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Minos

Minos era el nombre de un rey de Creta y por eso la civilización


minoica se llama así.
Se ha advertido la similitud entre Minos y los nombres de otros
antiguos reyes fundadores, tales como Menes de Egipto, Mannus de
Alemania, Manu de la India, Moisés del judaísmo.
El rey Minos fue hijo de Zeus y Europa. Tenido en tal estima por los
dioses olímpicos que, tras su muerte, se convirtió en uno de los tres
Jueces de los Muertos, junto con su hermano Radamantis y su
hermanastro Éaco.
Tuvo numerosos hijos, entre los que se cuentan Androgeo, Catreo,
Deucalión, Ariadna, Fedra y Glauco, con su esposa Pasífae
Minos reinó en Creta y en las islas del mar Egeo. Vivía en Cnosos
por periodos de nueve años, al término de los cuales se retiraba a
una cueva sagrada donde recibía instrucciones de Zeus sobre el
gobierno que había de dar a la isla.
Algunos consideraban a Minos como un benévolo gobernante,
legislador y supresor de la piratería.
Sin embargo, en la tradición ática y en la etapa ateniense, Minos es
un cruel tirano, el demandante del tributo de jóvenes atenienses que
alimentaban al Minotauro.
Varias leyendas giran en torno a él. Un día, su hijo Glauco estaba
jugando con una pelota y desapareció de pronto. Sus padres
consultaron a Apolo y a los Curetes, y recibió la siguiente respuesta:
«un prodigio se ha producido entre vosotros: quien lo aclare os
devolverá a vuestro hijo».
Este oráculo fue interpretado como una referencia a un ternero
recién nacido en la manada de Minos. Tres veces al día, el ternero
cambiaba de color de blanco a rojo y de rojo a negro. Poliido
advirtió la similitud con la maduración del fruto de la zarzamora y
Minos lo envió a buscar a Glauco.
Buscándolo, Poliido vio a una lechuza alejando abejas de una
bodega del palacio de Minos. Dentro de ésta había un tonel de miel,
dentro del cual halló muerto a Glauco. Minos exigió que se le
devolviese la vida a Glauco, pero Poliido dijo que él no podía hacer
tal cosa. Entonces Minos lo encerró junto a su hijo. Apareció una
serpiente, a la que Poliido mató. Posteriormente apareció otra
serpiente que, al ver a la primera muerta, se marchó y volvió con
una hierba con la que la resucitó. Siguiendo este ejemplo, Poliido
usó la misma hierba para resucitar a Glauco.
Minos rehusó permitir a Poliido abandonar Creta hasta que hubiese
enseñado a Glauco todo lo que sabía. Poliido así lo hizo, pero
entonces, en el último segundo antes de marcharse, pidió a Glauco
que le escupiese en la boca. Glauco así lo hizo, devolviendo a
Poliido todo lo que le había enseñado.
Otra de las historias del rey Minos fue cuando prometió a Poseidón
que sacrificaría lo primero que saliera del mar. Poseidón hizo salir
un toro, pero Minos lo encontró tan hermoso que lo incorporó a sus
rebaños. El dios, enfurecido, hizo que Pasífae, esposa del rey Minos,
se apasionara por el animal. La reina pidió a Dédalo que la ayudase
a satisfacer sus deseos y el artesano construyó una vaca hueca de
madera donde se ubicó Pasífae en posición supina. El Toro cubrió a
la reina, quien nueve meses después dio a luz al Minotauro, un
horrible monstruo, mitad humano, mitad toro, a quien se llamó
Asterio. Dédalo construyó entonces un complicado Laberinto, en el
que Minos encerró al Minotauro.
Posteriormente Minos autorizó a Heracles a capturar el toro con el
que se había apareado Pasífae, lo que constituyó uno de sus doce
trabajos.
Las numerosas infidelidades del rey Minos enfurecieron de tal modo
a Pasífae que esta lo hechizó de manera que cada que vez que tenía
relaciones con otra mujer no eyaculaba semen sino serpientes,
escorpiones y escolopendras que hacían morir a todas sus amantes.
Sin embargo Procris consiguió librar a Minos de esta maldición al
hacerle beber una cocción de raíces mágicas preparada por la
hechicera Circe, hermana de Pasífae, utilizando una vejiga de cabra.
Androgeo, hijo de Minos, había ganado los juegos panatenienses,
momento de gran gloria que aprovechó Egeo, rey de Atenas, para
retarle a luchar contra el toro de Maratón, que estaba asolando esa
parte del Ática. La terrible bestia acabó con la vida del príncipe, y
según otra versión, este murió a manos de los otros competidores de
los juegos, celosos de su victoria.
El rey Minos utilizó la excusa de la muerte de su hijo para lanzar su
poderosa flota contra las costas de Grecia, conquistando Megara y
condenando con el aislamiento a Atenas, que sufrió el hambre y las
epidemias.
Los atenienses realizaron sacrificios humanos para tratar de que las
divinidades aliviaran sus males pero como no tuvieron resultado
consultaron al oráculo y este les aconsejó que aceptaran lo que les
propusiera Minos si querían acabar con la guerra. Así, aceptaron el
humillante tributo que les impuso el rey de Creta para firmar la paz:
cada año debían enviar siete jóvenes y siete doncellas para que
fueran devorados por el Minotauro, que se encontraba en el
laberinto, un lugar de donde nadie que entrara conseguía salir.
Minos también tomó parte en la historia del rey Niso. Niso era rey
de Mégara, e invencible siempre que conservase un mechón de pelo
rojo, oculto en su cabellera blanca. Minos atacó Mégara pero Niso
sabía que no podía ser derrotado porque seguía teniendo su mechón
de pelo rojo. Su hija, Escila, se enamoró de Minos y demostró su
amor cortando el mechón de pelo rojo de la cabeza de su padre. Niso
murió y Megara cayó ante Creta. Minos mató a Escila por haber
desobedecido a su padre. Escila fue transformada en un ave marina,
perseguida sin descanso por su padre, que era un águila marina.
Minos murió quemado por una estratagema de Dédalo.
Posteriormente, los restos de Minos fueron devueltos a los cretenses,
quienes los pusieron en un sarcófago en el que se hizo esta
inscripción: «La tumba de Minos, el hijo de Zeus».
Tras su muerte, Minos se convirtió en juez de los muertos en el
Hades junto con Éaco y Radamantis. Radamantis juzgaba las almas
de los orientales, Éaco la de los occidentales y Minos tenía el voto
decisivo.

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