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¿Por qué es necesaria la memoria

histórica?
La idea de memoria histórica contiene un amplio universo de
referencias. En nuestro país, nos traslada de forma automática a
las trayectorias de las personas que vivieron la Guerra Civil y la
posguerra desde el lado de los perdedores y a la ausencia de
reconocimiento de su sufrimiento, su dolor y su condición de
víctimas. Remite asimismo a la memoria colectiva y a la forma en que estas personas explican
(y se explican) su pasado.

Memoria y resiliencia
Los testimonios de las personas que prestan su memoria para complementar la historia con
documentos y relatos que no se encuentran en los archivos y libros históricos reflejan su
capacidad de supervivencia y de resistencia, de superación de momentos traumáticos y de
desarrollo de una identidad que les permite conservarse y hacer coherente su ideología con el
contexto en que tuvieron que relacionarse y vivir. Reflejan, por tanto, su capacidad resiliente.

La resiliencia posee dos dimensiones diferentes: por un lado, alude a la capacidad de


adaptación y por otro, representa la facultad de resistencia, en este caso conectada a la dureza.
La recuperación de la memoria histórica constituye en sí misma un acto de resiliencia que
comprende su definición en un sentido amplio, es decir que implica ambas dimensiones,
elasticidad y dureza.

Además, se extiende hasta el presente, pues en los relatos encontramos el sentido positivo de
haber podido superar una situación extrema para poder contarla y mantener una coherencia
vital entre la persona que lo cuenta y la que sobrevivió a la represión.

Trabajar con los recuerdos


Recoger testimonios orales y utilizar la memoria como objeto de estudio comporta, no
obstante, algunos inconvenientes asociados a la peculiaridad del vehículo de análisis de los
hechos: los recuerdos. Las memorias se pueden borrar, modificar o ampliar, y son susceptibles
de tergiversar aquello que ocurrió. Al mismo tiempo, representan una herramienta de
reconstrucción de los hechos del pasado a través de una mirada del presente.

De esta forma la memoria es un elemento cargado de subjetividad, pero con gran capacidad
simbólica: recupera aquello que no está presente de manera tangible en la historia pero que
tiene un papel esencial en la configuración de identidades e ideologías.

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El relato conjunto que se construye, y en el que cada
individuo matiza su experiencia y la dota de
peculiaridades, constituye la memoria colectiva
ignorada durante décadas en función de la transmisión
de una única historia oficial. Los relatos construidos de
esta manera son diversos y heterogéneos en lo que
respecta a las experiencias vividas, las represiones
sufridas y las estrategias adoptadas, pero mantienen
un elemento común: todos ellos amplían la historia
que conocemos y nos muestran un contexto social
que, en muchos casos, desconocíamos.

Esta reconstrucción del relato genera, en numerosas


ocasiones, controversias sociales y políticas que
demuestran que el conflicto sigue latente en la
sociedad. Pero la recuperación de la memoria se
construye como una alternativa al silencio, un silencio que en muchos casos impide el
recuerdo de vivencias pasadas, el desarrollo de estrategias resilientes comunes y la
reorganización del recuerdo colectivo que posibilite la (re)construcción de identidades
grupales. La presencia de la memoria significa que se brinda la posibilidad de que los
testimonios que son rebatidos o no quieren ser escuchados, puedan expresarse y de que esas
voces, tanto tiempo calladas, puedan ser oídas.

La democracia permite echar la vista atrás


Superar el pacto del olvido, por tanto, implica asumir que el consenso social de “olvidar” debe
ser sustituido por “recuperar”, así como la aceptación explícita de que el pasado es diferente
a cómo lo relatan las fuentes oficiales y que aquellos que no pudieron participar en la
construcción de ese discurso deben ser tenidos en consideración.

La democracia ha alcanzado hoy en día un grado de madurez que permite abordar este
objetivo. Reconocer una parte de la historia negada, olvidada o silenciada, implica también
significar a aquellos que sufrieron sin ser reconocidos o fueron estigmatizados sin poder
restaurar, aunque fuera de manera simbólica, su dignidad o la de sus antepasados.

Pese a que pueda parecer inconveniente recuperar un conflicto que no afectó directamente a
muchos de los que hoy conforman la sociedad, la recuperación de la memoria histórica puede
facilitar una mayor cohesión social. Escuchar todas las versiones y todos los recuerdos es un
síntoma de que la democracia ha alcanzado un alto grado de compromiso con todos sus
ciudadanos, sin discursos hegemónicos ni silencios forzados.

Recuperar la memoria es también una forma de cerrar unas heridas que permanecen abiertas
desde hace demasiado tiempo, porque poder hablar del pasado sin temor implica que este se
puede conocer en el presente sin que ello suponga revivir antiguos traumas y disputas.

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Además, para quienes pueden o quieren compartir sus recuerdos, hablar de ello es también
una forma de superación, de terapia individual que al ser compartida se convierte en colectiva.

Conocer diferentes versiones, escuchar los relatos


que han estado ocultos durante décadas no puede
evidentemente cambiar lo que ya ocurrió y,
además, aquellos que nos lo relatan tampoco lo
pretenden. Pero sus recuerdos sí pueden modificar
el conocimiento actual sobre la historia, afectando
de esta forma al presente y al futuro.

Recordar es un derecho y, para muchos, un deber


para poder perdonar y cerrar las heridas abiertas.
La recuperación de sus memorias permite, además, que aquellos que se han sentido víctimas,
sin poder reclamar o reivindicar su historia, puedan asumir un papel activo en la reelaboración
de la memoria colectiva.

Hoy, segundas y terceras generaciones tienen la oportunidad de redactar un nuevo discurso


sobre el pasado con la distancia emocional y las herramientas democráticas de las que
disponemos, una narración en la que las víctimas y los culpables pueden probablemente
adoptar un nuevo significado y en la que la antigua confrontación puede dar paso a una pluralidad
de relatos que sirvan para que en el futuro se conozca una historia necesaria y diferente.

Bibliografía
¿Por qué es necesaria la memoria histórica? (theconversation.com)

La memoria histórica: una apuesta por la paz (centrodememoriahistorica.gov.co)

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