por lo tanto, el cuerpo pierde su capacidad para
activar el sistema nervioso simpático y no puede activar mecanismos compensatorios.
El tono parasimpático permanece. El shock neurogénico incluye hipotensión debido a
una vasodilatación masiva y repentina. La piel caliente y enrojecida se debe tanto a la
vasodilatación como a la incapacidad de vasoconstricción. El priapismo,
ocasionalmente presente, también se debe a vasodilatación. Una sección aguda de las
vías descendentes de la médula espinal interrumpe el control supra espinal del sistema
nervioso simpático, con parálisis inicial y alteración de la actividad simpática por
debajo del nivel de la lesión. Eso, y como se mencionó anteriormente, la falta de
inhibición del sistema nervioso parasimpático tiene efectos agudos, subagudos y

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crónicos graves. Una lesión medular torácica media aguda y completa, como la de
Nelson, se caracteriza por un déficit motor y sensorial por debajo del nivel de la lesión,
inestabilidad cardiovascular, termorreguladora y broncopulmonar, alteración urinaria,
gastrointestinal y sexual.

En resumen, los pacientes en shock neurogénico espinal presentan


bradiarritmias cardíacas, hipotensión, control anormal de la temperatura
y alteración de la sudoración y vasodilatación.

Lord Nelson estaba en shock neurogénico.

Lo más probable es que estuviera hipotenso y bradicárdico, y con la piel enrojecida,


tibia y seca y sensación de calor, al menos inicialmente, seguido de hipotermia después
de la vasodilatación y la pérdida de calor. Debido a que su lesión estaba en T6-7 (entre
C5 y T10), también debió haber compromiso de los músculos intercostales respiratorios
asociados con hipoxia, hipercapnia y congestión bronquial. Si se lesionara hoy, el
almirante Nelson recibiría una atención quirúrgica inicial competente a bordo de un
barco de la Armada, seguida de atención en una unidad hospitalaria de neurocirugía
terciaria en tierra.

Sobreviviría, pero, desafortunadamente, como parapléjico, y según el informe de la


autopsia del Dr. Beatty: “El resto del cuerpo no mostró anomalías. El corazón y los
pulmones estaban sanos ... (el cuerpo) parecía de un joven dadas todas las pruebas de
que Su Señoría podría haber vivido una gran edad”. Tenía solo 47 años.

CONCLUSIÓN DEL ANÁLISIS NEUROQUIRÚRGICO

Este análisis neuroquirúrgico forense de la herida fatal de Lord Nelson en Trafalgar


llega a una conclusión diferente y más completa con respecto a la causa principal de su
muerte, que la convencionalmente aceptada.

La pérdida de sangre de una arteria pulmonar desgarrada o de una de sus ramas y/o la
compresión de estructuras vitales por un hemotórax, no fue la única ni la principal causa
de su muerte, considerando que el sangrado fue moderado y que la balística moderna
excluye un vaso mayor en la trayectoria de la bala de mosquete.

Lord Nelson, acalorado al principio y frío después, paralizado, con dolor de espalda y
pulso arterial débil, murió en su mayor parte a causa de un shock espinal, luego de un
daño completo de la médula espinal torácica media, que fue seccionada en T6-7
por el paso de un disparo de bala por un mosquetero francés, lo que resultó en la
pérdida / parálisis de toda la actividad neurológica por debajo del nivel de la
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lesión, incluida la función motora, sensorial, refleja y autonómica. Esto impidió
que el cuerpo del Almirante, a pesar de su juventud, compensara la hemorragia
torácica, lo que contribuyó a la disfunción / muerte celular del órgano terminal por
hipoperfusión tisular.

NOTICIAS DE LA MUERTE DE NELSON

Noticias de la muerte de Nelson tardó 16 días en llegar a Londres ; durante los


siguientes dos meses, Inglaterra estuvo en un frenesí. Las veces publicó artículos diarios
sobre la desaparición de Nelson y el progreso de regreso a casa de su barco,
el Victoria a pesar de tener poco que informar además de especulaciones. Los testigos,
después de todo, todavía estaban en el mar y la comunicación electrónica aún no existía.
Los miembros del público escribieron tantos poemas de lamentación que el periódico
tuvo que pedirles que lo hicieran deje de enviar poemas tanto en inglés como en latín,
generando antologías de Nelson como la de 1807 Luctus Nelsoniani .Aunque nadie en
Inglaterra sabía todavía lo que había sucedido en los momentos finales de Nelson, el
Teatro Drury Lane organizó representaciones nocturnas. No había forma de escapar de
la manía de Nelson.

Unas palabras sobre cirujanos. Para un lector moderno, el título evoca respeto. Estos son
los milagros fríos bajo presión que pueden limpiar un corazón y reconectar las
terminaciones nerviosas. En el siglo XIX, no tanto. Domo de éter , un tiempo que no
está del todo alejado de los días del cirujano y barbero; en ausencia de anestesia, la
mayoría de los cirujanos eran esencialmente luchadores, tipos fornidos que podían
sujetarte o noquearte mientras serruchaban y cosían. A diferencia del médico del
barco, normalmente no eran invitados a cenar con los oficiales comisionados. Aunque la
profesión estaba tratando de establecer un sistema de acreditación, la mayoría del
público todavía visto a los cirujanos como un cruce entre carniceros y artistas de
espectáculos secundarios y no estaban muy equivocados.

Cirujano de Nelson

El cirujano de Nelson, William Beatty, fue excepcionalmente competente. En Trafalgar,


sobrevivieron 96 de 102 víctimas tratadas por Beatty, incluidas 9 de 11 amputadas. Para

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el contexto, estadísticas del campo de batalla recopiladas en 1816 se encontró que la
tasa de mortalidad por amputación en el mejor de los casos era del 33 por ciento, y en
condiciones menos óptimas más del 46 por ciento. Beatty no estaba funcionando en el
mejor de los casos, según Cirujano de Nelson por Laurence Brockliss, John Cardwell y
Michael Moss. Estaba en una cabina pequeña y mal iluminada en un barco atacado y
luego en un huracán. Para empeorar las cosas, no tenía suficiente personal. La
asombrosa tasa de supervivencia de Beatty es aún más notable cuando se recuerda que
el trabajo de Pasteur sobre la teoría de los gérmenes y el desarrollo de la cirugía
antiséptica de Lister no ocurriría hasta dentro de 50 años.

Sir William Beatty

Cirujano, responsable de la preservación del


cuerpo de Nelson durante el largo viaje de
regreso a Inglaterra.

Fue lo suficientemente valiente como para decir


"Creo que sé cómo hacer esto", y sus compañeros
de trabajo confiaron en su habilidad.

Conservación de un cadáver valioso o un


espécimen científico en alcohol para su
transporte no era inaudito en el siglo XIX; es un
precursor de las prácticas de embalsamamiento
contemporáneas. Eso no significa que fuera
común. No es algo con lo que la mayoría de la gente tuviera experiencia directa. Pero la
gente estaba lo suficientemente familiarizada con la idea de que tenían opiniones firmes
al respecto, era comúnmente conocido por parte del público que la mejor manera de
preservar un cuerpo era en ron marino, al igual que hoy sabemos que se supone que
debes beber ocho vasos de agua al día, sin importar quién eres o qué recipientes usas
para medir un vaso.

Al mantener los restos de Nelson en brandy y etanol, "espíritu de vino" en la jerga del
día, Beatty se estaba oponiendo a la sabiduría popular. Como científico, sabía que el
cuerpo de Nelson tenía la mejor oportunidad de sobrevivir al viaje si usaba el licor de
prueba más fuerte a bordo. Pero si no funcionaba, y no había garantía de que lo hiciera,
el ron estándar era la opción políticamente más segura.

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Antes de que se pudiera demostrar que tenía razón o no, el barco tuvo que cojear su
camino de regreso a Inglaterra, afligido, herido jurado amañado . Y los mejores
esfuerzos improvisados de Beatty solo pudieron ralentizar la descomposición del
cadáver de Nelson, no detener el proceso por completo. El cuerpo se estaba pudriendo
lentamente. Dos semanas de viaje, presiones gaseosas reventar la tapa del barril ,
sobresaltó tanto a uno de los vigilantes que pensó que Nelson había vuelto a la vida y
estaba tratando de salir. Mientras tanto, Londres se estaba preparando para la
celebración fúnebre más lujosa imaginable. Cuando el Victoria finalmente llegó a
puerto, se inundó con un torrente de visitantes. Si alguien a bordo había dudado de la
intensidad del interés del público, ya no podía estar en duda.

Para preparar el cuerpo para que permaneciera en estado en Greenwich, Beatty quitó el
de Nelson restos en escabeche algo deteriorados del barril, los envolvió en lino limpio y
los transfirió a un ataúd de plomo, nuevamente lleno de brandy, así como de alcanfor y
mirra.

A mitad de la transferencia, Beatty aprovechó la oportunidad para realizar una autopsia,


durante la cual recuperó la bala del mosquete y una pieza de charretera de oro, prueba
de que Nelson había recibido un golpe en el hombro antes de que la bala se alojara en su
columna vertebral. Beatty escribió sus hallazgos para el Almirantazgo y el hermano de
Nelson, pero su objetivo principal no era la búsqueda de hechos: necesitaba vaciar los
tejidos blandos abdominales de Nelson, que se estaban descomponiendo a un ritmo más
rápido que todo lo demás. Aunque Beatty reclamaría más tarde el cadáver estaba en
perfecto estado, tanto él como el capellán escribió cartas a sus superiores sugiriendo que
la cara era demasiado espantosa para la vista del público.

Después de un último cambio de cuerpo, a un ataúd de madera Beatty se mostró


cauteloso para asegurarse de que la piel de Nelson no se cayera frente a todos y una gira
de despedida en el ataúd cerrado, Londres celebró un funeral que costó alrededor de $
1.2 millones, ajustado por inflación . Nelson fue enterrado. Su cadáver había pasado 80
días sin refrigerar en la superficie

En 1807, Beatty se defendió con un libro superventas Narrativa auténtica de la muerte


de Lord Nelson , que les permite a los lectores saber en una voz autorizada en tercera
persona que todas sus decisiones habían sido excepcionalmente inteligentes y, por
cierto, el brandy era la mejor opción. Regresa a este punto al menos cuatro veces :

Se encontró que prevalecía una opinión muy general pero errónea sobre la llegada del
Victory a Inglaterra, que el ron preserva el cadáver de la descomposición por mucho
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más tiempo y más perfectamente que cualquier otro espíritu, y por lo tanto debería
haber sido usado: pero el hecho estado lo contrario, porque hay varias clases de
aguardientes mucho mejores para ese propósito que el ron; y como su idoneidad a este
respecto surge de su grado de fuerza, del cual depende únicamente su calidad
antiséptica, el brandy es superior., es sin duda, con mucho, el mejor, cuando se puede
adquirir ".

En cuanto a la bala de mosquete asesina, el Capitán Hardy de “ Bésame, Hardy ”fama


deja que Beatty se lo quede como amuleto de buena suerte. Lo usó como reloj remoto
por el resto de su vida. Cuando murió en 1842, su familia se lo dio a la reina Victoria.
Está en el gran vestíbulo del castillo de Windsor.

TEORÍA DE LA MUERTE BUSCADA DE PROPÓSITO O DEL SUICIDIO

En un foro de Historia Naval se publicó el 7 de septiembre de 2004 una comunicación


indicando que en ciertos círculos londinenses se aseguraba que la muerte del almirante
Nelson fue una muerta buscada de propósito.

A continuación, se reproducen los párrafos más importantes de dicha teoría, alguno de


cuyos párrafos son reproducción de «La agonía del almirante Nelson» recogidos más
arriba por lo que no se reproducen.

En el caso de Nelson, se diría que el gran almirante quiso coronar su existencia con la
puntual escenificación de su muerte. Nelson murió en plan de héroe shakespeariano;
después de su fallecimiento, algunos sospecharon que, habiendo logrado ya en
Trafalgar la victoria, aunque el combate prosiguiera, el almirante se había expuesto
deliberadamente al fuego del enemigo por miedo a un destino que debía parecerle aún
más horrible que la muerte: la ceguera total. ¿No es inconcebible un almirante ciego?

El doctor William Beatty, que practicó la autopsia a Nelson por haberlo dejado éste así
dispuesto, anotó: «Los órganos esenciales se hallaron en buenas condiciones, al
parecer, porque eran tan pequeños que más parecían corresponder a un adolescente
que a un hombre que había rebasado los cuarenta y siete años (…). Teniendo en
cuenta los hábitos moderados de Nelson, cabe suponer que habría podido alcanzar
una edad muy avanzada -pero viene enseguida la frase terrible-. Si hubiera vivido un
par de años más y hubiera seguido navegando, habría perdido la vista por completo».

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El almirante conocía esta amenaza del destino. Así pues, su muerte cuando la batalla
estaba ya ganada se nos aparece bajo una luz muy diferente. Como la de los focos de
una grandiosa puesta en escena. Sobrevienen dudas en cuanto a esta teoría cuando
leemos las cartas que pocas semanas antes había escrito Nelson a su querida lady
Hamilton. Del 17 de septiembre de 1805: «De nuevo te suplico, mi querida Emma, que
te armes de valor, y te aseguro que disfrutaremos juntos de muchos, muchos, muchos
años de vida en compañía de nuestros hijos y nuestros nietos». Y del 19 de octubre del
mismo año: «En todo caso procuraré que mi nombre no desmerezca de ti y de Horacia
[la hija de ambos], a las que quiero más que a mí misma vida. Como ésta es mi última
carta antes de la contienda definitiva, confío en que Dios me dé vida para terminarla
después de la batalla».

Pero ¿no fue extraño el comportamiento de Nelson? En vez de cubrirse, permaneció de


pie en la cubierta de popa del, vistiendo el uniforme completo de almirante con sus
cuatro condecoraciones. El «Victory» y el Bucentaure, nave insignia del almirante
Villeneuve, se hallaban tan cerca la una de la otra que no pudieron utilizar la
artillería, de manera que los hombres disparaban con fusiles desde las cubiertas. Sus
oficiales no se atrevieron a decirle que bajase a quitarse el uniforme; el médico Beatty
lo intentó, pero le retuvieron los capitanes de fragata Blackwood, Dundas, Capel y
Prowse, que estaban a su alrededor.

Por último, Nelson rogó a Blackwood y Hardy, el capitán de la «Victory», que le


acompañaran a su camarote, y una vez allí les presentó un escrito, el cual les pidió que
firmasen como testigos. Extraña ocurrencia en medio de una batalla. Más extraño aún
era el contenido del escrito, que era una carta de Nelson al Rey. Preocupado por el
porvenir de lady Hamilton y de la hija de ambos, aludía a los servicios prestados a
Inglaterra durante la campaña de Egipto. «Si yo hubiese podido proveer entonces,
ahora no me vería obligado a recurrir a mi patria -escribía el almirante al monarca-.
Pero no habiéndome sido posible, dejo a Emma Hamilton bajo la protección de mi Rey
y mi país con el ruego de que provean a su manutención decente; ítem más, confío a la
beneficencia de mi país a mi hija adoptiva Horatia Nelson Thompson, con el deseo de
que lleve en adelante el apellido Nelson. No tengo otras mercedes que solicitar a mi
Rey y a mi patria en este momento en que me dispongo a librar batalla por el uno y por
la otra.» Los dos capitanes se retiraron después de firmar conforme a los deseos del
almirante. Un teniente dijo luego haber visto a Nelson rezando arrodillado en su
camarote. En aquellos momentos no era el dominador de los siete mares ni el enemigo
irreconciliable de Napoleón ni el glorioso vencedor de Abukir, sino sólo un pobre
hombre que había decidido buscar la muerte.

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Los héroes mueren solos. La muerte de Nelson comenzó allí abajo, en su camarote. Y
como el destino le había condenado a un porvenir oscuro, a vivir entre tinieblas, él
prefirió rebelarse y dejar la vida puesto en pie y cara a cara frente al mundo. Sobre
todo, morir en el punto y hora elegidos por él, y no de su propia mano sino peleando
contra el enemigo, como debe hacer un héroe. El héroe sueña con una muerte gloriosa.
Muchos la buscaron deliberadamente a través de sus hazañas de temeridad
desaforada; otros tuvieron la desgracia de sobrevivirse a sí mismos. Y casi todos
creyeron en una potencia superior, llámese «Destino», «Dios» «Providencia», de la
que se consideraban meros instrumentos. …Su médico William Beatty dejó la crónica
auténtica de la muerte de lord Nelson (The Authentic Narrative of the Death of Lord
Nelson, Londres 1807). Pero no; él quería dar ejemplo, apostado en la cubierta de su
nave, perfectamente visible tanto para los suyos
como para el enemigo. Y todos sabían que los
franceses habían apostado en los aparejos a sus
mejores tiradores, cuya puntería era bien conocida
y temida. Permanecer en cubierta y con el uniforme
de gala puesto, en esas condiciones, fue
efectivamente un suicidio.

Tan pronto como empezó la batalla, seis naves


enemigas tomaron al «Victory» bajo sus fuegos;
entre éstas la Santa Ana, entonces el segundo barco
de guerra más potente del mundo con sus 122 cañones (tras del Santísima Trinidad, de
144). Los hombres que rodeaban al almirante fueron los primeros en caer: John Scott,
secretario de Nelson, el escribiente Whipple y ocho infantes de Marina de su escolta. El
almirante Nelson, puesto en su papel de héroe, comentó con indiferencia: «Demasiado
fuego como para que vaya a durar mucho». Con su habitual serenidad, sin embargo, se
abstuvo de replicar mientras el contrario estuviese todavía demasiado lejos. Tras veinte
minutos de preparación artillera que rompieron el juanete mayor y el timón, lord
Nelson pasó al ataque y ordenó al capitán Thomas M. Hardy, que había combatido a
su lado en Abukir, el abordaje contra la nao francesa Redoutable. Se dio la orden de
fuego a discreción y la nave quedó tan dañada que zozobró al día siguiente.

La batalla duraba como una hora cuando, de súbito, el capitán Hardy vio que el
almirante Nelson caía de rodillas y se derrumbaba de bruces sobre las tablas,
exactamente en el mismo charco de sangre dejado por su secretario. Y comenta el
doctor Hardy que «no es seguro, pero sí muy probable que los hombres del enemigo
tuviesen orden de tomar como punto de mira a lord Nelson; en el instante en que cayó
herido Su Excelencia sólo quedaban dos franceses con vida a bordo de la Redoutable».
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Nelson anunció a Hardy: «Al fin han acabado conmigo». «No digáis eso, sir», le
recriminó, y el almirante replicó: «Ya lo creo. Tengo destrozada la columna vertebral».
Le bajaron al lazareto, donde yacían numerosos marinos y soldados; precariamente
vendado, lo trasladaron al camarote de un cadete, que estaba por debajo de la línea de
flotación. Una vez allí el almirante
ordenó: «Hay que cambiar los cables del
timón, ¡pronto!» y Hardy asintió. El
doctor Beatty ayudó a desnudar al
herido, durante cuya operación se
descubrió un escapulario que llevaba
Nelson, y que contenía una miniatura de
lady Hamilton disfrazada de bacante. El
diagnóstico del doctor Beatty después de
la -exploración fue que la bala había
atravesado una charretera y roto dos
costillas; pero la herida era más grave de lo que parecía a primera vista. Tenía
destrozada la arteria pulmonar izquierda y la bala, al salir, había roto las vértebras
sexta y séptima. Lord Nelson estaba perfectamente al tanto de su estado. «¡Tengo la
columna vertebral destrozada! -repitió varias veces, y luego-: Os lo había dicho,
doctor. Estoy perdido. Saludad a lady Hamilton y a Horacia en mi nombre. A
continuación, agregó: Debo dejar a lady Hamilton y a mi hija adoptiva Horatia bajo la
tutela de mi país».

Después de recomendar a todos, una vez más, que se ocuparan de lady Hamilton y de
su hija, pronunció sus últimas palabras: «Al menos hemos cumplido con nuestro
deber, a Dios gracias». La anotación del día en el cuaderno de bitácora del «Victory»:
«El tiroteo se prolongó en parte hasta las 4:30, muriendo de su herida, después de
recibir el parte de la victoria, el muy honorable lord Vicombe Nelson, caballero de
Bath y almirante de la flota» … Nelson murió tal como él había previsto, en héroe.
Pero los héroes muertos, a veces constituyen un espectáculo de comicidad macabra. El
superhombre muerto es una caricatura, porque la muerte no va con ellos. El último
viaje del heroico marino Horatio Nelson degeneró en farsa. Después de cortarle el
cabello como recuerdo para lady Hamilton, conforme a su última voluntad, lo vistieron
con un camisón y lo metieron en el barril más grande que pudieron hallar a bordo de
la «Victory». Provisionalmente rellenaron de ron el tonel, que se cambió por alcohol
cuando la flota hubo arribado a Gibraltar. Una noche, durante el viaje de regreso, se
levantó con estrépito la tapa del tonel y la guardia dio la voz de alarma. Investigado el
incidente resultó que por efecto del alcohol el cadáver del almirante había soltado
súbitamente una emanación de gases.
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CONCLUSIONES

Solo hay una cosa clara y rotunda y es que el almirante Nelson fue abatido por un
disparo de mosquete a las 1325 y murió a las 1630 hs. del día 21 de octubre de 1805
a consecuencia de las graves heridas recibidas.

Que se ignora quien fue el autor del fatídico disparo.

Que se efectuó desde la cofa del palo de mesana del navío francés «Redoutable»

Que el disparo se efectúo con un mosquete marca «Tulle», que era la factoría que
suministraba el armamento reglamentario a la marina imperial, modelo de 1793, y
similar al modelo Charleville, tenía una longitud total de 1,515 m., con un cañón de
1,140 m. de largo, sin punto de mira y pesaba de 6 a 7 kg.

Que el sargento Robert Guillemard, que se atribuyó la autoría del mismo, es con
toda probabilidad un impostor y farsante y que muy posiblemente ni llego a estar en
la cofa citada, pues ninguno de los allí apostados sobrevivieron a la batalla dado que
fueron pasados a cuchillo o alcanzados por disparos de tiradores del «Victory»

Que igualmente es muy dudosa la autoría inglesa de quien mató al tirador que hirió
al almirante Nelson, pudiendo ser cualquiera de los dos guardiamarinas, el de
señales John Pollard o el guardiamarina del alcázar Francis Edward Collingwood,
autoría que también, al parecer, se atribuye la tripulación del «Temeraire».

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BIBLIOGRAFÍA

 Buzzi A. (dic.2020). Alma Cultura y Medicina .6(4). 66-75


 Síntesis de los artículos aparecidos en Internet de D. Fernando Quesada
Sanz, para «La aventura de la historia» (marzo, nº 5), y de D. Sven Lindquist
en «La Insignia» (lainsignia.org), noviembre del 2004, igualmente de D.
Marcelo San Martín en «Historia de los Brown Bess».

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