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CAPÍTULO 1

PAUL MICHEL SE CONVIERTE EN MICHEL

UNA FAMILIA MOVILIZADA

Cuando Michel Foucault llegó a París, la gestión de su carrera acadé-


mica e intelectual se encontraba ya avanzada. Hijo de la burguesía de
Poitiers, Foucault disfrutaba de un nivel de consagración escolar reserva-
do alos privilegiados. Sin embargo, algo en su experiencia individual ha-
bía conmovido los procesos de reproducción previstos en el seno de la
empresa familiar. Esta conmoción no debe ser sobrevalorada al elaborar
la génesis de su pensamiento. Subestimarla parece absurdo a la luz de los
dilemas a los que se confrontará el joven Toucault.
La familia Foucault era una familia de médicos. Médicos fueron sus
abuelos, tanto el materno como el paterno —ambos cirujanos— y médi-
co —también cirujano— fue su padre. Su abuelo paterno se había con-
sagrado a los pobres de Nanterre, en aquel tiempo un pequeño pueblo en
los aledaños de París. Se sabe poco de él, si se sigue lo que David Macey
señala en su biografía de Michel Foucault. Únicamente, que su opción
por ser médecin des pauvres había rebajado su prestigio en la familia sin
que ello le quitase el aprecio de sus conciudadanos: una calle que
Nanterre le dedicó así lo atestigua'. El abuelo materno era un notable de
la villa. Propietario de una gran casa en el centro de la ciudad y profesor
de anatomía en la escuela de medicina de Poitiers, había tenido dos her-
manos: el mayor fue un coronel que alcanzó honores en la Primera
Guerra Mundial, el pequeño fue un filósofo llamado Paulin Malapert

1. D. Macey, Michel Foucault, Paris, Gallimard, 1994, p. 25.

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que se dedicó a la caracteriologfa’. Él mismo se lamentaba de que aque- adulto lo conoceremos por el nombre que añafiió su madre. Sol.)re el
lla no fuera una buena elección en la época del reinado de Bergson, tanto asunto del nombre, el filósofo dio distinms_ explicaciones que no tienen
desde el punto de vista del prestigio intelectual como del de la carrera ins- por qué ser excluyentes. A su madre le explicaba que no quería tener las
titucional. Paulin Malapert permaneció toda su vida recluido en un Wcée iniciales de Pierre Mendes France. Según su hermana, Paul-Michel se
parisino. No sé si alguien más leyó la opción de Paulin Malapert como prestaba demasiado bien a la mordacidad de sus compañeros de_ escuela:
una “elección equivocada” —si la palabra “elección” tiene sentido cuando el nombre rimaba con polichinelle“. Foucault comentó a sus amigos, que
se habla de una atracción intelectual— y, específicamente, si el joven Fou- liberándose de Paul, eliminaba de su nombre las marcas de un padre al
cault recordó su ejemplo cuando se debatía entre las diversas alternativas que detestaba. Cómo ese odio contribuyó al conflicto familiar que se
que le ofrecía su campo de posibilidades intelectuales. Pero sobre ello generó en torno a su futuro académico es algo sobre lo que sólo cabe
hablaré más tarde. El yerno de Paulin, por contra, recibió todos los pres- especular. En el conflicto, Michel se salió con la suya gracias al apoyo de
tigios temporales de la universidad a través de su dedicación a autores su madre.
inamovibles del panteón de ilustres y que, por tanto, aseguran siempre la No es difícil imaginarse que semejante conflicto tuvo que resultar crí-
consagración de sus buenos devotos. Gracias a sus ediciones clásicas de tico. La escolaridad de Foucault fue brillante. Asiduo del “premio de
Montaigne y Rabelais fue catedrático primero en la Universidad de Poi- excelencia”, sólo las turbulencias causadas por la guerra alterarán el
tiers y luego en la Sorbona?. decurso escolar de Paul-Michel. En cuarto de bachillerato, los alumnos
En buena tradición familiar, el primer hijo varón de la familia recibía del Iycée de Poitiers reciben la visita de otros compañeros refugiados de
el nombre paterno, que era también el nombre del médecin des pauvres, la guerra”. No solo la sobrepoblación demostrará a Paul-Michel que
La señora Foucault sólo consintió a medias y consiguió un nombre
compuesto. El niño se llamó Paul-Michel. La transmisión no del 0m
du pere', pero sí de su prénom, no se realizó sin ciertas “interferencias”
6. D. Macey, Michel Foucault, op. cit., p. 34.
maternas que advertirán de la singularidad del “heredero”. La cosa no
7. En 1983, Foucault declaraba: “Mis recuerdos son sobre todo... no emPl?an'a la
es fundamental pero dista de ser banal. Como explica Didier Eribon’, palabra ‘extrafios’, pero lo que me sorprende hoy, cuando intento hacer revivir estas
Foucault será desde entonces nombrado de tres formas diferentes: Paul impresiones, es que la mayor parte de mis grandes emociones estaban ligadas a la situa-
en los documentos oficiales, Paul-Michel para la familia. Al Foucault ción política. Me acuerdo muy bien de haber experimentado uno de mis primeros gran-
des terrores cuando el canciller Dollfuss fue asesinado por los nazis. Era, creo, en 1934.
Hoy todo eso queda muy lejos. Poca gente se acuerda de la muerte de Dollfuss. Pero me
acuerdo de que todo eso me aterrorizó. Pienso que experimenté entonces el primer gran
2. Entre sus publicaciones se encuentran algunas cuyos temas no pueden
sino miedo ante la muerte. Me acuerdo también de la llegada de refugiados españoles; y de
resultar familiares a los lectores de Michel Foucault. Así, junto a De Spinoza haberme peleado en clase con mis compañeros a propósito de _la guerra etfope. Pienso
politica
(Paris, 1907) o Legons de philosophie (Paris, Hatier, 1918), se encuentran que los niños y las niñas de mi generación han tenido su infancia estructurada por estos
títulos co-
mo Les éléments du caractére et leurs lois de combinaison (Paris, Alcan, 1906) o Psycho- grandes acontecimientos históricos. La amenaza de la guerra era nuestra tela de fondo,
logie (Paris, Hatier, 1913). el cuadro de nuestra existencia. Después llegó la guerra. Más que las escenas de la vida
3. D. Macey, Las vidas de Michel Foucault, Madrid, Cátedra, 1993, pp. familiar, son estos acontecimientos sobre el mundo los que forman la sustancia de nues-
37-38. La
edición francesa que cito habitualmente no contiene esta referencia, tramemoria. Digo nuestra memoria, porque estoy seguro que la mayor parte de jóve-
4. Ver P. Bourdieu, “A propos de la famille comme catégorie réalisée”, Acres de
la nes franceses y francesas vivieron la misma experiencia. Pesaba una gran amenaza sobre
recherche en sciences sociales, n° 100, 1993, p. 34. nuestra vida privada. Es la razón por la que me fascina la historia y la relación entre la
5. D. Eribon, Michel Foucault, Paris, Flammarion, 1989, pp. 20-21. experiencia personal y los acontecimientos en los que nos inscribimos. Ahí está, creo, el

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existen los competidores; también,
según pare ce, Foucault sufrirá la
severidad de un profesor radical y volt ro del joven Paul-Michel. Para una familia de mé(%ic_([)s, la tf.scuela es el
eriano que detestaba a los vásta-
gos de la burguesía. El desgraciado impr instrumento fundamental con el que asegurar la posición social de la d_esf
evisto quedó conjurado por la
intervención materna. Foucault será cendencia. Y, como se sabe, la transmisión del patrimonm_ c_u[ltura.l exige
trasladado a un mercado escolar
protegido de tales azares. Saint-Stanislas un grado de incertidumbre muy superior al clle la transmisién d’el dine-
se llamaba el nuevo colegio,
que era el segundo en la jerarquía de 10 0 los titulos de propiedad. La donacién directa no des?mpcna lugar
los establecimientos escolares de
Poitiers*. Allí solo será superado por un alguno en semejante proceso: losA des?endlentes están obligados a con-
compañero suyo, cuyo nombre,
Pierre Riviére, coincide con el del parr sagrarse a través de una trayectoria exitosa en un ‘medlloi como -la escue-
icida al que Foucault dedicará más
tarde una obra. Acompañado de Riviere, la, construido según una lógica de valoracién meritocrática. La incorpo-
Foucault irá a casa del padre
Aigrain, catedrático de la Universidad Caró ración de la cultura exige que los individuos paguen con un t/rab_ajo sobre
lica de Angers y disfrutará de su propia persona, a través de un gasto de tiempo y de energía sin 61. cuz_al
una inmersión cultural al margen de
la administrada por el curso esco-
lar. Las redes familiares también le pond la inversión económica no logra transmutarse en reconocimiento insti-
rán en contacto con el freudia-
tucional ni, aún menos, en prestigio simbólico”. Por otra parte, el tiem-
rio, el canónigo Duret, profesor
de filosofía, fue detenido por la Gest
po dedicado a la formación no se acumula de la rf'lisma- manera que los
Con el profesor sustituto de Duret, Foucault apo. réditos proporcionados por una inversión económica exitosa. La es/cuela,
ciones pedagógicas fuera del aula. Sin emba también establecerá rela- como todos los vehículos de movilidad social, es como un autobús que
rgo, la enseñanza de la filo-
sofía había quedado empobrecida debido los distintos grupos sociales utilizan para alcanzar un destino deter'mgnaA
a la trágica desaparición del do; el trayecto planificado puede verse mterru.mpldg por acontecimien-
antiguo profesor. De nuevo, la mano familiar interviene para compen
la carencia: la señora Foucault pide a sar tos inesperados”. Como hemos comprohadr?, los imprevistos p_u;c»len
un caredrático de la Facultad de
Filosofía que le mande a un estudiante arruinar la conversión del tiempo de socialización en efectiva adquisición
que acompañe el proceso de for-
mación del joven Paul-Michel. de competencias culturales y, con ello, la continuagifjf¡ de la estirpe"". No
Resulta evidente que la familia Foucault solo el niño puede ser eliminado en la competición esc.o[ar, también
se encontraba movilizada en
la preparación del destino de Paul-Mic puede verse abocado hacia títulos devaluados que proporcionen un esta-
hel. Ella misma era el resultado,
entre otras cosas, de prácticas endogá tuto inferior al deseado. Para evitarlo, Anne Foucault, se mantuvo alerta
micas de integración y fortaleci-
miento de un cuerpo profesional y ante las zancadillas que la vida escolar ponía en el trayecto de Paul-
tenía, por tanto, la inquietud por la
reproducción enraizada en su sustrato Michel, bien sea debido al azar, bien sea a causa de “las correcciones que
más íntimo. La sustitución de la
escuela pública por la escuela religiosa, la escuela introduce en la correspondencia entre las jerarquías sociales y
así como la fuerte utilización de
los canales privados con el objetivo
de aumentar el rendimiento escolar
del hijo, muestran todo el desvelo con
que se intentaba amaestrar el futu-
9. P Bourdieu, Le sens pratique, Paris, Minuit, 1980, p. 221.
10. Ver el desarrollo de esta analogía que Passcron recoge de Schumpeter, en J.-C.
nudo de mis deseos teóricos”. M. Foucault, “Une interview de Passeron, Le raisonnement sociologique. Lespace non-poppérien du raisonnement natu-
Stephen Riggins’, Diter áris IV (D.E 1V), Paris, Gallimard, 1994,Michp- el528.FoucEnault par 1, Paris, Nathan, 1991, pp. 190-191. — .
te cito siempre D.E. acompañado del
volu
adelan- ”] l.a P Bourdieu, “Las formas del capital. Capital económico, capital cultural y
8. D. Eribon, Michel Foucauls, op. cit.,menp. 23,(en múmeros romanos) y la página.
capital social”, en P. Bourdieu, Poder, derecho y clases sociales, Bilbao, Desclée de
Brower, 2000, pp. 139-143.

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las jerarquías escolares™: la sobrepoblación del Wycée debida a la guerra, do varón de la familia, el que reciba el testigo de cirujano médico que Paul
las impertinencias del profesor volteriano, la desaparición del profesor de Foucault había reservado para el mayor de sus varones. Éste, por contra,
filosofía en las garras de los nazis... Parece normal que Foucault, años más
sofiaba ya entonces con ser alumno de la Ecole Normale Sz-¿pe'ríeure.
tarde, evocase la escuela como un “entorno protegido de amenazas exte- La situación descrita no tiene nada de extraordinaria y, por ello,
riores, protegido de la política””. Los desvelos maternos contribuyeron puede parecer extraño que se traiga a Colacién cuando se pr¡etend-e arro-
bastante a la construcción de semejante remanso precario de paz”. jar luz sobre la construccién de un pensamiento que marcó su tiempo,
marca el nuestro y, sin duda, también el de las generaciones que nos
sucederán. La biografía suele acompañar los textos spbre los filósofos
como una simple cronología que informa de la venida al mundg del
LAS PULSIONES Y EL DESTINO

genio, de sus avatares humanos y de la irrupción de sus fulguraclor)es


Paul Foucault reservaba a su hijo un destino como el suyo. Su hijo estu- intelectuales”. No se puede evitar dar la razón a Bourdieu cuando seña-
diaría medicina en la escuela de Poitiers —en la que el propio Paul
la, con su humor característico, que los filósofos de los libros de filo-
Foucault era profesor de anatomía, como lo había sido el padre de su de muchos supuestamente “críticos”) son individuos
sofía (también
mujer'— y tras completar sus estudios en París, heredarfa la clientela de que no leen el periódico por la mañana y, si lo hacen, ello en nada man-
su padre's. Paul Foucault conocía poco a su hijo. La gestión familiar y la cilla con banalidades el soberano ejercicio de su pensamiento”. Uni-
vigilancia escolar recafan sobre Anne. La señora Foucault había dejado camente cuando se trata de atacar a un filósofo comienzan a invocarse
testimonio a la hora de elegir un nombre para su hijo de que la suya no
los procesos sociohistóricos en los que se gestó su pensamiento. Para un
era una vocación de mujer dócil; no es extrafio, por tanto, que también
filósofo, ser historiado suele ser síntoma de que se encuentra sobrepa-
hiciera uso de su posición privilegiada en la familia para apoyar a Paul- sado y que su pensamiento caducó con el tiempo que lo vio nacer.
Michel cuando éste se negó a circular por el camino que le trazaba su Este texto se intentará facturar fuera de tan augusta tradición. Por el
padre. No en vano, Anne Foucault vivía según un lema heredado de su momento, puede argumentarse que el rechazo de FoucaulF al destim? que
padre, el doctor Malapert, que no era otro que “gobernarse a sí mismo””. su padre le preparaba, revela bastante del fardo que le dey:’f su _medlo fa-
miliar. En primer lugar, que el suyo no fue, pese a las apariencias, un es-
Las disputas, parece que violentas, estallaron'®. Deberá ser Denys, segun-

pacio familiar homogéneo. En realidad, ninguno lo es: la fe_¡m%ha está


afectada por fuerzas de fisión tanto como de fisión. El escenario simbóli-
12. P. Bourdicu, Za noblesse d'État, Paris, Minuit, 1998, p. 420. co dominante, esto es, aquel representado por el padre de Foucault, no
13. M. Foucault, “Une interview de Michel Foucault par Stephen Riggins”, D.E.
1V, p. 527. se desplegaba sin contestación. Anne Foucault habíg aportado a la farpr
14. En su caso, como en el de los estudiantes procedentes de las clases acomoda- lia recursos económicos y simbólicos cuyo valor debió aumentar gracias
das, la influencia familiar se encabalga y domina a la de los profesores en la gestión
del futuro escolar del estudiante. P. Bourdieu, J.-C. Passeron, Les héritiers. Les étu-
diants et la culture, Paris, Minuit, 1985, p. 27. . .
15. La escuela de medicina de Poitiers impartía sólo tres años de licenciatura. 28 y D. Macey, Michel Foucault, op. cit., p. 34.
19. Sobre esta cuestión D. Eribon, Michel Foucault et ses contemporains, Paris, Fa-
16. D. Macey, Michel Foucault, op. cit., pp. 33-34.
17. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 21. ard, 1994, p. 21-22. M
18. Ver las descripciones del conflicto en D. Exibon, Michel Foucault, op. cit., p. » 20. P. Bofr%¡eu, Les régles de Vart. Genose et structure du champ littéraire, Paris,
Seuil, 1992, p. 423.

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a sus desvelos por el futuro de la progenie. Su capacidad de interferen- promoción estaba en el saber; en saber un poco más que el otro, ser un
cia en los dictados paternos habilitó un resquicio en el que los deseos del poco mejor en clase, me imagino incluso que en chupar el biberón mejor
joven Paul-Michel podían encontrar amparo para la resistencia. Una re- que el otro, haber dado sus primeros pasos antes que el otro... El con-
sistencia a los deseos paternos que, como todas, no deja de ser paradóji- curso, la competición, hacer más que el otro, ser el primero, alguien co-
ca: la observación más superficial sobre su futura producción intelectual mo yo lo ha vivido desde dentro. No he llegado al saber, siempre he esta-
ayuda a comprender que nunca dejó, a su manera, de meditar sobre la do en el saber; he chapoteado en él”*. Pero la disposición competitiva no
proyección paterna rechazada. Como decía Bergson, un sujeto se defi- termina de dar cuenta del todo de la intensidad de las inversiones de Fou-
ne por las posibilidades que rechaza tanto como por aquellas que actua- cault en la escuela. Si su vinculación con ella fue la de un auténtico obla-
liza”'. to hay más dimensiones de su existencia que conviene tener en cuenta.
A menudo, la continuación de la posición social paterna exige al here- No sé cuándo Foucault comenzó a reconocerse como homosexual y na-
dero distanciarse del destino que se le había reservado. El padre puede “cal- die puede afirmar a ciencia cierta cómo ello influyó en su destino”. Di-
cular” mal (y, de nuevo, insisto: no se trata de un cálculo reflexivo) y tener dier Eribon lleva toda la razón al afirmar que elegir la sexualidad de Fou-
una visión “desfasada” del valor del futuro que prepara a su hijo y, por cault como única variable relevante para explicar su trayectoria intelectual
tanto, ajena a la degradación que el tiempo y los conflictos por la redefi- es un disparate. Incluso quien no comparte el pesimismo de Aristóteles
nición de las posiciones sociales han introducido en la posición anhelada sobre la imposibilidad de construir científicamente una singularidad (“no
para su descendiente”. Pero también puede pasar que los miembros de la hay ciencia de lo concreto”), sabe que ninguna explicación unidimensio-
familia no tengan “la misma capacidad y la misma propensión a confor- nal puede agotar el significado de una vida. Por contra, la reconstrucción
marse a la definicién dominante™. Creo que este es el caso de Foucault. de una vida, incluso de una vida filosófica, no debe confundir la pru-
Ciertamente, Foucault asumió hasta el fondo las consecuencias de la dencia con la pereza o con la pusilanimidad. Máxime cuando el investi-
inmersión escolar deseada por su medio familiar. Como todas las perso- gador dispone de ciertas adquisiciones teóricas que ayudan a comprender
nas que forman parte de los mercados escolares y que lo hacen con la cómo la homosexualidad se confronta con la herencia simbólica familiar.
obligación de alcanzar la más alta de las confirmaciones, Foucault sintió Y traer a colación tales adquisiciones no parece inútil para iluminar cómo
muy pronto las exigencias de los rituales de honor presentes en la escue- Paul-Michel Foucault trabajó los posibles que se le ofrecían.
la. En ellos, únicamente se existe por medio de la diferencia. Una dife-
rencia que puede ser continuamente puesta en cuestión por nuevos desa-
fíos que solo en una parte se limitan al veredicto escolar: “Alguien como LA HUIDA Y EL ESTIGMA
yo que pertenece, que ha nacido en la pequeña burguesía de provincia,
¿no ha sido educado, amamantado [biberonné] en el saber? ¿Antes inclu- Es difícil de creer que una elección profesional surja de una delibera-
so de la escuela primaria? En este medio la regla de existencia, la regla de

24, M. Foucault, “Radioscopie de Michel Foucaul”, D.E. 77, p. 783.


21. Ver D. Eribon, Réflexions sur la question gay, Paris, Fayard, 1999, p. 60. 25. James Miller señala que los primeros contactos homosexuales de Michel Foucault
22. P Bourdieu, “Les contradictions de Phéritage”, en P. Bourdieu (dir.), La mise- tuvieron lugar en Poitiers. J. Miller, La pasión de Michel Foucault, Barcelona-Santiago
re du monde, Paris, Seuil, 1993, p. 713. de Chile, Andrés Bello, 1996, p. 76. Ver sobre la cuestión de la “elección” de la homo-
23. . Bourdieu, “A propos de la famille comme catégorie réalisée”, art. cit., p. 35. sexualidad, D. Eribon, Réflexions sur la question gay, op. cit., pp. 64-65.

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ción racional a partir de la información disponible.
Seguramente, una los signos del descrédito obliga a los ho¡mo"sexuales a una dislociación
elección profesional tiene más que ver con una representaci constante de su personalidad: la “doble vida” se Convxertf en e relcuráo
ón idealizada
del fururo en la que los aspectos más comunes de una vida para controlar un futuro inmediato siempre amenaza.nfez ._La{s ÁCÍ as de
cobran un lu-
gar destacado. Que muchas vocaciones de artistas nacen de pro-
a través del ima- comportamiento de un médico reputado en una pequeña ciudad
ginario de la bohemia y su vida indisciplinada o que mucho vincias deberían presentársele al joven Pa}xl—Mlchel como ur;la amenaza
s esfuerzos de
intelectual se gestan mientras se delira con compensaciones
embriagado- terrible. Tales exigencias sólo podrían sa,us.facers? al precio de una 1¡3-
ras de carácter institucional, social e incluso sexual, es
algo que admite po- postura permanente. Escapar parecíeíl lg única salida ante un proceso de
ca discusión. Las representaciones que una época atribu ue exigía una muerte íntima. |
ye a una posicién ializaci
en el espacio social sirven para orientar, actualizar y |
explicitar las disposi- Solc…fláa;éfi?:rñ:ia de gPaul»Michel ofre.ce un para.lel}smo y uln con]t)ri:ie
ciones profundas que un conjunto de individuos ha adquir claro con la de los intelectuales surgidos de medlo_s po¡áu ares. ! Ci(,i |
ido a través de
una trayectoria social particular. Efectivamente, los indivi ‘
duos sueñan des- Bourdieu, algo más joven que Foucault y compgne¿?r e geneh íb¡¿…
piertos cuando leen una obra literaria o filosófica, se sumer bian |
gen absortos en intelectual, explicaba cómo las grandes rupturas flmdo llcas. no
los relatos acerca de un héroe deportivo o de un campe 1
ón del pensamien- nunca formado parte de su humor. Esa tentación, decía, interpel Da
to, admiran la manera de fumar del compañero
de una escritora o, puede sobre todo a los jóvenes intelectuales que tenían que ajustar cuen as |
ser, su belleza física y su discreción. Ello sucede porque tales ‘
modelos pro- con sus familias burguesas de origen”. _Sm embargo, la experiencia ú
ponen representaciones de un futuro posible y, por |
tanto, despiertan la ruptura se encuentra tanto entre los mtelectua.!es de o{lglen popuda-
“sueños despiertos anticipantes’ con los cuales los actores
experimentan como entre los intelectuales homosexu?lels de origen social acl(l)mo =
o ejercen roles futuros”*. Así, las pulsiones de los sujetos do. Cierto que bajo una modulación d¡snr?t:f. Deteneril enlz z;, i;rt&
encuentran
un espacio de inserción en la realidad.
que ayudará a comprender ciertas características de la identida
Es muy posible que el futuro autor de la introducción a Le réve j Foucault. .
et lexisten-
ce conociese semejantes anticipaciones oniricas . Y que
con ellas se alejase de lºit: :Í¡ligíla]fcííííeme de un niño procetliente de las das_e_s dpn:unadas
la realidad que su padre le preparaba; una realidad que
no era demasiado tiene como contrapartida una personahíiad en :icsequlllbrlo lmteríní
amable con sus disposiciones más íntimas, Erving Goffm
an explicó cómo la que en ocasiones roza lo patológico”'. El “becario”, tal y conl';o (L)í ret ¡Í_
no visibilidad de un estigma, no evita la angustia del indivi
duo que se sabe tó Richard Hoggart, está en el centro ck, dos cultura.? sin acal ;r d :rseco-
portador de uno. El riesgo del descrédito constituye
una amenaza perma- tirse relajado en ninguna de ellas. Tal riqueza en _antátes¡s pues ebié;l ,
nente que, de manera difusa, articula la relación
del individuo con el mo argumentaba Nietzsche”, fuente de_ fecgndlda ,lperol tam! bién de
mundo®. La vergiienza puede irrumpir en cualquier
momento engullen- desequilibrio y parálisis. Carente de famlhandac'l con | da cultura : de,
do al individuo en el agujero negro del estigma.
El manejo vigilante de fundamentalmente cuando ésta se encuentra invadida por reglas

26. B. Lahire, Lhomme pluriel. Les ressorts de Laction, Patis, Nathan, 1998, p 114. - 29, Sobre la angustia de Paul-Michel en la relación con los extrafios véase D. |
27- Sobre el papel de las identificacione s literarias y ferneninas en las vidas de gays Macey, Michel Foucault, op. cit., p.28. —
véase D. Eribon, Réflexions surla question gay, op. cit, pp. 50-52.
_28. E. Goffman, Stigmate. Les usages sociaux 30, D Bourdicu, Choses dites, Pario, Minuir, 1987,p. 14. "
des handicaps, Paris, Minuit, 1975, pp. 31. R. Hoggart, La culture du pauvre, Paris, M!nult,-]970, p- 347. 5
14, 18.
32. E Nietesche, Crepusculo de los idolos, Madrid, Alianza, 1973, p. 5-

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comportamiento procedentes de otra clase social, los éxitos académicos
tes de otros lugares del espacio social por medio de la ropa, la forma de
del becario se ven acompañados por un cambio continuo en su cadena
hablar, la seguridad del que se siente elegido... Así lo sai?e, también, cuan-
de identificaciones. Subir socialmente exige un abandono constante de
do tiene que regresar a su origen popular y debe olvidar unos temas y
los modelos referenciales disponibles en su entorno social. Los modelos,
unas maneras de expresión que resultan ininteligibles cu:_agdo no ofensi-
para individuos cuya identidad se forja gracias al aprobado en los exá-
vos por su pretensión. Una suerte de sentimiento(de trífl(ílótºf respecto a
menes y a las palabras amables de la institución escolar, deben buscarse
su mundo de origen acampa en la conciencia del “becario”: sin duda, de
más arriba, siempre un poco más alto. Así se explica por qué la biografía
de un intelectual procedente de la clase trabajadora se encuentra transi- ese sentimiento de traición nace una melancolía permanente que ensom-
brece la biografía de muchos desclasados de origen popular”. L’ii dob%e
da por una continua elección y un progresivo abandono de personajes
vida recuerda tanto la presencia del pasado rechazado como la distancia
tutelares. Sin ellos, resulta imposible adquirir el saber —que sus cole- del futuro anhelado. La ansiedad característica del advenedizo, siempre
gas procedentes de las clases dominantes recogen en la simple ósmosis
alerta ante el menor movimiento de un mundo académico extranjero
familiar— con el que desenvolverse en un medio extraño. Estos perso-
cuya lengua, como el inmigrante, solo comprend'e a medias, pueden de-
najes tutelares “permiten al niño y luego al adolescente, ajustar y revi-
latarse tanto en el gusto manfaco por la proeza intelectual como por la
sar sus ambiciones y exigencias, fijarse puntos de referencia y objetivos
servidumbre sumisa ante el menor suspiro del personaje que lo tutela.
y adquirir así un mínimo de seguridad, encontrando un punto de apo-
Sin duda, Foucault era ajeno a alguno de estos dilemas pero no a to-
yo para su buena voluntad cultural. Uno de los principales hándicaps
dos. Un buen surtido de modelos escolares le era administrado por el
psicológicos de los becarios respecto de los ‘herederos’ es que deben, de
algún modo, cambiar muchas veces de superyó y comenzar por inten-
atento control materno de su proceso educativo. Abrazando tales mo-
delos, el joven Paul-Michel no comenzaba, como el becario de origen
tar liberarse de los modelos primitivos que les designa su medio de ori-
popular, “una larga marcha hacia la soledad”* que le condenaba a ser
gen, que taponan su horizonte imponiéndoles una definición vernácula
un extraño permanente entre dos mundos. El impulso de ascenso so-
de la excelencia™. Primero, explicaba Hoggart, el becario renuncia a la
so- cial, más allá del destino familiar, disponía de embajadores dentro de
cialización masculina del grupo de colegas. Encerrado en la casa, lugar por
su propio entorno íntimo. La dificultad habría que buscarla en otro lu-
antonomasia de la existencia femenina, el niño escolarizado vive consa-
grado a los deberes escolares. El padre y los referentes masculinos quedan
pronto disminuidos en una biografía que se teje al dictado de las evalua-
ciones profesorales*. Ello no evita que la clase de la que se huye deje de 35. “De las personas sociolégicamente improbables se suele decir que son “impo-
sibles'... La mayoría de las cuestiones que planteo —y en primer lugar a los intelec-
estar presente: así se lo recuerda el contacto con los jóvenes proceden- tienen tantas respuestas y, en el fondo, tan pocas preguntas— tienen su
tuales, que
origen sin duda en el sentimiento de ser un extranjero en el mundo intelectual.
Cuestiono ese mundo porque él me pone en cuestión, y de una manera muy pro-
33. C. Grignon, “Présentation”, en R. Hoggart, 33 Newport street. Autobiographie funda, que va mucho más allá de la simple sensación de exclusión social: jamás me
dun intellectuel issu des classes populaires anglasses, Paris, Hautes Érudes, Gallimard-Le siento “a gusto’, tengo la sensación de tener que rer:,du cuentas —¿a quién?, no lo
Seuil, 1991, p. 8. Sobre el papel de los modelos profesorales en la construcción de sé— de lo que me parece un privilegio injustificable”. P. Bourdieu, Cuestiones _deá.;
identidad de los estudiantes ver P Bourdieu, J.-C. Passeron, Les héritiers. Les
la ciología, Madrid, Istmo, 2000, p. 77. Ver sobre el sentimiento de_amblyalencl;a e
et la culture, op. cit., pp. 62-65.
étudiants joven Bourdieu, P. Bourdieu, Science de la science et réflexivité, Paris, Raisons dagir,
34. R. Hoggart, Lz culture du pauvre, op. cit., p. 353. 2001, p. 213. .
36. R. Hoggart, La culture du pauvre, op. cit., p. 351.

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gar. Si el “becario” tiene siempre la sensación (ya sea en su medio de nado, Paul-Michel necesitaba abandonar el horizonte de interpelacio-
origen o en el de sus compañeros de vida intelectual), de no “estar” nes heterosexuales permanentes que proponía Poitiers. En su caso, so-
donde le corresponde, el joven homosexual siente que no “es” lo que le lo la independencia respecto de la cotidianidad representada por su cla-
corresponde. Lo más profundo de su identidad, su propia “naturaleza se, le permitia atisbar posibilidades de inscribir la vida imaginada en el
biológica”, se encuentra puesta en cuestión. Ciertamente, su cuerpo no mundo real. Por ello, señala Eribon, la escuela es el vehículo a través
conserva las marcas de un origen social bajo, pero una tendencia pro- del cual los homosexuales huyen del destino familiar y, con ello, de la
funda le advierte que el espacio que ocupa en el orden masculino es, en soledad”. Disposiciones sexuales y disposiciones intelectuales parecen
cierta manera, fraudulento. Dado que los movimientos sexuales se en- así encontrarse en una estrecha correlacién®. Como más adelante se
cuentran investidos de valores sociales y políticos jerarquizados, el jo- mostrará, la dificultad de encontrar una voz intelectual propia o, lo
ven homosexual, y esa angustia le resultará especialmente lacerante que es lo mismo, de convertir la subjetividad en algo comunicable,
cuando comparta con sus colegas los rituales de socialización masculi- algo que los intelectuales de origen popular sufren por una suerte de
nos, sabrá que su pulsión homosexual le aboca a la humillación y, con desconfianza respecto de sí mismos”, no parece imposible de detectar
ello, a la expulsión simbólica del mundo de los dominantes. No en en las dudas y en los movimientos contradictorios con los que Fou-
vano, como ha explicado Bourdieu “las oposiciones fundamentales del cault se ubica en el campo intelectual. Es difícil creer a quienes afir-
orden social, tanto entre dominantes y dominados como entre domi- man —apoyándose en alguna de las declaraciones episódicas de Fqu—
nantes-dominantes y dominantes-dominados, están siempre sobrede- cault— que la necesidad nunca obró en su vida: él, como cualquier
terminadas sexualmente, como si el lenguaje corporal de la domina- persona, no hubiera podido ser cualquier cosa. De hecho, el filósofo
ción y de la sumisión sexuales hubiera proporcionado al lenguaje cor- que escribía para perder su rostro nunca dejó de reelaborar aquello
poral de la dominación sus principios fundamentales™. No resulta contra lo que peleó.
extraño que la vida de muchos homosexuales, como recuerda certera-
mente Didier Eribon, sea una vida diferida y vivida por delegación*.
La relación con los modelos sociales que establecía el joven Paul-
Michel, si bien difería de la bulimia culpable del becario, no carecía de
tiembre de 1955 a Jean Barraqué: “Hay en todos ellos el pequeño pedazo de noche
su ración de frustración: entre todos ellos faltaba uno que ayudara a donde encierran el secreto de su exilio. Nadie hace preguntas. Nadie habla de París,
materializar una dimensión fundamental de su experiencia íntima. Y de donde todos venimos. Ha habido de inmediato una complicidad en la reserva,
este referente no parecía previsible encontrarlo en una de las profesio- como de tipos que se recuperan poco a poco, tras haber saltado la misma tapia”. D.
Eribon, Réflexions sur la question gay, op. cit., p. 358. N
nes, como la de médico, más ligadas al poder temporal. Como tantos
40. Según la sencilla y hermosa definición que daba Norbert Elias: “Otra forma
gays, Foucault también percibirfa el anonimato ligado a la gran ciudad de soledad, más estrechamente social, aparece cuando un ser vive en un lugar o en
como una auténtica tabla de salvación”. Auténtico dominante-domi- una posicién que no le permiten encontrarse con las gentes que necesita. En este
caso, y en muchos otros del mismo género, el concepto de sole_dad seaplicaa alguien
que, por una u otra razón, se ha quedado solo. Puede que viva en medio de otros
seres humanos, pero estos no tienen significación afectiva para é”. N. Elias, La soli-
37. P Bourdieu, Le sens pratique, Paris, Minuit, 1980, p. 121. tude des mourants, Paris, Christian Bourgois, 1987, p. 87.
* 38. D. Eribon, Réflexions sur la question gay, op. cit., p. 50. 41. D. Esibon, Réflexions sur la question gay, op. cit., pp. 50-57-
39. Comentando una cena con cuatro franceses, Foucault escribía el 20 de sep- 42. C. Grignon, “ Présentation”, op. cit., p. 9.

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DESPEJANDO EL CAMINO HACIA PARÍS
Foucaulr se interesó sobre todo por la historia y la filosofía. Estas eran
las disciplinas que más prestigio intelectual proporcionaban a quienes
Foucault no llegó a París sin algún contratiempo.
El futuro filósofo las cultivaban y, por tanto, dicen bastante de cómo las disposiciones
reunía perfectamente el perfil del buen candidato
a la entrada en la sociales de Foucault se aclimataban a la escuela. Enseguida, me deten-
École Normale Supérieure (ENS): origen
social desahogado, inmersión dré sobre esto. Por el momento otro acontecimiento retendrá mi aten-
cultural temprana, indómita motivación hacia
el estudio y sensibilidad ción.
ante la institución escolar... Únicamente carecí
a de uno de los rasgos El examen de ingreso se saldó con un fracaso: Foucault se .quedé a las
que definen a los candidatos a la ENS: estudiar
en París. En Francia, puertas del examen oral. Pasaban cien alumnos y Paul-Michel fue el
como señala Bourdieu, la capital es el lugar donde
se concentran todos ciento uno. Para una persona que deposita en el sistema escolar la-s
“los polos positivos de todos los campos y la
mayor parte de agentes expectativas más altas (tanto en el ámbito vocgcior:nal como en el íntf»
que ocupan posiciones dominantes”,
mo), semejante traspié tuvo que ser una experiencia amarga. No sería
La mayoría de los ingresos en la ENS procedían
de dos fycées parisi- el último fracaso académico de Paul-Michel. En esta ocasión, el des-
nos: el Henry-IVy el Louis-Le-Grand. En las
circunstancias de 1943, ánimo no lo llevó a una situacién extrema —algo que sí sucederá cuan-
salir de Poitiers para ir a estudiar a París resul
taba poco menos que do suspenda el examen de agrégation”—.
imposible. Foucault abandonó Saint-Stanislas
—cuyo nivel formativo De nuevo, la familia Foucault respondió al rechazo del sistema esco-
dejaba que desear— y regresó al Wycée de Poitiers
en el que estuvo bre- lar colocando a su vástago en las mejores condiciones posibles. En
vemente. En ese año, Paul-Michel se empleó a fondo
. La relación con 1945, Paul-Michel asistirfa al lycée Henry-IV de París, una de- las pla-
sus compañeros fue escasa. Un temperamento
burlesco lo singulariza- taformas privilegiadas de acceso a la ENS. Parece que las gestiones de
ba en las representaciones de teatro clásico a
las que asistía con sus la señora Foucault solventaron los obstáculos que la procedencia pro-
compañeros. Esa facilidad para burlarse de las
representaciones no se vinciana imponía a su hijo para entrar en el Henry-IV. Una de las gran-
restringía al teatro. Los invitados a las comid
as familiares también le des ventajas de las redes de capital social es permitir a quienes las d.oml-
proporcionaban materia para la broma y la ironía
. Todo parece indicar nan conocer los criterios implícitos que organizan el funcionamiento
que Foucault había comenzado a desarrollar
un agudo sentido de la real de las instituciones. Con ello, sus acciones no solo son mucho más
relatividad de las escenas públicas.
eficaces desde el punto de vista de los objetivos perseguidos, también
Según David Macey, la guerra hizo que el Yycée
Henri-IV de Poitiers evitan una buena ración del daño subjetivo que suele acompañar a los
preparase el concurso de entrada en la ENS
en un solo año, cuando lo rechazos que la escuela otorga bajo el manto de un universalismt? ‘sin
normal era un año de hypokhigne y un año
de khágne. En ese año, mácula. Seguramente, que un catedrático de la Universidad de Poitiers
informara a la señora Foucault de que Poitiers no era un buen lugar
para preparar el desembarco en la ENS*, no solo sirvió para una rede-
43. P Bourdieu, “Effers de lieu”, en P Bourdieu (dit.), La
p. 162. mús¿re du monde, op. cit.,
44. Didier Eribon señala, por contra, que
Foucault estudió dos años de clases
preparatorias en Poitiers. D. Eribon, Miche
nos hypokhágne y khágne son términos iróni
l Foucauls, op. cit. p. 32. Los térmi- la Ecole Normale Supérieure (ENS). o
cos —procedentes de cagneux (pati- 45. Examen de admisión en el cuerpo de enseñantes universitarios.
zambo)— que designan las clases que prepa
ran para el concurso de entrada en 46. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 37. Dos lycées parisinos, el Henry-IV

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én para la moderación de encuentros. El miembro de un grupo con un fuerte capital social de-
finición de estrategias escolares sino tambi
de la autoelimi- tenta, en cierta medida, el prestigio de todo el grupo: un apellido fa-
una posible reacción depresiva y, con ella, la tentación
moso vuelve a alguien digno de ser conocido y acerca socialmente a
nación de la competición.
Ni la guerra, ni el profesor antiburgués, ni la mediocri
dad de la ense- gentes físicamente alejadas*. Cuando Jean Piel llega a Poitiers como
presentes en el ayudante del commissaire de la République conocía uno de los libros es-
fanza, ni el origen provinciano, todos ellos obstáculos
voluntad de la critos por el filósofo (Paulin Malapert) cuya carrera se atascó en un y-
camino formativo de Paul-Michel, pudieron quebrar la
familia Foucault: la movilización de condiciones mater
iales y relacio- cée. Un accidente le llevó a la mesa de operaciones del doctor Foucault.
nales privilegiadas ampararon la formidable motivación
intelectual de Más adelante, no dejó de estar pendiente de la aventura intelectual de
Paul-Michel. Pero las redes sociales de su familia no solo
le ayudaron a Paul-Michel. Piel no fue el único embajador privilegiado de Georges
tener una visión más realista de las bazas que juegan efect
ivamente en Bataille, futuro héroe intelectual de Michel Foucault, atraído por la
los mercados escolares e intelectuales. Antes de salir de
Poitiers, Fou- fuerza de gravedad simbólica de la familia de Poitiers. Jean Piel estaba
cault también contactó con dos personas que tendrían
un cierto papel casado con una de las hermanas Maklés, cuyas alianzas matrimoniales
en su futuro. Una de ellas le facilitaría su primera publi
cación, la otra se tejían con ocupantes de posiciones nada despreciables en el mundo
sería la que le invitaría, después de escribir Historie de la folie, a formar intelectual. Con otra de las Maklés, Sylvie, estaba casado Bataille y pos-
parte del consejo de redacción de Critique. teriormente lo estaría Jacques Lacan. El pintor André Masson, marido
El primer enlace fue Jacqueline Verdeaux. Los padres de
Jacqueline de una tercera, también se convirtió en amigo de la familia. Foucault
Verdeaux eran amigos de la familia Foucault. Al estallar
la guerra envia- guardó de él un dibujo resultado de la inspiración que Masson encon-
ron a su hija a Poitiers. Jacqueline Verdeaux permaneció allí
hasta la lle- tró en un cadáver que le mostró el doctor Foucault”. Masson estaría
gada de las tropas alemanas; en ese tiempo ayudó como anestesist
a a la presente en el homenaje a Bataille de Critíque, organizado por Jean Piel,
familia Foucault. Cuando Foucault llegue a París, la señora Fouca
ult en el que Foucault publicaría su Préface & la transgression.
pedirá cuidados y vigilancia a Jacqueline Verdeaux, que se
dedicaba a Los futuros tutores que facilitarán la carrera de Paul-Michel en París
la psicología y que era esposa de un doctorando de Jacques
Lacan. empezaron a perfilarse en Poitiers. Los obstáculos de la distancia geo-
Verdeaux pedirá a Foucault ayuda con una traducción al francés de
un gráfica —que tan costosos pueden ser para el estudiante provinciano—
texto de Ludwig Binswanger. Sobre el prólogo que Foucault escribió quedaban en cierta medida compensados por la cercanía social que
para esa traducción, me extenderé más adelante”. procuraba la pertenencia a una burguesfa culturalmente inquiera. Es
El segundo contacto fue, en una pequeña medida, un regalo ininten- dificil considerar cuánto pesan este tipo de acontecimientos en los in-
cionado de Paulin Malapert, el tío de Foucault. Un buen legado sim- tereses intelectuales de una persona. No hay duda de que, como se ve-
bólico familiar ayuda sobremanera a redimirse del azar de los malos rá, la figura de Bataille ayudará a configurar teóricamente parte de la
experiencia íntima de Foucault. Así es como se ha leído —y no seré yo

el 60 % de los normaliens litéra-


y el Louis-Le-Grand aportan desde hace un siglo social
7es. C. Baudelot et E Matonti, “Le recrutement des normaliens 1914-1992”,
in J.-F. Sirinelli (dir.), École Normale Supérieure. Le livre du bicenten
aire, Paris, PUE, 48. Ver P Bourdieu, “Las formas del capital”, op. cit., p. 154 , “Effets de lieu”, op.
1994, pp. 179-180. cit,, p. 160 y La noblesse d'État, op. cit., p. 418.
47. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 73.
49. D. Macey, Michel Foucault, op. cit., p. 38.

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A

quien lo refute— la temprana identificación de Foucault con Bataille. una específica relación con la cultura caracteristica de la khágne.
Sin embargo, este tipo de explicaciones siendo justas, no dejan de ser El alumno de la clase preparatoria aprendía, sobre todo,
a crear en
insatisfactorias. Entre una experiencia de revuelta frente al mundo y situación de urgencia. Una avalancha de deberes escolares imponí
a
una elección intelectual no existe una relación unívoca. En primer altos ritmos de productividad. Todos los deberes solfan recibir notas.
lugar, porque todos los tipos de revueltas no son iguales. En segundo Estas se proclamaban solemnemente delante de la clase. Mediante con-
lugar, porque la oferta intelectual que permite singularizar la revuelta troles escolares cotidianos, los alumnos se confrontaban a una continua
no es única, ni tiene el mismo sentido. Recordemos cómo Pierre Bour- valoración por parte de la institución. Una competitividad obsesiva
dieu, cuyo disgusto con lo establecido no será menor que el del joven vinculaba a los condiscípulos. Para hacer frente a esta, el estudiante se
Foucault, precisaba que su origen social le hacía poco receptivo a la dedicaba al trabajo intelectual buscando la máxima rentabilidad en el
literatura promovida por Critique. En el caso de Foucault, el origen menor tiempo posible. La lectura rápida de los textos y la búsqueda de
familiar, que dota a los individuos de un cierto peso en el campo inte- instrumentos de diferenciación de la propia posición generaban una
lectual, no tendía, precisamente, a alejarlo del universo representado paradójica aptitud para la escenificación intelectual. En ella, la admi-
por el autor de Historie de ['veil. nistración de trozos de manuales, de fragmentos de discurso con sello
de profundidad preparados para introducir brillo en cualquier perora-
ta posible, se convertían en la condición del éxito intelectual”,
ELEGIDO POR LA INSTITUCIÓN Didier Eribon ejemplifica bien la relación pedagógica en la khágne
trayendo a colación el testimonio de Jean d'Ormesson —que pasó por
En el Henry-IV de París, Foucault pasó un año preparando el con- ella unos años antes que Foucault— sobre Jean Hyppolite: “Agazapado
curso de entrada a la ENS. De aquel episodio, los biógrafos del filóso- detrás de su pupitre, de verbo amable, atropellado, soñador, tímido,
fo han retenido, sobre todo, el encuentro con Jean Hyppolite. Lo cier- que alargaba el final de las oraciones con inspiraciones de aire patéti-
to es que el introductor de Hegel en Francia sólo fue profesor de cas, que desbordaba elocuencia a fuerza de negarla”. Hegel era explica-
Foucault durante dos meses. Según Eribon, aquellos dos meses dejaron do a través de la elipsis literaria de La Jeune Parque y de Un coup de dés
una impronta intensa en el joven Paul-Michel, a juzgar por la reveren- nabolira jamais hasard. Y el futuro autor de Voyez comme on danse, con
cia con la que Foucault siempre se refirió a su “maestro Hipal”. Dado la seguridad típica de quien se puede permitir los juegos de distancia-
que referirse a Hyppolite como maestro no era algo muy arriesgado en miento con la institución, concluía: “No entendía nada de nada”.
la generación filosófica de Foucault, podría cuestionarse semejante Sartre, recuerda Bourdieu, también decía algo similar cuando hablaba
interpretación. Pudiera ser que la influencia de Hyppolite fuera poste- de sus lecturas de juventud: uno lo comprendía todo claramente y en
rior a los dos meses de khágne. O que su invocación formase parte de realidad no comprendía absolutamente nada®.
uno de esos gestos intelectuales que sirven de cemento ritual a una
generación intelectual. Ciertamente, las clases preparatorias a las gran-
des escuelas eran un lugar donde los individuos se introducían en todos 50. . Bourdieu, Za noblesse d’Etas, op. cit., pp. 117-118.
los “tic” de la cultura letrada. Uno de ellos, sin duda, consiste en la bús- 51.J. Ormesson, Au revoir et merci, Paris, Gallimard, 1976, pp. 71 y 76. Citado
queda de maestros que identifiquen positivamente al pretendiente. Sin
por D. Eribon, Michel Foucauls, op. cit., p. 34. Las traducciones del libro de Eribon
proceden de la edicién española del mismo, realizada por Thomas Kauf.
embargo, ello es solo un efecto muy superficial de la producción de 52. P. Bourdieu, La noblesse d'État, op. cit., p. 123.

32 33
Ciertamente, estos ejercicios de “lucidez” retrospectiva contienen miento. Le gusta citar a Boutroux* y Lachelier. Qué lejos estamos de
una parte de engaño. Solo pueden realizarlos aquellos que se sienten la modernidad filosófica en pleno proceso de redescubrimiento de sí
consagrados por la institución a la que critican. En el fondo, como ex- misma. Y los alumnos no paran de alborotar. Un día M. Dreyfus-Le-
plica Bourdieu, forman parte de ese doble juego con el que los sufi- foyer se hunde literalmente: Ya sé que no estoy a la altura de Hyppo-
cientemente poderosos se distancian de las fuentes de su poder sin lite —exclama con la voz tomada, ronco de emoción y de impotente
dejar, en la mayoría de las ocasiones, de utilizar las armas adquiridas en rabia—, pero hago todo lo que puedo para permitirles aprobar la opo-
aquello de lo que se alejan”. Ello no obsta para que tales declaraciones sición”.
puedan ser muy útiles para el análisis. A través de las declaraciones de Pocos ejemplos mejores pueden presentarse de desfallecimiento de la
d'Ormesson y Sartre, se perfila una cuestión primordial para com- vigilancia critica delante de un testimonio —algo que Eribon no suele
prender el mercado que consagró las disposiciones escolares de Fou- hacer—. No se sabe —y quizá la dificultad de la investigación impide
cault: ¿cuáles son las condiciones de posibilidad de discursos cuya efi- saberlo— si todos alborotaban de la misma manera. Quizá algunos
cacia informativa es inversamente proporcional a su rendimiento preferían enterarse del contenido del programa, pagando una tarifa de
simbólico? integración simbólica menos alta, aunque tuvieran que resignarse a no
Las biografías de Foucault describen con satisfacción un episodio contemplar “el gran estremecimiento de la epopeya filosófica” delante
curioso que puede ayudarnos a definir mejor el tipo de mercado esco- de sus narices. En cualquier caso, comprender el rechazo a Dreyfus-Le-
lar en el que aprendió a triunfar el futuro filósofo. Durante la estan- foyer exige situar algunas de las variables que dominaban la relación
cia de Foucault en clase preparatoria, Jean Hyppolite fue sustituido pedagógica en la khágne. Solo así podemos analizar brevemente qué es
por M. Dreyfus-Lefoyer. Parece que el nuevo profesor no reunía el lo que hacía sobresalir a Hyppolite y qué empequeñecía a Dreyfus-Le-
carisma del gran hegeliano al que el bueno de d'Ormesson decía no foyer.
comprender. La descripción complaciente —y, por ello, tremenda- Los profesores de khágne vivían su trabajo con una entrega absoluta.
mente cercana del mundo indígena de la £hágne— de Didier Eribon Frente a los profesores de facultad, el enseñante de la khágne no se en-
merece citarse al completo. Dreyfus-Lefoyer era “un hombre muy gris contraba dividido entre las exigencias académicas y la pretensión de ser
que además sabe perfectamente que no va a tener más remedio que un creador científico. La función principal de todo profesor de khágne
someterse a la comparación con aquel hombre brillante que hizo que no era sino la que reivindicaba en su descargo el infeliz de Dreyfus-
el gran estremecimiento de la epopeya filosófica se expandiera entre Lefoyer: producir conocimientos para aprobar el concurso de entrada
las filas del aula. Los cincuenta alumnos pasan de la admiración a la en la ENS. Los cursos ofrecidos proporcionaban una síntesis cómoda
burla y se mofan de aquel ‘gnomo’, feo como un pecado’, tal y como de conocimientos que ayudasen a triunfar en el concurso. Paralizados
lo describen varios testigos, y que, en primer lugar, es incapaz de por el miedo a la competencia, los alumnos digerían el menú escolar
sacar de sus apuntes algo más que unas inacabables horas de aburri- de una manera automática y poco reflexiva.

53. . Bourdieu, “Epreuve scolaire et consécration sociale. Les classes prépa- 54. Foucault también citará al filésofo espiritualista Boutroux en Maladie menta-
ratoires aux grandes écoles”, Actes de la recherche en sciences sociales, n° 38, 1981, le et personnalité, Paris, PUE, 1954, p. 71.
p-5. 55. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., pp. 39-40.

34
No sorprende entonces que, como explica Bourdicu, la obra del filó- Dentro de este universo de lo que Bourdieu llamó “precocidad apa-
sofo Alain, proporcione un ejemplo modélico de la cultura de la khág- rente y artificial”, Foucault pudo encontrar un espacio. Su bagaje cul-
ne. Sus libros recubren el conjunto de tópicos escolares exigidos en los tural, adquirido gracias a una gestión familiar cuidadosa de la escuela,
grandes concursos de la cultura escolar francesa. El estudiante modelo no parece que dificultase su adaptacién a las demandas del Henry-IV.
no será otro que aquel capaz de introducir tales tópicos (mito de Er, re- Gracias también a sus medios económicos, pudo sortear la experiencia
ferencias de diccionarios...) en los variados temas de disertación de- engorrosa del internado. Una habitación externa, incómoda pero ínti-
mandados por la escuela. Entre ellos, los abordajes inspirados de los ma, le evitó el calvario de la visibilidad obscena de la vida en clausura.
clásicos de la literatura (Balzac, Stendhal... que, junto con Gide, serán Una actitud hermética y una devoción total al trabajo escolar conse-
los intereses literarios del joven Foucault) aportan la acrobacia que guían apartarlo de un entorno masculino en el cual su personalidad
distingue al creador tout court”. El mismo Hyppolite, como recuerda real podía desentonar con la identidad virtual presupuesta”. Su posi-
atinadamente Eribon, no fue jamás un creador filosófico auténtico. ción en la jerarquía del curso fue continuamente ascendente. En filo-
Pero, sin duda, a juzgar por el testimonio de d'Ormesson, dominaba sofía ocupaba el lugar vigésimo segundo al final del primer trimestre:
particularmente bien algo que el pobre de Dreyfus-Lefoyer (“feo”, al final del curso el profesor le endilga el calificativo de “alumno de
“gris”, “antiguo”) no conseguía articular y cuya presencia es funda- élite”. En historia pasa del séptimo lugar al primero. El profesor de lite-
mental para la percepción de sí mismos que tenían los profesores y ratura alaba su buen gusto y el de traducción del francés al latín lo
alumnos de la khágne. llama alumno excelente. En griego, acaba en cuarto lugar. Foucault,
Uno de los rasgos básicos del profesional de la khágne era su poder según el director del establecimiento, “merecía aprobar”. Después de
para jugar con la cultura escolar aparentando que la trasciende profun- semejante trayectoria escolar ascendente no puede extrañar que Fou-
damente. En el caso de la filosofía, las referencias rutinarias a los luga- cault eligiese las disciplinas escolares que mejor consagran a sus practi-
res comunes de la filosofía libresca (el “se” de Heidegger y su “parloteo cantes®.
cotidiano”, la episteme enfrentada a la doxa...) alimentan la ilusién de
trascender la vulgaridad a través del poder evocador de las palabras. Esta
“teatralización pedagógica”, auténtico ceremonial estandarizado de ri-
tualismo académico, permite a quien la ejecuta y también a su audito-
rio reforzar la creencia en la singularidad del mercado pedagógico que
se administra en las escuelas de élite*. Pudiera ser que Dreyfus-Lefoyer, 59. E. Goffman, Stigmate, op. cit, pp. 12-14.
además de “gris y feo como un gnomo”, fuera un mal oficiante de seme- 60. Esta es la razón por la que la distribución social de alumnos entre las distintas
disciplinas no obedezca nunca al azar. En la khágne, los alumnos procedentes de las
jante culto iniciático. Y que, por tanto, no supiera encandilar a un audi- clases dominantes se dirigían sobre todo a la filosofía y la historia. Los menos con-
torio capaz de tolerar mensajes ininteligibles pero nunca “vulgares”. sagrados escolarmente de entre ellos escogían, por contra, las disciplinas clásicas. Las
clases medias abrazaban poco la filosofía y recurrían a las letras clásicas y el alemán.
Los estudiantes consagrados procedentes de las clases populares y, por tanto, más
seguros de sí mismos —la comparación con su clase de origen les hace vivir su triun-
56. D. Macey, Michel Foucault, op. cit., p. 35. fo como un auténtico milagro de la “inteligencia”— tendían también a abrazar las
57. P. Bourdieu, “Epreuve scolaire et consécration sociale”, art. cit., pp. 21-22. disciplinas de coronamiento. P. Bourdieu, “Epreuve scolaire et consécration sociale”,
58. P Bourdieu, La noblesse d'État, op. cit., pp. 63, 131-132. art. cit., p. 39.

36 37
CAPÍTULO 2

EL ESPACIO DE TRAYECTORIAS POSIBLES

EL DURO APRENDIZAJE DE SER GENIAL

Los primeros textos que produjo Foucault —y que constituyen el ob-


jeto de mi trabajo— fueron textos escolares; escolares fueron los temas
que Foucault sometió a consideración; escolares fueron también los
esquemas teóricos con los que los trató y las tomas de partido intelec-
tuales con las que intentó singularizarse ante el mundo intelectual. En
tanto que escolares, los textos de Foucault que estudiaré fueron, en
importante medida, trabajos de normalien. Para comprenderlos hay
que situarlos en el específico observatorio intelectual, vital y político
que constituía la Rue /'Um: sin este marco de análisis resulta imposi-
ble discernir por qué Foucault escribe lo que escribe e incluso la mane-
ra en que lo escribe. Tales textos, por tanto, están lejos de llevar el sello
de creador filosófico que caracterizará a los trabajos maduros de Fou-
cault. Ello no significa que en las publicaciones previas a Histoire de la
folie no se encuentre presente parte del estilo futuro de Foucault.
Foucault, en el momento de su trayectoria que me propongo estu-
diar, se caracterizó por una constante indefinición. Indefinición de los
mercados intelectuales en los que intentó hacerse visible; indefinición,
también, de la posición que deseó ocupar en tales mercados. Sometido
a la tensión de un campo intelectual, Foucault exploró en la medida de
sus fuerzas los espacios intelectuales e institucionales que tuvo a su dis-
posición. Esto explica que al leer los trabajos predoctorales de Foucault
se tenga la impresión de encontrarse ante trabajos yuxtapuestos y sin
unidad; ese carácter deslavazado testimonia seguramente una tensión
creadora que aún no ha podido encontrar su modulación intelectual
¡
es,
específica. Pero si los trabajos de Foucault son trabajos escolares por razones explicadas en el capítulo anterior, que con una intensidad
también, porque resultan de una respuesta coyuntural a demandas de redoblada— la primera de las posibilidades. Estar a la altura de cuan-
determinados mercados. En buena medida, tales textos nacieron bajo to se esperaba de él —para empezar por parte de sí mismo— fue algo
la coacción estructural de esos mercados y algo de su valor —aquel que que Michel Foucault tuvo que pagar con su esfuerzo y su inteligencia
depende de la demanda de una peculiar coyuntura político-intelec- pero también con sus nervios
tual— desaparecerá con ellos. En este capitulo intentaré ofrecer un per- Foucault esquivó el internado durante la £hágne pero, en la ENS,
fil de tales mercados y del modo en que Foucault se desenvolvió en tendrá que enfrentarse a él. Las descripciones de los biógrafos de Fou-
ellos. Considero que sólo de esta manera pueden interpretarse correc- cault muestran que sus vivencias en dicho entorno no fueron fáciles.
tamente estos trabajos de Foucault. Los verdaderos lugares de formación de la aristocracia intelectual no7-
En 1946, Foucault quedó en cuarto lugar en el examen de ingreso en malien —como los del “college” inglés— eran, además de cursos y se-
la ENS. Después de la reforma de 1903, la section littéraire de la ENS minarios específicos de la ENS, la biblioteca, el dormitorio y el refecto-
carecía de enseñanza propia. Moulier Boutang pudo escribir que un rio?. Allí, Foucault no intentaba pasar desapercibido. Los rituales de
normalien era ante todo dos cosas. En primer lugar, un individuo que competición intelectual eran intensos y Foucault no los evitaba con
ha superado la prueba a la que preparaba la khágne. Y, en segundo discreción.
lugar, alguien que tendrá una noticia necrológica en el anuario de la Es posible aproximarse al comportamiento de Foucault en la rue 'Ulm
Asociación de antiguos alumnos'. Así, la especificidad normalien se fra- a partir de dos perspectivas. La primera sitúa al personaje desempeñado
gua durante la khágne (sobre ella he dado algunas indicaciones en el ca- por Foucault en el menú de comportamientos disponibles para los no7-
pítulo anterior); el vínculo entre los estudiantes hospedados en la ENS maliens. Como todos los oficios, el de filósofo imponía también un
permanece de por vida. género de vida específico. El loco no era un personaje desconocido para
Acceder a la ENS suponía salvar la barrera invisible que consagraba al aquellos que se subfan a los tejados —venerable práctica entre los no7-
último elegido en el concurso de admisión y lo separaba del primer maliens que Foucault parecía no practicar— soñando con genios.
rechazado. La nobleza intelectual no quedaba, sin embargo, asegurada Como poco, la locura permite sobresalir sobre la monotonía de la
por una sanción jurídica: ello obligaba a los individuos a una inversión “masa” y establecer una diferencia desde la que comenzar la incierta
denodada con la que mostrar que merecían la posición adquirida y eran construcción de una leyenda. Por esta razón, la búsqueda de originali-
dignos de aquella que la ENS parecía augurarles. Los individuos, una dad a través del comportamiento desequilibrado no estigmatizaba
vez introducidos entre los consagrados, tendían a percibir su futuro co- demasiado en la ENS. La “neurosis” (“todo el mundo tenía su neuro-
mo una dicotomía organizada según los límites extremos de su campo sis”, según Guy Degen cothurne de Foucault) era pues una “propiedad
de posibilidades objetivas: todo se jugaba entre el cero y el infinito, entre colectiva”: el mundo de la ENS parecía propicio para el desciframien-
la nada y el ser, entre convertirse en un vulgar profesor de instituto o en to de los síntomas de la enfermedad y, por tanto, el umbral de auto-
un verdadero creador intelectual”. Foucault detestaba —podría decirse,
3. P Albertini, “Le réforme de 1903: un assassinat manqué?”, J.-E Sirinelli, École
1. Y. Moulier Boutang, Louis Althusser. Une biographie. La formation du mythe normale supérieure. Le livre du bicentenaire, op. cit., p. 70.
(1918-1956), Paris, Grasset, 1992, p. 451. 4. D. Macey, Michel Foucault, op. cit., p. 52.
2. P. Bourdieu, Lz noblesse d'Etat, op. cit., p. 199. 5. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 43.

40
percepción del desequilibrio no era demasiado elevado. Por lo demás, gozaba en Poitiers. Pero la doble vida desquició durante bastante tiempo
recuerda Bourdieu, no pasar desapercibido en la ENS, dejar huella en
su existencia. Foucault escondía su homosexualidad a sus compañeros.
aquellos ante los que se escenificaba intelectualmente, ayudaba a coti- Los biógrafos cuentan que tenía miedo a ser feo —algo que, como
zar en un futuro mercado de las cooptaciones universitarias en el que recuerda Eribon, era un hándicap en el mercado sexual clandestino, basa-
los vínculos se actualizaban a través de los recuerdos comunes'. do en el impacto directo, en el que estaban obligados a vivir los gays'—
Hay, sin embargo, una segunda perspectiva de análisis del personaje y dan testimonio de su afición a la bebida y a las salidas nocturnas. Tras
representado por Foucault. El exceso de implicación en los rituales de algunas de ellas, permanecía inmóvil en cama varios días. El médico de
distinción no muestra a un heredero seguro de sí mismo. La tendencia la ENS, que acabó conociendo bien a Foucault, tenía pocas dudas: los
a bromear a costa de los demás que Foucault mostraba en Poitiers problemas psíquicos de Foucault derivaban de una homosexualidad
adquirió en la ENS tintes más sombríos. Según Didier Eribon, “Fou- muy mal asumida. Foucault, como tantos gays, mientras no pudo
cault se encierra en su propia soledad y sólo sale de ella para burlarse construir a su alrededor un círculo de aceptación, tuvo la vergiienza en-
de los demás. Se mofa de ellos con una ferocidad que muy pronto se clavada en lo más íntimo de sí mismo. Según Didier Eribon, en 1948
volverá famosa. Ríe sardónicamente, no para de descargar su ironía a Foucault intentó suicidarse". A consecuencia de ello, Foucault ingresó
expensas de determinados compañeros a los que les ha cogido ojeriza, en la enfermería de la ENS —que por lo demás era un lugar bastante
a los que bautiza con apodos vejatorios, sobre los que se encarniza en cómodo para estudiar—.
público, especialmente a la hora del ‘rancho’ de la escuela, en el refec- El intento de suicidio, que no fue el único”, colocó a Foucault de
torio donde se toman los almuerzos y las cenas en común. Se pelea con nuevo bajo la vigilancia de su familia. Su padre le organizó un encuen-
todo el mundo, se enfada, arremete en todos los frentes con una for- tro con el psicoanalista Jean Delay —que será también su profesor
midable agresividad que se suma a una tendencia bastante acusada cuando obtenga un diploma de psicología patológica en 1952—.
hacia la megalomanía. A Foucault le gusta escenificar el genio que sabe Foucault comenzará un análisis —según Macey con un psicoanalista
que lleva dentro. Tanto que, inmediata y casi unánimemente, le odian. desconocido— que abandonará, según las versiones, a las pocas sema-
Le toman por medio loco”. La búsqueda del brillo intelectual adquie- nas o después de tres o cuatro meses". Por su parte, la señora Foucault,
re rasgos más intensos cuanto más depende la autoestima de un indi- siempre atenta, solicitó a Jacqueline Verdeaux, antigua conocida de la
viduo de la confirmación constante de la institución: era el caso de los
becarios* que describía Hoggart o de los marginados respecto a los
dominantes según Elias”; también de aquellos que —“dominantes 10. D. Eribon, Réflexions sur la question gay, op. cit., p. 354.
11. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 43. D. Macey considera este suicidio
dominados”— se sentían estigmatizados por sus disposiciones sexuales. una historia persistente sin confirmar. Junto a ella, añade Macey, figura otra historia
La vivencia de la homosexualidad no podía ser fácil para Foucault. La sobre el ahorcamiento de un amante. D. Macey, Michel Foucault, op. cit., p. 50.
huida a la ciudad proporcionó a Foucault una libertad de la que no 12. Según Eribon “habrá múltiples tentativas o escenificaciones de suicidio”. Ver
D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 44. De todos modos, la opción del suicidio
no cra extraña en la ENS. En 1949, Claude Engelmann, un joven biólogo, se lanzé
6. P Bourdieu, “Épreuve scolaire et consécration sociale”, art. cit., p. 53. al vacío atormentado, entre otras cosas, por las presiones sufridas alrededor del “affai-
7. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 43. re Lysenko”. Trataré más adelante esta cuestión.
8. R. Hoggart, La culture du pauvre, op. cit., p. 353. 13. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 62.
9. N N. Elias, Mozart. Sociología de un genio, Barcelona, Península, 1991, p. 45. 14. D. Macey, Michel Foucault, op. cit., p. 51.

42
familia, que vigilara la frágil salud psiquica de su hijo. Verdeaux era ger- miese agazapado en su futuro inmediato.
manista y estaba casada con un doctorando de Jacques Lacan. Foucault No sólo él. Foucault suspendió el examen de agregación en 1950. Hu-
cenaba a menudo en su casa. Verdeaux, que trabaja con su marido en bo indignación por el fracaso de un normalien brillante; pero también
unos locales del hospital de Saint-Anne en el servicio de psiquiatría de preocupación de los próximos de Foucault que conocían su desequilibrio
Delay, jugará un papel fundamental en las primeras publicaciones de psicológico"*. Althusser —que sintió como propios los fracasos de Mar-
Foucault así como en sus intereses intelectuales. A través de ella, Fou- tin y de Foucault— vigiló de cerca a su joven discípulo —y, para enton-
cault conocerá a Ludwig Binswanger y leerá al psiquiatra existencial ces, camarada de partido— que volvió a la enfermería de la ENS. No está
Roland Kuhn. Por lo demás, Verdeaux le proporcionará a Foucault la claro si hubo o no un intento de suicidio después del fracaso en la agre-
oportunidad de participar en sus trabajos de electroencefalografía. gación. Según la “chronologie” establecida por los editores de Dits et
El problema de la psicología y la enfermedad mental fue antes para écrits, sí lo hubo. Lo cierto es que Foucault acudirá a casa de un psicoa-
Foucault una experiencia personal que un objeto de análisis intelectual. nalista —llamado Dr. Gallot— durante un periodo corto”.
Ana Boschetti consideró que, durante sus comienzos intelectuales, La elección de la enfermedad mental como objeto de disección inte-
Sartre se planteó como objetos de análisis aquellos problemas que más lectual puede interpretarse como una manera de analizar teóricamente
le aterraban y, de esta manera, intentó conjurarlos”. Es posible que aquello que causaba más desazón vital a Foucault. La locura podía ser,
fuese también el caso de Foucault. Louis Althusser llegó en 1948 como así, en el campo de posibles de Foucault, el extremo negativo en el que
répétiteur (profesor pasante) de filosofía a la ENS y Foucault establecerá él vería arruinarse su trayectoria intelectual y personal. ¿Era específico
una relación estrecha con él. Jacques Martin, homosexual y amigo ínti- de Foucault —y de su homosexualidad vivida en el desgarro— este
mo de Althusser, pasó a serlo también de Foucault'. Martin, como Fou- miedo al fracaso que buscarían conjurar sus objetos de estudio? No.
cault, de seguir el proyecto paterno, hubiera sido médico y, como Paul- Parece también una propiedad colectiva. Como escribe Dominique
Michel, eligió ser filósofo. Merleau-Ponty le bautizó como “príncipe de Memmi a propósito de Jules Romains: “Cultivar el miedo a la caída,
la inteligencia”. Sin embargo, fue incapaz de producir, después de dos inherente a esta posición social, constituye entonces una excelente esti-
fracasos en la agregación, algo más que una vida errática y torturada mulación para mantenerse y ascender, para alimentar esta borrachera
que acabó en el suicidio. Foucault conoció de cerca esa parte de la vida ansiosa de cimas sociales””. No se puede dudar de que la conflictiva
de Jacques Martin a quien prestó apoyo y dinero. Martin fue un “filó- homosexualidad de Foucault configurara una suerte de “experiencia
sofo sin obra” y cuando Foucault describa, entre romántico y heidegge- originaria””. Ello no debe conducir, como señala Eribon, a convertir
riano, la locura como “ausencia de obra” no podrá evitarse pensar en la esta especie de relación trágica —debido a las circunstancias sociales en
figura de Martin. Según Moulier Boutang, “Martin era secreto y como
si fuera una historia de Borges su ausencia de obra producía los efectos
de una obra””. Martin representó un destino que Foucault quizá te- 18. Althusser, según el historiador inglés Douglas Johnson, era consciente de
que Foucault estaba al borde de la locura. Ver D. Macey, Michel Foucault, op. cit.,
p- 47.
15. A. Boschetti, Sartre et “Les temps modernes”, Paris, Minuit, 1985, p. 41. 19. D. Defert, E Ewald, J. Langrage, “Chronologie”, D.E. I, p. 16.
16. L. Althusser, El porvenir es largo, Barcelona, Destino, 1992, p. 177. 20. D. Memmi, Jules Romains 0u la passion de parvenir, Paris, La Dispute, 1998,
17. Y. Moulier Boutang, Lowis Altbusser, op. cit., p. 457. Ver también D. Macey, p. 40.
Michel Foucault, op. cit., pp. 47-48. 21. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 45.

44
las que Foucault se vio obligado a vivir su homosexualidad— de Fou- dad. La escuela era el vehiculo que permitía la huida y por tanto
cault con el mundo en una explicación que sistematice artificialmente Foucault estaba interesado en acomodarse a los dictados escolares. Ade-
todos sus comportamientos y elecciones. Como se ha intentado mos- más, el mundo de las letras y de las cosas humanas (frente al mundo
trar, ciertos comportamientos que podrían explicarse por la homose- técnico ocupado por los hombres) se acoplaba mejor con el mundo
xualidad —y por el desgarro con el que Foucault tuvo que experimen- “femenino” en el que se socializó la libido de Foucault”. Como todo
tarla— singularizaban poco a Foucault respecto a sus condiscípulos de comportamiento de un dominado —es decir, aquel que ha interioriza-
la ENS. do las categorías de los dominantes— el de Foucault también estaba
“doblado” contra sí mismo: la propensión a la huida serfa a la vez ori-
gen y el resultado de la corrosión interna producida por la culpa. Por
HOMOSEXUALIDAD, DISPOSICIONES SOCIALES Y DISPOSICIONES INTELEC- lo demás, si originaria fue la relación con el mundo engendrada en la
TUALES vivencia de la homosexualidad, no menos originaria fue la relación con
el mundo gestada en el origen burgués de Foucault. Esta relación ori-
Uno de los desafíos fundamentales del análisis sociológico de un inte- ginaria proporcionó condiciones de posibilidad económicas para pro-
lectual es intentar establecer la propensión, resultado de una experien- yectos ambiciosos —y por tanto permitió una relativa indefinición
cia social del mundo, a actuar de una determinada manera en el campo temporal respecto al futuro intelectual y profesional—, sumergió a
intelectual; o lo que es lo mismo, a adquirir disposiciones intelectuales Foucault en una cultura familiar distinguida y le otorgó un lugar favo-
específicas. Para ello, por un lado, debe identificarse la génesis de unas rable en las redes sociales que facilitaron su trayectoria escolar...
disposiciones y, por otro lado, las situaciones que activan o inhiben ta- Cuando Foucault volvía a su casa familiar, esa intimidad burguesa con
les disposiciones en cada uno de los universos a los que se enfrentan. las cosas se manifestaba con toda su fuerza. En Poitiers, Foucault “reci-
Una disposición (o lo que Bourdieu llama “historia hecha cuerpo”) no bía a los invitados con atención y cortesía meticulosas típicas de una
puede ser identificada sin establecer bien el contexto especifico (en pa- cierta burguesía francesa. Incluso en el apogeo de su compromiso con
labras de Bourdieu “historia hecha cosas”) en el que se pone en funcio- la extrema izquierda, los invitados a comer le hallarían incordiando
namiento. El material biográfico respecto a un intelectual nunca puede sobre el número de cubiertos y las servilletas que necesitaba. Su actitud
sustituir a una descripción etnográfica precisa. Por tanto, toda afirma- hacia su buena salud también correspondía en ciertos aspectos a la de
ción sobre las tendencias sociales de acción de Foucault sólo puede un miembro de las clases medias provincianas. Sus hogares sucesivos
tener un carácter muy hipotético. Dicho esto, parece evidente que ori- fueron cómodos y estuvieron bien amueblados, pero se evitó cuidado-
ginaria fue la relación con el mundo generada por la homosexualidad de samente la ostentación de riqueza y el notorio deleite en el lujo””. Por
Foucault. Esa relación originaria parece encontrarse en la base de dos
tipos de comportamientos: la existencia de la doble vida con su correla-
tiva tendencia a la huida y una sensibilidad enorme a la institución 22. Ver sobre la relación de Foucault con su madre, D. Eribon, Michel Foucault,
escolar. Respecto a lo primero, Foucault huyó y mucho: del mandato op. cit,, p. 31.
paterno, de Poitiers, del mundo de sociabilidad masculina... Respecto 23. D. Macey, Las vidas de Michel Foucault, op. cit., p. 42 (recojo la traducción de
Carmen Martínez Gimeno de la edición española del libro). La actitud ante la comi-
.a lo segundo, la sobreinversión en la escuela y en el mundo intelectual da y también ante el mobiliario son las objetivaciones más profundas del gusto de
tampoco puede separarse de la vivencia desgarrada de la homosexuali- clase. P. Bourdieu, La distinción, Madrid, Taurus, 1988. pp. 75-78, 88.

46
tanto, la vivencia difícil de la homosexualidad pudo ser aquello que na: la ausencia de recursos económicos se lo impidió. De la misma
pusiera a Foucault en el límite psicológico. Pero el contexto de la ENS manera, Foucault, en tanto que burgués y normalien, hubiera debido
bien pudo haberlo puesto al límite por actualizar una propensión a la preferir sin dudarlo la filosofía; las dudas de Foucault respecto a su
búsqueda de la excelencia que nada tenía que ver con su homosexuali- vocación proveerían entonces de índices de una situación social am-
dad. bigua. Como sugiere Louis Pinto “se puede estar tentado de relacio-
En cualquier caso, no es mi intención explorar la relación originaria nar estas tensiones con la posesión de propiedades en sí mismas con-
de Foucault con las cosas. Pretendo saber si las disposiciones adquiri- tradictorias: Foucault aparece simultáneamente como un elegido
das en esa relación se manifestaron y cómo en lo que Foucault escribió. (por la Escuela: tiene todos los títulos legítimos) y como un reproba-
Para ello sólo hay un camino: establecer el espacio de posiciones ocu- do: homosexual, anticonformista, de izquierda, y sus intereses por la
padas por Foucault a lo largo de su carrera escolar, profesional e inte- psicología, Sade, Nietzsche, etc. no lo predisponen a la gran carrera
lectual y confrontarlas con aquellas posiciones que, teniendo a su dis- universitaria en Francia (convertirse en profesor de historia de la filo-
posición, no ocupó. Los posibles institucionales configuran un entorno sofía en la Sorbona). Así, es precisamente alrededor del estatuto de la
de elección cuyo valor sólo se revela a través del tiempo y en función psicología donde se juega el encuentro de estas pulsiones contradic-
de la confirmación específicamente intelectual que se recibe del entor- torias”,
no. Un tiempo en el que la experiencia individual tiene que vérselas Deben compartirse las precauciones de Louis Pinto acerca de este
con trayectorias alternativas y opuestas. tipo de explicación. Sin ellas, representaríamos unos esquemas de
Tales trayectorias no son aprehendidas al azar. Ciertamente, los indi- elección que funcionan a partir de correspondencias algo mecánicas
viduos estructuran el mundo social a través de esquemas jerárquica- similares a las de una suerte de cálculo. ¿Qué podría dar de sí esta
mente organizados. Pero, como bien recuerda Bourdieu, los actos de perspectiva de análisis? Imaginemos que los esquemas de percepción
conocimiento producidos por tales esquemas no clasifican el mundo de la realidad, interiorizados por Foucault, jerarquizaban ambas dis-
según correspondencias mecánicas. Los actos de conocimiento son ciplinas una respecto a la otra y cada una de ellas en su interior. A la
intrínsecamente ambiguos y están definidos por la situación concreta vez cada parte de cada disciplina reclamaba un valor específico en
en que tales esquemas se ejercitan”. Los esquemas funcionan divi- esa cadena de resonancias semánticas con las que Bourdieu conside-
diendo las situaciones según un conjunto de oposiciones que tienen ra que escoge el habitus y podríamos representarnos semejante cade-
su matriz fundamental en las oposiciones entre lo masculino y lo na como sigue: filosofía/psicología, historia de la filosofía/filosofía
femenino, lo alto y lo bajo... Cada situación además puede ser en sí de la ciencia, psicoanálisis/conductismo, psicología fisiológica/psico-
misma dividida. Foucault dudó durante todo el periodo que estudio logía clínica... Además de una orientación de la investigación —que
sobre si decantarse por la filosofía y la psicología y por formas de tra- está lejos de ser inútil y que es por lo demás la mía— semejante ejerci-
tamiento de la filosofía y la psicología en ocasiones muy contradic- cio no ayuda a mucho. En qué momento se activan o no tales esque-
torias. Mozart, explicaba Norbert Elias, hubiera deseado componer mas —es decir, si se activa o no toda la cadena de oposiciones o sólo
ópera, cumbre de las realizaciones musicales en la sociedad cortesa-

25. L. Pinto, “Foucault avant Foucault. Psychologie et sciences de Phomme”, G.


24. P. Bourdieu, Le sens pratique, op. cit., p. 425. Mauger, L. Pinto, Lire les sciences sociales. Volume 3, 1994-1996, Paris, Hermes,
2000, p. 119.

48
un segmento restringido de la misma— y cómo se ponen a funcio-
Jencia en el oficio de psicélogo™. Pero podría pensarse que, de ese mo-
nar las transferencias de valor entre cada pareja de la cadena de opo- do, Foucault satisfacíg, ade_más, el n?andato paterno. Pudiera ser, zr_lclu»
siciones es algo que sólo puede saberse a partir de la reconstrucción so, que Foucault se identificase asf con .el propio Lagache, él mismo
de la colisión —siempre específica— del habitus y de la situación que médico, agregado de filosofía y psicoanalista. Y si se piensa que re?ul[a
lo actualiza. Cada uno de esos reencuentros entre un habitus y una si-
difícil imaginar a Foucault satisfecho con el modelo de Lagache: siem-
tuación puede confirmar la trayectoria iniciada o puede, por el con- pre puede traerse a co[aciófl el modglo represent?do por Gef)rges
trario, detenerla, contrarrestarla o inhibirla, ofreciendo la posibilidad
Canguilhem, filósofo y antiguo estudiante de Alf¡m, cuya tesis en
de trayectorias alternativas. A través de tales encuentros, el individuo medicina causó un hondo impacto en e'l panorama intelectual francés.
va fraguándose un camino propio —resultado de cómo se van modi- Canguilhem, cuyo papel en la trayectoria intelectual de Foucault es de
ficando o confirmando, en cada punto del trayecto, la perspectiva de
sobra conocido, era alguien préximo a Foucault‘y a Lagach,e: éste, que
futuros posibles— que raramente aparece claro al principio de su había saludadf)
siempre tuvo relaciones fraternales con Canguilhem,
inserción en su carrera formativa®. En cierta medida, analizar la tra- con un elogioso comentario la aparición de Le normal et le pathologi-
yectoria de un individuo —y no convertirla en una síntesis esque-
mática de su posicién social interiorizada— exige poner el análisis que. N s -
Las distintas posibilidades de explicacién del acontecimiento refe-
sociológico a cámara lenta. Una trayectoria intelectual jamás resulta rido distan de ser excluyentes. Una subjetividad teórica sólo puede
de la acción uniforme de un conjunto de factores sociales y escola- hacerse cargo de las pulsiones íntimas a costa de retrad_uci(las en un
res. espacio de formas de tratamiento legítimo de t?les p_uls¡f)ne?. Y para
Parece demostrado que los problemas psíquicos de Foucault —resul- ello, necesitamos comprender el espacio de posibles institucionales e
tado de la ambigiiedad social a la que se refería Pinto— generaron no intelectuales con los que Foucault se fue construyendo subjetiva y
sólo angustias íntimas sino también tendencias —y dudas— intelec- teóricamente. Foucault no sólo se interesará por problemas ligados a
tuales y profesionales. Que a su vez podrían ser profundamente ínti- la psicología y a la enfermedad mental porque tuviera problemas psi-
mas. Según Maurice Pinguet, Foucault, quizá, buscaba consuelo en la cológicos. Lo hizo, porque la psicología y la enfermedadA mental eran
lectura de Freud “[que] le sugiere que es de buena y sana moral no un tema que figuraba en la agenda intelectual de los aspirantes a filó-
ceder a la verdad de su deseo™. Otra escena, recogida por Didier Eri- sofos. Y, en concreto, de los mediadores institucionales —como
bon, podría permitir también vincular los intereses de Foucault con su veremos diversos y portadores de orientaciones no siempre coinci-
desazón personal. En 1949, año en que obtendrá una /icence en psi- dentes— que ayudaron a Foucault a ir concretando su carrera. Sólo
cologfa y un diploma del Instituto de psicología de París, Foucault de ese modo, los acontecimientos íntimos —entre ellos las opciones
comentó a Daniel Lagache sus dudas sobre si hacerse médico. Como intelectuales y las dudas profesionales— pueden cobrar un sentido
explica Eribon, ser médico parecía en la época una condición de exce- que ninguna fenomenología, por descriptiva y precisa —teniendo en
cuenta el material disponible— que fuese, podría proporcionarnos.
26. Véase sobre esta cuestión H. Becker, Outsiders. Émudes de sociologie de la dévian-
ce, Paris, Métailié, 1985, p. 46.
27. Maurice Pinguet citado en D. Defert, E Ewald, J. Langrage, “Chronologie”,
DE Ip. 16. 28. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 61.

50 51
EL UNIVERSO ESCOLAR DE POSIBLES: PSICÓLOGO Y/O FILÓSOFO reflexión consagrados desde hacía tiempo como legítimos por la filoso-
fía escolar en la que se formó.
a. La psicología Para comprender cómo Foucault se fue orientando entre la “oferta”
filosófica de la que disponía, hasta enfrentarse a la psicología desde
Cuando Foucault llega a la ENS, el caiman de filosofía Gusdorf lo posiciones teóricas no siempre coherentes, pueden utilizarse como in-
llevó en compañía de Georges Daumezon a la presentación de enfer- dicador las clases a las que asistió. En ellas, Foucault fue adquiriendo el
mos de Lacan. Louis Althusser —que sustituye a Gusdorf en 1948— dominio de un universo de posibles filosóficos y también —no hay que
acompañaba a los estudiantes de filosofía al Hospital de Saint-Anne olvidarlo— institucionales. Foucault asistió a clases de psicologfa de
para escuchar a Henri Ey. La relación entre la filosofía y la psicología Julien Ajuriaguerra y de Daniel Lagache y leía con atención a Marie
en el sistema universitario francés venía de lejos. La psicología estaba Bonaparte y a Kraft-Ebing. Lagache, normalien de la promoción de
entre las innovaciones que Victor Cousin introdujo en el programa de 1924 y creador de la Société francaise de psychanalyse, será uno de los
filosofía en 1830. Cuando entre 1874 y 1902, la herencia de Cousin futuros miembros del tribunal de tesis de Foucault. En aquella época
comience a remitir, la psicología continuará ocupando en los progra- proponía un programa de unidad de la psicología con el que Foucault,
mas de enseñanza de la filosofía y en los temas propuestos para la agre- como intentaré mostrar, no dejó de polemizar de manera implícita en
gación un lugar mucho más importante, por ejemplo, que la sociolo- sus producciones intelectuales predoctorales. Pero eso sería después.
gía”. La psicología, por tanto, era y sería una suerte de compañera y en Entonces, Foucault seguía la enseñanza de Lagache.
ocasiones de adversaria íntima de la filosoffa francesa. La generación Lagache fue un personaje ecléctico en la historia de la psicología y el
filosófica que precedió a Foucault dedicó buena parte de sus esfuerzos psicoanálisis francés. Por un lado, Lagachc introdujo cl psicoanálisis cn
teóricos a discutir con la psicología. Jean-Louis Fabiani llama a ese tra- la universidad. Por otro lado, Lagache estuvo lejos de conceder al psi-
bajo “la vigilancia de fronteras” —que consiste en defender el territorio coanálisis alguno de sus postulados más distintivos. Lagache considera-
de la filosofía de las ciencias sociales concurrentes y de sus correspon- ba esotérico el inconsciente y prefería hablar en términos de personali-
dientes cuerpos profesionales—. Foucault no desentonó en absoluto dad total. Este holismo, que había sido fecundado por la fenomenología
dentro de ese paisaje general. Cuando escoja sus objetos de reflexión de Kurt Goldstein, Lagache lo complementaba con las corrientes psico-
intentard, quizá, atrapar en ellos buena parte del sentido que le reque- lógicas naturalistas. Lagache conciliaba así la noción watsoniana de
ría su experiencia {ntima. Pero lo hará, también, utilizando objetos de comportamiento, el legado psicoanalítico y la fenomenología psicológi-
ca. Semejante irenismo no fructificó en ningún sistema teórico origi-
nal. Al final de los años 50, Lagache ocupará una posición reconocida
29. Ver J.-L. Fabiani, Les philosophes de la république, Paris, Minuit, 1988, pp. 45- pero sin brillo entre la psicología y el psicoanálisis lacaniano.
71. Las intervenciones de los filósofos sobre las ciencias humanas se centraron sobre A finales de los 40 y principios de los 50, Lacan no había aún eclip-
las disciplinas contenidas en el programa de la licence en filosofía (psicología patoló- sado a Lagache entre la intelectualidad francesa y el modelo teórico
gica y “moral y sociología”). Las ciencias humanas no representadas en tales progra- representado por Lagache no había merecido la descalificación de su
mas (como el derecho, ciencias políticas y economía política) recibieron una aten-
ción escasa. Ver V. Descombes, “Vers une crise d'identité en philosophie francaise. amigo Canguilhem —en un articulo que, como mostraré, tiene turba-
Merleau-Ponty, Hyppolite, Canguilhem”, Les enjeux philosophiques des années cin- doras semejanzas con un texto de Foucault—. Y Foucault escuchaba
quante, Paris, Centre Georges Pompidou, 1991, p. 149. con interés y pasión a un hombre que ocupaba la cátedra de psicología

52 53
general de la Sorbona”. En 1949, Foucault
obtiene una licence en psi- Pese a que aceptó las vias que le abría Delay, .Ffiucaul( no quelr)íla s(;er
cología y un diploma del Instituro de psico
logía de París. En algún cualquier tipo de psicólogo. Con Fl profesor Picl olt —,respon]s,a ¡e :
momento de aquel año acaeció la escena
en que Foucault manifestó a el d¡[plox.na de‘ psico og¡zí: pato í)tg¡f;n¡_
Lagache sus dudas sobre una posible opci Psicología experimental en
ón por la medicina. La res- Grónh
puesta de Lagache fue muy prosaica Y era, Foucault tuvo roces. Pichot se llevó la impresión de unl.ouc;u
según parece, la que daba a
todos sus alumnos: Francia no era Estados co con la psicología experimental' y, como Puen :}'l07'mlll zehn,b Ímdadº °
Unidos y, por tanto, a un “teoricista’. La experiencia con Pthot, se¡gun Eribon, le ba r a doa
psicólogo no se le exigían estudios de medicina (a Jean-Cla
ron, sin embargo, Lagache le recomend ude Passe- Foucault el material para construir la a.nelcdo_ta que enlca ezohm? m
ó estudiar medicina”). En cual-
quier caso, la legislación de 1945 colocaba el ejercicio prano articulo titulado “La recherche sclénufiqlue et la psgcd o¿ Iogonl
bajo el control de la medicina y los terapeutas del p: sicoanálisis “Una de las más finas batas b]a.ncas'en_ pSl(]:OlOgla no se enfa alí (e "
, si no eran médicos, sólo migo si cito sus palabras. Lo hago sin ironía, con el u,ml;:o 1m[(>u'sol Í
podían realizar diagnósticos bajo el amparo
del Colegio médico corres-
pondiente”. Foucault también pedirá cons miºasombro: él preguntaba a un prmclplan‘te si quería | ac?f{ p)SlCO o
ejo a Lagache sobre sus pro- gía como M. Pradines o Merleau-Ponty o ‘psicologfa cientifica’ como
blemas psicológicos. Lagache lo envió a un
psic oterapeuta al que no se H 733
sabe si Foucault visitó.
La formación en psicología de Fou, cault B”be;: ; (t)rt(;z, pese a que Lagache se esforzara por cogí:íliarlaz t.eónaia-
no se detuvo en este punto.
Desde 1951, Foucault se había convertido mente, no tenían mucho que ver en cuanto a proyección pro ;z¡lo; C)Í
en répétiteur de psicología a prestigio filosófico. Todo permite suponer que en preslencuí S¡C(ío_
en la ENS. El profesor Delay —al que Fouc
ault conoció de la mano de rimentalista Pichot, Foucault encontraba ingenua y V; gar la fpnome_
su padre— y el profesor Poyer ruvieron
en 1952 a Foucault como estu- gía positivista™. Para entonces, Foucaul/t¿habla conocido l))ra (Íe ; Ne
diante de un diploma de psicología patológi
ca. De ambos recibió lec- nología y el mundo de los tests empíricos no prc:;vocal a aaa
ciones clínicas basadas en la presentación
de e nfermos y del profesor atracción en él. En cuestión de tests, Foucault p_n?fer(a el tes(t]X ; v
Benassy un curso de psicoanálisis teórico.
Ese mismo año, Foucault charch, sobre el cual Jacqueline Verdeaux traduc_lrm un¿llírod e loicz;rl; 4
comienza a trabajar como psicólogo
en la cons; ulta del profesor Delay.
Los contactos de Paul Foucaule proporci Kuhn al que Gaston Bachelard puso un Erefacm. Bacl Z aÁ Í'qi)mula_
onaron a Michel, en la perso- que el test de Rorscharch permitfa estudiar la volunta e ¡]Í p
na de Delay, un terapeuta, un profesor
y un empleador. Como puede ción, es decir, “la voluntad de ser otro respecto de lo ql;f_:l ES”. a.rcr¿l -
comprobarse, la fili ación paterna no tendía a alejar a Fouc
cología. ault de la psi- cara sólo podía ser aprehendida a través de siluetas parciales qu;: 5315 a
a todo individuo a medio camino entre lo ocultado y lo mosílríl 0f . .
gún Maurice Pinguet, Foucault aplicaba el test de Rorscharc' e (Zíremla
30. E. Roudinesco, Za bataille de cent entusiasta para conocer qué tenían en la cabc:za st.xs'?omp:f.neroslal :
ans. Histoire de la Psychanalyse en Franc ENS. El test de Rorscharch tocaba una disposición existenci:
Paris, Seuil, 1986, pp. 228-236. e. 2,
31. R. Moulin, P. Veyne, “Entretien avec
sociologue”, Revue européenne des scien Jean-Claude Passeron. Un itinéraire de
277. ces sociales, Tome XXXIV, 1996, n* 103, p. M. Foucaut “La echerchesietífiueet la pycholgie”, DE 7 p 138
32. E. Roudinesco, La bataille de cent ans. Histoire de la psychanalyse Eribon, Michel Foucault,op. cit., pp. 61-62. — .
* op.cit,, pp. 222-223, en France. 2, 5e %Ialffimd,zfilf}éf;e”, R Rubn, Phenoménologie du masque d mavers le vst
de Rorscharch, Desclée de Brouwer, Paris, 1957, pp. 7-8.
54
Foucault; también era un test con prestigio fenomenológico que casa- la tragedia se vuelven inalcanzables por la reflexión, la teoría o el pro-
ba mejor con los posibles intelectuales y profesionales que proporcio- yecto ilustrado. La importación de la fenomenología alemana fue un
naba la fenomenología entonces reinante en el campo filosófico. arma en la reafirmación de la filosofía frente a la ciencia. En esa bata-
La fenomenología en la que se formó Foucault procedía de una van- lla antiobjetivista, Hegel, Heidegger —y los psiquiatras existenciales
guardia filosófica que participó —en oposición al polo racionalista re- como Binswanger— también tuvieron un lugar.
presentado por Léon Brunschwig en la Sorbona, a Durkheim y al po- Por tanto, conviene desconfiar de la célebre reconstrucción del cam-
sitivismo— en el renacimiento metafísico de la filosofía francesa. Al po intelectual francés realizada por Foucault en un artículo de homena-
hablar de vanguardia, se corre el riesgo de pensar —según el modelo, jea Canguilhem. Como muchas miradas retrospectivas, la de Foucault
por ejemplo, de las vanguardias políticas leninistas— en un grupo informa más sobre el momento en que realizó semejante demarcación
coordinado a través de una comunidad de creencias, ideas y acciones. que de las alternativas efectivas a las que se confrontó en su periodo de
Ese modelo es especialmente inapropiado para captar los “agrupamien- formación. Según Foucault, el campo intelectual francés se dividía
tos” en filosofía. La filosofía francesa (“disciplina del coronamiento” entre una filosofía del sentido y de la experiencia, representada por
según Fabiani) estaba situada en la cúspide de las disciplinas escolares Sartre y Merleau-Ponty, y una filosofía del “saber, la racionalidad y el
y era tributaria de un modelo de la originalidad más próximo del ima- concepto”, representada por Cavailles, Bachelard, Koyré y Canguil-
ginario del artista que del científico. La búsqueda de la singularidad hem*. Estas dos líneas habrían determinado lecturas diferentes de
creadora era, y es, entre los filósofos una paradójica propiedad colecti- Husserl: por un lado, la defensa existencial y sartreana del sujeto y, por
va: “El filósofo digno de ese nombre no debe nada a nadie; él reco- otro, una lectura que enraizaba a Husserl —y a lo que Derrida llama la
mienza de un solo golpe y por su cuenta toda la filosofía””*. Louis Pinto “fría disciplina husserliana”*— con problemas epistemológicos. Esta
señala que la vanguardia referida se singularizaba más por aquello a lo división en el campo intelectual francés no resulta evidente cuando se
que se oponía —el racionalismo “democrático”, vulgar y positivista— exploran los textos de formación de Foucault. No cabe concluir de ello
que por la unidad de sus propuestas teóricas o de sus opciones políti- que sea incorrecta sino que la percepción práctica del campo de posi-
cas y existenciales. Esta vanguardia (que tenía, en conjunto, un origen bles teóricos no se organizaba según una distinción radical entre filo-
social más alto y un capital escolar menor que los autores del raciona- sofía del saber y filosofía del concepto. Como mostraré, en las produc-
lismo universitario) adquirió una de sus señas de identidad en la ciones teóricas del joven Foucault aparece un Bachelard fenomenólogo
importación de la filosofía alemana. Una importación muy particular de la imaginación y resuenan los ecos de un Merleau-Ponty que discu-
que permitió la emergencia de un antiintelectualismo filosóficamente te de cerca los desarrollos científicos”.
respetable. Por ejemplo, Husserl no aparece en Francia como un filó-
sofo preocupado por cuestiones epistemológicas sino como un pensa-
dor que intentaba rescatar el pálpito concreto del mundo que el obje- 38. M. Foucault, “La vie: Pexpérience et la science”, D.E. IV, p. 764.
tivismo científico era incapaz de captar”. Así, la experiencia, la vida y 39. D. Janicaud, Heidegger en France. Tome II, Albin Michel, Paris, 2001, p. 90.
40. Hay que dar la razón a J.-L. Fabiani cuando considera esta diferenciación del
Foucault tardío como una suerte de “mito fundador” derivado del uso totémico de
36. J.-L. Fabiani, Les philosophes de la république, op. cit., p. 76. Canguilhem. J.-L. Fabiani, “Sociologie et histoire des idées. Lépistémologie et les
37. L. Pinto, “(Re)Traductions. Phénoménologie et ‘philosophic allemande’ dans sciences sociales”, Les enjeux philosophiques des années cinquante, op. cit., pp. 118-
les années 1930”, Actes de la recherche en sciences sociales, no 145, 2002, pp. 25-26. 119.

56
b. La fenomenología
1936, Wahl frecuentaba a oursiders académicos
como Koyré, Lévinas o
Para ser reconocido como filósofo había pues que poseer un cierto Baraille. Wahl asistirá, sin tomar la palabra, al College
de Sociologie
capital fenomenológico. Y no de cualquier tipo. Entre los normaliens, (con Bataille, Caillois o Klossowski) y aportará textos
sobre Nietzsche
ese capital requería una cierta modulación distintiva que pasaba a Acéphale (la revista de Bataille)”. En cierto modo
, Wahl era un inter-
por la mediario en cuyas redes se anudaban los variados círculos
lectura de Husserl y por la crítica de Sartre"'. En el texto sobre que consti-
Bins- tufan la vanguardia a la que aludí más arriba“s,
wanger, Foucault hará suyos ambos requisitos. Y aunque
Foucault Foucault siguió con mucho interés en 1949 el curso de
nunca peregrinará a Lovaina a consultar los inéditos de Husserl —au- Merleau-
téntico ritual iniciático de entrada en la filosofía para mucho Ponty titulado “Les sciences de "homme et la phénomenolog
s de sus ie””. De
compañeros— no olvidará incluir, en su larga introducción al los temas y de los autores que trataba Merleau-Pont
psiquia- y se nutrirán —co-
mo se verá en los próximos capítulos— los escri
tra heideggeriano, referencias a los manuscritos de Husserl que tos de Foucault. Desde
Van 1947 Merleau-Ponty era repétiteur de psicología en la ENS. Merleau-
Breda confió a Merleau-Ponty y a Tran-Duc-Thao. Previamente,
el jo-
ven filósofo recibió el magisterio de Jean Wahl y Jean Beaufret
re-
presentantes de un relevo novedoso en la inmemorial tradición de
co- 45. Ver sobre Wahl, I. Kalinowski, “La littérature dans le champ
mentario filoséfico de autores consagrados”. Bourdieu consideraba philos
ophique
a francais de la premiére moitié du XX siecle. Le cas de
Jean Wahl et Hólderlin”,
Beaufret —que iniciaba a los alumnos en textos y temas repleto Methodos, ne 1, 2001, pp. 254-255.
s de
alcurnia filosófica pero que, por no traducidos, se dominaban 46. Wahl y Beaufret eran filósofos de pathos antiobjetivista que
mal*— un cierto humor fenomenológico. Banrdieu comenta el despre representaban bien
el modelo filosófica del profesor de khágne al que me referí en el cio con el que
capi- Beaufrer e Hyppolite se referfan a Hume en un semina
tulo anterior. Beaufret, siguiendo a Heidegger, era partic rio al que asistió en los 50:
ularmente “Hicieron una crítica increíble de Hume. Se trataba de un texto
sobre la simparía, y
acerado ante toda concesión a la filosofía de la conciencia. me acuerdo que Beaufr
El mundo et llegó hasta cantar una
desértico producido por el objetivismo científico resultaba de
todas las @ probarte mi simpatí' (lo que quiere decir: canció
“me
n escocesa que decía Ah, voy
quicro acostar contigo””. C
filosofías del cogito —fenomenologfa incluida— condenadas Mauger, L. Pinto, J.-J. Rossat, “Questions 3 Pierre Bourdieu”, Lire
lo existente a representación“. Jean Wahl era el autor de
a reducir les, op. cit., p. 210. Sartre, por su parte, ofrecía un formidable retrato les sciences socia-
un texto clási- minante describiendo el impacto de un libro de Wahl: “Un libro del humor do-
co sobre Parménides y de un estudio sobre Hegel que tuvo <horme entre nosotros en esa época: Vers le concret de tuvo un impacto
un fuerte Jean Wahl, Pero incluso nos
impacto. Por lo demás, Wahl era una figura que rechazaba decepcionaba este “vers [hacia]”: queríamos partir de lo concre
encerrarse creto absoluto hacia lo que queríamos llegar. Pero la obra nos gustab to total y era al con-
en la tradición universitaria. Pese a ser profesor de la Sorbon
a desde taba al idealismo descubriendo paradojas, ambigiiedades, conflic a porque moles-
el universo. [...] Adoptábamos con entusiasmo todas
tos no resueltos en
las doctrinas que dividían a los
41. Según P. Veyne: “Husserl era difícil. Por ranto un hombres en grupos cerrados. Demócratas “pequeño burgues
normalien leía Husserl”. es”, rechazábamos el
Citado por D. Macey, Michel Foncault, op. cit., p. 55. racismo pero. nos gustaba pensar que la mentalidad primiti
va, que el universo del
42. L. Pinto, Les neveux de Zarathoustra. La récepti niño y del loco nos eran absolutamente impenetrables. Bajo la
on de Nietesche en France, Patis, ra y de la revolución rusa oponíamos —claro está, sólo
influencia de la gue-
Seuil, 1995, pp. 127-133. en teoría
43. P Bourdieu, “Aspirant philosophe”, Les enjesee philosophiques des années cin- dulces sueños de nuestros profesores. Era una mala violencia — la violencia a los
(insultos, risas, suici-
quante, op. cit., pp. 16-17. dios, muertes, catástrofes irreparables) que arriesgaba conducirnos
al fascismo; pero
44. Ver V. Descombes, Lo miono y lo otro. Cuarenta y cinco años de filosofia fance- tenía, para nuestros ojos, la ventaja de poner el acento en
las contradicciones de la
realidad”. J.-P Sartre,
Questions de méthode, Paris,
47.D. Defert, E Ewald. J. Langrage, “ChronologieGallim ard, 1960, pp. 29-30.
.a (1933-1978), Valencia, Cátedra, 1988, p- 106.
”, D.E. 7 p. 16.

58
59
Ponty era un preparador de la agregación concienzudo, consciente de re fenomenología con introspección. Los fenomenólogos no percibieron
que el ejercicio de oposiciones, confirmación de la cultura producida qué próximos estaban de los avances prácticos de la psicología. Retendré
en la khigne, exigía más el arte de presentación pública que el acopio por el momento el modo en que Merleau-Ponty expone, en líneas gene-
de conocimientos”. Foucault acudió a su curso de 1947 sobre la Union rales, la relación de Husserl con las ciencias humanas y la psicología.
de Váme et le corps chez Malebranche, Maine de Biran et Bergson. El Husserl pretendía ganar un espacio para la reflexién filosófica a través
impacto fue tal que Foucault escribió su primer proyecto de tesis sobre de una batalla en dos frentes. En primer lugar, contra el logicismo que
el nacimiento de la psicología en los postcartesianos”. presuml’a un acceso directo del pensamiento a la verdad. En segundo lu-
Dentro de la fenomenología francesa, Merleau-Ponty representó un gar, contra un sociologismo y un psicologismo que convertirían a la filo-
proyecto de diálogo estrecho con las ciencias sociales, fundamental- sofía en sirviente de determinaciones exteriores. La victoria en esa bata-
mente con la psicología. El curso de la Sorbona de 1949 proporciona- lla debía abrir la posibilidad de una filosoffa que permaneciera como tal
ba a Foucault un ejemplo claro y didáctico —muy útil para el ejercicio sin alejarse de la experiencia. Husserl proponía que la experiencia feno-
de agregación— de las evoluciones de la fenomenologfa y la psicología. menológica se levantase sobre la intuición de esencias. La experiencia
A la vez, la exposición de Merleau-Ponty permitía una articulación vivida, ciertamente, se encuentra determinada sociológica y psicológica-
especifica de las relaciones entre filosofía y psicología, entre cuyos pun- mente. Pero toda experiencia supone la apertura hacia un objeto inten-
tos de intersección Foucault se moverá en todo su periodo predoctoral. cional no sensible (un eidos) que otorga sentido a los acontecimientos.
En tanto tal curso fue un modelo de filosofar sobre la psicología e in- Nadie puede practicar la física sin saber lo que es un hecho físico y lo
cluso desde la psicología, me detendré en él brevemente. No será la mismo podría decirse de la psicología. La experiencia fenomenológica
única vez que lo haga. Ello me permitirá, más adelante, medir las dis- revela una estructura intencional que escapa a la contingencia y que
tancias de los trabajos de Foucault con las propuestas de Merleau- configura así una ontología universal que hace posible el estudio de los
Ponty, es decir, con un referente fundamental en el campo intelectual hechos. Hasta Ideen, Husserl consideró a la psicología una ciencia
en el que, paso a paso, se instalaba Foucault. carente por definición de madurez filosófica. La psicología, en tanto
Merleau-Ponty comenzaba su curso situando a Husserl de un modo que ciencia de los hechos, padece una ilegftima tendencia naturalista
bastante tradicional. La filosofía se encontraba amenazada por el asal- consistente en tratar a la conciencia del mismo modo que a los obje-
to de los saberes psicológicos, sociológicos e históricos: la tarea de tos. La psicología, por tanto, debe fundarse en los hallazgos de la feno-
Husserl serfa salvar la reflexién filosófica sin dar la espalda a los avan- menología si quiere salir de su ingenuidad constitutiva. La fenomeno-
ces de las ciencias sociales. Una vez establecida la legitimidad filosófica logía establece el significado de los conceptos que utiliza la psicología:
de Husserl, Merleau-Ponty se proponía una ordenación del debate sólo entonces la investigación empírica puede llegar a buen puerto.
entre la fenomenología y la psicología a partir de una hipótesis: seme- Merleau-Ponty retiene una crítica que hizo mella en Husserl y que
jante debate no tuvo verdaderamente lugar debido a que se tejió desde determinó un cambio de orientación. El modelo propuesto suponia
la mutua incomprensión. Los psicólogos identificaron apresuradamen- una división del trabajo que otorgaba lo esencial a la fenomenología y
concedía lo fáctico a la psicología. De este modo, la filosofía conserva-
ría sus privilegios en la división del trabajo intelectual y se acorazarfa
48. L. Althusser, El porvenir es largo, op. cit., p. 217. contra todo desmentido empírico. Las esencias descubiertas no ten-
49. D. Defert, F. Ewald, J. Langrage, “Chronologie”, D.E. 1, p. 15. drían que preocuparse de su génesis mundana. A partir de Méditations

60 61
del sen- hechos: configuran un a priori material. Según Husserl, una fenomeno-
cartesiennes, Husserl deja de esquivar el problema de la génesis
logía que no realizase su intuición de esencias desde el material empírico
tido y lo convierte en pivote de sus preocupaciones. Además, como rá-
pidamente comprendió Husserl, la filosofía no tiene el privilegio de la
—aunque éste fuese reducido— degeneraría en una escolástica.
intuición de esencias y, por ello, no puede mantenerse al margen de los Tanto en psicología como en lingiifstica o en historia, Husserl —se-
hallazgos de la ciencia. gún Merleau-Ponty— amortiguará la diferencia entre reflexién filosó-
Husserl propuso la variación imaginaria como método de constitu-" fica y ciencia empírica. La razón se encuentra sedimentada en lo empí-
ción de la esencia de los fenómenos. La variación imaginaria consiste rico, en el sujeto que hablando se dirige a un futuro o en la relación
en modificar un objeto en la imaginación. Esta variación tiene un lími- histórica con un presente que vive su proyección hacia el porvenir
te: existen ficciones que harían irreconocible el objeto estudiado. La desde la herencia contraída. Pero esta cercanía entre la filosofía y la cien-
esencia aparece entonces: es aquello que no podría modificarse sin que cia no es común a toda la fenomenología. Merleau-Ponty comienza diri-
el objeto mismo se hiciese irreconocible. La intuición eidética capta ese giendo críticas severas a Sartre. En su trabajo sobre la imaginación, Sartre
invariante y reconstruye con él la esencia del objeto. Así, la intuición postulaba que sólo conociendo la esencia de la imagen —fe-
eidética es el resultado de la actividad misma de conocimiento. nomenológicamente establecida como relación de la conciencia con los
Galileo no hizo otra cosa. Galileo no extrajo la idea de la caida de los objetos ausentes— la psicologfa empírica podría determinar imágenes
cuerpos de la observación del fenómeno en múltiples cuerpos. La caída concretas. Efectivamente, para Sartre, la fenomenología era la “ciencia
de los cuerpos es un caso límite de descenso sin frotamiento que no de la conc.ien;ia pura trascendental” que nada tenía que ver con la psi-
acaece jamás en la experiencia. La actividad científica está repleta de cología, ciencia que según la lectura sartreana de Husserl, queda irre-
procesos de delimitación de la forma de la experiencia: “El físico pro- mediablemente ligada a un “realismo espontáneo”. La psicologfa nece-
cede realizando ficciones idealizantes’ libremente hechas por el espíri- sita una fenomenología que la conduzca desde el plano trascendental a
™, La actividad fenomenológica, lejos de ser privilegio de la filoso- través de una experiencia “que precede toda experimentación””'. Más
fía, se encuentra presente en toda actividad racional.
allá de su paisaje próximo, Merleau-Ponty confronta la posición de
La psicología eidética se diferenciaría de la psicología empírica en el Husserl con la de Heidegger. Éste, pese a rechazar verbalmente la posi-
material sobre el que trabaja y en el modo de organización de la prue- bilidad de un pensamiento extraño a su situación histórica, recurre a
ba. La primera pensaría las estructuras invariantes del fenómeno a tra- un “poder filosofante considerado como ilimitado, y que no necesita el
vés de variaciones organizadas sobre un caso singular; la segunda cons-
recurso a la etnología o a la psicología””. La filosofía quedaba así licen-
truiría inductivamente sus resultados a través de la consideración de ciada de toda preocupación empírica.
La fenomenología, en lo que a las ciencias humanas respecta —yala
casos reales. Pero la psicologfa empírica también determina la forma de
la experiencia apoyándose en la intuición de esencias: sólo el número psicología en particular—, no proporcionaba a Foucault, al menos en
de casos considerados la diferenciarían de la psicología eidética. Por
ello, la fenomenología y la psicología caminan unidas. Las esencias no
51.J.-P Sartre, L'Imagination, Paris, PUE, 2000, pp. 139-143.
existen en un mundo suprasensible; ellas otorgan su forma básica a los 52. M. Merleau-Ponty, “Les sciences de 'homme et la phénoménologie”, op. cit.,
p. 422. La diferencia entre un Husserl racionalista y un Heidegger irracionalista apa-
50. M. Merleau-Ponty, “Les sciences de Phomme et la phénoménologie”, Pychologie rece en el libro de J.-F. Lyotard, La
mera edición de este libro es de 1954.
phénomenologie, Paris, PUE, 196 i
et pédagogie de Venfant. Cours de Sorbona 1949-1952, Paris, Verdier, 2001, p. 411. E Ta E 1969, p- Ea

62
cault realiza su diploma de estudios superiores sobre La constitution
modelo homogénco y sin
la influyente versión de Merleau-Ponty, un d'un transcendental historique dans la Phénoménologie de Vesprit de He-
diferencias internas. Elterritorio fenomenológico permitía un juego de gel, La copia de este trabajo no se ha conservado —o tal vez no resulta
manera relacional.
variaciones cuyo sentido sólo puede captarse de accesible al público—. Louis Althusser y Jacques Martin habían reali-
no concebía
Merleau-Ponty presentaba a Husserl como un filósofo que zado también sus memorias de DES (Diploma de estudios superiores)
ias huma-
el pensamiento sin la fertilización de los avances en las cienc sobre Hegel. La memoria de Foucault fue dirigida por Jean Hyppolite,
o a las prerrogativas
nas. Asf, este Husserl se oponía a Sartre —amarrad su antiguo aunque breve profesor de khágne. Hyppolite acababa de
y con-
de la filosofía tradicional— y a Heidegger al que Merleau-Pont publicar una traducción de la Phénoménologie de l'Esprit (1943) y un
ista y, como
sideraba en ese momento de su pensamiento un irracional comentario a la misma (Genése et structure de la Phénoménologie de
tal, confiado en la inmediatez especulativa de su razón . Por tanto, en el
VEsprit de Hegel, 1946). Aunque Hyppolite era un reconocido especia-
polo que
interior de la fenomenología se abrfa una diferencia entre un lista en Hegel, este dato no tiene por qué definir el contenido del tra-
ofía fuera de “las ope-
consideraría que no existe un lugar para la filos bajo. Althusser y Martin defendieron su diploma de DES bajo la tute-
sobre todo
raciones efectivas de verificación”” y otro polo que insistiría la de Gaston Bachelard que no era precisamente un experto en Hegel
para
en la lucha contra el relativismo y en la capacidad de la filosofía pero que tenía el prestigio suficiente para ser elegido como director de
se move-
acceder al movimiento íntimo del mundo. Entre ambos polos un trabajo universitario*. De esta manera, ponían en práctica una es-
siona-
ría Foucault, y también Bourdieu y Derrida. Los destinos profe trategia normalien consistente en evitar las relaciones estrechas con los
a, estas
les e intelectuales de los tres fueron distintos: en buena medid directores universitarios”. No se sabe si Foucault cumplió también ese
ciones
trayectorias divergentes podían anunciarse en el espacio de varia precepto del “savoir faire” normalien.
la fenome-
que permitía la filosofia fenomenológica. Bourdieu pasó de La elección de Hegel era intelectualmente significativa pese a que la
los sub-
nología de la experiencia temporal al estudio de la misma en ausencia del texto nos impida saber exactamente la modulación que
ndo a la filoso fía con-
proletarios argelinos. Derrida comenzó defendie Foucault le imprimió en su trabajo. Foucault solía decir que su itinerario
través
tra las amenazas mundanas y persistió en la creación filosófica a intelectual comenzó bajo la égida sucesiva de Hegel, Marx y Heidegger™.
s. Fouca ult come n-
de una forma novedosa de comentario de los texto
mo cuan-
26 atraído por la fenomenología, pero conviene aclarar —co
meno logí a: ésta quizá tam-
do se habló de la psicología— de qué feno 54. Althusser, por lo demás, crefa que Bachelard ni siquiera había leído su texto.
poco fuese la misma que en los casos de Bourdieu y Derrida. L. Althusser, El porvenir es largo, op. cit., p. 215. Althusser narraba la defensa oral de
su DES con Bachelard de la siguiente forma: “Me ha dicho, ¿qué entiende usted por
c. El primer amor intelectual: Hegel la circularidad del concepto, no hay que decir mejor la circulación del concepto? Le
he me‘m:lo en su barba algunas palabras y no se ha movido. Me dijo que leería mi
lt texto ‘muy interesante’ lo que compromete poco. No me puedo fiar de él porque las
Un elemento precioso ayudaría a comprobar cómo se situó Foucau cuestiones que me ocupan le son muy extrañas. Naturalmente me ha dicho no se
en los debates sobre la fenomenología. Efectivamente, en 1949 Fou- inquiete por nada. Espero que me habrá puesto la mención “muy bien’ [máxima
mención posible: JLMP] por la gloria de la administracién, el honor de mis padres
y el mérito de la mecanógrafa”. Y. Moulier Boutang, Lowis Althusser, op. cit., p. 379.
55. Y. Moulier Boutang, Lowis Altbusser, op. cit., p. 258.
53. M. Merleau-Ponty, “Les sciences de Fhomme et la phénoménologie”, op- cit 56. Ver D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 48. Esta evolución se corresponde
p. 403.

64
Tal sucesión representa cambios intelectuales menos profundos de lo que pensamiento —el hegeliano— que se atrevía con lo irracional e inten-
una concepción escolar de las elecciones filosóficas —basada en el estu- taba integrarlo en una razón de mayores vuelos intelectuales y vitales.
dio de las similitudes y las diferencias textuales entre los autores— podría Hegel se convertía así en seña de identidad del rechazo al idealismo de
hacer pensar. Según Louis Pinto, la vanguardia filosófica antipositivista Brunschwig que lo consideraba como un autor obsoleto ante el pro-
se dividía entre un polo más técnico representado por Husserl y otro greso científico. Alexandre Kojeve presentaba a Hegel como un filóso-
más mundano representado por Hegel (y por Heidegger). Hegel era el fo que había arriesgado la identidad de la razón en el camino de la inte-
referente que permitía hablar con legitimidad filosófica de los aconte- gración de los aspectos más desquiciados de la existencia humana. Por
cimientos políticos”. medio del trabajo y la acción humana, el hombre introducía la negati-
Si asumimos este esquema como referencia, Foucault intentó hablar vidad en el orden del mundo. La falta de identidad consigo mismo
de Hegel sin perder el ascendiente de Husserl. Una carta de recomen- convertía al ser humano en un principio de negación de toda solidez
dación de Louis Althusser dirigida en 1951 al profesor responsable de establecida. Esa aventura hegeliana coincidía con la fenomenología y
la sección de filosofía de la Universidad de Besancon otorga alguna su intento de integrar la experiencia vivida en el edificio del saber. La
pista sobre ello. En ella Althusser declara seguir los trabajos del joven discusión acerca de Hegel contenía un momento más específicamente
recomendado desde hacía tres años —lo que coincide con el momen- filosófico y un momento más explicitamente político. Fenomenología
to (1948) en que Althusser fue nombrado caiman de filosofía de la era, en primer lugar, la afirmación de que la lógica se realiza en el movi-
ENS—. Althusser celebra a Foucault como “titular de una /icence de miento espontáneo del mundo. El ser y el concepto se encontraban
psicología y particularmente informado de los problemas de los que se mutuamente enredados. Tanto Kojeve como Merleau-Ponty asimilaban
ocupan la psicopatología y la psicopatología social; sin embargo no ha la concepción de la lógica de Hegel y de Husserl. La lógica de Hegel
abandonado las otras disciplinas como muestra su diploma, escrito en surge del devenir de los hechos mismos y no de una forma categorial 4
1949, y que trataba sobre la concepción de la lógica en Husserl y priori. “La organización de los hechos no procede de una forma lógica
Hegel”*. Esta doble presentación como psicólogo y filósofo ejemplifi- —explicaba Merleau-Ponty en el curso Les sciences de 'homme et la
ca bien la doble ciudadanía teórica y profesional que intentaba adqui- phénoménologie— sino que el contenido realiza espontáneamente una
rir Foucault. organización légica™. Husserl estaba de acuerdo: no existen las ca-
Merleau-Ponty escribía en 1946 que Hegel presidía todas las innova- tegorías por un lado y el objeto por otro. El objeto está fundado por las
ciones teóricas en el campo del pensamiento. Marx y Nietzsche, la significaciones pasadas y las categorías del sujeto son también producto
fenomenología, el existencialismo y el psicoandlisis germinaban de un de la experiencia.
La única diferencia estribaba, para Merleau-Ponty, en que Husserl
consideraba que la fenomenología no era, como en Hegel, una prope-
bien con las sucesivas fases de la institucionalización de su carrera intelectual si orga- déutica a la lógica, sino la lógica en acto, existente ya en cada región
nizamos ésta teniendo como referente la militancia en el PCF (1950-1953). Sin del ser. Hegel consideraba la fenomenología como la experiencia del
embargo, las cosas no son tan fáciles y como se comprobará los tintes marxistas y
heideggerianos convivirán en el discurso de Foucault.
57. L. Pinto, “(Re)Traductions. Phénoménologie et philosophie allemande' dans
les années 1930”, art. cit., pp. 31-32. 59. M. Merleau-Ponty, “Les sciences de homme et la phénoménologie”, op. cit.,
58. Citado por D. Eribon, Michel Foucault et ses contemporains, op. cit., p. 315. p. 402.

66
progreso del sentido. Ese sentido, cuyo movimiento describía la feno-
aseguraba, tenfa, para Althusser, un sentido económico e histórico. Al
menología, quedaba completamente recogido en la Lógica o saber ab-
soluto. Como escribía Hyppolite en Logique et existence: “No hay para terminar la alienación en el capitalismo, Marx no pensaba en el fin de la
Hegel algo inefable que estaría más acá o más allá del saber, ninguna historia sino en el comienzo de la verdadera historia. Una vez terminada
singularidad inmediata o trascendencia”?. Husserl, por el contrario, no la explotación, las tensiones humanas continuarían y la dialéctica, bajo
perseguía un saber absoluto: la experiencia antepredicativa, por exube- una forma histórica nueva, continuarfa presente en el mundo®.
Por la vía de Heidegger y de Marx, Foucault recuperará interrogan-
rante, jamás podrá ser organizada completamente por el discurso“. El
relativismo histórico, esto es, la noción de una historia siempre abierta tes similares. Pero antes de presentarlos debo aludir a una corriente sin
y que por tanto no puede proveer ningún punto de vista absoluto, la cual el escenario de posibles filosóficos de Foucault no quedarfa
adquiere de este modo sus derechos en la reflexión”, completo. Si bien la epistemología francesa tendrá un peso básico en la
obra de Foucault, el modelo que representaba no parece haber atraído
Temas similares, pero en una vertiente más politica, ocupaban filosó-
a Foucault hasta la década de los 50. Será el momento, por otra parte,
ficamente a Louis Althusser. En una larga carta personal fechada el
en que esta corriente adquiera todo su prestigio desbancando a una
25.12.1949, Althusser se hacía eco críticamente de una tesis defendida
declinante fenomenología.
por Hyppolite según la cual el marxismo defendería la teoría del fin de
la historia. Para Hyppolite, el marxismo identificaba el fin de la aliena-
d. Bachelard, Canguilhem
ción con la entrada en un estadio histórico sin variaciones estructura-
les significativas. Esta tesis, procedente de Hegel, había sido populari-
Efectivamente, parece que Foucault no asistió a clases de Bachelard si
zada por Kojeve. El fin de la historia anunciaba la desaparición de los
bien comenzó a leerlo pronto. En cuanto a Georges Canguilhem,
grandes desgarros humanos gracias a la dominación absoluta de la
naturaleza y a la pacificación definitiva de la sociedad. Althusser consi- Foucault habla de una influencia tardía*. Canguilhem, en el momen-
to de su ascenso filosófico e institucional a finales de los 50, ofició de
deraba que Hyppolite violentaba la palabra de Marx. Efectivamente,
rapporteur en el tribunal de tesis de Foucault. Pero a finales de los 40,
Hegel hablaba en la Phénoménologie del fin de la historia. Éste acaecía
cuando el Espíritu, tras su viaje alienado por la historia y la naturaleza, Foucault —que en una entrevista inédita sirúa a la historia epistemoló-
gica de las ciencias entre los posibles filosóficos que organizaron su for-
se recuperaba en el saber absoluto. En ese esquema, Althusser encon-
traba lógico que el fin de la alienación significase el fin de la historia. mación*— tuvo una relación menos efusiva con Bachelard y Canguil-
Pero Marx, cuando hablaba de alienación, se refería a la alienación del hem que con Lagache y Merleau-Ponty.
proletariado. Marx no consideraba que la historia —y aún menos la Bachelard era, en los años de gloria del existencialismo, una figura re-
naturaleza— exprese la alienación humana. Frente a toda ontología lativamente secundaria. Y las identificaciones con los filósofos son, pri-
dialéctica, la alienación en Marx, contrariamente a lo que Hyppolite mero, identificaciones con la personalidad social e institucional de los

60. Citado por J.-F. Lyotard, La phénoménologie, op. cit., p. 44. 63. L. Althusser, “Lettre 4 Jean Lacroix”, Écrits philosophiques et politiques, Paris,
61. Ibíd., pp. 45-46. STOCK/IMEC, 1994, pp. 291-295.
62. M. Merleau-Ponty, “Les sciences de Phomme et la phénoménologie”, op. cit., 64. M. Foucault, “Entretien avec Michel Foucault”, D.E. IV, p. 56.
* p. 420. 65. M. Foucault, “Entretien de Michel Foucault et André Berten”, Mai, 1981. Do-
cumento clasificado D 200, Centre Michel Foucault.

68
69
amen-
mismos”. Bachelard pertenecía a una tradición que venía direct sofía”. Entre 1948 y 1955, Canguilhem se convertirá en inspector
te de Comte y del positivismo y que tenía en Francia una importancia
general de filosofía en la Educación Nacional y formará parte del jura-
la do de la agregación en filosofía. En ese periodo los contactos
menor”. Bachelard enseñaba historia y filosofía de las ciencias en de Can-
Sorbona y dirigía el Institute A 'Histoire des Sciences et des Techniq ues de ilhem con Louis Althusser —que preparaba la agregación de filoso-
fía en la ENS— se vuelven estrechos. Pero entonces, Canguilhem no
la Université de Paris. Ambas posiciones Bachelard las heredó de Abel
era el “profeta e_jemplar” (un individuo que, según Weber, muestra con
Rey; Georges Canguilhem heredará ambas de Bachelard.
su comportamiento y su vida un modelo a seguir, al margen de todo
La posición institucional de Bachelard no facilitaba la fascinación de
Foucault. Aún más dificil resulta imaginarse al joven burgués captura- encargo divino o de un deber moral de obediencia™) del que habló
do por el aura personal del filósofo de Bar-sur-Aube. Bachelard había Bourdieu. Y no existen razones para atribuir a Foucault una admira-
sido cartero durante seis años y pasó su escolaridad en instituciones ción temprana por alguien que sólo en el futuro se reivindicará como
modestas y alejadas del centro de la vida intelectual francesa. Por tanto, maestro. Sin duda, dentro del conjunto de posiciones que Foucault
Bachelard no había recibido nada del empaque normalien. Las descrip- ansiaba ocupar —que como se ha visto eran varias— no se encontra-
ciones que se realizan de Bachelard resaltan con contundencia las remi- ba, en aquel periodo de su carrera, la posición representada por la his-
niscencias populares en su persona. Canguilhem calificó de “rural” el toria epistemológica de las ciencias.
Bachelard tenía en la época una obra abundante, sin embargo Can-
estilo filosófico de Bachelard y P. Fougeyrollas describía al filósofo
como “un viñador borgoñón, pleno de vitalidad desbordante™. guilhem sólo había publicado su sonada tesis en medicina. En uno de
Ese mismo origen popular se transparentaba en la hexis corporal de los textos que analizaré Foucault parece discutir con Canguilhem y en
Georges Canguilhem. Uno de sus alumnos escribió: “Su primera apa- otro -ut¡hza a Bachelard para descalificar las pretensiones científicas de
rición nos sorprende. Era de talla media, fornido, vigoroso y su tez co- la pslc(?logía. Conviene ser prudentes: Foucault utiliza a Bachelard y
lorada no era la de un hombre de gabinete””. Pese a ello, Canguilhem Caqgudhem sin citarlos. Pero, en este punto —el de las referencias im-
era un filósofo con una genealogía de mayor brillo que la de Bachelard. plicitas—, lo menos que puede decirse de Foucault es que jamás estu-
vo gbsesionado por el requisito escolar de proporcionar los orígenes
Normalien, de la promoción de Sartre, Aron y Lagache, Canguilhem
teóricos de sus argumentos. Presentaré brevemente, primero, la episte-
encontró a Foucault por primera vez en 1946: entonces examinó y
mología_de Bachelard. Incidiré en cómo su filosofía de la ciencia segre-
aprobó al joven aspirante a ingresar en la ENS. Lo aprobaría también
ga un cierto normativismo teórico que Foucault utilizará, como de-
en 1951, esta vez como componente del tribunal de agregación en filo-
mostraré, para demoler las pretensiones científicas de la psicología.

66. P Bourdicu, Lontologie politique de Martin Heidegger, Patis, Minuit, 1988, pp.
62-63.
70. No está claro si Canguilhem formaba parte del tribunal que suspendió a
67. G. Canguilhem, “Lhistoire des sciences dans 'eeuyre de Gaston Bachelard”, ll:cucaul( en su primer intento de agregacién en filosofía. D. Eribon habla de un tri-
Etudes d'bistorie et de philosophie des sciences concernant les vivants et la vie, Paris, Vrin,
hunal compuesto por Davy, Schuhl y Bridoux. Sin embargo, Canguilhem afirma
1994, pp. 174-175. Ga:boerr foí:mado-l[í)]art? cíle esel (rif;unal. E Bing, J.-E Braunstein, “Entretien avec
68. Citado por E Dosse, Histoire du structuralisme 1. Le champ du signe, 1945-
e Vi Robinson, Snhélbo, 1998,. 126
es Canguilhem”, Actualité i
PA
1966, Paris, La Découverte, 1992, p. 110. Z
69. Citado por J.-L. Fabiani, “Sociologie et histoire des idées. Lépistémologie et
les sciences sociales”, Les enjeux philosophiques des années cinquante, op. cit., p. 119- 71.M. Weber, Economía y sociedad, México, FCE, 1993, pp. 361-362.

70
de la tesis docto- La intersubjetividad científica genera una suerte de “ciudad científi-
Después me concentraré en exponer dos ideas claves
logique): la de- . La ciudad científica elabora una “neolengua” que le inmuniza con-
ral en medicina de Canguilhem (Le normal et le patho
y la prioridad tera-
pendencia de la fisiología de una normatividad vital tra la indefinición del lenguaje cotidiano. Los instrumentos técnicos;
será objetivamente auténticos aparatos de producción de realidad, permiten producir obje-)
péutica de la clínica en medicina. La primera idea
parte del arsenal tos que “retengan” con precisión las palabras que los nombran. La cien-
criticada por Foucault mientras la segunda formará
nía Canguilhem
teórico con el que Foucault y en sorprendente sinto
cia se diferencia del sentido común en que controla las condiciones ini-
ciales en las que se producen los fenómenos y el lenguaje científico.
negaron a la psicología toda honra científica.
Bachelard modifica así la conocida diferencia entre el contexto de
descubrimiento (que reflejaría cómo se descubrió un fenómeno y que
d.1. El obstáculo epistemológico y la ruptura
no requeriría ninguna metodología racional y podría quedar al margen
quería instruida de la filosofía de la ciencia) y el contexto de justificación (en el cual la
Bachelard propuso una razón epistemológica que se
Bachelard defen- argumentación científica se ejercita utilizando una lógica específica).
en el devenir real de la ciencia. Durante toda su obra,
progresiva hacia
dió que la ciencia no era el resultado de una evolución La ciencia, sostiene Bachelard, tiene un origen histórico; pero esa his-
a los fundamen-
la verdad. La ciencia conoce mutaciones que afectan roria es el resultado de la victoria, nunca definitiva, de la razón en espe-
tos teóricos, a los dominios de conocimiento,
a las formas de cálculo cíficos actos de conocimiento. La fidelidad a la historia de la ciencia no
con las que escribe la “realidad” y a los procedimientos
de experimen- extravía a Bachelard en concesión alguna al relativismo científico. Pero
tación. ello, tampoco lo convierte en abanderado de una ciencia virgen de con-
ruir las rela-
Los procedimientos de experimentación permiten const
tamin'iicifin prerracional. La ruptura epistemológica que separa al
al donde
ciones de causalidad científicas. Es en la práctica experiment La
conocimiento científico del sentido común no elimina toda ganga de
cotidiana. error. Lo precientífico permanece en el campo de la ciencia. La ciencia
los fenómenos se liberan de la imprevisible interconexión
la biosf era y la ionos- nunca parte de cero: en ella el sentido continúa incrustado en forma de
ciencia produce así una radiosfera técnica entre
enología obstáculo epistemológico”. Éste funciona como estímulo del trabajo cien-
fera: configura una fábrica de fenómenos. Frente a la fenom e-
una fenom
preocupada por la experiencia natural, la ciencia requiere
n:fico que requiere continuos actos epistemológicos; desde ellos el genio
s sobre los que científico construye ganancias inexpugnables a la corrosión temporal e his-
notécnica que describa cómo se construyen los fenómeno
“ontología” espc- térica. La ciencia del pasado es testimonio de las “formaciones progresivas
se apoyan las leyes teóricas. Cada ciencia produce su
todas las perturbaciones
su
que se interponen en de la verdad”; el presente de la ciencia ilumina sobre la “historia de las
cífica, depurando
por tanto, un derrotas del irracionalismo™.
modo de tratar técnicamente el mundo. No existe,
cient ifica™ Así, la epistemología histórica de Bachelard es una epistemología
modelo único de experimentación ni de demostración
norrpativa Ciertamente, el demarcacionismo que se apoya en la exis-
tencia de cortes epistemológicos se asemeja poco al positivismo espon-
72. G. Bachelard, Le rationalisme appliqué, Pasis, e, PUE, 1949, pp. 101-102, 121-
contem
1245 Lactivité rationaliste de la physique Balibar porain Patis, PUE 1951, pp. 217-
218 222. Véase sobre esta cuestión, E. , “Coup ure et refonte. Ueffet de véri 73. G. Bachelard, La formation de Lesprit scientifique, Patis, Viin, 1938, p. 16.
de Paubo,
“é des sciences dans Pidéologie”, Lienx et noms de la vérité, Pasis, Editions
267-4;7G Bachelard, Lactivité rationnaliste de la physique contemporaine, op. cit., pp.
1994, pp. 107-108.

72
ráneo de muchos científicos y filósofos positivistas. Bachelard defiende d42. La especificidad de lo patológico y la praxis médica
la existencia de dominios epistemológicos diferenciados, cada uno de
los cuales se otorga fundamentos que no se pueden exportar a otros El trabajo doctoral de Canguilhem tiene el interés de no tomar co-
saberes. No existe ninguna norma universal para fundar la ciencia: los mo modelo las ciencias “bien constituidas”, sino la medicina. Así,
actos de fundación no preceden al trabajo científico. La existencia de _ Canguilhem comienza cuestionando la tradición de Comte y Bernard
mutaciones, cambios, discontinuidades o revoluciones no remite al ue concibió lo patológico como una simple desviación cuantitativa
ascenso automático desde el sentido común a la verdad inmutable de de lo normal. El objetivo era fundar una ciencia de lo patológico. Para
la ciencia”. Bachelard se interesó por el proceso complejo y de tempo- ello sería necesaria una fisiología capaz de dar cuenta de los estados
ralidades diversas que diferenciaba las formulaciones teóricas, las acti- distorsionados del organismo. Sólo de ese modo podría realizarse una
vidades técnicas y las pedagogías científicas del conocimiento común. terapia científica que restaurase de manera rigurosa el estado normal
Fuera de tales procesos, ninguna norma científica puede hacerse valer. del organismo.
Pese a ello —y como buen filósofo de su época— Bachelard no evitó Canguilhem rechazó que alguna enfermedad pudiera comprenderse
dar lecciones de cientificidad a las ciencias sociales. Según él, la activi- sin vislumbrar la novedad que introduce respecto al estado normal. El
dad experimental podría por ejemplo aplicarse a la sociología o a la psi- organismo sigue utilizando sus funciones habituales durante la enfer-
cología. Si éstas no se habían convertido en ciencias positivas era por medad, pero mediante una composición de las mismas absolutamente
su incapacidad para abandonar su “nebulosa metafisica original” y novedosa. Los enfermos transmiten que la enfermedad es una manera
aprender de las ciencias “con un largo pasado de objetividad”. Las específica de estar en la vida: las normas vitales han sido dislocadas por
ciencias sociales deberían depurar el sentido común o de lo contrario una nueva normatividad. Y la fisiología no puede ahorrarsc el sentido
se convertirían en un conjunto de falacias. El genio filosófico de común de los enfermos. Esto no significa que la fisiología carezca de
Bachelard desfalleció al enfrentarse a las ciencias sociales: como no las claves que explican por qué un sujeto enfermo se siente diferente.
podía constatar en ellas los procesos que había observado con pacien- Pero Canguilhem piensa que la experiencia del enfermo no es un sim-
cia en la física o la química, se apresuró a condenarlas al infierno del ple delirio inconsciente de las verdaderas causas mórbidas. La norma
conocimiento común”. Las razones de este “desfallecimiento”, como patológica —concluye Canguilhem siguiendo a Goldstein y aproxi-
ya he señalado, en nada dependen de factores individuales: eran las mándose a Merleau-Ponty— es siempre individual.
fronteras de la filosofía las que estaban en juego y el honor de un filó- La enfermedad no es una anomalía. La anomalía es una desviación
sofo se demostraba en su defensa. cuantitativa del estado normal, que puede ser medida estadísticamen-
te. Es congénita, incluso si se desarrolla después del nacimiento. La pa-
tología interrumpe un curso vital específico; el individuo siente la dife-
rencia radical de su experiencia vital antes y después de la aparición de
75. De hecho, Bachelard no empleó mucho el concepto de ruptura epistemológi-
ca y jamás lo definió con precisión. E. Balibar, “Le concept de ‘coupure épistémolo- la enfermedad. La anomalía puede convertirse en enfermedad si el
gique' de Gaston Bachelard a Louis Althusser”, Écrits pour Althusser, Patis, La Dé- individuo siente que la normatividad que instaura es inferior a un esta-
couverte, 1991, p. 11. do anterior. Pero es posible también que la anomalía revele su superio-
76. G. Bachelard, Lengagement rationaliste, Paris, PUE, 1972, p. 38. ridad en el mismo medio ambiente o en otro diferente. Lo patológico
77. E. Balibar, “Le concept de ‘coupure épistémologique’ de Gaston Bachelard a
Louis Althusser”, Écrits pour Althusser, op. cit., pp. 18, 21-22. siempre resulta de una normatividad disminuida. De ahí la nostalgia

74
que experimenta el enfermo respecto de su estado anter
ior”, Las for-
mas normales son las formas viables de la vida”. umento de inequívoco sabor bachelardiano. El conoc'imier_uo
Por tanto, no existe una noción de lo patológi m la batalla concreta de las técnicas; éstas no son una ejecución
co que sea simplemen.
te cuantitativa. Una patología resulta siempre suígº Í¡r:)cimiento apolíneo contenido en las legalidades cientíñ_cas. L_a
de una evaluación: un es-
tado se revela patológico si se aparta de g:ioclzgia surgió del contexto quirúrgico, de la_(éc‘?ica tem[erafl:l‘:j\ ;ug},
un determinado valor que se ins-
taura en la relación de un ser vivo con su entorno. da por la angustia de la enfermedad. Esto no signi ica que Ia f}sfolog{a
La patología nace de
la separación de un cierto ideal de vida. Cada modo ueda ser reproducida artificialmente en un la{boramn}o. Si la ls.uí ogía
de vida, explica Can-
guilhem, recrea —dentro de un margen de posi FBSLIIÍ¿ de una elección vital, ningún laboratorio podr'a repro¿fl?cu La s;n
bilidades— modulacio-
nes fisiológicas distintas. En la base de la regularidad fisio introducir distorsiones ligadas a.l contexto de la expenme_nlt::¡cfon. a fi-
lógica, Canguil-
hem sitúa de este modo un ezhos. Un medi siología procede del establecimiento Fle ciertas normas biol ((l).gllcas en re;
o ambiente proporciona un
conjunto de virtualidades vitales; aquella por la que se opta lación con un medio ambiente espícclñc(?. Por tanto, -la medicina Í……:
una elección no consciente”, La fisiología procede de
es “la ciencia de los aspectos capta enfermedades eternas. No existe ninguna ciencia de‘ loA patol ogllco
estabilizados de la vida”. y nada permite prever que ex%stirá. La medicina es una dlscl_l?h;a Cl‘zrsl.c-
Si la fisiología no es una ciencia ajena a tica que sólo surge en el traba)ol clímí:o;_un arte en la encrucijad ? e ]Ís
la cultura, la esencia de lo
parológico no puede ser sino relacional. Una ciencias. Nunca una sirviente mgenl?rll de la fis¡ol(?gla Clen[ll ica. La
norma de vida es más fér-
til si funciona permitiendo lo que la norma razón práctica nunca podrá ser absorb¡da por una razón especlu at1v39.46
inferior prohíbe y posibi-
lirando lo que ésta permite. “La salud es un Cuando Canguilhem publicó su libro, Lagaghe lo saludó en 1 ,
margen de tolerancia de las
infidelidades del medio™ y la enfermedad una con una reseña elogiosa en la Rewfe de métapáystq?e et aíe morale. lSegun
norma incapaz de im-
ponerse a las desavenencias del entorno. Lagache ninguna lectura convemlaltarxlzto ala p§11cologla con;o a qL:
El positivismo soñó con una enfermedad cuya Canguilhem realizaba de la medlcma, . Canguilhem no se lo ;onc
s claves estuvieran en
el exceso o en el defecto de la fisiología norm dería a Lagache; y Foucault no reparó en el moc.íelo promulgado p(l)r
al. Esta era la base del
“principio de Broussais” y la razón por la que Canguilhem para la medicina cuando pensó epistemológicamente la
entusiasmaba a Comte es
fácil de adivinar: la medicina se convertiría psicología. Lo analizaré más adelante.
en una simple tarea de inge-
niería. Siguiendo tal lógica, Claude Bernard
distinguió la fisiología co-
mo ciencia de la vida y la medicina como
ciencia auxiliar en la restau-
ración de la normalidad. La curación del
enfermo se convertiría en un Los AÑOS DEL COMUNISMO NIETZSCHEANO
simple peritaje.
Canguilhem contestaba los sueños “ingenieri a. El espacio de posibles político-escolares
les” del positivismo con
El universo de formación de Foucault no sólo fue psicológico, feno-
78. . Canguilhem, Le normal et le parholagique, Paris, PUE,
79. B Macherey, “Normes vitales et normes 1966, pp. 87-8.
guilbem, op. cit., p. 73. sociales”, Actualité de Georges Can-
80. G. Canguilhem, Le normal et le pathologique, op. cir, p. 82. D. Lagache, “Le normal et le pathologique d'aprts Georges Canguilhem”, Les
81. Ibid., p. 130. 137. hallucinations verbales et travaux cliniques. CEuvres I. 1932-1946, Patis, PUE, 1977,
p. 454.
76
77
TA
menológico y normalien, sino también comunista. Uno de
sus trabajos lo b. Las formas teóricas del marxismo en la Rue d’'Ulm y el caso Lysenko
mostraría con creces. Si ser filósofo y marxista no era sencillo en
aquellos
años —Althusser lo explicaba bien en su presentación del Pour Marx—
La petición de ingreso de Foucault se produjo antes de conocer a Al-
ser normalien y comunista era algo bastante más fácil. A
finales de los años thusser pero, sin duda, su militancia comunista es impensable sin la
40, la célula comunista de la ENS contaba con treinta miembr
os (15% del figura del caiman de filosoffa —según el mismo Althusser una figura
total de normaliens). Entre todos los grupos políticos de la ENS, el
comu- indeterminada que consistía en “ocuparse” de los estudiantes de filoso-
nista era el más numeroso y el más eficaz. Los socialistas habían
reducido fia—. Louis Althusser ingresó en el PCF el mismo año en que se con-
su implantación —antaño mayoritaria— en parte debido a
deserciones virtió en répétiteur en la ENS. Durante su estancia como estudiante en
hacia el PCF y los grupos de izquierda como el RDR (Rassembleme
nt la ENS, Althusser permaneció próximo al grupo de los “talas”. Si como
démocratique révolutionnaire, inspirado por Sartre) no compet
ían seria- comunista Althusser era politicamente subversivo, como enseñante
mente con los comunistas ni en número de miembros ni en capaci
dad de representaba la quintaesencia del espíritu normalien. Althusser defen-
acción. Los grupos cristianos (en la jerga normalienne “talas”)
reunían más dió siempre el sistema meritocrático —desde la khágne hasta el concur-
efectivos que el PCE Distaban, sin embargo, de formar un
grupo cohe- so de entrada y la agregación— que se culminaba en la ENS. Althusser
rente y bastantes de ellos se sentían atraídos por el comunismo.
La dere- preparaba la agregación en filosofía de modo disciplinado y práctico y
cha no contaba con ninguna implantación en la ENSS,
Foucault tardó un año en pedir su ingreso en el grupo comuni sabía transmitir el respeto por la cultura a través de la referencia a los
sta de textos “importantes” y el cuidado por la forma expresiva. Nada, en
la ENS. Era 1947, el mismo año en que escuchaba a
Merleau-Ponty en suma, diferente de la tradición de la alta cultura francesa, de su huida
la Sorbona (en la época, autor de Humanisme et terreur)
. Foucault que- del academicismo pero también de su obsesión por el brillo y, en cier-
ría entrar en el partido pero no en el sindicato de alumnos.
Los res- tas ocasiones, de su frivolidad intelectual*. Althusser confesaba tener
ponsables del partido no lo aceptaron®. El sindicato de alumno
s era el una cultura filosófica muy limitada y se vanagloriaba de “aprender de
escenario de duros enfrentamientos entre socialistas y comuni
stas en el oídas” a través de las conversaciones con sus alumnos y con sus cole-
cual los primeros se llevaban la peor parte: un alejandrino
los definía co- gas. Como se sabe, este modo de adquirir una “cultura media” a través
mo “los que se van pegados al muro, con odio en el corazón
[ceux qui sen de la frecuentación de redes sociales, coloquios y conversaciones mun-
vont rasant les murs, Uhaine au coeur]”. El sindicato, por lo demás, se danas, es el correspondiente intelectual de la socialización del grupo de
dedicaba a promover un futuro profesional para los normaliens
fuera de pares” y está infinitamente más presente en el bagaje intelectual de lo
la detestada enseñanza secundaria®. Foucault permaneció como
simpa- que los intelectuales están dispuestos a reconocer. Aunque el répétiteur
tizante; la política sindical le parecía poco revolucionaria,
Un simpati- de filosofía era una figura institucionalmente marginada, sin tesis doc-
zante próximo que dará el paso definitivo en 1950.
toral y por tanto incapacitado para dirigir a sus alumnos, Althusser
ganó rápidamente prestigio por su capacidad para escuchar y aconsejar
83. J.-E Sirinell, “Les normaliens de la rue d'Ulm aprés 1945: une générat
ion com-
muniste?”, Revue d'bistoire moderne et contemporsine, vol.
84. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 54.
33, 1986, pp. 573-576. 86. Y. Moulier Boutang, Zouis Althuscer, op. cit., pp. 445-449.
85. J.-F. Sirinelli, “Les normaliens de la rue d’Ulm apres 1945: 87. L. Althusser, El porvenir es largo, op. cit., p. 221. Sobre la noción de “cultura
communiste?”, art. cit., pp. 578-580. une génération media” ver L. Pinco, Lintelligence en action. Le Nouvel Observate ur, Patis, Metallié,
1984, p. 21.

78
con eficacia a sus discípulos. Con Foucault, la relación, como ya se ha ver con el sujeto trascendental. La constitución del mundo debía dar
dicho, pronto fue muy intensa. cuenta de cómo la realidad era el resultado del paso de la materia a la
Althusser no era el único filósofo comunista en la ENS. Tran Duc Thao vida y de la vida al espiritu, comprendido éste como existencia social.
y Jean-Toussaint Desanti ofrecían una inflexién marxista para la fenome- Ciertamente, cada una de tales estructuras, insistía Thao siguiendo a
nología. Gracias a ésta, fundamental para gozar de credibilidad filosófi- Husserl, pese a estar fundada en la estructura anterior, contenía una
ca, intentaban encontrar un espacio para el marxismo en el campo in- dinámica propia. Esto hacía que cada estructura fuese irreducible a la
telectual. Althusser consideraba a Thao y Desanti las esperanzas de su estructura anterior que la fundaba”. Pero esta precaución no impedía
generación. Foucault asistió a sus clases. a Thao proclamar que era la infraestructura —con sus realidades pri-
El filósofo vietnamita Tran Duc Thao estudió en la ENS y pertene- marias, materiales y animales— la que generaba, a partir de su movi-
cía a la promoción de 1939. En 1945, un año antes de que Foucault miento propio, las formas superiores o superestructurales del ser.
alcanzase la Rue d’Ulm, fue acusado de conspiración y provocó una Thao reclamaba a la fenomenología atención precisa a estas realida-
fuerte movilización normalienne en su defensa®. Thao fue uno de los des primarias. La descripción del sentido del mundo no puede dete-
interlocutores del pensamiento de Althusser y uno de sus libros se con- nerse en las vivencias del sujeto fenomenológico. Por debajo de la con-
virtió en una referencia para los filósofos interesados en la fenomeno- ciencia significativa, latían las formaciones elementales en cuyo suelo se
logía. El libro de Lyotard, antes citado y dedicado a la fenomenología, anclaba el sujeto. Thao, que conocía muy bien a Husserl, sabía que de
proponía a Thao como la autoridad acerca de las relaciones entre esta manera podría ser acusado de psicologismo, esto es, de conversión
marxismo y fenomenologfa, sobre todo, por su obra Phénoménologie et de las significaciones en producto de la dotación biológica y psicológi-
matérialisme dialectique. Foucault recomendó este libro a Derrida, si ca del sujeto. Pero Thao no se dejaba amilanar teóricamente y atribufa
bien le advirtió de que la primera parte del libro era mejor que la se- el odio al naturalismo a la herencia social de los intelectuales: como
gunda”. miembros de la burguesía, los pensadores desconocerían los procesos
La primera parte del libro era una introducción crítica al desarrollo materiales de producción de las cosas y preferirían retenerse en la
del pensamiento de Husserl. La segunda parte proponía una lectura vivencia de sus significados”!.
dialéctica de la realidad que comenzaba por la naturaleza animal y aca- En la segunda parte de su obra, mientras intentaba explicar cómo la
baba en el desarrollo y crisis del capitalismo y la consiguiente llegada dialéctica conmovía los procesos de la naturaleza, Thao reivindicaba la
del comunismo. En su obra, Thao confrontaba la autoconciencia teóri- herencia de los caracteres adquiridos. Los caracteres nuevos podían
ca de Husserl con sus análisis concretos. Utilizando los inéditos —que modificar la formación de las células de los organismos hasta modifi-
Van Breda le confió a él y a Merleau-Ponty— de Husserl, Thao descu- car las especies y permitirles su mutación interna. Para defender esta
bría una fenomenología que constituía al sujeto a partir de los datos idea, Thao —ciertamente que de manera un tanto vergonzante y muy
puramente sensoriales, kinestésicos y sensibles. Thao pretendía que en
esas descripciones emergiera un hombre concreto que poco tenía que
90. Lyotard destacaba la defensa de la autonomía de las superestructuras como el
mayor aporte del marxismo de Thao. J.-E. Lyotard, La phénoménologie, op. cit., pp.
116-117.
88. Y. Moulier Boutang, Louis Althusser, op. cit., p. 351. 91. Tran Duc Thao, Phénoménologie et matérialisme dialectique, Paris-Londres-
89. D. Janicaud, Heidegger en France. Tome I, op. cit., p. 94. New York, Gordon & Breach, 1992, pp. 5-19.

80
F
matizada— acudía a la autoridad de Lysenko”. Jean-Toussaint Desanti conciliaba también a Husserl con el materia-
A partir de 1948, si la opción comunista se hizo difícil para muchos lismo dialéctico, inspirándose en Tran Duc Thao. Desanti tenía como
normaliens, y un tormento para los intelectuales que adquirían su presti- emblema “filosofemos con combatividad” y no dejó de lanzarse a la arena
gio en instancias distintas del PCE fue gracias a Lysenko. El agrónomo en defensa de Lysenko. El razonamiento de Desanti para defender la teo-
soviético Trofim D. Lysenko había intentado derivar de ciertas operacio- ría de las dos ciencias era el siguiente. La ciencia es a la vez objetiva y pro-
nes técnicas de jardinerfa (desarrolladas por el horticultor Mitchourin) ducto de la hegemonía de una clase. El rostro de la naturaleza no es eter-
una teoría que permitiría a la acción humana acabar con la herencia no: procede del trabajo colectivo de la especie. Por tanto, la naturaleza
genética. Mitchourin consiguió ciertos híbridos mediante procedimien- resulta del desarrollo y uso que la clase dominante hace de las fuerzas
tos de injerto: de ahí se supuso que había modificado la estructura gené- productivas. Ahora bien, como la historia es progresiva y cada modo de
tica de las especies participantes. Y de jardineros, Lysenko y Mitchourin producción es superior al anterior e inferior al siguiente, cada clase
se convirtieron en biólogos y en filósofos. Proclamaron que los carac- alcanza un nivel objetivo y elevado de dominio sobre la naturaleza”.
teres adquiridos podían heredarse y que ninguna sustancia hereditaria Por tanto, la ciencia reflejando los intereses de una clase refleja también
era inmune a la influencia del medio. De este modo, se corregía a el estado objetivo de la naturaleza. Cualquier olvido de que la natura-
Darwin. Éste defendía que la diferencia entre las especies resultaba de la leza del conocimiento dependía de la lucha de clases se convertía en
destrucción de las formas intermedias estimulada por la lucha por la idealismo. Así, Bachelard —aludido implícitamente como defensor de
existencia. Lysenko aseguraba que los límites entre las especies son de una ciencia organizada a través de una dialéctica interna— era desig-
carácter relativo: tras un determinado proceso de acumulación cuanti- nado como reo de objetivismo”. Jean Kanapa, director de La nouvelle
tativa de cambios, la cantidad se transforma en cualidad. Las modifi- critique (revista teórica del PCF), era más explícito y menos comedido
caciones en la estructura fenotípica de los organismos tienen un efecto que los filósofos de la ENS. Todo saber es resultado de un poder de cla-
retroactivo que evapora todo el mensaje hereditario contenido en el se, también el conocimiento sobre la naturaleza. El científico estándar
genotipo. se engaña creyendo que la naturaleza es objetiva. La conclusión de
Lysenko y Mitchourin acusaron a los partidarios de la herencia gené- Kanapa permitía pensar —como sugeriría Foucault más tarde con hu-
tica de valedores del darwinismo social, de la dominación burguesa y mor— que existían fisiologías de clase de los saltamontes alpinos, caí-
del racismo. La genética clásica era reaccionaria y desconocía la tesis das dialécticas de los cuerpos o danzas socialistas de los electrones. El
dialéctica de la unidad de los contrarios. El mundo burgués la había se- 4rbol de un bosque koljosiano no es un árbol cualquiera. Es un árbol
gregado como una justificación de la desigualdad. La Unión Soviética, el que, en su esencia, contiene una naturaleza diferente. Quien lo ignora
mundo proletario, eliminaba la materialidad tozuda de los cromosomas. deja de ver la ciencia como un producto social”.
Nacía una ciencia proletaria opuesta a la ciencia burguesa. La evolución
dialéctica del mundo produce principios epistemológicos diferentes:
cada realidad natural es el producto de las modificaciones producidas por 93. Citado por D. Lecourt, Lyssenko. Histoire réelle dune “science prolétarienne”,
la clase hegemónica. Paris, Maspero, 1976, pp. 32-33. .
94. Véase el artículo —por lo demás matizado— de M. Darciel, J.-T. Dcsa{m_, G.
Vassails, “Science bourgeoise et science prolétarienne”, La nouvelle critique, n° 8, juillet-
aoñt, 1949, p. 40. —
92. Tbid., p. 240. 95. ]. Kanapa, “Note sur la ‘réalité sociale de la nature'. A propos de la discussion sur

82
La tesis de las dos ciencias conoció diversas modulaciones que, en mente de entre los intelectuales comunistas defendieron la doctrina
general, concuerdan con la llegada y la desafección de una generación hasta el extremo. Althusser defendía la objetividad de la ciencia sin
de intelectuales comunistas. Un primer momento de entusiasmo do- dejar de simpatizar con la dogmática filosófica del marxismo de com-
minó entre 1948 y 1952. Un segundo momento de ambigiiedad se im- bate estalinista'". Así, en 1950, Althusser escribfa: “Encontré en Jda-
puso en los espíritus entre 1952 y 1954. La crisis atrapó a los intelec- nov en fórmulas más fuertes y más solidas lo esencial de mis con-
tuales comunistas entre 1954 y 1956%. clusiones y mucho más”'"'. Un texto aparecido en La nouvelle critique
Evidentemente, los comportamientos de los intelectuales comunis- consagrado a la critica de Hyppolite se abría con la cita de autoridad
tas distaron de ser homogéneos en cada uno de tales periodos. No todo de un Jdanov declarando que Hegel no formaba parte de la actualidad
el mundo celebró a Lysenko, la teoría de las dos ciencias y a su mentor filosófica del marxismo. El Hegel existencialista (de la lucha a muerte
Jdanov con la misma fe. Hubo quien vió a Lysenko como un truhán y por el reconocimiento) defendido por Hyppolite y Kojeve era, según
sin embargo defendió en La Pensée (la otra revista teórica del PCF) la Althusser, una ideología con la que ontologizar la decadencia burgue-
herencia de los caracteres adquiridos, para acabar no soportando la im- sa y enviar el marxismo al reino de las quimeras urópicas'”,
postura poco tiempo después”. En el caso de Althusser, la posición so- Según su biógrafo, Althusser podía admirar a Jdanov sin simpatizar
bre la tesis de las dos ciencias no fue clara. Su admiración por Andrei con Lysenko sobre cuya impostura Marcel Prenant le advertía. Y, en
Jdanov, el filósofo de servicio de Stalin y portavoz de la tesis de las dos cualquier caso, la tesis de las dos ciencias —como toda oposición míti-
ciencias, fue creciendo a medida que se integró en el PCF o, lo que es ca— admitía modulaciones que permitían hacerse pasar por teórico
lo mismo, alcanzó su cenit en el momento de máxima pasión intelec- con más o menos desenvoltura epistemológica. La tesis pasó a la agen-
tual con el stalinismo. Jdanov, con ocasión de la fundación de la Ko- da filosófica a partir de una intervención del dirigente comunista Lau-
minform, defendió que el mundo estaba dividido en dos campos y que rent Casanova en 1949. En ocasiones, la ciencia proletaria se oponía a
las cuestiones culturales reflejaban la toma de partido —burguesa o la ciencia burguesa como la verdadera ciencia a la falsa. En otras argu-
proletaria— de los intelectuales. En el campo de la filosofía, la tarea mentaciones —es el caso de las tesis defendidas por Jean Kanapa— la
estribaba en combatir el neohegelianismo y la fenomenología”. Pero ciencia proletaria era el producto de la formación social socialista que
esta actitud conocía modulaciones diferentes según los casos y favore- se oponía, en métodos y ontología, a la formación social capitalista. Por
cía sospechas cruzadas”, toda vez que sólo los peor dotados cultural- fin, la ciencia proletaria era el resultado de la actividad del movimien-
to marxista y comunista y por ello tenía entre sus valedores a cada uno
de los luchadores comunistas. La fronda dialéctica se calmó en 1950
la science bourgeoise et la science prolétaire”, Lz nouvelle critique, n? 5, aviil, 1949, p. 53. gracias a la resonancia de las tesis de Stalin sobre la lingilística, en las
96. J. Verdes-Leroux, Au service du parti, le parti communiste, les intellectuels et la que el jefe soviético rechazó que el lenguaje fuese una superestructura.
culture, Paris, Fayard, 1987, p. 221.
Entre 1950 y 1952 se abandona progresivamente la teoría de las dos
97. Era el caso del biólogo Marcel Prenant. Véase su artículo “Linfluence du
milieu et Phérédité des caracteres acquis”, La Pensée, n° 25, juiller-aotit, 1949, p. 51.
Véase J. Verdes-Leroux, Au service du parti, op. cit., p. 228.
98. J. Verdes-Leroux, Au service du parti, op. cit., p. 218. 100. Y. Moulier Boutang, Louis Althusser, op. cit., p. 421.
99. Desanti, por ejemplo, a pesar de su fervor lysenkista merecía las reservas de 101. L. Althusser, “Lettre Jean Lacrob””, op. cit., p. 310.
“Althusser que juzgaba inquietantemente fenomenológico su interés por las matemá- 102. L. Althusser, “Le retour 3 Hegel. Dernier mot du révisionnisme universitai-
ticas. Y. Moulier Boutang, Louis Althusser, op. cit., p. 422. ¥, Écrits philosophiques et politiques. TomeI, op. cit., pp. 243, 254.

84 85
ciencias. Primero a través de una rectificación de Casanova, su ilustre tico de dominación de la naturaleza; en fin, durante el debate alrede-
impulsor. Esta rectificación fue seguida por rectificaciones más o me- dor de Surveiller et punir (1980) desarrollado con un grupo de histo-
nos vergonzantes de los filósofos. Desanti, por ejemplo, acabó decla- riadores, Foucault caracterizó el lysenkismo como el resultado esper-
rando objetivas las ciencias de la naturaleza y restringiendo a las cien- péntico de un cierto racionalismo marxista (que, de alguna manera,
cias sociales el campo de batalla entre las falsas ciencias burguesas y el comprometía al racionalismo tout court').
materialismo histérico'®. Indudablemente, el filósofo interesado por la relacién entre el saber y
Hacia éstas apuntaban los intereses de Foucault y él mismo no se el poder no fue ajeno a los desafíos teóricos del lysenkismo y a los pro-
mantuvo alejado —de las seducciones y de las turbaciones después— blemas que planteaba. Una exposición de Foucault, realizada en 1950 (y
del lysenkismo. Alguno de los argumentos de Foucault y bastante de que Althusser califica con un 15 sobre 20), llevaba por título “¿Qué es
la complejidad de su toma de posición filosófica no se entiende sin se- un hecho científico?”. De ella, Althusser tomó las siguientes notas:
mejante episodio.
Foucault no se refirió demasiado al “asunto Lysenko” y cuando lo “El hecho científico nace de una práctica elaborada.
hizo la significación que le otorgó dependía de la coyuntura político- Cf. Lysenko en biología.
filosófica. En 1976, momento de auge de la “microfísica del poder”, Cf. Psicoanálisis: las psicosis histéricas no se han convertido en
Foucault culpó al lysenkismo de presuntuoso y criminal sin dejar de hechos científicos más que cuando han sido justiciables de una
destacar un poso de verdad en sus tendencias profundas'®. Más tarde, práctica terapéutica”'%,
Foucault colocaba el lysenkismo como producto del optimismo sovié-
El significado de tales notas es enigmático. Sin embargo, todo per-
mite suponer que Foucault encontraba el lysenkismo, como poco, dig-
103. J. Verdes-Leroux, Au service du parti, op. cit., pp. 233-240. no de consideración. Más adelante, mostraré cómo Foucault intenta
104. “Cuando hice mis estudios, durante los años 1950-1955, uno de los grandes deslindarse de él.
problemas que se planteaban era el del estatuto politico de la ciencia y las funciones
ideológicas que podia vehicular. No era el problema Lysenko el que dominaba, pero e. La “mafia” comunista normalien
creo que alrededor de este sucio asunto que tanto tiempo ha estado enterrado y cui-
dadosamente escondido, se han planteado un conjunto de cuestiones muy intere-
santes. Todas podían ser resumidas en dos palabras: poder y saber. Creo que he escri- En 1950, estimulado por la guerra de Indochina, Foucault entra en
to Histoire de la folie un poco con el horizonte de estas cuestiones. Se trataba para mí el partido comunista. En ese momento, la célula comunista de la ENS,
de plantear esto: si se plantea a una ciencia como la fisica teórica o como la quími- tras la crisis de la URSS con la Yugoslavia de Tito, estaba en el punto
ca orgánica el problema de sus relaciones con las estructuras políticas y sociales, ¿no
se plantea un problema demasiado complicado? ¿No se sitúa demasiado alto el dlgido de una inflexión sectaria. Aunque la célula seguía nutriéndose de
umbral de explicación posible? Si, por el contrario, se toma un saber como la psi- nuevos adherentes, la influencia de la organización sobre los alumnos
quiatría, ¿no será más fácil resolver la cuestión, ya que el perfil epistemológico de la no comunistas se debilitó considerablemente. Este giro sectario afectó
psiquiatría y de la práctica psiquiátrica es bajo y ya que la práctica psiquiátrica está
ligada a toda una serie de instituciones, de exigencias económicas inmediaras, de
urgencias políticas y de regulaciones sociales? ¿En el caso de una ciencia tan dudosa
como la psiquiatría, no se podría atrapar el enmarañamiento de efectos de poder y 105. M. Foucault, “Postface”, D.E. IV, p. 36.
de saber?”. M. Foucault, “Entretien avec Michel Foucault”, D.E. Z77, pp. 140-141. 106. Citado por Didier Eribon, Michel Foucault et ses contemporains, op. cit., p. 315.

86
]
también al “círculo Politzer” —fundado en 1948 en la ENS a iniciati- boración de un manual de psicología marxista'".
va de Althusser y cuyo objetivo era organizar conferencias y servir de Verdés-Leroux considera que existen dos tipos de acercamientos inte-
pantalla exterior del partido—. Entre sus invitados de la época se Jectuales a la militancia comunista. La mayor parte ofrecen una visión
encontraban el dirigente del partido André Marty (uno “de esos mato- monolítica del partido mientras otros subrayan la complejidad de las
formas de militancia comunista. Ciertamente, ninguna institución
nes implacables y complacientes”'”7 que según E. Hobsbawm no eran
raros en el PCF), que despertó una ola de protestas, Dominique De- funciona sin el concurso del habitus de los agentes que la componen y,
santi —esposa del filósofo Desanti y ferviente stalinista— o André por tanto, la representación de un partido organizado —incluso el
PCF que según Verdes-Leroux tendía a funcionar como una institución
Wurmser —cuyas intervenciones sobre el retrato de Picasso a Stalin o
sobre el complot de las “batas blancas” acabarán agriando definitiva- rotal en el sentido de Goffman— como una maquinaria inapelable es
mente la relación de Foucault con el comunismo organizado—'**, dificilmente sostenible"". El caso de Foucault —cuya experiencia mili-
¿Qué significó la adhesión de Foucault al PCF? En primer lugar, es cante transcurre en uno de los periodos más sectarios de la célula comu-
difícil no ver en la entrada de Foucault en el PCF un efecto de genera- nista de la ENS— lo muestra bien. Trataré, para comprender su expe-
ción. Muchos normaliens nacidos en 1925 entraron en el PCF a fina- riencia, de ordenar los datos disponibles de la militancia comunista de
les de los años 40 y lo abandonaron entre 1953 y 1956. Tres aconteci- Foucault.
mientos jalonaron la defección de los normaliens: el complot de las Foucault vivió los aspectos más degradantes de la militancia estalinis-
“batas blancas” —unos médicos judíos fueron acusados falsamente de ta. Entre las experiencias que modificaban la imagen de sí mismo del
intentar asesinar a Stalin—, la invasión soviética de Hungría y el infor- militante —y gracias a las cuales el partido rompía con la autopercep-
me de Kruschev sobre los crímenes de Stalin'”. No están del todo cla- ción previa que el militante tenfa antes de entrar al partido— Verdes-
ras las fechas en las que Foucault sale de la órbita comunista. La “chro- Leroux destaca la asistencia a escenas vergonzosas o la participación
nologie” de Dits et écrits señala octubre de 1952. Según esta fuente, la activa en procesos de linchamiento de un militante. El 7 de junio de 1950,
causa fue un rechazo de un artículo sobre Descartes enviado por mientras preparaba la agregación, Foucault se confronta (en compañía de
Foucault a una revista comunista y el caso de las “batas blancas”. Sin personas muy cercanas a él como Passeron y Molino) con lo que Althusser
embargo, Eribon sitúa aún a Foucault en una reunión de célula, rea- llamé “un verdadero proceso de Moscú en pleno París”. La célula de la
lizada en Lille en marzo de 1953, en la que Wurmser denuncia el re- ENS exigió a Louis Althusser romper con su compañera Hélene Legotien,
trato de Picasso a Stalin. Pese a que Foucault saliese del partido en acusada falsamente de trotskismo y de torturas durante la resistencia a
cualquiera de esas dos fechas, ninguna de ellas atestigua una ruptura los nazis. La sesión acabó con la fortaleza de Althusser que termina
radical con el comunismo. Aún en 1954, Foucault participaba en reu- aceptando romper con Hélene. Yann Moulier Boutang considera que
niones con estudiantes comunistas y en proyectos de Althusser de ela- éste no fue sólo un episodio de depuración estalinista sino también
una manera de sancionar por el círculo normalien la exogamia de

107. E. Hobsbawm, Años interesantes. Una vida en el siglo XX, Barcelona, Crítica,
2002, p. 194. 110. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 77.
108. J.-E Sirinelli, “Les normaliens de la rue d’'Ulm aprés 1945: une génération 111. J. Verdes-Leroux, “Champ scientifique et champ politique. P'étude du Parti
communiste?”, art. cic., pp. 581-582. communiste francais”, Actes de la recherche en sciences sociales, n° 36-37, 1981, pp.
109. Ibíd., p. 587. 28-29.

88
Althusser"'?. No se conoce el comportamiento de Foucault a propósito guntarse si los individuos encontraban con su adhesión un lugar ade-
de esta sesión de célula, pero no es posible —por los datos de los que cuado para su desarrollo vital, intelectual y profesional. No es el caso
se dispone— imaginarlo más heroico que el del propio Althusser' de Michel Foucault. Confirmado por los grandes rituales de integra-
En esa prueba de fuego, recién entrado al partido, Foucault descubrió ción intelectual y estimulado por las expectativas que generaba su
el funcionamiento práctico de la “vigilancia revolucionaria”. No cabe calento y su formidable capacidad de trabajo, Foucault no tenía nece-
duda de que él mismo se sentiría concernido por el “control generali- sidad de forzar políticamente —como el típico intelectual ¡danovista—
zado” de la vida cotidiana de los militantes comunistas. El partido con- su carrera intelectual", Pero en este caso como en tantos otros, los
trolaba todos los dominios de la existencia y —como refiere una anéc- modelos ideales —si se toman en términos de todo o nada— no ayu-
dota que Verdes-Leroux recoge de Jean Récanati— la doble vida era dan a comprender la complejidad de una configuración vital e intelec-
uno de los peores vicios™. Esto da toda su fuerza a la hipótesis que cual. Foucault nunca fue propagandista —se verá cuando analice
Eribon comparte con Althusser: Foucault abandonó el partido a causa Maladie mentale et personnalité— de las formas más grotescas de mar-
de su homosexualidad'". xismo y su actividad militante fue escasa. Ningún interés extrateórico le
Uno de los primeros efectos de la entrada de Michel en el PCF fue impulsaba a bajar la guardia intelectual ante los productos distribuidos
un enorme disgusto para el doctor Foucault"', La experiencia del padre por el comunismo lysenkista. Concluir de ahí que el PCF era—"ob-
de Foucault distó mucho de ser extraordinaria: muchos adolescentes jetivamente”— un obstáculo para la carrera de Foucault ayuda poco a
burgueses dieron ese paso y recibieron como respuesta la misma repro- comprender el mercado intelectual y profesional que Foucault adquiría
bación familiar. En ese sentido, muchos intelectuales de origen burgués con su militancia comunista.
se condenaban a una fuerte aculturación comunista que tenía todas las Con su entrada en cl PCF Foucault culminaba su cercanía con Al-
trazas de un “parricidio™”. Esto no significa que, al entrar en el PCE thusser. Y bajo padrinazgo suyo, comienza en octubre de 1951 a oficiar
Foucault decidiese cortar amarras con el mundo familiar. Como seña: como répétiteur de psicología en la ENS. Además, Foucault entró a for-
lé, las redes familiares seguían funcionando en la vida de Michel (a tra-
mar parte de un grupo de normaliens comunistas. Paul Veyne indica
vés de Verdeaux, Delay...). que la experiencia normalien se constituía en torno a distintos grupos
AOr.ra guía interesante para la investigación del compromiso comu- de afinidad fuertemente enfrentados entre sí'”. Jean-Claude Passeron
nista de Foucault la aporta también Verdes-Leroux: al considerar las se refiere al grupo que él y Veyne formaban con Foucault —junto a
adhesiones militantes al comunismo francés, el investigador debe pre- Maurice Pinguet, Jean Molino, Gérard Genette y Jean-Louis Van Re-
germoter— como una red estrecha, considerada por muchos como una
112. Y. Moulier Boutang, Louis Althusser, op. cit., p. 435. “mafia”. Ese grupo, por muy comunista que fuese, no perdía el senti-
113. Según Daniel Defert este episodio fue fundamental para la salida de Foucault do de la dignidad y la diferencia intelectual. Las posiciones políticas no
del partido. Entrevista con Daniel Defert. Diciembre, 2004. se ocupan de la misma forma: el habitus —producto incorporado de
114. J. Verdes-Leroux, “Une institution totale auto-perpetuée. Le Parti commu-
niste francais”, Actes de la recherche en sciences sociales, 19 36-37, 1981, p. 51
115. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit, p. 76. P
116. D. Macey, Michel Foucauls, op. cit., p. 60. 118. Ver P. Bourdieu, Homo academicus, Patis, Minuit, 1984, pp. 232, 285.
117. J. Verdes-Leroux, “Une institution totale auto-perpetuée. Le Parti commu- 119. R. Moulin, P. Veyne, “Entretien avec Jean-Claude Passeron. Un itinéraire de
niste francais”, art. cit., pp. 35, 41-42. sociologue”, art. cit., p. 305.

90
una trayectoria— impone un cierto trabajo de las posiciones ocupadas cursos las tesis marxistas que aparecerán en Maladie mentale
que permite transformar —al menos con un cierto margen— su o person-
natu- nalité, pero sólo una mirada muy superficial puede —como
raleza y su significado. El grupo —en el que Foucault ocupaba explica-
un pa- ré— asimilar éstas a un simple pensamiento de partido. Foucault,
pel de dirigente— era bautizado por el resto de comunistas mientras explicaba a Pavlov, no se quitaba un momento, durant
normaliens e las
como el “grupo folklórico” o “el Saint-Germain-des-Pres marxista discusiones con sus colegas, la palabra Daseín de la boca. No en vano,
”. Te-
niendo en cuenta el escaso aprecio que la ortodoxia comunis Foucault comienza la lectura de Heidegger en 1951, rellenando con
ta sentía por sus
Sartre, el filósofo que simbolizaba el ambiente notas de Husserl y Heidegger las octavillas de la célula comunista
de Saint-Germain-des- de la
Pres, puede sospecharse de la simpatia del apelativo. ENS'>.
La militancia
comunista de Foucault nunca supuso una entrega ciega a la
ortodoxia del
partido: él declaró en 1980 que ingresó en el PCF queriendo d. La crítica marxista a la psicología
ser “comu-
nista nietzscheano””, No en vano, según Passeron
, los miembros del
“grupo folklórico” eran lectores apasionados de Al oficiar como psicólogo y marxista, Foucault entraba en una tradi-
Freud, Nietzsche o los
surrealistas”'. Sin duda, la aculturación comunista encontraba ción que gozaba de un ilustre antecedente y generaba en Francia un
barreras
muy intensas para funcionar en el microcosmos vital e intelect vigoroso universo de pensamiento. Merleau-Ponty solía referirs
ual de e a un
Foucault', brillante intelectual comunista —su presencia es evidente en el
Teóricamente, Foucault hacía gala de una cierta distancia curso
frente al al que he aludido— asesinado por los nazis: Georges Politzer. En su
corpus doctrinario del marxismo estalinista. La influencia sobre honor, Althusser había bautizado un círculo de intervención intelec
sus -
alumnos y su grupo de colegas fue importante. Jean-Claude tual en la ENS. Didier Eribon afirma que Foucault admira
Passcron ba al caris-
recuerda un curso que admiró —según sus palabras— mático pensador de origen húngaro y que leía con fruición Critiqu
“furiosamen- e des
te”', Foucault, por lo demás, le recomendó que leyera fondements de la psychologie"s. Me detendré brevemente en alguna
el texto de s
Lacan sobre el estadio del espejo'™. Por entonces, Passero partes de su legado intelectual que me ayudarán bastante a analiza
n trabajaba r el
bajo el magisterio de Lagache, quien le dirigió una sentido de alguna de las más sobresalientes apuestas teóricas de Fou-
memoria de estu-
dios superiores que versaba sobre Limage spéculaire y que cault.
resultaba por
tanto préxima a cuestiones que Foucault desarrollará
en su introduc-
ción a Le réve et lexistence. Evidentemente, Foucault d.1. La psicología sin ruptura epistemológica
exponía en sus

Los trabajos de Politzer sobre la psicología —antes de su giro


in-
120. M. Foucault, “Entretien avec Michel telectual a un marerialismo dialéctico dogmático— se estructuran
121 ].-C. Passeron, “Mort d'un ami, disparFoucau
ition
lt”, D.E. 1V, p. 50.
d'un penseur”, Revue européenne torno a dos propuestas: la crítica de la psicología existente y la
en
des sciences sociales, XLI, 2003, p. 98. pro-
122. J. Verdes-Leroux, “Une institution totale auto-p
erpetuée. Le Parti commu-
niste francais”, art. cit., p. 41.
125. D. Defert, E Ewald, J. Langrage, “Chronologie”, D.E. 1, p. 17.
123. R. Moulin, P. Veyne, “Entretien avec Jean-C
126. D. Eribon, Michel Foucauls, op. cit., p. 48. Véase
P Macherey, “Aux sources de I Histoire de la folie”, Critiquetambién sobre esta cuestión
laude Passeron. Un itinéraire de
sociologue”, art. cit., p. 277.
124. D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., p. 65.
p.755. , septembr e-aotic, 1986,

92
puesta de una nueva psicología concreta. Como tantas miradas filo- todos en lo que afirman y tener razén únicamente en lo que nie-
sóficas sobre las ciencias sociales, la de Politzer funciona con relativa gan”fl'f

eficacia en el terreno de la crítica epistemológica y se paraliza cuan- La psicologfa se encuentra enredada en un perverso estado de revo-
do, salvado el obstáculo de criticar y fundar las ciencias, intenta prac- lución permanente. Por tanto, la psicología no encuentra el camino
ticarlas. El proyecto de una nueva psicología concreta jamás llegó a seguro de la ciencia. Las críticas en la psicología son bajo la mirada del
término y los volúmenes que debían suceder a Critique des fonde- filósofo abstractas y estériles; sólo una crítica de la psicología puede re-
ments de la psychologie no vieron nunca la luz. Sin embargo, el libro solver tan improductivo campo de juego teórico. Jugando con la dis-
con ese título y los artículos que Politzer publicó en una efimera tinción filosófica entre lo empírico y lo trascendental, Politzer reclama
Revue de psychologie concréte no dejaron de estimular los intentos de un nuevo Kant para la psicología: “La psicología está, actualmente, en
renovación crítica de la psicología. Alguno de los argumentos centra- efecto, en el estado en que se encontraba la filosofía en el momento de
les de Politzer fue, sin duda, muy útil para el trabajo de “vigilancia de la elaboracién de la Crítica de la razón pura”*. La búsqueda de un
fronteras” que reclutaba a los filósofos generación tras generación. grado cero revolucionario exigfa para Politzer acabar con toda compo-
Foucault entre ellos. nenda con la psicología: “No se trata de podar las ramas sino de tirar
Entre las críticas de Politzer a la psicología destacaré una. Según Polit- el árbol””.
zer, la psicología sufría de una irresoluble indefinicién científica. Bajo su Los intentos de introducir la racionalidad científica en psicología no
mirada, la historia de la psicología era la de una perpetua espiral critica, son, según Politzer, sino inmensos fiascos. Empleando una conocida
Esta noria de critica y búsqueda de fundamentos demuestra que ningu- arma de descalificación filosófica de las ciencias, Politzer vuelve a colo-
na de las escuelas en liza es capaz de llevar a la disciplina a una situación car a la psicología bajo el timón de la “disciplina del coronamiento”.
verdaderamente cientifica. Con palabras similares a otras que —como se Politzer no sólo niega que la psicología se haya autonomizado de la
verá— empleó Foucault, Politzer escribe: “Parece, al menos a primera filosofía sino que la reduce a filosofía de escasa calidad. En el psicólo-
vista, que no es de un exceso de dogmatismo, sino de un exceso de críti- go “no hay más que pompa. A despecho de todas sus protestas contra
ca, de lo que padece hoy la psicología. Porque su historia después de cin- la filosofía no ve la ciencia más que a través de los lugares comunes que
cuenta años es esencialmente una sucesión de criticas: crítica de la vieja aprendió de ella. Y como se le ha dicho que la ciencia está hecha de
psicologfa filosófica por la llamada escuela científica, crítica de la psi- paciencia, que las grandes hipótesis se edifican sobre investigaciones de
cología científica por los sucesores de Wundt; por otro lado: crítica de detalle, cree que la paciencia es un método en sí misma y que con deta-
la primera psicología enteramente mecanicista de los “elementos por lles ciegos se puede atraer al Mesfas sintético. Se enreda entre aparatos,
una ‘psicologfa de los elementos' que se pretende dinámica, después la se lanza unas veces a la fisiología, otras a la química y la biología;
crítica de la psicología de los elementos en general. Aún desde otro amontona estadísticas y está convencido que para adquirir la fe hay que
punto de vista: crítica de la psicología que se sitúa ‘mds ac4’ de la ‘sig- embrutecerse. Hay que entender: los psicólogos son científicos como los
nificacion’ por la psicología que se instala en las significaciones, y,
sobre todo, crítica de la psicología del alma por la psicología de la con-
ciencia, y, finalmente, crítica de la psicología de la conciencia por esta 127. G. Politzer, “Psychologie mythologique et psychologie scientifique”, Écrirs 2.
psicología que no conoce la conciencia ni de una forma general la vida Les fondements de la psychologíe, Paris, Éditions Sociales, 1969, pp. 58-59.
128. G. Politzer, Critique des fondements de la psychologie, Patis, PUE, 1968, p. 7.
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“interior”. Y Politzer concluye: “Los psicólogos parecen equivocarse
129. Ibíd., p. 11.

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salvajes evangelizados son cristianos”*. En tanto que comunista y, so-
empeña en desconocer que el científico soviético abre la vía a un estu-
bre todo, en tanto que filósofo, Foucault recuperará lo esencial de la ar-
dio científico de la actividad nerviosa superior. Pavlov introduce los
gumentación de Politzer.
reflejos condicionados sobre la base de los innatos. De esta forma, la
d. 2. La critica marxista del psicologismo
relación con el medio, si bien se apoya en la fisiología, no se reduce a
ésta. El psiquismo humano constituye un dispositivo de análisis y sín-
La cruzada de las dos ciencias activa en la posguerra francesa una vigi- tesis del mundo exterior —que sólo disloca la enfermedad—. Por otra
lancia del partido en el terreno de la psicología. El enemigo designado parte, Pavlov debe ser apartado del behaviorismo: con su defensa de un
estudio fisiológico de la conciencia, el científico ruso evita reducir el
fue el psicoandlisis. En la época, buena parte de los psiquiatras france-
comportamiento al medio ambiente circundante. Pavlov, concluye
ses consideraban que existía un vínculo íntimo entre el psicoanálisis y
el marxismo. La dirección del PCF intentó cortar el debate anatemi- Follin, puede considerarse un digno continuador de la senda abierta
por dos grandes ancestros franceses: Pinel y Esquirol. La constitución
zando al psicoanálisis con los epítetos tradicionales del estalinismo:
oscurantismo, complicidad con el capitalismo, etc. Paradójicamente, de la psiquiatría como una “verdadera ciencia médica” encuentra en
Pavlov un aliado frente a dos tendencias: la “metafísica existencial-
Pavlov —un científico serio y no un producto del aparato soviético
como Lysenko, que permitió en la URSS la contención del subjetivis- fenomenológica” y el “biologismo estrecho e inhumano”*. En Mala-
mo estalinista en el campo de la fisiologfa''— fue convertido en la die mentale et personnalité, Foucault se moverá en las mismas coordena-
das. No así en el trabajo de presentación a Binswanger.
URSS en estandarte de una psicología materialista. Según Elisabeth
Además de propagar el pavlovismo, la psiquiatrfa de orientación co-
Roudinesco, Pavlov permitía justificar la presencia de la locura en la
munista arremetía contra la tendencia de la psicología a ignorar el origen
URSS: los desarreglos mentales eran causa del capitalismo y si persis-
tían en territorio socialista eran por la presencia de un substrato orgá- social de los conflictos individuales y su intento de construir —según el
nico o fisiológico'?. La revista La Raison, publicada por psiquiatras co- editorial del primer número de La Raison— “los criterios socio-psicoló-
gicos de una buena sociedad”. Por lo demás, la crítica politzeriana a la
munistas, recogía en su primer número un artículo programático de
importación artificial de los métodos de las ciencias a la psicología,
Pavlov que Foucault debió estudiar en profundidad'”. En ese mismo
número, Sven Follin defiende la especificidad de Pavlov frente a la vieja
encuentra también su lugar en el discurso crítico de La Raison. La ten-
fisiología mecanicista. El espiritualismo filosófico, argiifa Follin, se dencia a naturalizar las desigualdades sociales era especialmente palpa-
ble en la vulgata psicologista construida con tests: allf las respuestas a
las técnicas de investigación se convertían, con buena conciencia posi-
tivista, en testimonio de la existencia de aptitudes naturales en los
130. Ibíd., pp. 5-6. sujetos. Frente a ello se proponía una nueva vía para la psicología fun-
131. L. Kolakowski, Las principales corrientes del marxismo III, Madrid, Alianza,
1975, p. 144.
dada en una concepción de la enfermedad mental que integre lo psí-
132. E. Roudinesco, La bataille de cent ans. Histoire de la psychanalyse en France. 2, quico y lo social, que olvide las clasificaciones nosológicas estáticas sin
op. cit., p. 194.
133. 1. Pavlov, “Les réflexes conditionné”, La Raison. Cahiers de psychopathologie
scientifique, n” 1, janvier, 1951, pp. 22-26. Sobre la influencia de esta revista en Fou-
cault ha llamado la atencién Didier Eribon. 134. S. Follin, “Apport de Pavlov 4 la psychiatrie”, Za Raison, n° 1, op. cit., pp.
105-108, 113, 118.

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der.ó a la psiquiatría social como una segregación del movimiento
caer en los sueños existencialistas del coloquio médico-enfermo. La psi- higienista y alertaba sobre el peligro del advenimiento de una psico-
quiatría debe fundarse en la transformación de las condiciones de vida cracia'”. Las criticas de La Raison no cayeron en saco roto: el combate
que determinan la enfermedad. Estas, ciertamente, se encuentran en la contra la homogeneización científica del mundo —producida por to-
infancia o en ciertas frustraciones afectivas, pero también en las formas dopoderosos dispositivos psicológicos— reclutaba a filósofos franceses
ideológicas que organizan socialmente la psique individual y en las de (íredos políticos y de orientaciones intelectuales divergentes. Y lo
condiciones materiales de vida'®. siguió haciendo.
Esta sociología marxista del conocimiento psicológico se muestra con
especial contundencia en un artículo del redactor jefe de La Raison.
Louis Le Guilland —un psiquiatra hostil a las condenas comunistas del
psicoanálisis pero que se vio obligado a firmar un texto condenatorio
fabricado por la dirección del partido— analiza el campo de la psi-
quiatría infantil caracterizando, en primer lugar, su contexto de emer-
gencia. Éste no es otro que una demanda social que responsabiliza a la
psiquiatría de trastornos cuyo origen se encuentra en el funcionamien-
to de ciertas instituciones sociales. Estas instituciones configuran el
campo de emergencia de los objetos psiquiátricos. Para responder ante
ellas, los psiquiatras que se prestan al juego producen un arsenal de
conceptos ambiguos, capaces de subsumir problemáticas para las que
no encuentran alteraciones fisicas o mentales.
Por esa vía, la psiquiatría se convierte en auxiliar de una política social
reaccionaria. Una inflación psiquiátrica pretende buscar una etiología
mórbida en la raíz de los problemas y de los conflictos sociales (Le Gui-
lland cita a los parados, los delincuentes, los vagabundos y los militantes
comunistas): todos los ámbitos sociales resultan susceptibles de un diag-
nóstico en términos de lacra hereditaria o de conflicto inconsciente. Tras
la Segunda Guerra Mundial, el psicoanálisis, según Le Guilland, sustitu-
ye al organicismo psicológico en la vanguardia psicologista. Así, el psico-
análisis diluye la realidad biológica y social en un sistema de coordenadas
que, para este médico comunista, resultaba científicamente arbitrario y
socialmente regresivo'*. En la misma dirección, Lucien Bonnafé consi-

135. “Éditorial”, La Raison, n? 1, pp. 7-8.


136. L. Le Guilland, “La psychiatrie et Penfance”, La Raison, n° 1, pp. 30-31, 36, 137. L. Bonnafé, “Réflexions sur la psychiatrie sociale”, Za Raison, n* 1, pp. 81-82.
39-40, 43.

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