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Análisis de Areopagitica.

En esta obra de Milton podemos hacer un análisis con relación a las herramientas de las
que se vale para exponer su punto de vista sobre la censura del pensamiento crítico
de su época. Por un lado, podemos comparar fragmentos de su exposición con la
corriente de pensamiento que trata al derecho como una simple manifestación de
poder al criticar el accionar de quienes tenían la potestad para prohibir y sancionar a
todo aquel que se expresara en contra de la realidad impuesta. Por otro lado, se
relaciona su forma de pensar, con la corriente de pensamiento que ve al derecho
como conocimiento en cuanto cuestiona esa misma realidad impuesta por el poder
imperante, porque no la concibe como un absoluto.
Se denota las falacias de atinencia a las que recurre para interpelar al auditorio, como las
falacias de las que se vale el poder dominante para persuadir a los ciudadanos y
que actúen en consecuencia.
A lo largo de su discurso, hace una analogía con lo que ocurría con el Consejo, los
“licenciados” hombres encargados de interpelar las leyes y juzgar a los ciudadanos
de Atenas, quienes se dedicaron a proyectar un mera abstracción de la realidad al
censurar el conocimiento de los ciudadanos, y lo compara con lo que sucedía en
su país, cuando el Estado decidió perpetuar la censura y crear un idealismo en la
religión y la Monarquía, imponiendo ideologías a través de argumentos vacíos y sin
fundamentos.
Como el fin propio de la elocuencia, luego llamada retórica, perfeccionada por Aristóteles
en su obra El arte de la retórica, el poder dominante no solo se dedicó a persuadir
sino que creó las condiciones para que ello fuera posible, una forma de preparación,
algo previo, para allanar el terreno, como lo sostuviera Zaffore, en cuanto privaron a
los hombres de las herramientas y de las vías aptas para alcanzar el conocimiento y
de esa forma hacerlos menos críticos y más dóciles y permeables a la realidad
impuesta.
Milton cita ejemplos de la forma en que se prohíbe conocer la verdad o sacar la venda de
los ojos al hombre libre. Respecto de ello dice “Finalmente, que promoverá en
principio el abandono de todo aprendizaje y el detenimiento de la verdad, no sólo al
emperezar y achatar nuestras habilidades en cuanto a lo que ya sabemos, sino al
obstaculizar y segar cualquier descubrimiento por hacerse en el saber tanto religioso
como civil”.
Contrapone así esa realidad cargada de ideología con la verdad y dice respecto de esta
última: “Dadle espacio y no la atéis cuando duerme porque entonces no hablara
sincera...sino que cobrara todo forma, excepto la suya”.
Es inevitable que deje plasmada su propia subjetividad en su discurso, como lo describe la
teoría de la enunciación de Emile Benveniste, quien toma como base la teoría
lingüística de Saussure, y explica que no es lo mismo comunicar que enunciar,
acción que se caracteriza por la existencia de la subjetividad del emisor del
mensaje, la forma de pensar o su propia percepción de la realidad. A la vez que no
deja de lado su propia subjetividad, tampoco deja el idealismo de lado al considerar
a Dios como el punto de partida de todo saber: “No niego que sea de la mayor
incumbencia para la iglesia y la mancomunidad mantener ojo avizor sobre la manera
en que los libros se conducen, al igual que sobre la de los hombres; y, por lo tanto,
confinarlos, encarcelarlos y ejercer sobre ellos todo el peso de la ley si resultan
malhechores”.
Respecto de las falacias a las que se refiere del poder dominante al que se refiere Milton,
puede verse una falacia de circularidad a la que hace referencia en cuanto el poder
divino no podía cuestionarse porque no había nada más allá de Dios, por lo cual
prohibían cualquier manifestación que fuera en contra, sin embargo, Dios había
creado al hombre con raciocinio y al darle razón le dio libertad para elegir.
Es decir, si el poder divino era incuestionable y de él provenía la verdad, por qué censurar
el pensamiento crítico que este les dio a los hombres para conocer esa verdad.
Esta percepción del autor sobre el Estado de su época se relaciona con una de las
doctrinas ius filosóficas, Ius Naturalismo Aristotélico-Tomista, en las que se basa el
derecho como tal, en la cual se tiene al hombre centro del derecho, pero a un
hombre creado a imagen y semejanza de Dios, portador del libre albedrío y ese es
su fundamento, el hombre tenía derechos que les eran innatos por ser una criatura
divina, y como provenía de Dios, era inmutable e incuestionable.
El propio autor se vale de falacias de atinencia en particular la argumentum ad populum:
“Lores y comunes de Inglaterra! Considerad qué nación es ésta de la que sois y que
gobernáis: no una nación lenta y lerda, sino de espíritu sagaz, ingenioso y
penetrante, aguda en la invención, sutil y sinuosa en el razonamiento, que no está
por debajo de las más altas cimas a las que pudiere elevarse la capacidad humana”.
Respecto de la falacia argumentum ad verecundiam: “Así, los estudios del saber en sus
ciencias más profundas han sido tan antiguos y eminentes entre nosotros, que
escritores de buena antigüedad y muy competente juicio se han visto persuadidos
de que hasta la escuela de Pitágoras y la sabiduría persa tuvieron sus inicios en la
antigua filosofía de esta isla”.

Puede verse que remite a una falacia argumentum ad baculum utilizada por el Estado
ingles cuando menciona: “El público lector requería, por otra parte, alguna
protección legal contra las amenazas inherentes a publicaciones licenciosas y
difamatorias, siempre y cuando las medidas necesarias se tomasen posteriormente
a las labores del impresor y los autores asumiesen la responsabilidad de sus
respectivos escritos
También apela a la falacia de atinencia argumentum ad misericordiam: “De lo que algunos
se lamentan, nosotros debiéramos alegrarnos; debiéramos ensalzar esta piadosa
diligencia entre los hombres para recobrar la infamada diligencia de su religión. Un
poco de prudencia generosa, un poco de paciencia mutua y una pizca de caridad
bien podrían lograr que todas estas diligencias se fundan y unan en general y
fraterna búsqueda de la verdad, si es que pudiésemos renunciar a la tradición
prelacial de hacinar las soberanas conciencias y las libertades cristianas en los
cánones y preceptos del hombre”
Apela al sentimiento de los parlamentarios y refuerza su punto de vista al referirse a Dios y
el catolicismo con elogios, porque era muy consciente del contexto histórico y del
auditorio al que iba dirigido su discurso. También puede verse en alguno de los
ejemplos a los que apela para demostrar su punto de vista respecto de la censura,
como el poder tan arraigado de la iglesia católica comienza a ser cuestionada, no
solo son su discurso, también por otros pensamientos, típica característica del
surgimiento de la edad moderna, lo cual remite a otra de las doctrinas ius
naturalistas, el Ius Naturalismo liberal Absolutista, la cual se plantea en un contexto
de difusión de las ideas del hombre, de las ciencias básicas, y en donde también se
tiene al hombre como base al cual se le reconocen derechos naturales pero no por
ser una criatura creada a imagen y semejanza de Dios, sino por considerarlo un
individuo abstracto el cual podía seguir creyendo en Dios y en el poder de la iglesia
católica , como lo hace el propio Milton, pero ya no como intermediaria, como fin
último, sino como un individuo libre.
También puede establecerse una relación de lo expuesto por el autor, sobre la Inglaterra de
su época y la visión del hombre, con la objetivación ya que la realidad que criticaba,
eran una abstracción sin contenido de realidad, porque la iglesia católica al prohibir
cualquier pensamiento crítico sobre los cánones impuestos y establecer penalidades
o sanciones en caso contrario, se basó en falacias para hacer parecer algo de la
realidad en objetivo, tomando al Poder de la Iglesia y la Monarquía como absolutos
haciéndoles creer a los súbditos que no había nada mas allá que el poder divino.

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