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El libro de Romanos en la Biblia aborda la universalidad del pecado y otros temas

teológicos de manera profunda. Aquí tienes algunos versículos clave del libro de
Romanos que tratan específicamente sobre la universalidad del pecado:

Romanos 3:23: "Porque todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios."

Romanos 5:12: "Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por
el pecado la muerte, así también la muerte vino a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron."

Romanos 7:18-19: "Pues yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no mora el bien,


porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que
quiero, sino el mal que no quiero, eso hago."

Romanos 7:23: "Pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi
mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros."

Romanos 11:32: "Porque Dios ha encerrado a todos en desobediencia, para tener


misericordia de todos."

La universalidad del pecado Se refiere a la creencia de que todos los seres humanos,
sin excepción, están sujetos al pecado y a la inclinación hacia el mal. Este concepto
tiene profundas implicaciones teológicas y filosóficas y ha sido debatido y discutido a
lo largo de la historia.

la universalidad del pecado se deriva de las enseñanzas de la Biblia. Se encuentra en


pasajes como romanos 3:23 (NVI), que afirma: "Pues todos han pecado y están
privados de la gloria de Dios". Según esta perspectiva, el pecado no es simplemente
un acto individual específico, sino una condición inherente a la naturaleza humana
después de la Caída, cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios en el relato bíblico
del Jardín del Edén.

La doctrina de la universalidad del pecado, sin embargo, no se debe separar de la


conciencia de la universalidad de la salvación en Jesucristo. Si se aísla de ésta,
genera una falsa angustia por el pecado y una consideración pesimista del mundo y de
la vida, que induce a despreciar las realizaciones culturales y civiles del hombre.

La doctrina del pecado original, enseña que como descendientes de Adán y Eva, todos
los seres humanos nacen con una naturaleza pecaminosa. Esto no significa que cada
persona esté condenada por los pecados de otros, sino que heredan una tendencia
hacia el mal y la inclinación a desobedecer a Dios.

La universalidad del pecado plantea un dilema moral y espiritual para los creyentes, ya
que implica que ninguna persona es completamente justa o libre de pecado por sus
propios méritos. Según esta doctrina, la redención y la salvación se vuelven
necesarias para restaurar la relación entre Dios y la humanidad. En el cristianismo, se
cree que Jesucristo, a través de su sacrificio en la cruz, proporciona la redención y la
posibilidad de perdón para aquellos que creen en él.

Es importante destacar que la noción de la universalidad del pecado puede variar en


interpretación y énfasis entre diferentes denominaciones cristianas. Algunas ramas
pueden enfocarse más en la gracia y el perdón divino, mientras que otras pueden
poner mayor énfasis en la culpabilidad inherente y la necesidad de arrepentimiento y
cambio de vida.

Fuera del cristianismo, otras religiones y filosofías también abordan la cuestión del
pecado y la naturaleza humana de diferentes maneras, algunas reconociendo la
capacidad inherente del ser humano para cometer actos negativos o inmorales,
mientras que otras pueden tener enfoques diferentes sobre la naturaleza humana y el
concepto de pecado.

La universalidad de la esperanza cristiana incluye, además de los hombres y mujeres


de todos los pueblos, también el cielo y la tierra: « Destilad, cielos, como rocío de lo
alto, derramad, nubes, la victoria. Ábrase la tierra y produzca salvación, y germine
juntamente la justicia. Yo, Yahvéh, lo he creado » (Is 45,8). Según el Nuevo
Testamento, en efecto, la creación entera, junto con toda la humanidad, está también
a la espera del Redentor: sometida a la caducidad, entre los gemidos y dolores del
parto, aguarda llena de esperanza ser liberada de la corrupción (cf. Rm 8,18-22).

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