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Cuadernos Centro Arrupe - nº 2 - abril 2014 1

Dinámicas de esperanza para una sociedad en crisis

DINÁMICAS DE ESPERANZA PARA


UNA SOCIEDAD EN CRISIS
Darío Mollá, SJ
Cuadernos Centro Arrupe - nº 2 - abril 2014 2
Dinámicas de esperanza para una sociedad en crisis

Los CUADERNOS CENTRO ARRUPE quieren dar a conocer y difundir la reflexión que
se realiza en el Centro Arrupe de Valencia, así como ayudar a otras personas y grupos
que pueden encontrar en estos CUADERNOS un material de interés.

Darío Mollá, jesuita y miembro del Equipo del Centro Arrupe (Valencia). Autor de
libros como “Espiritualidad de la acción social” y “Espiritualidad para educadores”. Ha
publicado en la colección EIDES: "Encontrar a Dios en la vida" (n º 9, marzo 1993),
"Cristianos en la intemperie" (n º 47, octubre 2006), "Acompañar la tentación" (n º 50,
noviembre 2007), "Horizontes de vida (Vivir a la ignaciana)" (n º 54, marzo 2009).
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Dinámicas de esperanza para una sociedad en crisis

DINÁMICAS DE ESPERANZA PARA UNA SOCIEDAD EN CRISIS


“No os aflijáis como los que no tienen esperanza”
(1ª Tesalonicenses 4, 13)

“En tiempos oscuros nos ayudan quienes han sabido andar en la noche”
(Ernesto Sábato)

1. Iconos de esperanza

2. ¿Cómo fortalecer nuestra esperanza?

a. Dar profundidad a nuestra mirada sobre la vida


b. La convivencia y el compromiso con y por los pobres
c. La experiencia de oración

3. ¿Cómo suscitar la esperanza?

d. El por qué del verbo “suscitar”


e. Ser personas que “acompañen”
f. Tener claras y hacer operativas nuestras “contra-prioridades”

@ Centro Arrupe Jesuitas - Valencia


Gran Vía Fernando el Católico, 78 – 46008 Valencia
centroarrupe@centroarrupe.com – www.centroarrupevalencia.com
Ciclo de conferencias 2013-2014
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Dinámicas de esperanza para una sociedad en crisis

1. Iconos de esperanza

hace posible el dolor compartido. Y una


Me vais a permitir comenzar es- de ellas le preguntó: “¿Te vamos a se-
ta conferencia de un modo poco guir viendo?”. Ella, con toda la naturali-
académico y no muy habitual: contan- dad del mundo, contestó: “Claro, cada
do una vivencia personal. Vivencia que semana. Yo ya no puedo hacer nada
ha sido decisiva en mi modo de enten- por mi hijo; pero puedo seguir echán-
der y comunicar la esperanza. doos una mano a vosotras y a vuestros
hijos”.
Me sucedió hace unos años en Za-
ragoza. Me llamaron las madres de los A mí se me grabó para siempre, se
y las jóvenes que estaban en tratamien- me tatuó en el corazón, aquella frase y
to de sus toxicomanías en el Proyecto aquella mujer. Eso es la esperanza: más
Hombre de Zaragoza. Eran aquellos los allá del dolor, más allá de la muerte,
años duros de la heroína y cuando el permanecer de pie junto a los que su-
SIDA era casi mortal de necesidad. Los fren: “más allá de la muerte de mi hijo,
hijos e hijas de aquellas mujeres alter- yo puedo ayudar”… Para mí y para
naban períodos en la calle o en su casa, siempre esa mujer, sin mucha cultura y
con períodos en la cárcel que, entonces con ninguna teología, ha permanecido
como ahora, no era un lugar de rehabi- como icono de la esperanza, cada vez
litación sino de condena, en todos los que he tenido que activar mi esperanza
sentidos de la palabra. Teníamos que o hablar de ella a otros.
compartir, para eso me habían invita-
do, reflexión y vivencias sobre “Espiri- Los creyentes en Jesús, tenemos un
tualidad de la exclusión”. Ellas se junta- icono de la esperanza muy semejante a
ban casi todos los sábados del año para éste: María en el Sábado Santo. María
compartir su experiencia y apoyarse que es, a la vez, Virgen de la Piedad y
mutuamente en la lucha por salvar a Madre de la Esperanza, con su Hijo des-
sus hijos. trozado en brazos, pero de pie, soste-
niendo a los alicaídos y desesperanza-
Aquel día, una de aquellas mujeres dos discípulos, aquellos que esperaban
comentó que su hijo, apenas superados que las cosas hubieran sucedido de un
los veinte años, había muerto de so- modo muy distinto (Lucas 24, 21). El día
bredosis, ya no recuerdo si en la cárcel de la esperanza no es el día de Pascua:
o en un hospital, pero el dato del lugar ese es el día de la alegría; el día de la
es indiferente… Había muerto esa mis- esperanza es el sábado. Y ese día de
ma semana, a mitad de semana. Y ella silencio en la liturgia y de oscurecimien-
estaba allí, de nuevo, el sábado, pocos to de la fe es el día de María, el día de
días después: dolida pero de pie, des- la esperanza de María.
trozada pero entera. Sus compañeras
se solidarizaron con ella, con esa pro- Benedicto XVI en su encíclica sobre
funda y auténtica solidaridad que sólo la esperanza llama a María “Ave maris
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stella”: estrella del mar (1), estrella de El otro fundamento de la esperanza


la esperanza. La imagen es también humana es el anhelo de justicia que
muy sugerente: nada impresiona tanto existe en todo corazón humano que no
como la oscuridad del mar en una no- se ha endurecido, que sigue siempre
che sin luna, y una estrella en noches esperando, deseando y luchando que
como ésa es decisiva para orientar y se haga justicia, por fuerte y asentada
animar a la confianza. El Papa Francis- que parezca la injusticia y los sistemas
co, en “La alegría del evangelio”, habla que la sostienen. Es la esperanza de los
de María como signo de esperanza en profetas, es la esperanza que nos hace
tiempos de injusticia: “Como Madre de pedir cada día “venga a nosotros tu
todos, es signo de esperanza para los Reino”. De ella afirma Benedicto XVI:
pueblos que sufren dolores de parto “… sólo en el reconocimiento de que la
hasta que brote la justicia” (2). injusticia de la historia no puede ser la
última palabra en absoluto, llega a ser
Estos dos iconos tan próximos entre plenamente convincente la necesidad
sí, el de cada una de esas dos madres, del retorno de Cristo y de la vida nueva”
nos hablan de una esperanza humana y (3).
de una esperanza creyente que tienen
mucho de común entre ellas. Podemos Para los que somos creyentes la
poner acentos de una parte o de otra, promesa de Dios y la resurrección de su
pero van a ser acentos, matices. El fon- Hijo Jesús son las que dan una seguri-
do es muy similar. dad y una firmeza inquebrantables a la
esperanza humana de quien ama y de
Creo que la esperanza humana se quien anhela la justicia.
funda en dos sentimientos muy hondos
del corazón humano. Este tiempo de crisis y de sufrimien-
to de tantas personas y familias nos ha
El primero de ellos es el amor: obligado a reflexionar sobre nuestra
quien ama espera, confía, incluso esperanza y su fundamento, a purificar-
cuando otros no esperan, incluso con- la de ingenuidades y optimismos (4), a
tra las mismas evidencias. Si buscamos hacerla más honda y más esencial, a
una imagen evangélica de esa esperan- hacer nuestro discurso sobre la espe-
za nacida del amor, es la del Padre de la ranza más comedido, más prudente,
parábola de los dos hijos que siempre pero también más hondo y más respe-
espera al hijo pródigo, contra todo tuoso con lo profundo del sufrimiento
pronóstico y contra todo argumento humano. Como ya anticipó Benedicto
razonable. No simplemente mantiene
abierta la puerta de la casa “por si vuel- 3
Benedicto XVI: “Salvados en la esperan-
ve”, sino que sale fuera porque el amor za”, nº 43.
4
le dice que volverá, porque espera que “No me gusta mucho la palabra ‘optimis-
vuelva. mo’ porque expresa una actitud psicológica.
Me gusta más usar la palabra ‘esperanza’… La
esperanza cristiana… es una virtud teologal y,
en definitiva, un regalo de Dios que no se pue-
de reducir a un optimismo meramente huma-
1
Benedicto XVI, Encíclica “Salvados en la no. Dios no defrauda la esperanza ni puede
esperanza”, noviembre de 2007, nº 49. traicionarse a si mismo. Dios es todo promesa”
2
Papa Francisco: “La alegría del evangelio”, Francisco, en su entrevista a las revistas de la
noviembre de 2013, nº 286. Compañía de Jesús en septiembre de 2013.
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XVI, hemos “aprendido de nuevo” qué


es esperanza: “… Los cristianos, en el
contexto de sus conocimientos y expe-
riencias, tienen también que aprender
de nuevo en qué consiste realmente su
esperanza, qué tienen que ofrecer al
mundo, y qué es, por el contrario, lo
que no pueden ofrecerle” (5).

Dicho todo esto, os comparto algu-


nos criterios de método que me han
guiado en esta reflexión, y que creo
que es bueno que sepáis antes de se-
guir adelante. Primero: se puede hablar
de esperanza desde muchos ángulos y
desde una multiplicidad de aspectos: yo
me limito a aspectos que tienen que
ver con la situación actual de crisis so-
cial y del sufrimiento que dicha crisis
está generando en tantísimas personas
y familias. Segundo: mi intención al
hablar hoy de la esperanza es más
práctica que teórica: intentaré sugerir
instrumentos y actitudes que pueden
fortalecer nuestra esperanza y ayudar a
suscitar la esperanza de otros; y para
ese objetivo, evito el hacer listados
exhaustivos y me centraré en tres o
cuatro aspectos que, desde mi propio y
subjetivo punto de vista, voy a priori-
zar. Y tercero: como ya habéis podido
comprobar, me han resultado inspira-
doras, y por ello recojo bastantes tex-
tos de las mismas, tanto la encíclica de
Benedicto XVI dedicada a la esperanza:
“Spe salvi. Salvados en la esperanza”,
publicada en el año 2007, como aque-
llas referencias a la esperanza que hace
el Papa Francisco en su exhortación “La
alegría del evangelio”.

5
Benedicto XVI: “Salvados en la esperan-
za”, nº 22.
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gérmenes de ese mundo nuevo; y aun-


que se los corte, vuelven a surgir, por-
2. ¿Cómo fortalecer nuestra que la resurrección del Señor ya ha pe-
netrado la trama oculta de esta histo-
esperanza?
ria, porque Jesús no ha resucitado en
vano” (6). Hay palabras muy significati-
vas en este texto; destaco dos:
“gérmenes” y “trama oculta”, es decir,
Es evidente que las situaciones
lo pequeño y lo escondido. En nuestra
de dolor y sufrimiento que vivimos no-
visión del mundo y en nuestra lectura
sotros mismos, o nuestras familias, o
de la realidad no nos podemos quedar
personas muy cercanas a nosotros, gol-
sólo en lo grande y lo aparatoso y en lo
pean nuestra esperanza. Y cuando más
visible a primera vista. Es la lógica
sensible es nuestro corazón y de más
evangélica de lo pequeño que engendra
calidad nuestra humanidad más acu-
la novedad. Los estudiosos del evange-
samos esos golpes. Y es bueno que la
lio destacan que la parábola inaugural
esperanza sea golpeada, para que sea
de Jesús en los tres sinópticos (Marcos
de verdad esperanza, y no mera pala-
4, 3-9; Mateo, 13, 3-9; Lucas 8, 5-8), la
brería, fórmulas de compromiso por-
parábola que da la perspectiva desde la
que toca decirlas, o golpecitos en la
que ver y escuchar todo lo que sigue, es
espalda dados con aire de superioridad.
la parábola del sembrador o de la semi-
En el dolor, propio o compartido, se
lla, una secuencia de tres fracasos a los
autentifica la esperanza.
que sigue una cosecha increíble ( 7 ).
Todos somos invitados a esa mirada, y
Golpeados por la dureza de la vida,
también todos somos capaces de enu-
¿cómo podemos fortalecer nuestra
merar, en medio de las situaciones y de
esperanza?
las crisis más duras, como la actual,
gérmenes de humanidad y una trama
oculta de solidaridad que sostiene a
a. Dar profundidad a nuestra mirada
tantos y tantas que, sin ella, hubieran
sobre la vida
ya perecido. Evito poner yo nombres,
no porque no los tenga, y muchos, sino
El primer modo es dar profundidad
porque os invito a que lo hagáis cada
a nuestra mirada sobre la vida para no
uno de vosotros.
quedarnos simplemente en lo primero
que vemos, en lo que parece a primera
Y el segundo modo de dar profun-
vista, en los titulares de la vida, por
didad a nuestra mirada es una mirada
gruesos que éstos sean. Esa profundi-
contemplativa, que es la mirada que ve
dad de mirada se juega, al menos, en
al mundo y a las personas, envueltos en
dos aspectos.
la ternura y el amor de Dios Padre. Os
cito unas palabras de José A. García: “…
El primero de ellos es estar atentos
Jesús integró en su vida, de un modo
y no despreciar los signos de vida y de
humanidad que hay, incluso, en las si- 6
Papa Francisco: “La alegría del Evangelio”,
tuaciones más duras. El Papa Francisco nº 278.
lo expresa de este modo: “La resurrec- 7
Pablo Alonso Vicente sj, “Esperanza y fe
ción de Cristo provoca por todas partes en Jesucristo”, art. en la revista Sal Terrae,
marzo de 2013, p. 211.
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excepcional y admirable, realismo y cuando uno convive más de cerca y en


mirada esperanzada… Los extremos del situaciones más difíciles con los más
optimismo ingenuo y del realismo a ras pobres y con los que más sufren perci-
de tierra son fáciles de entender… ¿Cuál be, con asombro y con agradecimiento,
fue entonces el secreto de Jesús para que allí donde parecería que nos hemos
encarnar esa síntesis tan difícil, pero a de encontrar con personas más deses-
la vez tan bella? No está escrito en nin- peranzadas, nos encontramos por el
guna parte, pero uno piensa que Jesús contrario con una esperanza de fondo
fue así, porque lo veía todo envuelto en que les sostiene y que es el gran don
la ternura y el amor de Dios, su Padre. que Dios les da en el fondo de su co-
Esa mirada contemplativa le impedía razón. Así lo testimoniaba también una
ser desesperanzado con respecto a na- persona que convive día a día con mu-
da ni a nadie, aun dentro siempre de jeres sometidas a la explotación
una visión realista del mundo” (8). económica y personal:

Para quienes conocemos la espiri- “¿Tienen los últimos una inmediatez


tualidad ignaciana esa mirada de Dios especial en el encuentro con el Dios
sobre el mundo, es la mirada de la Tri- vivo? ¿Viven una esperanza teologal?
nidad que nos presenta San Ignacio en Ellos y ellas hacen vida la Palabra: ‘Dios
la Contemplación de la Encarnación de ha escogido lo necio del mundo para
los Ejercicios (EE nºs 101-109): una mi- confundir a los sabios, lo débil del mun-
rada bien consciente y realista sobre los do para confundir a lo fuerte; lo plebe-
sufrimientos del mundo, atenta a ver a yo y lo despreciable y lo que no es, para
“todas las gentes en tanta ceguedad, y reducir a la nada lo que es’ (1 Cor.
cómo mueren y descienden al infierno”, 1,27)” (10).
y una mirada que se torna compromiso
encarnatorio y redentor: “se determi- Resulta sugerente caer en la cuenta
na… que la segunda persona se haga que el verbo fundamental de esta cita
hombre, para salvar al género huma- paulina es “confundir”: confundir a los
no”. Una mirada que también es sensi- sabios, a lo fuerte… Y ver el significado
ble y lúcida para ver los sencillos y ocul- que el verbo “confundir” tiene según
tos lugares de esperanza que hay en el nuestro diccionario: humillar, avergon-
mundo, como es “la casa y aposentos zar, turbar a alguien de modo que no
de Nuestra Señora en la ciudad de Na- acierta a explicarse… Sí: es sencillamen-
zaret, en la provincia de Galilea”. te inexplicable la esperanza de los po-
bres para aquellos para quienes la es-
b. La convivencia y el compromiso con peranza es optimismo porque las cosas
y por los pobres van bien o no es otra cosa que el cinis-
mo de los satisfechos…
Jon Sobrino le llama a esto “el es-
candaloso milagro de la esperanza” (9): Evidentemente, esa esperanza de
los pobres no se manifiesta ni opera del
8
José Antonio García sj, “La esperanza cris- mismo modo que lo hace en quienes la
tiana: por qué y cómo esperar”, art. en la revis-
ta Sal Terrae, marzo de 2013, p. 224.
9 10
Jon Sobrino: “Liberación con espíritu. Inmaculada Soler Giménez: “La esperan-
Apuntes para una nueva espiritualidad”, Ed. Sal za, también de noche”. Art. en la revista Sal
Terrae, Santander, 1985, p.153. Terrae de marzo de 2013, p. 244.
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vivimos de un modo más teórico. Lo capacidad de recomenzar… Esa es la


hace de un modo mucho más vital, más esperanza que podemos aprender en
comprometido, más relacionada con nuestra cercanía a los que sufren y que
los sufrimientos concretos de la vida. Es nos da también a nosotros las pautas
una esperanza que motiva para seguir de qué significa esperar en nuestros
luchando, para no decaer, para ayudar momentos de oscuridad y sufrimiento.
al hermano o a la hermana que sufren
cerca. Es una esperanza que quizá por- De un modo semejante, un com-
que sabe que es poco lo que puede promiso por la justicia hecho con lim-
esperar de los hombres espera mucho pieza y gratuidad, no como pose ide-
más en Dios. Un compañero jesuita, ológica o ética, es una fuente de espe-
que ha convivido muchos años en con- ranza. El compromiso por la justicia es,
textos de suma pobreza, lo expresa de asumido de este modo, algo que no
un modo muy poético: desgasta la esperanza, pese a las resis-
tencias que encuentra y los fracasos
“En la cultura popular encontramos que ha de afrontar, sino que, por el
una solidaridad que enfrenta las emer- contrario, la fortalece y la hace más
gencias de cada jornada y que permite tenaz. Porque se cumple ese milagro de
sobrevivir. Nadie sabe cómo circula la la existencia humana por el que cuan-
ayuda discreta que respeta la dignidad do de verdad se entrega limpia y gratui-
herida del que no consigue para la co- tamente lo más genuinamente humano
mida o la medicina. Aquí encontramos no se desgasta ni se pierde, sino que se
muchos rostros que han salvado su gana.
bondad y su ternura de los golpes reci-
bidos. La capacidad festiva sorprende c. La experiencia de oración
en vidas enteras asaltadas. El humor
rompe en muchas ocasiones las situa- Los creyentes en Jesús no debería-
ciones extremas. Los golpes de la codi- mos dejar de saborear unos preciosos
cia o de la naturaleza arrasan con todo números de la encíclica “Salvados en la
en unos minutos, pero desde las raíces esperanza” que tienen como título
brota la resistencia y la capacidad de común: la oración como escuela de la
recomenzar de nuevo. Por la mañana esperanza: son los números 32 a 34 de
un ciclón arrasa un cultivo. Por la tarde dicha encíclica.
se puede empezar a preparar la siem-
bra de nuevo” (11). En ellos señala Benedicto XVI dos
frutos de la oración que propician el
Subrayemos las palabras que apa- crecimiento y el fortalecimiento de la
recen en el párrafo anterior y que son esperanza:
muy descriptivas de las formas de la
esperanza entre los pobres: solidaridad, 1) El primero de ellos es el de la aper-
ayuda, mantener la propia dignidad, tura a la esperanza en Dios cuando
capacidad festiva, humor, resistencia y se van cerrando las distintas puer-
tas de la vida y en esas situaciones
11
Benjamín González Buelta sj: en su capí- en las que, con desesperanza, ya no
tulo “Formar según San Ignacio en la escuela sabemos ni adónde ni a quién acu-
del pobre” del libro “Tradición ignaciana y soli-
dir:
daridad con los pobres”, Col. Manresa nº 4,
Eds. Mensajero-Sal Terrae, 1990, p. 148.
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“Cuando ya nadie me escucha, Dios “El modo apropiado de orar es un


todavía me escucha. Cuando ya no proceso de purificación interior que nos
puedo hablar con ninguno, ni invocar a hace capaces para Dios y, precisamente
nadie, siempre puedo hablar con Dios. por eso, capaces también para los de-
Si ya no hay nadie que pueda ayudarme más. En la oración, el hombre ha de
– cuando se trata de una necesidad o aprender qué es lo que verdaderamente
de una expectativa que supera la capa- puede pedirle a Dios, lo que es digno de
cidad humana de esperar – El puede Dios. Ha de aprender que no puede re-
ayudarme. Si me veo relegado a la ex- zar contra el otro. Ha de aprender que
trema soledad… el que reza nunca está no puede pedir cosas superficiales y
totalmente solo” (12) banales que desea en ese momento, la
pequeña esperanza equivocada que lo
Siempre cabe la pregunta de si esa aleja de Dios. Ha de purificar sus deseos
oración no es una ilusión o si esas pala- y sus esperanzas” (13).
bras no caen en el vacío. Evidentemen-
te no podemos esperar ni una respues- Dios no da algo tan valioso como la
ta inmediata, al estilo acción-reacción, esperanza para satisfacer nuestros pe-
ni tampoco que seamos librados del queños o grandes caprichos, ni para
sufrimiento que está en la base de alimentar nuestros deseos narcisistas o
nuestra desesperanza. Lo que sí pode- egoístas, ni para mantenernos en nues-
mos esperar es la fortaleza para vivir tros autoengaños o mentiras, ni para
humanamente ese sufrimiento y de colmar nuestras pequeñas o grandes
salir vencedores de él, no porque des- ambiciones. Dios da la esperanza para
aparezca de repente, sino porque so- salvarnos, y muchas veces lo primero
mos capaces, con la ayuda de Dios, de que tiene que hacer es salvarnos de
convertir algo que podría ser destructi- nosotros mismos. Y mucho menos aún
vo en algo que nos construye y que nos nos va a dar una esperanza egoísta en
posibilita ayudar a otros. una situación de tanto sufrimiento y
tanta desesperanza a nuestro alrede-
dor. Dios nos da la fuerza de su espe-
2) El segundo de los frutos que produ- ranza para que llevemos adelante su
ce la oración es el de la purificación proyecto de vida y fraternidad univer-
de los deseos y de las esperanzas, el sal, y para que estemos “siempre dis-
de situar en la verdad aquello que ponibles ante quien se siente explotado
podemos desear y pedir y aquello y deprimido” (14).
que nos cabe esperar en lógica de
esperanza cristiana. Cito de nuevo a
Benedicto XVI:

12
Benedicto XVI: “Salvados en la esperan-
za”, nº 32. En este número cita Benedicto XVI el
ejemplo del Cardenal vietnamita Francisco
Javier Nguyen van Thuan y su libro ”Oraciones
13
de esperanza” escrito durante la experiencia de Benedicto XVI: “Salvados en la esperan-
13 años en la cárcel y 9 en situación de total za”, nº 33.
14
aislamiento. El libro fue publicado en España Como rezamos en la Plegaria Eucarística
por la Ed. Monte Carmelo en el año 2002. Vb…
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Dinámicas de esperanza para una sociedad en crisis

bargo, nuestras fortalezas están ahí en


3. ¿Cómo suscitar esperan- el fondo, más latentes, más discretas,
za? esperando el momento en que sean
activadas y puedan salir a flote. Todos
tenemos experiencias propias y ajenas
d. El por qué del verbo “suscitar” que en momentos de dificultad hemos
sacado a flote lo mejor de nosotros
He escogido de modo muy cons- mismos, hemos hecho frente a proble-
ciente y deliberado el verbo “suscitar” mas y situaciones complicadas de la
para encabezar esta última parte de mi vida de una manera y con una fuerza
reflexión sobre la esperanza. No he que nos ha sorprendido a nosotros
utilizado otros verbos que a veces em- mismos.
pleamos para caracterizar nuestra ac-
ción en favor de la esperanza de quie- “Suscitar” esperanza va por ahí. Se
nes nos rodean o de quienes se acercan trata de invitar a que las personas co-
a nosotros. No utilizo, por ejemplo, ni el nozcan y reconozcan y conecten con
verbo “dar” (dar esperanza) o “transmi- esas fortalezas propias escondidas, pa-
tir” o “contagiar” (transmitir o conta- ra que puedan activarlas en los mo-
giar esperanza). ¿Por qué esta elec- mentos de dificultad. Se trata de (dicho
ción? con una palabra recién incluida en el
diccionario de la Real Academia) “em-
Si miramos el diccionario de la Real poderar” (15) a las personas que sufren.
Academia de la Lengua, “suscitar” equi- Creo que “suscitar” esperanza va más
vale a “levantar”, “promover”. “Dar”, en la línea de hacer conscientes a las
“transmitir”, “contagiar” ponen en pri- personas de su dignidad y de darles los
mer plano nuestra propia esperanza, medios y los instrumentos para defen-
como si los demás tuvieran que esperar derla, y ayuda a una esperanza más
con nuestra esperanza, hacer suya auténtica porque no es una esperanza
nuestra esperanza, sus formas y sus prestada, sino personal, que nace de
motivos. Y no es eso: no se trata tanto dentro y que es sostenida con sus pro-
de hacer partícipes a los otros de pios argumentos. Y por ello será más
“nuestra” esperanza, sino es mucho sólida frente a las dificultades y más
mejor otra posibilidad: se trata de ayu- resistente ante el tiempo y las adversi-
dar a levantar y a promover en las otras dades.
personas su propia esperanza, con sus
motivos personales, con sus acentos “Suscitar” esperanza pide una pe-
particulares, con sus propias manifesta- dagogía especial, una forma especial de
ciones. estar y acercarse al otro, que no es
simplemente la del discurso, la de las
Todas las personas tenemos nues- bellas palabras, la de los golpecitos en
tras propias debilidades y también la espalda o la de la limosna (económi-
nuestras propias fortalezas. Quizá las 15
Palabra que la RAE introduce en la 23ª
debilidades nos son más conocidas
edición de su diccionario, que viene del inglés
porque acusamos más sus consecuen- “empower”, y que define como hacer poderoso
cias en la lucha del día a día; y, sin em- o fuerte a una persona o a un grupo social des-
favorecido.
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Dinámicas de esperanza para una sociedad en crisis

ca o afectiva) pasajera. Esa pedagogía 1) Acompañar es, en primer lugar,


es la del acompañamiento. Y sobre ella “esperar” a las personas y “esperar”
también habrá que detenerse. en las personas. Y la percepción que
tiene la otra persona de que espe-
e. Ser personas que “acompañen” ramos en ella, de que confiamos en
ella y en sus posibilidades, es la lla-
Somos las personas las que con ve y la clave de un posible acompa-
nuestro modo de vivir, de actuar, de ñamiento. Cito unas palabras pre-
relacionarnos, con nuestra honestidad ciosas y auténticas de alguien que
y compromiso, damos a quitamos la acompaña a personas destrozadas
esperanza. Así lo afirma Benedicto XVI: por la vida para que recuperen la
“Las verdaderas estrellas de nuestra esperanza, ante todo, en sí mismas
vida son las personas que han sabido y en sus posibilidades:
vivir rectamente. Ellas son luces de es-
peranza” (16). Esas personas que hacen “En nuestra casa, en la comunidad
posible que nos reconciliemos con el en la que compartimos vida y lucha
género humano, que nos reafirman en cotidiana por avivar y hacer posible la
el valor y el gozo de vivir. Seguramente esperanza, junto a mujeres marcadas
si cada uno de nosotros nos pregunta- por sufrimientos, humillaciones y sole-
mos qué nos sostuvo en los momentos dades, cuántas veces nos hemos encon-
de mayor dificultad de nuestra vida, trado, al esperar su llegada a casa al
aparecen nombres y rostros de perso- final del día para saber cómo están y
nas. Como dice el Papa Francisco, “en el dar un beso de buenas noches, con una
desierto se necesitan sobre todo perso- frase estremecedora: ‘¡Es la primera vez
nas de fe que, con su propia vida, indi- que alguien me espera!’’¡Nadie me ha
quen el camino hacia la Tierra prometi- esperado nunca!’” (18)
da y de esta forma mantengan viva la
esperanza” (17). Y cómo se pregunta la autora de es-
te testimonio: ¿Qué pueden esperar los
Supuesta esa condición de base, ser que no son esperados? Y formulado en
personas auténticas, podemos “acom- positivo: que alguien se sienta espera-
pañar” a otras personas en los procesos do es el comienzo de que él mismo
de tránsito de la desesperanza a la es- pueda esperar. Y esperado también
peranza o las podemos acompañar como persona, con todas sus debilida-
cuando su esperanza se ve golpeada o des, pero también con todas sus capa-
flaquea. Podríamos hablar largo y ten- cidades.
dido del acompañamiento, pero ciñén-
dolo al contexto en el que estamos, el 2) Acompañar es también “estar cer-
de la esperanza, señalo tres aspectos ca”, en cercanía, en proximidad, por
que me parecen básicos: utilizar una palabra que gusta espe-
cialmente al Papa Francisco. En una
cercanía que, por una parte deja al
otro ser y manifestarse como es,
pero que, por otra nos permite cap-
16
Benedicto XVI: “Salvados en la esperan-
za”, nº 49.
17 18
Papa Francisco: “La alegría del evange- Inmaculada Soler, art. cit. en nota 10, p.
lio”, nº 86. 237.
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Dinámicas de esperanza para una sociedad en crisis

tar lo más precisamente posible sus f. Tener claras y hacer operativas nues-
palabras, sus gestos, sus sentimien- tras “contra-prioridades”
tos… Una cercanía que no aplasta,
ni agobia, ni es invasora, ni, mucho El Papa Francisco, en el nº 183 de su
menos, juzga y que es también pa- exhortación “La alegría del Evangelio”,
ciencia, atención al detalle, sensibi- establece un interesante vínculo entre
lidad en el trato, respeto a la forma la Doctrina Social de la Iglesia y la espe-
de comunicación de las personas. ranza. Dice así: “… el pensamiento so-
cial de la Iglesia es ante todo positivo y
Me parece que es muy difícil que propositivo, orienta una acción trans-
nos pueda dar esperanza alguien que formadora, y en ese sentido no deja de
no sentimos cerca de nuestra desespe- ser un signo de esperanza que brota del
ranza, o porque no la entiende en abso- corazón amante de Jesucristo” ¿Cómo
luto o porque le vemos muy alejado de podemos hacer efectivo ese signo de
nosotros y muy instalado en sus postu- esperanza?
ras y razonamientos. Como mucho, se
puede entonces reconocer en el otro Los poderosos y fuertes de este
un cierto esfuerzo de buena voluntad, mundo, aquellos que sólo buscan su
pero sus palabras no conectan con los poder o su enriquecimiento sin impor-
porqués hondos de la desesperanza y, tarles el precio o las consecuencias en
por tanto, no actúan sobre ella. sufrimiento de tantas personas, tienen
muy claras sus prioridades y son muy
3) Acompañar es, supuesto lo ante- firmes en ejecutarlas. Yo no sé si los
rior, humildad. La humildad de apo- cristianos o simplemente todas las per-
yar y ayudar, no necesariamente sonas que estamos en desacuerdo con
con palabras, sino muchas veces un sistema que genera tanto sufrimien-
simplemente con el saber estar, el to tenemos tan claras nuestras “contra-
saber escuchar, el saber permane- prioridades” y, si las tenemos, si somos
cer. La humildad de saber que uno capaces de defenderlas con la misma
no es Dios, ni tiene una varita mági- intensidad. Es, una vez más, aquello
ca, ni mucho menos las soluciones a del evangelio de que “los hijos de las
todos los problemas y las dificulta- tinieblas son más sagaces que los hijos
des. La humildad de saber estar aún de la luz” (Lucas 16, 8). Y la doctrina
sin éxito o sin resultado aparente. social de la Iglesia y el magisterio de los
La humildad de saber permanecer, Papas, desde León XIII hasta Francisco
también contra toda esperanza, son, en este sentido, muy claros, muy
porque lo que importa no son los concordes y muy contundentes a la
resultados sino las personas. Y la hora de señalar cuáles son esas “con-
humildad de saber desaparecer y tra-prioridades”.
retirarse, sin pasar factura alguna,
cuando su presencia no es solicita- Por eso sorprende y duele que mu-
da, o cuando el acompañado ya no chas veces los cristianos y la misma
le necesita. Iglesia y sus instituciones funcionen en
la práctica, más allá de sus palabras,
con criterios y con prioridades iguales o
semejantes a las más mundanas. Los
problemas económicos y sociales son
Cuadernos Centro Arrupe - nº 2 - abril 2014 14
Dinámicas de esperanza para una sociedad en crisis

complejos, las soluciones no son fáciles, un don que nos damos los unos a los
es necesario, por ello, hacer mucho otros. Por eso, desde ahí, desde el re-
discernimiento pero, al menos, los cri- conocer lo difícil y lo valioso de la espe-
terios básicos de ese discernimiento ranza cabe sumarse de corazón al de-
han de estar claros y ser los que seña- seo del Papa Francisco y escuchar su
len las líneas rojas que separan lo acep- llamada: “¡No nos dejemos robar la
table de lo discutible y de lo claramente esperanza!” (19).
inaceptable.

La dignidad de toda persona huma-


na y sus derechos, la igualdad de todas
las personas por encima de cualquier
diferencia personal y en cualquier si-
tuación legal, la prevalencia del bien
común sobre los intereses particulares,
la economía como ciencia y práctica al
servicio de las personas y no al contra-
rio, la preferencia por los más pobres y
más vulnerables…. son algunas de esas
“contra-prioridades” que deberíamos
tener más claras y defender con más
coraje no sólo en teoría, sino también
en nuestras prácticas cotidianas.

Ciertamente hay personas e institu-


ciones muy activas en ese sentido y que
por ello suscitan esperanza tanto entre
quienes más sufren como en aquellos
que nos sentimos estimulados por sus
palabras y por su ejemplo. Pero deber-
íamos ser muchos más los comprome-
tidos con ellas, y, de un modo particu-
lar, la comunidad cristiana tendría que
ser más consciente de que sólo una fe
sensible al sufrimiento de los pobres y
comprometida con la justicia es capaz
de llamar y suscitar la esperanza.

No es fácil hoy hablar de esperanza,


pero no debemos renunciar a hablar de
ella, ahora menos que nunca. La situa-
ción que vivimos nos hace más difícil
hablar de la esperanza, pero nos ayuda
a hacer más auténtico aquello que di-
gamos sobre la esperanza. Y esas difi-
cultades nos hacen más patente que la 19
Papa Francisco: “La alegría del Evange-
esperanza es un don: un don de Dios y lio”, nº 86.

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