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Una mujer en el piso.

Este texto es parte de la edición 2022 de Jardín Sonoro, con voz de Cynthia Edul.

Una mujer en el piso. ¿Hay una mujer en el piso?

¿Es una mujer en el piso?, no… no sé.

No sé si es una mujer en el piso.

¿Por qué dije una mujer en el piso?

En esta época estoy distraída. Es una época así.

Una mujer en el piso.

Una película Inicia con una mujer en el piso. Una mujer joven muerta

Muerta de frío. Muerta de hambre.

¿Cómo es una mujer que vive en la calle, que decide vivir en la calle?

¿Tendría un perro?

¿Una mujer con un perro estaría acompañada?

La soledad sería perder a su perro.

Voy de una punta a la otra. De una punta a la otra de un largo pasillo. Un largo pasillo sin
calefaccionar. Qué helado el mundo

Si tuviera qué decir de mí. Qué.

Una mujer en el piso diría. No sé por qué diría una mujer en el piso.

Una mujer en el piso soporta mejor el dolor pienso ahora.

Una mujer en el piso, (sobre) hojas secas, las piernas flexionadas, la ropa con matices grises,
una perdiz de tonos pardos camina entre sus manos, se le acerca a la cara, ¿la acompaña? La
mujer extiende la mano y roza una piedra con una inscripción. La mujer no tiene expresión de
sufrimiento, con los ojos cerrados podría dormir, pero en el contexto está el dolor, en el piso
está el dolor.
¿Cuál es el soporte del dolor?, ¿El soporte del frío?, me digo y pongo las manos en el interior
de la campera, mientras pienso en las manos muertas de la mujer joven (muerta de hambre
muerta de frío) en el piso.

Camino por el pasillo. Me detengo frente a un cuadro colgado justo en el medio de la larga
pared, un cuadro solo. Una luz fría, como de mañana temprana y aún oscura. Un camino. A la
izquierda dos y a la derecha tres árboles sin hojas, árboles en invierno.

A un lado y al otro del camino y hacia el fondo, unas piedras regulares, como pequeños
monolitos.

Y, por el camino de espaldas, tres grupos de mujeres. Y tres mujeres en cada uno de los
grupos.

Las últimas, y más cercanas a mí, las que se ven mejor, van con abrigos largos y mantas. Me
dan serenidad en sus pasos acompañados.

Estoy de espaldas a la pared, de espaldas al cuadro y a las tres mujeres que van de espaldas
por el camino.

Me imagino alguien detrás de mí, (¿otra mujer?)

Alguien detrás de mí me mira mirando la escena (la escena de las mujeres que caminan de
espaldas en una mañana fría)

Alguien uniendo este camino de invierno, me acompaña la mirada. ¿Me acompaña? ¿Nos
acompañamos?

Alguien a mi espalda.

Ahora pienso que las piedras podrían ser un cementerio, o un lugar donde llevamos nuestros
muertos.

Sigo caminando por el pasillo.

Alguien a mi espalda.

Alguien a mi espalda no vería mi cara, mi expresión. Ni mi necesidad.

Me detengo. Me quedo pensando en la expresión del dolor.

¿Hay un dolor tan grande que no tiene expresión? ¿O hay un dolor tan grande que su
expresión nunca es verdadera? (un dolor que de tan grande). Un gesto que requiere una
mayor intensidad interna, que revela una ausencia, una falta.

¿Hay un dolor real, real como las piedras?


Una película viene ahora a mi cabeza, (como una mancha) una mujer grita, recuerdo una silla,
la boca desencajada. Una maldición. La mujer no puede contener ese dolor y va dejándose
caer al piso. El piso sujeta su rabia de algún modo.

¿La actriz miente el dolor? ¿Lo miente con verdad?

El piso, (como forma, como espacio) ¿le da la verdad?

El piso es su necesidad.

Alguien en el piso deja ver su necesidad.

Camino…

3.

Camino y pienso en salir, en dejar el pasillo. Me dirijo al fondo, a la misma puerta por donde
(no hace mucho) entré.

Pienso afuera. Y me alivia pensar es invierno.

Camino (la boca seca) Inclino ahora un poco el cuerpo sobre mi panza, inflamada, dolorida,
y pienso en el dolor que se oculta (en el cuerpo). Y cuando el cuerpo no puede ocultarlo más,
se oculta en el piso.

Un dolor físico.

Un dolor preciso en la percepción (que irradia) justo en el centro de mi cuerpo pero que no
hay evaluaciones médicas que lo confirmen, un dolor indescifrable, no denominado por la
medicina.

Un dolor así, sin nombre, ¿es un dolor legítimo? O ¿un dolor que da vergüenza ante los
cuerpos sanos? Un dolor para el piso.

Quizás, pienso, lo que me duele ni siquiera existe.

Apenas un desperfecto.

Tal vez en el piso podría estar mejor. Podría echarme en mi necesidad.

Sujeta al piso me percibo, me derrumbo, los síntomas ceden o eso creo.

Y el murmullo de los pasos me acompaña.

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