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PUNTEO “LA NOCHE DEL APAGÓN DE LEDESMA”

La empresa Ledesma S. A. A. I (Sociedad Anónima Agrícola Industrial) es el complejo


agroindustrial más importante del Noroeste Argentino, propiedad de la tradicional familia
oligárquica Arrieta-Blaquier. El Ingenio se encuentra ubicado en la localidad jujeña de
Libertador General San Martín, en el departamento que, paradójicamente, lleva el mismo
nombre: Ledesma. Emplea alrededor de siete mil trabajadores y en 2017 representaba un
total del 17% de la producción en el sector.
El Ingenio Ledesma fue fundado en 1830 por José Ramírez Ovejero González, desde sus inicios
tiene estrecha vinculación con el gobierno de turno, inclusive aquellos de facto. Carlos
Blaquier, actual dueño y presidente de la empresa hasta 2013 cuando le cede el cargo a su hijo,
no sólo colaboró con las fuerzas represivas tras el golpe cívico-militar de 1976 sino que
también fue cercano a la dictadura de Juan Carlos Onganía. La familia actualmente posee una
de las fortunas más grandes de la Argentina, ocupando el lugar 27 en la lista de las 100
personas más ricas del país.
Hasta la década de 1960, durante la cosecha, era necesario una cantidad exorbitante de
zafreros, es decir obreros de la cosecha de caña de azúcar. Sin embargo, en 1970 se dio el
empuje final para comenzar un período de mecanización; esto implicó menor cantidad de
contrataciones debido al reemplazo de la mano de obra por maquinaria tecnológica.
Resulta importante tener en cuenta el contexto del funcionamiento de la estructura productiva
del ingenio y su impacto humano, ecológico y económico, para comprender que el terror
instaurado durante la dictadura se constituyó en otro elemento más de control, en un marco
de explotación extrema. La jornada diaria de más de 12 horas que debían cumplir los
trabajadores (en ese entonces entre 12.000 y 12.500, hoy serían menos de 2.500), los
insuficientes salarios, pagados no con dinero sino con papeles de crédito de la empresa, la
falta de atención médica adecuada y las condiciones precarias de vivienda en pueblo, vigentes
tanto en los años ́70s como en la actualidad, constituyen el contexto de la política represiva.
Esto se suma a la profunda insalubridad no sólo de las condiciones de trabajo sino de vida, ya
que por la constante aspiración del polvo del bagazo, el desecho de la caña de azúcar que
contamina el agua, el aire y la tierra, los pobladores sufren severos problemas respiratorios.
En el contexto de la creciente movilización obrera argentina, desde la segunda mitad de 1960
venía en aumento la conflictividad de los gremios azucareros en Tucumán, Salta y Jujuy y la
fortaleza de la Federación Azucarera Regional.
La represión comenzó en 1974 en el contexto de la lucha emprendida por el Sindicato de
Obreros y Empleados del Ingenio Ledesma (SOEIL) y la Obra Social. Luego del golpe militar, la
represión cobró intensidad sin perder su focalización en los militantes gremiales y políticos,
mayoritariamente ligados con la empresa Ledesma, pero se amplió de los principales
dirigentes a los militantes gremiales, políticos y sociales, así como a familiares de los
primeros.
La represión en la empresa Ledesma y su entorno se encuadra en procesos regionales y
provinciales más amplios. En el marco de la doctrina de la seguridad nacional adoptada por
las Fuerzas Armadas, desde la década de 1960 las provincias de Salta, Jujuy y Tucumán fueron
consideradas como focos de riesgo de “brotes subversivos” con potenciales consecuencias a
nivel nacional.

Los hechos sucedieron entre los días 20 y el 27 de julio de 1976, se produjeron varios cortes
de luz en los pueblos de Libertador General San Martín, El Talar y Calilegua (provincia de
Jujuy). Integrantes del Ejército, la Policía y Gendarmería, con la participación de vehículos,
instalaciones y personal del ingenio, saquearon y allanaron viviendas llevándose secuestradas
a centenares de personas, alrededor de 400, de las cuales 33 aún permanecen desaparecidas.
Las voces testimoniales recuerdan cortes abruptos en el suministro de luz, y el silencio de la
noche interrumpido por ruidos, frenadas de autos, de camiones, puertas que eran abiertas a
golpes de patadas y armas, empujones, gente corriendo, gritos aterrorizados , otros furiosos
dando órdenes.
De este suceso destacamos la complicidad de Ingenio Ledesma quien persiguió, y entregó, a
los trabajadores sindicalizados, es decir, a los “obreros subversivos”. Las listas eran armadas
por el propio directorio presidido por Pedro Blaquier junto a la Administración General, a
cargo de Alberto Lemos, sobre todo las de sus empleados. Blaquier había sido beneficiado
durante el onganiato, en 1966, por el Decreto Ley 16.926 que lo dejaba fuera de la restricción
de los cupos del azúcar, ( el cierre forzado de 11 de los 27 ingenios existentes en Tucumán,
para transferir gran parte de la producción tucumana de azúcar a los Ingenios de Salta y Jujuy,
que continuaron con la regulación azucarera, fijándose cupos de producción por «zonas
territoriales»: Tucumán, Salta-Jujuy y el Litoral, respectivamente).

Los secuestrados fueron recluidos en diferentes centros clandestinos de detención en los que
fueron brutalmente torturados, entre los que se encontraba “la sede del escuadrón 20 de
gendarmería nacional, ubicado dentro del predio de la Empresa Ledesma, en la actualidad
llamado Barrio Ledesma.”
.

A raíz de lo acontecido en el Ingenio Ledesma, Carlos Pedro Blaquier fue procesado por la
justicia federal de Jujuy en el año 2012 por los hechos ocurridos en la Noche del Apagón. Su
cargo fue de cómplice primario en los 26 casos de privación ilegítima de la libertad de la causa
Burgos, por haber facilitado las camionetas para efectuar el traslado de los secuestrados a
centros clandestinos de detención, y por los 36 secuestros seguidos de asesinato. Sin embargo,
en marzo de 2015, la sala IV de la Cámara Federal dictó la falta de mérito de Blaquier
(Blaquier, procesado por los secuestros en Jujuy, 15 de noviembre de 2015).
Hace unos pocos días, el 8 de julio de 2021 y luego de seis años de demora, la Corte Suprema
de Justicia de la Nación revocó por mayoría el fallo de Casación que había beneficiado con una
falta de mérito a los responsables empresariales, considerando “arbitrario” el
pronunciamiento de la Sala IV de Casación.

SOBRE “EL FAMILIAR”


“El Familiar”, así le dicen los/as pobladores de Ledesma, puede aparecer de múltiples
formas, se representaba principalmente como un perro que desaparecia o mataba hombres.
Según afirma Gargiulo (2013) este mito se remonta a comienzos del Siglo XX, fueron los
indígenas del Chaco centro-occidental quienes, luego de migrar hacia los ingenios
azucareros del norte del país, lo contaban. Esta historia cuenta acerca de la existencia de
un ente maligno que devora a los obreros rebeldes cuando son entregados por el dueño del
ingenio. Los/as pobladores sostienen que el Familiar realiza un pacto con el dueño, firmado
con sangre, para que la cosecha sea buena. Por lo tanto, el propietario le ofrece la vida de
algunos de sus obreros (Mahlke, 2012). Sea cual fuere la leyenda que se cuente, la realidad
es que cuando se habla del Ingenio Ledesma no existe ninguna desaparición accidental.

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