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OBSERVACIÓN
Juego de imitación
VINCULACIÓN
CONCIENTIZACIÓN
Introducción
Sólo cuando somos transformados por el Espíritu Santo, su unción reposa sobre
nuestras vidas, pues Él nos sella como su propiedad (1 Corintios 1:21-22). Esa es
nuestra seguridad: el Señor está con el que es ungido, con aquel que se deja
moldear para parecerse cada vez más a Cristo.
Retomando el triste caso de Saúl, explicado la semana anterior, vemos que Dios
desechó a Saúl como rey de Israel, porque al desobedecerlo, él desechó a Dios.
Igual que pasa con la salud física, necesitamos colocarnos en las manos de un
experto. Sólo el Espíritu Santo, que todo lo escudriña, sabe lo que está mal en
nuestra vida; conoce el origen de nuestra enfermedad, lo que causa sufrimiento, e
intercede por nosotros al Padre con gemidos indecibles: “Del mismo modo, y
puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda.
Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por
nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo”
(Romanos 8:26 TLA).
En el poder del Espíritu Santo nosotros somos débiles, pero Él es fuerte. Esto es
evidente en la vida del apóstol Pablo, cuando sufrió frente al aguijón de su carne.
Clamó a Dios que se lo quitara, pero, aunque no le quitó la debilidad (el aguijón),
Dios se glorificó en ella, a través de su gracia: “Me alegro de ser débil, de ser
insultado y perseguido, y de tener necesidades y dificultades por ser fiel a Cristo.
Pues lo que me hace fuerte es reconocer que soy débil.” (2 Corintios 12:10 TLA).
“Saulo”, el autosuficiente, nunca hubiera dicho esto, pero “Pablo”, el ungido, sí.
Saulo era fuerte, pero Pablo era débil gracias al aguijón de su carne.
Pablo no llegó a la gente con palabras vanas de humana sabiduría, sino con
palabras de poder, y para esto se necesita de la unción. El carisma llega hasta
cierto punto, pero sucumbe; lo único inagotable y que trasciende para llenar las
necesidades nuestras y de las personas que nos rodean, es la plenitud de la
unción del Espíritu Santo.
Dios obra sólo a través de hombres y mujeres que, como el apóstol Pablo,
permiten que Cristo viva su vida en y a través de ellos. El secreto de una vida de
poder se resume en Gálatas 2:20 TLA: “En realidad, también yo he muerto en la
cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el
que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él
me amó y quiso morir para salvarme”.
Aplicación Teoterápica
Es imposible vivir el fruto del Espíritu Santo sin haber sido mudados por Él, pues
es precisamente la unción la que hace clara nuestra identidad y nuestras raíces,
para saber exactamente de dónde venimos (nuestros ancestros verdaderos),
quiénes somos hoy y para dónde vamos.
Como herederos del pacto, la promesa del Espíritu Santo es para nosotros hoy.
Debemos cuidarnos de ser parte del grupo de los necios, quienes, como Saúl,
desechan a Dios. Más bien ser de aquellos, quiénes como Pablo o Pedro, se
sometieron al tratamiento de Dios para ser mudados y así formar parte de los
planes sobrenaturales de Dios.
DETERMINACIÓN
La idea es que cuando así lo indique el líder, las personas ubiquen quienes tienen
la silla premiada y contesten lo que allí se les pregunta.
CONSAGRACIÓN
Guiar un tiempo de oración, agradeciéndole a Dios por la obra transformadora del
Espíritu Santo y disponiendo el corazón, para que esa obra sea perfeccionada
hasta el final. Pueden usar la siguiente canción durante la ministración.
https://www.youtube.com/watch?v=dVBbcX4H0nk
REPRODUCCIÓN
Motivar a los asistentes para que durante la siguiente semana le compartan a una
persona su testimonio de vida transformada por el Espíritu Santo, y la inviten a la
próxima reunión.