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Otra historia fantástica no es más que eso, una historia en un


mundo fantástico que caería en tragedia después de una profecía
nada fuera de lo común en base a su naturaleza. Las criaturas ya
no serían la punta de la pirámide y los humanos volverían a tomar
el control en la cadena alimenticia, es solo que los acontecimientos
no son nuevos para Radfield, un descendiente humano que viaja al
pasado en una nueva línea temporal para evitar la muerte de su
mejor amiga y ex-esposa. En esta travesía donde la sátira se
esconde al entre líneas no se trata de salvar al mundo por ser el
elegido, al contrario, Radfield deberá elegir entre sí mismo y el bien
común a pesar de sufrir por su propio sabotaje.

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Índice
Portada.—----------------------------------------------------------------------------------------------- página 1
Índice.—----------------------------------------------------------------------------------------------- página 3
Capítulo 1: Fin de la guerra.—----------------------------------------------------------------- página 4
Capítulo 2: Viaje a una línea temporal vieja.---------------------------------------------- página 15
Capítulo 3: Vivir en la vieja tierra.------------------------------------------------------------ página 25

Capítulo 4: El chico prodigio.------------------------------------------------------------------ página 37

Capítulo 5 Blue y Arian, aventuras de la memoria del agua.------------------------- página 44

Capítulo 6: Puerta mal cerrada.--------------------------------------------------------------- página 55

Capítulo 7: Plan interrumpido.---------------------------------------------------------------- página 66

Capítulo 8: Plan interrumpido 2.------------------------------------------------------------- página 78

Capítulo 9: Bestias.—----------------------------------------------------------------------------- página 89

Capítulo 10: Refinamiento.-------------------------------------------------------------------- página 106

Capítulo 11: Sede en Islandia.—-------------------------------------------------------------- página 113

Capítulo 12: Competencias amistosas.---------------------------------------------------- página 131

Capítulo 13: Devuelta al Otro Mundo.------------------------------------------------------ página 144

Capítulo 14: El juicio. —------------------------------------------------------------------------- página 156

Capítulo 15: El inicio de la guerra.----------------------------------------------------------- página 174

Epílogo.---------------------------------------------------------------------------------------------- página 180

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Capítulo 1: Fin de la guerra
—No es necesario traer flores. —masculló el joven mientras acomodaba las rosas en La
Sede en el mundo que a Radfield había abandonado por su raza.

Hombres y mujeres de túnica negra caminaban junto a las criaturas de la sede.


—Se abrirá una Sede en Islandia. —informó uno de los tantos cazadores de túnica negra.

Durante sus últimos años, reincorporándose al mundo actual y participando en la guerra, la


vaga sensación de que su cuerpo era ajeno seguía retumbando.
Usualmente, tendrían cuadros y relatos de Guerra colgados, pero hoy sólo había ofrendas y
mensajes de condolencias y disculpas.

Era la primera vez en años que una reina moría en un mundo donde todos eran inmortales.
El cadáver de la criatura permanecía con los ojos cerrados mientras la luz del techo se
filtraba, bañando su rostro. Radfield observó el cuerpo en el ataúd de llamas. Todos los
presentes habían sufrido heridas y pérdidas por la guerra que había acabado. Claramente,
la última gobernante de La Región Del Fuego había perdido más que su corona.

En su juventud, al contrario de sus hermanos que crecieron en los terrenos del reino del
agua, Radfield fue completamente desvinculado de la cultura y sus costumbres. Pero sabía
que había cosas que debía tener en claro si quería continuar viviendo bien. La jerarquía en
la cual se regía este mundo era bastante simple. Las criaturas, carentes de refinamiento y/o
con su sangre exiliada de la realeza, eran lo que se le podía catalogar como ciudadano
común.
El linaje noble descansaba en su cuna de oro, gobernando la región designada. Moviendo el
dorso de sus manos para poseer tierras y minerales beneficiosos para su elemento.
Extendiendo su régimen por todo el mundo sin moverse de su trono. Tan indiferente que
jamás el pueblo se había dado el placer de conocer a los descendientes de la corona antes
de la gran tragedia.

Las bestias, la versión más baja de las criaturas eran usados como animales de carga. Y
abajo se quedaban los descendientes humanos. Los seres nacidos de una mezcla entre
criatura y descendientes de seres humanos eran, claro, la mugre que las criaturas pisaban y
la carne que las bestias comían.

Era un lugar donde nadie podría morir, a menos que el Rey de la Región otorgara la pena
máxima; el fin de su inmortalidad. Y la desintegración del alma. En un paraíso para muchos
y un infierno para otros. Las reglas eran muy estrictas.
Cada linaje era responsable de un elemento de la naturaleza. La familia de la princesa
Danish poseía una afinidad poderosa con el fuego.

Las criaturas nobles tenían la peculiaridad de crear en bolsas dentro de sus tejidos, a base
de su sudor, el elemento que se les había asignado al nacer. Así como Danish creaba
elementos químicos suficientemente equilibrados para generar fuego y manipularlo, otras
facciones como agua, tierra y aire también eran gobernados por criaturas nobles. Las
criaturas comunes y corrientes solo podrán usar su energía como moneda de cambio para

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los altos impuestos, trabajando para que el curso de la vida continuara avanzando. Como
cualquier otra civilización.
Los humanos, por otra parte, solían ser considerados la basura que las bestias pisaban. Si
ya era difícil su situación siendo un descendiente humano, ser hijo bastardo de la
gobernante de La Región Del Agua tampoco lo ayudó.

En especial, porque se decía que la reina Celina era muy supersticiosa.

El año en que nació Radfield, después de la implementación del elemento Siarun como
método de ejecución legal, se rumoreaba que su HumDog usó su habilidad como vidente.
Un año antes que La Región del Aire del sur dictó que se avecinaba una gran guerra que
pondría en duda su futuro como seres inmortales. Dicha profecía había determinado que
pronto su pacífica vida en las cuatro regiones terminaría. Un ser humano nacido de la
realeza gobernaría por encima del linaje noble y convocaría un nuevo orden, donde las
criaturas serían la mugre de las suelas de las bestias y los seres humanos les darían caza.
Sin posibilidad de salvación.
Un mundo donde nadie podría cuidarlos, y conservar sus pequeñas vidas sería un lujo.
Aquella situación dejó fastidiados a los supremos gobernantes por lo que ofrecieron un trato
para su gente: cada mes debían de ofrecer su habilidad a cambio de beneficios, por lo tanto
quedaban indefensos, confiando en la protección de los altos mandos. Con esa declaración,
las criaturas comunes disfrutaron de buenos años donde lo único de lo que debían
preocuparse era de que la tierra fuera fértil y que los tratados con el reino del agua
continuarán en armonía.

Pero solo hizo que su existencia fuera menospreciada y menguara ante sus otros hermanos.
Siendo casi un humano ordinario y enlazado a una profecía poco exacta, no era diferente a
un criminal indeseado. Con todo en contra, había conseguido ser coronado una semana
antes del fin de la guerra.

Radfield era nacido de una criatura noble de agua y un humano común. Había sido criado
con una sirviente en tierra firme. El mismo día que murió su cuidadora a los catorce años fue
cuando conoció a la princesa Danish. Ese mismo día en que se habían comprometido,
también habían jurado un acuerdo mutuo para acabar lo antes posible con ese matrimonio
arreglado.

Era sólo que el efecto mariposa de su plan desembocó en algo mucho más complicado que
un divorcio. Danish siempre había tenido un temperamento difícil. Demasiado frío como los
glaciares en pleno invierno, pero duro, enraizandose en el problema hasta encontrar una
solución.

Con Alma Elemental de agua y mujer de Alma Elemental de fuego. Naturalmente no se


llevaban muy bien. Sin embargo, Radfield no podría olvidar todas las veces que había sido
bendecido por la buena voluntad de la princesa de La Región Del Fuego.

Tenaz, dura y aguda. Con una fuerza abrasadora. Su sola presencia podría hacer temblar la
tierra, partir el océano y encender una llama de esperanza en el marco de la guerra. Era
sólo que, incluso la llama más destellante y cálida podría consumirse. Ella había decidido no
cuestionar su propia muerte, pero incluso si ambos tuvieron sus discusiones en el pasado,

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no podría faltar al funeral de su mejor amiga. La razón por la que él pudo tener una vida
normal en el mundo humano sintético, su sola existencia era gracias a ella.

Y sin embargo, le había causado tantos problemas. Radfield sabía que no podría compensar
el daño que había causado, ni a las personas que había involucrado, ni los errores que
cometió. Los habían traicionado por su culpa y su inmadurez. De su lealtad y compasión
ilimitada. En ese entonces, solía pensar que los cielos habían desquitado su furia con él.
Que desde su nacimiento había caído una calamidad celestial. Destinado a ser el problema.

Y él lo creyó así.

Radfield observó el rocío de las rosas moverse suavemente. La guerra los había golpeado
duro. Armaron a los exiliados, prisioneros de guerras anteriores y descendientes de
humanos para poder defender a su respectiva región.

Realmente no tenían ninguna chance de ganar. Solo un gran sacrificio hizo la diferencia. Los
ojos cansados de Radfield se dirigieron al suelo. Verdes enredaderas trepaban por el tallo,
dándole una apariencia fuerte e indestructible a todas las rosas frente a la tumba en La Gran
Sede. Su respiración se estancó momentáneamente. El joven giró su rostro hasta
encontrarse con criaturas de tez amarillenta como la cera, cuadrados rojos en lugar de
orejas y una prominente antena en la frente.

—Lemnos De La Región De La Tierra.

Indiscutiblemente, en la guerra todo se vale, por muy poco ortodoxo que fuera. Los Lemnos
habían sido creados originalmente en La Región De La Tierra durante La Revolución De La
Región Del Agua, una guerra anterior. Junto a esas criaturas altas, pudo vislumbrar a una
pequeña y bajita siguiéndole el paso a una cara que le resultó familiar.

—La Región De La Tierra da sus condolencias al actual Rey de La Región Del Agua.

Radfield vio sus rectas espaldas marcharse. Aun si seguía ensimismado en sus
sentimientos, debía mantener la compostura y la dureza de la nobleza. Pero ¿Cómo usar la
etiqueta que jamás había conocido? Solo era un humano que había sido golpeado por la
guerra.

Con su vestido de lino, un gran grupo de personas caminó en dirección al féretro para dar
las condolencias.

—La Región Del Agua se disculpa con el Rey Radfield por difamar su nombre. La profecía
no se refería a usted, y nosotros, la región que acunó los verdaderos responsables, asumirá
toda la culpa por los daños.

La anterior reina de la región, la Reina Celina indicó a sus subordinados que dejaran fluir
agua abajo del fuego como tributo. Al escucharla, la boca de Radfield se crispó, su
expresión se endureció inevitablemente.

—¿De qué sirve que asuman la responsabilidad ahora que ya todo está acabado? el mundo
humano aún está en crisis por su error. Miles de almas vagan en la tierra, con sus cuerpos

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poseídos por guardianes Lemnos del agua a cargo de esos bastardos. Si quieren asumir
responsabilidad como tanto dicen, manden a sus gente a exorcizarlos.

La Gran Sede se quedó en absoluto silencio.

Viendo que los aires eran incómodos, un Lemno de la multitud se acercó. Su rostro
amarillento y pálido, como cera de una vela desgastado por el agotamiento.

Era mucho más delgado que el común de su raza. Sus ojos fríos aterrizaron en la expresión
inapaciguable del otro.

—Los guardianes Lemnos del fuego se llevarán su alma al ciclo de reencarnación. —indicó
esa criatura de cabello azul mientras hacía crecer las enredaderas que adornaban el ataúd
de fuego.

—¿Ya no guardas rencor por encerrar tu alma por cuatro años, verdad? —preguntó Blue, el
Lemno mientras las enredaderas trepaban entre sus dedos —Arian dijo que estarías mucho
mejor si estabas oculto, ya sabes, eras muy joven y un peligro para ti mismo si te enterabas
de lo que ocurría en La Región Del Agua.

El frenético latido en sus oídos y el temblor de sus manos distrajeron continuamente a


Radfield, pero aún mantenía su conciencia palpable, tratando de verse como un gobernante
debería verse.Pero sabía, estaba lejos de merecer ese puesto. Blue hizo señas a la criatura
más pequeña para que se marchara.

Si Danish era la cálida esperanza, Radfield había sido la corriente de agua que congeló su
flama y, por ende, su vida, como un balde de agua fría arrojándose en su espalda.

—Estaba equivocado… —Su suspiro acarició el aire mientras se inclinaba. —Si no hubiera
sido por mi estupidez, tal vez no …

Sabía que no existía tal cosa como tal vez. No tenía sentido seguir lamentándose. Esperó
pacientemente en la orilla, como si ansiara que la lengua venenosa de la mujer le escupiera
un “te lo dije” un “claro qué es tu culpa” o que sencillamente se levantara para jalarle la
oreja.

Sin embargo, ya era el tercer día de velación y esos ojos agudos no se abrieron. Su cabello
rojo, como los árboles en otoño, seguirán ardiendo inmortalmente.

Danish prefirió morir antes de entregar su Alma Elemental, llevándolos así al otro mundo.

—La tierra aún necesita ser atendida. Siendo el Rey actual de La Región Del Agua, tomarán
tu palabra en serio. La Gran Sede cerrará sus puertas el cuarto día.

Radfield permanecía agazapado en el suelo, mirando el ataúd abierto como quien mira la
lluvia de medianoche. Desolado.
—Déjame estar aquí, Blue.

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—No soy bueno dando consejos, pero supongo que es como cuando Arian murió.—susurró
dándole el pésame a Radfield. —con lo terca que ella es, ¿realmente crees que permitirá
que ese humano continuara con sus planes sin sufrir un poco? ¿Ella era el tipo de persona
que lo dejaría ir libremente?

—Estuve tan cerca… pero aun así no pude ver quien era. Solo Danish lo vio. Ella se llevara
su rostro al otro mundo.

Blue se arrodilló en el suelo junto a él.


—No es tu culpa. Nadie podría haberlo sabido. Danish nunca nos contaba nada.

Radfield sonrió amargamente.


—Ella es tan arrogante y orgullosa. Si hubiera dicho algo, si hubiéramos sabido…
La criatura de amarillenta tez dio unas palmas frívolas en la espalda del otro.
—No creo que ella esté inconforme con su decisión.

—Ella siempre dijo que quería gobernar. No podría estar tranquila si su trono estaba en
manos de La Región Del Agua. Solo que el precio fue demasiado alto. incluso permitió que
le quitaran su inmortalidad, su vida.

—La Región Del Aire se encargará de recolectar todo el Siarun que existe y destruirlo, al
igual que las armas atrapa espíritus defectuosos. Ellos mismos irán a la tierra para arreglar
el desastre. Por otro lado, la entrada será sellada. Llevaré a los Lemnos del fuego con
cargamento a La Sede Medicinal para exorcizar a los que aún siguen en cuerpos humanos.
¿Quieres algún método especial para ejecutar a Nayareth?

Radfield no se atrevió a moverse. Sin ninguna respuesta, Blue simplemente fingió que
nunca había preguntado. Aún si culpaba a esa traidora, nada cambiaría con su ejecución.
Ningún castigo podría cambiar eso, ni siquiera su muerte.

Incluso si él mismo deseaba morir.

Las cuatro facciones estaban presentes. Cada una se acercó para dejar una ofrenda. La
Región Del Agua firmó un tratado para encargarse de la deuda mundial que le correspondía.
La Región de la tierra restaurara el mundo humano, que había sido infestado de criaturas y
las almas de los Lemnos. Sin embargo, la región de aire había sido condenada. La
ejecución de muchos sería dada como ofrenda para apaciguar el hecho de que una reina
había dado su vida para mantener el equilibrio entre regiones y el mundo humano.

Blue miró el fuego ardiendo en la madera del ataúd, era tan intenso, que no podía evitar
preguntarse si el alma de Danish permanecería aún consciente como los Lemnos después
de que su cuerpo se destruya.

Abrió sus finos labios.


—El bebé sobrevivió en La Región Del Agua. Si quieres, ahora que ella murió, puedes
encargarte de él.

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Las pestañas grises de Radfield crespitaron. Sabía que Danish se había casado con su
hermano, sabía que se habían casado, pero nunca había pensado que ese matrimonio
había sido serio. Un niño perdido y huérfano, no tenía problema en encargarse de él.
Pero estaba destrozado. El Rocío de sus ojos se deslizó en sus mejillas calizas.
Blue sintió que sólo estaba tirando más sal a la herida, tartamudeando, continuó.

—A pesar de ser un híbrido, su fuerza elemental es el fuego. Y tiene la misma forma de


mirar, lo hubieras visto. —sonrió Blue —Es tan arrogante como Danish.

Radfield se quedó mirando, sus ojos muy cansados como las llamas del fuego consumen
lentamente el cuerpo en el ataúd quemando todo su ser hasta lo profundo de su alma.

—Este día no me encargaré de eso.

Permaneció ahí aun cuando todos se habían marchado. Con la luz de la luna bañando sus
húmedas mejillas, Radfield se durmió encima del ataúd de fuego, sin importarle si las llamas
lo consumen hasta volverlo cenizas.

Nunca pensó que la inmortalidad que había despreciado tanto sería la que le permitiera
acercarse a ella en su ataúd de fuego. El rostro de esta mujer era hermoso, sus cejas
estaban relajadas y su expresión se había suavizado. Muy diferente de todas las veces que
se había encontrado con ella antes, donde la mayoría del tiempo parecía estar
preparándose para cortar su cabeza. Radfield hizo balancear los pliegues de su ropa de
luto, encontrando un pequeño manual. Había practicado ilegalmente y aprendido sobre el
elemento más peligroso de su mundo sin saber que ese sería el motivo de su final.

—Siempre fui riguroso con este libro que buscabas y nunca permití que lograras
conseguirlo. —musitó Radfield mirando el fuego inmortal arder alrededor de su féretro, como
si ansiara estar ahí dentro en lugar de ella. —Ahora no me sirve de nada si no estás aquí. Ni
siquiera con un refinamiento absoluto podría traerte de vuelta.

Danish no era una mala persona, Radfield lo supo el día en que permitió que ambos
tramaron un plan juntos. Él la miró. Incluso con los ojos cerrados se veía indomable, como si
sólo estuviera durmiendo.

Radfield estaba seguro, si se acercaba un poco más, tal vez podría sentir su respiración. O
tal vez, poder ver ese ceño fruncido una vez más.Su frente rozó los cabellos de fuego de
ella, quemándose y volviendo a crearse. Ambas frentes juntas, una respiración audible.Miró
esos colmillos que lo horrorizan con tenacidad y recelo. La respetaba y le temía, la adoraba
y trataba de entenderla. Aún si eso no cambiaba la situación actual.

No podía perdonarse, ni podría perdonarla por el inmenso sacrificio que había hecho.
Deseaba volver atrás. Añoraba poder evitar lo inevitable.
Pero ese es el problema de desear. Solo podía desear sin poder deshacerse de esa carga.
la suave luz lunar llegó a su punto más alto, bañando ambas figuras al igual que el fuego
envolvente.Sintió como sus venas se quebraban y se consumían lentamente.

Caliente.

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Así se sentían sus mejillas, sus brazos, su cuerpo. Como si hubiera sido metido en una tina
hirviendo. Cuando abrió ambos ojos, no pudo evitar atragantarse. No sabía por cuánto
tiempo había dormido ni mucho menos si estaba experimentando la realidad.

burbujeaba, él estaba sumergido bajo el agua. En la superficie veía la luz de la recamara


temblar con las ondas.

Había muchas cosas que podría decir, conocía a esta chica.

Había conocido a la tiránica y arrogante princesa al cumplir los catorce. Ella tenía la mala
costumbre de usar su elemento todo el tiempo, le gustaba estar con las sirvientas,
especialmente las que la criaron.

Despreciaba a los humanos y a la región del agua, difícilmente se llevaría bien con el chico
con quien la había comprometido para terminar con las guerras territoriales y el tráfico de
Siarun, el químico con el que se cortaban permanentemente las extremidades de las
criaturas inmortales para que no volvieran a regenerarse o les daba la pena máxima.

Su cabello era rojo cobre, su piel pálida como la de un cadáver hermoso, la forma de sus
ojos muy similar a dos lanzas y sus cejas se solían fruncir como dos espadas a punto de
entrar en combate. Le gustaba torturar a las personas que odiaba, especialmente a Blue.

Un tipo de persona con tantas cosas que odiaba difícilmente tendrá un buen carácter, ella no
era la excepción.

Cuando Radfield salió a la superficie había perdido la peluca, su maquillaje ya era historia y
su cara no podía disimular lo angustiado que estaba. Habían vuelto al pasado, para ser
exactos, el día en que lo habían entregado en matrimonio, tal vez sacrificio, a la Región Del
Fuego. Una sonrisa satisfecha en sus fríos labios había nacido antes de morir en menos de
un parpadeo.

Era el momento exacto en el que había sido descubierto tratando de ocultarse en la terma
de la princesa para impedir su futura boda con ella. Aún si biológicamente no había nada de
qué preocuparse, Radfield comprendía la situación en la que había dejado la dignidad de la
princesa.

Frente a él una figura proyectaba llamas furiosas que bloqueaban su campo de visión. Sin
palabras, observó la expresión furiosa que alternaba entre rojo, blanco y verde de la joven.
Estaba viva, era ella. Con su largo cabello peinado y sus cejas rectas como espadas en
plena lucha.

—Al parecer—inquirió Radfield después de un momento —su especie si puede ruborizarse,


princesa.

Su susurro hizo eco en la silenciosa terma. Mirando como la sonrisa venenosa se evaporaba
tal cual el agua de la bañera.

Danish pensó que nunca había visto a alguien sonreír tan angelicalmente después de
cometer el peor error de su vida.

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Pero ella no gritó. En lugar de eso, se levantó, permitiendo que el agua fluyera hacia abajo y
tocó el agua de la terma. Elevando su temperatura rápidamente.

Planeaba hervirlo como caldo de pollo.

—¡No es lo que crees! —gritó Radfield mientras intentaba salir del agua sin mucha suerte.
Ella lo había tomado de la manga del vestido para obligarlo a sumergirse.

—Tú no te vas. Te ordeno que me des una explicación. ¿Acaso tu maldita raza está usando
nuestro matrimonio como chivo expiatorio? ¡Contesta! —lo amenazó con fiereza.

¿Cómo podría explicar algo como eso? ni una palabra sonaba creíble viniendo de él en esas
condiciones

—No es eso —susurró espantado.

—¿Entonces qué?! ¿Buscan llevarme como prisionera? ¿Mi hermanastra está tras
esto?—lo sacudió aún más fuerte.

—¡No! —dijo en voz alta evitando ver su rostro fruncido.

—¿Es una trampa? ¡¿Te han enviado como un espía?! —le gritó mirándolo con sus ojos
furiosos en cólera.

—¡No!

—¿Entonces qué es? —susurró extrañada.

El joven estaba tan encorvado, que se veía como una tortuga tratando de meterse dentro de
su caparazón.

Si la única forma de mantenerla con vida era alejarla de la raíz del problema, entonces
estaba dispuesto a hacerlo.

Sus labios se abrieron, titubeando.

—No.. no me quiero casar contigo.

Un sonido ahogado salió. Su cara evitaba a toda costa el de la chica, esos colmillos lo
ponían nervioso. La joven lo lanzó de vuelta al agua, lo sumergió sin piedad.

—Estás de suerte, porque yo tampoco quiero casarme con un asqueroso humano. —siguió
su camino hacia la puerta, pero el príncipe le sujetó del brazo con toda su fuerza.

Si el universo le estaba dado una nueva oportunidad para enmendar sus errores, no la iba a
desperdiciar. En especial, porque el enemigo oculto estaba en La Región Del Agua.
Demasiado cerca como para ser ignorado.

—¿Qué haces? —preguntó ella.

—¡Por favor, no me entregues a ellos! No te imaginas lo que me harían si supieran que hice
esto... — le suplicó Radfield aun en el agua.

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El temperamento de Danish era complicado, pero Rasfield sabía que una súplica tan
humillante podría ablandar incluso al hierro.

Por alguna extraña razón a Danish le agrado ver aquellos ojos bondadosos suplicándole
ayuda.

Radfield sabía, que la única forma de menguar su furia era siendo considerado por la
princesa.

—¿Por qué tendría que ayudarte? —se agazapó para darle más atención.

En su vida pasada, habían ocurrido muchos contratiempos hasta que ambos terminaron en
el Departamento De Anulación, donde él renunció a su inmortalidad, cambiar de cuerpo con
el cascarón de un Lemno y huir del país. Solo para encontrarse con el experimento oculto en
La Región Del Fuego.

Esta vez, haría todo eso menos agobiante.

Radfield frotó sus manos con ansias.

—Escucha, ninguno de nosotros quiere casarse con el otro. Somos de especies diferentes,
es muy, MUY antinatural, ¿bien? —dijo soltándose ya que ella miraba con insistencia su
mano y él temía que de un mordisco se la arrancara.

—Ustedes, los humanos, son muy fanáticos de lo extraño —dijo asqueada.

Los ojos agudos de la princesa miraron desde la cabeza hasta la punta de sus pies. Como
un gato recibiendo a regañadientes una visita indeseable.

Así que con un poco de recelo, le pidió que continuara con su plan.

—Hay una forma de evitar que nuestros reinos nos obliguen a casarnos. Sé que solo son
papeles legales, pero no quiero tener que vivir contigo ni tú conmigo el resto de la eternidad
¿no es así?. Así que, te propongo hacer algo al respecto; usar un vacío legal —fue
interrumpido tajantemente por Danish.

—Tu plan es ridículo. Sabes que a menos que alguno de nosotros esté muerto, esos
papeles legales no sirven de nada. —frunció el ceño al ver la gran sonrisa de Radfield.

—¿Es en serio? —La princesa arqueó las cejas.

—Es solo fingir una muerte. Con tu puesto como princesa y mi estrategia ¡será muy sencillo!

—No puedo hacerme pasar por muerta. Voy a tomar mi lugar en el trono. Por no mencionar
que es ilegal asesinar a alguien sin una orden escrita por el Rey. Por si lo olvidas, es ilegal el
tráfico de Siarun.

El joven metió sus manos entre sus bolsillos, mostrándole un frasco. Él explicó.

—Antes de venir, conservé algo de las bombas que atacaron mi hogar. Estoy seguro que
podrías conseguir más de donde viene eso. Y así podrás crear un cadáver idéntico sin que
otras personas lo duden.

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Recordaba que en su desesperación por la muerte de su cuidadora, Radfield había metido a
toda prisa los trozos de cabello y tela. El tipo de Siarun que se traficaba en ese momento,
sin refinación, solo logra destruir el cuerpo físico. No un alma.

Aún faltaban al menos cuatro años para que alguien de La Región Del Agua se interesara lo
suficiente como para avanzar en ese proyecto de guerra.

Las pestañas de la joven temblaron. No sabía qué pensar ante este chico. Claramente
estaba ante una mente desequilibrada.

—Tendría que cortar todo tu cuerpo y conservar las partes para crear una copia exacta de ti.
¿Crees aguantar todo eso? —Volvió a mirarlo para que analizar su expresión.

—Por supuesto. —sonrió mientras chapoteaba en su propia fantasía.

—Debes estar bromeando, buscarán el responsable sin descanso.

—No, por suerte. —giró los ojos para evitar otra vez los de la chica. Después de reflexionar
sobre dicho asunto, la joven decidió ayudar.

—Bien, si tu plan hipotético funciona, ¿que procedería?

—¡Viajaría lejos! ¡Me volvería granjero! Tendría una esposa y un perro. Usaré mis
habilidades como agricultor para dar beneficencia a los exiliados como yo. —dijo mientras
soñaba despierto, pero volvió rápidamente a la realidad. Claramente sus planes sólo giraban
alrededor de lo que pasaría en el futuro.

Y esa era su carta de triunfo. Sabía exactamente lo que la princesa pensaba.

—¿Estás consciente de que posiblemente iniciaría una guerra si la descubren? Aparte de


que tendrás que renunciar a tu inmortalidad en el departamento. Es fácil hacerlo, pero es
casi imposible entrar sin identificación, obviamente.

La princesa ya estaba sentada redactando una carta, pedir ayuda a sus contactos para crear
la coartada perfecta: un cadáver falso y culpar a las minorías de la Región Del Agua por el
asesinato del príncipe.

—Solo un aviso de recompensa y esos bastardos irían como hormigas buscando azúcar.

Radfield frunció su ceño. Esta joven seguía siendo tan frívola como la última vez que la vio.
Este tipo de persona que calcula incluso la caída de la lluvia y le teme a la incertidumbre.

¿Fue esa la razón por la que no dudó en sacrificarse antes?

Un agudo pinchazo lo hizo tragar todo lo que sentía y empujarlo a lo profundo de su


estómago. No debía pensar en ese pasado. Ahora que tenía el conocimiento futuro, usaría
todo lo que estaba en su memoria para evitar que ella pereciera, aún si sabía que la guerra
era inevitable.

Si ella seguía viva, entonces él estaría satisfecho. Incluso si eso significaba ganar su odio
por segunda vez para mantenerla a salvo.

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—¿Siempre eres así de negativa?, con razón nuestro matrimonio fue arreglado. —dijo
mientras se acercaba a la orilla de porcelana.

Ella no pudo evitar pensar que se veían como diamantes de lo brillantes que eran.

—Ya cállate. Primero que todo, conseguiré un certificado con mis contactos para no levantar
sospechas sobre la causa de muerte. Si esto va a funcionar no podemos bajar la guardia.

—¿Es un trato? —preguntó el chico mientras ofrecía su mano de cuatro dedos.

La evolución de su especie había dejado esa marca en todos los humanos. La princesa dio
un chasquido mientras su expresión de asco desaparecía. Era un contrato mágico lo que
había aparecido frente a sus ojos.

La capacidad de manipular el entorno.

En ese tiempo no solía ver magia tan seguido, solo la realeza podía usarla libremente. Con
un escalofrío fingido, retracto su manga.

—Creo… creo que tendré que leerlo antes. —susurró el príncipe.

Lo desvaneció en un pestañeo. Radfield solo se dignó a mirar hacia otro lado, como si las
rosas blancas que adornaban la terma fuera increíblemente interesante, mientras el fuego
se adhería a la tela que cubría el cuerpo de la chica, transformándose en un traje elegante.
Radfield se preguntaba la razón para contratar servidumbre si ella podía hacer todo eso sin
la ayuda de nadie. Le molestaba tanto derroche de magia de parte de ella, quien se iba sin
mirarlo.

Absoluto desprecio.

Eso estaba bien también.

Pero por otro lado para Danish, y no lo admitiría en voz alta, era como ver la sonrisa de un
ángel.

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Capítulo 2; Viaje a una línea temporal vieja.
En la época en la que se encontraba Radfield la jerarquía en la cual se regía ese mundo era
bastante simple. Las criaturas, carentes de refinamiento y con su sangre exiliada de la
realeza, eran lo que se le podía catalogar como ciudadano común.

El linaje noble descansaba en su cuna de oro, gobernando la región designada. Extendiendo


su régimen por todo el mundo sin moverse de su trono. Las bestias, la versión más baja de
las criaturas eran usados como animales de carga. Y abajo se quedaban los descendientes
humanos. Los seres nacidos de una mezcla entre criatura y descendientes de seres
humanos eran, claro, la mugre que las criaturas pisaban y la carne que las bestias comían.

Era un lugar donde nadie podría morir, a menos que el Rey de la Región otorgara la pena
máxima. Obedecer al rey y sus leyes o sufrir las consecuencias. Pero en este mundo, no
todo es como parece. La conspiración y el descontento crecían en la oscuridad, esperando
el momento adecuado para hacerse conocer y cambiar el destino de la región para siempre.

Algunos buscaban justicia y equidad, mientras que otros buscaban el poder y la gloria. Pero
todos los exiliados compartían un mismo objetivo, poner fin a la opresión del rey y su linaje.
La tensión aumentaba cada día, y nadie sabía qué sucedería en el futuro. La guerra podría
estallar en cualquier momento, y todo dependía de quién lograra imponer su voluntad en la
lucha por el control. En este mundo incierto, sólo el tiempo lo diria.

Y eso Radfield lo sabía.

Antes de marcharse, la espalda de la joven dio media vuelta. Sus ojos severos
descuartizando.

—Tu imitación de chica es un asco. —Otra vez la sala se iluminó pero esta vez alrededor del
príncipe, quien ya harto de la situación solo agradeció de mala gana. Pero la joven ya había
desaparecido. Cuando abrió la puerta se encontró con los grandes ojos viscos de color
negro, era el Humdog.

—Tienes los ojos de tu madre, pero son igual de bondadosos que los de tu padre.

Era surrealista. Si una virtud debía de destacarse en Radfield, aparte de su habilidad para
meterse en problemas, era su temperamento flexible y paciente. Resueltamente cepilló sus
mangas. Radfield rodeó como quien rodea una cucaracha muerta a la criatura. Agradeció
secretamente a Danish por lograr que su ser encarnará a otra persona.

—Hace años que no uso faldas. —maldijo en silencio. Pero repentinamente, su brazo fue
jalado.

La criatura con cabeza de perro pug iba a toda velocidad por todo el pasillo llevándolo a
arrastras. Se detuvieron en los cuartos de la servidumbre. La princesa había creado
pasadizos para poder jugar con las sirvientas. La soledad en la mansión era sofocante y
prácticamente se había criado a su lado.

Finalmente llegaron al cuarto de la chica, quien lo miró de reojo al verlo pasar.

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—Humdog, enséñale al chico humano cómo debe comportarse. —dijo mientras escribía en
un papel normal otra carta.

Tan arrogante como la recordaba. Radfield solo había acortado un poco su primer encuentro
con Danish a propósito. Había sido bendecido con una vida larga, próspera y normal durante
su estadía en la tierra sintética. Con el temperamento actual de la princesa, no sería difícil
poder guiarla para evitar el desastre inminente de la Gran Guerra.

Era solo qué temía tardar demasiado.

Los ojos de perro pug, tan saltones y grandes como pelotas de tenis se inflaron, saliéndose
de sus cuencas. Pero aún si era descubierto, no había nada que pudiera hacer contra lo
inevitable. Después de todo, seguía siendo un humano y, aun siendo humano, podía percibir
la presión de energía concentrada en cada esquina de la mansión.

Esperó pacientemente lo que la criatura tenía que decir. El ente con cara de perro sacó unas
hojas de remolachas jóvenes cortadas en capas finas. Frente a ella una enredadera creció
desde afuera para finalmente unificarse. Con lujos y detalles, se proyectó en las hojas de
remolachas todas las reglas que debe respetar una sirvienta.

Fingiendo sorpresa, Radfield se inclinó para mirar con atención. Tal vez los cielos se habían
apiadado y simplemente estaba preocupándose demasiado.

—Sus hijos serán preciosos. —susurró esa voz grutal una vez que Radfield se puso
cómodo. Los Humdog, a diferencia de cualquier otra entidad o criatura de su mundo, no
poseían almas naturales. Sus almas se creaban a partir de otras, las mejores siempre
estaban a cargo de la realeza. De esta forma serían fáciles de manipular.

Como si su espalda fuera mutilado por agujas, Radfield sudó frío. A pesar de estar sentado
en el sofá acolchado, su cara era de absoluto espanto. En primer lugar porque no era lo que
ese Humdog había dicho la primera vez.

En segundo lugar, porque biológicamente, y en base de sus preferencias, era incapaz de


tener descendencia.

Danish se dirigió a la ventana para liberar la carta encriptada ya terminada en un árbol, que
posteriormente sería tragada por una larva. Finalmente se dirigió a Radfield. La realeza
tenía muchas ventajas.

—Las criaturas de su especie pueden ver tus futuros lejanos y tus vivencias pasadas. Pero
no te preocupes, tal vez solo está jugando contigo.

La naturaleza estaba dispuesta a servir a la realeza. La Región De La Tierra estaba contenta


de no tener que soportar incendios y la Región Del Fuego podía mantener a flote su cultivo.
Radfield miró las manos de la joven. Enredados entre sus dedos, una cadena se
balanceaba. Ella se acercó y en su cuello depositó una cadena café oscuro.

—Escúchame: esto te facilitará cambiar de apariencia y de voz. No deben saber que estás
aquí. Si estás en problemas, solo tómalo.

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De los ojos verdes como fuego fatuo de la chica, la mirada de Radfield se deslizó hasta
abajo de su mentón. Ahí, en su cuello, una apretada gargantilla se envolvía en su piel.
Danish había sido criada por las sirvientas del rey. Sus estudios habían sido reducidos a una
tutora y la disciplina fue solitaria. ¿Quién habría hecho algo tan poco razonable como
lastimar a Su Alteza?

Había muchas cosas que podía decir sobre la última princesa de La Región Del Fuego, pero
también había muchas cosas que nunca logró saber.

Quiso preguntar, pero ya sabía que no recibiría una respuesta amable.

—Los ojos de Danish son hermosos —inquirió Humdog detrás de la princesa

—¿Hace eso todo el tiempo? —preguntó disgustado. A su vez, la chica le mostró el contrato
nuevamente, era largo por lo que debía poner atención a las letras pequeñas.

Algo que claramente, no había hecho la última vez. Radfield levantó la vista pues había
llegado ya a la mitad.

—Oye, aquí dice que hasta que no se cumpla lo acordado estaremos obligados a seguir
conviviendo. —la chica giró su rostro hacia él con el mismo disgusto. No esperaba que el
chico humano fuera un buen lector.

—Es obvio. No quiero que te acobardes y dejes el plan a medio camino. Después de todo,
ya llegarán las identidades falsas con las que ingresamos al departamento. Con mis
contactos y mi postura como princesa no vamos a fallar. Ya no hay marcha atrás.

Por la tarde. Ambos se presentaron formalmente ante el Rey para arreglar el acuerdo de
matrimonio.

Arriba caían los emblemas de La Región Del Fuego, dos serpientes enredadas en un color
carmín y La Región Del Agua; una mantarralla. Radfield observó a la princesa caminar
lentamente, como a quien le gusta ver la ansiedad de su víctima. Es elegante, el porte digno
de la nobleza, eso está fuera de discusión.

No pudo evitar reflexionar sobre su situación actual. Al ser enviado como sacrificio, la reina
Celina no había escatimado en su vestimenta, con la presencia tan fuerte como un roble.
Como si de alguna forma fuera un consuelo en su miseria. Estaba seguro de que una vez
que la princesa descubriera el engaño, sería asesinado y empezaría una guerra.

Caminando por el mismo sendero dos veces, él no pudo evitar sacar sus propias
conclusiones. Era joven, ambos eran demasiado jóvenes como para comprender la
magnitud del asunto en cuestión.

Si por alguna razón Danish lo hubiera sabido, con la fama de la princesa, esperaban que su
muerte fuera lenta y dolorosa. Con un crimen como ese, naturalmente ambas regiones
quedarían en malos términos, dando paso a una investigación en los terrenos del Rey de La
Región Del Fuego por La Región Del Agua y deshaciéndose de Radfield al mismo tiempo.
Matando dos pájaros de un mismo tiro.

Solo Radfield sabía que lo que deseaban encontrar no estaba en los terrenos de su alteza.

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Aún si la ruta del caos era inevitable, si con eso podía evitar tanta muerte, estaba dispuesto
a caminar en él una vez más. Danish miró al joven que había sido peinado de tal manera
que su cabello parecía más bien haber sido chupado por una vaca.

En el público, notó que La Reina Celina no estaba presente. En lugar de la madre de


Radfield, un joven de cabello rojizo había tomado su puesto.

—No mencionaste que tenías hermanos humanos. —susurró a Radfield cuando este se
acercó a firmar el papel.

El joven sonrió.

—No es por decepcionarte, pero hay muchas cosas que no sé de mí.

No lo decía porque quisiera mentirle. Solo ocurría que tampoco esperaba ver a uno de ellos
en su vida ni en la otra. En especial, porque tenía vagos recuerdos de alguien que se había
casado con Danish y que era cercano a sus hermanos.

Y no lograba recordarlo.

Ella volvió la mirada hacia el público.

Era apuesto, el tipo de belleza que nace de la arrogancia y el carisma. Cuando sus ojos se
encontraron, Danish supo que casarse con este chico amable era mucho más deseable que
con un bastardo presuntuoso como el que los observaba.

Una mirada repulsiva.

Ambos habían nacido de humanos ¿por qué uno era usado como sacrificio, y otro disfrutaba
con un título de realeza abrochado en su uniforme de cuero?

Pasaron alrededor de dos días y medio cuando ya era noticia que el príncipe humano había
sido encontrado muerto por una reacción alérgica al mineral más conocido, y traficado, de la
región, después de quedar acorralado en una guerra entre minorías por el territorio.

Un cuerpo destruido y un alma dispersa.

Este mineral era el único capaz de acabar con la bendición de la inmortalidad que el reino
poseía desde hace ya varios años. Esto conmocionó a las cuatro regiones y desvió
suficiente la atención para seguir con el plan. Las heridas de Radfield aún no habían sanado
por completo cuando ya se encontraban escalando el edificio. Con la poca sensibilidad de la
princesa, no se preocupó en encargarse de ese asunto.

La noche donde tuvo que mutilarse a sí mismo, al igual que la primera vez, le había pedido
una condición a la princesa; por nada del mundo debía abrir sus ojos. Aún si la primera vez
no pareció importarle, seguía siendo una sombra en el corazón de Radfield que continuó
eclipsando su percepción sobre el tipo de relación que ambos mantenían. Y, sobre todo,
perder su confianza otra vez estaba fuera de discusión.

Radfield había cooperado en la resistencia durante el último periodo de guerra, por lo que
sabía cómo hacer cuerpos duplicados. Solo necesitaba su habilidad con el Siarun.

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Dos noches después, y rezando para que la princesa no se hubiera dado cuenta de nada,
ya estaban con el plan en marcha.

Habían muchos departamentos, pero este, al estar situado entre las limitaciones de La
Región Del Fuego y La Región De La Tierra, solía ser muy solitario, y producto de una mala
gestión de parte de la facción más importante de la Región Del Fuego.

Como un adorno que nadie quería pulir.

El pie de Radfield resbaló. La tierra en su suela caía resueltamente hacia abajo. Abajo, unas
criaturas de tez amarillenta caminaban con sus cuernos apuntando hacia el cielo, sin
siquiera tomar un tiempo para mirar hacia arriba.

La mano de Danish lo ayudó a estabilizarse.

—No te preocupes por los Lemnos. A veces mueren de un susto y su alma divaga por un
tiempo.

Radfield se forzó a sonreír a pesar de sí mismo. Sabía perfectamente que era un Lemno,
pero quería escucharla a ella.

—Los Lemnos ¿Son algo así como fantasmas?

Danish rodó sus ojos.

—Solo es otra forma de inmortalidad. Pero en el lenguaje humano, podría decirse que son
como los muertos vivientes. Sin pensamiento propio.

Radfield se sujetó a la ventana y finalmente entró con ayuda de la chica.

—¿No crees que sería peligroso la mezcla de un Lemno y un humano? ¿Hay un


departamento calificado para regular eso?

Entre La Región de La Tierra y La Región Del Fuego estaba resguardado uno de los
ministerios de anulaciones, claramente, muy abandonado. No fue necesario nada más que
sus propios pies para avanzar. El Departamento De Regulaciones el cual era un simple
edificio de madera orgánica, no porque el gusto en estructura fuera modesto, si no porque
habían tantos en el territorio como para hacer manchas en el mapa.

Al haber tantos, naturalmente no le prestaría atención al que está más alejado de la zona
urbana. Estaban a un toque de terminar el laborioso trabajo de anulación, pero Radfield no
estaba muy de acuerdo con pincharse el dedo con la aguja especializada de dicha máquina,
pues odiaba la sangre en todos sus aspectos existentes.

A su lado estaba Danish observándose con leve burla, hasta que finalmente terminó.

—¿Mutilaste tu cuerpo y aún le temes a la sangre?— susurró —Esto ha salido muy bien.
Demasiado.

Después de un quejido de parte del humano, la máquina demoró unos minutos para
terminar con su propósito. Aún así, Radfield pensaba firmemente que era más fácil dejarlo
en manos de criaturas que con la nueva tecnología de su mundo.

19
—Su anulación de herencias ha sido un éxito.

Estaba hecho, ya no podrían arrepentirse. Radfield suspiró con agravio.

—Ya acabó. —susurró Radfield mientras observaba como su cicatriz se desvanecía. Danish
observó una última vez al joven, tal vez por un tiempo incriminatorio.

Radfield mantenía la guardia alta, por lo que la sensación fue evidente. Levantó sus ojos
redondos como almendras. La chica frente a él era joven, pero ya tenía esa presencia
incapaz de ser perturbada. Como si fuera una montaña imposible de mover.

En unos pocos años más, esta joven refinada se convertiría en la oficial a cargo de la milicia
de La Región De La Tierra y La Región Del Fuego. Un sutil pinchazo ablandó el bulto en el
marco de sus cejas. Danish nunca había tenido en sus planes ser una oficial, pero al
casarse por segunda vez, el trono pasaba a ese noble.

Y Radfield, por más que se estrujaba los sesos, no pudo recordar quién era su esposo, ya
que después del juicio, no la volvió a ver hasta después de su encarcelamiento y
posteriormente cuando la guerra ya estaba terminando. Se quedaron unos segundos
mirándose, esta vez sin espanto como en las ocasiones anteriores. Danish dejó escapar un
bufido. Había olvidado algo importante.

—¡El contrato! —recordó.

Pero los ojos de Radfield dejaron su expresión tranquila al ver que la princesa estaba
ofreciendo su sangre que era mucho más clara de lo que él conocía.

Tal como la sangre que fluía con el agua el día en que la guerra acabó. Las náuseas lo
golpearon como una bofetada en la cara. Sintió ese tipo de escalofrío que solo la muerte
puede generar recorriéndolo y lo peor es que no estaba seguro de por qué.

—¡¿Estás loca?! ¡De ninguna manera! —gritó alarmado el joven. Bien , tal vez había otras
cosas que no toleraba; ser mordido por una criatura.

Una expresión desagradable se dibujó en el rostro de la princesa.

—¡Tú mismo lo leíste en el contrato, Radfield! Tenemos que anularlo ahora. No debemos
perder más tiempo. —dijo aun mirándolo con insistencia.

Su negativa permaneció.

Los ojos rasgados de la muchacha cayeron en picada. A pesar de que comprendía que
podría ser asqueroso, no pudo evitar sentirse herida. Claro, ese sentimiento duró lo mismo
que un estornudo.

—Lo haré yo primero entonces. —suspiró dando un chasquido para cerrar su herida.

—¡Claro que no! Yo puedo hacerlo… —dijo asustado. No le agradaba en absoluto la idea de
que los dientes de alguien perforara su piel.

Al ver la expresión fría en el rostro de Danish, Radfield no pudo evitar sentirse miserable.

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—¿No puedes hacerlo con tu magia? —preguntó ocultando su mano detrás de su espalda.
Se veía muy lamentable.

¿Quién podría pensar que era el mismo joven que se dejó mutilar por el bien de la misión?

—Puedo, pero será más doloroso que hacerlo de forma manual. No conozco tus nervios
humanos. —explicó.

El príncipe se maldijo por no tener otra vez la aguja de la máquina para evitar lo que se
avecinaba. Ella le extendió su mano para que él posara la suya. Danish entendía que el
dolor no era lo mismo para él, ya que su desconocida anatomía no eran las mismas. Su
corazón dio un vuelco. La princesa que él conoció no era del tipo que ofreciera su mano
para dar consuelo.

¿Y si ella también…?

Levantó su mano y la dejó caer en la palma gélida de ella. De forma mecánica posó sus
labios delanteros en su piel. Radfield solo se dispuso a mirar a su compañera.

Realmente le tenía miedo.

—¿Aún te hacía estremecer la idea de que una criatura tan repulsiva roce tu piel?

Radfield abrió sus ojos con estupor. La joven sonrió de lado. Conmovida por el ligero temblor
del otro.

—Tampoco es para que te emociones. —susurró Danish mirándolo con recelo.

—¡No es eso! —gritó molesto.

Sin previo aviso, introdujo sus dientes en su mano.

Pero no había dolido tanto como en las pesadillas de Radfield. La tiránica princesa había
tenido en consideración por primera vez al joven y, de alguna manera, Radfield no pudo
evitar sentirse conmovido.

En el pasado, ella había mordido sin piedad. Sin embargo, estaba cantado victoria
demasiado pronto. Danish lanzó una expresión de genuino asombro. Sus ojos rasgados se
abrieron, incrédulos.

Llevó su otra palma para asegurar la temblorosa mano del chico. Ensimismarse.

—¿La sangre de los humanos es siempre así de caliente? —preguntó la muchacha


cerrando los ojos con extraña calma.

—¿Supongo? Tal vez podría responder si conociera a otros humanos. —Radfield sonrió
ante su ignorancia. Pero sabía que algo no estaba del todo bien. —¡Hey,estás bebiendo
demasiado rápido! ¡Me vas a drenar!

No permitiría que ninguna gota de más se escapara de su cuerpo. Cuando intentó quitar su
mano, Danish reaccionó y como un rayo se alejó de él.

21
Después de girar su rostro en dirección opuesta a su compañero, se encogió de hombros
con una repentina expresión de miseria. Se veía confundida y muy nerviosa.

—No te preocupes. Sanará rápido. —sus palabras parecían lanzas.

Aquello a Radfield le ponía aún más preocupado que el hecho de que era su turno de beber
la sangre de dicha criatura. Sin embargo fue salvado por la alarma, pero no era de un
despertador.

Un fuerte estruendo acompañado por la pared del edificio siendo derribada los alertó. Los
oficiales derribaron la entrada. Radfield al percatarse de esto, presionó su collar obteniendo
así la apariencia de la chica rubia nuevamente.

—¡Danish Flawsher, princesa de La Región Del Fuego, está usted detenida!. —Le gritó uno
de los oficiales Lemnos.

Los cuernos brillaban, dando a entender que todos estaban en sintonía. Compartiendo un
mismo pensamiento.

—Será usted sellada hasta su juicio. No intente nada ya que todo será usado en su contra.

La muchacha solo levantó las manos con lentitud. Pero no estaba dispuesta a que se la
llevaran tan fácilmente, no después de todo lo que había tenido que soportar durante estos
últimos dos días. Ella inundó la sala de fuego, el humo le irritó la garganta a Radfield. Juntos
huyeron al instante.

—¡¿Era necesario tanto fuego?! ¡¿Quieres matarme?! —dijo entre tos y estornudos el chico.

La mano delgada de Danish presionó sus labios bruscamente.

—Guarda silencio, ellos vienen de todas partes… —la chica podía oler a las criaturas de
sangre fría acercándose rápidamente. No había opciones buenas para aquella situación

—¡Mira, por ahí! —apuntó Radfield a una puerta con una señal de advertencia. Era la única
puerta con un letrero.

La chica no se movió, esa puerta no debía ser usada. Una corazonada espantosa cruzó por
su pecho y tensó su garganta.

Y temía saber el por qué.

—¡No hay tiempo! —el joven le tomó de la mano y sin más se adentraron en dicha puerta.

Adentro, miles de computadoras y máquinas permanecían en modo de ahorro de energía.


Cápsulas con cuerpos de criaturas semi humanas descansaban en posición fetal dentro de
los tanques. Y las luces flúor cegaban sus ojos. Acortando las cosas, irremediablemente
llegaría al mismo destino. La primera vez, habían corrido en círculos hasta dar por
casualidad en esta sala.

Rasfield sonrió de soslayo. Aquí estaba lo que La Región Del Agua quería. Aquí estaban los
trapos sucios que La Región Del Fuego escondía. Experimentos en humanos, experimentos

22
en almas humanas. Sin embargo su maravilloso encuentro se desvaneció cuando la chica le
jaló de una oreja.

—¡Eres terriblemente insensato! —gritó ella. Sus ojos verdes resplandecían como
esmeraldas furiosas.

—¿Qué? —preguntó mientras su mirada seguía en los colores tal cual como una polilla
observa la luz de una lámpara.

—¿No viste el letrero? ¡Es Siarun refinado! ¡El Siarun hará que mis poderes sean igual de
relevantes que su capacidad para percibir el peligro! —le gritó nuevamente.

El Siarun bruto que ella había mandado a pedir para Radfield no había pasado por sus
manos directamente. Solo fue que la oficial Danish estaba tan expuesta al Siarun de
cualquier categoría que había desarrollado una especie de resiliencia. Esta Danish no, solo
podía fingir en su gélido rostro que no estaba aterrorizaba cuando recibió entre sus manos al
ejemplar que Radfield transportaba.

Radfield intentó tranquilizarla diciéndole que sería momentáneo. Sin lograr su objetivo, solo
se dispuso a no estorbar.

—No sabía que la gente de La Región Del Fuego trabajaba en esto.

Ambos cuestionaron la razón de la estadía de dicho aparato radiactivo que tenían al frente.
El edificio era solo para cambiar certificados y anulaciones y no parecía ser un lugar donde
debería albergarse tales artículos. Las cejas de Danish se fruncieron como dos espadas
peleando entre sí. Si su padre se enterara..

Pero ¿Y si ya lo sabía?

Al imaginar que su padre estaba encargado de un proyecto tan peligroso, no pudo evitar
tragar seco. Si esto no fuera por lo menos ilegal, sería catastrófico. El fin de las
negociaciones entre territorios. Sus pensamientos fueron rompidos al igual que la pared que
los protegía del exterior. Acababa de ser derrumbada por los Lemnos, parecían presenciar
una angustiante emboscada.

—¡Están rodeados! Por favor dejen sus manos donde podamos verlas. —Aquellos
guardianes de tez amarillentas y cascos en las orejas no eran muy persuasivos.

El chico fingió entrar en pánico.

—¡Se acabó! ¡Nos descubrieron! —chilló Radfield mientras levantaba ambas manos,
tiritando de miedo, miedo real.

—¡Guarde silencio! —le volvió a gritar otro guardia.

—Quédate quieto. Yo voy a hablar. —musitó Danish resignada a que su plan había
fracasado.

Sin embargo, el flúor del reactor hizo que sus pupilas destellaron con un rastro de claridad.
Por lo que, en vez de acercarse al oficial, dio media vuelta y lo activó. Una pequeña sonrisa

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se escondió en los labios del joven.. Danish no era el tipo de persona que se rendía, sin al
menos intentarlo.

Las paredes volvieron a romperse. Un viento cruel y repentino hizo volar a varios oficiales.
La joven agarró firmemente el cabello de Radfield y se dejó devorar por la gran bola de
energía que aumentaba su tamaño en cuestión de segundos.

—¡Al carajo con ustedes!

Se despidió la chica mientras veía su vestido negro ondear y Radfield apretó su libro en su
cintura.

Sabía perfectamente que el destino era una de las líneas temporales de la tierra sintética.
Su padre había ordenado crear dicha máquina para evitar que los humanos destruyeran su
planeta en una de las dimensiones existentes, y, de paso, exiliar a los humanos restantes
ahí. Pero el proyecto había quedado inconcluso cuando las guerras entre territorios se
llevaron su atención.

Viajaron más de trescientos años antes de dicho suceso, a la tierra sintética basada en la
suya. Los colores los ahogaban. Repentinamente estaban cayendo sin rumbo, cruzaban las
nubes que quemaban con ferocidad sus mejillas. Habían llegado a una de las dimensiones
de la vieja tierra humana.

24
Capítulo 3: Vivir en la vieja tierra
La tierra sintética.

El vestido de Danish volaba en el aire, quebrándose por la poca estabilidad de sus poderes
y transformándolo en un vestido corriente. Estaban cayendo desde mucha altura, sin
embargo la princesa logró despertar de su aturdimiento justo a tiempo. Evitando así que sus
cuerpos quedaran impactados en la hierba.

Radfield dejó escapar un fuerte suspiro y, lentamente, se separó de la chica. Temblando.

No solo había caminado por sus propios pasos hacia el futuro, también había facilitado la
ventaja para La Región Del Agua evitando acontecimientos y muertes innecesarias.

Naturalmente, estaba muy satisfecho consigo mismo.

—¡Lo logramos! Huimos… —sonrió Radfield. —Ahora ya sabemos por qué hay tantos
departamentos inútiles en La Región Del Fuego.

Cuando se volteó descubrió a la muchacha agazapada en el suelo murmurando a las


plantas. Él rió ampliamente. Después de todo, la brillante princesa no conocía las
curiosidades de los humanos, ni su planeta.

—Qué extraño. No hay respuesta. —susurró la joven, llena de decepción, mientras se


levantaba con rigidez.

Con sus ojos sonriendo en medias lunas, Radfield dejó escapar un suspiro ligero. A grandes
zancadas se acercó.

—Veras, señorita extraterrestre: en esta época las plantas aún no evolucionan. Están en
estado "vegetal" ¿entiendes? Por qué aún no tienen conciencia.

La cara de Danish parecía ser víctima de un limón muy ácido.

—Ni siquiera mi bufón hacía tan malos chistes. — la princesa evitó decir algo peor y
chasqueó sus dedos, mas, no obtuvo respuesta.

Sus poderes se habían debilitado desde que tocaron la tierra, incluso la gargantilla que
ocultaba las secuelas de sus antiguas heridas había desaparecido al estar en contacto con
el césped. Esto puso muy incomoda a la princesa, quien rasgó un pedazo de su negro
vestido para evitar que su compañero pudiera percatarse.

—¿Será por la radiación humana? —se preguntó para sí misma. —Solo es posible estos
niveles en Siarun.

Radfield arrugó sus cejas. Él estaba consciente de que, a pesar de que dicha energía no la
mataría por el simple hecho de ser inmortal, le ocasionará muchos problemas de salud y
disminuiría su poder. Después de todo, el Siarun había sido usado imitando la base de los
principios de la radiación.

—¿Puedes mover cosas aún? —preguntó Radfield quien no mostraba signos de


intoxicación.

25
—Sí, pero no puedo mantener la creación de materia con el sudor elemental. Dudo mucho
que pueda generar algo sofisticado.

Carbonizar árboles hasta la muerte no era lo que buscaban. Había transformado un grupo
de árboles en una cueva de madera sin ninguna finura, era lo más parecido a una choza de
la antigüedad. Algo muy ridículo a su parecer.

Después de todo, Radfield sabía que en su familia era muy bien visto que el portador de la
corona fuera alguien poderoso. Aquella creación le era una burla de sí misma por no saber
usarlos en todo su esplendor. Jamás había usado ningún tipo de entrenamiento serio con el
fuego más que lo básico.Muy diferente de lo que su versión adulta prometía.

Era más bien una erudita que apreciaba la pintura y la lucha de espada. El fuego lo
reservaba únicamente para quemar larvas y chinches.

—¡Iré a recolectar cosas!

Pero no importaba hacia donde fuera, él sabía que sin importar donde, ella sería capaz de
encontrarlo. Los contratos mágicos tenían sus beneficios. Radfield se detuvo en sus pasos y
dio una última mirada de soslayo hacia atrás.Danish mantenía su vista hacia la ciudad.
Ensimismada.

Él no pudo evitar sentirse insatisfecho. Había tantos cabos sueltos que se revelarían en el
futuro. Desde los experimentos secretos en La Región Del Fuego, hasta el origen del
simbolismo sobre sus colmillos relacionados con la nobleza. Mucho peor, aún debía
investigar sobre la corrupción en La Región Del Agua. La persona que había asesinado a
Danish y cuál era su puesto actual.

Sus pisadas suaves y hojas siendo aplastadas crujieron en sus oídos. El aroma a humedad
le trajo un vago recuerdo. Durante el año donde la princesa se había marchado a su mundo,
había sido arrestada frente a miles de personas en la escuela donde asistían. Incluso había
tenido el descaro de culparla por todo el alboroto.

Ese año, había sido un Lemno de La Región Del Aire el que había sido enviado para
buscarla. No podía evitar sospechar. La Región Del Aire no tenía nobleza, por lo contrario,
había una sola representante para dar la cara a toda una facción.

Escuchó el agua fluir en la lejanía. Había caminado mientras soñaba despierto hasta
encontrar un pequeño riachuelo. Más aún, aún no sabían cómo volver. Cuando él era más
joven, jamás le interesó. Pensaba que su vida como humano corriente era lo único que
importaba. Lo que la heredera al trono tenía que decir, lo tenía sin cuidado.

—Mi inmadurez trajo la desgracia a la princesa. Si no pago esta falta en esta vida, ¿con qué
cara la veré en el otro mundo?

El sonido continuó de tamborileo lo obligó a levantar su mirada perdida, sus ojos redondos
se encontraron con la cabellera roja de un pájaro carpintero. Las plumas de su cabeza
parecían haber sido víctimas de un lenguetazo de vaca.

No pudo evitar pensar que se parecía a cierta criatura en sus recuerdos.

—Blue debería estar en su cuarto año conociendo a Arian. Después de un año, ambos
unirán fuerzas y nos cazarán, dando nacimiento a los inicios de la resistencia.

26
Sus pensamientos viajaron más profundos. También fue ese año donde conoció a Nayaret,
la futura encargada de La Sede Médica.También, una traidora.

No era una noticia nueva que su cuidadora muriera, eso era inevitable. Pero para su yo de
catorce años, había sido equivalente a ser quemado vivo. Por los azares del destino había
depositado ese afecto sincero en alguien más solo para darse cuenta al final que esa oveja
era en realidad un lobo. El marco de sus cejas no pudo evitar quemarse ante sus recuerdos.
Había protegido al enemigo por años y había saboteado sin querer los planes de Danish al
confiar sus secretos a Nayareth

Solo porque se parecía a Annet.

Se sentía como un tonto, pero ya no tenía tiempo para enfocarse en sus sofocantes
sentimientos. No ahora que el tiempo corría rápido.Sus dedos se sumergieron en la
superficie del agua, acariciando la tensión superficial. Su corazón se sintió congestionado
momentáneamente.

Bien podrían obligar a Blue a aliarse con ellos y obtener información rápida, mantener lejos
al grupo de Arian, de todas formas armaron La Sede Médica después de todo, y así dejar
fuera a los traidores. Blue era, a pesar de su aspecto deficiente, un Lemno De La Tierra. No
podría negarse ante la princesa.

Después de un tiempo, el agua comenzó a girar a su alrededor, compitiendo con los suaves
rayos del Sol. Aún conservaba la técnica que le habían sido otorgada como parte de la
milicia en La Sede Médica. Como el mercurio derretido, danzó alrededor. El bosque era
frondoso y el agua giraba, y se dividía para avanzar entre las ramas. Radfield siempre pensó
que, a pesar de no haber nacido con la habilidad de crear la materia de su región, había sido
bendecido con la destreza impecable de un verdadero noble de La Región Del Agua.

No todo lo que tenía por primera oración “Siarun” significaba destrucción después de todo.
Con mucha técnica, refinamiento y el libro de su cuidadora, él también logró lo que todos
codiciaban.

Flujo elemental sintético. Y no solo eso, lo había integrado a sí mismo, sin la necesidad de
robarle a alguien nunca más. Ser eterno y fuerte era lo que cualquiera que naciera en sus
condiciones podría desear.

Era como un espectáculo de lluvia primaveral, muy puro.

Las gotas de la explosión cayeron suavemente en las hojas de los árboles y el rocío lloró en
su tez tan suave como un beso. Una gota temeraria se deslizó por su cuello liso hasta morir
en la cadena de plata que Danish le había dado. Frente a él, un rosal salvaje crecía
despreocupado y fuerte.

—Sea quien sea la persona que me trajo de vuelta a este tiempo, debe querer que cambie
algo. Algo que no resultó bien la última vez.

Danish nunca pudo hacer algo por los exiliados. En su condición de princesa mayor, solo
podía aspirar a esperar a que el trono pronto pasara a ella, aún si eso significaba casarse. Y
sin embargo, también sabía que el Siarun era la bomba que colapsara el vaso. Aparte de los
sabotajes entre nobles, también estaba el descontento de la gente común y las guerras
territoriales no cesarán hasta que alguien diera la cara sobre lo que estaba pasando.

27
Eso era lo peor, porque ahora no estaba segura de nada. Los experimentos de la Región
Del Fuego podrían no ser los únicos que estaban en pie.

Unas pisadas la alertaron. Era el ex príncipe cargando naranjas y peces. Estaba


completamente mojado.

Habían pasado muchos minutos sin que ella fuera capaz de sentirlos.

—Estás mojado. Si mueres me beberé tu sangre llena de bacterias. —era una amenaza
realmente, y estaría mintiendo si dijera que a ella le desagradaba la idea.

Radfield se burló en su corazón.

—¡¿Cómo es posible que seas una princesa con esa actitud?! —refunfuñó.

Su relación no era muy amistosa al principio. A pesar de aquel detalle referente a su actitud
fastidiada, Danish había logrado dejar de humillar a su compañero por su raza. Radfield no
pudo evitar pensar que era un gran avance.

Después de aquellos días compartiendo con él, ella pudo darse cuenta de lo útil que era por
su cuenta a pesar de su procedencia y edad corta.

Sus bonitas pestañas cayeron en picada.

—¿De dónde sacaste todo eso? —preguntó mientras entraba a la choza que iba tomando
forma poco a poco.

—¿Acaso creíste que por tener la sangre azul iba a ser un refinado señorito de la real
majestad? Patrañas, princesa. —dijo haciendo muecas exageradas para demostrar lo
ridículo de su pregunta.

Los nudillos de la joven se tensaron. Una idea divagaba en su mente y forzaba a su


garganta a secarse.

—Tu sangre no es azul, es roja. —suspiró Danish mientras buscaba la forma de serenar su
mente y crear una entrada decente para la casa.

—Es solo un decir. Que aburrida eres. —gruñó el joven sin abandonar su expresión de
amabilidad.

—Y yo pienso que eres realmente raro —respondió, girándose repentinamente —dices todo
mientras pones una expresión tonta. De cualquier manera, tu sangre es solo roja y caliente.
No tiene nada de especial.

Tal vez ya se había cansado de soportarlo o tal vez estaba harta de rodar en círculos con el
mismo tema.

De cualquier forma, Radfield no pudo ver lo que se ocultaba detrás de la superficie.

Pero estaba frustrada. El tipo de frustración que sólo un fanático del control podía sufrir.

El joven levantó sus ojos, lleno de indignación. Pero, como siempre, su curiosidad venció su
decreciente furia.

28
—¿Qué quieres decir con caliente? ¿La de ustedes las criaturas no lo es? —preguntó
asombrado.

Nerviosamente Danish intentó hacer oídos sordos para no continuar aquel tema tan
incómodo. No lo comprendía, jamás le habían comentado algo referente a la sangre en
aquella práctica de los contratos. Trató de recordar alguna mención pero solo pudo llamar a
su memoria algunas leyendas y cuentos de terror para jóvenes nobles.

—¡¿Por qué no me escuchas?! —preguntó mientras la tomaba de los hombros. Brutalmente


lo alejó de su área personal, marcando su distancia.

—Primero, no vuelvas a tocarme como si fuéramos familia.

Segundo, la sangre de las criaturas suele ser tibia o incluso helada, no es algo realmente
interesante. —gruñó con fiereza.

Como de costumbre, el joven de bondadosos ojos le sonrió con medias lunas.

Danish no sabía que podría odiar tanto una sonrisa.

—¿Por qué te ríes? —preguntó aún más molesta que antes.

—A pesar de ser una princesa tan arrogante, tienes varias inseguridades a la vista.
—continuó sonriéndole de una forma pacífica.

—No me gusta que las personas se den la libertad de tocarme como si fuera un animal al
cual pueden acariciar cuando les da la gana, eso es todo. —pesadamente, Danish se
levantó para buscar su propia comida. Depender de un humano le volvía a parecer una
tortura desagradable.

—¿Qué haces? ¿A dónde vas? —preguntó tratando de seguir su paso.

La muchacha se detuvo y pareciera que el viento, las hojas volando y el susurro entre los
pétalos de las flores habían sido petrificadas.

—Soy una descendiente de La Región Del Fuego, ¿cómo puedes ser tan imprudente como
para seguirme como si yo fuera un animal pequeño?

—Estas entre humanos ahora. —respondió Radfield con el máximo tacto que sus
temblorosos labios pudieron dejar escapar.

—¿Me estás subestimando? —preguntó y cuando sus labios delgados se movieron ambos
colmillos se dejaron ver.

Pero cuando Radfield daba su tercer paso, la princesa ya había saltado a dos metros de
distancia.

Sus ojos fríos cayeron hacia abajo, como la lluvia de otoño.

Tan indiferente.

Radfield sintió una oleada de represión crecer en el aire, como una tormenta que se
avecinaba. Sus músculos se tensaron mientras observaba a la muchacha, cuyos ojos
parecían ocultar un fuego gelidol. Cada palabra pronunciada resonaba como un trueno en
su mente.

29
Aún si era una princesa, aún si era la descendencia de los mismos inmortales, no podía
evitar que la repercusión de sus últimos días de vida volviera a su mente.

El viento silbaba a su alrededor, agitando las hojas y haciendo que los cabellos de ambos se
alzaran como espinas.

—No te subestimo, en absoluto, pero aquí estás en un mundo de humanos. No podemos


permitir que tus habilidades sean demasiado llamativas. —el joven susurró entonces.
—Podrán herirte.

—¿Herirme a mi? —se mofó Danish. —Viste como cree un cuerpo de repuesto para ti, como
moví cielo, mar y tierra para lograr llegar hasta este punto.

—Sabes que no existe tal cosa como la inefabilidad. —respondió Radfield. —no eres
invensible.

Danish mostró sus colmillos afilados en un gesto desafiante, realmente solo porque sabía
que la valentía de Radfield escaparía volando, y su mirada ardiente perforó el alma de
Radfield. Pero antes de que pudiera reaccionar, ella se movió con la velocidad de una
serpiente, saltando dos metros en un abrir y cerrar de ojos. Radfield, sorprendido, dio un
paso hacia ella, pero fue como si intentara atrapar el viento entre sus manos.

La mirada de la princesa, ahora tan indiferente como la lluvia de otoño, lo hizo darse cuenta
de que estaba en obvia desventaja. Ella era un ser de otro mundo, de otro linaje y, por
supuesto, criada de otra forma. Con poderes que desafiaban la lógica humana. La tensión
en el aire era palpable, y Radfield sabía que se encontraba en medio de una pelea de
cuerpo a cuerpo. Lo cual, era un gran problema.

Danish como oficial había sido temeraria y cruel. Las lenguas de fuego consumieron a
millones bajo sus palmas. Y ni siquiera era lo peor. Él no sabía si sus poderes estaban tan
intactos como los había dejado en su pr. Era exactamente como un humano ordinario, uno
con seis dedos. Radfield sentía cómo la adrenalina fluía por sus venas mientras sus ojos
seguían cada movimiento de la muchacha. Sus sentidos se agudizaron, consciente de que
estaba a punto de ser convertido en carbón.

La muchacha, con la agilidad y destreza de una serpiente, se deslizó y dio un salto hacia
atrás, aterrizando sin permitir que la tierra se levantará sobre un muro de piedra cercano.
Sus ojos, ahora más fríos que nunca, se clavaron en Radfield con una intensidad
inquietante. Sus colmillos seguían visibles, recordando a Radfield la naturaleza de ambos
era tan parecida como el agua y el aceite.

Ella frunció una ceja, su voz resonando con un tono de desafío mientras miraba fijamente a
Radfield. La tensión en el aire era palpable, como una tormenta a punto de desencadenarse.

—¿Tú pudiste usar una espada cazadora de Lemnos, tú has luchado siquiera con Lemnos?
—preguntó, sus ojos chispeando con un fuego que igualaba el de su furia. —¿Has
practicado la espada desde que naciste? ¿Has luchado incansablemente por obtener los
honores que debes tener para ser una descendiente adecuada?

La acusación resonaba en el aire, y Radfield sentía el peso de las palabras de ella como un
martillo sobre su conciencia. Sabía que ella tenía razón. Aunque habían sido compañeros
durante lo que parecía una eternidad, había aspectos de su historia que nunca habían
compartido completamente.
30
Una sensación de impotencia la inundó, pero Danish no podía permitirse el lujo de ceder
ante el juicio de Radfield. Cerró los puños, sintiendo la ira mezclarse con la frustración. Una
lengua de fuego se escapó de las puntas de sus delgados dedos, carbonizando un círculo a
su alrededor como un sinónimo de advertencia.

—Disciplina.

Había cosas que Radfield sabía que no podrían decirse a Danish, mucho menos a su
versión joven. Limitantes que Danish no podía obviar, cosas sutiles con las que jamás pudo
lidiar, como el ser subestimada de una manera tan frívola como esa. O mejor, ser
subestimada por alguien que había sido su compañero por un tiempo que parecía eterno.
Otra lengua de fuego escapó de las puntas de sus delgados dedos carbonizando un círculo
a su alrededor.

Radfield retrocedió ligeramente, sorprendido por la manifestación de que la magia elemental


de Danish podría ser tan agresiva, incluso a la edad de sólo quince años. La rivalidad entre
ambas descendientes había alcanzado un punto crítico, y ahora se encontraban al borde de
una confrontación que podría cambiar el curso de su relación para siempre.

Lo más extraño aún. Danish parecía mantener su habilidad intacta a pesar de todo el Siarun
que estaba a su alrededor.

Radfield, con sus manos temblorosas, se preparó para lo que venía a continuación. Intentó
medir sus palabras con cautela, consciente de que un mal movimiento podría desencadenar
la furia de la princesa.

—No quiero una pelea, pero no puedo permitir que seas imprudente.

Pero la princesa tenía otros planes. Con un movimiento rápido y fluido, desató una
llamarada de fuego desde sus manos hacia Radfield. Este, impulsado por el instinto de
supervivencia, se zambulló detrás de un árbol cercano, esquivando por poco las llamas
ardientes que devoraron el lugar donde estaba parado un momento antes. Lanzó una
mirada furtiva al lugar que ahora eran cenizas.

El crujido de las hojas quemándose y el rosal llenó el aire, mientras Radfield salía de su
escondite, desesperado por encontrar una manera de enfrentar a esta joven versión de la
temeraria oficial.

—No quise herir tus sentimientos. —explicó mientras levantaba las manos. Aún si tenía la
manera de hacerle frente, sabía que de nada servía luchar con quien deseaba ser de ayuda.
Era simplemente estupido. —Pero deberías entender que es porque estoy preocupado por
esta situación.

El chico se acercó, aún con las manos arriba. Su respiración temblaba a cada paso. El
césped finalmente había dejado de flamear para cuando llegó a una distancia cercana. Las
piernas de Danish bajo su amplio vestido negro permanecías en posición de defensa.

La oficial Danish que él conocía era increíblemente buena en ataques a larga distancia por
naturaleza, podía darle a un objetivo a metros de distancia bajo una tormenta elemental de
aire y aún así darle en el blanco.

Era sólo que la princesa nunca había sido buena lidiando con ataque a manos desnudas.
Mucho menos ahora que aún era joven.

31
Su palma golpeó los dedos que mantenían la Lengua De Fuego ardiendo, apagándose
inmediatamente y sin ninguna explicación.

El rostro de Danish se frunció. Ella volvió a alzar su muñeca y Radfield volvió a golpearla
cuantas veces pensaba que serían necesarias, las cuales fueron muchas, hasta que la
princesa finalmente explotó

—¿Qué pretendes hacer exactamente con eso? —bufó con las manos en la espalda,
manteniéndose alejadas de Radfield.

—Soy un humano corriente y puedo hacer que tu fuego elemental se apague cuantas veces
quiera cuando se trata de un ataque a mano desnuda. —su voz agitada rozó las orejas
puntiagudas de ella. Era verdad que era posible, pero no podía dejar de sufrir cada vez que
debía ingeniárselas para lograr desarmarla.

Estaba cantando victoria cuando una patada de tacón dio en su sensible rodilla mortal,
obligándolo a soltarla.

Y claro, ese fue un descuido tal vez demasiado importante para ese momento de su
discusión. Su rostro se estrenó de lado con los restos de un árbol carbonizado, pasándole a
llevar una mejilla derecha. Abrió sus ojos con terror y rapidez.

—Deja de hacerlo. —bufó la princesa con ambas manos inmovilizando las de él.

El rostro de él representaba lo que todos habían dicho alguna vez de la hija del rey; el horror
en esas pupilas, el sudor con aroma a miedo y la respiración detenida en el aire.

Y sin embargo, con todo lo que su asustado rostro podía representar, Danish no pudo evitar
sentir que esos ojos, tan oscuros que se parecían al crepúsculo, eran más brillantes que las
estrellas en una noche despejada. La tensión que había llenado el aire como una tormenta
inminente ahora parecía disiparse ante la intensidad de su mirada.

La cercanía en la que se encontraban, el sonido de las chispas que llenaban el aire y el


resplandor de las llamas creaban un escenario peculiar para una atmósfera sugestiva. Los
ojos de él inicialmente llenos de angustia, comenzaron a mostrar una mezcla de sorpresa e
incredulidad.

—Estás sangrando. —suspiró Danish mientras soltaba las manos de Radfield. —Si
hablamos de imprudencia, deberías recordar que ya no eres inmortal.

Radfield vio como la silueta de la chica se alejaba, dejándolo atrás.

—¡Espera! —exclamó él. —¿A dónde vas?

La falda negra de la chica se detuvo un instante.

—Tengo hambre. —respondió.

Y simplemente desapareció tan rápido como Radfield pestañeó.

Solo volvió cuando ya era momento de dormir. La joven de cabellos anaranjados ayudó a su
compañero a recolectar hojas. Él prefería hacerlo de forma manual y tardaría horas. Nunca
le agradaron los poderes de la chica de los colmillos.

32
Sin embargo ella no contaba con que Radfield se quedaría toda la noche preparando
sorpresas, tal vez era una manera indiscreta de pedir disculpas. La luna se despidió de las
nubes, el sol apareció débilmente.

—¡Despierta! —le gritó desde una corta distancia.

La joven atónita se levantó lentamente. No tenía sueño profundo. Lo miró desde la cabeza
hasta los pies, parecía un costal de mugre.

—¿Por qué tienes barro en el pelo? —preguntó la joven de latentes ojos verdes. El chico
llenó su pecho de aire y mostró ante sus ojos las sorpresas que él tenía preparada para que
la opción de bajar a la ciudad fuera su único salvavidas..

Radfield sabía que había cosas que no sería recomendable cambiar.

—En esta época no solía existir gente con cabello multicolor y tuve la idea de hacer unos
disfraces;

Este es un colorante para que nuestra tez sea de un tono neutral y no tan pálida, la hice a
base de carbón y usé césped para neutralizar el tono.

Estos trajes los arreglé para que pudiéramos vernos normales hasta encontrar ropa decente.
Sé que parecen sacos pero estoy seguro de que funcionaran. Y me puse una sustancia en
el cabello hecho de miel y unas plantas...— estaba orgulloso de sus creaciones, por lo que
Danish no encontraba el momento perfecto para bajarlo de su nube.

—Sabes que puedo hacer que cambiemos nuestra apariencia, ¿verdad? Además, no creo
que estemos en una época tan antigua. —No importó cuanto pensara en las palabras
correctas, logró inconscientemente herir su orgullo.

Vio como el chico parecía sufrir profundamente.

—Pero.. Dijiste que tus poderes no funcionaban bien por el Siarun. —dijo con notoria pena.
Después de guardar sus tesoros se dispusieron a seguir adelante.

—Casi te calciné ayer. —ella lo obligó a hacer memoria. —Quizá el Siarun ha disminuido.
Vamos.

Radfield suspiró pesadamente, y rápidamente intentó seguirle el paso. Tratando con todas
sus fuerzas de que su rostro no se torciera por la incredulidad. Había olvidado algo tan
importante como eso. Sentía que si le caía un rayo estaría completamente justificado. Algo
estaba ocurriendo, y no solo con su memoria.

Ya que el día de su pelea, la cantidad de Siarun en el aire habían sido exactamente las
mismas que cuando aterrizaron. Algo las inhibe.

Los cabellos negros que ahora ambos conservaban los hacía casi iguales a simple vista, sin
embargo la fina y larga nariz de Danish junto a otros rasgos los delataban, por lo que
pensaron que sería un error decir que eran familia. Radfield salió abruptamente de sus
pensamientos y detuvo su caminar en seco.

33
—¡Hey! ¡Recordé que no alcanzamos a acabar con el contrato! –gritó para evitar que la
joven siguiera con su ruta. Debía adelantar su encuentro y evitar que Arian y Blue se unieran
para cazarlos.

—¿Realmente quieres ir por tu cuenta?

Ya que ambos solo conocían vagamente sobre la tierra en ese entonces. Los escritos que
narraban su forma de existencia no eran nada detallados.

Y estaba bien con eso, Danish aún conservaba la esperanza de que el contrato apareciera
para deshacerse de aquel molesto chiquillo que solo sonreía.

—Era el trato. —insistió el joven de ojos ahora negros.

Con una expresión sutilmente satisfecha, ella sonrió.

—Bien. —a Danish no le importaba en lo absoluto lo que él hiciera con su vida. Después de


correr muchos riesgos por su culpa. Por él le sería casi imposible encontrar energía
suficiente para volver a su mundo y reclamar su corona.

Sin embargo el dicho contrato no apareció por mucho que chasqueaba los dedos.

Radfield sabía que la única forma era, naturalmente, fomentar su sed de conocimiento.
Primero, crearle un problema para obligarla a ir a la ciudad.

—Es el Siarun, está en todas partes, pero se concentra en ese lugar. —observó con
seriedad la zona urbana. Había algo en esa pequeña ciudad que la dejaba sin fuerzas.

Siguieron su camino.

Ya debajo de las colinas en la que yacía su hogar, Radfield miraba con detenimiento la cara
de la ahora chica azabache quien pudo disfrazar todo menos sus colmillos.

Le provocaba escalofríos el solo hecho de mirarlos directamente. Radfield puso todo de sí


para evitar recordar el incidente en El Departamento De Anulación.

—¿Ya mencioné que hueles a frutillas? —sonrió levemente. Ya se había acostumbrado a la


poca comunicación de parte de ella.

Pero como siempre, su entusiasmo fue ignorado por completo.

—Concéntrate. —la joven le dio una mirada de reojo. Ella sabía que no era la mejor
conversadora con algo de lástima, le respondió. —Y sí, nuestra especie huele a lo que
come.

La espontaneidad del joven irritaba notoriamente a la aspirante al trono.

Caminaron largos tramos hasta finalmente llegar a la ciudad. A pesar de ser tan pequeña
era bastante moderna. Radfield señaló los lugares que podrían contener la rara radiación
que atormentaba a la chica de linda tez.

—¿Son las antenas? —preguntó él.

—No, eso no es. —dijo Danish.

34
—¿Y eso? —él señaló unas industrias químicas que parecían cercanas, pero lo negó.

—¿Y esto? —apuntó a una planta recientemente inaugurada.

Ella siguió caminando, caminaba sin hablar. La voz de él la ponía de un humor indeseable.

Finalmente se detuvo frente a una casa corriente que en su patio poseía una pequeña pero
mal decorada casa del árbol.

—Es justo aquí.

La joven avanzó con tranquilidad, porque, claro, nada del mundo humano tenía el valor
suficiente para impresionarla.

Lentamente tocaron la puerta del café en deterioro. Las amarillas ventanas destellaron en
una luz sucia.

Y se escuchó una voz.

—¿Quién es? —preguntó una voz chillona pero no lo suficiente para ser femenina. Un ojo
verde se coló entre el marco de la puerta.

—Necesitamos saber porqué hay tanta radiación en su casa. —pidió Radfield al ver que su
compañera no había dado indicios de querer hablar. Ella estaba sudando mucho, la
radiación la estaba superando más de lo que esperaba.

Y, sin ningún rastro de mareo, Radfield seguía fresco como una lechuga.

—Ya pagué la cuenta de luz. —le cerró la puerta en su cara, la cual estaba demasiado
cansada como para insistir.

Así transcurrieron alrededor de dos semanas, incluso tenían una rutina.

A pesar de todo el esfuerzo para modificar su apariencia ellos descubrieron que no era
necesario. La tierra de esa época era muy permisiva referente al aspecto de sus habitantes,
tanto que incluso había gente que se decoloraba la piel para llegar al resultado esperado.
Danish pensó en dejar de ocultar su apariencia ya que era solo un gasto innecesario, claro,
si no fuera por unos jóvenes que habían trucado cosas con Radfield. Fuera consciente o
inconscientemente, Radfield había prio

Después de unas semanas completas de absoluto fracaso, pateó la puerta con toda la
fuerza que pudo.

—¡Abre ya! —gritó la joven. —¡Se perfectamente que no es normal que exista tanta
radiación en tu maldita casa!

Estaba muy desesperada.

No estaba dispuesta a tolerar más.

Había soportado ya tres semanas en ir y venir en busca de respuestas. Las limitaciones de


su salud y magia lo dificultó todo.

Y Radfield sabía lo frustrada que se sentía.

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—Solo vamos a casa. —susurró comprensivamente.

Radfield, quien estaba cargando una cesta con comida, la guió con su otra mano. Ya
estaban caminando en dirección a las colinas, ambos con mareos leves por la toxicidad y la
deficiente alimentación. Radfield levantó su mirada de sus propios pies hacia Danish,
esperando a que finalmente preguntara.

—¿De donde sacaste esa comida? —preguntó distraídamente.

Si esa era su forma de iniciar una conversación que no terminaría en desastre, Radfield
estuvo contento de seguirla. Resultó que había estado intercambiando cosas que recogía en
el río y otros artefactos.

—¿Pero a quién? ¿Quién querría toda esa chatarra?

Sin embargo, a la joven se le desvaneció toda sonrisa cuando se percató que eran
observados desde una distancia nada razonable.

Su boca se frunció.

—Nos están siguiendo.

Ya que su plan para unir fuerzas con Blue había fracasado, no le quedó más remedio que
aliarse con Arian para llegar a Blue y posteriormente deshacerse de él. Detrás de unos
arbustos se escondía alguien, de quince, al igual que la edad de Radfield.

El joven le regaló una amplia sonrisa a sus acosadores.

—¡Mira, es el chico que suele trucar cosas conmigo! —Radfield saludó al pequeño con la
mano que no sostenía la cesta.

—¡No es cierto! —gritó de vuelta.

Antes de poder siquiera pensar en investigar, la joven sintió su cuerpo pesado. La noción del
tiempo y sus ojos se nublaban a causa del agotamiento.

Ni siquiera los roedores se acercaban a ese lugar, incluso a algunos humanos más
sensibles les provocaba el vómito junto a un notorio malestar.

El sueño arrastró los recuerdos más pesados y felices de Radfield cuando era joven. Incluso
pudo escuchar la generosa risa de quien había cuidado de él cuando era pequeño. Antes de
perder la conciencia, Radfield sacudió las finas gotas de sudoración en sus manos. El rocío
se agrupó en el suelo. A pesar de ser un sueño, fue secuestrado junto a su compañera con
una cansada sonrisa.

36
Capítulo 4: El chico prodigio.
El lugar en el que se encontraban era gris y blanco tal como un hospital. Había ruidos de
computadoras que le generaban una leve sensación de hormigueo en el oído. Radfield fue
el primero que despertó de aquel pesado sueño.

Todo aquello lo ponían nervioso, pero no tanto como ver a una joven de cabellos rubios
clavándole despiadadamente una aguja en su brazo. “Estaba bien” pensó “al menos no son
dientes”. La joven de ojos color miel poseía una mirada dura, y él no pudo evitar sentir un
leve parecido entre ella y la criatura que solía cuidarlo.

Tal vez, no había logrado digerir su pérdida del todo o quizá no lograba odiarla por completo.
Aquella jovencita de ojos endurecidos era idéntica a su cuidadora. Radfield se llevó una gran
sorpresa. Estaba tan adherido a la conmoción que permitió inconscientemente que le
clavaron la aguja para extraer sangre sin ningún tipo de resistencia.

Por todas partes había diplomas con el rostro de esa chica y de otro joven de cabello
castaño que parecía estar de mal humor.

Rápidamente buscó una salida solo para darse cuenta que su compañera aún estaba
inconsciente a su lado. El chico de mal humor estaba por atravesar su piel con el metálico
artefacto, finalmente él se animó a gritar y patalear para desviar la atención de aquellas
personas con batas grises.

El lugar tenía suficiente tecnología como para mantener a dos familias con solo arrendarlas.
Pronto, ante toda la conmoción, apareció un cuarto integrante. Era un joven muy alto, usaba
la mitad de un lente en su ojo izquierdo unidos por metales magnéticos y sus cabellos
parecían de chocolate sin mencionar lo desordenados que estaban.

Usaba ropa informal color celeste, el color de sus ojos era el mismo que el de las
profundidades del océano. Al lado de su oreja había un gran lunar negro que, en su opinión,
más parecía un insecto.

—¿Tú? —se extrañó Nayareth. Ambos se observaron en conmoción. Mientras, la mente de


Radfield empezó a calentarse. ¿Y si lo reconoció como un alma reencarnada? ¿Qué o quién
estaría manipulando esta vez a Nayareth?

—No es nada. Discúlpame. —dijo ella. —Así que ¿eres un chico?

Arian caminó lentamente hasta llegar frente a él. Este joven que había muerto en la guerra
hace tantos años ahora estaba de vuelta frente a él. No pudo evitar sentir como un balde de
agua fría se vertiera en su cabeza.

Este tipo era uno de los fundadores de La Sede De Medicina, en Francia. Radfield solía
pensar que su mentalidad densa se compensaba con su altura de algún modo.

—Ya le hice pruebas. Es A positivo, pero no permite que examinemos a la chica.

Después de todo, el ex príncipe había estado gritando como un gato endemoniado desde
que despertó.

—¡Por favor, debes despertar ya! —le rogó. Y aún así, sus ojos continuaron fuertemente
cerrados.
37
—Jefe, pareciera que sufre una sobredosis. —confirmó el joven de semblante estoico.

El joven alto la observó, dudando. Lo cual le había dado una pequeña pizca de esperanza a
Radfield.

—Entonces despiértala. —ordenó sin apartar su mirada del rostro de Radfield. Se agachó
dirigiéndose en tono amigable al joven que continuaba atado a una silla. —¿Cuál es tu
nombre?

Vio como Arian se agachaba. Él mismo era consciente de lo desagradable que era mirarlo a
causa de su altura.

—Rad.... solo Rad. —tartamudeó, sin embargo su expresión era totalmente neutra.

El joven alto levantó una ceja.

—Bien "Rad" —continuó, como quien le mostraba algo interesante a un infante —¿Qué
especie es tu amiga?

Preguntó, de la misma forma como quien preguntaba sobre su color favorito. En la época de
ambos, era algo incómodo que alguien preguntara por la especie a la que se pertenecía,
pues según esta podrían valorar tu desempeño en algún empleo.

—¿De qué hablas? Obviamente que es humana. —rió tratando de disimular su


indisposición.

—¿Ah, sí? Dime: ¿qué humano tiene estos dientes? —estiró con delicadeza los labios de la
joven que aún yacía dormida para mostrar por completo aquella pieza dental.

—Últimamente nos hemos enfrentado a criaturas de especies sin identificar. Algunos se ven
como nosotros pero su sistema es completamente diferente. —su proyector se prendió con
un click en su celular. Continuó mirándolo.

En el proyector, Radfield pudo distinguir vagas fotos de criaturas extrañas, muy diferentes al
que acostumbraba a ver en su mundo. Estas cosas carecían de ojos y cambiaban de forma.
Eran horribles. Cuando eran capturados su cuerpo se desvanecía. Después de varias fotos
apareció Blue. Radfield miró de reojo a Arian, solo para darse cuenta de que su mirada se
había intensificado, dejando el monitor para verlo a él.

Esos ojos parecían querer tragárselo como las olas del mar se tragaban a los barcos. La
última vez que había visto a Arian con vida, habían peleado a viva voz para finalmente ser
sancionado y trabajar en La Sede De Médicos hasta que la guerra acabase.

Era sólo que no esperaba que esa fuera su última vez para verlo con vida.

—Los dientes de Dan… Daniel, son postizos. —respondió lleno de frustración.

Maldecía que ella no ocultara algo tan problemático. La sensación aterradora de solo verlos
le provocaba mareos. El jefe se levantó fatigado.

—Iré al grano: necesitamos entrar a las instalaciones de Blue. Hay algo ahí que hace que
nuestras máquinas se vuelvan más locas de lo usual. Es …

—¿Radiación? —el joven que aún estaba atado a una silla terminó la oración.

38
—Exacto. Con una alta dosis, nuestros equipos terminan con un serio daño en sus circuitos
electrónicos. —se sorprendió el jefe.

Radfield dejó escapar un suspiro ahogado. No era radiación como tal, era Siarun. Y , si tenia
buena memoria, sabía perfectamente quien había ingresado Siarun a esa Tierra sintética. El
Siarun no era compatible con nada que tuviera la tierra para ofrecer. Siarun potenciado sería
probablemente la causa de sus problemas.

Con una expresión imposible de sondear. Arian dio una mirada de reojo a Danish.

—¿Tú amiga es sensible a la radiación? —preguntó en tono despectivo.

Y como si fuera su única ruta de escape, Radfield exclamó.

—¡Sí! ¡Tiene una rara enfermedad que la hace desmayarse al estar con radiación! Por eso
no despierta.

La actuación de Radfield era terrible. Pero agradeció no tener que mentir en exceso. Los
científicos hicieron un círculo para debatir la solución

—¿Qué hacemos, Arian? —preguntó la joven de cabellos rubios.

Este salió del lugar y se dirigió a donde estaba sentado Radfield.

—Los dejaremos irse, pero con una condición.

—Te escucho. —respondió Radfield.

—Le tomaremos pruebas de sangre a ella. Si tiene sangre humana, los dejaremos ir, pero
deberán unirse a nosotros contra Blue. Es muy lógico, estaríamos luchando en contra del
enemigo común.

Radfield se tomó unos minutos en responder para aumentar la tensión a propósito. Aún si
Danish no es un ser humano, seguía siendo poderosa como un aliado y naturalmente ellos
saldrían más beneficiados que él.

—Bien. —agachó la cabeza para evadir su vista. Arian sonrió de lado, muy satisfecho
consigo mismo.

—Ten en cuenta que sería un descubrimiento beneficioso para la ciencia si tu amiga no es


humana y tendría que quedarse con nosotros.

El procedimiento fue rápido. Nunca antes dos minutos habían sido tan duraderos como ese
día.

—Es ab negativo. —dijo la joven rubia de cabellera recogida. Después de un incomodo


silencio, se escuchó un pesado suspiro por parte de Arian.

Por otro lado, Radfield sintió como si toda la sangre de su ser fuera drenada.

¿Danish un ser humano? Era imposible, totalmente impensable. Había nacido de la nobleza.
Su padre perteneció a las facciones del fuego de la zona sur y su madre de la zona central.
Era simplemente ridículo llegar a suponer que portaba ADN humano en su genética.

Pero era verdad.

39
El laboratorio cayó en una desolada depresión.

—Es un tipo de sangre muy raro, pero sigue siendo humano. Un auténtico desperdicio de
agujas — susurró con frustración el joven gruñón que, según los recuerdos de Radfield, se
llamaba Bryan.

Arian decidió desatarlos. Él los había seguido durante esas dos semanas. A él le interesaba
todo sobre la extraña casa de su enemigo, para derrotar a su némesis, debía aliarse con
quienes también lo deseaban destruido.

Los había vigilado sin descanso durante esas dos semanas. Por lo que supuso que no
tendrían a donde ir.

—Podemos llevarlos a su casa. ¿Cuál es la dirección? —preguntó cínicamente la rubia de


cara rosada. Todos en el laboratorio sabían donde se alojaban.

—¡No se preocupen! Podemos irnos caminando. —titubeó el chico de ojos negros mientras
intentaba cargar a la joven. Arian se acercó como si tuviera todo el tiempo del mundo hasta
llegar frente a él.

—No viven aquí, supongo que debe ser en las colinas, por ello la chica reaccionó así ante la
radiación. —Arian no era un joven al que le gustara trillar sus palabras. Era lo más cercano a
un nerd a pesar de tener un casi reluciente historial como aspirante a médico.

Los padres de Arian estaban en una conferencia y poco les importaba las decisiones de su
hijo, siempre y cuando no involucrara su apellido en otra humillante noticia pública.

—Síganme.

Caminaron una cuadra. Dirección contraria al establecimiento donde estudiaba el joven de


cabellos cafés.

Radfield agradeció a su nuevo compañero de vivienda el hospedaje. Sin embargo estaba


seguro de que cuando Danish despertara odiaría profundamente haber sido cargada en una
carretilla. Ya era de noche.

—Pueden quedarse todo lo que deseen. Mis padres suelen tener conferencias muy largas y
mi hermana nunca está en la parte alta de la casa. —dijo Arian apurando el paso. —A
propósito, podríamos ir a su laboratorio. La presencia de radiación es casi nula allí.

Su casa era de tres pisos de alto, tenían un gran sótano que funcionaba como laboratorio
agricultor. Arian subió las escaleras para llegar a la puerta de la entrada, sin embargo se
detuvo en seco. La casa era de un color gris casi como la del laboratorio, sin embargo la
mayoría de los adornos eran de madera. Los floreros de la entrada parecían saludarlos con
simpatía.

—¿Así que colmillos de silicón, correcto? —Se burló antes de meter la llave en la cerradura.

Arian no era tonto. Sabía que era una mentira descarada. Sin embargo, optó por no darle
más vueltas al asunto. Era muy usual que las personas cambiaran su aspecto gracias a los
avances en la cirugía.

—¿Continuarás diciendo que tu amiga es humana?—preguntó el joven con fría insistencia.


A lo lejos una cámara de seguridad dentro de la casa los saludó.

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Radfield intentó desviar esa incómoda charla, pero sus habilidades para mentir eran nulas.
La puerta se abrió para posteriormente cerrarse con un golpe sordo.

Bajaron las escaleras a una gran sala de color blanco y celeste. El laboratorio de Yeral
estaba ante ellos.

—¿Les gustan las plantas, eh?

En efecto, habían muchas plantas en el laboratorio de la hermana de Arian.También había


rosas blancas como la delicada nieve.

—Mi hermana quiere cosechar su propio alimento. Te va a marear con toda la información
que tienes sobre los problemas digestivos que provocan los alimentos procesados.

Cargando a la joven, Arian se acercó al sofá café. Era casi un reto no hacer ruido, ese sofá
ya estaba en años. La cabeza de Danish quedó inmóvil en la almohadilla, incluso dormida
parecía enojada. Arian se sobresaltó por la repentina presencia del fuerte aroma a naranjas.

La tensión abrumó a Radfield abruptamente. Si él se acercaba más, Danish despertaría y


podría generar que los echaran de su nuevo hospedaje. De alguna forma, le molestaba que
otra persona pudiera darse el descaro y derecho de estar tan cerca de ella sin recibir una
bofetada.

—¿De dónde vienen? —preguntó repentinamente.

Radfield agradeció infinitamente que finalmente la dejara en el sofá.

Pero no se atrevió a responder.

—¿Huyeron? No parecen tener más de dieciséis años.

Eran muy comunes las pequeñas guerras entre poblados. Radfield se encogió de hombros

—Digamos que no nos querían allí. —La tensión anterior ya se había esfumado. Pero a
Arian aún le quedaban dudas de la procedencia de sus nuevos miembros.

Y aún así, no podía evitar sentir empatía.

—No te preocupes, entiendo lo que les ocurre. Ser rechazado por quienes deberían
apoyarlos, no es una decisión fácil. —Él dio unas palmadas en su hombro. —Tienen el
apoyo que necesiten aquí.

Por alguna razón, Radfield sentía que su nuevo compañero había malentendido algo. Pero
no tuvo el corazón para aclararlo. Arian era un aspirante a médico después de todo.

Cuando Arian sonreía se le formaban margaritas en su rostro que, a pesar de ser pálido, era
bastante fino y alargado. En cambio cuando Radfield sonreía solo se ve una simple mueca.
Su pelo de color negro era descontrolado lo cual junto a su apariencia lo volvía casi un
salvaje.

El silencio fue levemente interrumpido por los quejidos de Danish, quien aún no parecía
mostrar señales de poder despertar. Arian se aproximó a ella y tocó su frente.

—Está teniendo temperatura. ¿Es alérgica a algún medicamento?

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—…No lo sé. —el joven se lamentó internamente por no serle útil a ellos.

Arian, con una cara pesimista, lo miró con leve molestia

—Su conexión es muy cuestionable. ¿Cómo no podría saber algo tan básico de tu amada?

—No es…

Legalmente estaba muerto y Danish se había vuelto una viuda. Incluso si hubieran estado
casados, nunca podría haber creado una relación tan cercana en tan poco tiempo. Se
toleran, sienten empatía hasta cierto límite el uno con el otro y nada más. O eso imaginaba
Radfield.

Arian fingió no ver, no tener oídos y no tener lengua.

Ladeó finalmente los ojos y fue directo a la cocina del laboratorio en búsqueda de paños
para bajarle la fiebre, de inmediato los colocó en su frente.

—Esto la pondrá bien. Arriba hay comida, si necesitan algo toquen la puerta 4 del segundo
piso. —Radfield le sorprendió que en las casas de los antiguos humanos existieran números
para identificarlos.

Solo agradeció para posteriormente ver cerrar la puerta de color celeste.

Aquel lugar parecía una clínica, a excepción de esos cultivos y tantas flores, aquellas cosas
eran bellas de ver. La ventilación entibió el ambiente. Radfield tocó su collar de plata y vertió
un poco del agua que estaba en el escritorio.

Era una tierra sintética creada a partir de las leyes básicas de la física. A pesar de que la
tierra era dos veces más pequeña que su planeta, no podía ignorar que tenían una fuerte
conexión con la energía elemental.

El líquido humedeció las pequeñas cadenas de plata hasta que el interior de las cadenas se
volvió cristalino. Respiró hondo y permitió que el sudor de sus manos permeara la superficie
de la cadena.

Después de todo, el agua tenía memoria.

Usar este método después de tanto tiempo se sintió como la primera vez. Pronto, vio las
paredes destruidas y el caos en El Departamento De Anulaciones. En su época,
obviamente, todo era un caos.

Guardias Lemnos registraban El Departamento De Anulación. Mientras, la madrastra de


Danish, rogaba que no se llevaran a su esposo.

Los gobernadores de las tres regiones habían hablado. El experimento llevado a cabo a sus
espaldas había sido lo suficientemente escandaloso como para armar otra guerra.

Si el Rey se encontraba culpable, más de lo que ya parecía, no tendrían más remedio que
ejecutarlo.

—¡No pueden llevárselo! —gritó la mujer, al ver que ninguno de sus sirvientes hacía nada
para evitar que el Rey fuera llevado a juicio.

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—Por muy alto que sea su cargo —inquirió el mensajero de La Región Del Aire. —Es un
grave atentado contra la paz. Sin mencionar que la heredera al trono ha sido recientemente
culpada por asesinar a su esposo.

El Rey había sido amordazado con una corriente de aire que restringía su voz y su
movilidad. Por lo que varios guardias de La Región Del Aire lo trasladaban usando sus
habilidades. De esta forma no tendría como comunicarse con nadie.

—¡El rey no haría nada que pudiera poner en peligro la tranquilidad y estabilidad de la
región! —exclamó la desesperada mujer. Incluso sus rizos rubios se habían despeinado.

—Dos de Las Tres Regiones ya han hablado. Si no tiene quien avale por su inocencia, me
temo que sus súplicas sólo quedarán suspendidas en el aire.

No había nada que hacer si nadie quería avalar al Rey. El experimento se había encontrado
en su territorio y ya Dos Regiones lo culpaban, mucho menos se iba a presentar La Reina
Celina después de que su hijo fue encontrado muerto, y la responsable, hija del Rey, había
huido.

La mujer se dejó caer a espaldas de la pared destrozada. Ya nada podría hacer para
arreglarlo. Nadie pondría sus manos al fuego para salvar a su esposo.

—¿Puedo suponer que está olvidado a la Región del Agua?

El pisar resonante de unas botas de cuero impermeable fue impetuoso. La esposa del Rey
levantó su rostro lentamente.

Esbelto y arrogante, su cabello rojo y liso ondeó suavemente hasta llegar frente a ella y
darle una mano para ayudarla a levantarse.Su hermanastro, Arthur. Notoriamente, entre
tantas criaturas, la mujer nunca había pensado que fuera un humano el que ofrecería su
ayuda.

—A este humilde servidor no le molestaría prestar su ayuda a la realeza de La Región Del


Fuego.

La tos de Radfield y el sonido de chapoteo lo devolvió a la realidad. Ya que no era inmortal,


había renunciado a su inmortalidad en el departamento y sin embargo no lograba
acostumbrarse. Podría morir ahogado después de cinco minutos bajo el agua. Continuó
observando las burbujas suspendidas en la tensión superficial que goteaba del collar con
aprensión.

—Tú serás mis ojos.

Y sin más, se dejó caer para observar la superficie hasta quedarse dormido.

43
Capítulo 5 Blue y Arian, aventuras de la memoria
del agua
La oscuridad le produjo calma. Nunca antes la había experimentado de forma tan
gratificante. Pues desde que nació, Radfield nunca tuvo la opción de entrar en sueño
profundo, excepto durante su vida como humano. Pero no pudo estar allí por más tiempo,
pues una voz femenina lo sacó de su paraíso de tranquilidad.

Una muchacha de alrededor de veintiséis años lo despertó. Su cabello era igual al de Arian,
obviamente era su hermana. Y sin embargo, tal vez por la somnolencia, a Radfield le
pareció ver por un fugaz instante que eso ojos eran tan negros que parecían ser violetas.
Radfield pegó un salto desde el sofá hacia el suelo.

—No te asustes. Arian me dijo que estarían aquí. Vine a bajarle la fiebre a tu amiga.

Había conocido a Yeral antes. Fue quien se encargó de los asuntos relacionados con la
instalación de Sedes para la resistencia en el pasado. Aún si era igual a un ser humano
común y corriente,. Pero durante este encuentro, había algo que a Radfield no le gustaba.
Como si algo dentro de su carne estuviera putrefacto, impidió a toda cosa que se acercara a
su compañera.

Después de tantos años tratando con almas elementales dañadas, Radfield pudo intuir que
posiblemente tenía una posesión. Pero la mujer resultó ser muy rápida. En menos de un
suspiro, ya se había colado entre ambos para medir la temperatura de la más joven.
Después de un instante, una mano pálida se presentó ante sus ojos.

Sus facciones eran suaves y gentiles. Cualquiera en su lugar hubiera bajado la guardia.

—Me llamo Yeral Braush, un placer.

Se tardó varios minutos en preparar finalmente la receta del medicamento de Danish. La


joven de ojos celestes parecía tranquila y muy concentrada en su labor. Sin hacer ninguna
pregunta.

—Según las pruebas de anticuerpos ella no es alérgica a nada. Puede tomar estos
medicamentos cada seis horas.

Los ojos de Radfield sonrieron en medias lunas al instante que la mujer le entregó los
comprimidos. A pesar de la demora, él estaba enormemente agradecido. La mujer, por otro
lado, sonrió con sutil indiferencia.

—¿No deberían estar en el colegio?

La sonrisa de Radfield se tensó. No tenía ni idea de lo que debía responder esta vez. La
primera vez no había tratado directamente con esta persona. Por muy amable que fuera, no
estaba dispuesto a bajar la guardia. Porque él ya no era ese joven niño que aceptaba
cualquier cosa que le dijeran. La mujer se levantó, dirigiéndose al regulador de aire
acondicionado.

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—No te preocupes. Arian me contó un poco de su situación. Puedo suponer que han pasado
muchos malos días, ¿no es cierto? Huir desde tan lejos debe ser agotador.

Tengo amigos en el instituto al que asiste Arian. Ellos lo entenderán. Además… —la mujer
se tomó un tiempo admirando a los dos jóvenes antes de entregar folletos. Sus ojos celestes
destellaron con una extraña agudeza. —Sería lindo tener a alguien que llene el espacio en
esta casa.

Aún si era una persona muy agradable, Radfield no pudo sentirse realmente cómodo.

—Muchas gracias, señorita Yeral. Su amabilidad será devuelta en el futuro.

Su vista se alejó de Yeral para abrumarse en los cabellos cobre de Danish. Se estaba
transformando, significaba que a él tampoco le quedaba mucho tiempo con esa apariencia.

Él bloqueó su punto de visión.

—¡Nosotros...! ¡Necesitamos un momento para descansar! —jaló del brazo a Yeral para
dejarla detrás de la puerta.

—¿Seguro que no necesitan nada más?

Yeral se dejó arrastrar hacia la puerta sin ninguna queja.

—¡Le agradezco su comprensión!

Después de que la puerta fue cerrada, sus ojos volvieron a sus tonos violeta oscuro. Con
algo de nerviosismo y lentitud se giró en dirección de la joven. Danish estaba sentada
mirándolo con la misma cara de disgusto de siempre.

—¿Estás bien? —preguntó alarmado.

—Fue difícil despertar. ¿Dónde estamos?—cuestionó observando el lugar lleno de plantas.

Pero no importaba cuánto énfasis diera al resumen, la joven no le estaba prestando tanta
atención como él creía. Danish hurgó entre los cajones y puso sus delgadas manos entre los
tornillos.

—¿Regulador de Siarun? ¿Resulta que también eres científica?

Este tipo de persona que no habla y todo le sale bien. Radfield no iba a negar que solía
estar muy celoso cuando era joven. Después de seleccionar cables y apilar tuercas. Usó sus
palmas para crear una forma rectangular en el aire, fue derritiendo el fierro con una forma
cuadrada.

Los ciudadanos de La Región del Fuego eran principalmente herreros. La máquina se injertó
en la piel debajo de su cuello como una bestia chupasangre o como un catéter.

—No tengo ninguna intención de seguir intoxicando en esta miserable época. Servirá.

Danish permitió que el joven se sentara junto a ella. De esta forma podrían hablar sin
necesidad de preocuparse por quien entraría.

—Dentro de esa casa hay una cantidad impresionantemente grande de Siarun. Lo que sea
que esté escondido en ella, podría usarlo para volver a mi mundo.—Ella envolvió sus dedos

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entre las rosas blancas del laboratorio con desinterés. —Hay que encontrar la forma de
entrar.

Su forma de hablar demostraba lo exigente que ella era. Tenía claro sus intenciones y no
perdía el tiempo con pequeñeces. Era lo que se esperaba de una heredera al trono.

—Entonces, podríamos usar el club de ciencias como chivo expiatorio. —Radfield sonrió con
leve nerviosismo. —¿No te emociona esto?

Danish dejó caer las cortinas de sus negras pestañas, preparada para dormir. Radfield se
recostó en el sofá. Había tantas cosas que le preocupaba, pero sentía que si el entrecejo de
la joven princesa se mantenía sereno, ambos estarían a salvo.

Pensaba sobre lo que los compañeros de Arian habían dicho, que su sangre era humana.
Pero eso no podría ser. Danish era la única hija del Rey y una duquesa de sangre limpia. Si
llegara a enterarse, Radfield temía que se auto drenara hasta saciar su furia.

Preferiría estar lejos cuando su enojo bulliera. Sin embargo no fue capaz de despertarla. Le
pareció verla descansar profundamente, jamás la había visto en paz, ni siquiera cuando
debía fingir ser una mucama. Había tantas cosas que no sabía de la chica a quien le había
confiado su vida. Ladeó su cabeza para mirar el charco de agua clara que se deslizaba
entre sus dedos.

Mirar un poco más por las dudas no estaría mal. Era de noche. Las luces de la ciudad
estaban recién despertadas para cumplir su función. El agua que había sido ensuciada
superficialmente se agitó un par de veces antes de recorrer el palpitante suelo de la casa de
Blue.

Una risa rebotó en el aire.

—¡Finalmente lo logré!—Exclamó el joven de cascos en lugar de oídos y amarillenta tez.


—¡Esto es increíble!

La cosa gelatinosa en su escritorio se retorció. Parecía una mala imitación de una cosa sin
piernas ni brazos.

—Debo usar esta tecnología tan básica. Es una lástima que mi creador no pueda ver las
cosas increíbles que puedo hacer con basura de este mundo.

Dejó a un lado su experimento.

—Necesito mantener a salvo toda la información que guardaba allí. Este pequeño artefacto
era capaz de percibir el peligro y huir para no ser destruido.

Sus suspicaces ojos verdes se iluminaron y le sonrió a la ventana. La casa de Arian era la
que más resaltaba por los adornos de madera.

Y, según los conocimientos de Radfield, el mismísimo Arian también lo observaba desde


aquella casa. Frente a su propia ventana. El agua fluyó desde el aire acondicionado hasta
subir a la segunda planta, colándose por la puerta hasta llegar a él. Radfield se veía
frustrado. Se dirigió a su escritorio e intentó encender una lámpara, sólo para darse cuenta
de que se había descompuesto.

Él suspiró.

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—¿La tecnología de Blue tiene fecha de caducidad? —se preguntó mientras observaba el
objeto.

Radfield sonrió en su corazón.

Después de todo, si no podía exponer a Blue, podría conformarse con robar algunos de sus
extravagantes aparatos de entretenimiento. Arian había muerto poco después de que
Nayaret fuera acusada por traición. Aunque desconocía sobre lo que había ocurrido, había
ido a dejar más de una vez una flor.

Y, claro, si se quedaba un tiempo más después de fingir marcharse, podría ver una cabellera
azulada quedarse por horas. Llenando su tumba en La Gran Sede con peonias. El
semblante tranquilo de Arian se reflejó en la ventana.

Arian no solía divagar muy a menudo sobre cómo conoció a Blue, durante todo ese tiempo
solo se había dispuesto a declarar una tesis sobre la radiactividad. Sin embargo Blue le fue
un total estorbo. Se alejó del escritorio y miró sus propios pies.

—Este último tiempo ha sido extraño. El tiempo pasa. Las cosas han cambiado. —susurró
mientras bebía el cargado café que estaba entre sus manos.

Apenas estaban a mediados de otoño y el frío solo se hacía presente en las oscuras noches
de la sencilla ciudad. Incluso Radfield temió que el agua perdiera movilidad.

Alguien abrió la puerta repentinamente.

—Escuché voces ¿Sigues hablándole a la nada y haciendo muecas extrañas?

Aquel arrebato inesperado provocó que escupiera su café, y con notoria incomodidad intentó
mantener la mirada de su hermana.

—¡Yeral, me asustaste! —susurró el joven quien intentaba erróneamente cubrir su rostro en


la oscuridad. —No era muy usual que su vengas y entres sin antes tocar.

Radfield pudo ver claramente cómo sus ojos se entrecierran en medias lunas.

—El que nada malo piensa, nada debe de temer. —la muchacha se sentó en uno de los
sofás del lúgubre cuarto de su hermano. —¿Aún sigues acechando a tu amigo?

—¡No es mi amigo! —bufó en respuesta. —por lo visto, tú continúas haciendo preguntas sin
sentido.

—Antes de que Blue arruinara tu proyecto, solías tener conocidos, sin embargo jamás
lograste mantener una relación saludable con nadie.

Radfield lo sabía.

Después de su fracaso, las cosas entre sus ámbitos sociales solo decayeron tal cual lo
hacía la nieve.Lentamente. Yeral suavizó su tono de hablar.

—Solo trato de ser empática.

Sus largos dedos revolvieron el cabello castaño oscuro del joven, solo para quedarse
atrapados en él.

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—¿Cuándo fue la última vez que te peinaste?

Arian giró sus ojos. Él sabía perfectamente cuál era la dirección de la charla.

Era mejor ser directo.

—¿Tú no me crees, verdad? no crees que haya algo peligroso allí afuera.

Aquella pregunta resultaba más una afirmación.

—Arian, el peligro está en todas partes. Solo que, los ojos ven lo que quieren ver —su cálida
voz lograba reemplazar momentáneamente la necesidad de hablar con alguien más.

Después de todo, sus padres eran gente importante, tan importante que olvidaban que sus
fans número uno dejaron de admirarlos como padres hace ya mucho tiempo.

—Lo suponía.

La mujer se levantó hasta llegar a la puerta. Solo entonces, le lanzó una última mirada a su
hermano.

—Si continuar con tus investigaciones es lo que quieres, no existe nadie con el poder para
impedirlo. Solo ten cuidado. No permitas que tu obsesión destruya tu mente.

Yeral caminó a la puerta, sus pasos eran suaves y lentos. Inesperadamente se detuvo. Esas
largas pestañas cayeron en picada hacia la pequeña gota de agua sostenida en la alfombra,
tan redonda por la tensión superficial, que se veía como una burbuja de silicona limpia.

Yeral cerró la puerta sin decir nada más.

De las pocas cosas que Radfield sabía sobre la relación de Arian y Blue, de algo podría
estar seguro: Habían logrado crear una rutina que era difícil de ignorar.

Hace ya cinco años que él conoció a Blue. Arian abrió su computadora. Él mantenía varios
archivos de su vida antes y durante la aparición de Blue. Tenía tantas cosas en la mente por
lo que hablarle a su laptop era lo más cercano a una memoria externa

Antes de que reprodujera el archivo de audios, Radfield se coló en la taza de café.

Su frente sudó frío y sus manos se entumecieron. Al ser partícipe del último año de guerra,
la disciplina en su elemento había sido reforzado con algunas propiedades del Siarun.
Después de todo, se habría vuelto loco sin hacer nada por tanto tiempo.

Solo fue una pena, que no pudo ver al asesino de Danish cuando intentó usar adhaerere no
logró indagar entre sus memorias porque habían sido quemadas por la explosión, o por la
mismísima Danish. No había forma de indagar en su mente, así que sólo podían disponer
del cuerpo inmortal, y carente de alma para un funeral decente.

Al igual que La Región Del Agua, las otras facciones también usaban técnicas refinadas.

adhaerere se usaba por el elemento del agua para ver en primera persona los recuerdos de
una criatura, sintiendo sus sentimientos y siguiendo su campo de visión.

Se escuchó una tos de muletilla a través de su pantalla.

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—Hoy voy a dar una charla en una universidad. Pero he notado alzas de radiación
preocupantes en el sector central de la ciudad. Si esta radiación continúa, afectará a las
formas de vida cercanas.

Me extraña que las autoridades no se hayan percatado. Propondré un proyecto para iniciar
una investigación por los niveles de radiación en la universidad a la cual asistieron muchas
personas. Si logro que me tomen en serio, se abrirá un archivo de investigación.

El video se detuvo de forma simple. Su yo de hace cinco años atrás era una persona
totalmente diferente a él. Sus cabellos estaban ordenados, conservaba una buena salud y
nervios de acero. Arian cerró sus ojos y se dispuso a recordar un poco de ese día. Incluso
podía escuchar el claro sonido del grifo y a Yeral cortar vegetales.

—Deberías mantener todos esos pensamientos dentro de tu ingeniosa cabeza. —ella se


había acercado para servirle una sopa de verduras.

La chica se detuvo para observar mejor.

—Encárgate de darle honor a tu apellido. Debes sentirte muy satisfecho con seguir los
pasos de nuestros padres.

—Tendría un salario estable y un trabajo que disfrutaría. —suspiró Arian —¿Cómo no podría
estar satisfecho con eso?

Yeral se sentó frente a él. Se tomó un tiempo para mirarlo desde la peinada cabeza hasta la
punta de los pies. Incluso Radfield no pudo evitar sentirse intimidado.

—Lo sé, pero ¿qué es lo que realmente quieres? Digo, está bien que quieras resplandecer
nuestro apellido y todo eso, pero es una carga que no te corresponde.

—¿Y qué más podría hacer? Las matemáticas me aburren, las letras son fáciles hasta que
se llevan a la práctica, y la agronomía conlleva trabajar con animales pestilentes. —aquella
última oración a Yeral no le hacía ninguna gracia

—¿Animales pestilentes? ¿Disculpa? ¿Mi pequeño hermano superdotado está haciendo la


agronomía frente a mí?

Además, no es solo trabajar con animales “pestilentes” también se trabaja con plantas. Es
maravilloso cultivar desde cero una forma de vida diferente, ¿sabes? Es como tener un hijo
con mayor rango de productividad.

Para tu información, te estás comiendo a tus sobrinos.

Radfield hizo girar sus ojos.

—Cada quien con sus pasiones, supongo.

Necesitaba dejar de pensar en cosas literales en presencia de su hermana, pues ella amaba
usar sarcasmos y otras formas de comunicación que él no lograba comprender.

—¿Por qué tan rápido? —preguntó levemente sorprendido

—Hace poco, encontré una forma de aumentar la producción de alimentos orgánicos. Si lo


piensas, sus partículas son como pequeños granjeros ayudando a cosechar.

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Él era reconocido por su ferviente puntualidad.

Finalmente salió rumbo a la universidad. Miró su móvil en el cual anotaba todo lo que debía
hacer. Mientras escribía, su pantalla se puso negra de imprevisto. Un repentino mareo
sacudió su cabeza.

Pero decidió no prestarle atención.

Entró en el salón de clases mientras el profesor de turno daba las indicaciones a sus
estudiantes. Todos varían en su edad. Sin palabras, caminó hasta llegar al escritorio. Lo que
más lamentaba era que nadie allí había ido voluntariamente a ver su exposición.

Supuso que debía capturar su atención de otra manera.

—¿Hay algún voluntario para ayudar con los frascos?

Varias personas alzaron la mano. Por lo cual Arian se preguntaba si eran o muy ingenuos o
realmente conocían su trabajo y le confiaban ciegamente su vida.

Estaba por mostrar las reacciones del cuerpo humano ante diferentes agentes, cuando la
puerta se abrió y el sujeto que entró se quedó estático en el marco de la puerta.Una
emoción indescriptible hizo que su inmutable corazón se estremeciera. Como la tensión
superficial del agua siendo perturbada por una solitaria hoja al final del otoño. Como la brisa
invernal que perturba la caída de la nieve.

Arian no lo sabía. Jamás podría olvidar esa amarillenta cara.

Un grito de notoria angustia provocó risas en el salón. Sin embargo el rostro del chico que
acababa de llegar seguía con la expresión retorcida, después de todo, Radfield sabía que
no fingía estar aterrado.

Nadie lo tomó en serio, aún cuando temblaba de pies a cabeza.

—No, lunático. Es un aspirante a médico que hará su exposición aquí. Lo sabrías si


hubieras tomado el autobús con nosotros. —respondió su compañero de asiento.

El joven parecía sufrir una especie de conmoción. Sus facciones se retorcieron presos de la
angustia.

—¿Se dedica a diseccionar humanos?—preguntó arqueando una de sus gruesas cejas


azabaches.

Sin embargo en lo único en lo que Arian podía fijarse era en la gran antena que provenía de
su frente. A pesar de ser una pregunta algo ridícula, le resultaba extraño que alguien hablara
con tanta seguridad sobre una “broma”

Mirando a este personaje, él pensó que era el chico problemático de su escuela. Su ropa
estaba desgastada y su cabello parecía teñido de un azul eléctrico. Ni siquiera se molestaba
en pasar desapercibido.

El tipo de chico que más le disgustaba.

—Conozco la estructura del cuerpo humano. —susurró tratando de evadir la antena del
joven.

50
Aunque si quitaba aquel objeto resplandeciente de sus ojos, su misma visión se dirigía a las
pupilas verdes: era el joven más extraño que jamás había visto. Su color amarillento lo hacía
ver anémico.

Las cejas del chico se fruncieron. De golpe, volvió a levantarse de su taburete.

—¡No es verdad! —bufó con apatía. —¡Ningún ser humano puede conocerse a menos que
abra su propia cabeza él mismo!

Aún si todos los demás reían. Arian dejó de mirar su laptop. Sus ojos se levantaron por
encima de la pantalla.

—¿Piensas que no funcionará si la persona que es diseccionada no está despierta?

—Claro, pero eso jamás será posible. Son muy estúpidos como para encontrar una solución.
—Susurró el joven mientras gesticulaba con sus manos.

Radfield le dio la razón; era la criatura más extraña que había visto.

—¿Acaso te estás llamando inhumano?

La larga chasquilla de Blue obstruía su visión a tal punto, que solía chocar con algunos
objetos que lo rodeaban.

Podría tratarse de un serio caso de delirios de grandeza. Pero Arian dejó caer sus pestañas
y volvió a tomar su posición relajada. De esta forma Arian continuó con su exposición.

Aun así, algo no estaba bien. El recién llegado se mofaba de sus conocimientos e
interrumpió la presentación. Entonces, lo único que pudo escuchar fue el tictac del reloj. Su
mente estaba tan caliente que repentinamente se quedó en blanco. De un momento a otro
se dio cuenta de que había perdido todo hilo de su tema solo por las aburridas bromas del
chico con la antena incrustada en su frente.

Un notorio sudor frío se presentó en su espalda.

Arian, Arian Brauch, el último hijo de la conocida familia Brauch ¿se sentía intimidado por un
don nadie?

Sus ojos cayeron en picada, deteniendo a tiempo el temblor de su voz.

Radfield sintió cada palpitar en su propio pecho, cada sensación sofocante arañando su
garganta y la profunda inquietud revoloteando en sus entrañas. La primera vez que caes es
la más importante ¿verdad?

Arian continuó con su presentación. Retomando y aferrándose a la seguridad que se había


evaporado.

Hasta que intentó validar su tesis sobre la radiación en las plantas. Que hubiera sido un
éxito, si no fuera que en cuanto sacó el artefacto, salió disparado hacia delante.

El salón entró en pánico al ver que la máquina había sido atraída por el chico, quien gritaba
a todo pulmón por las descargas.

—¡Apágalo! ¡Apágalo! —gritó uno de sus maestros.

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Todo el aula estaba sumida en caos a causa de aquella desagradable situación.

Arian ya había desconectado su artefacto, sin embargo la máquina seguía moviéndose


levemente.

Como un gato moribundo.

Cuando Arian levantó la cortina de sus pestañas. Varios alumnos se habían ido y algunos se
escondían debajo de las mesas. Mismos que afirmaron posteriormente que el aspirante a
médico era en realidad un peligroso terrorista.

—¡Su experimento trató de matar al Cuernitos!

—¿No se supone que en su familia todos son médicos? ¿Por qué permitirían que algo tan
peligroso fuera usado por un novato?

—¡Es un fraude!

Nunca había fallado. Nunca se había sentido en el ojo del huracán. Los ojos del joven
recorrieron el aula, mirando desde las mesas tiradas en el piso, hasta caer en la cara
amarillenta del agredido.

Pero estaba seguro, que de víctima no poseía nada.

—¡La criatura inferior trató de matarme!

—¡No es cierto! —replicó el joven, temblando de ira —¿quién diablos resiste tantos
decibeles de radiación? ¡Deberías estar muerto!

—¿Ven? ¡Sí quiso matarme!

El profesor se quitó las gafas. Un sudor frío mojaba su frente. Se veía decepcionado.

—Les pediré que salgan por un momento.

Cuando el gran salón estuvo solitario, fue en dirección a Arian.

El último mantuvo su mirada, negándose a ser visto como el culpable.

—¿Qué fue lo que te ocurrió? Estabas muy bien hasta que sacaste tu máquina.

—La máquina no es el problema real. ¿No lo ve, señor? ¡El calculador de decibeles está
marcando el límite!.

El profesor dejó sus gafas en el escritorio y finalmente suspiró.

—Tal vez tu máquina no es lo único que está fallando hoy, Arian. —sacó pesadamente su
mano del hombro del chico.

No podía aceptarlo.

Sin comer, se subió a un bus para marcharse.

Escribió su lamentable reporte en su teléfono.

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Pero repentinamente, su máquina generó un abrumador sonido similar al maullido de un
gato moribundo. Ante sus ojos estaba una casa bastante modesta y simple, aunque sus
ventanas eran de un color café sucio.

Eso no importaba, lo único que importaba era que su caótica máquina volvía a perder su
control y salía rompiendo la ventana del bus hacia aquella casa.

—¡Tendrás que pagarlo!

Corrió rápidamente para bajar del bus.

Su máquina se detuvo en la parte de atrás de la cerca al lado de un árbol en perfectas


condiciones, lo cual le extrañó.

La radiación ya lo debía de haber intoxicado. Sin embargo, al intentar agacharse, fue


devorado por un agujero naciente del suelo fértil.

Había caído en unas grandes enredaderas.

—Dios mío… —masculló mientras acariciaba su cabeza.

Y lo peor era, que las enredaderas se movían como si hubieran sentido su peso. A
centímetros de su rostro, otra enredadera se detuvo.

Un susurro escapó de sus tejidos. Como el siseó de una serpiente.

Después de un tiempo, las enredaderas lo confinaron lo suficiente como para aplastar todos
sus huesos, incluso pudo percibir la sombría sensación de ser tragado por las ásperas
paredes verdes. Radfield lo sabía, Arian realmente pensó que moriría ahí mismo. Tampoco
había forma de que él supiera que lo que Blue expulsaba no era radiactividad, sino, Siarun
bruto.

Después de luchar fieramente contra la presión, pudo distinguir una brillante luz. El mismo
jovencito que interrumpió su exposición estaba observando desde debajo de sus pies.

—Quiero que te vayas.

—Deberías explicarme lo que está ocurriendo aquí ¿no te parece?

—¡Vete!

—¿Cómo podría…?

No estaba dramatizando. Realmente no podía irse aunque quisiera.

—¡Que te vayas! —gritó mientras sacaba desde la parte de atrás de sus costillas grandes
lianas para atrapar al joven.

Las cejas de Arian se fracturaron.

—No es como si pudiera hacerlo de todas formas.

Las lianas se enroscaron alrededor de su cuerpo, hasta que finalmente lo arrojaron al


césped.

Repentinamente, todo se volvió blanco.

53
Todo era confuso, recordaba vagamente todo lo que había ocurrido durante el día. Su
estómago daba muchísimas vueltas al igual que su cabeza.

Cuando despertó, ya estaba en su casa.

Finalizó esa horrible semana. En los periódicos ya se hablaba de su experimento fallido.


Arian continuaba con sus investigaciones médicas con menos pasión de lo usual, algo
estaba mal con él, algo se sentía diferente.

Lo cual lo animó a abrir sus archivos de su laptop.

Había un reporte que no recordaba haber hecho. Así llegó a la conclusión que todos sus
recuerdos vagos en su mente eran reales. Por temor a que le volvieran a ocurrir, usó su
laptop como una segunda memoria. Miró a su ventana. A pesar de pasar por muchas malas
experiencias por culpa de Blue, sabía que sin él no tendría ninguna otra razón para lograr
motivarse. El era esencial para seguir con su vida y su carrera.

Y en especial, para recuperar su credibilidad.

54
Capítulo 6: Puerta mal cerrada.
Al estar frente a un espejo cayó en cuenta de que sus colmillos aun estaban presentes, era
irónico que no pudiera hacerlos desaparecer. Aunque tenía su explicación: a través de ellos
podía succionar líquidos que eran trasladados a uno de sus dos estómagos.

Radfield se despertó y la buscó desesperadamente con su mirada. Indagó por todas partes.
Sentía que iba a perder la cabeza por su ausencia hasta que dicha voz retumbó en la sala
de estar.

—¿Que supone que haces? ¡Hay cámaras! —regañó con firme voz, pero Danish siempre
tenía como justificar su comportamiento descarado.

—Habían. —corrigió. Las cámaras habían sido mojadas. La fina línea de sus labios se
movió ligeramente, dándole a Radfield la sensación de que le sonreía con sus escalofriantes
colmillos.

—¿No te dijeron que es de mala educación romper cosas en casas ajenas?

Los ojos agudos de la chica se giraron.

—Hola. —dijo Yeral en camisón.

Por un instante, Radfield pensó que le diría algo a Danish para corregir su comportamiento,
pero la mujer solo la miraba, como quien mira a una despreciable cucaracha.

Secretamente temió que eso le diera una razón a Danish de ser grosera.

—Limpiaron la casa. —observó con sutileza. —No era necesario.

La joven se cruzó de brazos, analizando a la hermana de Arian.

En ese momento, la mujer conservaba una presencia suave pero decidida. Danish no pudo
evitar pensar que se parecía un poco a la forma en que los condes se paraban a observar
en el alféizar de sus lujosas ventanas.

Solo entonces, Yeral apartó su mirada. Les alcanzó un bolso.

—La próxima semana serán matriculados en el instituto al que asiste Arian. ¿Pueden
comprar sus cosas por ustedes mismos?

Danish alzó sus cejas.

—¿Por qué no nos preguntamos de dónde venimos? Somos extraños que llegaron a vivir a
tu casa ¿No te preocupa?

La mujer tanteó por la superficie de la mesa. Una sonrisa suave se dibujó en sus delicados
labios.

—Si esto es lo que necesita mi hermano para salir de su rutina, no hay nada que cuestionar.

Las pestañas de Radfield cayeron en picada. Un poco de envidia coloreó las esquinas de
sus ojos negros.

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Salieron de aquella casa con adornos de madera en silencio. Tal vez para distraerse, tosió e
inició una charla con la muchacha que caminaba por delante de él.

—¿Estás segura de que el Siarun no te hace daño?

—Mi cuerpo lo tolerará gracias al regulador. —Los ojos como fénix se mantenían fijos hacia
delante. Una mueca parecida a una sonrisa se dibujó lentamente. —¿Ya has olvidado que,
aunque lo desees, no podré morir por una sobredosis?

Verla morir otra vez era lo menos que deseaba. Una de las razones por las que ya no le
disgustaba su actitud de quien tenía el guión de su lado. Ya había visto que no lo tenía en
absoluto. Radfield era el tipo de persona que se alegraba de las alegrías de su entorno y
sufría por la miseria de otros. Verse a sí mismo disfrutando del dolor ajeno no estaba dentro
de su personaje.

Sus ojos cayeron en picada.

—Nunca dije que me gustaría.

La princesa suspiró con incredulidad. Sus pasos firmes se detuvieron, pero no estaba ni
cerca de ser el lugar apropiado para comprar su uniforme escolar.

Estaban frente a la casa de Blue.

Obviamente no iba a desperdiciar su tiempo golpeando la puerta. Puerta que, curiosamente,


se abrió con un ruido chirriante.

Miraron el tapiz de césped dentro.

—¿No está en casa? —murmuró Radfield mientras miraba en la cocina.

Había un segundo piso que estaba cerrado con llave.

Pero Danish se había quedado estática en el umbral de la puerta. Veía como el suelo se
deformaba y palpitaba. Extendió su mano para tocar, cuando fue detenida por la mano de
otro intruso.

—¡No lo toques! —exclamó Arian. —¿Que se supone que hacen? ¿Cómo consiguieron
entrar?

—Es un sistema de conexiones complejas. —musitó Radfield con estupor.

Se veía fatal, incluso tenía leves marcas de mordidas de perro en el rostro.

—La puerta no estaba cerrada. —respondió Danish examinando la decoración de las


paredes. Radfield, en cambio, notó las heridas de su compañero.

—¿Qué te pasó? —preguntó Radfield con angustia en su voz.

—Estuve tratando de entrar, pero Blue me dejó en un patio lleno de perros.

Radfield quiso pedirle a Danish que cerrara las profundas heridas de Arian, sin embargo
bastó un su desagradable gesto para saber que no estaba de acuerdo.

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Abrieron la cerradura con un cuchillo, Radfield le sonrió discretamente a Danish pues no le
era posible salvarlos con su magia. Además, él amaba sentirse útil. Había alrededor de
cuatro cuartos. Se dispersaron, por lo que Radfield descubrió un cuarto de baño y Arian
encontró el cuarto de visitas en el segundo piso.

—Pareces muy nervioso ¿no habías entrado antes a este lugar? —preguntó Radfield,
observando con detención las paredes oscuras y desgastadas.

—Nunca había entrado al segundo piso. —Susurró él, sudando mucho, incluso temblaba
ligeramente.

Finalmente sacaron el pestillo que trancaron su entrada y se adentraron en la lúgubre


habitación. Los tres dejaron escapar una exhalación de asombro. Esos seis pares de ojos se
abrieron de inquietud.

—Ya sabemos porque estaba con llave.

Cuerpos verdes estaban encerrados en tinas muy mal restauradas. Las instalaciones
conservaban partes de cuerpos que, Arian esperaba, estuvieran aislados del aire en la
habitación.

—Son plantas. —observó Danish mientras olisqueaba el aire.

A la esquina izquierda grandes cápsulas de un líquido desconocido burbujeaba y era


repartido en otras más pequeñas, como si fueran limpiadas constantemente. El frasco más
pequeño parecía temblar en frenesí, como de una criatura viva se tratara.

Una amplia sonrisa se dibujó en el pálido rostro del ex aspirante a médico.

—¡Con toda esta información la gente tendrá que creerme!

Danish salió del cuarto, no era algo que veía por primera vez, pero, sí sabía, era
preocupante. Esos cuerpos como cáscaras vacías creados a base de plantas y toda esa
gran instalación le era un recordatorio de lo que había visto en El Departamento De
Anulaciones.

Danish no creía en las coincidencias.

Caminó hacia el regulador de luz. Aprovecharía que el segundo piso era oscuro y quemaría
la evidencia encontrada allí. Ingresó con cuidado, pero al entrar se dio cuenta que allí
dormía alguien. Tenía cajas cuadradas de color rojo en lugar de sus oídos y lianas en el
lugar que debían estar su cerebelo. Roncaba como si no tomara una siesta desde hace
mucho tiempo.

Ella pensó que lo único que faltaba era que un Lemno la hubiera seguido. Danish se acercó,
y en su nuca pudo ver que había una cosa pequeña que no tenía pies. Jamás había visto a
un Lemno dormir. Sabía que, por lo general, sólo caían dormidos cuando su alma se
separaba de su cuerpo para mudarse a otro que estuviera en mejores condiciones.

—Pero ¿es Blue?

Danish retrocedió unos pasos hacia atrás, jalando así la manga de Radfield.

—No te acerques.

57
Una sonrisa de soslayo se dibujó en los labios de Radfield. Conocía perfectamente la
dirección de pensamiento que Danish debía tener.

—¿Crees que nos haya estado mintiendo?

Danish lo arrastró hasta las escaleras.

—Márchate.

—¡No quiero! ¿Por qué me dejas fuera de todo? Aún si soy humano, puedo serte útil.

Para Danish no era un juego. Aquella figura que dormía era un guardián Lemno en extrañas
condiciones, su apariencia tan pequeña solo le generaban más dudas. Ella insistió.

—No necesito que arruines nuestro plan.

Sin embargo, era muy tarde. Grandes zarzamoras trepaban por la escalera.

Danish era el tipo de persona que odiaba el estancamiento y estaba avanzando


constantemente. Odiaba que sus planes fueran obstaculizados por otras personas. Y
entonces pensó, tal vez no tenía por qué quemar toda la evidencia. Si quería volver a su
mundo, debía investigar más a fondo este lugar.

Miró directamente a los ojos de su compañero.

A pesar de que había visto la cara de su compañera directamente daba una clara sensación
de angustia, Radfield había sido un joven tenaz, arriesgándose a una jalada de oreja o
cualquier castigo por mirar directamente a una criatura noble.

Y, ciertamente, eran escasas las veces donde ella no estuviera frunciendo el ceño.

La calma inicial en el corazón de Radfield salió corriendo cuando notó que los largos dedos
de la princesa tocaban sutilmente el cuello de su camisa.

Sonreía. La princesa estaba sonriendo.

—Si tanto insistes. — Y sin preámbulo, lanzó al joven de vuelta.

Como un dominó, Radfield tropezó con Arian y Arian enterró su codo en la cara de Blue
quien, debido al intenso dolor, se despertó.

—¡Intrusos! —Blue empezó a gritar levemente dormido mientras se quitaba las lianas de
encima.

Danish tomó la palma del joven y escribió. En su oxidada lengua materna, Radfield pudo
traducir sin errores.

—“Noquea. Arian.”

Radfield vió como sus enredaderas se lanzaban para atraparlos. El hombrecito los atrapó a
los tres. Sus cejas gruesas se enmarcaron al encontrarse con el rostro demacrado de Arian.

—¿Otra vez tu? —El cristal del lente magnético se había roto y quebrado por el impacto.
Blue parecía bastante satisfecho con su trabajo. —Veo que no viniste solo, es muy cobarde
de tu parte venir a mi casa cuando estoy ocupado. ¿No te bastó ser mordido por perros?

58
Danish golpeó sutilmente la pantorrilla de Radfield y sus ojos le indicaron que hablara.

Ambos sabían que Blue, entre todos los Lemnos que había visto en su vida, era
simplemente imposible de tratar. En especial Radfield. Si dabas instrucciones de ir a la
derecha, él se iría a la izquierda. Si le decías que el sol era amarillo, encontraría la forma de
que fuera azul.

Mantener una conversación estable ya podría catalogarse como un milagro. Sin mencionar
que, fue él también la última persona que vio antes de viajar en el tiempo.

No pudo evitar pensar ¿y si él tenía algo que ver con todo esto? Su procedencia siempre
había sido un misterio y su poca disponibilidad para charlar había sido una brecha entre él y
todos.

Definitivamente, esta vez lo haría mejor.

—Tu radiación está matando las formas de vida en este sector. ¡Debes detenerlo ya!—gritó
con el valor que no tenía.

Sin embargo a Blue no le parecía nada agradable recibir órdenes de una supuesta forma de
vida inferior. Él se le acercó con desagradable curiosidad, pero no iba dirigido hacia
Radfield. Una expresión de asco no pudo evitar dibujarse en su rostro cuando se encontró
con el rostro neutral de Danish.

—¿Qué cosa eres tú? —gruñó mientras que con su manos derecha le tocaba la cara con
brusquedad. —Nunca he visto un humano con dientes tan grandes.

La princesa no iba a aguantar ningún tipo de agresión. Naturalmente ella no lo pensó dos
veces antes de penetrar la piel amarillenta. El grito de Blue aturdió momentáneamente a
Radfield, no estaba acostumbrado a ser lastimado.

—¡Eres un murciélago! —gritó para posteriormente dejarla caer.

Las enredaderas se movieron por cuenta propia hasta cubrir su cuerpo. Solo bastó una
mirada de Danish para que Radfield interviniera.

—¡Cara pálida! —vociferó él —¿Acaso no te gusta el sol? Pareces excremento de ave.

Radfield intentó distraerlo con insultos infantiles. Danish sintió que incluso para insultar era
terrible.

La criatura se giró. Su rostro negro como el interior de una olla.

—¡Cómo te atreves a insultarme a mi! ¡Soy de una especie más avanzada que tú!

—Su disfraz siempre fue terriblemente malo. —susurró Arian entre risas. —¡Cuando lo vi por
primera vez tenía una gran antena, parecía un cuerno!

—¿Como un unicornio? ¿Un buey?

—¡Callate! —Vociferó con la cara roja de cólera —¡Cuando yo te vi eras un fracasado nerd!

—Corrección: aspirante a médico, tú lo arruinaste.

Las gruesas cejas de la criatura se fruncieron en una fea expresión.

59
—¡No lo hice conscientemente! ¡No es mi culpa si tu propia arrogancia te arruinó! —se
defendió Blue.

—¿Ah, sí? ¡¿Por qué razón crees tú que fue disparada a ti en vez de calcular la radiación de
nuestra sala?!

—¡¿Nuestra?! ¡Tú ni siquiera estudiabas ahí antes!

Así continuó la disputa que poco a poco se transformaba en una discusión personal.

Tiempo suficiente para derretir las enredaderas.

—¡Rad! —le gritó Danish. El joven comprendió

Los oídos del ex aspirante a médico se nublaron con el sonido agudo que abrumó su
percepción. Ninguno de los dos únicos humanos podía ver algo de lo que ocurría. La luz se
había cortado y las cortinas no hacían más que interferir con la luz del sol.

—¿Qué...? —preguntó Arian tocándose la cabeza adolorido. —¿qué pasó?

Estaba sangrando.

Solo lograron escuchar cómo Danish y Blue batallaban a oscuras. Rápidamente, Radfield
agachó la cabeza de Arian para evitar que una bola de fuego lo golpeara.

A sus espaldas, Blue lanzó lejos a Danish.

—¡Eres un fraude! —su cuerpo había sido arrojado cerca de su máquina central, donde la
radiación destilaba en enormes cantidades. —¡Ni siquiera tienes la fuerza suficiente para
mantenerte en pie!

Cuando abrió sus ojos, pudo ver el artefacto para regular la radiación de su cuerpo tirado
lejos.

Iba a perder la conciencia si continuaba ahí.

A pasos firmes, Blue se acercó para patearlo lejos.

—¡Está ciudad es muy pequeña para dos fenómenos! —inquirió Blue con sorna —Ven y
acepta tu muerte.

Danish no pudo evitar pensar que esta criatura, por muy eficiente que fuera para usar
tecnología, era muy poco observador. Sin opciones, y por él irrefutable hecho de que no
podría morir aunque lo deseara, ella se arrastró por la hermosa y peluda alfombra gris,
absolutamente atontada por las ondas que exudaba la máquina.

La sombra de Blue se proyectó ante sus ojos.

—¿Qué te pasa?—preguntó con falso pesar—¿Era demasiado para ti, murciélago?

Mientras, Radfield mantenía el cuerpo semi inconsciente de Arian a un lado.

A pesar de que Danish estaba en desventaja, estaba confiado en que no tendría piedad.

Y, para ser honestos, necesitaba a Blue vivo.

60
El agua manchada fluyó hasta llegar al celular manchado de Radfield.

Al frente de sus ojos vio el teléfono manchado de sangre de Arian, sin embargo su nublada
vista no le aseguraba una buena puntería. Danish levantó su cansina vista a Radfield entre
la oscuridad. podía sentir vagamente su Alma Elemental palpitando al mismo tiempo que su
corazón. Él asintió sabiendo que tal vez ella no podría verlo y confiando que el
entendimiento tácito lo arreglaría todo. Con todo en contra, se armó de valor y se lo arrojó
para despistarlo.

Estar débil no era una excusa para equivocarse. El artefacto rebotó en la nuca de Blue.

—¡Ningún rasguño!—sonrió.

Respiraba vertiginosamente.

Gateando ferozmente, Danish se dirigió a la máquina. El dolor le carcomía las costillas. Sin
poder decir nada. Radfield continuó siguiéndola con su mirada. Sabía que este evento era
importante, un poco adelantado, pero fundamental para el futuro de la guerra.

Perder ante un Lemno incompleto ya dejaba mucho que desear. No iba a dejar que le
robaran la oportunidad de investigar lo que La Región Del Fuego tramaba. No permitiría que
alguien más obtuviera el puesto al trono.

No iba a caer bajo tanta humillación.

Sus nudillos se apretaron tanto que se volvieron blancos. Sudando profundamente.Ella se


dirigió a la máquina de la esquina.

—¿Qué crees que estás haciendo?—Danish usó toda la energía que le quedaba para fundir
el suelo.

Había algo escrito en letras que pudo reconocer como escritura de La Región De La Tierra,
pudo permitirse un respiro. Su padre no estaba solo en esto.

Sin embargo no estaba dispuesta a darse el lujo de sufrir sin nada a cambio. De esta forma
generó otra gran explosión de color purpura en el interior de la maquina, la cual empezó a
descender perforando todo hacia abajo

Nada de la máquina quedó a la vista.

—¡Oh, genial!—bufó Blue mientras miraba como la cosa decía hacia abajo. Derrotando capa
por capa sus instalaciones y la corteza terrestre. —¡Me tomará meses traerla hasta aquí!
...Mi jefe va a matarme.

Lloriqueó el chico de amarillenta tez mirándola descender poco a poco. Blue se veía
derrotado, sin embargo el ardor que sentía no era comparable con lo que sentía en su
espalda, finalmente se arrodilló por el un gran dolor que sentía.

La computadora había empezado a fallar por la gran explosión y estaba fusionándose con
su espalda junto a los restos del ya destruido teléfono de Arian

—¡Arruinaste mi computadora!—resopló con sus ojos inyectados en sangre. – ¡No quedarás


impune!

61
A pesar de todo el llanto y los quejidos abrumadores que salían de su garganta, su voz fue
silenciada tan rápido como torcer el cuello de un gallo en tus manos. Finalmente de su
espalda cayó una cosa viscosa al suelo. De inmediato el joven de ojos verdes se repuso.
Como si el llanto de hace un momento nunca hubiera existido en absoluto.

Radfield llegó rápidamente al lado de Danish para ayudarla a levantarse. Sin embargo su
mano quedó tendida en el aire por unos segundos.

Mirando la escena que tenían enfrente, él preguntó.

—¿Eso está bien?

—Los guardián Lemnos no aguantarían mucho. Por eso se producen en masa cáscaras
vacías que su cuerpo pueda ocupar. —inquirió Danish mientras era levantada por Radfield.

—Esperaba ver algo más interesante que sólo baba…

Indignado, Blue se giró para encararlos.

—¡¿Ya se pueden ir?! —preguntó insistente.

De los escombros, apareció el maltratado rostro de Arian. Su ropa estaba hecha de jirones y
manchas de un profundo rojo pintaban la tela.

—Ya estoy listo para continuar—replicó Arian totalmente erguido.

Los ojos agudos de Blue, quien ya subía la escalera hacía en segundo piso se clavaron en
él, agudos como agujas. Sus miradas colisionaron como dos trenes destinados a chocar y
hacerse pedazos.

Sin embargo, ignoraba que Blue ya no era alguien que representara una gran amenaza.
Arian era un ser humano, y conoció a Danish. Finalmente había logrado encontrar un rival
mucho más fuerte que él y eso le emocionaba. Como un estorbo de muchas palabras y
pocas acciones. Algo que Radfield no esperaba que ocurriera en absoluto.

—¡Cállate pulgoso, arruinaste todo! —a Arian no le gustaba para nada ese nuevo apodo. El
incidente de los perros le había traído mucho más que rasguños.

Sin decir una palabra más, se dignó a subir las escaleras como si estuviera confiado en que
nada harían en su ausencia

Lentamente, Danish le dio una mirada a Radfield.

—Tiene un carácter… —susurró Radfield fatigado por el polvo y el humo.

—Sí, lo tiene. —dijo Danish. —Puede que sea por ser un contenedor pequeño para tanta
maldad.

Sin más, continuaron caminando hacia la puerta. La joven estaba molesta, debería esperar
a que Blue estuviera distraído para hurgar en su casa y traer de vuelta la dichosa máquina.
Sin embargo tenía cierta esperanza de que él mismo lo hiciera.

—¿Nos iremos tan pronto? —preguntó sorprendido Arian.

62
—Absolutamente. No planeo entrar a este lugar por al menos veinticuatro horas. —susurró
Danish a Arian, quien aún miraba asqueado lo que su enemigo había expulsado de la
espalda.

Al llegar a su hogar, Arian curó sus heridas, después de todo era un excelente practicante
de médico. Salió de su cuarto con una expresión triunfante.

—Debemos hacer un plan detallado la próxima vez que volvamos. —dijo imponentemente
fascinado por sus logros. Se sentó en la mesa, que era bastante pequeña y estaba junto a la
cocina.

—Lo menos pronto posible. Debe de estar muy enojado por lo que le hicimos a su casa.
—Radfield suspiró angustiosamente, él jamás había visto en todo su esplendor a un Lemno
como Blue.

Danish optó por ser una simple espectadora de la charla. Prefería guardar detalles sobre
esa especie. El marco de sus cejas no pudo evitar fruncir. Un Lemno tan pequeño, que es
resistente y que viene de La Región De La Tierra.

Su padre obviamente sabría sobre esto. Pero ¿por qué mantener a una criatura defectuosa
con vida? ¿Cuál era su misión? ¿Bajo las órdenes de quien?

La noche volvió a caer y las luces artificiales brillaban como pequeños fuegos fatuos.
Radfield divagó en la pequeña terraza. Había muchas cosas que no habían salido como
esperaba.

Definitivamente había creado una brecha entre Blue y Arian que no estaba destinada a
crearse en la primera vida. Enmendar su error podría ser mucho más difícil que volver a su
mundo. Además, aún debía saber cuál era su propia misión en este juego. La criatura que lo
había enviado al pasado había sido lo suficientemente considerada como para mantener sus
habilidades adquiridas y su memoria, lo que le quedaba.

Ahora que había arruinado las cosas entre Arian y Blue, no podía evitar sentir una espina
clavarse en su pecho.

—¿Qué le pasó a tu cara? —escuchó preguntar a Yeral.

Los pequeños vapores de la cocina empañaron el vidrio. La sala blanca lechosa junto con la
luz era similar a una sala de hospital.

—No es nada. —respondió mientras corregía su postura. —solo me caí en la casa del
vecino. Tiene perros.

Yeral miró cada marca y los dobleces de su ropa como quien observa un pedazo de comida
en el diente de alguien. Sin más palabras, caminó hacia el fregadero para lavar las verduras
que había cosechado. Antes de poder hablar sobre eso, Radfield se encontró volteando su
cabeza a la nada. Danish ya no estaba a su lado.

Había ido a ayudar a Yeral.

—¿Vienes a ayudarme? No hace falta…

Danish cuando era joven era este tipo de muchacha muy directa y con malas habilidades
para comunicarse.

63
—¿Usted dijo que nos iba a inscribir en el instituto de Arian? —preguntó con su mirada
clavada en el rostro amable de ella.

—Claro. En unos días ingresarán con Arian.

Arian era mucho más grande, por dos años, era obvio que había usado sus contactos para
cursar dos veces solo para estudiar a su enemigo.

—Lo agradecemos enormemente. —dijo ella. —y lamento los problemas.

Yeral sonrió.

—¿Qué problemas? Estamos agradecidos de tenerlos aquí. No lo pienses demasiado.


—respondió Yeral. —además, tenerlos aquí no solo es por su bienestar. A Arian también le
ayudará.

—¿Ayudarle?

—Claro. Ha pasado más de cuatro años persiguiendo a ese muchachito. Incluso cursó sus
estudios nuevamente para estar cerca de él. Con ustedes aquí, tal vez pueda soltar esta
extraña obsesión y tener lazos sanos.

Cenaron y cuando ya eran las nueve de la noche, ya todos estaban acostados, y algunos
yacían dormidos para ese entonces. Radfield miró desde la esquina del sofá el remolino de
agua girando en el aire, brillante por la tensión superficial que permitía que la luz rebotara
suavemente, permitiendo ver un espectáculo de pequeñas luces en la profunda oscuridad.

Él cerró los ojos, y lo pudo ver. La cosa que había expulsado Blue seguía en el mismo lugar
y la casa estaba igual de destrozada que cuando la dejaron. Arriba, Blue conectaba y
desconectaba cables. Solo después de una larga sesión de repetición, finalmente se
presentó alguien la gran pantalla que había en la sala de descanso.

Aquel hombre viejo no se veía igual que él en lo absoluto, más bien, era idéntico a las
criaturas con las que Danish trabajaba. Aquel hombre tenía la misma apariencia
antropomorfa de un humano, sin embargo no poseía ninguna característica de la realeza.
Como una bofetada, Radfield lo comprendió. Algo que desconocía Blue, era que aquel viejo
ser era un simple sirviente de la gobernante de su época.

Blue le narró todo lo que había ocurrido al empezar el mes. Atónito, el hombre de barba
blanca parecía desfallecer por cada detalle de la “mujer murciélago”, definitivamente no
volvería a dormir tranquilo.

Radfield no era ciego ni tonto, podía sentir que algo estaba mal con este superior. En su
época, la apariencia física hablaba por el estatus que tenía la criatura y su ascendencia. La
criatura frente a la computadora no poseía en absoluto un alto rango. Se veía vieja y
decrépita.

—Por las noches, dejaré pequeñas cantidades de radiación bajo la tierra, bajo las camas de
los nuevos integrantes o incluso bajo las almohadas. Eso le enseñará a no ser una
entrometida.

—¡No! —masculló la criatura detrás de la pantalla. —¡no hagas ningún movimiento


inapropiado por ahora!

64
—Pero señor, usted me creó para esto. ¿Como me voy a quedar de brazos cruzados
mientras mi misión me espera allá afuera? ¿No fue para esto que me enviaste a este lugar?

—Por ahora. —balbuceó él —encárgate de la sustancia que expulsó tu cuerpo, si es


necesario, congelarla y envíala aquí.

—Pero señor, mi máquina ya perforó la corteza terrestre hacia abajo. Me temo que también
se desconectaron las instalaciones subterráneas.

—Si es necesario, usa tus propias habilidades, pero no te acerques a esa criatura. Es una
orden.

La transmisión se cortó, pero no fue lo que sacó a Radfield de su sesión de adhaerere.

Cuando levantó sus ojos, la puerta había sido abierta. Yeral arropaba sutilmente a la ya
dormida Danish.

Por un momento, Radfield sintió su mirada frívola en su nuca. No fue hasta muy entrada la
madrugada cuando la mujer se marchó y él pudo dormir.

65
Capítulo 7 Plan interrumpido.
—¿Qué? ¿Por qué te marcharás?

Danish dobló la ropa suelta para meterla en el cajón. Sus ojos agudos se deslizaron para
encontrar los de Radfield.

—Con la máquina del Lemno perforando las capas de la tierra no voy a avanzar mucho. Voy
a viajar.

A pesar de que no era una sorpresa, Radfield no esperaba que su viaje por respuestas fuera
tan pronto. Aún recordaba haber participado junto a ella tres meses en el instituto. Su
corazón no pudo evitar sentir una punzada de ansiedad.

—¿A dónde irás? —temía haber distorsionado también los planes de Danish, por lo que no
pensó dos veces antes de presionar. Los largos dedos de la joven que en el futuro podría
empuñar una espada seguían su camino hacia la perilla de la puerta.

Radfield no pudo sentirse aún más ansioso.


—¿Qué pasará con Arian y Yeral? ¿Solo te marcharás sin decir nada?

—No tienen por qué enterarse.

Su torso giró con naturalidad. Danish aún era joven pero en su presencia se escondían esos
aires de sigilo y elegancia. Al igual que el escudo de su facción, era como una serpiente de
jade envuelta en fuego. Radfield solo esperaba que esa serpiente terminara en una
procesión fúnebre.

Ella lo miró con la misma agudeza de siempre. Solo que por esta vez, a Radfield le pareció
ver cierto rastro de algo más que ese muro que limitaba entre ella y él.

—Necesito tu ayuda, Radfield. No puedo hacerlo sola. —inquirió ella. —Te prometo que
serás recompensado por esto.

Y él no tuvo el corazón para negarse.

Sin esperar otra orden, Radfield terminó de empacar las pocas cosas que Danish poseía en
ese mundo desconocido.En un bolso pequeño no olvidó guardar dinero y comida
porcionada. Aún si era inmortal, eso no significaba que no fuera capaz de sentir hambre.

Una mañana se marcharon de vuelta a la casa en las colinas. Radfield fue el primero en
entrar. Camino a grandes pasos para dejar el bolso en el piso y correr hasta la cama de paja
para dejar caer la cadena. Y como esperaba, Danish lo recogió.
Radfield estaba muy consciente de su apariencia actual. Usó la expresión más inocente que
recordaba para mirarla.
66
—Ohh… Pensaba que lo había perdido.

—No si tenemos suerte. —respondió Danish mientras lo acariciaba con sus largos dedos.

El aire frío y húmedo empezó a calentarse y repentinamente, ya no sólo era el aire, la


madera a su alrededor e incluso la piel de Radfield se sintió sofocante. La cadena en la
palma de Danish ardía como una súper nova a punto de colapsar

Radfield jaló la mano libre de Danish y sin preguntar la llevó fuera de la casucha. Su palma
seca pero cálida. No recordaba haber tomado su mano de la misma forma antes.

El fuego viajó en el entorno y en él se formó una imagen difusa.

—Princesa —lo saludó el sirviente con cara de perro —Estaba esperando su llamada.
Debemos hablar una última vez antes de su juicio.

Ella frunció el ceño y fue directamente al grano.

—Las condiciones en la Región Del Fuego, ¿qué tan malas son?

—El rey ha sido puesto en aislamiento preventivo, princesa. Se está investigando su


paradero, e incluso se reactivarán las alianzas para encontrarla.

—¿No han dicho nada sobre las máquinas en El Departamento De Anulaciones?

—La Región Del Agua ha puesto todo de su parte para silenciar los rumores.
Frecuentemente se ve al Conde Arthur en la mansión.

—¿El humano?

La nuca de Radfield empezó a hormiguear y sus manos picaron en incomodidad. A pesar de


que no había interactuando con este hermano medio humano en el pasado, su rostro había
palidecido ante la idea de que fuera él quien liderara en nombre de la Reina Celina.

Los ojos agudos de fénix cayeron en picada. Danish podía ser una persona muy difícil y
también muy directa, pero sus sentimientos nunca fueron apáticos por el entorno,
simplemente nunca hablaba de ellos.

En su corazón, no pudo evitar sentir algo de pesar por lo rechazado que era Radfield ante la
comunidad solo por una tonta profecía. Ambos son humanos pero a el otro le dieron todo lo
que la realeza podía ofrecer..

—Hay rumores de que La Región Del Agua quiere enmendar lazos con La Región Del
Fuego y calmar las aguas. De esta forma, La Princesa Segunda se comprometería en
casamiento con el Conde y mantendría la tranquilidad entre facciones.

—Es un chivo expiatorio. —bufó la chica.

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—¿Por qué piensas eso? —preguntó Radfield con un poco de escepticismo.

—Aún si la necesidad estuviera por sobre la enemistad después de tu muerte y la


conveniencia, mi hermana no nació para casarse con un hombre.

Las cejas de Radfield se suavizaron notoriamente. Este tipo de declaración era, al igual que
Danish, muy directa. Pero entonces una pizca de duda se plantó en su corazón. ¿A la
princesa no le importaba este tipo de unión? ¿Qué pensaba al respecto?

Dentro de la facción habían reinos encargados de un gobernante. La familia de Danish


abarcaba la mayoría del territorio de La Región De Fuego, por lo que podría considerarse
como una superior en su propia facción. Sus tierras eran prósperas y sus lazos saludables
en su mayoría. El rey aún no planeaba bajar del trono y sólo tenía dos hijas.

¿Qué pensaría si supiera que una de ellas no podría casarse con un heredero digno jamás?
¿Si quiera le había preguntado a Danish si le gustaría casarse?

—Princesa Danish, tiene que tener cuidado con lo que planea hacer.

—¿Por qué?

—El mundo humano no es muy diferente al nuestro. No puede dar un paso en falso allí.
Si planea investigar, tiene que saber a qué consecuencias se enfrenta. La tierra humana
también fue un lugar a donde su madre huyó con ese hombrecillo humano y jamás se le
volvió a ver.

Los labios finos de la joven se separaron con sutileza y, según lo que pudo apreciar de
soslayo, incredulidad.

—¿No había sido exiliada por traición? —masculló Danish mientras acercaba el collar a sus
ojos.

Por otra parte, Radfield no estaba en mejores condiciones. Desconocía en su totalidad lo


que había descubierto Danish en sus viajes.
¿Y si el traidor era parte de los exiliados?
¿Y si el traidor era la madre de Danish?

—Claro que sus cargos fueron por traicionar a la corona, con un humano. —explicó el
HumDog con simpleza.

La joven apretó sus manos hasta que sus nudillos palidecieron. Radfield temió que, si un
cuello estuviera en esa palma, ni siquiera la mitad de su alma podría ir al círculo de
reencarnación.

—¿Cuándo planeaban contarmelo?

—El Rey ha dado orden de que ese secreto se quedara solo en las visiones pasadas de los
HumDog, princesa. Contradecir al Rey es buscar la muerte.

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Sus labios en una línea recta, Danish estaba sin palabras. Radfield tuvo una idea fugaz. Su
cuerpo tembló y no pudo contenerse adecuadamente.

—¿Qué hay sobre los límites entre La Región Del Agua y La Región De La Tierra?
¿Continúan los bombardeos?

Se escuchó un suspiro ligero a través del canal de comunicación.

—Señor Radfield, sé que quiere oír, no hay nada que este HumDog pueda decir sobre eso.
Los muertos no reviven.

Danish miró de reojo a Radfield. Era el tipo de persona con un buen temperamento y un
claro abandono. Estaba segura que debería por lo menos ver una arruga entre esas cejas.
Pero la expresión del joven no fue víctima de la pena en absoluto. Era casi como si estuviera
escuchando algo con lo que estaba acostumbrado a lidiar.

Era el hijo bastardo de La Reina Celina. Mientras el otro era beneficiado y ocupaba un título
noble, este solo había aceptado y soltado el rencor. Era simplemente hilarante.

—El punto de unión entre el mar y La Región Del Agua no es muy óptimo para que los
vagabundos se sitúen, mucho menos gente común, ¿cómo se supone que tú viviste ahí por
tanto tiempo sin ser notado por otros?

—Es la frontera entre el mar y el territorio que mencionas, pero la mayoría estaba ocupado
por viajeros. Mi cuidadora no podía hablar. Por lo qué el único ruidoso era yo.

Con viajeros, Radfield se refería a exiliados. Y naturalmente, lo que pasaba en el reino se


quedaba en el reino. Mientras pudieran tapar lo que ocurría, no se molestarán en notificar
por sí mismos a la reina. ¿Quién sería tan audaz como para recordarle quien vivía ahí?

Matar a la mamá gallina y dejar sin esperanzas al pollito. El sol estaba por esconderse
cuando Danish apareció con el material suficientemente afilado y esterilizado.

Aún si el mismo Radfield había pasado por lo mismo, seguía sintiendo que su corazón caía
al mirar las herramientas en la mesa.

Él levantó sus ojos con cautela.

—¿Estás segura de esto?

—Si voy a permanecer tanto tiempo aquí, sabes que no voy a quedarme sentada.

Danish lanzó un papel muy arrugado donde estaba escrito el procedimiento, pero Radfield
no pudo ser capaz de leerlo correctamente.

—¿Exactamente cómo funciona esto?

—Los guardianes Lemnos usan una técnica similar de preservar el alma para ocupar
cuerpos en mejores condiciones.

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—La lengua de La Región De La Tierra. —inquirió Radfield. —Es ilegal su traducción.

Las uñas de Danish se clavaron en sus palmas hasta que sus nudillos cambiaron a un
blanco calizo. Radfield sabía que ir en contra de las leyes de Ese Otro Mundo nunca había
sido una tentación para ella.

—Será un títere a distancia. —suspiró con pesar Radfield.

—Eso es correcto. La mitad de mi alma estará en su muñeca, en esa pulsera, no debe


romperse. Solo así podré comunicarme contigo.

Danish dejó en un gran trozo de madera los ingredientes que iba a usar. En una esquina, el
Siarun dentro de un gran frasco brillaba con la caricia del sol que entraba por un agujero
poco solitario del techo tosco. Otros pequeños envases lo acompañaban, permitiendo que la
luz bañara en su superficie.

La voz de Radfield sonó ronca cuando escapó de sus labios.

—Aún no me dices a donde iras.

Danish levantó la cortina de sus pestañas con sigilo, pero sin ningún rastro de inquietud.

—No tienes que angustiarse por tu apariencia. Aún si hubiera quedado inconsciente, esta
forma física que tienes permanecerá contigo si mantienes la cadena contigo ahora.

Su pecho se sintió atascado. Sin permitir que sus emociones menguaran, Radfield levantó
su cabeza para mirarla directamente.

—¿Por qué eres tan frívola? ¡Claro que puedo preocuparte! No una, sino las cuatro regiones
están tras tu cabeza por un asesinato que no cometiste.

Sin mencionar que se le acusa a tu padre por traición.

Danish mantuvo sus ojos en él, sin dejar que su expresión se quebrara. Tan unánime como
cuando fue arrastrada a las puertas de la muerte.

Sin dejar de mirarse, destapó los otros frascos.

—No pierdas tiempo. El que teme, sufre dos veces.

La carne cortada del linaje noble tardaba menos que cualquier otra criatura en las cuatro
regiones. Pero aún si tenía facilidades, seguía siendo doloroso. Como una serpiente fría
cortando con sus dientes los músculos, como una intensa quemadura.

No importaba si dolía, si quemaba o si ardía hasta volverte loco. Danish sabía que debían
hacerse sacrificios para ganar esta guerra.

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—¿Por qué llevas tantos frascos de Siarun contigo? —preguntó Radfield mientras lavaba las
cuchillas que estaba ocupando.

Los labios delgados de Danish estaban secos y su tez había palidecido por completo. El
proceso de duplicar un cuerpo vivo siempre era laborioso y lento, aún más sin las facilidades
de su mundo como había sido con Radfield. Y no se quejó. No tendría sentido quejarse de
todas formas.

—Las propiedades del Siarun son muy interesantes. Como un perfume que puede ser
destilado, condensado y evaporado. No es de extrañar que sea imprudente que la realeza lo
obtenga y se trafique fuera.

La espalda de Radfield hormigueaba terriblemente. Pero no tuvo el valor suficiente para


continuar hablando.

Mientras preparaba la pomada para la reconstrucción del cuerpo, no pudo evitar notar que a
parte de su ropa, Danish se había quitado la gargantilla en su cuello. La última vez, había
hecho esto sola. Nunca le habría pedido ayuda a un chico tan infantil como era él en ese
entonces.

—¿Qué tienes ahí? —preguntó para aliviar la atmósfera.

—Tuve un accidente mientras practicaba con la espada. —respondió ella.

—¿La nobleza usa espadas? —preguntó él con sigilo. ¿Cómo no podría saberlo?

—No son espadas ordinarias. Podrían chuparte tu alma e impedir tu ciclo de reencarnación.
Se usaban cuando los primeros Lemnos perdían la estabilidad de su espíritu y atacaban a
La Región Del Fuego durante la revolución de La Región Del agua.

Claro, durante la guerra futura, esas mismas espadas fueron alteradas para cazar almas de
cualquier tipo. Radfield aún podía recordar clara y vivazmente como los soldados y criaturas
inocentes llegaban a la sede médica sin un alma al cual llamar.

De repente, la sonrisa de Danish se agudizó.

—¿No sabes sobre la historia de tu región? —preguntó. Pero Radfield lo entendía, estaba
exhausta y de un especial mal humor. Lo que significaba no desaprovechar una buena
oportunidad para educar—Antes de ganar la inmortalidad, muchas criaturas murieron en las
guerras para construir un nuevo sistema de orden.

Los primeros en crear criaturas inmortales, a los guardias Lemnos, fueron La Región De La
Tierra. Como la Región Del Agua no le propinaba la hidratación necesaria, La Región De La
Tierra le negó la adquisición de las criaturas Lemnos y hubo una pequeña disputa entre
ambas regiones para finalizar con el robo del experimento.

Naturalmente, La Región De La Tierra hizo un tratado con La Región Del Fuego al tener un
enemigo en común y se desató la guerra.

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—¿Por qué continúan creando criaturas con un cuerpo físico mortal, si ya existe la
inmortalidad? —preguntó Radfield a la ligera. Mientras más hablara Danish, era mejor.

Aún le era difícil ver su rostro dormido sin asociarlo al rostro en el ataúd de fuego fatuo.

—¿Cómo ganar una guerra donde no existen bajas?

Radfield miró los ojos fénix de Danish y no pudo evitar sentir que se suavizaron. Como agua
congelada que caía de un manantial bañado por la luz solar.

—¿Qué pasa con las almas de las criaturas que mueren en la guerra?

—Normalmente son reivindicados como los Lemnos y se les asigna una misión o se les
congela. Rara vez se le exilia a una criatura.

—¿Entonces, las peleas territoriales..?

—Criaturas de grupos minoritarios que no están de acuerdo con el régimen actual. Se ha


visto que no todos son exiliados. Los exiliados son mortales.

—¿Cómo los atrapan?

—¿Sabes cómo se divide un alma?

Los labios de Radfield se cerraron en una fina línea recta. Por supuesto que a esa edad no
debería saberlo, mucho menos por su estatus.

Dividir un alma era el segundo paso para disiparla. Por supuesto que debía de existir un
motivo para elegir un camino tan suicida. Si el alma se divide, aún puede salvarse la vida de
la persona en otro recipiente. Si el alma era dañada en el proceso, no podría repetirse el
método ni sería una vida saludable para la criatura, quien no sería capaz de generar flujo
espiritual y se volvería dependiente de otros flujos para seguir viviendo. Este tipo de daño
era llamado “Fragmentación del alma”

No era muy diferente al tipo de vida que mantenía Radfield antes de dominar la refinación
del Siarun.

—Eso es justamente lo que haré. Con mi tipo de Alma Elemental no necesitaré de nadie.

—Hay mucha corrupción ¿no? —bufó Radfield tratando de quitarse el escalofrío.

—No menos que La Región Del Agua. —respondió la criatura. —Mi padre no es alguien que
daría su amabilidad por el conocimiento. Algo buscaba aquí y La Reina Celina codiciaba una
razón para infiltrarse.

Mi padre, por otra parte, no buscaría un motivo para molestarla ni para ser su foco de interés
naturalmente.
Si mi padre se alió con La Región De La Tierra, debió de ser por avaricia, algún sentimiento
codicioso o..

72
O, tal vez, estaba buscando a mi madre.

Radfield dejó escapar un suspiro silencioso. En su primera vida, había estado tan embobado
por Nayaret que había dejado en segundo plano lo que ocurría en la mente de Danish.

—¿Tu madre?

Su larga melena era tan espesa que lograba esconder gran parte de su rostro. Si estaba
triste o no, Radfield no tenía posibilidad de saberlo. Tal como una armadura, la protegía de
cualquier mirada de desprecio que pudieran lanzar.

Incluso su voz fue fría y monótona, como si estuviera narrando algo que nada tenía que ver
con su persona.

—Huyó hace años con un humano, después de La profecía De La Región Del Agua. Nunca
más se supo de ella.

La ropa sencilla y moderna que había empacado no era mucha. Radfield miró el pequeño
bolso por un tiempo, lo suficientemente largo como para divagar. Conoció a la grandiosa
oficial de La Región Del Fuego, pero había tantas cosas que no sabía de ella. Y,
desafortunadamente, ya estaba empezando a olvidar.

Un año después de llegar a la tierra humana, Arian había encerrado su alma por cuatro
años. Para ese entonces, de la joven princesa altanera solo quedaba lo último. Tampoco fue
una reunión agradable.

Después de ser descongelado, sus pisadas pesadas golpeaban el marfil y el eco viajaba por
las adornadas paredes. Cuando empujó la gran puerta, las velas en la sala donde se
reunían temblaron suavemente pero sin desvanecerse. El aroma de las rosas abofeteó sus
sentidos.

—¡Tú! —gritó mientras le apuntaba con un dedo —¿Cómo pudiste?

Las hombreras de cuero de bestia no habían sido tratadas y sufrían de pequeños desgastes.
Tan puntiagudas que los demás oficiales en la reunión no se atrevían a pararse cerca.

La mujer giró lentamente, como si estuviera gastando toda su energía en voltearse para
mirarlo. El corset de lianas estaba tan apretado y junto, que se transformaba en un escudo
para su cuerpo, expandiéndose como una capa de tejido de celulosa hasta llegar a sus
rodillas. Usaba pantalones de combate, como los oficiales militares de alto rango.
Acompañada con un par de botas llenas de barro.
Y su cara, tan helada como solía recordar. Sin embargo, esa expresión estaba lejos de
pertenecer a la princesa de una facción.
Frívolos e imperturbables. Como toda la pestilencia del mundo no pudieran doblegarla. Y
finalmente, sus ojos rasgados se clavaron como un aguijón en su alma. En ese momento,
sintió que realmente había sido picado por un insecto venenoso. Ni siquiera podía mantener
su mirada correctamente.

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Danish no era alguien a quien podría tratar así por mucho resentimiento que tuviera en ese
momento.

Una voz cansada respondió en una oración monótona.


—Se levanta la sesión.

Habían pasado cuatro años. La mente de Radfield había sido golpeada por agua congelada
al enterarse de que lo habían dejado atrás. Congelado en el tiempo. Miró esas botas llenas
de barro mientras las pisadas de los oficiales abandonaban la sala.

Danish movió una silla en su dirección.


—Si vamos a hablar, siéntate y hablemos correctamente.

Pero Radfield permaneció de pie. Un sutil escalofrío tocaba las cuerdas en su interior, como
garras tocando frívolamente una cuerda musical.

—Si no vas a hablar, podríamos dejarlo para..

—Cuando desperté, lo primero que vi fue oscuridad. El centro de operaciones subterráneo


estaba a oscuras sin nadie que pudiera verme o escucharme. —Hablaba como quien
comenta el tiempo desafortunado bajo la tormenta. —¿Realmente decidiste que era lo mejor
dejarme fuera? ¿Qué se supone que soy yo para ti?

Las velas continuaron temblando, igual que pequeñas estrellas en un cielo profundo.
Danish dejó escapar un suspiro inaudible.

—Arian dijo que aclararía este asunto cuando se presentara la oportunidad.

—Sí, claro que lo hizo. —masculló Radfield mientras avanzaba un paso hacia adelante,
temblando. —Ahora quiero escuchar lo que dirás tú. ¿También fue tu plan rastrear a Nayaret
y a mí? ¿Que no se supone que somos amigos?

—Por muy amigos que sean, estamos en medio de una guerra, Radfield. Si lo que le ofrece
la facción vecina los convence, será nuestra cabeza la que aparecerá para colgarse en su
pared. Los estoy protegiendo —lo interrumpió Danish. Al contrario de lo que hubiera
pensado Radfield, Danish permanecía inmutable, como un adulto explicándole la mejor
forma de andar en bicicleta a un niño.

—¿Encerrarme también es parte de proteger a tus amigos?

Las esquinas de los ojos de Radfield había enrojecido por completo. Temía que si esta
conversación no presentaba un punto de quiebre, lloraría como un estupido frente a esta
desconocida con ropa de mariscal.

Por otro lado, los ojos de Danish no parecían sufrir demasiado por la difícil tarea de
permanecer abiertos. Sus ojeras se profundizan a medida que se acercaban a sus
párpados, arruinando así una perfecta piel de noble.

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Danish había viajado por ambas facciones amigas para exterminar a las minorías que se
habían unido a La Región Del Agua. Sin descansar, sin comer, pero claro. Era inmortal ¿a
quien le importaría si un noble inmortal no dormía desde hace seis meses? ¿Qué vida está
en peligro? ¿Dónde estaba la prioridad?

Por supuesto, en controlar a las minorías mortales que habían sido reclutadas con armas
capacitadas para absorber las almas de los Lemnos.

Si antes La Sede Médica estaba saturada con Lemnos con su alma vagando alrededor,
ahora llegaban sin un alma, ni la capacidad para volverse a usar.

Y eso, actualmente Radfield sabía que era sólo la punta del iceberg.

En tan malas condiciones, ¿cómo no pudo haberse dado cuenta de lo mal que estaba? ¿De
lo exhaustiva que se sentía o de lo frustrada que estaba?

—Por supuesto.

—¡No mientas! —bufó Radfield. —¡Tanto tú como La Reina Celina creen mi estúpida
profecía! ¡No seas cínica!

—Si estuvieras aquí entenderías que es mucho más complicado que tu poca claridad para
ver esta situación. Si no fuera por Arian, te hubieran matado hace cuatro años.

—¿Desde cuándo te importa si vivo o si muero? Se sincera contigo misma, temías que La
Región De La Tierra se rehusara a colaborar contigo por darme tu protección. Me ocultaste
del mundo para que no se enteraran que aún seguía con vida. Cuando me hiciste esto no te
preocupabas por mí, si no por ti misma y tu reputación como futura gobernante.

Radfield avanzó unos pasos frente a ella. Su vitalidad joven e imprudente le daba esa
valentía temeraria. Estaba furioso, se sentía herido. Después de cuatro años sin saber nada
sobre el mundo exterior, naturalmente se sentiría fuera de tiempo. El rostro de Danish se
ladeó sutilmente hacia la izquierda, dejándolo ver la gargantilla que siempre adornó su
cuello.

Por mucho que hablara, Danish parecía estar hecha de hielo. Nada podría perforar y
degradar su interior. Nada sería lo suficientemente filoso para desgarrar su corazón.
O eso pensaba.

—Tanto tú como yo somos conscientes del sabotaje que creaste. Si fuéramos verdaderos
amigos, en un inicio no te hubieras negado a mi relación con Nayaret por la diferencia racial
¿no es así?

Los cansinos ojos de Danish se quedaron quietos, como una roca fría en medio de la marea
alta.

Cuando Radfield volvió a ver a esa Danish, en ese momento, sintió que realmente había
hecho algo malo, que realmente había apuñalado a alguien, como si sus palabras fueran
capaces de perforar algo más que el simple aire entre ellos.

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Fue una de las pocas veces donde había logrado ver ese vago rastro de dolor en sus
agudos ojos, pero sonreía. La oficial sonreía miserablemente.

—Si eso es lo que piensas. Entonces no tenemos nada de qué hablar.

No lo había entendido, tal vez nunca sería capaz de comprenderlo. Ese recuerdo ya no le
correspondía en esta línea de tiempo de todas formas.

Pero no significaba que no le hiciera daño, que nunca existió. Se aferró a ese último
recuerdo antes de la tragedia, como una hormiga aferrándose a la tensión del agua. No
quería olvidar, no quería que sus recuerdos se disiparon a la deriva. ¿Cómo podría aprender
de ellos entonces? La angustia se apoderaba de su mente cada vez que ella cerraba sus
ojos para pestañear temblorosas y aturdidamente. Si para ese momento Danish había roto
sus lazos de amistad con él, Radfield no lo sabía.

Cerró sus ojos y se permitió pensar por un momento en todo lo que había perdido por no
aclarar su situación a tiempo, en todas las oportunidades que había dejado en el aire como
las hojas que escapan del otoño en el viento cálido. Radfield supo tarde que sus palabras
eran sinceras. Era sólo que el precio para obtener una respuesta fue tal vez demasiado alto.
No iba a permitir que este tipo de problemas arruinaran su amistad esta vez.

Las manos de Radfield se inclinaron, enlazando sus dedos entre los de ella.

—Dame un comunicador. Te hablaré todos los días.

El ceño inmutable se frunció otra vez, como dos espadas peleando. Solo que una de las dos
había atacado demasiado arriba, dando la impresión de que habían perdido la batalla. Como
un escudo roto. Aunque duró sólo un instante.

—¿Cómo estás tan seguro de que puedo hacer eso? —preguntó con un hilo de voz

—Lograste agregarme un dedo más a mis manos. Puedes hacer lo que sea. —respondió él
con gentileza.

Los hombres son un poco diferentes a las mujeres. La mujer usualmente trae una sombra
delicada perfumando su Alma Elemental. Los hombres son como bestias, saturados de
energía y brutalidad.

Pero Danish era una criatura de fuego, inmortal, sus heridas sanaban rápidamente y
Radfield un descendiente humano de agua que aún conservaba el piquete de aguja en su
mano.

Tal vez era esa la razón, por lo que ambos dedos encajaban como engranajes perfectos.

—Tienes que volver con vida. —susurró Radfield. Las esquinas de sus ojos volvieron a
enrojecerse. Su agarre temblaba con frecuencia. Ante esta nueva situación, Danish no sabía
qué hacer. Sin nada más que pensar, sacudió su chaleco por reflejo.

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—No es como si pudiera morir, ya sabes..

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Capítulo 8: Plan interrumpido 2.
—Es escalofriante lo mucho que se parece a ti..
Al igual que cuando crearon una cáscara idéntica a Radfield, el cuerpo en la cama de paja
descansaba silenciosamente.

—En el frasco que me diste ese día. —comenzó Danish. —La realeza no tiene permitido
contacto con agentes peligrosos, mucho menos con elementos como el Siarun o sus
derivados.

Las palmas de Redfield humedecieron y picaron con solo escuchar la primera parte de la
oración.

—Llevas mucho tiempo recogiendo este mineral sin decirle a nadie, ¿no es así?

—¡No es lo que piensas! —exclamó precipitadamente. —No lo traficamos, lo usábamos para


uso personal.

Danish ladeó su afilado rostro, era bonita, pero dentro de ella había una furiosa bruma
otoñal que no permitía ver el interior. Escondida.

—El Siarun poco refinado es útil para impedir la regeneración del cuerpo. El Siarun
mezclado con esencia de madera de La Región De La Tierra es útil para mantener
operaciones recientes o extracciones en inmortales.
¿Es una clase de secreto de La Región Del Agua?

Los ojos vidriosos de ansiedad continuaron mirando hacia la nada, Radfield no sabía
exactamente qué decir. Si revelaba que la persona que lo crió era una curandera de
exiliados mortales ¿sería mejor?

Radfield sabía que tenía muchos secretos, desde su renacimiento hasta el verdadero trabajo
del que formaba parte y de lo que solía ser. Y sin embargo, ni con dos vidas vividas lograba
hacerle frente a ella. Contarle sobre el sabotaje de La Región Del Agua, sobre los
experimentos en Lemnos y sobre su reencarnación…
Tal vez lo merecía, tal vez era mejor que lo supiera por su boca que por otro lugar. Pero
justo cuando sus labios se habían animado a abrirse, ella interrumpió.

—Si no quieres decirlo, no lo digas. Ahora tenemos que preocuparnos por esto.
Es una cáscara que necesitará beber al menos tres litros de agua al día. Lo demás lo hará
por sí misma. Si quieres hablar conmigo, sólo presiona su pulsera.

Los ojos vidriosos de Radfield se aliviaron, pero la punzada de culpa seguía carcomiendo su
vientre y corazón cuando levantó su mirada.

—¿Qué harás si la encuentras? ¿Vas a entregarla?

—Necesito saber cómo llegó a este mundo. Ella es la clave para poder volver.

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Radfield solo recibió un apretón de esas delgadas manos antes de que por la noche ella se
marchara, sin dar la vuelta para mirar hacia atrás. Así era Danish después de todo. Solo qué
tal vez Radfield no esperaba que la línea de tiempo fuera afectada, no tan rápido.

La oscuridad se apoderó de su mente y no supo más sobre sí mismo. Solo el hormigueo en


su nuca y el constante traqueteo de un especie de auto viejo. Era espacioso, estaba limpio,
y las voces agitadas de muchas personas golpearon sus oídos como olas de marejada en la
superficie de una roca.

—¿Por qué lo trajiste con nosotros? ¿Sabes que es el enemigo?

—Nosotros te trajimos a ti y ni siquiera pudiste elegir un auto decente.

La voz monótona de una joven sacó del estado de somnolencia al aturdido Radfield. Junto a
él, Nayaret estaba de brazos cruzados, con la mirada fija en el rostro de Bryan quien
conducía el furgón. Al otro lado, se asomaba un silencioso Blue picándole la cara a Danish.

Habían sido secuestrados, otra vez.

—Rad ya despertó. —informó Arian.

Su boca se sentía reseca y su cabeza daba vueltas. Ser un humano ordinario era muy
agotador.

—Arian, ¿por qué…?

Arian miró el rostro pálido de Radfield. Su lente magnético le recordaba un poco a los
artefactos que usaban los Lemno. Y entonces Radfield lo entendió.
Lo sabían. Ellos lo sabían.

Con la fuerza que no tenía, golpeó la boca de su estómago. Arrastrándose por las sillas
llegó a toda velocidad junto a Danish. No importaba si era descubierto ese día. No importaba
si usaba sus habilidades otorgadas en la guerra para escapar. Estaba dispuesto a arriesgar
su último respiro para evitar la tragedia que se avecinaba.

—¡Rápido, sédenlo! —gritó una voz femenina. Y antes de que el agua del más cercano, que
acababa de estallar. Un golpe limpio aterrizó en su cabeza.

El grifo explotó, pero nadie prestó la suficiente atención como para notarlo. El viento del
otoño cálido revolvió su cabello café opaco y el césped acarició sus pies desnudos.

El límite entre La Región De La Tierra y La Región Del Mar era muy marcado y surreal. Si
caminas unos cuantos metros, ya podrías sentir la arena caliente entre tus dedos. Miró hacia
abajo. Entre sus manos había un mortero de mármol. Estaba moliendo hierbas.

El Siarun era un elemento naturalmente nocivo, pero si se diluía y era refinado, podría
usarse para muchas cosas beneficiosas. Pero claro, el primer uso que Radfield le dio al
Siarun fue para hacerlo incapaz de regenerar partes del cuerpo.

79
Lógicamente, una persona que estudia un elemento altamente peligroso debería partir por
partes de animales, partes de bestias hasta finalmente hacerlo en partes de criaturas y
humanos. Pero Radfield no era ese tipo de persona. Así que usó el Siarun diluido en sí
mismo.

Las vendas en su pecho habían dejado de sangrar y finalmente había terminado de


regenerarse.
Miró la sombra de su silueta, completamente satisfecho consigo mismo. Unos pasos ligeros
lo detuvieron de su labor.

Miró el rostro de la criatura con forma humana mientras se sentaba junto a él.

—Llegaste, hice sopa ¿quieres que entremos? —preguntó Radfield. La mujer acarició su
cabello con despreocupación y le mostró una hoja en blanco. Usando sus dedos con garras,
dio varios giros.

Gotas de rocío flotaron hasta llegar a la hoja, manchándola y mostrándole a Radfield un


mensaje encriptado en el idioma del agua.

—“¿Quieres que te muestre?” —leyó Radfield. Sus ojos se iluminaron como dos pequeños
faroles bajo la noche. —¡Sí! ¡Muéstrame qué hiciste hoy!

La criatura sonrió y moldeó pequeñas figuritas de gotas de humedad. Haciendo mímica, las
figuritas de agua le contaron a Radfield como había sido el día de su cuidadora. En la
frontera de La Región Del Agua, solía refinar el Siarun para ayudar a las criaturas exiliadas
y, por decirlo de alguna forma, venderlo según las necesidades del comprador.

Radfield y ella tenían un secreto. Planeaban abandonar el mundo gobernado por criaturas y
vivir una vida normal en el mundo humano. Pero para eso, ambos debían dejar su linaje
atrás, dejar su inmortalidad y dejar la seguridad que La Región les proporcionaba.

El Siarun podría ser un arma mortal como una cura para estabilizar incluso la más mínima
posibilidad de vida. Curar La Fragmentación Del Alma tampoco podría contar como
imposible. Y eso era lo que necesitaba su cuidadora, una buena razón para que este
pequeño estuviera en la mira de la realeza. Después de morir por servir a su majestad, al
ser una sirvienta leal, La Reina Celina mandó a restaurar los pedazos de su alma que
habían sido dañados por los bombardeos, y unificarlos. Era sólo que con el poco
conocimiento sobre el Siarun en ese entonces, naturalmente no podrían saber que había
salido mal.

O tal vez, era una oportunidad para La Reina Celina. Si Radfield lo pensaba, podría
perfectamente tratarse de un intento de asesinato con la fachada de una guerrilla entre
minorías. Solo había salvado un poco de Siarun diluidos que no había sido destruído por el
Siarun bruto. Actualmente, ese Siarun había caído en manos de Danish para poder emular
el Siarun bruto que ambos habían utilizado para amputar.

Se sentía muy abochornado. Un cuarto de su mejilla se quemaba y estaba seguro que


pronto se iba a tostar, mientras que el resto de su cuerpo sufría un frío intenso. Cuando
abrió los ojos, se encontró con una tetera hirviendo en un quemador sobre una fogata, lo

80
cual no sería un problema si no fuera porque a un lado también se estaba cocinando un
pedazo de enredadera verde.

—Rad ya despertó. —comunicó una voz fría a su lado. Los ojos atolondrados de Radfield
corrieron a toda prisa para mirar de quien se trataba.

Pero ya no era un joven iluso para creer a primera vista que se trataba de su cuidadora.
Cuando giró su cabeza, se encontró con una melena azabache conversando amigablemente
con Danish y Arian.

Pero esto claramente estaba mal. Blue en ese momento de su vida estaba concentrado en
recuperar su nave, incluso faltaría a su instituto solo para continuar reparando al
comunicador. Su cabello de fuego resaltaba aún más frente a la fogata. Su garganta sufrió
un nudo imposible de desatar, adolorido, preguntó. —¿Qué hacemos aquí?

La sola idea de que Blue estuviera junto a Arian sin pelear era inaudita, pero ver a Danish
siendo descubierta era simplemente desconcertante.

—Ya lo sabemos. —empezó Arian. —No es necesario que mientas. No planeamos llevarnos
a Danish. Ahora que hay un problema aún más grande, nos parece que dejarla con nosotros
es mucho más eficiente.

Al lado de Arian, Blue descansaba su espalda apoyándose en un tronco viejo, sin ánimo ni
energía para mirar a nadie.

Por un instante, Radfield dudó si sus intenciones eran ciertas. El par de años peleando
había acabado en un acuerdo tácito entre enemigos. Radfield estaba atónito, pero aceptó
este cambio de destino con buena cara. Este viaje sería mínimo por un mes, siendo sólo
seres humanos, no podrían evitar retrasarlos.

Aún así, tenía la fuerte corazonada de que no serían una gran amenaza para sus planes.
Aún.

—¿Qué harán con su instituto?

—No tardaremos demasiado. —inquirió Nayaret. —Arian tiene contactos.

—¿Daniel? —preguntó Radfield mirando a la chica frente al fuego.

Sus ojos estrechos se suavizaron, como la calma después de que los pétalos caen al lago.
Con solo sentir esa mirada, Radfield entendió que no estaba dentro de los planes de la
princesa revelar algo sobre él.

—Ya lo saben. No hay nada que hacer al respecto.

Era una forma liviana de decir “dejaremos que nos sigan” Radfield estaba sin palabras. Miró
al grupo conversar sobre el suelo mientras veían la tableta de Arian. Era un mapa geográfico
de la región.

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Gran parte de su historia se había acortado en un pestañeo.

—¿Cómo lo hacen los Lemnos para vivir por tanto tiempo? ¿Qué comen? —preguntó Arian
mientras distribuía comida instantánea.

Una tos seca interrumpió levemente su conversación. Indignado, Blue dejó a un lado la
comida instantánea que había tomado del bolso ajeno.

—La mayoría de los Lemnos no necesitan comer. Son envases recargables con luz solar.
—conversó Danish.

Radfield vio como Blue y Arian intercambiaban una mirada corta pero sorpresiva. Esto
también estaba mal. En su vida pasada, Danish jamás había entablado una conversación
tan íntima con Arian, ni con nadie realmente, por lo que sus intercambios de palabras se
limitaban a órdenes entre gobernante y médico.

—¿Luz solar? —preguntó Blue interrumpiendo. —Nunca necesité tal cosa. Es una prueba
de que soy un ser superior, como en las leyendas humanas.

Un poco de dolor se asomó en las esquinas de los labios de Radfield.

—Los Lemnos suelen medir más de dos metros. —susurró Danish. El rostro de Blue fue
apagándose mientras más escuchaba. —Los Lemnos de La Región de La Tierra suelen
comunicarse por sus antenas, cuando esta está bloqueada, por lo general cambian de color.

—Entonces —inquirió Blue. —¿Estos envases pueden expulsar baba de su cuerpo para
atacar a su enemigo?

Danish frunció sus cejas con evidente extrañeza. —No he visto ningún registro de Lemnos
que pueden expulsar baba, pero sí pueden generar y copiar la forma de un cuerpo.

Todas las miradas cayeron en Blue. Radfield sabía perfectamente que Blue no podía hacer
nada de eso. Blue era un ejemplar único, una combinación de una criatura con habilidades
de Lemno. Aunque, muy a su pesar, no había sacado nada de sus habilidades especiales.
Un silencio absoluto se apoderó del lugar, permitiendo que los jóvenes solo pudieran
escuchar las cenizas quemándose en el fuego ardiente.

—Tal vez por eso te quedaste enano. —murmuró Arian, interrumpiendo el ambiente.

Las largas enredaderas ya habían enrollado las costillas de Arian cuando Danish se levantó.
Usando sus largos dedos, alcanzó las brasas en el fuego y las sostuvo frente a ellos. Los
humanos querían información, no había nadie más que ella para satisfacer su curiosidad
Después de todo, ellos serían los que se quedarían en esta tierra a esperar su día del juicio
al final. Darles un empujón ya contaba cómo amabilidad.

—¿Y tus poderes? —preguntó Blue.

—Según nuestra fecha de nacimiento y la combinación de nuestra herencia, a cada criatura


se le designa la región a la que va a pertenecer. En el caso de Blue, es probable que haya

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nacido bajo el elemento tierra en los laboratorios subterráneos.El Alma Elemental es la que
se decide por herencia.

Los ardientes pedacitos de carbón saltaron como pequeños humanos alrededor del aire. A
un lado de ellos, una flama sin forma los admiraba en silencio.

—¿Cómo es posible eso? —preguntó Arian.

—Antes, mi mundo solía ser poblado por humanos en su mayoría. Derrochaban su fortuna y
quemaban los bosques por sus creencias ridículas por décadas, mientras que las almas
elementales sólo se dignaba a observar. Fue cuando estos elementos principales
evolucionaron que la raza humana decayó.

Los “poderes” que mencionas son gracias a nuestra Alma Elemental. Viaja entre nuestros
puntos de acupuntura y venas. Solo la nobleza puede generar sacos en su flujo de sudor
para crearlo.

Arian dejó a un lado el cuaderno donde tomaba notas para darle una mirada solemne a
Danish.
—Entonces ¿Cómo fue que la tierra como la conocemos cayó en manos de estas criaturas?
¿Hubo un acuerdo?

—¿Acuerdo? —resopló Danish con indiferencia. —No puedes llegar a un acuerdo con las
hormigas de tu jardín.

El sonido del fuego ardiendo era tan sofocante como consolador. Arian acomodó su lente
magnético tan rígidamente que incluso alguien como Blue notó la insufrible tensión en el
ambiente.

—¿Ya ves? —escupió Blue —Tu especie inferior ni siquiera fue capaz de defender su
planeta antes ni tampoco podrá hacerlo ahora.

Arian dejó caer sus espesas pestañas en el rostro pálido de Blue, el tipo de piel anémica y
cansina atrajo por un minuto su curiosidad. Sin embargo, sabía que habían prioridades en
ese momento. De mala gana, se giró hacia Danish. Este fugaz momento pasó como brisa
otoñal para todos, menos para Radfield, quien había usado adhaerere en él.

Y, por lo tanto, podía sentir sus sentimientos.

La relación de Arian y Blue había sido una declaración mutua de odio. Desde que se
conocieron, recorriendo la lúgubre bruma de la guerra, hasta que Arian perdió su vida.
Y al estar congelado por tanto tiempo, Naturalmente Radfield no pudo saber más sobre su
acuerdo de tregua.

—¿Qué pasa con la política en tu mundo? ¿Hay algo como los ministerios o solo son reyes
colonizando terrenos?

—Yo soy la representante de más del noventa por ciento de La Región Del Fuego. El resto
bien puede ser una minoría o exiliados. Mi palabra se toma como orden bajo el criterio del

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bien común. Las criaturas dan una porción de su Alma Elemental como moneda de cambio y
protección contra los conflictos territoriales. Cuando necesitan que los jefes de las regiones
se reúnan, en un futuro sería a mí a quien llamen.

—Pero si aún se rigen por esta especie de monarquía, ¿no significa que debes casarte para
que el próximo rey gobierne? ¿Fue esa la razón por la que huiste aquí?

Y nuevamente, solo se escucharon las llamas crepitar en la ardiente fogata.


Danish, quien hasta el momento hablaba como un director dando una conferencia, de
repente se quedó en silencio.

—Así es.

Tal vez porque nunca se había utilizado la palabra “huir” junto a su nombre, pero era
indiscutible que sonaba impensable tanto para ella como para Radfield.

Al día siguiente, avanzaron hasta llegar a un pueblo a las afueras de su ciudad. El clima
empezaba a sentirse sutilmente en sus mejillas.

Entre las poco recorridas calles, caminaron frente a las tiendas de perfumes tradicionales.
Danish era el tipo de criatura que no le gustaba quedarse atrás en un grupo grande. O
caminaba a la cabeza o simplemente no participaba en él. Por lo que fue difícil para Radfield
encontrar un punto muerto donde pudiera tomar su mano.

“¿Por qué no les dijiste nada? “Escribió en un tembloroso encriptado de la región del agua.

En sus recuerdos, Danish siempre hacía todo lo necesario para sus propios objetivos, aún si
eso significaba tirar vidas por la borda. Era ese tipo de oficial tiránico con sangre de hielo y
huesos de acero. Danish entrecerró sus ojos con pesadez, nada en su expresión logró
traicionarla en ese momento. El sol arrancó pequeños destellos de su oscuro cabello, como
un largo de tinta siendo acariciado por la luna fría. Mirarla era como mirar un oscuro pozo
con la luz al final del camino. La admiraba, la admiró en el pasado y también la admiraría en
el futuro.

Solo qué tal vez no era el momento para quedarse mirando a alguien en medio de la calle.
Una recta espalda interfirió con su caminar y el golpe lo devolvió a la realidad. El grupo se
detuvo a observar una librería. Dentro del círculo estaba Blue con el rostro pegado a la
vitrina.
—¿Has visto lo que los humanos escriben? Claramente está encriptado en algún lenguaje,
estoy seguro.

Nayareth arqueó una ceja.


—¿No eres capaz de traducirlo?
—¡Lo soy, dame más tiempo! —Bufó Blue, su amarillenta cara estaba tan pegada al vidrio
que estuvo a punto de romperlo.

Sin embargo, tanto Danish como Radfield sabían que no importaba cuánto se apretujaba
contra la vitrina, no existía forma de que Blue pudiera traducir una lengua que nunca antes
había hablado.

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—No importa cuánto mires, no podrás descifrarlo.

—¡¿Por qué no?!—exclamó Blue —¡Solo lo dices para que nos vayamos!

—No digo que no sea un idioma encriptado. Solo digo que tú no eres capaz de leer algo que
no sea de tu región aunque lo intentes por meses. —explicó. —Tendrías que estudiar desde
tu nacimiento o adquirir algún elemento externo para potenciarlo.

Era también una forma amable de decirle que una criatura de su raza no estaba capacitada
para descifrar un encriptado ajeno. Los Lemnos no estaban configurados para tener una
super inteligencia, que Blue fuera un Lemno con un alma propia ya podría considerarse
como bendecido.

Mientras Blue saltaba en una pata, la afilada nariz de Danish se acercó sutilmente,
olisqueando el aire. Miró con fea expresión la forma de ese libro antes de dirigirse a la
entrada.

—Esas bestias horribles son inspiraciones de nuestros ancestros aquí. No sería extraño
pensar que alguien más los haya visto. —escupió Blue, ganándose por primera vez una
mirada diferente de Danish, pero sólo fue una leve sonrisa que se desvaneció tras su
melena y tras su espalda que desapareció tras la puerta de madera. Dejando a todo el grupo
atrás congelados de la impotencia.

—¿Por qué entró ella sola? —preguntó Blue con desdén —¿Nos ve como calidad de bulto?

Arian le dio una mirada de soslayo a Radfield, quien sólo se limitó a sonreír débilmente.

—No lo tomen a mal, ella siempre es así. Pero podemos hacer algo mejor que esperar.

Radfield miró un charco de agua en el suelo, luego de hacer señas para que los demás se
acercaran, comenzó el proceso de adhaerere compartido. Sacó su collar, permitiendo que
los demás se acercaran.

—Danish siempre da cosas útiles. —Su susurro fue alto, esperando a que los demás
también lograran escucharlo. No deseaba ser el blanco de mira para su nuevo grupo.

El interior de la tienda estaba vacío. Algunas gotas de rocío en las flores de interior
permitieron a Radfield el poder necesario para movilizarse sin problemas hasta llegar al
subterráneo. Escaleras abajo estaba Danish junto a una desconocida. Hablaban
casualmente, como cuando Danish hablaba con sus sirvientes.

—¿Desde cuándo hay acceso ilimitado a este mundo?

—¿Desde cuándo? Desde siempre.


En un inicio, nuestros ancestros llegaban a este mundo a través de El Bosque.

—¿El Bosque? —preguntó Danish sin comprender.

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—Un extenso organismo con redes, capaces de almacenar energía elemental, actuando así
como una fuente fuerte de energía universal —respondió plácidamente la criatura que poco
a poco mostraba su forma mientras bajaba las escaleras. —Claro, necesita más de la mitad
de tu fuerza vital para atravesarlo. Por eso la sede de fuego es tan pequeña.

Radfield poco y nada sabía del famoso bosque. Vagamente podía recordar haber sido
vetado de por vida de allí. Sin embargo le sorprendió que esta criatura fuera tan honesta.
Por lo general, es de esperarse que una criatura elemental de fuego sea intrépida y
arrogante. No una amable sirvienta.

—¿Dónde está este bosque?

—Más despacio, ya lo sabrás todo. —dijo la muchacha. —por ahora, quiero mostrarte algo
más interesante. Aún ni siquiera te he contado sobre las leyendas absurdas sobre nuestra
especie.

El espacio se volvió más amplio a medida de que llegaban a las profundidades. Grandes
cuadros de personajes pintados a mano se alumbraron ante las luces artificiales.

—Este lugar se ve viejo. Pero aún así tiene red eléctrica.

—Hace muchos años que existen sedes que acogen a los descendientes de criaturas. Ve
ahí; Nader fue un descendiente híbrido, el único, que pudo estudiar las disciplinas fuera de
su elemento. Vivió en una de las sedes fantasma por años, hasta que los cazadores lo
asediaron.

—¿Cazadores?

—Claro. Solían confundirnos con sus tontas leyendas. ¿Eres nueva en el mundo humano,
no? —se burló la muchacha.

Cazadores. Eso Radfield lo recordaba perfectamente bien. Después de descongelarse, lo


primero que vio a parte de esa solitaria cabina, fue la sede, y después de la sede fueron
esos ridículos uniformes religiosos que todos portaban orgullosamente. Mientras que la
comunidad fantasma seguía siendo una laguna mental para él.

“¿Será una secuela de mi reencarnación?” Se preguntó a sí mismo.

La sede médica representaba al elemento de la tierra, donde mirarás era verde y brillante.
Con ese tipo de paz que sólo un bosque en primavera puede ofrecer. Lamentablemente no
todo era hermoso. Al ser una sede subterránea en algún remoto lugar de Dios sabe dónde,
sus miembros tenían un temperamento difícil y poco comunicativo.

Por eso, secretamente Radfield la llamaba la sede de los ermitaños, en Francia. Incluso los
niños eran ariscos y se negaban a darle una sola mirada para hablar con él.

Radfield dejó a un lado sus recuerdos para enfocarse en toda la gente que había salido a
recibir a Danish, pero algo no se sentía bien. Tal vez eran sus trajes naranjos con detalles
amarillos o quizá su forma extraña de mirarla.

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Algo no le gustaba.

—Ven, te mostraré donde podrás quedarte. —dijo la criatura de cabello cenizo. —Tendrás
que compartir tu cuarto, este tipo solo habla de la leyenda de la serpiente de fuego, incluso
dormido habla sobre a cuántas criaturas tienes que matar para que se presente y te
conceda un deseo.

Pero Danish no la siguió. En lugar de eso, miró a su alrededor.

—Una vez leí que el Alma Elemental noble de fuego es fuerte mientras tenga la mitad de su
vida. Atravesar el bosque requiere consumir la mitad de tu energía elemental, pero ustedes
son criaturas comunes.

Radfield pudo sentir como los ojos ansiosos de las criaturas se quedaban fijos en ella. Sin
nada más, como si sus cuerpos fueran de trapo y no de carne.

—Princesa, va a tener que disculparme.


Largas lianas arremetieron contra su cuerpo, intentando atraparla. Así es, sólo atraparla,
como si tuvieran en consideración que la princesa estuviera consciente.

—Criaturas. La profecía finalmente se ha cumplido.

El ruido de todas esas personas parecía sufrir un extraño efecto de triplicación. Como si de
millones de personas se tratase.
La piel de la criatura cayó como cera entre sus ropas. Su tez amarillenta le dio a Danish y a
Radfield una pista de lo que era.

—Híbridos de humanos.

—Nunca pensaste que un insignificante Lemno podría atraparte, ¿verdad?

—Tus lianas ni siquiera están apretadas. Tu intención no es matarme en realidad. —bufó


Danish.

—Es una lástima. Si te hubieras quedado por más tiempo, te hubiera mostrado un poco más
sobre ellos. Supongo que sólo Mi Señor podrá hacerlo.

Los híbridos se amontonaban unos encima de otros, aplastándose y quebrando sus huesos.
Todo por no dejar de mirarla con esos ojos carentes de un alma completa, simples títeres
bajo un mismo canal de comunicación.

—Su señor no es de la Región De La Tierra. Ellos serían incapaces de permitir esta


aberración. —repudió Danish.

—Yo pienso que es más bien evolucionar. ¿No fueron ellos los que crearon a los Lemnos
para huir de la mortalidad en las guerras? ¿No fueron ellos los primeros en jugar con la
vida? Ellos están vivos igual.

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—Sus almas están quebradas y se conectan a un alma principal para existir, como parásitos
¿que tiene eso de vivo?

La criatura se deslizó hasta llegar frente a ella. Como una culebra arrastrándose hacia su
hogar. Mientras que abajo, la carne se podría y los jugos gástricos se deslizaban entre todos
esos cuerpos. Consumiéndose entre ellos.

—Espero que recuerde sus palabras en el futuro, princesa. Claro que, pasará un tiempo
antes de que Mi Señor venga a este lugar, ya sabes, las criaturas medio humanas suelen
tener dificultades para atravesar El Bosque también.

Mirando el horrible espectáculo, Radfield no pudo evitar aumentar el flujo de agua que se
acumuló por años en la sede y correr directamente contra ella. Como si realmente pudiera
morir. El agua se volvió un flujo, y el flujo explotó en olas hasta llegar a ella y envolverla
dentro. Toda la cavidad de la pequeña sede subterránea quedó sumergida bajo el agua en
un pestañeo.

Al estar ansioso, las olas tampoco podían mantenerse por sí solas y rápidamente se formó
una corriente que lo arrastró lejos de ella.
Todo era oscuro, pero aún bajo la penumbra, Tadfield pudo encontrar su brazo. La miró con
la esperanza de que ella no abriera los ojos aún, sin embargo, la princesa mantenía sus ojos
furiosos en él.

Estaba tan furiosa que había dejado que las burbujas se escaparan entre sus labios.
Con sus dos dedos índice formó una burbuja filtradora y se acercó a su rostro para poder
dársela.

“Me engañaste” estaba escrito en todo su ceño fruncido. Su respiración agitada por la falta
de oxígeno se reguló con dificultad. Si Radfield hubiera llegado un poco tarde, quizá ella
hubiera estado inconsciente y no sabría quién la ayudó. Con tanta información que procesar,
y tantas pruebas, era difícil esperar.

Y, sin embargo, en lo único que Radfield podía pensar era que Danish no estaba respirando.
Ambos miraron hacia abajo, donde los cuerpos fundidos habían atrapado a la criatura,
dejándola inmortalizada como una escultura de cemento, su voz haciendo eco..

—No vas a poder encontrarla sin el humano de la profecía. —declararon algunas burbujas
que lograron escapar de ella antes de quebrarse por completo.

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Capítulo 9: Bestias
Esas palabras chocaron en la mente de Radfield como olas que chocan entre las rocas. Él
ya sabía que no era el humano de la profecía, pero entonces ¿quién? Nadie contaba con
todas las características necesarias.

Sintió como la aguda punzada de la duda recorría sus entrañas a medida que iba
despertando. Con dificultad para enfocar su visión, se levantó de la cama inflable. Estaba en
una tienda de campaña.

—Adhaerere es inestable cuando el anfitrión es inestable. —se burló de sí mismo.

Estaba dentro de la sede, ahora seca, y con mucho espacio.El aroma de las rosas blancas
estaba presente en cada rincon. Los cuadros que habían sido dañados por las violentas olas
poco a poco se fueron reconstruyendo. A su derecha se encontró con el equipo de Arian
haciendo análisis a los restos de esas cosas.

Caminó unos momentos hasta que el evidente sonido de algo crujiendo fue más evidente.
No pudo evitar apoyar su rostro en la esquina para poder escuchar mejor, se quedó detras
de una muralla.

—¿Por qué? ¡¿Tú?! —gritó Arian con el rostro totalmente contraído por la furia. Blue se veía
mucho más cansado de lo habitual, Incluso tenía el cabello desordenado y varias marcas
de garras pequeñas en las mejillas. Estaba muy lastimado.

Radfield no pudo evitar pensar, si Blue fuera un Lemno completo ¿cuántas horas habría
podido conservar su pequeña vida el futuro médico Arian?

—¡Silencio pulgoso!, sólo tomará unos minutos, si resistes te dejaré en paz por lo que queda
del día. —lo envolvió con sus extremidades mientras que con unos aparatos que se
conectaban al estar al contacto con la piel lo inmovilizó para finalmente observar a su
computadora con detenimiento.

Y fue ahí que lo entendió. Entre los complementos en la bolsa de Blue, un Siarun
pobremente destilado brillaba en su típico azul fosforescente.

Pero ¿qué es lo que pensaba hacer con él? Arian era un ser humano. Si trataba de
envenenarlo a lo máximo que lograría llegar sería a los efectos secundarios de la radiación,
y, aún con toda la intención, no podría matarlo.

Arian lo sabía, Blue no sería capaz de matar humanos aunque se jactara de ello.

No podía envenenarlo, no podía cortar su pellejo sin refinarlo y eso traería infecciones. No
podía entenderlo. Lo único que sí sabía, era que había una posible producción de Siarun en
la casa de Blue y eso no lograba animarlo del todo.

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–¿Solo si resisto? ¿Estás bromeando?

—Ahh ¡eres un chico! —susurró poniéndose los dedos en la barbilla. Arian levantó la vista
ofendido.

—¡¿Acaso lo ponías en duda?! —preguntó repudiado. No se imaginaba lo furioso que


pondría aquella pregunta a Blue.

—¡No creas que es fácil! ¡El otro "chico" al que le tomé muestras resultó no serlo!.

Radfield tapó su propia boca para ahogar un grito de sorpresa. Sintió como una corriente de
escalofrío golpeó toda su espina. Angustiado, agudizó más su oído mientras reunía agua de
reserva.

Aún si no podía borrar sus recuerdos como un original Alma Elemental de fuego haría, podía
intentarlo. Cualquier cosa era mejor a que Danish se enterara. Él prefirió continuar
escuchando.

—Si yo fuera él, tampoco lo permitiría. ¡Mucho menos en un lugar como este! —refunfuñó
Arian.

—¡Exactamente por eso!, ¡Nadie entra aquí! — sonrió. Arian tragó saliva con dificultad,
sintiéndose entre la pared y la espada.

Arian levantó miserablemente sus ojos, tan azules como el océano profundo. Ese tipo de
azul brillante y solitario. Ese tipo de azul que destellaba inteligencia entre su lente
magnético. Ahora estaban ansiosos y asustados.

Pero Radfield nunca antes los había visto.

—¿Que planeas hacerme? —susurró asfixiado por aquellas lianas de color verdes. Solo
rezaba para que a Blue no se le ocurriera agregar púas como hace un año, De otra forma
tendría que quedarse en la carpa por una buena semana.

—Verás, estuve estudiando sobre su comportamiento y el porqué de su libre albedrío, y


descubrí que es porque ustedes son seres sensibles con, valga la redundancia, sensibilidad.
Con la nueva información que La Murciélago nos dio, puedo entender muchas cosas de lo
que se transporta débilmente en nuestro interior, y eso se debe a los nervios sensoriales y
su interpretación, por ejemplo no es lo mismo que yo te haga esto a esto. —acercó su dedo
delicadamente el cual golpeó la punta de la nariz y posteriormente, con fuerza
desproporcionadamente grotesca, le propinó un gentil puñetazo en el rostro. —Ambos son
dos tipos de estímulos. El primero no es idéntico al otro.

—Soy un genio.

Él sonrió mientras su máquina tintineaba de horrible manera. Blue trataba de encontrar los
puntos de acupuntura por los que se transportaba el flujo del Alma Elemental, el cual no era
diferente a un sistema nervioso.

—... Blue, yo era aspirante a médico, los seres humanos tenemos muchos nervios en
nuestro sistemas. En tal caso me llenarías de cables. ¡Esto no tiene sentido!

—¡Cállate, ser inferior! —bufó el otro. —Ni siquiera conocen la mitad de su mundo
submarino.

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Cables iban y venían. Después de menos de un cuarto de hora terminó de ponerle todos los
cables. Radfield retuvo aún más su ya silenciosa respiración y se forzó a mantenerse rígido
aún cuando su cuerpo temblaba incontrolable por la ansiedad.

Sabía que ambos nunca antes se habían llevado bien hasta después de que Danish fue
llevada a juicio. Atento, continuó esperando a que la máquina recibiera las señales de los
nervios.

—¿Por qué todas reaccionan igual? Debería existir varianza. —Sus cejas estaban fruncidas.
Blue tenía un temperamento horrible, pero casi nunca había visto tanta decepción en su
amarillenta cara.

—Es porque te odio.

Era una buena respuesta, al igual que gracias a esas conexiones, en el futuro podrían ser
capaces de convivir con el alma.

—¿Quieres decir que depende de ti la interpretación de mi máquina? —gritó enojado y


evidentemente sorprendido, Arian sonrió con furia mientras que algunos cables caían de su
boca al suelo

—Solo perdiste tu tiempo. —Dijo. Blue le tomó la cara repentinamente para examinar

—Tu cara no es para nada elástica. —gruñó mientras observaba cada imperfección y lunar.
Acercó sus pulgares para finalmente tocar sus mejillas, para Blue era como tener el mejor
conejillo de indias que existiese, sin embargo para Arian era la tortura más intensa que
había experimentado durante su estadía en La Sede. Blue torció su boca con malicia.

—¿De qué te ríes? —preguntó Arian.

—Recordé que ustedes, los seres humanos, tienen sensores en su lengua.

Radfield lloró internamente por la mala suerte de su amigo y dio un paso al costado.
Después de todo, si seguía siendo imprudente e interfiere más, temía no poder hacer nada
al respecto para arreglar su error. Ya que, en el pasado, recordaba haber visto a Arian con
los labios terriblemente rotos y a un Blue tragón por dos semanas.

Un Lemno con características humanas y un humano siendo destilado como Siarun bruto.

Este momento era importante para el futuro, su futuro.

Ahora que tenía conocimiento avanzado del Siarun, podía entender que una réplica barata
había sido cerrada esa noche. Podía imaginarse claramente las lianas y las raíces
enroscando a Arian hasta copiar cada centímetro de su circuito nervioso. Pero ese ya no era
su problema. Gracias a ese descubrimiento, Arian no tardaría en involucrarse en la
destilación del Siarun para ser un médico ermitaño en una Sede en Francia.

Era su evento canónico. No volvería a interferir.

De pronto, mientras caminaba hacia la carpa, escuchó unas voces.

—Es tejido humano. Pero su producción de telómeros es irregular.

—¿Qué tan irregular? —preguntó Bryan mientras se acercaba a Nayareth.

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—Es como si no envejecieran, como si de piel de bebé se tratara.—respondió Nayreth con
un bostezo al final. —Como si sus células estuvieran reiniciándose todo el tiempo.

Todos los cuerpos híbridos se habían mezclado en uno solo. Como si de cera caliente se
tratara, habían funcionado sus costillas y unido sus espaldas hasta hacer un monte de
moléculas y desperdicios humanos.

—¿Reiniciándose? —bufó Bryan. —Solo son un montón de moléculas miserables por el


resto de la eternidad. Ni siquiera pueden mantener un proceso mental decente.

Bryan lanzó una patada sin esperar que dicha masa rígida se volviera líquida en un
parpadeo, tragándose sus pies en un instante. Al levantar la mirada, Bryan se encontró con
algo que no era ni humano ni monstruoso. Con una cara derretida e irreconocible, la cosa se
abalanzó hacia él.

—¡Hazte a un lado! —escupió Nayareth hasta llegar a su costado. Su cabello cenizo destelló
mientras jalaba el cuerpo de Bryan hacia la superficie.

—¡Eso no va a funcionar! —gritó Radfield mientras se tambaleaba. —¡Necesitan un arma


elemental! ¡Llamen a Danish!

Pero no había forma de saber donde se encontraba ella. En su desesperación, y al ver que
la mitad del cuerpo de Bryan era absorbido por la energía elemental de esas almas
quebradas, no tuvo más remedio que correr por sí mismo.

Miró hacia donde estaba la concentración de corriente de aire. Allí, una gran pared de
corteza de árbol le dio la luz que necesitaba para avanzar. Introdujo con brusquedad su
mano dentro y de ella sacó una rama de sauce negro viejo, le faltaba la punta, pero era más
que suficiente como para usarlo. Era sólo que cuando se giró lo único que pudo ver fue
como el alma de Bryan era opacada por las otras restantes.

—¡Es posesión! —masculló envuelto en ansiedad —¡Las almas fragmentadas intentan


poseerlo!

Al mirar esta escena, Radfield no pudo evitar recordar cómo era el clima en el campo de
batalla, donde millones de Lemnos corrompidos atacaban a los guardias de la nobleza con
la misma técnica. Con el fin de esparcir su control y acaparar más territorio, los Lemnos
modificados introducían un parásito del alma, destruyendo el alma de su huésped para
reemplazarla con la suya.

No era mala idea nombrarla “posesión”

El mineral Siarun tenía muchas cualidades, algunas más negativas que positivas. Tal como
los oficiales que querían apresarlos en el ministerio de anulaciones mantenían una
comunicación a nivel neuronal entre ellos. Si se practicaba la disciplina del agua, el
practicante sin habilidad nata podría ver los pensamientos de su anfitrión con adhaerere
después de una ardua practica. Radfield alguna vez fue un humano común después de
todo. Solo por la crisis de la guerra fue que se le permitió refinarse con Siarun y aportar algo
a su mundo.

92
Es solo que al tener un alma vieja en un cuerpo joven las cosas podrían no salir bien.

Los humanos en Ese Otro Mundo eran la casta más baja. La vergüenza de la vergüenza. Lo
peor que podría existir. Y claro, aunque las criaturas solían ser pacíficas, a ninguna le
agradaría ser vista con un humano. Desde cortar sus propios brazos y unirlos a sus
costados o amputar su nariz. El Siarun refinado al segundo nivel impedía la total
regeneración de su cuerpo al individuo.

Esas eran las consecuencias en un cuerpo físico. Cuando el Siarun era refinado al cuarto
nivel se consideraba nocivo para el Alma Elemental, corriendo con el riesgo de su
fragmentación. Había muchas razones por las que el Siarun era un material codiciado. Esta
era una de ellas. Escuchó el sonido de unas solitarias pisadas, el sonido suave de una suela
pisando la madera firme. Le recordaba a las tablas de madera en La Sede Médica.
Personas con ropa religiosa negra iban y venían corriendo para alinearse para ver el
espectáculo en sus memorias.

—¿Bailar? —repudió Blue. —Soy un Lemno, ¿por qué voy a bailar como tu estúpida raza
inferior?

—Incluso el híbrido logró aprenderse los puntos de acupuntura ¿por qué eres tan inutil?
—chilló una voz a su lado.

En ese momento su cabello había crecido por los años encerrado en el congelador. Su ropa
negra religiosa cargaba con amuletos que los miembros de la sede califican como un “pase”
para él.

No era un ser humano. No era una criatura tampoco. Tenía recuerdos cortos de su vida en
La Sede Médica. Sin embargo, nunca podría olvidar su entrenamiento con Siarun nivel seis.

—Incluso puede crear un arma dual ¿no será Blue el problemático? —bufó otro joven. —Ni
siquiera tiene con quien hacerlo.

—Debe ser porque es defectuoso.

Los ojos de Blue enrojecieron. Inyectados en sangre, fulminó a las personas que lo
acusaban.

—¿Y eso qué? —bufó —¿Solo porque es el perro de la princesa murciélago todos ustedes
se pondrán de su lado?

—¿Cómo te atreves? —Los labios de Radfield se habían movido antes de que pudiera
controlarlo. Incluso con su temperamento amable, había algo que no podía tolerar.

Su relación con la oficial, la princesa que lo congeló por tanto tiempo sin importarle nada de
él. Su cuerpo electrizado por la furia se abalanzó sobre la pequeña figura de Blue.

Pero su arma elemental no golpeó a su objetivo.

—Compórtate, Radfield. —susurró la serena voz del jefe de la sede.

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Arian nunca consiguió llevarse a Blue ni entregarlo para limpiar su nombre. En cambio,
mientras el exterior sufría el genocidio y la guerra, él estaba a cargo de una de las sedes
más importantes de la resistencia.

Radfield miró esos ojos profundos y en ese momento comprendió que no importaba cuánto
odio ambos se llegaron a tener. Arian jamás permitiría que alguien más se encargará de
Blue a menos que fuera por su propia mano.

—¿Aún no te aprendes los puntos de acupuntura? —respondió Arian mirando a Radfield.


—¿Cómo es que invocaste un arma elemental si no sabes eso?

—No es necesario si tengo mi arma dual conmigo. —su inocente mirada se deslizó hasta
llegar donde una cabellera rubia se acercaba.

Mirando ese pasado, Radfield no sabía si las cantidades de vergüenza superarían su furia.
Cuando despertó, lo primero con lo que se encontró fue con la mirada fría de Danish
mirándolo fijamente.

—Y bien. —esos labios finos pronunciaron. —¿Cuando pensabas decírmelo?

Su cuerpo tembló desde su cabeza hasta la punta de sus pies. Un frío inexplicable abofeteó
sus mejillas, dejándolo pálido en menos de un segundo.

Ella se cruzó de brazos.

—Tráfico de Siarun y su refinación ilegal. Se ve que el príncipe nunca perdió su tiempo.

—No es porque fuera un rebelde, Danish. —trató de que su voz no temblara. —En la
frontera del territorio entre La Región Del Agua y La Región De la Tierra suelen aparecer
exiliados.

Las pupilas de Danish continuaban fijas y frías, mirándolo a él como si así pudiera
atravesarlo con una lanza.

Radfield sabía que no tenía salida.

—Aprendí a refinar Siarun en el nivel dos porque quería que ellos tuvieran una oportunidad
de tener una vida normal. No era nada más.

—¿Entonces, tu habilidad elemental apareció de repente o algo así?

Radfield levantó su pálido rostro con estupor. Claro, había olvidado que al intentar rescatar a
Danish había inundado la cámara principal de la sede.

—Practiqué por mi cuenta. —respondió, y aún así no pudo evitar el temblor en su voz.

—¿Dónde está? —preguntó ella. Su hermosa mano llegó hasta él, mostrando una palma
suave. —El libro ¿Dónde está?

Las opciones estaban agotándose mientras sus ojos se clavaban en él como dagas. No
sabía donde estaba el libro al que se refería ella. Había aprendido gracias a que las
criaturas de Ese Otro Mundo y este se unieron para derrotar al enemigo común

94
Si existía un libro, Radfield no recordaba dónde se encontraba. Incluso perdió sus humildes
apuntes y no tenía rastro de ellos, pero dudaba que fuera prueba suficiente como para
inculparlo.

—No lo aprendí de un libro. —negó Radfield. —solo observaba a las criaturas hacerlo. En
cambio, cuando aprendí las propiedades del Siarun, fue mi cuidadora quien me enseñó la
mayoría de las cosas que sé.

El silencio continuó prolongándose lo que parecía una eternidad. Finalmente Danish soltó un
suspiro cansino. De sus manos apareció el collar que le había regalado tiempo atrás, ella lo
lanzó en su dirección.

—Escribe todo lo que sabes del Siarun y sus derivados, si quieres permanecer con solo diez
dedos y no asustar a tu novia, claro.

Los labios de Radfield se abrieron incrédulos.

—Tengo ojos. Sé que te gusta. —algo que parecía ser una sonrisa pero que al mismo
tiempo no lo era apareció en su rostro. —Haz bien tu trabajo y finalizamos el contrato.

¿Exactamente cuándo? Si habían estado distanciados de Nayareth desde que aterrizaron


en la tierra. ¿Qué era eso de “no asustar a su novia”?

¿Y si hablaba dormido? ¿No sería ese el principio de su fin?

Mientras Radfield pasaba por una crisis de nervios, Danish permaneció parada afuera de la
tienda de campaña. Solo lo había dicho para que no estuviera tan enojado por la reprimenda
anterior pero resultó ser así.

Danish siempre había sido ese tipo de persona que necesita saber todo sobre su objetivo.
Naturalmente investigó sobre quién era esa mujer que había cuidado a Radfield en su niñez,
llevándo la desagradable sorpresa de que su alma había sido alguna vez la de un ser
humano.

Solo con verla de reojo podrías pensar que era ella. Y con solo mirar al rostro de Radfield
Danish lo podía garantizar.

No entendía a los seres humanos, tampoco entendía lo lejos que había llegado Radfield
usando el Siarun refinado en sí mismo, pero después de todo ¿cómo podría una criatura
siquiera imaginar entenderlo?

“Al menos no estará solo cuando me marche” pensó.

—¡Hey!—una voz chillona se hizo presente. —Necesito probar otro sándwich como el del
almuerzo anterior!

El Blue desde las profundidades de la Sede hizo eco.

—¡Vete a al diablo!

Danish prestó sutil atención a sus palabras. En ese Otro Mundo no había ninguna cosa
como “Diablo” o una entidad a la que temer. La religión estaba desaparecida en lo absoluto,
por lo que lo único que a lo único que podían temer era a la cabeza que conservaba la
corona. Danish miró la figura de Arian colapsar detrás de una escultura.

95
—¡No puedes evitarme por siempre!

—¿En serio? —preguntó con recelo mientras revolvía su mochila. Un líquido turbio que
Danish logró reconocer como una derivación del Siarun por el que tanto había discutido se
presentó frente.

Después de que Blue escapara, Arian se dio media vuelta para encontrarla. Si bien no eran
amigos, y Danish representaba una amenaza para su especie, Arian guardó de vuelta el
líquido en su mochila con reserva.

—No sabía que estabas aquí.

Aún si la conversación murió antes de empezar, Danish no pudo evitar mantener su mirada
cerca de esa mochila azul.

Al día siguiente exploraron a fondo la Sede. Danish llegó a la hora del almuerzo con planos
dibujados a mano y los expuso en una pequeña mesita.

—Está sede tiene tres niveles. El primer nivel es la entrada y algunas casas. El segundo
nivel es un bosque. “El bosque” contiene en sus ramas un componente que absorbe Alma
Elemental. Les recomiendo que no se acerquen a allí.

—¿Qué ocurre si lo tocamos? —preguntó Blue.

—Absorberá tu Alma Elemental en el mejor de los casos.

—¿Y en el peor? —preguntó Arian.

—Tu alma se fragmentará y terminarás como la cosa de ayer. —respondió Danish. —pero
hoy no entraremos a “ El Bosque”.

Una mirada de Danish bastó para que Radfield metiera sus manos en sus bolsillos para
mostrar el papel para dejarlo en la mesa.

—El bosque es una imitación bastante buena, pero no está lo suficientemente cargado como
para volver a mi mundo. Necesito encontrar una fuente de energía elemental más fuerte.

—¡Ni pienses que te daré mi máquina! —exclamó Blue con furia.

—No necesito tu máquina. Los necesito a ustedes. —declaró

—¿Piensas que nos sacrificaremos por esto? —bufó Bryan con repulsión.

—No. —Danish respondió —No voy a usarlos. Voy a entrenarlos.

Entrenarlos. ¿Entrenarlos como?

Radfield, quien aún mantenía su lapicera en el papel, levantó su cabeza en estupor. Son en
su mayoría seres humanos sin un Alma Elemental tratada ¿como se suponía que pudiera
entrenarlos?

—El bosque es solo una vaga imitación limitada creada por almas elementales de La Región
De La Tierra. Necesitará más energía y con suerte podrá transportar a una criatura. Con sus
almas elementales se podría estabilizar.

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—Somos seres humanos. —replicó Nayareth.

—No es imposible. —Danish le dirigió una mirada pesada a Radfield. Y solo bastó la mitad
de su sonrisa para que él lo comprendiera.

Siarun refinado en el nivel seis. La princesa quería que él refinara el Siarun a nivel tres para
usarlo en cada una de las personas junto a él.

¿Se había vuelto loca?

—Danish, hacer eso no es muy prudente. —interrumpió Radfield con la ansiedad


desgarrando su apretada garganta. —Si ocupamos la técnica elemental equivocada podrían
no resistir.

Pero Radfield sabía que eso no la detendría.

Colgado en una pared estaba un gran plano del cuerpo humano que Radfield pidió a Arian
dibujar. Con plumón rojo, Radfiel pintó los puntos de acupuntura que recordaba de sus
clases en esa misma sede años en el futuro. Cada Alma Elemental tenía distintos caminos
para viajar entre sus puntos de acupuntura.

—En El Otro Mundo suele elegirse el año, día y mes de nacimiento para que concuerde con
el elemento de la región. Aquellos que nacen fuera de esas fechas se les concidera con una
Alma Elemental débil. Si el Siarun es refinado correctamente, compensará lo deficiente de
sus condiciones humanas. ¿Qué opinas, Radfield?

El plumón de Radfield tembló entre sus delgados dedos.

—Hay algunas formas para entrenar un Alma Elemental débil. —contestó él. —la resiliencia
del alma, por ejemplo, es una forma de defenderse de las almas elementales dañadas que
intentan poseer un cuerpo. Vamos a entrenarlos para que su alma tolere la disciplina de sus
respectivos tipos de Alma Elemental. Será un proceso largo, pero será lo suficiente para que
su energía alimente El Bosque.

El gran problema, era que Radfield no podía soportar ver como este asunto se prolongaba
innecesariamente. Su paciencia tenía límites.

—Podrían hacer Armas duales después de crear Armas físicas con las ramas de El Bosque
y practicar con ellas para empezar.

El rostro de Danish giró con rapidez. En cuanto la vió, notó que su semblante había
empeorado. Tal vez por la extraña sensación de ser juzgado por los presentes, Radfield
intentó mejorar la situación.

—Pienso que podrían usarlas para, no sé, hacer armas físicas mientras aún no crean armas
elementales. Es un proceso muy laborioso y necesitamos que sus almas elementales estén
maduras para entonces.

Pequeñas gotas de humedad se deslizaron por la sede, cayendo como pequeñas lágrimas
entre las viejas paredes. Radfield no sabía porque el aire se sentía más frío que antes.

—Ya que mi compañero sabe más, por favor. —indicó Danish con reproche. Danish nunca
había entrenado sus poderes en serio, solo había nacido con una increíble habilidad nata.
Naturalmente no habría forma de que ella pudiera enseñar.

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—Por lo general es el control de impulsos para proteger el alma, por eso hay religiosos
pintados en esos cuadros. —señaló al hombre de cabellos negros. —Como los sacerdotes.

Al mirarlo, no pudo evitar notar que el hombre que tantas veces había visto en los cuadros
de La Región De La Tierra tenía algo. Su rostro era suave pero sus ojos vivaces parecían
querer embrujarte. El tipo de ojos dulces pero valientes.

—¿Por qué usa joyas en su ropa? —preguntó Arian mientras se acercaba con curiosidad.

—¿Era de alto rango? ¿No es por eso que lo pintaron aquí? —preguntó Nayareth.

—Sí y no. Puede que haya sido un oficial que cometió un crimen imperdonable.

—¿Cómo qué?

—No lo sé. —mintió Radfield mientras terminaba de dibujar los puntos de acupuntura. Pero
claro que lo sabía. Todos en las sedes religiosas debían saberlo en el futuro. El oficial Nader
de la vieja Arabia, quien traicionó a su comunidad por el bien común. No existía nadie que
no conociera su nombre ni la razón de estar en un cuadro tan importante. Asesinato
insurbodinacion y posesión hace decadas atras.

Ese pasado y probable futuro era intocable ahora, ya que probablemente su alma estaba
encerrada hasta que se mostrara su mitad faltante.

Radfield llevó sus tubos de ensayo especial para limpiarlos. De camino hacia las urnas, se
encontró con dos jóvenes discutiendo en susurros. Él permaneció en su lugar para
escuchar.

—¡Es una gran tontería! —bufó uno. —¡No necesitamos a más gente inepta. Nos basta con
el entrometido.

Bryan estaba furioso. En cambio a Nayareth le daba igual si ingresaban otros miembros,
pues ayuda era lo que más necesitaban.

El joven estaba empacando sus cosas para marcharse. En su microscopio, le dio una última
ojeada al comportamiento de una molécula desconocida para Radfield.

—Eso no importa. Si a Arian le parece buena idea, no hay nada más que cuestionar.

Con un estridente sonido, la palma de Bryan se estampó en el escritorio e hizo eco.

—¡Nuestro jefe también es inepto! —exclamó —¡Podría hacer grandes cosas! ¡Incluso
podría acabar con la pobreza de esta maldita ciudad! ...Sin embargo tiene interés sólo
cuando se trata de Blue ¡Ellos se alimentan de almas, Nayareth!

Tal vez se había enfocado demasiado en creer que Nayareth era el impostor, que había
olvidado que también los demás eran humanos con sus emociones y pensamientos propios.

Radfield regresó por sus propios pasos. Dentro de la gran carpa café, Radfield miraba como
cada gota destilada desde el matraz hasta caer en zigzag junto al líquido extraído de su
propia ropa. Caía lenta y miserablemente, como si fuera una forma de burlarse de él.

Aún podía recordar la pelea anterior que había visto sin querer.

Las otras personas dentro de la carpa parecían pensar lo mismo.

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—¿Esto cuánto va a tardar? —preguntó Nayareth, quien acababa de llegar.

—Es un líquido elemental de fuego. Es el que más tarda. —respondió Radfield.

La joven deslizó su mirada hasta llegar al montón de ropa usada.

—¿Planeas destilarlo de su sudor?

—Es la única forma que se me ocurrió. Después de que estén listos, podré usarlos para
probar en cada uno de ustedes la compatibilidad elemental.

—¿No sería más fácil sólo probarlo ahora? Lo peor sería que no funcione.

—No, puede que tengan compatibilidad con más de un elemento, pero la idea es que usen
el que mayor compatible es con su alma.

Este proceso lo conocía al derecho y al revés, pero no podía seguir adelantándose más al
futuro y seguir exponiéndose a ser descubierto. Lo cierto era que no importaba cuánto
temiera por los resultados, serían siempre los mismos.

Y eso lo tranquilizaba.

Claro, su tranquilidad no le duró por mucho tiempo.

—¡Auxilio! —se escuchó la voz desesperada de Blue afuera de la carpa. —¡Va a comerme!

Ambos se miraron el uno al otro y corrieron fuera a ver lo que ocurría. Blue había corrido
desde El Bosque siendo perseguido por una extraña criatura de pelo largo, carente de ojos.

La bestia rompió las enredaderas de Blue, dejándolo aplastado como si fuera un triste
inserto en las baldosas de mármol. El animal rugía y mordía el aire tratando de comérselo.

A un lado, Arian y su equipo disparaban tranquilizantes como una tormenta de flechas.


Todas dieron en el blanco, pero ninguna parecía causarle algún efecto.

Cuando a Radfield se le estaban por secar las neuronas ante tal situación, recordó que no
podrían hacerle daño aún si usaban una bazuca humana.

Inmortal.

Ahora el dilema era ¿Sería correcto o no? ¿Debía ponerse la soga al cuello o debía permitir
que esa bestia se comiera a un miembro de la futura Sede Médica? ¿Era Blue un miembro
necesario en primer lugar?

Radfield ya estaba corriendo hacia él cuando esa pregunta se le presentó y ya había sido
contestada cuando Danish cortó sin piedad el cuerpo peludo que se desplomó hacia atrás.

—¡Blue, dámelo! —exclamó Danish.

—Yo lo saqué primero. —musitó Blue mientras le entregaba la corteza de árbol.

Danish quemó la corteza hasta que se formara una punta para posteriormente atravesar al
animal de un orificio hasta otro. El animal ensartado rugió y bufó, pero aún así no había
signos de desvanecimiento.

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Las enredaderas de Blue salieron disparadas desde sus costados hasta envolver a la
criatura, reteniéndolo en el suelo.

—Necesitamos algo más fuerte. Necesitamos Siarun sin refinar. —explicó Danish mientras
le prendía fuego a la rama elemental.

Radfield entró corriendo en la gran carpa, buscó entre los cajones hasta encontrar los
pequeños pedazos del mineral más nocivo de su mundo en un frasco de cristal aislante.
Pero no se lo llevó a Danish.

Metió un cuarto de Siarun en un frasco volumétrico.

Cuando Danish ingresó a la tienda, un despeinado Radfield pasó a su lado, casi


derrumbándose, y llegó frente a la bestia.

—¡Quita el palo elemental! —le exigió a Danish.

—¡No! —exclamó ella. —Seremos su presa si lo hago.

Su mirada afilada recorrió los brazos de Radfield, deteniéndose en su mano, la que estaba
quemada por estar tanto tiempo expuesto a sustancias tóxicas.

—Por favor. —pidió él. —Confía en mí esta vez

Y resultó que solo bastó una súplica para que Danish planteara toda su existencia.

Tal vez fue porque Danish demoró mucho tiempo en quitar su fuego inmortal del trozo de
madera. Tal vez Radfield pensó que pedirle algo a Danish era un caso perdido demasiado
rápido y no se detuvo a cuestionar más posibilidades.

Una ráfaga de aire levantó el trozo de madera, la cual voló desorientada hasta llegar frente a
Radfield, provocando un corte milimétrico en la nariz. Ambos giraron sus rostros para
encontrarse con el Alma Elemental del aire. Fue entonces que las cosmovisiones de
Radfield sufrieron un colapso. Danish no había usado sus habilidades en absoluto.

—¿Qué estás esperando? —preguntó Arian. —¡Mátalo ya!

Sin dudarlo, Radfield movilizó el Siarun potenciado a través del agua elemental hasta bañar
el arma. Cuando la bestia fue decapitada, no volvió a moverse más.

Los tres dejaron de ver el cuerpo inerte de la criatura para dirigirse a Arian.

—Estuviste leyendo sus apuntes. —sonrió Danish con tranquilidad.

—También soy científico. No es como si no entendiera todo lo qué haces. —susurró Arian a
Radfield, pero Radfield estaba demasiado atormentado como para notar que lo peor había
pasado. No estaba enojado por haber atrapado a este ladrón de apuntes ni feliz porque la
criatura finalmente había muerto.

Estaba aterrado, porque Arian no había obtenido un Alma Elemental de aire en su vida
anterior.

—¿Por qué, de todos los componentes que estaban sobre la mesa obtuviste justamente
ese? —preguntó Radfield controlando el inevitable temblor de su voz.

100
—Blue tiene un Alma Elemental de la tierra. Pensé que podría elegir un Alma Elemental que
faltara.

Claro, esta vez él había elegido. Aún si hubiera sido o no por elección, ¿no era el elemento
del aire el más difícil de controlar? ¿Que haría si no lograba mantener a raya los efectos
secundarios? ¿Siquiera tendría el valor para comentárselo?

La delgada mano de Danish se posó en el hombro de Arian.

—Incluso sí fue por casualidad, Las Almas Elementales Del Aire suelen ser la balanza en el
Otro Mundo. Pienso que no fue una mala elección.

—¿Las ramas de El Bosque son las únicas capaces de atravesar estas cosas? —preguntó
Blue.

—Traje ramas para practicar. —respondió Danish. —Se necesita una arma de El Bosque
mucho más cargada para poder asesinar a este tipo de criaturas.

El cuerpo físico de la criatura había perecido. Como cuando Danish había creado un cuerpo
para que ocupara su lugar en clases. Un miserable envase.

“Pero eso no está bien.” Pensó Radfield “Solo rompió su cuerpo físico. Eso quiere decir
que..”

Gordas gotas de sudor cayeron por su frente. Eso quiere decir que su Alma Elemental
todavía estaba en La Sede. Radfield recorrió su entorno. La ansiedad había resecado su
boca al punto de que su voz se escuchó ronca cuando escapó de sus labios.

—¡Corran!

Una ventisca estival atravesó al grupo de personas hasta hacerlas caer al suelo. El alma de
la bestia intentó entrar dentro de Bryan, siendo salvado por último minuto por Nayareth,
quien logró empujarlo a un lado.

Radfield mantuvo los ojos completamente abiertos para poder apreciar el momento exacto
en que fuera rechazado. Cuando un cuerpo poseído anteriormente recibe otra posesión,
ambos batallaron para liderar el cuerpo.

Cosa que no sucedió. El Alma Elemental de la bestia entró tan rápidamente como salió.
Dejando boquiabierto a Radfield.

—En tus enredaderas. —Radfield alcanzó a Blue y usando un gotero le salpicó Siarun
refinado a nivel seis en su pecho. —¡Rápido!

Encerrada en la neblina gris, Nayareth no tendría forma de escapar. Radfield levantó sus
ojos en busca de los de Danish solo para darse cuenta de que ella ya estaba frente a él,
observando.

Observando fríamente, cómo un espectador aburrido cuando ve una obra de teatro igual de
insulsa.

—Conoces mejor que yo el procedimiento. —declaró ella. —No quiero que tenga una
enfermedad por posesión y sé que tú tampoco.

101
Sintió como si su alma hubiera entrado al ciclo de reencarnación tres veces y salido cuatro.

Radfield conocía demasiado bien el estilo de lucha de la oficial en el campo de batalla.


Sabía cada cuántos minutos tardaba en hacer que su Alma Elemental viajara entre sus
puntos de acupuntura hasta el ritmo de pies cuando quería que fuera una muerte rápida ,
pero no conocía en absoluto el estilo de Danish, la princesa.

En primer lugar, porque no era usual que una criatura fuera capaz de crear un Arma Dual, y
mucho menos hacerlo con un ser humano.

Ni siquiera sabía si era posible que dos almas elementales opuestas fueran capaces de
soportarse mutuamente. Sus ojos se cerraron en resignación, permitiendo que el frío del
agua elemental lo inundara y fuera quemándose con el fuego del Alma Elemental de Danish.

Se quemaba y hacía frío. Toda esa corriente que Radfield no sabía cómo denominar recorrió
sus puntos de acupuntura y sus sistemas nerviosos. Tal vez por esto fue que Radfield quedó
aturdido y sólo alcanzó a vislumbrar como Arian y Bryan trasladaban a Nayareth a su carpa
personal al finalizar.

Había sido tan aturdidor que ni siquiera había podido ver la proyección física del arma en
absoluto. Le dolía la profundidad de su pecho y sus pulmones ardían de un sentimiento casi
placentero e inexplicable.

Como una canción de Queen a todo volumen mientras tu entorno era consumido en un
pestañeo. Temblaba incontrolable, con la respiración totalmente atascada en su garganta,
no había forma de mantenerse de pie.

Danish giró su rostro hacia un lado, mirándolo directamente a él.

—Solo debe hundirse en agua elemental. Ella estará bien. —comunicó. La muchacha se
arrodilló a un lado y giró su rostro a un lado, observando la muralla como si fuera
increíblemente interesante. —Necesito que hagas algo más por mí.

—¿Por qué lo pides así? Si es para la resistencia, estaré encantado de ayudar. —masculló
Radfield, agotado.

—No te lo decía a ti.

—¿Qué? —preguntó Radfield abriendo completamente sus ojos. —¿Entonces?

Cuando su vista finalmente se aclaró, vio a Blue cargando con el collar que en el pasado
había sido suyo.

—No me interesan tus motivos para ayudar a los humanos. Lo único que quiero es que
mantengas a todos alejados de mi tienda de campaña. —declaró una tarde antes de partir.

—¿Por qué mandas solo a Blue? —preguntó Radfield cuando vio llegar a Danish dentro de
la tienda de campaña donde descansaba Nayareth.

—Necesitaba a alguien que pudiera dominar su elemento para esto, y que no se quejara.

—Yo también podría hacerlo. —repuso Radfield con desencanto. —Además ¿Qué sabe
Blue sobre El Otro Mundo que yo no sepa?

102
—Tiene la terquedad para esta misión. Además ¿Quién dijo que iría solo?.

Fue así que Blue se embarcó en un largo viaje con el cuerpo falso de Danish en busca de, lo
que en la tierra humana era conocido, alcohol etílico. Si Danish quería que el alma de esos
simples humanos pudieran evitar ser poseídos por ser una vital fuente de información, debía
fortalecer sus almas a toda prisa.

No es como si fuera tan cruel como para borrarlos de la faz de la tierra ¿correcto? No ahora
que los necesitaba.

—De todos los integrantes ¿Por qué mandó al más bruto de todos? Ni siquiera falsificando
su edad le creerían. —bufó Arian en la carpa de destilados, donde por donde miraras había
cristales y herramientas para refinar el Siarun. A lo largo de la carpa estaban llenos de
planos y manuscritos que él mismo Radfield escribió.

—Si lo piensas bien, Blue es lo suficientemente terco como para lograrlo.

—Solo es una piedra en el zapato. —bufó Arian. —Si supieras cuantos tubos de ensayos y
armamento desperdiciamos para conocer sus secretos.

—Para que al final se le quedara abierta la puerta principal. —respondió una recién llegada
Danish. —Te necesito ahora mismo.

Viendo que su ceño fruncido estaba firmemente marcado, Radfield temió que fuera un
problema difícil de lidiar, como el tipo de problemas que había en una sala de enfermería en
La Sede Médica.

En cuanto entró a la improvisada tienda de campaña pudo ver a la joven sumergida hasta el
cuello en líquido transparente. Casi como si estuviera volando, no se derramaba en ningún
lugar. Habilidades de Radfield.

—Está como la dejé. —susurró Radfield para sí mismo. —¿Qué se supone que haga?

Nayareth a pesar de haber sido una traidora en una línea temporal, era simplemente un
humano común que había sido expuesto a una bestia, vulnerable a que su alma fuera
devorada y su cuerpo poseído.

Él se agazapó para observar cómo su cabello brillaba bajo las velas y se reflejaba en el
agua pura que la envolvía.

Esta misma chica que comparte alma con su cuidadora, simplemente había sido un golpe
demasiado duro cuando aún era muy joven. Ahora, por otro lado, lo inundaba una extraña y
vaga sensación de lástima.

Sintió sus manos bajo el agua elemental, eran cálidas, el tipo de temperatura ideal para un
ser humano sano. Radfield dejó caer sus pesados ojos en su rostro y sin poner mucha
resistencia subió sus manos al cuello de ella.

Su delgado puente de su nariz se hundió por completo, dejando escapar algunas vagas
burbujas desorientadas a su alrededor.

Traidora o no, Radfield sabía que de humanos confiables existían pocos. Si quería
garantizar la seguridad de Danish indiscutiblemente tendría que deshacerse de muchas
cosas, entre ellas, vidas humanas.

103
Sintió los dedos, las ansiosas uñas largas de la chica rasguñar el dorso de sus manos, como
una clase de lucha estúpida. Radfield observó su frente fruncida bajo el agua turbada por las
burbujas que escapaban sin parar de entre sus labios.

Sus delgados dedos alrededor de ese cuello pálido no temblaban, pero su respiración casi
se había estancado por completo, tal vez al mismo tiempo que la de ella.

Pero ¿realmente sería capaz de hacerlo? ¿Podría ser tan arrogante como para creer tener
el derecho de quitarle la vida a alguien?

Poco a poco, esos labios rosados palidecieron.

Radfield finalmente dejó escapar su suspiro ahogado y el agua que la envolvía colapsó en el
suelo de la tienda de campaña. Él no era, aunque lo intentara , un asesino. Mucho menos de
un humano que poco y nada tendría que ver con el futuro de la guerra de esta nueva linea
temporal.

—No te mataré. —declaró Radfield mientras extraía el agua acumulada en sus pulmones.
—No antes de saber con certeza qué es lo que sabes.

Sus cabellos rubios se desplazaron por la camisa de Radfield. Había perdido la cuenta de
cuántas veces había trenzado el cabello de oro por horas. Claro, antes de que le declararan
culpable.

—No eres ella de todos modos. —musitó Radfield mientras veía los nudillos heridos de la
chica. Tal vez por el forcejeo, a simple vista se veía lastimada.

Radfield cerró sus ojos de mala gana e intentó conectar su mente con los recuerdos de la
joven usando adhaerere, sin embargo no necesitó mucho tiempo para darse cuenta de que
permanecían bloqueados.

¿Cómo podría mantenerse seguro si no podía usar una técnica tan compleja y completa en
ella?

Necesitaba mantener bajo control cualquier posible amenaza aún cuando eso significaba
que esta chica entre sus brazos se transformara en una marioneta. Lo había estado
pensando desde hace mucho tiempo, mas, siempre temió que no fuera la opción correcta.
En los dañados puños de la chica vertió agua en un vaso. No tenía Siarun refinado
suficiente para una práctica tan arriesgada como poseer un cuerpo, aún si era una posesión
a medias.

Tibia, con un ritmo descendente, estaba seguro de que esta chica podría morir fácilmente si
se lo proponía, pero no se atrevía. Aún no era lo suficientemente valiente como para
intentarlo.

—Tal vez sirvas mejor en una Sede de Médicos ¿no? —susurró suavemente en el dorso de
su mano. —Lo que menos necesitamos son las bajas.

—¿Qué estás haciendo?

Radfield había estado tan ensimismado sobre el asunto de quitarle o no la vida a Nayareth
que había ignorado olímpicamente agudizar sus oídos. Agazapado, mojado y con una

104
persona envuelta en sus brazos. Aún si lo piensas con detenimiento, seguía viéndose como
si te pillaran con las manos en la masa.

Danish observó como el color del rostro del chico se drenaba en lo que su último suspiro
abandonaba su cuerpo. Aún con esa cara profundamente aterrorizada, sus labios
permanecían de un rojo brillante y vivo. El tipo de rojo que sólo los humanos pueden usar. El
tipo de rojo que solo a los humanos les queda bien.

—Estás en una Sede, deberías tener algo de respeto cuando ella está en ese estado ¿no lo
crees así? —bufó la princesa mientras caminaba chapoteando en el agua distendida en el
suelo.

—Estaba tratando su herida. —mintió a medias. —No es algo inmoral.

Por su puesto que no lo era a comparación con su intento de asesinato anterior.

—Déjame ver. —caminó Danish cuando la palma de Radfield detuvo a toda prisa sus pasos.

—No es necesario. —interrumpió él. —Puedo hacerlo por mí mismo.

Las delgadas manos de la princesa se retrajeron con lentitud, pensó qué tal vez así se
sintieron las bestias en los palacios, como asquerosos monstruos. Sus agudos ojos miraron
de pies a cabeza la curiosa escena. Claro que sabía muchas más cosas que el propio
Radfield podría conocer sobre sí mismo en su corta edad de catorce años. Era sólo que no
esperaba que buscara un reemplazo tan rápido.

Ella permaneció inmóvil, como si una especie de síndrome del avestruz impidiera su
movilidad.

—Es más agradable, ¿no es así?

—¿Qué? —preguntó Radfield.

—Su sangre.

—¡Es un momento como este y todavía piensas en beber! —masculló Radfield entre una
especie de risa y nervios. —Eres demasiado cruel

Si lo entendía o no, y por supuesto que no lo había entendido en lo absoluto, Danish vio que
Radfield no había comprendido a qué se refería. Pero ¿por qué sacarlo de su error? Ya se
sentía lo suficientemente miserable como para reprochar algo tan insustancial como sus
sentimientos.

Ella retrajo sus manos y se levantó.

—Hagas lo que hagas, ten la decencia de hacerlo cuando despierte. —reprochó mientras le
daba la espalda. —Quiero el informe de los puntos de acupunturas para hoy.

Si, como una bestia sucia. Tal vez así era como solía verla Radfield. Conocía a la perfección
la expresión de repulsión que él tenía cuando se conocieron. Sabía con exactitud cuando
odiaba mirar su rostro, sus colmillos, todo. Y, claro, también estaba al tanto que beber su
sangre era peor que la muerte y tocarla como la incapacidad de reencarnación.

Y estaría bien si tan solo fuera mutuo.

105
Capítulo 10: Refinamiento.
Los días continuaron y la tierra siguió girando. Ya habían pasado dos meses después de
que Blue se marchó por el encargo de Danish. Nayareth y Bryan, con un Alma Elemental de
agua solían practicar frecuentemente junto a Radfield gracias a su compatibilidad elemental.
El Siarun refinado a nivel seis era simplemente perfecto.

Aún con un profesor a su lado, ambos seguían sin avanzar demasiado. Por otro lado, Arian
había logrado sacar provecho en su totalidad a su Alma Elemental.

En una tranquila tarde de otoño, en un salón elegantemente decorado con estanterías


repletas de libros antiguos y cuadros desgastados en las paredes, Danish se sentó junto a
Radfield frente a un tablero de ajedrez.

El juego le pareció intenso desde el principio ¿cómo no sufrir ante la princesa de La Región
Del Fuego? con jugadas precisas y estrategias bien pensadas por ambos jugadores.
Radfield demostró su astucia táctica, anticipando los movimientos de Danish y
contrarrestando cada una de sus jugadas con eficiencia. Danish, por su parte, parecía
mantener la calma aun cuando algunas miradas escapaban afuera de la carpa. Sus dedos
abandonaron la pieza por un breve momento.

Ella se levantó. No porque hubiera abandonado la partida, si no, para arreglar una fuga en
su experimento.

—¿Cuando estará listo? —preguntó Radfield mirándola. —La mayoría de tu tiempo lo


ocupas para eso.

El calor en la sede era insólito y desesperante, con los poderes de Danish podría alcanzar
temperaturas inhóspitas si la situación lo requería. Radfield miró la gran botella de vidrio
fundido mientras Danish le daba forma. Usando ciencia, Arian y Bryan construyeron un
mecanismo de maceración constante en el compartimiento del Siarun de nivel dos a nivel
seis. Ella sí conocía sobre ese arcaico método.

—El alcohol diluido con Siarun ¿piensas hacernos resistentes bebiendo? —se burló Arian.

—El Siarun a nivel dos sigue siendo nocivo. Si usáramos agua común solo transportaría la
toxicidad y provocaría una muerte a largo plazo.—declaró Radfield.

—Es como la resistencia a la insulina. —Danish dejó caer su cabeza a un costado de la


pared. —Pienso que después de que alcancen el dominio de su Alma Elemental, podríamos
viajar a los subterráneos de Mponeng. Para lograrlo, el alcohol servirá como un suero para
preparar su cuerpo también.

—¿La mina de oro de Mponeng? —preguntó Arian con desconcierto. —¿Cómo se supone
que llegaremos allí?

—Iremos cuando todos estemos aptos para viajar a través de El Bosque. Dos meses son
suficientes ¿para ti también, Radfield? —Preguntó Danish sentándose nuevamente para
retomar el juego.

Ubicada cerca de Johannesburgo, Sudáfrica. Esta mina es la más profunda del mundo, con
una profundidad de aproximadamente tres punto nueve kilómetros. A esa profundidad, la

106
temperatura promedio en la mina puede alcanzar los sesenta y seis grados celsius, lo que la
convierte en un entorno extremadamente caliente y desafiante para los trabajadores.

En un momento crucial de la partida, Danish realizó un movimiento audaz. Movió su caballo


de manera inesperada, sacrificando aparentemente una pieza valiosa. Radfield frunció el
ceño por primera vez, ligeramente sorprendido por la jugada arriesgada.

Sin embargo, no se sentía como un movimiento banal.

Tal vez era algún tipo de Kalopsia podría causar tal entumecimiento. Sus dedos tocaron la
suave madera del tablero. Pero en ese instante, la fría mirada en sus ojos entrecerrados
parecieron olvidar por un momento su severidad.

Radfield levantó su vista lentamente hasta llegar al destello de sus largas pestañas, a sus
cejas fruncidas como espadas y cayeron como rocío en el puente de su nariz

No por nada era la princesa de un reino, Radfield conocía la mayoría de sus facetas hasta el
día de su final. Era sólo que no estaba preparado para una ronda despiadada y destructiva.
Había cierta belleza oculta en el cruel movimiento de Danish. El sacrificio del caballo ha
creado una red de amenazas y posibilidades, tejiendo una trama cautivadora en el tablero.

O tal vez, se sintió cautivado por ella.

—¿Qué estás mirando? —preguntó ella. —¿no se supone que llevas ventaja después de
que tuve que arreglar la fuga del tanque de vidrio?

Radfield forzó a sus ojos a mantener esa mirada fría. Nadie podría aguantar por mucho
tiempo ese tipo de mirada que busca husmear en tu interior, mucho menos tratándose de la
tiránica oficial.

—Eres el tipo de persona que toma riesgos para lograr su objetivo a toda costa. —contestó
—Solo me sorprende que una princesa se trate a sí misma con tanta frialdad.

—¿Tratarme a mí misma con frialdad? —se burló ella. —Es un tablero de ajedrez. Es sólo
un juego.

—Jugar al ajedrez es la mejor forma de apreciar el proceso mental de una persona. Mira
aquí, tu estrategia es usar ambos caballos al frente pero ahora estás sacrificando uno de
ellos para hacerme caer.

—Si no hago que te muevas de allí mi reina correrá peligro. —dictaminó.

—A ti te gustan mucho los caballos de ajedrez. —mencionó Radfield. —Si por ti fuera,
preferirías no sacrificarlos.

Las pestañas de Danish se levantaron, como un abanico de papel fino.

Los ojos de Radfield se sonrieron en medias lunas, y una sonrisa sutil se dibujó en sus
labios mientras admiraba el ingenio de su oponente. Danish, sorprendida por la reacción de
Radfield, logró percibir una pequeña chispa de admiración en sus ojos

—Un juego contigo como mi oponente está destinado a transformarse en una danza de
movimientos arriesgados y estrategias básicas.

107
La muchacha frente a él mantuvo sus labios herméticamente cerrados, limitándose a bajar
su mirada devuelta al tablero. Cuando su boca se movió ningún sonido pudo ser apreciado.,
porque alguien los interrumpió.

—¡Auxilio! —se escuchó la voz femenina de Nayareth. —¡Es un monstruo! ¡Arian ni Blue
han vuelto!

¿Arian no estaba en la Sede? Radfield miró su reloj, estaban pasados en su hora.

—¡Que alguien haga algo! —exclamó Bryan con las pistolas experimentales de
Arian—¡Explícanos qué mierda es eso!

Un fuerte ruido de árboles cayendo a tierra lo obligó a voltearse. Su cuerpo era viscoso y
lago, su exterior era lo suficientemente fuerte como para arrastrase por sí solo. No tenía
ojos. Olfateando el aire, el gran gusano gigante llegó ante Danish.

—¡Ve a buscar a Arian!—ordenó Danish a Radfield. —Es el único que puede usar su Alma
Elemental de aire.

Antes de que Danish terminara la última oración Radfield ya estaba a mitad de camino. Tiró
la capa que cubría la entrada de su carpa y entró, pero no había señales de de Radfield en
ninguna parte de su desordenada tienda de campaña.

Pero escuchó un sollozo amortiguado y nada más.

Sin ningún tipo de luz para iluminar su camino, Radfield avanzó por la desordenada carpa
que Arian usaba como dormitorio y sitio experimental. Desde coágulos de algún tipo de
material desconocido hasta un poco improvisado laboratorio científico. Arian no parecía
desperdiciar su tiempo.

—No te acerques. —musitó la voz ahora seca de Arian. Radfield mantuvo su mano
extendida entre la tela que dividía a ambos.

—Danish me pidió que vinieras conmigo. Un monstruo desconocido está atacando la Sede y
necesitamos tu habilidad.

Sin esperar a la respuesta del otro, Radfield entró en la pequeña recámara. Entre muchas
sábanas y cobertores, Arian se encontraba acuclillado, abrazando algo muy pequeño. Su
piel amarillenta y débil, como la de un recién nacido, mantenía pequeñas marcas de raíces,
como si hubiera chorros de tinta en sus mejillas.

Cómo enredaderas.

—¿Eso no es un Lemno? ¿De donde lo sacaste? —preguntó Radfield con espanto.

—Estaba en la carpa de Blue. —trató de explicar Arian. —Escuché ruido durante dos
noches seguidas, pensaba que eras tú hablando dormido, hasta que decidí entrar. Pensaba
que era un monstruo.

Como una descarga eléctrica, algo se movió como un rayo en toda su columna vertebral.
Esa cara, aunque pequeña ¿Como la podría olvidar?

¡Era el Lemno que solía acompañar a Blue en el funeral de Danish! ¿Pero cómo?

108
La cosa no parecía reaccionar en absoluto. Estaba fría y su rostro no mostraba mucha
mejoría. Con sus labios agrietados, tenía una severa deshidratación. Era un Lemno
complicado ¿Podría Arian haberse dado cuenta que su desnutrición aumentaba?

No había forma de alimentarse en un subterráneo, sin luz ni almas saludables a su


disposición.

—Sea lo que sea, está muy débil.—respondió Radfield mientras se arrodillaba para estar
cara a cara frente a él. —Yo me encargaré.

Con cierto recelo, Arian terminó accediendo. A diferencia de Nayareth o Bryan, Arian se
había tomado en serio nutrir su Alma Elemental. Cada mañana se le podía ver memorizando
los puntos de acupuntura o ayudando en la extracción del sudor elemental. A pesar de que
en El Otro Mundo La Región Del Fuego mantenía su dominancia política, no era un
elemento inefable. El elemento del aire, si no fueran pacifistas, tendrían todo a su favor para
provocar genocidios en masa.

A pesar de que los vio llegar, Danish corrió hasta alcanzar a Arian. Sus casi garras se
clavaron en sus hombros y con un todo normal dijo.

—Necesito que me levantes en su boca.

—¿Qué? —preguntaron incrédulos Radfield y Arian.

—Sé que suena como una estupidez. Pero este gusano es especial. Si puedo llegar a sus
puntos de acupuntura internos, podríamos…

—¡De ninguna manera! —vociferó Radfield con un tono que no era natural en él. —¡Estás
buscando la muerte!

Danish devolvió su mirada a Arian. —No necesito que me cuestionen ahora. No sabemos
por cuánto tiempo estará aquí o si es siquiera una criatura y no un cuerpo poseído.

—No es como si pudiera morir de todas formas. —argumentó Danish.

—Déjame ir contigo. —replicó Radfield.

—No. —respondió ella. —Tu Alma Elemental de agua hará que la criatura se sienta
amenazada dentro. Yo tampoco tengo la posibilidad de usar mi elemento.

Aún con un pronóstico desfavorable, ella insistió a Arian.

—¿Puedes llevar a dos personas? —Ante la pregunta de Danish, Arian respondió una
afirmación inmediata. Radfield estaba asombrado por la capacidad de aprendizaje de Arian,
quien lograba avances en una considerable cantidad de tiempo.

Radfield y Danish se dejaron unir por la corriente de aire controlado por Arian y fueron
descendiendo lentamente ante el gran gusano.

—¿Sabes lo que es? —preguntó Radfield.

—No estoy segura. —respondió ella. —Tal vez no lo sepa. Aunque esté equivocada,
necesito verificar antes de que se marche.

109
Radfield dejó caer sus pestañas con nerviosismo. No era que no confiara en Danish, siendo
esta una princesa, debía de nutrirse con todo tipo de conocimiento para enfrentar su papel
como una noble adulta. Era sólo que había luchado en la guerra y en ninguna reunión o
avistamiento se mencionó una bestia tan horrible. Lo peor, debían entrar a su interior.
Cualquiera con dos dedos de frente sabría que habrían jugos gástricos.

Radfield tomó la mano de Danish con lentitud.

—No soy inmortal, pero confío el resto de mi vida a ti.

Radfield no pudo ver la expresión de ella. Si hubiera visto un poco, sabría que sus palabras
le habían generado un extraño efecto

“Como el de una bofetada” pensó Danish.. Después de escucharlo, Danish sintió que su
temperatura había abandonado su cuerpo, como si su Alma Elemental la hubiera
abandonado, un frío glacial pellizcó su alma.

Pero esa mano seguía sosteniendola. Si era así, entonces ella iba a estar bien.

Tal como Radfield temía, al ingresar al gusano, las paredes eran ácidas y su interior era
completamente diferente a la de cualquier organismo que jamás había visto. Miles de tubos
brillantes trazaban alrededor.

—No te preocupes. —suspiró Danish. —Cuando te lo diga, debemos mojarnos con tu agua
elemental.

Los puntos de acupuntura debían tratarse con cuidado. Danish saltó y pasó varios lugares
varías veces, pero nada parecía cambiar.

—¿Por qué no está funcionando? —se preguntó ella a sí misma. —Son los puntos de
acupuntura internos de las criaturas.

—¿No serían más efectivos los puntos de acupuntura de las bestias?

Un rubor espantoso coloreó el rostro de Danish. Como si hubiera estado aguantando la


respiración. Dejando su orgullo de lado, ella respondió.

—Claro.

Después de saltar por unos horribles treinta minutos, los ácidos del cuerpo de la bestia
empezaron a emerger. Lo único que supo Radfield después de entrar en una burbuja de
agua elemental, fue que la primera piel de sus pies había sido quemada por completo, el
dolor era picante e insoportable.

Lo segundo que supo fue que ya no estaba en La Sede De Fuego.

Mientras tanto, Nayareth, Blue y Arian leían los planos que Radfield había escrito.

—¿No hay forma de entrar? —preguntó desanimada Nayareth.

—No lo creo. —contestó Blue. —siempre hay una manera.

Desde su carpa sacó un botón totalmente negro y lo guardó en sus bolsillos, casi
petulantemente.

110
—Tú y Bryan se encargarán del vino especial. —instruyó como un oficial daría órdenes a
sus soldados. —En el caso de que no volvamos antes de que se evaporen, bueno, haganos
unas bonitas tumbas.

—¿Con quién irás? —preguntó Arian. Una gruesa ceja se arqueó al ver que lo miraba a él.

—Ven conmigo. —dijo casi en un tono de exigencia. —Si ese tonto chico humano está a la
mitad, se va a necesitar tu área.

—¿Por qué debería ir yo y no Nayareth? —su respuesta sonaba como una queja a medias.
—Tú mismo puedes envolverlo con tus lianas si Danish salió herida.

Blue se giró sobre sus propios pies. Cuando subió la mirada atravesando las gafas
magnéticas se encontró con los ojos almendrados de Arian. Entre sus pestañas negras se
escondía un océano profundo y frío. Azul como el Siarun bruto y profundamente congelado
en su interior.

Después de una respiración robada, Blue clavó sus enredaderas en el suelo tal como lo
haría una araña en la madera.

—No lo creo. Posiblemente intente comérmelo. —respondió plácidamente mientras obligaba


a Arian a entrar El Bosque por las malas.

—¡No lo harías! —vociferó. Sintió como esas enredaderas apretaban su pecho y su cuerpo
a tal punto que le era imposible respirar. —Ni siquiera tienes papilas gustativas.

—¿Quieres probarme?

Pero su respuesta nunca llegó, de una sola estocada, había enraizado el árbol principal
donde la madera elemental había sido sustraída.

—Solo podemos entrar dos y posiblemente uno de nosotros pierda su cuerpo físico o su
Alma Elemental sea dañada. —musitó Blue en la nuca de Arian. —Y no puedas reencarnar
o lo que sea.

—¿No sería mejor hacer un arma dual para que se cargue con esa energía y no con la
nuestra? —masculló Arian.

—Nah. —respondió el otro mientras dejaba caer el cuerpo en el interior de la corteza del
árbol. —Demasiado trabajo.

Sin embargo, siendo demasiado trabajo o no, ambos viajaron entre las raíces elementales
del gran árbol. Blue se aferró al botón en su pecho y usando una mano desnuda cogió a
Arian por el brazo.

Sintió como el otro cuerpo tensaba todos sus músculos en estado de alerta máxima. Arian
lanzó una mirada de espanto en su dirección sin ningún tipo de interés en ocultar lo
desagradable de su expresión.

Todas las veces que se encontraban estaban predispuestos a luchar por su vida o tratar de
descuartizar al otro, era tanta la costumbre, que una simple acción como esa se había vuelto
más que incómoda. Era antinatural.

111
“Si” pensó Blue mientras abría los ojos con burla hacia el estupefacto Arian. “La próxima vez
prefiero ser un el almuerzo de alguien”

112
Capítulo 11: Sede en Islandia.
—La Sede de Islandia les da la bienvenida. —expresó en un neutral inglés.—Hace años que
nadie usa el gusano traslador.

—¿Gusano traslador? —bufó Radfield quien era atendido en una cama especial, con el
agua elemental hasta el cuello, su cuerpo había conseguido dejar de doler.

—No parecen haber sufrido ningún tipo de derrame ni colapso. —explicó otro hombre de
túnicas negras mientras arreglaba rosas blancas a su alrededor. —Su alma es fuerte, pero
las rosas aligeraron su espíritu aquí.

—Es un traslador. —reflexionó Danish con incredulidad. —Realmente es un traslador.


Cuando ella habló, todos los presentes parecieron sufrir un golpe de agua fría. Espantados,
retrocedieron, dejándolos en un círculo. Como si estuvieran portando el cólera.

—¡Tiene los dientes del demonio!

—¡Es la hija de una bestia! —exclamó una voz vieja. —¡Cómo se atreve a venir hasta aquí!

Una gran rama de corteza de árbol estaba a punto de golpearla. Intentó desvanecer con su
fuego elemental, pero sin ningún efecto, la rama la golpeó en la frente.

Un suspiro de incredulidad escapó de los labios de Radfield. Danish era una princesa. Nadie
debería ser capaz de golpearla tan fácilmente, la sola idea de que fuera golpeada era tonta y
ridícula.

—¡Retire eso! —exclamó Rsdfield.

—Eres una criatura del Otro Lado. ¿Qué descaro debes tener para presentarte aquí
después de todo el daño que le has hecho a nuestro mundo?

—¿Qué daño? —La mente de Danish aún seguía aturdida por no haber podido frenar el
ataque. Volvió a mirar al hombre de túnicas negras. Claramente era un humano. ¿Cómo un
humano podría ser capaz de golpearla?

—¡Deténganse! —exclamó Radfield que de un salto había salido de la cama de agua


sanadora y se había enfrentado cara a cara contra los sacerdotes. —¡Debe ser un
malentendido!

—Esto es un error. —murmuró Danish. —no existían sedes en Islandia aún en la tierra.

Sus palabras retumbaron en la mente de Radfield hasta que no pudo contener más la
incredulidad. Danish no había venido antes a la tierra humana ¿como podría saber si habían
sedes en Islandia?

Pero no pudo preguntarle nada más, porque había perdido el conocimiento.

Radfield sabía muchas cosas por su anterior vida, una de ellas era que las sedes en Islandia
habían emergido durante la gran guerra para esconder armas elementales. No tenía sentido
que existieran ahora.

113
Un doloroso ardor en su pecho lo obligó a abrir los ojos de sobresalto. Estaba en una
habitación de madera, con lámparas de aceite para iluminarlos. La cama se sentía pequeña
porque no era el único.

—El médico de esta sede dijo que tu salud es muy mala y que tu alma es fuerte pero parece
alterada. —suspiró Danish mientras continuaba limpiando la herida de su pecho. —No eres
inmortal pero actúas como uno. ¿No piensas en las consecuencias?

Radfield sintió esas manos delgadas pasar el algodón con agua elemental sobre las
cicatrices que se habían abierto. Aún si practicaba con Siarun para que se cerraran o dejan
de regenerarse, si ya ese entonces no había usado una técnica muy buena y al estar al
contacto constante con incidentes terminó por abrirse.

Al contrario de su yo joven, que había tenido una vida tranquila como adolecente por un
tiempo, él ahora corría y saltaba como un niño. Demasiado imprudente.

—Esperaba que para ahora estuvieran cerradas. —susurró mientras le daba la espalda a
Danish. —Al parecer las rosas fueron plantadas por almas elementales de la tierra,
¿verdad?

—Dime. —inquirió ella. —¿Por qué te hiciste eso en tu pecho?

Él sonrió con amargura.

—¿Desde cuando la princesa es una chismosa? —pero su distracción no resultaría, él lo


sabía.

Había muchas cosas por las que Radfield se sentía incapaz de encajar entre los niños
exiliados o con cualquiera. Había sido criado como un niño varón toda su vida y nunca lo
había cuestionado hasta que empezó a crecer.

Pero así era Radfield después de todo, si no le gustaba algo, no dudaría en buscar cualquier
medio para quitarlo. Conoció el Siarun porque Annet, su cuidadora, lo usaba para aliviar a
los humanos exiliados que buscaban modificar su cuerpo para parecerse a las criaturas y
evitar así una muerte horrible.

Fue entonces hasta ese momento que una duda inexplicable atacado su mente. Él bajó su
cabeza.

—No me gustaba, así que decidí quitarlo. —respondió monótono. Su simple respuesta no
pareció gustarle en absoluto a Danish, quien de un brusco movimiento se sentó frente a él.

—Radfield. Quitaste algo que naturalmente es tuyo, ¿solo porque no te gusta?

El silencio permaneció entre ambos, prolongándose tortuosamente. No era que Radfield se


negara a hablar, simplemente no sabía cómo expresar su problemática. No había una
respuesta más simple que un “No me gustaban”

—Si no te gusta un suéter puedes tirarlo y no se volverá a regenerar. Si te gustan los aros
de Vietnam solo los adquieres. No es muy difícil.

—Usaste un mineral altamente nocivo solo por un capricho. —recrimino ella.

114
Danish se tomó un tiempo antes de agacharse en la esquina de la cama. Sus ojos verdes
permanecieron clavados en él con angustia, pero negándose a dejar de mirarlo.

Y, de alguna forma, no podía tolerar esa mirada.

—Bien. —respondió —Pero tu cuerpo no es un suéter. La herida debe tratarse para que se
cierre completamente.

Si Radfield había usado el Siarun para mutilar sin saber que de esta forma fomentaría la
vaga creencia de ser el humano de la profecía y su cuidadora no había hecho nada al
respecto para detenerlo, entonces estaba claro que Radfield nunca estuvo entre aliados
desde que nació. Y aun con esta información nueva, Annet estaba muerta.

No existía nada que hacer para cambiarlo.

—¿Puedo pedirte algo? —preguntó Radfield después de ser ayudado por Danish a ser
levantado de la cama. Ella asintió.

—¿Puedes no decir nada sobre esto y seguir tratándome igual que siempre?

—¿Como siempre?—sonrió ella. —Claro. No es como si no lo supiera desde que te corté en


trozos para hacerte un cuerpo falso.

Los ojos impasibles de Radfield, como de alguien que había sido apagado por una brisa
glacial.

—¿Siempre lo has sabido? —preguntó con una clavada en su corazón.

—¿Cómo podría no saberlo? —musitó con cierta intensidad. Tocado la herida con el
algodón, ella continuó. —Soy una noble, sería una inútil si no supiera eso. Además, no es
como si cambiara algo entre nosotros.

—¿Cambiar algo? —replicó Radfield. —Casi te casas conmigo sin saber sobre esto ¿cómo
no cambiaría algo?

—Todos sabíamos que la Reina Celina quería usarte como carnada para provocar a la
Región Del Fuego. Ambos queríamos escapar limpios y lo hicimos. Eso es lo que importa.

Sus suaves toquecitos, cubrían la herida con cuidado. Como la pluma de un cisne
acariciando la tensión superficial en una laguna. Radfield estaba en blanco. Si lo que le
decía la princesa era cierto, entonces ¿no significaba que ella no estuvo incómoda ni en el
pasado ni en el presente?

—Aún debes volver y desconozco qué harás para limpiar tu nombre. —musitó él.

—No tienes relaciones con otras criaturas y basándome en tu historial hay muchas razones
para que los exiliados estuvieran tras de tu cabeza. —respondió ella. —Ahora necesito que
me des alguna copia del manual como prueba, preferentemente escrito en madera de saúco
para manipular su fecha de escritura.

—Gracias por comprender. —susurró Radfield mientras sentía el tacto de sus manos. Ella lo
miró con sinceridad.

—No hay nada que agradecer.

115
No era el tipo de palabras arrogantes y ácidas provenientes del cinismo, al contrario,
rebosaban de un tipo de amabilidad que Radfield creyó desconocer. Sus ojos expectantes
se clavaron en el rostro de Radfield como una lanza clavándose en la pared. Tan intensa
que ardía, pero no incomodaba.

Y entonces sintió, qué tal vez si podían establecer una amistad más sincera ahora.
Repentinamente ella levantó sus dedos, moviendo su rostro y obligando a ladearlo.

—¿Qué pasa? —preguntó con el corazón en la boca. Sintiendo que su comportamiento era
antinatural, Radfield levantó su guardia, dispuesto a noquear si era necesario. Entonces, su
dedo índice frotó su mejilla para posteriormente llevárselos a su boca.

Algo que perturbó a Radfield.

Danish no solía ser el tipo de princesa que permite que la atmósfera cambia a su antojo.
Algo quería.

—Los humanos son muy interesantes —respondió —sólo su sangre tiene este tipo de
consistencias. Me pregunto si mi madre fue la causante de que se prohibiera su consumo.

El ceño de Radfield se frunció firmemente.

—No estabas siendo amable. Solo quería una oportunidad para tocarme. —Radfield se
burló.

—Todo lo que dije es cierto. —aclaró Danish con cierta reticencia a dejar de tenerlo entre
sus manos. —Solo estoy tomando la que no usas.

—Si quieres sangre, ¿Por qué no has intentado ir a una carnicería a qué te den? —Radfield
intentó ser empático. Pero parecía ser un caso demasiado complicado.

Las pestañas de Danish temblaron en un suave aleteo de mariposa, como si no quisiera


continuar la conversación.

—Ya lo intentaste ¿verdad? —suspiró Radfield al ver la expresión deprimente de Danish.

—Incluso animales muertos. Realmente no puedo evitarlo. Es como si hubiera comido tarros
de sal por años hasta que finalmente te encuentro y puedo probarte. —musitó Danish con
resignación. —Es como si fuera algo que debería pertenecerme, como si en algún momento
saliera de mi y lograra encontrarlo cuando la tomo.

Radfield frunció aún más sus cejas gruesas. Era la primera vez que escuchaba a Danish
decir algo tan intenso y tan perturbador con palabras asi de elegantes. Deseaba con
angustia la sangre de los seres vivos, algo que sin duda no ocurrió en su primera vida, o, al
menos, no logró conversar sobre eso con él.

Pero tal vez, tendría sentido si Radfield lo pensara un poco. El sudor elemental era el
producto del Alma Elemental. Tal vez otros tipos de fluidos podrían ser útiles para el alma de
una criatura noble, ya que lo que a él correspondía, nunca tuvo ese tipo de comportamiento
en absoluto. Con un suspiro dejó puesta una nota mental para el futuro.

Claro. si es que había uno.

—Necesito encontrar respuestas lo antes posible.

116
Danish se levantó para marcharse cuando la otra mano la retuvo.

—Puedes tomarla. —Radfield dijo con leve miseria. Cuando Danish le devolvía la mirada
llena de incredulidad, algo en su bolsillo empezó a vibrar y quejarse.

—Mujer murciélago. ¿Dónde se supone que estás? Acabamos de llegar a un bosque.

—¿Acabamos? —preguntó Radfield, aturdido. —¿Llevas a alguien contigo?

La puerta se abrió de par en par. Mujeres de ropas negras avanzaron hasta llegar junto a
Radfield y Danish que, en menos de lo esperaba, cortó la conexión.

—Hablé hoy con su superior. —explicó Danish mientras se incorporaba. —Puedo


permanecer aquí si no salgo de esta casa.

—Solo el humano es aceptado. Tú cómo una criatura, tendrás que aislarte.

—Bestia del infierno. —-Escupió otra mujer. —Si quieres quedarte aquí, tendrás que
obedecer nuestras reglas. Síguenos para ponerte algo decente.

Aún estaba cerca de Radfield. Su delgada mano dio un apretón encima de sus nudillos
débiles, tratando de darle algo de seguridad.

“No te preocupes. Ellos vendrán” escribió Danish en un encriptado lenguaje de La Región


Del Agua. Radfield, por otro lado, estaba terriblemente angustiado. No por el hecho de que
había una sede donde no debía de existir aún una, sino que ella había sido expuesta.
Danish miró una última vez a Radfield y dejó en su mano el collar con el que se comunicaba
con los otros. Ella continuó su camino.

Y aún con todo arreglado, Radfield no pudo conciliar el sueño en lo absoluto.

La puerta se abrió de golpe.

—Escuché que te desmayaste, Terrestro. —bufó Blue mientras se acostaba en la cama de


al lado. —Si nos hubieran esperado un poco más podríamos empezar ya con la etapa de
resiliencia de almas. El vino procesado está listo.

—¡Danish! —masculló Radfield intentando llegar hasta la chica en el marco de la puerta. Tan
estoica y fría, ninguna expresión la traicionó.

—No es la real. —aclaró Arian. —Solo es la copia que planeaban dejarnos. La real está en
reunión con los superiores de la sede.

—¿Pero entonces qué haremos sin ella? —musitó Radfield. —Sin ella es imposible viajar.

Arian se sentó a un lado de su cama y con suma paciencia le mostró el collar comunicador.

—Viajaremos en una semana más. Tienes que cuidar tus heridas. Si liberan a Danish o no,
no será obstáculo.

—¿Cómo sigue Radfield? —preguntó una voz en el collar.

—Se lo comieron. —mintió Blue.

117
—Los humanos no pueden comerse a otros humanos. —la voz de Danish era cansina. —Si
quieres asustarme tendrás que esforzarte más.

—¿Quién dijo que sería un humano el que se lo comería? —bufó Blue al ver la poca fe que
le tenían.

El cuerpo creado de Danish se movió

—Con este objeto puedo controlar este cuerpo falso. La mayoría de ustedes son humanos,
si tuviera menos vigilancia haría uno para cada uno.

—Pueden turnarse, ¿verdad? — preguntó Arian —Cada usuario tendría derecho a una
cantidad de tiempo, pero sería más seguro que Nayareth y Bryan viajaran.

—Exacto. —Respondió ella. —Un Alma Elemental se puede alojar en un objeto. Si más de
dos almas elementales permanecen allí creará conflicto. Necesito que ustedes investiguen
el entorno de la Sede y verifiquen si realmente se encuentra en Islandia.

El títere creado a base del cuerpo de Danish miró a un lado, encontrándose con el
perturbado Radfield. El hecho de que ambos entendieran que no debería existir una sede en
Islandia y que ninguno se atreviera a decirlo en voz alta generó una leve sospecha que
Radfield no pudo ignorar. Dando paso a algunas teorías.

Primero: Era otro alma renacida en el pasado.

Segundo: Radfield habló de eso dormido.

Claramente lo segundo era la mejor opción, deseaba que fuera la segunda. Porque si
Danish hubiera renacido, le esperaba una sesión de bofetadas con derecho a repetición.
Aunque, por otro lado, tener a la Danish que él conoció frente a frente sería como subir al
cielo y caer al mismo tiempo al infierno.

Lo peor era que le gustaba la idea.

Pasando los días, Radfield notó que pronto se celebraría una importante reunión en la Sede.
Era sólo qué tal vez se había acostumbrado demasiado a estar en alerta que simplemente
derrumbó sus cosmovisiones y expectativas.

—¿Ceremonia primaveral? —preguntó aún incrédulo —¿Eso existe?

Toda la sede en Islandia brillaba junto a sus adornos de cristal y las calles subterráneas
habían dejado momentáneamente sus entrenamientos para darle la bienvenida a la
primavera y las rosas florecían con encanto. A donde viera Radfield existía esa peculiar
sensación de armonía y paz que hace mucho tiempo había olvidado por la guerra.

Claro, excepto donde estaban sus compañeros. Ahí siempre era un caos. Blue gateaba para
subir al ducto de ventilación, siendo deteniendo por Arian

—Dije bien claro que “ya volvía”, ¿no? —susurró Blue con frustración. Le era difícil esconder
las especies robadas y aún con todas las miradas fijas en él no planeaba dejarse atrapar.

—Cinco años viviendo en este mundo y aun no sabes conjugar bien las oraciones. —Arian
hizo rodar sus ojos, a pesar de sentirse agobiado por lo sucedido, no parecía tener más

118
resentimiento hacia Blue de lo que ya almacenaba. O eso pensaba Arian según lo que
Radfield podía apreciar.

Claramente su tregua había iniciado y avanzado exitosamente. Hace semanas que ya no los
veía intentado matarse el uno al otro. Era un avance importante.

—Se dice “me voy” o “adiós”—corrigió mientras cerraba el ducto de ventilación en la casa de
ocio que mantenía la sede. Arriba en el cielo colgaban flores doradas que se mecían
tranquilamente, columpiándose.

—Pero ¿por qué? —preguntó Blue reacio a abandonar la casa de ocio sin tener la última
palabra. —De cualquier forma te veré mañana, ¿qué sentido tiene despedirme?

Fatigadamente, Arian observó a su terco compañero. Arian continuó barriendo


despreocupadamente. —Si quieres saber, entonces haz tu parte del trabajo.

Blue era una criatura con un temperamento completamente diferente a cualquier criatura
que existiera. Era terco y orgulloso, pero también mantenía un fijo sentido de la justicia y una
curiosidad que esperaba mantener bajo control. Radfield podía imaginar muy claro cómo
ejecutan al pobre miserable que lo dejó en la tierra con escasa supervisión.

Radfield llevó los restos de cable detrás de la sala de ocio. Las cámaras de seguridad que
había integrado Arian habían desaparecido sin dejar rastro.

—La naturaleza humana es asombrosa, sin embargo su rumbo es impredecible. No somos


fuertes ni seremos capaces de ser eternos, tenemos muchas limitaciones con respecto a
nuestra vida. —Blue era consciente de ello, mas, le resultaba curioso que su Némesis fuera
quien le explicara. —Por eso nos despedimos. No sabemos con certeza si sería la última
vez o no.

—Oh. —suspiró Blue y sin embargo intentó volver a subir al ducto de ventilación, gateó por
la encimera con todo el apuro que su pequeño cuerpo le permitió.

—¿Realmente piensas en irte sin explicarme lo que ocurrió hoy? —arrogantemente Blue
observó su cara llena de disgusto.

Hace unos días la computadora portátil de Arian y sus micro cámaras habían desaparecido
sin más de su mochila. Naturalmente cualquiera pensaría que Blue tenía algo entre manos.

—Ya te lo dije, no fui yo quien hurtó las cámaras de video. No tengo necesidad de mentirte
con algo como eso. —aquellas palabras eran honestas, pero Arian no pretendía dejarlo ir, no
sin una respuesta clara.

—Si no fuiste tú, ¿entonces quién? —obligó gentilmente a Blue a permanecer en la


superficie blanca de la encimera. No era como si buscara enfurecerse. Después de todo,
necesitaba esas cámaras.

—No es mi asunto, pero tus amigos del club de ciencias son muy extraños. Suelen venir
muy seguido cuando practicas con tu Alma Elemental. —la cara perturbada de Arian parecía
querer huir de la vergüenza. Había estado siendo vigilado tal cual él lo hacía.

—Ya veo, ¿fue Nayareth? —suspiró aliviado. Tal vez esa era la razón por la que estaba tan
distanciada de su principal motivación.

119
—No —Negó Blue —era un chico muy alto.

La ceremonia se llevaría a cabo naturalmente en las profundidades de la escuela, puesto


que todo lo demás está inundado en nieve, a pesar de que pronto llegaría la primavera

Viendo como entraban y salían diferentes tipos de religiosos con túnicas negras, Radfield no
pudo evitar recordar cómo había sido su ceremonia escolar, la primera y última de su vida
pasada.

Durante ese momento, en lo único que la mente inmadura y emocional de Radfield podía
ofrecer era salir corriendo de allí para allá con un smoking y corbata de gala. Ropas
formales humanas. Entró a todo galope a la casita de madera que compartían en la ciudad
donde él, Danish y Arian solían vivir.

Ella estaba de pie, parecía mirar fijamente a la ventana aunque en realidad había estado
analizando sin parpadear el traje de Nayareth en el catálogo de temporada.

Radfield abrió los brazos como intentando abrazar el aire.

—¿Cómo me queda? —era el traje de color marino. Se veía como una persona que
acababa de conseguir un buen empleo. Danish acercó despreocupadamente una peineta a
su cabello.

—¿No usarás magia esta vez? —preguntó atónito. Ver a la princesa desperdiciar su
momento para usar su habilidad era como ver cerdos volando.—Planeaba pedirte que me
ayudaras a crear flores para Nayareth.

Observó cómo sus ojos tranquilos se relajaban más. Danish solía tener una expresión en
blanco la mayor parte del tiempo, pero al volver a este momento, Radfield no pudo notar que
era más una expresión tensa.

—Esto es algo sencillo, no hace falta usar nada más. —dijo y continuó. Después de unos
minutos silenciosos ya estaba listo.

El chico dejó caer sus gruesas pestañas. No tenían una mala relación pero tampoco podía
catalogarse como una buena.

—Danish. —llamó él —¿Seguirás viniendo a esta época cuando termines de hacer tus
labores de reina? —la pregunta le tomó por sorpresa, como si fuera algo que nunca hubiera
pasado por su mente antes.

—Eso depende. Supongo que mi madre cuando tenía tiempo viajaba a muchos lugares, tal
vez. —ladeó sus ojos. A ella no le gustaba recordar a aquella mujer de ojos celestes, a
pesar de haber desaparecido hace años. Radfield por su parte sonrió al saber que su amiga
lo vendría a visitar, y sin preámbulo abalanzó sus brazos con el cuidado que un rinoceronte
pequeño puede ofrecer.

—Cuando me visites haré una grandiosa cena y llamaré a todos para que vengan a verte.
—aquellas palabras ablandaron el corazón de la joven princesa. Repentinamente alejó sus
manos del joven.

120
Radfield era, por naturaleza, una persona amable. Así vivió hasta el final de sus días. Pero a
comparación con esa versión tan emocional e impulsiva, en la actualidad no había manera
que tuviera el valor para decir palabras tan comprometedoras.

Ir y exigirle a la futura reina visitarlo aún cuando su relación estaba entre las cuerdas como
si nada ¿no era eso perder la cabeza?

Dentro del bosque se dejaron flotar pequeñas chispas de fuego para decorar. En filas
llegaban los religiosos con las mismas ropas insípidas de color negro. Estaba claro que
pertenecían a algún tipo de Sede que quedaba en la tierra.

—Son orientales. —escuchó decir a Nayareth. —mencionaron que habría una pequeña
celebración por la llegada de la primavera.

—Pero aún falta para que sea primavera. —musitó Radfield. —Esto no tiene sentido.

—No se refieren a la estación, si no a la temporada en la que las hojas de su bosque


renacen. Durante esta época suele llenarse de energía elemental por alguna razón.

—Entonces aprovechan para entrenar su Alma Elemental. —acotó Arian. —Si quisiera
volver a su mundo, deberían tomar esta oportunidad.

Radfield asintió con una extraña rigidez en su cuello. Si él se viera en segunda persona
como solía imaginarse que sería cada vez que veía sus recuerdos pasados, habría notado
lo poco convencido que había sido ese gesto.

—Bien. —repuso Blue en la recién limpiada mesa de la casa de ocio. —Según mi


investigación en las fiestas se suelen comer, sentir la “diversión” y bailar.

—Lo estás pensando demasiado. —musitó Radfield, quien también mantenía la limpieza en
la casa de ocio. —Aquí no hacen tal cosa como bailar.

El hombrecillo de cabellos azabaches usaba unas túnicas negras con botones. Desde lejos
muchos lo confundieron con el hijo rico de algún profesor siendo castigado sin imaginar que
los sobrepasaba en edad. Mientras frotaba su mentón con el ceño fruncido, sus pupilas se
levantaron.

—¿Cómo está la criatura que llevabas en tu tienda? —preguntó Radfield sin tacto.

—Maravillosa. —respondió Blue sin prestar atención realmente a Radfield. —No debería ser
parte de tus preocupaciones por ahora.

Ambos dejaron de hablar para centrarse en lo que ocurría frente a ellos.

—Cualquier criatura que pise este establecimiento será eliminada inevitablemente con el
sensor. —explicó un profesor a Bryan y al pequeño grupo de pupilos a su cargo. —Una de
las cosas que no pueden hacer las criaturas es tener un Alma Elemental compartida. Su
naturaleza egoísta lo impediría absolutamente.

Nadie le decía nada, nadie estaba mirándolo ni siquiera por el rabillo de sus ojos. Y aún así
su ya amarillento rostro había logrado volverse más pálido de lo que ya era.

121
Blue, entre todos los que conocía, era el único que nunca había practicado mejorar su
estado junto a otras personas. Desde el minuto en que abrió sus ojos no tuvo ningún
problema en manipular la tierra ni a los seres vivos que habitaban en ella.

—Oh. —suspiró resueltamente Radfield. —Supongo que sí tendrás que bailar.

No se sorprendió cuando no lo encontró detrás de la encimera de madera. Había escapado,


aún con toda su experiencia e inteligencia disponible, tanto Radfield como Blue estaban al
tanto de que bailar no era su fuerte, ni el de ninguna criatura realmente.

El profesor no estaba equivocado. Una de las razones por las cuales nunca se enseñó a las
criaturas nobles a crear Armas Elementales fue por la sencilla y miserable naturaleza con la
que las criaturas nacían. Por mucho que sus cuerpos fueran fuertes y anatómicamente
mamíferos, no eran humanos. La chance de que unas criaturas novatas lo lograran en una
sesión era lo equivalente a que un pingüino emprendiera el vuelo al primer intento. Incluso
alguien como Danish solo pudo crear el espejismo de un Arma Dual que se desvaneció
rápidamente.

Y sin embargo, no contaba con la estima que Blue mantenía de sí mismo. Cuando cambió
de turno con Bryan, se encontró a varios alumnos y profesores haciendo un círculo. Blue era
el tipo de ser que cometía muchos errores en un pestañeo. El tipo de criatura que pensaba
que si el mundo era un un jardín plagado de hormigas él era el oso hormiguero.

Y entonces, pudo imaginar a la perfección la secuencia de hechos que habían sucedido. Se


alejó de la casa de ocio para buscar una pareja, luego de consultar a varias personas, que lo
rechazaron rotundamente por su propuesta tan poco atractiva se fue indecorosamente a un
rincón de los jardines a molestar a cualquiera que fuera lo suficientemente fácil de irritar
para obligarlo a bailar por las malas.

Y el candidato perfecto era, claramente, Arian.

Radfield meneó miserablemente su cabeza para finalmente enviar una pequeña


acumulación de líquido por el pasto hasta el centro del círculo. Si Blue iba a hacer el ridículo,
no se lo perdería por nada del mundo.

Él sintió claramente que las capas y capas de arrogancia eran destrozadas por primera vez
y la presión social lo carcomía por dentro, la paranoia le estaba haciendo perder la cabeza.

—No deseaba ser descubierto por su poca naturalidad humana.

A unos pasos de él estaba Danish quien comía algo que probablemente sonaría asqueroso
a los oídos de Radfield. El rojo vivo pintaba los labios delgados. Usaba las mismas
miserables ropas negras que a diferencia de las sencillas ropas de los religiosos, tapaban
todo su cuerpo hasta la punta de sus uñas. Adornada como a una escultura griega,
amuletos inútiles colgaban de todas partes como un arbolito de navidad

—¿También viste eso? —suspiró. —Realmente no sé cómo se las ha ingeniado para que
nadie se dé cuenta.

—Su Alma Elemental le ha ayudado mucho. —respondió ella con el sonido más bajo de voz
que podría generar. —¿dónde están los demás?

—Bryan está limpiando la casa de ocio.

122
—¿Casa de ocio? —se burló la criatura, haciendo que las cuentas y las joyas audiblemente.
Era un cuerpo que parecía humano, pero aún así se había esmerado en usar los artefactos,
talismanes y otras tonterías para evitar problemas. —Pensaba que los humanos solo se
dedicaban a torturar criaturas y bestias para mantener El Bosque intacto. Pensaba que este
lugar serviría como punto de aparición si el que usamos por primera vez fallaba según los
escritos de mi Humdog.

Radfield bajó el marco de sus pestañas. La paz y cierta sensación de pérdida lo inundaron.

—¿Cómo es el lugar en donde estás? —preguntó mirando cómo la chica devoraba otro
pedazo de carne en término medio. —¿Te tratan bien?

La princesa pareció sufrir un pequeño escalofrío, sin embargo no fue suficiente como para
obligarla a dejar de comer.

—No lo sé. —aseguró ella. —Es un lugar oscuro. Ni siquiera sé dónde está.

La expresión de Radfield se endureció.

—¿No memorizaste el camino? —preguntó conmocionado.

—No es como si no lo hubiera intentado. Solo salí de la pequeña casa hasta el marco de la
puerta y desde entonces todo es negro.

Claramente algo estaba mal. Sin embargo, antes de poder decir cualquier cosa, todos
fueron empujados en una estampida. Danish perdió de vista a Radfield y ambos entraron en
un edificio de madera cercano. Estaba lleno de alumnos de la Sede y otros que eran
externos. Profesores de distintas categorías hablaban en lo que parecía ser un escenario.

—¿Ya los viste? —preguntó una joven. Danish giró su cabeza por inercia y se encontró con
dos jóvenes charlando. —Es el último jefe de la Sede Londinense. Están reclutando
personas.

—¿En verdad? —preguntó la otra chica con las mejillas tan rojas como la sangre de cerdo.
—Escuché que las condiciones para entrar eran muy altas.

—Lo son. —repuso la otra chica. —Es necesario una disciplina estricta y la capacidad para
manipular un Arma Del Bosque en conjunto, pero con alguien con un Alma Elemental
diferente a la tuya.

—¿Cómo puede ser? ¡Eso es imposible! —masculló la segunda chica con tristeza.
—Apenas vamos en la etapa de resiliencia. Solo algunos han podido practicar con armas
físicas de la madera de El Bosque ¿Y hacerlo con un Alma Elemental diferente?

El profesor era un Alma Elemental nata de la tierra.

—Esperamos esta temporada para poder exponer junto al profesor Mártir de La Sede
Londinense. —presentó a su compañero quien rígidamente subió a la tarima. Su rostro era
estoico, muy diferente al hombre sonriente que lo estaba presentando.

Radfield en la otra esquina observó con aturdimiento a los dos profesores que habían subido
a la tarima. Con esos movimientos tan rígidos y estrictos, esperaba que nada más que la
vergüenza se presentará.

123
Pero claro, no podía estar más que equivocado.

El hombre Londinense clavó firmemente la madera en el suelo.

De la materia se extrajo agua elemental, tan fácilmente como si hubiera estado usando toda
su vida Siarun refinado. Radfield afiló su vista. El líquido recorrió sus extremidades hasta
llegar al profesor quien a su vez formaba trenzas y trenzas alrededor del líquido con
enredaderas de rosas.

—Son profesionales. —sonrió Nayareth a su lado. —Qué coquetería.

Todos los presentes vieron cómo ambos elementos trazaban los puntos de acupuntura del
otro, recorriendo y deslizándose tan naturalmente como una danza. El arma de madera de
El Bosque cambió de forma, de un material blanco como la porcelana y helado como un
témpano. Entre ambos había un Arma Dual perfecta.

—Un baile. —suspiró Radfield. —perfectamente podría llamarse un baile.

Había subestimado a los seres humanos de esa línea temporal. Podían transformar un trozo
de madera elemental en algo tan complejo como un Arma Dual. Si tan solo hubiera estado
despierto en los primeros años de la guerra tal vez hubiera servido para algo más que para
mandar informes.

—Quien quiera que sea capaz de replicarlo. —enunció el profesor que más sonreía.
—Tendrá la oportunidad de obtener un traslado a la sede en Londres.

Los gritos de asombro se escucharon por todas partes.

—¿Intenta matarlos? —preguntó Blue a Radfield.

—Si obligarlos a bailar hasta el cansancio cuenta como matarlos. —susurró Arian. —Es
posible.

Danish volvió a ser tragada por el tumulto de gente. Llegando finalmente al grupo donde
estaban Blue y Arian.

—¿Has visto eso? —preguntó Danish mientras se obligaba a mantenerse de pie. —Si uno
de nosotros fuera capaz de hacer un Arma Dual podríamos expandir nuestro conocimiento a
otras sedes.

—¿Por qué no estás bailando? —preguntó Blue muy irritado mientras entre sus dedos
revoloteaban unas gafas magnéticas. —De los tres eres la única que lo ha hecho.

Pero la chica solo se dignó a girar los ojos en señal de vergüenza, encontrando a lo lejos a
su ex prometido bailando con la ayudante de Arian. No había una razón para sorprenderse,
los había visto pasar tiempo desde hace ya bastantes meses.

—Pensé. —musitó ella. —pensé que vendría a buscarme para tomar el primer puesto.
Fácilmente podríamos invocar un Arma Dual si es necesario.

Miró como ambas almas de agua giraban en círculos, dejando descansar el líquido
elemental en sus extremidades al igual que la gran mayoría de participantes allí.

124
No podría olvidar que Radfield había elegido su camino viviendo en la tierra. Poco y nada
tenían que ver él y la nueva orden que Danish estaba planificando en El Otro Mundo. Bien
podría asentarse en la tierra y vivir hasta que su cuerpo envejeciera y su alma se disipara al
ciclo de reencarnación.

Él alma de una criatura no era igual al de los seres humanos por muy mestizos que fueran.
Su resistencia e incluso al lugar al que se dirigían era completamente diferente. Significando
así que ni siquiera en el limbo podrían encontrarse.

Conocía la naturaleza humana. Conocía las emociones de Radfield y aún así era
imprudentemente egoísta como para enjuiciar sus sentimientos.

Si Nayareth le pedía que se quedara aquí en la tierra, entonces eso estaría bien. Entre todas
las cosas que podría preguntarle, sabía que si le pedía a Radfield ir con ella al Otro Mundo
era natural saber su respuesta. Algo de que era totalmente consciente.

—Hay agua en tus ojos. —susurró el joven de ojos verdes mientras la miraba curiosamente.
Rompiendo temporalmente con su rango de princesa y Lemno.

—¿No te ibas? —Danish se limpió el rostro con la vergüenza carcomiéndole la garganta.

—¡Oh, vamos! Estos malditos seres inferiores y su problema de comunicación. —bufó él.
—Si ganar una beca para expandir nuestro alcance y ganar una guerra se tratara de mi
responsabilidad, no lo pensaría dos veces.

—Como si tú fueras el mejor en las charlas.

—Oye, estás hablando con Blue, soy el ejemplo a seguir de cualquiera. —Danish estaba
irritada, pero aún con la arrogancia de Blue, podía sentirse incluida. Quedaron en un silencio
profundo, hasta cuando ella le extendió la mano.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó él.

—¿No es obvio? —ella rodó los ojos con cierta ternura. —¿No querías bailar?

El rostro anémico del chico se iluminó como si hubiera caído una lluvia de estrellas. Sus
largos dedos apretaron la mano de Danish con emoción.

—¡Si! ¡Por supuesto

No sonaba ninguna voz en el instrumental, era una música rápida. Sin embargo el chico de
ojos esmeralda palideció en el acto, había olvidado un pequeño detalle; no había
memorizado los puntos de acupuntura de La Región De La Tierra, y mucho menos las de La
Región Del Fuego.

—¿Y bien? —el chico rió levemente e intentó copiar algunos pasos de sus compañeros, fue
un fraude absoluto, es totalmente rígido como un alambre grueso. Una risa burlona escapó
de los antes miserables labios de Danish

—-¿De qué te ríes, Mujer Murciélago?

—Nunca antes has usado los puntos de acupuntura para fortalecer tu Alma Elemental, debí
suponerlo. —siguió riendo mientras veía como el chico bajito ponía su empeño a todo
potencia.

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—Mira, no soy una profesional, pero no es diferente a cómo el baile humano se basa en
mover tu cuerpo al ritmo de la música, escucha —continuó un baile sencillo fiel al ritmo,
entusiasmado siguió a paso firme mezclándolo con cualquier cosa que se le ocurriera.

Claro, ese era un baile humano, pero no lo suficientemente disciplinado como para llegar a
siquiera asimilarse con la práctica de generar un Arma Dual pura. Danish observó por unos
leves momentos antes de tomar el hombro de Blue, guiando sus pasos.

—¿Qué haces? —preguntó el otro.

—Te ayudo.

Los pasos desorientados de Blue se fueron corrigiendo paulatinamente.

Blue y Danish se unieron en una danza disciplinada y fantástica, como dos maestros que
ejecutaban un antiguo ritual. Cada movimiento estaba cuidadosamente coreografiado, como
si siguieran un guión táctico. Sus compañeros observaban maravillados, sintiendo la
presencia de almas elementales en el aire.

Los pasos de Blue y Danish eran precisos y elegantes, como si estuvieran siguiendo una
partitura invisible. Cada gesto estaba imbuido por Alma Elemental, y a medida que
avanzaban, creaban patrones de luz y sombra en el suelo. La energía mágica fluía de sus
manos con gracia, formando remolinos y espirales que llenaban la sala con un resplandor
mágico.

—No sabía que podía verse tan bonito. —susurró Nayareth.

—¿A qué te refieres? —preguntó Radfield dándose la vuelta. Había muchas cosas que
Radfield intuyó la primera vez que conoció a Danish durante su estadía en La Mansión
Flawsher. Uno; era una criatura peligrosa, dos; sus colmillos eran peligrosos y tres; podría
ser una bestia brutal si se lo proponía.

Era simplemente que nunca estuvo en sus perspectivas ver a una princesa danzar con un
Lemno de bajo rango tan agraciadamente como aquella vez. Danish naturalmente podría
hacerlo increíble incluso si lo hacía sola, sin embargo podía ver claramente cómo permitía
que las enredaderas crecieran a su alrededor, cuidando sus pequeñas hojas de ser
consumidas por las Lenguas De Fuego. Acariciandolas con un tipo diferente de trato.

—No sabía que Blue podía seguir instrucciones. —suspiró impactado Arian. Radfield levantó
su vista para encontrarse con el rostro suave de su compañero.

Radfield dejó escapar una sonrisa a medias. Sí, estaba feliz de presenciar algo que jamás
podría haber visto en su línea temporal pasada, estaba contento de ver cómo Danish se
abría a otras personas y sobre todo de que había logrado un baile de Arma Dual perfecto.

Simplemente le hubiera gustado ser él.

—¿Esas no son tus gafas? —susurró Radfield con burla.

La sala se llenó de una atmósfera etérea y tranquila, y los corazones de los espectadores
latía al ritmo de la magia que fluía a su alrededor. La danza disciplinada y fantástica de Blue
y Danish continuó, como un tributo a la fantasía misma. Cada movimiento estaba imbuido de

126
poder y cuidado. Todos los presentes sabían que estaban siendo testigos de algo
excepcional, una manifestación en su forma más pura y sublime.

Danish abrió sus ojos, lanzando una mirada furtiva a un sonriente Blue.

—Nada mal para un mal ejemplar. —susurró Danish, era una forma indirecta de alargarlo.

—¿Qué esperabas? soy grandioso. —sonrió poniéndose las manos en la cadera. Giró
nuevamente los ojos, sin percatarse que alguien llegaba a toda velocidad a tomar su lugar.

—¡Blue! —el ex aspirante a médico. —¡Fuiste tú quien robó mis cosas, te atrapé!

—¡Pulgoso, Arian! —Antes de que el antes nombrado pudiera girarse, la Sede se iluminó.
Danish vio al maestro acercarse a Blue y hablar de la Sede Londinense. Se hubiera
quedado más tiempo de no ser porque había visto a Bryan correr de La Casa De Ocio hasta
las instalaciones eléctricas del departamento.

Llegó la noche y era momento de las confrontaciones amistosas entre sedes. Radfield
estaba purgando algunas caléndulas en el invernadero para la sede londinense, ya que
creía firmemente en las propiedades de las plantas.

—¿Será verdad? —preguntó Arian. —Ellos creen firmemente que las prácticas que llevan a
cabo tienen relación netamente con el ámbito religioso.

Radfield ofreció una tijera de tierra a Arian.

—Solo sabemos que en su parámetro tiene sentido. Así como para ustedes tienen la certeza
de que la ciencia tiene la verdad, ellos creen firmemente en que la religión es la respuesta a
sus propios problemas.

—¿Por qué lo dices así? —preguntó Arian. —Son humanos comunes que han tenido la
posibilidad de aprender, quien sabe como, la destreza que Ese Otro Mundo practica por
naturaleza.

—Eso es porque. —comenzó Nayareth mientras remojaba aloe Vera. —Es seguro que seres
de Ese Otro Mundo han estado viviendo entre nosotros, es obvio.

Arian terminó de quitar la porción necesaria y se dirigió a Nayareth.

—Si es así el caso, ¿por qué no nos hemos encontrado aún con entes sobrenaturales
buscando la cabeza de Danish como garantía?

Radfield cambió de lugar algunos tubérculos con nombres difíciles de pronunciar de un lado
a otro, roció agua elemental en el gran invernadero y ajustó la cantidad de desinfectante al
regadío por goteo.

—Es porque aún no es necesario que la princesa esté presente. —comunicó. —En el
momento en que se decidan, vendrán a buscarla.

—¿Y qué haremos entonces? —preguntó Nayareth con angustia. —digo, no podemos
permitir que sólo se la lleven como si nada.

—Ella no está en contra de volver, después de todo su más grande deseo es gobernar.
—musitó Radfield con las tijeras de podar entre sus dedos, las cuales temblaban sutilmente.

127
—Ella es la máxima autoridad en su facción, ¿no? —inquirió Arian. —será fácil para ella salir
de sus problemas.

—Eso espero. —suspiró Radfield.

Pronto las luces artificiales fueron atenuándose, significando así el inicio de las
competencias. Bestias en jaulas eran exhibidas como rarezas y maestros hablando de la
peculiaridad de sus cuerpos para absorber almas. Radfield había visto el panorama en
batallas reales por lo que ver a estos alumnos era como ver una mala obra teatral con bajo
presupuesto. Muchas personas usaban Armas Físicas de madera, para nada diferente de un
video juego lleno de puntos gratificantes.

Solo que lo gratificante para los demás era aburrido para alguien que había visto la muerte
mirarlo fijamente a los ojos.

—Hey. —llamó Nayareth entre la multitud a Radfield. —ven. Hay algo que debes ver.

Cualquier cosa era mejor que ver cómo juntas corrientes con una escasa habilidad
elemental intentarán que se derriben entre sí. Caminó hacia los túneles adornados con
rosas blancas y peonias. Incapaz de no recordar que eran las mismas que pusieron en el
funeral de Danish.

—Por aquí. —indicó Nayareth al desconcertado chico.

Uno de los muchos eventos que habían causado un efecto dominó en la relación y
convivencia del grupo había sido este evento en particular, sólo que diferente momento y
diferente lugar. Bryan era sacudido de pies a cabeza por Blue, dejando caer miles de libretas
y cámaras portátiles a sus pies.

Estaba bien, aún si Radfield no pudo evitar poner una cara de desafortunada sorpresa a
tiempo. Realmente no esperaba que los traicionara tan pronto, ni mucho menos que Blue
fuera el que se encargara de él.

—Tendrás que dar una explicación muy buena para evitar que te demos de comer a esas
bestias. —repudió Danish en el cuerpo falso. Parecía muy satisfecha.

—¡Tú, miserable monstruo, le lavaste el cerebro a nuestro jefe y aún así te atreves a
robarme!

Blue sacudió aún más fuerte al joven, sus lianas aferrándose al cuerpo como un pulpo
podría aferrarse a una roca.

—¿Estás reclamando como si fueras la víctima aquí? Realmente no tienes descaro.. —Blue,
por su parte, había jalado una pequeña zona de cabello que posteriormente desapareció
entre sus dedos.

—¿Pero por qué querías arruinar a nuestro jefe? —preguntó Nayareth tratando de
empatizar. —Hemos sido amigos por años, todo lo que pedimos se nos dio. Realmente no te
entiendo.

—¿Por qué? —bufó el chico. —No me digas que no has notado el comportamiento extraño
de Arian. Desde que nos juntamos con estos fenómenos él ya no es el mismo. Es casi como
si hubiera sido reemplazado.

128
Radfield y Danish permanecieron en silencio. Este tema no repercutió directamente en ellos.
No les correspondía intervenir más de lo necesario y lo sabían.

Nayareth frunció el ceño, pensando en las palabras del chico. Observó a Arian, su jefe y
amigo, mientras se encontraba en su La Casa De Ocio hablando con un maestro, revisando
documentos y planificando el traslado que Danish y Blue habían dejado en sus manos. Algo
en su mirada parecía distante y ausente, como si estuviera atrapado en sus pensamientos.

—Tienes razón en que ha estado actuando de manera extraña últimamente —admitió


Nayareth en voz baja. —Pero eso no significa que debamos hacer lo que tú pensabas hacer.

El chico suspiró, visiblemente frustrado. Cayó al suelo al notar la ausencia de las


enredaderas de Blue.

—No sé, Nayareth. Tú y yo sabemos que algo más grande está en juego aquí. He estado
investigando, y hay rumores de que las Sedes están involucrada en actividades irregulares y
estos —apuntó a Danish y Blue. —Serán nuestra ruina. Arian podría estar atrapado en algo
que no puede controlar.

—¿Qué él no puede controlar? ¿De qué carajo hablas? —reprochó Blue con sorna. —Arian,
por mucho, es el ser humano más excepcional que he conocido durante toda mi existencia
en la tierra. Solo un tonto pondría en duda eso.

Blue fulminó a Bryan y a Nayareth, con determinación en sus ojos brillantes comenzó a
hablar.

—Desde que llegó con su estúpida máquina a arruinar mi preciosa vida, Arian es
excepcional en absolutamente todo lo que se propone. ¿Sabes lo difícil que ha sido para mí
esquivar y afrontar sus trampas? A lo largo de los años que he tenido que lidiar con él, he
observado su inteligencia, su ambición y su capacidad para liderar. No es como otros seres
humanos. Él ha demostrado un deseo genuino de proteger y ayudar a otros, y es raro
encontrar alguien así en su especie.

Incluso una criatura como Danish que ha visto tantos tipos de bestia está de acuerdo;
raramente encontrarás a alguien tan admirable como Arian.

El sonido de una garganta tragando con dificultad cortó como una espada el plácido silencio
que había nacido hace unos momentos. El chico se quedó en silencio, reflexionando sobre
las palabras apasionadas de Blue. Por un momento, la duda cruzó su mente.

Radfield miró al recién llegado y asintió, reconociendo la sinceridad en las palabras de Blue.
Arian, el recién llegado, todavía confundido por la situación, miró a Nayareth y al chico con
perplejidad en sus ojos.

—¿Qué están haciendo todos aquí? —cuestionó Arian, su voz algo amarga y su garganta
seca. — ¿Por qué Bryan está en el suelo?

Ellos se quedaron sin palabras, sorprendidos por la inesperada llegada de su jefe. Intentaron
explicar su preocupación, pero Arian no estaba dispuesto a perder más tiempo después de
lo que había visto recientemente; cámaras tiradas en el suelo y sus pertenencias robadas.

—Así que eras tú—suspiró Arian. —realmente esperaba que fuera cualquier otro.

129
La tensión en ese apartado lugar era palpable mientras Arian los miraba con dureza antes
de salir hacia la luz.

—No tenemos nada que nos ate entre nosotros. Solo nuestros propios deseos, lealtad y
ambiciones. —inquirió Arian dándole la espalda. —Si ya no compartimos eso, entonces eres
libre de ir por tu propio camino.

—Aún si me quedo, ¿No cambiarás de opinión, verdad?

Bryan miró por última vez con recelo a Arian antes de agarrar las cámaras y salir de allí.

—¿Lo perseguimos? —preguntó Danish.

—No hace falta. —suspiró Arian. —No podrá salir aunque lo intente. Estamos hasta el cuello
dentro de esto.

130
Capítulo 12: Competencias amistosas.
Al tercer día, Radfield había iniciado su labor como espía.

Islandia era un país muy frío, razón principal por la que era impensable hacer una sede en
dicha ubicación. Radfield husmeó a sus alrededores. Usaban la energía a base de un
pequeño bosque para mantener la luz en su interior. Algunos animales eran usados para
criar y el aire se sentía fresco a pesar de ser un espacio subterráneo. Era bastante
avanzado para ser antiguo.

Radfield observó junto a Arian los altos edificios y a los cuantos cazadores practicar con
corteza de árboles negros.

—Es idéntico al bosque falso. ¿Funcionará igual? —musitó Radfield tocando la madera
oscura.

Caminó entre los árboles de madera negra.

—¿Estás listo para celebrar las competencias avanzadas? —preguntó un hombre de ropas
negras.

—Beberemos por una semana antes de que los cazadores turcos embarquen. —Escuchó el
sonido del aire cortarse a lo lejos. Alguien practicaba tiro con arco.

Pasó mucho tiempo contemplando, casi embobado. Siempre había admirado la capacidad
de los humanos originales para adaptarse.

—¿Cuál es tu elemento de nacimiento? —preguntó un joven. —El elemento de nacimiento


es muy importante para el camino de aprendizaje que tomarás.

—Yo no lo sé. —explicó Arian. —pero dominé el Alma Elemental del aire.

—¿Alma? —cuestionaron los demás. —no conocemos el término. ¿Cuál es tu fecha de


cumpleaños?

Ese método era muy arcaico y obsoleto. A pesar de no satisfacer las preguntas de los
cazadores, no se negaron a dejarles su pedazo de madera para practicar los puntos de
acupuntura. Así transcurrieron algunos días.

—Este edificio que ven aquí es donde se designa la pena a los monstruos o traidores a la
raza. —explicó la joven. —Está reforzado con madera de madera santa, agua bendita y
objetos purificados.

—Madera de “El Bosque”, agua elemental y objetos atrapa almas. —corrigió en un susurró
Blue. Que, como si fuera intocable, corría a husmear por toda la Sede.

—¿Cómo te permitieron entrar? —preguntó Radfield a Blue. —se supone que eres un
Lemno defectuoso. ¿No deberían darse cuenta?
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—¿A quién llamas defectuoso?—el Lemno se arregló el cuello de su desordenada camisa.
—Pase las pruebas físicas. ¿Cómo podría estar defectuoso? Fue muy fácil.

Claro que sería fácil pasar pruebas físicas después de haber usado a Arian para duplicar las
funciones de un sistema humano promedio.

Arian mantuvo su mirada en la lejanía, ignorando tácitamente a los otros dos mientras
caminaba. A su lado estaba el cuerpo falso de Danish caminado junto a ellos. Se veía
humana y mantenía el alma de Nayareth en ese momento, por lo que el detector no pudo
ser activado a la hora de ingresar.

—¿Cómo está la cosa? —preguntó Radfield a Arian. Provocando un escalofrío a este último,
pero sin ninguna señal de querer dar ninguna información. Estaba bien, Radfield fácilmente
podría tomarla si quería. adhaerere siempre estaba al alcance de una gota después de todo.

—Ese tonto gen humano arruina nuestro grandioso aroma. Creo que te llamaré Isabel, como
esa reina de Inglaterra, me sorprende que aún siga viva. —Así continúo hablando, pero su
felicidad fue arrebatada cuando chocó con una camisa que recordaba perfectamente.

—¿Cómo fuiste capaz de crear esto? —gritó Arian.Lamentablemente su grito despertó de su


sueño a la cosa entre los brazos de Blue, llamando a las miradas de todo el público. Su
llanto era débil, como el de cualquier recién nacido. Tan miserable que no tenía el corazón
para callarlo, excepto Blue, quien metió un calcetín en su boca.

—No seas estúpido, así no se hace. —susurró Arian mientras la tomaba con cuidado. Logró
mecerla y posteriormente dormirla.

—¿Cómo hiciste eso?- —preguntó asombrado Blue.

—Sentido común. ¿De donde sacaste a este bebe?, ¿acaso lo robaste? —preguntó tratando
de no gritar.

—Es mío. —dijo molesto

—¡¿Cómo sería eso posible?! —preguntó gruñendo.

—¡Eso no te incumbe! —dictaminó mientras la tomaba a la fuerza, solo para volver a ser
arrebatada por Danish.

—No es un humano, no es una criatura. —examinó. —Estoy especulando, realmente no sé


qué es. Después de viajar nos ocuparemos de esto. Ahora necesito que ambos practiquen.

—Ni siquiera tú sabes que es. —escupió Blue. —¿Y si solo es un híbrido?

—No lo creo. —repudió Arian. —Podría ser más como una de las bestias gusano que vimos.

—¿Cómo te atreves a insultarla? —exclamó Blue.

—Humano o no, lo sabremos si viajamos al Otro Mundo. Mi padre tiene las herramientas
necesarias para su mantenimiento. —Danish observó como la cosa chupaba su pulgar,
viendo como una débil parte de su energía se trasladaba hacia el lugar de succión, ella
cambió de opinión.

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—Nadie puede saber de ella. Déjenla en la carpa de Blue hasta poder separar su Alma
Elemental de su cuerpo. No es bueno dejarla libre por ahí.

—Es tan pequeña ¿por qué hablas de ella como una amenaza? —preguntó Arian.

—Los Lemnos son una amenaza en sí. —dijo resueltamente. —Hablando de amenazas, te
sugiero cortar conexión con Yeral por un tiempo.

—¿Qué? —Arian se levantó de un salto. —¿Por qué?

—Hay una posibilidad. —comenzó ella. —De que sea una espía. Por posesión.

Las esquinas de sus labios se crisparon con desagrado. Tanto Arian como Blue dudaban de
la idea, sin embargo, el que estaba más perturbado era Radfield. Si Danish veía a la criatura
que le devolvió al pasado como una amenaza, ¿que pasaría en su futuro? Y Yeral ¿cómo es
que lo sabía? ¿había entrado en su mente tan fácilmente?

—¿Cómo estás tan segura de eso? —preguntó Blue.

—Vi los recuerdos de Radfield esta tarde. Él tiene esa sospecha y yo lo creo.

—Te estás basando en algo inconsistente. —se defendió Arian.

—Adhaerere no es inconsistente jamás. —finalizó antes de levantarse.

—Pero Danish. —la retuvo Arian. —Es mi hermana.

—Al enemigo no le importa qué conexión tienen.

—Deberías enseñarme Adhaerere a mi también. —comentó sin preocupación Blue. —Sería


un buen espía.

Radfield regresó de sobresalto a su realidad. No sabía por cuánto tiempo había estado en
Adhaerere, pero había sido lo suficiente para llegar al sector donde los aprendices de
cazadores practicaban con Armas Físicas.

—La estas tomando mal. —maldijo Blue a Arian. —eres alto, debes preocuparte por los
enemigos que están abajo.

—Ya leí el manual. Déjame en paz.

—¡Ese manual no sirve! —exclamó el más bajo. —Ten este, es mucho mejor.

—Está muy bien explicado. —musitó Arian después de leer un poco. —Es diferente a todos
los documentos que he leído en la Sede, ¿A quién se lo robaste?

—¿Por qué no puedes simplemente tomarlo y hacer las cosas más simples para los dos?

Escucho a los dos pelearse a lo lejos.

Pero no lo entendía, ¿cómo es que Danish conocía sus sospechas sobre Yeral pero no
sobre su reencarnación? Era demasiado extraño. A menos que alguien estuviera
interviniendo. ¿Pero quién? ¿Existía alguien capaz de usar alguna habilidad para hacerlo?

¿Y si ya era tarde y los habían descubierto?

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Frente a todo, un cazador que cumplía su rol como profesor llevó una copa de vino sin
llenar.

—¿Planea beber en el campo de entrenamiento? —se burló Blue.

—Claro que no, es un profesor. —respondió un aprendiz de túnicas negras.

—¿Alguien sabe por qué tengo esta copa vacía entre mis manos? —preguntó el hombre
viejo.

—Es solo la representación de tu estatus como ser inferior. —comentó Blue a la ligera.
—Cosas de religiosos.

Entre todas las caras de incredulidad y repulsión, la risa de Arian se escapó de sus labios
finos. Radfield giró su rostro hacia donde provenía.

En sus dos vidas, era la primera vez que lo veía reír.

—¡Bastardo ingrato! —exclamó otro superior. —¡Peor que una bestia!

—Gracias. —respondió el último. —puede continuar.

Con el rostro rojo, el hombre colocó toda la atención en el público para continuar explicando.
Se trataba de una copa que contenía un Alma Elemental en su interior.

—Hablarán de la posesión en objetos y transporte de almas elementales. —musitó Arian al


oído de Radfield. —Pero con tanto tecnicismo religioso llega a ser poco elocuente.

—Es religioso, la elocuencia le sobra. —bufó Blue.

—Deja de ser tan grosero. —Arian trató de mantener la compostura.

No importó lo que seguía después. Todo lo que supo Radfield fue que tanto Arian como Blue
habían desaparecido y no existía un espacio físico. Estaba en la nada.

—Fue muy difícil hacerte aparecer aquí.

—Dame un respiro. —sufrió Radfield. —Aún estoy dibujando a escala los puntos de
acupuntura del gusano. Esto es sobre-explotación, ¿lo sabes?

A la última persona que quería ver era a Danish, en especial a esta Danish que estaba
dominando técnicas de La Región Del Agua.

—Necesitamos actuar ya. —le recordó Danish.

—Estás encarcelada. No es como si pudieras hacer mucho en el subterráneo de fuego.


—preguntó Radfield. —¿Dónde está Isabel?

—La cosa está al cuidado de Nayareth —comunicó ella. —Es mucho más seguro a que
ellos la envíen con Yeral. Aún no sabemos si esa cosa es humana.

Una risa escapó de los labios gruesos de Radfield

—¿Desconfías de Yeral porque yo lo hago? ¿No se supone que la reina tiene que tomar
decisiones por su propia cuenta?

134
—Esto es diferente. —dijo ella. —Tienes una comprensión de las cosas tan avanzadas, que
incluso me hace pensar qué tal vez fuiste instruido en alguna escuela para jóvenes nobles.

—¿Jóvenes nobles? —se mofó Radfield — Sabes a la perfección que me crió una criatura.

—Aún me falta saber muchas cosas. Dudo mucho saber algo más significativo sobre ti.

—¿Por qué te interesaría saber algo sobre mí? —preguntó Radfield. —como reina deberías
preocuparte de gobernar sobre el país ¿tendrás tiempo de preocuparte por tu esclavo?

—¿Prefieres que hablemos sobre ti o sobre los informes atrasados sobre la sede? —se
burló ella. —Está bien, tal vez tengas razón. Te avisaré cuando vayamos, pero recuerda. Los
reportes sobre acupuntura antes del martes.

El corazón de Radfield sintió como era aplastado y caía en pedazos sin piedad. —Claro.

Así era después de todo. Era sólo que tal vez había subestimado a la princesa. Despertó en
medio de una lucha con flechas y arcos, con su temblorosa espina dorsal, se dirigió a su
cuarto. Él se maldijo.

—Sería más simple si lograra encontrar el libro que escribí.

Mientras trataba de dormir en la cama de agua elemental, escuchó pisadas proveniente del
tejado de la cabaña. Somnoliento, Radfield se levantó solo para encontrar a un
encapuchado ir en dirección a “El Bosque”.

Sin esperar más tiempo, recogió algunas pertenencias de los otros dos jóvenes y Siarun
refinado para ir tras ella.

—Chicos, despierten. —gritó Radfield mientras vertía el Siarun refinado en las pertenencias.
—Necesito su Alma Elemental para poder ayudar a Danish.

—¿Dónde estoy? —preguntó el Alma Elemental de Arian en el tornillo de metal. —¿Por qué
no puedo verte?

—Estoy llevando parte de tu Alma Elemental. Es cómo trasladar tu conciencia sin el riesgo
de que muera tu cuerpo físico.

—Arian. —masculló el Alma Elemental de Blue. —¿Por qué no tengo piernas?

—No es momento para eso. —chilló Arian. —Ayudaré lo necesario, pero corre más rápido
¡Ella ya se va!

Corrió entre los árboles de madera negra. Varias ramitas brillaban de un intenso morado a
su alrededor. El Alma Elemental de Danish era naturalmente más fuerte que cualquiera. Por
esa razón Arian podría sentirla desde lejos.

Sin embargo, lo único que vio de ella fue su capucha desaparecer en “El Bosque”. Con su
habilidad, estableció una conexión para poder atravesarlo sin darse cuenta de que estaba
atravesando un gran árbol.

Cuando abrió los ojos, estaba en un lugar completamente diferente. El calor sofocante había
destruido su puente de agua.

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—¿Qué es esto? —preguntó Radfield mientras miraba la lava a unos centímetros de él. El
fuego provocaba pequeñas figuras y otras grandes en intimidantes. Fueran lo que fueran, a
Radfield le dieron la sensación de que no parecían estar vivas por completo.

Cuando Radfield intentó usar su agua elemental, sólo un miserable chorro logró sobrevivir.

—Mi elemento está demasiado sofocado. El exceso de sudor alterará mi rendimiento.

—Este calor es inhóspito. —susurró Arian. —Debes respirar con calma, yo oxigenaré tu aire,
evita la lava e intenta verificar algún lugar para que el aire pueda movilizarse.

Después de todo, Arian era un humano que a duras penas llevaba algunos meses
practicando con el Siarun. Por muy habilidoso que fuera, le faltaba un milagro para crear el
Sudor Elemental que solo la realeza podía generar.

—Es muy caliente. Si usas aire, sería una quemadura al menos de primer grado. —masculló
Blue.

—Vamos a buscar a Danish primero.

Corrió a la orilla del magma que hasta el momento permanecía tranquilo. Algunas garras
sobresalieron por la orilla.

—Son esas cosas otra vez. —dijo Blue. —apresúrate, Radfield.

—Esto es malo. —murmuró Radfield. —Esas cosas no deberían estar aquí.

El calor era abrasador mientras Radfield corría desesperadamente por los oscuros pasillos
del subterráneo. El aire estaba lleno de vapor y el resplandor rojo de la lava hirviente
iluminaba el lugar. Los monstruos inmortales lo perseguían implacablemente, carentes de
visión y sus garras afiladas listas para desgarrarlo.

Radfield se zambulló en una intersección, tratando de perder a sus perseguidores en la


oscuridad. Sabía que no podía enfrentarse directamente a estos monstruos, ya que si no
estaba equivocado eran indestructibles y sólo el Siarun bruto podría debilitarlos, pero
también sabía que era un enemigo igualmente letal para él.

Si lo usaba, ¿cuanta chance tendría él para sobrevivir?

Corrió más rápido, su corazón palpitaba con fuerza y su mente se enfocaba únicamente en
huir. Saltó sobre charcos de lava burbujeante y sorteó pilas de escombros en su camino. La
adrenalina fluía por sus venas, dándole una fuerza y velocidad para continuar corriendo

De repente, un monstruo emergió de la oscuridad, su figura grotesca destacándose contra el


resplandor de la lava, era una enorme serpiente con garras en sus extraños brazos de
fuego. Radfield giró bruscamente, apenas evitando las garras del monstruo que se clavaron
en la pared. Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia adelante y se deslizó por un estrecho
túnel lateral.

La estrechez del túnel le impedía correr a toda velocidad, pero al menos los monstruos
también se veían obligados a ir a un ritmo lento. Sin embargo, el calor se volvía insoportable
a medida que se adentraba más en las entrañas de la tierra. Gotas de sudor caían de su
frente mientras luchaba por respirar en el aire sofocante.

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—Relaja tu respiración. —recomendó Arian. —Serena tu mente.

—Es fácil para ti decirlo. No tienes pulmones. —Susurró él.

—Ya cállate y respira bien. —masculló Blue con los nervios de punta.

El ruido de los monstruos resonaba en el túnel, indicando que se acercaban. Radfield sabía
que tenía que encontrar una salida pronto. Siguió avanzando a través de los pasajes
angostos, esquivando estalactitas de lava solidificada que colgaban del techo.

Finalmente, vislumbró una tenue luz al final del túnel. Sus ojos se iluminaron de esperanza y
aceleró el paso. Al salir se encontró en una caverna subterránea iluminada por el resplandor
de la lava. La temperatura era peor y el aire era aún más seco a comparación con los
túneles claustrofóbicos.

Pero la vio a ella. Danish luchaba cuerpo a cuerpo contra esas criaturas que iban atacando
sin piedad.

—Ciento veinticuatro, ciento veinticinco. —contó ella. Los pedazos de carne volvían a caer
en la lava y todo volvía a comenzar una vez más.

—Danish. —musitó Radfield con esperanza.

Sin embargo, su alivio fue momentáneo. Las bestias emergieron detrás de él, llenando la
entrada de la caverna. Sabía que no podía luchar contra ellos directamente, pero tenía un
último recurso. Miró al suelo y notó un camino estrecho y rocoso que conducía hacia el lago
de lava en el centro de la caverna.

Sin pensarlo dos veces, Radfield se lanzó hacia el lago de lava, dejando que el calor
abrasador lo envolviera. Sintió cómo su piel se quemaba y sus pulmones se llenaban de
humo, pero mantuvo la esperanza de que, tal vez, ella fuera tras él.

Las monstruosidades se acercaron a la orilla del lago de lava, pero no se atrevieron a


continuar, aullaron y gruñeron hacia el centro sin poder hacer nada más que llorar.

—¿Por qué sigues fingiendo estar muerto? —preguntó Blue. —Rápido, ve y mata esas
cosas. Le estamos dejando todo el trabajo a La Mujer Murcielago.

Estaba parado en una masa de brote negro, Arian continuaba envolviendo sus pulmones
con oxígeno y su Agua Elemental finalmente había logrado establecerse.

Frente a él, como un rayo, Danish volaba dando saltos en las esquinas de la empinada
cueva.

—Realmente eres un desquiciado. —bufó ella sin dejar de matar. —Si tienes algo de Siarun
contigo realmente te perdonaré el atraso de los informes.

Estaba protegiéndolo a él.

Con esa nueva cosmovisión, Radfield estrujó sus bolsillos.

—Ciento treinta y ocho, ciento treinta y nueve.

—Tómalo. —gritó. —Solo recuerda abrirlo un poco y lanzarlo a…

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Sin dudarlo, Danish abrió en su totalidad el frasco de Siarun bruto. Radfield sintió que su
corazón era aplastado por una roca, no solo por los efectos nocivos del Siarun, si no que
estaba obligado a presenciar la destrucción y regeneración del cuerpo de Danish una vez
más.

Danish provenía de una familia estricta y rígida por sus costumbres. Era la hija del rey, era
una princesa. ¿Cómo podría estar tranquila después de subir y bajar, caer y levantarse en el
hilo de la muerte?

Aún si no podría morir, seguía siendo doloroso el sentir como su piel era quemada hasta el
hueso, ver cómo los trozos de carne carbonizada caían y volvían a aparecer para
posteriormente volver a caer.

Era una princesa, pero ya parecía haber elegido el camino de un oficial de alto rango.

—Rápido, toma esto. —suplicó Radfield mientras sacaba de entre sus chamuscados
bolsillos el Siarun destilado. La lava cambió de color a uno fuccia. De su interior una gran
silueta emergió, perforando el fuego.

—Así que después de doscientos años alguien finalmente pudo cumplir con los requisitos de
mi leyenda —la voz femenina pero áspera retumbó en la cueva subterránea.

—¿De qué leyenda hablas? —preguntó Danish.

—¿Cómo que cuál? —exclamó la gran criatura de lava, esperando que alguno de los dos
hablara. —¿Cómo has llegado hasta aquí?

Carne nueva finalmente permaneció en su cuerpo y Danish volvió a reponerse con lentitud.
Radfield, por su lado, temía que en cualquier momento se cayera hacia la lava.

Él había vivido el terror de la muerte durante el último periodo de la guerra, sabía que un
mortal como él no duraría mucho tiempo ahí. Sudaba como nunca antes, pero también sabía
que aún con toda el agua que era capaz de transformar no sería suficiente para salvarlo. Su
elemento no podría ayudarlos. Él miró a Danish.

Conocía a la perfección cada página del libro sobre refinamiento de Siarun, él mismo había
escrito algunos comentarios en él. Lo que nunca se había atrevido a probar, era el quinto
refinamiento.

—Afírmate bien, princesa. —avisó Radfield mientras saltaba hacia adelante. El cuerpo que
continuaba regenerándose temblaba y sudaba frío. Sabía que con un Alma Elemental tan
exquisita como la de Danish la probabilidad de éxito era elevada.

Y así fue.

—¿Desde cuándo puedes volar?

—Eso no importa. —bufó Radfield. —Por favor, danos información sobre la antigua reina de
La Región Del Fuego.

Patentado la explosión del agua siendo hervida bajo sus pies, logró llevarlos cerca de la
criatura de lava. La refinación del Siarun en su quinta forma era especialmente difícil de
llevar a cabo. Por su naturaleza era necesario tener a un sujeto de prueba con un Alma
Elemental lo suficiente fuerte para tolerar ser copiada.

138
—Un humano. —apuntó con su dedo de lava. —y una criatura. Hace tanto tiempo que no
veo una dupla tan adorable.

—Ya maté a esas cosas ¿No cumplirás con la parte del trato? ¿Dónde está?

El fuego de su cabello se deslizó entre sus anchos hombros. La criatura gigante le sonrió
con suavidad

—Soy yo. Obviamente.

Las lenguas de fuego se movieron en la cueva subterránea, como si lograran emular de


alguna forma el océano nocturno. Radfield sintió que tanta calma en su compañera era
extraña, pero aun con toda su curiosidad, no tuvo el valor suficiente para mirarla.

Sabía que no podría tolerar esa mirada en lo absoluto. Danish dejó escapar un suspiro
moribuno. Él aun sin poder verla, sabía a la perfección que estaba aturdida en su totalidad.

—¿Pero por qué…?

—Sé que esperabas a alguien más noble. Los humanos son muy lindos cuando no quieren
matarte.

—¿Cómo pudieron hacer esto?

—Cuando huí de Él Otro Mundo, llegue a territorio humano junto a mi nuevo prometido, sin
embargo, era la edad oscura. La caza de brujas era muy popular para ese entonces. Si tu
amado no te deseaba más, sólo bastaba que supieras sumar para que te quemaran viva.

—Eso es horrible. —masculló Radfield.

—Así es. Después de que escapé con mi amado, vivimos una vida relativamente tranquila,
hasta que él se cansó de mí.

Él envejecía muy rápido, cada día estaba más paranoico. Así que, una tarde, robó mis libros
encriptados a la asociación de caza de brujas y esa misma tarde morí.

—¿Te quemaron? —preguntó Danish con ademán para acercarse, siendo detenida por los
brazos de Radfield.

—No, me lanzaron a la lava. No podía morir, pero no necesariamente dejaría de sentir dolor.
Con mi Alma Elemental intacta, pude mantenerme consciente hasta que se popularizó mi
leyenda.

—El humano con el que huiste te traicionó. —suspiró Danish. —Qué miserable.

—Los humanos tienen una naturaleza especial. No le tengo rencor. Yo sabía a lo que me
enfrentaba. Mi amor por él era tan profundo, que incluso dejé una hija de él en el otro
mundo. —explicó la criatura de fuego.

—¿Cómo dices? —preguntó Danish.

—Debe ser una princesa de La Región Del Fuego ahora. El tiempo pasa más rápido en esta
tierra. ¿Eso es todo lo que necesitas consultarme?

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—¿Es la última reina de La Región De Fuego entonces? —musitó Radfield tratando de que
no fuera obvio que Danish lo había ignorado olímpicamente. —Ella es tu mamá.

Cuando Radfield se giró para mirar a Danish se encontró con un lienzo totalmente en
blanco, ilegible, sin nada escrito para ser leído.

Totalmente decepcionada.

—¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudiste ensuciar la nobleza así?

—¿Ensuciarla? —musitó la Reina caída. —puedes decir cualquier cosa, pero sucio no es un
término que tenga relación con mis sentimientos por él.

—Dejaste al rey por un humano común, casi mataste la dignidad de la nobleza de la Región
Del Fuego ¿y pretender decir que no fue sucio? —vociferó Danish. —Eres repugnante, peor
que una bestia.

—¡Danish, detente! —pero ya era tarde cuando Radfield gritaba su nombre.

—No seas imprudente, jovencita. —sonrió la criatura permitiendo que Danish la atacara.
—puedes lanzar todo el fuego que quieras, no podrás hacerme nada.

—Aún teniendo una vida tan miserable aquí en la tierra tienes las agallas de reírte de mí.
—bufó Danish junto a las explosiones de lava colisionando con su Fuego Elemental para
desaparecer posteriormente. —La única bestia imprudente eres tú.

Lenguas de fuego se estrellaron con el cuerpo de Danish, obligándola a caer hacía la lava
inestable del subterráneo.

—Pasas mucho tiempo con los humanos, incluso pareciera que sufres como uno de ellos.
—se burló la criatura. —eres inmortal, pero tus heridas arden como si tu cuerpo fuera el de
un humano común y corriente.

—¡No te atrevas a tocarme! —gritó en cólera. Sus dientes afilados mostrándose a la criatura
frente a ella como un reflejo de muerte.

—Oh. —sonrió la criatura. —Eres de la realeza antigua. Tiene sentido que te sientas así.
Pero que no se te olvide, que tanto tú como yo pasamos por la rigurosa crianza de un noble.

Radfield se mantuvo erguido, mirando como ambas se despreciaban mutuamente.

—¡Dame el Siarun! —bufó enfurecida la princesa. —¡Dámelo ya!

Radfield miró esos ojos desquiciados por el dolor, esas pestañas temblorosas llenas de
tristeza. Aún si tuviera un Arma Elemental no había nada que hacer contra esta criatura.

Lengüetazos de fuego desgastaron la tela en la gargantilla de Danish, incinerando la poco a


poco. Radfield sabía que esa criatura que había sido abandonada por tanto tiempo no
perdería la oportunidad de tener algo de diversión.

Era sólo que no esperaba que tomara tantos riesgos para hacerlo.

—Tantos años y siguen robándole a la comunidad para que la realeza prospere. —se burló.
—Es una pena, eres joven, pero ya has absorbido el Alma Elemental de un cuarto de una
región. Tiene sentido, de lo contrario tendrían que matar a miles para mantener tu vida.

140
Danish abrió sus ojos de par en par, permitiendo que el reflejo de la lava se proyectara en
sus pupilas verdes.

—¿No lo sabías? —sonrió la criatura de lava. —Esos lindos par de colmillos que tanto
presumes están diseñados para desgarrar y matar, por eso la pena máxima es la mortalidad.
La sangre se mantiene genuina y exquisita para que tu segundo estómago la pueda
absorber ¿quién es la sucia ahora?

En lo más profundo de la cueva subterránea, Danish se enfrentó a una visión aterradora,


cuyos ojos ardían con una intensidad abrasadora. Las rocas incandescentes que formaban
su cuerpo se retorcía y ondulaban, creando una danza mortífera de destrucción. Con
determinación, Danish apretó sus manos en puños, sintiendo el calor sofocante que
emanaba de su oponente.

Sin embargo, tanto ella como Radfield sabía a la perfección que la criatura frente a ambos
solo estaba cazando por diversión, como un gato caza a una polilla en su territorio lleno de
oscuridad.

Cada golpe que lanzaba era respondido por flujos ardientes de magma, desafiando a
mantener su posición. Sudor y esfuerzo se entremezclan mientras luchaba por mantenerse
firme ante la furia ígnea de su adversaria, buscando un vacío en su ardiente defensa.

—¡Suficiente! —gritó Radfield sofocado por el escaso oxígeno. —¡No la toques! ¡Es tu hija!

La criatura no desaceleró en ningún momento sus golpes, sin embargo, Radfield se había
esforzado en que lo escuchara con todos los métodos posibles.

—Ya lo sé. —se rió ella. —¿Crees que no reconocería el parecido? Es tan terca como su
padre.

—Ella no merece esto. —suplicó Radfield. —por favor, déjela ir.

—Ser humano ¿por qué molestarte con una criatura tan problemática como ella? —se burló.
—jamás podrán llevarse bien y en algún punto dejarás de interesarte. Tu vida es corta,
reconsidera tus opciones.

Las lianas de magma y fuego la dejaron caer. Como un pajarito herido, Danish cayó en el
Agua Elemental que Radfield había forzado a salir.

—Entiendo que tengas resentimiento, incluso comprendo que no lo entiendas. Son


diferentes situaciones y circunstancias.

—Todas las criaturas nos dejamos vencer por instinto salvaje, Humano. Ella no será
diferente. Vivir debería ser tu prioridad y con ella solo encontrarás el final a su lado.

La lava rugió a sus pies. Radfield ladeó su rostro lleno de miseria. Había tantas cosas que
sabía y también muchas cosas que no. Esta sorpresa estaba fuera de sus expectativas en
absoluto.

—Aunque suene cliché, cada pequeña sonrisa suya me hace capaz de buscar mi cada día y
cada momento en el que estoy a su lado parece valer la pena., aún si soy sólo un humano.
—respondió con cólera Radfield. —Se que el final es inevitable, pero por ahora, quiero
seguir descubriendo cada parte de su mundo para luego compartir el mío con ella.

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La criatura de lava observó cómo el joven envolvía sus delgados brazos en ella y luchaba
por volver al túnel

—Solo un humano puede ser tan terco. —sonrió ella.

142
143
Capítulo 13: Devuelta al Otro Mundo.
—Danish, ¡Danish! —gritó Radfield. Había caminado tanto por los túneles subterráneos, que
incluso sus zapatos habían quedado inutilizables.

Ninguno de sus amigos contestaba al llamado y Danish permanecía inconsciente, y lo peor


aún estaba por aparecer. Pronto Radfield se quedaría sin oxígeno y no habría forma de
regresar.

Su cabello rojo húmedo cayó por sus hombros, hasta que su cuerpo se desmoronó en el
suelo. En ese punto dudaba si estaba inconsciente por el exceso de esfuerzo o porque el
oxígeno de la cueva se había agotado. Solo sabía que no estaba respirando.

—No, no, no —masculló Radfield. La oscuridad era asfixiante mientras Radfield luchaba por
mantener la calma. Palpó a tientas en busca de Danish, su mano tropezando con la figura
inerte.

Con determinación, comenzó a aplicar los primeros auxilios, revisando la respiración y el


pulso de la princesa. Cada movimiento era agónico, su propia respiración entrecortada por
el esfuerzo y la preocupación. Mientras el tiempo se agotaba, más aumentaban las
compresiones.

Era inmortal, no moriría, pero tampoco podría salir de esto sin que alguien más la ayudara.

Las piernas de Radfield finalmente cedieron. Cayendo de bajo de Danish en un tronco de


dudosa madera. Sudaba frío y los latidos de su corazón temblaban redundantes en sus
oídos. Él lo sabía, iba a morir ahí.

El castañero de los dientes de las bestias y el juguetón de sus largas uñas no le permitieron
encontrar consuelo. Iban a quedarse allí si nadie lograba encontrarlos a tiempo. Apretó los
objetos de sus amigos con un incontrolable temblor de sus dedos después de tantos
intentos por invocarlos.

—Si alguien escucha esto… —respiró lentamente. —Ayúdenos. Alguien, quien sea.

Ella mantenía los ojos cerrados, tal y como si estuviera durmiendo. Tal como en el día de su
funeral, descansando. Era una vista hermosa y tan dolorosa, tan irremediable y sofocante,
pero Radfield se negaba a cerrar los ojos.

Solo podía resignarse a mirarla a través de la oscuridad del túnel. Cerraba los ojos, sentía
como sus dedos perdían su sensibilidad, entonces volvió a abrirlos, como si fuera lo
suficiente para evitar perder la conciencia.

Con vaguedad escuchó la risa suave de su cuidadora, sabía que era ella porque reía como
si no existiese problema insolucionable. Él pestañeó nuevamente, escuchando un extraño
bufido como los que daba Danish ante la junta en La Sede en Francia. Él dejó caer sus
pestañas una vez más y casi estuvo seguro de olfatear las rosas blancas que solían adornar
las Sedes.

Cuando Radfield se despertó, la luz artificial casi derritió sus ojos. Miles de religiosos y
cazadores habían sido asesinados y frente a él había alguien suspendido en el aire. Botas
negras, pantalones rotos y un cuerpo dividido a la mitad colgaba desde el cuello inerte. A
sus costados las enredaderas brotaban y eran consumidas por pequeños parásitos sin ojos.
144
Bryan había muerto.

—Quédate quieto, humano. —bufó la criatura que apuntaba con su arma a Radfield. —Si no
quieres perder tu alma, claro.

Un Lemno de La Región Del Aire. Radfield había presenciado muy pocos en su corta vida
pasada. Observó cómo varios Lemnos de distintas regiones inspeccionaron el cuerpo de
Danish.

La habían encontrado, ¿pero cómo? A lo lejos sólo pudo dislumbrar vagamente la figura de
Nayareth inconsciente. ¿Dónde estaban los demás?

La Lemno lo observó de pies a cabeza. —¿Cuál es tu parentesco con ella?

—Limpiaba la casa de ocio para los eventos aquí y choqué con ella de paso, creo que está
muerta. —mintió él. Pero repentinamente todo volvió a verse negro.

Y esa mentira, fue lo que le salvó la vida. Cuando Radfield despertó. Solo estaban Blue y
Nayareth junto a él.

—Murió por ser un maldito traidor, se lo merecía. —vociferó Blue mientras armaba una
maleta.

—No puedes irte aún, no sabemos dónde están ni si Arian sigue a salvo. Necesitamos
mantenernos juntos para ayudarlos.

—¡De ninguna manera! —gritó. —Yo debo mantener a Isabel como mi prioridad ¿Qué me
importa si ese tonto muere? No es mi problema.

—No habrá un futuro para ella si te quedas aquí. —Contestó Radfield levantándose de lo
que parecía una tina llena de algún tipo de agua de hierbas.

—¿A dónde vas? —preguntó Nayareth al ver que Radfield empacaba sus cosas.

—¿A dónde más? —repuso él. —Voy a buscarla.

—¿Qué? —preguntaron ambos al unísono.

—No puedes solo ir y llevarte mi nave. —hostigó Blue. —No te lo voy a permitir.

Radfield se giró con brusquedad, dispuesto a enfrentar las palabras de Blue.

—Entiendo que no quieres involucrarte ni mucho menos implicar a tu creación en esto. Pero
no me dejarás más opción.

Fue entonces que Blue comprendió que no debía meterse con el alquimista de su grupo.

Jalo de la camisa negra a Blue, arrastrándolo por toda la sede. No importaba cuántas
personas los miraran ni todos los gritos de Nayareth para intentar pacificar la situación. Él no
iba a ceder. No si podía intervenir.

La última vez había sido así. Danish había sido llevada a juicio y él se había quedado
cobardemente en la tierra, como si fuera un problema totalmente ajeno a él.

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Su temperamento tranquilo lo había abandonado su cuerpo. Sin pensarlo dos veces, jaló a
Blue del brazo hasta llevarlo a “El Bosque”. Olvidándose por completo que a apenas era un
joven de catorce años, no le importó cuántas enredaderas se envolvieron en su cuello ni
cuantas mordidas desesperadas había recibido en sus nudillos.

Lanzó el cuerpo de Blue entre medio de los frondosos árboles negros.

—¡El humano Radfield va a iniciar una pelea! —gritaron al viento unos jóvenes religiosos en
túnicas negras.

—¿Qué? —se burló Blue aún en el suelo. —¿planeas matarme? Eso no ocurrirá.

Radfield abrió su palma, el sudor brillaba bajo las luces de artificiales y el reflejo de su rostro
perturbó la superficie.

Porque el agua tiene memoria.

—Existen muchas formas de morir que no involucran un cuerpo físico, Blue. —Inquirió
Radfield. Pequeñas gotas de agua se escaparon para traer de vuelta un pequeño alfiler
escondido entre las ropas religiosas de Blue. —Si quieres a la criatura de vuelta, tendrás
que ayudarme.

Radfield imaginaba el final desfavorable que podría tener esta pequeña criatura y Blue si
alguno de sus superiores, superiores de verdad, se llegaba a enterar de todo eso. Lo
comprendía, y aún así no permitiría que alguien tuviera la posibilidad de quitarle a Danish.

No lo permitiría de nuevo.

Blue miró esas piscinas cálidas que por primera vez eran tan frías y agitadas como una
tormenta en pleno invierno.

Y por un instante, sintió que esa mirada determinada y profunda se parecía a la de Arian,
quien había sido arrastrando en un descuido a el Otro Mundo. Sin embargo, llevar su nave
era equivalente a entregase y entrégala a ella.

¿Qué podía hacer Radfield al respecto?

Siguiendo los puntos de acupuntura que permanecían en lo profundo de sus memorias,


Radfield movió sus muñecas. Sus talones nunca abandonaron el suelo, dibujando así lo que
parecía un patrón de frías estrellas.

El agua concentrada de la sede envolvió a Blue con crueldad, obligándolo a imitar los
movimientos. Muchas otras personas fueron obligadas a bailar La Danza Elemental y
Radfield no se molestó en advertirle a nadie sobre su plan.

Entre más personas sería más probable el éxito.

Nunca antes había dado tanta energía elemental, ni en su vida pasada, ni en esta. Al ser el
ente principal al momento de manejar la energía, rápidamente su cuerpo fue perdiendo
autonomía hasta que ya se había vuelto parte del suelo y las raíces en el bosque.

Transportarse a Ese Otro Mundo era agotador, el método era claramente poco fiable. Y aún
así Radfield no había escatimado esfuerzo ni vidas para lograrlo.

146
Cuando dio su primera bocanada de aire, sus pulmones se inundaron de la fragancia floral
de la naturaleza. Fría y húmeda, dulce y suave.

Ya no estaba en la tierra.

A centímetros de su palma estaba el rostro azul de Bryan. Poco a poco el cuerpo se


deterioró pero su alma había quedado atrapada en “El Bosque” como moneda de cambio.

Enterrado como estaba, vio a su alrededor pilas y pilas de cuerpos, algunos provenientes de
la sede y otros simples bestias podridas ue pasaban por ahi.. Al girar su mirada pudo
comprobar que estaba en un bosque cerca de la mansión de la Región Del Fuego.

—¡Qué carajo! —gritó Blue mientras luchaba por salir de entre la tierra húmeda. —¡Estás
loco! ¡Tú, miserable humano!

Pero no podía importarle menos las quejas de Blue. Estaba en una verdadera emergencia.
Pronto, no sabía cuándo, se llevaría a cabo el juicio contra Danish donde se le condenaría a
exiliarse en la tierra. Él más que nadie sabía que no había tiempo que perder.

Por otro lado, cuando Danish despertó se encontró tendida en una cama con bolsitas de
aroma. Sus manos, al contrario de lo que esperaba, estaban completamente libres.

La puerta se abrió de par en par y lo primero que vio fue una tela de seda llena de volantes
de color blanco con encaje dorado y un cabello pelirrojo, como si hubiera robado destellos
del sol para dejarlo crecer en su cabeza.

¿Cómo iba a olvidarlo?

—Conde de La Región Del Agua. —saludó.

—Es grato que la princesa aún recuerde este humilde rostro después de tanto tiempo.
—respondió el joven. —ruego perdone la forma en que fue traída hasta aquí.

Danish se incorporó rígidamente. Miró en el hombro del joven Conde. La puerta estaba
entreabierta, fácilmente podía correr y salir de allí.

—Me parece que su trato con La Región Del Fuego ha sido beneficioso para ambas
facciones aún cuando lo dice muy a su pesar.

—Estoy aquí para proponer algo que estoy seguro será de utilidad para ambas facciones.
—soltó. —Si no mal recuerdo, usted contrajo matrimonio con mi medio hermano, Radfield
quien, que su alma alcance la iluminación, murió días después de su boda.

Danish, rígida de pies a cabeza como estaba, sólo mantuvo sus ojos fijos en la puerta que
estaba por cerrarse.

—No necesito que usted sea quien me relate los hechos que conozco a la perfección.
—respondió Danish con estoicismo. —Solo parece un humano imprudente.

—No estoy siendo imprudente. —sonrió el joven. Era ese tipo de sonrisa naturalmente
humana y agradable de ver. Era el tipo de sonrisa que Radfield solía darle.

Radfield, ¿dónde estaría él ahora mismo?

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—Dígame, princesa. —empezó él. —¿Cuál cree usted que sea la pena que se le asignará a
usted después de asesinar a un príncipe de La Región Del Agua?

—Sea lo que sea. No tiene nada que ver contigo.

—Pongámoslo de esta manera, princesa. —el joven puso una silla frente a la princesa quien
permanecía parada. —Yo he estado haciendo tratos con el actual rey de su región. Usted no
se imagina lo que es capaz de ofrecer para que su princesa esté a salvo.

Danish metafóricamente sufrió un golpe de agua fría en su espalda. Giró su rostro que había
fruncido cada pliegue de piel y encaró al joven sentado frente a ella.

—Fuiste tú. —incriminó Danish. Sus colmillos que había estado acostumbrada a esconder
finalmente sobresalieron entre sus delgados labios—Tú eres quien ha mantenido los
rumores y a mi padre en silencio.

—Solo es un negocio, joven princesa, no es para que tomes una postura tan agresiva.
Simplemente quería proponerle un trato, un acuerdo que sería beneficioso para ambos sin
aportar bajas. Solo debes aceptar nuestro compromiso y formar un convenio entre ambas
regiones para implementar Armas Duales, ya sabes, para cuidarnos entre nosotros.

Danish levantó sus ojos con lentitud. Radfield también propuso Armas Duales.

El joven conde vio como esa cabellera roja de agitaba sin permitirle continuar con su
discurso.

—Puede meterse su trato por donde le quepa.

La joven princesa caminó hasta la puerta, sin embargo, al momento de mover el pomo de la
puerta, un corte eléctrico atravesó su mano hasta su cuerpo. Ella mantuvo su mirada
desconcertada hacia el conde, quien se mantenía sentado en la silla sin ninguna intención
de girarse.

—Puede intentar todo lo que su Alma Elemental pueda ofrecerle. Pero recuerde que ahora
está en este mundo y es este mundo el que se rige por nuestras condiciones.

Sin ninguna oportunidad para dejar que continuara hablando, Danish corrió hasta llegar a su
espalda. El joven creyó que iba a hacer un berrinche con sus uñas, para cuando se giró se
encontró con un arma de porcelana, muy parecida a una espada larga golpeando su campo
de fuerza.

—Un Arma Dual de energía elemental completa. —el conde miró con asombro mientras la
espada acuchillaba a diestra y siniestra. —No sabía que una criatura pudiera congeniar con
un Alma Elemental opuesta. Me sorprende.

Danish vio como su sonrisa se borraba lentamente, pero no había indicios de mostrar
señales de miedo en lo absoluto. Él dejó descansar su mejilla en su mano, mirándola desde
la silla en la que estaba sentado.

—Sin tu recarga pronto no podrás hacer nada de todos modos. —respondió con galantería.
—Tienes hasta después del juicio para darme una respuesta. Claro, si quieres que tu padre
ni tu región se envuelva en la guerra. Ahora Mi Señora ha implementado unos Lemnos muy
especiales, te encantaran, podríamos hacer que se parecieran a tus otras mascotas.

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—¿Ustedes siempre han estado detrás de la cabeza del rey, de mi región. no es
así?—preguntó Danish mientras su cuerpo poco a poco se entumecía. —Por eso la reina
Celina estaba tan empeñada en casarme con Radfield a pesar de que no tuviera sentido.

Entonces Danish lo entendió. Las criaturas extrañas habían sido modificadas por La Región
Del Agua. Danish vio como todos sus esfuerzos habían quedado neutralizados. Se sentía
espantosamente agotada, como si un gran peso hubiera caído en su cuello.

—Después de todo, he visto que eres una chica lista. Con tu inteligencia podríamos marcar
la diferencia para la nueva era. —sonrió de lado. —Solo piénsalo. Quizá la vista de nuevos
Lemnos con el rostro de tus mascotas no sea lo mejor para ti. Tu Alma Elemental sufriría
mucho daño solo para crear una Lemno peor que una bestia.

Y yo la necesito.

Y se marchó sin decir nada más.

Danish, a pesar de ser una criatura de espalda recta, no podía negar que su naturaleza
nunca sería completamente honesta. Tocó la superficie de su cuello, la tela se desprendió
con tanta facilidad que la chica temió por un momento haber perdido la noción de la
sensibilidad. Miró el espejo de Agua Elemental frente a ella.

No había sufrido un corte por espada. La princesa le había mentido a Radfield para evitar
mencionar esa parte de ella qué tal vez no sería como ella tanto deseaba ser.

Cuatro puntos clavados en su cuello tan profundamente que dolía verlo. La realeza no sólo
era la realeza por su estatus de sangre, obviamente también lo era por el poder que ejercía
sobre sus súbditos.

En un mundo inmortal se creería que la salud carecería dé limitaciones, por muy miserable
que la hacía sentir. Todas las criaturas necesitan su energía elemental para continuar
moviéndose y respirar. Al vivir tan cómodamente entre banquetes y seda, la princesa nunca
se había preguntado la razón. Ella cayó de rodillas en el suelo.

—¡Alguien venga! —gritó. Parecía que la habitación había bajado varios grados de
temperatura. —¡Por favor, alguien!

No lo entendía, había vivido en el mundo humano tanto tiempo y sin embargo no había
vuelto a tener que absorber energía elemental de nadie. En el mundo humano era
totalmente diferente, a lo más había bebido sangre pocas veces y solo por lo hambrienta
que se sentía.

¿Y si era eso?

Danish se arrastró hasta la puerta. Con sus uñas enterradas en la madera y aún con toda su
fuerza no pudo girar el pomo. Miserablemente se desplomó en el frío piso de la habitación.

Por otro lado Radfield, Nayareth y un cansado Blue caminaron entre los bosques llenos de
criaturas extrañas que ninguno de los tres había visto antes.

—Debemos encontrar a Arian. —suspiró Nayareth después de correr. El aire no era nocivo,
incluso era más puro que el de la tierra. —¿Tienes algún plan?

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No tenía un plan, obviamente. Solo deseaba desesperadamente interrumpir el juicio. Sabía
que sería el momento en el que la condenaron y posiblemente también se casaría con
alguien de La Región Del Agua, alargando lo que sería la futura guerra.

No tendría que sufrir eso una vez más. Él no permitiría que sufriera todo eso una vez más y
mucho menos hacerlo sola.

—Hay que buscar a Arian. —repuso Radfield mientras generaba agua elemental de sus
dedos. —¿Llevan algo de él con ustedes?

Los dos se miraron con esperanzas hasta que finalmente aterrizaron en Blue. Quien, reacio,
negó con la cabeza.

—No es momento de ponerse rencoroso. —Nayareth bufó. Solo después de una sesión de
miradas fulminantes, Blue cedió. Sus manos temblaron al extraer un botón.

—Tiene algo de él. Supongo que puede servir.

Radfield con solo tocar el botón pudo ver que se trataba de un Alma Elemental y dos
cuerpos diferentes estaban nadando en su interior. Estupefacto, miró a Blue.

—¿Cómo diablos hiciste eso?

Era la primera vez que lo escuchaban maldecir directamente. Blue titubeó.

—He estado mucho tiempo en la tierra. También sé leer. —mencionó él. —Hace tiempo
encontré un libro como el que tienes tú. Creo que era religioso.

Claro, Blue era este tipo de criatura que le gustaba conservar propiedad ajena. Radfield
sostuvo con cuidado el botón. Su corazón latía frenéticamente.

—La capacidad de mantener un Alma Elemental en un campo físico. —musitó con


añoranza. —para mantenerla a salvo. Es increíble.

“Sal” ordenó Radfield. El Agua Elemental entró en el botón y trajo al campo físico una
pequeña criatura. Su cabello era café y su piel amarillenta. Esos ojos azules brillaban como
fuegos artificiales y, claro, como el Siarun bruto.

—Llévame con Arian. —ordenó Radfield con poca delicadeza. —Ahora.

El Agua Elemental se volvió hacia Radfield y marcó el curso. Los jóvenes corrieron por el
bosque de madera verde, se encontraron con criaturas de todo tipo en el transcurso que
fueron atravesadas por Blue. Radfield miró a la pequeña figura de agua entre los brazos de
Blue. Era la misma cara que había visto en el funeral de Danish aquella tarde. La criatura le
devolvió una mirada estoica y él comprendió tácitamente.

Ella tampoco pertenecía a esa línea temporal.

Cuando Danish se despertó, unas uñas delgadas acariciaban su cabello cuidadosamente.


Era temprano por la mañana y sabía que pronto se llevaría a cabo su juicio.

—Por fin mi hermana se despierta. —respondió la joven de rizos dorados y vestido de seda
azul. —Realmente pensaba que nunca ibas a hacerlo.

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Danish permaneció aturdida por un largo momento, nunca se había llevado bien con su
hermanastra para empezar y mucho menos habría permitido que sus uñas de gato tocaran
su cabello sin quemarse antes.

—Dime, Zira. —interrumpió Danish. —¿Alguna vez te han dicho por qué usamos la Energía
Elemental de las criaturas en vez de poder usar solo la nuestra? Pensaba que solo
pedíamos una comisión pequeña a cambio de protección.

—¿Ni siquiera un “buenos días”? —preguntó miserablemente. —Hay cosas que no han
cambiado.

La princesa se acomodó para mirar la ventana.

—¿No me lo dirás? —preguntó Danish.

—Se supone que tú eres la inteligente. Deberías intuir la razón. —respondió ella. —Después
de todas tus aventuras en la tierra sintética, me imagino todo lo que has probado. Qué
envidia.

Zira, con sus ojos centelleantes de complicidad, se acomodó en su asiento, lista para
escuchar con atención el discurso de su hermana. Los salones del palacio estaban
adornados con lujo y opulencia, y la princesa tenía un aura de autoridad que dejaba claro
que sus palabras eran importantes.

—¿Sabes lo que le ocrrurió al tonto que envio al Lemno R37 a la tierra sintetica? —se burló
Zira. —Fue decapitado ayer con una hoja de Siarun sin afilar cincuenta veces antes de darlo
a las bestias aún vivo. Solo después de que sonaron las doce el príncipe Joseph de La
Región De La Tierra permitió que se le administrara Siarun para que lograra abandonar su
cuerpo físico.

—¿Qué ocurrió con su alma? —preguntó Danish. —No creo que hayan dejado que se
disperse.

—No estoy segura. —suspiró Zira mientras miraba el pomo de la puerta. —Ni siquiera mi
prometida, que es la actual gobernadora de la región del oeste, tiene noticias sobre lo que
ocurrió con esa miserable alma.

—Arthur planea usar el sufrimiento del Alma Elemental para crear bestias horribles, Zira.
—Danish se levantó de golpe. —Tienen que evacuar la mansión lo antes posible. Sé que
con tus contactos podrías llevarte a mi padre lejos de aquí.

Ambas se miraron en un minuto muerto.

—Por favor, tienen que escapar. Si el problema son los recursos en la tierra sintética no
necesitaran absorber criaturas, solo…

“Solo beber sangre” se maldijo Danish.

Zira bajó sus largas pestañas, como si pudiera de una forma leer la mente de Danish y sus
labios se separaron.

—Nosotros, la realeza, a diferencia de la plebe y de cualquier criatura en esta tierra, al igual


que los seres Lemnos, por muy desgraciado que sea, necesitamos absorber algo más que

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exquisitas sopas o pasteles. Somos, en el fondo, bestias con ropa elegante. ¿No creen que
es irónico? —preguntó, con una sonrisa sarcástica.

La mirada de Danish se perdía en las llamas mientras absorbía las palabras de su hermana.
Las palabras resonaban en la sala, haciendo eco de una verdad incómoda que todos
conocían pero rara vez se atrevían a admitir.

—Supongo que has escuchado hablar de los vampiros en la tierra ¿no? —continuó la
princesa, su mirada recorriendo a todos los presentes.

—Somos eso. —suspiró Danish, resignado ante la dura realidad que acababa de exponer su
hermana.

—Bestias. —repitió la joven princesa con un toque de tristeza en su voz—. El enemigo


natural del ser humano. Pero, como cualquier depredador, también tenemos nuestras
necesidades. Y eso, querida hermana, es lo que debemos recordar siempre.

—El Conde de BellaStone quiere llegar a un acuerdo conmigo a cambio de liberar a mi


padre y apaciguar el disgusto de las demás facciones. —suspiró Danish mientras se dejaba
caer en la fría pared, su cuello quedó tenso y expuesto. —Tengo hasta el final del juicio para
dar una respuesta. Pronto será nuestro final.

Repentinamente las manos de Zira se detuvieron y temblaron.

—Oh, querida —suspiró —Tomaría tu lugar, lo propuse, pero El Conde De BellaStone me


rechazó.

—¿Hiciste eso? —se sorprendió Danish. Sus ojos verdes se habían abierto tanto que temió
que se le salieran de las cuencas. —Pero, tú…

—Se que entre nosotras dos, hay más probabilidad de que tu prometido termine siendo
ejecutado antes de pasar a la luna de miel. —se burló ella. —Además, no creo que debas
obligarte a hacer nada. Es sólo papeleo y regularidades de poca importancia.

—¿Y si me equivoco? —preguntó Danish. —¿Qué pasaría si las cosas entre las facciones
empeoran? Más que un líder, se ve como una garrapata chupándonos la sangre.

Repentinamente la puerta de la sala silenciosa fue abierta de par en par, varios Lemnos
ingresaron en filas. Al final finalmente pudo ver a un HumDog llegar con el cable restrictivo
de La Región Del Aire.

—¿Dónde está mi HumDog? —preguntó la princesa. —Él debería encargarse de llevarme al


juicio.

—Respondiendo a la princesa. —un soldado Lemno se arrodilló ante ella. —El rey mandó la
orden de su ejecución dos semanas después de su huida al mundo sintético por traicionar a
su majestad.

—Mi padre no haría tal estupidez —gruñó ella, sus facciones antes ligeras y frías
empezaron a fruncirse. Pero nada podría decirle unos simples soldados. El cable fue
conectado a su cuello. Un indescriptible escalofrío recorrió sus puntos de acupuntura para
informarle que sus habilidades habían sido selladas.

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Con la cabeza en alto, salió por los túneles subterráneos camino al establecimiento donde
sería juzgada.

Por otra parte, Radfield finalmente había encontrado el paradero aproximado de Arian;
situado en un edificio abandonado en las calles que habían sufrido por las guerras
territoriales.

—Este lugar es muy diferente al resto. —masculló Blue mientras abrazaba a la criatura en
sus brazos. —¿Cómo es que antes hubo vida aquí? Apesta.

Situado en un pequeño pueblo aislado cerca de donde vivían él y su cuidadora. Solía ser
una zona transcurrida de comercio ilegal y trata de personas. En ese momento solo había
cenizas y restos de lo que había quedado. Claramente podía mirar en el lugar donde se
rompían las olas y escuchar el mar. Por un breve momento sintió el impulso de correr a su
antiguo hogar.

—¿Radfield? —preguntó Nayareth junto a Blue, quienes habían ingresado al edificio


abandonado. —¿No vienes?

Radfield permaneció inmóvil por unos vagos segundos. Volvió a mirar hacia el océano y
después sus ojos volvieron a encontrarse con los de Nayareth. Claro, su alma ya estaba en
un cuerpo. No había razón para verla y comprobar que su cuerpo se había desintegrado.Y,
sin embargo, no los siguió. Corrió hasta el lugar donde pequeñas manchas azuladas
destellaban al ser besadas por el sol. Corrió entre las selvas verdes y las flores de amapola,
sintiendo como el aroma familiar envolvía su cuerpo y se introducía en lo profundo de su
alma. Sus pies chocaron con la espuma marina como una hermosa colisión.

—¿Qué estás haciendo? —gritó Blue quien apenas podía seguirle el paso.

—Hay que bajar al fondo marino. —respondió Radfield mientras su cintura era sumergida
hasta su pecho. —Podemos llegar si entramos por el túnel submarino.

—Somos todos mortales, Radfield. —lo interrumpió Nayareth. —no sobreviviremos más de
dos minutos bajo el agua.

Nayareth hizo todo lo posible para retener al joven de ingresar y sumergirse, forcejeando y
volviéndolo a intentar. Estuvieron tanto tiempo discutiendo que los brazos del chico ya se
habían puesto rojos.

—Pero debo hacerlo. —masculló en desesperación. —Si no llega a tiempo otra vez, ella
podría ser condenada de por vida.

Su cuerpo fue inesperadamente levantado por los aires. Su cintura se sintió apretada y todo
su cuerpo perdió autonomía. Había sido capturado en las enredaderas verdes, que según
vio estaban más saludables que nunca.

—¿Qué? —preguntó Blue. —planeaba usarlo como último recurso de todos modos.

—Si vamos a ir tenemos que tener un seguro para nuestras vidas. —replicó Nayareth
mirando a Radfield. —No puedes simplemente ir y que la suerte haga todo el trabajo por ti.

Lo sabía, sabía que tenía razón. El problema era que él siempre había sido así y no podía
evitar su naturaleza imprudente. Como cuando era un joven de verdad y creía haberse

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enamorado por el simple hecho de que un humano compartía alma con la criatura que más
amó.

Escuchó el ruido del aire golpeando en sus orejas y algo más, como un susurro agónico.
Ambos giraron la cabeza para ver el alma de la cría hacer burbujas con la espuma de mar.

—¿Qué hace? —preguntó Radfield.

—¿Cómo quieres que lo sepa? —se angustió Blue. —Isabel no acata mis órdenes.

—Es como si estuviera metiendo oxígeno. —respondió Nayareth con cautela. —¿Está
criatura tiene un Alma Elemental de aire?

Radfield, aún liberándose de las enredaderas de Blue, contempló la pregunta de Nayareth


con seriedad. Su conocimiento sobre las Almas Elementales y su conexión con Arian le
permitieron considerar esta posibilidad. Pero no tenía sentido, ya que en un inicio el Alma
Elemental de Arian debería considerarse por su nacimiento; de agua.

—Podría funcionar. —masculló mientras mantenía su mirada fija en la criatura. —Puede que
haya aprendido de Arian y que predomine, una especie de simbiosis entre el Alma
Elemental del aire.

Las enredaderas que habían mantenido atrapado a Radfield se aflojaron gradualmente


mientras Radfield continuaba su análisis. La criatura, aparentemente consciente de la
conversación, comenzó a relajarse y a emitir un sonido que recordaba al susurro del viento
en las hojas de los árboles.

Como un Copycat. —musitó Nayareth. —Como un arma dual encarnada.

Nayareth y Radfield intercambiaron miradas, conscientes de que estaban en presencia de


algo extraordinario y misterioso. La criatura se alzó en el aire con gracia y ligereza, como si
estuviera a punto de compartir sus secretos con ellos.

—Podría funcionar. —replicó Radfield mientras guiaba su Energía Elemental a sus


extremidades y continuó autoconvenciendose —Puede que haya tomado prestada la de
Arian.

Los tres se sumergieron en el salada del océano. Como un remolino de burbujas, deslizando
y reventando entre ellos.

—Traten de no hablar. —recordó Nayareth mientras se dejaba enredar en las enredaderas


de Blue. —Radfield, llévanos en la corriente hacia su dirección.

Y así fue, en las profundidades del océano, la flora y la fauna flagelándose entre sí.
Criaturas marinas, las más curiosas, se acercaban para intentar darles una probada. Como
si fuera parte de su naturaleza, el Alma Elemental no parecía tener ningún problema en
viajar por las corrientes submarinas. Lo hacía tan bien que incluso Radfield llegó a divagar
sobre ella, como si hubiera hecho ese recorrido millones de veces, repitiendo un ciclo.

Solo cuando todo estaba oscuro, se dieron cuenta de que habían llegado. Raíces
protuberantes y muchas pequeñas esferas de luz.

—Esas son… —masculló Blue. —Son aAmas Elementales incompletas.

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Bajo los tantos niveles bajo el mar, era imposible evitar que sus órganos y cuerpos
implosionen, a excepción de los entes nacidos bajo el mar. Aquí, el cuerpo de estas
criaturas extranjeras había sufrido tanto que allá mitad de su alma los había abandonado.

—No solo son almas incompletas. —masculló Radfield. —Son almas alteradas por
exposición al Siarun.

Blue y Nayareth le lanzaron una mirada complicada. Claro que debían ingresar a pesar de
que su vida corría riesgo.

—Está bien si no vienen conmigo. —reflexionó Radfield. —Traeré de vuelta a Arian después
y ustedes volverán a su mundo. Tendrán que organizar la creación de otras sedes, lo
lamento.

Los pensamientos de Blue y Nayareth comenzaron a girar en torno a la difícil decisión que
Radfield acababa de plantear. La idea de separarse y regresar a su mundo sin Radfield,
Danish ni Arian era a la vez angustiante y desafiante para ambos.

Blue, con su perspectiva inusual y su poca paciencia, consideró la propuesta de Radfield por
primera vez con seriedad. Observó a Nayareth y notó la preocupación en sus ojos. Las
enredaderas que lo mantenían juntos antes ahora se mantenían más firmes a su alrededor,
como si estuvieran expectantes ante lo que estaba por decir.

—Blue —susurró Nayareth, consciente de que ella también estaba luchando con la decisión.

Blue se mordió el labio inferior, contemplando la situación con pesar. Habían compartido
tantos momentos y habían formado un vínculo especial con él. Dejarlo atrás no era una
opción que consideran fácilmente.

Blue asintió, reconociendo la validez de las preocupaciones de Nayareth. Ambos sabían que
enfrentarían desafíos desconocidos y peligros en su búsqueda para traer de vuelta a Arian,
pero también entendían que su lealtad a su amigo y su compromiso con su causa y las
sedes eran inquebrantables e importantes.

Aunque, en el fondo, no era lo que quería hacer.

Mientras Radfield esperaba su respuesta, Blue y Nayareth intercambiaron una mirada


determinada. Estaban dispuestos a enfrentar lo que sea necesario para reunirse con Arian y
proteger las futuras Sedes y averiguar sobre las almas elementales. La decisión estaba
tomada, y seguirían adelante juntos en esta misteriosa y peligrosa travesía.

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Capítulo 14: El juicio.
Al contrario de lo que esperaba Danish, el camino hacia el juicio en La Región Del Agua fue
bastante lento y pacífico. Lo suficientemente aburrido como para contar sus cinco dedos una
y otra vez, y pensar, si hubiera podido realmente, en lo divertido que sería explotar este
canal subterráneo cuando las cosas mejoren.

Si hubiera posibilidad de mejorarlo.

Escuchó ruidos de traqueteo en un compartimento aislado del túnel subterráneo, que fue
rápidamente censurado por el sonido de las botas de un recién llegado.

—Bienvenida, Princesa Flawsher. —habló otro miembro de la nobleza sin un nombre


importante, que realmente mereciera recordar. En las paredes estaban los emblemas
generales de La Región De La Tierra, una mantis religiosa, La Región Del Aire; una paloma
y una balanza. Debían de ser parte de la región más cercana a la familia real, pues no vio
ningún emblema de serpientes, sólo de la facción del norte, que eran salamandras.

Las puertas se abrieron y Danish pudo entender por qué la región del agua solía mantener
islas terrestres en su superficie usadas explícitamente solo para intercambio comercial.

Una de las cosas que podría haber impresionado a la princesa eran muchas; las criaturas de
la región del agua no podían mantener la respiración bajo el agua para siempre, debían
subir a la superficie o alojarse en los compartimentos bajo el agua para respirar.

Dos; no tenían aletas como Danish podría esperar de una criatura acuática. Algunas
escamas parecidas a las de una serpiente se alojaban en sus mejillas por el contacto
excesivo con la humedad y otros agentes.

Y tres; no habían Lemnos designados para esta facción. A donde mirarás, veías bestias
acechando alrededor de la recién llegada.

—Son sensibles al flujo de Alma Elemental de cualquier extraño o exiliado. Te sorprendería


lo difícil que fue domesticarlos para eso.

Danish cruzó hacia el gran edificio donde se llevaría a cabo su condena. De pronto, en su
mente inquieta, surgió una duda; si todos los nacidos bajo la facción tienen esa apariencia
escamosa ¿por qué El Conde de BellaStone era exactamente igual a un humano común?

“Tal vez porque no permanece mucho tiempo bajo el agua” teorizó Danish en su mente
mientras veía como las puertas estaban abiertas para recibirla.

Danish caminó con paso firme hacia la sala del tribunal, consciente de las miradas de las
personas que la rodeaban. Todas las cabezas, algunas menos escamosas que otras, se
giraron para recibirla o, ya que era el caso, juzgarla por cosas que aún no pasaban.

—No puedes dejar que te afecten sus miradas, Danish —le susurró su abogado defensor,
mientras se acercaban al banco de la defensa.

—Lo sé. —dictó la apática princesa, pero era difícil no sentir la presión y el miedo.

El tribunal estaba lleno de observadores curiosos, algunos con expresiones de desconfianza


hacia Danish debido a su origen en una región con roces históricos con la de su ex esposo.

156
La sala estaba dominada por un juez con una mirada severa que se alzaba por encima de
todos, como si fuera un vigilante imparcial de la justicia.

El juicio comenzó con la declaración inicial del fiscal, quien sostenía que Danish había
tenido motivos para asesinar a su esposo. Danish escuchó con atención mientras su
abogado defensor presentaba su apertura.

—Su señoría, en este juicio demostraremos que mi cliente es inocente. No había motivos
para que cometiera este crimen atroz —Danish escuchó a su lado. Pero, aún con la
apasionada voz de su abogado, sabía que sus posibilidades eran nulas.

Los testigos se alinearon uno tras otro, cada uno ofreciendo su versión de los eventos que
llevaron al asesinato. Algunos de ellos apoyaban la versión de Danish, lo cual la sorprendió,
afirmando que no podía haber estado presente en el lugar del crimen en el momento del
asesinato. Otros, sin embargo, proporcionaban pruebas incriminatorias que sugerían su
culpabilidad.

En especial, Siarun encontrado en su dormitorio.

—¿Dónde estabas exactamente la noche del asesinato, princesa Danish? —preguntó él con
un tono acusador.

—Estaba en la mansión, sola —respondió Danish, luchando por mantener la calma. Estaba
bien si solo se trataba de afinar detalles de destilación, preparar un látigo o practicar con la
espada, pero cosas como verse expuesta ante una audiencia era algo que Danish no sabía
tolerar.

El juicio se convirtió en una batalla de testimonios contradictorios y pruebas circunstanciales.


Danish, aunque inocente no era del todo, se sintió atrapada en un torbellino de acusaciones
y dudas. Mientras tanto, el juez escuchaba atentamente, evaluando cada declaración y
evidencia presentada ante él.

—¡La defensa solicita un receso, su señoría! —exclamó él en un momento de tensión.

Danish permaneció mirando sus propias manos con exasperación. Sabía que investigaban y
sabía que estaba en problemas. Lo que no entendía era cómo es que habían localizado
testigos.

—¿Qué tal se siente ser juzgada en un juicio, que sabes perfectamente que vas a perder?
—preguntó una voz poco familiar.

Ella giró su rostro, la furia sulfurando en su garganta. Sus ojos verdes se encontraron con
los azules de el Conde de BellaStone, tan sonrientes que por un instante los volvió a
confundir con los de Radfield.

—¿No deberías encargarte de cosas de Niño-noble en vez de estar aquí? —atacó Danish.

—Matar dos pájaros de un tiro es más eficiente. —respondió ofreciéndole una especie de
botella de vidrio mientras se sentaba a su lado. —¿Quieres?

La textura fría se sintió agradable al tacto y el rojo vibrante fue llamativo a sus ojos. Era
carmín, como las rosas y carmín como una profunda eternidad.

—¿Planeas envenenarme para aceptar tu trato?

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—¿Por qué te envenenaría? —preguntó sin borrar su sonrisa. —Podría considerarse más
un soborno que un intento de asesinato, ese recurso es más para ti.

De un rojo profundo y un aroma inconfundiblemente delicioso que llenaba el aire aunque


mantuviera el corcho puesto. La curiosidad la atacó, y sus pensamientos se volvieron un
torbellino de especulaciones mientras observaba el enigmático recipiente. Su mirada fija en
el objeto rojo. Las teorías comenzaron a formarse en su mente. ¿Podría tratarse de alguna
exquisita salsa para volverse sumiso que habían preparado para tentarla?

O quizás era un frasco de auténtico vino tinto, el tipo que solo traían los nobles de sus viajes
más lejanos. Danish imaginó la posibilidad de que fuera un regalo de complicidad, un gesto
cliché que aún no había descubierto. Cautivada por la intriga, Danish dio un paso más cerca
del frasco de vidrio.

Finalmente, cuando estuvo lo suficientemente cerca como para ver el interior con claridad,
su corazón dio un vuelco y su aliento se quedó atrapado en su garganta. La sorpresa, el
horror y la comprensión se reflejaron en sus ojos mientras se daba cuenta

inquietante: el líquido rojo en el contenedor no era ni una salsa casera, ni un vino preciado.

—Sangre humana. —suspiró con su garganta reseca. —¿Cómo es posible que tú..?

—Son como bestias, ¿recuerdas? —se burló. —A cambio de toda la sangre humana que
desees, trabajarás junto a mí y juntos construiremos el camino para el nuevo orden mundial.

La chica se relamió los labios y su garganta volvió a su humedad habitual.

—¿Qué te hace pensar que voy a trabajar contigo solo por este pequeño soborno? —se
mofó Danish. —Si el juicio sale mal, lo máximo será ser exiliada por unas décadas.

—Claro, unas décadas no es nada para las criaturas como tú. —suspiró mientras se
sentaba a su lado y tomaba una postura más natural. —Pero para la mayoría de los seres
humanos, una década es su vida. Para él lo es.

Los ojos de Danish se abrieron de par en par, casi saliendo de sus cuencas y su boca se
soltó, dejando ver unos lindos colmillos sobresalientes en sus rojos labios.

—Lo has sabido siempre. —acusó. —Esos testigos falsos y ese abogado. Sabes que soy
inocente.

—Si no aceptas mi petición no serás inocente por mucho. —recordó él. —Es cosa de que yo
mueva mis dedos para que tu exilio dure lo mismo a décadas o un simple suspiro de bestia.

Sus ojos destellantes y azules le sonrió, tenía ese carisma propio de un niño rico y
movimientos seguros de un noble elegante.

—¿Quién más sabe de esto? —preguntó Danish.

—Solo tú y yo. —respondió el otro.

—Si trabajo contigo, ¿exactamente, que necesitas de mí?

—Lo veremos mientras las cosas van avanzando. —dijo él. —Tu mente es muy amplia y tu
Alma Elemental poderosa, recta y casi imposible de romperse, es una cualidad muy

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codiciada por los alquimistas, ¿sabes? Poder tener la habilidad de crear un Alma Elemental
con esas cualidades…

—¿Trabajas para manipular las Almas Elementales? ¿Esto siquiera es legal?

—Tal vez vayamos muy rápido. —suspiró él. —Pero es algo por lo que debemos pasar para
lograr avances. Crear un Alma Elemental y tener su flujo, es equivalente a tener el poder de
la creación.

Un contrato apareció entre ambos, el papiro rígido y café se mostró en frente del rostro de
Danish. Ella devolvió una mirada incrédula al conde.

—¿Quieres un seguro por si decido desertar y dejar tu plan para la nueva orden?

—Mi seguro no es sólo tu palabra. —repuso él. —también quiero algo más valioso que ella.

Sus largos dedos de pianista se quedaron fijos en una línea del medio del contrato. En ese
momento, la tensión en la habitación era palpable, como si el destino mismo estuviera
siendo forjado en esa frágil hoja de papiro. Los ojos de Danish se estrecharon, evaluando
cada palabra y cláusula del contrato con escrutinio.

El conde, por su parte, mantenía su mirada fija en ella, sus ojos reflejando una
determinación que no conocía límites. Sus palabras resonaban en el aire, cargadas de
significado.

Danish finalmente rompió el silencio, su voz firme pero llena de interrogantes.

—Entonces, ¿qué es lo que buscas que sea más valioso que mi palabra? ¿Qué puedo
ofrecerte para asegurarte de que este contrato sea inquebrantable?

El conde sonrió con malicia, como si hubiera esperado ansiosamente esa pregunta.

—Quiero tu Alma Elemental, Danish. —él se acercó para susurrarle. —Quiero que te
comprometas no solo con la nueva orden, sino conmigo mismo. Tu voluntad debe ser mía,
tu lealtad incuestionable. Por otro lado, si llegas a faltar a tu palabra…

Sus dedos se detuvieron en las líneas finales.

—Tendré mi garantía. No necesitarías estar conmigo por el fin de los tiempos siempre y
cuando dejes un descendiente de tu Alma Elemental conmigo.

La furia carcomía a Danish por todas partes, sus dedos se apretaban y picaban alrededor
del vestido que tenía puesto para su juicio. Era, sin duda, la propuesta más irrespetuosa que
alguien jamás podría hacerle.

Y sin embargo, también su única puerta de salida para escapar. Los ojos de Danish cayeron
miserables hacia sus propios pies. Sus uñas quemaron como un fuego infernal, picando su
propia palma, como si hubiera apuñalado una parte de su alma también.

El contrato, antes un simple acuerdo en papel, se convirtió en un vínculo que trascendería


las palabras escritas, sellando un acuerdo que cambiaría el curso de sus vidas para
siempre.

Y, el juicio fue concluido así, sólo faltaba hacerlo público.

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Danish escuchaba como el tribunal era un lío. Gritos venían e iban para dramatizar y hacer
énfasis en que su supuesta acusada era inocente. El juicio terminó con el descontento de
muchos.

—Mueves hilos muy rápido para sólo ser uno de los tantos hijos de la reina Celina. —musitó
con desprecio Danish.

—Lo tomaré como tus palabras de agradecimiento. —le sonrió y esa sonrisa no podía ser
más parecida a la de Radfield.

La sonrisa de Radfield, según la propia Danish, era especial, casi angelical en su pureza y
gracia. Cuando sus gruesos labios se curvaban hacia arriba, se desataba una luminosidad
que parecía iluminar toda una habitación en penumbra. Era una sonrisa que transmitía una
calidez profunda y una bondad sincera.

Los labios de Radfield, formaban una curva suave y acogedora. Sus dientes,
impecablemente blancos y alineados, parecían irradiar una especie de resplandor celestial.
Y sus ojos, tan oscuros que se veían crepusculares, reflejaban una ternura genuina y un
amor por la humanidad que era palpable.

Era la sonrisa de alguien que te hacía sentir instantáneamente en paz y protegido, como si
estuvieras siendo abrazado por un ángel. Cada vez que Radfield sonreía de esta manera,
era como si trajera un rayo de luz a la vida de quienes lo rodeaban, infundiendo esperanza y
alegría en sus corazones.

Danish observó atentamente la sonrisa del conde, esa sonrisa que tan inquietantemente
recordaba a la de Radfield. A pesar de la cortesía y las palabras de agradecimiento que
había pronunciado el conde, Danish no podía evitar sentir un escalofrío recorriendo su
espina dorsal. Era como si el conde supiera algo más, algo que no estaba dispuesto a
revelar.

Sus pensamientos se agolparon en su mente, llenos de sospechas y preguntas sin


respuesta. Danish sabía que debía ser cautelosa, pero también se sentía cada vez más
intrigada por los misterios que rodeaban a este contrato y al hombre que tenía frente a ella.

Era sólo que esto no lo sabía Radfield.

Fue en este instante cuando una corriente marina irrumpió en el tribunal, destrozando las
ventanas que daban visión al fondo marino.

Y entonces, el rostro amargado de Danish fue iluminado cuando su ángel llegó como un
tsunami, destrozando las sillas del tribunal hasta llegar a ella y jalarla hacia él.

—¡Larguémonos de aquí! —gritó Radfield.

Fue un pestañeo, un miserable pestañeo y el edificio colapsó en sí mismo.

Corriendo por los túneles subterráneos, Blue corriendo al frente y siendo guiado por el Alma
Elemental. Atrás iban Nayareth, Radfield y Danish corriendo a todo galope.

—¡Rápido! —gritó Radfield. —manipularé el agua para poder salir lo antes posible e Isabel
el aire. Blue, no detengas las enredaderas o nos separaremos.

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Danish observó como todo ocurría demasiado rápido para poder analizarlo. Golpeó sus pies
contra el piso y la enredadera de Blue fue quemada, separándola del resto del grupo.

—¿Danish? —preguntó Radfield volviendo a atrás. —No te preocupes, de seguro estás


asustada. Blue nos mantendrá juntos para ir a la superficie, buscar a Arian y entonces…

—No puedo ir con ustedes, Radfield. —replicó Danish. —Me quedaré aquí, en mi mundo.

Los tres se quedaron estáticos, como si un balde de agua fría golpeara sus columnas
vertebrales sin piedad.

—Lo sé, lo sé. —repitió Radfield con sus pulmones sufriendo por la agitación. —Eso lo
harás después. Lo haremos juntos.

Danish observó al chico que aún mostraba su sonrisa angelical, anhelando una respuesta
que no podría darle. No ahora. Ella movió sus labios delgados, pero no pudo formular una
explicación que no gritara “no esperaba en absoluto que me rescataran” en ella.

—No puede hacerlo porque ella firmó un contrato de mutuo acuerdo conmigo.

Las largas piernas del conde se detuvieron a un metro de ellos. Su pelo rojo mojado no le
quitaba en lo más mínimo su expresión despreocupada y tranquila.

—¿Arthur? —masculló Radfield. Radfield se dio vuelta a Danish. —¿Qué quiere decir?

Danish se quedó rígida en su lugar, su cabeza continuaba baja y su expresión era difícil de
distinguir. Pero sabía que un contrato era un contrato, y había firmado después de todo.

—No hay nada de lo que debamos discutir.

Radfield se mantuvo ahí, tan quieto y tenso como la primera vez que se conocieron, sólo
que ahora era lo opuesto, sería que no la conocía en lo absoluto.

—¿Están buscando a su amigo, no es verdad? —preguntó Arthur mientras se frotaba las


manos. —Síganme, se evitarán muchos daños innecesarios.

Vieron su espalda caminar a la dirección que esperaban seguir para escapar. El Alma
Elemental de Isabel lo siguió y eso significó que ninguno ahí presente podría ir a otro lugar
sin perderse.

—Deben imaginar que si existe un traslador a la tierra sintética también existe uno a
diferentes lugares de nuestro mundo. —inquirió Arthur. —Como los gusanos, claro, evitando
los ácidos estomacales y todo eso.

Caminaron un largo rato, a veces con ayuda de las luces artificiales y otras en completa
oscuridad. Radfield intentó comunicarse con Danish sin ningún éxito.

—Y tú. —señaló a Blue. —¿Qué eres exactamente? Sabía que habían enviado a un Lemno
pero nadie me informó que era uno defectuoso.

—Defectuosa tu mamá. —murmuró. A pesar de tener un carácter complicado, Blue sabía


que no era momento para explotar, no ahora que Arian estaba Dios sabía dónde.

Y finalmente estaban frente a una gran puerta de metal y cuerina. Arthur los miró a cada uno
de ellos antes de dirigirse al Alma Elemental que flotaba a su alrededor.

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—Un consejo de este humilde servidor. —suspiró con cansancio, como si estuviera aburrido
de hacer algo repetitivo. —Si alguno no tolera ver cuerpos en cápsulas, debería esperar
afuera. Acaban de limpiar el piso.

Y entonces la puerta fue abierta. Miles y miles de cables alineados ordenadamente


permanecían conectados a lo que parecía ser un generador. Cápsulas en distintas etapas
de congelación, ebullición y descomposición los recibieron.

—Que bestia. —masculló Nayareth mientras se tapaba los labios. Era científica, pero había
límites para los experimentos que ella estaba dispuesta a llevar.

Arriba en el cielo, pequeñas luces como luciérnagas permanecían pegadas como en un


bonito papel tapiz. Rojo, café, gris, verde, azul y blanco destellaban débilmente.

—Almas Elementales rotas. —susurró Radfield. —Estamos en un compartimiento con el


departamento de regulaciones abandonado de La Región Del Fuego.

Debía poder imaginar que el prototipo de traslador se había basado en esas bestias con
forma de gusano.

Radfield miró a su izquierda, muchas cosas habían cambiado, para empezar, la limpieza y el
orden. Y lo segundo; un cuerpo más había sido colocado en las cápsulas donde deberían
estar los Lemnos.

Y allí estaba.

—Nunca me aburro de ver esa expresión es tu cara, Radfield. —musitó Arthur mientras
palmeaba su espalda. —¿Quieres verla más de cerca?

Era Danish y también no era Danish. Era como el cadáver dentro del ataúd con flamas
inmortales. Algunas partes de su rostro estaban llenos de escamas y otros se estaban
pudriendo. Radfield tocó la superficie del vidrio, aún incrédulo.

La mirada de Radfield estaba atrapada en una especie de torbellino emocional, donde la


confusión y el desconcierto se entrelazaban de manera caótica. La voz de Arthur, llena de
un toque de burla, solo aumentaba la tensión en su interior. Radfield sentía una mezcla de
asombro y horror al contemplar su propia imagen reflejada en el vidrio, como si estuviera
viendo una versión distorsionada y retorcida de sí mismo.

Las palabras de Arthur resonaban en su mente, sembrando la semilla de la duda y la


inseguridad. Era Danish, pero también no lo era, y esa dualidad le resultaba inquietante. Le
recordaba la espantosa sensación de estar atrapado en una realidad que no reconocía por
completo. Sus manos temblaban mientras tocaba la superficie del vidrio, buscando una
conexión con su mente que parecía desmoronarse. Estaba perdido en un laberinto de
emociones encontradas, tratando de entender quién era en realidad en medio de esa
confusión.

Danish tampoco estaba mejor, nadie ahí estaba mejor.

—Si, bueno, intenté arreglar lo posible para que pudiera obtener movilidad a largo plazo. Es
mi mejor trabajo, pero podría ser aún mejor.

Arthur tomó el botón de Blue con su mano izquierda.

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—¡Hey! —gritó Blue tratando de quitárselo. —¡Devuélvemelo!

—Con esto, será el mejor trabajo que he tenido miles de años.

—Eres un viajero. —contestó Radfield moviendo su cabeza. —no perteneces a esta línea
temporal.

—Y tú tampoco. —respondió mientras le susurraba al botón. —pero fue un placer ver esta
versión de ti, hermano. Es una pena, pero el mundo debe seguir girando a como la profecía
dijo que lo haría. Esa es nuestra ley.

El humano implicaría el nuevo orden. El humano que arruinaría a las criaturas, solo que la
profecía no explicaba en lo absoluto en qué condiciones estaría ese humano. Tal vez si se
trataba de él después de todo. Otra vez lo había arruinado y no sabía qué hacer.

—Pero no te preocupes, será como volver a despertar una mañana sin recordar lo que
hiciste en el mejor de los casos. —musitó. —Ahora tengo algo que definitivamente hará que
esta noche sea tú noche.

El alma de Isabel se arrimó a su lado, dejando escapar dos cuerpos. Poco a poco, el cuerpo
de respaldo de Danish fue derritiéndose para dar una nueva forma. La cabellera rubia y las
escamas en su piel relucían como el fuego del fénix.

—Mi señora —saludó Arthur al cuerpo que poco a poco fue tomando una estructura firme.
—Ya está casi hecho. Pronto iniciará la guerra y los experimentos a base de dos almas
fusionadas comenzarán a probarse en humanos. Serán híbridos controlables.

Solo fue cuando las facciones de la criatura estuvieron bien formadas cuando Radfield,
quien no podía soportar otro ataque mental, se dio cuenta de qué tal vez no era la primera
vez que vivía esa situación.

Era ella.

—Bien hecho, querido. —respondió la criatura con cansancio. —esperaba que esta vez no
te tardaras tanto.

—Annet. Que alegría verte de vuelta. —dijo emocionado. —Ahora tengo el cuerpo de la
oficial Flawsher y al Alma Elemental de fuego generador. Con esto ya podemos iniciar los
planes de guerra contra las criaturas occidentales.

La criatura con ojos en su cuello sacudió la tela de papiro en la que había sido envuelta, sus
rizos sueltos le dieron a Danish la impresión de que estaba viendo doble.

—Me alegra que hayas podido seguir mi plan, querido. —suspiró ella. —tu esfuerzo será
recompensado cuando reencarnes en otra vida.

El rostro sonriente de Arthur sufrió un entumecimiento. La sonrisa se borró lentamente y sus


ojos destellaron con angustia.

—¿Pero por qué? —sonrió aún sin creer lo que había escuchado. —Usted ha visto todos
mis esfuerzos para que nuestro plan funcione, desde que nací no he hecho otra cosa más
que seguir los planes divinos para conseguir lo imposible.

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—¿Creíste que no me daría cuenta lo que pasaba por tu mente, Arthur? —respondió ella.
—¿Creíste que no me enteraría, entre tantas líneas temporales que hemos pasado juntos y
que siempre se repetían, que no vería la oscuridad en tu corazón? ¿Que sería incapaz de
ver tu lado más asquerosamente humano?

La criatura caminó lentamente hasta llegar a Arthur.

—No eres de esta línea temporal, ni deberías estar aquí en este preciso momento.
—repudió ella. —porque estás muerto. Y eso debería quedarse así.

Radfield observó cómo sus manos temblaban incontrolablemente. El hombre joven frente a
Annet estaba tan asustado que su cuerpo perdía control sobre sí mismo.

—Todo lo que hice fue para garantizar mi descendencia y la seguridad de mi facción ¿qué
hay de malo en querer un seguro de vida? ¿Qué hay de malo en torturar a unos pocos para
que él bien común sea garantizado?

—Ese es el problema, querido, no viste el bien común en tus actos egoístas.

De repente, el cuerpo de Arthur cayó de rodillas, temblando por cada parte de su cuerpo,
incapaz de moverse ni de respirar. Y fue entonces que el Aire Elemental ejerció la suficiente
presión para que su cuerpo sufriera lo opuesto a la explotación.

—Era un alma en un cuerpo mortal después de todo. —suspiró la criatura. Su visión se


dirigió a Radfield. —Sus errores ocasionaron que el día de la profecía se retrasaran en
décadas y décadas. Tenerme encerrada después de dos vidas no es agradable.

—Has sido tú todo este tiempo. —suspiró Radfield aún confundido. —Tu alma llegó de
alguna manera al jardín de cultivo de la reina Celina. Eres un alma humana y a eso se
refería la profecía.

La criatura bajó su mirada hacia donde permanecía Nayareth, ella se relamió.

—Querido, eres muy listo. —reconoció. —y, cómo sabes mucho, también entenderás que
evitar la guerra es imposible y contraproducente ¿verdad? Es lo que has estado haciendo
desde que te reencarnaste.

—Por eso adhaerere no funcionó no Nayareth. —susurró Radfield. —Al ser el alma que
daría pie a la revolución se le otorgó la máxima protección. Fui un chivo expiatorio todo el
tiempo.

Annet levantó sus garras y acarició los pequeños rulos en su cabello. Sabía quién era,
Radfield sabía a la perfección quién era y lo que había hecho, pero no podía odiarla

—Querido. —susurró Annet. —Mi niño, si de algo puede servir para consolarte, cuidarte mis
últimos años fue lo más divertido que una Alma Elemental condenada puede obtener. Mi
alma se aferró a ti porque tu confianza en mí fue lo suficiente fuerte como un Arma Dual
para hacerlo posible.

—¿A costa de nuestra vida? —bufó con temple él.

Danish observó todo, observó la expresión miserable de Radfield, la sonrisa pacífica de


Annet y al Alma Elemental de Isabel girar a su alrededor.

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—Ahora no tengo ningún contrato al que aferrarme. —susurró a los otros dos. —Debemos
salir de aquí rápido.

—Ahí en la esquina está el reactor. Si llegamos podemos iniciar el viaje. —sugirió Nayareth.

—Correcto. —susurró Blue. —¿pero no se están olvidando de algo? ¿Dónde está Arian?

—Hay una probabilidad. —la voz de Danish sonaba angustiosa. —de que el Alma Elemental
lo haya ocultado para nosotros. Podría estar escondido en alguna de las cápsulas o su alma
podría haber sido llevada a otro lugar.

—¿Para qué les interesaría un humano ordinario como Arian? —preguntó Nayareth.

—Si estaban tras la cabeza de Arian, ¿eso no significa que sabían lo que planeamos ahí en
la tierra? —musitó Blue. —¿Fue por eso que le ordenaste alejarse de Yeral?, dijiste que era
una amenaza a pesar de que era su familia.

Mientras ellos arreglaban el plan de escape, Annet continuaba hablando con Radfield.

—Un Alma Elemental completa, por lo menos con los cuatro elementos que tenemos
disponibles es lo suficiente para reparar almas dañadas y generar una nueva raza más
fuerte. —Explicó la criatura. —Los humanos seremos más fuertes y mantendremos arriba
nuestra orden sobre las criaturas. No puedes detenerlo.

Una mirada de Annet al Alma Elemental que flotaba entre ellos bastó para que el plan se
pusiera en marcha.

Annet volvió a acariciar el cabello de Radfield, logrando así que sus ojos se encontraran por
un breve momento.

—Varios de tus recuerdos se perdieron antes de que ella muriera porque eso así lo decidió.
Como último acto de consuelo, permitiré que entres a su mente usando Adheree junto a mí.

Annet ofreció su mano de piedra caliza. Y Radfield, sin ninguna duda extendió la suya.
Después de todo, ya todo había acabado para él en ese mismo instante, en ese mundo.
Solo se lamentó el no poder explicarle a los demás la razón.

Ahí dentro, todo era oscuro, como agua negra, como la sangre bajo la luz de la luna. Vio
varios puntos de luz, tal vez luciérnagas o tal vez almas incompletas, almas enfermas, almas
que necesitaban de otras fuentes de energía para existir.

Vio a Danish de sus recuerdos mirar hacia la oscuridad, su uniforme de oficial estaba limpio
aunque estaba roto. Su cabello rojizo y sus ojos fríos observaban algo a lo lejos.

—Ya tienes a un varón para tu descendencia, Alma Elemental de fuego y, lamentablemente,


de agua. —respondió ella. —Ese era nuestro acuerdo. Ahora déjame en paz.

—Pero, querida. —interrumpió Arthur, un poco más adulto —no planeo asesinar a mi
primogénito, entenderás. Y si te importa tampoco dejarás que lo asesinen. Eres su madre.

Danish permanecía quieta, como un lago frío e inmutable. Vio como el rey de dos facciones
sacaba una navaja.

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—Entonces, después de todo este tortuoso tiempo a tu lado, finalmente tuviste el valor para
intentar matarme. —suspiró alegremente Danish, que era una reina y una oficial. —Que
amable de tu parte.

—La guerra está por acabar y sería bueno tener un arma para combatir a las facciones que
se resisten a mí. Tú, a pesar de estar casada conmigo, eres el enemigo, Danish.

País que he intentado tomar primero ha pasado por tus pies, arma que logró refinar es arma
que tiene un detalle débil a tus ojos y bestias que he mejorado son miserables bajo tu
espada.

Naturalmente, el enemigo eres tú.

Danish ladeó su rostro miserablemente. Había gobernado por lo que se sentía una eternidad
y sin embargó se había quedado. Se había quedado para darles tiempo a la tierra para
prepararse para lo peor y lo había logrado. Las Sedes habían sido un éxito que Arthur
podría no saber cómo lidiar.

Arthur empuñó la cuchilla impregnada en Siarun.

—No lo siento, en lo absoluto. —respondió él. —has sido como una piedra en mi zapato
desde el día en que nos casamos.

—Comparto totalmente tu pensamiento. —respondió Danish. —Si hubiera sido más lista,
hubiera preferido quedarme casada con tu hermano en tu lugar. Porque incluso una bestia
tonta en el campo de batalla me ha mostrado más humanidad que tú.

Radfield podía sentir la determinación y la inquietud de Danish a través de Adhaerere.


Ambos estaban por fundirse en una pelea de muerte y sabía que no habría manera de
detenerlos.

—Danish, ya tengo lo que buscabas. —gritó la voz de un recién llegado. Radfield se


sorprendió al darse cuenta de que era él mismo. Y entonces entendió que se trataba de
momentos antes de que la reina Danish fuera asesinada.

—¡Tú! —gritó Danish con el rostro más frío que antes. —¡Vete por donde entraste!

Pero era tarde, Arthur había llegado detrás de él mientras clavaba su daga en su cuello.

—Vaya, no sabía que mi hermano estaba vivo aún. —sonrió de lado. —esos miserables tres
años de exilio en la tierra fueron una total pérdida de tiempo para ti, Danish.

—Él no tiene nada que ver con la guerra. Solo es un humano ordinario. —repuso ella sin
abandonar su postura.

—Absolutamente como un humano corriente. —replicó él. —incluso perdió su inmortalidad.


Es una lástima. Con lo que nos hemos esforzado para que los humanos tengan ese
privilegio y el desperdiciándolo así.

Claro, esto ocurrió tiempo después de su discusión. Ella buscaba un libro de Siarun y Almas
Elementales y él se negaba a dárselo. Ese día, había decidido entregarlo para darle fin a la
guerra.

Arthur arrebató el libro de las manos de Radfield, mirando con cautela lo que estaba escrito.

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—¿Por qué no entiendo nada de lo tiene escrito? —masculló indignado. —¿Es una lengua
humana?

El cuchillo se apretó en su garganta y eso fue suficiente para que Danish saltara como una
fiera por encima de ellos, sin importarle nada más.

Habían muchas cosas que podrían hacerse con la mitad de un Alma Elemental, como los
híbridos o enfermedades de Almas Elementales, la posesión y heridas por posesión, uno
podría imaginarse lo que ocurriría si tendrías un Alma Elemental completa o, en este caso,
un Alma Elemental incompatible dentro de otra.

Después de la batalla donde Arthur perdió su cuerpo y su alma fue atrapada por Isabel para
volver a una línea temporal diferente, el único lugar al que el Alma Elemental de Danish
podría ir era hacia el mismísimo Radfield.

Había estado con él sin saberlo. Nunca lo había abandonado.

—Pero somos almas incompatibles. —masculló Radfield mientras observaba cómo el


cuerpo de Danish se desplomaba por la explosión de Siarun que le había dado muerte.
—No es natural que se uniera a mí.

—Hay algunas cosas que la naturaleza no puede explicar. —susurró Annet. —las reglas de
nuestro mundo pueden doblarse y cambiar. No tenemos nada por seguro, sólo el conflicto y
la muerte.

Radfield miró a Annet por un tiempo hasta que tuvo el valor de preguntar.

—Esto está ocurriendo por tercera vez ¿correcto?

—Te equivocas. —respondió ella. —Es la primera vez que el alma de Danish logra aferrarse
a ti con tanta fuerza hasta trasladarte a otra línea temporal.

Los ojos sonrientes de Radfield cayeron en picada, confundidos y tristes.

—Quiero hablar con ella. Es mi única petición hasta que decidas qué hacer conmigo. —pidió
Radfield. —Sea lo que sea, estaré de acuerdo. Después de todo, fue por mi culpa.

Annet ladeó su rostro para mirarlo correctamente. Acarició el rostro del chico que crió y
sonrió.

—Fue un gusto volverte a ver, querido. Pero como sabes tanto de Almas Elementales como
yo, tú no sobrevivirás por mucho tiempo. Quizás dos o tres años con tu actual Alma
Elemental antes de que se vuelva frágil por todo lo que le ocurrió.

—Entonces está bien eso también. —tragó con dificultad. —Solo deseó hablarle por última
vez.

Una mirada al Alma Elemental de Isabel que estaba girando a su alrededor bastó para que
interrumpiera en el interior de Radfield, trasladando parte del alma al nuevo cuerpo.

El cuerpo tembló frenéticamente. Sus extremidades temblaban sin parar hasta romper el
grueso vidrio de la cápsula amarillenta.

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La atmósfera estaba cargada de tensión cuando finalmente el cuerpo se agitó. Sus labios
temblaban mientras tragaba con dificultad, consciente de que lo que estaba a punto de
suceder era algo extraordinario y arriesgado. Solo deseaba hablarle por última vez, una
conversación que había estado esperando durante mucho tiempo.

Isabel, con su Alma Elemental girando a su alrededor en una danza etérea, observaba la
determinación en los ojos sin vida de Danish, la oficial, se abrían. Sabía que este era un
momento crítico en sus vidas y que lo que estaba a punto de suceder sería contundente.

Con un gesto de voluntad, Isabel canalizó parte de su propia alma hacia el nuevo cuerpo
que había preparado para la oficial. La energía fluyó como un torrente, y el cuerpo se
convulsionó bajo la presión de la transferencia. Era como si el alma de Isabel estuviera
tejiendo su esencia en el tejido mismo de ese cuerpo, otorgándole vida y conciencia
nuevamente.

Los espectadores, se mantenían en silencio, asombrados por lo que estaba ocurriendo ante
sus ojos. La oficial, con la fuerza de su alma ahora dentro de ella, comenzó a respirar
profundamente, llenando sus pulmones con un nuevo aliento de vida. La resurrección se
había llevado a cabo con éxito, pero solo el tiempo revelaría las consecuencias de esta
poderosa unión entre un alma dañada y condenada a volver cuando su cuerpo había
colapsado hace tiempo.

La tensión en la habitación era palpable mientras Danish, el cuerpo y el alma resucitados, se


enfrentaban a Radfield. La confrontación se avecinaba como una tormenta en el horizonte, y
ninguno de los presentes sabía cómo iba a desarrollarse.

No era en absoluto como la primera vez que ambos pelearon cuerpo a cuerpo.

—¡Danish, Danish, debes escucharme! —gritó Radfield esquivado sus garras. Era un cuerpo
podrido y dañado, siendo manipulada por un alma que acababa de resucitar.

—Debe querer que use su cuerpo entrenado. —bufó Blue mientras sus enredaderas
frenaban al frenético cuerpo. —Por eso se esmeró tanto en conservarlo.

Nayareth tomó la iniciativa, desatando un poderoso torrente de agua acumulada que envió a
Danish lejos. Pero esta vez, Danish estaba preparada. Con una destreza que solo un ser
con esa experiencia en batalla podía lograr, esquivó y contraatacó con una ráfaga de fuego
elemental, arrojando a Radfield contra la pared.

El joven observó la fiereza de su expresión, todo su cuerpo se abalanzaba contra él. Era
Danish, era la oficial temeraria y la reina valiente que había visto fallecer frente a él. Y, aún
con todas las pruebas, no podía procesarlo.

Radfiel bajó sus manos, permitiendo que su agua elemental se dispersara entre sus dedos.
Miró esos ojos muertos que alguna vez fueron tan verdes como los fuegos fatuos, y sin
embargo, ya no eran los ojos que habían tomado por costumbre el sonreírle con amor.

Ella no era Danish. Su alma estaba dañada, vio sus garras acercarse lentamente y él solo
optó por cerrar sus ojos, sin temblar, sin permitir que el miedo lo atormentara en su último
momento.

—Quiere llegar a ti. —masculló Blue lanzando sus enredaderas para atrapar a Danish la
oficial. —¡No dejes que te toque! Aún no está consciente.

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Blue avanzó con determinación, pero se encontró con Nayareth, cuyos poderes elementales
se manifestaron en un escudo de agua que protegía a Danish de Blue. Los dos combatieron
en un enfrentamiento elemental, agua contra tierra, creando un choque de fuerzas naturales
que hacía temblar la habitación.

—¿Qué carajo estás haciendo? —explotó Blue. —¿No te das cuenta que ayudas al
enemigo?

—¡Ella también es Danish! —gritó aún permaneciendo a su lado. —¡No podemos matarla
aunque lo intentamos!

La otra Danish, la que pertenecía a esa línea temporal, miraba la escena con desconcierto.
No sabía a quién apoyar en esta batalla que desafió la lógica y la realidad misma. Mientras
tanto, Isabel, que había compartido parte de su alma con esa Danish, se mantenía en un
segundo plano, observando con atención, lista para intervenir si fuera necesario. La princesa
llamó a su arma elemental sin dudar para intentar absorberla

El arte del exorcismo siempre había sido un enigma y un chiste sin gracia para las criaturas.
El arma del bosque de las sedes era básica pero lo suficiente para mantener algunas almas
por una cantidad mínima de tiempo. Por lo contrario, las Armas Elementales eran
consideradas un lujo por su escasez y poca probabilidad de crear una.

El arma de Danish era un Arma Dual.

Ella cortó el aire entre el agua, generando un espacio hueco y un llanto silencioso.

La pelea continuó con ferocidad, con cada lado desatando sus poderes y estrategias
militares que el cuarteto desconocía, La oficial, impulsado por un alma dañada y una
determinación inquebrantable, se enfrentó valientemente a sus oponentes. Mientras tanto, la
habitación temblaba bajo la intensidad de la batalla, y el destino de todos los involucrados
pendía de un hilo.

Radfield había olvidado cómo era realmente enfrentarse a esta versión madura de Danish,
para nada parecida a la Danish que había hecho un pequeño berrinche en el día en que
llegaron a la tierra sintética. Esta Danish era fría, calculadora y bestial. Radfield muchas
veces estuvo a punto de ser descuartizado por esas garras y mordido por los colmillos que
siempre lo habían perturbado.

Entonces, lo recordó.

Durante su primer encuentro después de estar congelado en una cápsula, fue a irrumpir en
la oficina de la oficial para tratar de entender cuál era la razón de sus horribles actos. Uno de
esos días, se la encontró en El Bosque de la sede Londinense.

La mujer llevaba un vestido rojo oscuro, apenas podía verla por la oscuridad del lugar. Era
de noche, pasadas las doce, cosa que era inaceptable en la Sede.

Escuchaba el sonido de algo masticando, de algo sorbiendo y unos labios besando la


humedad. Sus manos tanteando la superficie del suelo y la pureza del césped.

Tal vez Radfield no estaba en el lugar correcto, quizá no debio haber usado su energía
elemental para hacer luminosidad e incluso no era razón para obligarlo a mirar.

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Tal vez hubiera sido mejor no haber estado ahí en absoluto. Pero él olió, el tocó y él vió. Su
espalda estaba húmeda del terror cuando finalmente todo se aclaró.

Ella devolvió una mirada desbordante de éxtasis y furia, la adrenalina hacía temblar cada
parte de sus extremidades. Y entonces fue turno de ella verlo a él.

—¿Cómo pudiste hacer eso? —masculló. —A un ser humano corriente, ¿cómo pudiste…?

Danish permaneció inmóvil, sus dientes succionan el líquido cálido sin despegar su mirada
de Radfield. Cuando finalmente parecía estar satisfecha, encendió una luz más fuerte que la
de sus propios centelleantes ojos.

Había oído de casos así pero todos habían sido provocados por bestias. Nunca había visto
a una criatura ser la que terminara la vida de alguien por mero capricho. Él miró esos ojos
verdes, tan brillantes como fuegos fatuos. Era el único lugar de su ser que no había sido
salpicado de rojo.

Sus manos crearon una flama.

—No deberías estar aquí. —su voz era suave, tan suave y aterciopelada, como la de alguien
que había pasado un buen momento que no sería capaz de ser arruinado por nadie. —Las
sedes tienen reglas.

—¿Es momento de decir eso? Por amor a Dios. —Radfield vociferó. —¡Acabas de matar a
un ser humano en una Sede! ¿sabes?, por favor dime, ¿Sabes si quiera cuál es la pena por
esto?

Las manos de Danish se levantaron para limpiar la esquina de su mejilla, como una niña que
había sido regañada injustamente. Y entonces no hubo nada más.

“Cenizas de memoria.” Masculló Radfield corriendo mientras trataba a duras penas de


retener a la oficial media muerta.

—Necesito mi libro. —gritó en dirección a Blue. —¿Lo tienes?

Blue alcanzó su botón, dentro del espacio brotó la figura que poco a poco se solidificó en un
libro. Voló en el aire hasta llegar a sus manos.

—“El tratamiento de un alma dañada requiere tiempo. Se necesita al menos un mes para
poder finalizar la reconstrucción o, en el caso de que el alma haya sufrido daño, su
modificación “ —leyó en voz alta. —”Un poco de Siarun destilado en el elemento contrario al
de su Alma Elemental, inyectarlo en el cuerpo físico a través de los puntos de acupuntura
básico para tratar el dolor de pulmones.”

Y usar un poco de Agua Elementa si es necesario para limpiar las heridas. Y participes nos
en el caso de no ser posible comunicarse con el cuerpo ni el alma.

Había heridas por posesión en todo su cuerpo, como si su alma no pudiera reconocer su
lugar de origen, completamente incompatible.

Enredaderas cubrían el torso de la oficial, Agua Elemental la aprisionaban al suelo mientras


que su cuerpo luchaba incansablemente por soltarse, lanzando arañazos y prendiendo
fuego a los otros elementos.

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Radfield se levantó del suelo, observando con asombro la escena caótica frente a él. Blue
mantenía una expresión de profunda preocupación mientras sostenía el libro que había
materializado.

—Tenemos que actuar rápido —dijo Radfield con urgencia—. Las heridas por posesión son
extremadamente peligrosas. Blue, Nayareth ¿tienen el Siarun destilado y el Agua Elemental
que menciona el libro?

Blue asintió y sacó de su bolsillo dos pequeñas botellas, obviamente las había rodeado.
Radfield tomó el Siarun destilado y comenzó a inyectar en los puntos de acupuntura
específicos en el cuerpo de la oficial atrapada en las enredaderas. Un brillo azul brillante se
extiende desde los puntos de inyección, y la lucha de la oficial disminuyó ligeramente.

Mientras tanto, Blue roció el agua elemental sobre las heridas, limpiándolas y ayudando a
detener la propagación. La oficial comenzó a respirar con más facilidad y sus movimientos
se volvieron menos violentos.

—¡Está funcionando! —exclamó Radfield—. Pero necesitamos hacer más. Debemos


comunicarnos con su alma y ayudarla a encontrar su lugar de origen.

—No creo que sea posible. —mencionó Nayareth. —Danish y ella son la misma Alma
Elemental en diferente línea temporal. Tendríamos que tener un milagro para que regrese a
un cuerpo que ya está muerto.

—Entonces solo yo lo puedo hacer. —respondió Danish mientras recuperaba su mente del
shock. Era extraño el saber que tu vida no había ocurrido una sola vez, más extraño aún si
te enterarás que la persona que más estimamos no era quien decía ser o qué frente a ti
yacía un cuerpo que era el tuyo y a la vez no lo era.

—Son el mismo Alma Elemental. Podría funcionar. —dijo Blue mientras intentaba llamar al
Alma Elemental que vagaba entre los ductos de ventilación. —Necesitaríamos a todas las
almas elementales disponibles aquí para tener el al menos cuarenta por ciento del éxito con
Isabel.

Radfield lanzó una mirada lastimera en dirección de Danish. Internamente sabía que era
elegir, elegir entre la Danish de ese presente y la Danish que había muerto por la paz, por su
región, por él. Él caminó lentamente hasta llegar a ella, aumentando sus pasos
ansiosamente.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó Radfield. —No es, yo no creo que
debas hacer esto, es poner tu vida en un riesgo muy alto.

Danish, quien permanecía con la mirada helada y los ojos inyectados en sangre.

—¿Qué te hace pensar que eso me detendría?

Y claro, sus pies que aún no usaba botas caminaron frente a él, tan indiferente como solía
hacerlo y cómo de seguro lo haría. El fuego se entendió en sus manos y los presionó en el
cuerpo que poco a poco perdía el aliento.

—¡Rápido! —gritó Nayareth mientras ayudaba a Blue a atrapar el Alma Elemental de Isabel.
—Es el mismo procedimiento que el de crear un Arma Elemental, sólo que en grupo.

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Después de donar el Alma Elemental de Isabel, finalmente pusieron su plan en marcha.
Nayareth llamó al Agua Elemental hasta inundar el túnel hasta su cintura. Era una forma
rápida de conexión y la energía fluiría rápidamente. Las enredaderas de Blue florecieron, el
agua de Nayareth se volvió fría y el Aire Elemental de Isabel mantuvo a todos los elementos
en una cápsula transparente.

—Nunca he hecho esto. —masculló Danish mirando lo grandioso que era estar en el centro
del huracán.

—Está bien si no lo haces. —susurró Radfield. —Todos queremos mantener nuestras vidas
a pesar de todo.

Radfield miró a la lejanía la figura de Annet, que abandonaba el túnel. Sabía que su función
en ese momento había terminado. También sabía que a pesar de que salvaran o no a la
oficial estaba completamente fuera de su rango de interés.

La guerra ya había empezado después de todo.

Radfield ofreció su Agua Elemental a Danish, ella, por otro lado, tomó su mano
directamente.

—Me has conocido por dos vidas. —inquirió ella. —Deberías saber cuál es mi decisión.

Se sumieron en un trance, conectando sus energías para buscar el alma perdida en medio
de la confusión elemental. Poco a poco, comenzaron a sentir la presencia errante del alma
de la oficial y trabajaron para guiarla de regreso a su cuerpo.

Era sólo que no había salido como esperaban.

El agua se volvió pequeños cristales de hielo y las enredaderas se destruyeron a fuego


rápido. La oficial abrió los ojos, débil pero consciente. Miró a Radfield y a Danish. En ese
momento, todo se volvió negro.

El alma de la oficial, atrapada en un estado de profunda confusión y dolor, comenzó a


discutir con Radfield en medio de ese trance espiritual. Sus palabras eran un lamento por la
injusticia de su muerte, por haber sido arrancada de la vida de manera tan abrupta y cruel.
Su vulnerabilidad se hacía evidente, y en esa conversación etérea, compartió sus miedos y
anhelos. El alma de la oficial, con un tono de tristeza y enojo, comenzó a hablar con Radfield
en medio de ese trance espiritual.

Un sonido hueco se presentó.

— ¿Por qué estás aquí?. —Masculló el alma dañada. —Di mi vida para que la tuya estuviera
a salvo. ¿Por qué?

Radfield, con comprensión en sus ojos, respondió con cuidado

— Lo siento profundamente por lo que has experimentado, fue mi culpa por no darte a
tiempo el libro y no comunicarme contigo.. —susurró Radfield mientras se acercaba. —fui un
increíble tonto.

La oficial, parecía estar en un estado de incredulidad y confusión. Se acercó a Radfield,


tratando de hacer bien sus conjeturas.

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—Me siento perdida. No sé qué me espera después de esto, y me aterra la idea de que todo
lo que di en la batalla haya sido en vano. —sollozó ella. —No quiero desaparecer sin
batallar. Sin haber ganado.

Radfield se acercó y le habló con calma.

—No estás sola en esto. Estamos aquí para ayudarte a encontrar tu camino, a encontrar la
paz.

Danish, uniendo sus energías a las de Radfield, agregó

—Necesitas tomar una decisión. ¿Quieres regresar a tu cuerpo o unirte a mí?

Radfield giró su cabeza hacia Danish, incrédulo. Dos almas y un cuerpo era peligroso, en
especial si una de ellas estaba tan dañada. No era diferente a pedir la muerte.

Mientras trabajaban juntos para guiar el alma de la oficial de regreso a su cuerpo, las
energías elementales a su alrededor se agitaban. El agua circundante se congeló en
pequeños cristales de hielo, y las enredaderas se envolvieron en fuego rápido.

Radfield, consciente de la trascendencia moral de la situación, se vio enfrentado a una


elección difícil. Debía decidir entre permitir que el alma de la oficial regresara a su cuerpo y
viviera, tal vez unos minutos antes de que su alma se destruyera, o permitir que se uniera a
Danish, cuya existencia era natural en esa línea temporal. En ese momento, cuando todo
parecía a punto de aclararse, el mundo se sumió en la más profunda oscuridad. Pero eso no
podía importarle más.

—¿El subsuelo está colapsado? —logró escuchar a Nayareth. —¿Qué ocurrió con esa
Danish?

Radfield, quien se había desmayado por la falta de energía elemental circulante en un


procedimiento tan difícil, miró a Danish quien lo ayudaba a levantarse y finalmente su mirada
en el cuerpo que poco a poco se desintegraba.

—No, no, no, no —masculló Radfield incorporándose, aún aturdido, miró a su alrededor.
—¿Qué ocurrió? ¿Por qué no funcionó?

En silencio, observaron cómo el cuerpo se consumía lentamente, como el fuego inerte en


una chimenea furiosa.

—¡Deténganse en donde están! —gritaron unos Lemnos transferidos de La Región De La


Tierra. —¡Nadie puede abandonar este lugar!

Danish sujetó a Radfield y lo llevó hasta atrás de los contenedores de cuerpos. Los demás
también corrieron hasta llegar a los compartimentos de maquinaria.

—El flujo de Energía Elemental ha sido restringido. —gritó otro Lemno. —Cualquier intento
de huir no será suficiente.

—Son Lemnos de la tierra. —explicó Radfield tratando de reincorporarse. —Puedes


quemarlos. Son frágiles al fuego.

Danish lo miró de reojo, una pared de fuego los dividió a ellos.

173
Capítulo 15: El inicio de la guerra.
El fuego interfirió entre los Lemnos y ella. Radfield miró incrédulo a Danish, realmente no
pensaba que podría hacerlo.

—La máquina está al fondo. —explicó Danish mientras sujetaba el botón de Blue en sus
manos. —Si corren podrán huir y volver a la tierra sintética. Rápido.

Nayareth y Blue entraron una vez más en la habitación. Radfield tenía muchas preguntas. y
Danish parecía leer cada una de ellas. Sus espesas pestañas cayeron en su rostro.

—La mitad de dos almas en un cuerpo puede ser sustentable y sin necesidad de
transfusiones ni otras sustancias. Solo con la intención del Alma Original—respondió ella
mientras alzaba sus manos entre las de él —Arian está dentro del botón. Era necesario
parte de su Alma Elemental para traer de vuelta a Annet y mi alma.

Ella miró a Radfield con tanta ternura que él mismo Radfield tembló bajo esos ojos. Era
Danish, la oficial que había muerto y sacrificado su ser para el fin de la guerra quien volvería
al campo de batalla, con todas las posibles complicaciones de dos mitades de dos almas
podría proporcionar. Él tomó las manos de ella.

—Ven conmigo a la tierra. —suplicó Radfield. —Ahora tenemos una Sede a la que
pertenecer y miembros que nos ayudarán. No es una batalla perdida aún.

—No necesitaríamos tantas sedes si yo peleo aquí por la tierra. Con ustedes como mis
oficiales, podríamos trabajar como un grupo, un equipo.

—No dejarás lo que hemos logrado juntos por una tonta profecía. —reclamó Radfield. —Soy
más que eso. Tú eres más que algo que está escrito en una hoja. Podemos cambiarlo.

Pero sus manos ya no lo sujetaban. Radfield vio como esos ojos verdes lo miraban con
ansiedad, no, algo peor que la ansiedad; la lastima.

—Yo elegí mi bando, Radfield. —musitó Danish. —pienso que ya es momento de que
vuelvas con el tuyo.

—No. —masculló Radfield. —no quiero que hagas esto así. Ahora podemos pelear contra el
futuro que ya conocemos.

Ella evadió su mirada.

—No necesito que vengas a estorbar con tu llanto. —dijo, sus labios helados contrastaban
con esa mirada tan cálida. Si Radfield no estuviera sufriendo en ese momento, habría
admirado lo que dos mitades de un alma podrían crear en un cuerpo compartido y aun asi
no mostrar indicios de conflicto.

Esta Danish o La Oficial de guerra, ninguna cedería y él lo sabía.

—Entonces así es como va a ser. —susurró él. —Te quedarás aquí y repetiremos el mismo
camino que nuestra vida anterior, ¿No es así?

—Tú eres el que no quiere entender que siempre ha sido así. Siempre dices algo
completamente irrazonable y no me dejas terminar.—susurró Danish

174
Ella volvió a tomar su mano, temblaba ligeramente. Como si sufriera con la sola idea de que
se apartara. Esos ojos melancólicos le sonrieron.

Jaló las ropas humanas de Radfield hasta estar lo suficientemente cerca. Sus manos
acariciaron su espalda. Radfield, sorprendido por la intimidad de ese contacto, nunca había
experimentado algo así, ni siquiera en sus dos vidas anteriores.

El mundo a su alrededor pareció desvanecerse mientras sus labios se acercaban


lentamente, anhelantes de unirse en un beso que parecía ser inefable, pasando sobre el
término de eternidad. Era un momento cargado de sorpresa, era inaudito. Porque Radfield
no esperaba ser el tipo de persona que pudiera ser besada por alguien de tan alto rango
como ella.

—Admito. —susurró ella — que me hubiera gustado continuar casada contigo que con ese
estupido conde.

Y lo abrazó. Abrazándolo como si fuera la última oportunidad que tendría para hacerlo en
dos vidas. Si Radfield hubiera podido reaccionar a tiempo, tal vez le habría dicho cosas
como “¿Desde cuando?” En ese mismo instante, los guardias Lemnos llegaron para
arrestarla.

—No podré dejarte ir si haces esto. —masculló Radfield con agonía. —No me hagas tener
que verte partir otra vez, no lo soportaré.

Pero lo último que vio después de un rápido pestañeo fue los brazos de Danish empujándolo
de vuelta a la gran estúpida máquina. Vio sus ojos verdes siendo devorados por la forma de
serpiente roja que era el dibujo de su emblema en ella.

—Te veré…—susurró. —en El Otro Lado.

Y vio el cielo de mañana, tan azul como las acuarelas de un lienzo mientras él caía.
Mientras caía y caía, no pudo evitar pensar “¿Todo este tiempo siempre le agradé?” ¿Todo
este tiempo no la había despreciado, sino que al contrario, buscaba su seguridad por
encima de ella? Y también ¿todo ese tiempo, desde cuando, fue que sus sentimientos
habían cambiado?

Solo volvió a la realidad cuando el viento que raspaba sus mejillas se volvieron cálidos y
lentamente aterrizó de pie en el césped, en el mismo lugar que había aterrizado hace más
de un año atrás. Ahora volvía a la tierra, pero sin ella.

Las piernas de Radfield sé debilitaron y sus rodillas cayeron al suelo. Aún con los ojos muy
abiertos, Radfield no era capaz de procesar lo que había ocurrido.

—¡Cayó aquí! —escuchó la voz de Arian gritar.

Y volvían a ser un cuarteto, un cuarteto sin Danish. Sintió la textura del césped en sus
manos y también notó las pequeñas heridas por posesión en él mismo.

Levantó un poco sus pestañas temblorosas solo para encontrarse con unos zapatos
pequeños. Isabel se agachó un poco, lo suficiente como para estar a la altura de esos ojos
tan oscuros y húmedos como un bosque bajo la noche.

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Ambos observaron como el remanente del alma de Danish se adhería a su cuerpo,
aferrándose.

—Deberías anotar sobre esto en tu libro. —dijo Blue mientras permitía que el resto del alma
atravesará sus dedos. —¿Qué ocurrirá con ella ahora?

—Una parte de ella se quedó aquí contigo. —respondió Isabel. —Es tu decisión hacer lo que
quieras con su alma.

Radfield buscó en su bolsillo, el botón de Blue estaba caliente, hirviendo, había sido usado
muchas veces hoy. Claro, si había quedado la mitad de su alma allí en ese cuerpo, debían
quedar las otras mitades en algún lugar antes de destruirse. Y ella eligió que se quedaran
con él.

Si era la forma, la única forma de quedarse con vida, entonces estaba bien para él. Radfield
apretó el botón hasta que sus nudillos se volvieron blancos.

—Por favor, les pido que expandan las Sedes por todo el mundo. —explicó con la garganta
tan seca que dolía. —Y ten cuidado con Yeral. A pesar de que es tu hermana, ahora es una
amenaza. Posiblemente los Lemnos alterados llegarán en cuestión de días a la tierra.

Sus hermosos ojos negros sonrieron a Nayareth y la abrazó. La abrazó tanto que tembló.

—Está bien, está bien. —susurró ella para calmarlo. —Estaremos aquí, siempre habrá un
lugar para recibirte o recibirlos en el futuro.

—Humano tonto —masculló. —te esperaremos, con la forma que tengas, aún si eres un pez
luna.

Radfield asintió, sus lágrimas se derramaron en sus ojos. Sintió la palma de Arian contra su
espalda.

—Estarás bien. —susurró con dolor. —eres un chico listo. No hay duda que podremos verte
pronto, y si no, alguna de nuestras almas reencarnará para poder estar conmigo y lidiar con
lo que sea que Annet tiene preparado para nuestro mundo..

Después de todo, pronto comenzarán las alarmas de guerra y no habría nada para evitarlo.
Él cerró sus temblorosos ojos. El agua elemental inundó sus mejillas y mojó su cuerpo. Le
hubiera gustado poder despedirse de las primeras versiones de sus amigos tan bien como lo
está haciendo ahora. Pero ese era el precio de cambiar de línea temporal.

—En La Sede de Fuego. —interrumpió Radfield. Dándole una mirada significativa a


Blue—hay un libro, lo estuve modificando desde que llegó a mis manos. Ahí encontrarán
disciplinas como adhaerere, participes oculos, pactos de palabra... Están mejor
argumentados que en el libro que me robaste.

—Cuando mueras, ¿será necesario traer flores? —preguntó sarcásticamente Blue. —odio
las rosas, la sede en Islandia está llena de ellas..

—Y… —inquirió Radfield mirándolos una última vez. —Si llegan a viajar al Otro Mundo otra
vez, traten de encontrar al padre de Danish y ocultarlo. Ahora mismo no tienen herederos y
él será el ojo del huracán si Danish decide ir en persona a la guerra.

—Ve tranquilo. —susurró Isabel. —Deja en mis manos el futuro de este mundo.

176
Claro. Está bien. Ahora estaba bien.

Cerró los ojos y su respiración se estancó por última vez. Podría sentirlo, el Alma De Fuego
empezó a quemarse por dentro, destrozando sus venas y sus órganos. Fundiéndose con su
piel. Sabía que sería doloroso y sabía que la posibilidad de éxito no estaba garantizada.

Y aún así lo intentó.

—Cuando haya sido hecho. —musitó con voz débil. —Envía, no, envianos al pasado, antes
de que esto ocurra para poder estar mejor preparados. Annet o cualquiera que desee
encontrar ambas almas elementales tendrá que pasar por ustedes.

—Tú alma podría no resistirlo. —inquirió Isabel, su Energía Elemental rodeaba poco a poco
el cuerpo de Radfield, enlazándose a él.

—Es exactamente por eso que sólo tenemos esta oportunidad. —suspiró él. —Solo tengo
esta.

Isabel sonrió y fue lo último que vio antes de marcharse finalmente. No sabía si lo habían
logrado pero se sentía gratificante creer que sí.

En la oscuridad vió una mano caliza, tan blanca que se confundía con la nieve en invierno.
Danish, las dos mitades de su alma pasada y nueva por lo menos, lo observaron con
paciencia. Después de todo, esto podría llamarse “vivir juntos por el resto de la eternidad” a
pesar de que no necesariamente estarían vivos.

—No te tardaste tanto. —se burló ella.

—Entonces. —empezó Radfield mientras caminaba a su lado. —¿Preparada para pasar el


resto de la eternidad con tu ex esposo?

Ella sonrió.

—Solo estaremos conscientes por un periodo de tiempo antes de que nuestra mente declive
y sólo seamos un Alma Elemental de agua y dos mitades de Alma Elemental de fuego para
siempre.

Claro, el cuerpo de la oficial dejaría de moverse cuando finalmente cumpliera su objetivo


como un Alma Resentida.

—Nunca, en mis dos vidas. —inquirió Radfield mientras alcanzaba su mano. —creí que
podría derrumbar con éxito tus planes, más de tres veces.

—Yo tampoco. —respondió ella dándole un sutil codazo. —Solías causar demasiados
problemas, igual que una piedra en mi suela.

Ella giró su mentón a la izquierda, como si estuviera mirando algo al final del pequeño
campo en el que ambos estaban. Se escuchó un silencioso suspiro que escapó de sus
labios

—Después de tanto tiempo repitiendo lo mismo, de sufrir tanto para mantenernos a salvo,
creo que puede considerarse la mejor decisión. —arrulló con cansancio. —Nacer, vivir una
mentira y crecer para justificar tu cabeza solo para que todo se vuelva a repetir.

177
—Tal vez es lo mejor. —dijo Radfield con humor. —Al menos esta vez no me congelaste en
una cápsula ni arruiné ninguna reunión importante.

Danish golpeó la punta de su nariz de botón con suavidad. esos ojos verdes se curbaron en
medias lunas y le sonrió.

—En todas mis vidas, y si estoy destinada a encontrarte en otra ahora, siempre serás peor
que una patada de mula. —repuso ella. —Está bien como vamos ahora, no lo arruines.

Radfield abrió sus ojos

—Pero tú querías gobernar tu facción, participar en la guerra. —repuso Radfield. —No es


justo para ti.

—Solía pensar que era lo que más anhelaba. —suspiró Danish. —y sin embargo, no tiene
sentido pelear una guerra donde no estarás esperándome al final de la partida.

Radfield le devolvió una sonrisa. En el suelo las raíces comenzaron a brotar, como el tiempo
de ilusión al terminar de soñar, los bordes del lugar en el que estaban empezaron a
desvanecerse y el vaivén de las amapolas dejó de agitarse. El pequeño mundo de ambos se
detuvo pero ellos aún no lo habían hecho. Danish se agachó para mirar como los tallos de
las amapolas se desdibujan hasta perderse en la nada.

—Estas flores serán un problema para el futuro de la guerra. Blue tendrá que hacer algo al
respecto. —le mostró ella. —Espero que no la regale por ahí como tú en nuestra
graduación.

—¿Qué tipo de flores te gustan? —Él cambió el tema. En cambio solo recibió unas
amapolas a punto de desaparecer en las pálidas manos de Danish.

—No digas tonterías. —sonrió ella. —Entre nosotros no es necesario traer flores.

Y la tierra siguió girando como lo haría cualquier día, el día y la noche continuó ocurriendo
como uno esperaría que ocurriera. Sin embargo había cosas qué tal vez los humanos
corrientes no podían ignorar. En menos de un mes, los ataques nucleares fueron el inicio de
la guerra mundial.

La gente común no lo entendía, sólo asumió que el avistamiento de criaturas deformes se


debía a un cambio de estrategia militar. Aumentan los casos de criaturas en el mundo
humano y posesiones de extrañas categorías.

Cuerpos y cuerpos eran apilados sin almas alrededor de las ciudades destrozadas. Blue
decidió trabajar con Arian para obtener una cura para las posesiones de los humanos y
pronto obtuvieron los recursos necesarios para crear artefactos para tratar a almas
enfermas.

El verdadero terror fue cuando las Bestias Inmortales arribaron a La Sede Del Fuego,
destruyendo todo a su alrededor. Pero no era tan malo, ahora existía la Sede médica,
bautizada con un nombre tan excéntrico como era Blue.

Después de los primeros años, Danish es posicionada como estratega. La Región De La


Tierra traiciona a la región Del Aire y se une a ella. Fuego y tierra. Aire y agua.
Produciéndose así la vista de varios cadáveres muertos por falta de oxígeno. Annet

178
pertenecía a los supuestamente pacíficos de La Región Del Aire. Finalmente, y para el
desagrado de Danish, quince años después, Nefar fue anunciado como nuevo príncipe de
La Región Del Agua. De vez en cuando podría verse el rostro fruncido de la oficial en el
mundo humano para ayudar con las almas lastimadas o luchas contra los cuerpos poseídos
y las bestias más difíciles.

Si uno le preguntaba sobre Radfield, ella solo sonreía un poco antes de hablar sobre lo
único que recordaba su alma manipulada sobre eso; nunca había visto una sonrisa tan
angelical como la de él. Unos dieciséis años después, se encontró con el rostro de un joven
alegre, de cabello negro ondulado y ojos azules divirtiéndose en barco junto a un maestro.
Ella no dijo nada. No le correspondía decir nada.No se sabe cuántas décadas pasaron antes
que el mundo decayera en polución por un agente que, claramente había creado Blue en su
laboratorio, había aniquilado la Inmortalidad de los seres humanos mejorados para dar fin a
la guerra.

La criatura, ya sea en su forma de serpiente o en su forma humana, miró a los


descendientes de humanos volver a levantarse, algunos conservaban la inmortalidad que
había sido transferida a ellos por el legado de Annet y sin embargo, era como si todo
volviera a empezar. Tal vez, si Radfield se esmeraba en buscar un segundo significado a lo
que ocurrió, podría pensar que era una forma de enseñarle que hay cosas que no se
pueden evitar, ni siquiera volviendo el tiempo atrás.

Así era el mundo de esa línea temporal, bueno, hasta que sus almas fusionadas fueron
trasladadas a un lugar fortuito en Londres, pero eso no corresponde en su totalidad a esta
historia de todos modos.

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Epílogo.
Como escritora aficionada de pequeños textos orientados a la fantasía, entiendo que este no
es un libro serio con el que un lector pudiera sentirse muy atraído, pero hace el intento de
que sea gratificante. Este libro fue escrito inicialmente en dos mil quince, cuando tenía entre
catorce y quince años. Me tomó mucho tiempo redactar y comprender qué es lo que quería
ofrecer al destino de los personajes, hasta el punto en el que me di cuenta que habían
pasado seis años con este libro entre los archivos de documentos de google. Fue entonces
que entendí que al igual que en la disputa de uno de nuestros protagonistas; Radfield,
estaba bien dejarlo ir. Está bien soltarlo.

Esta es la primera edición del libro de mi adolescencia, por lo tanto tendrá varios errores que
me gustaría que fueran discutidos en foros. Siendo esta una sátira a las reencarnaciones y
el cliché del fin de los tiempos, realmente tuve muchos problemas para congeniar los
escritos de mi yo del dos mil quince y mi yo actual, porque somos personas completamente
distintas, pensamos diferente y expresamos diferente. Como dos amigas que hablan hasta
las cuatro de la mañana discutiendo quién escribió qué y a quién se le ocurrió la idea más
tonta.

Es un tributo a quien alguna vez fui y ya no existe.

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