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Nacimiento y bautizo

Fue uno de los hijos de Manuel Namuncurá, líder de las fuerzas mapuches que lucharon
durante la llamada Conquista del Desierto contra el Ejército Argentino comandado por
Julio Argentino Roca, y nieto del caudillo mapuche Calfucura. Su madre era la cautiva
chilena Rosario Burgos.

En 1887, al año de edad, Ceferino se salvó de perecer ahogado en el Río Negro,


mientras jugaba en sus orillas. Ese mismo año, el 24 de diciembre, en vísperas de
Navidad, fue bautizado por el misionero salesiano padre Domingo Milanesio,
evangelizador de los pueblos originarios. A los 11 años, le pidió a este salesiano que lo
llevara a estudiar para luego regresar y así poder enseñar a los de su pueblo.

Estudios en el Colegio Salesiano

Su padre, lonco de la nación mapuche, fue promovido al rango de coronel de la Nación y


lo llevó para estudiar a la ciudad de Buenos Aires. Allí fueron recibidos por el general
Luis María Campos, amigo de Manuel y ministro de Guerra y Marina. Ceferino ingresó
en los talleres que la Armada tenía en la localidad de Tigre (provincia de Buenos Aires)
y permaneció allí por tres meses; posteriormente, sin embargo, le pidió a su padre que
lo sacara porque no le gustaba ese ambiente ni esa profesión. El coronel Manuel
Namuncurá recurrió a su amigo, el Dr. Luis Sáenz Peña, expresidente argentino, quien
recomendó a Ceferino a los salesianos. El 20 de septiembre de 1897, Ceferino fue
inscrito como alumno estudiante interno.

Paulatinamente, Ceferino se adaptó al ambiente, dedicándose al estudio, aprendió el


idioma castellano y el catecismo. El 8 de septiembre de 1898 Ceferino recibió la
primera comunión y, el 5 de noviembre de 1899, el sacramento de la confirmación de
manos de monseñor Gregorio Romero en la Iglesia Parroquial de San Carlos, donde
luego se construyó la actual Basílica María Auxiliadora y San Carlos.

La tuberculosis y su regreso a Viedma

A principios de 1902, su salud se deterioró. Los exámenes médicos determinaron que


había contraído tuberculosis. Monseñor Juan Cagliero decidió trasladarlo a Viedma,
con la esperanza de que el aire de campo le ayudara a restablecerse. A comienzos de
1903, en el colegio San Francisco de Sales de Viedma, comenzó sus estudios
secundarios como aspirante a las órdenes dentro de la congregación salesiana. El
sacerdote médico Evasio Garrone, junto con el enfermero del hospital, Artémides
Zatti, hoy considerado beato por la iglesia católica, cuidaron de Ceferino. El 19 de
julio de 1904, con 17 años, Ceferino fue trasladado a Turín (Italia), por monseñor
Cagliero. Los salesianos pensaron que en ese lugar recuperaría la salud y podría
continuar sus estudios de sacerdocio.

Estadía en Italia y su encuentro con el papa Pío X

Estudió en el colegio salesiano de Villa Sora, en Frascati, Roma. En Turín, el beato


Miguel Rúa, el primer sucesor de San Juan Bosco, conversó varias veces por semana
con Ceferino. El 27 de septiembre de 1904, Ceferino visitó al papa Pío X, junto con
monseñor Cagliero, los sacerdotes José Vespignani y Evasio Garrone y otros
salesianos. Ceferino pronunció un breve discurso y obsequió al pontífice un quillango o
poncho mapuche. A su vez, Pío X le otorgó la medalla destinada a los príncipes.

Muerte y elevación a los altares

En marzo de 1905, la tuberculosis volvió a afectar su salud. Fue internado en el


Hospital de los Hermanos de San Juan de Dios, donde fue atendido por el Dr. José
Lapponi, médico personal de los papas León XIII y Pío X. El 11 de mayo de ese mismo
año, a los 18 años de edad, Ceferino Namuncurá murió acompañado por monseñor
Cagliero. Según la mayor parte de sus biógrafos sus últimas palabras fueron:

¡Bendito sea Dios y María Santísima!; basta que pueda salvar mi alma y en los demás
que se haga la santa voluntad de Dios.

La oración, sin embargo, aparece recogida en su correspondencia y según algunos


autores fue desplazada a ese momento para subrayar su manera piadosa de morir.

Fue enterrado al día siguiente de su fallecimiento en el cementerio popular de Roma,


en Campoverano, con la presencia de pocos salesianos y compañeros de estudio bajo el
amparo de una cruz de madera con su nombre. En 1924 los restos de Ceferino
Namuncurá fueron repatriados por orden del presidente argentino Marcelo T. de
Alvear y llevados a la capilla reconstruida del antiguo Fortín Mercedes, situado frente
a la vecina localidad de Pedro Luro.

En 1930 el sacerdote Luis J. Pedemonte comenzó a propagar las virtudes y la devoción


al «indiecito santo», con lo cual recogió y publicó testimonios de gracias recibidas por
aquellos que lo rezaban y lo conocieron. También publica las cartas de Ceferino,7
documentos que sirvieron para conocer el espíritu de este joven mapuche. El 2 de
mayo de 1944 se inició la causa de beatificación y el 3 de marzo de 1957 el papa Pío
XII aprobó la introducción de la causa de beatificación de Ceferino Namuncurá.
Quince años más tarde, el 22 de junio de 1972, el papa Pablo VI lo declaró venerable,
transformándose en el primer argentino que llegó a esa altura de santidad.

La devoción popular a Ceferino Namuncurá se fue difundiendo desde mediados del


siglo XX por toda la Argentina. Es así que, a fines de los años 1960, ya era muy común
encontrar «estampitas» dedicadas a san Ceferino en gran parte de la Argentina; de
este modo, su foto se hizo tan popular que muchas papeletas de propaganda tenían
impreso el rostro de Ceferino.

En 1992 sus restos fueron trasladados a una sala contigua del Santuario de María
Auxiliadora de Fortín Mercedes, por razones de mayor seguridad.

El 7 de julio de 2007, el papa Benedicto XVI firmó el decreto que declaraba a


Ceferino Namuncurá como beato. El pontífice recibió al cardenal José Saraiva
Martins, el por entonces prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, y
autorizó a la Congregación a promulgar una serie de decretos, entre los cuales el que
declara beato al «siervo de Dios Ceferino Namuncurá».

El 11 de noviembre de 2007, el enviado papal, el cardenal Tarcisio Bertone, proclamó


beato a Ceferino Namuncurá, ante más de 100 000 personas en una ceremonia de
beatificación en Chimpay, Río Negro, ciudad natal del joven salesiano.10 La fiesta
religiosa se fijó para el 26 de agosto, fecha de su nacimiento.

Una junta médica del Vaticano consideró que la curación de Valeria Herrera, una
joven madre de la provincia de Córdoba, Argentina, de 24 años en el año 2000 y
afectada por cáncer de útero, fue un milagro por la intercesión de Ceferino
Namuncurá. La mujer llegó a poder concebir con posterioridad. Este fue el
antecedente que se tuvo en cuenta para su beatificación.

El 4 de marzo de 2008, algunos vecinos de la localidad de El Trébol (provincia de


Santa Fe), aseguraron haber visto en un fresno una imagen de Ceferino Namuncurá.
Por iniciativa municipal se cercó el lugar y se erigió un improvisado "altar" en homenaje
al beato.

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