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Trabajo Individual
MATERIA:
Historia Sociopolítica de Boliviana
DOCENTE:
Johanna Teresa Álvarez Nava
INTEGRANTES:
Yamila Rocio Luz Espinoza Claros

2023
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Contenido
Introducción.................................................................................................................................................3
Túpac Amaru II.............................................................................................................................................3
Rebelión Indígena.........................................................................................................................................5
Antecedentes...............................................................................................................................................7
Estrategias Empleadas..................................................................................................................................8
Primera fase: Rebelión en el Cusco y el sur................................................................................................10
Expansión de la revolución.........................................................................................................................11
Los Refuerzos De Lima................................................................................................................................12
Campañas de Túpac Amaru en el sur.........................................................................................................12
Campaña de Diego Cristóbal en el norte....................................................................................................14
El sitio del Cusco.........................................................................................................................................15
La expedición punitiva................................................................................................................................17
Campaña realista sobre Tinta.....................................................................................................................18
Segunda fase: Rebelión en el Alto Perú......................................................................................................20
Conclusión..................................................................................................................................................22
Bibliografía.................................................................................................................................................22
Anexos........................................................................................................................................................22
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Introducción
En la siguiente investigación se relatará los sucesos ocurridos en la época de la rebelión indígena,

al igual que se hablará de sus Líderes en estos tiempos de la historia. En 1780 inició el

movimiento militar liderado por el guerrero indígena Túpac Amaru II en defensa de las

condiciones de trabajo del indio, el reconocimiento legítimo de sus derechos y la abolición

absoluta del régimen colonial. Y los más recalcitrantes hispanistas admiten que el Imperio corrió

un serio riesgo de desaparecer. De un lado estaba la milenaria civilización incaica y sus

herederos, que peleaban por lo suyo, por sus tierras, su cultura y su derecho a una vida digna. Del

otro, la barbarie de los invasores, cuyo único dios era el oro, la plata y la codicia, que no reparaba

en muertos. Los castigos infringidos a la familia de José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru)

dejan muy en claro de qué lado de la ecuación civilización o barbarie estaba cada uno.

Túpac Amaru II
José Gabriel Condorcanqui Noguera345 (Surimana, Canas, Virreinato del Perú, 19 de marzo de

1738-Cuzco, 18 de mayo de 1781) quien en una proclama firmó como José I, también conocido

como Túpac Amaru II (en quechua «serpiente resplandeciente»), fue un militar y caudillo

indígena peruano y líder de la «Gran rebelión» contra la corona española que se dio en

Hispanoamérica y se inició el 4 de noviembre de 1780, nueve años antes de la Revolución

francesa, con la captura y posterior ejecución del corregidor Antonio de Arriaga. Por otro lado,

fue criado (hasta los 12 años) por el sacerdote criollo Antonio López de Sosa y luego en el

Colegio San Francisco de Borja, donde mostró preferencia por lo criollo; llegó a dominar el latín

y a utilizar refinadas vestimentas hispanas. Fue el primero en pedir la libertad de toda

Hispanoamérica de cualquier dependencia, tanto de España como de su monarca, implicando esto

no solo la mera separación política sino la abolición de los impuestos (mita minera, reparto de
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mercancías, obrajes), de los corregimientos, alcabalas y aduanas (14 de noviembre de 1780). Fue

utilizado como una figura capital para el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada del

general Juan Velasco Alvarado (1968-1975), así como por varios movimientos políticos e incluso

por movimientos terroristas como el MRTA y desde entonces ha permanecido en el imaginario

popular. Durante su infancia vivió en Surimana, pero acompañaba a su padre en sus viajes a lo

largo del distrito y más lejos mientras este cumplía sus deberes como curaca y ejercía su oficio de

mercader. Por su condición de indígena noble estudió en el prestigioso colegio San Francisco de

Borja del Cuzco, dirigida por la orden de los jesuitas para los hijos de los curacas. Obtuvo una

esmerada educación, habiendo enviado España a sus mejores profesores al Nuevo Mundo, donde

aprendió la doctrina revolucionaria y anti absolutista propia de la Escuela de Salamanca, que dice

que el depositario real del poder, que siempre emana de Dios, era el pueblo y no el Rey, y que el

primero tenía derecho a la revolución, incluso al tiranicidio, si el segundo no ejercía el gobierno

del reino en beneficio del pueblo. Dominaba el quechua, castellano y latín, destacando entre sus

lecturas los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, las Siete Partidas de Alfonso X de

Castilla, las Sagradas Escrituras, el drama quechua Apu Ollantay, así como posterior y

clandestinamente textos de Voltaire y Rousseau, en aquella época censurados. El 25 de mayo de

1758, contrajo matrimonio con Micaela Bastidas Puyucahua con quien tuvo tres hijos: Hipólito,

Mariano y Fernando (todos apellidados Condorcanqui Bastidas); seis años después de su

matrimonio fue nombrado curaca de los territorios que le correspondían por elemental herencia.

Condorcanqui fijó su residencia en la ciudad del Cuzco, desde donde viajaba constantemente para

controlar el funcionamiento de sus tierras. Como curaca, José Gabriel mantenía derechos sobre la

tierra. Heredó 350 mulas de su padre, las que usaba para trabajar el circuito Cuzco-Alto Perú, la

ruta de comercio que ligaba Lima y Cuzco con las sumamente importantes minas de Potosí.

Debido a sus prósperas actividades económicas, empezó a sufrir la presión de las autoridades
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españolas quienes lo sometían al pago de prebendas, en especial por presión de los arrieros que

vivían en la región de la cuenca del Río de la Plata, quienes intentaban tener el monopolio del

tránsito de mineral por el Alto Perú. A finales de la década de 1770, la apertura de Buenos Aires

al comercio del Alto Perú acabó con el monopolio comercial de Lima y significó una mayor

competencia para los productores del Cuzco que vendían sus mercancías en Potosí y tenían que

competir con las de Buenos Aires e, incluso, los de España. En 1780, Túpac Amaru, quien

también experimentó esta crisis, tenía considerables recursos, pero del mismo modo, numerosas

deudas.

Rebelión Indígena (Tele sur , s.f.)


La rebelión de Túpac Amaru II fue la primera gran revolución acontecida dentro del proceso

emancipador que tuvo lugar en el virreinato del Perú y significó un precedente para las guerras de

independencia que emergerían en América a inicios del siglo xix. Fue iniciada en la región del

Cusco por el curaca José Gabriel Condorcanqui o Túpac Amaru II, el cual es reconocido como

«rey de América» y por ser quien marcó el inicio de la etapa emancipadora de la historia del

Perú. Militarmente logró muchas victorias contra las fuerzas reunidas por los corregidores

españoles y los curacas realistas. La mayor de tales victorias fue la lograda en el pueblo de

Sangarará, en la cual derrota a una coalición de milicias reunidas por la junta de guerra del

Cusco. El virrey Agustín de Jáuregui y el visitador español José Antonio de Areche actuaron en

respuesta al levantamiento de Túpac Amaru moviendo tropas desde Lima y desde lugares tan

lejanos como Cartagena de Indias, logrando reunir unos 17 000 hombres, muchos de ellos indios

auxiliares más tropas regulares y veteranas. Tras esta derrota, la unidad rebelde comenzó a

desintegrarse, empezando por los criollos que cambiaron de bando pasándose a las fuerzas

realistas. El 27 de febrero de 1781, los rebeldes del Alto-Perú, en venganza por la ejecución de
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Tomás Katari, masacraron a uno o dos millares de personas en Chuquisaca, asesinando a

hombres, mujeres, niños y religiosos por igual. A finales de febrero de 1781 las fuerzas realistas

reunidas en el Cuzco lograron la ventaja numérica y armamentística, por lo que decidieron pasar

a la ofensiva atacando la base rebelde en Tinta. Túpac Amaru II se retiró a Langui, pero fue

traicionado y entregado a los realistas junto con parte de su familia. Tras aguantar torturas por

parte de Areche para delatar a sus seguidores, el 15 de mayo Túpac Amaru, su familia y capitanes

fueron sentenciados a muerte y, el 18 de mayo, se le intentó descuartizar vivo atando cada una de

sus extremidades a sendos caballos, pero los intentos realistas fracasaron. Más tarde, el virrey

mandó a repartir las partes de Túpac Amaru en los pueblos que apoyaban la rebelión, para

intimidar a la población. Pese a las capturas y ejecuciones de Túpac Amaru y su entorno, los

realistas no lograron controlar la región del Cusco y la revolución se expandió. A finales de abril

de 1781, indígenas de las provincias altas, cerca del área central de Tinta, se levantaron en apoyo

a Diego Cristóbal, primo de Túpac Amaru II. La prédica de Túpac Amaru se esparció más al sur

del Cusco en la región cercana al lago Titicaca en el Alto Perú, entonces perteneciente al

virreinato de Buenos Aires. Allí se produjo otro alzamiento en diciembre de 1780, liderado por

Túpac Katari, que fue ayudado por el primo de Túpac Amaru II, Diego Cristóbal Túpac Amaru.

Esta rebelión se benefició con la incorporación de las fuerzas que, tras la muerte de Túpac

Amaru, movieron su base militar al sur. Los seguidores de Diego Cristóbal y Túpac Katari

atacaron muchos pueblos y ciudades alrededor del lago Titicaca y sitiaron Puno, Sorata y La Paz.

Pese a que el ejército realista dirigido por el general Del Valle logró romper el sitio de Puno, se

vio obligado a evacuar la ciudad y regresar al Cusco. Las fuerzas realistas del virreinato de La

Plata tuvieron éxito al romper el segundo sitio de La Paz, sitiada por 12. Los líderes realistas, el

virrey Jáuregui y el comandante Del Valle propondrían un indulto o amnistía que sería aceptado
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por Diego Cristóbal Túpac Amaru (primo de Tupac Amaru II) y sus comandantes. No obstante,

otros comandantes como Pedro Vilca Apaza y Túpac Katari no aceptarían el acuerdo,

considerándolo una trampa de los realistas,6 y continuarían con la rebelión.

Antecedentes
Sin embargo, los incas y posteriormente sus descendientes pretendieron la reconquista de su

imperio, algunos inmediatamente como fue el caso de los Incas de Vilcabamba, otros en los

siglos XVII y XVIII, pero estos intentos no tuvieron éxito por causa de la ayuda prestada por

curacas de señoríos locales y otros descendientes incas, que habían sido comprados con

prebendas o con el ofrecimiento de atención a sus reivindicaciones de tierras. El siglo xviii

representó el tiempo de mayor presión económica y social sobre el campesinado indígena,

considerados como una raza marginal por la sociedad colonial, quienes con la creación del cargo

de corregidor los habían despojado de las mejores tierras y los redujeron al estatus de siervos o

vasallos. Además, durante finales del siglo xviii se observa en su máxima expresión el sistema

del reparto de mercancías, mediante el cual los corregidores obligaban a los indígenas a comprar

bienes a precios muy elevados. Pero la mita minera suponía la manera más cruel de explotación

colonial, esta consistía en reclutar entre la población indígena mayor de 18 años a grupos de

personas quienes eran trasladados, generalmente a la fuerza, a los centros mineros como Potosí,

donde laboraban en tan pésimas condiciones que la mayor parte de ellos no regresaría jamás a sus

lugares de origen. En un esfuerzo por reforzar la administración de sus colonias, la Secretaría de

Estado de España introdujo una serie de cambios que fueron englobadas dentro de las llamadas

Reformas borbónicas. Como parte de estas, se creó el virreinato del Río de la Plata (1776),

separando del Virreinato del Perú los territorios de la Real Audiencia de Charcas, por la que en

aquel entonces atravesaba una importante ruta comercial terrestre que unía las ciudades de Cusco,
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Arequipa, Puno, La Paz y el resto del Altiplano hasta Potosí. Paralelamente, en los dominios

españoles se incrementaron y cobraron con mayor eficiencia impuestos como la alcabala,

afectando a los comerciantes del sur del Virreinato peruano y del Alto Perú (hoy Bolivia). En este

contexto, el recuerdo de la historia y los símbolos del Imperio incaico dentro de la población

indígena surgió como modelo de alternativa frente a un sistema económico que los perjudicaba

en muchos sentidos.

Estrategias Empleadas
Túpac Amaru planeó un golpe contra Antonio de Arriaga, corregidor de Canas y Canchis (Tinta),

que atemorizase a los españoles y diera impulso a su movimiento anticolonial.

Tras enjuiciar y ahorcar públicamente a Arriaga el 10 de noviembre de 1780 en la plaza de

Tungasuca, arengó a sus tropas sobre los objetivos de su movimiento: abolir las mitas, el reparto

de efectos y a los corregidores, estimulándolos para que prestasen ayuda y perseverasen en una

empresa destinada a su propia liberación. En este documento exhortaba a todos los españoles

«decentes», el clero y otras personas con amistad con la población peruana a unirse a la lucha

contra las hostilidades y abusos de la población europea; y a todos los que habían sido

maltratados por los «chapetones» (nombre despectivo para los españoles), incluyendo a los

esclavos, para que los abandonaran. Siguiendo las tradiciones culturales incaicas, la rebelión

estuvo sustentada en una auténtica red de parentesco pues Túpac Amaru movilizó en primer

término a su propia gente, a sus familiares y allegados de la provincia de Tinta. Por ello,

Quispicanchis después de Canas y Canchis (Tinta), fue la provincia más susceptible de ser

movilizada, debido a que una rama de la familia de Túpac Amaru residía allí. Vale decir que

ciertos patrones de comportamiento social andino, como la reciprocidad simétrica tanto como la

mita y el tributo como vínculos comunales, y la solidaridad entre caciques, fueron utilizados por
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Túpac Amaru en la organización de su rebelión. A medida que la revolución se propagaba fuera

de la provincia peruana de Tinta iba disminuyendo en su fuerza, puesto que, en provincias como

Calca, Lares, Cotabamba, Abancay se produjo una resistencia realista importante contra Túpac

Amaru. Una de las causas fue la resistencia étnica, al ser considerado como un advenedizo e

impostor por ser mestizo, razón por la que no había obtenido el decisivo apoyo de los doce ayllus

reales (o panacas) del Cusco. La rebelión tuvo la oposición total de la Casa real incaica de la

Nobleza peruana, quienes eran altamente leales a la Corona Española (destacando los linajes

incaicos de la Familia Tito Atauchi y los Sahuaraura, miembros de los 24 nobles electores del

Cusco, como el clérigo Rafael José Sahuaraura Tito Atauchi), manteniendo una convicción

realista y declarándole la guerra en 1780 y enviando a Pedro Apo Sahuaraura para combatirlo.

Incluso la baja nobleza indígena (como el cacique de Chincheros Mateo Pumacahua o el cacique

de Andahuaylas Vicente Choquecahua, pese a no ser de la elite de los ‘‘Cápac ‘‘) se unió a la

lucha contra el movimiento tupac-amarista, en tanto que eso les hubiera traído recompensas por

sus servicios a la Monarquía. Motivo por el cual los caciques se dividieron entre los leales o

realistas y los rebeldes, lo que contribuyó a la desintegración y derrota del movimiento. Ello se

habría debido a la habilidad política y a la amplitud de miras de Túpac Amaru, quien determinó

que para el logro de sus objetivos necesitaba especialmente el apoyo de los criollos, al ser quienes

poseían manejo de las armas de fuego, cultura e importantes conexiones. La rebelión de Túpac

Amaru supuso la primera propuesta de formación nacional en el continente, de ahí sus

permanentes llamamientos a la concordia y la unión entre criollos, mestizos e indígenas, como

cuando manifestara: Todo lo cual, mirando con el más maduro acuerdo, y que esta pretensión no

se opone en lo más leve a nuestra sagrada religión católica, sino solo a suprimir tanto desorden,

después de haber tomado por acá aquellas medidas que han sido conducentes para el amparo,

protección y conservación de los españoles criollos, de los mestizos, zambos e indios, y su


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tranquilidad, por ser todos paisanos y compatriotas, como nacidos en nuestras tierras, y de un

mismo origen de los naturales, y de haber.

Primera fase: Rebelión en el Cusco y el sur


Después de la celebración de una festividad en honor a la corona española en el pueblo de

Tungasuca, donde Túpac Amaru era cacique, es apresado por sus partidarios el corregidor de

Tinta, de nombre Antonio Arriaga, a quien enjuician y finalmente ejecutan públicamente en el

pueblo de Tinta. La noticia de este suceso se expande por los Andes y bajo el grito de libertad se

reúnen miles de hombres al ejército de Túpac Amaru, la mayor parte llegaban armados solo con

palos o con sus propios elementos de labranza. Antes de la muerte de Arriaga, Túpac Amaru lo

obligó a escribir cartas a su tesorero en Tinta con la orden de requerir dinero y armas con el

pretexto de una expedición contra piratas en la costa.

Túpac Amaru se movilizó por las áreas rurales entrando en pequeños pueblos donde logró

muchos reclutas y provisiones, principalmente entre los indígenas y mestizos, pero también de

algunos criollos. El ejército rebelde arrasaba los pequeños molinos textiles presentes en el área,

que servían de virtuales prisiones para los pobladores indígenas, y distribuía sus tejidos entre los

lugareños. Túpac Amaru y otros líderes hablaban en quechua a las masas indígenas y esparcían

rumores de que el curaca encarnaría el regreso de los incas, de quienes descendía por su lazo de

parentesco con el último inca, Tupac Amaru I. Desde su cuartel general en Tungasuca, Túpac

Amaru pasó varios días organizando sus fuerzas y redactando numerosas cartas y decretos. Los

españoles no contaban con tropas en ninguno de los pueblos entre Cusco y Arequipa, y las

milicias locales, si existían, no tenían armamento o espíritu de cuerpo, por lo que se desplomaban

antes de continuar la lucha. Además, Tupac Amaru aprisionó a los corregidores y españoles

abusivos, pero raramente los ejecutó sin pensar tratando de mantener la violencia rebelde
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controlada, algo que pronto cambiaría. Pese a los esfuerzos de los líderes rebeldes para controlar

los rumores y el flujo de información, las noticias de la ejecución de Arriaga alcanzaron

rápidamente la ciudad del Cusco, desde donde se financió y formó un ejército de 1500 milicianos

y voluntarios locales, apoyados por gente de los pueblos cercados dirigidos por sus curacas. El 17

de noviembre, las fuerzas enviadas por las autoridades españolas del Cusco arribaron al pueblo de

Sangarará, donde, el 18 de noviembre, el ejército de Túpac Amaru, que había crecido hasta varios

miles de hombres, los derrotó en la batalla de Sangarará.

Expansión de la revolución
Tupac Amaru y Micaela Bastidas, sin embargo, tenían conocimiento de que habían derrotado

solo a la primera oleada enviada por la precipitadamente organizada junta en la ciudad del Cusco,

y esperaban una dura ofensiva realista desde la segunda ciudad del Perú. En el campamento

rebelde, muchos creían que primero reforzarían sus fuerzas en su base en el valle del Vilcanota,

para posteriormente avanzar al norte, a la ciudad del Cusco. No obstante, Túpac Amaru planeaba

su estrategia sobre el sur, en dirección al lago Titicaca, un área mayoritariamente indígena donde

su mensaje de libertad sería muy bien recibido en una región que soportaba los abusos de la mita

minera, particularmente por las minas de plata de Potosí. Es por esto que los líderes rebeldes

deciden tomar ventaja de su fuerza y expandirse al sur. Por su parte, a casi 90 kilómetros de

distancia, en el Cusco, el obispo Moscoso y Peralta dirigía los esfuerzos realistas, para lo cual

recaudaba dinero, organizaba procesiones y se comunicaba con las autoridades en Lima, con sus

curas en territorio rebelde y con los líderes de la milicia. El informe de las acciones rebeldes en

dirección al sur provocó pánico entre la población del Cusco ante la inacción de los líderes

realistas quienes, tras la derrota en Sangarará, habían renunciado a cualquier suerte de ataque

mientras esperaban refuerzos de Lima.


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Los Refuerzos De Lima


El virrey Jáuregui convocó una reunión de emergencia con el general inspector de la Armada, el

comandante José del Valle, el visitador general José Antonio de Areche y los miembros de la

corte suprema. El 28 de noviembre parte con rumbo al Cusco el coronel de dragones, Gabriel de

Avilés, al mando de un escuadrón de caballería escogida constituida por 200 miembros de la

milicia de los «pardos libres», con órdenes de reclutar soldados a lo largo de su marcha al Cusco

y, de ser necesario, llevar gente de Arequipa. Por su parte, Del Valle dejó Lima el 20 de

diciembre al mando de 200 soldados más. Mientras tanto, el visitador Areche, indignado por no

haber sido llamado a liderar la expedición, escribía cartas a su aliado en Madrid criticando

duramente al virrey y a Del Valle. Intentado socavar la autoridad del virrey, el visitador se unió al

auditor de guerra y miembro de la corte suprema, Benito Mata Linares, demandando una mayor

dependencia de unidades fijas y soldados profesionales en lugar de milicias locales y voluntarios,

presentando a los criollos y corregidores que supervisaban las milicias como «ociosos y

corruptos», y a las clases bajas que manejaban como «cobardes y poco dignas de confianza». A

finales de 1780 e inicios de 1781 Mata Linares y Areche lograron que Madrid reconociera los

inconvenientes de las milicias, aunque debido a la falta de tiempo y recursos, no se pudo realizar

una rápida transición.

Campañas de Túpac Amaru en el sur (Somos sur , s.f.)


Las tropas rebeldes dejan Tungasuca el 22 de noviembre de 1780 en dirección a los pueblos de

Pichigua, Yauri y Coporanque, donde el curaca realista Eugenio Sinayuca estaba haciendo

proselitismo en contra de la revolución. La táctica rebelde seguía un procedimiento estándar:

mientras los exploradores buscaban enemigos y provisiones, Túpac Amaru ofrecía un discurso

apasionado sobre su movimiento desde las escaleras de la iglesia. Muchos oyentes se unieron a

las fuerzas rebeldes y, el 25 de noviembre, Túpac Amaru escribió una proclamación dirigida a la
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población de Lampa, un pueblo grande al sur, cerca del lago Titicaca, anunciando su campaña

contra la tiranía y los abusos españoles, al igual que su compromiso con los criollos; a la vez que

se jactaba de contar con 6000 seguidores, entre indígenas, criollos y personas de fuera del área. El

corregidor de Chumbivilcas, José Campino, y el curaca realista, Eugenio Sinacuya, lograron huir

del poder de Túpac Amaru y, el 27 de noviembre, el líder rebelde recibió noticias acerca de una

alianza entre los corregidores de Azángaro, Chucuito, Carabaya, Lampa y Puno, quienes

esperaban armas y soldados desde Arequipa o de La Paz. Ante esto, Túpac Amaru ordenó a los

curacas del área central, detener cualquier ataque desde el Cusco mientras él continuaba la

presión sobre el sur, instruyendo a Micaela para exagerar el número de su ejército con el fin de

desalentar un posible ataque realista. Tras atacar el pueblo minero de Caylloma, a finales de

noviembre, de donde los funcionarios españoles huyeron con gran cantidad de dinero de las Cajas

reales y plata, las fuerzas de Túpac Amaru cruzaron las montañas cubiertas de glaciares de La

Raya, línea divisoria entre Cusco y Puno. El corregidor de Puno, Joaquín de Orellana, realizó

frenéticos esfuerzos por defender el Collao marchando sobre Lampa con una milicia de 166

hombres, pero casi es capturado en Ayaviri, donde pierde sus armas y pólvora. A su regreso a

Puno acusó de indolencia a las autoridades del Cusco, La Paz y Arequipa, mientras las

autoridades del Cusco, a su vez, criticaban a los corregidores por haber huido tan rápidamente de

los rebeldes. La cual fue rápidamente abandonada por sus miembros, quienes fugaron del campo

o se pasaron al bando rebelde, mientras Urbiola escapó con dificultad. A mediados de noviembre,

los realistas habían capturado a Simón Noguera, sobrino de Túpac Amaru, en la hacienda

Queque, cerca de Santa Rosa, mientras cumplía labores de exploración a la vez que portaba cartas

y proclamas incitando a la rebelión; y, pese a las suplicas de los vecinos, el corregidor Horé dictó

la sentencia de muerte. Los corregidores de Chucuito, Lampa, Azángaro, Puno y Carabaya se

reunieron en una junta en Lampa el 4 de diciembre, donde supervisan la ejecución de Noguera.


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La muerte de su sobrino causó pena en Micaela Bastidas; y Túpac Amaru, quien prometió

vengarse, ordenó que un grupo rebelde ocupe la hacienda Queque, mientras otro se encaminó a

Lampa, de donde los corregidores huyeron y los desertores se pasaron al bando de Túpac Amaru.

El caudillo y sus tropas entran triunfalmente en Ayaviri el 6 de diciembre, donde los curas se

reunieron con ellos formalmente y Tupac Amaru ofreció un discurso con el fin de reclutar gente a

su ejército y tranquilizar a criollos y mestizos. Un testigo realista describió la situación de la

siguiente forma: El enemigo está ya encima, como que los Pueblos de Macari, Santa Rosa,

Ayaviri y Pucara Provincia de Lampa los tiene ya por suyas en el día seis de este mes y viene a

toda prisa entrando a los demás. Tras la defección de los milicianos de Lampa, cundió el pánico

entre la coalición realista, la cual decide que cada corregidor retorne a su provincia. Por su parte,

Túpac Amaru continúa con su inexorable avance, saqueando las pertenencias de sus enemigos,

pasando de Ayaviri a Pucará. A continuación, entró en Lampa, donde saqueó la casa del

corregidor Horé y, posteriormente, le prendió fuego; el mismo destino tuvieron las propiedades

de prominentes vecinos realistas. Los curacas del sur desdeñaban a Túpac Amaru y la élite de

caciques de la cuenca del Titicaca permanecieron leales al rey español, habiéndose dirigido con

ejércitos de tributarios a luchar por los realistas.

Campaña de Diego Cristóbal en el norte


Preparando el ataque sobre Paucartambo, fuerzas rebeldes reclutan gente en los pueblos altos de

Ocongate, Caicay y Ccata, para después aproximarse a Pisac a lo largo del río Vilcanota. Los

comandantes de la Junta de Guerra del Cusco, preocupados por esta ofensiva rebelde, envían a

sus milicias de refuerzo el 8 de diciembre, además de fusiles y munición comandadas por

Lorenzo Pérez Lechuga, veterano de las guerras españolas en Italia, quienes se unen a la defensa

de Paucartambo, dirigida por el mayor Francisco Celorio. Con apoyo de las tropas de los curacas
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de Chinchero, Maras y Huayllabamba, los realistas logran derrotar a las fuerzas de Diego

Cristóbal cerca del puente de Pisac, impidiéndoles tomar ese importante paso, y finalizan la

batalla masacrando a todos los prisioneros.El 26 de diciembre de 1780, dirigidos por el curaca de

Chincheros, Mateo Pumacahua, las tropas realistas derrotan a los rebeldes en Calca, causando

cientos de bajas y vuelven a ejecutar a todos los prisioneros.El cabildo del Cusco etiquetó esta

sanguinaria derrota rebelde como un «glorioso triunfo», elevando la moral de las tropas y civiles

realistas, a la vez que debilitó a los patriotas. El 21 de diciembre, a dos leguas del Cusco, en la

pampa de Chita, se forma un brote rebelde que ataca a un batallón realista dirigido por Francisco

Laisequilla quien, con ayuda de refuerzos de Anta y Abancay, los derrota y retorna al Cusco con

25 prisioneros y cuatro cabezas de líderes en picas, exhibiéndolas alrededor de la plaza principal.

Ante tal situación, Diego Cristóbal, quien se encontraba dirigiendo un prolongado sitio sobre

Paucartambo, decide retirarse a las colinas sobre el Valle Sagrado, abandonando su plan de

rodear el Cusco por el norte. El incendio de la iglesia de Sangarará y la excomunión de Túpac

Amaru, permitieron a los realistas considerar a los rebeldes como no cristianos y herejes, lo cual

permitía a sus líderes justificar un trato cruel, como el de Pumacahua a las víctimas de la masacre

de Calca.

El sitio del Cusco


Túpac Amaru había recibido noticias de un próximo ataque contra Tinta, razón por la cual

retornó con rapidez y sin encontrar obstáculos a Tungasuca, donde es recibido triunfalmente el 17

de diciembre. Con la eficaz ayuda de su esposa, Micaela Bastidas, y un grupo de sus capitanes, el

jefe rebelde inició los preparativos para la gran expedición contra el Cusco. El 20 de diciembre,

Túpac Amaru ordena la partida de su ejército con rumbo a la ciudad del Cusco. Antonio Castelo

lideraba un grupo más pequeño de vanguardia a través del valle con la orden de reclutar, atacar
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fuerzas realistas, saquear haciendas y rodear la ciudad por el norte. El 23 de diciembre, el

consejo de guerra del Cusco se entera de los planes de Túpac Amaru de atacar el Cusco. El

obispo Moscoso encabezó los esfuerzos para recaudar fondos para la compra o fabricación de

armas para equipar a las milicias, recolectando una considerable suma de 110. Temiendo

traidores internos, se prohibió que cualquiera dejase la ciudad en los días anteriores a la llegada

del ejército rebelde. El 19 de diciembre, el padre Ignacio de Santisteban Ruiz Cano, escribió,

desde las provincias altas al suroeste de Tungasuca que necesitaba refuerzos, ya que los indígenas

simplemente se reían de sus exhortaciones a permanecer leales. Cayendo en una maniobra de

distracción de Antonio Castelo, los realistas enviaron tropas a Angostura, la entrada al Cusco

desde el valle del Vilcanota. Marchando ligeros y acostumbrados a la empinada topografía del

área, Túpac Amaru y gran parte de sus tropas evitaron al enemigo tomando una ruta menos

directa a través de los imponentes picos de montaña al sur del valle. Pese a estas maniobras, las

fuerzas rebeldes no se lanzaron inmediatamente sobre el Cusco debido a que Túpac Amaru

esperaba la adhesión de la ciudad a su causa, enviando detalladas cartas al obispo Moscoso y

Peralta, a las personas del Cusco y al cabildo. Estos rechazaron las cartas mientras, a diferencia

de lo ocurrido en las áreas cercanas a Tinta y el Collao, los indígenas y otros lugareños del Cusco

y sus cercanías no se unieron masivamente al bando rebelde, debido a que sus curacas se lo

impedían o bien no lo deseaban. Analistas posteriores consideran que las cartas de Túpac Amaru

proveen una comprensión de sus ideas y planes. Ellas indican sus esfuerzos por mantener o ganar

el apoyo de los mestizos y criollos promedio, y quizá su confianza de que la ciudad se levantara y

lo apoyara. Desde que recibieron noticias del victorioso retorno de Túpac Amaru desde el sur, la

Junta de Guerra del Cusco había mandado sucesivos mensajeros urgiendo a las autoridades de

Lima para el envío de refuerzos, razón por la cual el coronel Avilés aceleró su avance mediante

marchas forzadas, ingresando las tropas al Cusco el 1 de enero de 1781. El 2 de enero, alertados
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por el cura de Urcos, la caballería realista, dirigida por Joaquín de Varcárcel y Francisco

Laisequilla, destruyó a la vanguardia de Castelo en el pueblo de Saylla, asesinando a 400 rebeldes

y capturando una bandera con el escudo de armas de Túpac Amaru. En el Valle Sagrado, Diego

Cristóbal Túpac Amaru avanzó de Catca a Pisac, sin embargo, los realistas, dirigidos por

Pumacahua, lo detuvieron en Huayllabamba y en Yucay. Pese a los refuerzos enviados por Túpac

Amaru, Diego Cristóbal no logró quebrar a las fuerzas realistas sobre el sumamente importante

puente Urubamba. El 4 de enero, Túpac Amaru ordena la movilización de sus tropas para bordear

la ciudad iniciándose la batalla del Cusco, que se prolongaría por una semana. La hueste

revolucionaria atacaba con bravura y tenacidad, alentada por Túpac Amaru, jinete de un caballo

blanco y copartícipe de todos los riesgos del sitio.

La expedición punitiva
Dirigidos por el visitador general, Antonio de Areche, y el inspector general, José del Valle,

aproximadamente 15. El ejército realista dividió sus tropas en 6 columnas con el fin de converger

sobre la base rebelde alrededor de Tinta. Todas las columnas debían encontrarse antes de llegar al

pueblo de Tinta y atacar en conjunto, para continuar a las provincias del sur, y de ahí entrar en

contacto con las tropas del Alto Perú en la región del lago Titicaca. La expedición punitiva

estaba comandada por el mariscal de campo José del Valle y Torres. Del Valle marchó

constantemente con la reserva, encabezando el alto mando del ejército realista, constituido en un

75% por indígenas. En el Cusco quedó Areche comandando 1000 soldados de la compañía de

Pardos de Lima, un grupo de voluntarios de Huamanga, el regimiento de infantería de milicias

del Cusco y numerosas tropas indígenas, comandadas por curacas realistas. En el alto mando

también colaboraban el coronel Miguel Torrejón y los sargentos mayores Bernabé Villavicencio

y Gaspar Rosas. Areche reconoció públicamente a seguidores realistas tales como los curas de
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Cotabamba, y confirió el rango de capitán a Pumacahua y Nicolás Rosas, curacas de Chinchero y

Anta, respectivamente.48 Días después, publicó un decreto ampliamente distribuido ofreciendo el

perdón a los rebeldes que entregaran sus armas y aparecieran en la ciudad, excluyendo a 35

personas de este decreto, entre ellos Micaela Bastidas, Túpac Amaru, sus familiares y su círculo

más cercano. Buscando dividir a los rebeldes, el visitador también ofreció una recompensa de

ochenta pesos al mes a quien entregara a sus líderes. Pese a esto, las fuerzas realistas también

tenían dificultades: La alimentación de un ejército tan grande, conforme se abría paso cada vez

más allá del Cusco, era difícil, por lo que padecían frío y hambre ante la falta de suministros.

También, cuando marchaban a través de los estrechos valles, los rebeldes los acosaban desde los

picos y les tenían emboscadas. Pese a su organización, armas y número, los realistas probaron no

ser la fuerza invencible que muchos creyeron a su llegada al Cusco.

Campaña realista sobre Tinta


Del Valle creía que Túpac Amaru deseaba retornar al sur, y también tomar la importante zona

agrícola de Paucartambo. Por ello, el comandante español desplegó las columnas realistas en

abanico, la primera y sexta aproximándose a Paucartambo, la quinta se abría paso al oeste, en

Cotabambas, mientras la cuarta se movía en Paruro, la segunda y tercera columnas marchaban

por el valle hacia la base rebelde en Tinta. Decepcionados por el fracaso de tomar el Cusco, y

preocupados por las deserciones y las dificultades para el apertrechamiento de sus tropas, Túpac

Amaru y Micaela Bastidas todavía dirigían una formidable fuerza. Mientras que las uniformadas

tropas realistas intimidaban a la gente del Cusco con sus cañones, escopetas y caballos; las

fuerzas rebeldes aterrorizaban a los acomodados lugareños, aumentando el miedo ante la falta de

control de sus líderes que limitaban la violencia y el saqueo. El obispo Moscoso y Peralta

lamentaría en una carta del 21 de enero que, en su retorno a Tungasuca, Túpac Amaru y sus
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fuerzas hubieran peleado «a sangre y fuego», especialmente contra los españoles y mestizos.

Algunos seguidores importantes habían abandonado a los rebeldes, incluyendo al clan Castelo,

dirigido por el patriarca Melchor y su hijo Antonio, quienes, tras el fallido sitio del Cusco,

organizaron un motín en Sicuani llamando a otros criollos a levantarse contra Túpac Amaru, e

invitaron a traicionarlo a aquellos que le permanecían fieles. El sexagenario Antonio Castelo se

entregó a Del Valle en abril, pero las autoridades realistas lo trataron como un comandante

insurgente infiltrado y fue encontrado culpable y ejecutado. Tomás Parvina, quien como Túpac

Amaru afirmaba pertenecer al linaje inca, fue uno de los principales comandantes de la región. La

táctica de Túpac Amaru se apoyaba en el conocimiento del terreno y los ataques por sorpresa.

Miguel Bastidas, hermano de Micaela, atacó en constantes escaramuzas a las fuerzas de Del

Valle en su marcha. Informado por sus espías, el principal objetivo del caudillo era destruir el

destacamento del centro, donde estaba el alto mando realista, para lo cual urdió una treta. El 18

de marzo mandó avisos a Del Valle que, con ocasión de la fiesta de San José, santo de ambos,

desencadenaría un vigoroso ataque al día siguiente. Del Valle puso en constante alerta a sus

hombres y aminoró su marcha por precaución, lo que le hizo perder de vista a los rebeldes,

situación que aprovechó Túpac Amaru para ocultar sus tropas y despistar el comando realista.

Pero, mientras las fuerzas rebeldes plantaban sus tiendas para enfrentar el mal tiempo, un

prisionero fugado llega al campamento realista y da aviso de la maniobra sorpresa que se

desarrollaría en esa noche.Por lo que, cuando Túpac Amaru creyó realizar un sorpresivo ataque

se encontró con un nutrido fuego de fusilería iniciándose la batalla entre la gran vanguardia negra

de Del Valle y la caballería e infantería de Lima, contra los combatientes indígenas de Túpac

Amaru. Los rebeldes no lograron dominar el campo realista y se retiran a las 8 de la mañana del

día siguiente. Pese al aviso, las tropas de Del Valle apenas lograron repeler el ataque, confiando

su suerte a la llegada de una columna dirigida por Juan Manuel Campero. No obstante, Del Valle
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fue testigo de cómo sus tropas caían exhaustas en la nieve, debido al cansancio de días sin

dormir, el hambre y el frío extremo, razón por la cual inició su retirada hacia el valle, donde el

general sufrió la deserción de las tropas indígenas de Chincheros, Anta, Abancay y Huamanga,

aunque los miembros de la milicia negra y las fuerzas de Pumacahua permanecieron leales a los

realistas.

Segunda fase: Rebelión en el Alto Perú (Open edition , 2005)


Con las sangrientas ejecuciones del 18 de mayo, y la posterior tortura y destrucción de los

cuerpos del líder revolucionario y su círculo más cercano, las autoridades realistas buscaban

diseminar la idea de que la rebelión estaba acabada y ellos habían ganado. Diego Cristóbal Túpac

Amaru, primo de José Gabriel, atacó vigorosamente el pueblo de Layo, cerca de Langui, con el

propósito de rescatar a Túpac Amaru, quien ya había sido conducido al Cusco, y pese a que su

ofensiva no tuvo éxito puso en evidencia a los realistas que la revolución continuaba. Tomaron el

liderazgo revolucionario los comandantes Diego Cristóbal Túpac Amaru y sus sobrinos Mariano

Túpac Amaru (segundo hijo de José Gabriel) y Andrés Mendigure. Los nuevos líderes del

movimiento abandonaron las tácticas más conciliadoras de Micaela Bastidas y José Gabriel

Túpac Amaru, quienes buscaban ganar el apoyo de los sectores medios y la iglesia, a la vez que

controlaban la violencia, preocupación que no agobiaba a la segunda ola de líderes. Para mayo de

1780, mientras los nuevos líderes coordinaban ataques y supervisaban las estrategias, los

seguidores rebeldes, cada vez más independientes, tomaban frecuentemente los asuntos en sus

propias manos, aumentando la violencia desde abajo.

Esta capa, en cambio, existía, como dijimos, en la Puna de Jujuy, donde los indígenas padecían

de los mismos males que sus hermanos de todas partes. Pero de lo que más sufría la población de

la antigua gobernación del Tucumán, y especialmente la de Jujuy y Salta, era del cese de las
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exportaciones a causa de la guerra con Gran Bretaña, porque la ruta comercial del Alto Perú,

riquísimo en metales, pasaba por ellas. Quiroga, intérprete en la reducción de San Ignacio de

indios tobas, aprovechó sus relaciones para sellar una alianza con ellos y con los indígenas del

Chaco no reducidos. Se hablaba…de expulsar a los españoles y de tomar las riendas del poder

por los nacidos en suelo americano, haciendo solamente una excepción para el sacerdocio

peninsular que debía conservar sus prerrogativas. En la sublevación de Jujuy, como en todo el

actual territorio argentino, se nota la participación muy activa de criollos en el movimiento

revolucionario. De manera muy parecida como en otras partes, también en Jujuy las autoridades

se llegaron a enterar a tiempo de los preparativos para la sublevación, gracias a la denuncia de un

cura: el maestro Albarracín. La Puna estaba en contacto directo con el centro de la sublevación en

el corregimiento de Chichas, Alto Perú, lindante con Jujuy, donde el sargento criollo Luis Lasso

de la Vega, el 3 de marzo de 1781, dio muerte al corregidor y se declaró gobernador de las

provincias de Chichas, Lipes y Cinti, en nombre de José Gabriel Túpac Amaru. La organización

del movimiento estaba planeada de acuerdo con el centro principal del mismo y previsto su

estallido para marzo, como en casi todas las regiones altoperuanas. Pero ya a mediados de febrero

los indios tobas de la reducción de San Ignacio sellaron la alianza con los matacos no reducidos

de Chaco, de la que hablamos más arriba. Nos consta que con el fracaso del ataque a Jujuy del día

28 de marzo, señalado como fecha de la sublevación general, ésta estaba lejos de extinguirse. El

comandante militar de la ciudad, Gregorio Zegada, habiendo convocado las milicias para enviar

socorro al fuerte de Río Negro, atacado también el día 28 de marzo, constató que no se

presentaron muchos de ellas. Pero en aquel momento éste no estaba en condiciones de enviárselo,

porque se habían sublevado los indios de Casco y de todo el Chaco lindante con Salta. Durante el

mes de abril, la sublevación se extendía por toda la provincia de Tucumán (en su antigua

conformación territorial) y el apremio militar fue cada vez mayor. La movilización de las
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milicias de toda la vasta gobernación del Tucumán, ordenada por Mestre, permite apreciar la

amplitud del movimiento revolucionario en el actual territorio argentino. Además de la rebelión

de los milicianos riojeños, tenemos noticias de la sublevación de una compañía de milicianos de

la provincia de Salta (Belén, jurisdicción del Río del Valle), acaecida en la misma época. Las

autoridades tenían facilitada la tarea, porque la rebelión armada estalló solamente en Jujuy y en

algunas partes de Salta lindante con el Chaco (Río del Valle). En el litoral y Mendoza había

manifestaciones de simpatía para con Túpac Amaru, y en las otras regiones de la provincia de

Tucumán, fuera de Jujuy y Salta, insubordinaciones militares que significaban el paso más

decidido hacia la rebelión abierta. De suerte que no pudo crearse un centro alrededor del cual

pudiera girar todo el movimiento revolucionario en las provincias del Plata.

Conclusión

Desde la fundación de la Bolivia en 1825, la rebelión de Tupac Amaru, se constituye en la

primera gran revolución que tuvo lugar en el virreinato del Perú y significó un precedente para

las guerras de independencia que emergerían en América a inicios del siglo xix. Esta semilla fue

el inicio de la lucha indígena en contra de la colonia española, significó la liberación de nuestros

pueblos frente a la corona española. Sin este proceso emancipador, posiblemente las revoluciones

de 1809 (La Paz) no se hubieran dado. La lucha de los indios en el Alto y Bajo Perú son hitos de

organización bélica y logística que por su importancia se repitieron, inclusive, en la república.

Bibliografía

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americano-Tupac-Amaru-II-20160517-0047.html

Anexos
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