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Descentralización en Colombia

Antes de ahondar en las fases de la descentralización en Colombia y su posible


relación con las ventajas expuestas por Cheema y Rodinelli (2007), es
importante conocer en qué consiste, para esto me dirigiré a Cheema y Rodinelli
(2007) citado por Trujillo (2018): “devolución de poder y autoridad del nivel
central de gobierno a las unidades administrativas subnacionales y gobiernos
locales, y abre el proceso político a una amplia participación, provee un marco
institucional para la autonomía local y que las comunidades empoderadas
persigan sus aspiraciones”. En Colombia, su desarrollo se ha presentado en 3
momentos desde la década de los 80 (Velásquez & González, 2003), los
cuales se relacionan a continuación.

En el primer momento, el propósito se centró en la relación de la


descentralización con acciones para fortalecer los entes territoriales y promover
la participación en la escala geográfica local. Influenciado por la movilización
ciudadana, lo que incidió en la aprobación de reformas descentralizadas. En el
segundo momento, la economía y el mercado fueron un referente en la
definición del horizonte de acción del Estado, se promovió la asignación de
recursos para involucrar a la sociedad en asuntos públicos. Un diferenciador,
consistió en mejorar los servicios mediante la privatización de estos buscando
eficacia y eficiencia manteniendo una estructura “Top down” por parte del nivel
central. Por último, en la tercera fase, el Estado realiza ajustes fiscales, lo que
se traduce en tensiones financieras y cuestiones de autonomía y de manejo de
las relaciones entre el gobierno central y local (Velásquez & González, 2003).

Conforme a lo planteado, que permite configurar una visión de los tres


momentos de la descentralización en Colombia, considero que la etapa 2
corresponden a las ventajas teóricas propuestas por Cheema y Rodinelli
(2007). Debido a que se buscaba la eficacia mediante la asignación de
recursos para promover la participación ciudadana para el fortalecimiento de la
democracia y el involucramiento de actores incluyendo el sector privado, lo cual
permitiría mejorar la inversión de recursos restaurar el mercado y ser parte del
proceso de globalización de este. Otra de las ventajas, consiste en el
mejoramiento de la calidad de los servicios a los ciudadanos, si bien se venían
fortaleciendo las estructuras locales mediante la transferencia de competencias
en servicios como educación, sanidad, deporte, entre otras, se empieza a dar
protagonismo al sector privado buscando disminuir la estructura del Estado y
que su enfoque estuviese enfocado en la supervisión de la prestación de
servicios. Es importante resaltar la importancia de una acción articulada entre
mercado, Estado y agentes sociales; buscando la participación de todos lo que
favorecería el sistema democrático. (Velásquez & González, 2003).

Considero que un ejemplo clave es la Asamblea Nacional Constituyente de


1991, época en la que producto de la movilización social se expidió la
Constitución de nuestro país, en la que participaron exguerrilleros, indígenas,
cristianos no católicos, entre otros (Vargas González & Sarmiento Gómez,
1997). En la que se tuvo en cuenta el fortalecimiento de gobiernos locales
(DNP, 2002). La Carta Magna, amplió el número de entidades territoriales
beneficiadas de la descentralización y con capacidad de autonomía, previó la
creación de nuevas formas organizativas como las regiones, áreas
metropolitanas, organizaciones territoriales indígenas y Distritos (Vargas
González & Sarmiento Gómez, 1997). Se estableció la elección popular de los
gobernadores, lo que legitimiza el poder del voto. Además, establece
competencias en los tres niveles (Nacional, departamental y municipal), lo que
favorece la autonomía de los procesos locales. Lo anterior es un claro ejemplo
del cumplimiento del propósito de promover y fortalecer la autonomía de los
entes territoriales mediante la designación de funciones y recursos. Si damos
un salto de lo nacional a lo local, se establecen competencias municipales en lo
relacionado con la planificación del desarrollo municipal, prestación de servicios
públicos domiciliarios, invertir en obras públicas locales, promover la
participación ciudadana, entre otros (Vargas González & Sarmiento Gómez,
1997).

En mi opinión, se cumple, pero para lograr un verdadero cambio en la


descentralización de recursos y funciones se requiere una transformación
cultural. Se supone que las medidas que se han tomado pretenden el
crecimiento económico y el bienestar de los ciudadanos, esto no se puede
lograr con la corrupción o la falta de planeación, por poner un ejemplo, los
denominados “elefantes blancos” o la copia y pegue de algunos instrumentos
de planificación territorial. Es importante la conciencia y sentido de pertenencia
para lograr el propósito del Estado, el bienestar de la población.

Bibliografía

Cheema, S. G., & Dennis, R. A. (2007). Decentralizing Governance.


Washington.
Velásquez C., F., & González R., E. (2003). ¿Qué ha pasado con la
participación ciudadana en Colombia? Bogotá.
Vargas González, J. E., & Sarmiento Gómez, A. (1997). CEPAL. Obtenido de
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/7381/S9700020_es.
pdf;jsessioni
DNP. (2002). Departamento Nacional de Planeación. Obtenido de
https://colaboracion.dnp.gov.co/CDT/Desarrollo%20Territorial/01_Libro.p
df

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