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Relaciones entre palabra e imagen en “A través del espejo y lo que Alicia encontró ahí”

Alejandra Mayté Ibáñez González

La vida, ciertamente, es más profunda que el lenguaje, pero lo que es así más profundo no tiene sentido. Puedo tener un sentido de la vida, pero la vida no
tiene sentido o significado mientras no se expresa, y en último análisis, esa expresión tiene que ser verbal
Urban, Wilbur1

El sentido de una imagen no consiste en que esta “contiene” enunciados o palabras que se traducen a términos visuales. Pero la imagen significa a su manera
y por si misma, no como una ilustración de ideas formuladas discursivamente.
Fernando Zamora2

La tradición filosófica planteó a la palabra como el modo de estructuración del mundo, el modelo de lo “real”
por excelencia, desde lo místico o desde la razón, el lenguaje se impone al mundo. Para la postura logocéntrica,
la palabra no es un simple vehículo o instrumento del pensamiento o conocimiento sino aquello que establece lo
que es pensable o cognoscible. De esta manera, la palabra se erigió como él LENGUAJE por excelencia, se
estableció así una relación entre lenguaje, razón y mundo, siendo esta la vía hacía la objetividad, determinando
a la par las jerarquías del pensar.
La carga de objetividad depositada en la palabra ocasionó, quizá como efecto colateral, un relego en el
estudio e importancia cognoscitiva asociado a la imagen, tal vez porque desde su misma raíz, imago refiere a
una imitación, a una reproducción, resulta así engañosa, “falsa”, sin embargo, como apunta Barthes mientras
“unos piensan que la imagen es un sistema muy rudimentario en comparación con la lengua…otros piensan que
la significación no es capaz de agotar la riqueza de la imagen”3.
El surgimiento de la imagen es tan viejo como el de la palabra, si bien no es posible establecer cual llegó
primero, resulta claro que ya desde la prehistoria, lo visual como forma de transmisión de mensajes conlleva
una gran importancia, y si atendemos a las múltiples hipótesis que se han configurado, esta no sólo ha fungido
como una forma de comunicación sino una manera de representación, construcción y apropiación del mundo,
como la palabra pero en un sentido diferente.
La historia de la relación entre la imagen y la palabra ha estado plagada de conflictos, no por nada la
guerra entre iconódulos e iconoclastas, sin embargo, ambas en su forma de lenguaje, permiten aperturas y
configuraciones de diferentes posibilidades de mundos. En su calidad de signos, de representaciones (del latín
repraesentatio), vuelven a hacer presentes aquellas “realidades” que de continuo se nos escapan, y de esta
misma forma configuran un más allá que no se apega a la realidad que parecieran pretender asir sino que
construyen nuevas realidades en la comunicación de los mensajes, realidades que sólo acontecen en la acción
del juego del lenguaje.
1
Urban, Wilbur Marshall, Lenguaje y realidad (1939), Fondo de Cultura Económica, Sección de Obras de Filosofía, México 1974. Trad. Cecilia
Paschero. p. 75
2
Zamora Águila Fernando.(2007) Filosofía de la Imagen. ENAP.UNAM. México. Pág 44
3
Barthes Roland. Lo obvio y lo obtuso. Paidos Comunicación. Barcelona 1986 p 30
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Cuando Wittgenstein plantea: 5.6 «Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo». Dota
de una inmensa carga ontológica al lenguaje, al hacerle medida de lo existente o no existente. Pero también abre
una serie de posibilidades que en su juego repercutirán no sólo en la consideración lingüística filosófica
(Humboldt W, Heidegger, Barthes, Sapir…), sino en la misma apertura que el arte hará desde sus lenguajes para
enfrentarse a la ficción de lo real 4 abriendo otras formas de acercamiento al mundo rebatiendo a la postura
logocéntrica, y afirmando a su vez la importancia de la imagen en la construcción de discursos.
Es justo en estos juegos del lenguaje, de ambos lenguajes (palabra e imagen) donde se inserta la obra de
“A través del espejo” de Lewis Carroll, que si bien pareciera tener una mayor carga hacia el lado del logos éste
se compenetra con la importancia de la imagen, tanto en la planeación de la obra como en la publicación.
A esto cabe destacar que la protagonista de la obra es una niña, más allá de las predilecciones de Carroll,
la figura infantil nos permite entrar en un mundo de posibilidades y apertura del lenguaje de forma más flexible
que lo que corresponde a un individuo adulto, dando así cabida a un fluir continuo de metáforas,
transposiciones, idas y venidas de diferentes realidades que más que chocar posibilitan nuevas formas de
pensamiento e interpretación, por otro lado este mismo ente infantil da una primacía al mundo visual tanto
interno como externo, mismo que se ve reflejado en la importancia que la protagonista da a a que un libro
contenga ilustraciones y que el mismo Carroll daría en las exigencias planteadas a Tenniel para la ilustración de
la obra, pero antes de entrar con ello, comencemos por la cuestión de las implicaciones de las palabras

La novela de Carroll ha sido catalogada dentro de la literatura del nosense, una de sus definiciones
encontrada en “The Anatomy of Literary Nonsense” de Tigges nos define el nosense de “Alicia” como «a genre
of narrative literature which balances a multiplicity of meaning with a simultaneous absence of meaning. This
balance is affected by playing with the rules of language, logic, prosody and representation, or a combination
of these»5

Así, si bien hay una estructura que atiende al orden de las reglas de la lógica en la construcción de los
enunciados de la novela, es su contenido el que constantemente rebasa estas mismas para una continua
desadaptación-adaptación. El lector, si no quiere quedarse en una lectura superficial, debe aceptar el cambio
constante de este nuevo mundo, aceptar el juego y la vida misma de las palabras. El lenguaje del nosense,
desdibuja las reglas del lenguaje, haciendo una parodia de las palabras y la gramática, así a través de la aventura
de Alicia Carroll nos abre un sinfín de situaciones provenientes del descuido o exceso de cuidado con el que
4
De aquí se puede seguir una línea de autores que en su indagación sobre el lenguaje han cuestionado su primacía en la construcción de lo real, y han
aprovechado esas confusiones lingüísticas para la construcción de nuevas visiones. Desde Duchamp, pasando por Magritte, los dadaístas, surrealistas,
el arte conceptual y hasta los posmodernos, el cuestionamiento de la adecuación palabra-mundo se ha hecho a través de la imagen. Quizá uno de los
ejemplos más puntuales sería la obra One and three Chairs de J. Kosuth que, con un sentido tautológico, se aproxima a una misma reflexión desde un
triple código de aproximación a la realidad: un código objetual, un código visual y un código verbal (referente, representación y lenguaje). La obra de
arte es la idea, a partir de ese momento es el la obra materializada a partir de un sistema lógico (lenguaje-concepto) que ofrece una verdad.
5
Tigges, W. (1988) An anatomy of Literary nosense. Rodopi p 27
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tratamos al lenguaje, poniendo énfasis en la vaguedad de la comunicación que se da entre los seres, donde en
cada ida del mensaje la interpretación abre nuevos mundos, como apuntara Saussure, el signo es un ente vivo
que cambia en el contexto en relación con los signos que le acompañen y el uso que el hablante le da, no un
eslabón estático y estable que siempre produce el mismo significado. Las palabras, significan mucho más que lo
que se pretende expresar cuando las usamos, es el juego del lenguaje de Wittgestein, juego del que muchas
veces no nos percatamos, pero que Carroll evidencia a través de las aventuras de Alicia, la nada que hay detrás
de nuestras palabras, ya que ¿Qué es el lenguaje?

«Éste se limita a designar las relaciones de las cosas con respecto a los hombres y para expresarlas recurre
a las metáforas más atrevidas. ¡En primer lugar, un estímulo nervioso extrapolado en una imagen!, primera
metáfora. ¡La imagen, transformada de nuevo, en un sonido articulado!, segunda metáfora. Y, en cada caso, un
salto total desde una esfera a otra completamente distinta y nueva»6
Así como apunta Nietzsche, el lenguaje no nombra aquello que está afuera, la cosa en sí, el lenguaje
establece una relación entre los usuarios, es en ese sentido móvil y cambiante, no puede dar cuenta de un
universal estático, los conceptos se transforman, se amplían según el requerimiento de la colectividad. No se
tiene un lenguaje con mayúscula ni origen, ni sistema, lo que hay son relaciones, devenir, el lenguaje no se da
en el individuo, se da en relación con el otro, es en este acto de decir que el significado se reestructura.
Alicia pierde así constantemente su identidad pero adquiere una nueva forma de ver las cosas, la
perplejidad constante ante sus interlocutores en el otro lado del espejo la llevan a deconstruir las imposiciones
del mundo adulto, la correspondencia entre el nombre y lo nombrado así como la importancia del nombrar. Si
por un lado se abre la posibilidad de jugar con la arbitrareidad del signo respecto a lo nombrado, por otro se
recalca la importancia del nombre para la configuración del mundo y la relación con el otro.
La pérdida del nombre es algo que Carroll aborda en el tercer capítulo de la obra, al llegar Alicia al
bosque de las cosas sin nombre: «Si éste, como sospecho, es el bosque donde las cosas no tienen nombre, ¿qué
pasará con mi nombre cuando me interne en él? La verdad es que por nada del mundo quisiera yo perder mi
nombre, pues con toda seguridad me darían otro, y lo más probable es que me asignaran uno muy feo»7
La importancia del nombre se adecua también con una identidad hay así una fuerza en la palabra que en
su traducción de una lengua a otra permite un entendimiento diferente, así, como apuntara Wittgestein, el hecho
de nombrar algo nos hace creer que tenemos la posesión de la palabra, aunque su referente se nos escape aún
más y es que nombrar también es dotar de existencia, crear mundo. En este sentido, en la construcción de la
metáfora que constituye nuestra visión, la misma concepción de nuestro yo esta inmensamente influida por el
lenguaje, aunque pareciera que si bien no nombran aquello que está afuera, en su nombrar de lo interior
6
Nietzsche F. (1873) Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. La caverna de Platón.com, p.6
7
Carrroll L (2003) Alicia a través del espejo. Grupo Editorial Tomo p 185
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soportan en cierta medida nuestro mundo, así me resulta inevitable recordar una frase de un pequeño relato de
Merino:
«En las palabras escritas está el único indicio de las cosas -Escribía el profesor-. Las cosas sólo se
sostienen en letras” “Sólo son las cosas que tienen nombre.” “Las palabras: el mundo” » 8
La reflexión sobre lo nombrado y el nombre alcanza su punto álgido con la conversación que Alicia
sostiene con Humpty Dumpty:
«-Cuando yo empleo una palabra- replicó Humpty Dumpty en el mismo tono despectivo-esa palabra
significa exactamente lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos.
-¿Pero cómo puede uno hacer que las cosas signifiquen cosas diferentes?
-La cuestión es saber quién dará la norma-dijo categórico Humpty Dumpty- y entonces cualquier palabra
significa lo que dice la norma»9
Carroll hace evidente los juegos del lenguaje como una mera construcción de la realidad, un lenguaje es
una forma de vida. Si no hay un lenguaje universal, si lo que hay son diferentes lenguas y estas son mundos, son
también cosmovisiones, y en tanto ello diferentes formas de pensamiento, la imagen es por lo tanto otra forma
de construcción de la realidad, y también se liga íntimamente con la noción de identidad, de ahí la complejidad
de las diferentes agnosias y afasias en el reconocimiento del yo y del mundo.

Las imágenes que acompañan al texto de Carroll, las ilustraciones, en un sentido estricto parecerían ser un
complemento de las palabras, sin embargo ni lo son, ni tampoco son la única imagen como tal. Al establecer el
contacto con el libro impreso, en la ausencia del autor, la presencia derridiana nos habla desde las letras que se
suceden página tras página, letras que, más allá de las aperturas e interpretaciones que puedan generar las
traducciones o transcripciones del escrito “original” nos hablan desde la imagen, la morfología de las fuentes
tipográficas escogidas, los espacios, signos, y acomodo del texto, posibilita un entendimiento diferente que se
adhiere a la comprensión del concepto expresado a través de los caracteres, añadiendo un sentido que si bien se
adhiere al logos no se expresa ni se explica con él y se conjuga con las ilustraciones que más que un
acompañamiento presentan otra perspectiva, amplían este sentir.
De ahí la importancia que adquieren las imágenes en el texto, no para explicar o conformar o aterrizar lo
dicho sino para dar otra configuración. No resulta vacua la exigencia de Carroll respecto a las ilustraciones
hechas por John Tenniel ni de la calidad del primer tiraje, puesto que la imagen transforma totalmente lo que se
puede expresar con las palabras. La imagen se mueve con otros códigos, devela y oculta de otras formas que la
palabra, nos permite un acceso inmediato a la escena, otro tipo de memoria y apropiación de los mundos. En
este sentido es importante recordar que Alicia reclama también el que no haya ilustraciones en un libro, y no es

8
Merino J. Las palabras del mundo. Sin datos
9
Carrroll L (2003) Alicia a través del espejo. Grupo Editorial Tomo p 222
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sólo el que las palabras puedan parecer hostiles o aburridas en una primera instancia, sino que lo visual aún con
toda la dificultad que entrañan sus códigos, pareciera presentarse de una forma más natural, algo que de alguna
forma siempre ha estado presente.
El pensar en una lengua no es lo mismo que pensar en otra, por ello siempre cualquier traducción resulta
insuficiente, no hay una traducción de la palabra a la imagen sino otra proposición, una melancolía que pasa de
los bocetos de Carroll a las ilustraciones finales de Tenniel, al igual que las traducciones, no es lo mismo leer la
obra con ilustraciones de Carroll que de Arthur Rackman o con dibujos de Willy Poganny, o de Benjamin
Lacombe, las Alicias cambian, las reinas, son otras, el otro lado del espejo, se transforma, la imagen se
comprende como tal en sus particularidades, no se constriñe ni se expresa con palabras, atraviesa al ser y fluye
con el comunicando otra parte del mundo, parafraseando a Mircea Eliade, el valor de las imágenes, no radica en
algún significado discursivo que se guarda en su interior o que las anteceda, sino que significan en sí, toda
imagen queda desnaturalizada si se traduce a palabras.
Palabra e imagen así son dos tipos de discursos que a su vez se multiplican y abren mundos, sus “reglas”
son cambiantes y multiformes y es precisamente en este fluir, en este no constreñimiento universal donde se
encuentra su riqueza

Bibliografía:

 Carrroll L (2003) Alicia a través del espejo. Grupo Editorial Tomo


 Barthes, Roland, (1964) Elementos de semiología, Tiempo Contemporáneo. Buenos Aires.
 Urban, Wilbur Marshall, Lenguaje y realidad (1939), Fondo de Cultura Económica, Sección de Obras de Filosofía, México
1974. Trad. Cecilia Paschero
 Zamora Águila Fernando. (2007) Filosofía de la Imagen.ENAP.UNAM. México
 Wittgenstein Ludwing. Tractatus Logico Phiilosophicus. Edición Electrónica de www.philosophia.cl /Escuela de Filosofía
Universidad ARCIS
 Nietzsche F Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/verdad y
mentiraensentidoextramoral.pdf
 Tigges, W. (1988) An anatomy of Literary nosense. Rodopi
 Merino José M (1998) Las palabras y el mundo https://airenuestro.files.wordpress.com/2016/03/las-palabras-del-mundo-
josc3a9-marc3ada-merino.pdf
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